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Sotelo, gracias K.

Cross
HIS PUMPKIN PIE

ALEXA RILEY

Sotelo, gracias K. Cross


Pumpkin está en un avión de vuelta a casa para el Día de Acción
de Gracias cuando el hombre a su lado se convierte en el imbécil
con quien nadie quiere sentarse. Cuando un oscuro y guapo ruso
viene a su rescate y hace que el sórdido vecino cambie de asiento,
ella está para siempre en deuda con él.
Miller no pensaba volver a Texas tan pronto, pero una emergencia
lo lleva en un vuelo comercial con una mujer a la que no puede
quitarle los ojos de encima.
¿Este encuentro casual cambiará sus vidas para siempre? Es el
día de Acción de Gracias... ¡y puede pasar cualquier cosa!
Advertencia: Patea tus pies en el Día del Pavo y escapa de esos
juicios familiares con un poco de romance.

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Capítulo 1
PUMPKIN

Me quejo cuando me doy la vuelta en la cama, sin querer


levantarme todavía. Luego dejo escapar un grito cuando casi me caigo
del borde. Afortunadamente, me agarro a la mesita de noche y me
levanto. ¿Cómo es posible que no esté acostumbrada a esta cama de
hotel?
Llevo durmiendo aquí más de un mes, y debería ser consciente
del tamaño de la cama mientras duermo. Además es más grande que
la cama gemela en la que dormía cuando vivía en casa. Extraño esa
cama, pero tal vez también extraño despertarme en un lugar lleno de
familia en lugar de una fría habitación de hotel.
Por muy emocionada que esté de volver a casa, estoy agotada.
Odio mi trabajo, extraño a mi familia, y no estoy segura de cuánto
tiempo más podré hacer esto. Se supone que debería estar
asentándome en este cambio de carrera, pero todo lo que quiero hacer
es volver a casa. He hecho todo esto para poder ponerme en pie por
una vez. Pero en vez de eso me ha llevado a saltar con ambos pies, y
ahora quiero saltar de nuevo. Mis pies están tan malditamente
cansados.
La pantalla de mi teléfono se ilumina, haciendo que me pregunte
quién podría estar enviándome mensajes tan temprano. Tiene que ser
mi hermana con otra gran idea para algo que deberíamos hacer. Ella
encuentra la inspiración mientras se desplaza por Facebook, y el
setenta por ciento de las veces es una idea de comida. Pasamos horas
haciéndolas, y nunca resultan, como si el video de dos minutos te
hiciera creer que lo harán.
—Oh, mierda. — Salto a una posición sentada sin hacer clic en
el texto cuando veo la hora.
¿Cómo? ¿Cómo es posible? ¡Puse una alarma! Hago clic en mi
alarma con incredulidad para ver que de hecho la puse para las siete.
Pero está claro que no estaba prestando atención y pulsé p.m. en lugar

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de a.m. Otra razón más por la que empiezo a pensar que no estoy
hecha para esto de ser adulta. Especialmente cuando se trata de
vender suministros médicos. ¿Cómo puedo venderlos cuando ni
siquiera puedo usar un maldito teléfono celular? Pero aquí estoy, a
miles de kilómetros de casa, vendiéndolos y haciéndolo realmente
bien.
En una loca carrera, corro por la habitación del hotel tratando
de meter toda mi mierda en mis bolsas. No me molesto en ducharme
ni en nada que me haga perder el tiempo como el pelo y el maquillaje.
El plan original era estar en Seattle durante una semana, pero
eso se convirtió rápidamente en unos meses. Mi empleador me dijo
que viajaría, pero de alguna manera he sido destinada a un solo lugar
para lo que se siente como una eternidad. Estaban cortos de personal
aquí, y he estado yendo de un edificio médico a otro. Me tienen
haciendo cola para trabajar seis días a la semana y también me han
puesto a trabajar algunos domingos. No puedo quejarme, o al menos
no debería. Recibo una comisión y la he estado matando, pero nunca
me he sentido más perdida en mi vida.
Me muero por volver a casa a pasar el día de Acción de Gracias
con mis padres y estar con gente que conozco y quiero. Voy a absorber
cada minuto de ello, y luego voy a recibir un consejo muy necesario de
mi madre y mi hermana.
He estado pensando en dejar mi trabajo, pero sé que podría
recuperarlo en un abrir y cerrar de ojos. Pongo los ojos en blanco
mientras me pongo las botas. La gente está tratando de encontrar
trabajos a mí alrededor, y aquí estoy quejándome de tener uno que
paga bien... ¿pero a qué costo?
Dejo escapar un grito de felicidad cuando cierro mi bolso, y lo
miro fijamente un momento. Esto es más o menos toda mi vida en una
bolsa. No me permito pensar mucho en ello o empezaré a dar vueltas.
En cambio, tomo mi bolso y mi otra bolsa antes de salir de mi
habitación de hotel y me llevo el botín al vestíbulo tan rápido como
puedo.
Gracias a Dios que mi valet favorito está ahí afuera, y Laura me
pide un taxi, viéndome en mi estado de urgencia. Saco algunos de los
rizos de mi cara y sonrío.

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—Gracias. — llamo mientras corro hacia el taxi, y me ayuda a
tirar mis maletas en la parte de atrás. Le doy un abrazo rápido. —Que
tengas un buen Día de Acción de Gracias.
—Haz lo mismo, Pumpkin. — me besa la mejilla. —Esta es tu
gran fiesta, después de todo. — Guiña el ojo y se pone en movimiento
para que otro taxi se detenga detrás del mío.
—Eso me dice mi madre.
Mi madre ha estado obsesionada con el Día de Acción de Gracias
toda mi vida. También está loca por la Navidad, pero así es como
terminé con el nombre Pumpkin y mi hermana con el nombre de
Cookie. No es que me esté quejando. Realmente nos dio el tipo de
fiestas que más recuerdas.
—Llévala al aeropuerto rápido pero segura. — Laura golpea la
parte superior del taxi, y el tipo se va.
Viviendo en un hotel, empiezas a hacer muchos amigos con el
personal. No lo hice por los beneficios. Diablos, no sabía que habría
tantos, pero me tratan bien. Eso será algo que echaré de menos si
decido dejar mi trabajo.
Dejé escapar un respiro y volví a comprobar la hora. No puedo
perder este vuelo. Todo estaba bien reservado, así que ¿quién sabe si
podré tomar otro más tarde? Además, no quiero que me retrasen más
porque quiero estar en casa.
Una sonrisa se extiende por mi cara cuando no solo veo que estoy
haciendo un buen tiempo sino que me ofrecen un ascenso. Debato el
gasto de los 50 dólares extra pero decido darme un capricho con lo
duro que he estado trabajando. Nunca antes había volado en primera
clase, y apuesto a que es increíble.
Supongo que mi suerte esta mañana está cambiando. Al menos
eso pensaba, hasta que aterricé en mi asiento de primera clase junto
a un arrogante imbécil que ninguna cantidad de champán podía
ahogar.

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Capítulo 2
MILLER

Mi hermano me habla en ruso mientras la azafata nos ofrece


champán, y yo sacudo la cabeza. Le respondo en nuestra lengua
materna, y resopla y mira por la ventana.
A Frost no le gusta volar y quiere emborracharse. Pero prefiero
que mantengamos la cabeza despejada hasta que estemos a salvo en
casa, aunque esté molesto conmigo. No me importa. Solo estaremos
en este vuelo unas pocas horas; puede arreglárselas hasta que
aterricemos.
Así es con los hermanos, pero aún más con los gemelos.
Parecemos idénticos, pero somos muy diferentes en nuestras
personalidades. Nuestra madre y nuestro padre inmigraron de Rusia
antes de que naciéramos y nos criaron en Texas.
Nacimos allí pero pasamos gran parte de nuestra juventud
estudiando en el extranjero y construyendo nuestro negocio. Frost y
yo somos dueños de una de las mayores refinerías de petróleo del
mundo y tenemos producción en todo el mundo. Afortunadamente
estamos en el punto de nuestras carreras en que ya no tengo que hacer
volar mucho a Frost. Al menos no después de esta semana.
Vendimos una de nuestras mayores refinerías por una suma de
dinero que llegó a los titulares nacionales. Fuimos los primeros en
tener tantos ceros en una compañía, y es motivo de celebración.
Entonces, ¿por qué es que ambos somos tan miserables? Oh sí, eso es
porque nos vamos a casa.
Nuestra madre y nuestro padre podrían haber hecho lo mejor
que podían por nosotros enviándonos lejos, porque estar en casa con
ellos es siempre un infierno para nosotros. Son fríos y calculadores en
su forma de hablar, y siempre hay una penitencia por estar lejos tanto
tiempo. Mi madre nunca fue cálida, ni tenía el instinto de una madre,
y mi padre solo sabía disciplinar con sus manos.

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Cuando Frost y yo nos hicimos más grandes que él, dejó de
hacernos daño físico y usó los métodos de chantaje emocional de
nuestra madre. Desde que llegaron a América, han adoptado las
tradiciones americanas, una de las cuales es el Día de Acción de
Gracias. Cuando nuestra madre nos pidió que viniéramos, dijo que
tenía importantes noticias que discutir, por lo que estamos regresando
de Europa tan pronto.
Frost y yo tenemos casas en Texas, una al lado de la otra. Tal
vez sea una cosa de gemelos, pero no podemos soportar estar muy
lejos, incluso cuando vivimos solos. Llamamos hogar a Texas, pero
nunca lo confundiríamos con el lugar donde viven nuestros padres.
Habíamos planeado estar en Europa un mes más celebrando nuestras
negociaciones, pero en cambio estamos en un avión y tememos la
razón para ello.
—Sabes, nunca puedo sentarme junto a mujeres bonitas en un
avión. — Escucho al hombre en el asiento frente a mí hablar mal.
Miro mi reloj para ver que solo llevamos en el avión una hora. No
sé cómo el hombre puede estar tan borracho, y miro a Frost mientras
pone los ojos en blanco. Ambos pensamos lo mismo, que el tipo
probablemente estaba en el bar antes de subirse al avión, y
definitivamente no puede manejar su licor.
Una suave voz femenina se eleva a su lado, pero no puedo oír lo
que dice. La cabina es ruidosa, y hay gente hablando en la fila detrás
de mí. Pienso en cuando me subí al avión. La cabina estaba casi vacía
en ese momento. Frost y yo llegamos temprano y pudimos subir
primero.
—Oh vamos, no seas así. — oigo al hombre decir, y su voz es un
poco más fuerte. —Solo estoy haciendo conversación.
Puedo ver una pequeña grieta entre los asientos, y el hombre se
inclina hacia donde está la mujer en el asiento de la ventana. Está
calvo en la parte superior con el pelo gris y esponjoso a cada lado, y
su cara está roja como si bebió más que antes de subirse a un avión.
Se me eriza el pelo de la nuca, me estiro y lo froto. No me gusta
la sensación en mi estómago, y como si Frost pudiera sentirlo, me
empuja con el codo.

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— ¿Estás bien?— pregunta, con un acento muy marcado.
—Da. — respondo mientras intento sacudírmelo de encima.
La mujer habla, y esta vez es lo suficientemente fuerte como para
que la escuche. —Señor, por favor, tiene que retroceder y darme un
poco de espacio.
—Ustedes, perras, son todas iguales. Presumiendo y luego se
enojan cuando un hombre las mira.
Me desabrocho el cinturón de seguridad antes de que termine de
hablar, pero Frost me agarra del brazo.
—Tranquilízate. — advierte, y le arranco el brazo.
Sabe que tengo mal genio, porque el suyo es tan malo como el
mío. Cuando crecíamos, vimos a nuestro padre ponerle las manos
encima a nuestra madre hasta que tuvimos la edad suficiente para
detenerlo. Pero incluso después de ponerle fin, ella seguía siendo tan
cruel con nosotros como antes. Creo que le molestaba el hecho de que
pudiéramos alejarnos de él y eligió quedarse.
Cuando escucho a un hombre hablar como este imbécil delante
de mí, tengo flashbacks, y me enfurece.
—Señor, tendrá que tomar su asiento mientras el capitán tiene
la luz encendida. — dice la azafata por detrás de mí.
—Estoy a punto de hacerlo. — le digo mientras doy un paso
adelante y miro al pequeño borracho. —Estás en mi asiento.
Le toma un segundo mirar todo el camino y encontrar mis ojos
frunciendo el ceño. — ¿Q-qué?— Sonríe como si estuviera bromeando
y mira a su alrededor. —Este es mi asiento.
—No, estás en mi asiento. — repito, y ahora su sonrisa cae.
—Tengo mi boleto...
Me inclino para que pueda medirme correctamente. —Me
importa una mierda lo que diga tu boleto, cabrón, te vas a levantar y
te vas a mover. — Aprieto la mandíbula y luego la relajo. —O te sacaré.
Traga con fuerza mientras me enderezo y se detiene solo un
segundo antes de desabrocharse el cinturón de seguridad.

