Está en la página 1de 1

Carta de una adolescente a su madre

Querida mamá:

Te escribo estas líneas con la intención de explicarte lo que siento, lo que pasa por mi
mente y mis sentimientos. Lo primero que quiero que sepas es que, aunque a veces
parezca que sé lo que quiero, que estaría dispuesta a comerme el mundo y a perseguir
mis ilusiones y sueños hasta el final, en realidad, tengo muchas dudas, tengo miedo y no
sé si lo que hago es lo correcto. Me gustaría explicarte que tengo que probar, que
experimentar, porque esa es la única manera de aprender. Ya sé que tú quieres lo mejor
para mí y que te gustaría que escuchara tus experiencias anteriores para aprender de
ellas, pero eso a mí no me sirve, tengo que vivir mis propias situaciones para probar mis
destrezas y capacidades, que son diferentes a las tuyas. De la misma manera que tú
tuviste que vivir tu momento, yo tengo que vivir el mío que, además, es distinto porque los
tiempos cambian.

Me gustaría saber que estás conmigo, que me quieres, me apoyas, me acompañas


cuando te necesito y que puedes tenderme la mano cuando me caigo y me equivoco,
porque el error es una forma de aprender; especialmente si no hay reproches ni frases del
tipo “yo ya te lo dije y no me hiciste caso”, ahora lo sé, cuando yo lo he vivido en primera
persona y lo he sentido, y he puesto a prueba mis propias habilidades y recursos
personales y veo para qué me sirven. Quisiera saber que puedes entender esto porque tú
también aprendiste así, ¿lo recuerdas? Necesitabas que las cosas sucedieran, tenías que
atreverte para darte cuenta de que podías hacerlo y aumentar así tu confianza y tu
autoestima.

Quiero agradecerte tus consejos y comentarios, cuando los haces sin juzgarme ni
considerar que si, no sigo tus consejos e instrucciones al pie de la letra, es porque
pretendo desafiarte o porque considere que “no te enteras”; a veces simplemente es que
lo veo de otra forma o no me siento capaz de hacer lo que me dices. Tus consejos son
buenos y los agradezco, pero deja que yo vea hasta dónde me sirven y si son adecuados
en mi mundo actual y con mis relaciones.

Seguramente con el tiempo me daré cuenta de algunas cosas que ahora no soy capaz de
ver, ni de sentir, seguramente en unos años comprenderé mejor tus intenciones y podré
valorarlas de otra forma, pero lo que no olvidaré jamás es que estás ahí, conmigo,
dándome tu cariño y haciéndome sentir que soy especial e importante para ti. Con eso
tengo más que suficiente. Con eso y con que recuerdes un poco cómo te sentiste cuando
eras adolescente como yo y lo que, en aquel momento, necesitabas.

Gracias por quererme mamá, gracias por guiarme y por dejarme caminar sola y aprender
de mis propias vivencias. Gracias por dejarme vivir mi adolescencia porque es una etapa
que no se repetirá. Y, a pesar de que no sea lo que más me apetezca para mis planes de
cada día, no dejes de ofrecerme que pasemos momentos juntas, que seamos capaces de
reírnos por algo, de divertirnos con algo; porque eso hace que nuestro vínculo
permanezca fuerte y que yo sienta que tú eres mi madre (la única que tiene ese título).

También podría gustarte