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Consecuencias a largo plazo del abuso sexual


infantil: Papel de la naturaleza y continuidad
del abuso y del ambiente familiar

Article in Behavioral Psychology/Psicologia Conductual · January 2011

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David Cantón-Cortés José Cantón


University of Malaga University of Granada
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Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 19, Nº 1, 2011, pp. 41-56

CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO DEL ABUSO SEXUAL


INFANTIL: PAPEL DE LA NATURALEZA Y CONTINUIDAD DEL
ABUSO Y DEL AMBIENTE FAMILIAR

Mª Rosario Cortés Arboleda1, David Cantón-Cortés2 y José Cantón Duarte1


1Universidad de Granada; 2Universidad de Cádiz (España) 1

Resumen
El estudio analiza la contribución de la naturaleza y continuidad de los abusos
sexuales, así como del contexto familiar, a la variabilidad en la adaptación psicoló-
gica de las víctimas. Participaron 209 estudiantes universitarias víctimas de abusos
sexuales en la infancia (ASI) y un grupo de comparación, que completaron durante
dos sesiones el “Cuestionario sobre abuso sexual infantil”, la “Escala de clima
social de la familia”, el “Cuestionario de ansiedad estado-rasgo” y la “Escala de
autoestima de Rosenberg”. Los resultados de los análisis de regresión demostraron
que el tipo de abuso sexual, pero no su continuidad, predecía significativamente
el ajuste psicológico de las universitarias supervivientes de ASI. Asimismo, tres vari-
ables del ambiente familiar (expresividad, orientación al logro y orientación social
recreativa) se asociaban con una mejor adaptación. La expresión de sentimientos
positivos fue la única variable familiar que se relacionaba con las tres medidas de
la adaptación psicológica, y la que tenía una mayor influencia en la variabilidad de
cada una de ellas. Finalmente, la combinación de las variables familiares predecía
mejor que la naturaleza del ASI el ajuste de las víctimas, especialmente en el caso
de la autoestima.
Palabras clave: abuso sexual infantil, ambiente familiar, adaptación psicológica.

Abstract
This study analyzes the contribution of the nature and continuity of sexual
abuse and the variables related to the family environment to the variability on
the psychological adjustment of the survivors. The participants, 209 female
college student survivors of child sexual abuse (CSA), and a comparison group,
completed during two sessions the Child Sexual Abuse Questionnaire, the Family
Environment Scale, the State-Trait Anxiety Inventory and the Rosenberg Self-
esteem Scale. Results of the regression analyses showed that the type of sexual

Correspondencia: Mª Rosario Cortés Arboleda, Facultad de Psicología, Campus de Cartuja, Universidad


de Granada, 18071 Granada. E-mail: mcortes@ugr.es
42 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

abuse, but not its continuity, significantly predicted the present psychological
adjustment of the college student CSA survivors. Moreover, the variables of
the family environment (expressiveness, achievement orientation and social-
recreational orientation) were related to a better adjustment. Expressiveness of
positive feelings was the only family variable that predicted the three measures
of psychological adjustment, having also a stronger predictive power than the
two other variables. Finally, the combination of family variables predicted the
survivor’s adjustment better than the nature of CSA, especially in the case of
self-esteem.
Key words: child sexual abuse, family environment, psychological adjustment.

Introducción

Las pruebas empíricas indican que el abuso sexual infantil (ASI) constituye un
importante factor de riesgo para el desarrollo psicopatológico durante la etapa
adulta. Entre los efectos a largo plazo se encuentran la baja autoestima, la ansie-
dad, la depresión, las ideas e intentos de suicidio, el trastorno de estrés postrau-
mático, los problemas en las relaciones interpersonales, la vulnerabilidad a una
nueva victimización, los trastornos alimentarios, los trastornos en el funciona-
miento sexual, el consumo de drogas y/o alcohol y los trastornos físicos (p. ej.,
Cortés y Cantón, 2003; Cortés y Cantón, 2009; Hornor, 2010; Maniglio, 2009).