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Miro a la azafata que está en el pasillo, y mira en silencio como
el hombre se levanta y se aparta de mi camino.
—Siéntate. — Frost señala el asiento vacío a su lado, y el
hombrecito sigue las instrucciones como un niño.
Le hago una seña con la cabeza a mi hermano, y me hace una
seña mientras desabrocho la parte delantera de mi chaqueta y tomo
el asiento que el borracho dejó libre. La azafata pasa por delante de
nosotros y se dirige a la cabina sin decir una palabra, y respiro
profundamente para calmar mi ira.
—Gracias. — escucho un susurro suave desde mi lado, y por
primera vez miro a la mujer que estaba molestando.
Mi boca se abre mientras estoy aturdido por su belleza. Su pelo
oscuro es rizado y largo alrededor de su cara como una cascada. Se ve
suave, como si se sintiera bien enterrar mi cara en él. Sus ojos son
azules como las aguas de Rusia, y me hacen extrañar un lugar en el
que nunca he estado.
—Da. — digo, porque es todo lo que puedo manejar. Sus labios
se curvan por un lado y mira hacia otro lado. Quiero decir su nombre
para que me mire de nuevo y pueda perderme en lo que sea que haya
sido ese sentimiento.
Me aclaro la garganta mientras miro hacia otro lado, tratando de
reunir mis pensamientos. Miro hacia atrás a mi hermano, quien me
está mirando con las cejas juntas en concentración.
—No hay problema. — digo, mirando su brazo que descansa
entre nosotros. Es tan pequeño y su piel es tan clara, que quiero
tocarlo y ver si está caliente.
Se inclina un poco más hacia mí como si fuera a decir algo, y por
instinto me inclino más hacia ella al mismo tiempo. —Creo que tal vez
solo está muy borracho.
—Creo que tal vez solo es un imbécil. — respondo, y se cubre la
boca con la mano para sofocar la risa que brota.
Siento un poco de rabia porque me oculta el sonido de su risa, y
no sé por qué me molesta.

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—Tal vez tengas razón. Me pidió que me uniera al club de la milla
de altura. — Sus mejillas se ruborizan cuando mira hacia otro lado, y
aprieto los puños a ambos lados de mí.
— ¿Qué hizo qué?— Ladro, pero cuando me doy la vuelta, veo al
hombrecito desplomado en el asiento detrás de mí, desmayado. —Le
voy a romper el cuello cuando aterricemos.
—Viniste a rescatarme. — Siento sus suaves dedos en mi
muñeca, y miro el contacto. Rápidamente retira su mano y se
disculpa. —Lo siento, hoy estoy hecha un desastre.
—Está bien. — le tranquilizo. — ¿Trabajo o placer?
Cuando digo la palabra “placer”, pienso en lo que sería para esta
gatita. Parece una pequeña cosa que me gustaría abrazar. Una
mascota que podría tener en mi cama. La idea de llevarla del
aeropuerto a mi casa hace que la llegada a casa parezca mucho más
dulce.
—Um, Acción de Gracias. — Me sonríe mientras toma un sorbo
de su champán.
Por un momento me pierdo lo que está diciendo porque estoy
pensando en cómo se sentirían las burbujas en su lengua contra la
mía.
—Mi hermana me está haciendo hornear un millón de cosas. —
Se encoge de hombros y la sudadera que lleva puesta se desliza sobre
su hombro desnudo, dejando al descubierto un triángulo de piel.
Se me hace agua la boca al ver la seda, de repente tengo hambre
de probar, y tengo que mirar hacia otro lado. No soy mejor que el
lascivo que estaba en este asiento antes que yo con cómo mi mente
está vagando. No quiero una follada rápida en el baño, quiero ponerla
en una mesa y darme un festín con su cuerpo.
— ¿Te vas a casa para las vacaciones?
—Sí. — digo mientras asiento hacía Frost. —Mi hermano y yo
estamos viajando juntos. — El plan tiene mi mente en el presente, lo
cual es bueno. Necesito concentrarme en algo que no incluya ver más
de su piel.
—Me llamo Miller. — ofrezco y extiendo mi mano.

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—Pumpkin. — sonríe y desliza su mano en la mía.
Trato de no sostenerla por mucho tiempo, pero mi pulgar
permanece un momento después de que la dejo ir. Después, pongo
mis manos en mi regazo para guardármelas mientras paso las
siguientes cuatro horas escuchando todas las cosas que Pumpkin va
a hacer para el Día de Acción de Gracias.

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Capítulo 3
PUMPKIN

—Lo siento mucho. — Miro mi tercera copa de champán. En


realidad no te preguntan si quieres otra, te siguen llenando. —No dejo
de hablar de mi trabajo.
—Disfruto escuchándote hablar.
Espero que el rubor que ilumina mi cara se esconda por los
pocos tragos que he tomado. Miller no habla mucho, pero cuando lo
hace, me calienta las entrañas.
—Estoy segura de que hablar de transcripción médica y vender
suministros médicos no puede ser tan entretenido. — Algo que ocupa
gran parte de mi vida hace que parezca que no hay nada más de qué
hablar.
—Pero te gusta.
Hago una pausa por un momento mientras tomo otro sorbo de
mi bebida. No quiero ser una Debbie Downer, y antes de ahora nuestra
conversación ha sido ligera y fácil.
—Transcribiendo, sí, porque es flexible y puedo hacerlo desde
cualquier lugar. Pero cualquier lugar para mí no es un hogar, y ahí es
donde quiero estar. — Eso puede ser porque siento nostalgia, y estoy
segura de que él probablemente piensa que es súper patético. La
mayoría de la gente quiere viajar por el mundo y ver lo que hay ahí
afuera. Al principio pensé que sí, pero hasta ahora estoy atrapada en
un solo lugar.
—Yo también viajo mucho por trabajo. — Me animo, queriendo
aprender más sobre el hombre ruso que robó el asiento de al lado.
Había sido muy amable al hacer que el otro hombre se moviera,
pero estaba segura de que estallaría una pelea. Por suerte, el hombre
a mi lado le echó un vistazo a Miller y se levantó de su asiento. Viendo
todo el asunto en marcha, fue tan excitante. No creo que ningún

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hombre me haya defendido así antes, y no puedo decir que no me haya
gustado.
Ni siquiera había mirado la cara de Miller cuando le dio la orden
al borracho que estaba a mi lado. Solo con oír su voz, mi cuerpo se
iluminó como nunca antes. Cuando finalmente levanté la vista, algo
de mi emoción se disparó. Era tan grande que probablemente no tenía
otra opción que sentarse en primera clase. Verlo asomarse sobre el
borracho y hacerse cargo hizo que mis bragas se derritieran.
Cuando se sentó a mi lado y se aferró a cada palabra que salía
de mi boca, fue como si estuviera soñando. No estoy segura de que
esté siendo un caballero, pero desde que despidió al otro tipo creo que
ha estado coqueteando conmigo. Es difícil leerle cuando no dice
mucho, pero sigue presionándome para que le diga más y siga
hablando.
Estoy acostumbrada a los médicos y a los profesionales médicos
con los que trabajo. Es seguro decir que por mi experiencia, la mayoría
son hombres que usan el mismo tipo de trajes elegantes, pero el
comportamiento de Miller es totalmente diferente. Me tranquiliza, y no
me he puesto ni una sola vez los auriculares para intentar detener la
conversación.
—Y ahora que te he aburrido con toda mi charla médica, ¿qué
haces que te hace viajar tanto?
—Petróleo.
—Parece apropiado ya que estamos en un avión a Texas. — Le
doy una sonrisa mientras me tomo otro sorbo de mi valor líquido, sin
querer dejar de hablar porque me he vuelto tímida. Es algo que
normalmente no hago hasta que empiezo a desarrollar un pequeño
enamoramiento.
—Ya no estoy tan seguro. Tuve una gran venta esta semana. La
jubilación podría estar en mi futuro.
Cuando realmente observo al ruso, no me pierdo nada que tenga
dinero. Su pelo es oscuro y corto a los lados pero lo suficientemente
largo para pasar los dedos por la parte superior. De un vistazo habría
adivinado que era un guardaespaldas y que llevaba un traje elegante
para tratar de encajar. Nunca he sido bueno adivinando la edad, pero

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creo que quizás tenga unos treinta años. Es una locura que piense en
retirarse tan joven, pero se remonta a mi evaluación de que es rico.
— ¿Qué hay de ti? Si estás vendiendo equipo médico y no lo
disfrutas, ¿por qué seguir adelante? ¿Por qué no vuelves a tu antiguo
trabajo?
Todavía estoy luchando esa batalla en mi cabeza, pero podría
sentirse bien hablar con un extraño. Alguien que pueda darme una
perspectiva desde afuera y lejos de mi familia queriendo que vuelva a
casa. Sé que mis padres presionarán para que esté más cerca, aunque
no sea lo mejor. Miller puede ser objetivo y honesto.
—Me he estado diciendo a mí misma que extraño a mi hermana
y a mis padres.
— ¿Es eso cierto?
—Sí, mucho. — Asiento y puedo sentir las lágrimas en mis ojos
solo admitiéndolo en voz alta.
—Entonces tienes una buena familia. — No es una pregunta,
pero respondo.
—No es por presumir, pero me gustaría pensar que son los
mejores. Puede que no tengamos mucho dinero, pero somos ricos en
muchos sentidos. Nos reímos mucho y amamos aún más. — Capto
algo en los ojos de Miller, pero se ha ido rápidamente.
—Hay algo más. — dice, y me doy cuenta de que es bueno
leyendo a la gente.
—Soy buena vendiendo equipo médico. Me siento orgullosa de
mí mismo por eso.
—Como deberías estarlo.
Asiento de acuerdo. — ¿Sabes cuánto cuestan estas
máquinas?— Dejo escapar una risa sin sentido del humor. —
Máquinas que no todo el mundo puede permitirse, aunque podrían
salvar vidas todos los días si las tuvieran. — Se me cae la cabeza. —
Por muy bueno que sea vender estas cosas, es desgarrador alejarse de
otros que las necesitan.

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Me mira como si estuviera asimilando cada palabra de lo que
digo. Su mirada me hace sentir que puede ver dentro de mí y entender
mi frustración. Lucho contra el instinto de moverme en mi asiento bajo
su intensa mirada, y cuando me muerdo el labio inferior
nerviosamente, sus ojos se quedan en mi boca.
Es entonces cuando sé que he perdido la cabeza porque no hay
forma de que este hombre esté interesado en mí. Me levanto de mi silla
y casi olvido que mi bandeja está fuera. Este sexy ruso no lo hace, y
con una gracia sin esfuerzo, engancha mi bebida sin derramar una
gota y se las arregla para cerrar mi bandeja por mí.
—Baño. — le digo de golpe, y asiente cuando se aparta del
camino, todavía sosteniendo mi bebida.
Cuando me escapo al pequeño baño, me veo bien a mí misma.
Mi pelo sigue siendo un desastre por el loco salto de esta mañana, y
me lo recojo en un moño. No tengo ni una pizca de maquillaje, y para
colmo, llevo zapatos con los Leggings con los que dormí anoche. Agarré
un suéter de mi bolso después de subirme al avión, y escondí algunas
de las mejores partes de mi cuerpo con curvas. Sí, no me miraba la
boca como si quisiera besarme.
Me tomo un respiro y me doy una charla de ánimo interno. Voy
a volver a salir y hablar con Miller como dos personas haciendo charla
y nada más. Esto no es coqueteo, es solo un buen tipo que me ayudó.
Ha demostrado ese punto desde el momento en que lo conocí, y no voy
a coquetear con él y hacerlo sentir incómodo. No quiero hacer algo que
no quiere hacer porque es un buen tipo y podría aceptar ser educado.
Después de recomponerme y encontrar el camino de vuelta a mi
asiento, no me pierdo que el hermano de Miller me mira con curiosidad
mientras me muevo al lado de Miller. Una vez que me siento, Miller
me da mi copa de champán y le sonrío.
—Tú y tu hermano se parecen mucho, pero hay algo muy
diferente. No puedo ubicar lo que es, pero tal vez sea el color de los
ojos. — No digo que haya algo en Miller que me reconforte más. Su
hermano tiene una frialdad detrás de los ojos, y no creo ni por un
segundo que sea porque son azules.
— ¿Tú y tu hermana se parecen?

