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El poema relata la triste partida de El Cid de Vivar y Burgos tras ser desterrado injustamente por el rey. Al salir de Vivar vio un cuervo a la derecha y al entrar en Burgos otro a la izquierda, lo que tomó como una señal positiva. Aunque desterrado, El Cid entró en Burgos con orgullo al frente de sesenta pendones. La gente lloraba por la injusticia cometida contra un tan buen vasallo.
El poema relata la triste partida de El Cid de Vivar y Burgos tras ser desterrado injustamente por el rey. Al salir de Vivar vio un cuervo a la derecha y al entrar en Burgos otro a la izquierda, lo que tomó como una señal positiva. Aunque desterrado, El Cid entró en Burgos con orgullo al frente de sesenta pendones. La gente lloraba por la injusticia cometida contra un tan buen vasallo.
El poema relata la triste partida de El Cid de Vivar y Burgos tras ser desterrado injustamente por el rey. Al salir de Vivar vio un cuervo a la derecha y al entrar en Burgos otro a la izquierda, lo que tomó como una señal positiva. Aunque desterrado, El Cid entró en Burgos con orgullo al frente de sesenta pendones. La gente lloraba por la injusticia cometida contra un tan buen vasallo.
Miró las puertas abiertas, los postigos sin candados,
las alcándaras vacías, sin pellizones ni mantos,
sin los halcones de caza ni los azores mudados.
Suspiró entonces mío Cid, de pesadumbre cargado,
y comenzó a hablar así, justamente mesurado:
«¡Loado seas, Señor, Padre que estás en lo alto!
Todo esto me han urdido mis enemigos malvados.»
Ya aguijaban los caballos, ya les soltaban las riendas.
Cuando de Vivar salieron, vieron la corneja diestra ,
y cuando entraron en Burgos, la vieron a la siniestra.
Movió mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
«¡Albricias, dijo Álvar Fáñez, que de Castilla nos echan
mas a gran honra algún día tornaremos a esta tierra!
3
Mío Cid Rodrigo Díaz en Burgos, la villa, entró;
hasta sesenta pendones llevaba el Campeador;
salían a verle todos, la mujer como el varón;
a las ventanas la gente burgalesa se asomó
con lágrimas en los ojos, ¡que tal era su dolor!
Todas las bocas honradas decían esta razón:
«¡Oh Dios, y qué buen vasallo, si tuviese buen señor!»
3 4.
La iliada
En la Ilíada se narran diversos acontecimientos de la Guerra de
Troya. El griego Aquiles se enfada con Agamenón, el caudillo de los griegos que habían ido a Troya a rescatar a Helena. Los troyanos ponen en apuros a los griegos, por lo que Patroclo, amigo de Aquiles, sale a luchar y muere a manos del troyano Héctor. Aquiles vuelve al campo de batalla para vengar la muerte de su amigo. Mata a Héctor y se niega a devolver el cadáver a los troyanos, el anciano rey Príamo suplica a Aquiles y le ofrece un gran botín para poder enterrar a su hijo. Aquiles cede y permite que los troyanos se lleven el cuerpo de Héctor. Son frecuentes las intervenciones de los dioses en el curso de los acontecimientos. La sociedad y los personajes que aparecen son de la época micénica, cuatro siglos anterior a la época en la que vivió Homero.