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Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN
Y POLÍTICAS EDUCATIVAS:
UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA

MANUEL DE PUELLES BENÍTEZ


UNED

ABSTRACT

Surprising though it may seem, until only a few years ago there had been no systematic study of the
relationship between politics and education, probably due fundamentally to epistemological difficulties
which have yet to be fully resolved. These difficulties in turn are rooted in the problematics of politics
itself and hence inevitably affect the field of the politics of education.
This article therefore analyses the various levels at which politics is carried on, the different! concep-
tions inherent in the spheres of politics and policy, the perennial debate as to whether the content of poli-
tical studies is prescriptive or positive, and the recent influence of public policies, in a attempt at
theoretical level to lay the groundwork for a discipline that is not confined to examining the educational
policies which operate on everyday reality but will also encompass what in this article we have called the
central core of the politics of education.

Aunque pueda resultar sorprendente, las relaciones entre política y educación


no han sido objeto de un estudio sistemático hasta hace muy pocos años. La causa
fundamental puede hallarse, en la existencia de problemas epistemológicos aún no
plenamente resueltos, derivados de la problematicidad misma de la política, lo que
no deja de incidir en el campo propio de la política de la educación.
En consecuencia, se analizan en este trabajo los diversos niveles en que se desa-
rrolla la política, la diferente conceptuación que presentan los ámbitos de la politics
y de la policy, la polémica sempiterna sobre el contenido prescriptivo o positivo de
la política, la incidencia reciente de las políticas públicas, todo ello en un intento
teórico de configurar el contorno propio de una disciplina que no se limite a exami-
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nar las políticas educativas que operan sobre la realidad, sino que abarque también máticos o revolucionarios, uno de los instrumentos más utilizados para la sociali-
lo que en este trabajo se denomina el núcleo central de la política de la educación. zación política de las nuevas generaciones.
La simple enumeración de las proposiciones anteriores nos está indicando, creo,
que las relaciones entre política y educación son, como decíamos, evidentes, pero
también complejos. Ahora bien, la complicación no viene tanto del campo de la
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1. RELACIONES ENTRE POLÍTICA Y EDUCACIÓN


educación como del ámbito propio de la política. Como es sabido, del amplio
Todos sabemos que existe algún nexo entre política y educación. Basta con que ‘mundo de las ciencia sociales, una de ellas, la ciencia política, se dedica a desentra-
recordemos, por ejemplo, algunos hechos sucedidos en el último decenio en el ñar esta complejidad.
ámbito de la educación española: si algunos padres se manifiestan multitudinaria y Ahora bien, las ciencias sociales son una actividad humana que, en cuanto tal,
públicamente contra un determinado proyecto de ley que, en su opinión, niega o está sujeta a obstáculos que dificultan su avance. Obstáculos externos, fruto de la
recorta la libertad de enseñanza, se dice entonces que hay un problema político; si dificultad que presentan los hechos a estudiar, pero también obstáculos internos
los alumnos se lanzan a la calle repudiando el sistema educativo establecido, la nacidos del propio acto de conocimiento. Bachelard denominó a estos últimos obs-
mayoría de la gente no piensa que se trata de un problema disciplinario de mayor o táculos epistemológicos. Como se verá, la política de la educación no ha escapado a
menor trascendencia; si los profesores de la enseñanza pública hacen una larga huel- estas dificultades.
ga en la que solicitan, entre otras cosas, un aumento sustancial de sus salarios, pro-
duciendo con ella el cese del ministro del ramo, nadie cae en la simpleza de pensar El primer obstáculo epistemológico es la polisemia de la voz política, la existen-
que se trata sólo de un problema económico del profesorado; si, en fin, el partido en cia de, al menos, dos significaciones distintas según el nivel en que nos situemos:
el poder lleva al parlamento una reforma de! sistema educativo, no decimos sin más política como algo ligado a la actividad, a la acción, a la realidad, y política como
que se trata de una cuestión técnica o pedagógica que afecta sólo a profesores y conocimiento de esa realidad. Esta riqueza semántica, al referirla a la educación,
alumnos. produce una doble conceptualización: política que se aplica a la educación en un
determinado país -política como actividad-; política como conocimiento de esa
Estos hechos tan recientes confirman esa primera percepción de que la política y actividad -política como ciencia social-.
la educación guardan una estrecha relación entre sí. No obstante, hay en general una
gran resistencia a reconocerlo. Como no hace mucho se ha indicado, “una referencia Entiendo que la política de la educación hace referencia al conocimiento, es
-a la ‘política de la educación’ suscita frecuentemente una imagen negativa de intri- decir, a la ciencia social que estudia la educación como fenómeno político, mientras
gas de pasillo, ventajas personales a través del uso del poder y tácticas de grupos de que la política educativa hace referencia a la actividad, esto es, a las políticas educa-
presión. Esta imagen negativa refleja profundamente la actitud de que la educación tivas concretas que se realizan en el marco nacional o comparado. Pero la confusión
no desaparece con esta distinción porque la polisemia persiste, ya que con la misma
debería estar de algún modo exenta de las interacciones políticas, reconocidas a
voz política aludimos no solo a una actividad que mediante el uso de unos medios
otras áreas de la sociedad (Tracy, 1987, p. 223) 1. Sin embargo, la educación no
se dirige al logro de un fin, sino también a las relaciones que esa actividad anuda en
está exenta de la incidencia de la política (no me atrevo a sugerir, como el profesor
torno de sí, relaciones por naturaleza conflictivas ya que, como apuntó Weber, son
Tracy, que ni está exenta ni debería estarlo, ya que esto último sería anticipar una
relaciones de dominación.
cuestión que, como veremos, presenta un aspecto harto polémico, el de la relación
entre el mundo de los valores y el de la política de la educación). Hace algún tiempo que uno de los autores más influyentes de la ciencia política,
David Easton, escribió en una revista norteamericana estas graves palabras: “La
Continuando, por ahora, en la línea de los hechos constatables, un superficial aleación que la ciencia política ha dedicado a los problemas de la educación tiene
examen de la realidad arrojaría un conjunto de proposiciones que daría como resul- una singular si no enigmática historia. Desde hace dos mil años la educación ocupó
tado algunas evidencias, no desprovistas, empero, de alguna complejidad: la educa- una posición preeminente en el pensamiento político; hoy, en la ciencia política
ción ha sido en el pasado -y sigue siéndolo en medida aún no suficientemente considerada como un todo, la atención a los problemas de la educación casi ha desa-
determinada- un factor importante de cohesión para los respectivos grupos naciona- parecido” (Easton, 1957, p. 304)2.
les; el sistema educativo es uno de los mecanismos que coadyuva al adecuado reclu-
tamiento de las élites políticas; el sistema educativo es un factor de consolidación y Las palabras citadas se escribían en un contexto internacional en que la planifi-
de estabilidad del sistema político; la educación ha sido, en épocas de cambios trau- cación educativa ... ... ... ...