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—Noche y día. — Meto la mano en mi bolso y saco una foto. —
Tenemos muchos rasgos iguales, pero nuestro cabello y ojos son muy
diferentes.
—Los hoyuelos. — Me señala, y me hace sonreír más, lo que los
muestra.
Me da una mirada acalorada que me hace desviar la mirada
porque no estoy acostumbrada a que un hombre me mire así. Así que
hago lo que cualquier chica haría para quitarle la atención, cambio de
tema.
— ¿Cuáles son tus planes para las vacaciones? ¿Vas a ver a la
familia?— Cuando finalmente le echo una mirada, me doy cuenta de
sus cambios de humor.
—En realidad no.
Sabiendo que los dos nos dirigimos a la misma ciudad, suelto la
última cosa que pensé que diría en toda mi vida. —Entonces deberías
venir conmigo. Nunca has tenido un Día de Acción de Gracias a menos
que lo hayas tenido en la casa de los Williams. — Parece inseguro de
cómo responder a mi petición, así que uso el único truco que siempre
funciona conmigo. —No querrás decepcionar a mi madre, ¿verdad?
Ella es de lo que está hecha la dulzura. Estoy bastante segura de que
sin ella las vacaciones dejarían de existir.
Cuando veo una de las esquinas de su boca aparecer con una
sonrisa, estoy bastante segura de que he ganado esta batalla. También
estoy bastante segura de que podría estar convirtiéndome en mi
madre. Ciertamente no es algo malo, pero no voy a dejar que lo sepa.

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Capítulo 4
MILLER

La luz sobre nuestras cabezas se enciende, y el avión comienza


a temblar un poco. La turbulencia es algo que sucede en ocasiones y
no me molesta. Pero, ¿Frost? Lo miro y veo sus manos agarrando los
brazos del asiento y sus nudillos volviéndose blancos.
—Les habla su capitán, por favor abróchense los cinturones de
seguridad. — La voz viene a través de la cabina, y miro a Pumpkin. —
Nos estamos preparando para aterrizar en los próximos veinte
minutos, pero vamos a tener algunos baches en el camino.
Escucho a Frost desde atrás maldiciendo en ruso, y me doy la
vuelta. —Todo va a estar bien. — le digo en voz baja, y presiona sus
labios fuertemente.
—Odio cuando el avión rebota. — dice Pumpkin, y veo una mano
que va a su estómago mientras la otra se agarra al reposabrazos casi
idéntico a Frost.
—Estará bien. — Sin pensarlo dos veces, coloco mi mano más
grande sobre la de ella y la aprieto un poco. Me mira y luego se aleja
rápidamente.
—Dime algo.
— ¿Decirte qué?— pregunta distraídamente.
—Algo que mantenga tu mente alejada de los baches. — El avión
se hunde de nuevo cuando lo digo, y hay algunos sonidos de gente
detrás de nosotros en el avión.
Nos movemos bastante ahora mientras el avión se balancea, y
las azafatas se atan a sus asientos. El capitán vuelve y nos dice que
no tardará mucho más, pero puedo sentir el pánico ansioso de
Pumpkin a mi lado y de Frost a mi espalda.
Me vuelvo hacia ella, pero hablo lo suficientemente alto como
para que mi hermano me escuche. —El Día de Acción de Gracias es

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en dos días. ¿Estás segura de que tu familia nos dará la bienvenida a
los dos?
—Um, sí. — Pumpkin traga y luego me mira con más confianza.
—Les encantará conocerlos a los dos.
— Da, ¿cocinarás para mí?
El rubor de sus mejillas no es por el nerviosismo cuando sonríe.
—Sí, cocinaré para ti.
—A mi hermano le encantan los postres, pero yo prefiero...— Me
tomo mi tiempo mirando su cuerpo antes de mirarla a los ojos. —
Savory.
— ¿Co-cómo qué?— se acerca a mí y hago lo mismo, como si
compartiéramos un secreto.
—Algo cálido. — Uso la punta de mi dedo para trazar la forma de
su mandíbula antes de rozar su labio inferior. —Algo decadente.
Escucho a Frost hablando en ruso, pero lo ignoro, y Pumpkin no
parece escucharlo. Me acerco aún más a ella, hasta donde puedo
sentir su aliento contra mis labios, y puedo ver las manchas de oro en
sus ojos azul hielo.
—Dime, dulce Pumpkin, ¿tienes algo así para mí?— Si
presionara mis labios contra los suyos ahora mismo, creo que su
deseo sabría cómo el primer trago de café en una fría mañana de nieve.
Esta pequeña mujer podría hacerme adicto con un pequeño mordisco.
Sus ojos se cierran lentamente, y mi dedo recorre su barbilla y
la delicada piel de su cuello. Puedo sentir sus latidos contra mi pulgar
como un gatito en mis brazos. Quiero acurrucarla en mi regazo y
usarla como el consuelo que no he tenido durante tantos años.
—Gracias por volar con nosotros hoy, por favor tengan cuidado
al abrir su compartimento superior.
El sonido de la voz de la azafata rompe el momento entre
nosotros, y Pumpkin abre los ojos y se inclina hacia atrás en su
asiento. Me ha dejado frío y separado de ella, y no me gusta que se
desestime lo que acaba de pasar.

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Sin darme cuenta, el avión ha aterrizado, y están abriendo la
puerta de la cabina. Levanto la vista a tiempo para ver que el pequeño
borracho es el primero en salir corriendo del avión y rechino los
dientes. Me hubiera gustado tener una oportunidad más con él una
vez que saliéramos del avión.
Me levanto, y Frost empuja mi bolsa contra mi pecho mientras
sale del avión sin mí. Quiero ir tras él, pero veo que Pumpkin se ha
alejado de mí mientras recoge sus cosas.
— ¿Tienes una bolsa?— Le pregunto, y asiente mientras está de
pie.
—Sí, pero debería estar justo al lado de la salida.
—Caminaré contigo. — le digo, y no es una petición.
No entiendo por qué no me mira cuando salimos del avión y
caminamos por el vestíbulo del aeropuerto. Necesito hacerla sonreír y
hablarme como lo hacía antes de aterrizar. Antes de que casi nos
besáramos.
—Dame tu teléfono. — Veo a Frost en la distancia en las puertas
de salida mirando su reloj. —Necesito irme, pero quiero llamarte.
—Um, está bien. — Se detiene en el carrusel donde el equipaje
va en un cinturón y saca su teléfono de su bolso.
Lo uso para llamar a mi teléfono primero y luego guardar el
contacto. —Te llamaré esta noche.
—Mira, está bien.
— ¿Qué está bien?— Mis cejas se juntan en confusión. —No me
gusta el tono que usas.
—Lo que quiero decir es que aprecio que hayas quitado a ese
imbécil del camino, y por hablarme en el vuelo. Fue agradable... no
sé... hablar con alguien.
—Yo también disfruté de nuestra conversación. — Mi afirmación
contundente hace que la comisura de su labio se levante y eso me
gusta.
—No me debes nada. Es todo lo que intento decir.

Sotelo, gracias K. Cross


Me acerco a ella y tomo su mano en la mía. —No me debes nada
por haberte salvado. — traga mientras me mira, y le sostengo el
teléfono. —Te llamaré esta noche.
Se muerde el labio inferior de esa manera tan preocupada como
lo hizo en el avión y me quita el teléfono. —Bien, supongo que hablaré
contigo más tarde.
Cuando me inclino, presiono mi mejilla contra la suya y pongo
mis labios en su oreja. —Pensaré en ti hasta entonces, Pumpkin.
Respiro el aroma de la lavanda antes de obligarme a dar un paso
atrás y alejarme. La miro varias veces al salir, y todo el tiempo está
parada ahí con la mano pegada a su mejilla.
—Eres un tonto. — me regaña Frost cuando nos encontramos
con nuestro conductor en la acera.
—Da. — estoy de acuerdo, agarrándole el brazo para evitar que
entre.
— ¿Qué estás haciendo?— Me mira como si estuviera loco
mientras me acerco a nuestro conductor.
—Mira a esa chica de ahí, con el pelo oscuro. — Señalo hacia
donde Pumpkin se aleja de nosotros, y mi conductor asiente. —Llévala
a donde quiera ir. Se llama Pumpkin. Es una orden.
—Se hará. — inclina la cabeza y camina hacia el aeropuerto para
ir a hablar con ella.
—Miller, llegamos tarde. — regaña Frost mientras saco la mano
y la muevo para pedir un taxi.
Cuando uno se acerca a la acera, le abro la puerta y espero
expectante. Después de un momento, pone los ojos en blanco y se
sube atrás, y lo sigo. Se suponía que íbamos a tomar un vuelo más
temprano, pero no había pensado en ello hasta ahora. Me olvidé de
nuestra reunión de inversores, olvidé que perdimos el vuelo más
temprano, olvidé todo cuando la vi.
¿Fue el destino que yo estuviera en el mismo vuelo que ella? Tal
vez. ¿Voy a hacer todo lo que pueda para hacerla mía? Seguro.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 5
PUMPKIN

Con cada paso que doy de Miller, se forma una sensación de


hundimiento en mi estómago. Sé que tengo su número, pero ¿qué
saldrá de ello? Coqueteamos la mayor parte del vuelo, pero puede que
pensara que todo era por diversión. Cuando el avión aterrizó, pudo
haberse sentido obligado a darme su información, y por lo que sé el
número ni siquiera es real.
Vivimos en diferentes partes del mundo haciendo cosas
diferentes. Es tan difícil ver cómo algo así podría funcionar. No creo
que sea inteligente permitirme imaginarlo.
Si lo llamara y el número no fuera real, sería súper malo. Pero si
le llamo y me responde, me siento como una idiota que no puede pasar
ni dos segundos sin saber lo que está haciendo. Así que, haré lo
racional y esperaré. Incluso si me mata.
— ¿Señorita Williams?— Un hombre con un traje negro me
llama, y miro detrás de mí para ver si está hablando con alguien más.
Williams es un nombre común, pero luego lo escucho decir —
Pumpkin. — y me doy cuenta de que seguro está hablando conmigo.
—Esa soy yo, pero no he llamado para que me lleven. — Me
siento como una imbécil porque asumir que era un conductor. —Lo
siento, no sé por qué dije eso. ¿Hay algo que necesites?— Suelta una
risa cálida que hace que las líneas alrededor de sus ojos se arruguen.
—Soy tu chofer.
—Oh. Pero...
—Hey, ya me han pagado, así que podrías tomar el viaje gratis.
— Esta vez soy la que se ríe.
—Ha hecho un buen punto, ¿Sr...?— Saco mi mano.
—Wyatt, señora. — responde.

