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POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN
Y POLÍTICAS EDUCATIVAS:
UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA
ABSTRACT
Surprising though it may seem, until only a few years ago there had been no systematic study of the
relationship between politics and education, probably due fundamentally to epistemological difficulties
which have yet to be fully resolved. These difficulties in turn are rooted in the problematics of politics
itself and hence inevitably affect the field of the politics of education.
This article therefore analyses the various levels at which politics is carried on, the different! concep-
tions inherent in the spheres of politics and policy, the perennial debate as to whether the content of poli-
tical studies is prescriptive or positive, and the recent influence of public policies, in a attempt at
theoretical level to lay the groundwork for a discipline that is not confined to examining the educational
policies which operate on everyday reality but will also encompass what in this article we have called the
central core of the politics of education.
nar las políticas educativas que operan sobre la realidad, sino que abarque también máticos o revolucionarios, uno de los instrumentos más utilizados para la sociali-
lo que en este trabajo se denomina el núcleo central de la política de la educación. zación política de las nuevas generaciones.
La simple enumeración de las proposiciones anteriores nos está indicando, creo,
que las relaciones entre política y educación son, como decíamos, evidentes, pero
también complejos. Ahora bien, la complicación no viene tanto del campo de la
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era mayor que nunca, ¿Contradicción entre la opinión de un politólogo y la misma tales, mediales -la policy-, sino que, asumiéndolo, trata también de conocer esa otra
realidad”? A mi entender, la queja de Easton era fundada, y en cierta medida lo vertiente de la realidad que es el conflicto educativo, las relaciones de la educación
sigue siendo. En realidad, se prestaba, y se presta, mucha atención a la política con el poder, la relación de fines y medios, es decir, la politics4. Como en toda acti-
educativa concebida como política instrumental, como programa de acción, pero vidad política hay siempre una pluralidad de fines, el conflicto está invariablemente
latente: y lo está porque, detrás de toda delimitación de fines, hay intereses y... valo-
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Esta perspectiva, lejos de considerar a la política como una pura cratología, orientación afirma decididamente el sentido objetivo y descriptivo del conocimiento
como a veces se ha dicho, introduce una gran riqueza de contenido, lo que resulta político. Este principio básico aparece inequívocamente en el prefacio que
particularmente relevante en el ámbito de la educación. El enfoque adoptado nos Montesquieu escribe para su obra Del espíritu de las leyes: “En primer lugar, he
permitiría dar cuenta global del fenómeno político de la educación, tanto desde el examinado a los hombres y me ha parecido que, en medio de la infinita diversidad
punto de vista del examen de los medios utilizados -las políticas educativas- como de leyes y costumbres, no se comportaban solamente según su fantasía. He asentado
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de los espacios educativos en que se manifiesta el poder: relaciones del Estado y los principios y he comprobado que los casos particulares se ajustaban a ellos por sí
otros poderes públicos con la educación, relaciones de poder en los grupos sociales mismos, que la historia de todas las naciones era consecuencia de esos principios y
que cada ley particular estaba relacionada con otra ley o dependía de otra más gene-
que se ocupan de la educación, de éstos entre sí y de ellos en conexión con la activi-
ral.” (Montesquieu, 1985, p.3).
dad del Estado (política de la educación).
Aunque, como indicábamos antes, el pensamiento político ha oscilado entre
estas dos tendencias, a veces han convivido ambas. El siglo de la Ilustración es
2. PROBLEMATICIDAD HISTÓRICA DE LA POLÍTICA buena prueba de ello, pues mientras Montesquieu trataba de atenerse a los hechos
El segundo obstáculo epistemológico que se nos presenta está relacionado con la en el examen de la realidad política, Rousseau volvía a la vieja tradición de la filo-
naturaleza misma de la política, revestida desde su nacimiento de una notable duali- sofía política y pugnaba por enseñar el modo de acceder al mejor régimen político
posible. Las palabras con las que introdujo su discurso político sobre la desigualdad
dad. Me refiero a su controvertida consideración prescriptiva o positiva.
no dejan lugar a dudas: “Empecemos, pues, por apartar todos los hechos por cuanto
Se proyecta todavía sobre nosotros, desde hace dos mil quinientos años, una no atañen en lo más mínimo a la cuestión” (Rousseau, 1970. p. 36).