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era mayor que nunca, ¿Contradicción entre la opinión de un politólogo y la misma tales, mediales -la policy-, sino que, asumiéndolo, trata también de conocer esa otra
realidad”? A mi entender, la queja de Easton era fundada, y en cierta medida lo vertiente de la realidad que es el conflicto educativo, las relaciones de la educación
sigue siendo. En realidad, se prestaba, y se presta, mucha atención a la política con el poder, la relación de fines y medios, es decir, la politics4. Como en toda acti-
educativa concebida como política instrumental, como programa de acción, pero vidad política hay siempre una pluralidad de fines, el conflicto está invariablemente
latente: y lo está porque, detrás de toda delimitación de fines, hay intereses y... valo-
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poca o nula atención a los problemas sustantivos de la política de la educación. Es


decir, utilizando aquí la rica terminología anglosajona, se concede escasa atención res. Apuntamos con ello a otro de los grandes problemas de la configuración de esta
a la politics en contraposición a la que se dedica a la policy Debemos, por tanto, disciplina: la cuestión de los valores no verificables empíricamente y, sin embargo,
detenernos en esta distinción que afecta en grado sumo a la naturaleza de esta omnipresentes en la política de la educación.
joven disciplina. En consecuencia, la relación entre política y educación ha de ser examinada
Para los anglosajones, policy significa programa de acción, mientras que politics desde una doble perspectiva: deben estudiarse los problemas de la educación desde
hace referencia al conflicto que resulta del enfrentamiento de intereses, ideologías y un enfoque medial o instrumental, desde un examen de las demandas y de los recur-
valores que subyacen en esos programas de acción3. Es decir, se trata de que la poli- sos existentes, pero también deben analizarse los fines desde un enfoque estricta-
tics cumpla su función de análisis de los conflictos producidos en el ámbito colecti- mente político. Justamente, al delimitar las metas es cuando afloran a la superficie
vo de la educación, de que se estudie el papel que juegan los sistemas educativos en las tensiones políticas, fruto de la existencia de una pluralidad de fines posibles,
el mantenimiento o transformación de los sistemas políticos. normalmente enfrentados, sobre los que es preciso definirse. Lo que emerge enton-
La política de la educación ha tenido ente nosotros, y en general en los países de ces son los valores que en toda política educativa existen, problema que, como ya
nuestro contexto cultural, un tratamiento relativamente pobre. Debido posiblemente dijimos, deberá recibir la atención que merece.
a una vieja influencia anglosajona, se ha considerado que la política aplicada a la
educación es sólo un conjunto de medios orientados a la consecución de uno o Por tanto, como primera aproximación teórica deberíamos concluir que la políti-
varios objetivos, es decir, se la ha entendido como policy. Sin embargo, ya en 1970, ca entendida sólo como policy no es suficiente, salvo que renunciemos de antemano
a una comprensión global del fenómeno político de la educación. Es necesario,
Francisco Rubio Llorente llamaba la atención sobre lo que suponía ignorar el com-
pues, acudir también a la politics y, por tanto, a la ciencia que se ocupa del poder;
ponente esencialmente polémico que tiene toda política: “[se ha] producido una
en nuestro caso, a la proyección del poder sobre el mundo de la educación. Como se
neutralización de la palabra política, que se utiliza como sinónimo del vocablo
ha dicho recientemente, se trata de contemplar no sólo la política como programa,
inglés policy, esto es, como conjunto de medidas orientadas hacia la consecución de
sino también la política como dominación, esto es, como actividad entroncada en el
un objetivo, sin ninguna referencia a las ideas de poder y de lucha. La carga semán-
poder (Fullat, 1994).
tica de la palabra castellana no queda con ello del todo anulada, ciertamente, pero sí
disminuida y como escorada, subrayándose lo que en la política hay de programa y Desde la perspectiva de la política de la educación, esta consideración de la edu-
ocultándose lo que tiene de contienda y aplicación del poder, que es lo decisivo” cación como fenómeno en que el poder se manifiesta, enriquece su campo y permite
(Rubio Llorente. 1974, p. 418). En mi opinión, con dicho enfoque no sólo se produ- un análisis más completo. Así, la política de la educación nos facultará para conocer
ce un empobrecimiento científico en el análisis de los hechos, sino, sobre todo, se la realidad que le es propia desde un doble plano: de una parte, será posible estudiar
enmascara la realidad: al resaltar lo que de programa, o conjunto de medios, hay en todo grupo social en el que se manifieste cualquier tipo de poder en la aplicación de
toda política, se ocultan problemas de gran importancia que subyacen en cualquiera unos medios a unos fines educativos -hablaríamos entonces de política de la Iglesia,
de las políticas educativas que consideremos. de los sindicatos, e, incluso, de la misma familia en cuanto agente de la educación-;
Me estoy refiriendo, por tanto, no sólo a los problemas derivados de la aplica- de otra parte, .será necesario estudiar las manifestaciones en la educación del poder
ción del poder -grupos que presionan a favor de una determinada política o que político por excelencia, el Estado. En ambos casos se utiliza la policv y en ambos
oponen una seria resistencia a una política concreta-, sino también a los intereses supuestos se usa del poder -la politics-, pero la diferencia estriba en que en el
ideológicos existentes detrás de las políticas educativas, a la orientación política segundo caso el poder del Estado, el poder político por antonomasia, garantiza la
global que preside los sistemas educativos, a la influencia recíproca existente entre realización de sus objetivos gracias a la posibilidad eventual del uso de la violencia,
los sistemas educativos y los sistemas políticos, etc. Este último enfoque, sin duda monopolio que se reputa legítimo en función de los valores que encarna el Estado y
... ... ... ... ... ... el estudio de las políticas educativas, instrumen- que en las sociedades democráticas se concretan en la carta magna que es la
Constitución.