Efectos emocionales del abuso sexual infantil

El historial de ASI se ha relacionado con síntomas de ansiedad en la etapa


adulta, tanto en muestras clínicas como comunitarias (Gilson y Lancaster, 2008;
Hooper y Warwick, 2006; Levitan, Rector, Sheldon y Goering, 2003). Las víctimas
tienen hasta cinco veces más de probabilidad que el resto de la población de ser
diagnosticadas de al menos un trastorno de ansiedad, como trastorno de ansie-
dad generalizada, fobias, trastorno de pánico o trastorno obsesivo compulsivo
(Berliner y Elliott, 2002). Por ejemplo, Levitan et al. (2003) dividieron una muestra
de 6597 participantes de entre 15 y 64 años en cuatro grupos: controles norma-
les, participantes con depresión pero sin trastornos de ansiedad, participantes
con uno o más trastornos de ansiedad pero sin depresión y participantes con
depresión y ansiedad comórbidas. Los resultados demostraron una fuerte asocia-
ción entre historial de ASI y ansiedad y depresión comórbidas, aunque no como
trastornos aislados.
Otro síntoma asociado con el abuso sexual es la baja autoestima. Brayden,
Deitrich-McLean, Dietrich, Sherrod y Alteimer (1995) realizaron una investigación
comunitaria con 609 mujeres, de las que 98 habían sufrido abusos sexuales durante
su infancia. Los investigadores encontraron que el historial de ASI se relacionaba
con una baja autoestima (imagen corporal, salud, apariencia física, habilidades
y sexualidad). El metaanálisis de Jumper (1995) también demostró que las vícti-
mas de abuso sexual infantil presentaban una baja autoestima durante la etapa
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil 43

adulta, especialmente en los estudios realizados con muestras clínicas. Por su parte,
Whealin y Jackson (2002) encontraron en una muestra de 448 mujeres jóvenes que
la frecuencia de insinuaciones sexuales recibidas durante la infancia se asociaba con
un bajo autoconcepto académico, de apariencia física, de ansiedad por el cuerpo y
con una baja autoestima global.

Variabilidad en el ajuste psicológico de las víctimas

Aunque las víctimas de abuso sexual infantil tienen un mayor riesgo de presen-
tar sintomatología, existe una gran variabilidad en la naturaleza y extensión del
estrés psicológico que experimentan y ciertamente no todas muestran un daño
significativo posterior. Por consiguiente, los investigadores comenzaron a analizar
posibles variables que pudieran explicar las diferencias en el ajuste posterior, inves-
tigando el papel de las variables relacionadas con el abuso, con la víctima y con el
contexto (Cortés y Cantón, 2003; Martin, Campbell y Hansen, 2010).
El impacto de los abusos sexuales se puede explicar, al menos en parte, por sus
propias características. Los resultados de los estudios indican que las consecuencias
son más graves cuando los abusos se han producido con más frecuencia y prolon-
gado durante más tiempo (Chromy, 2006; Hébert, Tremblay, Parent, Daignault y
Piché, 2006; Tyler, 2002) y se han realizado actos más graves, incluyendo la pene-
tración (Gamble et al., 2006; Lemieux y Byers, 2008; Tyler, 2002).
Otros estudios, por el contrario, no han encontrado relación entre las caracterís-
ticas del abuso y el ajuste psicológico de las víctimas. Por ejemplo, Quas, Goodman
y Jones (2003) informaron que la gravedad, duración, frecuencia, uso de la fuerza
o edad de inicio no se relacionaban con las consecuencias del abuso cinco años
después. Este resultado sugiere la existencia de otros factores que podrían afectar
al ajuste de las víctimas de ASI (Tyler, 2002; Wolfe, 2006). En este sentido, algunos
investigadores han señalado que las características del ambiente familiar podrían
predecir mejor los efectos del abuso que las variables específicas de éste (p. ej.,
Higgins y McCabe, 2003).
Las investigaciones realizadas con víctimas de ASI y con controles han encon-
trado que las supervivientes de abuso sexual tienden a percibir a sus familias
como más autoritarias (Reinemann, Stark y Sweater, 2003), más conflictivas,
menos cohesionadas, con un menor apoyo (Koverola, Pound, Heger y Lytle, 1993;
Meyerson, Long, Miranda y Marx, 2002), más desorganizadas (Long y Jackson
1994), más bajas en social recreativa y en moralidad-religiosidad y más altas en
control.
Estas variables familiares pueden desempeñar un importante papel en el ini-
cio y mantenimiento de la psicopatología de los hijos (p. ej., George, Herman y
Ostrander, 2006; Lucia y Breslau, 2006; Modry-Mandell, Gamble y Taylor, 2007;
Montiel-Nava, Montiel-Barbero y Peña, 2005; Vázquez, Ruiz, Álvarez, Mancilla y
Tena, 2010). Lucia y Breslau (2006) informaron de una relación negativa entre cohe-
sión familiar y problemas interiorizados, no siendo significativa la relación en el
caso de los conflictos. George et al. (2006) demostraron que una menor expresi-
44 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

vidad, autonomía, participación en actividades social/recreativas y un mayor nivel