ambivalencia que se manifiesta en la oposición inicial que representó el pensamien- Pronto esta concepción rusoniana -el mundo del deber ser aplicado a la política-
to clásico de Platón y Aristóteles. Para Platón la política es guía para la acción -el se constituyó en una guía normativa para la burguesía francesa. Rousseau fue, en
filósofo rey debe ser el que gobierne porque es el mejor preparado para ello-, mien- efecto, la base de la filosofía política de la burguesía revolucionaria, pero su aplica-
tras que para Aristóteles la política se agota en la descripción de los fenómenos ción a la realidad no fue satisfactoria. Del enfrentamiento entre la teoría rusoniana y
políticos. Es decir, ya desde su nacimiento aparecen separadas la filosofía política y la praxis revolucionaria resultó un experimento en que, por primera vez en la histo-
la ciencia política, predominando aquélla sobre ésta basta que surgen los primeros ria europea, un pensamiento político se puso a prueba consigo mismo: la liberté,
brotes de la modernidad. egalité, fraternité “quebraron y quedaron en entredicho cuando del mundo de los
principios pasaron al de la realidad” (Vega, 1970, p. 86 y passim). El período jaco-
En el Renacimiento es Maquiavelo quien llama la atención sobre la necesidad de
bino llevó a la dramática alternativa de que para salvar la libertad y la igualdad era
primar la observación directa de la realidad sobre la especulación filosófica;
preciso situarse en los antípodas: utilizar el terror para salvar la virtud republicana,
“Siendo mi fin escribir una cosa útil para quien la comprende, he tenido por más
imponer una férrea centralización para impedir la destrucción de la nación, estable-
conducente seguir la verdad real de la materia que los desvaríos de la imaginación
cer una intervención estatal a ultranza para satisfacer el principio de igualdad. La
en lo relativo a ella [...] Hay tanta distancia entre saber cómo viven los hombres y experiencia de la Revolución francesa y de las crisis sociales que allí se produjeron,
saber cómo deberían vivir ellos que el que, para gobernarlos, abandone el estudio de puso de relieve que la filosofía política al encarnarse en la realidad, estaba llena de
lo que se hace para estudiar lo que sería más conveniente hacerse aprende más bien limitaciones, lo que dio lugar a una nueva consideración: la actitud positivista ante
lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella” (Maquiavelo. 1973, los hechos. Fue la vuelta a Montesquieu.
p. 76). Pocos años más tarde Bodin insistirá en esta vía de conocimiento de la reali-
dad política, la que es, no la que nos gustaría que fuera: “... no queremos diseñar En efecto, frente al pensamiento de Rousseau –“yo busco la razón y el derecho y
tampoco una república ideal, irrealizable, del estilo de las imaginadas por Platón y no discuto los hechos”-, se impuso el retorno a Montesquieu –“aquí se dice lo que
es y no lo que debe ser”. Es la aparición de la moderna ciencia política y la erradica-
Tomás Moro, canciller de Inglaterra, sino que nos ceñiremos a las reglas políticas lo
ción de la filosofía política de su seno. Nace así la sociología y, dentro de ella, la
más posible” (Bodin. 1985. p. 12).
ciencia política. Esta joven ciencia se positiviza en contraste con la abstracción que
Los análisis de Maquiavelo y de Bodin restablecen el carácter afilosófico de los impregna la filosofía política: a los imperativos normativos del deber ser se oponen
estudios políticos, culminando en los conocidos trabajos de Montesquieu, cuya ahora las exigencias de la realidad. La ciencia política se hace empírica, reducida al
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análisis de los hechos políticos. Ahora bien, esta tendencia no se manifestó del Al lado de esta preocupación por los valores ha surgido también una inquietud
mismo modo en todos los países. por la eficacia de la política -otro enfoque, en realidad, de “la política guía para la
acción”-. Esta inquietud ha cuajado en uno de los movimientos científico-políticos
En los Estados Unidos de América arraigaron pronto los estudios positivos de
más importantes de la actualidad. Me refiero al amplio campo de las public policies,
los fenómenos políticos, mientras que en Europa la influencia de la escuela alemana
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que ha tenido en los años ochenta un desarrollo espectacular en los Estados Unidos
de derecho público impregnó de normativismo los estudios políticos hasta la segun-
y una notable influencia en la Europa occidental. No creo que se exagere si decimos
da guerra mundial. A partir de 1945, sin embargo, el positivismo encontró gran aco-
que los estudios de las políticas públicas ocupan hoy el lugar que hace unos años se
gida en las universidades europeas justamente cuando en los Estados Unidos renacía
adjudicó al desarrollo político y a la modernización. Para nosotros tiene, además, un
con fuerza un pensamiento crítico que reclamaba con urgencia la vuelta de la filoso-
singular relieve por la incidencia que este enfoque ha tenido, como veremos, en el
fía política, y con ella la necesidad de tener en cuenta los valores. Me refiero a una
estudio de las políticas educativas.