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Esta perspectiva, lejos de considerar a la política como una pura cratología, orientación afirma decididamente el sentido objetivo y descriptivo del conocimiento
como a veces se ha dicho, introduce una gran riqueza de contenido, lo que resulta político. Este principio básico aparece inequívocamente en el prefacio que
particularmente relevante en el ámbito de la educación. El enfoque adoptado nos Montesquieu escribe para su obra Del espíritu de las leyes: “En primer lugar, he
permitiría dar cuenta global del fenómeno político de la educación, tanto desde el examinado a los hombres y me ha parecido que, en medio de la infinita diversidad
punto de vista del examen de los medios utilizados -las políticas educativas- como de leyes y costumbres, no se comportaban solamente según su fantasía. He asentado
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de los espacios educativos en que se manifiesta el poder: relaciones del Estado y los principios y he comprobado que los casos particulares se ajustaban a ellos por sí
otros poderes públicos con la educación, relaciones de poder en los grupos sociales mismos, que la historia de todas las naciones era consecuencia de esos principios y
que cada ley particular estaba relacionada con otra ley o dependía de otra más gene-
que se ocupan de la educación, de éstos entre sí y de ellos en conexión con la activi-
ral.” (Montesquieu, 1985, p.3).
dad del Estado (política de la educación).
Aunque, como indicábamos antes, el pensamiento político ha oscilado entre
estas dos tendencias, a veces han convivido ambas. El siglo de la Ilustración es
2. PROBLEMATICIDAD HISTÓRICA DE LA POLÍTICA buena prueba de ello, pues mientras Montesquieu trataba de atenerse a los hechos
El segundo obstáculo epistemológico que se nos presenta está relacionado con la en el examen de la realidad política, Rousseau volvía a la vieja tradición de la filo-
naturaleza misma de la política, revestida desde su nacimiento de una notable duali- sofía política y pugnaba por enseñar el modo de acceder al mejor régimen político
posible. Las palabras con las que introdujo su discurso político sobre la desigualdad
dad. Me refiero a su controvertida consideración prescriptiva o positiva.
no dejan lugar a dudas: “Empecemos, pues, por apartar todos los hechos por cuanto
Se proyecta todavía sobre nosotros, desde hace dos mil quinientos años, una no atañen en lo más mínimo a la cuestión” (Rousseau, 1970. p. 36).
ambivalencia que se manifiesta en la oposición inicial que representó el pensamien- Pronto esta concepción rusoniana -el mundo del deber ser aplicado a la política-
to clásico de Platón y Aristóteles. Para Platón la política es guía para la acción -el se constituyó en una guía normativa para la burguesía francesa. Rousseau fue, en
filósofo rey debe ser el que gobierne porque es el mejor preparado para ello-, mien- efecto, la base de la filosofía política de la burguesía revolucionaria, pero su aplica-
tras que para Aristóteles la política se agota en la descripción de los fenómenos ción a la realidad no fue satisfactoria. Del enfrentamiento entre la teoría rusoniana y
políticos. Es decir, ya desde su nacimiento aparecen separadas la filosofía política y la praxis revolucionaria resultó un experimento en que, por primera vez en la histo-
la ciencia política, predominando aquélla sobre ésta basta que surgen los primeros ria europea, un pensamiento político se puso a prueba consigo mismo: la liberté,
brotes de la modernidad. egalité, fraternité “quebraron y quedaron en entredicho cuando del mundo de los
principios pasaron al de la realidad” (Vega, 1970, p. 86 y passim). El período jaco-
En el Renacimiento es Maquiavelo quien llama la atención sobre la necesidad de
bino llevó a la dramática alternativa de que para salvar la libertad y la igualdad era
primar la observación directa de la realidad sobre la especulación filosófica;
preciso situarse en los antípodas: utilizar el terror para salvar la virtud republicana,
“Siendo mi fin escribir una cosa útil para quien la comprende, he tenido por más
imponer una férrea centralización para impedir la destrucción de la nación, estable-
conducente seguir la verdad real de la materia que los desvaríos de la imaginación
cer una intervención estatal a ultranza para satisfacer el principio de igualdad. La
en lo relativo a ella [...] Hay tanta distancia entre saber cómo viven los hombres y experiencia de la Revolución francesa y de las crisis sociales que allí se produjeron,
saber cómo deberían vivir ellos que el que, para gobernarlos, abandone el estudio de puso de relieve que la filosofía política al encarnarse en la realidad, estaba llena de
lo que se hace para estudiar lo que sería más conveniente hacerse aprende más bien limitaciones, lo que dio lugar a una nueva consideración: la actitud positivista ante
lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella” (Maquiavelo. 1973, los hechos. Fue la vuelta a Montesquieu.
p. 76). Pocos años más tarde Bodin insistirá en esta vía de conocimiento de la reali-
dad política, la que es, no la que nos gustaría que fuera: “... no queremos diseñar En efecto, frente al pensamiento de Rousseau –“yo busco la razón y el derecho y
tampoco una república ideal, irrealizable, del estilo de las imaginadas por Platón y no discuto los hechos”-, se impuso el retorno a Montesquieu –“aquí se dice lo que
es y no lo que debe ser”. Es la aparición de la moderna ciencia política y la erradica-
Tomás Moro, canciller de Inglaterra, sino que nos ceñiremos a las reglas políticas lo
ción de la filosofía política de su seno. Nace así la sociología y, dentro de ella, la
más posible” (Bodin. 1985. p. 12).
ciencia política. Esta joven ciencia se positiviza en contraste con la abstracción que
Los análisis de Maquiavelo y de Bodin restablecen el carácter afilosófico de los impregna la filosofía política: a los imperativos normativos del deber ser se oponen
estudios políticos, culminando en los conocidos trabajos de Montesquieu, cuya ahora las exigencias de la realidad. La ciencia política se hace empírica, reducida al
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análisis de los hechos políticos. Ahora bien, esta tendencia no se manifestó del Al lado de esta preocupación por los valores ha surgido también una inquietud
mismo modo en todos los países. por la eficacia de la política -otro enfoque, en realidad, de “la política guía para la
acción”-. Esta inquietud ha cuajado en uno de los movimientos científico-políticos
En los Estados Unidos de América arraigaron pronto los estudios positivos de
más importantes de la actualidad. Me refiero al amplio campo de las public policies,
los fenómenos políticos, mientras que en Europa la influencia de la escuela alemana
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que ha tenido en los años ochenta un desarrollo espectacular en los Estados Unidos
de derecho público impregnó de normativismo los estudios políticos hasta la segun-
y una notable influencia en la Europa occidental. No creo que se exagere si decimos
da guerra mundial. A partir de 1945, sin embargo, el positivismo encontró gran aco-
que los estudios de las políticas públicas ocupan hoy el lugar que hace unos años se
gida en las universidades europeas justamente cuando en los Estados Unidos renacía
adjudicó al desarrollo político y a la modernización. Para nosotros tiene, además, un
con fuerza un pensamiento crítico que reclamaba con urgencia la vuelta de la filoso-
singular relieve por la incidencia que este enfoque ha tenido, como veremos, en el
fía política, y con ella la necesidad de tener en cuenta los valores. Me refiero a una
estudio de las políticas educativas.
