Está en la página 1de 4

1.

Por sus ojos mío Cid va tristemente llorando ;

volvía atrás la cabeza y se quedaba mirándolos.

Miró las puertas abiertas, los postigos sin candados,

las alcándaras vacías, sin pellizones ni mantos,

sin los halcones de caza ni los azores mudados.

Suspiró entonces mío Cid, de pesadumbre cargado,

y comenzó a hablar así, justamente mesurado:

«¡Loado seas, Señor, Padre que estás en lo alto!

Todo esto me han urdido mis enemigos malvados.»

Ya aguijaban los caballos, ya les soltaban las riendas.

Cuando de Vivar salieron, vieron la corneja diestra ,

y cuando entraron en Burgos, la vieron a la siniestra.

Movió mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:

«¡Albricias, dijo Álvar Fáñez, que de Castilla nos echan

mas a gran honra algún día tornaremos a esta tierra!


3

Mío Cid Rodrigo Díaz en Burgos, la villa, entró;

hasta sesenta pendones llevaba el Campeador;

salían a verle todos, la mujer como el varón;

a las ventanas la gente burgalesa se asomó

con lágrimas en los ojos, ¡que tal era su dolor!

Todas las bocas honradas decían esta razón:

«¡Oh Dios, y qué buen vasallo, si tuviese buen señor!»

3
4.

La iliada

En la Ilíada se narran diversos acontecimientos de la Guerra de


Troya. El griego Aquiles se enfada con Agamenón, el caudillo de los
griegos que habían ido a Troya a rescatar a Helena. Los troyanos
ponen en apuros a los griegos, por lo que Patroclo, amigo de
Aquiles, sale a luchar y muere a manos del troyano Héctor.
Aquiles vuelve al campo de batalla para vengar la muerte de su
amigo. Mata a Héctor y se niega a devolver el cadáver a los
troyanos, el anciano rey Príamo suplica a Aquiles y le ofrece un gran
botín para poder enterrar a su hijo.
Aquiles cede y permite que los troyanos se lleven el cuerpo de Héctor.
Son frecuentes las  intervenciones de los dioses en el curso de los
acontecimientos. La sociedad y los personajes que aparecen son de la
época micénica, cuatro siglos anterior  a la época en la que vivió
Homero.

5.

También podría gustarte