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El siguiente material, es una traducción

realizada por fans para fans.

Beautiful Coincidence no recibe compensación


económica alguna por este contenido, nuestra
única gratificación es el dar a conocer el libro,
a la autora; y que cada vez más personas
puedan perderse en este maravilloso mundo de
la lectura.

Si el material que difundimos sin costo alguno,


está disponible a tu alcance en alguna librería,
te invitamos a adquirirlo.
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Página
Rockstar del Mes

¡En Beautiful Coincidence, tú también cuentas!

E
l Rockstar del Mes nace como una dinámica de integración en la cual,
grupos de usuarios compiten por llevar sus libros favoritos a nuestro
portal y dirigirlos. En esta primera oportunidad, las ganadoras fueron:
Magenta, kmila92, MiiliMiceli, July Styles Tate, Scherezade y Lidia Fe de la Agrupación
Armonía, que ganaron el sondeo global con esta propuesta después de una
remarcable participación en los retos del Rockstar. Como premio, hacemos mención
de ellas aquí y, aleatoriamente entre las mismas, se realizó sorteo para tener la
experiencia de llevar la dirección de este libro desde la apertura de su staff hasta el
final del libro.

¡Las felicitamos y agradecemos su participación en el


concurso!
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Página
Agradecimientos
Dirección de Traducción
Lidia Fe y Liseth Johanna

Traducción e Interpretación
Femme Fatale

Jess

Itorres

Leon

Liseth Johanna

Nina, Nora Greene

Scherezade

Corrección de Estilo y Lectura Final


Liseth Johanna

Diseño de Imagen
Scherezade
4
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Contenido
Alexia Adams

Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9
Capítulo 10

Capítulo 11
Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16
His Billion Dollar Dilemma
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Alexia Adams

A
lexia viajó por el mundo conociendo personas, experimentando nuevas
vistas y sabores. Ha vivido en Canadá, Nueva Zelanda, Australia,
Inglaterra y Francia, así como también ha pasado tiempo en Panamá y
Rusia. Cuando la vida la obligó a quedarse en un solo lugar, tomó viajes indirectos a
través de los personajes que creó en sus novelas románticas. Sus historias reflejan su
amor por viajar y presentan locaciones tan diversas como las praderas ventosas de
Canadá o las cálidas y húmedas junglas de Guyana.

6
Página
Sinopsis

E
l billonario de seguridad en Internet, Liam Manning, le hizo un promesa
en el lecho de muerte a su querido hermano, Marcus, de completar su
manuscrito de romance y misterio. El problema es que la experiencia de
Liam con las mujeres está limitada a las supermodelos desalmadas con las que sale
normalmente, nada como la mujer cálida y cariñosa descrita en la novela que su
hermano empezó. Así que, recayendo en sus habilidades de hacker, se infiltra en un
sitio web de citas para encontrar una mujer apropiada que le enseñe sobre el estilo
de chico normal en las relaciones amorosas.

Lorelei Torres fue criada por su madre trabajadora porque su padre perdedor
está tras las rejas. Todo lo que ella quiere es un hombre honesto para amar y con
quien pueda crear una grande y feliz familia. Después de que el último contendor
para su corazón resultara ser una serpiente mentirosa, decide que es hora de
empezar de nuevo. San Francisco está tan lejos de Buffalo como es posible para ella,
desafortunadamente no tan lejos del alcance de los constantes recordatorios de su
madre sobre el reloj biológico de Lorelei. Cuando su querida madre la inscribe en
una agencia de citas online, Lorelei accede a regañadientes a conocer a su pareja
cibernética. Quizás es hora de que una computadora imparcial le escoja un hombre.

¿Puede Liam terminar la novela antes de que Lorelei descubra sus engaños y,
más importante, antes de que sobrepase la barrera alrededor de su corazón?
7
Página
Capítulo 1

—A
y, hombre, estás muy jodido.

Liam deslizó el Aston Martin en su espacio


de estacionamiento reservado del doble del
ancho normal antes de echar un vistazo a su
amigo. No podía realmente discutir la afirmación
de David. Era exactamente como él se sentía.

—Tengo que hacerlo. Se lo prometí a Marcus. —Su pecho se apretó con la


mención de su hermano. Dos semanas no habían disminuido el ardiente dolor que
había experimentado mientras sostenía la mano de Marcus y lo observaba apagarse.
Con todo el dinero que tenía no había sido capaz de salvar a la única persona en el
mundo que lo amaba incondicionalmente. Liam soltó las manos del volante.

—Entonces, ¿vas a tomarte una licencia de ser Presidente y Director de IWC


Security para terminar el libro de tu hermano? ¿Irás de rey de la seguridad en internet
a escritor? —La incredulidad en la voz de David no podría haber sido mayor si Liam
hubiera dicho que iría al espacio la próxima semana.

—Es la única cosa que alguna vez me ha pedido que haga. Prometí terminarlo
en tres meses y no puedo hacerlo si estoy dirigiendo la compañía. Él tiene un
publicista esperando para verlo, pero tiene que estar en su escritorio para finales de
septiembre. Marcus dijo que era su mejor libro, el trabajo de su vida, su legado.
Quiere ser recordado por su escritura, no por su rara condición del corazón. —Liam
abrió la puerta y salió del auto deportivo bajo.

—Todavía no entiendo por qué tú tienes que escribir el resto. ¿No puedes
contratar a alguien que lo haga? ¿Qué tal la esposa de Marcus? ¿Por qué no puede
escribirlo Crescy?
8
Página
Subieron las escaleras de concreto hacia el piso principal de las oficinas
corporativas de IWC Security. En lugar de tomar la puerta hacia el vestíbulo para
subir a las oficinas, Liam fue por la izquierda, hacia la calle.

—Le prometí a Marcus que escribiría el resto personalmente. Era importante


para él que alguien que lo amara adivinara su intención. Crescy está devastada y ha
regresado a Santa Lucía. Además, ella solo ha sido parte de su vida por cuatro años.
Yo tuve treinta y dos años para saber cómo funcionaba su mente. Tengo un editor
programado para arreglar mi mala gramática y he leído todos libros de escritura de
Marcus. He escrito cosas antes, ¿sabes?

—Escribes programas de seguridad en una gran variedad de lenguajes, sin que


el español sea uno de ellos. ¿Vas a escribir la novela en Perl1?

Liam ignoró a su amigo. Escribir un libro era la parte menos preocupante de


toda esta estúpida situación. Era el aspecto del romance lo que lo tenía despertando
con pánico cada noche desde que le había hecho la promesa a su hermano.

—Por cierto, ¿adónde vamos? —David estaba sin aliento. Tenía que trotar para
seguir el ritmo de las grandes zancadas de Liam.

Liam ralentizó el paso al ver que su amigo empezaba a sudar, a pesar del frío
en el aire. Puede que fuera julio en San Francisco, pero eso no significaba que
estuviera cálido.

—A hacer algo de investigación —dijo él.

—¿Qué tipo de investigación?

Liam se detuvo y apretó el botón de la senda peatonal. Un joven hombre, que


usaba una capucha negra con sus pantalones a medio camino de su trasero y un
cigarrillo balanceándose en su boca, dio un paso a un lado del camino de Liam. Una
sardónica sonrisa apareció en el rostro de Liam por el movimiento del chico punk.
¿Por qué no podía haber tenido este tamaño en la secundaria?

Crecer casi treinta centímetros y desarrollar músculos después de que


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terminara la escuela no había compensado todos los años que Marcus había tenido
Página

que hacer de hermano mayor protector. Eso era por lo cual tenía que hacer esto

1
Perl: Lenguaje de programación.
ahora. Marcus siempre había sido su campeón, la única persona que lo entendía y lo
amaba. Él haría lo que fuera por su hermano mayor. El pecho de Liam se apretujó de
nuevo e inhaló una larga bocanada, esperando liberar la presión.

El sonido que trinó del semáforo, indicando que era seguro pasar, atravesó la
miseria de Liam.

—Marcus estaba escribiendo una novela de misterio con elementos


románticos. El héroe es un tipo común que se ve atrapado en alguna intriga. En el
camino, conoce a una chica y se enamora. La parte del misterio la puedo escribir sin
problemas. Marcus resumió su trama en ese aspecto. El elemento de romance es
otra cosa. No salgo a citas cada noche, precisamente. Y, evidentemente, para que la
emoción de una escena salga a relucir, tengo que tener familiaridad con ello. Así que
necesito una novia. —Liam dejó salir la última palabra como si fuera veneno.

—¿Por qué no llamas a una de las mujeres con las que has salido antes?

—Confía en mí, lo pensé. De acuerdo con Marcus, tiene que ser una relación
real. No una basada en mi riqueza. Todas mis novias anteriores salían conmigo por
las cenas caras, vacaciones exóticas y la bonita joyería.

—¿Qué tal esa chica letona, cuál era su nombre? ¿Svetlana? La dejaste tan
pronto como las palabras “te amo” salieron de su boca.

—Era Iliana y era una modelo de Lituania. —Liam suspiró—. Una vez que una
mujer dice que te ama, espera matrimonio y bebés. Yo no quiero ni matrimonio ni
bebés. Era mejor terminarlo con un regalo apropiadamente caro a que alguien
desperdiciara más tiempo en la relación. Para la historia, el tipo es un hombre común.
Así que tengo que pretender que soy un tipo común y conseguirme una novia
común. Nada de citas rápidas, ni viajes en el jet privado al Caribe, solo cosas de tipo
normal. Ninguna de las mujeres con las que he salido antes haría eso.

—Y, ¿cómo esperas conseguir una novia que no sepa quién eres? Una
búsqueda en Google y sabrán quién eres en veinte segundos.

—Es por eso que me voy a afeitar la barba, hacerme un cambio de imagen y
usar mi segundo apellido. Incluso si ella busca, es improbable que piense que William
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Manning, el tipo rico, es la misma persona que Liam Mackenzie, un tipo normal. He
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creado un par de perfiles de red social como Liam y algún virus misterioso se ha
comido temporalmente cualquier foto de William Manning que esté en el internet.
Hay un período de duración limitado para el virus, así que serán restauradas en
semanas para evitar que tenga que arreglarlas luego.

Abrió la puerta de una pequeña cafetería. Había diez personas esperando en la


fila. Señalando a la mesera detrás de la máquina de expreso, Liam rodeó la larga fila
y recogió dos cafés que ella puso en el mostrador. Él le sonrió, a ella se le pusieron
rosadas las mejillas, antes de dirigir a David hacia una pequeña mesa en la esquina.

—Espera. ¿Acabas de decir que te vas a afeitar? ¿Alguien alguna vez te ha visto
sin tu barba y bigote?

—No y ese es el punto. Nadie me reconocerá y puedo hacer del tipo normal
hasta que termine el estúpido libro y regrese a mi vida real. —Deslizó su mano por
su barba, un poco más larga de lo usual, dado que no la había retocado desde que
Marcus fue al hospital por última vez. Él jamás se había afeitado la barba desde que
le brotó el primer vello a la edad de dieciséis.

—¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Estás investigando qué hacen las personas
normales en la mañana? —David tomó un sorbo de su café. Un destello de sorpresa
cruzó su rostro mientras el rico sabor le pasaba por la lengua—. Dios, esto es mucho
mejor que la basura que normalmente tomo.

—Eso es porque está caliente y recién hecho. Para cuando recuerdas que has
ordenado un café, está frío y con basura en la cima. No es que me esté quejando, ya
que eres el mejor programador que tengo. Aprecio tu dedicación enfocada a tu
trabajo. Para responder tu pregunta original: estoy aquí para ver a una mujer.

—¿Qué? ¿Vas a escoger una mujer al azar aquí? —David escaneó la fila de
personas que esperaban ordenar.

—Por supuesto que no. Hice planes. —Liam se recostó en su silla. Intentó la
técnica de respiración profunda que Marcus usaba para lidiar con el dolor. Si hubiera
sido alguien más que su hermano quien hubiera salido con esta idea, él lo habría
descartado al instante. Liam había pasado los últimos diez años evadiendo el amor
y las relaciones.
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Las dos veces que se había permitido sentir algo por una mujer, había
Página

terminado en traición absoluta. Era lo suficientemente listo para conocer sus


limitaciones. Él no era material romántico. Iliana podría haber dicho que lo amaba,
pero lo que realmente había querido decir era que amaba su dinero y estaba
dispuesta tolerar el resto de él por el bien de una vida fácil. El hecho de que se
hubiera juntado con otro tipo rico a un mes de su separación lo probaba. Forzando
una sonrisa para esconder su descontento, miró a su amigo más antiguo.

—Escupe, Liam. Esa es la mirada que pones cuando estás a punto de hackear
el sistema de un competidor.

—Investigué algo anoche. —Liam ondeó la mano, con un gesto vago.

—En otras palabras, hackeaste.

—Cállate, no tan alto. Asustarás a la gente.

—Tranquilo, hombre, la gente cree que los hackers son adolescentes barrosos
que viven en el sótano de su madre. Tienes un traje puesto. Nadie jamás creería que
conoces más trucos para sobrepasar sistemas de seguridad que nadie más en la
tierra.

—No sé más que nadie más en la tierra, solo la mayor parte. De todas formas,
entré a un sitio de citas y encontré a una mujer. Ella será mi novia falsa. De acuerdo
con su extracto de cuenta, viene aquí por café cada mañana. Quiero asegurarme de
que es apropiada. La foto en su perfil parecía demasiado buena para ser verdad. —
A pesar de su mejor esfuerzo para permanecer en calma, el ritmo de su corazón se
aceleró.

—¿Ella sabe de esto?

—Por supuesto que no. La emoción tiene que ser genuina, por su parte al
menos. Así que no puedo decirle.

—¿Qué pasa si ella se enamora de ti?

—Es improbable, no soy tan encantador. E incluso si pasa, se estará


enamorando de un tipo normal, no de mí. Terminaré la novela y la dejaré gentilmente
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con una bella pieza de joyería o un viaje a Antigua2.


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2
Antigua: Isla en el Mar Caribe.
—¿Y si te enamoras de ella? —David se recostó en su silla como asegurándose
de estar fuera del rango del puño de Liam.

—No va a pasar, hombre. No va a pasar.

Un autobús se detuvo frente al café; los pasajeros se bajaron. La mayoría fue


por la calle hacia sus empleos diurnos, luciendo ya aburridos. Dos entraron a la
cafetería: un anciano con un impermeable manchado y una joven mujer con un sastre
ajustado color gris oscuro. El apagado color no ocultaba sus caderas curvilíneas o
pechos pronunciados. Un cabello castaño claro, más dorado en algunos lugares,
estaba recogido en una larga cola de caballo. Su rostro era muy bonito, con rellenos
labios rosados, pómulos pronunciados y ojos verde claro. Ella tenía el tipo de rostro
que permanecía en la memoria después de que se iba.

Liam tomó un largo sorbo de su café, esperando ahogar la exasperante


sensación del inminente final en su estómago.

—Ahí está ella.

David giró y casi se cayó de su silla.

—Su foto no mentía. Lo diré de nuevo, mi amigo. Estás muy jodido.

L
orelei contó el número de personas en frente de ella y luego miró su reloj.
Si todos ordenaban prontamente, todavía podría llegar al trabajo a
tiempo. Eran los indecisos los que desechaban el día. ¿Cómo podía la
gente pasar diez minutos en la fila y luego no saber lo que querían ordenar cuando
llegaban al mostrador? Ella ni siquiera necesitaba decirle al cajero lo que quería; era
lo mismo todos los días. Incluso aunque solo hubiera estado en San Francisco por
poco menos de un mes, había estado viniendo a esta cafetería cada día laboral. Le
daba una sensación de familia ver las mismas caras cada mañana, lo que había
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perdido al haberse mudado tan lejos de casa.


Página
Quizás ese era su problema. Ella era demasiado predecible, ordenando la
misma cosa cada día, nunca mezclándolo o intentando algo nuevo. Como su gusto
por los hombres: predecible. Cada uno de ellos resultaba ser un mentiroso y un
perdedor. Hoy, probaría algo diferente. Miró al menú detrás del mostrador,
deseando que el verdadero amor estuviera escrito en el pizarrón. Ordenaría eso en
un latido de corazón.

Como en el momento justo, su celular vibró en su bolso. Eventualmente, lo


encontró bajo un paquete vacío de chicle de canela. Gruñendo mientras veía el
número de su madre en la pantalla, le dio responder de todas maneras. Si no hablaba
con ella ahora, seguiría llamándola hasta que lo hiciera.

—Buenos días, mamá.

—¿Días? Casi es mediodía aquí, ¿no estás en el trabajo ya?

—No, apenas falta un cuarto para las nueve. Recuerda, tengo tres horas menos
que tú ahora. —Estaba segura de que su madre ignoraba la diferencia horaria a
propósito solo para mostrar que todavía podía interferir en la vida de su hija cuando
quisiera.

—Es miércoles. Al menos es miércoles aquí. ¿Ya tienes una cita para el fin de
semana?

Lorelei apretó la mandíbula y contó hasta diez mentalmente. Cuando eso no la


calmó, contó hacia atrás, en español. Su madre había vivido en América durante los
últimos treinta años, pero cuando se trataba de su hija, ella era cien por ciento de la
vieja escuela mexicana. A los ojos de su madre, el propósito principal de Lorelei en
la vida era casarse y proporcionarle nietos. Una responsabilidad de la que se
acordaba casi todos los días.

—¿Creo que he sido desconectada? ¿Hola? ¿Lorelei?

—Todavía estoy aquí. Sí, es miércoles. Estoy al otro lado del país, no del mundo.
En cuanto a la cita, no la he conseguido todavía, pero la semana todavía es joven.

—¿No has conocido a nadie?


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—Mamá, he estado en San Francisco durante veintiocho días. No he tenido


Página

tiempo de conocer a muchas personas. —Estaba a tres clientes de llegar al


mostrador. Con un poco de suerte, legítimamente, podría colgar en
aproximadamente dos minutos. Parecía como si fuera a tener que ordenar lo usual,
porque no había manera de que fuera a estar de pie en la parte delantera de la fila
y leer el menú desde allí.

—Bueno, pensé que podrías estar teniendo problemas, así que te he registrado
en uno de esos sitios de citas en Internet. Te he enviado por correo electrónico los
detalles. Hay algunos hombres muy agradables allí. Anoté sus nombres y te los envié
también.

—¿Hiciste qué? —Varias cabezas se volvieron en su dirección mientras su voz


se elevaba tres octavas y diez niveles de decibelios.

—Bernice Anderson vino a visitarme anoche y dijo que su hija tenía problemas
para encontrar un marido también. Pero después de que se inscribió en línea, se casó
en tres meses. —El triunfo en la voz de su madre era inconfundible.

Lorelei negó con la cabeza. La hija de Bernice Anderson, con su uniceja y afición
por los buñuelos, nunca sería la chica de póster para cualquier sitio de citas. Una
persona más se interponía entre Lorelei y su orden de café. Por favor, se rápido, por
favor, se rápido.

—No estoy desesperada.

—Querida3, tampoco te estás volviendo más joven. Los treinta están a solo un
par de años de distancia y sabes lo que dicen de las mujeres mayores de treinta años.
Ellas tienen, estadísticamente, más probabilidades de ser asesinadas que las casadas.

El hombre frente a ella estaba debatiendo los méritos de un moca descafeinado


sobre un café con leche de soja con el cajero.

—Lo tendré en cuenta. Tengo que irme. Es mi turno de ordenar.

—Prométeme que te pondrás en línea y echarás un vistazo a los hombres.


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Página

3
En español en el texto original.
—Lo prometo. Adiós, mamá. Te quiero4. —Lorelei oprimió colgar antes de que
su madre amenazara con venir a visitarla y encontrarle un hombre personalmente.
Ella había prometido mirar. No significaba que tuviera que salir con ninguno de ellos.

Esperando a que la camarera preparara su latte de vainilla, miró alrededor de


la cafetería. Vio inmediatamente a tres asiduos y regresaron sus gestos de
reconocimiento. Un tipo enorme y peludo de unos treinta años llenaba la esquina
de la cafetería. Sus ojos se encontraron y parpadeó ante la intensidad de su oscura
mirada. El otro hombre en la mesa con él era de edad similar pero más pequeño y
trataba de ocultar la calva con cortinilla de largo, claro, pelo rubio.

Lorelei echó un vistazo a su reloj; tenía ocho minutos para llegar a su oficina.
Afortunadamente, al menos para ella, su necesidad de huir de Buffalo había
coincidido con una vacante de Director de Eventos en la oficina de San Francisco en
la organización benéfica Happy Day. Si no hubiera sido una de las organizadoras de
eventos principales de la caridad, estaba segura de que habría sido despedida en
lugar de transferirse después de que su última relación ennegreciera su nombre.
Afortunadamente, el escándalo parecía haber permanecido en el este y ella podría
continuar ayudando a recaudar dinero para que los niños enfermos disfrutaran de
un día de ensueño. Ahora, si solo el clima calentara, podría comenzar a disfrutar de
su nuevo comienzo en California.

Recogiendo su bebida con una sonrisa hacia la camarera, se acomodó las


correas de su bolso de mano en el hombro y se dirigió hacia la puerta. El indeciso,
que había estado en la fila delante de ella, se volvió y se dirigió directamente hacia
ella. El café de Lorelei cayó al suelo con un plaf repugnante.

—Oh, lo siento, señorita. —Miró al creciente charco marrón, dando un paso


atrás antes de que se ensuciaran sus zapatos de ante. Él se deslizó hacia la puerta,
como si tratara de distanciarse de la catástrofe.

Lorelei contó hacia atrás desde cien en español. Genial, ahora tendría que, o
bien ponerse en la fila de nuevo y llegar tarde al trabajo, o conformarse con el café
de mierda de la oficina.
16
Página

4
En español en el texto original.
El hombre con la barba e intensos ojos de la mesa de la esquina, apareció a su
lado. Llegó detrás de ella y agarró otra taza, con tapa, de la encimera. Cuando Lorelei
se volvió hacia ella, la amigable camarera le mostró un pulgar hacia arriba.

—Hice uno extra, por accidente —dijo ella.

—Disfruta de tu día —dijo el hombre alto mientras le entregaba el café. Su voz


era profunda y sedosa, y se obligó a mirarlo a sus ojos de chocolate líquido que
sonreían a los suyos. Dándose una sacudida mental, echó un vistazo a su reloj de
nuevo. Maldita sea, ahora iba tarde.

Ella dio un paso alrededor del café derramado mientras un hombre con la
fregona en la mano llegaba a la escena.

—Gracias —gritó por encima del hombro. El hombre que había golpeado su
bebida de la mano todavía estaba en la puerta, como si tratara de decidir qué camino
tomar.

Tal vez su madre tenía la idea correcta. Al menos con las citas por Internet,
esperaría poder filtrar algunos de tipos raros.

L
iam se situó en la parte delantera de la llena sala de conferencias,
sabiendo que había muchas personas escuchando a través de la
conferencia telefónica. Todas las miradas estaban centradas en él, el
único sonido era uno estático débil, de la línea telefónica. Rara vez llamaba a todo
su personal en conjunto, ya que la mayoría de los programadores odiaban las
reuniones tanto como él lo hacía. Pero era vital que los rumores se mantuvieran al
mínimo y la única manera de hacerlo era asegurándose de que todo el mundo tenía
la misma información y viniendo de una fuente fiable.

—Quiero asegurarles que todavía estoy en total control de la empresa. Cuando


17

fundé IWC Security, éramos solo David y yo. Ahora tenemos más de trescientos
Página

empleados en seis países. Construí esta empresa. Y será un día libre de cifrado en
Darknet antes de que deje que otra persona se haga cargo. Sin embargo, durante
los dos próximos meses, estaré trabajando en un proyecto importante fuera de la
oficina. Cuando esté hecho, regresaré. Mientras tanto, delegaré la gestión del día a
día de la empresa al Director De Operaciones, Cal Johnson. David Winston, como
Director de Operaciones Técnicas, permanecerá con ustedes para cuestiones de
programación. ¿Hay alguna pregunta?

—¿Esto significa que no vamos a estar recibiendo correos electrónicos tuyos a


las cuatro de la mañana diciendo que fijemos una vulnerabilidad que solo tú podrías
haber encontrado? ¿Puedo finalmente dormir toda la noche? —bromeó alguien en
el fondo de la sala.

—No contaría con ello. Todavía estaré al pendiente de los sistemas de los
clientes. —Su respuesta fue recibida con unos gemidos y alguna risa nerviosa. No
era que no confiara en su equipo, pero el duro trabajo técnico era probablemente la
única cosa que lo mantendría sano en el próximo par de semanas.

Respondió unas cuantas preguntas acerca de la gestión general de la oficina y


luego cortó la reunión. Mientras el personal se iba, David caminó hacia él.

—Vayamos a las preguntas importantes. ¿Voy a tener que comer la comida de


mi hermana? —David hizo un movimiento de arcadas y se aferró a su estómago.

Liam había comido una cena que Helen había preparado una vez. No era algo
que él de buena gana haría por segunda vez.

—Delegaré el viajar diariamente al trabajo y las interminables reuniones, no a


mi chef personal. —Miró su reloj—. Hablando de reuniones, tengo dos más antes de
que haya acabado por el día. Te veré en casa. —Salió de la habitación y de regreso
hacia su oficina en la esquina.
18
Página
T
res horas más tarde, Liam abrió la puerta de su apartamento y colgó su
impermeable en el perchero. Dándole una patada a sus zapatos
mojados, agarró un puñado de M&M’s de maní de la taza en la mesa de
entrada, antes de dirigirse a la cocina. David ya estaba encaramado en un taburete,
charlando con Jason, el cocinero.

David sirvió una dosis de whisky de la botella a su lado y deslizó el vaso hacia
Liam.

—¿Cómo tomó la Junta tu anuncio?

Liam tomó un trago de whisky, dejando que el calor aliviara su tensión.

—No bien. Eso es una cosa que no voy a extrañar. Las reuniones son el infierno.
—La Junta le había interrogado sin cesar sobre la naturaleza del "proyecto especial"
en el que estaría trabajando. Hasta que él les recordó que ocupaba la mayor parte
de las acciones de la compañía y les informaba de su licencia temporal, sin pedir su
permiso. Sus preocupaciones eran válidas. Probablemente estaban preocupados de
que estuviera tratando con un problema médico que podría afectar potencialmente
el margen de beneficio. Solo podía imaginar su reacción si les decía que estaba
tomando un descanso para escribir el libro de su hermano.

Se apoyó contra el mostrador y observó a Jason revolver una salsa blanca. El


aroma de la cocina era de ensueño. Había vivido sobre todo de comida para llevar o
cenas de microondas hasta que se había quedado un día a hablar con Jason, que
vivía en la calle frente a su edificio. Liam había invitado al joven hombre sin hogar a
una hamburguesa y descubrió que se había entrenado en las artes culinarias.
Desafortunadamente, Jason había caído en las drogas para hacer frente a las largas
horas y el agotador trabajo en la cocina de uno de los mejores hoteles de la ciudad.
Al cabo de seis meses, él había perdido su trabajo, su apartamento, y su autoestima.

Liam había pagado para que Jason fuera a una clínica de rehabilitación privada
con la promesa de que después iba a trabajar como su chef personal. David y su
hermana a menudo se acercaban, y los cuatro comían comidas gourmet en la
comodidad de su casa.
19

Aunque David y su hermana Helen tenían su propio apartamento al otro lado


Página

del pasillo, pasaban más tiempo en casa de Liam que en la suya. Especialmente ahora
que Marcus se había ido, Liam estaba feliz de que no tuviera que pasar mucho
tiempo en un apartamento vacío.

—¿Cuánto tiempo hasta que comamos, Jason? —Liam echó hacia atrás lo
último de su whisky y dejó el vaso sobre la mesa con un ruido sordo.

—Unos veinte minutos. ¿Helen se unirá a nosotros? —La voz de Jason se


suavizó con el nombre de la hermana de David y Liam le lanzó una mirada. ¿Estaba
su cocinero enamorado de la hermana de su mejor amigo? Tal vez podría observar
su romance y guardarse para sí mismo el esfuerzo. Tan pronto como el pensamiento
cruzó su mente, escuchó la voz de Marcus diciendo que la experiencia tenía que ser
personal.

—No esta noche. Trabajará hasta tarde —dijo David—. Oye, quería preguntarte
si arreglaste todo eso de “quitar la bebida de las manos de tu novia”.

—Debes saber que, por ahora, no dejo las cosas al azar. Quería verla de cerca.
Así que me adelanté y cuando pre-ordené nuestros cafés le dije a la camarera que
hiciera una segunda para la mujer que yo indiqué. Cien de los grandes va un largo
camino a una cafetería. Mi secretaria consiguió que su hermano hiciera el tonto.

—Genial.

—Y ya que solo cenaremos los hombres, necesito algunos consejos sobre cómo
ser un tipo normal. Primero, sin embargo, voy a tomar una ducha. —Liam agarró otro
puñado de M&M’s y se dirigió a su dormitorio.

—Los chicos normales no conducen un Aston Martin o un Maserati —dijo


David mientras Liam salía de la cocina.

Él se dio la vuelta.

—Mierda. No había pensado en eso. ¿Qué debo conducir?

—Un Ford. O un Toyota Corolla. —Una risa malvada siguió las palabras de
David.

—O, si eres un tipo normal ecológico, entonces conduce un Prius —dijo Jason.
20

—Ahora estás siendo cruel —dijo Liam con un estremecimiento.


Página
—Bienvenido a tu nuevo infierno.

Las palabras de David resonaron en sus oídos mientras Liam se iba pisoteando
hacia su dormitorio.
21
Página
Capítulo 2

L
orelei se frotó los ojos con las manos y trató de enfocarse en el plan del
evento. Era mucho más fácil en Buffalo dónde conocía a todos con dinero,
qué les gustaba y qué les disgustaba, y qué tanto dinero esperaban reunir
en la gala de recaudación de fondos. Aquí, cada selección era una apuesta y el éxito
o el fracaso de la noche dependía de la investigación, los chismes, y la suerte.

La puerta de la oficina de Lorelei se abrió y su asistente apareció. Mandy tenía


dos tazas de café humeante en una mano y cuatro grandes archivos pegados al
pecho. Lorelei se apresuró a rodear el escritorio para liberar a Mandy de la carga.

Su vivaz asistente también se había convertido en su primera amiga en San


Francisco. Era imposible resistirse al encanto de Mandy y su personalidad
extrovertida. Tenían mucho en común, al tener ambas madres mexicanas y padres
estadounidenses. Pero, en contraste con Lorelei, Mandy usaba ropa más brillante y
vivida. Y su labial rojo dejaba una mancha carmesí en su taza de café, haciendo más
fácil distinguirla de la de Lorelei.

—¿Cómo está yendo? —Mandy gesticuló hacia el plan.

—Nada mal. He decidido las decoraciones, el menú, y el entretenimiento. Solo


estoy esperando por la lista de los que asistirán del departamento de Recaudación
de Fondos. Quisiera que supiéramos cuánto podemos esperar obtener de esta cena.
¿Por qué la caridad no ha organizado uno de esos aquí antes?

—Dustin prefiere concentrar los esfuerzos de la recaudación de fondos en el


nivel familiar. Hacemos un montón de eventos pequeños, en actividades deportivas
locales, ese tipo de cosas. Este sería demasiado trabajo para él.

Organizar una cena elaborada tomaba mucho esfuerzo, pero afortunadamente


22

era algo en lo que Lorelei era buena. Un año había organizado dos cenas temáticas
Página

en Buffalo y se habían convertido en los eventos de sociedad a los que había que
asistir. Por supuesto que había tenido medio año para prepararse, no unas míseras
seis semanas. Y sabía exactamente cuántas personas se esperaba que donaran. Sin
galas pasadas sobre las cuales basar un estimado, era una incógnita cuánto podrían
esperar hacer aquí. Si no era cuidadosa, podría gastarse demasiado y terminar
perdiendo dinero.

Una nueva notificación de correo apareció en la computadora de Lorelei. Como


era de Dustin, el Director de Recaudación de Fondos, lo abrió.

—Hasta ahora hay cien que van a venir de todos a los que les envié una RSVP5
—informó a Mandy—. Dustin me va a dar la lista oficial de nombres un par de días
antes de la cena. Sería mucho más fácil si nos dijera quién va a venir en vez de quien
declinó. Evidentemente, IWC Security envió una donación, pero no va a enviar a
nadie. Aunque es grandioso tener el dinero, es mejor tener un trasero en la silla. Pero
ellos participan en subastas silenciosas y generalmente dan más una vez que han
visto el trabajo que hacemos. ¿Quién dirige esa compañía? ¿Tal vez si los contacto
personalmente podríamos lograr que alguien venga?

Ella contuvo un suspiro. Dustin había sido un dolor en trasero desde que
comenzó. Y él definitivamente no había estado feliz cuando el Presidente de la
caridad había llamado diciéndoles que dieran una cena de gala dentro de seis
semanas de su llegada. Dustin había insistido en enviar las invitaciones y controlar la
lista de invitados, pero se rehusó a discutir con ella cualquier otro arreglo, diciendo
que era su trabajo planear el evento y el trabajo de él hacer que la gente viniera.

Mandy puso el sitio web de IWC Security en la laptop de Lorelei.

—Algún tipo llamado William Manning es el Director General y Presidente.


Debe ser una persona extremadamente fea, no hay ni siquiera una foto de él en el
sitio web de su propia compañía. —Navegó en un par de sitios más—. Este sitio de
chismes dice que fue visto con una modelo llamada Iliana hace un año, pero
tampoco hay fotografía —dijo Mandy.
23

—¿Una persona extremadamente fea que sale con supermodelos? Debe de


tener una gran…
Página

5
RSVP: Invitación. Acrónimo de la expresión francesa Répondez s'il vous plaît, literalmente "Responda
por favor" o "Responda si le place”.
—Cuenta bancaria —dijeron al mismo tiempo, antes de deshacerse en ataques
de risa.

Dos minutos después, Lorelei se secó los ojos; la buena risa había ayudado a
aliviar algo de tensión.

—Como han enviado ya la donación, supongo que lo dejaremos así por esta
vez. Dustin probablemente perdería la cabeza si hiciéramos algo a sus espaldas.
Tendremos que trabajar con lo que tenemos.

—Creo que está intimidado por ti. No es muy bueno en su trabajo. Dicen los
rumores que de alguna forma está relacionado con el Presidente y esa es la única
razón por la que sigue aquí. Cuando escuchó que la Oficinal Principal estaba
contratando un Director de Eventos enloqueció. Comenzó a esparcir rumores sobre
ti, incluso antes de que llegaras. —Mandy se sonrojó un poco y Lorelei podía decir
que ella quería preguntar si la historia era cierta.

—¿Qué tipo de rumores? —Lorelei contuvo su respiración.

—Oh, algo sobre que conseguiste trabajo aquí porque tuviste que irte de
Buffalo. Evidentemente fuiste atrapada durmiendo con el esposo de otra mujer y la
caridad temía que tu reputación dañara su imagen.

El estómago de Lorelei cayó a sus rodillas. La oficina completa sabía. No había


duda de por qué el personal la miraba extrañamente. Sabía que el departamento de
Recaudación de Fondos no había estado complacido con su trabajo, considerando
su trabajo en su remisión. Pero ser etiquetada como una quita maridos también…

—Habiendo pasado las últimas cuatro semanas trabajando contigo —dijo


Mandy—. Tengo que decir, que no pareces del tipo de tener un amorío con un
hombre casado.

—No. No tenía idea de que Barry estaba casado. Pensé que estábamos de
camino a una felicidad de casados. Salimos casi por un año y nunca sospeché.
Haciendo retrospectiva, puedo ver las señales, solo salíamos entre semana y solo a
pequeños restaurantes lejos de dónde alguno de los dos trabajara. Solo me dio su
número de móvil y siempre íbamos a mi casa, dijo que su apartamento estaba muy
24

lejos. Era tan encantador, hizo sonar todo muy creíble. —Siempre había sido muy
Página
confiada, siempre pensando lo mejor de las personas. Eso, más su aplastante
necesidad de ser amada, la había cegado de la situación real de Barry.

—¿Cómo lo averiguaste?

—Mi mamá se torció su tobillo una noche de sábado y la llevé a emergencias.


Barry estaba sentado allí con su esposa y un niño de tres años que se llevó una canica
a la nariz.

—¡El perro!

—Bueno, así no fue como lo llamé. Y después de mi pequeña diatriba, su esposa


añadió unos cuantos nombres más que ni siquiera pensé, y mi madre me hubiera
abofeteado si los dijera en público.

—¿Cómo lo averiguó el alto mando?

—La esposa de Barry hizo una queja a la caridad, amenazó con sacarlo al
público si no hacían algo conmigo. No eran verdaderas bases para el despido, pero
el Presidente sintió que sería mejor si me salía del foco de atención, como lo llamó
él, por un período de tiempo.

—Entonces fuiste enviada aquí.

—Sí, no tenía idea de las dinámicas de la oficina de aquí. Claro, Dustin no está
feliz de verme.

—No, pero el resto de nosotros sí. Era tiempo de que se tomara el control de
las cosas aquí. Y por mí, estaré extasiada si no tengo que asistir a otro juego de
beisbol de las Ligas Menores. Las cenas sofisticadas son mucho más de mi estilo.
Oye, ¿puedo costear mis zapatos y vestidos?

—Desgraciadamente, no tenemos nuestro propio presupuesto todavía y tengo


que tener todos los gastos aprobados por la Recaudación de Fondos. Ya he tenido
una discusión con Dustin por el precio de las flores. ¿Puedes creer que él de verdad
preguntó si podíamos usar unas de plástico? ¿Y qué con eso de no darnos la lista de
los invitados hasta dos días antes del evento?
25

La risa de Mandy repicó por la oficina.


Página
—Creo que está paranoico. Guarda su lista de contactos como si fuera un
secreto de estado. Solo él y su secretaria tienen acceso a él. Estaba más que feliz de
dejar su departamento. Me gusta trabajar contigo, venir al trabajo es divertido de
nuevo.

—Lo mismo digo. Hiciste mi transición de Buffalo mucho más fácil. Hablando
de transiciones, ¿alguna noticia de la visa de tu prometido?

—No, nada todavía. Ha pasado casi un año. —Mandy giró el pequeño anillo de
diamante en su mano izquierda.

—Nunca he tenido oportunidad de preguntar, ¿cómo se conocieron?

—Había roto con el último perro de mi novio y decidí regalarme unas


vacaciones en Italia. Siempre había querido ir allí. Por lo que vendí mi auto y me fui
por dos semanas. Conocí a Antonio en mi primera noche en Roma y hemos estado
enamorados desde entonces.

—¿No te preocupa que solo esté detrás de un permiso de residencia


permanente?

—No. Estamos enamorados. Puedo decirlo.

Dios mío6, ¿así sonaba cuando estaba saliendo con Barry? Había sido una
completa idiota por confiar en él, tan desesperada por estar en una relación que
había sido una ciega tonta. Era algo bueno que fuera mejor en su trabajo que
escogiendo hombres. Aunque…

—¿Piensas que me han asignado esto para fallar? —Hizo Lorelei la pregunta
que le había estado molestando desde que había tomado la llamada del Presidente
de la caridad, ordenándole ofrecer una cena de gala para Recaudación de Fondos.

—No lo sé. Nunca hemos juntado un millón de dólares en seis meses, mucho
menos en una noche. Otro rumor que escuché que fue la Oficina Principal está
buscando consolidar y la sucursal de San Fran podría ser disuelta con todo fuera de
L.A.
26
Página

6
En español en el texto original.
El sentimiento de hundimiento del estómago de Lorelei se duplicó. Si este
evento fracasaba, ella tomaría la culpa. Y ahora no solo tenía su trabajo en la cuerda,
si no el del personal completo.

—Bueno, entonces vamos a hacer de esta, una noche épica. Todo San Francisco
escuchará de ella y comenzará a suplicar venir a la próxima —dijo con más confianza
de la que sentía.

Dos horas después, Mandy golpeó la mesa con sus uñas carmesíes.

—Creo que va a ser espectacular. Ahora, si Dustin puede llenar el lugar, los
invitados estarán tan impresionados, que el dinero saltará de sus billeteras.
¿Deberíamos salir a tomar algo para celebrar?

—No puedo esta noche. Tengo una cita.

—Vaya, chica. Ni siquiera un mes en la ciudad y ya has conocido a alguien.

—No nos hemos conocido en realidad. Mi mamá, que es la Dirigente Suprema


de las Madres Entrometidas, me registró en un sitio de internet de citas. Había un
chico que parecía un poco interesante. Es un arquitecto que ha viajado por el mundo
y ahora quiere compartir su vida y amor por el viaje con la mujer correcta.

—¿Ese es tu sueño? ¿Viajar por el mundo?

—En realidad, mis sueños son un poco basados en casa. Desde que era una
niña pequeña, he querido una gran familia. Tenía diez muñecas que solía llamar mis
bebés. Las llevaba a todos lados. Era algo para ver.

—¡No puedes desear diez hijos! ¡Es una barbaridad!

—Ahora me conformaría con cuatro o cinco. Por supuesto, mi madre sigue


recordándome que he dejado las cosas para último momento.

—¿Tienes un montón de hermanos y hermanas?

—No, solo yo y mamá. Mi padre... bueno... él no estuvo cerca. Tengo un montón


de primos, una de mis tías tuvo ocho hijos. Estaba tan celosa. Siempre estaban riendo
27

y gritando. Era tan tranquilo en mi casa. Quería hermanos y hermanas que jugaran y
pelearan.
Página
—Bueno, hay maneras en estos días para hacer eso sin un hombre.

—No, quiero todo el trato, esposo amoroso, un montón de niños ruidosos. Si


eso me convierte en una Neanderthal, entonces voy a ser la que pase tiempo con los
dodos. —Se quedó mirando el escritorio para evitar la pena que estaba segura, que
estaba escrita en la cara de su amiga. En esta época en que las mujeres se esforzaban
por la igualdad en el mundo corporativo, se sentía como una traición querer ser
cariñosa y una madre ama de casa para su esposo e hijos.

—Entonces, ¿dónde vas a encontrarte con tu cita de Internet? —La voz de


Mandy rompió su ensoñación.

—En ese bar que me hablaste en la calle Montgomery. —Lorelei tomó otro
sorbo de café ya frío, con la esperanza de ahogar las mariposas que bailaban
alrededor de su estómago. Ella siempre estaba nerviosa antes de ir en una primera
cita. Por lo general, sin embargo, al menos conocía al hombre en persona, o había
sido recomendado por un amigo.

—¿Quieres que vaya, por protección?

—No, voy a estar bien. El lugar se llena en una noche de viernes. Si pienso que
es peligroso, voy a pedir ayuda.

—Los que parecen normales son los que te matan en la ducha —dijo Mandy.

—Vaya, gracias. —Por lo menos si estuviera muerta, no tendría que presidir un


evento de caridad desastroso por el que estaba segura de que no solo la despedirían,
sino que le costaría el puesto de todo el personal de la oficina de San Francisco. Sin
presiones.

—¡H
ola Liam! ¿Estás en casa? —gritó la voz de David desde la
28

parte delantera de la casa.


Página
Tengo que tomar sus llaves antes de que interrumpa en un momento
inoportuno. Le había dado a David, un juego de llaves en caso de emergencia, pero
su amigo se había acostumbrado tanto a venir, que ahora se dejaba entrar y salir en
cualquier momento del día o de la noche.

—Sí, estoy en casa. Ya salgo —dijo desde el dormitorio.

Liam se miró una vez más en el espejo de cuerpo entero. El rostro que le
devolvió la mirada era ajeno. ¿Eran estas las características que su madre odiaba?
Según los rumores, era la viva imagen de su padre, cuyo nombre ni siquiera conocía.
Como un niño, viendo su cara cada día, le había recordado a su madre de su
estupidez en tirar su matrimonio con el padre de Marcus, por una aventura
malograda con un hombre que solo se amaba a sí mismo.

Cuando era pequeño, había pasado por la pena de ser odiado por su propia
madre, imaginando que había sido secuestrado cuando era un bebé y estaba siendo
criado por una madrastra malvada. Cada vez que se habían ido a la tienda, había
mirado los cartones de leche para ver si alguno de los niños desaparecidos se parecía
a él.

Cuando la primera barba apareció, nunca se la afeitó, con la vana esperanza de


que su madre se diera cuenta de que no era su padre. Pero para entonces su
indiferencia era insuperable, no importaba lo que hiciera para tratar de complacerla.
Ahora, sin embargo, significaba que no habría posibilidad de que alguien
reconociera al nuevo Liam, como el multimillonario solitario con una inclinación por
las supermodelos de Europa.

Agarrando su chaqueta de cuero de la cama, fue a la sala principal. Podía oír


David hurgando en la cocina.

—Jason tiene la noche libre y voy a salir —dijo Liam. David miró con tristeza el
horno vacío.

—¿Hay alguna sobra de anoche? —David abrió la puerta de la nevera y metió


la cabeza.

—Probablemente. —Liam se apoyó en el marco de la puerta.


29
Página
David finalmente salió de la heladera con dos grandes recipientes de plástico
en la mano. Cuando se volvió y vio a Liam, abrió la boca y dejó caer la comida al
suelo. Un muslo de pollo se detuvo contra los pies de Liam.

—¿Qué demonios?

—¿Tan mal? —Liam miró su ropa. Él solía llevar un traje o pantalones a medida
y una camiseta. El vendedor en el centro comercial había insistido en que unos
pantalones de pinzas y una camisa abotonada con la chaqueta de cuero tenían tipo
normal escrito en ellos.

David pasó por encima del lío en el suelo y escudriñó a Liam de cerca antes de
retirarse.

—Puedo ver ahora por qué te hiciste crecer la barba. Estás roto.

—¿Perdón? —Liam se pasó una mano por la barbilla, ahora desnuda, y las
mejillas. La piel suave se sentía extraña bajo sus dedos.

—Tienes un hueco en tu barbilla y un agujero en tu mejilla izquierda, defectos


definidos. Cuando esto termine, es mejor que te lo dejes crecer de nuevo tan pronto
como sea posible.

—Gracias.

—Maldita sea, hombre, estás usando maquillaje.

—Tengo un poco de color porque las áreas recién afeitadas son más blancas
que el resto de la cara. No quiero parecer que he acabado de cambiar toda mi
apariencia —dijo Liam.

—Pero lo hiciste.

La mirada de David se volvió incómoda.

—Sí, pero no quiero parecer que lo haya hecho. Ella podría pensar que he sido
liberado recientemente de la cárcel o algo así.

—O del hospital psiquiátrico. Esta es una idea completamente estúpida.


30
Página
—¿Crees que no lo sé? Pero se lo prometí a Marcus y tengo que darle una
oportunidad. Como mi amigo, deberías apoyarme.

—Mi mamá siempre me dijo que si todos mis amigos iban a saltar de un
puente, que no debería unirme a ellos. Excepto esa vez cuando quebré el sistema de
seguridad del banco y la policía se presentó en la puerta. En ese entonces ella estaba
alentándolo activamente.

—No estoy saltando de un puente. Me estoy apropiando de una cita, eso es


todo.

—Correcto. Ahora bien, esta es la parte del plan que me confunde.

Liam se sentó en un taburete mientras David rebuscaba bajo el lavabo por algo
con qué limpiar el suelo.

—Volví a entrar en el sitio de citas. Lorelei ha arreglado una cita con algún
arquitecto esta noche en un bar de vinos en el distrito financiero. Él no va a aparecer.
Yo sí.

—¿Cómo organizaste eso? No lo has secuestrado a él, ¿cierto? —preguntó


David.

—¿Qué clase de persona crees que soy? Simplemente le envié un mensaje de


la cuenta de Lorelei diciendo que tenía que trabajar hasta tarde y que contactaría
con él la próxima semana para reorganizar. Luego borré su perfil, y reembolsé la
cuota de suscripción.

—¿De nuevo, por qué elegiste esta chica? ¿Aparte del hecho de que es
hermosa?

—Porque es nueva en la zona. Al parecer, no tiene familiares aquí, así que no


tendré que involucrarme con su familia. —Liam se metió un puñado de M&M en la
boca.

—Dulce. ¿Qué pasa con el chico cuyo lugar estás tomando?

—Él es un perdedor. Ya se ha casado tres veces y el divorcio con su última


31

esposa, aún no es definitivo. Estoy salvando a Lorelei de él.


Página

—Si ese pensamiento te hace sentir mejor.


—No lo hace, ¿de acuerdo? Solo déjalo. Le prometí a Marcus que terminaría su
libro y voy a hacerlo, sin importar el costo.

—¿El costo para ti? ¿O para otros?

Liam se levantó bruscamente, golpeando el taburete hacia atrás. Antes de que


pudiera recogerlo la puerta, se abrió de nuevo.

¿Ahora quién?

—¿Cuántas personas tienen las llaves de mi casa? Tengo medio millón de


dólares de valor aquí en los equipos informáticos.

—Probablemente es Helen. Le hice una copia.

—¿Le hiciste a tu hermana una llave? Voy a cambiar las cerraduras —se quejó
Liam.

—Hola, chicos, hice unas galletas. Pensé en compartir —dijo Helen mientras
entraba en la cocina. Llevaba guantes de cocina de color rosa y llevaba una bandeja
de metal con manchas negras sobre la superficie. Cuando sus ojos se posaron en
Liam dejó caer la bandeja, que cayó al suelo. Dos de las manchas negras lograron
liberarse y se rompieron en un millón de pedazos.

—Eres la segunda persona en dejar algo cuando me ha visto. ¿Es realmente tan
malo?

—No, no, es bueno, es muy, muy bueno —dijo Helen, sin aliento. Ella se agachó
para barrer las migas en el suelo con la mano, sus ojos nunca dejando el rostro de
Liam.

—Estás haciendo más lío, Helen —dijo David, con una nota de exasperación en
su voz. Agarró la bandeja y la arrojó en el fregadero, y luego cruzó hacia el armario
a través del cuarto y sacó la escoba.

Todavía Helen miraba a Liam.

—Entonces, necesito algunos consejos sobre cómo acercarme a Lorelei —dijo


32

Liam.
Página
—Dile que ella es demasiado hermosa para sentarse sola—dijo David mientras
vaciaba el recogedor en la basura.

Liam hizo una mueca. No era de extrañar que David no hubiera tenido una cita
en todos los años que él lo había conocido.

—No creo que necesites decir nada —dijo Helen. Su mirada cayó al suelo—.
Disculpa, creo que dejé el horno prendido. —Ella corrió desde la sala, tanto Liam y
David se la quedaron mirando.

—Las mujeres están locas. ¿Seguro que quieres involucrarte con una? —dijo
David cuando la puerta se cerró detrás de Helen.

Agarró la chaqueta del taburete a su lado y se la puso.

—No me estoy involucrando. En realidad no, de todos modos. Asegúrate de


bloquear y poner la alarma cuando hayas terminado de destrozar mi cocina. Y deja
una nota diciéndole a Jason que hiciste el lío. No voy a tomar la culpa de esto.

Con otro puñado de M&M para la buena suerte, Liam se dirigió hacia la puerta.
Era hora de poner el primer acto en movimiento.
33
Página
Capítulo 3

L
orelei se sentó junto a la ventana en el bar de vinos de moda. La silla
frente a ella estaba vacía, por ahora. Había llegado cinco minutos tarde,
esperando que Richard, su cita de internet, ya estuviera ahí esperando.
No quería parecer ansiosa. Aparentemente, tampoco él, y veinte minutos después
todavía estaba sentada sola. Recogiendo su teléfono de la mesa revisó otra vez por
un mensaje. Él tenía su dirección de correo, pero no su número celular. Había
parecido demasiado estúpido darle su número telefónico a un hombre que nunca
había conocido. Al menos con la dirección de correo electrónico podía bloquear sus
mensajes si la molestaba. Lástima que no hubiera pensado en conseguir el suyo.
Estaba oxidada en esto de las citas a ciegas.

Se quedó mirando fuera de la ventana. Las personas estaban vaciando los


edificios de oficinas como si consiguieran su primer contacto de libertad después de
hacerlo hacía veinte años. Un grupo de tres ejecutivos jóvenes en trajes baratos
señalaron al otro lado de la calle al bar mientras discutían si ir ahí primero, o a casa,
con sus esposas y novias.

¿Cuánto tiempo más debería darle? ¿Diez minutos? Había dicho que su oficina
estaba en Oakland, pero tenía una reunión en San Francisco hoy. Quizás su reunión
se había alargado. No era un buen presagio para su cena de recaudación de fondos
si ni siquiera podía conseguir una cita de internet para mostrar.

Su teléfono vibró en la mesa con un mensaje de texto entrante.

¿Dónde estás? Intenté con tú número de casa.

El número de su madre apareció en la pantalla de llamada.

L: Estoy en una cita, envió de vuelta Lorelei.

M: ¿Entonces porque me estás respondiendo? Eso es grosero.


34

L: Él está en el baño.
Página
M: ¿Ha estado ahí mucho tiempo? Quizás tiene un problema. Cuando
regrese, pregúntale si come suficiente fibra.

Y esto era por qué no dejaba que sus citas conocieran a su madre.

L: Regresó. Tengo que irme.

No le gustaba mentirle a su madre, pero si ella supiera que su cita no había


aparecido, la inquisición comenzaría.

—¿Puedo ofrecerle otra Ginger Ale? —Una camarera se paró al lado de su


mesa, mirando fijamente hacia el vaso vacío de Lorelei.

—Oh, um, esperaré otro par de minutos —dijo ella. Había ordenado la soda en
vez de la copa de vino, porque quería su buen juicio sobre ella cuando Richard
llegara.

La camarera hizo un gesto hacia el bar y Lorelei miró a su alrededor, hacia el


anterior espacio vacío, que se había vuelto concurrido durante la última media hora.
Los clientes se cernían alrededor del bar y todas las otras mesas estaban ocupadas.

—Necesitaré que ordene pronto. Tenemos otros clientes esperando la mesa.

Lorelei recogió su celular de la mesa y agarró su cartera del piso. Antes de que
pudiera ponerse de pie, una profunda voz masculina habló.

—Pediré una copa de Merlot del 2008 Decoy, si lo tienen. ¿Y para la señorita?

—Lo mismo —dijo Lorelei. Sus ojos siguieron las piernas revestidas de color
azul oscuro hacia arriba, más allá de una esbelta cintura y un gran pecho, hasta un
rostro que atormentaría sus sueños por las noches. Cuando sonrió, un hoyuelo se
formó en su mejilla izquierda. Una cita de internet que se veía mejor que su foto de
perfil. Pero él tenía ojos cafés. Richard, el arquitecto, se suponía que tenía ojos azules.
Este epítome de masculinidad no era su cita.

—Estoy esperando a alguien más —dijo Lorelei mientras el alto hombre se


sentaba. Esperaba que no escuchara la decepción en su voz.

—No hay problema. Cuando aparezca, desapareceré en la noche. Además, si


me ve sentado aquí, tal vez la próxima vez llegará a tiempo.

—Supongo que estará bien. —No estaba segura cómo podría conseguir que
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se moviera incluso si ella objetaba.


Página

—Soy Liam Mackenzie. —Le tendió una mano.


—Lorelei Torres. —Extendió la mano y apretó la suya. Él la sostuvo por un
momento más de lo absolutamente necesario, pero no tan largo para ser
espeluznante.

La mesera llegó con los tragos y una sonrisa persistente para su compañía.
Lorelei tomó un sorbo; el vino era suave y con cuerpo, y probablemente no de una
vendimia barata. Aun así, si solamente tuviera una copa de vino no echaría a perder
su presupuesto de entretenimiento en general.

—Entonces, ¿a quién estás esperando? ¿Tú esposo? ¿Tú novio?

Lorelei le echó un vistazo a su reloj. Richard estaba cuarenta minutos atrasado


y no le había avisado nada. Estaba acabado.

—No importa. ¿Qué hay de ti? ¿Estás esperando a alguien, o merodeando?

Liam se rio.

—Se suponía que me reuniera con un cliente, pero canceló a último minuto. Te
vi sola sentada y decidí que mi noche no tenía que ser un completo desastre.

—Bueno, no duermo con hombres que acabo de conocer. Así que si quieres
moverte hacia una presa más fácil, estoy segura que puedes tener tú elección de
mujeres está noche. —Comprimió su creciente decepción. Después del modo en que
Barry la trató, era difícil creer que un hombre estuviera interesado en algo más que
su cuerpo.

Liam se rio otra vez.

—No estoy aquí para ligar, pero gracias por el voto de confianza. Pensé que
quizás no querrías salir de aquí sola, después de haberte sentado en la mesa sola
durante los últimos treinta minutos.

—¿Me has estado observando?

—No más de lo que he estado observando a todos los demás. Mi hermano es,
era, un escritor. Estaba fascinado por la gente. Cuando pasábamos el rato en público
solía inventar historias sobre las personas a nuestro alrededor. Supongo que he
caído en el hábito de hacer lo mismo.

—Cuéntame una historia. —Le pareció una buena forma de conseguir que se
36

quedara en su mesa un rato más, aunque solo fuera para olvidar por un momento
que la habían dejado plantada. Y nada que ver con el hecho que era digno de babear
Página

de lo hermoso.
Él sonrió antes de escanear la habitación.

—¿Ves la pareja de pie junto al final de la barra?

Lorelei arrancó su mirada de él y divisó a una pareja en el otro extremo. El


hombre estaba vestido con jeans y una camiseta que se veía dos tallas demasiado
pequeña. A su lado, una mujer tenía puesto un vestido rojo que apenas le cubría el
trasero mientras se tambaleaba en tacones de agujas negros de cuatro centímetros.

—Sí, los veo.

—Su nombre es Jett, porque sus padres pensaban que eran genial. Y ella es
Beatrice, porque sus padres no lo pensaban. Se conocieron en un club la semana
pasada. Bajo la influencia del alcohol, cada uno de ellos pensaba que el otro era
increíble. Y le han estado diciendo a sus amigos toda la semana sobre encontrar al
chico/chica perfecta. Pero ahora, en la luz del día, no están tan seguros. No tienen
nada en común y ella piensa que él es un idiota por mirar a las otras mujeres aquí y
él piensa que ella es aburrida porque no le gustan las motos.

—Eso no es muy romántico —dijo ella. Sin embargo, mientras observaba, la


mujer puso su vaso vacío en el bar, susurró algo en la dirección del hombre, luego
se tambaleó camino hacia el otro extremo de la habitación, chocando con una mujer
y casi derramando su bebida. Lorelei miro de nuevo hacia el bar y el hombre ya se
había acercado a un grupo de mujeres que parecían estar celebrando un
cumpleaños.

—Tú turno —dijo Liam.

—¿Mi turno? —Lorelei se volvió hacia su compañero y un escalofrío de


emoción se disparó a través de ella cuando sus ojos oscuros se encontraron con los
suyos.

—Elige a una pareja o a un grupo y cuéntame una historia.

Al menos evitaría que se lo quedara mirando.

—Está bien. —Lorelei contempló alrededor de la habitación. Una mujer en un


vestido negro estaba de pie junto a un hombre que llevaba un traje. Él tenía su brazo
alrededor de su hombro y parecían absortos en el otro—. La pareja por allá. —Hizo
un movimiento con la cabeza hacia los dos felices bebedores.
37
Página
—¿La mujer en el vestido que “fue un negocio demasiado genial para pasar por
alto a pesar de ser muy incómodo” y el tipo tratando de compensar su falta de altura
usando un traje a rayas?

—Ah, sí. Son una pareja de esposos que trabajan cerca. Se han reunido para
tomar una copa antes de ir a cenar, luego a casa —dijo Lorelei—. Están pensando en
comenzar una familia, pero están preocupados por el costo y quién va a dejar de
trabajar para cuidar al bebé.

—Ya puedo decirte que eres una buena persona, porque quieres que las
personas sean felices —dijo él.

—Entonces, ¿cuál es mi historia? —Lorelei tomó un sorbo de su vino. Con la


completa mirada de Liam en ella, puso su mano en su pecho, tocando el collar de
plata que su madre le había dado en su vigésimo primer cumpleaños. Presionó los
puntos de las estrellas en sus dedos para estar conectada a tierra. Sería tan fácil
perderse en sus ojos, olvidar lo que quería en la vida, y tomar cualquier migaja que
estuviera ofreciendo para que así no estar sola.

—No puedo descifrarte, por eso vine. Eres demasiado hermosa para estar
sentada aquí sola. —Hizo una mueca ante la cursi línea, pero continuó—. Y cualquier
tipo que te dejó plantada debe ser un idiota. Lo que no puedo resolver, es porque
saldrías con un idiota.

—Era una primera cita. No me di cuenta que era un idiota. Soy nueva en San
Francisco.

—Bueno, entonces, en nombre de los hombres de San Francisco, déjame darte


la bienvenida a nuestra ciudad. Me gustaría tomar el lugar de tu cita y cenar contigo.

Se inclinó sobre la mesa, cortando la distancia entre ellos. Captó el olor de su


colonia y hormigueó en su nariz, haciéndola querer inhalar profundamente.

—No creo que...

—Por favor, odio comer solo. Todo lo que está esperando por mí en casa es un
apartamento vacío y una comida congelada. ¿Qué dices?

Sus profundos ojos cafés la contemplaron. Estaba hipnotizada por sus


profundidades chocolate sin deseo de escapar. Otro par de ojos marrones
38

parpadearon en su memoria solo para evaporarse en una oleada de calor cuando él


sonrió y el hoyuelo en su mejilla apareció. Siempre había tenido una debilidad por
Página

los hoyuelos.
—Supongo que la cena estaría bien. —Después de todo, había planeado ir a
una cita. ¿Importaba con qué chico comía?

—Genial, reservé una mesa en Domenico’s para llevar a mi cliente. Si nos


apresuramos, todavía podemos tomar la reserva. ¿Terminaste aquí? —Liam le hizo
señas a la camarera y sacó su billetera.

—Puedo pagar por mi trago. —Lorelei agarró su bolso bajo la mesa.

—No hay necesidad, yo lo pago. Trabajo para una mega rica compañía. Pueden
permitirse pagar un trago y una comida. —Le entregó un par de billetes a la camarera
y rechazó con un gesto de la mano la devuelta.

—¿No se suponía que estuvieras cenando con un cliente?

—¿Tienes un computador?

—Sí. —Se extrañó ante la pregunta incongruente.

—Bueno, estoy en la industria de la computación. Si tienes una computadora,


entonces eres, en efecto, una cliente también.

—¿No crees que eso es estirarlo un poco? —Se puso de pie a su lado. Él puso
un brazo, invitándola a abrir el camino a través de la multitud, tomando una postura
protectora detrás de ella.

—No para ti —murmuró él tan suavemente que no estaba segura que eso era
lo que él había dicho.
39
Página
Capítulo 4

E
l frío aire de la noche aclaró el zumbido leve que había empañado el
cerebro de Lorelei. No hacía nada por el zumbido de atracción que la
llevaba hacia el hombre a su lado. Ni siquiera se había sentido de esa
manera cuando había conocido por primera vez a Barry; había tomado varias citas
antes de que sintiera algo por él.

—Antes de que demos otro paso, tengo que preguntar, ¿estás casado?

Liam tendió su mano izquierda; su dedo anular estaba desnudo, sin indicios de
una línea de bronceado.

—Nop. Sin novia tampoco.

—Encuentro eso difícil de creer. Después de todo, no eres exactamente feo. —


El calor recorrió el rostro de Lorelei. Bueno, el hombre debía tener un espejo, tenía
que saberlo.

Él sonrió otra vez y el hoyuelo reapareció.

—Gracias, pero ha sido un año difícil.

—¡Oh, lo siento!

Se volvió y miró por la calle. Obviamente, no era un hombre que hablaba sobre
sus sentimientos.

—No importa. El restaurante está a unas cinco cuadras de distancia. ¿Quieres


tomar un taxi?

—No me importa caminar si a ti tampoco.

—Seguro. —Él parecía a punto de alcanzar su mano, pero la metió en su bolsillo


en su lugar.
40

—Así que, ¿naciste en San Francisco?


Página
—Un poco más lejos de la costa, pero he vivido aquí por los últimos veinte
años, así que lo considero mi casa. ¿Qué pasa contigo? ¿De dónde eres?

—Buffalo. Viví ahí hasta hace un mes. Luego decidí que era tiempo de un
cambio.

—¿Tú pregunta acerca de si estoy o no casado tiene algo que ver con tu
decisión de mudarte?

—Sí. —El calor estaba de regreso en su rostro; afortunadamente Liam no se dio


cuenta. Había venido todo el camino hasta San Francisco para distanciarse del
debacle de Barry. Cometer el mismo error con el hombre a su lado era impensable.
Su jefe había pasado por alto una falta en su vida personal. Dos manchas en su
reputación y estaría fuera de su trabajo con pocas posibilidades de conseguir otro
en el campo de la caridad.

—Aquí estamos —dijo él cuando se detuvieron en frente de un restaurante


italiano.

Sostuvo la puerta mientras ella entraba y luego habló en voz baja al maître. El
anciano la miró de arriba abajo y luego los llevó hacia una cabina en el extremo de
atrás del restaurante, en un rincón apartado.

Liam sostuvo su silla mientras se sentaba.

—¿Esta es la mesa que reservaste para la cena con tu cliente? —Elevó una ceja
cuando él se sentó a su lado. No podía imaginar un escenario más romántico.

—Por supuesto —dijo él, su rostro serio—. El aislamiento permite una discusión
de negocios sin miedo a que un competidor escuche.

—Ah —dijo ella, no convencida del todo.

Él sonrió y ella olvidó cuál era su objeción hacia la tranquila mesa. Su compañía
era encantadora y la comida pasó más rápido que cualquier otra que hubiera tenido
reciente en su memoria. Varias veces su teléfono había vibrado en su bolso contra
su tobillo, pero lo ignoró. Para cuando el mesero limpió la mesa, ella estaba llena,
sin embargo, no quería que la noche terminara.

—¿Puedo tentarlos con el postre? —El mesero se cernía en la mesa.


41

—No para mí —dijo Lorelei con verdadero arrepentimiento.


Página
—También pasaré —dijo Liam—. Por favor, dele nuestras felicitaciones al chef,
la comida estuvo excelente.

—Lo haré, señor. ¿La cuenta?

—Sí, por favor.

Lorelei agarró su bolso.

—Ni siquiera pienses en ello. Está es una cena de negocios. Te dije que la voy
a costear. —Liam puso su cálida y fuerte mano sobre la suya donde esta descansaba
sobre la mesa. El inocente toque la tuvo queriendo más. Tocó su collar de nuevo
para traerse de vuelta a la realidad. Eran extraños, sin importar cómo se estremeciera
su piel cuando la tocaba.

—Pero ni siquiera hablamos de computadores —dijo ella.

—Porque los computadores son aburridos. ¿El tuyo es Mac o PC?

—PC.

—Entonces me necesitas. Puedo asegurarme de que tu protección antivirus y


firewall estén al día y que no haya malware, spyware, virus, o bots en tu sistema.

—¿Qué habrías contestado si hubiera dicho Mac?

—Lo mismo.

La sonrisa regresó y un poco más de la resistencia de Lorelei se derritió. Dios,


él era hermoso. Lorelei estaba imaginando cómo se sentirían sus labios en los suyos
cuando se dio cuenta que él estaba hablando otra vez.

—… ¿Mañana?

—¿Disculpa?

—Pregunté: ¿qué haces mañana? Se supone que es uno de esos días de verano
raros, soleados y cálidos. Como nativo de California, es mi deber jurado mostrarte
los lugares de interés.

—¿De verdad?

—Sip. Cuando conseguimos nuestra primera tarjeta de registro de votante


tenemos que prometer mostrarle al menos a uno de la costa este qué es vivir
42

realmente. Me estarías haciendo un gran favor, porque esta responsabilidad ha


Página
estado colgando sobre mí desde hace un tiempo. Y no puedo imaginar a nadie con
quien prefiera pasar el día.

—Me encantaría eso, ayudarte, sí. Es lo menos que puedo hacer para pagarte
por esta noche. —A pesar del lado izquierdo de su cerebro diciéndole que era tan
solo una invitación amistosa y no significaba nada, el lado derecho estaba enviando
todo tipo de señales contradictorias a través de su cuerpo, y un calor a fuego lento
comenzó a arder en su vientre. Él quería verla otra vez.

—Esperaba que lo vieras de esa forma.

Él esperó mientras ella recogía su bolso y la chaqueta que había desechado


después de la segunda copa de vino. Siguiéndola afuera del restaurante, colocó una
mano en su espalda. Sabía que era simplemente un soporte mientras se tambaleaba
un poco al caminar, pero no pudo evitar preguntarse cómo sería tener a Liam
sosteniéndola por otra razón.

Sacudió la cabeza. Este era todo su problema. Un tipo agradable, que no había
pasado toda la noche hablando sobre sí mismo, y ella ya los estaba imaginando
juntos. Lo que necesitaba era dar un paso atrás y escuchar a la razón y no a su
corazón. Había una primera vez para todo.

De pie en la calle, Liam la ayudó a ponerse la chaqueta. La brisa fresca del


océano envió un escalofrío por su espalda. ¿O fue otra bocanada de su colonia
cuando él le enderezó el cuello?

Él le echó un vistazo a la calle, luego sacó su teléfono de su bolsillo.

—Conseguiré un taxi para nosotros —dijo mientras esperaba que la llamada se


conectara—. Entonces, ¿Qué quieres ver mañana?

—Tú eres el nativo. Te dejaré elegir a dónde vamos.

—Claro, pon toda la presión en mí. Hay una tienda de café italiano en la calle
Vallejo, justo al este de la Avenida Columbus. ¿Por qué no nos reunimos ahí a las
nueve?

—Conozco el lugar. ¿Qué debería usar?

—Zapatos cómodos. Todo lo demás es opcional. —El hoyuelo estaba de vuelta.


43

Un taxi se detuvo y Liam abrió la puerta para ella.


Página
—El taxi está en la cuenta de mi compañía, así que no te preocupes por pagarlo.
Te veré mañana, Lorelei. Realmente he disfrutado esta noche.

—Yo también, gracias. —Cambió su peso de un pie al otro y enterró sus uñas
en su palma. Quería besarlo. ¿Debería besarlo? Después de que se subiera al taxi,
abrió la ventana en caso que él quisiera agacharse y besarla.

Liam le entregó al conductor un par de notas y le dio instrucciones para llevarla


donde fuera que ella quisiera ir. Se quedó de pie mientras el taxi se alejaba de la
acera. Probablemente no era genial, y definitivamente parecía desesperado, pero lo
observó fuera de la ventana hasta que el taxi dobló la esquina.

U
n segundo taxi se detuvo en frente del restaurante y Liam se subió,
dándole al conductor su dirección. Se recostó en el asiento y dejó que
una sonrisa de satisfacción cruzara su rostro. Esta noche había ido
excepcionalmente bien. Y tenía una cita para mañana. Si eso salía de lejos tan bien
como esta noche, tendría este romance hecho y el libro terminado dentro de un mes.

Todavía no podía creer que estuviera haciendo esto. Era pura estupidez tomar
un permiso de ausencia en la compañía que fundó para escribir una novela para su
hermano. Marcus había sido el escritor de la familia; ¿Qué sabía Liam sobre ficción?
Él escribía programas de seguridad, no historias de romance.

Toda esto tenía escrito “desastre” por todas partes. Pero se lo había prometido
a Marcus, y su hermano había sido la única persona en su vida que lo amaba, así que
tenía que hacerlo. Su corazón se retorció nuevamente, pensar en el último aliento de
Marcus, su agarre debilitándose hasta que su mano estuvo floja en la de Liam…el
llanto inconsolable de la esposa de Marcus cuando la enfermera puso la sábana
sobre el rostro de su marido.

Para evitar que los recuerdos lo abrumaran, se quedó mirando el techo del taxi
y recordó los ojos verdes de Lorelei, que se arrugaban en las esquinas cuando algo
la divertía. Sus dedos anhelaban pasar por su cabello, dispersar los prendedores que
44

había unido al parte posterior de su cabeza y verlo caer por su espalda,


Página

preferiblemente su espalda desnuda. Apretó los dientes. No, no podía ir ahí. Sin sexo.
Una cosa era darle falsas esperanzas y enamorarla por el bien del libro de su
hermano, pero no podía ir tan lejos como el sexo, por mucho que lo quisiera. Había
visto un destello de vulnerabilidad en sus ojos que casi lo habían hecho decirle allí
que toda la cosa era una farsa.

¿Pero, lo era? Hasta ahora habían tenido una cena juntos. Mañana harían un
poco de turismo. No era la gran cosa. Salvo que tenía una sensación de hundimiento
de que estaba a punto de serlo. ¿Qué había dicho David? Estaba tan jodido.

Diez minutos después, el taxi estacionó en frente de su edificio. Saliendo, le


entregó veinte al conductor. Cerca de su puerta, pudo escuchar el subwoofer
palpitando con alguna película de acción y aventura. Hizo girar la llave, y por
supuesto, solo el cerrojo inferior estaba cerrado. Dejó escapar un suspiro. Era como
vivir en la fraternidad nuevamente.

La Universidad estaba muy en el pasado, igual que el idiota que había hecho
de sí mismo ahí. Si no fuera por David, probablemente él le habría dicho a Diana, su
segunda novia, todo sobre su nuevo programa de seguridad. Como era, David la
había visto ser más que amistosa con un programador rival y había alertado a Liam
del hecho de que ella era otra espía corporativa. Dos veces era más que suficiente
para aprender a no confiar en las mujeres.

Sí, él le debía mucho a David, pero había que establecer unos límites.

—Oye, hombre, regresas temprano —dijo David mientras asomaba la cabeza


por el sofá.

—¿De verdad? Son más de las diez. —Liam agarró un puñado de M&M’s y se
dejó caer en el sillón, dando la espalda al televisor. Helen se enderezó en donde
había estado recostada en el otro sofá y deslizó su una mano por su cabello.

—¿Cómo estuvo? —David bajó el volumen de la película.

—Bien. La veré de nuevo mañana, la llevaré a un tour por San Francisco.


¿Alguna idea de lo que podríamos hacer?

—Alcatraz, el Puente Golden Gate, Chinatown, el Muelle Fisherman, paseo en


tranvía, el típico paseo de turista —dijo David.

—Suena abrumadoramente aburrido —dijo Helen.


45

—¿Qué sugerirías? —Liam se volvió hacia Helen. Ella no lo miró a los ojos. Raro,
Página

nunca había sido tímida con él antes.


—Un juego de beisbol —dijo de afán.

—¿En serio? Pensé que eso estaría de primero en la lista de cosas aburridas.

—No, las mujeres lo aman. Tres horas, al menos, para hablar y conocerse.
Además, piensan que están haciendo algo que al hombre le gusta, así que eso las
pone más felices. Es una situación de ganancia por ambas partes.

Liam sacudió la cabeza.

—Odio el béisbol.

—Pero, es una cosa de tipos normales —dijo David.

—Supongo. —Liam no estaba convencido. Incluso con Lorelei para hacerle


compañía, no estaba seguro de poder soportar el tedio.

—Entonces, ¿diste algún paso con ella? —David se inclinó hacia adelante.

—No. No seas un idiota.

—No soy un idiota. Una mujer así de sexy debe saber cómo hacerle todo tipo
de cosas sucias a un hombre. Pensé que estaría sobre ti con ese nuevo look tuyo.

—Cállate. —Liam se levantó de su silla—. Hora de ir a casa. Quiero encerrarme


y golpear el saco.

David se parecía a un hombre que había sido golpeado. Liam jamás había
sacado a su amigo de su casa antes.

—¿Qué pasa, hermano?

—Nada. Estoy cansado y tengo otra cita mañana, así que tengo que dormir.

—Dos citas en veinticuatro horas. Debe ser bueno.

—Sí. Buenas noches, Helen.

Helen le mostró una sonrisa acuosa, como si pudiera estallar en llanto en


cualquier minuto. ¿Qué le pasaba ahora? ¿Qué había hecho para desestabilizarla?

Después de que sus invitados se fueron, aseguró la puerta y puso la alarma. A


pesar de lo que le había dicho a David, estaba demasiado inquieto para dormir. Así
que se sirvió un vaso de whiskey y vagó hacia su oficia. Mientras el despliegue de
46

monitores volvía a la vida, se relajó, de vuelta a su mundo ahora. Hizo un test de


Página

penetración en el sistema de un nuevo cliente. Le tomó veinte minutos, pero pudo


acceder a su núcleo de datos e información personal. Señalando la debilidad, envió
un mensaje al equipo que trabajaba en el proyecto.

Usualmente, experimentaba un sentido de triunfo por circunnavegar los


protocolos de seguridad de un sistema; esta vez, solo se sintió vacío. Tenía trucos
para encontrar debilidades, trucos que lo habían hecho un millonario para cuando
tenía veintitrés y billonario a los veintiocho. Todo su dinero no había podido salvar
a Marcus, así que era inútil en lo que a él concernía.

Cerrando los ojos, la imagen del rostro de Lorelei estuvo ahí de nuevo,
tentándolo. Sus labios llenos ligeramente abiertos, invitándolo a besarla, sus verdes
ojos claros y brillantes, riéndose por algo que él había dicho. Largo y sedoso cabello
marrón enmarcaba su rostro impecable. Apretó la mandíbula.

Retrajo su silla y regresó a la sala. Una foto de Marcus sosteniendo su primer


libro publicado estaba en la repisa de la chimenea. Liam la agarró y miró la cara de
su hermano. Esto es por ti, hermano. Espero que supieras lo que estabas pidiendo.

L
orelei se quedó mirando el techo de yeso agrietado por encima de su
cabeza. Si no tuviera un agarre muerto en el cubrecama acolchado de su
abuela para anclarla a la realidad, hubiera flotado hacia la luz del techo.
Se había desplomado ahí después de llegar a casa de su cita desastre convertida en
un sueño. No podía creer que la noche había terminado tan bien.

Dio vuelta y agarró su portátil de su bolso junto a la cama. Lo abrió y esperó a


que se encendiera. Esta vez, estaba determinaba a ser sensible, a no dejarse utilizar
solo para no estar sola. Una amiga una vez sugirió que debido a que no había tenido
ninguna relación con su padre, ella buscaba aprobación de otros hombres. Había
descartado la acusación en ese momento, pero después del desastre con Barry, había
pensado mucho. Barry siempre había tomado las decisiones sobre a donde irían y
qué harían. Al principio, se había dicho a sí misma que le gustaba que él fuera
decisivo y masculino. Ahora, se daba cuenta que él era egoísta y conspirador. Si ella
quería que un hombre la respetara, tenía que respetarse a sí misma primero.
47
Página
El sonido familiar de Skype cargando le dijo que se había conectado a internet.
Buscó el nombre Liam Mackenzie solo para encontrar un par de perfiles de redes
sociales, unas cuantas fotos de alguien conduciendo una motocicleta sucia con un
casco puesto, que asumió que era él, y un par de artículos que él había escrito sobre
programación en seguridad. Bajo “estado laboral” decía que era contratista de IWC
Security. Tal vez si tenía una oportunidad, le preguntaría por William Manning, el
Presidente. No había señales de una novia, esposa o cualquier actividad criminal
conocida. Buscó como Sra. Liam Mackenzie solo para asegurarse, pero no encontró
nada. Liam tenía un empleo y sentido del humor y la había tratado como un
caballero. Su madre lo amaría.

Lorelei sonrió. Por el amor de Dios7, ella era una mujer veintiocho años, no
alguna adolescente caprichosa. Aun así, su corazón se aceleraba cuando pensaba en
ver a Liam de nuevo el día de mañana. Necesitaba a alguien que le imprimiera algo
de sentido común. Sus tres amigas cercanas de Buffalo estaban de vacaciones. Se
suponía que ella iría con ellas, pero eso era otra cosa que Barry había echado a
perder. Cuando le habían ofrecido el salvavidas de trabajar aquí en San Francisco, no
había parecido el momento para preguntar si podían esperarla hasta que volviera de
vacaciones.

Rodando fuera de la cama, encontró su celular y le envió un mensaje de texto


a Mandy para ver si todavía estaba despierta. En un minuto, su amiga respondió. En
lugar de tener una conversación con emoticones, la llamó.

—¿Cómo te fue con el arquitecto trotamundos? ¿Van a tener hermosos bebés


juntos?

—No llegó —dijo Lorelei. Se había olvidado de Richard.

—Canalla. Lo siento, cariño. Habrá otro chico. Quizás un viaje a Europa ayudará.

—No hay necesidad. Conocí a alguien. —No pudo esconder el triunfo en su


voz.

—¿Escogiste a algún tipo en el bar?

—Técnicamente, él lo hizo.
48

—¿Está ahí ahora? —susurró Mandy como si temiera ser escuchada por la cita
de Lorelei.
Página

7
En español en el texto original.
—No, por supuesto que no. ¿Qué clase de chica crees que soy? —De hecho,
desde que Mandy supo lo de Barry, probablemente ella pensaba que Lorelei era una
fácil. No lo sería, no esta vez. Luego, una imagen de Liam con una sonrisa traviesa
en su rostro atravesó su mente y sus rodillas se debilitaron.

—Bueno, esperaba que una de nosotras pudiera tener algo de acción este fin
de semana. Entonces, ¿quién es?

—Su nombre es Liam. —Lorelei se atrapó enrollando un mechón de su cabello


alrededor de su dedo. Dios8, lo siguiente que escribiría en su libro de matemáticas
sería Sra. Lorelei Mackenzie.

—¿Y?

—Y trabaja para IWC Security. Así que puede que le pregunte por William
Manning, ver si puedo conseguir algo de información de él para usar para futuras
referencias.

—Olvida el trabajo. ¿Cómo es Liam?

—Es espléndido, amable y considerado, y no está casado. Definitivamente no


está casado —dijo Lorelei.

—Suena demasiado bueno para ser verdad.

—Sí, así es, ¿verdad? —Tal vez su suerte había cambiado. Ahí estaba el eterno
optimismo de nuevo.

—Bueno, me alegra escuchar que la pasaste bien. Te veré el lunes.

—Entonces no puedo hablarte de nuestra cita de mañana —dijo Lorelei.

—¿Qué? ¿Lo verás de nuevo mañana?

—Sip, me llevará a un tour por San Francisco.

—Ve, chica.

—¿Crees que estoy siendo un poco imprudente? —La necesidad de tener algo
de sentido común llamaba. Mandy no era de mucha ayuda. Lorelei se bajó de la
cama y caminó por el piso de su cuarto hacia la cocina. Diez pasos. Caminar no iba
49

a calmar su ansiedad. Un trote de tres kilómetros no calmaría su ansiedad.


Página

8
En español en el texto original.
—Se lo estás preguntando a la mujer que accedió a casarse con un hombre
que solo había conocido por dos semanas. No creo que sea la adecuada para darte
un sermón sobre tomar las cosas con calma.

—Entonces, ¿no crees que estoy siendo precipitada o que parezco muy
ansiosa?

—¿Cómo te sientes?

Lorelei dejó salir un suspiro.

—Como si estuviera caminando sobre nubes.

—Bueno, ten cuidado, cariño. Es una larga caída desde las nubes. Y, para estar
segura, insiste en usar transporte público y solo ir a lugares con muchas personas. Y
llámame cuando regreses.

—De acuerdo. Buenas noches, Mandy.

Lorelei colgó y continuó mirando al techo. Si cerraba los ojos, todavía podía ver
el rostro de Liam, el hoyuelo que aparecía en su mejilla izquierda cuando sonreía y
la forma en que sus ojos marrones se derretían cuando la miraba. Maldita sea, esto
no estaba ayudando.

Se había rendido a la fantasía. Esta noche, iba soñar con un extraño alto y guapo
que la llevaba a cenar y la impresionaba para luego desaparecer en la noche.
Mañana, ella averiguaría más sobre él y si podía confiar en él. Dios9, esperaba poder
confiar en él.

