Unidad2. Pubertad y Adolescencia

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Sumario │

7
UNIDAD
DIDÁCTICA

PUBERTAD Y
ADOLESCENCIA

OBJETIVOS DE LA UNIDAD

1. Delimitación terminológica
2. Cambios físicos
2.1. Estirón puberal
2.2. Maduración sexual
2.3. Tendencia secular
2.4. Repercusiones psicológicas de la maduración física
2.5. Cambios de tipo sexual y repercusiones psicológicas
2.6. Manifestaciones de la madurez sexual
2.6.1. Identidad sexual
2.6.2. Homosexualidad
2.6.3. Abuso sexual
2.6.4. Embarazo adolescente
2.6.5. Imagen corporal
2.7. Desórdenes de la nutrición

3. Desarrollo intelectual
3.1. Pensamiento abstracto
3.2. Desarrollo moral
3.3. Rasgos de inmadurez del pensamiento adolescente

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

4. Desarrollo personal
5. Desarrollo social: aprendiendo a tomar decisiones responsables
6. Algunos problemas especialmente característicos de la adolescencia: delincuencia juvenil y
drogas
6.1. Delincuencia juvenil
6.2. Drogas
6.2.1. Drogas de mayor consumo en la adolescencia
6.2.2. Prevención de las drogas

CONCEPTOS BÁSICOS A RETENER

EJERCICIOS VOLUNTARIOS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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 OBJETIVOS DE LA UNIDAD
• Conocer las características del desarrollo humano en la pubertad y adoles-
cencia.
• Analizar los principales cambios físicos y sus repercusiones psicológicas.
• Analizar los procesos cognitivos y afectivo-sociales que se dan en la ado-
lescencia.
• Reflexionar sobre algunos de los más importantes desórdenes y problemas
especialmente característicos de la adolescencia.
• Reflexionar sobre la respuesta que deberá dar la sociedad y, más en concre-
to, la familia para favorecer el desarrollo en estas edades.

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1. DELIMITACIÓN TERMINOLÓGICA

La palabra adolescencia significa exactamente hacerse adulto. Esto es, asumir las
responsabilidades propias del adulto. Este proceso de asumir los derechos y las obliga-
ciones propias de la persona adulta resulta, en nuestra sociedad, cada vez más difícil y
complejo, y se realiza a lo largo del periodo que llamamos adolescencia que comienza
con la maduración física, esto es, con la pubertad (Arnett, 2004; Kuhn, 2000).

La pubertad, o madurez física, marcaba en las culturas primitivas el paso de la


niñez a la adultez; ahora bien, debido a la complejidad de la sociedad actual, la pubertad
es únicamente el comienzo de un largo proceso hasta convertirse en adulto.

De acuerdo con lo dicho, se utiliza el término adolescencia para referirnos a la etapa


de desarrollo en la que se producen cambios físicos, psicológicos y sociales que con-
vierten a un niño en adulto; esto es, el periodo en el que una persona alcanza la madurez
física, intelectual, emocional y social, mientras que utilizamos el término pubertad para
referirnos únicamente a la etapa en que se produce la madurez física y que coincide con
el comienzo de la adolescencia.

Asimismo, hay autores que utilizan la palabra pubescencia para referirse al proce-
so de maduración y el de pubertad para la consecución de la madurez sexual, pero la
mayoría de los autores suelen utilizar estas dos palabras como sinónimas, contribuyen-
do, de esta manera, a evitar la proliferación de términos (prepubertad, preadolescencia)
que más que clarificar conceptos contribuyen a la confusión.

El término juventud generalmente se emplea para designar la fase de la vida, o el


correspondiente sector de la población, que incluye la adolescencia y el inicio de la adul-
tez, mientras que juvenil aplicado, por ejemplo, a delincuencia, se refiere a sujetos que
carecen de la mayoría de edad legal (Baltes, 2000).

Comenzaremos hablando de los principales cambios físicos que se producen en este


periodo para centrarnos, a continuación, en las vivencias personales más directamente
relacionadas con estos cambios (Arnett, 2008).

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2. CAMBIOS FÍSICOS

La pubertad supone la consecución de la madurez sexual y la culminación del cre-


cimiento corporal (Archibald, Graber y Brooks-Gunn, 2003).

La madurez sexual o capacidad de reproducción se pone de manifiesto con la apa-


rición del ciclo menstrual en las muchachas, es decir, con la menarquía o primera mens-
truación, y con las primeras emisiones seminales en los muchachos. Al tiempo que se
desarrollan los órganos reproductivos hasta alcanzar la madurez, se produce una acele-
ración del ritmo de crecimiento físico que se conoce con el nombre de estirón puberal.

Tanto la maduración sexual como el estirón puberal tienen lugar como consecuen-
cia del incremento en la producción de ciertas hormonas, principalmente de las hormonas
sexuales masculinas o andrógenos (testosterona) y femeninas o estrógenos. Estas hormo-
nas están presentes en pequeñas cantidades desde la niñez en los dos sexos, pero en la pu-
bertad, con la maduración de los ovarios en las muchachas, la producción de estrógenos
crece notablemente mientras que la de andrógenos lo hace ligeramente (en circunstancias
normales), produciéndose un predominio de las hormonas sexuales femeninas sobre las
masculinas. Todo lo contrario ocurre en los muchachos, en los que la maduración de los
testículos ocasiona un incremento de andrógenos mientras que los estrógenos crecen en
mucha menor proporción y como consecuencia un predominio de las hormonas sexuales
masculinas. La mayor presencia de unas o de otras en cada sexo da lugar a la maduración
de los caracteres sexuales primarios y a la aparición de los caracteres sexuales secundarios.

Los caracteres sexuales marcan la diferencia entre los distintos sexos. Los carac-
teres sexuales primarios son los relacionados directamente con la reproducción, esto es,
los órganos sexuales masculinos y femeninos que maduran durante la pubertad. Los ca-
racteres sexuales secundarios no están directamente relacionados con la reproducción,
pero configuran la morfología típicamente masculina o femenina y constituyen un signo
externo de la madurez sexual de la persona. Asimismo, el incremento de las hormonas
sexuales, en unión con algunas otras, es el factor fundamental para impulsar definitiva-
mente el crecimiento físico, puesto que después el crecimiento ya no será posible debido
a la soldadura de los cartílagos de unión.

2.1. ESTIRÓN PUBERAL

El repentino crecimiento en la estatura y peso corporal que transforma el cuerpo


del muchacho/a es, sin lugar a dudas, el signo más destacado de la pubertad. Existe

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una gran variabilidad interindividual sobre el momento en el que tiene lugar, por lo
que no debe ser motivo de preocupación ni la precocidad ni el retraso dentro de am-
plios márgenes.

Las muchachas muestran precocidad en relación con los muchachos en todas las
manifestaciones de la pubertad. En ellas suele comenzar entre los 9 años y medio y los
14 y medio, y en ellos entre los 10 y medio y los 16.

Figura 1. Estirón puberal

15,24

13,97

12,7

11,43

10,16
Aumento de estatura (cm/año)

Masculino
8,89
Femenino
7,62

6,35

5,08

3,75

2,50

1,25

0
2 4 6 8 10 12 14 16 18
Edad (años)

Fuente: Santrok, 2001.

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2.2. MADURACIÓN SEXUAL

Los caracteres sexuales primarios que, como se dijo, son órganos necesarios para la
reproducción, son: ovarios, útero y vagina en las muchachas, y testículos, pene y próstata
en los muchachos, y maduran en la pubertad. Al tiempo, y como indicadores de la ma-
durez sexual aparecen los caracteres sexuales secundarios: el crecimiento de los senos y
el ensanchamiento de la pelvis en las muchachas y el ensanchamiento de los hombros y
la barba en los muchachos, entre otros.

Existe una gran variabilidad sobre el momento de su aparición. El primer signo de


pubertad en las muchachas es el crecimiento de los senos al tiempo que se redondean
las caderas, seguido de un crecimiento de los órganos genitales y la aparición del vello
púbico. Posteriormente se produce un periodo de gran crecimiento corporal que prece-
de a la menarquía. Unos dos años después de la aparición del vello púbico, aparecerá el
vello axilar y los cambios en las glándulas sebáceas y sudoríparas.

Por su parte, la primera manifestación en los muchachos es el crecimiento de los


testículos, que es previo a la aparición del vello púbico. Luego, se producirá un rápido
incremento de la talla y el peso, y poco después la madurez sexual. La primera eyacu-
lación de semen suele darse un año después del primer cambio de voz que coincide con
el crecimiento del pene, de la próstata y de las vesículas seminales. Más tarde crece el
vello axilar, se transforma la voz definitivamente y aparece la barba. También se produ-
cirá un cambio de la piel (igual que en las muchachas), que se hará más gruesa, y en la
que jugarán un papel importante las glándulas sebáceas con la aparición del acné, más
frecuente en ellos que en ellas, por efecto de la testosterona. Asimismo, en algunos mu-
chachos tiene lugar durante la pubertad un crecimiento de los pechos que puede durar
hasta el final de la adolescencia, que, a veces, puede dar lugar a una ansiedad injustifi-
cada puesto que se trata de un proceso normal.

Los procesos de maduración sexual que estamos describiendo comienzan, por


lo general, en las muchachas entre los 10 y 11 años para concluir sobre los 14-16, y
en los muchachos se inician entre los 12-13 años para finalizar sobre los 16-18. De-
bido a la mayor precocidad de las muchachas durante este proceso, ellas son más
altas y están más desarrolladas que ellos; sin embargo, al finalizar la pubertad las di-
ferencias se inclinan a favor de los muchachos, pasando a ser ellos en torno a un 8
por 100 más altos que ellas. Las cifras que se manejan son medias, pero, como de-
cíamos, existe gran variabilidad. En algunos casos el proceso comienza ya a los 9 años
en ellas y a los 10 en ellos, y finaliza con bastante demora, en ellas a los 18 años y en
ellos a los 20.