etapa que, iniciada en los años setenta, se caracterizó fundamentalmente por la
superación del conductismo y la preocupación por el rescate de los valores. Dicho El núcleo de estos estudios lo ha constituido hasta el momento el análisis del
con palabras de Manuel Ramírez, surge con fuerza “la convicción de la imposibili- proceso de la decisión política, de las instituciones que influyen sobre ese proceso,
dad de una ciencia política no valorativa” (Ramírez, 1971, p. 18). Se dice ahora que de la identificación de los actores que en él intervienen y de los electos políticos de
la misión del investigador es la de acercarse a la realidad para aprehenderla y sentar la toma de decisiones. El mérito de esta escuela reside sobre todo en el hecho de
las bases para su transformación, incluso se trata de dar preferencia a los problemas haber llamado la atención sobre la importancia de los factores políticos frente a todo
cercanos, obteniendo “la mayor de nuestras satisfacciones en la búsqueda de res- intento de reducir los problemas a cuestiones económicas o sociales, sin que por
puestas inmediatas a los problemas inmediatos.” (Easton, 1969, p. 1056). Estas ello se descuide el estudio de los fenómenos económicos y sociales que influyen en
palabras ¿no nos recuerdan aquellas otras que calificaban a la política como una los procesos de decisión política. Sin embargo, también existen aspectos negativos,
guía para la acción? tales como la escasa dedicación a los problemas de las instituciones, el olvido de las
De nuevo vuelve a decirse que si bien la política ha de estudiar los hechos políti- influencias ideológicas en las políticas públicas y, sobre todo, su menosprecio de lo
cos, los que son. ello no significa que se olvide el papel que juega en la política lo más general a la hora de estudiar lo contingente, es decir, la ausencia de una visión
que debe ser. Es la vuelta a los valores. Ello nos complica nuestro tránsito por la general de la política que ofrezca el marco teorético para el examen de las políticas
política de la educación porque habría que estudiar no sólo las manifestaciones polí- concretas. Los análisis de las políticas públicas pueden caer así en el mismo defecto
ticas del fenómeno educativo, las que son, sino también las que deben ser. que, respecto del conductismo, señaló en su momento el gran politólogo Roben
Dahl: “Si el estudio de la política no nace y no está orientado por teorías generales
Es cierto que desde Max Weber las ciencias sociales tienden al conocimiento amplias, valientes, aunque muy vulnerables, estará destinado al desastre definitivo
empírico de los hechos que componen la realidad, y que esta tendencia, que tiene de caer en la banalidad” (Dahl, 1961, p. 55).
sus orígenes en el positivismo clásico, elimina de las nuevas ciencias del hombre el
examen o análisis de los valores, para cuyo conocimiento no hay efectivamente vía
empírica de acceso. Pero querer atenerse solo a los hechos políticos como si estos 3. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS: ¿EFICACIA POLÍTICA O REALIZACIÓN DE
fuesen hechos físicos ha desembocado en una abundante crítica. Como Mannheim VALORES?
puso ya de relieve, en su famosa obra Ideología y utopía, el politólogo vive desde el
principio en un medio social del que forma parte, de manera que, a veces, la repulsa Ya hemos indicado que ha sido en los Estados Unidos donde, paradójicamente,
a considerar los valores no es más que la aceptación tácita de los valores que básica- ha brotado con fuerza una tendencia que repudia todo intento de buscar una ciencia
mente conforman la sociedad y de los que el científico social no puede separarse. social que formule sólo leyes y principios generales explicativos de la realidad; así,
Por otra parte, no es posible en las ciencias sociales separar el hecho humano de su todo esfuerzo por separar teoría y práctica, el conocimiento y la voluntad de acción,
significación; más aún, cuando el politólogo selecciona un determinado objeto de aparece casi como una heterodoxia. A esta tendencia no han sido ajenos, como
investigación, cuando escoge unos determinados hechos y no otros, cuando elige hemos indicado, los estudios sobre las políticas públicas.