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Página

9
En español en el texto original.
Capítulo 5

L
orelei entró en la cafetería a las nueve de la mañana siguiente. Liam ya
estaba allí, con una taza de café sobre la mesa frente a él. Cuando se
acercó, se puso de pie y sus ojos corrieron a lo largo de él. Era alto, tal un
metro con noventa centímetros por lo menos. Hoy llevaba un par de jeans ajustados
que mostraban sus musculosos muslos, y no se hundían en la parte trasera. Que
Dios10 la ayudara si él se inclinaba. Su camisa azul celeste destacaba su cabello
castaño y ojos oscuros, que en este momento estaban fijándose en ella.

Una sonrisa de saludo curvó los labios de él y el hoyuelo hizo una breve
aparición. Rastrojos de la mañana cubrían sus mejillas y barbilla, ocultando la
hendidura que sabía que estaba allí. Él se pasó una mano por el pelo, echando a
perder el estilo demasiado peinado que había estado llevando. Ella tuvo una visión
repentina de cómo se vería Liam a primera hora de la mañana, acostado en la
almohada junto a la suya. El calor inundó su cuerpo ante el pensamiento.

—Estás hermosa. —Las palabras parecían salir de su boca espontáneamente y


le vio morderse el labio inferior. ¿Era eso rubor lo que detectó en sus mejillas? Sus
piernas estaban un poco tambaleantes ante la idea de que tal vez estaba tan atraído
por ella como ella por él. Ella repitió su nuevo mantra de decisiones: cabeza, corazón,
cuerpo11, primero cabeza, segundo corazón, y el cuerpo definitivamente lo último.
—Gracias. —No añadió que había estado levantada desde las seis probándose
diversos conjuntos. Finalmente, se puso un par de jeans, lo suficiente ajustados para
revelar su figura sin cortarle la circulación, y un top campesino de algodón con flores
azules bordadas en el escote. Esperaba que dijera elegancia informal y no yo no
podría valer la pena.
51
Página

10
En español en el texto original.
11
En español en el texto original.
—¿Quieres un café antes de que salgamos? —Él se quedó mirando su boca
esta vez. ¿Estaba pensando en un beso? Sus labios se estremecieron y se pasó la
lengua por ellos. Los ojos de él se abrieron en respuesta.

Ella se aclaró la garganta antes de que pudiera responder.

—No, estoy bien. Tomé uno en casa. —De ninguna manera se iba a arriesgar a
tener aliento a café si Liam decidía tomar acción en sus pensamientos.

—Mi auto está rodeando la esquina…

—Pensé que podríamos tomar el transporte público. De esta manera


conseguiremos la experiencia local real.

—¿El transporte público? —Liam la miró como si hubiera sugerido que se


arrastraran de rodillas alrededor de la ciudad.

—Sí, entonces no tendríamos que preocuparnos por el estacionamiento —


añadió, esperando que eso firmara el trato.

—Pero, mi auto...

—Transporte público o no voy. —Ella cruzó los brazos y esperó a que él se


ajustara al cambio de plan.

—Es dura regateando, señorita. Voy a tener que poner al día mis habilidades
de negociación.

Lorelei sonrió. Al menos él no estaba teniendo todo a su manera. Ella estaba


determinada, esta vez, a mantener su temple. Con los novios anteriores a los que les
había dado todo, desde donde habían comido a lo que llevaba puesto, solo para
mantenerlos felices, para evitar que ellos se fueran.

—Excelente. Vamos a conseguirte un pasaporte de un día, así no tenemos que


encontrar el cambio correcto todo el tiempo.

Liam refunfuñó algo que ella no pudo entender. Después de un minuto, le restó
importancia a su mal humor y comenzó a burlarse de ella.

—No eres una de esas ecologistas, ¿verdad? ¿Que piensan que los autos son
malos y todos deberían andar en bicicleta y llevar ropa de cáñamo y bambú?

—No, claro que no. Yo tenía un auto en Buffalo. Es solo que todo es tan
52

conveniente aquí, que no he sentido la necesidad de conseguir otro. Y... —Ella puso
Página
su mano en el hombro de él y se puso de puntillas para llegar cerca de su oído—.
Tengo por lo menos veinte pares de botas de cuero —susurró.

Liam dejó de caminar y se volvió hacia ella.

—¿Veinte pares de botas de cuero? Tú, ¡mujer decadente! ¿Me atrevo a esperar
que al menos un par de ellas sean altas hasta el muslo y que las lleves con un traje
de cuero? —La risa bailaba en sus ojos y una sonrisa pícara le dividió la cara.

—Puede que nunca lo sepas —dijo Lorelei con una sonrisa para igualar la de
él. ¿Tenía alguna idea de lo hermoso que era? Ella no lo había pillado ni una vez
mirando su reflejo en los escaparates de las tiendas que pasaban. ¿Por qué seguía
comparando a Liam con novios anteriores?

Él sacudió la cabeza, como para dejar de pensar en la imagen de Lorelei toda


de cuero.

—Espero que te des cuenta de que al hacerme tomar el autobús, has destruido
por completo mi mejor baza. No he estado en el transporte público en años. No
tengo ni idea de dónde a ir.

—Entonces, estás de enhorabuena —dijo Lorelei. Liam pareció escéptico—.


Vamos, observas a la gente. El transporte público es una verdadera abundancia de
la diversidad humana.

—Hmm, ya veremos. —Todavía no parecía convencido de los méritos de su


plan—. De todos modos, ya que estamos en la zona, puede ser que subamos a la
Torre Coit, ¿a menos que hayas estado ya? —Cuando ella negó con la cabeza,
continuó—: Y supongo que vas a hacer que suba por las escaleras.

—Por supuesto. ¿A menos que pienses que no puedes hacerlo?

—Oh, creo que puedo hacerlo. —La mirada que le lanzó desde debajo de los
párpados caídos decía que él tenía la energía para todo tipo de actividades. Desde
luego, él parecía bastante en forma.

Después de diez minutos, Lorelei comenzó a disminuir. Para los quince minutos
ella estaba sin aliento, mientras que él podría haber estado tomando un agradable
paseo por la playa.

—Muy bien. Así que estás en forma —dijo sin aliento mientras finalmente
53

llegaban a la cima de la colina—. Por favor, dime que hay un ascensor en el interior
Página

y no tenemos que subir más escaleras.


—Ahí está. Puedes recuperar el aliento mientras echas un vistazo a los murales.

Vagaron alrededor de la base de la torre y examinaron las obras. Más de una


vez, Lorelei atrapaba los ojos de Liam en ella y no en las pinturas. Cuando vio la
representación de una familia de inmigrantes por el río, ella agarró la mano de Liam
para mostrarle. Al darse cuenta de la estupidez de sostenerse la mano con un
hombre que solo había conocido el día anterior, trató de retirarse, pero Liam apretó
los dedos. Así que para el momento en que se unieron a las docenas de personas
esperando al ascensor, estaban agarrados de la mano.

Cuando se encontraban en la plataforma de observación, Lorelei tuvo que


liberarse de las garras de Liam para encontrar su cámara en el bolso. Echaba de
menos el contacto físico y cuando él puso su brazo alrededor de su hombro en su
lugar, ella se apoyó en él. Su calor, su fuerza, se sentía tan bien que se olvidó de lo
que estaba buscando, hasta que localizó su cámara bajo su estuche EpiPen.

—La vista es espectacular —dijo ella después de lanzar una docena de flashes
a través de las distintas ventanas.

—Estoy de acuerdo. —La voz de Liam era suave y baja, y Lorelei levantó la
mirada para descubrir que él la estaba mirando a ella y no a la línea del horizonte. El
calor invadió su cuerpo y no tenía nada que ver con la luz del sol que caía sobre
ellos.

—¿Le gustaría tener una foto de usted y su esposo?

Liam se tensó al oír la palabra esposo. Lorelei volvió la cabeza para encontrar a
una mujer con un niño pequeño de pie junto a ellos. Casi había olvidado que había
otras personas a su alrededor.

—Gracias, eso estaría bien —dijo Liam, tomando suavemente la cámara de su


mano y dándosela a la mujer—. Sonríe, cariño —dijo mientras la mujer alineaba el
disparo.

—Ya está. Bonita imagen —dijo la señora mientras le entregaba la cámara de


regreso—. Hacen una pareja preciosa. Tendrán hermosos bebés.

Lorelei miró a Liam ante el pronunciamiento de la mujer. Una sombra cruzó sus
ojos antes de que él parpadeara.
54

—Gracias. —Su voz sonaba tensa, más fría. ¿O era su imaginación?


Página
Él se aclaró la garganta y miró por encima del hombro de ella, sin mirarla a los
ojos.

—Si tienes suficientes, fotos podemos bajar las escaleras de Greenwich Street.
Creo que una bebida fría y un aperitivo son bienvenidos.

—Suena genial —dijo Lorelei. Era demasiado pronto en su conocimiento para


discutir el matrimonio y los bebés, sin importar cuántas veces había revoloteado la
idea a través de su cerebro durante la mañana. Dios mío12, se parecía a su madre
más de lo que quería pensar. Solo esperaba que pudiera terminar el día sin que se
dejara caer en una rodilla y le propusiera matrimonio.

S
e sentaron en una mesa pequeña de metal en la acera. Él renunció a tratar
de no tocar sus piernas con las suyas. Había renunciado a tratar de dejar
de tocarla desde que ella había deslizaba su mano en la suya en la torre.
Habían bajado las escaleras agarrados de la mano, y cuando ella se había detenido
para tomar fotos, su brazo había ido de forma natural alrededor de sus hombros o
su cintura.

Nop, no tocarla ya no era una opción. Lo mejor que podía esperar ahora era
mantener sus ropas puestas. Excepto que la imagen de Lorelei en cuero con botas
altas seguía arrastrándose a su mente cada vez que dejaba de recitar "contrólate" en
binario.

—¿Entonces, qué es lo siguiente, Sr. Guía Turístico? —Lorelei bebía un vaso de


té helado; su rostro estaba sonrojado ligeramente por el respetable Telegraph Hill.
Aun así, nada como lo estaría después de hacer el amor. Maldita sea, 0100011101...

»¿Liam? —Ella puso su mano sobre la de él en la mesa.

Tosió, fingiendo que se había atragantado con el muffin y que no lo había


atrapado en una fantasía ilícita.
55

—Bueno, si tuviera mi auto, sugeriría conducir hasta el Parque Golden Gate…


Página

12
En español en el texto original.
Ella hurgó en su cavernoso bolso y sacó un mapa andrajoso.

—Parque Golden Gate, hmm, podemos tomar el autobús número 10 desde


Sansome y Broadway, bajarnos en Sutter Street y luego tomar el número 71 hacia
Market y Second.

—Estás bromeando, ¿verdad? —Liam bebió su jugo de granada, deseando que


fuera algo más fuerte—. Mi auto está a cinco cuadras de aquí.

—¿Dónde está tu sentido de la aventura?

Todavía imaginándote en esas botas.


—Murió a los dieciséis años cuando conseguí mi licencia de conducir.

—¡Niño13! —Lorelei le sacó la lengua y él tuvo que agarrar la botella de jugo


con todas sus fuerzas para detenerse de atraerla por un beso. ¿Cuándo fue la última
vez que una mujer había bromeado con él así? ¿Cuándo fue la última vez que una
mujer no le había permitido tomar su propio camino? Había ventajas en ser rico,
pero ahora se daba cuenta de que había trampas también. Ninguna mujer con la que
había estado, se había enfrentado a él como Lorelei lo hacía. Y a él le gustaba.

—Correcto. Como insistes en arrastrarme por el autobús, llegaríamos mejor


moviéndonos. Esto va a tomar todo el día a este ritmo.

—Oye, me prometiste un día completo de hacer turismo. ¿Se supone que hay
otro lugar en el que tengas que estar?

—Nop. Solo quería darte el tour completo. Si no hago las cosas bien, entonces
el estado viene detrás de mí y tengo que hacerlo todo de nuevo.

—No te preocupes, no voy a presentar ninguna queja. —Sus ojos hicieron que
líquido vagara sobre su cuerpo, lo que había hecho en la cafetería esta mañana. Su
lengua se asomó por su boca y lamió el labio superior.

Él se puso de pie. Si ella lo hacía una vez más, la arrastraría a su auto y la llevaría
de regreso a su apartamento para una aventura de turismo completamente
diferente.

Una hora y media más tarde, Liam trabajaba suavemente sobre los remos
56

mientras estaban sentados en un barco en el Lago Stow. Lorelei arrastraba sus dedos
Página

en el agua, con una expresión de felicidad en su rostro.

13
En español en el texto original.
—Esto es absolutamente precioso. Nunca supe que existía un lugar como este
en la ciudad.

—Para ser honesto, nunca he estado aquí antes, tampoco. Lo leí anoche y pensé
que sonaba interesante.

—¿Estás seguro de que estás bien remando? No me importa caminar


alrededor.

—La vista es mejor desde el agua —dijo, distraído. En realidad, remar mantenía
sus manos ocupadas y menos en posiblemente recorrer todo su sensual cuerpo. Se
dio una sacudida mental. Este solo era un juego para meterse en el espíritu del
personaje de Marcus. Al menos, logró tener la mitad del capítulo escrito anoche,
cuando el héroe y la heroína se conocen por primera vez. Era una completa mierda
y se leía como si lo hubiera escrito un niño de cinco años, pero las palabras estaban
ahí. Liam tenía que dárselo a su hermano. Era un poco más fácil escribir cómo se
sintió el personaje principal por ver a la heroína, habiendo experimentado los
mismos sentimientos hacía unas horas atrás. La aventura de hoy le había dado más
alimento para el creciente romance entre los personajes.

—¿Qué haces exactamente con las computadoras? —Lorelei parecía como que
también estaba intentando mantener un agarre a la realidad también.

—Trabajo para una compañía que se especializa en seguridad. Analizamos los


sistemas de nuestros clientes para encontrar vulnerabilidades y luego sugerimos
cambios o algunas veces incluso creamos programas para prevenir hackeos o
traspasos.

—Suena interesante. ¿Cómo buscas vulnerabilidades?

—Tratamos de hackear su sistema. Entre más tome, mejor la seguridad.

—¿Alguna vez has hackeado el sistema de alguien que no era tu cliente?

—Me amparo en la quinta enmienda14 —dijo rápidamente.

Vaciló por un momento y luego preguntó:

—¿Para qué compañía trabajas?


57

—IWC Security. —Una gota de sudor resbaló por su ceja y la quitó con su
Página

manga. No había estado preparado para un interrogatorio. Aunque probablemente

14
Quinta enmienda: Rehusarse a dar información auto-incriminatoria.
esto era sobre lo que hablaba la mayoría de la gente al inicio de una relación.
Relación. Incluso la palabra enviaba escalofríos por todo él.

—Anoche dijiste que eran mega ricos. ¿Has estado con ellos mucho tiempo?

—Por un tiempo. Trabajo desde casa por el momento.

—¿Conoces a William Manning, el Presidente?

¿Lo había descubierto? Lanzó una rápida mirada a su cara, pero estaba serena,
inocente. Su estómago se cayó al fondo del bote y una gota de transpiración se
convirtió en un torrente. Dejó los remos y salpicó un poco de agua fría en sus brazos,
dándole tiempo para responder.

—Lo he conocido. Es muy privado, no sale mucho. He escuchado a la gente


decir que cuando miras sus ojos, puedes ver las líneas de códigos desplazándose
hacia abajo.

Lorelei se rio y la tensión en sus hombros se relajó una fracción. Necesitaba


alejar esta conversación de él.

—¿Qué hay de ti, qué haces?

—¿Ehh? —Lorelei parecía perdida en pensamientos—. Oh, soy una Directora


de Eventos para la caridad Happy Day. Organizamos días de salida para niños bajo
tratamiento de enfermedades crónicas. Organizo algunos de los eventos de
recaudación de fondos.

—Suena como un trabajo satisfactorio. ¿Lo disfrutas?

—Sí. Puede ser un poco complicado pensar ideas para mantener los eventos
frescos, pero cuando veo las sonrisas en las caras de los niños después de que sus
sueños se volvieran realidad, todo el esfuerzo se compensa. —Un ceño frunció su
frente. Pero antes de que pudiera preguntar qué le preocupaba, se encogió de
hombros—. De todas maneras, no es lo que realmente quería hacer en la vida. Solo
caí en el trabajo y descubrí que tenía un truco para él.

—¿Qué es lo que quieres hacer?

Jugó con su collar, sin mirarlo a los ojos.

—Te reirás si te digo.


58

—Ahora estoy intrigado. Prometo no reírme.


Página
Ella lo miró a la cara, sus hermosos ojos verdes precavidos, pero resueltos.

—Quiero ser una mamá y una esposa. Idealmente, me gustaría quedarme en


casa y cuidar de mi familia, cocinar, cuidar de la casa y el jardín, ese tipo de cosas.
Aunque lo sé, en esta época y días, las esposas tienen que ganar dinero también.

Un escalofrío lo recorrió ante el pensamiento del matrimonio y bebés. Debería


de detener esta farsa ahora mismo. Esta no era la mujer para él. Su pecho se tensó
por la añoranza en la cara de Lorelei y la manera anhelante en la que hablaba. Había
sido suficientemente malo cuando la mujer en la Torre Coit asumió que estaban
casados y dijo que tendrían hermosos bebés. Ver el mismo deseo escrito por toda
su cara hizo que quisiera saltar del bote y nadar hacia la orilla.

Tuvo que aclararse la garganta antes de que pudiera reunir el aire para
contestar, y a juzgar por su cara, necesitaba contestar.

—No creo que eso sea gracioso. Creo que es grandioso. La mayoría de las
mujeres quieren una carrera a expensas de la vida familiar. Es refrescante encontrar
alguien que quiere poner a su familia primero. —Por la expresión de alivio que llenó
su cara, sabía que había dado la respuesta correcta. Extrañamente, no tuvo que
pensar mucho antes de hablar.

—¿Tu mamá era del tipo de quedarse en casa, o trabajaba? —La pregunta
inocente de Lorelei liberó un torrente de recuerdos dolorosos.

—Trabajaba. —No había tenido la intención de hablar tan bruscamente. La


sonrisa de Lorelei desapareció. Forzó una sonrisa en su cara y apuntó a la orilla—.
Allí están las Cascadas Hutington, deberías de tomar una fotografía.

Después de que Lorelei tomara un par de fotos, Liam se dirigió de vuelta a la


orilla.

—No sé tú, pero estoy famélico. Vamos a comer algo al Jardín de Té Japonés.
—Había estado a punto de sugerir Spruce, uno de los restaurantes más caros del
área y uno que frecuentó antes en algunas citas. Eso probablemente no encajaba en
una cita casual con un tipo normal. Debía de haber un puesto de perros calientes en
algún lugar cerca.

Lorelei estaba callada y Liam deseó no haber sido tan abrupto cuando ella
preguntó sobre su madre. No tenía idea de la aversión que revolvía su estómago
59

cuando pensaba en la mujer que lo había traído al mundo.


Página
Tomó la mano de Lorelei en la suya y la llevó por el camino alineado con árboles
hacia el jardín.

—¿Por qué decidiste mudarte a San Francisco? ¿Fue tu trabajo? Parece una
gran mudanza si no es algo que planeas hacer a largo plazo.

—Quería dejar Buffalo y este trabajo estaba vacante al mismo tiempo. Fue algo
de ganar-ganar.

—Bueno, Buffalo lo pierde y San Francisco gana. —Oh, hombre, eso sonaba tan
trillado. ¿En dónde estaba la compañía cómoda de antes? Lo había arruinado por
contestarle mal. Tendría que redimirse en su siguiente destino.

—¿Qué contenedores de humanos tomamos para llegar a Alcatraz? —Estaban


sentados en una banca del parque comiendo perros calientes. Gracias a Dios, ella no
era vegetariana; no había puesto atención a lo que había ordenado anoche en el
restaurante. Se giró y vio que el color dejó su cara. ¿Ahora qué había hecho?

—N
o quiero ir a Alcatraz. No tengo deseo de ver el interior de
una celda. —Miró hacia el parque, sin encontrar su mirada.
Había habido un frío entre ellos desde que ella mencionó
a su madre. Ahora hablar de una prisión la ponía molesta.

—De acuerdo, solo era una sugerencia. Pensé que era una visita obligatoria
para un día de turismo —dijo—. ¿A dónde quieres ir?

—Quiero montar un tranvía.

—Eso podemos hacerlo. —Se paró y tendió una mano para ayudarla a pararse.

Rápidamente, ella limpió sus dedos en una servilleta y luego tomó su mano.
No la soltó mientras se ponía de pie.

Miró su cara hasta que el calor encendió su cuerpo de nuevo.

—Tienes una mancha de mostaza en la comisura del a boca. Estoy tratando


60

duro de no besarla —susurró.


Página
—Oh, gracias. —Pasó la servilleta por su boca antes de darse cuenta que su
sugerencia de quitarle la mostaza era la mejor opción.

—Entonces, tranvía. ¿Qué nivel de infierno de tránsito público tengo que


atravesar para llegar a eso? —Liam aligeró su pregunta con otra de sus devastadoras
sonrisas.

—Si te gustó el autobús, te va a encantar el metro. Vamos. —Ella tomó su mano


y caminaron hacia la estación del Muni15.

Veinte minutos después, Liam se giró hacia ella.

—¿Tienes un espejo en esa gran bolsa tuya?

—Sí, ¿por? —Lorelei abrió su bolsa de mano y rebuscó.

—Creo que debo de tener algo en mi cara que no me has dicho. Las personas
siguen mirándome y susurrando.

Ella también había notado el extraño comportamiento. Pero, considerando lo


guapo que era Liam, supuso que los usuarios del transporte normales no estaban
acostumbrados a ver a tan hermoso hombre en su sistema. No había duda de que
no había tomado el Muni antes.

—No hay nada en tu cara. Quizás pueden sentir a un virgen de transporte


volviéndose adulto.

Liam acababa de tomar un trago de agua de su botella y casi escupió a la pareja


enfrente de él por su declaración.

—Si me hubieras dicho antes que iba a haber una pérdida de virginidad en esta
cita, hubiera usado ropa interior nueva —susurro en su oído después de que regresó
su respiración.

El pensamiento de Liam en ropa interior provocó que el calor de nuevo fluyera


por todo su cuerpo. En cualquier minuto, la señora al otro lado del pasillo
preguntaría tenía fiebre.

—Esta es nuestra parada. —Se levantó, casi cayendo mientras el tren daba una
61

sacudida al detenerse en la estación. Los brazos fuertes de Liam la rodearon y la


Página

sensación tambaleante en sus piernas no tuvo nada que ver con el cercano accidente.

15
Muni/San Francisco Municipal Railway: Un sistema de transporte público que se compone
tranvías y autobuses.
—Con cuidado —dijo—. No quiero tener que llevarte al hospital y explicar
cómo te lastimaste mientras perdía mi virginidad.

—Casi vale la pena lastimarse para escucharte decirle eso a la enfermera.

—Vamos a ese maldito tranvía. Después de eso, podemos deambular por


Chinatown por un rato, luego, encontrar un buen restaurante dónde comer. He
tenido suficiente por un día de que los usuarios de transporte me coman con la
mirada.

—Por supuesto, Liam. No querría que estuvieras incómodo.

—Señorita, no he estado cómodo desde que dijiste la palabra autobús esta


mañana —gruñó.

Esperaron el tranvía con una horda de turistas. Tres señoras mayores tenían
playeras que proclamaban que sus corazones estaban perdidos en algún lugar de
San Francisco. Cuando el tranvía llegó, se amontonaron dentro y se sentaron en las
largas bancas de madera. Liam tenía su brazo alrededor de Lorelei y ella se recargó
en su pecho. Durante el curso del día, habían progresado de agarrarse las manos a
tener contacto corporal completo.

Por el rabillo del ojo, vio a una de las señoras mayores codear a la que estaba
sentada al lado de Liam. La señora codeada sacudió su cabeza, pero sus
acompañantes parecían insistentes en algo, urgiéndola a ir “adelante”.

Finalmente, tocó a Liam en su brazo.

—Discúlpeme, ¿alguien le ha dicho que luce increíblemente parecido a Michael


Donnelly?

—No, no puedo decir. ¿Quién es? —Liam le sonrió a la señora.

—Era un actor en The Holboys, una novela de principios de los 80.

Liam se tensó junto a ella en el momento en el que el programa de televisión


fue mencionado. Se sentó erguido y el brazo en sus hombros cayó.

—Lo siento. No lo conozco. Si nos disculpa, esta es nuestra parada. —Liam se


paró, tomó su mano, y saltaron del tranvía mientras se detenía en una intersección.

—Liam, ¿qué sucede? —Lorelei buscó su cara. Estaba tensa: sus ojos
62

entrecerrados mientras sacaba su teléfono móvil y escribía. Miró inexpresivo el


Página

aparato por un momento hasta que Lorelei bajó su mirada para ver lo que él miraba.
En la pantalla, había una fotografía de un hombre que se veía justo como Liam.
Encima de la fotografía estaba el subtítulo “Actor, Michael Donnelly”.

—Mierda —dijo—. Así que ese es el nombre del bastardo.


63
Página
Capítulo 6

—V
aya, él se parece mucho a ti. ¿Estás relacionado de alguna
manera? —La voz suave de Lorelei lo trajo de vuelta desde
el borde del abismo.

—Creo que es mi padre.

—¿No sabes quién es tu padre? —Ella volvió su hermoso rostro hacia él, sus
suaves ojos con preocupación.

—No. —Una palabra, una montaña de dolor—. Pero mi madre era una
maquilladora de The Holboys antes de que naciera, por lo que encaja.

Ella se acercó y puso su pequeña mano en su mejilla.

—No conozco a mi padre, tampoco. Quiero decir, sé quién es, y tengo vagos
recuerdos de él de cuando era pequeña. Se fue cuando tenía cinco años.

Su toque estaba causando todo tipo de cosas en su interior, especialmente en


la pared de hielo detrás de la cual se escondía de todo su pasado.

—¿Se divorciaron tus padres?

Ella dejó caer la mano y se alejó. Tendría que dejarlo ir, pero no pudo.
Alcanzando su mano, la detuvo antes de que se apartara. Cuando levantó la vista,
puso la otra mano en su cara como lo había hecho con él. Su piel era tan suave. Un
brillo de lágrimas y, posiblemente, vergüenza brillaba en sus expresivos ojos.

—Dime —dijo. A pesar de que las palabras salieron de su boca, las lamentó. No
se suponía que profundizara en sus secretos. Solo se suponía que tendría un
romance superficial que le ayudaría a escribir el libro.

—Lo estúpido es, que mi mamá todavía está casada con él. Ella todavía lo ama.

—Entonces, ¿dónde está?


64

Liam era consciente de que estaban de pie en la esquina de la calle, la gente


Página

los pasaba caminando, dándoles miradas de curiosidad de soslayo. Hace dos días
esto habría sido una de sus peores pesadillas. Hoy, por alguna razón, no importaba.
Lo que sí lo hacía era ayudar a Lorelei a hacer frente a la carga emocional que llevaba
alrededor de su corazón.

Lorelei tomó aire y las palabras salieron.

—Está en la cárcel. Robó un banco, disparó y mató a un guardia. Está


cumpliendo condena de veinticinco años. Mi madre volvió a usar su apellido de
soltera, Torres. Cambió el mío, así los chicos de la escuela no se darían cuenta que
era la hija de un criminal.

Y allí estaba la razón por la que no había querido ir a Alcatraz.

—Lo siento, Lorelei. Lamento que tuvieras que crecer sin un padre que te
protegiera. Lamento que hayas tenido que vivir con la preocupación de que otros te
juzgarían por lo que había hecho.

—Gracias. —Ella le mostró una sonrisa acuosa—. No puedo creer que te dije
todo, y que solo nos conocemos desde hace menos de veinticuatro horas. Salí con
Barry por un año y nunca se lo dije.

Liam dejó caer la mano de su rostro antes de que el impulso de besarla se


hiciera demasiado grande. No podía creer que había pasado menos de un día desde
que se conocieron. Ya estaba tan a gusto con ella.

—¿Quién es Barry? —Incluso decir el nombre del otro hombre le produjo una
extraña sensación en la región de su pecho. ¿Por qué debería importarle? Tal vez era
alguien con quien podría volver después de que se separaran.

Lorelei comenzó a caminar por la calle y Liam la siguió, sin soltarle la mano.
Cuando pensaba que no iba a responder a su pregunta, le dijo en voz baja:

—Era mi novio. Pensé que íbamos a casarnos.

—¿Por qué no lo hicieron?

—Porque ya estaba casado.

—Ouch.

—Sí. Fui una estúpida.

Liam se detuvo y esperó hasta que lo miró.


65
Página
—No eres estúpida. Estabas confiando. Él es el idiota. Sabía que estaba casado,
era su error.

—Gracias. Desafortunadamente, esa no fue la opinión que prevaleció cuando


todo salió a la luz. Más de una persona me llamó una destructora de hogares y casi
perdí mi trabajo.

Liam apretó la mandíbula para no decir nada que lamentara. Quería golpear a
alguien por tratar a Lorelei tan mal.

—¿Conoces a algún hombre que no sea idiota?

—Te conozco a ti.

El corazón de Liam se detuvo. ¿Cuánto tiempo antes de que se uniera a la lista


de idiotas? Ella ya había tenido un hombre mintiéndole.

Tendría que decirle. Dile ahora. Excepto que al mirarla en esos hermosos ojos
verdes, no se le formaron las palabras. No podía decir adiós. Aún no.

—Sabes, hemos estado haciendo turismo todo el día y no hemos comprado ni


un recuerdo todavía. Estamos dejando caer a la economía local y el Estado va a estar
detrás de mí de nuevo. Vamos a ver lo que podemos encontrar en Chinatown.

Lorelei aceptó el cambio en la conversación de buena gana. Probablemente


también había estado recibiendo demasiado.

—Turismo y compras. Este día se pone cada vez mejor.

Pasearon por las tiendas, turnándose para recolectar y aceptando las ofertas
turísticas.

—Vamos, toda casa necesita un globo de nieve del puente Golden Gate —dijo
Liam, sacudiendo el adorno de plástico para ver la "nieve" volar por todo el
panorama del puente.

—¿Tienes uno? —Lorelei ladeó la cabeza hacia un lado.

—Por supuesto, en la mesa al lado de mi cama. Es la primera y la última cosa


que veo todos los días.

—Mentiroso. —Lorelei rio, con una risa de cuerpo entero, tan fuerte que él
sintió profundamente dentro de sí mismo.
66
Página
Ella se acercó a un estante de vestidos de seda de estilo oriental. Tirando de
uno rojo con un dragón bordado en la tela, lo levantó contra sí.

—¿Qué piensas?

—Creo que te ves hermosa. Por otra parte, creo que te ves hermosa en una
bolsa sin forma verde y rosa que me mostraste antes también. ¿Cómo lo llamaste,
un muumuu?

—Entonces no eres de ayuda. ¿Te importa esperar mientras me lo pruebo?

—¿Puedo ayudar?

—No.

—Oh, todo bien. Aunque creo que es lo menos que podría hacer teniendo en
cuenta este increíble recorrido turístico que te he dado.

—Vuelve a sacudir el globo de nieve, señor. Voy a estar de vuelta en menos de


diez minutos.

Liam la miró irse hacia el fondo de la tienda, admirando la vista trasera tanto
como la frontal. Miró su reloj y se sorprendió al encontrar que ya eran las seis y
media. ¿Dónde se había ido el día? Cuando había embarcado en esta farsa, había
pensado que las citas serían peores que una reunión que nunca acababa. En su lugar,
había pasado un día agradable con una mujer encantadora, y le había costado menos
que una botella de un buen vino. Impresionante.

Levantó la vista para ver a Lorelei caminando hacia él, con el vestido colgado
del brazo.

—¿Cómo te fue?

—Bien. Voy a comprarlo. No tengo ni idea de dónde voy a usar un vestido rojo
con un dragón estampado en el frente. Por lo menos me recordará de uno de los
mejores días que he pasado en San Francisco.

—Te sorprenderás de algunos de los códigos de vestimenta en esta ciudad.

Agarró el vestido, pero Lorelei no lo liberaba.

—De ninguna manera, voy a comprarlo. Has pagado por todo lo demás hoy. Si
no lo pago, no me lo voy a quedar. —Parecía que podría patalear si no cedía.
67
Página
—Muy bien —dijo—. Sin embargo, te voy a comprar un globo de nieve. —
Tomó el más grande, el más feo de la repisa y se dirigió hacia el cajero.

Después de pagar por sus compras, se quedaron en la bulliciosa estrecha acera.

—Entonces —los dos comenzaron a la vez.

—Adelante —lo animó Lorelei.

—Así que... um, ¿a dónde quieres ir a cenar?

—Oh, pensé que te gustaría desprenderte aquí. Me has dado todo el día.
Realmente no tenemos que ir a cenar. Además, he estado en esta ropa durante todo
el día. Me gustaría cambiarme primero.

—¿Eso es un sí a la cena si puedes cambiarte?

—Supongo que sí.

—Excelente. Sin embargo, tengo una condición.

—Ah, ¿sí? —Ella levantó una ceja.

—No más transporte público. Voy a buscarte a tu casa y nos dirigiremos hacia
y desde el restaurante.

Ella se rio y le sacó la lengua.

—Bueno. Puedes conducir tu auto.

L
orelei comenzó a sacarse la ropa antes de que la puerta de su
apartamento estuviera cerrada totalmente. El teléfono de la casa sonó
mientras salía de la ducha. Envolviendo una toalla alrededor de ella, se
dirigió hacia el dormitorio. Probablemente era Liam con alguna excusa de por qué
no podían ir.

—Sí, ¿hola? —Trató de poner la cantidad adecuada de despreocupación en su


68

voz, por lo que para cuando cancelara su cena, pudiera pasar como nada importante.
Página

—¿Dónde has estado? He estado llamando a tu celular y a la casa todo el día.


—Hola16, mamá. He estado en una cita. Bueno, una visita turística. Fue con un
hombre, sin embargo, así que creo que cuenta como una cita.

—¿Con el mismo hombre que estabas anoche?

—Sí.

—Ves, sabía que lo de las citas en línea funcionaría.

Lorelei consideró decirle a su madre de la cita en línea había sido un fracaso y


que había conocido a Liam por su cuenta. Eso daría lugar a más preguntas.
Preguntas, que no estaba preparada para responder ahora.

—Sí, mamá. Tienes razón. De hecho, tengo que irme ahora. Nos reuniremos
para la cena.

—¿La cena de nuevo? Suena serio.

—Es demasiado pronto para hablar de eso —dijo Lorelei, tanto por su propio
beneficio como por el de su madre.

—¿Cuándo puedo ir a conocerlo?

—¡Madre17, no te atrevas!

—Está bien, está bien. Pero llámame mañana, o pasado estaré en el próximo
avión.

—Adiós, mamá. Te quiero18.

Echando un vistazo al reloj, descubrió que solo tenía veinte minutos antes de
que Liam llegara. Arrojó la toalla al suelo y rebuscó en la ropa de la cama, finalmente
decidiéndose por un par de pantalones negros y un top negro brillante. Era bastante
informal si fueran a un pub y lo suficientemente elegante para un restaurante
decente.

Al pensar de nuevo en el maravilloso día que había pasado con él, una
sensación de duda invadió su felicidad. ¿Cómo es que no estaba ya con alguien? Él
era el material de novio perfecto. Puso sus dudas a un lado mientras se retocaba el
69

maquillaje, agarró una chaqueta ligera, su bolso y corrió escaleras abajo.


Página

16
En español en el texto original.
17
En español en el texto original.
18
En español en el texto original.
Efectivamente, Liam se detuvo en un viejo auto gris. La insignia en el frente con
orgullo lo declaró un Ford.

—Ya sabes, todo el día me he estado preguntando acerca de qué tipo de auto
manejabas. Este no era —dijo mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

—¿Eso es lo que has estado pensando todo el día? —Volvió esos increíbles ojos
marrones a ella, y el calor invadió sus mejillas. Bueno, imaginarse besándolo y
pasando sus dedos por su cabello era lo que realmente había estado preguntándose,
pero lo del auto era un tema fácil de discutir.

—Sip. Pareces amar un montón tu auto. Después de haberlo visto, sin embargo,
creo que debes estar loco. —Lo cual explicaría por qué le gusto.

—Bueno, este no es mi auto. El mío, el que amo, se encuentra en, uh, garaje.
Pedí prestado este de un amigo.

—¿Un amigo te prestó este? —El auto no parecía que fuera a llegar a la final
de la manzana.

—No es un buen amigo. —Agregó Liam con una sonrisa.

—Así que, ¿a dónde vamos? No sabía qué ponerme. Espero que esto esté bien.

Él sacó sus ojos de la calle el tiempo suficiente para darle una inspección
minuciosa.

—Estás hermosa, como siempre. Un amigo me recomendó un nuevo


restaurante llamado Khara.

—Espero que no fuera el mismo amigo que te prestó el auto.

—No. Es un amigo con buen gusto. Dijo que la puesta del sol y la vista del
puente son espectaculares. Es un amigo del dueño y nos ha reservado un lugar
privilegiado en el balcón.

A
70

Liam le llevó alrededor de diez minutos encontrar un lugar para


estacionar, a una cuadra de distancia del restaurante. Realmente
Página

debería dejar el auto en el medio de la calle y dejar que el remolque de


la ciudad se lo llevara. No tenía idea de dónde David había encontrado el trozo de
chatarra, pero obviamente lo había comprado para molestar a Liam. Dios, extrañaba
el Aston. Tendría que visitarlo mañana, pasar sus manos sobre las elegantes líneas
negras, escuchar el rugido del motor...

—Ahí está, al otro lado de la calle —dijo Liam cuando vio el letrero del elegante
restaurante. El lugar parecía estar bien. Jason lo había recomendado, ya que estaba
a cargo de un compañero de posgrado de su clase culinaria, y había ayudado en la
cocina cuando estaban cortos de personal.

Liam agarró la mano de Lorelei y, después de comprobar para asegurarse de


que no venían autos, estaba a punto de cruzar la calle.

—Espera, no podemos cruzar en rojo —dijo Lorelei. Ella plantó los pies en la
vereda y no se movió—. Hay un paso de peatones en la misma calle. Podemos cruzar
allí.

—¿Estás bromeando? —Liam se quedó asombrado de que ella se opusiera a


cruzar la calle imprudentemente. No había tráfico; era seguro hacerlo. Él nunca
pondría su vida en peligro.

—Liam, las leyes son las leyes. No puedes simplemente decidir cuáles son
convenientes, y seguir esas. Primero es cruzar la calle imprudentemente, ¿qué sigue?
¿Robo a mano armada?

Abrió la boca para argumentar que no había correlación entre los dos, pero al
ver sus ojos inflexibles, y su mandíbula, cedió. Dos minutos de caminata y de nuevo
otros dos por su tranquilidad valía la pena. Era evidente que tenía un problema con
la actividad criminal en cualquier escala, basado en las acciones de su padre. Seguro
que esperaba que ella nunca se enterara de algunas de sus actividades
extracurriculares, del pasado y presente.

El restaurante era encantador, el personal de servicio atento y discreto, y la


comida tan buena como Jason la describió. Un californiano tomando platos
inspirados en Oriente Medio, era innovador y delicioso a la vez. Estaba contento
cuando Lorelei ordenó una comida completa, incluso cuando probó algunas cosas
que él había ordenado. Acostumbrado a modelos y sus caprichos para comer, era
refrescante encontrar una mujer real que pudiera apreciar la comida.
71

Ella puso un poco de azúcar en su café turco, parecía distraída por algo.
Página
—¿Liam? ¿Puedo hacerte una pregunta personal? No tienes que responder —
añadió rápidamente.

—Supongo que eso depende de la pregunta. —Puso su taza sobre la mesa. Se


le anudó el estómago mientras esperaba oír lo que estaba en su mente. La reflexión
personal era un campo de minas. Había sido un día de diversión; preferiría que no
terminara con una explosión.

—Ahora que tienes una buena idea de quién es tu padre, ¿vas a contactarte
con él? —Ella miró su taza, levantando los ojos hacia él en la última palabra.

Fuera cualquier otra mujer y le habría dado una respuesta aguda.

—No. Él nunca ha mostrado ningún interés en mí. ¿Por qué debería ponerme
en contacto con él ahora? No lo necesito.

—Tal vez nunca supo que existías.

—Oh, sabe de mí. Cuando mi madre le dijo que estaba embarazada, se ofreció
a pagar por un aborto. Ella me mantuvo con la esperanza de que cambiaría de
opinión y se casaría con ella, pero no lo hizo. Y después de que naciera, ella lo
demandó por paternidad y consiguió un acuerdo fuera de los tribunales, a condición
de que firmara un acuerdo de confidencialidad de no divulgar su nombre, incluso a
mí. Eso es todo lo que sé. Cortesía de mi abuela, que me dijo que mi madre debería
haber tomado la primera oferta.

—Pero…

—No está abierto a la discusión, Lorelei. Te agradezco tu preocupación, pero


he sobrevivido sin un padre hasta ahora. Creo que puedo seguir por los próximos
cincuenta años sin uno.

¿Debería preguntar si ella vería a su padre una vez que saliera de la cárcel? Si
su madre estaba todavía enamorada, lo más probable era que estaría de vuelta en
su vida de todos modos.

—Está bien, lo siento, no quise ofenderte. —Ella volvió a agitar su café.

—No me has ofendido. Es... bueno... me ha tomado mucho tiempo


distanciarme de mi pasado. No quiero abrir esa puerta y dejar que todo vuelva a
entrar y me inunde de nuevo.
72

—Bueno, espero que un día puedas dejar que las puertas se abran lentamente,
Página

de modo que no tengas todo tan guardado entre paredes. —Ella sacó una mano y
cubrió la suya sobre la mesa. Su toque, tan suave y reconfortante, era la más genuina
emoción que había experimentado en tanto tiempo como podía recordar. La
estrechez ya familiar en su pecho, aumentó a medida que su corazón se aceleraba.
Quería tirar de su mano, pero no pudo. Se sentía demasiado bien.

Por primera vez, pensó en olvidar su promesa a Marcus y salir cuando todavía
podía.

Pagó por la cena y luego condujo a Lorelei a su apartamento. Ella estaba en


silencio a su lado, sus dedos jugueteando con su bolso, y su cerebro estaba
demasiado ocupado tratando de convencer a su cuerpo de que él debería decir
buenas noches y nunca verla otra vez, que no se le ocurría nada que decir.