Sotelo, gracias K. Cross


—Ahora realmente siento que estoy de vuelta en Texas. —
Intenta abrirme la puerta, pero le digo que se vaya. —Prefiero ir
delante, si no le importa.
—No, en absoluto. — Coge mis maletas y las pone detrás cuando
me subo al asiento del acompañante. En el salpicadero tiene todo tipo
de fotos, y cuando entra, le pregunto por todas ellas.
Cuando llegamos a la casa de mis padres, Wyatt casi se siente
como un primo lejano con todo lo que sé de él y su familia. Es dulce
escuchar a un hombre hablar de su familia y su esposa mientras
sonríe de oreja a oreja. Es algo que espero tener algún día. También
es otro recordatorio de que el trabajo que tengo ahora mismo no me
está llevando por el camino de ese sueño.
Cuando salgo del coche, Wyatt va a por mí bolso, pero mi madre
y mi padre ya están encima de mí. Trato de no llorar cuando los veo
corriendo hacia mí, porque es un momento feliz, y si tengo una fuga,
mi mamá lo perderá.
—Wyatt, esta es mi madre Rose y mi padre Winter. — Los labios
de Wyatt forman una fina línea. —Está bien reírse de eso, Wyatt, lo
entendemos. — Deja salir una risa profunda. —Te invitaría a la cena
de Acción de Gracias para conocer a mi hermana Cookie, pero
supongo que tienes tus propios planes.
Intenta ocultar su risa y me mira como si no fuera en serio. —
¿Cookie?
—Lo sé, y ni siquiera puede hornear un lote sin quemarlos.
—Oh, espera un segundo, espera aquí. — dice mi madre
mientras se mueve rápidamente de vuelta a la casa.
Mi padre se acerca a Wyatt y le susurra de forma conspirativa:
—Un consejo, no tengo ni idea de lo que está a punto de sacar para ti,
pero cógelo. No ganarás la pelea, y podría durar horas.
Wyatt asiente. —Por supuesto.
—Hombre inteligente. — dice mi padre, dándole una palmada en
el hombro. —Está claro que estás felizmente casado.
—Lo estoy.

Sotelo, gracias K. Cross


Un momento después, mamá vuelve a bajar por la entrada con
una caja. Su pelo se parece mucho al mío. Incluso esos hoyuelos en
sus mejillas están a la vista.
—Aquí hay algunas galletas para llevar a casa. — Wyatt sigue el
consejo de mi padre y le quita la caja.
—Eso es muy dulce de tu parte. ¿Cómo supiste que me gustaba
el dulce?
— ¿Quién no lo tiene?— Vuelve a su coche y le llamo.
—Gracias de nuevo, Wyatt. — Pero en cuanto digo las palabras,
algo me golpea. — ¡Wyatt, espera!— Me apresuro a la puerta del lado
del conductor. —No te pagué ni nada, pero sabías mi nombre. — No
sé por qué esto se me está ocurriendo ahora...
—Parece que tienes un admirador. — Me guiña el ojo antes de
cerrar la ventana y despedirse.
— ¿Qué pasa, cariño?— Mamá me toma de las muñecas y me
lleva hacia la casa mientras papá lleva mi maleta dentro.
—Nada. — Le doy una sonrisa brillante mientras me pregunto si
hay alguna manera de que Miller pudiera enviarlo.
— ¿Qué tal el vuelo?— Mamá pregunta mientras cuelga mi
abrigo dentro. Apenas he cruzado la puerta y tengo a Cookie encima.
Está cubierta de harina y glaseado y su pelo es un desastre. —
Tienes que dejar de hornear. — le digo, apretándola fuerte.
—La práctica hace la perfección. — me besa la mejilla y se pone
toda sobre mí en el proceso. —Nunca me devolviste el mensaje.
—Lo sé, se me hizo tarde y mi teléfono estaba apagado en el
avión. — Me mira fijamente durante un largo momento como si
estuviera tratando de averiguar algo.
—Olvidé mostrarte algo. — Me arrastra con ella antes de que
pueda intentar salvarme. De repente nos mudamos directamente a mi
viejo dormitorio.
— ¿Quién tiene las mejillas sonrosadas?— me pregunta,
mirándome sospechosamente.

Sotelo, gracias K. Cross


—Um, ¿la temperatura de afuera?— Es una sugerencia poco
convincente pero plausible.
— ¿Dónde está tu teléfono?
Sostengo mi bolso cerca de mi pecho, y se abalanzó sobre mí y
grito. Caigo de nuevo en la cama y se produce una pelea por mi bolso.
Segundos después, mamá irrumpe en el dormitorio y Cookie se pone
de pie con una sonrisa gigante en su cara, sosteniendo mi bolso sobre
su cabeza como un campeón. Hace cinco años hubiéramos tenido
tantos problemas por esto, pero mamá solo se ríe.
Cookie mete la mano en mi bolso y saca mi teléfono. —Parece
que tienes un mensaje de texto de alguien llamado Miller. Veamos qué
dice.
—Oh mierda. — susurro, y de repente mi mamá no cree que sea
tan gracioso.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 6
MILLER

Miro el mensaje que envié a Pumpkin y espero una respuesta


mientras Frost se dirige a la sala de juntas. Les está contando sobre
la venta y cuáles serán nuestros próximos pasos. Todo esto es algo
que podría haber sido hecho a través de un correo electrónico, pero
sintió que los miembros de la junta deberían escucharlo directamente
de nosotros ahora que nuestros planes para volver a casa han
cambiado.
Se suponía que no debíamos estar aquí, y aun así no puedo
evitar estar agradecido de haber estado en ese vuelo. Agradecido de
conocer a mi dulce Pumpkin.
—Miller. — dice mi hermano, y miro desde mi teléfono. — ¿Tienes
algo que añadir?
Me frunce el ceño y asiento mientras me levanto de mi asiento.
—Se levanta la sesión.
Salgo de la sala de juntas sin mirar hacia atrás, pero puedo
sentir los ojos de mi hermano quemándome la espalda. A veces se
toma las cosas demasiado en serio, y es mi trabajo recordarle a mi
gemelo que tiene que dejarlo ir de vez en cuando. Lástima que nunca
funcione.
Frost y yo compartimos una oficina en este piso, y cuando entro,
veo el paisaje de la ciudad abajo. Me acerco a la pared de vidrio y miro
hacia afuera, preguntándome dónde está Pumpkin y qué está
haciendo en este momento. Le envío un mensaje al conductor y le pido
la dirección de donde la dejó, y no analizo por qué la quiero tanto.
— ¿Qué te pasa?— Frost regaña mientras cierra la puerta de
nuestra oficina y se dirige a su escritorio. —Esto es importante, Miller,
no puedes irte a la mierda en la línea de meta.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Qué les importa? Todos están ganando suficiente dinero para
que sus generaciones no tengan que trabajar nunca más. — Agito una
mano despectivamente mientras me maldice en ruso.
—Estás obsesionado con tu teléfono. — Cuando lo miro, me está
cortando los ojos. — ¿Te está enviando un mensaje de texto?
Me encogí de hombros y lo metí en mi bolsillo. No estoy listo para
revelarle todo a Frost, lo cual no es propio de nosotros. No guardamos
secretos. — ¿Sabes algo de nuestra madre?
Se sienta en su silla y se inclina hacia atrás, suspirando. —Ella
llamó y dejó un mensaje de voz. — Arroja el teléfono sobre su escritorio
y un momento después pulsa un botón y su voz llena la oficina.
—Hola, Frost, por favor hazle saber a tu hermano que quiero reunirme mañana
para discutir asuntos importantes. Tu padre estará aquí, así que espero que ambos se
comporten lo mejor posible. — Hay una larga pausa como si estuviera
llamando a su paciencia. —Los dos me lo deben.
Frost apaga su teléfono, y ninguno de los dos dice nada durante
mucho tiempo. No sé si le debemos algo, pero hay una culpa que viene
con los favores que pide. Puede que no haya sido una buena madre,
pero hicieron lo correcto y nos enviaron lejos, juntos. Durante mucho
tiempo nuestro padre amenazó con separarnos, y sabía que eso nos
habría matado a Frost y a mí. Él también lo sabía, por lo que era su
arma favorita.
— ¿Crees que quiere dinero?— Frost finalmente pregunta.
— ¿Por qué no simplemente pedirlo? Sabe que con gusto lo
pagaríamos por no verla.
Nuestra relación es complicada, y odio que una llamada de ella
ocupe tanto espacio en nuestra cabeza. La mayoría de las veces no
decimos sus nombres y no sacamos a relucir los recuerdos dolorosos.
Pero cuando nuestra madre llama, todo vuelve, y puedo sentir todo lo
que siente Frost. La ansiedad, la culpa, el anhelo. Es todo demasiado,
y no sé cuánto tiempo más podremos hacerlo.
—El Día de Acción de Gracias es en dos días, pero ella quiere
vernos mañana. — dice Frost, y la declaración me hace pensar.

Sotelo, gracias K. Cross


Normalmente nuestros padres hacen fiestas fastuosas, así que
es extraño que nos quiera allí el día anterior y no el día de...
—Tal vez es una estratagema para hacernos asistir.
Vera llama ligeramente a la puerta y entra. — Me trajeron un
almuerzo tardío. — Lleva una bandeja y mi estómago gruñe cuando la
gerente de la oficina nos prepara la comida.
— ¿Ya ha vuelto Wyatt?— Pregunto, y piensa por un segundo y
asiente.
—Creo que lo vi abajo cuando recogí la comida. ¿Necesitas que
lo llame?
—Nyet. — Sacudo la cabeza y reviso mi teléfono para ver si no ha
respondido todavía.
—Tienes una conferencia telefónica con el equipo australiano en
veinte minutos. — nos recuerda Vera al salir. —Te llamaré justo antes
para que puedas conectarte.
— ¿Cuántas reuniones más tenemos programadas para hoy?—
Refunfuño mientras agarro uno de los sándwiches.
—Seis.
Frunzo el ceño a Frost, y veo una sonrisa en la esquina de su
boca. Está disfrutando mucho de esto.
Mi celular vibra, y miro hacia abajo para ver un mensaje de texto
de Pumpkin. Trato de ocultar mi emoción mientras desbloqueo y leo
el mensaje.

Pumpkin: Llegué a casa a salvo, ¡gracias por comprobar cómo estaba!

Yo: ¿Estás libre esta noche para cenar?


Envío el texto sin pensarlo dos veces. Ya sé que quiero volver a
verla, y aunque estaremos en reuniones por horas, necesito tener esto
resuelto antes de terminar. Mientras espero, veo las burbujas que
aparecen en la pantalla y luego desaparecen como si estuviera
escribiendo pero cambiando de opinión. Después de lo que parece una
eternidad, finalmente me envía un mensaje.

Pumpkin: Lo siento, tengo planes con mi familia.

Sotelo, gracias K. Cross


Mi corazón se hunde, pero me niego a renunciar.
Yo: ¿Postre? ¿Un trago tardío? ¿Un paseo de medianoche? ¿Café al amanecer?
Mi pie golpea nerviosamente mientras espero una respuesta, y
cuando finalmente llega, no puedo leerlo lo suficientemente rápido.
Pumpkin: No estoy segura...
¿Qué son los puntos? ¿Por qué no está segura? ¿No disfrutó de
su tiempo conmigo en el avión? Me pidió que pasara el Día de Acción
de Gracias con su familia, ¿y ahora está jugando a la timidez? En ese
momento llega otro mensaje de Wyatt con su dirección, y puedo sentir
mi siniestra sonrisa crecer. Muy bien, pequeña Pumpkin, hazte la
difícil.
Yo: Tendrás el postre conmigo esta noche. Te recogeré a las nueve en punto.
Usa un vestido.
Esta vez la respuesta viene rápidamente.

Pumpkin: Está bien.


Sonrío mientras pongo mi teléfono en mi escritorio y miro a
Frost, quien probablemente me ha estado observando todo el tiempo.
Sacude la cabeza mientras come su almuerzo y Vera llama para
decirnos que es hora de nuestra próxima reunión.
Quizás hoy resulte mucho mejor de lo que había previsto.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 7
PUMPKIN

Arrojo mi teléfono sobre la cama como si fuera una piedra


caliente quemándome la piel.
—Dije que sí. — le digo a Cookie en pánico, y sus cejas se
levantan, pero no me pregunta por qué he cambiado de opinión. Mi
voz está más alta de lo que debería, así que sabe que algo pasa, y estoy
tratando de interpretarlo. —Ni siquiera conozco a este tipo. Podría ser
un asesino que busca a alguien que corte sus revistas en pedazos y
haga notas de rescate para enviar a la policía. O ya sabes, convertirme
en su próxima víctima.
—Eso sería una estupidez por su parte. Primero exige sentarse a
tu lado para que ese imbécil te deje en paz. Luego obtiene tu número
de teléfono, si no quisiera verte no lo habría pedido. Digo que está más
que interesado, y podría estar dejándote guiar. Algunos hombres no
quieren ser agresivos. Quiero decir, mira cómo trató con ese imbécil
en el avión.
— ¿Es terrible que eso me excite?— Pregunto tímidamente.
—No. Podría estar obsesionado contigo. — Dejo de caminar para
mirarla. —No como, obsesionado con el asesinato. — pone los ojos en
blanco como si yo fuera la loca. —Creo que este es el tipo sexy que no
puede quitarte las manos de encima y siempre está llamando y
enviando mensajes de texto.
— ¿Intentas asustarme o tranquilizarme?— Empujo la obsesión
al fondo de mi mente. Eso no va a pasar porque somos opuestos en
todos los sentidos. Especialmente cuando se trata de las apariencias.
No digo que sea fea, pero no estoy a su nivel. En este momento llevo
una camisa que dice Dr. Pepper y unos Leggings con pantalones cortos
rotos. Me cambié cuando volví a casa porque aquí puedo ser yo.
Vi cómo nos miraban las asistentes de la aerolínea mientras yo
estaba sentado con él. Podían decir con solo mirarnos que no éramos

Sotelo, gracias K. Cross


realmente una pareja, o tal vez estaban celosas de que me mirara. El
hombre estaba atento a todas mis necesidades, y no había mirado a
nadie más en todo el tiempo que estuvo hablando conmigo.
—Estarás bien. Estoy segura de que te llevará a un lugar
agradable. En el peor de los casos, mándame un mensaje y te recogeré
después de que te escabullas por la puerta trasera del lugar.
—Es muy grosero desaparecer de alguien. — O tal vez solo estoy
proyectando porque eso me pasó una vez con alguien que conocí en
una aplicación de citas. Borré la aplicación porque no necesitaba esa
mierda en mi vida.
—Confía en mí, algunos merecen más que ser salteados durante
la cena. — pone los ojos en blanco, y odio a ese imbécil por hacer que
mi hermana tire la toalla en las citas. Solía ser la loca de los chicos
hasta que Jarret le pisoteó el corazón.
No es que tenga espacio para hablar porque mi vida de citas no
existe. —Tal vez nos convirtamos en solteronas y tengamos veinte
gatos. — ofrezco.
—No tienes ni idea de cuánto deseo que ese sueño se haga
realidad. — Cookie se ríe y luego suspira. Siempre hemos querido un
gatito, pero mamá y papá son alérgicos.
—Sabes que quieres un felices para siempre y una casa llena de
bebés. — Le doy un empujón.
—No siempre podemos conseguir lo que queremos. — Sus
palabras están llenas de tristeza, y mi corazón se hunde por ella.
Que se joda Jarret. Todas las chicas lo querían cuando
estábamos en el instituto, pero fue tras Cookie y le arrancó la
autoestima en el proceso. Todo por culpa de ese jodido Jarret es que
ahora intenta esconderse. Intenta poner buena cara, pero sé que no
es así. La mierda que le dijo aún arde en su interior, y no importa
cómo la miren los hombres ahora o intenten comprometerse, ella los
rechaza.
Jarret le dijo a toda la escuela que le quitó la virginidad, lo cual
no solo es una mierda porque es privado, sino también una locura
porque no era verdad. Dijo: “estalle su cereza”, diciéndoles a todos que
la hizo sangrar. Pensé que era justo que yo también le hiciera sangrar.

Sotelo, gracias K. Cross


Miro mi dedo índice derecho, y todavía hay una pequeña cicatriz allí
si realmente miro. Le di un puñetazo en la cara y me sorprendió
haberlo hecho. Fue algo fuera de lo común para mí, pero supongo que
cuando te metes con mi familia, mi lado oscuro sale a la luz.
Claro que nadie se enteró porque Jarret le dijo a la gente que su
hermana le abrió la puerta y le clavó en la cara. No quería que nadie
supiera que una chica le había dejado caer de culo.
— ¿Qué nos pondremos para nuestra cita?— Cookie me pide que
vaya a mi armario y revise toda mi ropa.
—No es una cita, solo es un postre y un café. No puedo faltar a
la cena familiar, me he perdido demasiadas ya que estoy fuera.
—Oh, estoy segura de que ustedes dos se las arreglarán. — Me
guiña el ojo y me da un vestido rojo que se ata en el frente.
Nunca me lo he puesto antes, pero cuando me lo pongo y me
miro en el espejo, solo puedo pensar en lo fácil que sería para Miller
desatarlo. Un tirón revelaría todo lo que hay debajo.
—Eres una mujer adulta, Pumpkin. Puedes pasar la noche fuera.
—Pero entonces escucharía de ello todo el día de mañana.
—Suficientes orgasmos podrían compensarlo.
Resoplo una risa, pero no se equivoca. Miller es el primer hombre
que me hace sentir verdadero deseo. ¿Qué tiene de malo explorar eso?
No se parece en nada a los hombres con los que otros han tratado de
emparejarme. Trabajamos duro por todo lo que tenemos, y lo hacemos
como una familia, y necesito estar con alguien que entienda eso.
Si Miller quiere ver a dónde va esto, entonces quiero que sepa
que soy solo yo y no quiero intentar ser algo que no soy.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 8
MILLER

Cuando mi chofer se acerca a la entrada de su casa, le hago


señas y abro mi propia puerta. La casa es modesta pero en un bonito
vecindario que parece tener muchas familias a su alrededor. Camino
hasta la puerta y levanto la mano para llamar, pero se abre de par en
par antes de que mis nudillos puedan hacer contacto.
— ¿Qué estás haciendo aquí?— Pumpkin me sisea, y aunque
parece sorprendida y un poco enojada, es impresionante.
—Krasota. — La llamo “belleza” en ruso y hace una pausa
mientras sus cejas se juntan.
—Es Pumpkin, ¿o lo has olvidado?— Intenta salir conmigo y
cerrar la puerta tras ella, pero la puerta se abre de golpe una vez más.
—Nunca podría olvidarte. — le susurro al oído mientras varias
personas aparecen a la vez.
—Vaya, es grande. — una mujer joven, Cookie, supongo, dice
mientras da un paso adelante.
—Y temprano. — Pumpkin mira el teléfono en su mano y luego
me mira. —Ni siquiera me preguntaste dónde vivía.
Apunto sobre mi hombro y Wyatt me saluda desde el asiento del
conductor.
—Oh. — es todo lo que dice mientras doy un paso adelante para
saludar a su familia.
—Soy Miller Ranov, estoy aquí para llevar a Pumpkin para un
postre. — Le doy la mano a su madre, y la toma mientras mira a sus
hijas con los ojos abiertos.
—Soy Rose, encantada de conocerte.

Sotelo, gracias K. Cross


Extiendo mi mano a su padre a continuación mientras se
presenta. —Puedes llamarme Winter, y esta es nuestra otra hija
Cookie.
—He oído hablar mucho de ti. — le digo e inclino la cabeza.
—Estoy segura de que todo era mentira. — le da un codazo a
Pumpkin en el costado, y Pumpkin le silba algo a ella.
—Deberíamos irnos. — Pumpkin me toma del brazo, pero estoy
arraigado al lugar.
— ¿No quieres que le dé a tu familia detalles de adónde vamos?
Se muerde el labio inferior mientras mira a su familia que espera
y luego me devuelve. —Les enviaré un mensaje de texto en el camino.
No queremos llegar tarde.
Esta vez, cuando me toma del brazo, voy con ella porque veo que
esta reunión la ha hecho sentir incómoda. ¿Se avergüenza de mí?
—Fue un placer conocerlos. — le digo a su familia mientras abro
la puerta del coche y ayudo a Pumpkin a entrar.
Todos se quedan ahí parados y miran hasta que entro en el coche
con ella y cierro la puerta. Veo a Cookie saludando a Pumpkin, y luego
Pumpkin agacha la cabeza cuando el coche se aleja de la acera.
— ¿No quieres que te vean conmigo?— Pregunto, siendo directo.
— ¿Qué?— Se sienta y mira detrás de nosotros y luego me mira.
—No, en absoluto.
— ¿Entonces por qué te escondes como si estuvieras
avergonzada?— Puedo sentirme frunciendo el ceño mientras espero su
excusa.
—Llegaste temprano, y no había preparado a mi familia para ti,
y...— saluda con la mano como si fuera obvio. —Entonces aparece un
dios ruso con traje y, para ser honesta, no estaba exactamente lista
para verte de nuevo. Pensé que tal vez te había soñado en mi mente,
y nunca recibí otro mensaje, así que me quedé allí esperando y luego
apareciste como una película y...
Me inclino hacia adelante y la beso, cortando sus dudas e
inseguridades divagantes. La sensación de sus labios contra los míos

Sotelo, gracias K. Cross


es suave y flexible como la crema fresca. Al principio está quieta, pero
cuando muevo mis manos a su cara y ahueco sus mejillas, inclina la
cabeza y me devuelve el beso. Su boca se abre, y no puedo controlarme
mientras deslizo mi lengua para probarla. Gimo mientras su calor me
recibe y sabe a canela y a algo mantecoso.
— ¿Ya has tomado el postre, o siempre eres así de dulce?—
Muerdo su labio inferior antes de lamerla y luego la vuelvo a besar.
No tiene oportunidad de responder mientras me tomo mi tiempo
para aprender sus labios y cómo le gusta que la besen. Me guía con
sus propios mordiscos y presiona su cuerpo contra el mío.
Cuando siento su mano en mi muslo moviéndose más alto,
coloco una mano en la base de su cuello y luego descanso mi frente
contra la suya. Respiro antes de acercar mis labios a su oreja. —
Debemos ir más despacio.
—Um, sí. — responde sin aliento.
Tomo la mano que está en mi muslo y la sostengo en la mía, para
no tener la tentación de moverla más arriba y sobre mi polla. Quiero
que sienta lo mucho que la deseo, pero si quiero controlarme tendré
que parar.
—Te ves hermosa. — le digo mientras limpio el lápiz labial que
manché.
—Gracias. — mete la barbilla y luego me mira a través de sus
pestañas. —Tú tampoco te ves tan mal.
—Me vestí para ti. — se acerca y toca mi corbata, que es de color
calabaza.
— ¿Cómo fue tu día?— Veo que intenta tener una conversación
normal, pero en su presencia de nuevo no puedo controlarme.
—Fue una agonía sin ti.
Me mira con incredulidad. — ¿Cómo puedes decir eso después
de solo unas horas?
— ¿Le dirías a un niño que sueña con ser artista que es
imposible?— respondo.
—Bueno, no.

Sotelo, gracias K. Cross


—Entonces, ¿por qué me dices que mi sueño de amarte está tan
lejos? ¿No somos niños cuando nos guiamos por nuestros corazones?
—Yo... um... no lo sé. — mira hacia otro lado y luego hacia mí.
—No tengo una respuesta para eso.
Veo que quizás le he dado demasiado pronto y empiezo de nuevo.
— ¿Cómo fue tu tiempo con tu familia? ¿Te alegraste de verlos?
Se relaja un poco mientras sonríe. —Sí, y mis primos vinieron a
cenar. Fue tan bueno estar cerca de todos. Sentí como si no hubiera
pasado el tiempo.
Tomo su mano en la mía y enrosco nuestros dedos. —No sé qué
haría si me separara de Frost. Mi gemelo es importante para quien
soy.
—Siento lo mismo por mi hermana.
— ¿Tienes hambre de postre?— Intento hacer otra pregunta
normal para que se relaje.
—He guardado un poco de espacio. ¿Adónde vamos?
En ese momento el coche se detiene, y le abro la puerta. Cuando
salgo y le cojo la mano, no la suelto mientras giramos para mirar al
edificio. —Aquí.
—Um, parece que está cerrada. — mira hacia arriba y hacia
abajo de la calle mientras doy un paso adelante con ella a mi lado.
Como en el momento justo, la puerta se abre, y somos llevados
dentro del restaurante vacío y a la habitación trasera con una sola
mesa dentro. Saco su silla para ella y luego tomo mi asiento. Mira a
su alrededor, mirando la habitación antes de mirarme con los ojos
abiertos.
—Bien, ¿qué es este lugar?
—Es una experiencia solo por invitación. — Sonrío porque ahora
se ve aún más confundida. —Esta noche tenemos postre, pero viene
en siete platos.
— ¡Siete!— grita y luego baja la voz a un susurro. — ¿Siete?