etapa que, iniciada en los años setenta, se caracterizó fundamentalmente por la
superación del conductismo y la preocupación por el rescate de los valores. Dicho El núcleo de estos estudios lo ha constituido hasta el momento el análisis del
con palabras de Manuel Ramírez, surge con fuerza “la convicción de la imposibili- proceso de la decisión política, de las instituciones que influyen sobre ese proceso,
dad de una ciencia política no valorativa” (Ramírez, 1971, p. 18). Se dice ahora que de la identificación de los actores que en él intervienen y de los electos políticos de
la misión del investigador es la de acercarse a la realidad para aprehenderla y sentar la toma de decisiones. El mérito de esta escuela reside sobre todo en el hecho de
las bases para su transformación, incluso se trata de dar preferencia a los problemas haber llamado la atención sobre la importancia de los factores políticos frente a todo
cercanos, obteniendo “la mayor de nuestras satisfacciones en la búsqueda de res- intento de reducir los problemas a cuestiones económicas o sociales, sin que por
puestas inmediatas a los problemas inmediatos.” (Easton, 1969, p. 1056). Estas ello se descuide el estudio de los fenómenos económicos y sociales que influyen en
palabras ¿no nos recuerdan aquellas otras que calificaban a la política como una los procesos de decisión política. Sin embargo, también existen aspectos negativos,
guía para la acción? tales como la escasa dedicación a los problemas de las instituciones, el olvido de las
De nuevo vuelve a decirse que si bien la política ha de estudiar los hechos políti- influencias ideológicas en las políticas públicas y, sobre todo, su menosprecio de lo
cos, los que son. ello no significa que se olvide el papel que juega en la política lo más general a la hora de estudiar lo contingente, es decir, la ausencia de una visión
que debe ser. Es la vuelta a los valores. Ello nos complica nuestro tránsito por la general de la política que ofrezca el marco teorético para el examen de las políticas
política de la educación porque habría que estudiar no sólo las manifestaciones polí- concretas. Los análisis de las políticas públicas pueden caer así en el mismo defecto
ticas del fenómeno educativo, las que son, sino también las que deben ser. que, respecto del conductismo, señaló en su momento el gran politólogo Roben
Dahl: “Si el estudio de la política no nace y no está orientado por teorías generales
Es cierto que desde Max Weber las ciencias sociales tienden al conocimiento amplias, valientes, aunque muy vulnerables, estará destinado al desastre definitivo
empírico de los hechos que componen la realidad, y que esta tendencia, que tiene de caer en la banalidad” (Dahl, 1961, p. 55).
sus orígenes en el positivismo clásico, elimina de las nuevas ciencias del hombre el
examen o análisis de los valores, para cuyo conocimiento no hay efectivamente vía
empírica de acceso. Pero querer atenerse solo a los hechos políticos como si estos 3. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS: ¿EFICACIA POLÍTICA O REALIZACIÓN DE
fuesen hechos físicos ha desembocado en una abundante crítica. Como Mannheim VALORES?
puso ya de relieve, en su famosa obra Ideología y utopía, el politólogo vive desde el
principio en un medio social del que forma parte, de manera que, a veces, la repulsa Ya hemos indicado que ha sido en los Estados Unidos donde, paradójicamente,
a considerar los valores no es más que la aceptación tácita de los valores que básica- ha brotado con fuerza una tendencia que repudia todo intento de buscar una ciencia
mente conforman la sociedad y de los que el científico social no puede separarse. social que formule sólo leyes y principios generales explicativos de la realidad; así,
Por otra parte, no es posible en las ciencias sociales separar el hecho humano de su todo esfuerzo por separar teoría y práctica, el conocimiento y la voluntad de acción,
significación; más aún, cuando el politólogo selecciona un determinado objeto de aparece casi como una heterodoxia. A esta tendencia no han sido ajenos, como
investigación, cuando escoge unos determinados hechos y no otros, cuando elige hemos indicado, los estudios sobre las políticas públicas.
unos datos frente a otros, o adopta un método de investigación, o formula una hipó-
tesis, está sin duda poniendo de manifiesto, de manera más o menos consciente, Laswell, aceptado hoy por todos los politólogos estadounidenses como el funda-
afirmaciones, juicios, en definitiva, valores (Mannheim, 1966). dor de las sciences policy, decía, en fecha relativamente temprana como 1968, que
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estas ciencias tenían fundamentalmente por objeto el estudio del “proceso de deci- namente la atención sobre la incidencia de los valores cuando asignó a la política de
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sión o de elección [...] (evaluando) la relevancia del conocimiento disponible para la la educación la misión de “orientar y organizar la cooperación social que tiene como
solución de los problemas particulares” (Laswell, 1968, p. 181). Es decir, el conoci- fin el cultivo, transmisión y desarrollo de las aptitudes físicas, intelectuales y mora-
miento, el análisis de las situaciones o procesos concretos debe preceder a la acción. les consideradas como valores” (Rubio Llorente, 1974, p. 421). Sin embargo, en mi
De esta forma, el análisis de las políticas públicas nace como una ciencia de la opinión, esta asignación de fines no subraya suficientemente la importancia que en
su proyección despliega el poder político o los que pretenden influir sobre él. En
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acción, como una contribución del politólogo a las decisiones políticas.


No obstante, el estudio de las políticas públicas no se presenta como un todo realidad, volvemos a toparnos con el viejo tema de la politics y la policy.
homogéneo. En primer lugar, hay politólogos importantes como Dye para los que la
distinción entre policy analysis y policy advocacy deviene fundamental: mientras
que en el primer caso se estudia y se explican las causas y efectos de las políticas 4. DE NUEVO, POLITICS Y POLICY
públicas, en el segundo supuesto se enseña lo que los gobiernos deberían hacer y los
La escuela de las políticas públicas -policy science- nace, como ya hemos seña-
efectos de esas políticas (Dye, 1978”). Ciertamente, también hay politólogos presti-
lado, en los años cincuenta pero no alcanza pleno desarrollo hasta los setenta, domi-
giosos como Coleman que consideran artificiosa esta división del campo de estudio
nando hoy plenamente el ámbito estadounidense y sólo de modo parcial el europeo.