Lorelei merecía más que él. Se merecía un hombre honesto, digno de confianza
que se casara con ella y le diera un montón de bebés. No un hijo de puta que estaba
perdiendo el tiempo solo para obtener algo de experiencia romántica para un libro
que ni siquiera quería escribir.

—Gracias por hoy. Lo pasé muy bien —dijo ella mientras se ponía delante de
su apartamento—. ¿Quieres venir a tomar un café o algo?

—Creo que los dos sabemos que es demasiado pronto y no confío en mí


mismo. Pero me gustaría volver a verte. ¿Puedo llamarte?

—Por supuesto. —Buscó en su bolso y sacó su tarjeta de visita.

Ella se la entregó y él le sostuvo la mirada mientras le besaba cada uno de sus


dedos. Un resplandor suave iluminó su cara y tuvo que obligarse a detenerse allí.
Lorelei era pura tentación. Y él se estaba convirtiendo en un adicto.
73
Página
Capítulo 7

—¿V
as a salir otra vez? —David tenía los brazos cruzados y
parecía un niño petulante al que le negaron su juguete
favorito.

—No sabía que tenía que aclararlo contigo primero —dijo Liam—. Además, ha
pasado una semana desde que vi a Lorelei.

—Sí, pero estuviste fuera por negocios toda la semana, por lo que no hemos
tenido tiempo para pasar el rato. Pensé que Cal iba a manejar la compañía mientras
tú escribes tu libro.

—Algo pasó que Cal no pudo manejar. Me encantaría discutirlo contigo, pero
es clasificado. Y gracias por tu preocupación por el libro. Logré escribir cuatro
capítulos mientras estuve fuera. —Lo que había escrito era basura, pero cada vez
que pensaba en renunciar, la cara de Marcus lo perseguiría y escribía un poco más.

—Acabas de regresar esta mañana. Pensé que iríamos a ver la nueva película
de James Bond esta noche. Recuerda lo que dicen, hombre, hermanos antes…

—Ni siquiera termines esa oración. —Liam sacudió la cabeza—. ¿Qué eres, una
novia celosa? ¿Por qué no te consigues una novia? Así no tienes que estar aquí todo
el tiempo.

—Sí, como si pudiera solo agarrar a una mujer en un bar. No soy tú.

—Siéntete libre de apartarte de mí sofá y usar algo del equipo del gimnasio de
la habitación de al lado. El número de mi entrenador personal está en el tablero de
allí. Estoy seguro de que podría ayudar.

—Lo que sea —dijo David—. Esta es tu tercera cita. ¿Llevas protección contigo?

—¿Qué? —Liam dejó de ponerse la chaqueta.


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—Tercera cita, es cuando un hombre tiene sexo, todos saben eso. ¿Tienes
Página

protección?
—Para tu información, usualmente tengo sexo en la primera cita. Esto con
Lorelei es distinto. Es investigación. No tengo planes de dormir con ella.

Liam captó un vistazo de sí mismo en el espejo del pasillo y se dio la vuelta.


Incluso después de una semana, todavía no estaba acostumbrado su nueva
apariencia. Al menos el tono de su piel se había emparejado y no tenía que ir sin
rasurarse o usar el odiado maquillaje. Y ahora que sabía lo mucho que se parecía a
su presunto padre, no estaba muy enamorado con la cara que le miraba de vuelta.

Se preguntó qué otras cosas de su padre habría heredado. A pesar de decirle a


Lorelei que no quería tener nada que ver con su papá, se encontró haciendo algo de
investigación. Si las revistas de chismes servían de algo, su madre no era la única que
había caído ante los encantos de Michael Donnelly. Había un cordel de corazones
rotos que podían rodear el globo. Su presunto padre era un bastardo de clase A y
Liam no tenía intención de contactarlo.

—¿No vas a dormir con ella? ¿Por qué demonios no?

Liam había olvidado que David estaba en la habitación.

—Porque ella es una buena chica y no quiero joderla. Ya va a estar enojada


cuando y si averigua lo que estoy haciendo. No quiero dañarla. —Dios, esperaba
poder apegarse a su regla de no sexo. Cada noche de la semana pasada, cuando se
había ido a la cama, imaginaba a Lorelei junto a él.

Agarró un puñado de M&M’s y salió por la puerta.

L
orelei miró el reloj en su mantel, observando la segunda manecilla
marcando los minutos hasta que Liam llegó. Había sido una larga semana
sin verlo. Cuando llamó la mañana del domingo para decir que tenía que
irse de la ciudad por negocios, había estado desanimada, segura de que nunca
escucharía de él de nuevo.

En el lado positivo de la semana, una donación mayor había llegado y la gala


75

de recaudación de fondos ahora tenía un cincuenta-cincuenta de ser un éxito. Dustin


Página

estaba reclamando todo el éxito, pero incluso él parecía desconcertado por su


procedencia. Todavía había mucho qué hacer, pero se estaba sintiendo con más
confianza. Ahora podía poner su preocupación por el trabajo detrás de ella y
concentrarse en Liam.

El timbre de la puerta resonó en el minúsculo espacio, haciéndola saltar incluso


cuando lo estaba esperando. Limpió sus palmas sudadas en su falda y se aclaró la
garganta, dos veces, antes de presionar el botón del intercomunicador.

—¿Hola?

—Hola, es Liam —dijo innecesariamente. Su profunda y sedosa voz se había


reproducido una y otra vez en su cabeza durante toda la semana. Estaba segura de
que la reconocería en los años por delante. Escucharlo de nuevo liberó un enjambre
de mariposas en su estómago.

—Sube. Estoy en el apartamento veintinueve del segundo piso. Gira a la


izquierda al salir del elevador. —Presionó el botón de abrir la puerta y esperó.

Lorelei quería tanto abrir la puerta y asomar la cabeza y observarlo salir del
elevador, pero se forzó a quedarse dentro. Revisando su maquillaje de nuevo en el
espejo cerca de la puerta, apretó los labios y lanzó un beso al aire a su reflejo. Mandy
la había convencido de comprar un tono más dramático de labial, y estaba sombrada
de lo seductores que hacía lucir sus labios. Labios que esperaba pronto tentaran a
Liam. Saltó de nuevo cuando él golpeó la puerta.

—Cabeza, corazón, luego cuerpo —repitió por lo bajo.

Tomando dos profundas inspiraciones para tratar de calmar su ruidoso


corazón, abrió la puerta. Estaba de pie en el pasillo, con una chaqueta de cuero en
un dedo y colgando sobre su hombro. Una camisa de botones color crema y
pantalones marrón oscuro completaban su atuendo. Sus ojos la examinaron de
arriba abajo y estaba segura de que él podía ver su corazón latiendo a todo dar en
su pecho.

—Hola. —La palabra salió como un chillido.

—Te ves lo bastante buena para comerte —dijo. Su voz estaba ronca, como si
estuviera también combatiendo un arrasador infierno dentro de él.

Lorelei dio un paso atrás para permitirle entrar, y tan pronto como la puerta se
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cerró detrás de él, se inclinó hacia delante y puso sus manos en su pecho. Dejó caer
su chaqueta al suelo y la rodeó con los brazos. Sin esperar a que él decidiera si iba a
Página

besarla o no, se puso de puntillas y presionó sus labios contra los de él. Las manos
en su cintura se tensaron y él la acercó más. Ella deslizó sus manos más arriba en su
pecho y hasta su nuca, pasando sus dedos por su espeso cabello.

Hizo una respiración profunda antes de que se desmayara por el sinnúmero


sensaciones que bombardeaban su cerebro. Su fuerte loción para después del
rasurado cosquilleaba en sus fosas nasales, enviando escalofríos por su cuerpo. Un
simple beso nunca le había afectado tan profundamente. Cuando su lengua se
deslizó en su boca, pensó que se desmayaría del calor que generaba en su interior.

Una de sus manos se deslizó hacia abajo, agarrando su trasero. El la alzó hacia
él y pudo sentir su excitación presionar contra ella. Trató de inspirar de nuevo, pero
su garganta estaba tensa. Apartando su boca de la de él, de nuevo intentó respirar.
Su pecho se tensó y no podía llenar sus pulmones.

Los labios de Liam estaban trazando besos por su cuello y hombro, dejando un
camino de carne cosquilleante. Trató de tragar para aliviar la constricción en su
garganta, pero no se iba. Su lengua comenzó a inflamarse y puntos negros nadaron
delante de sus ojos. O Liam era un besador muy bueno o estaba teniendo una
reacción anafiláctica. Se movió en sus brazos y él se apartó. Su pecho estaba
emparejado con el de ella, pero al menos parecía capaz de respirar.

—No puedo respirar —logró jadear. El pánico surgió en ella. Se alejó de sus
brazos y tropezó hacia la cocina.

—Lorelei, ¿qué está pasando? ¿Qué está mal? —La voz de Liam sonaba muy
lejos. Los puntos negros estaban convergiendo y podía sentirse perder la conciencia.
Luchó por tomar otra inspiración. El sonido rasposo de su pecho la aterraba.

—EpiPen, bolsa. —Se dejó caer al suelo para que cuando se desmayara no
tuviera que caer. Como si estuviera a una gran distancia, podía escuchar a Liam vaciar
la bolsa que había dejado en la encimera.

Se apresuró hasta su lado con su EpiPen en mano.

—¿En dónde? ¿En dónde lo inyecto?

Se tocó la parte externa del muslo y sintió el pinchazo de la aguja perforando


su piel.

—Quédate conmigo, corazón. Quédate conmigo.


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La medicina fluyó por su cuerpo, y su primera respiración tentativa fue seguida


Página

de algunas más, cada una volviéndose más fácil. Liam dejó su lado por un segundo,
regresando con su celular pegado al oído. Podía escucharlo dando su dirección e
implorando a alguien que se apurara.

—La ambulancia estará aquí en un minuto. ¿Qué necesitas? ¿Cómo puedo


ayudar? —Alcanzó su mano y tomó su pulso, pareciendo algo aliviado de que latiera
fuerte.

—Estoy bien ahora —dijo, mientras intentaba sentarse.

—No, quédate aquí. —Presionó su espalda contra el suelo, pero mantuvo su


mano, frotándola con su otra mano.

La niebla comenzaba a dispersarse en su cerebro. Así no era como se imaginaba


que iría la noche. En cualquier escenario en donde terminaban en el suelo de su
cocina, menos ropa estaba involucrada.

L
iam se apresuró por las puertas del departamento de emergencia y buscó
a Lorelei o los paramédicos que la trajeron aquí. El olor medicinal del
hospital atacó sus fosas nasales. Su garganta dolió mientras pensaba en
todas las veces en las que había estado aquí para visitar a Marcus. Estar de vuelta en
el hospital en dónde su hermano pasó sus últimos días hizo que su estómago doliera,
y un arrasador infierno invadió sus entrañas.

Hizo a un lado pensamientos de Marcus y se enfocó en la razón de su actual


visita. Años de suprimir emociones vinieron a su ayuda, y se acercó al escritorio de
la enfermera. La trabajadora de salud dio un respingo mientras él aparecía.

—Estoy buscando a Lorelei Torres. Acaba de traerla la ambulancia.

La enfermera revisó su tablero.

—El doctor está con ella ahora. Tome asiento, y le pediré que hable con usted
tan pronto como termine. —Señaló hacia al área de espera llena de personas con
distintos estados de estrés.
78

Quería demandar ver a Lorelei inmediatamente, asegurarse de que estuviera


bien, pero la mirada fulminante que le dio la enfermera marchitó las palabras en su
Página
lengua. Sería mejor dejar a hacer a los doctores su trabajo; el suyo era consolar y
apoyar a Lorelei.

Mientras estaba de pie junto a una máquina expendedora, pensó en el giro


dramático de los eventos de la noche. Estaba abrumado por su reacción cuando
Lorelei abrió la puerta de su apartamento. Ella se veía tan hermosa, la radiante sonrisa
en su cara le había hecho sentir como si hubiera llegado a casa. Nunca se había
sentido tan entusiasmado de ver a alguien, y tan en paz consigo mismo. Luego ella
puso sus manos en su pecho y sus labios en los suyos, y todos sus argumentos de
no dejar que la relación se volviera física se evaporaron en un instante. Sus labios
suaves y el sabor dulce habían hecho más que obtener una respuesta física; una
pared de resistencia comenzó a derrumbarse también. Lo aterraba y lo emocionaba
al mismo tiempo.

—¿Está aquí por Lorelei Torres?

Liam alzó la mirada para encontrar a un joven estudiante de medicina de pie


enfrente de él.

—Sí, ¿puedo verla ahora? —Siguió al hombre de bata blanca en un área


encerrada detrás el escritorio de la enfermera. Lorelei estaba sentada en la cama, con
una máscara de oxígeno en la cara. Su pecho se apretujó y su respiración se volvió
superficial, como si ahora él tuviera dificultades para conseguir aire.

Se movió a su lado y tomó su pequeña mano en la suya. Ella era tan pequeña,
tan frágil.

—Está mejor. Hemos hecho algunas pruebas y esperamos los resultados. Está
cómoda y el nivel de oxígeno en su sangre está normal. La mantendremos aquí para
observación un rato, luego puede irse a casa a menos en los resultados de las
pruebas tengan alguna sorpresa. Parece haber experimentado una severa reacción
alérgica. La señorita Torres indicó que es alérgica al maní, pero dice que no ha
consumido. Sería bueno si se hiciera pruebas para otros alérgenos potenciales.

—Comí maní como media hora antes de que nos viésemos. Luego nos besamos
—dijo Liam.

—Eso lo aclara —dijo el doctor.

—No sabía…
79

Lorelei se quitó la máscara de la cara.


Página
—No es tu culpa. No te dije. Tuve una reacción una vez cuando estaba muy
joven, tres o cuatro años, no lo recuerdo. Tener el EpiPen es más por hábito. Ni
siquiera lo llevo conmigo la mitad del tiempo. Siento haber arruinado nuestra noche.

—Eso no importa. Todo lo que importa es que estés bien.

—Bueno, podría reconsiderar comer maní si tendrá contacto cercano con la


señorita Torres en el futuro —dijo el doctor. Escribió una nota en el tablero y la colgó
de vuelta al pie de la cama—. Estaré de vuelta cuando los resultados salgan —dijo,
antes de hacer a un lado la cortina y marcharse.

—En verdad, Liam, no es tu culpa. Deja de parecer tan preocupado. Estoy bien
—dijo Lorelei mientras se sentaba en el borde de su cama, sosteniendo su mano.

—¿Liam? Creí haber escuchado tu voz. —Otro doctor apareció en el hueco de


la cortina—. ¿Qué te trae de vuelta?

Liam se paró en la entrada del doctor.

—Doctor Tanner. ¿Cómo está? Estoy con una amiga, Lorelei. —Girándose hacia
ella dijo—: El doctor Tanner trató a mi hermano, Marcus, numerosas veces.

—Quería agradecerte personalmente…

—No es necesario, Doctor. No es necesario. ¿Está trabajando en emergencias?


—Lo último que Liam necesitaba esta noche era que Lorelei descubriera su riqueza.
Porque estaba seguro de que los tipos normales no compraban máquinas para
corazón y pulmones para hospitales.

—No, pero uno de mis pacientes fue traído recientemente en ambulancia. —


Los ojos del doctor pasaron entre ellos dos—. Bueno, es bueno verte. Los dejaré
tranquilos.

El doctor cerró la cortina de nuevo y Liam se giró de vuelta hacia Lorelei, aunque
no podía forzar a sus ojos encontrarse con los de ella. La culpa quemaba en su
garganta.

—Recuerdo que mencionaste a tu hermano cuando nos conocimos, dijiste que


era escritor. ¿Está bien ahora? —preguntó Lorelei, su mano alcanzando la suya.

Liam tragó antes de responder.


80
Página
—Marcus murió hace un mes. Tenía un defecto en el corazón y aunque estuvo
en la lista de donantes por años, tenía un tipo de sangre tan raro que no hubo ningún
corazón disponible antes de que muriera.

Apretó su mano en apoyo silencioso.

—Siento tanto tu pérdida. ¿Eras cercano a tu hermano?

—Era todo para mí. Le habría dado mi corazón si hubiera sido compatible.

Cerró sus ojos y la cara suplicante de Marcus apareció ante él. «Termina mi
libro, por favor. Tienes que ser tú, solo tú». Liam no había sido capaz de negar que
la súplica y su pobre intento de cumplir la última petición de su hermano lo habían
llevado hasta aquí. De vuelta a donde comenzó.

Cuando se arriesgó a mirar a Lorelei, lágrimas silenciosas bajaban por sus


mejillas. ¿Valía la pena lastimar a esta mujer para cumplir la promesa que le hizo a
su hermano? Si tenía que escoger entre Marcus y Lorelei, no estaba seguro de cuál
camino tomaría.
81
Página
Capítulo 8

L
orelei apretó la chaqueta de Liam contra su pecho mientras presionaba
el timbre. Él había estado tan preocupado por ella después de su episodio
que había olvidado llevársela a la casa. En el bolsillo había una factura de
una computadora portátil. El receptor era IWC Security, pero de acuerdo con una
búsqueda en un mapa de Google, la dirección de entrega era para una bodega
remodelada y no la oficina principal. Dado que Liam decía que trabajaba desde casa,
ella había apostado que sería su casa. Por todo lo que sabía, podría estar tocando la
puerta de un cliente. No estaba completamente segura de cómo explicaría su
presencia si ese era el caso, pero con algo de suerte, se le vendría algo a la cabeza.

Y si era la casa de Liam, por lo menos sabría si era casado o no. Cada vez que
pensaba que estaba llegando a conocerlo, él cambiaba la conversación lejos de sí
mismo. ¿Qué podía ser peor que una esposa y niños? Ella tenía que saberlo. Así que,
con los ojos cerrados, presionó el timbre.

A pesar del fuerte repiqueteo de la campana, todo lo que obtuvo en respuesta


fue el vago balbuceo de una radio o una televisión. Estaba a punto de irse cuando
escuchó la voz de una mujer llamando a Liam. Una neblina roja detuvo toda función
racional en su cerebro y presionó el timbre de nuevo, sosteniéndolo para provocar
toda la molestia posible.

Ligeras pisadas corrieron hacia la puerta y fue abierta de un tirón.

—De acuerdo, ya. ¡Quédate con la camisa puesta! —dijo una pequeña rubia.

Lorelei estaba a punto de lanzar la chaqueta de Liam en su cara y dar vuelta


cuando la mujer exclamó:

—Oh, debes ser Lorelei. Pasa.

Confundida, Lorelei entró al apartamento después de la mujer. ¿Qué esposa le


daría la bienvenida a su apartamento a la nueva novia de su marido?
82
Página

—¡Liam, tu mujer está aquí! —gritó la rubia.


Insegura de si debía seguir a la mujer al sofá de donde se había levantado o
quedarse donde estaba, Lorelei sondeó sus alrededores. El apartamento era de estilo
galería, el piso de madera pulida. A la derecha, la puerta a la cocina estaba abierta y
ella podía ver los aparatos de última tecnología. Había varias ollas en la estufa y un
aroma celestial permeaba el aire. El apartamento cálido y lleno de madera no era el
lugar en que ella había imagino que vivía Liam. Se había imaginado que era un tipo
más de cromo y cuero. Este lugar era espacioso, pero tenía una atmósfera de
acogedora comodidad.

Al otro lado de la puerta, donde ella estaba de pie, había un enorme televisor
de pantalla plana montado en la pared, rodeado de un árbol de lujo y sofás afelpados
acomodados en forma de U. A la izquierda, junto a una pared de ventanas, había
otra zona para sentarse con una mesa redonda entre dos sillas con respaldo alto.

Liam apareció desde la esquina a la izquierda de los sofás, seguido por un


hombre mucho más pequeño que le parecía vagamente familiar.

—Lorelei, ¿cómo estás? —Él se apresuró a su lado, pero no la besó. Después


del último beso, probablemente estaba tan nervioso como ella. Además, tenían
público.

—Estoy bien. Gracias por las flores y la llamada. Debiste dejar que Mandy me
despertara.

—No quería perturbarte, solo asegurarme de que estabas bien. —La miró
fijamente. Su mano tembló ligeramente mientras su pulgar rozaba sus labios antes
que la dejara caer a su costado de nuevo.

—Olvidaste tu chaqueta en mi casa. —Ahora que estaba frente a frente con él


de nuevo, sus rodillas empezaron a temblar. No debería haber venido. Si él quería
verla, la habría llamado.

Alguien tosió y él se dio vuelta como si hubiera olvidado que los estaban
observando. ¿Quiénes eran todas estas personas? Él había dicho que todo lo que
tenía para encontrar al llegar a casa era un lugar vacío y una cena congelada. Quizás
iba a dar una fiesta. Sofocó una sensación de decepción de que no la hubiera
invitado.

Él se aclaró la garganta.
83

—Oh, gracias. Pasa, estábamos por comer. ¿Te nos unes?


Página
—Parece que van a tener una fiesta. No quise interrumpir. —Retrocedió hacia
la puerta.

—¡Ja! Si fuera a dar una fiesta, no invitaría a ninguna de estas personas —dijo
Liam con una risa. Se estiró por su mano y gentilmente la llevó a la habitación—.
Déjame presentarte a Helen y su hermano, David. Viven en el apartamento al otro
lado del pasillo, pero dado que están aquí más de lo que están allá, creo que debería
cobrarles renta. David y yo trabajamos juntos. —Hizo un gesto hacia el hombre que
se había retirado a la cocina—. Ese es Jason. Es un chef, así que se ofrece a cocinar
cuando todos estamos juntos. Es una larga historia.

—Oh, encantada de conocerlos —fue todo lo que pudo pensar en decir. Al


menos él no estaba casado.

Lorelei miró a Liam, que cambió su posición de un pie al otro. Lanzó su


chaqueta hacia el perchero, sin preocuparse por recogerla cuando cayó al piso.

—Iba a llamarte de nuevo, pero este trabajo se salió de control y perdí la noción
del tiempo.

—No quise interrumpir. Si tienes trabajo que hacer, adelante —dijo.

—David lo puede terminar. Ven, siéntate. —Hizo un gesto hacia el hombre más
bajo, quien se retiró a la parte posterior del apartamento.

Lorelei se dejó caer en el cómodo sofá. Liam se sentó a su lado, aunque no lo


suficientemente cerca para que se tocaran. Tenía un par de jeans desgastados
puestos y una camiseta azul marino algo envejecida, y calcetines. Él estaba casual,
cómodo y tan sexy que Lorelei tuvo que enterrarse las uñas en las palmas para evitar
estirarse y deslizar sus dedos por su cabello enmarañado. Sus amigos obviamente
sabían de su relación, lo que fuera que tenían, pero ella no estaba segura de cómo
se sentiría él con las muestras de afecto en público.

Helen continuó mirándola y Lorelei tuvo que luchar con la urgencia de deslizar
su lengua por sus dientes en caso de que tuviera algo atascado ahí. La sonrisa que
la otra mujer le mostró nunca llegó a sus ojos. Cambió su mirada a Liam y estuvo
sorprendida por la intensidad en su rostro. Al conocer a su muy obviamente cercano
círculo de amigos, estaba muy al tanto de lo poco que sabía de este hombre, y lo
mucho que se preocupaba por él.
84

—¿Cómo encontraste mi casa? —Liam sonaba tranquilo, sin embargo había


Página

algo afilado escondido en sus palabras.


—Había una factura en uno de los bolsillos. Lo siento, Liam. Debí haber llamado
primero. Pero, después de lo de Barry…

—Lo entiendo. Tenías que asegurarte de que no estoy casado. —Sonrió y el


maravilloso hoyuelo reapareció.

—En serio, si necesitas terminar tu proyecto, no me molesta. Helen y yo


podemos hablar. —Lorelei envió una sonrisa en dirección a la otra mujer que no le
fue devuelta.

—¿Si estás segura? Solo me tomará un par de minutos más. Luego podemos
cenar todos y ver una película. Es la noche de Helen para elegir de nuevo, así que sin
duda será un romance.

—Me iré por un clásico esta vez, Casablanca —dijo Helen.

—Oh, esa es una de mis favoritas —dijo Lorelei.

—Suena como que tienen mucho en común. Siéntete como en casa. Regresaré
en unos minutos. —Liam besó su mano antes de casi correr hacia la habitación
trasera.

—¿Qué están haciendo allá atrás? —Lorelei se volvió hacia Helen, quien
también había visto a Liam retirarse, una mirada de anhelo en su rostro.

—No lo sé. Probablemente ingresando al sistema informático de alguna


pizzería para enviar cientos de pizzas de pepperoni a un dormitorio universitario. —
Helen deslizó una mano por su cabello.

Lorelei se congeló. ¿Liam se involucraba en actividades ilegales por su cuenta?


Él había evadido su pregunta sobre si había hackeado sistemas de personas que no
eran clientes cuando estaban en el Lago Snow. Sería muy típico de ella pasar de un
novio adúltero a uno criminal. Se quedó mirando a Helen para ver si estaba
bromeando, pero no había sonrisa en su rostro. Aun así, IWC Security era una
compañía prestigiosa. ¿Contratarían personas que no hubieran pasado un riguroso
estudio de antecedentes? Tal vez ella debería considerar pedir eso antes de acceder
a salir con alguien.

Helen se aclaró la garanta y Lorelei se dio cuenta la había estado mirando muy
fijamente. Tímidamente, Helen deslizó su mano de nuevo por su fibroso cabello
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rubio, que parecía querer volar. Con un buen corte de cabello, podría ser atractiva.
Ella tenía bonitos ojos azules, pero estaban escondidos bajo cejas tupidas y gruesos
Página

anteojos. Sumida en la ciega rabia, cuando ella había abierto la puerta, Lorelei no
había notado su figura. Sin embargo, con la sudadera holgada color gris y pantalones
marrones sin forma que tenía puestos, probablemente era un punto irrelevante.

—¿Eso es lo que suelen hacer? —Lorelei luchó para mantener su tono brillante
y relajado. Su trabajo ya estaba en zona inestable; otro mal novio y estaría fuera del
trabajo.

—Realmente no lo sé. Si me disculpas, tengo que ir por algo. —Helen atravesó


la habitación y cruzó otra puerta, que se cerró detrás de sí con un golpe sordo.

—¿Q
ué infiernos está haciendo ella aquí? —preguntó
David.

—Shh, te va escuchar. Su último novio ocultó


el hecho de que estaba casado. Obviamente ella
quería asegurarse de que yo no lo estoy. —Liam trató de concentrarse en el monitor,
pero seguía esperando que Lorelei entrara y demandara saber quién era él y qué
estaba haciendo. Su estómago se sentía como si se hubiera tragado una bolsa de
rocas.

—Ja, una esposa sería la última de tus preocupaciones.

—Solo compórtate. Sígueme la corriente con lo del tipo normal y nadie saldrá
herido, especialmente tú.

—¿Nadie saldrá herido? —David recogió la foto de perfil de Lorelei que Liam
tenía en su escritorio y la puso contra su propio rostro.

—Vamos, hombre. Necesito tu apoyo en esto. Solo sígueme la corriente, por


favor. —Liam agarró la foto y la información de antecedentes que había imprimido
y los puso en una carpeta—. Voy a regresar ahí antes de que Helen le diga algo que
no debería.

Liam salió corriendo de la sala de computación, dejando a su amigo terminar


la prueba de penetración. El que Lorelei invadiera su santuario no era parte del plan.
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Ella se había abierto paso a suficiente parte de su vida, y corazón, descubriendo sobre
Página
su padre y Marcus. Tenerla aquí, donde él no tenía defensas, era demasiado
arriesgado.

Regresó a la parte delantera del apartamento para encontrar a Lorelei sola,


pasando las páginas de una revista de Wired. Su corazón se aceleró y su boca se
secó. Ella era tan hermosa; por un momento sus piernas se debilitaron.

—¿A dónde fue Helen?

—Dijo que olvidó algo y se fue —dijo Lorelei. Ella le mostró una rápida sonrisa
y pasó unas cuantas páginas más de la revista sin mirarla—. Tienes una casa hermosa.

—Gracias. No he leído esa edición todavía. ¿Algo interesante?

Ella puso la revista de vuelta en la mesa de café y se recostó contra los cojines
del sofá. Liam no podía negar que se veía perfecta ahí. Si los otros se iban a casa,
ellos podían volver a intentar aquel beso que habían empezado en su casa.

—Dice algo sobre ruedos y lo que estará de moda la próxima primavera.

—Ah, debe ser Wired, Edición de Moda. Me agrada escuchar sobre ruedos, sin
embargo. Aprecio un buen par de piernas. —Su mirada se deslizó por su cuerpo y
pudo imaginarse sus piernas contra su cintura, alentándolo. La mitad más baja de su
cuerpo se apretujó por la imagen.

—Estuve leyendo sobre programación. Quería saber sobre lo que haces. Es


asombroso. ¿De verdad puedes leer todos esos lenguajes?

—La mayoría. Sin embargo, no son muy buenos para comunicarse con las
personas.

No pudo evitar mirarle la boca; sus labios lo fascinaban. Sus mejillas se tornaron
rosas mientras él continuaba mirándola.

—No debí haber venido sin avisar. Lo siento, mis inseguridades me ganaron.
—Jugueteó con su collar de plata, ya no viéndolo a los ojos.

Él rodeó la mesa y tomó sus manos en las suyas, esperando hasta que levantara
la mirada hacia él.

—Eres bienvenida cuando desees. Solo que estoy trabajando. Tengo un gran
proyecto, de lo contrario te habría invitado a venir. No estaba seguro de cuánto me
87

tomaría y no quería terminar ignorándole. Pero me alegra que hayas venido. Estás a
Página
salvo aquí, por cierto. Me deshice de todo lo que tuviera maní y los prohibí en el
apartamento.

—Me iré. Nos podemos ver para cenar cuando no estés tan ocupado. —Hizo
un movimiento para levantarse.

—Lorelei, esta es la mejor sorpresa que he tenido en semanas. Estás ahora aquí,
por favor, no te vayas. Únete a mis amigos y a mí para cenar. Entonces voy a terminar
el trabajo en mi computadora portátil mientras que la película está reproduciéndose
y después te llevaré a casa.

—Si estás seguro...

Se inclinó y la besó en la mejilla. Olía a flores y a sol, y tuvo que resistir darle
vuelta la cara para que pudiera devorar su boca. Así como fue, ese pequeño, íntimo
gesto encendió una llama en la boca de su estómago. Tal vez debería decirle que se
fuera, que volviera cuando tuviera más control.

—Estoy seguro.

Sus mejillas se habían vuelto de color rosa cuando se retiró y solo un ruido en
el otro extremo de la habitación le impidió tratar de profundizar su rubor.

Jason puso una cazuela humeante sobre la mesa y gritó que la comida estaba
lista. Liam la acompañó a la mesa mientras Helen se deslizaba de nuevo en el
apartamento.

—Jason es un excelente chef. Solía trabajar en un hotel de gama alta. Está


experimentando esta noche con comida mexicana.

—Maravilloso, será como comer en casa. Mi madre es mexicana y es


prácticamente todo lo que cocina.

—¿Escuchaste eso, Jason? Tienes una experta en la casa.

—Mi cocina habla por sí misma —respondió Jason.

Liam la condujo al asiento al lado de la suyo. Cuando se sentó, su pierna rozó


la de ella, lo que desencadenó otra avalancha de deseo. Sus ojos se abrieron y su
lengua se asomó por entre sus gruesos labios. Hacía diez minutos se había estado
muriendo de hambre. Ahora lo único que quería era llevarla a la habitación y tener
88

una fiesta con su voluptuoso cuerpo. Excepto que esta relación no era por el sexo;
estaba a punto de terminar el maldito libro de Marcus. Su estómago dio un vuelco,
Página

pero forzó una sonrisa en su cara y empezó con la comida en su plato.


La comida comenzó en voz baja. David parecía nervioso por soltar
impulsivamente las cosas. A Helen parecía molestarle que hubiera otra mujer allí, y
Jason parecía excesivamente preocupado por la opinión de Lorelei de sus platos,
preguntando varias veces si eran lo suficientemente auténticos.

Cuando Lorelei les contó un incidente divertido acerca de su primer viaje a


México, rompió el hielo, y después sus amigos se unieron a ella. Ella bromeó con
David acerca de su hábito peculiar de oler cada bocado de comida y repartió elogios
a Jason, quien pidió saber si tenía alguna receta secreta que estuviera dispuesta a
divulgar. En el momento en que el postre estaba sobre la mesa, era como si ella
hubiera cenado con ellos cada noche.

La facilidad con la que encajaba en su vida le provocó un escalofrío. No podía


sentirse cómodo, porque una vez que se enterara de su engaño todo terminaría.
Mujeres honestas como Lorelei no se quedaban con fraudes como él. Una sensación
de ardor en el pecho le hizo imposible comer los últimos bocados de la cena.

—¿Puedo ayudar con los platos? —le preguntó a Jason mientras David y Helen
terminaban de comer y se dirigían a los sofás.

—No, está bien. Yo me encargo —dijo Jason.

—Tonterías, tomará la mitad del tiempo si somos dos. Luego puedes ver toda
la película junto a Helen.

Asombrado por la relación que Lorelei había logrado desarrollar con el chef,
normalmente reservado en tan poco tiempo, Liam agarró un par de platos sucios y
los siguió hasta la cocina.

—Gracias, Lorelei. —Jason le sonrió y la sonrisa de megavatios que ella le dio,


puso a Liam en el borde.

Liam puso los platos en el mostrador con más fuerza de lo que pretendía. El
ruido causado hizo saltar a Lorelei y Jason. ¿Estaba su cocinero coqueteando con
su... su qué? Apretó la mandíbula antes de que pudiera decir algo que lamentara.

—No te preocupes, Liam. Jason y yo podemos con los platos. ¿Por qué no
vuelves a tu computadora y te llamamos cuando estemos listos para ver la película?

Él se quedó un momento más, viendo a Lorelei y Jason trabajando juntos en la


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cocina como un viejo matrimonio. La llama de celos era tan intensa como no
deseada. No tenía tiempo para esto.
Página
L
iam detuvo el auto frente al edificio de ella y apagó el motor. Ya no estaba
conduciendo el viejo Ford, se trataba de un nuevo modelo de Toyota. Era
casi la una de la mañana y la calle estaba desierta. Una película se había
convertido en tres, y el grupo se había reído y bromeado hasta que Helen se había
quedado dormida en el sofá, con la cabeza sobre el hombro de Jason.

—¿Qué pasó con el otro auto? —Ella rompió el silencio que se alzaba entre
ellos. Liam parecía sumido en sus pensamientos, como sopesando los pros y los
contras de su siguiente movimiento.

—Se murió, y ya que tenía una pegatina de “no resucitar” en el parachoques,


lo dejé ir. Por lo menos con este, puedo estar bastante seguro de que voy a llegar a
mi destino.

—Sin embargo, todavía no se parece a ti, ¿no? —Tal vez Liam era uno de esos
hombres a los que no le gustaban tanto los autos.

—¿En qué tipo me ves? —Liam levantó una ceja.

—No lo sé. Algo deportivo, ¿un Mustang tal vez?

—Hmm, realmente nunca me he considerado un hombre de Mustang, pero por


ti, me gustaría probar cualquier cosa.

El hoyuelo estaba de vuelta. Dios, amaba ese hoyuelo.

—Preferiría que fueras fiel a ti mismo. Ya he tenido suficientes mentiras en mis


relaciones pasadas para que me dure toda la vida —dijo.

El hoyuelo desapareció.

—Tengo que regresar a Washington esta semana, pero debería estar de vuelta
por la noche del viernes. ¿Podemos reunirnos entonces?

Ella trató de ocultar su decepción por toda una semana sin él.
90

—La gala de recaudación de fondos que he estado organizando es el viernes


por la noche. Es mi primera incursión en el mundo de la caridad de San Francisco.
Página

Estoy un poco nerviosa. ¿Te... te gustaría asistir? No tienes que donar, pero sería
agradable ver al menos una cara amable a la que no se le está pagando por estar
allí.

Liam vaciló.

—Si vas a estar trabajando, no quiero distraerte. Podemos encontrarnos el


sábado.

—No realmente. Me encantaría si quieres venir. Está todo listo. El Presidente de


la caridad va a volar desde Nueva York y va a hacer todos los discursos. Estoy en una
especie de libertad condicional. Si esto no va bien, si no llegamos a nuestra meta en
donaciones, puedo quedarme sin trabajo. —Ella empujó el pensamiento a un lado.
No quería pensar en sus asuntos de trabajo ahora. No cuando Liam estaba a
centímetros de ella, mirándola como si fuera a besarla en cualquier momento. Su
cuerpo se estremeció, anticipando su toque.

La miró a los ojos, aún no está decidido.

—Está bien, voy a ir, pero solo para estar contigo. Las galas no son lo mío.

—Será divertido, te lo prometo. Oh, es un evento de gala formal, por lo que


tendrás que alquilar un esmoquin. ¿Eso está bien? —En realidad, la idea de ver a
Liam en traje formal la mantendría en vela toda la semana. Tenía la altura y
contextura para hacer el traje atractivo. Sería como James Bond sin la licencia para
matar.

Se removió en el asiento, apoyando su brazo izquierdo en la parte superior del


volante.

—Creo que va a estar bien. —Él sonrió de nuevo y su corazón se agitó. Era tan
guapo. ¿Qué estaba haciendo con ella y por qué no estaba ya tomado? Por el
momento, sin embargo, iba a deleitarse con el conocimiento de que él no estaba
casado y por alguna razón estaba interesado en pasar tiempo con ella.

—¿Quieres subir?

La miró a los ojos de nuevo.

—Me encantaría, pero tengo un vuelo temprano por la mañana. Es mejor si


digo buenas noches aquí. ¿A qué hora quieres que te recoja el viernes?
91

—En realidad, tengo que estar allí temprano para supervisar la instalación.
¿Podemos encontrarnos en el Four Seasons, a las siete y media?
Página
—Por supuesto. —Liam se acercó y puso una mano en su mejilla; sus oscuros
ojos buscaron los de ella en la penumbra. Él pasó el pulgar por la nariz hasta que se
detuvo en sus labios, tirando de su labio inferior un poco lejos del otro. Sacando su
lengua, probó su dedo, provocando una respiración profunda en él. Su índice
sustituyó el pulgar y corrió hacia atrás y adelante por encima de su labio inferior—.
No he comido maní en una semana. ¿Crees que es seguro si te doy un beso de
buenas noches?

—Estoy dispuesta a correr el riesgo. Tengo una nueva EpiPen en el bolso por si
dejo de respirar de nuevo.

—Tomo nota —dijo, sus labios a un milímetro de distancia de los de ella.

Su toque era suave al principio, pero cuando abrió la boca y respondió, la mano
en la mejilla se desplazó hacia la parte posterior de su cabeza, sus dedos
deshaciendo su trabajoso peinado.

Liam inclinó la cabeza para obtener un mejor ángulo. Sabía débilmente al


whisky que había tomado hacía unas horas, y su loción para después de afeitado era
picante, incluso mejor de cerca. Debía ser un crimen que el hombre pudiera verse,
saber y oler tan bien. Mientras que devoraba su boca, sus manos fueron explorando.
Una de ellas en las sedosas hebras de su cabello. La otra estaba vagando en los
contornos de su espalda y hombros.

Su mano derecha, que estaba apoyada en su cintura, encontró su camino por


debajo de su camiseta, y pasó por encima de su espalda, dejando una sensación de
chispas a lo largo de su piel. Con una hábil maniobra, le desabrochó el sostén. Su
pulgar corrió a lo largo del costado de su cuerpo hasta llegar a la parte inferior de
su pecho. Un gemido llenó el aire, y se dio cuenta de que había venido de ella.

Soltó sus labios, dejó una serie de besos en su mejilla. Ella respiró profundo,
solo para asegurarse de que podía. No hizo nada para aliviar la bruma de deseo que
envolvía su cuerpo. Por lo menos si ella iba a desmayarse esta vez, sería por la pasión
y no por la asfixia.

Cuando el pulgar de Liam pasó por el pezón de su pecho, su espalda se arqueó,


animando su exploración. Su otra mano dejó su pelo, que ahora estaba cayendo por
su espalda, y se unió a la otra bajo su camisa. Jugó con sus pechos, pequeños toques
sobre los tensos picos, dando vueltas antes de rodar sus pezones entre el pulgar y
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el índice. Su boca volvió a cubrir la de ella, causando estragos y exigiendo su


Página

rendición. Poco sabía que no tenía intención de luchar contra esta atracción.
Soltó sus labios, enterrando su rostro en el hueco de su cuello. La respiración
de Liam era pesada, los latidos de su corazón se sentían fácilmente a través de su
camisa. Sus manos se movieron de sus pechos a su cintura, tirando de la camisa hacia
abajo. Sus pezones, todavía muy sensibilizados, protestaron por la pérdida de su
toque. Otro gemido se unió a la respiración, este sonido era de decepción en lugar
de estímulo.

—¿Ves por qué no puedo subir? —le susurró al oído.

—No. —Ella era vagamente consciente de que todavía estaban sentados en su


auto, delante de su apartamento. Las ventanas estaban empañadas. En cualquier
momento, un oficial de policía podría venir y llamar a la ventana, exigiendo saber lo
que estaba pasando dentro. Y, por una vez, no le importaba. Lo único que quería era
que el asalto de Liam a su cuerpo continuara.

Él se rio entre dientes.

—Tentadora. Tengo que estar en un avión en cinco horas, y ese no es suficiente


tiempo para hacer justicia a tu increíble cuerpo. Y no me gusta dejar las cosas a
medio hacer. Soy un tipo de todo o nada.

Ella gimió de nuevo. ¿Qué se había apoderado de ella? Sonaba como una mala
actriz en una película porno.

—Está bien, pero será mejor que duermas un poco mientras estés lejos, porque
no lo vas a hacer cuando vuelvas —dijo. El calor invadió su rostro. Dios mío19, ¿de
dónde había salido esa línea? Se podría pensar que era una cualquiera, durmiendo
con hombres casados y haciendo proposiciones a otros en autos fuera de su
apartamento. Antes de que pudiera balbucear algún tipo de retracción, Liam
respondió besándola de nuevo hasta que ella estuvo sin aliento.

—Te tomo la palabra —murmuró cuando finalmente se recostó en su asiento—


. Ah, ¿y puedo hacer una solicitud para el próximo viernes?

—¿Qué? —Alcanzando su espalda, cerró nuevamente su sujetador. Ella tomó


la retirada de Liam a su asiento como un indicador que la fiesta de esta noche había
llegado a su fin.
93

—Lleva el cabello suelto. Es tan hermoso y me va a recordar dónde lo dejamos


esta noche. —Extendió la mano y la pasó por su pelo despeinado.
Página

19
En español en el texto original.
—Está bien. —Ya había estado planeando un peinado elaborado, pero el deseo
en los ojos de Liam anuló esa idea. Personalmente, no necesitaría ningún
recordatorio; ella estaría reproduciendo toda la escena una y otra vez hasta que lo
volviera a ver.

—Hasta el viernes, entonces. —Tomó su mano y besó cada uno de sus nudillos,
mirándola fijamente a los ojos mientras lo hacía.

Esta iba a ser la semana más larga de la historia.

94
Página
Capítulo 9

L
orelei examinó la habitación, complacida con su apariencia. Los altos
jarrones de cristal que contenían rosas blancas adornaban cada mesa. Ella
también se había decidido por manteles y servilletas blancas. Un grupo
de niños había decorado cada tarjeta del lugar, añadiendo un toque de color. Contra
las paredes, las mesas habían sido montadas con notas de agradecimiento de los
niños que habían tenido recientemente experiencias con Happy Day, con un poco
de información y fondo de las fotos, mostraba el trabajo que la caridad hacía. Un
pianista vestido de negro estaba tocando suavemente en el piano de cola en un
estrado en el centro de la habitación. En tan poco tiempo, no había organizado una
cena temática completa. En cambio, lo había dirigido a la elegancia. Y teniendo en
cuenta la reacción del personal y los primeros huéspedes en llegar, lo había logrado.

Echó un vistazo a su reloj. Había tiempo suficiente antes del inicio oficial para
correr escaleras arriba a una de las habitaciones que habían sido reservadas para la
noche y cambiarse. Uno de los beneficios de ser organizadora, era que podía pasar
la noche si así lo deseara. Y basada en la forma en que ella y Liam se habían separado,
una noche en uno de los mejores hoteles de San Francisco estaba definitivamente
entre las cartas.

Él había llamado tres veces durante la semana, después de las diez de su hora,
lo que era las 1:00 am en Washington, por lo que ella sabía que él estaba trabajando
duro. Había sonado agotado y ella realmente no le culparía si cancelara venir esta
noche. Con ese pensamiento, comprobó su teléfono celular por un mensaje de
arrepentimiento, pero hasta ahora nada.

Se puso el vestido de noche negro que al que le había dado vueltas durante
varios días. ¿Era demasiado revelador para una función de caridad? Aunque bastante
modesto en la parte delantera, mostrando solo un toque de escote, se hundía en
una uve profunda en la parte trasera, por lo que usar un sostén era imposible. Si eso
95

no era suficiente, había un corte hasta el muslo alto en un lado, que siempre que
permaneciera inmóvil, nadie se daría cuenta. Sin embargo, si daba un paso
Página

demasiado grande, la parte superior de sus medias se mostraría. No es que ella


tuviera la probabilidad de tomar grandes pasos en los tacones de cuatro pulgadas,
que evidentemente se requerían para mostrar el vestido al máximo.

Mandy había elegido el vestido, y después de que Lorelei se lo probara, su


amiga había insistido en que lo comprara. Ella debería haberlo intentado con el
vestido que había pensado llevar al principio, antes de haber invitado a Liam. Ese
que había sido desvanecido en las cortinas aburridas y habría pasado prácticamente
desapercibido entre una habitación llena de la élite de San Francisco. Sin embargo,
ella había querido llevar algo para impresionar a Liam. Una vez le había dicho a
Mandy que él iba a venir, su amiga le había llevado rápidamente a una exclusiva
boutique especializada en vestidos por estudiantes diseñadores. También le había
costado el sueldo de dos semanas; esperaba que conservar su trabajo para pagar
por ello.

Su teléfono zumbó y Lorelei tragó. Una bola de plomo se instaló en su


estómago mientras estaba segura de que era Liam llamando para decir que estaba
demasiado cansado para hacerlo. Bueno, probablemente podrían tener un buen
almuerzo tranquilo mañana, o tal vez ella le invitaría a cenar a su casa.

—Lorelei Torres —dijo ella, sin reconocer el número en la pantalla de llamadas.

—Señorita Torres, uno de los invitados está pidiendo que lo cambien a una
mesa diferente. ¿Tal vez usted podría sugerir una colocación alternativa? —La voz
del gerente del evento del hotel tenía un toque de exasperación.

—Bajo ahora mismo —dijo Lorelei. Y así empezó todo.

Una hora más tarde, con una enorme sonrisa falsa pegada en la cara,
inspeccionó la habitación de nuevo. Había cambiado a tres parejas y ajustado otras
cuatro mesas donde la gente había cancelado, según el secretario de Dustin. Ella
tenía una sospecha furtiva de que el Director de Recaudación de Fondos había
inventado los nombres y luego tuvo a su esbirro diciéndole que no venían en el
último minuto, solo para joder sus planes.

Incluso con la gran donación anónima, la venta de entradas solo había sido
regular. Tenían que conseguir un cuarto de millón en la silenciosa subasta o en el
lugar de donaciones para alcanzar su objetivo. La bola de plomo en su estómago
comenzó a rodar.
96

Agarrando una copa de champán de un camarero que pasaba, Lorelei saludó a


Mandy a través de la habitación. Confiaba en que Mandy apareciera en un vestido
Página

rojo carmesí. Por lo menos, ya no se sentía fuera de lugar. Ella había interceptado un
par de miradas de admiración de los hombres, y algunas miradas envidiosas de las
mujeres, pero hasta ahora nadie había insistido en que se fuera a casa y se cambiara.
Mandy se deslizó a través del suelo y besó en el aire ambas mejillas de Lorelei.

—Te ves bien, chica —fue la el aporte de Mandy por la apariencia de Lorelei.

—Lo mismo digo —dijo ella.

—Madre. De. Dios20. —El serio pronunciamiento de Mandy tuvo a Lorelei


buscando en la habitación por la última perturbación. Si una persona más quería
cambiar las mesas para así estar sentado con alguien más famoso, que la ayudaran,
Lorelei los catapultaría a los Jardines Yerba Buena.

—¿Ahora qué?

—Por la puerta. —La mirada de Mandy estaba paralizada en la entrada—.


Estaba tan preocupada por ti esa noche de que tuviste la cosa de la alergia al maní
y tu novio me pidió que me quedara contigo, que no tuve un buen vistazo de él.

Lorelei giró y observó la puerta de entrada, lanzando su propio improperio


mientras sus ojos se clavaron en Liam. Él hacía que James Bond pareciera un mendigo
sin hogar. El esmoquin de Liam encajaba en su forma como si hubiera sido moldeado
para él. Más alto que la mayoría de los hombres que asistían, inspeccionaba la
habitación como si le perteneciera. Mientras miraba, él atrapó su mirada; la sonrisa
perezosa que arrugó su rostro aceleró sus latidos a un nivel peligroso.

—Cuida tu espalda, mi amiga. Cada mujer aquí esta noche correrá el riesgo de
la pena de muerte y mataría para tener una oportunidad de una noche con él —dijo
Mandy.

—Menos tú. —Lorelei mantuvo los ojos sobre Liam mientras él se acercaba. Se
paseó por la habitación y ella se mantuvo inmóvil.

—No lo sé. Estoy teniendo un tiempo terrible recordando el nombre de mi


prometido en este momento —susurró Mandy mientras Liam se acercaba.

—Buenas noches, Mandy. Te ves muy bien —dijo Liam, mientras las alcanzaba.

—Gracias —murmuró su amiga antes de desaparecer.


97

—Lorelei, estás impresionante. —El calor en la mirada de Liam podría haber


Página

derretido el vestido de ella. Se inclinó y le dio un cálido beso en la mejilla antes de

20
En español en el texto original.
susurrar en su oído—: Gracias por llevar el pelo suelto. —El cosquilleo de su aliento
corrió su canal auditivo directamente a sus dedos de los pies, que se curvaron en sus
tacones. Se reestableció y se instaló en la boca de su estómago, desatando un cálido
resplandor que infundió a su cuerpo.

—Mantiene mi espalda caliente —dijo ella, dando una vuelta para mostrarle su
espalda desnuda.

—¿Podemos irnos ya? —Su voz normalmente profunda había bajado otra
octava.

Todo el estrés de preparar el evento, todas las molestias de tratar con pequeñas
peticiones y quejas de la gente, de repente no significaban nada. Ella estaba aquí
con Liam y quería que el mundo supiera que estaban juntos.

—No todavía. Sin embargo, tengo una habitación arriba —dijo.

—Mantén la llave a la mano. —Su voz sensual la tenía preguntándose si podía


fingir un dolor de cabeza e irse ahora.

—Lorelei, ¿quién es este, entonces? —Dos de sus colegas estaban de pie a la


derecha de Liam, como pirañas hambrientas preparadas para pulular en caso de que
él diera un paso hacia el agua.

—Este es mi... um... este es Liam. Liam, estas son Susan y Victoria. Ellas trabajan
para la caridad en el departamento de Logística para los Sueños. Organizan el Happy
Day para los niños enfermos, de acuerdo con lo que el niño quiere y es capaz de
hacer.

Liam apretó las manos con ambas, pero aparte de ser socialmente educado no
mostró ningún interés en sus provocativas exhibiciones.

—Oh, ahí está el señor Holborn. Quiero presentarte, Liam. Si nos disculpan,
¿señoritas?

Lorelei tomó la mano de Liam y lo apartó de las dos mujeres salivando y hacia
un invitado de ficción. El resto de la noche pasó en un borrón. Sus aplastados dedos
meñiques dejaron de doler y el brazo de Liam en su cintura, o su mano rozando su
espalda desnuda, desató una cascada de sensaciones que adormecían las otras
molestias.
98

Las personas que anteriormente se habían estado quejando a ella, ahora se


Página

acercaban a ofrecer sus felicitaciones por un evento bien planificado. Liam fue atento
y solidario, su brazo alrededor de ella cuando estaban hablando con otros,
escuchándola exclusivamente a ella cuando estaban solos. Otras mujeres trataron de
captar su mirada, o interrumpirlos, y aunque educado y amable, él nunca dio un
indicio de querer estar con alguien más. Para el momento en el que se servía el
postre, Lorelei se admitió a sí misma que para bien o mal, estaba cayendo, sobre
cualquier razón, enamorada de él.

L
iam se movió en su asiento. La noche era interminable y si tenía que
sonreír a un estúpido comentario más o a un aburrido chiste, podría
explotar. La única cosa que hizo que todo el asunto fuera soportable era
Lorelei. Había hecho un trabajo increíble organizando el evento y estaba contento
de ver que sus esfuerzos y talento estaban siendo reconocidos. Pero más importante,
gracias a Dios, nadie lo había reconocido, todavía. Unos cuantos titanes de la
industria que conocía estaban allí, pero sin su largo cabello, la barba y el bigote no
lo habían conectado con IWC Security. Además, nadie que lo conociera esperaría
que él asistiera a un evento de caridad para niños enfermos. Enviar una donación tal
vez, ¿pero ir realmente? Estaba fuera de su zona de confort, o por lo menos lo había
estado hasta que conoció a Lorelei.

Un camarero puso un plato de pastel en frente de él y volvió a llenar su taza de


café. Él no quería comer más; solo quería salir de allí y explorar los atisbos tentadores
de la piel expuesta por el vestido de Lorelei. Alcanzando debajo de la mesa, le pasó
un dedo por su muslo, permitiéndole ir una pulgada más allá de la hendidura.
Encontrándose con la parte superior de encaje de una media, contuvo el aliento.
Maldita sea. Se movió incómodo en su silla, deseando que el aburrido moderador se
callara y les dejara salir de aquí.

—¿Cuánto tiempo tienes que estar? —susurró al oído de Lorelei, tomándose el


tiempo para inhalar su evocador aroma.

—Hasta las once. Es entonces cuando el evento está programado para concluir.
Después de eso, los rezagados están por su propia cuenta. Puedes irte en cualquier
99

momento...
Página
—Yo no me voy de aquí sin ti. Cada hombre en esta sala esta noche quiere
llevarte a casa. De ninguna manera voy a darle a ninguno de ellos la oportunidad.

Ella le sonrió y él se quedó sin aliento. En algún lugar en las últimas dos
semanas las cosas habían cambiado en su vida. El tiempo con Lorelei ya no se trataba
solo de terminar el libro de su hermano. La novela estaba a tres o cuatro capítulos
de terminar. Entonces tendría que hacer la transición del tipo normal Liam a sí mismo.
Solo esperaba que Lorelei fuera capaz de hacer el cambio con él. No podía
arriesgarse a decirle ahora y alterar su relación. Si ella lo dejaba, nunca acabaría el
libro, y se lo había prometido a Marcus.

Finalmente, los discursos habían acabado y los camareros comenzaron a


limpiar lo último de los platos. El teléfono de Lorelei vibró sobre la mesa. Ella lo
recogió y se inclinó hacia él y le susurró:

—Disculpa. Tengo que tomar esto.

Él la vio alejarse, dándose cuenta del número de cabezas masculinas que


siguieron su progreso por la habitación. Con el teléfono aferrado a su oreja, parecía
ajena a las miradas que acompañaron su partida. ¿Cómo podía una mujer ser tan
hermosa y tan inconsciente de ello al mismo tiempo?

Él todavía estaba considerando la falta de narcisismo de Lorelei cuando un


redondeado hombre en un esmoquin mal ajustado ocupó la silla de ella. Liam se
volvió para saludar al recién llegado, pero su sonrisa murió en sus labios. Sentado en
la silla de Lorelei estaba Gerald Burkow, Presidente de Frampton Tech.

—William Manning, no estoy acostumbrado a verlo en estas cosas. La noche


acaba de ponerse interesante. Mi esposa me obliga a venir. A ella le gusta conseguir
todos los vestidos, y asistir a un evento de caridad la pone feliz. ¿Qué estás haciendo
aquí?

Su boca se secó y tuvo que tomar un trago de agua antes de que pudiera
responder.

—Estoy aquí con la Directora de Eventos de la caridad. Es bueno verte, Gerald.


¿Qué tal si consigo que mi secretaria llame a los tuyos para organizar un almuerzo?
Ahora no es realmente el momento para hablar de negocios.
100

El rostro de Gerald cayó.

—Supongo que no. Es bueno verte. Escuché sobre tu hermano. Tienes mi


Página

simpatía.
—Gracias. Si me disculpas, Lorelei está de vuelta y quiero asegurarme de que
no hay ningún problema.

Liam hizo una salida rápida y se dirigió hacia su cita, con la esperanza de que
ella no hubiera sido testigo de la discusión.

—¿Todo bien?

—Sí, la banda que se supone que toca para el baile llegará tarde. Dicen que su
camioneta se descompuso. Tengo la sensación de que puede que quieran decir
“estamos tratando de recuperar la sobriedad del baterista”. Deberían estar aquí en
media hora. Le he pedido al pianista que toque otra vez y espero que todo el mundo
quiera refrescarse o consiga otra copa mientras tanto y nadie se dará cuenta de la
pausa en las actividades.

—Va a estar bien —dijo Liam.

Efectivamente, la mayoría de las damas se dirigieron a los baños y los caballeros


hacia el bar. Liam picaba por irse, pero poniendo su brazo alrededor de Lorelei, se
dirigió hacia las puertas abiertas a la terraza. Antes de que estuvieran a mitad de
camino a través de la sala, su teléfono vibró en el bolsillo.

—Cariño, mi teléfono ha estado vibrando por la última media hora. ¿Me puedes
excusar por un momento mientras reviso mis mensajes? Tengo que asegurarme de
que el proyecto en el que he estado trabajando no se ha derrumbado.

—No te preocupes. Quiero comprobar la subasta silenciosa para ver si estamos


en cualquier lugar cerca de nuestro objetivo de recaudación de fondos. Ve, haz tus
llamadas. Te veré por la pista de baile en un par de minutos. —Ella se acercó y le dio
un beso en la mejilla antes de girar hacia una mesa en la habitación.

Liam la observó por un momento, disfrutando el balanceo de sus caderas


mientras se alejaba. Otro par de horas y sus caderas se estarían moviendo en una
dirección diferente. Su regla sobre no sexo se condenaría; era solo un hombre, no
podía evitar lo inevitable.

Sacó su teléfono y escuchó su correo de voz. Varios de aquellos a los que había
conocido antes en la tarde lo saludaron o asintieron al pasar. Eran el tipo de personas
que lo habían intimidado en la escuela, personas hermosas que reconocían solo a
101

esos que compartían la misma posición social.

Se dirigió hacia el otro extremo de la terraza y marcó el número de la última


Página

llamada.
Diez minutos después, Liam pasó una mano sobre sus ojos cansados. ¿Eran
solo las nueve y media? Contempló pedirle a Lorelei su llave, subir las escaleras, y
tener una siesta rápida antes de que ella terminara por la noche. Las cosas se habían
complicado otra vez en Washington, pero había enviado a David a tratar con ello. Su
amigo siempre estaba preguntando sobre el tipo de trabajo que hacía por el
gobierno; tal vez si se daba cuenta de lo aburrido que era, ya no lo envidiaría.

L
orelei movió los hombros, esperando aliviar algo de tensión. Lo que
necesitaba era un buen masaje, y sabía exactamente las manos de quién
quería sobre ella. Cerró los ojos por un momento y se puso a fantasear
sobre desabrochar esas pequeñas tachuelas negras de la camisa de Liam. Extender
ampliamente la tela y dejar sus manos vagar sobre sus músculos. Lo había visto
flexionarse en una camiseta, sabía que estaban ahí, y era tiempo de que pusiera sus
manos sobre ellos.

—Lorelei.

Abrió los ojos. Desafortunadamente, no era un alto, oscuro y apuesto Liam


quien estaba de pie ante ella, sino más bien la figura baja y corpulenta de Dustin, el
Director de Recaudación de Fondos.

—Dustin, no te vi antes. ¿Acabas de llegar?

—No, he estado aquí todo el tiempo, observándote intentar robar mi trabajo.


Parece que los maridos de otras mujeres no son la única cosa que te gusta tomar.

Una neblina roja apareció ante sus ojos. Si quería que se hablara de su evento,
golpear el rostro de Dustin repetidamente en la escultura de hielo sería una forma
de hacerlo. Pero con el Presidente viéndola, probablemente no sería el movimiento
más sabio de la carrera.

Puso una tapa sobre su temperamento y se irguió en toda su estatura,


empequeñeciendo al Director de Recaudación de Fondos.
102

—No tengo interés en tu trabajo. Mi única ambición es recaudar dinero para


Página

que esos pobres niños puedan disfrutar un día lejos del hospital. —La voz elevada
de Dustin había provocado que algunas personas dejaran sus conversaciones y
escucharan.

—¿Entonces cómo diablos explicas a William Manning?

¿William Manning? ¿Liam le había dicho a su jefe sobre el evento y él se había


aparecido? ¿Por qué no la había presentado? Buscó en la multitud a alguien muy feo
con código informático desplazándose por sus ojos. Había pasado horas
memorizando rostros y nombres y no vio a nadie que no reconociera.

—¿William Manning?

—El hombre sentado junto a ti. He estado intentando llegar a él para donar
durante años. Pero supongo que no tengo el equipo adecuado. —Dustin, miró
lascivamente a sus pechos y fue todo lo que ella podía hacer para no arrasarlo en el
acto.

Dustin podría ser más incompetente de lo que había pensado. Probablemente


había escuchado que Liam trabajaba para IWC Security y asumió que él era el gran
jefe. Liam sin duda parecía del rol en su esmoquin.

—Creo que debes estar equivocado. Me senté al lado de Liam Mackenzie. Él es


mi cita. Pagué por su boleto yo misma.

—¿Trabaja en el campo de la seguridad de internet?

—Bueno, sí. —Una sombra de duda nubló su visión y se tambaleó en sus


tacones de diez centímetros. Las palabras “demasiado bueno para ser verdad”
revoloteaban en su mente.

—¿Lo has estado viendo mucho tiempo?

—Un par de semanas. —Respiró profundamente, pero no disminuyó la


sensación de aplastamiento en su pecho.

—Bueno, de alguna forma te las has arreglado para enganchar a uno de los
billonarios más solitarios de América.

—¿Qué? —El aire en sus pulmones se fue volando.

Dustin sacó su teléfono, accedió a un archivo, y le mostró a Lorelei una foto de


103

Liam con una barba completa y cabello largo, pero Liam no obstante. Debajo de la
fotografía estaba el subtítulo, “William Mackenzie Manning, Presidente y Director
Página

General, IWC Security Ltd”. Se quedó mirando la foto por lo que pareció una
eternidad, intentando probar que el rostro en la pantalla no era el de Liam. No se
podía negar a sus ojos. El mismo chocolate líquido que derretía su corazón cada vez
que él la miraba le devolvía la mirada desde la pantalla. Agarrando el teléfono de la
mano de Dustin, se desplazó hacia abajo para leer el anuncio a continuación. Las
palabras billonario y genio saltaron hacia ella.

Su estómago se hundió hasta las rodillas. Levantó la vista para ver a Liam
acercándose.

—No creas que esto significa que puedes tomar mi trabajo. Hablaré con él
acerca de patrocinio corporativo. —La voz de Dustin sonaba muy lejos. Luchó por
tomar un respiro que asegurara que no estaba teniendo otra reacción anafiláctica.
No era una reacción alérgica al maní lo que restringía sus vías respiratorias, sino su
corazón explotando. Le había mentido. Había jugado con ella como una idiota21.

—¿Quieres hablar con él sobre patrocinio? Entonces ahora es tu oportunidad


—dijo Lorelei. Giró sobre sus talones y se dirigió en la dirección opuesta.

C
uando Liam volvió a entrar al salón de baile, divisó a Lorelei de pie junto
a la pista de baile. A su lado, mostrándole su celular, estaba un tipo
bajito y redondo con una mueca en su cara. Lo que fuera que estaban
discutiendo estaba obviamente angustiándola y Liam apuró el paso. Cuando estuvo
a tres metros de distancia sus ojos encontraron los suyos, y supo que el juego había
terminado. Su corazón se desplomó hasta el suelo y su estómago hizo un
movimiento de ciento ochenta grados que le aseguraba vomitar su cena.

Había tenido está sensación antes. La primera vez fue cuando tenía trece años
y el timbre sonó y dos hombres en trajes negros y lentes de sol se pararon en su
puerta. La segunda vez, cuando el doctor le había dicho que no había más esperanza
para Marcus y todo lo que podían hacer era hacer que se sintiera cómodo hasta que
104

falleciera. Y ahora, observando a Lorelei huir de la habitación.


Página

21
En español en el texto original.
—Sr. Manning, estamos tan emocionados de que fuera capaz de unirse a
nosotros esta noche. Ha sido un placer tenerlo aquí. —El hombre que había
molestado a Lorelei se puso delante de él.

Una cosa que Liam no se había perdido fingiendo ser un tipo normal era que
la gente adulándolo esperaba conseguir algo.

—Estoy aquí con la señorita Torres, como su cita. —Intentó mantener un ojo
en Lorelei para ver dónde se iba.

—Sí, la Señorita Torres, ella ha sido una maravillosa adición a nuestro equipo.
Sin embargo, tenía la esperanza de reunirme con usted para discutir…

—Llame a mi Jefa de Relaciones Públicas, Cynthia Dale. Ella está a cargo de las
donaciones de caridad de la compañía. Ahora, si me disculpa… —Lorelei se había
deslizado a través de las puertas del patio y él intentaba ir tras ella.

Al menos una docena de parejas estaban en la terraza, disfrutando el cálido


aire de la noche. Gerald Burkow y su esposa saludaron a Liam cuando pasó, pero los
ignoró. Había una figura en el otro extremo de la terraza, completamente sola.
Mientras se aproximaba la vio ponerse tensa, como si supiera quien estaba detrás
de ella.

—Lorelei… —dijo él. Vio sus hombros tensarse, y una aguda punzada de dolor
le cortó el pecho. La había herido. ¿Debería alejarse antes de que causara más daño?

Ella se volvió hacia él, su rostro una máscara de furia y agonía.

—¿Tienes idea de cómo me siento? ¿El estúpido22 Director de Recaudación de


Fondos tenía que decirme con quién estaba saliendo?

Un destello de esperanza volvió a la vida en su interior. Era solo un caso de


bochorno.

—Lo siento mucho, cariño. Si dejas que me explique.

—¿Explicar? ¿Explicar? ¿Qué hay que explicar? Te divertiste jugando al tipo


normal con la tonta trabajadora social. Vuelve a ser un genio billonario ahora y
déjame en paz.
105

—No. —extendió la mano para tocar su mejilla y limpiar la lágrima que


Página

permanecía en su pómulo. Ella se estremeció y él dejó caer la mano como si se

22
En español en el texto original.
hubiera quemado. Su mente buscaba palabras, no su punto fuerte; tenía que hacerla
entender.

—¿No? ¿Qué diablos se supone que eso significa? —se estaba volviendo
histérica, la lágrimas cayendo libremente ahora. Una audiencia se estaba reuniendo,
pero no le importaba. Lorelei era la única que importaba.

—Significa que ahora que te he encontrado, no voy a dejarte ir. No puedo. Por
favor, Lorelei, escúchame. —la angustia en su tono debió haber encontrado un
camino a través de una grieta en su ira, porque su mirada vaciló. Aunque el dolor
seguí ahí, y cortó a través de él saber que la había herido.

—Si vas a darme alguna historia triste sobre ser un multimillonario


incomprendido, entonces guárdatelo. No tengo el tiempo. Necesito ver si la banda
ha aparecido.

Hizo un movimiento para pasarlo, y él tendió la mano para tocar su brazo. Ella
se detuvo y lo fulminó con la mirada, rozándose las mejillas con el dorso de la mano.

—Cuando Marcus murió, me hizo examinar mi vida. Me di cuenta de lo vacías


y superficiales que habían sido mis relaciones pasadas. Luego te conocí. No quería
que mi dinero o mi posición se interpusieran entre nosotros. Y, tan patético como
puede parecer, necesitaba saber que te gustaba por mí y no por mi dinero o lo que
podría hacer por tu carrera. Iba a decírtelo, pero nos estábamos divirtiendo tanto
solo siendo nosotros. Sabía que las cosas cambiarían una vez que te dijera.

—¿Es eso lo que piensas? ¿Que si sabía que eras rico, coquetearía contigo para
conseguir una donación?

Ella tomó un respiro hondo y él se preparó para lo que fuera que pudiera decir
a continuación.

—Te dije que odiaba las mentiras en una relación. Deberías habérmelo contado
tú mismo y no esperar hasta que un maldito23 Director de Recaudación de Fondos
me acusara de cazar a su candidato.

Se arrimó a su última declaración.


106

—¿Ves lo que quiero decir sobre las personas siempre queriendo cosas de mí?
Tú eres diferente, Lorelei, todo lo que siempre has hecho es dar. Eres tan especial.
Página

Por favor, por favor dame otra oportunidad. Déjame mostrarte lo maravillosos que

23
En español en el texto original.
podemos ser juntos. —extendió su mano hacia arriba para acunar su mejilla y esta
vez ella no se alejó.

—Me dijiste que habías conocido a William Manning. Me mentiste. Me tomaste


el pelo.

—Nunca quise lastimarte. Lo siento. Y ciertamente nunca quise tomarte el pelo.


Cuando me miraba al espejo, me di cuenta que no me gusta mucho William
Manning. Es egocéntrico y solo piensa en computadoras todo el tiempo. Luego te
conocí y quise ser diferente. Cuando soy Liam Mackenzie, cuando estoy contigo, el
mundo es un lugar mejor. Soy un mejor hombre. Tú me haces una mejor persona.
Por favor no te detengas ahora. Te necesito.

Ella buscó en sus ojos y él esperó que viera sinceridad. Cada palabra que había
dicho había sido verdad.

—No está ahí —dijo ella, su voz quebrándose.

Se quedó inmóvil, cada músculo se apretó. No podría hacerlo sin ella. Y en el


momento no estaba completamente seguro qué era, si terminar el libro de su
hermano, o respirar.

—¿Qué no está ahí?

—Las líneas de código desplazándose por tus ojos.

Liberó la respiración que había estado conteniendo.

—Eso es debido a ti también. ¿Qué dices, Lorelei?

—Viajaste en autobús conmigo —dijo ella entre lágrimas. Una leve sonrisa se
dibujó en sus labios ante el recuerdo de su malestar.

—Nunca había montado el autobús por cualquier otra mujer. Y una vez que
hayas estado en mi Aston Martin, te darás cuenta el gran sacrificio que estuve
dispuesto a hacer para estar contigo.

Una sombra de miedo pasó sobre sus ojos y cambió su atención hacia el suelo.

—No soy de tu mundo, Liam. Puedo estar arreglada y codearme con los ricos,
pero cuando voy a casa como pizza directamente de la caja y corto cupones para
107

ahorrar setenta y cinco centavos en galletas.

—Ya has sido parte de mi mundo por dos semanas. Tuviste una cena con David,
Página

Helen y Jason. Ellos son mi mundo. Tú…te estás convirtiendo en mi mundo.


—Esta es una gran cosa, Liam. Me va a tomar tiempo ajustarme.

—¿Ajustarte a qué? Todavía soy la misma persona que era hace una hora. No
he cambiado.

Poniendo su otro brazo alrededor de su cintura, la atrajo hacia él. Tomó sus
labios en un suave beso, pero cuando ella se fundió en él, la pasión se encendió,
incinerando a la razón.

En algún lugar en el fondo de su mente, registró la multitud de personas


observando. No parecía importar, estaba con Lorelei y su sabor y esencia lo estaban
volviendo salvaje. Debió haber estado más cansado de lo que pensó, porque estaba
al borde de perder el juicio. Alguien en la multitud tosió y se dio cuenta que las cosas
se estaba volviendo un poco fuera de control para una exhibición pública de afecto.

Enterrando la cara en su cabello, susurró:

—Y esta explosiva química no ha cambiado entre nosotros tampoco. Por favor,


Lorelei, danos una oportunidad.

Ella tomó dos respiraciones antes de levantar la cabeza. Se apartó de él y se


paró con los brazos cruzados sobre su estómago.

—Necesito un poco de tiempo para pensar, para asegurarme de que esta


relación es correcta para mí. Y no puedo hacer eso contigo alrededor. Apreciaría si
te fueras y te llamaré en un par de días.

Su corazón se detuvo por un minuto antes de acelerarse. Si le contaba sobre el


libro ahora, ella definitivamente terminaría las cosas y no podía arriesgarse a eso. No
hasta que hubiera terminado la historia. No hasta que hubiera averiguado cómo iba
a salir adelante sin ella. No hasta que hubiera recuperado su cordura. Buscó en su
rostro, luego giró sobre sus talones y se alejó, sintiéndose como si acabara de recibir
un disparo en el pecho.
108
Página
Capítulo 10

L
orelei se puso la bata prestada metiéndosela por la cabeza y se quedó
mirando el techo. Acababa de llamar a Liam y le había dicho que tendría
que cenar con él la noche del domingo. Tenía que asegurarse de que esto
era lo correcto para ella porque estaba bastante segura de que no se recuperaría si
se permitía enamorarse más de él y la abandonaba después de un par de meses.
Pero era tan duro cuando él era tan tentador. Su mantra de decisión “cabeza,
corazón, cuerpo” se estaba convirtiendo en “cuerpo, cuerpo, cuerpo”.
—Mira, no fue tan difícil, ¿verdad? —Mandy estaba de pie con las manos en las
caderas, su postura beligerante en desacuerdo con su rostro devastado por las
lágrimas. La bomba de la verdadera identidad de Liam había coincidido con Mandy
recibiendo un mensaje de texto de su prometido pidiéndole le devolviera su anillo.
Ambas mujeres se habían ido tan pronto como el reloj dio las once y corrieron de
regreso al apartamento de Mandy para calmar su angustia con helado y tequila. No
una gran combinación para la mañana siguiente.

—No, pero… —Lorelei se quedó mirando el teléfono todavía en su mano. Podía


llamarlo y decir que podían reunirse para un almuerzo rápido, pero eso
probablemente se convertiría en un viaje rápido a su casa o la de él. Y entonces lo
siguiente que sabía era que estarían discutiendo sobre quién iba a salir de la cama
para hacer el desayuno.

—Él te mintió. Se merece un día en la caseta del perro.

Lorelei reprimió un suspiro.

—Sí, pero tenía sus razones. ¿Has visto a todas las personas que trataron de
hablar con él después de que se supo quién es realmente? Incluso escuché a una
mujer preguntar si podía asistir a su recaudación de fondos de la próxima semana
para alguna obra de caridad en la que está involucrada.
109

Al menos su propio puesto de trabajo era sólido como una roca mientras ella
Página

estaba con Liam. De ninguna manera el Presidente la despediría cuando existía la


posibilidad de que IWC Security se convirtiera en patrocinador corporativo. Pero
tampoco se quedaría con él solo para mantener su trabajo. Eso sería despreciable.
No, si tenía un futuro con Liam, tenía que ser porque estaban enamorados.

—Supuso que serías igual que el resto. Tendría que habértelo dicho antes, y él
mismo —dijo Mandy. Se sonó la nariz ruidosamente y fue en busca de una caja nueva
de pañuelos.

Lorelei se quedó mirando su teléfono una vez más antes de volver a colocarlo
en la mesa de café de su amiga. Había pensado que despertaría esa mañana en los
brazos de Liam. En cambio, había pasado la noche en casa de Mandy, escuchando a
su amiga lamentar la pérdida de su único y verdadero amor. El estómago de Lorelei
se retorció. ¿Ella estaría cantando la misma lamentable melodía en un par de
semanas a partir de ahora? Incluso si pudiera conseguir superar su engaño, Liam
estaba mucho más allá de su alcance. Tal vez debería recortar sus pérdidas y salvarse
a sí misma de más dolor.

Su teléfono vibró con un mensaje de texto entrante. Su corazón se aceleró al


pensar que podría ser Liam, no estando dispuesto a esperar hasta mañana. Después
de todo, probablemente estaba acostumbrado a conseguir lo que quería de
inmediato.

M: ¿Cómo fue tu fiesta? ¿Estás con él?

Maldición, era su mamá. ¿Cómo iba a explicarle el cambio en las circunstancias?


Sería mejor esperar hasta que estuviera segura de dónde estaba con Liam. Si le decía
que estaba involucrada con un multimillonario, su madre probablemente comenzaría
a buscar mansiones.

L: La fiesta estuvo bien. Estoy con mi amiga Mandy. Te llamaré más tarde
y te explico.

Esperaba que eso la dejara tranquila, excepto que un minuto más tarde, su
teléfono vibró de nuevo.

M: ¿Rompiste con él? Revisé la factura de la tarjeta de crédito y el sitio de


citas me devolvió mi dinero. ¿Quieres que firme para empezar otra vez?

Envió un mensaje con la palabra "no" a su madre y sus dedos se sacudieron


110

mientras dejaba el teléfono una vez más. Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

Eso era extraño. Ella no había comprobado el sitio de nuevo después de


Página

encontrarse con Liam. De hecho, había olvidado todo sobre el arquitecto con el que
se suponía que debía encontrarse. Él probablemente le envió algún mensaje acerca
de por qué se había perdido su cita. Un destello de sospecha entró en su mente, de
que Liam fuera el responsable. Era, después de todo, un hacker muy preparado en
todo sentido. A pesar de que estaba bastante segura de que no había mencionado
ningún sitio de citas por Internet cuando se conocieron. Se encogió de hombros
frente a la sensación de que algo no estaba bien. El hecho de que él le hubiera
escondido su riqueza y no le hubiera dicho su nombre completo no significaba que
hubiera mentido acerca de todo. Y dijo que tenía razones...

—¿Mandy? ¿Puedo usar tu computadora?

—Claro24. Está sobre el escritorio.

Su amiga apareció un momento después, con una caja de pañuelos aferrada


bajo el brazo, los bolsillos de su bata abultados de Kleenex usados.

Lorelei tamborileó con los dedos sobre el escritorio mientras esperaba a que la
laptop arrancara. Si Dustin había sido capaz de conseguir una foto de Liam, o mejor
dicho, William, entonces claramente al cargarla se habían perdido algo cuando
habían buscado.

Una media hora más tarde, Mandy estaba detrás de ella, mirando por encima
del hombro a la pantalla de la computadora.

—Definitivamente sabemos que no es feo. Aunque, ¿qué con todo ese vello
facial? ¿Qué pasa con la cuenta bancaria?

—Oh, es enorme. Hay un artículo de una revista de hace cuatro años cuando
hizo su primer billón. El resto es más que todo acerca de los documentos que ha
escrito o conferencias donde ha sido un orador invitado. En los sitios de chismes solo
está la mención de una supermodelo, de la que sepan ellos, de todas formas. Él me
dijo anoche que cuando su hermano murió, reconsideró su vida. Tal vez decidió que
el afeitarse iba a ser el comienzo de su nuevo yo.

La búsqueda en Internet la había inquietado. Ahora sabía menos sobre Liam


que cuando había empezado. No había ni rastro del hombre cálido, divertido, que
se había sentado a su lado en el autobús, susurrando incrédulas sugerencias sobre
111

las vidas de sus compañeros de viaje.


Página

24
En español en el texto original.
—¿Qué te dice tu instinto? —Mandy se sentó en el brazo del sofá y se quedó
mirando a los ojos a Lorelei, así no había nada que esconder.

—Ojalá lo supiera. Por el momento, solo quiero estar con él. Supongo que lo
voy a tomar un día a la vez y tratar de llegar a conocer al verdadero hombre en este
tiempo.

—O tal vez ya lo conoces. El resto es un escaparate. —Mandy se encogió de


hombros.

—Dios mío25, eso espero.

—Pero, obviamente, mis instintos están apagados o no habría conseguido


comprometerme con un perro.

—¿Quieres quemar más fotos de él?

—No. No vale ni el papel. Oye, ¿tienes el número de ese tipo, el arquitecto con
el que te ibas a encontrar?

Y Mandy estaba de vuelta.

L
orelei saltó sobre un pie en el aire cuando el timbre de la puerta anunció
la llegada de Liam. No podía creer que estaba teniendo esta reacción al
verlo de nuevo. Después de limpiarse las manos húmedas sobre un paño
de cocina, se comprobó para asegurarse de que no había goteado nada por su
vestido. Con mano temblorosa, pulsó el botón de acceso.

Miró alrededor de la cocina con un gesto satisfecho. Las enchiladas que había
pasado todo el día preparando estaban debajo de la parrilla, tostando el queso. Una
gran ensalada estaba en la encimera, y una botella de vino tinto esperaba,
enfriándose, al lado de dos copas largas. Su mejor vajilla, la que su madre le compró
en su décimo octavo cumpleaños para iniciar su colección para cuando se casara,
112

estaba bien presentada. Todo era perfecto.


Página

25
En español en el texto original.
Poniendo una sonrisa en su rostro, esperó escuchar sus largas zancadas por el
pasillo.

Espera a que llame, espera a que toque la puerta.


Contó hasta tres, luego abrió la puerta. ¿A quién estaba engañando? Nunca
había tenido paciencia cuando quería algo. Y quería demasiado a Liam. Dos noches
con poco sueño no habían ayudado. Había despertado pensando en él, repitiendo
cada conversación, cada toque. La había engañado acerca de su nombre, pero en
realidad nunca le mintió. Él nunca había dicho que no era rico. Lo había asumido,
basada en su auto y la ropa.

Y no podía negar que a pesar de todo, le gustaba más de lo que era


posiblemente sano en esta etapa, probablemente más de lo que era saludable en
cualquier etapa. Lo lamentaría por el resto de su vida si se alejaba ahora. Tenía que
ver si podían tener un futuro juntos. Dios, esperaba que pudieran, porque no podía
imaginar a cualquier otro hombre compitiendo con Liam.

De acuerdo, así que no podías esperar para verlo. Espera para besarlo.
¡Recuerda la última vez!
Cuando él la vio de pie en su puerta, una sonrisa curvó sus labios y el hoyuelo
reapareció. Que se jodiera la espera… ¿qué había ganado esperando?

Cambió su peso de un pie al otro mientras se acercaba. Recostándose contra


la pared, respiró hondo mientras él cruzaba el umbral. Olía a especias calientes, y el
calor irradiaba desde la parte inferior del abdomen. Después de cerrar la puerta, se
apoyó en ella, mirándola, sus ojos vagando por todo el vestido rojo que había
comprado durante su día de turismo.

Abrió la boca, no salió nada. Maldición, ¿por qué era tan difícil?

—Buenas noches, señorita Torres. Mi nombre es William Mackenzie Manning,


pero prefiero ser llamado Liam por mis amigos. Soy el Presidente y Gerente General
de IWC Security. Tengo un patrimonio neto de aproximadamente dos punto ocho
billones de dólares. Soy dueño de tres casas, una en San Francisco, que ya ha visitado,
una en el Valle del Río Ruso unida a un pequeño viñedo, y otra en Antigua.
Principalmente conduzco un Aston Martin Vanquish negro, pero también tengo otro
par de autos. —Dio un paso más cerca—. Y recientemente conocí a una mujer que
113

me interesa más que nadie. Así que agradecería la oportunidad de llegar a conocerla
mejor.
Página
Otro paso lo llevó cara a cara con ella. La intensidad emanaba de su cuerpo; el
aroma de su loción de afeitar flotaba sobre ella. Solo porque juntó sus rodillas, se
contuvo de apoyarse en él.

—¿Hay algo más que quiera saber sobre mí? —susurró.

Tuvo que aclararse dos veces la garganta antes de que pudiera hablar.

—¿Has comido algo de maní últimamente?

—No en semanas. —Su cara era inexpresiva.

—Entonces tengo una última pregunta.

Liam levantó una ceja.

—¿Sí?