de control, se asociaban con una mayor depresión. Asimismo, Modry-Mandell et
al. (2007) pusieron de relieve la importancia de la expresividad emocional positiva
en la familia para evitar el desarrollo de los problemas de conducta. Finalmente, en
su revisión sobre la importancia de los padres en el desarrollo de la ansiedad de los
hijos, Espinosa (2009) concluyó que un excesivo control parental predecía el nivel
de ansiedad.
La disfunción familiar, por tanto, puede acentuar los efectos a largo plazo del
ASI. Los estudios con muestras comunitarias, universitarias o clínicas han encon-
trado que las víctimas de abusos sexuales presentan un mayor nivel de estrés,
depresión, ansiedad y síntomas de estrés postraumático cuando viven en hogares
caracterizados por un funcionamiento familiar negativo, falta de expresividad y
cohesión, y por la conflictividad y excesivo control (Fassler, Amodeo, Griffin, Clay y
Ellis, 2005; Meyerson et al., 2002; Riggs et al., 2007). Por el contrario, los efectos
negativos de la experiencia abusiva se pueden ver amortiguados cuando la víctima
vive en un hogar estable (Banyard, Williams, Siegel y West, 2002; Hyman y Williams
2001) y cuenta con el apoyo de los miembros de su familia (Eisenberg, Ackard y
Resnick, 2007).
Las víctimas de 6-12 años del estudio de Koverola et al. (1993) y de 8-13 años
del de Sanders-Phillips, Moisan, Wadlington, Morgan y English (1995) presentaban
unos niveles superiores de depresión cuando existía un alto nivel de conflictos entre
sus padres. Fassler et al. (2005) encontraron que el ambiente familiar actuaba como
mediador en las consecuencias a largo plazo del ASI. Concretamente, un nivel más
alto de conflictos familiares se asociaba con consecuencias más negativas en los
adultos, mientras que una mayor expresividad y cohesión se relacionaban con una
mejor adaptación adulta.
Eisenberg et al. (2007) informaron que los estudiantes de bachillerato con un
historial de ASI presentaban un mayor riesgo de conductas suicidas. Sin embargo,
cuando se controlaron los factores protectores, especialmente el grado de unión
familiar, la probabilidad de llevar a cabo dichas conductas disminuía considerable-
mente. Finalmente, McClure, Chavez, Agars, Peacock y Matosian (2008) analizaron
la influencia relativa de las características de abuso y el ambiente familiar en una
muestra de mujeres universitarias que habían experimentado ASI. Los resultados
demostraron que las características familiares explicaban entre un 13-22% de la
varianza en las medidas de bienestar, mientras que las características del abuso
explicaron únicamente el 3% o menos de la varianza.
A partir de los estudios revisados, la presente investigación se plantea un tri-
ple objetivo. En primer lugar, analizar la posible existencia de diferencias en el
ambiente familiar de universitarias con o sin historial de ASI. En segundo lugar,
investigar si las supervivientes del abuso, como grupo, presentan más dificultades
de adaptación psicológica que las universitarias de un grupo de comparación.
Finalmente, estudiar dentro del grupo de víctimas de ASI el papel moderador que
pueden desempeñar determinadas variables, así como su influencia relativa. Por
consiguiente, partiendo de la premisa de que las características del abuso y del
ambiente familiar pueden jugar un papel importante en el desarrollo de problemas
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil 45

psicológicos, el tercer objetivo de esta investigación fue evaluar la contribución


relativa de las características del abuso sexual (naturaleza del abuso y continuidad)
y de la familia (cohesión, expresividad, conflicto, autonomía, orientación al logro,
actividades intelectuales-culturales, actividades sociales-recreativas, moralidad-reli-
giosidad, organización y control) a la adaptación psicológica de estudiantes uni-
versitarias víctimas de ASI. Concretamente se hipotetiza que un ambiente familiar
desfavorable añadiría una varianza significativa a la ya explicada por la naturaleza
y continuidad del ASI en la predicción de la autoestima, de la ansiedad estado y de
la ansiedad rasgo.

Método

Participantes

La muestra preseleccionada del estudio estaba compuesta por 1.853 mujeres


estudiantes de la Universidad de Granada de entre 18 y 24 años (M= 19,54; DT=
1,68). Del total de participantes, 223 (12,0%) informaron haber sufrido algún tipo
de abuso sexual infantil. Dado que 14 fueron descartadas del estudio por no haber
completado todos los cuestionarios, la muestra final la componían 209 víctimas con
una edad media de 19,81 (DT= 1,69). Una vez identificadas las víctimas, se selec-
cionó un grupo de comparación formado por un mismo número de compañeras
que no habían sufrido abusos y equiparadas en las diversas variables sociodemográ-
ficas (sexo y edad, número y sexo de los hermanos, nivel de estudios de los padres
y estructura familiar).