y que en última instancia se inclinan por mejorar la realidad mediante el estudio y Desde sus comienzos, la policy es considerada como el programa político de una
conocimiento de la política (Coleman, 1972). autoridad pública en el que intervienen diversos factores, especialmente los econó-
En segundo lugar, no todas las políticas públicas han merecido igual trato. Como micos. En el famoso manual de ciencia política dirigido por Greenstein y Polsby5,
ha indicado John Ahier. sólo recientemente se está poniendo el acento en las políti- Fried pudo decir que “las constricciones socioeconómicas son tales (...) que el
cas sectoriales y, entre ellas, la política educativa apenas ha tenido consideración hecho de saber quién controla el poder local, cuál es el porcentaje de participación
académica (Ahier. 1983). Lo cierto es que el sistema educativo, considerado como electoral, cuáles son las preferencias de las élites o de los electores o cuál es la orga-
un conjunto de instituciones que mantienen, transmiten y recrean la cultura, no ha nización del sistema político, no tiene apenas valor diferenciador” (Fried, 1975, p.
sido objeto de estudio central más que por la “nueva sociología de la educación” de 71). Sin embargo, la década de los años ochenta ha venido a negar, o al menos a
los últimos años sesenta y primeros setenta, mediante la elaboración de la omnipre- matizar, la tesis de Fried. La evolución del estudio de las políticas públicas ha sido
sente teoría de la reproducción que, aunque adolezca de cierto esquematismo, ha sin duda uno de los factores que más ha revolucionado los análisis políticos.
revelado no pocos aspectos de la realidad educativa, entre ellos los políticos.
Constituye un mérito, en mi opinión, que el politólogo australiano John J. Prunty Para ello, el camino recorrido ha sido largo. Al principio, la escuela científica de
haya hecho especial hincapié en el análisis crítico de las políticas educativas. No la policy se constituye, tal y como se indicó anteriormente, como una ciencia de la
importa ahora que este enfoque se haya efectuado desde una postura común o muy acción, como una contribución de los politólogos a las decisiones de los gobiernos:
la preocupación por los asuntos teóricos o por los aspectos tradicionalmente políti-
próxima a los “radicales” norteamericanos, anclada, por tanto, en el análisis de la
cos -las instituciones, los partidos políticos, los grupos de presión o de intereses, el
realidad como medio o instrumento para la transformación de esa misma realidad,
sistema político, el comportamiento electoral, etc.- quedaron olvidados o asumidos
es decir. desde una posición que trata de transcender una policy science sólo volca-
solamente por un pequeño grupo de estudiosos que investigaban estos problemas al
da hacia la acción y al margen de toda consideración valorativa. Para Prunty, la
margen de la corriente general. Pero, como no ha dejado de señalarse, “implícita-
policy no puede desvincularse de las ideas sociales existentes sobre el orden moral, mente los politólogos americanos trabajaban en el marco de un sistema político y
la justicia, la equidad o la libertad. administrativo tomado como un dato, cuyos fundamentos no eran ni discutidos ni
Una vez más, el problema de los valores planea sobre la concepción de la políti- puestos en cuestión” (Mény y Tohenig, 1989, p-„ 63; cursiva de los autores). En
ca de la educación: “Nosotros hemos indicado tempranamente que asumir una posi- resumen: los estudios sobre la policy adolecían de una concepción alcórica y ahistó-
ción “objetiva’ y dejar sin cuestionar la moralidad de las relaciones educativas en la rica que primaba la eficiencia, consideraban los factores económicos y sociales
sociedad sirve para aprobar el statu quo, y que. como tal, ello constituye un acto desde una instrumentación práctica y no cuestionaban, ni siquiera metodológica-
abiertamente político, aunque no visible. La petición de neutralidad encubre la mente, el marco institucional en que se situaban.
dimensión política y priva a los intereses existentes de una discusión abierta en el La década de los años ochenta vio, sin embargo, resurgir con fuerza un factor ya
campo político” (Prunty. 1984. p. 45). Entre nosotros. Rubio Llorente llamó tempra- conocido pero bastante olvidado: el Estado6. Contribuyó a ello una pluralidad de
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causas: la crisis mundial del petróleo y sus efectos directos e indirectos, la teoría política y de su manifestaciones-. La política como conocimiento debe tomar en
neomarxista y su crítica del Estado de bienestar, la teoría neoliberal y su concepción cuenta los elementos conflictivos que constituyen la realidad política, pero no puede
del Estado mínimo, las teorías institucionalistas y su énfasis en el sistema político, menospreciar el estudio de la actividad política real -las políticas públicas-, tal y
etc. Que unos lo hicieran para explicar de un modo más elaborado el papel del como se despliegan dinámicamente en la realidad.
Estado -superando la grosera y mecánica visión de una superestructura determinada
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o condicionada en grado sumo por la infraestructura-, que otros trataran con ello de
reducir el Estado a su papel decimonónico -orden, propiedad y seguridad- o, en 5. POLITICS Y POLICY DE LA EDUCACIÓN
sentido contrario, de reforzar la necesidad de su presencia -facilitando un equilibrio
entre la sociedad y el Estado-, no importa ahora; lo importante fue que la política se En:1957, como ya quedó señalado, David Easton expresó su preocupación por la
convirtió de pronto en el centro del problema. falta de atención de la ciencia política a los problemas de la educación. En los años
De este modo, politólogos prestigiosos se plantearon una pregunta esencial: ¿es siguientes, aunque la ciencia política experimentó un notable desarrollo desde la
importante la politics? Más aún, plantearon una disyuntiva no menos significativa: doble perspectiva de la política estricta y de las políticas públicas, la situación no
¿es la politics la que determina las policies o son las policies las que determinan la mejoró demasiado. Quince años más tarde, en 1972, Kirst, uno de los pocos politó-
logos dedicados al estudio político de la educación, describía la política de la educa-
politics? (Newton y Sharpe, 1984). En el primer supuesto, la política -la policies- es
ción como “una nueva y aún en gran parte inexplorada área de investigación”
concebida como una variable integrada por instituciones, actores políticos, actitudes
(Kirst, 1972, p. XVII). Pocos años después, en 1977, Karabel y Halsey exponían así
públicas (cargadas explícita o implícitamente de valores) que deciden los programas
la situación: “Entre las principales disciplinas de las ciencias sociales, quizás ningu-
políticos a realizar -la policy-; en el segundo caso los programas son las respuestas na de ellas ha dedicado menos recursos al estudio de la educación que la ciencia
técnicas a las demandas sociales, y en este sentido ellos son los que marcan la pauta política. A diferencia de los sociólogos, cuyas investigaciones sobre la educación y
de la política -la politics-. Desde la primera perspectiva, las políticas no son más el capital social han iluminado las relaciones entre las escuelas y la estructura de
que variables dependientes de la política; desde la segunda, constituyen una variable clases, y de los economistas, cuyas indagaciones sobre la enseñanza y el mercado de
independiente que decide la política. trabajo han hecho mucho por revelar las complejas relaciones entre el sistema edu-
En la actualidad, la balanza parece inclinarse del lado de la politics, es decir, de cativo y la economía, los científicos políticos han descuidado la construcción de un
la consideración de la política “como un fenómeno caracterizado por la presencia cuerpo sólido de investigación política sobre la educación” (Karabel y Halsey,
significativa de relaciones de poder, de concurrencia y lucha entre los partidos polí- 1977, p. 367). Obviamente, Karabel y Halsey se referían aquí a la politics como
ticos, de influencia de los grupos de presión, etc. Quizás la posición de Thoenig sea objeto de la ciencia política, y se sorprenden de que en los umbrales de los años
demasiado rotunda, pero no cabe duda que caminamos en esa dirección: “Si existe ochenta apenas se supiera algo sólido acerca del papel del poder en la configuración
alguna unanimidad en la comunidad científica es la que se produce alrededor de la de los sistemas educativos7.
idea de que las políticas públicas (policy) están asociadas a la política (politics), de
Una vez más tenemos que volver sobre el estigma que subyace a una considera-
que constituyen un aspecto de ella” (Thoenig, 1985, p. 52; cursiva del amor). Pero
ción política de la educación: “La falta de interés de los científicos políticos sobre la
la policy. el estudio de las políticas públicas, ha traído realismo a la concepción tra-
educación debe ser atribuida en parte a su receptividad respecto de un mito que
dicional de los politólogos: el estudio de los medios -por ejemplo, las políticas pre-
atrae por igual a estudiosos y profanos: las escuelas no son instituciones políticas”
supuestarias- ha puesto de relieve el desfase entre la política proclamada, incluso
(Karabel y Halsey 1977, p. 367). La idea de que la educación no tiene nada que ver
asumida, y la fuerza de los hechos, es decir, la desproporción entre los fines pro-
con la política está ampliamente extendida, a pesar de que la realidad muestra obsti-
puestos y los medios asignados. Pero, en realidad, un enfrentamiento radical de la
nadamente lo contrario. Como la ciencia política actual ha puesto de relieve, los
politics y de la policy sería un planteamiento falso: la disyuntiva se hace fecunda politólogos no deben estudiar sólo las instituciones políticas, sino también aquellas
cuando en vez de plantearse de modo unilateral se formula en términos de hipótesis instituciones que tienen manifestaciones o consecuencias políticas (Easton, 1957, p.
complementarias, y no de postulados excluyentes. 310). Desde esta perspectiva, el sistema educativo aparece como una institución
De esta forma volvemos a lo que era por nuestra parte un intento de plantear el social de indudable importancia para los poderes públicos: las funciones que, entre
problema desde la doble óptica de la política como actividad -las políticas públi- otras, realiza la red de instituciones educativas de cara a la socialización política, la
cas- y la política como conocimiento -esfuerzo teórico por conocer la esencia de la cohesión social, la integración política, el desarrollo político o la modernización de
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las sociedades, muestra inequívocamente, a mi parecer, el extraordinario interés que ca por excelencia- autoriza, prohíbe, fomenta u obstaculiza las demás actividades
la educación presenta para los sistemas políticos. humanas; las subvenciones o los subsidios favorecer; tal o cual otro sector de activi-
El renacimiento de la politics en la década de los años ochenta es obra de dad; las decisiones políticas, en fin, crean situaciones nuevas que a su vez abren un
muchos factores, pero de entre ellos debemos destacar, como ya se advirtió, la campo a toda clase de actividad (Rémond, 1986, p. 384). Como Rémond concluye:
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importancia e interés crecientes que el Estado como actor de la política viene des- “no se pretende que todo es política, ni se tendrá la imprudencia de mantener que la
pertando. En parte, han contribuido a ello, como también quedó dicho, las teorías política tiene siempre la primera y la última palabra, pero se hace notar que la políti-
neomarxistas, que en un serio intento de superar el mecanicismo propio de años ca es el punto de confluencia de la mayor parte de las actividades, del mismo modo
pasados han sabido conceder al Estado cierta esfera de autonomía, relativa, pero que recapitula los otros elementos que componen el conjunto social” (Rémond,
autonomía al fin y al cabo 8. No deja de ser relevante, por ejemplo, que el Estado no 1986, p. 385.).
sea ya considerado como un puro lugar de enfrentamiento de intereses para conver-
No es ajeno a este renacimiento de la política general el que desde diversos
tirse en un “ingrediente esencial” en la teoría de Michael W. Apple: “Me resulta
enfoques se hable de “la reciente ola de interés por la política de la educación”
extraño que hubiéramos ignorado por completo el papel del Estado en la educación,
(Amot, 1991, p. 448) o que incluso se hable de la necesidad imperiosa de una políti-
salvo algún estudio por lo general liberal sobre política educativa”(Apple, 1987, p.
ca de la educación (Archer, 1989). Ello es así porque efectivamente el campo de
43; la cursiva es mía).
estudio es tan amplio que está urgiendo la formalización de una nueva disciplina
Obviamente no es ahora el momento de dilucidar el papel del Estado en la edu-
académica.
cación, sino el de poner de relieve la importancia que ha ido adquiriendo la política
del Estado en relación con la educación, muy lentamente en los años setenta y con Un ámbito de estudio a cubrir, específico e inmediato, es sin duda el análisis de
mayor vigor en los ochenta. Ello ha sido particularmente llamativo en los países las instituciones educativas consideradas como un fenómeno político, y por tanto de
anglosajones, donde la tendencia doctrinal, como es sabido, ha sido siempre recelo- los consiguientes conflictos que allí soterradamente se hallan. Una muestra intere-
sa del papel del Estado, pero ese mismo fenómeno no ha dejado de manifestarse sante de la riqueza insospechada de este enfoque nos lo indica la obra de Baldrige,
también en la tradición europea, más ligada a la teoría del Estado, aunque temporal- centrada en la universidad como una institución donde se manifiesta el poder y el
mente se haya alejado de ella. En Europa la politics nunca ha dejado de ser objete conflicto, superando así a las teorías de las organizaciones que se mostraron incapa-
de estudio de los politólogos, incluso en épocas en que los factores económicos) ces de explicar los sucesos de 1968 en el campus universitario (Baldrige, 1971);
sociales han sido sobresalientes. Como ha señalado Rémond, “sería ingenuo creer posteriormente, el mismo autor, en un trabajo en colaboración, aplicó la teoría de
que la política escapa a los condicionamientos exteriores, a las presiones, a las soli- los conflictos a la universidad, considerada como un espacio con intereses diversos
citudes de toda clase. Fue -y ahí está- una aportación de la investigación de los últi- en pugna y donde el conflicto es la norma (Baldridge, 1979). Otro ejemplo de este
mos decenios poner de relieve el juego de intereses, las relaciones entre los mismo enfoque, aplicado a la escuela, lo representa la importante obra de Ball sobre
condicionantes sociales y las opciones políticas, señalar la intervención de los gru- la micropolítica en la escuela (1987).