—¿Cuánto tiempo pasará antes de que me beses?

Él extendió la mano y le sacó el broche del cabello, dejándolo caer antes de


que su mano se deslizara a su mejilla, acunándola suavemente. Como en cámara
lenta, bajó la cabeza, sus labios abriéndose mientras se acercaba a ella. Ella inhaló
profundamente.

—Creo que se puede arreglar muy pronto —susurró él contra sus labios.

El beso fue lento y lánguido; cada vez que trataba de aumentar el ritmo, él
tiraba un poco hacia atrás. Sus manos se movieron sobre sus hombros y se quedaron
allí, en lugar de enroscarlas por su cabello o vagar por su espalda. Lorelei puso las
manos en su pecho, sintiendo el latido de su corazón aumentando bajo su palma. Él
la besó como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Ella empujó a un lado su inclinación por apresurar el momento. Si Liam solo


quisiera su cuerpo, sin duda él estaría empujándola dentro de la casa para tomar
ventaja de ella. En cambio, se estaba tomando el tiempo para hacerla sentir especial,
hacer que se sintiera... atesorada. Y ella lo quería un poco más por ello.

Al final él se retiró un poco. Sus labios volvieron a los suyos en varias ocasiones
por pequeñas probadas.

—Sé que está haciendo calor aquí, pero creo que algo podría estar
114

quemándose.
Página

Ella olió. Efectivamente había un rastro de humo en el aire.


—¡Las enchiladas! —se lamentó. Corrió a la cocina y sacó del horno el
humeante plato. Mientras miraba el desorden ennegrecido, preguntándose qué
hacer a continuación, la tranquilidad fue traspasada por los chillidos del detector de
humo—. Rápido, abre la ventana —le dijo a Liam, que estaba apoyado en el marco
de la puerta.

Se apresuró a cumplir sus órdenes mientras ella agarraba el paño de cocina de


la encimera y lo agitaba frenéticamente, tratando de disipar el humo. Cuando el
silencio fue finalmente restaurado en el apartamento, arrojó el paño al suelo y se
dejó caer en una silla junto a la pequeña mesa que resultaba ser su comedor.

—Está bien, cariño. Pensé que iríamos a cenar. Quiero llevarte a algún lugar
digno de tu belleza. —Liam le pasó la mano a lo largo de sus hombros antes de
pasarla a lo largo de su cabello.

—Yo quería comer aquí, cocinar para ti. No quiero salir y que todo el mundo
me compare con tus otras novias. —Ella seguía mirando a la mesa, no quería ver sus
ojos.

—Nadie va a compararte, nadie que importe. E incluso si lo hicieran, estarías


por encima de todas. No creo que te des cuenta de lo hermosa que eres, por dentro
y por fuera. —Se sentó en la silla de enfrente y puso su mano sobre la de ella en la
mesa—. Mírame, Lorelei.

Ella levantó los ojos llenos de lágrimas hacia él. Sus planes para esta noche se
habían convertido en humo, literalmente. Había querido quedarse aquí, donde
estaba cómoda, para pasar algún tiempo con Liam sin preguntarse quién estaba
esperando con las alas listas para tomar su lugar. Debía haber una fila de mujeres de
un kilómetro de largo que querían salir con él.

—No quiero salir. No estoy vestida para salir.

—¿Estás bromeando? ¿Esta es la forma en que te vistes para comer en casa?

—Por supuesto. —Estampó una sonrisa más allá de las lágrimas.

—Bueno, soy bastante aficionado al carbón. Estoy feliz de comer lo que has
cocinado. —Liam se puso de pie y se dirigió resueltamente hacia la cocina.

—No, Liam. No es comestible. —Lorelei lo siguió. No podía decir honestamente


115

que se comería la arruinada cena.


Página
Ignorándola, agarró un plato de la encimera. Después de una breve búsqueda
encontró una espátula, y rompiendo la capa superior de queso quemado se sirvió
una porción en el plato.

—¿Puedo servirle un poco? —Su rostro era educado, sus cejas levantadas,
como si estuviera preguntando por la salud de su madre.

—Por favor, no comas eso.

Demasiado tarde; había encontrado un tenedor y ya había metido un bocado


en su boca. Horrorizada, no pudo evitar su mirada.

Masticó durante algún tiempo antes de pronunciar:

—Sabe como lo que cocina mi madre. —El hoyuelo apareció y su corazón se


derritió.

Puso el plato en la encimera y se acercó a donde estaba paralizada cerca de la


puerta.

—Realmente, no tienes que comértelo.

—Has pasado horas trabajando en ese plato. No iba a ignorar tus esfuerzos
porque te distraje en el momento crucial. ¿Qué dices si conseguimos que nos traigan
una pizza y nos relajamos en el sofá hasta que llegue?

—Me leíste la mente. —Levantó la cara hacia él, sorprendida por la


comprensión y la compasión en sus ojos.

—Sí, he leído tu mente. Pero ¿no crees que deberíamos esperar hasta después
de la pizza para hacerlo?

116
Página
Capítulo 11

—¿Y
él fue a su casa después de que se comieron la pizza?
Estaban en tu casa, a metros de tu cama, ¿y se fue a su casa?
—Mandy la miró fijamente como si ella le hubiera dicho que
había sido secuestrada por extraterrestres y llevado a otro planeta.

—Lo sé. Yo tampoco lo podía creer. Entonces él me recordó que le dije que no
dormía con hombres que acababa de conocer, y ya que esta era nuestra primera cita,
ahora que yo sabía su secreto, no me iba a presionar por una relación física. —Lorelei
no podía creer que Liam la había dejado después de la cena. Había permanecido
despierta durante horas preguntándose qué estaba mal con ella, por qué él se había
ido a casa en vez de quedarse con ella. Y ese viejo demonio de la duda se había
preguntado si había ido a ver a otra mujer.

—Chica, el hombre es precioso y rico, y se comió tu cena quemada. Tienes que


saltar a sus huesos antes de que el Vaticano lo considere para santificarlo. —Mandy
dejó el bocadillo y tomó un largo trago de su refresco—. Y toma mi consejo. No
esperes años una vez que tengas su anillo en tu dedo. Olvídate de la boda de blanco,
ve a Las Vegas. Átalo a ti de una manera que solo un juez pueda separarte.

—No creo que estemos hablando de matrimonio todavía. —Ellos podía no


haber hablado de eso, pero ella ya estaba pensando en ello. Había escrito “Señora
Lorelei Manning” en el vapor de la ducha frente al espejo esta mañana.

—¿Cuándo lo verás de nuevo?

—Mañana. Me pidió que tomara el día libre del trabajo. Vamos a ir al Valle del
Río Ruso. Él tiene una casa allí.

—¿Tiene una casa por el Río Ruso? ¿Me adoptarás una vez que estés casada?

—Claro, siempre he querido una hermana.


117
Página
—Oh, por cierto, ¿has visto las cifras finales de la gala? Uno punto veinticinco
millones. Dustin afirma que todo es obra tuya, pero sospecho que la mayoría de eso
vino de tu cita. Por lo menos la oficina está a salvo del cierre por ahora.

Lorelei trató de pegar una sonrisa en su rostro. Era una sensación de vacío
sabiendo que la única razón por la que la noche había sido un éxito se debía a que
de alguna manera había conseguido a un multimillonario en un bar. La famosa frase
de Casablanca revoloteaba por su cabeza, de todos los bares... parecía que un golpe
de suerte era mejor que su talento.

Su teléfono sonó sobre la mesa. Ella lo tomó, esperando que fuera Liam. Él no
había llamado desde que se habían separado después de otro largo beso la noche
del domingo, pero luego dijo que estaría ocupado tratando de despejar su agenda
para salir con ella el miércoles. Su corazón se desplomó cuando vio que era el
número de su madre y no el de Liam en la pantalla.

—Hola26, Mamá.

—Lorelei, sé que ahora tienes un novio. Sin embargo eso no significa que
puedas olvidarte de tu pobre madre.27

—No te he olvidado, mamá. He estado muy ocupada en el trabajo. —Ella se


alejó de Mandy, quien estaba haciendo caras de besándose.

—Bueno, escucha. Descargué Skype en mi computadora y tengo una cámara y


todo. Así que la próxima vez que tu novio ande por ahí, quiero ver su rostro. No
puedo creer que mi hija está saliendo con alguien a quien nunca he conocido. No es
correcto.

Lorelei gimió.

—Nunca conociste a Barry sino hasta que estuvimos saliendo por seis meses
—dijo.

—Sí28, y mira como resultó. Si yo no puedo verlo en la computadora, entonces


voy a salir y conocerlo.
118

—Está bien, está bien. La próxima vez que venga te llamaré por Skype.
Página

26
En español en el texto original.
27
En español en el texto original.
28
En español en el texto original.
—Muy bien, querida29. Nos vemos pronto —dijo su madre antes de colgar.

Lorelei puso su cabeza en su mano. Se preguntó si debería pedirle Liam que


hackeara la computadora de su madre y la desactivara de forma permanente.

L
iam se detuvo delante del edificio de apartamentos de Lorelei y se
sorprendió al verla de pie en la acera, esperando por él. Sus ojos se
abrieron ampliamente cuando él dio la vuelta y abrió la puerta del auto
para ella.

—¿Todo bien? —le preguntó después de darle un breve beso en señal de


saludo. Él esperaba tener un largo encuentro más íntimo, en los confines de su
apartamento. Su necesidad por esta mujer estaba fuera de control.

—Sí, es solo que le prometí a mi mamá que la próxima vez que vinieras a mi
apartamento le haríamos una video-llamada. Al verte afuera, técnicamente no has
subido, y por lo tanto no le mentiré cuando pregunte por qué no le llamé por Skype
hoy. —Ella lo miró por el rabillo del ojo. Él casi se rio de su tímida expresión, ella
tenía la peor cara de póquer que alguna vez hubiera visto.

Liam estaba conmovido. Lorelei había hablado a menudo de su madre, con una
mezcla de amor y desesperación, y estaba curioso por ver a la mujer que inspiraba
tal devoción de su hija. Si su relación fuera convencional, realmente debería
conocerla, aunque solo fuera a través de webcam. Sin embargo, su relación no era
normal. Y él había elegido a Lorelei específicamente porque era nueva en la ciudad
y él no tendría que hacer toda la cosa del encuentro familiar.

—Tal vez en otra ocasión —murmuró él.

Puso en marcha el motor y el auto rugió a la vida. Lorelei pasó su mano por el
asiento de cuero suave como la mantequilla, con una mirada de asombro en sus ojos
119

mientras recorría el interior.


Página

29
En español en el texto original.
—Sabes, podríamos tomar el autobús —bromeó mientras se alejaba de la
acera.

Ella se acurrucó en el asiento, haciendo un sonido suave de ronroneo.

—Oh, creo que hoy iremos a tu manera. Lo hicimos a mi manera la última vez.

—Excelente. Siéntate, relájate y déjame asombrarte.

—Pudiste haber hecho eso en mi sofá —dijo ella. Inmediatamente su cara se


puso roja y se dio la vuelta. Ella era tal mezcla de, confiada en un minuto, tímida al
siguiente. Era como un pajarito, con miedo de confiar en sus alas.

—Paciencia, cariño. Las cosas buenas vienen para aquellos que esperan —dijo
él.

Fingiendo concentrarse en el tráfico, dio pequeñas miradas a su compañía


mientras ella miraba fijamente por la ventana. Apenas logró irse el domingo por la
noche antes de violarla. Le había dolido realmente irse del edificio al ver la decepción
en su rostro. Aun así, fue lo mejor. Hoy, sin embargo, no estaba seguro de que tuviera
la fuerza.

Era pura estupidez, llevarla a su casa en Río Ruso. De todas sus casas, esta era
la más parecida a él. Se había sentado con el arquitecto durante horas, asegurándose
de que cada habitación congeniara con su visión, personalmente escogió cada pieza
de muebles y pintura. Si hubiera algún lugar en la tierra que contara la historia de
Liam Manning, era esa casa.

Mientras dejaban a San Francisco atrás, se relajó. Era un día cálido y soleado.
Estaba con una mujer hermosa que, hasta donde él sabía, no tenía agenda y él iba a
uno de sus lugares favoritos, manejando su auto favorito. Miró a de reojo Lorelei.
Tenía los ojos cerrados, la alegría en su rostro. Ella abrió los ojos y le sonrió. Su aliento
se atrapó en su garganta y devolvió su atención a la carretera antes de que ella
pudiera ver a su anhelo. ¿Cómo diablos se había permitido a sí mismo verse tan
enredado con esta mujer?

—Es tan diferente aquí de la costa este, pero esperaba que los árboles fueran
más altos. He leído acerca de las secoyas gigantes de California y esta es la Avenida
Old Redwood.
120

Liam la miró y sonrió.


Página
—Todavía hay algunos en pie. Un día te llevaré a ver los árboles en el Parque
Nacional Redwood. —Él tragó saliva y miró hacia el frente. ¿Qué estaba haciendo
prometiéndole citas futuras? A finales de la próxima semana, a más tardar, el
manuscrito estaría terminado. Entonces podrían ir por caminos separados. Tendría
que acordarse de organizar un viaje para ella y Mandy para ir a su casa en Antigua,
en un par de semanas cuando terminaran. Dolía respirar cuando pensaba en romper
con Lorelei.

Tal vez no tenían que terminar. Ella había resistido a la revelación sobre su
riqueza más que bien. Y era diferente a cualquier otra mujer con la que hubiera
salido. Quizás Lorelei no lo encontraría indigno de ser amado. El pensamiento
iluminó su corazón. ¿Se atrevería a darle a su amor otra oportunidad? Él la miró de
reojo de nuevo y su ritmo cardíaco se aceleró cuando ella le sonrió.

Entonces recordó que no le había dicho sobre el libro de Marcus y el hackeo


en el sitio de citas. ¿Debería eliminar el libro, pretender que nunca existió?
¿Retractarse de la promesa a su hermano? ¿Podría mantener el secreto de ella acerca
de su primer encuentro? No, ella merecía la verdad, incluso si lo dejaba después de
conocerla.

—¿Cuán a menudo sales de aquí para ir a tu casa?

Él se aclaró la garganta, esperando que sonara normal y no mostrara el


torbellino emocional de sus recientes pensamientos.

—No muy frecuentemente. Generalmente, paso los fines de semana largos


aquí, si no estoy trabajando o fuera. Y cada seis meses, más o menos, mi secretaria
me obliga a tomarme una semana libre y vengo aquí o voy a Antigua, dependiendo
del clima.

—¿Tu secretaria te obliga a irte de vacaciones? ¿No debería ser a la inversa?

—Probablemente. Pero es una asistente muy valiosa. Cuando ha tenido


suficiente de mis exigencias, me amenaza con renunciar si no me tomo un tiempo
libre para poder ponerse al día.

La mano de Lorelei enrolló un mechón de su cabello y sus dientes


mordisquearon su labio inferior. ¿Qué había dicho para ponerla nerviosa?
121

—¿Entonces tu secretaria ha estado contigo durante mucho tiempo? —Su voz


era baja, como si no estuviera segura de querer escuchar la respuesta. ¿Podría estar
Página

celosa?
—Unos cinco años. Me aterra el día que me diga que se quiere retirar. —
Gretchen era una asistente increíble, pero la idea de ser atraído físicamente por la
dominante matrona lo hacía reír.

Lorelei se relajó cuando descubrió que su secretaria era una mujer mucho
mayor. Sus magníficos labios se curvaron en una sonrisa. Él pensó en tirar de ella y
besarla, pero eso no los llevaría al Río Ruso.

Veinte minutos después, atravesaron las puertas de hierro de su casa. Se detuvo


en el camino de entrada cuando la casa quedó a la vista, queriendo observar la
reacción de Lorelei cuando la viera por primera vez.

Sus ojos se agrandaron y su boca formó una O antes de susurrar:

—Dios mío30, esta es la casa más bella que he visto.

Liam no pudo evitar la euforia que lo llenó o la sonrisa que se extendió a través
de su rostro. No se había dado cuenta de lo mucho que le había preocupado su
reacción. ¿Qué importaba si le gustaba o no? No era como si fuera a vivir allí.
Cerrando sus ojos durante un segundo, se imaginó conduciendo por el camino
bordeado de árboles, excepto que en lugar de detenerse a mitad de camino, correría
hasta la puerta solo para encontrarla abierta tan pronto como apagara el motor.
Lorelei estaría de pie en la puerta, con una sonrisa de bienvenida en sus labios y al
fin se sentiría en casa. Sacudió su cabeza. Tales fantasías no lo estaban ayudando a
mantenerse enfocado.

—Me alegra que te guste —dijo después de un minuto. No podía pensar sobre
el futuro hasta que le contara sobre el libro.

L
orelei estaba de pie en el vestíbulo y examinó la habitación. Liam estaba
a tres metros, observando su reacción. Él debía pensar que ella era una
122

rústica total, asombrada de la casa de una persona rica por primera vez.
Excepto que no era como la casa de alguna persona rica que hubiera visto en la
Página

televisión. No era de oro y mármol, ostentosa o elaborada. El suelo de madera

30
En español en el texto original.
oscura, alfombras de colores crema y rojizo, obras de arte elegantes, moquetas
gruesas y lujosas que probablemente costaron una fortuna; pero no gritaban
“mírame”. Todo el lugar era cálido, confortable e increíblemente hermoso. Estaba
tratando tan difícilmente de no imaginarse viviendo allí, se estaba formando un
moretón donde se pellizcaba el brazo.

Se preguntó quién lo había ayudado a decorar… ¿alguna otra mujer que se


había imaginado a sí misma allí? Eso la llevó a la realidad de golpe. ¿A cuántas otras
mujeres Liam había traído aquí?

—Es tan hermosa, Liam. Tu decorador realmente sabe cómo hacer que un lugar
sea precioso y cómodo a la misma vez.

—Gracias. La decoré yo mismo. Quería el hogar que nunca tuve…

Antes de que pudiera preguntar sobre su infancia, él se enderezó abruptamente


y salió por la puerta.

—¿Adónde vas?

—Jason nos empacó el almuerzo. Siéntete en casa, pasea. Iré a buscarlo.

Sin decir otra palabra, dejó la casa. Saliendo del vestíbulo de entrada, asomó la
cabeza hacia una sala de estar. Una pared de ventanas daba a una vista de filas de
vides en un lago azul brillante y colinas distantes. La vista era impresionante. Un
ruido sordo la alertó de la puerta principal cerrándose.

Lorelei regresó al vestíbulo de entrada, pero estaba vacío. Entró a un par de


habitaciones más. Una gran oficina en casa ocupaba un lado entero de la casa. El rico
mueble de caoba estaba rodeado de estanterías rebosantes. Pasando su dedo por
los lomos de una serie de libros, leyó los nombres de los autores: Tolstoy,
Dostoevsky, Chekhov. Nunca habría pensado que Liam estaría interesado en la
literatura rusa; tal vez eran de decoración.

La próxima habitación que encontró, fue la cocina. Esperando


electrodomésticos de acero inoxidable, y encimeras de granito negro, se sorprendió
al encontrar una habitación en la que su abuela31 habría estado feliz de cocinar.
Armarios de un color crema pálido, y encimeras de madera estaban fijadas contra un
123

esquema de pintura de color azul claro. Sillas de madera que no coincidían con el
estilo rodeaban una mesa redonda de color blanquecino. Un gran cuenco azul lleno
Página

de fruta fresca se encontraba en el centro. Si Liam raramente venía, ¿por qué había

31
En español en el texto original.
fruta fresca en la mesa? Por supuesto, podía tener un ama de llaves que viviera allí.
Eso no resolvía el misterio de dónde estaba Liam ahora.

Abandonó el centro de la casa y subió las escaleras. ¿Y si estaba desnudo en su


cama, esperándola? Está bien, podía haber virado al reino de la fantasía de nuevo.
Después de echar un vistazo a tres habitaciones muy bonitas, finalmente encontró
la suite principal. Una enorme cama con dosel dominaba la habitación. Y una gran
chimenea competía por atención con la misma increíble vista que tenía la sala de
estar. Puertas francesas llevaban a una terraza con muebles de mimbre organizados
para un café privado por la mañana para mirar la salida del sol por las montañas.
Eso, si una persona podía ser persuadida de salir de la cama, en primer lugar.

Pasando sus dedos sobre la colcha de seda, se perdió en una fantasía,


imaginándose retirándose a esta habitación al final del día, después de dejar a los
niños durmiendo en las otras habitaciones que había visto. Liam cerraría la puerta,
caminaría hacia ella y la besaría hasta que cayeran en la cama, desechando la ropa
en el camino. Cerró sus ojos, pensando en pasar sus manos sobre su torso, sintiendo
sus músculos temblorosos bajo la punta de sus dedos.

—Pensé que te encontraría aquí. Pero, ¿no crees que primero deberíamos
almorzar? Tengo la sensación de que podría necesitar energía.

La voz profunda de Liam, con un toque de risa detrás de las palabras,


interrumpió sus cavilaciones. Sus mejillas se pusieron calientes y estaba segura de
que podía leerle la mente, sabiendo en qué había estado pensando.

—Tu casa me sorprendió. No pensé que fueras lector de clásicos rusos.

—Son libros de Marcus. ¿Qué te pareció el resto de la casa?

—Lo amé. —¿Se estremeció cuando usó la palabra con A?—. Es espectacular.
No pensaba que fueras un hombre de cama de dosel.

—Oh, ¿en qué pensaste que dormiría? —Dio un paso hacia ella. Ella retrocedió
contra uno de los postes y puso una mano sobre su cabeza, rodeándola. Su ritmo
cardíaco se triplicó y tomó una respiración tranquilizadora. Todo lo que hizo fue
llenar su cabeza con su olor.

—No lo sé, ¿en una cama de plataforma normal?


124

—Esa hubiera sido mi primera opción. Marcus insistió en que esta cama era
mejor. Más romántica, creo que esas fueron sus palabras.
Página
Lorelei asintió. Su garganta estaba demasiado apretada para hablar. ¿Cuántas
mujeres habían disfrutado del romance? Estaba empezando a sentirse incómoda en
la habitación donde habían estado tantas otras mujeres.

—Entonces, ¿tenía razón? —Liam puso la mano en su mejilla, levantando su


rostro suavemente.

—¿Qué?

—¿Marcus tenía razón acerca de ser más romántico?

—¿Por qué me lo preguntas? —Seguramente mujeres más sofisticadas habían


dado su opinión.

—Porque eres la primera mujer en verla, aparte de la limpiadora.

Ella buscó sus ojos.

—¿En serio?

—En serio. —Bajó su cabeza y la besó tan suavemente que pensó que se lo
había imaginado—. Ahora, almorcemos. Tendrás un montón de tiempo para explorar
esta habitación más tarde.

—¿Promesa? —Se puso de puntilla de pies y lo besó en los labios.

Él gimió.

—Promesa.
125
Página
Capítulo 12

U
na suave brisa sopló la colina desde el viñedo, enfriando la terraza. Un
leve aroma a lavanda flotaba en el aire desde dos grandes macetas en
la cima de las escaleras de concreto que conducían al césped. Liam
sirvió una copa de vino para Lorelei mientras ella llenaba su plato con las exquisiteces
que Jason había empacado para su almuerzo.

Explotando una aceituna en su boca, estudió a su compañero. No estaba segura


de por qué Liam estaba tan reticente a hacer el amor con ella. Parecía desearla; la
mirada en sus ojos cuando la había encontrado en su habitación hablaba de una
profunda pasión. Y aun así, ella podía decir que él se estaba conteniendo. ¿Podría
estar pensando todavía que quería tiempo para conocerlo? Ya había sido suficiente.
Por primera vez los tres —cabeza, corazón y cuerpo—, estaban de acuerdo. Ella
deseaba a Liam.

Él cortó una rodaja de pan con seguros y precisos movimientos. ¿Quizás estaba
demasiado programado a seguir el curso de los eventos? Bueno, ella había le iba a
sacar una página de su libro y ver si podía encontrar una debilidad en su escudo.

El primer paso, desnudarse un poco. Se sacó el suéter que había sido el toque
modesto a su vestido, otra de las elecciones de Mandy. Tenía un cuello halter, que
se ataba en su nuca, con un profundo escote en el frente. Quitando el gancho de su
cabeza, sacudió su cabello hasta que se derramó por sus hombros. Con ambas
manos apartó el cabello de su cuello y lo sacudió de nuevo antes de dejarlo caer otra
vez. La mano de Liam apretó el cuchillo, sus nudillos poniéndose blancos. Eso había
atraído su atención.

Cuando Liam se sentó frente a ella, ella se recostó en su silla, cruzó las piernas
y tiró de la falda de su vestido más arriba en su muslo. Agarrando su copa, giró el
líquido rojo como había visto que hacían los conocedores de vino en televisión.
126

Tomó un sorbo y dejó el vino derramarse por su lengua. Era suave y lleno de sabor,
pero jamás podía saborear las cosas escritas en la etiqueta de la botella, moras,
Página

duraznos y todo ello.


La botella en la mesa no tenía etiqueta, así que no estaba segura de lo que se
suponía que debía estar saboreando. Era un poco liberador aquello, permitiéndole a
sus papilas descubrir los sabores. Por supuesto, sus sentidos estaban demasiado
enrollados con el guapo hombre a su lado para pasar mucho tiempo analizando el
vino.

Retorciéndose en su asiento, su falda se subió un par de centímetros más.


Atrapó a Liam mirando a sus piernas antes de que hiciera gestos hacia las filas de
vides a varios metros de la casa.

—¿Este vino es de aquí?

Él se aclaró la garganta.

—Sí. ¿Te gusta?

—Es fabuloso. ¿Produces muchas botellas?

—No vendemos comercialmente. Les doy algunas a amigos y conocidos de


negocios, y me disfruto el resto yo mismo. Es un pasatiempo, en realidad. Tengo un
viticultor que se encarga del viñedo. Podemos dar un paso por las vides después del
almuerzo, si quieres.

—Hmm —respondió evasivamente. Si Liam estaba todavía pensando en


cualquier otro paseo aparte de su habitación, sería mejor que ella redoblara sus
esfuerzos.

Deslizó un dedo por la línea de escote de su vestido y hacia el otro lado. Los
ojos de Liam siguieron su movimiento y vio que su mandíbula se apretaba en
respuesta. Cuando sus ojos encontraron los de ella, estaban llenos de ardiente deseo.

—Estás jugando con fuego —murmuró él.

—Eso espero —dijo ella.

Liam recogió una porción de pan fresco y la cargó con una selección de quesos
y carnes frías en la bandeja. Tomó un enorme mordisco como si tratara de apurar el
almuerzo. Lorelei enrolló una rodaja de jamón y se la metió a la boca. No tenía
hambre, en realidad.

Mientras él observaba, ella tomó un pepinillo, luego lo deslizó en su boca


127

lentamente, saboreando el agudo sabor a vinagre después de probar el vino. Un par


de porciones de queso siguieron. Poniendo su plato en la mesa, se recostó y bebió
Página

su vino, esperando a que Liam terminara.


—Creo que vi una piscina desde la cubierta superior —dijo ella mientras el
silencio se instalaba entre ellos.

—Sí, hay una piscina y un jacuzzi al otro lado de la casa. Quería que la vista de
la terraza fuera de las vides y las colinas. No me di cuenta que iba a hacer tanto calor
hoy o te habría dicho que trajeras un traje de baño.

—Ya que somos los únicos aquí, no me importa sumergirme desnuda. —El
calor invadió su rostro. De acuerdo, lo de nadar desnuda estaba muy por fuera de su
zona de confort, pero había puesto sus cartas sobre la mesa; era hora de que Liam
cayera.

Él se rio, se apoyó en su silla y tomó un sorbo de su vino.

—Así que así es cómo irá el día. Pensé que podrías disfrutar de un paseo por el
valle, para visitar alguna de las vinerías famosas, quizás tener una tranquila cena en
uno de los restaurantes locales. Hay un bistró francés muy bueno en el pueblo más
cercano.

Lorelei agarró una fresa de la mesa, rodando la fruta en su lengua antes de


darle un mordisco. Hasta el momento, era un completo fracaso en el tema de la
seducción.

—Si eso es lo que quieres…

Se quedó mirando la vista, preguntándose cuál sería su próximo movimiento.


El sonido de las patas de metal de la silla en la terraza de concreto la hizo girarse
hacia Liam. Él se estaba levantando ahora, cubriendo la comida.

—Lo que quiero es hacerte el amor toda la tarde hasta que estés demasiado
exhausta para ponerte de pie. Explorar cada centímetro de tu exquisito cuerpo hasta
que esté a punto de explotar. Sin embargo, no quiero que confundas lo que eso
significa, Lorelei. No puedo hacerte promesas sobre el futuro. Si no puedes aceptar
eso, entonces paseemos por el viñedo o por el valle. No quiero que te despiertes
con arrepentimientos mañana.

Su franqueza era tan refrescante como abrumadora. Cada hombre con el que
había dormido la había enamorado y le había llenado la cabeza de promesas de
amor y del mañana. Lorelei tragó. Se había puesto a considerar su futuro atado con
128

el de él, para descubrir que él no veía las cosas de la misma forma. Liam no le ofrecía
más que una tarde de puro gozo.
Página
Si ella era lista, optaría por el paseo, pero no se podía negar a sí misma la
oportunidad de saborearlo. Su cuerpo rechazaba a su cabeza y corazón en esto.

—No lo haré, Liam. Lo prometo.

Antes de que su última palabra hubiera salido de su boca, él tiró de ella contra
sí. Metiendo su mano en su cabello, inclinó su cabeza para recibir sus labios. Sus
otros besos habían sido gentiles, suaves, casi tentadores. Este era un ataque sin
barreras a sus sentidos. Su lengua batalló con la suya. La mano en su cintura se
deslizó y ahuecó su pecho, su pulgar provocando su pezón en un apretado capullo.

Abruptamente, sus labios liberaron los suyos y él estaba deslizando fieros besos
por su cuello, permaneciendo por un momento en su clavícula. Su lengua trazó el
prominente hueso hasta que alcanzó la forma en U del centro. La besó ahí hasta que
sus rodillas colapsaron. Ella nunca se había dado cuenta de cuán sensible era ese
lugar. Él trazó su camino por el resto de su clavícula hasta que alcanzó la cinta de su
vestido. Desde ahí, dejó besos por su cuello, mordisqueando su lóbulo.

—El resto de mis exploraciones requieren más privacidad —susurró él.

Ella asintió débilmente, preguntándose si su mente trabajaría lo


suficientemente bien para poner un pie frente al otro. Antes de que pudiera dar un
paso, sin embargo, Liam la balanceó en sus brazos, cargándola con poco esfuerzo.

Atravesó a zancadas las puertas francesas hacia la entrada. Mientras ponía el


pie en el primer escalón, un crujido en la puerta principal hizo que se detuviera. Giró
mientras la puerta se abría.

Lorelei levantó la cabeza de su pecho para ver una alta mujer rubia entrar a la
casa. Cada músculo en su cuerpo se endureció.

La mujer dejó caer la bolsa de comestibles que tenía en su brazo, enviando un


par de aguacates rodando por el piso.

—¿Michael? —Sus ojos eran enormes y su boca permaneció abierta.

—Amy, ¿qué haces aquí? —La profunda voz de Liam retumbó contra la oreja
de Lorelei. Él no parecía complacido de ver a la inesperada visitante.

La bajó gentilmente, parándose entre ella y la recién llegada adición a su fiesta.


129

—Oh, Dios, eres tú, William. Por un segundo pensé que eras tu padre bastardo.
Página
¿Q
ué infiernos estaba ella haciendo aquí?

—¿Vas a presentarme a tu amiga? —Amy recuperó su


compostura lo suficiente para inspeccionar a Lorelei con ojos
maliciosos.

Él hizo lo mejor para escudar a Lorelei de la rencorosa mirada de su madre.

—No. Espero que des vuelta y salgas por la puerta.

Lorelei se quedó en la escalera detrás de él. Puso sus manos en sus hombros y
él la pudo sentir mirando a su alrededor, indudablemente curiosa de ver a su madre.

—¡William! No te crié para ser tan grosero.

Apenas y me criaste. Sin embargo, él no quería que Lorelei pensara que estaba
avergonzado de ella. Se estiró. En donde ella estaba detrás de él, puso su brazo
alrededor de su hombro, sosteniéndola contra su costado. Si Amy quería conocer a
Lorelei, entonces su madre tendría que dar un paso al frente.

Ella esperó un momento junto a la puerta antes de caminar hacia ellos.

—Lorelei, esta es mi madre, Amy Manning. Amy, esta es mi… novia, Lorelei
Torres.

—Encantada de conocerte —dijeron ambas al unísono.

Terminadas las presentaciones, Liam volvió a su pregunta original:

—¿Qué estás haciendo aquí?

Ella tuvo la delicadeza de contemplar el piso mientras respondía.

—Estoy viviendo aquí.

—¿Qué? —Liam contuvo su temperamento lo mejor que pudo, por el bien de


Lorelei. Apretando los dientes, forzó su mano a apartarse de Lorelei para permanecer
relajado. Lo poco de almuerzo que había comido, se enroló en su estómago. Odiaba
130

que su madre lo hiciera sentir pequeño y desagradable de nuevo. ¿Cómo podía tener
todavía este poder sobre él? La calidez que Lorelei había traído a su vida se disipaba
Página

bajo la mirada glacial de su madre.


—Bueno, Marcus estaba viviendo aquí… hacia el final. Y después… bueno, ya
no vienes aquí. Pensé: ¿por qué debería molestarme en pagar la renta cuando este
lugar está vacío?

—Todavía es violación de propiedad. Estás aquí sin mi consentimiento. Te daré


hasta el final de la semana para encontrar otro lugar y mudarte. —Había tolerado a
su madre por el bien de Marcus. No había razón para que lo siguiera haciendo.

—Soy tu madre —dijo Amy, un nudo en su voz.

—¿Me lo estás recordando a mí o a ti misma?

—Liam. —Lorelei puso su mano en su brazo y esperó que volviera su atención


hacia ella. Su expresión era de preocupación, aunque él no podía decir si era por él
o por Amy—. Por qué no tomamos un café, nos sentamos y hablamos —dijo ella.

La oscuridad detrás de sus ojos amenazaba con superarlo. Si era rabia o


desesperación, él no quería analizar la emoción. Tenía que alejarse de Amy antes de
que ella succionara más alegría de su vida. Tenía que irse. Ahora.

—No tengo nada que decirle. Si quieres conversar, estaré esperando en el


estudio cuando hayas terminado. —Él se giró para moverse a la otra habitación
cuando la voz casi histérica de su madre lo detuvo.

—¡Eres igual que tu padre! Un bastardo egoísta mentiroso. —Una sonrisa de


desprecio cubrió su rostro, convirtiendo su rostro alguna vez hermoso en feo.

Las manos de Liam se apretaron en puños. No iba a ser insultado en su propia


casa.

—Agarra tu bolso, Lorelei. Te veré en el auto.

Salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

—R
omperá tu corazón, lo sabes. Él no tiene uno —dijo Amy.
131

Lorelei tomó su bolso, que había dejado sobre la mesa cerca


de la puerta.
Página
Se giró hacia la otra mujer. A la distancia, ella le había parecido hermosa,
maquillaje perfecto, piel perfecta. De cerca, sin embargo, Lorelei pudo ver que la
amargura se había comido su belleza interior hasta que todo lo que quedaba era
una cáscara vacía, con la envidia acribillándola.

—Estoy en desacuerdo. Creo que Liam tiene un corazón enorme, a la espera de


la persona adecuada para amar —dijo. Se volteó y puso su mano en el pomo de la
puerta.

—Amor, ja. El único amor que le interesa es el que da lugar a bastardos como
él. Al igual que Liam está haciendo contigo, su padre me sedujo, me prometió el
mundo. Lo único que me dio fue un mocoso que destruyó mi matrimonio.

La sangre de Lorelei comenzó a hervir a fuego lento. No había calidez o


sentimientos maternales en la otra mujer.

—Me parece que usted destruyó su propio matrimonio. Y su padre le dio un


regalo increíble: Liam.

—No conoces a mi hijo.

—No, creo que es usted quien no lo conoce. Liam no me ha seducido y no ha


hecho promesas que no mantendrá. Hasta ahora todo lo que ha pedido es mi
tiempo, y me ha dado mucho más que eso. Él es un hombre brillante, un hombre
que antepone el bienestar de los demás antes que el suyo mismo.

—¿Un hombre bondadoso corre a su propia madre?

—¿Cómo puede correrla si nunca lo ha dejado entrar? Esta es la casa de Liam.


Creo que él puede decidir quién vive aquí. Se ha perdido de algo maravilloso, su hijo.
Solo espero por su bien que no sea demasiado tarde.

Lorelei abrió la puerta y se deslizó a través de ella antes de que Amy pudiera
responder. A juzgar por el ruido sordo que golpeó la puerta sobre el nivel de la
cabeza de Lorelei, sus palabras de despedida no habían sido bien recibidas.

El Aston Martin salió del garaje y cuando Liam se detuvo cerca de la puerta, ella
entró. Su rostro todavía era una máscara de furia; podía ver el músculo de su
mandíbula apretándose y cerrándose. Él se apartó de la casa con un chirrido de los
neumáticos del poderoso vehículo.
132

Cuando se acercaban a las puertas, Lorelei puso su mano en el brazo de Liam.


Página

—¿Puedes detener el auto por un momento?


—¿Se te olvidó algo? —Él frenó y estaba a punto de dar reversa.

—No. —Cuando se volteó hacia ella, ella puso su mano en su rostro, pasando
su pulgar por la mejilla superior para aliviar un poco la tensión allí. Desabrochó el
cinturón y se izó a sí misma lo más lejos que pudo en el asiento, jalando la cabeza
de él hacia la de ella. Al tocar sus labios con los de él, lo besó con una compasión
que la sorprendió incluso a ella. Un suspiro escapó de los labios de él.

»No quería que esa fea escena sea de lo que te acuerdes de nuestro viaje aquí
—susurró.

Él la besó de vuelta, haciendo eco de su dulzura. La pasión consumidora de ese


mismo día fue sustituida por una ternura que hinchó el corazón de ella en
proporciones épicas. Cuando él se retiró, Lorelei casi lloró por la pérdida de contacto.

—Gracias —susurró él.

Esperó mientras ella se ponía de nuevo el cinturón de seguridad antes de irse.


El músculo en su mejilla ya no latía, pero sus nudillos todavía se mostraban blancos
en el volante. Tenía la sensación de que si ella no estuviera sentada junto a él, estaría
de vuelta en San Francisco en un tercio del tiempo que tardaron en llegar.

—Entonces, ¿qué debemos hacer con el resto del día? Antes hablaste de una
visita a la bodega y un bonito restaurante.

Liam la miró de reojo y le dio la sombra de una sonrisa.

—¿Te importa si dejamos la visita para otro momento? ¿Por qué no tomamos
la carretera costera de regreso y luego conseguimos algo para comer en San
Francisco?

—Claro, suena bien.

El viaje de regreso a la zona de la bahía, mientras que ofrecía impresionantes


paisajes costeros, se realizó casi en silencio. Liam respondía cortésmente cuando
hacía una pregunta, sin embargo, ella se dio cuenta de que su mente estaba en otra
parte. ¿Estaba pensando en lo que dijo su madre acerca de su padre? ¿Ahora estaba
curioso por conocerlo? Lorelei no se atrevió a preguntar. ¿Qué haría ella?

¿No estaba ella realmente en una situación similar? Su padre estaba por salir
133

de la cárcel en un par de años. ¿Iba a reunirse con él cuando saliera? Antes de que
hubiera conocido a Liam era una pregunta que ella misma se había hecho
Página

diariamente. Desde Liam, había parecido darle menos y menos importancia.


El tráfico se hizo más denso mientras se acercaban a la ciudad, y manejaron a
lo largo de la carretera. Con nada que ver excepto otros pasajeros aburridos, se
volteó para mirar al hombre a su lado.

—¿Quieres hablar acerca de hoy?

—No.

—Puede ayudar...

Él dejó escapar un gran suspiro.

—Lorelei, he tratado con esa mujer toda mi vida. Ella se preocupa solo por sí
misma. Si cree que soy egoísta, entonces probablemente heredé eso de ella.
Contactaré a mi abogado para sacarla de la casa, y cuando esté seguro de que la ha
dejado, podemos volver. Marcus era lo único que teníamos en común. Ahora que se
ha ido, no quiero verla nunca más. —Su tono fue firme, inflexible, y la mirada que le
lanzó mientras ella abría su boca de nuevo, detuvo en seco las palabras en su lengua.

Continuaron por unos kilómetros más.

—¿Qué vas a decirle a tus hijos cuando quieran conocer su abuela? —No podía
dejarlo ir, no podía. No estaba bien tener familia y cortarla completamente fuera de
tu vida. Con un repentino destello, supo que vería a su padre cuando estuviera libre.
No tuvo el coraje para enfrentarse a él en la cárcel, pero en la comodidad de la casa
de su madre, le gustaría llegar a conocer al hombre cuyo ADN compartía.

—Yo no voy a tener hijos, por lo que ese un argumento discutible.

Con su epifanía acerca de su padre, Lorelei casi había olvidado el punto que
había estado tratando de hacer con Liam. El hecho de que él no quería la golpeó con
tanta fuerza que se olvidó de su madre y su relación cascarrabias.

—¿No quieres hijos? ¿Por qué no? Serías un gran padre.

—Tuve una infancia asquerosa. Mi madre fue solo la punta del iceberg. De
ninguna manera me gustaría hacer pasar a otro ser humano por eso. Nada de niños.
—El músculo de su mandíbula volvió a palpitar y las manos que se habían relajado
en el volante, se aferraron de nuevo.

Ella abrió la boca para protestar que los hijos de él no compartirían la misma
134

infancia; tendrían un padre que amar y que los protegería. Eso no parecía importar.
Página
L
iam miró de reojo a Lorelei mientras el silencio una vez más consumió el
auto. Ella miraba fijamente por la ventana y él pensó que vio el brillo de
una lágrima en su mejilla. De acuerdo, tal vez no debería haber sido tan
cortante acerca de no querer hijos. Lorelei sería una madre fabulosa. Confeccionaría
disfraces de Halloween y hornearía galletas y leería cuentos a sus hijos. Serían tan
amados que probablemente no iban a querer salir de casa. Liam trató de imaginar
por un segundo lo que su vida podría haber sido si hubiera tenido una madre así.
Sacudió su cabeza. ¿Desde cuándo había empezado a vivir en la tierra de la fantasía?
El ver a su madre le había recordado quién y lo que era, un bastardo indigno de ser
amado.