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Figura 2. Diferencia entre sexos en la masa muscular y grasa durante la pubertad

16
14
25
12
Masa muscular (kg)

Grasa corporal (kg)


20
10

15 8

6
10
4
5
2
0
4 6 8 10 12 14 16 18 4 6 8 10 12 14 16 18
Edad (años) Edad (años)
Masculina Masculina
Femenina Femenina

Fuente: adaptado de Grumbach et al., 1974.

2.3. TENDENCIA SECULAR

El término tendencia secular fue utilizado por los especialistas para referirse a la
aceleración observada en el último siglo en el proceso de desarrollo físico en niños y
adolescentes.

Por lo que se refiere a la pubertad, implica que las personas alcanzan antes la madu-
rez sexual, y que su talla y tamaño son cada vez mayores. Así, en la actualidad, la edad
media de la aparición de la menarquía está entre los 12 y 13 años, mientras que hace un
siglo estaba entre los 15 y los 16. Este fenómeno sirve para demostrar que la asistencia
sanitaria, la nutrición y las condiciones de vida pueden hacer que las personas crezcan
más y en menos tiempo. Ahora bien, los datos hacen pensar que en los países más desa-
rrollados, la mayoría de la población alcanzará algún límite determinado genéticamen-
te, y no es probable que la mejora de la calidad de vida pueda adelantar mucho más la
maduración sexual.

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2.4. REPERCUSIONES PSICOLÓGICAS DE LA MADURACIÓN FÍSICA

Los cambios físicos que se producen en la pubertad marcan la vida de los mucha-
chos y de las muchachas de esta edad pues tienen consecuencias sobre sus vivencias, sus
emociones e intereses, pero la reacción emocional de cada uno de ellos va más allá de
los cambios físicos, puesto que va a depender, también, de factores personales, familia-
res, educativos y sociales (Gordon-Larson, McMurray y Popkin, 2000).

Desde siempre se ha visto la adolescencia como un periodo de crisis tanto personal


como social, caracterizado por la rebeldía, por el deseo de enfrentarse a lo establecido, por
la inestabilidad emocional e, incluso, por una cierta tendencia al desequilibrio psicológico.
En la actualidad, se admite que en la mayoría de los casos estos rasgos son bastante apa-
rentes, aunque menos graves de lo que se creía; sin embargo, tradicionalmente, los especia-
listas solían buscar una explicación a los mismos en los cambios biológicos (Hall, Freud,
etc.) o en la situación personal y social del adolescente (teorías sociológicas o antropoló-
gicas). Actualmente, tiene cierto sentido plantear el problema, por ejemplo, en términos
de cómo el incremento de las hormonas sexuales que se produce en la adolescencia puede
afectar a la estabilidad emocional y a la conducta sexual de las muchachas y muchachos.

Este planteamiento se basa en el hecho de que el síndrome premenstrual, relacio-


nado directamente con el ciclo hormonal femenino, se caracteriza no solo por los sínto-
mas físicos sino también por alteraciones emocionales como la irritabilidad, la ansiedad,
la depresión, tan comunes antes y durante el periodo menstrual. E igualmente se sabe que
un nivel artificialmente alto de testosterona para incrementar el rendimiento físico (en
el caso de los atletas para mejorar sus marcas personales) produce un incremento de la
agresividad física y verbal, tanto en mujeres como en hombres. Conviene, no obstante,
no excedernos en la valoración del efecto de las hormonas, puesto que existen estudios
en los que se demuestra que el nivel de testosterona puede ser un buen predictor de la
actividad sexual precoz en las muchachas, pero también hay investigaciones que desta-
can la importancia del ambiente familiar y la práctica de deportes como factores que re-
ducen o eliminan dicho efecto. Asimismo, a nadie le extraña que un consumo adicional
de una hormona (la testosterona) pueda dar lugar a trastornos, tanto psicológicos como
orgánicos, por lo que tales sustancias deben tener un uso exclusivamente terapéutico y
no deben ser utilizadas para otros fines, como pueden ser los deportivos. Ciertamente,
son necesarias más investigaciones que muestren más luz sobre las repercusiones que
tiene la biología en las vivencias y en el comportamiento de las personas, y para cono-
cer bien el efecto de las hormonas sexuales sobre la forma de sentir y actuar de los pú-
beres y adolescentes. Bien es verdad, que el incremento de las hormonas sexuales en la
pubertad muestra una clara relación con estados como irritabilidad, impulsividad, di-
ficultad de concentración, ansiedad, agresividad, depresión etc.; pero si esto es cierto,
también habrá de tenerse en cuenta que las influencias familiares y sociales condicionan

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la madurez personal y emocional de las muchachas y muchachos, que al actuar conjun-


tamente con los factores biológicos pueden modular y controlar la influencia de estos.

2.5. CAMBIOS DE TIPO SEXUAL Y REPERCUSIONES PSICOLÓGICAS

Como bien es sabido el desarrollo psicosexual, esto es, la capacidad para tener re-
laciones maduras satisfactorias y responsables, va más allá de la simple maduración geni-
tal. El desarrollo de una sexualidad satisfactoria, en armonía con las propias necesidades
y valores es, en la mayoría de las personas, una condición fundamental para alcanzar
la felicidad, y un fracaso en este sentido suele ser fuente de conflictos y de infelicidad.
Puesto que se trata de un tema al que se le presta en la actualidad mucha atención no
merece la pena insistir en ello, aunque debemos decir, por paradójico que parezca, que
si la sexualidad es, posiblemente, el gran mito de nuestra sociedad, tal vez se deba a que
las familias y los educadores no le prestan la debida atención en el momento adecuado.

Sin embargo, a pesar de la liberación experimentada por la sociedad en este tema en


los últimos años, el desarrollo psicológico vinculado a esta problemática continúa sien-
do una tarea no fácil y no exenta de conflictos para muchachas y muchachos (Pressley
y Roehrig, 2002; Santrock, 2003).

Debe quedar claro que la sexualidad en modo alguno debiera ser considerada como
un problema ni a esta edad ni en ninguna otra. Ahora bien, si esto es cierto no lo es menos
que en la edad a la que nos referimos surgen ciertas dificultades que es necesario afrontar
de forma adecuada y, para ello, se necesita una buena formación. Afortunadamente, son
muchos los adolescentes que, a pesar de las tensiones que conlleva el logro de la madurez
sexual, consiguen superar con relativo éxito las dificultades con las que se encuentran.

2.6. MANIFESTACIONES DE LA MADUREZ SEXUAL

La falta de información, o ideas falsas, sobre la sexualidad a estas edades pueden


causar inquietud y ansiedad sobre lo que están viviendo, en algunos muchachos y mu-
chachas. Así, la menarquía puede experimentarse como algo negativo en incluso trau-
mático si la muchacha no ha sido preparada adecuadamente o aquella ha tenido lugar de
forma precoz. Ciertamente, existen muchos tabús al respecto y si a esto se le añade las
molestias reales que les producen a bastantes mujeres, se comprende que haya bastantes
muchachas que la vivan con cierto desagrado. Con similar preocupación pueden vivir
los muchachos las emisiones nocturnas o sueño húmedo cuando no son debidamente in-
formados de ello. Algo parecido puede ocurrir con la masturbación y con las fantasías

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sexuales, que se incrementa en estos años que, si bien son comunes en ambos sexos, son
más frecuentes en los muchachos. Algunos llegan a pensar que tal vez no sean del todo
normales por estas prácticas o que le puedan causar daños físicos como excesivo gasto
de energía o riesgo de agotar los espermatozoides. Por ello, la mejor forma de ayudarles
a asimilar y a superar estos cambios propios de la edad con naturalidad es estar atentos
a lo que les sucede y adoptar una actitud positiva para aclararles las dudas e inquietudes
que puedan tener al respecto (Brooks-Gunn y Paikoff, 1997; De Bellis, Keshavan, Beers,
Hall, Frustaci, Masalehdan y Boring, 2001; Patterson, 1995).

2.6.1. Identidad sexual

La identidad sexual es el hecho de identificarse con las características biológicas,


psicológicas y sociales propias del hombre o de la mujer. El sentimiento de la masculi-
nidad o de la feminidad es un proceso que se desarrolla antes de la adolescencia, pero
cuando existe una incongruencia entre el sexo anatómico y la identidad sexual, la acep-
tación de la maduración y la diferenciación que se produce puede ser traumática. Esta
incongruencia con frecuencia no es del todo completa, pero si de alguna manera se pre-
senta, puede ocasionar que ciertas muchachas se sientan especialmente incómodas con
la menstruación y que algunos muchachos se sientan mal con las características sexua-
les masculinas que maduran o se desarrollan en la pubertad. En casos extremos, pueden
desembocar en el transexualismo, aun cuando la evolución más frecuente es hacia la ho-
mosexualidad. En estas circunstancias, las muchachas y los muchachos necesitan toda
nuestra comprensión y ayuda pues muchos viven esta situación como un drama personal.

2.6.2. Homosexualidad

La homosexualidad ha tenido diferentes consideraciones a lo largo de la historia.