unos datos frente a otros, o adopta un método de investigación, o formula una hipó-
tesis, está sin duda poniendo de manifiesto, de manera más o menos consciente, Laswell, aceptado hoy por todos los politólogos estadounidenses como el funda-
afirmaciones, juicios, en definitiva, valores (Mannheim, 1966). dor de las sciences policy, decía, en fecha relativamente temprana como 1968, que
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estas ciencias tenían fundamentalmente por objeto el estudio del “proceso de deci- namente la atención sobre la incidencia de los valores cuando asignó a la política de
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sión o de elección [...] (evaluando) la relevancia del conocimiento disponible para la la educación la misión de “orientar y organizar la cooperación social que tiene como
solución de los problemas particulares” (Laswell, 1968, p. 181). Es decir, el conoci- fin el cultivo, transmisión y desarrollo de las aptitudes físicas, intelectuales y mora-
miento, el análisis de las situaciones o procesos concretos debe preceder a la acción. les consideradas como valores” (Rubio Llorente, 1974, p. 421). Sin embargo, en mi
De esta forma, el análisis de las políticas públicas nace como una ciencia de la opinión, esta asignación de fines no subraya suficientemente la importancia que en
su proyección despliega el poder político o los que pretenden influir sobre él. En
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causas: la crisis mundial del petróleo y sus efectos directos e indirectos, la teoría política y de su manifestaciones-. La política como conocimiento debe tomar en
neomarxista y su crítica del Estado de bienestar, la teoría neoliberal y su concepción cuenta los elementos conflictivos que constituyen la realidad política, pero no puede
del Estado mínimo, las teorías institucionalistas y su énfasis en el sistema político, menospreciar el estudio de la actividad política real -las políticas públicas-, tal y
etc. Que unos lo hicieran para explicar de un modo más elaborado el papel del como se despliegan dinámicamente en la realidad.
Estado -superando la grosera y mecánica visión de una superestructura determinada
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o condicionada en grado sumo por la infraestructura-, que otros trataran con ello de
reducir el Estado a su papel decimonónico -orden, propiedad y seguridad- o, en 5. POLITICS Y POLICY DE LA EDUCACIÓN
sentido contrario, de reforzar la necesidad de su presencia -facilitando un equilibrio
entre la sociedad y el Estado-, no importa ahora; lo importante fue que la política se En:1957, como ya quedó señalado, David Easton expresó su preocupación por la
convirtió de pronto en el centro del problema. falta de atención de la ciencia política a los problemas de la educación. En los años
De este modo, politólogos prestigiosos se plantearon una pregunta esencial: ¿es siguientes, aunque la ciencia política experimentó un notable desarrollo desde la
importante la politics? Más aún, plantearon una disyuntiva no menos significativa: doble perspectiva de la política estricta y de las políticas públicas, la situación no
¿es la politics la que determina las policies o son las policies las que determinan la mejoró demasiado. Quince años más tarde, en 1972, Kirst, uno de los pocos politó-
logos dedicados al estudio político de la educación, describía la política de la educa-
politics? (Newton y Sharpe, 1984). En el primer supuesto, la política -la policies- es
ción como “una nueva y aún en gran parte inexplorada área de investigación”
concebida como una variable integrada por instituciones, actores políticos, actitudes
(Kirst, 1972, p. XVII). Pocos años después, en 1977, Karabel y Halsey exponían así
públicas (cargadas explícita o implícitamente de valores) que deciden los programas
la situación: “Entre las principales disciplinas de las ciencias sociales, quizás ningu-
políticos a realizar -la policy-; en el segundo caso los programas son las respuestas na de ellas ha dedicado menos recursos al estudio de la educación que la ciencia
técnicas a las demandas sociales, y en este sentido ellos son los que marcan la pauta política. A diferencia de los sociólogos, cuyas investigaciones sobre la educación y
de la política -la politics-. Desde la primera perspectiva, las políticas no son más el capital social han iluminado las relaciones entre las escuelas y la estructura de
que variables dependientes de la política; desde la segunda, constituyen una variable clases, y de los economistas, cuyas indagaciones sobre la enseñanza y el mercado de
independiente que decide la política. trabajo han hecho mucho por revelar las complejas relaciones entre el sistema edu-
En la actualidad, la balanza parece inclinarse del lado de la politics, es decir, de cativo y la economía, los científicos políticos han descuidado la construcción de un
la consideración de la política “como un fenómeno caracterizado por la presencia cuerpo sólido de investigación política sobre la educación” (Karabel y Halsey,
significativa de relaciones de poder, de concurrencia y lucha entre los partidos polí- 1977, p. 367). Obviamente, Karabel y Halsey se referían aquí a la politics como
ticos, de influencia de los grupos de presión, etc. Quizás la posición de Thoenig sea objeto de la ciencia política, y se sorprenden de que en los umbrales de los años
demasiado rotunda, pero no cabe duda que caminamos en esa dirección: “Si existe ochenta apenas se supiera algo sólido acerca del papel del poder en la configuración
alguna unanimidad en la comunidad científica es la que se produce alrededor de la de los sistemas educativos7.