Él lanzó otra mirada a la mujer junto a él mientras desaceleraba y cambiaba a


la segunda velocidad. Díselo ahora. Dile que todo ha terminado. Ellos obviamente
querían cosas diferentes en la vida. Esta era la estrategia de salida perfecta. Al ver el
cartel del puente Golden Gate, cambió de carril. Él debería salir de su relación
también. Ahora, tenía suficiente para completar la novela. Había experimentado la
emoción de conocer a alguien, el calor y la compañía. Había... amado.

Pisando los frenos, por poco esquivó el auto de delante, por lo cual se detuvo.
Lorelei lo miró fijamente, preocupada. Maldita sea, él la amaba. ¿Cuándo demonios
había sucedido? ¿Cuándo ella se rio de su molestia en el Muni? ¿Cuándo lo había
besado y luego entró en un shock anafiláctico? ¿Cuándo él había entrado en el salón
de baile en el Four Seasons y ella se veía tan sexy que había querido cegar a cualquier
otro hombre en la habitación para que no la vieran? No importaba. Había sucedido
y era su peor pesadilla. Él prefería regresar a casa con su madre que admitir a quien
fuera que había roto la regla número uno de Liam Manning: no enamorarse.

—Si quieres llevarme a casa podemos cenar otra noche —dijo ella.

¿Había ella leído su pensamiento? ¿El horror de saber que él la amaba se


mostraba en su rostro?

—Quiero decir, sé que ver a tu madre te ha molestado. Si quieres dar el día por
135

terminado, llévame a casa.

El ver a su madre parecía ahora el menor de sus problemas.


Página
—Siento que ha sido una cita tan deplorable. Es que... bueno... no la había visto
desde el funeral de Marcus. Pensé que se había mudado a Arizona.

—Lo entiendo, Liam. El verla, probablemente, trajo todos los malos recuerdos
de la muerte de tu hermano.

—Sí.

Él se dio a sí mismo una patada mental en el trasero. ¿Era así como quería
terminar con ella, con él siendo petulante y ella tratando de consolarlo? ¿Pensando
que él la había dejado porque ella no era suficiente amorosa para consolarlo?

La miró de reojo otra vez. Tenía las manos cruzadas sobre el regazo, con una
mano frotando la parte posterior de la otra rítmicamente. No, esta no era la forma
en que iba a dejarla.

—Este tráfico es una pesadilla. Salgamos de la autopista y consigamos algo de


comer. Probablemente no he comido lo suficiente hoy. —Él le dio su mejor sonrisa
y fue recompensado con alivio por parte de ella debido a todo su comportamiento.
Los hombros de ella se enderezaron y la cabeza se enderezó un poco. Ella se acercó
y frotó la parte posterior de la mano de él que se encontraba encima de la palanca
de cambios.

Si ella iba a empezar a tocarlo en el auto, tendrían que tomar el autobús la


próxima vez. El hecho de que considerara subir al autobús de nuevo con ella
mostraba lo mal que se encontraba.

Estaba tan jodido.

136
Página
Capítulo 13

L
iam cerró de golpe la puerta de su apartamento y se dirigió directamente
al mueble bar. Se sirvió dos dedos de whisky y los bebió de golpe en un
solo trago. El líquido ámbar quemó su garganta, con suerte incinerando
la palabra con “A” que podía sentir alojada en su pecho. La cena había sido un
desastre. Lorelei lo había intentado demasiado, y él no se había esforzado lo
suficiente.

Cuando la había dejado en su apartamento, pudo sentir su alivio cuando


declinó su invitación a subir. Después de servirse otro trago, vagó de regreso a la
sala de cómputo. El zumbido de los servidores por lo general lo tranquilizaba,
quitándole la tensión. Estaba de nuevo en su mundo, solo que ahora faltaba algo.

Comprobó sus correos electrónicos. David había enviado un mensaje


preguntando si Liam quería realizar la primera prueba de penetración a un nuevo
cliente. Por lo general, era su trabajo favorito; mantenía sus habilidades al día y le
permitía poner a prueba su temple contra los firewall de la competencia. Era como
probarse a sí mismo cada vez. Le respondió a David, diciéndole que lo hiciera él.

Recogiendo la foto en su escritorio de él y Marcus, miró la cara de su hermano.


¿De verdad sabía lo que le había pedido cuando hizo a Liam prometerle terminar su
novela? Marcus lo había amado toda su vida… no había manera de que
deliberadamente lo hubiera hecho pasar a través de este infierno si lo hubiera sabido.
Era culpa de Liam. Nunca debería haber elegido a Lorelei. Tendría que haberse
apegado y serle fiel a su estilo y elegido a alguna modelo egoísta, insensible y
demasiado interesada en su propia carrera como para pensar en hacerse su camino
a su corazón.

Ahora, sin embargo, era demasiado tarde. Dejó la fotografía y abrió el


programa de escritura. Derramó toda su frustración y malestar en el libro, poniendo
137

a los personajes a través del mismo tormento que él mismo estaba experimentando.
Sus dedos volaron y, antes de darse cuenta, dos horas habían pasado y había escrito
Página

un capítulo entero. Uno más faltaba, hacia la resolución, y el “felices por siempre”, ya
que Marcus había insistido en que tenía que tener un felices por siempre. El final que
tan cruelmente se le había negado a su hermano. Al menos Marcus había tenido
cuatro felices años con Crescy.

El problema era que Liam no podía averiguar cómo iba a darle la felicidad a su
pareja de ficción, cuando su propia situación era tan sombría. Se recostó en la silla,
mirando el parpadeante cursor burlándose de su incapacidad para escribir su salida
de la confusión que era su propia vida.

Ahí no había esperanza, no había futuro para él y Lorelei. Incluso si todo el


engaño y la traición pudieran ser perdonados, ella quería niños, un montón de ellos
por cómo había sonado. Y para ser honesto, no podía imaginarla sin ellos. Pero verse
a sí mismo como padre, sin embargo, era demasiado para su programación
calculada. Lorelei probablemente había llegado a esa conclusión por sí misma
también. Razón por la cual se había distanciado esta noche.

Por lo tanto, la gran pregunta era: ¿debería verla de nuevo o simplemente dejar
que la llama se apagara? Tenía un viaje que necesitaba hacer a China; lo había estado
aplazando, pero podía irse tan pronto como la próxima semana. Eso les daría la
distancia necesaria para tranquilizarse. Por supuesto, él le había prometido
mentalmente a Lorelei un viaje a Antigua. Ella y Mandy podrían ir allí mientras él
estaba en China y en el momento en que ambos regresaran a San Francisco, estarían
dispuestos a seguir adelante con el resto de sus vidas, vidas separadas.

Lorelei no necesitaba saber sobre el libro o su hackeo al sitio de citas. La


escritura era tan terrible que nunca se publicaría todos modos. Marcus había
sobrestimado por completo la capacidad de Liam para escribir un libro, basado en
unas pocas citas falsas, aunque la emoción había sido real. Demasiado real.

Liam se estiró y entró en la sala de estar. Miró por el ventanal del piso al techo
las luces del Área de la Bahía. Su intestino se hizo nudos y su pecho dolió cuando
trató de tomar una respiración profunda. ¿Era esta la forma en que iba a ser cuando
pensara en Lorelei?

Sacudió la cabeza. De regreso al trabajo. Adentrarse en el ciberespacio siempre


había sido su remedio para superar las cosas. Tenía que funcionar ahora. Se retiraría
a su mundo donde las emociones se muestran con dos puntos, paréntesis, y otra
puntuación rara vez utilizada.
138

Antes de que estuviera a medio camino de regreso a la computadora, hubo un


Página

golpe tentativo en su puerta. Dudó un momento, mirando el reloj. Era casi la


medianoche. David todavía estaba en DC, a pesar de que tenía previsto regresar
mañana. ¿Era Helen con algún problema? Realmente no quería sentarse a charlar
con ella. Ella siempre lo miraba como si el sol brillara fuera de su culo. Pero si la
hermana de su mejor amigo necesitaba algo, sería mejor ayudarla.

Con un suspiro de cansancio, abrió la puerta, esperando ver el fibroso cabello


rubio de su vecina de al lado. En cambio, Lorelei estaba allí, su cabello castaño
cayendo sobre sus hombros. Llevaba una gabardina, medias negras y zapatos de
tacón alto, y por la forma en que se aferraba a las solapas supuso que no había ni
un infierno más debajo. Su pulso se disparó y todo su razonamiento de la última
hora sobre poner fin a las cosas con ella, huyó por la puerta abierta.

—Lorelei. —Su aliento pareció atrapar su nombre y se aclaró la garganta, listo


para preguntarle qué quería.

—¿Puedo entrar? —Ella miró más allá de él, preguntándose si tenía una casa
llena como la última vez que había llegado sin anunciarse.

—Sí, perdón. No estaba esperándote. —Su cerebro parecía estar apagándose.


En cualquier momento, la pantalla azul de la muerte aparecería en sus ojos.

Se hizo a un lado y ella pasó junto a él. Una bocanada de su sensual perfume
flotó sobre él, confundiendo aún más su ya confusa mente. Se detuvo cuando llegó
a uno de los sofás, y posando su trasero en el respaldo, levantó los ojos hacia él.

—Así que, me estaba preguntando, hoy más temprano, cuando me llevabas a


tu habitación, ¿querías hacer el amor conmigo o solo estabas haciendo algo de
ejercicio? —Ella se soltó las solapas y se recostó en el sofá, los brazos a ambos lados
de su cuerpo. Su abrigo cayó en el centro y desde donde estaba paralizado en la
puerta, vio a un rastro de encaje negro.

—Definitivamente lo primero que dijiste. —Con retraso, cerró la puerta y


caminó hasta la mitad en la habitación. Hipnotizado, sus ojos se centraron en
estrechar la mano de Lorelei mientras deshacía el cinturón alrededor de su cintura.

—Lo pensé muchísimo. Y luego pensé, que tu madre ha jodido bastante tu vida.
No iba a dejarla arruinar la mía. Así que, como ella nos interrumpió esta tarde, pensé
que simplemente reiniciaría la tarde en otra ubicación. Discúlpame un minuto. —Se
paseó hacia la puerta lateral al pasillo comunal, pasando cerca de él pero sin tocarlo.
139

Sacando una tarjeta de su bolsa, entreabrió la puerta para dejar algo en la manija
exterior antes de cerrarla de nuevo. Se giró y se apoyó contra la puerta y dejó que
Página

su chaqueta se deslizara desde sus hombros a un montón a sus pies.


Los ojos de Liam estaban enviando rápidas señales de fuego a su cerebro, que
estaba devolviendo mensajes de error. Lorelei se quedó en la puerta, vestida con un
teddy32 negro de encaje, medias y tacones altos. Y eso era todo. Excepto, por
supuesto, por la vacilante sonrisa que estaba tratando de mantener.

—Por favor, ¿dime que no viniste aquí en autobús vistiendo eso?

—No, tomé un taxi. Afortunadamente el conductor tenía cerca de noventa y


cinco años, apenas podía ver el volante, y no estaba prestándome atención. —Ella
dio un paso hacia él—. Ahora, ¿dónde estábamos antes de que fuéramos
interrumpidos tan groseramente esta tarde?

E
l corazón de Lorelei latía tan fuerte que pensó que podría desmayarse.
Dos pasos más cerca y podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo; el
olor almizclado de su loción de afeitar le hizo cosquillas en la nariz. Si él
no dejaba de mirarla y la tomaba pronto en sus brazos, se moriría de vergüenza.

Toda esta estúpida cosa de la seducción había sido idea de Mandy. Cuando
había llamado a su amiga después de que Liam la dejó, Mandy le preguntó qué
quería. Si sabía lo que quería y no iba y hacía algo al respecto, entonces merecía
sentarse a deprimirse sola en casa. Así que Lorelei se puso su lencería más
provocativa y llamó a un taxi antes de que su sentido común le diera una patada.

Lamiendo sus labios, trató de pensar en cuál debería ser su próximo


movimiento, cuando Liam cerró la distancia entre ellos de una estocada. La atrajo
hacia él, una gran mano extendida contra su columna vertebral, la otra en su cabello,
arrastrando su boca para encontrarse con la suya. Si se había preguntado en el
camino sobre si la deseaba o no, ese primer beso borró cualquier duda persistente.
Liam devastó su boca, su lengua a duelo con la de ella. Cuando creyó que podría
explotar de la sobrecarga de sensaciones, soltó sus labios y besó su camino hacia su
140

oreja. Debajo de su mano y su pecho, el corazón le dio un vuelco. Su respiración era


rápida y podía sentir su erección contra su estómago.
Página

32
Teddy: Prenda de Lencería que tiene aberturas tanto en los pechos como en las partes íntimas,
para así poder tener un fácil acceso. Solo se encuentra atado por un listón al centro.
—¿Qué pusiste en la puerta? —Su aliento era caliente contra su oreja.

Un escalofrío la recorrió, o tal vez fue una descarga eléctrica porque seguro
como el infierno que no hacía frío.

—¿Qué? —Su aturdido cerebro no podía comprender la pregunta.

—Pusiste algo en el exterior de la puerta. ¿Qué era? —Con sus labios trazó un
camino llameante por el camino de su cuello a su clavícula y retrocedió para
mordisquear su lóbulo de nuevo.

—Oh, era un cartel de “No molestar”. Me dijiste que David y Helen tratan esto
como su segunda casa. No quería que fuéramos interrumpidos de nuevo. Lo robé
del Four Seasons.

Él se inclinó hacia atrás para poder observar sus ojos.

—Oh, ¿en serio? ¿La chica que no cruzaría la calle imprudentemente ha sido
atraída hacia el lado oscuro?

Ella dejó caer su cabeza y miró su pecho, pero él puso un dedo debajo de su
barbilla y la levantó para que lo estuviera mirando de nuevo.

—No, volví al día siguiente y ofrecí pagarlo.

Liam rio. La besó de nuevo hasta que sus piernas se derritieron y solo el brazo
de él en su espalda la estaba manteniendo en pie.

—Primero deberíamos hablar. Tengo que decirte algo —le susurró en el oído.
Él se alejó y la miró a los ojos. Los suyos ardían con pasión, sus pupilas casi dilatadas.

—Mañana33. Podemos hablar mañana. Esta noche quiero hacer el amor


contigo.

Él vaciló un segundo, luego la levantó en brazos una vez más y se dirigió hacia
la parte trasera apartamento. Abrió la puerta de golpe y la dejó de pie suavemente
junto a la cama. Agachándose, presionó un botón en la pared. La chimenea al otro
lado de la habitación cobró vida, bañando la habitación con un resplandor dorado.

Cuando se enderezó, ella se estiró y comenzó a desabotonar su camisa. Sus


141

dedos se sentían gruesos y tuvo que morderse el labio para concentrarse en la tarea
en manos. ¿A él le importaría si se la desgarraba? Él parecía impaciente por el toque
Página

de ella en su piel y levantó la camisa por encima de su cabeza. Ella bebió la vista de

33
En español en el texto original.
su pecho musculoso un minuto antes de pasar sus dedos a través del enmarañado
cabello entre sus pectorales. Los músculos saltaron bajo su toque y deslizó sus
manos hacia sus apretados abdominales hasta que se apoyaron en su cinturón.

Sus ojos volaron a los de él, aun así se mantuvo impasible, esperando por ella.

El calor inundó su rostro. Ella nunca había sido tan descarada. Liam parecía
contento en dejar que ella marcara el ritmo. Le tomó varios intentos con las manos
de él manteniendo las suyas firmes antes de poder deshacerse del cinturón. Mirando
su rostro una vez más, él le dio una sonrisa ladeada, el hoyuelo en su mejilla
guiñándole. Después de liberar el botón en su bragueta, deslizó suavemente la
cremallera hacia abajo, su erección pujando contra el metal. Con sus pantalones
flojos, de repente sintió miedo y dejó caer sus brazos a un lado.

—Vamos, cariño. Estás haciendo un trabajo maravilloso, no puedes rendirte


ahora. Continuemos tu educación en el lado oscuro.

—Yo…

Él puso sus manos en su rostro y la besó hasta que sus deseos superaron sus
inhibiciones. Cuando liberó sus labios, su voz era ronca.

—Eres la mujer más sexy a la que he besado. Ahora sácame la ropa y deja que
te muestre lo mucho que te deseo.

—No soy la mujer más sexy a la que has besado.

—Lo eres. Sexy, hermosa, generosa y divertida. Podría continuar, pero mis
labios preferirían más explorarte que hablar en este momento.

Probablemente fuera una línea, pero ella también preferiría que tuviera sus
labios sobre ella. Finalmente, se puso de pie frente a ella, completamente desnudo
y ella podía decir honestamente que era magnífico: hombros anchos con la cantidad
correcta de músculos bien definidos, dirigiéndose hacia abajo a una esbelta cintura
y más. Olvídate de los bomberos o stripers; debería haber un calendario de chicos
sexys de la tecnología.

Cuando la besó de nuevo, podía sentir su restricción. Se estaba conteniendo.

—Ahora es tu turno —le dijo mientras se recostaba en la cama.


142

—¿Qué?
Página
—Sácate la ropa. —El sensual brillo en sus ojos mientras la recorrían envió
chispas deslizándose por su piel.

Lorelei puso sus manos en sus caderas. La rutina de seducción había sido su
idea, pero pensó que él la seguiría cuando ella empezara. Él obviamente había
tomado una bebida; podía saborear el whiskey cuando se besaban. Aun así, no
estaba ebrio.

—¿Por qué tengo que hacer todo el trabajo?

—Porque fue tu idea. Créeme, creo que es una idea fabulosa. Pero por la forma
en que trabaja mi empresa, si haces una sugerencia, mejor la respaldas con acciones.
—Puso sus manos detrás de su cabeza y le sonrió.

¿Simplemente iba a recostarse allí, desnudo y esperando que se desnudara


para él? Miró su ropa. Bueno, no había mucho que quitar, incluso con sus zapatos
aún puestos. Sería mejor que esto valiera la pena.

Inclinándose hacia adelante, se desabrochó uno de los clips de sus medias. La


pasión se encendió en los ojos de Liam, animándola. Deslizó una correa de un
hombro, luego le dio la espalda, liberando el otro clip de su media. Poniendo un pie
sobre la mesita de noche, rodó una media hacia abajo por su pierna, centímetro a
centímetro. Sin mirarlo, podía oír su respiración acelerándose. Sacó la media de su
pie, luego volvió a ponerse su zapato. Con un balanceo de sus caderas, se sacó la
otra media. Las dobló cuidadosamente y las puso sobre la silla junto a la cama.

Le echó un vistazo a Liam. Estaba allí acostado, como si estuviera mirando un


partido de béisbol medianamente interesante. Sin embargo, podía ver el latido del
músculo de su mandíbula y el resto de su cuerpo listo para la acción. Lorelei tragó
saliva. Estirando las manos detrás de ella, desabrochó uno de los ganchos que
mantenían su corpiño en su lugar. Caminó hacia la ventana mientras desabrochaba
otro gancho. Deslizó una cortina para cerrarla y desabrochó otro gancho. Con un
balanceo exagerado de sus caderas, cerró la otra cortina. Se escondió detrás de esta
mientras se sacaba las bragas, incapaz de pensar en una forma sensual de hacer eso.
Mirando alrededor de la cortina, se las tiró a Liam, quien las atrapó, examinó el
delicado encaje y luego las arrojó sobre sus medias.

Con las cortinas cerradas, avanzó hacia Liam, deshaciendo ganchos mientras lo
143

hacía. Con un solo gancho por deshacer, se arrodilló en la cama. Todo su cuerpo
estaba tenso, con la mirada clavada en su pecho y ella esperó hasta que la miró a los
Página

ojos. Cuando sus miradas se encontraron, ella deshizo el último gancho, deslizó las
correas de sus brazos y tiró el corpiño hacia la chimenea. Estaba tan desnuda como
él, excepto por sus zapatos.

—¿Lo suficientemente malo para ti? —Apenas reconoció su voz, estaba tan
gruesa por el deseo.

—Oh, sí. —Él estiró una mano y ella puso la suya en esta—. Gracias —dijo él,
su voz ronca. Tirando suavemente, ella cayó contra él, piel contra piel. La aspereza
del vello de su pecho en sus pechos sensibles la hizo jadear. Esto podría terminar
muy rápidamente. Respiró profundamente mientras él le daba vuelta y se cernía
sobre ella.

—¿Por qué?

—Por hacer realidad mi fantasía.

Ella le sonrió. Aquí estaba recostada y desnuda bajo el hombre más sexy que
había conocido. El hombre del cual estaba bastante segura que estaba enamorada y
acababa de llevar a cabo el primer striptease y él no se había dormido. Levantó una
mano y la llevó a su mejilla.

—¿Eso era todo? ¿Esa era la suma de tus fantasías? Creo que tenemos que
trabajar un poco más en tu imaginación.

Él rio y luego la besó hasta que no pudo recordar su propio nombre.

L
iam rodó sobre algo puntiagudo. Estiró la mano y sacó un zapato de tacón
alto de su espalda. El calzado de Lorelei había durado una media hora
antes de caer finalmente. Había sido la mejor noche de su vida, sin
excepción. Añadir emoción hacía cosas maravillosas por los aspectos físicos de la
relación. Hacer el amor era mucho mejor que tener sexo. Nunca sería lo mismo.

Ante ese pensamiento alegre, liberó su brazo de debajo de la cabeza de Lorelei.


Ella gruñó ante la pérdida de contacto, pero se acurrucó en la almohada. Besándola
144

en la mejilla, la acobijó en las sábanas. Planeaba volver a su lado antes de que se


despertara por completo. Tres veces no fue suficiente.
Página
Luego de ponerse su bata, salió descalzo de la habitación. En piloto automático,
se dirigió a la sala de computadoras. Cuando movió el ratón, la pantalla se iluminó
con el manuscrito de su hermano aún abierto. La barra parpadeante que se había
mofado de él la noche anterior con su infelicidad, ahora lo atraía a escribir el “felices
para siempre” de su pareja ficticia. El sentido de triunfo que experimentó cuando
tecleó “Fin” fue similar a que le dijeran que un hacker externo no había sido capaz
de penetrar el nuevo sistema de seguridad de un cliente. No era de extrañar por qué
Marcus había disfrutado tanto escribir.

Su celular sonó en la sala principal y se apresuró a responderlo para que el


ruido no despertara a Lorelei. Estaba amaneciendo y la temprana luz rosa de la
mañana comenzaba a inundar el apartamento. Su ánimo se levantó con la llegada
de un nuevo día, un día que comenzaba con Lorelei desnuda en su cama.

La voz de David al teléfono atravesó la niebla de felicidad, trayéndolo de vuelta


a la realidad. Luego de tratar con algunos problemas, le dejó un mensaje a su
secretaria diciéndole que estaría fuera de contacto hasta el final de la tarde.
Apagando su teléfono, lo puso sobre la repisa de la chimenea antes de regresar a la
habitación.
145
Página
Capítulo 14

L
orelei despertó con un gran peso sobre sus piernas y sus ojos se abrieron
rápidamente; apreció la habitación desconocida. El corazón le dio un
vuelco en el pecho y volteó lentamente la cabeza. El hermoso rostro de
Liam compartía su almohada, sus largas pestañas aventadas contra sus mejillas,
barba incipiente de la mañana oscurecía su mandíbula. Relajándose, se estiró,
soltando sus extremidades de las de él. Murmuró algo, pero se dio vuelta, todavía
dormido.

Debió de haberse levantado en algún momento durante la noche porque su


ropa, la cual había sido abandonada en el suelo junto a la cama, había sido recogida.
Deslizándose fuera de la cama, se dirigió al baño. Iba a tener algunos dolores en
lugares que no estaba acostumbrada a sentir dolor. Liam era un amante hábil y
apacible y le había enseñado algunas cosas sobre su propio cuerpo, como la
cantidad de placer que podía tomar. Y por sus respuestas a sus caricias, ella tampoco
lo había decepcionado.

En general, era un excelente comienzo de día.

Se lavó el maquillaje de su rostro y, usando su dedo y la pasta de dientes de


Liam, se cepilló los dientes. Estaba de pie desnuda frente al espejo y vio el gran
problema con su plan. Llevando tan solo un sexy teddy, medias y tacones aguja bajo
una gabardina no la había dejado con muchas opciones de vestuario para el día
siguiente.

En este momento necesitaba algo que ponerse para cocinar el desayuno.


Quería compensar la enchilada quemada de la cena y probar que sabía cocinar.
Lorelei no tenía muchos talentos, pero podía cocinar. A menos que, por supuesto,
fuera distraída por un magnífico hombre.

Entrando al armario de Liam, encontró su camisa descartada la noche anterior.


146

Se la puso y enrolló las mangas hasta que llegaron a sus codos. La camisa le llegaba
a las rodillas, proporcionando una cobertura adecuada para cocinar tocino.
Página
Cuando volvió a entrar a la habitación, su mirada voló a la cama. Liam yacía
boca abajo, extendido por casi toda la cama. Tuvo la tentación de meterse de nuevo
con él, pero tenía una misión. Se decía que el camino hacia el corazón de un hombre
era a través de su estómago. Dudaba que se pudiera comprar a Liam tan barato. En
esta etapa, sin embargo, valía la pena intentarlo. También era algo que pocas de sus
novias anteriores probablemente hubieran hecho.

Con esa misión en mente, se dirigió a la cocina. Afortunadamente, estaba


distribuida exactamente como ella lo hubiera hecho y encontró todo lo que
necesitaba rápidamente. Entrando en las puntas de los pies a la habitación
nuevamente, chequeó a su hombre. Aún estaba profundamente dormido, así que
pensó que tenía al menos media hora antes de tener que empezar a cocinar.

Mientras tanto, podía llamar a su madre. No había hablado con ella ayer en su
apuro por salir con Liam y ciertamente no la había llamado anoche. Nunca habían
pasado más de dos días sin hablar y su madre propensa al pánico probablemente ya
había llamado al FBI para reportar su desaparición. Su bolso estaba todavía junto a
la puerta principal y después de rebuscar unos minutos, encontró su celular. Presionó
el botón de encendido en vano. Maldición, se había olvidado de cargarlo.

Lanzando su teléfono nuevamente en su bolso, buscó el teléfono de casa de


Liam. No había ningún aparato en la sala de estar o en la cocina y pensándolo bien,
tampoco había visto uno en la habitación. Por otra parte, ella no se había estado
concentrando en la decoración. Después de una búsqueda infructuosa de diez
minutos, llegó a la conclusión de que Liam no tenía teléfono fijo. Encontró su celular,
pero estaba apagado. Cuando lo encendió, la pantalla estaba bloqueada y no quería
despertar a Liam para pedirle la contraseña.

Siempre podía esperar a que Liam se despertara para llamar a su madre, pero
se imaginaba que tendría un montón de cosas que mejores que hacer con él que
hablar con su mamá. Correo electrónico. Le enviaría un correo electrónico a su
madre, entonces no tendría que hablar realmente con ella en persona. Nada del FBI,
ni interrogatorios de dónde estaba, doble victoria.

Aunque no había visto la oficina de Liam o la sala de informática, tenía una idea
clara de su ubicación ya que él y David habían desaparecido por el otro corredor con
bastante frecuencia cuando estuvo aquí la última vez. Esperaba que el equipo no
147

fuera demasiado complicado y que pudiera abrir un navegador y acceder a su cuenta


de correo electrónico sin destruir la mitad de los servicios de Internet de California.
Página
Primero, necesitaba cafeína, por lo que se preparó una taza de café en la cocina
con la cafetera de alta tecnología de Liam. Si la tuviera en su casa, sería sobre la mesa
como una escultura preciada. Ni siquiera tenía idea de que se hacían cafeteras tan
hermosas. Liam vivía en un mundo diferente. ¿Podría encajar? Él no le había hecho
promesas sobre el futuro, pero no podía dejar de sentir que tenían uno… juntos.

Con el aroma celestial de café fresco en mano, vagó hacia el pasillo misterioso.
Un zumbido distante estaba viniendo de la habitación. Entreabrió una fracción de la
puerta y fue golpeada inmediatamente por una ráfaga de aire frío. El zumbido
aumentó a un rugido bajo y asomó la cabeza para ver una sala de servidores que
rivalizarían con los de una gigante corporación. Tres equipos de aire acondicionado
trabajaban a todo volumen y las computadoras de gran tamaño estaban sobre los
estantes de metal. Cables fluían en una maraña de lo que eran nudos para ella, pero
para Liam probablemente fuera un camino bien organizado. Si necesitaba alguna
otra prueba de que era un profesional consumado, entonces ahí estaba todo.

Cerró la puerta y se dirigió a la siguiente. Se abría hacia una habitación grande


con un escritorio de roble enorme con montones de papeles. Un panel de corcho de
al menos tres metros y medio de largo ocupaba una de las paredes. Fijados a este
había esquemas y artículos arrancados de revistas. Apenas unos centímetros de
corcho estaban al descubierto. En el otro extremo de la habitación había una mesa
de billar. Lucía como si un juego hubiera sido interrumpido ya que los palos estaban
sobre los bordes y las bolas estaban esparcidas sobre la mesa. Otra cafetera se
encontraba en un mostrador en el extremo opuesto de la habitación, junto a un
lavabo con una mini nevera debajo.

Mientras que para la mayoría de las personas la cocina era el corazón del hogar,
aquí era donde Liam sin duda hacía su vida. Las cortinas estaban cerradas y resistió
la tentación de abrirlas e inundar la habitación con luz natural. Este era su espacio y
si no fuera por su misión de detener que su madre enviara a las tropas, no tenía
derecho de estar allí.

Se sentó en la cómoda silla de cuero y sacó el cajón deslizante en la parte


delantera del escritorio para encontrar un teclado. Movió el ratón, esperando que al
menos uno de los seis monitores en la parte superior de la mesa cobrara vida.

Tres de los monitores se iluminaron y escaneó las pantallas. La primera era una
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pantalla en negro con líneas de lo que imaginó era código de computadora, porque
nada parecía estar en inglés. El segundo monitor mostraba una hoja de cálculo con
Página

el informe financiero trimestral de la empresa de Liam, de acuerdo con el


encabezado. La tercera pantalla mostraba un documento de lo que parecía ser un
procesador de textos. Una columna a la izquierda tenía títulos de capítulos, el espacio
central tenía líneas de texto y a la derecha había una serie de cuadros con varios
detalles sobre capítulo y escena. Debajo del documento reconoció los símbolos para
acceder a internet. Ahora bien, si tan solo pudiera encontrar la manera de abrir uno
de esos programas en esa pantalla.

Cuando movió el ratón, el cursor se movió sobre el texto, por lo que al menos
estaba en el monitor correcto. Antes de que pudiera hacer clic en el botón de
internet, su nombre en la pantalla le llamó la atención. La curiosidad y el respeto
hacia su privacidad batallaron en su interior. Aunque era el trabajo de Liam y no tenía
derecho de leerlo, parecía que se trataba de ella. ¿Qué podía estar escribiendo acerca
de ella? Leyó el párrafo que contenía su nombre. Luego leyó el siguiente y el que le
seguía a ese.

Liam parecía estar escribiendo sobre su interacción con alguien llamado Todd.
No tenía sentido. Hizo clic en la carpeta que decía “Capítulo 12” y leyó desde el
principio. El nombre de Lorelei desapareció, pero un personaje llamado Lisa quemó
un plato de enchiladas. El héroe, Todd, aun así probó la comida arruinada.

Un escalofrío la recorrió y tomó un sorbo de café. Cayó por su estómago y


quemó su abdomen. Aun así, siguió leyendo. La pareja hizo un viaje al río Ruso, pero
en vez del almuerzo al aire libre, comieron en una pequeña bodega y discutieron
algún tipo de misterio en el que estaban involucrados. ¿Por qué Liam estaba
escribiendo un libro? ¿Tal vez era el último libro que Marcus escribió y lo estaba
corrigiendo? Pero, ¿cómo podía Marcus haber sabido sobre la comida quemada que
ella había preparado?

Hizo clic en el capítulo anterior y comenzó a leer desde allí, esperando que
tuviera sentido. Los dos personajes, Lisa y Todd, parecían estar involucrados en algún
tipo de investigación detectivesca aficionada mientras se enamoraban. Algunas de
sus citas tenían un asombroso parecido con cosas que ella y Liam habían hecho.
Cuando la pareja tuvo una discusión en el auto en el camino de regreso del río Ruso,
la sangre de Lorelei se congeló. El héroe no quería hijos y la heroína sí. Parecía que
la relación había terminado tan pronto como habían resuelto el misterio.

Ahora, su café estaba tibio, y en lugar de conseguir una nueva taza de la


149

cafetera al otro extremo de la habitación, ella continuó leyendo. La protagonista,


Lisa, aunque su nombre cambiaba de forma intermitente con el de Lorelei, se había
Página

presentado en el apartamento del protagonista vistiendo una abrigadora gabardina.


Luego ella le anunció al héroe que prefería tenerlo a él que a un centenar de niños
antes de hacer un striptease para él.

Las palabras comenzaron a desenfocarse y Lorelei parpadeó rápidamente. Se


sentía violada, como si alguien hubiera tomado su diario íntimo y abierto a todo el
mundo para que lo leyera. Incluso sus actividades sexuales fueron inmortalizadas en
la palabra escrita. Su estómago se revolvió y tomó su café, esperando derretir el
bulto que parecía haberse alojado en su garganta. ¿Por qué Liam haría esto? Ella
pensaba que su hermano había sido el escritor. ¿Era otro de sus disfraces?

La taza, que había acomodado en una pila tambaleante de papel, volcó,


derramando lo último del líquido marrón sobre la mesa. Ella movió algunos de los
archivos antes que el avance del tsunami de café pudiera llegar a ellos, mientras
buscaba frenéticamente algo para absorber el líquido.

Lorelei corrió cruzando la habitación, donde un rollo de toallas de papel se


asentaba en el mostrador. Agarrando un puñado, se apresuró a regresar a la mesa.
Desesperada por limpiar el café antes de que se extendiera, golpeó la precaria pila
de papeles, esparciendo el contenido en todo el piso. Después de que había limpiado
el café derramado, se inclinó para recuperar los papeles. Se quedó inmóvil, su mano
cerniéndose sobre una foto de sí misma. La imagen que su madre había subido al
sitio de citas. Su mano temblaba mientras recogía las páginas restantes. Su perfil, así
como también una transcripción de la charla que había tenido con Richard el
arquitecto, habían sido impresos. Algunos de sus datos personales estaban
resaltados con un marcador amarillo.

Una neblina negra nubló su mente y luchó por aire en cada respiración. ¿Estaba
teniendo otra reacción anafiláctica? Su EpiPen estaba en el bolso cerca de la puerta,
pero no podía hacer que sus piernas entendieran la necesidad de caminar. Estaban
pegadas al suelo mientras miraba a su cara en la foto, la cual comenzó a difuminarse.

Salpicaduras cayeron en la fotografía. No fue hasta que unas manos fuertes


sacaron el papel fuera de su alcance que ella se dio cuenta de Liam de pie ante ella.
La culpa estaba escrita en su rostro.

—Tu egocéntrico, bastardo mentiroso. —Las palabras salieron de su boca antes


de que se diera cuenta de que había repetido lo que dijo el vengativo personaje de
su madre.
150
Página
L
iam tragó saliva ante las palabras de Lorelei. No podía negarlas. ¿Cómo
hacerle entender? Miró de reojo a los monitores. El libro de Marcus se
visualizaba con claridad, y no en el punto donde él lo había dejado. Y a
juzgar por la expresión de horror en el rostro de Lorelei, lo había leído, así como
también había encontrado el archivo sobre ella. ¿Por qué demonios no lo había
destruido? Lo había impreso en un capricho y había estado dispuesto a eliminar la
foto. Ahora ese sentimentalismo había vuelto a morderle en el culo. Excepto que era
su corazón el que tomaba el castigo. Le dolía el pecho y era difícil respirar.

—Lorelei, permíteme explicar.

—¿Explicar qué? Explicar cómo hackeaste el sitio web de citas, leíste mi perfil,
decidiste que era la candidata perfecta para hacer el papel aquí en tu pequeño libro.
—Ella hizo un gesto salvaje hacia el monitor de la computadora—. ¿Y luego me
citaste para dar rienda suelta a tu limitada imaginación? Veo que todo funcionó muy
bien para ti. Me alegro de haber podido estar a la altura de tus expectativas. O,
¿cómo fue que lo escribiste, “le hizo darse cuenta de lo poco profundos que sus
encuentros sexuales anteriores habían sido”? Bueno, qué suerte para ti. ¡Me alegro
que hayas escrito “Fin” porque me ahorras el tener que decirlo!

Sus ojos, que la noche anterior habían estado iluminados con amor, ahora
ardían con ira... odio... dolor. Él se merecía su ira y odio; sin embargo, haría cualquier
cosa para aliviar el dolor.

—Cariño, no es así, ya no.

—¿Ya no es así porque has terminado el libro? Vamos, Liam, niégalo. Vamos a
escuchar tu explicación. Empieza por el principio. ¿Hackeaste el sitio de citas y leíste
mi perfil?

—Sí, pero…

—¿Tu cancelaste o no mi cita con Richard?

—Sí, pero…
151

—¿Qué hiciste? No le hiciste daño, ¿o sí?


Página
¿Es eso de lo que pensaba que él era capaz? Sin embargo, ¿no la había
lastimado? Su corazón ardía y él bajó la vista, seguro de que estaba ardiendo en
alguna parte.

—Claro que no.

—No qué, ¿cancelar la cita o lastimar a Richard?

Ella tenía las manos en las caderas y su lenguaje corporal entero decía “aléjate”.
Si él solo pudiera tocarla, estaba seguro de que las palabras vendrían y podría
explicarse.

—Sí, cancelé tu cita. No, no le hice daño Richard. Le envié un mensaje de tu


perfil diciendo que tenías que trabajar hasta tarde y querías cambiar la fecha, y luego
lo borré tu cuenta y le devolví el dinero a tu madre. —Eso no sonaba tan mal...

—Cuán noble de tu parte. Así todo el mundo gana. Consigo un tiempo en tu


vida, mi madre consigue su dinero de regreso, y tú consigues una mujer verdadera
para jugar a las muñecas con su vida. ¿Qué pasa con Richard? ¿Qué pasa con el sitio
de citas? —Incluso en su indignación, su sentido de la justicia se destacó.

—Richard es un imbécil. Ya ha estado casado tres veces y su divorcio de la


esposa número tres aún no se ha finalizado y ya está buscando la número cuatro.
No tenía derecho a estar en ese sitio.

—¿Lo investigaste? ¿Qué tipo de psicópata investiga a la competencia?

Toda la sangre se drenó del rostro de él ante la palabra "psicópata".

—Todo era de conocimiento público. Solo tienes que saber dónde buscar. —Si
ella estaba así de indignada por su investigación de Richard, estaba seguro como el
infierno que esperaba que no se enterara de todo lo que sabía acerca del historial
de ella. El padre preso no había sido una novedad para él, aunque pensó que había
fingido bien el sorprenderse.

—¿Y supongo que hackear el sitio de citas fue también para el beneficio de
ellos?

—Es crakear, no hackear, cuando no estás autorizado. Y sí, los ayudé. Su


servidor de seguridad era tan ineficiente que me tomó treinta segundos acceder a
152

su área administrativa. Y otros dos minutos para entrar a su base de datos financiera
supuestamente segura. ¿Sabes el tipo de daño que un virus real podría haber hecho?
Página
Tuve a uno de mis vendedores en contacto con ellos y les ofrecí un descuento
sustancial en nuestro precio normal para reforzar su seguridad.

—Dios mío34, tienes que estar compitiendo por la santidad. ¿Así que este es tu
habitual modo de operación? ¿Crakear un sitio, encontrar a una mujer, salir con ella,
escribir un libro, romper con ella y pasar a la siguiente? ¿O esperas a que ellas
averigüen sobre el libro para que rompan contigo? A continuación, puedes jugar a
la víctima. Te gusta eso, ¿no es así? Pobre chico, nunca amado por su madre, ¡así que
te desquitaste con otras mujeres! Me das asco, Liam Manning.

Ella lanzó una toalla de papel húmeda hacia él. Ni siquiera logró atinar a la
distancia entre ellos, cayendo inofensivamente a los pies de él. Deseaba que ella
pudiera golpearlo, que estrellara los puños en su pecho. Ni siquiera era lo
suficientemente cerca de lo que se merecía, pero al menos sería una muestra de que
aún se preocupaba lo suficiente para querer hacerle daño.

—Lorelei…

—¡No te atrevas! —dijo mientras él le tendía una mano. Pasó junto a él, con
cuidado de mantener la distancia entre ellos.

Cuando llegó a la puerta se volteó de nuevo hacia él.

—Tal vez deberías ir a buscar a tu padre. Evidentemente tienes más en común


con él de lo que piensas.

Cerró la puerta detrás de sí y un minuto después él oyó el portazo adelante


también. El sonido rompió el hielo que lo mantuvo inmóvil y salió corriendo de la
habitación.

El bolso de ella había desaparecido. Abriendo de golpe la puerta principal, ella


no estaba por ningún lado. No podía dejarla permanecer en la calle vestida solo con
su camisa, ni siquiera con zapatos, y yendo a casa. Corrió fuera del pasillo principal
y golpeó la puerta de David cruzando el pasillo, rezando porque Helen no hubiera
ido a trabajar todavía. Ella debía haber estado de pie cerca, pues la puerta se abrió
rápidamente. Sus ojos casi se le salían de la cabeza al verlo de pie en el pasillo en
calzoncillos.
153
Página

34
En español en el texto original.
—Helen, ve a buscar a Lorelei, está afuera en algún lugar. Tráela de vuelta a tu
casa, dale lo que necesite, y llévala a su apartamento. ¿Tienes las llaves del auto de
David?