Sotelo, gracias K. Cross


—Quería aprovechar al máximo mí tiempo contigo, pequeña
Pumpkin.
El camarero entra en la habitación justo cuando veo el rubor en
su mejilla. No tengo ninguna duda de que voy a disfrutar cada
momento de mi noche con ella.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 9
PUMPKIN

Abro la boca mientras Miller me da otro bocado de crème brûlée.


No tenía ni idea de que comer un postre pudiera ser tan exótico, pero
lo es. O tal vez es Miller quien lo hace de esa manera. Me doy cuenta
de que muchas cosas de él me hacen ver las cosas de manera
diferente. Lo miro de una manera que nunca antes había mirado a
otro hombre. Presto atención a todo lo que hace, y en parte es porque
no puedo apartar los ojos de él.
—Me diste el último bocado de la crème brûlée. Debes estar
enamorándote de mí. — bromeo, porque fue el mejor postre que he
probado. No responde a mi broma, y su cara está impasible. —Estaba
bromeando. — me apresuro a decir.
¿Quién saca a relucir el amor en la primera cita? Esta chica. Tal
vez esta podría ser técnicamente nuestra segunda si el tiempo que
pasamos juntos en el avión cuenta.
—Sigmund Freud dijo: 'una broma es la verdad envuelta en una
sonrisa'. — Sonríe mientras se inclina. —No lo tomé como una broma.
Un torrente de emoción llena mi pecho. ¿Está diciendo que se
está enamorando de mí? ¿Cómo es posible? Ni siquiera nos
conocemos, y solo dije que se está enamorando. Quiero decir, puedo
entenderlo porque creo que me estoy enamorando yo misma.
Me atrae su boca cuando se lame los labios y quiero que me
vuelva a besar. Dice algo en ruso que no entiendo antes de levantarme
de mi asiento y ponerme en su regazo. Me envuelvo a su alrededor
mientras me besa tan posesivamente, y sigo su ejemplo. Entonces soy
yo quien sube por su cuerpo y profundiza el beso. Quiero más de él, y
en el momento en que mis labios tocan los suyos, es como un imán.
Sabe mejor que cualquier otro postre que haya probado. He
pasado de pensar que no podría comer otro bocado a querer consumir
a Miller. Me suelta la boca, y voy a por su cuello, sin poder parar. Le

Sotelo, gracias K. Cross


pellizco la oreja y gruñe mientras me agarra con más fuerza. Puedo
sentir el calor de su excitación en mi trasero, y me contoneo contra él.
Sin decir una palabra, se levanta de la silla y se mueve. De repente,
me deja en el borde de una mesa vacía y mis piernas se abren mientras
se abre paso entre ellas. Están tan anchas como pueden para
acomodarlo, y todavía no es suficiente.
Ver mi lápiz labial untado en sus labios y cuello solo alimenta mi
deseo. Necesito más.
—No puedo controlarme cuando me tocas. — Juega con el lazo
que mantiene unido mi vestido cruzado. —Quiero ver qué secretos me
ocultas debajo de esto. — Tira suavemente del lazo, y se suelta, pero
no lo suficiente para que el vestido se deshaga. Por mucho que quiera,
espera mi permiso.
— ¿Por qué no lo averiguas?— Digo con mi mejor voz sensual
antes de morderme el interior del labio. La cita de esta noche se mueve
rápido, pero no estoy lista para retrasarla. Mi ropa interior tiene más
que ver con la comodidad, pero trato de no dejar que me moleste
mientras me recuesto sobre el codo. —No creo que vaya a ser lo que
estás pensando. — Dejo escapar una pequeña risa, pero mientras me
quita el vestido, todo lo que puedo ver es un destello primario en sus
ojos.
—Nunca, mi Krasota. — Pasa sus ojos por encima de mi sencillo
sujetador de algodón y mis bragas. De nuevo habla en ruso, pero por
su mirada sé que disfruta con lo que ve.
El hambre que veo me hace sentir más audaz. Me inclino y
desabrocho mi sostén a continuación. Mis pechos se liberan y mis
pezones se tensan bajo su mirada. Están pidiendo atención, pero en
realidad todo mi cuerpo lo está. Nunca había sentido tantas emociones
a la vez, y es estimulante.
—Ahora es mi turno de tomar mi postre.
— ¿Qué? ¿Por qué...?— Mis palabras se desvanecen cuando cae
de rodillas delante de mí. Siento su aliento cálido a través de mis
bragas y me doy cuenta de que seré su postre. Con el calor que ya
tengo, verle allí me hace desear mucho más. Tanto es así que estoy
segura de que se está mostrando a través de mis bragas.

Sotelo, gracias K. Cross


—Miller. Estoy...
—Mojada para mí. — Asiente mientras mira entre mis piernas
con lo que solo puedo describir como orgullo.
Estoy más excitada que nunca en mi vida, y no me importa que
estemos en medio de un restaurante. Quiero esto... no, borra eso,
necesito esto. Me duele el cuerpo, y parece que está hambriento por
mí.
Frota su nariz contra la mancha húmeda y luego inhala
profundamente. —Eres dulce en todas partes, ¿verdad, mi Krasota?
Me contoneo, levantando mis caderas para que su boca toque la
mancha húmeda de mis bragas.
—Deberías averiguarlo. — digo, y me sorprende que cada parte
tímida de mí haya abandonado el edificio. En este momento solo puedo
pensar en que me bese allí.
—Confía en mí. Un día sabré cómo sabes en todas partes. No
habrá ni una sola mancha en tu exuberante y perfecto cuerpo que mi
boca no conozca.
Gimoteo con sus palabras y me pregunto cómo es posible que
sea real.
—Aunque suena maravilloso, solo hay una mancha que necesito
que pruebes en este mismo instante.
Lo siento sonreír contra mí mientras una risa profunda se cierne
sobre mí. Las vibraciones contra mi clítoris me hacen gritar mientras
me quita las bragas y entierra su cara en mi sexo.
Le agarro el pelo, necesito algo a lo que aferrarme. Su lengua es
lenta al principio, rodeando mi clítoris. Se toma su tiempo y me
saborea. Por mucho que lo esté disfrutando, necesito venirme.
—Por favor, Miller. — No puedo mantener la necesidad fuera de
mi voz.
—Cualquier cosa por ti, mi Krasota. — Su acento ruso es más
fuerte que nunca.

Sotelo, gracias K. Cross


Se mete mi clítoris en la boca mientras su lengua se mueve de
un lado a otro. Luego siento que me mete el dedo, y eso es todo lo que
hace falta. Estaba tan cerca del borde desde que me recogió esta
noche. Llego al clímax instantáneamente cuando mi espalda se inclina
fuera de la mesa, y grito su nombre.
Me lo saca, luego me besa cada uno de mis muslos antes de bajar
mis bragas por las piernas. No tengo ni idea de lo que está haciendo,
y en este momento le dejaría hacerme casi cualquier cosa.
Abro los ojos para verle meter mis bragas en su bolsillo, y la
mirada en su cara no es de alegría. De hecho, parece enfadado.
—Endereza tu vestido. — ordena, con un tono frío.
Me deslizo de la mesa mientras agarro mi sostén y me lo pongo.
Está de espaldas a mí todo el tiempo y me pregunto si he hecho algo
mal. ¿Cómo hemos pasado del momento más alucinante de mi vida a
esto? Ya ni siquiera me mira, y empiezo a sentirme avergonzada de mi
comportamiento.
Observo como saca su teléfono del bolsillo y habla en ruso, así
que no puedo entender nada de lo que dice. Me hace pensar que está
ocultando algo, pero ahora mismo mis emociones están en carne viva,
así que ¿quién sabe? Tuve el orgasmo más poderoso de mi vida con
un hombre que significa más para mí de lo que debería en este
momento. Un hombre que me ha visto más que nadie.
— ¿Estás lista?— pregunta mientras se vuelve hacia mí.
Me obligo a sonreír y asiento. —Sí, me gustaría irme.
Incluso mientras lo digo, odio no querer que la noche termine.
Solo sé que necesito alejarme de él.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 10
MILLER

Cuando el conductor se acerca a la acera, abro la puerta de un


tirón incluso antes de que se detenga completamente. Saco mi mano
y trato de ser amable mientras ayudo a Pumpkin a entrar en el asiento
trasero de la limusina.
Grito las direcciones sobre la separación y luego la levanto para
tener privacidad. Miro a Pumpkin y me obligo a mirar por la ventana
mientras respiro profundamente.
—Miller, puede que no sea tan mundana como tú cuando se
trata de citas, pero si te arrepientes de lo que pasó allí, entonces
realmente no entiendo nada.
— ¿Arrepentirme?— Me giro para mirarla y veo que sus ojos
están llenos de lágrimas. El shock de su tristeza y confusión me
desgarra el corazón, y voy a llevarla a mi regazo.
—No, no me toques. — levanta las manos y se aleja. Verla me
aplasta.
—Pumpkin, ¿por qué estás llorando?— Miro alrededor del
espacio del coche para ver si la respuesta salta hacia mí. — ¿Estás
herida?— Pienso en cómo la sostuve y en los moretones que
probablemente marquen el interior de sus muslos mañana. —Siento
no haber sido amable.
—Solo pensé que estábamos pasando un buen rato. — se limpia
una lágrima perdida, y no lo entiendo.
Me pongo de rodillas en el suelo delante de ella y la obligo a
mirarme. —Dime qué tienes en la cabeza. — Reprimo el gruñido de
frustración mientras mira por la ventana y trata de ignorarme.
—No importa. Solo llévame a casa.
—No vamos a ir a tu casa. — digo, y ahora me mira rápidamente
con su propia confusión.

Sotelo, gracias K. Cross


—Me preguntaste si estaba lista para irme. — mira por la
ventana como si se diera cuenta de que no vamos en dirección a la
casa de sus padres.
—Da. — La miro fijamente y me devuelve la mirada, esperando.
—Dijiste que querías irte. Te voy a llevar a mi casa para pasar la noche.
Te necesito en mi cama. — Cuando todavía no habla, dejo que el
gruñido que he estado reprimiendo vuelva a salir. — ¿Deseas volver a
tu casa familiar?
—Quiero decir que no, no realmente. Pero pensé que estabas
enojado conmigo.
Suspiro mientras tomo sus manos en las mías y luego le doy un
beso en las dos palmas. — Entonces lamento no haber explicado mi
significado. Estaba enojado por haber perdido el control y te quiero
mucho en mi cama, mi Krasota.
—Oh. — Sus mejillas se sonrojan mientras agacha la barbilla.
—Puedo hacer arreglos para llevarte a casa por la mañana.
Tengo mucho trabajo que hacer mañana, pero me gustaría mucho que
estuvieras en mis brazos cuando me despierte.
Asiente sin contestar, y vuelvo a tomar el asiento junto a ella. —
¿Perdimos la comunicación?

—Da. — responde juguetonamente, y la llevo a mi regazo.


—No te burles de mí con el ruso. Si me lo dijeras cuando
estuviera dentro de ti...— Entierro mi cara en su cuello y lamo el punto
bajo su oreja. —Me correría al instante.
—Tal vez debería aprender algunas frases. — dice sin aliento.
Mi casa no está muy lejos, y cuando el coche se detiene, la beso
rápidamente antes de salir y luego la ayudo. Miro al lado y veo la luz
encendida en la casa de Frost. Lleva horas en casa, sin duda bebiendo
solo. Está preocupado por nuestro encuentro con nuestra madre
mañana, como debería estarlo. Pero mientras miro a Pumpkin, no me
arrepiento de cómo pasaré la noche.
— ¿Es aquí donde vives?— mira la casa victoriana con
arquitectura gótica.