En la actualidad, es considerada como preferencia sexual por las personas del mismo
sexo. Esta preferencia puede estar condicionada por factores genéticos, hormonales o
por las propias experiencias del sujeto, especialmente por las primeras, según el marco
teórico del que se parta. Algunas muchachas y muchachos son conscientes de su dife-
rencia desde niños, otros lo descubren en la adolescencia (o en la edad adulta), unos lo
aceptan y otros se niegan a aceptarlo, especialmente si en su entorno resulta difícil asu-
mirlo. Un número importante de adolescentes teme ser homosexual, en buena medida
porque en esta etapa de la vida las experiencias homosexuales son relativamente fre-
cuentes, aunque las experiencias aisladas en este campo no condicionan la orientación
sexual. El hecho de que afecte a un 4/5 por 100 de los individuos, independientemente
de su cultura y momento histórico, es uno de los argumentos que aducen los que defien-

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den el importante papel que en ello juega la biología. En todo caso, sus consecuencias
pueden dificultar el desarrollo psicosexual en la adolescencia, puesto que les resulta, en
principio, más difícil para gais y lesbianas, tanto por ser un grupo minoritario, como por
las presiones sociales que reciben. Estas circunstancias les hacen más vulnerables, como
lo prueba el hecho de que, aproximadamente, el 30 por 100 de todos los intentos de sui-
cidio en la adolescencia se ha venido dando entre homosexuales. Precisamente por ser
más vulnerables necesitan una mayor comprensión y ayuda.

2.6.3. Abuso sexual

Las primeras experiencias sexuales de algunas muchachas y, en menor medida, tam-


bién de muchachos, consistieron, desgraciadamente, en alguna forma de abuso sexual, aun-
que en muchos casos nunca llegó a ser denunciado por miedo, por vergüenza o por falta de
ayuda. En el caso de las muchachas, el agresor suele pertenecer al propio entorno familiar
por lo que estos abusos pueden alargarse en el tiempo, mientras que en el caso de los mu-
chachos los abusos suelen darse en encuentros homosexuales con sujetos que nada tienen
que ver con el entorno familiar y, por tanto, son más esporádicos. Cuando ocurren estos
abusos sexuales, aparte de la vergüenza, culpabilidad e indefensión que experimentan las
víctimas, su capacidad para establecer relaciones sexuales queda dificultada, sobre todo
cuando les falta la comprensión y el apoyo necesario de las personas cercanas, en especial
de su familia. De ahí la necesidad de redoblar los esfuerzos para evitarlo, para prevenirlo y,
en el caso de que ocurra, ofrecer toda la comprensión y ayuda familiar y profesional posible.

Figura 3. Formas de acoso sexual experimentado con adolescentes

100
% de personas que alguna vez lo

80
han experimentado

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6 7
Formas de acoso sexual
Hombres Mujeres
Fuente: Lee et al., 1996.

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2.6.4. Embarazo adolescente

La proporción de hijos de mujeres menores de 20 años tiende a disminuir en España.


Se debe a varios motivos: tal vez a una conducta más responsable en este campo o a que
muchos de los embarazos acaban en abortos. En todo caso, el embarazo prematuro es siem-
pre causa de preocupación y obliga, sobre todo a la muchacha, a adoptar decisiones dra-
máticas. Se ven obligadas a asumir responsabilidades y a tomar decisiones para las que en
muchos casos no están preparadas. De ahí la importancia de tomar las medidas adecuadas
para evitar estas situaciones, informándoles y formándoles en todo lo que significa la rela-
ción sexual y la responsabilidad que conlleva. En este sentido, la familia, con la colabora-
ción de profesionales especializados en estos campos, deberá jugar un papel fundamental.

2.6.5. Imagen corporal

Nuestra sociedad mitifica la imagen externa convirtiéndola en un valor casi abso-


luto, tanto en la vida real como en los medios de comunicación. Los modelos estéticos
que proporcionan estos medios son excepcionales y, a veces, enfermizos o irreales. Si
a esto se añade la necesidad de los muchachos y muchachas a estas edades de ser acep-
tados por sus compañeros, fácilmente se comprende la importancia de la imagen física,
también conocida como tiranía del cuerpo. De ahí la necesidad ineludible de muchos por
alcanzar un cuerpo ideal realizando todo tipo de sacrificios (Shapka y Keating, 2005).

La importancia del aspecto físico reviste en estos años una especial relevancia, pues-
to que se convierte en criterio decisivo del juicio u opinión que tienen sobre sí mismos,
lo que explica la cantidad de horas que a estas edades están ante el espejo. En diversas
investigaciones se destaca que lo que más les preocupaba a los púberes y adolescentes
de su propia persona son los rasgos corporales, antes que cualquier otro. Y en la misma
línea contestaron cuando les preguntaban sobre lo que cambiarían de sí mismos. Los
adolescentes, y principalmente las adolescentes, valoran negativamente su apariencia
física en relación con el tipo ideal de su grupo de edad, manifestando un sentimiento
de descontento y un deseo de cambio y de mejora corporal.

Otro aspecto importante vinculado a la imagen corporal es el relativo a las repercu-


siones de la maduración temprana o tardía. En efecto, una precocidad o un atraso en la
maduración física hace que los adolescentes se sientan desfasados en relación con sus
compañeros, lo que le puede proporcionar ventajas o desventajas con las lógicas reper-
cusiones psicológicas. Para los muchachos es una ventaja la mayor fuerza física por lo
que los que maduran antes tienen más posibilidades de ser líderes, y los que maduran
tarde suelen tener más problemas de adaptación y de sentirse marginados y dominados.

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Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

Sin embargo, para las muchachas las ventajas de la precocidad no son tan claras, puesto
que si bien pueden sentirse más atractivas para los muchachos de cursos superiores se en-
cuentran más desfasadas en relación con los compañeros de su edad y, además, les resul-
ta más complicado adaptarse a los cambios de tipo sexual excesivamente precoces y, en
consecuencia, tienden a ser menos sociables. Tanto profesores como padres deberán ser
conscientes de la enorme variabilidad en la que ocurren los acontecimientos de la puber-
tad y, consecuentemente, tomar las medidas oportunas para relativizar tales diferencias.

La vinculación e implicación de la imagen corporal con el autoconcepto ha sido es-


tudiada ampliamente en psicología. El autoconcepto que se puede definir como la totali-
dad de pensamientos y sentimientos que hacen referencia al sí mismo como objeto, actúa
como un filtro que influye en cómo percibimos la realidad y en cómo respondemos a ella.
Nadie nace con un determinado autoconcepto sino que este se aprende a través de la ex-
periencia. Es una realidad compleja integrada por múltiples percepciones en distintos ám-
bitos. Engloba las imágenes o percepciones de lo que creemos ser, de lo que nos gustaría
ser y de lo que le presentamos o queremos presentarle a los demás. Es un sistema de per-
cepciones organizado, jerárquico, coherente y estable aunque susceptible de cambios, pu-
diendo ser descrito como una organización cognitiva-afectiva que influye en la conducta.

El autoconcepto real incluye referencia a múltiples aspectos que el individuo ve


cuando se mira a sí mismo (corporal, social, académico, emocional, espiritual, etc.) y
también una visión general de su yo que se nutre de estas percepciones en distintos cam-
pos y que dependiendo de la importancia que se les da, llegan a ser componentes cen-
trales o periféricos de esa definición del yo.

El autoconcepto ideal, posible o futuro, incluye lo que el sujeto desea, quiere o teme
ser. Las imágenes ideales o posibles tienen dos funciones importantes:

• Sirven de incentivos para la conducta futura; actúan como proyectos desde los
que se guía la conducta, como puente de unión entre el presente y el futuro.
• Proporcionan el contexto evaluativo e interpretativo desde el que se juzga
el yo real.

Otra dimensión del autoconcepto lo constituye el sí mismo presentado o público. Todos


nos damos cuenta de que no nos manifestamos de la misma manera ante sujetos o grupos,
sino que tendemos a manejar nuestras presentaciones según sean las diferentes «audiencias».
Presentamos distintas caras o imágenes de nosotros mismos a nuestra familia, compañe-
ros, etc., que, a veces, parecen incluso contradictorias. Sin perder la propia identidad, hay
ciertos elementos del yo que se destacan y maquillan más en unas situaciones que en otras.

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La autoestima es la dimensión evaluativa y afectiva del autoconcepto. Es la eva-


luación que el individuo realiza y habitualmente mantiene respecto de sí mismo, que se
expresa en una actitud de aprobación o desaprobación e indica la medida en que el su-
jeto cree ser capaz, significativo, exitoso y valioso. Dentro de la autoestima podemos
distinguir dos dimensiones:

• La autoestima general o sentimiento general de autovalía.


• Una autoestima de competencia o eficacia en ámbitos concretos.

El autoconcepto está afectado por múltiples factores entre los que cabe destacar:
los éxitos y fracasos y la importancia que el sujeto les da a estos; la valoración recibida
de los demás (en particular de «los otros significativos»); la comparación social; y las
atribuciones o modo en cómo explicamos lo que nos ocurre.

El autoconcepto es una realidad dinámica que experimenta variaciones como conse-


cuencia del desarrollo. Con la edad, se incrementa su grado de diferenciación y organi-
zación hasta llegar a ser una teoría del yo relativamente coherente y compleja, sobre los
15 años, produciéndose cambios en el predominio o en la atención a distintas dimensio-
nes del yo. En general, los niños pequeños tienen un autoconcepto positivo e inflado y
cuando se autodescriben hacen referencia a aspectos observables concretos y externos,
mientras que los adolescentes desarrollan una visión de sí más realista e incluso más pe-
simista, y en sus autodescripciones destacan aspectos de su mundo interno y privado y
se describen con referencia a categorías más abstractas.

El autoconcepto influye y condiciona, hasta cierto punto, la conducta. Las personas


con alta autoestima confían en sus fuerzas, capacidades y virtudes por lo que se muestran
asertivos y motivados por la búsqueda del éxito, mientras que las personas con baja auto­
estima muestran insatisfacción y rechazo de sí mismas, tienen dificultades para manejar
óptimamente las situaciones y se sienten vulnerables frente a las situaciones amenazantes.