Ella asintió y sin hacer preguntas, se dirigió por el pasillo. Liam se volteó hacia
su propia puerta del apartamento y vio el cartel de no molestar. Demasiado tarde
para eso; toda su vida ahora estaba perturbada. Se metió de nuevo en su
apartamento y luego miró por la mirilla hasta que Helen regresó con una angustiada
Lorelei.

La mujer que era lo mejor que le ha pasado alguna vez sollozaba


incontrolablemente, sosteniendo sus brazos a su alrededor como si hubiera sido
pateada y golpeada en el estómago. Helen tenía su brazo alrededor de los hombros
de Lorelei, tratando de hacer todo lo posible para calmarla. Él se apartó de la puerta
y se dirigió a la ducha.

Está bien, Marcus, ¿cómo diablos se supone que voy a arreglar este lío?

154
Página
Capítulo 15

L
iam levantó la cabeza mientras la puerta de su oficina se abría. Pocas
personas habían desafiado su temperamento en las últimas dos semanas
y él había sido capaz de trabajar en paz. Qué trabajo que había podido
hacer, eso mismo. Con el rostro arrasado por las lágrimas de Lorelei apareciendo
ante sus ojos cada veinte minutos era difícil concentrarse y hacer algo. Desde que
ella había salido de su apartamento, ni siquiera había hecho el trabajo de un día
completo. Lo que siempre había sido su panacea ahora se había convertido en su
veneno, recordando las pulsaciones de teclado que lo habían llevado a su dolor
actual.

Un trozo de papel pegado a un apuntador de pizarrón apareció por la rendija


de la puerta, pronto seguido por la cabeza de David.

—Vengo en paz. ¿Permiso para entrar?

Sin esperar su respuesta, David entró en la oficina, aunque mantuvo la puerta


abierta, probablemente en caso de que necesitara hacer una retirada estratégica.
Incluso su mejor amigo había mantenido su distancia desde su regreso de DC. Liam
no estaba seguro de qué historia le había contado Helen a su hermano sobre el
rescate de una Lorelei ligera de ropa en la calle, pero basado en el hecho de que
ninguno de ellos había llegado a comer la semana pasada, él había sido condenado
sin un juicio. Aunque no podía ver cómo un jurado alcanzaría otra conclusión. Pero,
¿era la vida sin Lorelei un castigo apropiado?

—¿Qué quieres, David? —Liam se pasó una mano por la cara y cabello. A pesar
de que podría volver a la barba, todavía se había mantenido afeitado.

—Te traje un regalo. —David avanzó hacia la mesa y depositó la enorme bolsa
de M&M que había estado escondiendo detrás de su espalda—. Ahora que ella se
ha ido puedes comer estos de nuevo.
155

Liam tomó nota de la evasión prudente del nombre de Lorelei.


Página
—No quiero eso. —Tiró los dulces a través del cuarto. Se estrellaron contra la
pared con un golpe seco antes de dispersarse las multicolores delicias en toda la
alfombra.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? —David se recostó en la silla frente al


escritorio como había hecho un millón de veces antes.

—Sabes lo que quiero —dijo Liam entre dientes. Se suponía que David era su
amigo, así que, ¿por qué estaba él frotando su cara en su miseria?

—Quiero escucharte decirlo en voz alta.

—Quiero a Lorelei, maldita sea. La quiero de vuelta en mi vida.

—¿Por qué?

Liam empujó su silla hacia atrás con tanta fuerza que se estrelló en el aparador
detrás de su escritorio, enviando un jarrón de porcelana a estrellarse contra el suelo.
David se estremeció, pero no se movió de la silla. Liam se acercó a la ventana. Miró
hacia fuera en el epítome del éxito: la oficina en una esquina con vista panorámica
de la zona de la bahía, el mundo a sus pies y todo eso no significaba algo.

—Vas a hacer que lo diga, ¿no es así?

—Sip.

—¿Por qué? —Él se dio la vuelta y miró de reojo a David.

—Debido a que necesitas escuchar las palabras en voz alta.

Él respiró hondo.

—Quiero a Lorelei de regreso porque la amo. La necesito en mi vida para que


tenga sentido. —Al escuchar las palabras, no sonaban tan tontas como lo había
pensado. Al menos David no se rio, él se limitó a asentir como si lo hubiera sabido
todo el tiempo.

—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto? —Subió el tono de la conversación.

Liam se pasó la mano por su cabello de nuevo.

—¿Qué puedo hacer? Lo he intentado todo. La he llamado mil veces. No quiere


156

hablar conmigo. De hecho, ha cambiado sus números. He enviado flores a su casa y


oficina suplicando por su perdón y la oportunidad de explicarme. Le he enviado
Página
correos electrónicos hasta que canceló su cuenta y me bloqueó en su cuenta del
trabajo.

—Te tomaría dos minutos averiguar sus nuevos números y dirección de correo
electrónico —dijo David, señalando a la computadora en el escritorio de Liam.

—Si hago eso sabrá que he craqueado los sistemas. Eso es lo que me metió en
este infierno en el primer lugar.

—Ah, ha encontrado tu kriptonita. Sin tus súper poderes de craqueo solo eres
un hombre, al igual que el resto de nosotros. —David hizo una risa malvada y se
frotó las manos.

—Cállate, David.

Su amigo se puso de pie y se estiró como si hubiera tenido una buena siesta.

—Parece que un libro te metió en este lío, necesitas un libro que te saque. —
Se dirigió hacia la puerta.

—¿Qué quieres decir? —dijo Liam antes de que su amigo desapareciera.

—Escribir ese libro de Marcus te metió en esta situación de amor. Tienes que
escribir un libro explicando todo para salirte de la misma.

—Ella ni siquiera habla conmigo. ¿Cómo se supone que voy a hacer que lea
otro libro que escribo, sobre todo después de que ha leído el primero?

—Tú eres el genio. Ingéniatelas. —Con ese pronunciamiento, David salió de la


oficina. La puerta se cerró detrás de él con un clic que hizo eco en el vacío de la vida
de Liam.

—N
o puedo creer que me hayas metido en esto —dijo Lorelei
mientras se acercaban a las puertas de madera maciza.

—¿Con todos los gastos de viaje pagados a Antigua,


157

en un jet privado, alojamiento en una villa de lujo, con un chef personal, además de
esteticista y masajista a tu disposición? No puedo creer que necesitaras
Página

convencimiento —dijo Mandy.


—No quiero nada más que tenga que ver con él.

—Y no tienes que, cariño. De acuerdo con el contrato estas son unas vacaciones
libres de compromisos, y él ha firmado diciendo que no va a poner un pie en la
propiedad durante todo el tiempo que estemos en la isla. Vamos, relájate. Te
mereces esto después de lo que hizo. Esto es lo menos que puede hacer para
compensarlo. Bueno, esto y su patrocinio de las empresas, garantizando que la
caridad reciba cinco millones al año.

—Pero eso no va a compensarme. Me rompió el corazón, Mandy. Un viaje de


dos semanas al Caribe no va a hacer que eso desaparezca.

—No, pero podrías conectar con un hermoso local. Por ejemplo, ¿quién es el
Adonis de pie en la puerta?

Lorelei alzó la vista para ver a Jason de pie con una bandeja de bebidas frías al
interior de la puerta ahora abierta. Se quedó paralizada; si Jason estaba aquí...

—Bienvenida a Antigua, Lorelei. Y tú debes ser su hermosa amiga Mandy. Soy


Jason, el chef. Si hay algo en específico que quieran comer mientras están aquí, solo
pídanlo. La isla también ofrece algunos resorts de clase mundial y restaurantes. Su
anfitrión tiene cuentas en todos ellos, por lo que si desean cenar fuera, por favor
háganmelo saber y puedo hacer los arreglos.

—Puede que nunca me vaya —susurró Mandy al pasar a Lorelei. Tomando una
copa de la bandeja, le dirigió una sonrisa impresionante a Jason mientras caminaba.

—No está aquí, ¿verdad? —preguntó Lorelei, tomando un sorbo de su bebida.

—No. Está en China por lo que sé, es por eso que estoy aquí. Él no me
necesitaba en San Francisco —dijo Jason.

Lorelei se relajó. Ella nunca habría venido a estas vacaciones si Mandy no le


hubiera rogado y suplicado, y suplicado. No había visto a Liam en seis semanas, no
desde que salió de su apartamento. Y finalmente, hacía unas tres semanas, parecía
que incluso había renunciado a tratar de ponerse en contacto con ella. Las flores en
su trabajo y casa se habían detenido y sorprendentemente, no había descubierto sus
nuevos números de teléfono o dirección de correo electrónico.

Cuando el paquete llegó a su escritorio hacía dos semanas no había


158

sospechado que fuera de Liam hasta que lo había abierto. Ante su jadeo, Mandy
estaba al instante en su escritorio y había sacado los papeles de sus manos una vez
Página

que vio las palabras "viaje a Antigua”. Después de que había estado suplicando
incesante a su amiga, por fin la había convencido de aceptar el contrato. Sin
embargo, al devolver los documentos, había dejado muy claro que el hecho de que
fuera, no significaba que lo perdonaba o que quisiera volver a verlo.

Ahora, entrando en su casa, se preguntó de nuevo por su cordura. La casa era


similar en estilo y color a la de Río Ruso, a excepción de los toques caribeños,
ventiladores de techo en todas las habitaciones, costosos muebles de madera oscura
y blancas cortinas de algodón vaporosas. Ella siguió el sonido de la voz emocionada
de Mandy hacia la terraza. Su aliento dejó su cuerpo en un largo suspiro,
completamente inintencionadamente. La casa se encontraba en una colina, rodeada
de palmeras y plantas tropicales en flor. Dos grandes buganvillas trepaban por una
pérgola, sus flores de color rosa y blanco en contraste con el perfecto cielo azul. Al
final de la terraza, una piscina infinita aparecía encaramada en el borde de la colina.
A la izquierda, sin embargo, podía ver un camino que debía conducir a una playa de
arena blanca a cerca de treinta metros.

—Bien, eso es todo. Nunca me iré —declaró Mandy mientras Lorelei llegaba al
lado de su amiga.

—Vamos a ver la casa y a ponernos nuestros trajes de baño. Supongo que la


decisión importante del día es: ¿piscina o playa?

—Hmm, opciones, opciones. La primera en salir después de cambiarnos puede


decidir.

Regresaron caminando a la casa a través de las puertas corredizas del patio.


Una suave brisa tropical soplaba a través de la casa, negando la necesidad de aire
acondicionado. Una pareja de ancianos esperaba cerca de la entrada al pasillo.

—Oh, hola —dijo Lorelei, sorprendida de ver a más visitantes.

—Buenas tardes, Señorita Lorelei y Señorita Mandy —dijo el hombre—. Mi


nombre es Horacio y esta es mi esposa, Celine. Cuidamos la casa y los jardines para
el Sr. Liam. Si hay algo que ustedes quieran o necesiten, por favor háganoslo saber.
Si desean ver sus habitaciones, se las podemos mostrar ahora.

—Gracias —dijo Lorelei.

—Si viene conmigo, señorita Lorelei, la he puesto en la habitación principal —


159

dijo Celine.

Mandy siguió después a Horacio, quien la hizo pasar a una habitación al final
Página

del pasillo.
—No necesito estar en la habitación principal. Una habitación normal de
invitados está bien.

Celine la condujo por el pasillo y luego subieron un tramo de escaleras, pero


se detuvo a mitad de camino por las escaleras.

—Esta es la habitación que me dijeron que preparara para usted —dijo.


Continuó subiendo y abrió la puerta con un ademán, a la espera de que Lorelei la
precediera.

Lorelei se quedó sin aliento cuando entró en la habitación. Era tan hermosa que
casi la hizo llorar. Una enorme cama con dosel cubierto con un mosquitero blanco
estaba en el centro de la habitación. Cojines del mismo color que el mar traían el
exterior al interior de la casa. Al igual que en la planta baja, las ventanas plegadizas
estaban corridas y abiertas hacia una enorme terraza. Ella felizmente podría pasar el
resto de su vida en esta sala, salvo que le recordaba a Liam. Venir aquí fue tal error.

Celine permaneció junto a la puerta, como a la espera de sus órdenes.

—Gracias. La habitación es preciosa.

La señora mayor asintió y cerró la puerta detrás de sí. Lorelei vagó alrededor
de la enorme sala, tocando los pétalos de un jarrón lleno de flores para asegurarse
de que eran reales. Un libro de bolsillo estaba sobre la mesilla de noche. ¿Era el libro
que Liam había estado leyendo cuando estuvo aquí?

Suficiente. Ella iba a disfrutar de sus vacaciones, a pesar o no de él. Con su


decisión repitiéndose en su cerebro, buscó su maleta. El conductor había dicho que
las traería después de que las dejó en la puerta principal. No pudo encontrarla en el
dormitorio, se dirigió hacia el vestidor. Su ropa ya estaba colgada y guardada en un
conjunto de cajones. Ella se puso su nuevo traje de baño, el que no había comprado
con Liam en mente, y trotó hacia las escaleras para encontrarse con su amiga.

Mandy ya estaba tendido en una tumbona flotando en la piscina, otra bebida


de color rosa en el portavasos.

—He decidido que es imposible estar estresada aquí. Quiero decir, mira la vista,
es una preciosidad. Y hay bastantes cosas en la casa para mantenerme ocupada
durante una semana. Jason dijo que hay una sala de cine, biblioteca y juegos en la
160

planta baja.
Página
—Me alegro de que estés disfrutando. Solo recuerda que esto es una sola vez,
de solo dos semanas para escapar de la normalidad. No te acostumbres demasiado
a esto —dijo Lorelei.

Mandy suspiró.

—Ya lo sé. Todo va a ser una decepción después de esto. Acapulco no tiene
oportunidad contra este lugar.

Lorelei se metió en la piscina. El agua estaba a la temperatura perfecta, lo


suficientemente fría para ser refrescante, pero no tan fría que tuviera que salir
rápidamente para calentarse. Nadó un par de vueltas, esperando que el ejercicio
pudiera liberar algo de la frustración acumulada en su cuerpo. Incapaz de
contenerse, se imaginó que estaba de visita con Liam. ¿Estarían arriba ahora,
revisando la comodidad de la cama? ¿O tomando un paseo romántico en la playa?
Apretó los dientes y nadó diez vueltas más. Esta fue una mala idea. No había manera
de que pudiera superar a Liam aquí, cuando todo le recordaba a él.

L
orelei se despertó con una resaca... otra vez... como lo había hecho todos
los días durante la última semana. Jason era un camarero increíble y la
había mantenido abastecida con maravillosos cócteles cada noche hasta
que finalmente tropezaba a la cama, tomando solo el tiempo para quitarse el vestido,
antes de estrellarse en el colchón súper king-size.

Esta mañana el sol llenaba el cielo en el momento en que ella bajó las escaleras
a la planta principal, y estaba agradecida de que tenía una excusa para llevar sus
gafas de sol en la casa para ocultar sus ojos enrojecidos. Así que el enrojecimiento
tenía más que ver con las lágrimas que había derramado cuando se despertó sola
más que con el consumo excesivo de alcohol de la noche anterior. Ella era la única
que sabía eso.

—Buenos días, dormilona —dijo Mandy.


161

Su alegre amiga llevaba un vestido veraniego bastante corto y estaba sentada


ante un enorme plato de huevos, tocino y salchichas. El solo olor tuvo a Lorelei
Página

queriendo correr al baño. Ella murmuró algo en respuesta y se sentó en el otro


extremo de la mesa. Sin decir palabra, Jason puso un vaso alto con una fina pajita
roja delante de ella.

No queriendo parecer descortés, tomó un sorbo, luego otro. Fuera lo que fuese,
calmó su revuelto estómago y el martilleo en su cabeza.

—¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó después de que Mandy apartó su plato
vacío.

—Jason se ofreció a llevarme al mercado donde consigue los productos locales.


Luces como que te vendría bien un día para relajarte. ¿Por qué no te quedas aquí y
te relajas? Horacio dice que colocó una hamaca junto a la playa.

Lorelei bajó sus lentes de su nariz para poder examinar a su amiga. ¿Estaba
Mandy tratando de arreglar un tiempo a solas con Jason? Sería bueno si dos
personas pudieran encontrar un poco de felicidad en estas vacaciones.

—Suena como un plan. ¿Nos vemos más tarde entonces?

Sin esperar que Mandy respondiera, Lorelei agarró su sombrero de la mesa y


se dirigió a la terraza. En cada una de las mesas junto a las hamacas había un libro
de bolsillo, lo mismo que en la mesita de arriba. Varias veces durante la semana
pasada su mano había rondado sobre uno de los libros; estaba curiosa en cuanto a
los gustos literarios de su anfitrión. Había dicho que los libros en Río Ruso habían
sido de su hermano. Tal vez estos también lo fueran y no tenían nada que ver con
Liam.

Pero mientras terminaba la novela que había traído con ella, no podía doler ver
por qué el libro era tan grande que había varias copias en toda la casa. Ella no pudo
evitar ahogarse en su dolor con cócteles nocturnos. Tal vez lo que necesitaba era
perderse en un mundo literario donde alguien más experimentara todo el dolor.

Con un encogimiento de hombros recogió una de las novelas y se dirigió hacia


la playa. La hamaca estaba en la posición ideal para un día de relajación. Colgada
entre dos palmeras, estaba a la sombra suficiente para que no se quemara en el sol,
pero en el ángulo correcto para disfrutar de la vista. Al lado de la hamaca había un
mástil con una pequeña nota en la parte inferior, indicando al usuario que levantara
la bandera para tomar un refresco. Sin lugar a dudas, esto era el paraíso.
162

Después de acomodarse en la silla balanceándose cómodamente, examinó el


libro. Se llamaba Abandonado y no había agradecimiento del autor o editor. Pasó al
Página
reverso, pero no había una propaganda. Extraño, debía ser algún tipo de historia de
auto-publicación.

Abriendo la primera página, leyó la dedicatoria:

Para Lorelei, mi amor


No espero que me perdones
Me gustaría que entendieras

¿Pero qué? Cerró el libro y lo arrojó en la arena. De todos los bajos y rastreros
trucos sucios. Claro, Liam podía no haber venido personalmente, pero había escrito
un libro para ella. Si pensaba que iba a perder sus vacaciones, su tiempo, tratando
de superarlo mediante la lectura de algún relato ficticio de sus acciones entonces
tenía mucho que aprender acerca de las mujeres, mucho que aprender de ella. No
es que ella fuera a darle la oportunidad.

Se tambaleó en la hamaca, mirando danzar las hojas de palma por encima de


su cabeza. Cerró los ojos y trató de dormir. Todo lo que vio fue el rostro de Liam
cuando ella le había dicho que era como su padre. Había visto esa misma expresión
en una ocasión, en el hijo de su primo, cuando le habían dicho que su perro había
sido atropellado y asesinado. Una mirada que decía que nunca amaría otra vez.

Maldito hombre. Muy bien, voy a leer tu libro, pero no tengo que creerlo y no
voy a perdonarte.
Ojalá aprendiera lo suficiente sobre él para dejar de excitarla. Entonces podría
dejar de anhelarlo. Saliendo de la hamaca, recuperó el libro y sacudió la arena. Se
sentó de nuevo y, con mano temblorosa, abrió la novela.

La historia era contada como un homenaje a Marcus, como si Liam fuera solo
un personaje secundario en su propia vida. Él narró a Marcus negándose a ir a
Disneylandia con su padre, ya que Liam no podía ir. Marcus corriendo de su escuela
hacia la de Liam, caminando a casa con él, para evitar que los matones de la escuela
golpearan al escuálido hermano menor. Y Marcus usando su dinero de cumpleaños
163

para comprar computadoras viejas, de modo que Liam pudiera crear una red.

Entre líneas, sin embargo, Lorelei leyó la historia de un joven, sin amor por
Página

cualquier adulto, su único amigo su hermano mayor, los computadores todo su


mundo. Su corazón se rompió por el pequeño Liam, y se limpió más de una lágrima
a lo largo de la lectura. Si no hubiera conocido a su madre, no habría sido capaz de
creer la indiferencia de la mujer a las necesidades de su hijo.

Hizo que la infancia de Lorelei, llena de tías, tíos, primos, y especialmente una
madre que la quería, pareciera feliz. La familia la había rodeado toda su vida, y ella
había tomado su entrometida interferencia por sentado. Apenas podía imaginar al
Liam vacío que debía haber sufrido con solo su hermano amándolo.

Sin darse cuenta de cuánto tiempo había pasado, se sorprendió cuando una
sombra se cernió sobre ella. Levantó la vista para ver a Horacio de pie con una cesta
de picnic en una mano y un termo en la otra.

—Perdón por la interrupción, señorita Lorelei. Como son casi las dos, nos dimos
cuenta de que podría tener hambre. ¿Hay algo más que pueda conseguirle?

La culpa se extendió por ella por hacer que el anciano bajara todas las escaleras
para traer su comida.

—Por favor, ¿quiere comer conmigo? Me gustaría saber cómo llegó a trabajar
para Liam.

Horacio vaciló un momento y luego asintió con la cabeza y se sentó en la arena,


a pesar de que Lorelei se había movido para dejarle espacio en la hamaca.

—Celine y yo somos originarios de Montserrat. Cuando el volcán explotó,


tuvimos que evacuar. Perdimos todo, nuestra casa, granja, todo desapareció.
Nuestros hijos crecieron y se trasladaron a Europa, pero nosotros no podíamos hacer
frente a vivir allí con toda esa gente y el clima frío. Así que vinimos aquí y ocupamos
esta tierra. Solo había una vieja casa abandonada en ese momento. Construimos
nosotros mismos una choza con algunos de los materiales sueltos. No era mucho,
pero nos mantuvo mayormente secos en las lluvias. Criamos algunos pollos y
teníamos un pequeño jardín con algunas verduras.

—¿No había alguna ayuda del gobierno para ustedes? ¿Acaso sus hijos
ayudan? —Lorelei estaba horrorizada de que una pareja de ancianos se viera
obligada a vivir en esas condiciones, en estos días y edad, por causas ajenas a su
propia cuenta.
164

—Europa es muy caro y nuestros hijos no tenían ningún dinero extra. Y el


gobierno quería que nosotros viviéramos en algún asentamiento. Siempre habíamos
Página

vivido en la tierra, tenía espacio. No podríamos vivir en la cima de un montón de


otras personas. Cuando el señor Liam compró la propiedad, sin embargo, nos
pareció que todo estaba acabado para nosotros y tendríamos que mudarnos. En su
lugar, nos ofreció puestos de trabajo aquí. Nos construyó una pequeña y agradable
casa para nosotros, nos dijo que podíamos tener el jardín y los pollos, y todo lo que
teníamos que hacer a cambio era mantener un ojo en el lugar cuando él no estaba
aquí. Asegurarnos de que nadie interrumpía o algo. Por supuesto, Celine hace un
poco de limpieza, hace las camas y tal, no puede evitarlo. Hay otra chica que viene
del pueblo para hacer toda la limpieza pesada.

—Bueno, eso es muy amable de su parte —añadió Lorelei sin convicción.

—Claro que lo fue. Y nos trata como de la familia cuando está de visita. Sí, fue
un día bendito cuando el señor Liam compró este lugar. Ahora, si me disculpa,
señorita Lorelei. Celine quiere que suba y consiga algunos cocos para un pastel que
va a hornear.

Horacio se puso de pie y después de inclinar su sombrero hacia Lorelei, se


paseó por el sendero. No estaba segura de sí era seguro para el viejo hombre trepar
a un árbol, pero probablemente lo había hecho desde que era un niño pequeño.

Agarró el libro de nuevo. La revelación de Horacio de la generosidad de Liam


le hizo más difícil permanecer enojada con él. Cuando llegó a la parte en que su
primera novia en la universidad resultó ser una espía corporativa, contratada para
robar el programa de seguridad que estaba desarrollando, comprendió. Cuando fue
atrapada, la mujer se había reído en su cara y le dijo que no era el tipo de chico que
una mujer amaba. Primero su madre, entonces esta chica. No era de extrañar que
nunca hubiera considerado que podía enamorarse de él y salir lastimada; ninguna
mujer lo había hecho.

Terminó la narración con Marcus rogándole terminar su novela y su instrucción


para encontrar a una mujer que le enseñara sobre el amor, no creyendo que fuera
posible que alguien se preocupara lo suficiente como para ser herida por sus
acciones egoístas.

Lorelei cerró el libro con un chasquido.


165
Página
—E
ntonces, ¿cómo fue tu día? —Mandy estaba tomando un
cóctel en la terraza cuando Lorelei llegó a la cima del camino
de regreso a la casa. Ya eran las cinco y Lorelei había pasado
la última media hora sentada en la arena, dejando a los suaves granos correr entre
sus dedos.

Su mente daba vueltas y no estaba segura de lo que sentía por lo que había
leído. Si fuera precisa, entonces, Liam no era la mitad del villano que había pensado.
Sin embargo, él le había mentido, engañado y herido... Si solo ella supiera si las
últimas palabras eran ciertas o escritas solo para dar el efecto dramático: finalmente
supe lo que era amar y ser amado por una mujer. Entonces metí la pata.
Al darse cuenta de que su amiga la miraba fijamente, esperando una respuesta,
respondió:

—Bien, me pasé el día leyendo en la playa. ¿Cómo estuvo el mercado?

—Fabuloso. Jason es un gran tipo. ¿Sabías que fue un adicto a las drogas sin
hogar y Liam lo sacó de la calle, lo envió a rehabilitación, y luego le dio el trabajo
como su chef personal? ¿Y nunca lo había siquiera conocido antes?

Lorelei negó con la cabeza.

—No, no lo sabía. —Se levantó—. Creo que voy a tomar una ducha antes de la
cena.

—Oh, eh... sobre la cena. Jason cocinó, pero nos estábamos preguntando si te
importaría servirte y luego él y yo vamos a salir de nuevo a la ciudad. Dice que hay
una gran banda de tambores de acero tocando en uno de los parques locales. Vamos
a comer allí. Puedes unirte a nosotros si quieres —añadió Mandy rápidamente.

Lorelei examinó a su amiga. Estaba brillando, y no solo por la luz del sol. Mandy
no había sido tan feliz desde que su novio la dejó.

—No, está bien. Ustedes dos sigan adelante. Tengo cosas en que pensar y
probablemente me acueste temprano. No hace falta que me sirvan nada. Puedo
servirme yo misma si ya está preparado.

—Le dije a Jason que dirías eso. Un millón de gracias, Lorelei. Si nos vamos
pronto podemos conseguir buenos asientos. ¡Oh, estoy tan feliz!
166
Página
Mandy corrió hacia su habitación para estar lista, mientras Lorelei seguía a un
ritmo más tranquilo en la casa. Asomó la cabeza en la cocina y encontró a Jason en
el teléfono. Detuvo su conversación a su entrada.

—Solo quería hacerte saber que puedo servirme yo misma esta noche. No hay
necesidad de que esperes. Disfruta tu noche —le dijo al chef.

La sonrisa que le dio valió la pena por la soledad de comer sola. Caminó por
las escaleras hacia el dormitorio principal. Vagando por la terraza, se apoyó en la
barandilla y se quedó mirando el océano. ¿Dónde estaba Liam ahora? ¿Estaba en
China en alguna aburrida reunión de negocios? Habían pasado seis semanas desde
que lo abandonó; ¿había llegado a un acuerdo con la pérdida? ¿Trataría de ponerse
en contacto con ella de nuevo cuando regresara a San Francisco, o eran estas
vacaciones el regalo de despedida final de parte de él?

Probablemente era bueno que Jason y Mandy fueran a salir esta noche. Ya
podía decir que ella iba a ser la malhumorada compañía. Se duchó y se puso un
vestido veraniego antes de que se diera cuenta que era el mismo que había llevado
cuando había ido al Río Ruso con Liam. La noche aún estaba caliente, por lo que se
quitó su suéter y comenzó a bajar. Después de haber tenido un almuerzo tardío, no
estaba particularmente hambrienta.

—Es una hermosa noche, y la puesta del sol va a ser especialmente encantadora
en la playa. —Celine apareció de la nada, por lo que Lorelei saltó—. El camino está
iluminado de regreso a la casa.

Lorelei asintió y siguió la sugerencia de la señora mayor. Estaba demasiado


inquieta para sentarse; un paseo por la playa al atardecer podría calmarla lo
suficiente como para ser capaz de comer y luego dormir. Mañana averiguaría qué
hacer con Liam.

Cuando llegó a la playa, descubrió que un gran yate blanco había anclado a
unos treinta metros de la orilla. Había varias otras villas de lujo en la colina; tal vez
una de ellas tenía visitantes. En el otro extremo de la playa vio una figura solitaria de
pie en una tabla de surf, junto a un bote. Desde la distancia, no podía distinguir si
era un hombre o una mujer.

Quitándose sus zapatos, se acercó a la orilla del agua, dejando que el agua
167

caliente chocara contra sus pies. Los pequeños cangrejos correteaban por la arena,
desapareciendo con cada ola. El cielo se volvió del color azul suave, al rosa, al rojo.
Página

El final de otro día. Suspiró.


La figura en el otro extremo de la playa estaba más cerca ahora. Pensó en
regresar a la casa, pero no podía apartarse. Sorprendentemente, no tenía miedo; tal
vez se estaba basando en que todo lo que Liam había soportado hacía que su vida
pareciera dorada. La figura se acercaba. Era alto, y sin duda un hombre. Debería
volver; no se sentía de humor para incluso una charla casual con un vecino amistoso.
Lorelei se volvió hacia el camino cuando algo acerca de la figura la hizo detenerse.
De alguna manera, parecía familiar.

Cuando estaba a tres metros de ella se detuvo.

Dios mío35, era Liam.

168
Página

35
En español en el texto original.
Capítulo 16

L
iam se detuvo a unos metros de ella, dejándole espacio suficiente para
escapar de vuelta a la casa si quería evitarlo. Ella dio un paso hacia las
escaleras, pero su inhalación brusca la detuvo. Era como si estuviera
preparándose para más dolor.

—Hola. —Su voz era incierta. Era la primera vez que Lorelei podía recordar
viéndolo inseguro de sí mismo.

—Prometiste que no vendrías.

—Me iré si me dices que me vaya. Cuando llamé a Jason esta tarde, dijo que
habías leído el libro. Tenía que verte. —Estiró una mano hacia ella.

Ella no se movió. Su corazón latía demasiado rápido y su cabeza seguía


reproduciendo escenas de lo que había leído esa tarde, pero no tenía idea de dónde
se encontraba en la vida de él. ¿Simplemente quería disculparse en persona por
engañarla? ¿Era este un adiós en términos amistosos?

Mientras el silencio se prolongaba entre ellos, los hombros de Liam cayeron.


Su mano volvió a su lado.

—Liam. —Le dolía el pecho, ya fuera por sí misma o por él, no estaba segura.

—¿Sí? —Un destello de esperanza iluminó sus ojos.

—Lamento que hayas tenido una vida miserable, pero eso no es excusa para
tus mentiras.

Él dio un paso hacia atrás y su fuerte mandíbula cayó a su pecho. Su voz era
tan baja que ella tuvo que forzarse para escuchar sus próximas palabras.

—Lamento haberte herido, Lorelei. Lo que hice estuvo mal, pero honestamente
nunca pensé que podría volverse tan real. Pensé que tendríamos algunas citas,
169

algunas risas, nos gustaríamos, pero no seríamos compatibles e iríamos por caminos
Página

separados. Como la mayoría de las parejas que salen.


—Bueno, supongo que tu predicción se volvió realidad…

Él levantó la cabeza y la miró a los ojos.

—No, no es así. Me mostraste un mundo totalmente diferente. No puedo ir al


viejo ahora. Te necesito en mi vida, Lorelei. Pregúntale a David. Ni siquiera he podido
trabajar porque estoy pensando en ti, extrañándote. ¿Hay alguna manera de que
pueda convencerte de darme otra oportunidad?

—Incluso si pudiera superar las mentiras, los engaños, eso no cambia quiénes
somos.

—¿Me amas? —Dio un paso más cerca y ella podía ver sus ojos intentando leer
su expresión a la luz de la luna.

—No seas cruel, Liam. —Se abrazó a sí misma, intentando evitar que su corazón
saltara de su pecho para yacer sangrando a sus pies.

Él dio otro paso más y ella podía oler su picante colonia. Involuntariamente,
inhaló profundamente, su cabeza navegando en su esencia.

—Por favor, por favor, Lorelei. Necesito oírte decir esas palabras. —Su mano se
extendió y su pulgar borró una lágrima en su mejilla de la cual ella no había sido
consciente.

—¿Por qué?

—Porque soy un cobarde.

Ella levantó la mirada y vio tanto dolor que parpadeó.

—Te quiero36, te amo, Liam Manning. —El alivio que se extendió a través de él
fue visible; parecía cinco centímetros más alto y tomó una respiración profunda—.
Pero37, pero eso no cambia nada.
El aliento salió de su cuerpo con un zumbido audible.

—Lo cambia todo. Te amo, Lorelei, tanto que me va a tomar el resto de mi vida
mostrártelo.
170

Su corazón se hinchó ante sus palabras hasta que la razón tomó las riendas.
Página

36
En español en el texto original.
37
En español en el texto original.
—No. Aún sigues siendo un genio multimillonario con una idea floja de la ley
y yo soy una trabajadora de la caridad que no cruzará la calle con descuido.

—¿Crees que arriesgaré un segundo en prisión si eso significa estar lejos de ti?
Tienes mi solemne promesa de que mientras estés en mi vida, no cometeré un solo
delito. Nunca jugaré con la felicidad, ni la mía ni la tuya, de nuevo.

La mano que estaba en la mejilla de ella se enroscó en su cabello y la atrajo


más. Ella puso sus manos en su pecho, manteniéndolo a raya.

—Incluso si pudiera confiar en ti, no cambia la gran diferencia entre nosotros.


Quiero niños, muchos niños. Tú no. Es un problema tan fundamental que nunca
podremos superarlo. Realmente, Liam, es mejor si terminamos aquí. Te perdono,
pero sigamos adelante antes de perder más tiempo en esta relación.

—No.

—¿No? No creo que esta sea solo decisión tuya.

—No. No seguiré adelante. Te amo, Lorelei Torres. Más de lo que pensé que
podría amar a otro ser humano, incluso Marcus. No puedo enfrentar un futuro sin ti.
La idea de niños me aterra. Pero contigo a mi lado, sosteniendo mi mano,
honestamente creo que todo es posible.

—En serio, ¿lo crees? —Sus manos se deslizaron hacia arriba por su pecho para
apoyarse en sus hombros.

—Vas a ser una madre fabulosa. No podría negarte eso. Tendrás que
enseñarme a ser un padre amoroso.

Lorelei puso la mano en su rostro, pasando su pulgar por sus labios.

—Serás un gran padre, porque sabrás todas las cosas que no debes hacer.
Estarás allí cuando tu hijo esté triste. Lo defenderás cuando sea reprimido y, más que
nada, lo amarás. Y eso es lo más importante, Liam. No tener miedo al amor.

—Tengo la intención de mostrarte cada día por el resto de nuestras vidas lo


mucho que te amo. Supongo que cuando lleguen los bebés, encontraré la manera
de demostrárselo a ellos también.

—Eso es todo lo que necesito.


171

Entonces la besó. Siguió besándola hasta que ella se empujó contra su pecho.
Página

Su respiración era pesada y se agarró a él como algas mojadas.


—Ven a la casa. Hay una gran cama con tu nombre —susurró ella, su voz ronca
por el deseo.

Él gruñó.

—No puedo.

—¿Por qué no?

—Porque firmé un contrato y prometí que no entraría a la propiedad mientras


estuvieras allí. Sé lo purista que eres con la ley. No quiero poner nuestra relación en
peligro por romper mi palabra.

Ella rio.

—Te diré qué. Elaboraré una adenda para el contrato, permitiéndote acceso a
la propiedad durante mi estancia si me dices dos veces al día que me amas.

—¿Solo dos veces? Puedo aceptar esos términos.

La tomó en brazos y se dirigió a la casa.

—N
o lo creo —dijo Liam. Se dirigió a los sillones orejeros junto
a la ventana donde estaba sentada Lorelei. Tenía uno de
los libros de Marcus abierto sobre su regazo y una taza de
café enfriándose sobre la mesa. Ella levantó la vista mientras él hablaba y el amor
que llenó sus ojos lo hizo contener el aliento. Habían vuelto a San Francisco tres
semanas atrás y la cálida oleada de bienestar que se extendía a través de él cada vez
que miraba su hermoso rostro solo había aumentado.

—¿Qué? —Ella dejó la novela y tomó un sorbo de café.

—Es una carta de Marcus. Según la nota de presentación de su editor, Marcus


lo escribió antes de morir y pidió que fuera enviado a mí después de que hubiera
entregado el manuscrito. Evidentemente, el editor casi se olvidó de esto, solo lo
172

encontró cuando estaba buscando algo más.

—¿Qué dijo Marcus?


Página
Liam jugó con el gran sobre blanco, dándole vuelta varias veces en su mano.

—Todavía no lo he abierto. —Se quedó mirando la escritura descuidada,


claramente de Marcus. Fue como si su hermano estuviera llegando una última vez
desde el más allá. Se sentó en la silla frente a ella y sostuvo la carta hacia Lorelei—.
Léela tú.

Lo miró a la cara por un momento antes de agarrar el sobre. Al abrirlo, examinó


el contenido. Él observó sus labios moverse mientras intentaba descifrar los
garabatos de su hermano. Se le escapó una lágrima del rabillo de ojos mientras
sostenía la carta.

—Bueno, eso es una sorpresa —dijo. Inclinándose hacia delante, puso su mano
sobre la suya donde estaba apoyada sobre su silla.

—Léela para mí, por favor.

Su suave voz, llena de emoción, llenó el aire entre ellos:

Liam,
Apuesto a que estás enojado conmigo por hacerte escribir el libro cuando ya
lo había terminado. Lamento eso (bueno, no realmente), pero tenía que encontrar la
forma de que te alejaras de las computadoras y vivieras en el mundo real por un
rato.

Espero que hayas seguido mis instrucciones y encontraras una mujer real, no
una de esas versiones de plástico por las que sueles ir. Te amé desde el momento en
que mamá te trajo a casa. Pero ahora es el turno de otra persona. Deja que te amen,
Liam. Te lo mereces. Y sé valiente, ámala también. ¡Puedes hacerlo!
Marcus

P.D.: Escribir es mucho más difícil de lo que parece, ¿cierto?

Lorelei le entregó la carta para que la leyera él mismo.

—¡Ese bastardo!
173

Lorelei se recostó ante su abrupto improperio.


Página

—Pensé que era divertido.


Liam se puso de pie y paseó por el suelo entre la silla y el sofá.

—Me tendió una trampa. Ya había terminado la novela y la envió a su editor,


pero fingió que no lo había hecho para que siguiera sus estúpidas instrucciones y
dejara de trabajar para encontrarte… a ti. Maldita sea si no fue siempre el más listo.

Lorelei se puso de pie, le quitó la carta de sus manos y la arrojó sobre la mesa
con su libro. Puso una mano suave en su rostro y acarició su mejilla. El agravamiento
fluyó al instante, dejando solo el calor y la alegría. La tomó en sus brazos y enterró
su rostro en su fragante cabello.

—Puede que te haya dejado las instrucciones, pero tú tomaste las decisiones y
bastante inteligentes, si me preguntas. ¿Eres infeliz con la forma en que resultó?

—Nop. Las cosas se ven bastante bien desde mi punto de vista.

Liam la besó hasta que quedó sin fuerzas contra él, su respiración entrecortada.
Su propio pulso se fue por las nubes. Incluso después de tres semanas de hacer el
amor a diario, aún no se cansaba de Lorelei. Dudaba que alguna vez lo hiciera.
Agachándose, la levantó en sus brazos y se dirigió hacia el dormitorio. Al dar la vuelta
al sofá, un ruido los detuvo. La cabeza de David se asomó por la puerta.

—¿De nuevo? Chicos, ustedes son peores que los conejos. Voy a tener que
encontrar otro lugar para pasar el rato. —Con esa extrema declaración, cerró la
puerta con un golpe.

—Vamos a tener que conseguirle una mujer —dijo Lorelei mientras Liam la
llevaba al dormitorio—. Y mientras estamos en eso, un nuevo hombre para Helen, ya
que Jason y Mandy están totalmente enamorados.

—¿Y qué sugieres que hagamos al respecto? Tengo prohibido la aparición en


sitios de citas y no tengo ideas.

La dejó sobre la cama antes de sacar la camiseta. Sus ojos brillaban con pasión
y él podía sentir el calor de su mirada en su torso desnudo. Increíble cómo podía
encenderlo en fuego con una sola mirada.

—Tal vez podías escribir otro libro, la guía de un hacker para amar.

—Nop, mi carrera de escritor ha terminado. He encontrado algo mucho mejor


174

que hacer con mi tiempo.

—Oh, ¿y qué es? —Su pregunta terminó en un gemido cuando él se unió a ella
Página

en la cama y metió la mano debajo de su camisa.


—Demostrarte cada día lo mucho que te amo —susurró contra sus labios antes
de proceder a hacer precisamente eso.

Fin
175
Página
Siguiente entrega

His Billion Dollar


Dilemma

S
imon Lamont es un frío pirata
corporativo. Compra compañías, las
despoja de sus activos y sigue adelante.
Con dinero. Mucho, mucho dinero. Pero cuando llega a San Francisco para adquirir
una tambaleante compañía y es acosado por una tierna ingeniera con fuego en sus
ojos, le toma todo a Simon para conservar su legendario frío.

Helen Winston ha dominado el esconderse tras ropa de geek y una obsesiva


dedicación a su trabajo. Entonces, ¿qué pasa con su deseo por el arrogante y sexi
como el pecado Simon Lamont? Puede que él solo estuviera usando una toalla
cuando se conocieron, pero está planeando destruir su compañía y Helen hará lo
que sea necesario para hacerlo cambiar de opinión. Si eso significa convertirse en la
mujer sexi que Simon no sabía que quería, entonces que así sea. Si tan solo ella no
estuviera a punto de caer en su propia trampa.

[Guide to love #2]

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