Sotelo, gracias K. Cross


—Da. — Le tomo la mano y la acompaño a subir las escaleras
hasta la puerta de cristal. —Esta es mío, y Frost vive al lado. — Señalo
su casa, y mira mientras le abro la puerta.
— ¿En serio? Mi hermana y yo solíamos hablar de eso todo el
tiempo cuando éramos niñas. Que un día creceríamos y viviríamos
juntas.
—Era una necesidad al principio por el negocio, pero
necesitamos estar cerca. ¿Quizás es una cosa de gemelos?
Cuando entra, jadea mientras mira a su alrededor. —Esto es
increíble.
—Recorreremos la casa más tarde. — Meto mis manos en los
bolsillos y toco con los dedos el algodón de sus bragas. Los saborearé
en los momentos en que no pueda estar a su lado. Se da la vuelta para
mirarme y camino tan cerca que mi cuerpo se presiona contra el suyo.
—Es hora de ir a la cama.
— ¿Ya?— Se muerde el labio inferior mientras sus manos se
extienden por mi pecho.
—Da. — Mi voz es gruesa cuando me agarro a su culo con ambas
manos y la levanto del suelo.
Subo la gran escalera y bajo por el largo pasillo hasta llegar a las
puertas del dormitorio principal. Una vez dentro, la pongo de pie y
luego me quito la chaqueta del traje. La tiro en la silla a mi lado
mientras mis ojos se mueven arriba y abajo de su cuerpo.
—Deseo volver a verte. — Levanto mi barbilla hasta su vestido,
y baja sus pestañas y juega con el lazo.
— ¿Y si ahora soy tímida?
Aflojo el nudo de mi corbata y me la quito cuando empiezo a
desabrochar las mangas de mi camisa. —No serás tímida a mí
alrededor, mi Krasota. —mira hacia arriba, y asiento de nuevo hacia el
vestido. —Quítatelo para mi placer.
Vacila solo un momento mientras me quito el cinturón y lo tiro
al suelo. Me desabrocho la camisa mientras se desata el vestido y lo
deja caer a su alrededor como una cascada. Doy un paso adelante y

Sotelo, gracias K. Cross


se lo quito y luego lo pongo cuidadosamente sobre la silla. Está parada
ahí con tacones y solo un sostén, y se ve deliciosa.
Trago y limpio la humedad de mi labio, camino a su alrededor y
miro. —Deja los tacones. Quita el resto. — Mis palabras son exigentes,
pero hace lo que le pido, y el sostén cae al suelo en silencio.
Me desabrocho la camisa y voy despacio para que también se
llene de mí. Sus ojos siguen los tatuajes en mi pecho y estómago y
luego bajan. Tiro la camisa al suelo y me quito los pantalones y los
calzoncillos para que me vea completamente desnudo. Me palmo la
polla, y sus ojos se abren de par en par cuando la dura y larga longitud
se levanta con necesidad.
— ¿Te gusta verme así?— Pregunto sin rodeos, y asiente. —
¿Quieres tocar mi cuerpo?— asiente de nuevo. — ¿Podrías, por favor?
—Umm— Sus mejillas se ruborizan de un oscuro tono rojo
cuando sus manos se mueven para cubrir su sexo.
Me acerco para calmarla. —Shh. No seas tímida, pequeña.
Conozco tu inocencia porque he probado tus pétalos frescos. Te
enseñaré cómo complacerme.
—Bien. — responde suavemente, y la beso. Incluso con los
tacones puestos, sigue siendo una cabeza más baja que yo, y tengo
que agacharme para tocarla.
Hay un banco largo al final de la cama, y me muevo alrededor de
ella para sentarme en él. Pongo una almohada en el suelo y la señalo.
— ¿Te arrodillaras delante de mí?— Pregunto, y ella se deja caer con
entusiasmo.
Mantiene sus ojos en mi polla mientras me acerco y paso mis
dedos por sus oscuros rizos.
—Ahora, quiero que abras las piernas y te toques.
—Espera, pensé que querías decir...
Sacudo la cabeza. —Me complacerá ver cómo te gusta que te
toquen.
— ¿Entonces tendremos sexo?

Sotelo, gracias K. Cross


La sonrisa tira de la esquina de mi boca mientras me inclino y la
beso suavemente. — Tenemos toda la noche y me saciaré.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 11
PUMPKIN

Sus palabras y el suave toque de sus labios a los míos hacen que
mis nervios comiencen a calmarse. Todo esto está sucediendo tan
rápido. Un segundo pensé que quería que me fuera y mi corazón se
estaba rompiendo. Ahora es como si nunca quisiera que me fuera. Algo
en este hombre me ha cautivado, y no puedo detener esta conexión.
Me tranquiliza, y me encuentro haciendo lo que me pide.
Deslizo mi mano lentamente hacia mi sexo y veo como su
respiración se hace más pesada. Una pequeña gota de semen se filtra
por la punta de su pene, y puedo ver que está tan excitado como yo.
— ¿Te estas burlando de mí?— Su voz es ruda ahora, y creo que
podría estar luchando contra su propio deseo.
Parece que quiere agarrarme y salirse con la suya, pero se está
conteniendo. Tiene las manos en los costados, y en este momento,
mientras estoy de rodillas frente a él, sé que tengo todo el poder. Él da
las órdenes, pero yo soy todo lo que quiere y la que le hace luchar por
el control.
—No creo que sepa cómo burlarme, para ser honesta. — admito
mientras dejo escapar un pequeño gemido cuando mis dedos
encuentran mi clítoris.
—Con cada respiración te burlas de mí, Krasota. — Me hace sentir
como si fuera una diosa sexy colocada frente a él.
—Ahora usa tu otra mano para extender los labios. Quiero verte
jugar con tu pequeño y duro clítoris. — Se sienta delante de mí con
las piernas abiertas, y hago lo que me ordena.
Más semen gotea de su polla y me duelen los pezones. Estoy tan
cerca de llegar, pero aun así no sucede. Se acaricia lentamente a sí
mismo mientras observa cada uno de mis movimientos. Quiero
complacerlo... no, necesito complacerlo. Algo dentro de mí está
gritando para hacer todo lo que él exige.

Sotelo, gracias K. Cross


Me he tocado antes y me he corrido, así que ahora mismo debería
ser fácil. Nunca he estado tan excitada en mi vida, pero el orgasmo se
detiene. Es casi como si estuviera demasiado excitada, si es que eso
es posible.
—Miller. — ruego, y me pide que me acerque. Me levanta con
facilidad para que esté a horcajadas con él en vez de en el suelo.
—Lo siento, lo intenté. Realmente lo hice. — Mi cabeza cae
cuando su mano se levanta, y pasa sus dedos por las ondas de mi
cabello. Su gran palma se desliza por mi cuello y entre mis pechos, y
es como un rayo en todos los lugares que toca.
—Lo sé, pequeña. Nunca he visto nada tan deseable.
—Pero yo no...
Me corta con un beso. Cuando sus labios tocan los míos, toda
mi mente se apaga, y solo quedamos él y yo. No sabía que podía ser
así con alguien, y ahora que he encontrado esto, ¿podría dejarlo
alguna vez?
Me balanceo contra su polla, y la mano en mi pelo se aprieta. —
¿Estás tratando de correrte usando mi polla para tu placer?
Gimoteo en respuesta mientras mis caderas se mueven por su
propia voluntad.
—No te dije que podrías frotar tu lindo y pequeño coño sobre mí.
—Lo siento. — Me muerdo el interior del labio, pero no me
detengo.
Hay algo que se arremolina en el aire entre nosotros. No estoy
segura de lo que es, pero sé que me encanta. Sus órdenes bruscas y
la forma sucia en que me habla, es como un secreto entre nosotros.
Me encuentro presionando mi pecho contra el suyo para que podamos
estar más cerca.
Se inclina y se mete uno de mis pezones en la boca, y luego se
toma su tiempo para rodearlo con la lengua. Cuando lo roza con los
dientes, todo mi cuerpo se calienta. Quiero explotar con placer, pero
aun así me quedo en el borde, lista para lo que me dé.

Sotelo, gracias K. Cross


Inmoviliza mis caderas, y debería obtener un premio por no
intentar balancearme contra su polla. Está justo contra mi clítoris, y
sé que no se necesitaría mucho para enviarme a la felicidad orgásmica.
—Úsame, Krasota. Entonces será mi turno de usarte. — Su acento
es tan marcado que es difícil de entender, pero no hay duda de su
necesidad. Me balanceo contra la longitud turgente, y no intenta
controlar mis movimientos. Mis muslos están ardiendo, y mis caderas
se mueven rápido mientras me deja tomar lo que quiero. Sus manos
están en todas partes, como si intentaran trazar cada línea de mi
cuerpo, y pierdo todos los pensamientos más allá de la conexión de su
polla caliente con mi clítoris.
—Déjame ver cómo te corres. — susurra con su voz pesada, y
jadeo.
El orgasmo finalmente me golpea, y Miller dice algo en ruso que
no entiendo. Me agarra el pelo y lo tira hacia atrás mientras subo y
bajo su dura longitud. Mientras intento recuperar el aliento, me besa
y me mete la polla entre los labios del coño. El orgasmo se prolonga
tanto tiempo que cuando siento el rocío caliente de algo en mi piel, me
lleva un momento darme cuenta de que él se vino conmigo.
Cuando me suelta la boca, mi cabeza cae en su hombro, y una
vez más me quedo sin aliento. Estamos piel con piel, y me siento
increíblemente cerca de él en este momento. Sé tan poco sobre él, pero
sé que lo que siento es especial.
Beso su cuello, y todas mis emociones son abrumadoras. Sé que
soy feliz, pero ¿por qué siento que quiero llorar al mismo tiempo? Es
como si todo lo que siempre he temido y temido desear, surgiera de
una sola vez. Me aferro a él y cierro los ojos mientras el poder del
orgasmo realmente se hunde.
Durante tanto tiempo me he sentido como si no hubiera estado
en casa, pero ahora mismo, en sus brazos, estoy aquí. Estaba segura
de que cuando llegara a casa de mis padres, tendría esa sensación,
pero todo lo que tenía eran dudas y preguntas sobre cómo tomar la
decisión correcta. Aquí con Miller y en sus brazos, esto es lo que he
estado buscando.

Sotelo, gracias K. Cross


Se levanta conmigo en sus brazos y me lleva a un baño gigante.
Enciende la bañera para que se llene, y miro alrededor de la
habitación.
—Este baño es el sueño de una chica. — Me pone de pie y cruzo
los brazos sobre el pecho. El baño es blanco y toda la habitación es
tan luminosa que puede ver cada defecto que se enmascaró en la luz
de la lámpara del dormitorio.

—No te escondas de mí, Krasota. Tu cuerpo es una obra maestra.