2.7. DESÓRDENES DE LA NUTRICIÓN

Es un problema creciente especialmente relacionado con estas edades. Cerca del


20 por 100 de las mujeres de clase media y media-alta, de edades comprendidas entre
los 15 y los 18 años muestran algún desorden de conducta alimentaria (Bowers, Evans,
LeGrange y Anderson, 2003; Bowman, 2004).

Tanto la anorexia como la bulimia se dan, fundamentalmente, en las mujeres aunque


su incidencia en los hombres va en aumento. Ambos trastornos, que suponen una per-

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

cepción distorsionada del propio cuerpo, se caracterizan por una preocupación excesiva
por la imagen corporal y, en concreto, por un deseo obsesivo de perder peso con graves
alteraciones de la conducta alimentaria (Mizes y Miller, 2000).

La anorexia significa una carencia patológica del apetito, pero en realidad lo que
ocurre es que las anoréxicas se privan de comer con el único fin de perder peso. Afecta,
aproximadamente, a 1 muchacha por cada 200, y produce una mortalidad entre el 9 y el
18 por 100 de los casos que la padecen. Existen varias teorías que tratan de explicarnos
su causa, unas biológicas, otras psicológicas y otras sociales, pero el hecho de que casi
siempre aparece en la pubertad, después del desarrollo de las características sexuales,
hace pensar en la existencia de algún conflicto más o menos inconsciente relacionado
con la identidad sexual, conflicto que se vería acentuado por las exigencias estéticas para
la mujer de la sociedad actual. De hecho, la anorexia lleva a la pérdida de las formas fe-
meninas, del deseo sexual, y cuando la grasa disminuye por debajo del 17 por 100 del
peso total, llega a desaparecer la menstruación.

Por su parte, el término bulimia procede de una expresión griega que significa «ham-
bre de buey», porque se caracteriza por la ingestión compulsiva de grandes cantidades de
alimentos, generalmente de alto valor energético. Para compensar este exceso, la bulími-
ca recurre al consumo de laxantes, dietas drásticas, ejercicio intensivo y al vómito. Hasta
hace pocos años se consideraba la bulimia como un rasgo más de la anorexia debido a que
cerca de la mitad de las anoréxicas muestran episodios bulímicos, pero en la actualidad se
trata a la bulimia como un trastorno distinto. Esta alteración, que es muy destructiva y re-
quiere tratamiento, se diferencia de la anorexia en que no conduce a consecuencias fata-
les y que suele aparecer al final de la adolescencia, por lo que parece ajena a los conflictos
con la identidad sexual. De suyo, la bulímica se preocupa de su atractivo sexual, todo lo
contrario de la anoréxica que intenta rechazar y eliminar su sexualidad. En investigacio-
nes con universitarias, 1 de cada 5 mostró en algún momento pautas de conducta bulímica.

Este tipo de trastornos, sobre cuyas causas no tenemos completa seguridad, debie-
ran hacernos reflexionar sobre la sociedad que estamos construyendo; una sociedad muy
preocupada por la imagen corporal en la que la apariencia se presenta como un valor ab-
soluto que constituye, como bien es sabido, una característica esencial de la hipocresía
(Cervera, 1996; Corral, 1998; Morandé y Casas, 1997).

3. DESARROLLO INTELECTUAL

(Al desarrollo de la inteligencia se le dedica una Unidad didáctica en este ma-


nual y al desarrollo moral ya se le ha dedicado otra en el manual Psicología del de-

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sarrollo I. Dadas las particulares características que tienen estas dimensiones en la


adolescencia, se hace aquí una pequeña referencia a las mismas para una mayor com-
prensión de estas edades.)

3.1. PENSAMIENTO ABSTRACTO

Como bien es sabido, el pensamiento abstracto aparece en la adolescencia. Las


aportaciones de Jean Piaget sobre el desarrollo intelectual condicionaron gran parte
de los trabajos posteriores sobre este tema. Piaget definía la inteligencia como una
capacidad de adaptación al medio. Recordemos que según las teorías evolucionistas,
la supervivencia de un organismo o de una especie depende de su capacidad para
adaptarse a las condiciones del medio en el que vive. Ahora bien, la gran diferencia
y la gran ventaja de la inteligencia en relación con otras formas de adaptación es que
en los últimos estadios del desarrollo, la inteligencia funciona con una gran indepen-
dencia de la realidad concreta. La culminación del desarrollo intelectual se consigue,
precisamente, con el pensamiento formal o abstracto que significa la liberación o
la separación definitiva del pensamiento en relación con la realidad concreta. En
efecto, el pensamiento concreto maneja hechos de la realidad, mientras que el pen-
samiento abstracto maneja posibilidades e ideas, maneja abstracciones más que he-
chos concretos. El pensamiento formal permitió la ciencia, pues posibilitó a los
humanos poder pensar sobre la realidad alejándose de ella, sin sus limitaciones físi-
cas espacio-temporales. El pensamiento formal nos permite elaborar hipótesis, razo-
nar sobre ellas y someterlas a prueba. Gracias a este poderoso instrumento que
supone el pensamiento formal, hemos podido crear las condiciones de vida que hoy
tenemos, y beneficiarnos de los avances científicos que disfrutamos (Gardner, 1993;
Loehlin, 2000).

Disponer de esta capacidad de razonamiento, más o menos completa, en estos años


adolescentes, permitirá a las muchachas y muchachos acometer análisis de la realidad
que antes les eran prohibitivos y, por tanto, capacidad para ser críticos. Los adolescen-
tes analizarán y criticarán sus propias ideas: sus creencias, valores, normas y opiniones;
esto es, todo aquello que les fue transmitido por los mayores. Analizarán y criticarán la
sociedad en la que viven, empezando por la forma de pensar, de actuar y de ser de sus
padres, profesores, y de todos aquellos que han tenido una especial significación en su
vida. Así pues, el desarrollo de la capacidad de razonamiento abstracto va a permitirle
analizarlo todo y criticarlo todo, lo que no necesariamente es negativo, puesto que le
posibilitará desarrollar su propio criterio, su propia identidad.

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3.2. DESARROLLO MORAL

Esta capacidad abstracta va a permitir, a su vez, que se desarrollen criterios nue-


vos para juzgar la propia conducta y la conducta de los demás. Según Köhlberg duran-
te los años adolescentes se produce, en bastantes personas, un tránsito progresivo del
nivel convencional (en el que la moralidad se basa en la conformidad social) al nivel
posconvencional (en el que la moralidad se basa en principios éticos que uno mismo
elige). La culminación de este nivel posconvencional no es alcanzada por todos los
individuos y no se logra plenamente antes del final de la adolescencia. Queda fuera
de toda duda que esta capacidad del juicio moral es fundamental para que el indivi-
duo alcance su independencia, para tomar responsablemente sus propias decisiones
(Porter, 2000).

3.3. RASGOS DE INMADUREZ DEL PENSAMIENTO ADOLESCENTE

Como decíamos, el pensamiento abstracto nos permite alejarnos de los hechos y


situaciones concretas. Sin embargo, en los primeros años de la adolescencia esto no se
logra plenamente, sobre todo en el ámbito de las relaciones interpersonales, debido a
que los aspectos emocionales distorsionan el pensamiento lógico, tal como lo demues-
tran diferentes investigaciones. Pasamos a comentar, a continuación, algunos rasgos del
pensamiento adolescente:

• Egocentrismo. Es la sensación del adolescente de que es absolutamente


único y excepcional. En efecto, muchos adolescentes se sienten tan fasci-
nados con sus vivencias y sensaciones que creen que ninguna otra persona
sintió y vivió nada igual. Esta situación, que Elkind llama fábula personal,
puede empujarle a asumir que él/ella no está sujeto a las reglas naturales
que afectan al resto de los humanos. Expresiones como «ya sé que si los
demás hacen esto les ocurrirá esto..., pero a mí no»; por la misma razón
pueden pensar «yo no me voy a contagiar de sida...», «yo no tengo acci-
dentes...», «yo controlo la droga...» etc. Esta sensación de invulnerabilidad,
mágica e irracional, próxima a la omnipotencia es especialmente peligrosa
y se refleja en el lenguaje, incluso de muchos adultos, cuando se preguntan,
después de que ocurra algo malo «¿por qué a mí me pasa esto?», como si
las leyes no actuaran para ellos igual que para el resto de los mortales.
• Excesiva conciencia de sí mismos. Es normal que alguien, después de lo
dicho en el párrafo anterior, crea que los demás están permanentemente