pos de presión y mostrar que la decisión política era la resultante de un conjunto de Dar al conflicto un papel importante significa estudiar también las relaciones de
factores que no eran todos políticos, pudiendo llegarse hasta la alienación de la poder entre el Estado y los grupos sociales afectados por las políticas educativas, y
voluntad política y la confiscación del Estado. Pero sería excesivo inferir de ello en definitiva examinar las relaciones inevitables entre el sistema educativo y el sis-
que la política no es más que la consecuencia de factores que le son ajenos. La his- tema político. En este sentido se ha prenunciado Margaret S. Archer al asignar a la
toria contemporánea no ha escatimado las ocasiones de demostrar la fuerza del política de la educación la función de estudiar “los esfuerzos de diferentes grupos
acontecimiento político y la debilidad de las explicaciones reduccionistas sociales por influir en los elementos básicos, en los procesos y en los productos o
(Rémond. 1986, p. 383). resultados de la educación, ya sea mediante la legislación, las actividades de los
Ha sido quizás necesaria tan larga cita para mostrar que en sociedades complejas grupos de presión y de los sindicatos, los movimientos experimentales, tradicionales
como las occidentales los intereses se muestran tan diversos y tan contradictorios o regionales, la inversión privada o colectiva, la propaganda o los debates públicos”
que su entrecruzamiento y su divergencia confiere al Estado -o a los poderes públi- (Archer, 1981, p. 291).
cos- un poder arbitral. En todo caso, la política muestra hoy un campo de autono- Se trata, sin duda, de un enfoque muy sugerente que pone de relieve un aspecto
mía -relativo como todos los demás campos de conocimiento-- en el que las muchas veces olvidado: la educación como punto de encuentro pero también de
autoridades pública ordenan en parte las demás actividades: la ley -actividad políti- enfrentamiento de diversas fuerzas sociales. Sin embargo, a mi modo de ver, colo-
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car al Estado al mismo nivel de los demás grupos sociales no resulta correcto: el REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Estado es hoy la principal agencia de educación de las sociedades modernas -afir-
mación que no encierra un juicio de valor sino sólo una constatación que no me AHIER, J. (1983): The History and Sociology of Educational Police, en J. AHIER y
parece cuestionable-, lo que no impide estudiar el papel que juegan los demás gru- M. Flude (eds.), Contemporary Educational Policy, London and Camberra.
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pos sociales en su intento de influir sobre la educación. Croom Hclm.


La verdad es que los últimos años han visto aparecer estudios políticos impor- APPLE, M. W. (1987): Educación y poder, Madrid. Paidós-MEC.
tantes, especialmente británicos. La década pasada se estrenó con la publicación por ARCHER, M. S. (1981): Los sistemas de educación. Revista Internacional de
la Open University de una obra colectiva sobre la educación y el Estado (Dale et. Ciencias Sociales, vol. XXXIII. 2.
al. 1981), a la que siguieron trabajos como los de Salter y Tapper sobre el poder y - (1989): Cross-National Research and the Analysis of Educational Systems, en
las políticas en educación (1985), el de Dale sobre los cambios políticos y las políti- MELVIN L. KOHN (ed.), Cross-National Research in Sociology, London, Sage
cas educativas (1988) o el del mismo autor acerca de las relaciones entre el Estado y Publications.
la política educativa (1990), el libro conjunto de Hargraves y Reynolds sobre aspec- ARNOT, M. (1991): Equality and Democracy: A Decade of Struggle over
tos polémicos de las políticas educativas (1989) o el del mismo Ball ya citado que Education, British Journal of Sociology of Education, vol. 12. number 4.
en 1990 publicó un importante libro sobre el proceso de decisión política en las BALDRIGE, J. V. (I 97 I): Power and Conflict in University. New York, John
reformas educativas, analizando la Education Act de 1988. Wiley Press.
- (1979): Alternative Model of Governance in Higher Education, en G. L.
En consecuencia, ocuparse de la política de la educación implica que una parte
RILEY y J. V. BALDR1GE (eds.), Governing Academics Organizations,
importante de la misma debería dedicarse a lo que me parece el núcleo básico de
Berkeley C. A., McCutchan Publishing Company.
esta disciplina, esto es: el análisis de las ideologías educativas, tanto consideradas BALL. S. J. (1987): The Micro-Politics of the School, London. Methuen (reprinted
en sí mismas como en sus relaciones con los derechos y libertades reconocidos en by Routledge).
las constituciones modernas; el estudio de la posición de los partidos políticos y de - (1990): Politics and Policy Making in Education. Explorations in Policy
los grupos de presión ante la educación; las relaciones entre el sistema educativo t Sociology, London y New York, Routledge.
la orientación política marcada en la Constitución; el examen de la interacción fami- BODIN, J. (1985): Los seis libros de la República, Madrid, Tecnos.
lia y escuela de cara a la socialización política9; el análisis privilegiado de las rela- CARNOY, M. (1985): Educación, economía y Estado, Educación y Sociedad, n° 3.
ciones entre el Estado y la educación; y, en fin, al reciente tema de la política
COLEMAN, J. S. (1972): Policy Research in the Social Sciences, Morristown,
educativa considerada como política pública.
General Lcarning Press.
