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Alumno:
Psicología
Sandra Echeverry
Además de las secuelas más directas de la violencia armada, como las muertes o
las personas heridas y las destrucciones de las infraestructuras, hace falta añadir
otros tipos de consecuencias que pueden marcar las poblaciones durante mucho
tiempo. Muchos conflictos armados generan grandes desplazamientos de
población, profundizan el odio entre las comunidades enfrentadas, etc.
Este hecho marca una nueva oleada de violencia que, como consecuencia,
recrudeció la problemática existente en la cuidad de Bogotá, y dio lugar al
fenómeno conocido históricamente como El Bogotazo, cuya violencia trascendió al
país entero.
Muñoz de Alba Medrano, M. (2002). Violencia social. En Muñoz de Alba Medrano,
M., Violencia social. (pp. 83 - 96).
Objetivos
General:
Especificos:
Para prevenirla, lo ideal sería evitándola en el seno del hogar, para que los hijos
no la aprendan y reproduzcan. El problema es que “es muy difícil cambiar el chip
de los adultos”, como explica Andrew Morrison, jefe de la división de Género y
Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “No tenemos evidencia
de que los programas que se emplean con ellos tengan efectividad, sin embargo,
con los jóvenes sí, son más moldeables”.
Porque se conoce que los niños que ven violencia en casa son más propensos a
ejercerla después. Pero no solo eso: el riesgo de sufrirla en la edad adulta entre
las niñas que viven en estos entornos se multiplica por 2,5. ¿Por qué se repiten
estos patrones? No se sabe al 100%, pero la hipótesis es que si crecen en ese
ambiente piensan que es la forma normal de resolver conflictos. Hay encuestas a
mujeres adultas en Latinoamérica que dicen que el 16% piensan que la violencia
contra ellas mismas es aceptable bajo ciertas circunstancias, explica Morrison.
Este porcentaje es todavía superior si se atiende a los adolescentes de todos los
países en desarrollo: casi la mitad de las jóvenes de entre 15 y 19 años cree que
en ocasiones se justifica, según un informe de Unicef.
El ejemplo que damos a la generación más joven determina la manera en que esta
piensa sobre el género, el respeto y los derechos humanos. Inicia conversaciones
sobre los roles de género a una edad temprana y cuestiona los rasgos y las
características tradicionales asignadas a hombres y mujeres. Señala los
estereotipos a los que niñas y niños se enfrentan constantemente, ya sea en los
medios de comunicación, en la calle o en la escuela, y hazles saber que no hay
nada malo en ser diferente. Fomenta una cultura de aceptación. Habla sobre el
consentimiento, la autonomía física y la rendición de cuentas a niñas y niños, y
escucha también lo que tienen que contar sobre su experiencia en el mundo. Al
dotar a jóvenes activistas con información y educarlos sobre los derechos de las
mujeres, podemos construir un futuro mejor para todas y todos.
Mi propuesta creativa seria desde un enfoque cotidiano, con unas estrategias que
se pueden aplicar en casa, como lo son: