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El abuelo se puso a trabajar desde que llegó al lugar, molesto como estaba, no tomó pozole ni nada

a manera de coraje, dejó todo en su bolsa que tenía colgada en una mata de lunché que se
encontraba a la orilla de la milpa; pasaron las tres de la tarde y seguía chapeando y arrimando
troncos; las horas se fueron rápido; como a eso de las seis de la tarde, cuando la luz del sol se iba
acabando, decidió emprender el regreso a casa, había caminado dos leguas y ya la oscuridad
dominaba el camino; con su lámpara ciega empezó a iluminar su camino; cuando de pronto se topó
con un gigante que le impedía el paso; “…¡ tenía un pie a un lado del camino y el otro en el otro
lado!... –decía- no decía nada; hijo le decía a mi abuelo estaba tan grande que apenas le llegaba a las
rodillas, tenía mucho miedo porque mi papá decía que por aquel lugar varios habían visto al
“Huahuapach”, pero jamás lo creí, -¡ho me tocó verlo!- si da miedo Macuch, da mucho miedo
porque si quisiera te podría matar de un pisotón; así que corrí lo más que pude tratando de pasar por
debajo de él, pero cuando estaba a punto de pasar cerró las piernas y me apretaba la cabeza, sentí
como me hacía falta el aíre, no podía respirar; y cuando yo creí que ya no vería el amanecer, no se
de donde salió un viejo, vestido de blanco, y que en una mano tenía un bastón y en el otro un bejuco
de x-taakjk’anil y con éste le pegó las piernas y me soltó; así pude ver como apareció aquel
monstruo desapareció en la oscuridad; aquel viejo se me acercó, -hijo-, y me tomó del brazo para
levantarme, me preguntó si estaba bien y le dije que sí; que bueno que te vi, sino el “Huahuapach”
te iba a matar; ahora te acompañaré hasta la entrada del pueblo para que llegues bien a tu casa, él ya
te vio y te va a querer agarrar de nuevo. Tal y como me lo dijo me acompaño a la entrada de Xul,
ahí por donde ahora está el viejo hospital, mientras caminaba le pregunté por qué me había soltado
el “Huahuapach”, y me dijo que el x-taakjk’anil eds su contra, que no puede resistir sentir ese
bejuco por eso me soltó, pero que en la oscuridad estaba esperando a que me descuidara; llegamos a
la entrada del pueblo y me dijo que no volviera hacer eso porque sino me encontraría con el
“Huahuapach”; le di las gracias y le regalé el pozole que tenía en mi bolsa y traté de seguir mi
camino, no había dado el segundo paso y voltee hacía él, nuevamente para agradecerle, pero había
desaparecido empecé a buscarlo pero no estaba; estoy seguro que es un espíritu que mandaron para
ayudarme
Un día el abuelo se puso a trabajar desde ue llegó al lugar, molesto como estaba, no tomó pozole ni
nada a manera de coraje, dejó todo en su bolsa que tenía colgada, tiró todo lo que estaba en la mesa,
pasaron las 3 y seguí chapeando, las horas se fueron rápido, como a las 6 decidió regresar tomó su
lampaa ciega y empezó a iluminar su camino: cuando de pronto a lo lejos vi unas borrachitas
caminando de lado a lado de la calle y en menos de un segundo vió una sombra gigante que se
acerca, escuchó los ruidos de las borrachitas y después todo fue silencio.
Siguió caminando y antes de llegar a la esquina empezó a ver un cuerpo enorme, ¡Woooou! Era un
gigante que le impedia el paso, tenía un pie a un lado del camino y el otro al otro lado, el abuelo a
duras penas le llegaa a las rodila,, tenía mucho miedo y ¿Cómo no? Si ese gigante acostumbra
introducirse de manera sigilosa a las poblaciones y cuando advierte la presencia de algún despistado
trasnochador coloca un pie en cada acera de la calle.
Al pasar el distraído caminante por debajo del gigante este cierra de manera violenta las piernas
hasta ahogar o desmayar a su infortunada víctima.
En algunas ocasiones sujeta a sus víctimas y a mordidas les fractura los huesos de sus piernas.
Cuando el viejito estaba a punto de pasar cerró las piernas y me apretaba la cabeza, sentí como me
hacía falta el aíre, no podía respirar; y cuando yo creí que ya no vería el amanecer, no se de donde
salió un viejo, vestido de blanco, y que en una mano tenía un bastón y en el otro un bejuco de x-
taakjk’anil y con éste le pegó las piernas y me soltó; así pude ver como apareció aquel monstruo
desapareció en la oscuridad; aquel viejo se me acercó, -hijo-, y me tomó del brazo para levantarme,
me preguntó si estaba bien y le dije que sí; que bueno que te vi, sino el “Huahuapach” te iba a
matar; ahora te acompañaré hasta la entrada del pueblo para que llegues bien a tu casa, él ya te vio y
te va a querer agarrar de nuevo. Tal y como me lo dijo me acompaño
Uno de los gigantes más temidos entre los campechanos es el ua ua pach, un engendro tan alto que
un hombre de estatura normal apenas le llegaría a las rodillas, sus ojos centellean como ascuas y son
de color negro como la noche.
Se suele ver en el silencio de la media noche en algunas calles y su pasatiempo favorito es
atormentar a los seres humanos.
Acostumbra introducirse de manera sigilosa a las poblaciones y cuando advierte la presencia de
algún despistado trasnochador coloca un pie en cada acera de la calle.
Al pasar el distraído caminante por debajo del gigante este cierra de manera violenta las piernas
hasta ahogar o desmayar a su infortunada víctima.
En algunas ocasiones sujeta a sus víctimas y a mordidas les fractura los huesos de sus piernas.
Dicen los que han llegado a verlo que muestra una siniestra sonrisa de satisfacción al momento de
realizar sus fechorías.
Cuenta la leyenda que en un lugar llamado Tepakán en el municipio de Calkiní, ocurre una
catástrofe en las ferias anuales, pues accidentalmente mueren personas y la gente dice que es por un
maleficio.
Era abril, de hace muuuchos tiempo, como cada año se realizaría la corrida de toros, pero este año
sería especial porque llegaría un torero capitalino muy famoso, su nombre era Rosendo Álvarez.
Con un sol abrazador, Rosendo salió a dar un paseo por el parque de Tepakán y mientras iba
caminando… veía a todas las muchachas guapas del pueblo a quienes les sonreía con gran carisma,
hasta que de pronto… un espectro malvado se le atravesó en el camino, Rosendo aterrado lo miró,
mientras el espectro le decía que se lo llevaría, el torero insistió para que no se lo llevarán y al
malvado ente no le quedó mas que dejarlo andar por un rato más.
Rosendo, llegó al ruedo, escuchó los gritos del público que lo animaba, veía a las muchachas
guapas mientras lucia su roja capa y al salir el primer toro, con ella lo libraba mientras el público le
grita: Olé.
Era la entrada del segundo toro, su nombre… era Tinieblas, en su rostro se vía que era malvado, su
cornamenta era grosísima y tenía una curva que remataba con puntas muy afiladas, la gente
emocionada gritaba más fuerte, las muchachas les sonreían a Rosendo y este les regresaba la mirada
cuando sin darse justo por la espalda Tinieblas embistió al torero sin darle nada tiempo.
Como si fuera un muñeco cayó al suelo, rápidamente llegó la doctora del pueblo para informar que
Rosendo había muerto. Su cuerpo fue llevado al cementerio municipal.
De la familia del torero no se sabía nada, no había buena comunicación. Hasta que después de 3
años la familia de Rosendo fue a visitarlo al panteón, pidieron ver su cadáver, la mamá del torero
lloraba y lloraba. El sepultero los atendió, destapó el ataúd, quitó el polvo y... ¡Dios Santo!
La familia vio un rostro fresco y conservado, tenía el cabello medio largo y una sonrisa con la boca
entreabierta que dejaba ver esos afilados colmillos, fue tanto el susto que se olvidaron que eran
familia y sin voltear ni decir adiós se fueron para siempre, dejando tirado al cuerpo.
Algunas personas cuentan que el torero se convirtió en vampiro, que ese día, al irse su familia él se
sentó y se levantó.
Un señor dijo que en las noches cuando no se ve caminar a nadie en las calles, el torero vampiro
sale en búsqueda de sangre, mordiendo a los pavos, los cochinitos y algunas personas, en especial
de aquellos jóvenes que salen a enamorar a las muchachas guapas.

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