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pendientes de él. El exagerado sentido del ridículo y la timidez de muchos


adolescentes tienen mucho que ver con esto. De alguna manera podríamos
decir que el adolescente es un actor ante una audiencia imaginaria formada
por todo el universo que está pendiente de él como gran protagonista.
• Dificultad para decidirse. La tendencia a idealizar puede llevarle a divi-
dir el mundo entre lo maravilloso, y lo horrible y vulgar. En un mundo
así, cualquier decisión puede ser trascendental y llevarnos a la maravilla
o al horror. Asimismo, es consciente de la inmensa cantidad de posibi-
lidades que presenta cualquier situación de la vida cotidiana, por lo que
si uno espera a estar seguro, se quedaría inmóvil, sobre todo teniendo en
cuenta que la mayoría de los problemas que nos presenta la vida no son
problemas científicos, no tienen una única solución correcta y segura al
100 por 100.
• Hipocresía aparente. El rasgo que acabamos de describir le lleva a pensar
que en esas situaciones no caben términos medios: «¿de qué sirve que yo
me esfuerce día a día si poco o nada va a depender de lo que yo haga?». Por
ejemplo: «tengo un maravilloso sueño ecologista, pero para poder realizar-
lo necesitaría muchos medios, casi un milagro; por lo tanto, que yo tire un
papel o una colilla en el suelo poco o nada va a cambiar, no tendrá impor-
tancia alguna». Las personas que no valoran el esfuerzo diario, la supera-
ción diaria, pueden quedarse toda su vida esperando un milagro para llevar
a cabo sus sueños, o, tal vez algo peor, creerse y sentirse salvadores.
• Crítica de las figuras de autoridad. La capacidad de apartarse de la reali-
dad les permitirá idealizar e imaginar posibilidades ideales. También les
llevará a pensar que no hay razones para que el mundo no sea perfecto,
aparte de la torpeza y egoísmo de los adultos. Lo lógico sería pensar que
las personas tienen defectos y virtudes, y que pueden existir buenas razo-
nes para que no sean perfectos; sin embargo, las necesidades emocionales
que están viviendo les lleva a criticarlos en exceso e incluso a sentir ver-
güenza de ellos. Ha de verse todo esto como parte de un proceso evolutivo
y deberemos aprovechar la ocasión para hacerle ver que nadie es perfecto,
ni los demás, ni él mismo, pues no hemos de olvidarnos que esta crítica
atroz del adolescente también es consigo mismo y eso puede ser peligroso
en todos los órdenes.
• Tendencia a discutir. Una buena manera de ejercitar su capacidad de razo-
namiento abstracto es la discusión, la discusión sobre diversos temas, es-
pecialmente los relacionados con sus preocupaciones personales. En este
sentido, la educación basada en el sentido crítico es un procedimiento ex-
celente para aprender a separar los argumentos de las cuestiones personales

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

y emocionales y, por lo tanto, para alcanzar un pensamiento maduro, que


sin renunciar a la enorme utilidad que nos ofrece la abstracción, no pierda
el contacto con la realidad de la vida en toda su diversidad y complejidad.

4. DESARROLLO PERSONAL

La búsqueda de la propia identidad es, según E. Erikson, la tarea más importante del
adolescente. En otras palabras, encontrar una autodefinición coherente que responda a la
pregunta «¿quién soy yo?». La identidad es un aspecto esencial de nuestra personalidad
y hace referencia a dos ideas: en primer lugar, a la noción de autoconsistencia o unidad
(ser uno mismo en el momento presente y a lo largo del tiempo); y, en segundo lugar, a
la diferenciación o distinción: tener identidad es ser diferente, es ser distinto a los demás.
Por lo tanto, la identidad es lo que nos hace únicos y diferentes de las demás personas.
Debido a los cambios rápidos, tanto físicos, como mentales y sociales que se producen
en la adolescencia, es normal que se vea afectado su sentimiento de identidad (Adams,
Abraham y Markstrom, 2000; Berzonsky, 2002; Bosma y Kunnen, 2001).

La primera conclusión a la que nos lleva la teoría de E. Erikson es que los adoles-
centes deberán pasar una crisis para alcanzar la identidad adulta; crisis que se caracte-
riza por someter a análisis y a juicio las creencias, los valores y la ideología recibida.
Cuando la crisis se supera de forma satisfactoria, el adolescente descubre o elabora una
serie de creencias y de valores personales con los que se compromete y a los que intenta
ser fiel, pero cuando la crisis no se supera, el adolescente termina no creyendo en nada,
y no comprometiéndose con nada, puesto que piensa que nada merece la pena. Precisa-
mente, la naturaleza de los compromisos ocupacionales e ideológicos de los adolescen-
tes ha sido estudiada por James Marcia (1994), utilizando como procedimiento un test
de frases incompletas y una entrevista semiestructurada.

5. D
 ESARROLLO SOCIAL: APRENDIENDO A TOMAR DECISIONES
RESPONSABLES

La independencia define mejor que cualquier otra característica la culminación


de la adolescencia. Una de las circunstancias más dramáticas de nuestra sociedad es
que muchos adolescentes, que tanto por la edad como por la madurez personal y por
su formación, podrían muy bien considerarse adultos, siguen siendo, en cierta mane-

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ra, adolescentes, porque continúan dependiendo económicamente de sus padres. La


independencia a la que nos estamos refiriendo no es exactamente esta. Ciertamente,
la independencia es, ante todo, la capacidad de la persona para tomar decisiones por
sí misma, sin estar condicionada por los demás, capacidad que depende, preferente-
mente, del desarrollo personal. Recordemos que el razonamiento abstracto posibilita
que el sujeto perfeccione de forma progresiva sus juicios morales acerca de su com-
portamiento y el de los demás, y, asimismo, le posibilita el descubrimiento de valores
y creencias personales que determinarán sus compromisos y metas en la vida; y cuan-
do estos valores y creencias son personales y no impuestos, el sujeto se esfuerza por
alcanzarlos, los respeta y es fiel a los mismos asumiendo responsabilidades (Jacobs y
Klaczynski, 2005). Asimismo, debemos tener presente que también la sociedad juega
un papel importante, puesto que la asunción de responsabilidades va a depender de
las oportunidades que aquella le dé a los individuos, por lo que la independencia de
las personas siempre estará limitada por las posibilidades que cada sociedad le ofrez-
ca (Bronfenbrenner, 2005).

Figura 4. Teoría ecológica de Bronfenbrenner

Macrosistema
c t i tu des e ideologías de la cultur
A a
Exosistema

Amigos de Mesosistema
Vecinos
la familia
Microsistema
Familia Escuela
Servicios El individuo:
sexo, edad, Pares
de salud
salud, etc.
Grupo de Área de juegos
Medios de la iglesia del vecindario Servicios
comunicación legales
Servicios de
bienestar social

Cronosistema
(patrón de las transiciones y
acontecimientos ambientales a
hechos de la vida)

lo largo de la vida; condiciones


tiempo desde los
sociohistóricas y

sociohistóricas)
Tiempo

(condiciones

Fuente: Field, 1990.

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

En conclusión, el camino que lleva a la independencia siempre es potencialmente


conflictivo: los adolescentes tienden a exigir cada vez más libertad y a edades inferiores,
y los padres pueden imponer mediante la autoridad sus propios criterios, que conlleva no
fiarse de ellos. Este posible conflicto ha sido objeto de atención tanto por investigadores
como por los medios de comunicación, refiriéndose al mismo bajo el rótulo de «rebe-
lión adolescente» y «ruptura intergeneracional» a las que nos referimos a continuación
(McIntosh, Metz y Youniss, 2005).

• Rebelión adolescente. Una cierta confrontación con las normas y valores de


la sociedad adulta cumple, para muchos investigadores, una función salu-
dable en este momento de desarrollo. Este ha sido uno de los aspectos más
estudiados de la adolescencia, calculándose que un 20 por 100 de los estu-
dios sobre esta etapa del desarrollo se ocupaba de esta cuestión. La rebelión
adolescente incluiría la existencia de conflictos con los padres, enfrentamien-
to con los valores y normas de comportamiento aceptado socialmente, así
como aislamiento e incomunicación con los adultos, unida a inestabilidad
emocional. Los resultados de las investigaciones nos indican que si bien
la rebelión adolescente suele llamar bastante la atención, sin embargo, son
minoritarios los conflictos que presentan cierta gravedad, no pasando del
20 por 100 las familias que viven esa situación.

• Ruptura intergeneracional. Existe la creencia por parte de los adolescentes


(pero posiblemente también por parte de los adultos) de que gran parte de
los compañeros de su generación comparten sus valores y que la mayoría
de los adultos están desfasados. Ahora bien, en la mayoría de los casos,
este conflicto es más aparente que real, originado principalmente por algo
normal al desarrollo como es la necesidad de un cierto distanciamiento
entre los hijos y los padres como consecuencia de su madurez sexual, y de
la necesidad de desarrollar la propia identidad, más que de una ruptura real
entre valores de distintas generaciones. Por esta razón, las disputas entre
padres e hijos adolescentes son más frecuentas entre los 12 y 14 años, ten-
diendo a disminuir progresivamente. La gran mayoría de los adolescentes
suelen rechazar los valores de sus padres de forma parcial y transitoria, y
gran parte de sus discusiones tienen que ver con una mayor demanda de
libertad.

Una condición fundamental para un desarrollo no problemático de la independencia


es el estilo educativo de los padres (Allen et al., 2001). Una de las clasificaciones más

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seguidas, contempla la existencia de tres grandes estilos de educación parental (hay


autores que los desglosan estableciendo un mayor número): autoritario, democrático/
autorizativo y permisivo. Estos estilos se diferencian por el grado de libertad que los
padres les dan a sus hijos, y responden a tres estructuras del medioambiente fami-
liar (EMAF): rígida, flexible y débil. En el democrático/autorizativo (caracterizado
por regularidades y perturbaciones), los padres procuran definir las actividades de los
hijos de manera racional y orientado al problema; en el autoritario (caracterizado por
muchas regularidades y pocas perturbaciones), los padres valoran la obediencia y creen
en la restricción de la autonomía del hijo, y en el permisivo (caracterizado por muchas
perturbaciones y pocas regularidades), los padres proporcionan toda la autonomía po-
sible, siempre que no se ponga en peligro la supervivencia física del hijo. Los estudios
longitudinales vienen a decirnos que la EMAF flexible, que se corresponde con el esti-
lo educativo democrático es, en líneas generales, el más aconsejable desde un punto de
vista psicológico-educativo (véase figura 5).