La incorporación de la política educativa como una de las políticas públicas lle- DAHL, R. (1961): The Behavioral Approach in Political Science. Epitah for a
vada a cabo por los diversos poderes políticos es aún una materia de gran novedad Monument Successful Protest, American Political Science Review. vol. LV.
en nuestro campo. No deja de ser chocante, como recientemente ha advertido Ball number 4.
que el movimiento de las políticas públicas se haya ocupado ampliamente de la.
políticas sociales (empleo, vivienda, urbanismo, sanidad, seguridad social) pero no - (1988): Implications for Progressivisme of Recent Changes in the Control and
Direction of Education Policy, en A. G. GREEN y S. J. BALL (eds.), Progress
de la educación, no de la política educativa de los poderes públicos (Ball, 1990)
and Inequality in Comprehensive Education, London. Routledge and Kegan
Igualmente sorprendente resulta la casi total ausencia, entre los escasos cultivadores
Paul.
de la política educativa como policy, de una teoría explícita sobre la misma, vacío
que solo hace muy pocos años han comenzado a llenar los politólogos anglosajones - (1990): The State and Education Policy, Suffolk, St Edmundsbury Press.
especialmente los británicos. DALE, R. et al (1981): Education and the State, Lewes, Falmer Press.
DYE, T. (1978): Understanding Public Policy, Englewood Cliffs, Prentice-Hall,
Todo ello nos da una idea bastante aproximada del estado actual de la política de 3rd. edn.
la educación, que, en mi opinión debe centrarse en lo que he denominado núcleo EASTON, D. (1957): The Function of Formal Education in a Political System, The
básico de la disciplina, sin que ello signifique relegar al olvido las políticas educati- School Review, vol. LXV.
vas consideradas como políticas públicas.
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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

- (1969): The New Revolution in Political Science, American Political Science THOENIG, J. C. (1985): L’analyse des politiques publiques, en M. GRAWÍTZ y J.
Review. vol. LXIII. LECA, Traité de Science Politique, Paris, Presses Universitaires de France, vol.
FRIED. R. (1975): Comparing Urban Policy and Performance, en F. GREENSTEIN IV.
y N. POLSBY (eds.), Policies-Making. Handbook of Political Science, Reading TRACY, S. J. (1987): The Positive Polities of Education, The Clearing House, vol.
60, number 5.
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Mass., Addison Wesley, vol. IV,


VEGA, P. de (1970): Ciencia política e ideología, Boletín de Ciencia Política, nº, 3,
FULLAT. O. (1994): Política de la educación. Politeya - Paideia, Barcelona,
CEAC.
HARGREAVES. A. y REYNOLDS, D. (eds.) (1989): Education Policies: NOTAS
Controversies and Critiques, Lewes, Falmer Press.
KARABEL. J. y HALSEY, A. H. (eds.) (1977): Power and Ideology in Education, 1
La traducción de los textos en lengua francesa o inglesa. aquí citados, es responsabilidad del autor de
New York, Oxford University Press. este trabajo.
KIRST. M. W. (cd) (1972): State. School and Politics, Lexington, D. C. Heath. 2
Como se ha señalado recientemente, esta falla de atención “debería ser por si misma motivo de refle-
KOGAN, M. (1975): Education Policy Making: A Study of Interest Groups and xión: por qué misteriosas razones este problema agita a unas sociedades mientras que otras pueden vivir
Parliament, London, George Alien and Unwin. despreocupadas de él” (Pereira Manant. 1993, p. 15).
3
LASWELL, H. (1968): Policy Sciences, en D. L. Sill (ed.), International En nuestra lengua estas diferencias se mantuvieron prácticamente hasta el siglo XIX con las voces polí-
Encyclopaedia of the Social Sciences, New York, Macmillan and Free Press, tica y policía, termino éste cuya primera acepción era, según el Diccionario de Autoridades. “ordenación
vol. 12. de la cosa pública para el mejor gobierno de ciudades y repúblicas”, es decir, se identificaba con lo que
hoy conocemos como políticas públicas, como policy.
LEGRAND, L. (1990): Les politiques de l’education (deuxième edition), PUF. 4
MANNHEIM. K. (1966): ideología y utopía. Introducción a la Sociología del Un ejemplo de enfoque predominantemente medial o instrumental lo constituye el libro de Louis
Legrand, Les Politiques de l’Education. aparecido en 1990. Bastaría la simple lectura del índice para
Conocimiento, Madrid, Aguilar. comprender que no estamos ante un examen de la politics sino de la policy de la educación. Su lectura
MAQUIAVELO. N. (1973): El Príncipe, Madrid, Espasa-Calpe. completa confirma esta primera impresión: ninguno de los grandes problemas políticos de la educación
MENY. Y. y THOENIG, J. C. (1989): Politiques publiques, Paris. Presses son, en mi opinión, abordados en este libro, aunque se diga en él que “la determinación de los fines y de
Universitaires de France. los objetivos en que se concretan es un acto específicamente político”, es decir, política.
5
MONTESQUIEU (1985): Del espíritu de las leyes, Madrid, Tecnos. Publicado en 1976, no lo olvidemos.
NEWTON, K. y SHARPE. J. (1984): Does Politics Matter? The Determinants of 6
No hace ahora al caso que la concepción de los anglosajones acerca del Estado y la que predomina en
Public Policy, Oxford, Clarendon Press. los países europeos sea bastante diferente. Tanto en un caso como en otro, el énfasis viene dado por la
PEREIRA MANAUT. A.C. (1993): Política y educación. Pamplona. Universidad reaparición del factor político, de la autonomía (relativa) del Estado.
de Navarra. 7
Hay ciertamente excepciones. Entre ellas debe destacarse la obra del politólogo inglés Maurice Kogan.
PRUNTY. J. J. (1984): A Critical Reformulation of Educational Policy Analysis, Con este autor comienza la serie de politólogos británicos que han dedicado gran atención a la política de
Victoria, Deakin University. la educación.
RAMÍREZ. M. (1971): Nuevas perspectivas de la Ciencia Política, Granada, 8
Una buena exposición de la evolución del papel del Estado en la educación, desde el marxismo históri-
Universidad de Granada. co hasta el neomarxismo, puede hallarse en el excelente trabajo de Martin Carnoy, “Educación,
RÉMOND, R. (1986): Une histoire présente, en R. Rémond (ed.), Pour une historie. Economía y Estado”, en Educación y Sociedad, nº 3.
politique, Paris, Du Seuil. 9
El estudio de la educación formal como agente de socialización política no se agota en el rico tema de
RUBIO LLORENTE, F. (1974): La política educativa, en VV. AA, La España de la cultura política o en los contenidos manifiestos de enseñanza, que son sin duda la cara abiertamente
política de esta forma de socialización, sino que hay que examinar las implicaciones del currículo oculto:
los años 70, Madrid, Moneda y Crédito, vol. 11, tomo III. hay que penetrar en las ideologías implícitas en la estructura del proceso educativo.
ROUSSEAU. J. J. (1970): Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad
entre los hombres, Barcelona, Península.
SALTER. B. y TAPPER, T. (1985): Power and Policy in Education, Lewes, Falmer;
Press.

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