idea de que las políticas públicas (policy) están asociadas a la política (politics), de
Una vez más tenemos que volver sobre el estigma que subyace a una considera-
que constituyen un aspecto de ella” (Thoenig, 1985, p. 52; cursiva del amor). Pero
ción política de la educación: “La falta de interés de los científicos políticos sobre la
la policy. el estudio de las políticas públicas, ha traído realismo a la concepción tra-
educación debe ser atribuida en parte a su receptividad respecto de un mito que
dicional de los politólogos: el estudio de los medios -por ejemplo, las políticas pre-
atrae por igual a estudiosos y profanos: las escuelas no son instituciones políticas”
supuestarias- ha puesto de relieve el desfase entre la política proclamada, incluso
(Karabel y Halsey 1977, p. 367). La idea de que la educación no tiene nada que ver
asumida, y la fuerza de los hechos, es decir, la desproporción entre los fines pro-
con la política está ampliamente extendida, a pesar de que la realidad muestra obsti-
puestos y los medios asignados. Pero, en realidad, un enfrentamiento radical de la
nadamente lo contrario. Como la ciencia política actual ha puesto de relieve, los
politics y de la policy sería un planteamiento falso: la disyuntiva se hace fecunda politólogos no deben estudiar sólo las instituciones políticas, sino también aquellas
cuando en vez de plantearse de modo unilateral se formula en términos de hipótesis instituciones que tienen manifestaciones o consecuencias políticas (Easton, 1957, p.
complementarias, y no de postulados excluyentes. 310). Desde esta perspectiva, el sistema educativo aparece como una institución
De esta forma volvemos a lo que era por nuestra parte un intento de plantear el social de indudable importancia para los poderes públicos: las funciones que, entre
problema desde la doble óptica de la política como actividad -las políticas públi- otras, realiza la red de instituciones educativas de cara a la socialización política, la
cas- y la política como conocimiento -esfuerzo teórico por conocer la esencia de la cohesión social, la integración política, el desarrollo político o la modernización de
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las sociedades, muestra inequívocamente, a mi parecer, el extraordinario interés que ca por excelencia- autoriza, prohíbe, fomenta u obstaculiza las demás actividades
la educación presenta para los sistemas políticos. humanas; las subvenciones o los subsidios favorecer; tal o cual otro sector de activi-
El renacimiento de la politics en la década de los años ochenta es obra de dad; las decisiones políticas, en fin, crean situaciones nuevas que a su vez abren un
muchos factores, pero de entre ellos debemos destacar, como ya se advirtió, la campo a toda clase de actividad (Rémond, 1986, p. 384). Como Rémond concluye:
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importancia e interés crecientes que el Estado como actor de la política viene des- “no se pretende que todo es política, ni se tendrá la imprudencia de mantener que la
pertando. En parte, han contribuido a ello, como también quedó dicho, las teorías política tiene siempre la primera y la última palabra, pero se hace notar que la políti-
neomarxistas, que en un serio intento de superar el mecanicismo propio de años ca es el punto de confluencia de la mayor parte de las actividades, del mismo modo
pasados han sabido conceder al Estado cierta esfera de autonomía, relativa, pero que recapitula los otros elementos que componen el conjunto social” (Rémond,
autonomía al fin y al cabo 8. No deja de ser relevante, por ejemplo, que el Estado no 1986, p. 385.).
sea ya considerado como un puro lugar de enfrentamiento de intereses para conver-
No es ajeno a este renacimiento de la política general el que desde diversos
tirse en un “ingrediente esencial” en la teoría de Michael W. Apple: “Me resulta
enfoques se hable de “la reciente ola de interés por la política de la educación”
extraño que hubiéramos ignorado por completo el papel del Estado en la educación,
(Amot, 1991, p. 448) o que incluso se hable de la necesidad imperiosa de una políti-
salvo algún estudio por lo general liberal sobre política educativa”(Apple, 1987, p.
ca de la educación (Archer, 1989). Ello es así porque efectivamente el campo de
43; la cursiva es mía).
estudio es tan amplio que está urgiendo la formalización de una nueva disciplina
Obviamente no es ahora el momento de dilucidar el papel del Estado en la edu-
académica.
cación, sino el de poner de relieve la importancia que ha ido adquiriendo la política
del Estado en relación con la educación, muy lentamente en los años setenta y con Un ámbito de estudio a cubrir, específico e inmediato, es sin duda el análisis de
mayor vigor en los ochenta. Ello ha sido particularmente llamativo en los países las instituciones educativas consideradas como un fenómeno político, y por tanto de
anglosajones, donde la tendencia doctrinal, como es sabido, ha sido siempre recelo- los consiguientes conflictos que allí soterradamente se hallan. Una muestra intere-
sa del papel del Estado, pero ese mismo fenómeno no ha dejado de manifestarse sante de la riqueza insospechada de este enfoque nos lo indica la obra de Baldrige,
también en la tradición europea, más ligada a la teoría del Estado, aunque temporal- centrada en la universidad como una institución donde se manifiesta el poder y el
mente se haya alejado de ella. En Europa la politics nunca ha dejado de ser objete conflicto, superando así a las teorías de las organizaciones que se mostraron incapa-
de estudio de los politólogos, incluso en épocas en que los factores económicos) ces de explicar los sucesos de 1968 en el campus universitario (Baldrige, 1971);
sociales han sido sobresalientes. Como ha señalado Rémond, “sería ingenuo creer posteriormente, el mismo autor, en un trabajo en colaboración, aplicó la teoría de
que la política escapa a los condicionamientos exteriores, a las presiones, a las soli- los conflictos a la universidad, considerada como un espacio con intereses diversos
citudes de toda clase. Fue -y ahí está- una aportación de la investigación de los últi- en pugna y donde el conflicto es la norma (Baldridge, 1979). Otro ejemplo de este
mos decenios poner de relieve el juego de intereses, las relaciones entre los mismo enfoque, aplicado a la escuela, lo representa la importante obra de Ball sobre
condicionantes sociales y las opciones políticas, señalar la intervención de los gru- la micropolítica en la escuela (1987).
pos de presión y mostrar que la decisión política era la resultante de un conjunto de Dar al conflicto un papel importante significa estudiar también las relaciones de
factores que no eran todos políticos, pudiendo llegarse hasta la alienación de la poder entre el Estado y los grupos sociales afectados por las políticas educativas, y
voluntad política y la confiscación del Estado. Pero sería excesivo inferir de ello en definitiva examinar las relaciones inevitables entre el sistema educativo y el sis-
que la política no es más que la consecuencia de factores que le son ajenos. La his- tema político. En este sentido se ha prenunciado Margaret S. Archer al asignar a la
toria contemporánea no ha escatimado las ocasiones de demostrar la fuerza del política de la educación la función de estudiar “los esfuerzos de diferentes grupos
acontecimiento político y la debilidad de las explicaciones reduccionistas sociales por influir en los elementos básicos, en los procesos y en los productos o
(Rémond. 1986, p. 383). resultados de la educación, ya sea mediante la legislación, las actividades de los
Ha sido quizás necesaria tan larga cita para mostrar que en sociedades complejas grupos de presión y de los sindicatos, los movimientos experimentales, tradicionales
como las occidentales los intereses se muestran tan diversos y tan contradictorios o regionales, la inversión privada o colectiva, la propaganda o los debates públicos”
que su entrecruzamiento y su divergencia confiere al Estado -o a los poderes públi- (Archer, 1981, p. 291).
cos- un poder arbitral. En todo caso, la política muestra hoy un campo de autono- Se trata, sin duda, de un enfoque muy sugerente que pone de relieve un aspecto
mía -relativo como todos los demás campos de conocimiento-- en el que las muchas veces olvidado: la educación como punto de encuentro pero también de
autoridades pública ordenan en parte las demás actividades: la ley -actividad políti- enfrentamiento de diversas fuerzas sociales. Sin embargo, a mi modo de ver, colo-
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car al Estado al mismo nivel de los demás grupos sociales no resulta correcto: el REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Estado es hoy la principal agencia de educación de las sociedades modernas -afir-
mación que no encierra un juicio de valor sino sólo una constatación que no me AHIER, J. (1983): The History and Sociology of Educational Police, en J. AHIER y
parece cuestionable-, lo que no impide estudiar el papel que juegan los demás gru- M. Flude (eds.), Contemporary Educational Policy, London and Camberra.
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