Figura 5. C
 aracterísticas de los sujetos de los estudios longitudinales en función de los estilos educativos
parentales y medioambiente familiar

R = Ep
Autoritario
• Falta de confianza
• Rígidos
• Sumisos/autoritarios
• Poca iniciativa
F = Ep
Autorizativo/ D = Ep
Democrácito Permisivo
• Confianza en sí mismos • Desorganizados
• Alegres • Falta de confianza
• Colaboradores • Baja autoestima
• Con iniciativa • Problemas de adaptación
• Creativos social, etc.
• Ilusionantes

El estilo democrático se caracteriza por un grado de libertad moderado y por


una exigencia razonada o justificada. Es, sin lugar a dudas, el que más contribuye a

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que los niños y adolescentes sean cada vez más responsables, independientes y que
tengan una adecuada autoestima. Asimismo, tienen un mejor concepto de sus padres
que los restantes y valoran mejor la educación recibida. Este comportamiento tiene
su explicación:

• Un razonable grado de libertad les brinda ocasión para ejercitarse en la toma


de decisiones. No puede esperarse que alguien tome decisiones correctas
por sí mismo si anteriormente no ha tenido la oportunidad de decidir, aun
cuando pudiera cometer errores. Y es preferible que estas equivocaciones
se cometan de niño que de mayor.
• Los padres que asumen la educación de sus hijos como una tarea principal
de su vida, se convierten en modelos de autonomía responsable. En caso
de conflicto imponen su autoridad, más por responsabilidad que por como-
didad, y buscan en todo momento convencer.
• Proporcionar a niños y jóvenes las justificaciones de las normas que deberán
respetar favorece su responsabilidad y su autocontrol, además de hacernos
más razonables y críticos con nosotros mismos, preguntándonos por qué
hacemos las cosas de esta manera y no de otra, y ayudándonos, a veces, a
cambiar de opinión. Favorece, por tanto, un tipo de relación que es esencial
para la comunicación y el respeto, que es el mejor caldo de cultivo para el
desarrollo de valores firmes y duraderos.
• Un nivel razonable de exigencia y disciplina ayuda a los niños y adolescen-
tes a crear hábitos saludables que harán más fácil su vida. La adquisición de
buenos hábitos no es una tarea sencilla pero constituye la diferencia entre
lo que conocemos como personas responsables e irresponsables (Gecas y
Self, 1990).

6. A
 LGUNOS PROBLEMAS ESPECIALMENTE CARACTERÍSTI-
COS DE LA ADOLESCENCIA: DELINCUENCIA JUVENIL Y
DROGAS

Cuando la maduración intelectual y personal no se alcanza y, en consecuencia, los


adolescentes no están capacitados para asumir responsabilidades, para conducir su propia
vida, los padres y educadores suelen sentirse incapaces para evitar las conductas anti-
sociales y autodestructivas, es decir, los problemas típicos de la adolescencia. La forma

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más clara de conflicto entre el adolescente y el grupo social en el que debería integrar-
se es la delincuencia (Algozzine y Kay, 2002; Browne y Hamilton-Giachritsis, 2005).

Figura 6. Factores relacionados con las conductas de riesgo

Características individuales Influencias de la socialización Conductas de riesgo

Conducción
Familia
Género Estilo de crianza peligrosa
Supervisión
Actitudes paternas
Estructura familiar
Posición socioeconómica
Origen étnico

Amigos
Asociación selectiva
Sexo
Influencia de los amigos
arriesgado
Escuela
Temperamento Ambiente escolar
Equilibrio intelectual
Ethos
Agresividad
Vecindario/comunidad
Identidad colectiva
Búsqueda de sensaciones Cohesión
Drogadicción
Medios de comunicación
Control de impulsos Sexualidad
Violencia
Drogadicción
Conducción peligrosa
Aprovechamiento escolar
Delincuencia
Creencias culturales
Tradicionales/estadounidenses
Percepciones de riesgo Creencias religiosas
Restricciones legales/castigos
Culturas étnicas

Fuente: Arnett, 2008.

Las flechas en ambas direcciones son indicativas de la mutua influencia de las ca-
racterísticas individuales en la socialización y de estas en las conductas de riesgo, así
como la que se ejerce en el sentido contrario.

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

6.1. DELINCUENCIA JUVENIL

Existen muchos factores que pueden afectar por separado o conjuntamente a que
un adolescente llegue a ser delincuente. Una idea muy extendida –que no por ello deja
de ser falsa– es pensar que el bajo nivel socioeconómico es un buen predictor de la de-
lincuencia. Los resultados de las investigaciones indican que la delincuencia afecta a
los adolescentes de las distintas clases sociales. Una buena manera de predecir es, sin
lugar a dudas, la educación familiar y, en concreto, el modo de controlar y de imponer
la disciplina a los hijos. Líneas atrás hablábamos de la estructura del medioambiente
familiar y de los estilos parentales y destacábamos la importancia que tenía el cómo
se educa. Los padres y educadores de muchos delincuentes se caracterizan, entre otras
cosas, por no reforzar las conductas correctas, mostrando por el contrario, una excesi-
va severidad en el castigo de las incorrectas; desentendiéndose, en muchos casos, de
la vida de sus hijos, y no asumiendo las responsabilidades educativas que les compe-
ten (Anderson, 2004).

La educación familiar es extraordinariamente importante y nadie la discute, pero


son varios los investigadores que aun reconociendo el peso de aquella, abogan por un
modelo que llaman de interacción social, según el cual deberán ser varios los aconteci-
mientos encadenados para que un adolescente llegue a ser delincuente (Paradise, 2006).
Para este modelo, el proceso que conduciría a la delincuencia, se iniciaría en la infancia,
en una relación paterno-filial caracterizada por un empleo inadecuado e incoherente de
recompensas y castigos que haría aparecer las primeras conductas antisociales. El se-
gundo momento tendría lugar cuando la falta de disciplina y las conductas antisociales
afectan la vida escolar y el rendimiento académico. El tercer momento se daría cuando
el niño ante el fracaso escolar, rechazado, busca la compañía de otros que están en una
situación similar (las malas compañías). Y, finalmente, el grupo de inadaptados acaba
reforzando su propio enfrentamiento con las normas y con la autoridad, lo que se cono-
ce como conducta delictiva. Para estos investigadores todo aquello que evite el enca-
denamiento de estos acontecimientos, disminuirá las posibilidades de la conducta final
(Adams y Laursen, 2001).

Existen diferentes programas de prevención, aunque no siempre con resultados posi-


tivos, tal vez porque el papel de la familia es crucial y que al tener raíces muy profundas
no resulta siempre fácil cambiar. Los programas orientados a integrar los delincuentes en
la sociedad parecen tener cada vez más éxito, tal vez porque, a partir de los 20 años, en la
población general, las conductas delictivas suelen disminuir de forma importante salvo en
una pequeña minoría de individuos. Los padres y los educadores muestran con frecuencia

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su preocupación por el efecto que sobre el adolescente pueden tener las malas compañías;
ciertamente esto no puede descartarse, pero lo normal es que los adolescentes, como el resto
de los mortales, busquen amigos con valores parecidos a los suyos, puesto que contribu-
ye a una relación más fácil y satisfactoria. Más bien, lo que es habitual es que el grupo de
amigos ayude a reforzar los valores propios de la familia, puesto que, en contra de lo que
generalmente se cree, no existen diferencias importantes entre los valores fundamentales
de los padres (y profesores) y el de los grupos de amigos.

6.2. DROGAS

(Será objeto de exposición detallada en la Unidad didáctica correspondiente de


la asignatura de Psicopatología. No obstante, dado el peso y la significación que tiene
en los años adolescentes, presentamos una pequeña síntesis.)

El abuso de sustancias tóxicas es otro de los problemas asociados a estas edades


(Mayes y Truman, 2002; Monti et al., 2001). El consumo de sustancias para mejorar
el estado físico y mental, para provocar alteraciones de la conciencia y experiencias
místico-religiosas es tan antiguo como la propia humanidad. De hecho, en todas las
culturas existe algún tipo de droga que se considera legal mientras se prohíben todas
las demás. Lo que resulta novedoso en nuestros tiempos y en nuestra sociedad, es el
consumo masivo de drogas ilegales, principalmente por parte de adolescentes y jóve-
nes, así como la aparición de nuevas sustancias sintetizadas en el laboratorio a partir
de otras más clásicas. En los años sesenta y setenta se extendió, entre los adolescen-
tes y jóvenes de nuestra sociedad, la defensa y el derecho de las personas a gozar li-
bremente de cualquier forma de placer y a experimentar todas las sensaciones como
algo positivo y enriquecedor, en contra de los valores de la propia sociedad. Cuarenta
años después, todavía el consumo de drogas se continúa asociando a contracultura ju-
venil, y continua, en buena medida, siendo un signo de identidad, y todavía conserva
un cierto simbolismo de rebeldía y de liberación juvenil.

La palabra droga tiene un significado muy ambiguo. Es posible que proceda de una
voz utilizada en la industria química y farmacéutica, de ahí el nombre de droguerías.
Estas materias primas para la industria procedían de ultramar, y entre ellas venían tam-
bién sustancias usadas en otras culturas para alterar la mente, como por ejemplo, el opio
(sustancias psicoactivas). Es posible que posteriormente el término droga se utilizase para
designar justamente esas sustancias psicoactivas que no son propias de nuestra cultura,
y que es el concepto que todavía se mantiene hoy en gran parte de la opinión pública.

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

Podemos definir la droga como cualquier sustancia que tiene capacidad para cam-
biar la conducta. Actúa modificando la bioquímica cerebral y, por lo tanto, puede afec-
tar a cualquiera de las funciones controladas por el cerebro: motricidad, percepción,
pensamiento, memoria, emociones, conciencia, etc. Se consumen porque producen
algún efecto considerado satisfactorio por el individuo y, por ello, las más utilizadas
son las que modifican los estados emocionales, aumentando la sensación de agrado y
disminuyendo la de desagrado. Ahora bien, la mayoría de las sustancias que más se
consumen tienen efectos poco específicos, actuando simultáneamente sobre diversas
funciones psicológicas y produciendo tanto efectos agradables como desagradables y,
sobre todo, perjudiciales.

