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EN NOMBRE DE LA MASONERIA UNIVERSAL

S∴F∴U∴

R∴L∴S∴ Jeanne D'Arc No. 18

JURIS∴A LA M∴R∴G∴L∴MIXTA DE LOS ANDES ECUATORIALES

Or∴ de León G∴ 18 de Febrero de 2022 E∴ V∴

QQ∴HH∴Todos

TITULO DEL TEMA: El Ego

FRATERNALMENTE ALEXIA CORTÉS AP∴MAS∴

"El monje y el helado de chocolate"


"El monje y el helado de chocolate"

Joel había llegado hacía ya tres años a una de las más antiguas comunidades budistas del
Tíbet y allí ansiaba ser ordenado para convertirse en un monje ejemplar.

Todos los días, a la hora de la cena, le preguntaba a su maestro si al día siguiente se


celebraría la ceremonia de su ordenación. “Todavía no estás preparado, primero debes
trabajar la humildad y dominar tu ego”, le respondía su mentor.

¿Ego? El joven no entendía por qué el maestro se refería a su ego. Pensaba que merecía
ascender en su camino espiritual ya que meditaba sin descanso y leía a diario las
enseñanzas del Buda.

Un día, al maestro se le ocurrió una manera de demostrarle a su discípulo que todavía no


estaba preparado. Antes de dar comienzo a la sesión de meditación anunció: “Quién
medite mejor tendrá como premio un helado". “De chocolate”, añadió el anciano.

Tras un breve alboroto, los jóvenes de la comunidad comenzaron a meditar. Joel se


propuso ser el que mejor meditara de todos sus compañeros. “De esta forma, le
demostraré al maestro que estoy preparado para la ordenación. Y me comeré el helado”,
concluyó el discípulo.

Joel consiguió centrarse en su respiración, pero al mismo tiempo visualizaba un gran


helado de chocolate. “¡Maldición!, debo ser yo quién lo consiga!”, pensaba el joven
angustiado. Cuando la sesión finalizó, el maestro explicó que todos lo habían hecho bien,
salvo alguien que había pensado demasiado en el helado, es decir, en el futuro. Joel se
incorporó antes de decir:

-Maestro, yo pensé en el helado. Lo admito. ¿Pero cómo puede saber que fui yo quien
pensó demasiado?

-No puedo saberlo. Pero sí puedo ver que te has sentido tan aludido como para levantarte
e intentar situarte por encima de tus compañeros. Así, querido Joel, es como actúa el ego:
se siente atacado, cuestionado, ofendido… y pretende tener razón en el juego de ser
superior a los demás.

Aquel día, Joel aprendió que todavía le quedaba mucho camino por recorrer. Trabajó su
humildad y los impulsos del ego. Vivió en el presente y no intentó quedar por encima de los
demás. También entendió que no le convenía identificarse con sus logros. Así, con trabajo
y paciencia, llegó el gran día. Fue aquel en el que el maestro llamó a su puerta para
anunciarle que por fin estaba preparado para lo que tanto había ansiado.

Cuando llegó al templo no encontró a nadie allí. Solo una pequeña tarima y sobre ella… un
helado de chocolate. Joel consiguió disfrutar del helado agradecido, sin sentirse
decepcionado. Y a continuación, le ordenaron.
Muchas veces hemos oído nombrar al ego como el causante de la soberbia o culpable del
sufrimiento de una persona ante una situación indeseada. Tendemos a confundir nuestros logros
con nuestra valía e identificarnos con ellos.

El ego se encarga de empujarnos a desear quedar por encima de los demás y ofendernos si alguien
nos señala algún fallo cómo esta identificación nos mantiene separados del mundo y nos aporta
sufrimiento e insatisfacción, además de fomentar la competitividad.

Por otro lado, la percepción del ego como algo a combatir es perceptible en el seno de los rituales,
concentrándonos siempre en la fraternidad, pasando el yo a segundo plano de forma muy
elocuente, y esto se expresa durante el proceso de la iniciación, donde en camino de ser
reconocido como masón, se le da la vuelta tras enfrentarlo al círculo de espadas y de este modo se
encuentra frente a sí mismo mediante un quiebre emocional y físico. Indicando que lo que ve en
su reflejo, su otro yo, es su principal enemigo.

Más allá de estos descubrimientos, parece quedar claro que el tema del ego es una preocupación
latente, y que desde la sociedad profana ha ido calando en la epidermis masónica, formando parte
de una extraña coalición entre la moral, la escuela de aprendizaje, el crecimiento personal y el
silencio, tal como nos viene a explicar Sabine Le Blanc en: La plaza del ego en el sociedad.

Si logramos detectar nuestro ego y desactivarlo, automáticamente abandonamos la necesidad de


criticar, discutir, competir o juzgar. Así, nos deshacemos del papel de víctima, del sufrimiento que
conlleva no cumplir con las demandas del ego… ¡Y conseguimos disfrutar de los helados!

Cada uno de nosotros tiene su propio helado de chocolate, su deseo o su meta; pero hay que
procurar no tener constantemente la mente puesta él, ya que esto hará que nos impida disfrutar y
nos perdamos el presente.

"Una iniciación regular es un camino que nos conduce al silencio del ego, y al despertar del ser" .
Alain Pozarnik

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