Instrumentos

1. “Cuestionario sobre abuso sexual infantil”. Mediante este cuestionario


diseñado ad hoc se recogieron, de forma anónima, los datos sociode-
mográficos y las características del ASI sufrido: tipo de actos abusivos y
número de incidentes. En el cuestionario se proporcionaba en primer lugar
a los participantes la definición de ASI (“contactos e interacciones sexuales
entre un menor de edad y un adulto o entre menores de edad si existe
una diferencia de cinco años entre ellos o si el niño/adolescente agresor
se encuentra en una posición de poder o control sobre la víctima, aunque
no haya diferencia de edad”) para que señalaran con una aspa sobre un
recuadro si habían vivido o no durante su infancia o adolescencia una
situación de este tipo. A continuación se les pedía que señalaran el tipo o
tipos de actividades sexuales que habían experimentado y que iban desde
las que no implicaban contacto físico, a los tocamientos y, finalmente, al
sexo oral y/o penetración. En el apartado siguiente debían señalar sobre
el recuadro correspondiente el número de incidentes abusivos (un único
incidente, dos o tres incidentes, abusos continuados). En función de la
46 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

información proporcionada por las participantes se tomó la decisión de


considerarlas como víctimas o no de ASI.
2. “Escala de clima social de la familia” (Family Environment Scale, FES; Moos,
Moos y Trickett, 1989; versión española adaptada por TEA). Evalúa las carac-
terísticas socioambientales de las familias, describiendo las relaciones inter-
personales de sus miembros, los aspectos de desarrollo que tienen mayor
importancia en ella y su estructura básica. Las 90 preguntas de que consta
permiten obtener puntuaciones en 10 subescalas: Cohesión, Expresividad,
Conflicto, Autonomía, Orientación al logro, Intelectual-cultural, Social-
recreativa, Moralidad-religiosidad, Organización y Control. Cada subescala
consta de nueve ítems presentados en un formato verdadero-falso, pudiendo
obtenerse una puntuación mínima de 0 y máxima de 9. Este instrumento de
autoevaluación ha demostrado tener una fiabilidad y consistencia interna
satisfactorias. Las puntuaciones de la fiabilidad test-retest oscilan entre 0,68
(Autonomía) y 0,86 (Cohesión) y las de la consistencia interna entre 0,61
(Autonomía) y 0,78 (Cohesión, Orientación intelectual-cultural y Moralidad-
religiosidad).
3. “Escala de autoestima de Rosenberg” (Rosenberg Self-Esteem Scale, RSE;
Rosenberg, 1965; versión española de Echeburúa, 1995). Es una medida de
autoevaluación de la autoestima general, compuesta por 10 ítems relaciona-
dos con los sentimientos de autovalía y autoaceptación. Las alternativas de
respuesta oscilan entre 1 (Fuerte acuerdo) y 4 (Totalmente en desacuerdo). La
puntuación total permite diferenciar entre una autoestima elevada conside-
rada como normal (30-40), media (26-29) y baja (10-25). El coeficiente alfa
de Cronbach es de 0,86 y la fiabiliad test-retest de 0,85.
4. “Cuestionario de ansiedad estado-rasgo” (State-Trait Anxiety Inventory,
STAI; Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970; versión española adaptada por
TEA). Comprende dos escalas de autoevaluación que miden dos conceptos
independientes de la ansiedad, como estado y como rasgo. Cada una de
ellas consta de 20 items con cuatro posibilidades de respuesta. Las alternati-
vas en la escala ansiedad-estado oscilan entre “Nada” a “Mucho” y en la de
ansiedad-rasgo entre “Casi nunca” a “Casi siempre”. La consistencia interna
de la adaptación española está entre 0,90 y 0,93 en la ansiedad-estado y
entre 0,84 y 0,87 en ansiedad-rasgo.

Procedimiento

Las estudiantes, de forma anónima y durante una sesión de una hora, rellenaron
el “Cuestionario sobre abuso sexual infantil”, a partir del cual se identificó a las
universitarias que habían sido objeto de ASI. Con el objetivo de que no se pudiera
identificar a las víctimas por su mayor tiempo de dedicación al cuestionario, se
entregaron también otras pruebas y se formularon preguntas sobre las medidas
adoptadas para garantizar la confidencialidad. En una segunda sesión todas las
participantes completaron la FES, la RSE y el STAI.
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil 47

La confidencialidad de los datos se garantizó mediante la asignación de un


código numérico a cada cuestionario, que posteriormente se utilizó en el trata-
miento de la información. Todos los análisis estadísticos se realizaron con el pro-
grama SPSS (Statistical Package for the Social Sciences), versión 15.