Ciertamente, casi todo lo que comemos o bebemos puede tener algún tipo de influen-
cia sobre la bioquímica de nuestro cerebro y, en consecuencia, sobre nuestra conducta.
Ahora bien, en la práctica resulta muy difícil alterar la bioquímica cerebral de forma su-
ficientemente intensa por medio del consumo de cualquier sustancia, como para que el
resultado sea interesante sin que se produzca algún riesgo. Los riesgos más importantes
del consumo de drogas son la toxicidad y la dependencia.

Por toxicidad se entiende el efecto nocivo de una sustancia sobre la mente o el or-
ganismo. En estas circunstancias, el daño puramente físico no suele ser lo que presenta
mayor peligro, sino el hecho de que el consumo de determinadas drogas introduce a los
sujetos en ambientes y estilos de vida destructivos, como lo saben muy bien los fami-
liares de alcohólicos o de cualquier otro toxicómano. Conviene aclarar que cuando una
droga forma parte de una determinada cultura, la sociedad acaba desarrollando ciertos
hábitos de consumo que ayudan a limitar en parte, no a suprimir, sus efectos destructi-
vos. Ocurre con las bebidas alcohólicas en nuestra sociedad, que son tomadas por muchas
personas sin que nada se resienta en su vida, mientras que en otras culturas los efectos
destructivos del alcohol son mucho mayores.

Por dependencia se entiende la sensación de necesidad o deseo hacia una sustan-


cia. La dependencia puede ser física o psicológica. En el primer caso, va acompañada de
un incremento en la tolerancia del organismo hacia la sustancia que la produce, lo que
obliga a consumir dosis cada vez mayores para conseguir los mismos efectos, debido a
que el organismo desarrolla mecanismos para disminuir el efecto del tóxico. Por ello,
cuando deja de consumirse el organismo se descompensa, provocando diversos sínto-
mas desagradables y molestos que se conoce con el nombre de síndrome de abstinencia.
Por el contrario, cuando se trata de la dependencia psicológica, el sujeto se acostumbra
de tal manera al efecto de las drogas que puede sentirse incapaz de desarrollarse en de-
terminadas situaciones de la vida diaria sin el recurso de estas, como, por ejemplo, con-
centrarse en su trabajo, dormir, etc.

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Existen muchos factores que predisponen al uso y al abuso de las drogas. Deben
destacarse los problemas familiares, el consumo de drogas por parte de familiares y
compañeros, el fracaso escolar y la presencia de problemas personales, entre otros.
Bien es verdad, que cualquier factor negativo probablemente se relacionará con el
consumo, como ocurre con la delincuencia, por lo que algunos autores son muy crí-
ticos al respecto. Señalaremos algunas situaciones en las que el recurso a cualquier
droga entraña mayor riesgo de acabar convirtiéndose en una dependencia destructiva
(Bond et al., 2005):

• Deficiencia en autocontrol. Personas que por una deficiencia educativa, lo


mismo que en el caso de la delincuencia, no son capaces de controlar su
vida y, por ende, difícilmente controlarán el consumo de cualquier droga.
No debemos olvidarnos que el consumo está asociado a problemas fami-
liares, rendimiento académico bajo, delincuencia, etc.
• Modelos de un estilo de vida proclive a la dependencia. Personas que han
tenido o tienen modelos de consumo en la familia o en su entorno. Perso-
nas incapaces de organizar su trabajo, su vida, su diversión, sin el recurso
al consumo de sustancias químicas, legales o ilegales.
• Situaciones en las que los problemas les superan. En estos casos, las per-
sonas están sometidas a un riesgo mayor. La droga es la vía de evadirse
de la realidad, de olvidarse de los problemas, aun cuando contribuya a au-
mentarlo sin saberlo. En estos casos, el consumo de droga está asociado a
la angustia, al estrés, a la depresión y a la baja estima.
• Creencias equivocadas sobre las drogas. Hay adolescentes que consideran
que lo que los adultos, los medios de comunicación e incluso los científicos
dicen sobre las drogas es pura hipocresía y, en muchos casos, los plantea-
mientos están desfasados. Partiendo de que no resulta prudente satanizar en
exceso las drogas, también no deja de ser verdad que en la vida no existen
atajos milagrosos, no se puede comprar la felicidad para evitar, sin más, los
problemas propios.

6.2.1. Drogas de mayor consumo en la adolescencia

Las drogas más habituales en la actualidad son el alcohol, las llamadas drogas de
diseño, los derivados del cannabis, la cocaína y la heroína (Miller et al., 2000).

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

Tabla 1. Drogas psicoactivas: Depresores, estimulantes y alucinógenos.

Clasificación Riesgo de
Efectos a Riesgos
de la droga Usos médicos Sobredosis dependencia
corto plazo para la salud
o fármaco física/psicológica

Depresores

Alcohol Analgésico Relajación, en- Desorientación, Accidentes, le- Física: modera-


lentecimiento pérdida de la siones cerebrales, da; psicológica:
de la actividad conciencia, in- enfermedades moderada
cerebral y del cluso muerte hepáticas y car-
comportamien- a niveles muy diacas, úlceras,
to, desinhibición altos de alcohol malformaciones
en sangre congénitas
Barbitúricos Inducción del Relajación, sueño Dificultad para Accidentes, Física y psicoló-
sueño respirar, coma, coma, posible gica: moderada
posible muerte muerte a alta
Tranquilizantes Reducción de la Relajación, en- Dificultad para Accidentes, Física: baja a mo-
ansiedad lentecimiento del respirar, coma, coma, posible derada; psicoló-
comportamiento posible muerte muerte gica: moderada
a alta
Opiáceos (narcó- Analgésico Euforia, somno- Convulsiones, Accidentes, en- Física: alta; psi-
ticos) lencia, náuseas coma, posible fermedades in- cológica: mode-
muerte fecciosas como rada a alta
el sida (cuando
se inyecta)

Estimulantes

Anfetaminas Control del peso Incremento del Irritabilidad Insomnio, hiper- Física: posible;
nivel de alerta, extrema, senti- tensión, desnu- psicológica: mo-
excitabilidad, re- mientos de per- trición, posible derada a alta
ducción de la fa- secución, con- muerte
tiga, irritabilidad vulsiones
Cocaína Anestesia local Incremento del Irritabilidad Insomnio, hiper- Física: posible;
nivel de alerta, extrema, senti- tensión, desnu- psicológica: mo-
excitabilidad, mientos de per- trición, posible derada (oral) a
euforia, reduc- secución, con- muerte muy alta (inyec-
ción de la fatiga, vulsiones, blo- tada o fumada)
irritabilidad queo cardiaco,
posible muerte

Alucinógenos

LSD Ninguno Fuertes alucina- Alteración men- Accidentes Física: ninguna;


ciones, percep- tal grave; pérdida psicológica: baja
ción distorsio- de contacto con la
nada del tiempo realidad
.../...

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Clasificación Riesgo de
Efectos a Riesgos
de la droga Usos médicos Sobredosis dependencia
corto plazo para la salud
o fármaco física/psicológica

.../...

Marihuana Tratamiento del Euforia, relaja- Fatiga, comporta- Accidentes, en- Física: muy baja;
glaucoma ción, alucinacio- miento desorien- fermedades res- psicológica: mo-
nes leves, distor- tado piratorias derada
sión del tiempo,
déficits de aten-
ción y memoria

Fuente: Santrock, 2003.

• Alcohol. El hecho de que el alcohol sea una droga legal, no implica que sus
efectos no sean peligrosos, aunque el esfuerzo económico que supone su de-
pendencia siempre sea menor que el de una droga ilegal. Igual que ocurre
con todas las demás drogas, el peligro depende no solo de la cantidad que
se ingiera sino de su distribución en el tiempo y en el ritmo de eliminación
de cada organismo. El principal efecto que tiene sobre el cerebro es la re-
ducción de su actividad normal, aunque principalmente se consume por su
efecto desinhibidor, por su capacidad para reducir la tensión, por aumentar
la sensación de bienestar y para facilitar la interacción social. Es una droga
controlable para un número muy grande de personas, pero puede llegar a
producir dependencia física. El síndrome de abstinencia del alcohol aparece
después de un consumo prolongado e intenso, y se manifiesta como un cua-
dro de trastornos que puede llegar hasta el delirium tremens. Su consumo
habitual a largo plazo suele dañar progresivamente tanto el cerebro como
el hígado. Esta droga legal, de consumo diario, está asociada para muchos
adolescentes y jóvenes con la libertad y la independencia. Beber alcohol se
asocia a un proceso de emancipación, de rebeldía, de afirmación de su pro-
pia identidad. Su ingesta con sus iguales, que contribuye a la sensación de
camaradería, refuerza ese papel, como ocurre con el fenómeno reciente del
llamado botellón.
• Drogas de diseño. Este tipo de drogas, cada vez más extendidas, son sus-
tancias creadas en el laboratorio a partir de otras más clásicas como las
anfetaminas. Su nombre procede de la pretensión totalmente falsa de que
fueron diseñadas para producir solamente el efecto deseado sobre el cere-
bro, eliminando todas las consecuencias imprevistas e indeseables de las
drogas clásicas. Cada día aparecen nuevas variedades, lo que representa

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un grave problema ya que se desconoce su contenido real y, por consi-


guiente, la manera de tratar los casos en la consulta médica. En nuestra
sociedad, las más conocidas son el speed, el éxtasis y los ácidos o tripis.
El speed es una anfetamina o metaanfetamina que puede tomarse o esni-
farse y que se conoce también como «píldora de la marcha». Produce sen-
sación de euforia, desaparición del cansancio y aumento del rendimiento.
Por su parte el éxtasis, que es una variante anfetamínica, es la droga del
amor, la sensualidad y la comunicación. Y los ácidos o tripis de efecto
alucinógeno están supuestamente compuestos por LSD o sustancias simi-
lares. Existen otras sustancias que están apareciendo en el mercado y que
cada día se van haciendo más populares, como es el GHB, un líquido que
se toma como potenciador sexual, el popper que se vende en frascos si-
milares al perfume para ser inhalado o el ice, que es una metanfetamina.
Las «pastis», cuando realmente son anfetaminas, en muy pocas ocasiones
llegan a producir dependencia física (con excepción del ice), pero pueden
causar efectos tóxicos sobre el cerebro y activar trastornos psiquiátricos
permanentes, incluso con una sola dosis. El ice puede provocar, además,
un ataque cardiaco.
• Derivados del cannabis. Los porros de marihuana o hachís tienen un efec-
to inicial de euforia seguido de sedación. Las dosis altas tienen una cierta
capacidad para distorsionar la percepción. En dosis moderadas su peligro-
sidad es actualmente objeto de controversia entre los especialistas.
• La cocaína. Es el estimulante de la lucidez y del éxito. Su consumo prolon-
gado es muy tóxico dando lugar a alteraciones psíquicas graves. Presenta
un alto riesgo de sobredosis.
• Los opiáceos. Producen un alto grado de dependencia y alteran la transmi-
sión neuronal. Destaca entre ellos la heroína. Este tipo de drogas parecen
estar en retroceso actualmente por sus connotaciones de marginalidad y su
enorme peligrosidad.

6.2.2. Prevención de las drogas

La salida de la droga es posible pero no fácil, de ahí que la atención se haya despla-
zado a la prevención de la misma. Ofrecemos algunas reflexiones pensadas, principal-
mente, para padres y educadores, que tienen que ver con el contexto en el que viven los
adolescentes (Waldron et al., 2001):

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• Los adolescentes actuales tienen que aprender a vivir en un mundo en el


que la droga está presente. No podemos aspirar a aislarlos ni física ni psi-
cológicamente del tema, por ello la educación deberá incidir en ayudar a
conducirse en un mundo con estas características.
• Es necesario facilitarle una buena información sobre esta temática, hablar-
le con naturalidad y serenidad, sin dramatismos, pero tampoco sin dismi-
nuir la gravedad de las posibles consecuencias del consumo de drogas. Si
así actuamos ayudaremos a su desmitificación, y a quitarle el atractivo tra-
dicional de algo prohibido, peligroso y maravilloso que para muchos ado-
lescentes tiene. La comunicación entre padres e hijos es fundamental tanto
para esto como para otros muchos temas; una comunicación que permita
abordar estas cuestiones desde la niñez, y no esperar a que aparezca el pro-
blema. La educación familiar debe complementarse con la educación sobre
drogas en la escuela, como parte importante de los programas de educación
para la salud (Minuchin, 2002).
• La información es necesaria, entre otras cosas para desmitificar el pro-
blema, restarle protagonismos innecesarios y evitar curiosidades, pero no
es suficiente. Ahora bien, las personas que consumen drogas tienen fre-
cuentemente mucha información y no por ello dejan de hacerlo, de ahí la
necesidad de una educación adecuada. La educación le da sentido a la in-
formación, es mucho más que esta; es ayudarle a descubrir porque vale la
pena cuidar la propia vida, y eso supone ayudarle a encontrar valores rea-
les, verdaderamente sentidos que les permitan comprender que esforzarse,
que ser responsable en la vida merece la pena. Asimismo, educar es ense-
ñarle de manera concreta estilos personales de afrontar la propia existencia.
Hay muchas personas que traicionan constantemente sus propios valores y
que se sienten muy mal por hacerlo pero no son capaces de actuar en con-
secuencia. Hacerles responsables del valor de la constancia, del esfuerzo y
de la disciplina, y ayudarles a adquirir hábitos positivos y saludables para
su propia vida, es sumamente importante. Actuando así le estaremos ense-
ñando a descubrir que las cosas no son siempre fáciles ni siempre todo sale
a gusto de uno, y que, a veces, el fracaso, las molestias e incluso el dolor
pueden tener un sentido. Por ello, tratar de evitarlas con recursos fáciles y
milagrosos, acudiendo a las drogas, es una aspiración propia de una socie-
dad hedonista, del éxito y del progreso científico infinito, pero no siempre
es lo más adecuado. En una sociedad así, resulta más fácil y menos com-
prometido tomar una pastilla o unas cuantas copas que aprender a relacio-
narse con los demás, a adquirir habilidades sociales. Son atajos, más que
milagrosos, peligrosos (Aiken, 2003).

www.udima.es 271
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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

 CONCEPTOS BÁSICOS A RETENER


• Adolescencia. Etapa del desarrollo (que se inicia con la pubertad) en la que
se producen cambios físicos, psicológicos y sociales que convierten a un
niño en adulto.
• Anorexia. Carencia patológica del apetito. En realidad lo que ocurre es que
las anoréxicas se privan de comer con el único fin de perder peso.
• Bulimia. Ingesta compulsiva de grandes cantidades de alimentos, gene-
ralmente de alto valor energético. Para compensar este exceso, la bulími-
ca recurre al consumo de laxantes, dietas drásticas, ejercicio intensivo y al
vómito.
• Egocentrismo. Fenómeno que se da en una etapa del desarrollo, en que no
se diferencia el yo del no yo, es decir, entre el sujeto y los objetos.
• Fabulación. Actividad mental por la que un individuo inventa un hecho
imaginario y lo relata como real.
• Identidad personal. Es lo que nos hace únicos y diferentes de las demás
personas. Es un aspecto esencial de nuestra personalidad y hace referencia
a dos ideas: a la noción de autoconsistencia o unidad (ser uno mismo en el
momento presente y a lo largo del tiempo) y a la diferenciación o distinción
(tener identidad es ser diferente, es ser distinto a los demás).
• Identidad sexual. Hecho de identificarse con las características biológicas,
psicológicas y sociales propias del hombre o de la mujer.
• Pensamiento abstracto/formal. Representa la culminación del desarrollo
intelectual, y supone la liberación o la superación definitiva del pensamien-
to en relación con la realidad concreta. Nos permite elaborar hipótesis, ra-
zonar sobre ellas y someterlas a prueba.
• Pubertad o madurez física. Marcaba en las culturas primitivas el paso de
la niñez a la adultez. Debido a la complejidad de la sociedad actual, la pu-
bertad es únicamente el comienzo de un largo proceso hasta convertirse en
adulto.
• Rebelión adolescente. Incluye la existencia de conflictos con los padres,
enfrentamiento con los valores y normas de comportamiento aceptadas so-
cialmente, así como aislamiento e incomunicación con los adultos, e ines-
tabilidad emocional.

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A. Dosil, J. Cuba y P.M.ª Iglesias Pubertad y adolescencia

• Tendencia secular. Aceleración observada en el último siglo en el proceso


de desarrollo físico en niños y adolescentes.
• Toxicidad. Efecto nocivo de una sustancia sobre la mente o el organismo.
El daño puramente físico no suele ser lo que presenta mayor peligro, sino
el hecho de que el consumo de determinadas drogas introduce a los sujetos
en ambientes y estilos de vida destructivos.

 E
JERCICIOS VOLUNTARIOS

Tras el estudio de esta Unidad didáctica, el estudiante puede hacer, por su cuenta,
una serie de ejercicios voluntarios, como los siguientes:

1. Le animamos a que converse con sus amigos (hombres y mujeres) sobre la


pubertad y pregúnteles cuándo comenzó en su caso y cómo se dieron cuen-
ta de ello. Pídales que indiquen las experiencias positivas y negativas que
hayan tenido. Comprobará que los varones que maduran temprano mani-
fiestan más experiencias positivas que los que lo hacen más tardíamente,
todo lo contrario a lo que ocurre en las mujeres.
2. Analice las consecuencias que la aparición del pensamiento formal supone,
y relacione este hecho con el idealismo y la rebelión adolescente y juvenil.
3. Las Administraciones Públicas y la sociedad española, en general, tienen
una actitud más visible y decidida en contra de la agresión sexual y de la
violencia a jóvenes y adolescentes. Investigue los programas y servicios que
existen en España orientados a prevenir este tipo de problemas y a prestar
ayuda a las víctimas.
4. Los medios de comunicación informan frecuentemente del acoso que su-
fren niños y adolescentes en centros escolares por sus compañeros. Anali-
ce las causas de este fenómeno y plantee propuestas para paliar o eliminar
este problema.
5. Un importante número de adolescentes sufren trastornos de la alimentación.
Recoja información sobre esta problemática, que afecta fundamentalmente
a muchachas, analice las causas y plantee soluciones.

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DESARROLLO COGNITIVO, AFECTIVO, LINGÜÍSTICO Y SOCIAL

Para completar el contenido de esta Unidad didáctica y recoger información para


la realización de estos ejercicios, se ofrecen algunos recursos en Internet que pueden ser
de interés:

• Fundación Santa María: www.fundacion-sm.com


• Instituto Alan Guttmacher: http://alanguttmacher.org
• Instituto de la Juventud: www.injuve.migualdad.es
• National Council on Family Relations (NCFR): www.ncfr.org
• Revista Identity: www.ssc.uwo.ca/sociology/identity/links.htm

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