Resultados

Un 12,0% de las participantes manifestó haber sufrido algún tipo de abuso


sexual antes de los 18 años de edad, categorizándose su naturaleza en función de
la conducta abusiva experimentada de mayor gravedad. Se identificaron 29 casos
de abusos sin contacto físico (13,9%), 130 (62,2%) de tocamientos del agresor a
la víctima y/o de la víctima al agresor y, finalmente, 50 víctimas (23,9%) sufrieron
abusos consistentes en sexo oral y/o penetración (anal o vaginal). Con respecto a
la continuidad, se detectaron 107 casos (51,2%) de un único incidente aislado, 47
(22,5%) en los que las actividades sexuales se reprodujeron en varias ocasiones y 55
(26,3%) de abusos continuados (tabla 1).

Tabla 1
Naturaleza y continuidad de los abusos sufridos por las víctimas

Continuidad del abuso


Naturaleza del abuso N %
Aislado Varios incidentes Continuado
Exhibicionismo 21 7 1 29 13,9
Tocamientos 69 27 34 130 62,2
Oral/penetración 17 13 20 50 23,9
N 107 47 55 209 --
% 51,2 22,5 26,3 -- 100,0

Los resultados del contraste entre medias para comprobar la posible existencia
de diferencias en el clima familiar de las universitarias con historial o sin historial
de ASI indicaban la existencia de diferencias significativas entre las puntuaciones
medias de ambos en cuatro variables del FES (tabla 2). Como se puede observar
en dicha tabla, las víctimas, comparadas con las otras universitarias, pensaban que
en sus hogares existía una menor cohesión entre sus miembros, que se expresaban
menos sentimientos positivos entre ellos y percibían su ambiente familiar no solo
como menos organizado sino también como más conflictivo.
Para comprobar la existencia de posibles diferencias en la adaptación actual
entre las universitarias supervivientes de ASI y el grupo de comparación se llevó a
cabo un contraste entre medias en autoestima, ansiedad estado y ansiedad rasgo
(tabla 3). Tal como se esperaba se encontraron diferencias significativas en las tres
variables de adaptación evaluadas. Las víctimas de ASI presentaban una menor
48 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

autoestima (t= -3,45; p< 0,001) y una mayor ansiedad estado (t= 4,24; p< 0,000)
y ansiedad rasgo (t= 5,21; p< 0,000) que las estudiantes que no habían sufrido
abusos.

Tabla 2
Puntuaciones medias de las víctimas de ASI y del grupo de comparación en las
variables del FES en las que diferían significativamente ambos grupos

Variables del FES Grupo N M DT t Sig.


No ASI 209 6,77 2,47
Cohesión -5,06 0,000
ASI 209 5,48 2,76
No ASI 209 6,02 1,70
Expresividad -3,68 0,000
ASI 209 5,36 1,98
No ASI 209 3,20 1,76
Conflicto 5,34 0,000
ASI 209 4,21 2,09
No ASI 209 6,25 1,90
Organización -4,07 0,000
ASI 209 5,45 2,12
Nota: ASI= abuso sexual infantil; FES= “Escala de clima social de la familia”.

Tabla 3
Diferencias entre las medias obtenidas por víctimas de ASI y no víctimas en
autoestima, ansiedad estado y ansiedad rasgo

Variables Grupo N M DT t Sig.


No ASI 209 31,55 5,01
Autoestima -3,45 0,001
ASI 209 29,84 5,17
No ASI 209 16,57 9,82
Ansiedad estado 4,24 0,000
ASI 209 21,04 11,83
No ASI 209 19,25 9,78
Ansiedad rasgo 5,21 0,000
ASI 209 24,65 11,50
Nota: ASI= abuso sexual infantil.

A continuación se realizaron análisis intragrupo para comprobar la relación exis-


tente entre las características de los abusos sexuales y del ambiente familiar con
el nivel de adaptación psicológica actual que presentaban las universitarias con
historial de ASI. En la tabla 4 se presentan las correlaciones de Pearson entre todas
las variables del estudio relativas a la adaptación, características de los abusos y del
ambiente familiar.
Para determinar los efectos relativos y la proporción de varianza explicada por
las características del abuso y del ambiente familiar sobre las variables de ajuste
psicológico, se realizaron análisis de regresión múltiple para cada una de las tres
Tabla 4
Correlaciones de Pearson entre todas las variables del estudio

Variable 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

1 Autoestima -

2 Ansiedad-Estado -0,51*** -

3 Ansiedad-Rasgo -0,69*** 0,59** -

4 Naturaleza abuso -0,25*** 0,16* 0,23** -

5 Continuidad -0,06 0,11 0,10 0,26*** -

6 Cohesión 0,24** -0,15* -0,25*** -0,10 0,01 -

7 Expresividad 0,27*** -0,17* -0,28*** -0,07 0,02 0,62*** -

8 Conflicto -0,11 0,10 0,17* 0,02 -0,07 -0,62*** -0,40*** -

9 Autonomía 0,08 -0,02 -0,10 -0,00 -0,03 0,02 0,22** -0,00 -

10 Orientación logro 0,18* -0,02 -0,04 -0,17* -0,03 0,03 0,00 0,15* -0,01 -

11 Intelectual/Cultural 0,25*** -0,12 -0,16* -0,13 -0,00 0,38*** 0,32*** -0,20* 0,11 0,07 -
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil

12 Social/Recreativo 0,25*** -0,07 -0,23** -0,04 .03 0,36*** 0,33*** -0,20* 0,17* 0,04 0,64*** -

13 Moralidad/Relig. 0,01 -0,09 0,02 -0,02 -0,04 0,28*** 0,05 -0,08 -0,20* 0,09 0,12 0,09 -

14 Organización 0,05 -0,04 0,02 0,05 -0,03 0,26*** 0,04 -0,12 -0,22** 0,35*** 0,09 0,07 0,23** -

15 Control -0,13 0,04 0,19* -0,04 0,04 -0,23** -0,39*** 0,25*** -0,56*** 0,30*** -0,10 -0,14* 0,17* 0,34***
Nota: *p< 0,05; **p< 0,001; ***p< 0,000
49
50 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

variables de adaptación psicológica. Las variables predictoras se introdujeron en dos


bloques. En el primero, las dos variables referidas a las características del abuso:
naturaleza (sin contacto, tocamientos o sexo oral/penetración) y continuidad (un
solo incidente, varios o abusos continuados). En el segundo bloque se incluyeron
todas las variables del ambiente familiar.
El modelo de regresión obtenido para la autoestima (tabla 5) resultó signifi-
cativo, F(4, 204)= 10,53; p< 0,000, con un coeficiente de determinación de R²
corregida= 0,16. La naturaleza del abuso (β= -0,20, p< 0,002), junto con la expre-
sividad (β= 0,20; p< ,004), la orientación social recreativa (β= 0,17, p< 0,014) y la
orientación al logro (β= 0,14; p< 0,028) contribuyeron a explicar la autoestima de
las víctimas de ASI.

Tabla 5
Resultados del análisis de regresión múltiple para predecir la autoestima

Error
Variables predictoras B b t p
típico
Naturaleza del abuso -1,72 0,55 -0,20 -3,12 ,002
Expresividad 0,52 0,18 0,20 2,95 ,004
Orientación social recreativa 0,47 0,19 0,17 2,48 ,014
Orientación al logro 0,42 0,19 0,14 2,22 ,028
R² Corregida 0,16 ,000

En cuanto a la ansiedad estado (tabla 6), entre el tipo de abuso experimentado


por las víctimas durante la infancia y la expresividad emocional positiva en la fami-
lia explicaban un 4% de la varianza, F(2, 206)= 5,641; p< 0,004. Es decir que,
aunque significativas, tanto la naturaleza del abuso (β= 0,15; p< 0,027) como la
expresividad (β= -0,16; p< 0,019), tenían un bajo poder predictivo de la ansiedad
estado.

Tabla 6
Resultados del análisis de regresión múltiple para predecir la ansiedad estado

Error
Variables predictoras B b t p
típico
Naturaleza del abuso 2,95 1,32 0,15 2,23 0,027
Expresividad -0,95 0,40 -0,16 -2,36 0,019
R² Corregida 0,04 0,004
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil 51

Por último, en la tabla 7 se presenta el modelo para la predicción de la ansiedad


rasgo, F(3, 205)= 11,31; p< ,000. Una característica del abuso, la naturaleza (β=
0,21; p< 0,001), explicaba un 5%, añadiendo dos variables del ambiente familiar
un 8% a la varianza explicada: un 6% la expresividad (β= -0,22; p< 0,002) y un 2%
la orientación social recreativa (β= -0,15; p< 0,031). En definitiva, el modelo final
sobre la ansiedad rasgo explicaba un 13% de la varianza.

Tabla 7
Resultados del análisis de regresión múltiple para predecir la ansiedad rasgo

Error
Variables predictoras B b t p
típico
Naturaleza del abuso 3,95 1,22 0,21 3,23 0,001
Expresividad -1,25 0,40 -0,22 -3,15 0,002
Orientación social recreativa -0,93 0,43 -0,15 -2,17 0,031
R² Corregida 0,13 0,000

Discusión

En su metaanálisis de 65 estudios realizados en 22 países, Pereda, Guilera, Forns


y Gómez-Benito (2009) informaron de una prevalencia media para las mujeres del
19,2%. El porcentaje encontrado en nuestro estudio (12%) es similar al de otras
investigaciones llevadas a cabo en otros países también con muestras de estudian-
tes (p. ej., un 16,7% en el estudio de Chen, Dunne y Han, 2004; un 13,4% en el de
Mujgan et al., 2006; o un 13,14% en el de Oaksford y Frude, 2001) y en nuestro
país (De Paúl, Milner y Múgica, 1995, un 14,8%). No obstante, nuestra tasa sí es
inferior a la del 19% informada por Pereda y Forns (2007) en su investigación con
estudiantes universitarias de Barcelona.
En el presente estudio un 62,2% de las víctimas había sufrido tocamientos
sexuales, que suele ser el tipo de abuso sexual informado con más frecuencia en
las muestras universitarias (Oaksford y Frude, 2001; Priebe y Svedin, 2008). Por
ejemplo, Oaksford y Frude (2001) encontraron que la mayoría de las víctimas había
experimentado alguna forma de contacto, siendo la más frecuente los tocamientos
en un 68% de los casos. Por otra parte, los resultados de Pereda y Forns (2007)
indicaban que un 26,7% de las universitarias había sufrido penetración una tasa
similar a la encontrada en este estudio (23,9%) y algo más elevada que la infor-
mada en otros países. Por ejemplo, un 20,8% de las estudiantes de la investiga-
ción de Priebe y Svedin (2008) sufrió abusos con penetración. Esto no significa
necesariamente que los abusos sexuales en nuestro país sean más graves, sino que
también es posible que los universitarios españoles tengan menos problemas para
revelar los abusos más graves, tal como señalan Pereda y Forns (2007).
52 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

En cuanto a la continuidad de los abusos, alrededor de la mitad (51,2%) ocurrió


una sola vez y el 48,8% restante en múltiples ocasiones (un 22,5% varias veces y
un 26,3% de forma continuada). Estos resultados coinciden con los informados
en estudios de otros países (p. ej., Fanslow, Robinson, Crengle y Perese, 2007;
Oaksford y Frude, 2001) y de España (López, 1994).
Por lo que respecta a los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil, los resul-
tados obtenidos confirman el supuesto de que las mujeres con un historial de ASI,
como grupo, presentan una peor adaptación psicológica, evaluada en términos de
autoestima, ansiedad estado y ansiedad rasgo. Estos datos coinciden con los obte-
nidos en otros estudios empíricos sobre la adaptación de supervivientes de ASI (p.
ej., Gilson y Lancaster, 2008; Hooper y Warwick, 2006; Whealin y Jackson, 2002).
No obstante, las estadísticas sobre las diferencias entre grupos de víctimas y no
víctimas ocultan la existencia de una gran variabilidad en la adaptación de los super-
vivientes de ASI. La comprensión de esta diversidad requiere un análisis intragrupo
de las variables relacionadas con los procesos de adaptación de las víctimas (Cortés
y Cantón, 2003). Por consiguiente, el siguiente paso en este estudio fue analizar el
papel moderador de las características del ASI y del ambiente familiar en el ajuste
psicológico de las supervivientes de los abusos sexuales.
Los resultados de los análisis de regresión múltiple apoyaron la hipótesis plan-
teada en esta investigación. Se comprobó que determinadas características del
abuso sexual y del ambiente familiar se relacionaban con las distintas medidas
de la adaptación psicológica de las víctimas. La naturaleza del abuso, pero no su
continuidad, emergió como variable predictora significativa en los tres modelos de
regresión. No obstante, las variables del ambiente familiar contribuyeron en mayor
medida que el tipo de abuso a la explicación de la varianza en el ajuste psicológico
de las víctimas, especialmente en el caso de la autoestima. Este resultado sobre la
mayor relevancia del ambiente familiar coincide con los informados en estudios
previos sobre el papel del contexto familiar en la adaptación de los supervivientes
de abuso sexual infantil (por ejemplo, Fassler et al., 2005; McClure et al., 2008).
Coincidiendo con los resultados de otros estudios realizados con muestras nor-
males (p. ej., Modry-Mandell, 2007), clínicas (p. ej., Vázquez et al., 2010) y con
víctimas de ASI (p. ej., Fassler et al., 2005), la expresividad emocional positiva fue
la variable predictora más significativa del ambiente familiar. La orientación social
recreativa y la orientación al logro contribuyeron también significativamente a
la predicción de la autoestima, aunque en menor medida que la expresividad.
La orientación al logro también realizó una aportación significativa a la explica-
ción de la varianza de la ansiedad rasgo. En definitiva, los resultados del estudio
parecen indicar que las víctimas que viven en un contexto familiar potenciador,
en el que se estimula la expresión de emociones positivas y el logro, así como la
participación conjunta de sus miembros en actividades sociorecreativas, presentan
una mayor resistencia a la ansiedad y, además, es más probable que se incremente
su autoestima.
Algunos estudios han informado que otras variables del ambiente familiar pue-
den desempeñar un papel de protección (principalmente la cohesión) o de riesgo
(conflictos y excesivo control) en la adaptación psicológica (p. ej., Espinosa, 2009;
Consecuencias a largo plazo del abuso sexual infantil 53

Montiel-Naval, 2005). Sin embargo, y contrariamente a lo esperado, estas caracte-


rísticas del ambiente familiar no emergieron como variables predictoras significativas
en los modelos de regresión, a pesar de que sí correlacionaban significativamente
con las tres medidas de adaptación (tabla 3).
Los resultados de esta investigación ponen de relieve el papel relevante desempe-
ñado por el ambiente de la familia en la adaptación de las víctimas de abuso sexual.
Por consiguiente, los programas de prevención con supervivientes de abuso deberían
incluir en sus contenidos el trabajo de las relaciones entre los miembros de la fami-
lia. Es decir, habría que realizar intervenciones centradas en enseñar a las familias a
apoyarse entre sí, expresar los sentimientos positivos, realizar actividades conjunta-
mente, etc., que pueden modificar el impacto potencialmente negativo del abuso
sobre la adaptación de la víctima (McClure et al., 2008; Meyerson et al., 2002).
En este sentido, las creencias de los padres sobre las emociones desempeñan un
papel fundamental en la utilización de un estilo educativo que promueva o interfiera
en el desarrollo de la competencia emocional. Asimismo, la forma en que los propios
padres expresan y regulan sus emociones constituye también un modelo para los
hijos, al igual que el ambiente emocional general del hogar (Halberstadt y Eaton,
2002). Por otra parte, los hijos expuestos a una expresividad familiar positiva es pro-
bable que expresen emociones positivas, que regulen sus sentimientos y, por consi-
guiente, que actúen de una manera socialmente competente (Valiente et al., 2006).
Las pruebas empíricas indican que cuando los padres hablan y dan explicaciones
sobre las emociones es más probable que los hijos aprendan a clarificar, interpretar
y comprender sus estados emocionales, así como a responder a ellos de manera
apropiada (Denham, Bassett y Wyatt, 2007). Por el contrario, la minimización y el
castigo de las expresiones emocionales por los padres aumenta el riesgo de que
los hijos sean menos competentes socialmente y de que experimenten y mues-
tren emociones inapropiadas (Shipman et al., 2007). Por ejemplo, Suveg, Zeman,
Flannery-Schroeder y Cassano (2005) informaron que las madres de hijos con pro-
blemas interiorizados hablaban con menos frecuencia sobre las emociones, era
menos probable que utilizaran palabras de emociones positivas y más probable que
evitaran hablar sobre las emociones de sus hijos.
En definitiva, es fundamental que el terapeuta indague, aborde y, en su caso,
modifique las creencias, actitudes y respuestas de los padres a las expresiones emo-
cionales de sus hijos víctimas de abusos sexuales. Estas creencias y actitudes deter-
minan el estilo de comunicación emocional imperante en la familia que, a su vez,
influirá en la competencia emocional tan necesaria para que las víctimas afronten
con éxito su experiencia abusiva.
Esta investigación presenta una serie de limitaciones que deben tenerse en
cuenta. En primer lugar, el empleo de autoinformes retrospectivos sobre las expe-
riencias de abuso en la infancia y sobre el ambiente familiar. Las personas con un
historial de ASI pueden recordar a sus familias más negativamente o su estrés actual
afectar al recuerdo de la experiencia abusiva y del funcionamiento de la familia. Sin
embargo, aunque algunos estudios hayan detectado ciertos sesgos en estos infor-
mes, éstos no son tan grandes como para invalidar la investigación retrospectiva de
adversidades importantes, de manera que este tipo de diseño resulta de utilidad
54 Cortés Arboleda, Cantón-Cortés y Cantón Duarte

(Kendall-Tackett y Becker-Blease, 2004). Otra limitación del estudio se refiere a su


naturaleza correlacional asociativa, por lo que no es posible realizar inferencias
causales. Finalmente, la generalización de los datos también se encuentra limitada
al haberlos obtenido a partir de una muestra universitaria de conveniencia. No obs-
tante, este tipo de muestra tiene la ventaja de evitar las distorsiones y los problemas
de recuerdo que presentan los adultos de más edad, razón por la que en este estu-
dio se limitó la edad de los participantes hasta los 24 años.

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Recibido: 18 de junio de 2010


Aceptado: 6 de septiembre de 2010

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