— ¿Así que debería hacer una de esas cosas de arte donde te
sientas desnuda y todos te pintan?— Me burlo, pero la mirada en su
cara me hace reír a carcajadas.
—Esto no es gracioso. Les sacaría los ojos a todos.
Solo le sonrío y sacudo la cabeza, y sus cejas se arrugan. De
nuevo, dice algo en ruso que no entiendo mientras me levanta en la
bañera y se desliza detrás de mí. Me inclino hacia atrás contra su
pecho, y sus brazos me envuelven en un fuerte abrazo.
—Sabes que eres el único hombre que me ve desnuda,
¿verdad?— Me doy la vuelta en sus brazos y me siento a horcajadas
sobre él, sin querer perderme un momento.
Quiero que sepa que todo esto es nuevo para mí y que es
realmente especial. Disfruto pasando mis dedos por su pecho, pero
después de un momento me agarra las dos muñecas hasta que le miro
a los ojos.
—Has guardado este regalo para mí.
Una de sus grandes manos se sumerge en el agua y ahueca mi
coño. Sonrío y me encojo de hombros porque no estoy segura de
llamarlo un regalo.
—Lo atesoraré y cuidaré mucho de ti. — Ante su declaración
seria, todo mi interior se derrite. —Entonces nos casaremos.
Antes de que pueda tratar de procesar lo que eso significa, é me
inclina hacia el agua y vuelve a poner su boca sobre mí.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 12
MILLER

Pumpkin se acuesta en la bañera con el agua rozando su barriga


y su coño mientras levanto sus caderas. Su cabeza está apoyada en el
otro lado, y mis manos están en su trasero mientras la sostengo y
luego bajo mi boca a su montículo.
Mi lengua masajea su camino entre sus labios, y saboreo su
deseo mientras su clítoris se endurece. Le chupo el agua y la lamo
hasta dejarla limpia, deslizando un pulgar dentro de ella. Está tensa
y caliente mientras saboreo su dulzura y gruño con mi propia
necesidad. Me duele tenerla, y el semen que unté en su cuerpo antes
no fue suficiente.
—No puedo controlar esto. — gruño, lamiéndola una y otra vez.
—Me has convertido en un hombre lobo porque quiero aullarle a la
luna.
—Miller, no te detengas, estoy cerca. — gime, metiendo su coño
en mi lengua.
Sin pensarlo, le doy la vuelta y tiro de su trasero contra mí. —
Me das ganas de follarte tan fuerte que mi hermano puede oírme. —
Muerdo a lo largo de la delicada piel de su hombro y en su cuello. —
Quiero que sepa que te he reclamado.
Mi respiración es profunda, y el agua caliente y el vapor se
mueven a nuestro alrededor como si estuviéramos en el ojo de una
tormenta. —No se me negará.
Me mira con sus grandes ojos azul hielo y se atreve a guiñarme
el ojo.
—Tú, tentadora. — gruño, deslizando mi polla entre sus labios y
hacia su abertura. — ¿Te burlas de mí?
—Nunca. — susurra mientras empuja su culo contra mí y la
punta de mi polla se desliza hacia ella.

Sotelo, gracias K. Cross


Maldigo en ruso cuando la pequeña bruja toma más. Está
caliente alrededor de mi polla, y tengo que agarrar sus caderas para
evitar chocar contra ella como un perro.
—Es tan grande. — Cierra los ojos y apoya su cabeza en mi
pecho.
Ella es delicada y suave, y debo ser gentil. Pero mientras mi
mano se mueve alrededor de su cadera y a su coño, no soy tan gentil
con su clítoris. Lo hago estallar con mis dedos y empujo dentro de ella,
y grita. El aguijón de la ruptura de su inocencia es sofocado por el
aguijón de placer de su clítoris.
Mi polla se hincha dentro de ella, y trata de empujarme, pero
solo la sostengo más fuerte. —No luches contra mí, Krasota. No te
liberarás ahora.
Gruño mientras la empujo un poco más para que se siente
firmemente en mi polla, y sus pequeños quejidos son una tortura.
—Miller. — La mano en mi muñeca aprieta, pero beso su cuello
y el espacio debajo de su oreja.
—Respira, Pumpkin. Puedes hacer esto por mí. — Lentamente
cepillo mis dedos sobre su clítoris y la acaricio como un gatito. Pronto,
el agua caliente relaja sus músculos, y su cuerpo se vuelve blando en
mis brazos. —Dulce niña, me complaces.
Giro su cara para poder besar sus labios, y cuando siento su
lengua contra la mía, sé que está lista. La doblo hacia adelante y hago
que agarre el borde de la bañera mientras sostengo sus caderas y se
desliza lentamente hacia afuera. Mantengo mis ojos en mi polla
desapareciendo en su coño, y cuando veo la evidencia carmesí de lo
pura que es, gruño como un salvaje.
Empuja su culo hacia atrás para aceptarme más fuerte, y sus
piernas se abren para permitir mi tamaño. Es perfecta debajo de mí,
y estoy ansioso por llenar su vientre con semen.
— ¿Serás mi novia con mi hijo en tu vientre?— Empujo y gruño
cuando siento mi polla apretada. — ¿Dirás tus votos a Dios con mi
semen en tu coño?
—Oh mierda. — maldice, y le doy una bofetada en el culo.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tu boca será pura, pero tu coño estará sucio. — Me lanzo hacia
adelante y me sostengo profundamente, alcanzando y frotando su
clítoris.
—Estoy tan llena. — jadea, pero lo empuja como si buscara más.
Nunca antes había necesitado a alguien tan completamente.
Nunca he querido poseer una mujer para mí mismo. En el momento
en que nos conectamos, supe que se había acabado por Pumpkin.
Nunca se liberará de mí ahora, y me aseguraré de que nuestros lazos
estén tan apretados que nunca se escapará.
—Te daré más de lo que puedes sostener. — gruño mientras su
coño me aprieta. —Gotearas con mi necesidad mucho después de que
te deje en nuestra cama.
—Miller. — Sus gemidos resuenan contra el mármol mientras su
placer se libera.
Se corre fuerte y golpea mi polla. Lentamente saco mi larga
longitud y suavemente me balanceo dentro. Su orgasmo se extiende,
y mientras juego con su clítoris, vuelve a gritar cuando empieza otro.
Mi polla es una esclava de su coño, y me suelto con ella. Siento
como si mi semen fuera sacado de entre mis piernas y cada gota que
he tenido se ha guardado para este momento. Es pesado dentro de su
cuerpo mientras lo mantengo dentro de su calor, y ya estoy empezando
a derramarme fuera de ella.
—No pierdas tanto de mí. — ordeno y paso los restos alrededor
de donde estamos unidos y los froto en su clítoris. Se sacude contra
mí como si estuviera sensible, y sonrío y le beso el hombro y el cuello.
—Oh, Dios, Miller, no puedo volver a correrme. — Su respiración
es pesada, y sus piernas están flácidas mientras mantengo su cuerpo
en su lugar.
—Ya veremos. — Me inclino hacia atrás en la bañera y la llevo
conmigo para que se siente en mi polla y descanse contra mi pecho.
—No puedo creer que hayamos hecho eso. — susurra y luego se
ríe un poco mientras se acurruca.
—Tal vez te tome una vez más para probar que era la realidad.
— Le beso el cuello y me mira.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Solo una vez más?
— ¿En esta bañera? Da. — Sonrío, y me besa dulcemente. —
Serás acomodada correctamente en nuestra cama.
— ¿Nuestra cama?— Asiento, y cierra los ojos. —Todo esto está
sucediendo tan rápido.
Me encogí de hombros mientras le rodeaba la cintura con mis
brazos. —Rápido es bueno. Lento es molesto. — La levanto un poco y
luego la balanceo hacia abajo sobre mi dura longitud. —Eres mía.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 13
PUMPKIN

¿Cómo puedo extrañar a alguien con quien estaba hace una


hora? Miller dijo que tenía cosas que hacer con su familia, y mientras
lo entiendo, eso no detiene el anhelo.
Es un fin de semana de vacaciones y nunca me dijo si él y su
hermano iban a venir a cenar. Ahora que somos un nosotros, ¿no
deberíamos pasar las vacaciones juntos? Si dependiera de mí, me
habría quedado en su cama el resto de la semana.
—Deja de esconderte en el baño. — Cookie golpea la puerta.
—Ni siquiera está cerrada con llave. — le devuelvo.
No me escondo porque no tiene sentido esconderse de mi
hermana. Va a conseguir la información que quiere, a cualquier
precio.
—Oh. — Abre la puerta y se deja entrar. Pone la tapa del inodoro
y se sienta a mirarme mientras me hago una linda trenza en el pelo.
Todavía tenemos que ir a la tienda y empezar a preparar la comida
para mañana, así que lo quiero arriba y fuera del camino. ¿Cuánta
comida pueden consumir dos grandes hombres rusos?
— ¿Y qué?— mueve sus cejas hacia mí.
Mis mejillas se vuelven rosadas, y responde a su pregunta sin
palabras. Suelta un pequeño chillido antes de que la haga callar. Me
parece bien que Cookie sepa lo que hicimos Miller y yo anoche, pero
no mamá y papá. Estoy segura de que tienen una buena idea ya que
no llegué a casa hasta esta mañana, pero no voy a anunciarlo.
—Salgamos de aquí. Quiero detalles. — Asiento de acuerdo, y
ambas nos vestimos apresuradamente.
Casi salimos por la puerta cuando mi madre grita desde la
cocina, deteniéndonos en seco.

Sotelo, gracias K. Cross


—Si ese hombre que conocimos anoche se nos uniera...— sonríe,
sabiendo lo que está haciendo. —Nos vendrían bien unos cuantos
pasteles más.
—Lo invité, pero no me dio una respuesta directa. — Cuando
bajamos del avión fue un poco caótico cuando lo sugerí, pero Miller no
lo ha vuelto a mencionar.
—Bueno, entonces, pregúntale. — Mamá se aparta de nosotros
y vuelve a la cocina. —Siempre tenemos extra, así que debería estar
bien. — Aparentemente, mamá también es del equipo Miller.
—No puedo simplemente preguntarle. Es diferente ahora. — le
susurro a Cookie mientras cerramos la puerta. —Antes estaba siendo
amable, y ahora somos como una pareja.
¿Somos una pareja? Eso parece. Dejo que el hombre me haga
todo tipo de cosas a mi cuerpo sin protección. Puede que haya sido
estúpido e ingenuo por mi parte, pero confío en él, y no me importa si
la gente piensa que es una locura.
—Tú conduces. — Cookie me da las llaves de su camioneta, y
nos subimos. Debería haberlo visto venir. Conozco a mi hermana muy
bien. En el momento en que dejo caer mi bolso, ella está en él
desenterrando mi teléfono celular.
—Ahh, envió un mensaje de texto diciendo que te extraña. —
Cookie mira la hora. —Y fue como treinta minutos después de que te
dejara.
Lo sé porque le envié uno de vuelta. Miro, viendo a Cookie
escribir un texto, pero no puedo leerlo. Empieza a nevar, y tengo que
concentrarme en la carretera.
— ¿Qué has dicho?— Pregunto porque el teléfono suena solo un
segundo.
—Estará aquí para Acción de Gracias. — Las mariposas bailan
en mi estómago al pensarlo. Nunca antes había tenido un hombre en
mi casa.
—Dile que traiga a su hermano.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Qué, por qué? ¿Estás tratando de tenderme una trampa?—
Se pone a la defensiva, y pongo los ojos en blanco... ¿pero qué daño
puede hacer eso?
—No, pero son gemelos y hacen la mayoría de las cosas juntos.
Si Miller no tenía planes para el Día de Acción de Gracias, creo que su
hermano tampoco.
—Cierto. — Me mira con escepticismo pero envía el texto por mí.
Puede que ella y yo no seamos gemelas, pero estamos tan unidas como
Miller y Frost.
— ¿Y ahora qué?— Pregunto cuando la veo todavía enviando
mensajes de texto. Estamos en un semáforo en rojo esta vez, e intento
recuperar mi teléfono.
—Pregunté si eras exclusiva. Todo el asunto de novio-novia es
raro de decir cuando estás en los veinte.
—No hay nada de 'chico' en Miller. — Dejo escapar un pequeño
suspiro, y siento que empiezo a excitarme de nuevo. ¿Qué le ha hecho
a mi cuerpo? No lo sé, pero de alguna manera tiene el control total de
él.
—Aquí tienes. — Cookie de repente me devuelve mi teléfono. —
Creo que acaba de amenazar de muerte a cualquier hombre que te
toque.
Me río mientras lo vuelvo a meter en mi bolso. —Está
bromeando. — Al menos creo que lo está. —He notado que los hombres
rusos son más directos. — Y siguen con lo que dicen.
Nunca pensé que arrodillarme delante de un hombre me haría
correr, pero Miller de alguna manera ha despertado esta necesidad
dentro de mí. Ansío su dominio, lo cual es una sorpresa para ambos.
Después de que me dejara esta mañana, intenté hacerme venir de
nuevo en la ducha, pero no pude porque me arruinó.
—Aparca aquí, tienen muchas tiendas bonitas y también
podemos almorzar. — Esta es una doble victoria. Puedo dejar de
pensar en Miller por un tiempo y pasar el rato con mi hermana.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿De verdad estás pensando en volver a mudarte aquí?—
Cookie pregunta mientras caminamos por la acera. Sé que quiere que
lo haga, pero quiere que lo elija por mí misma.
—Es un recorte de sueldo, pero podríamos hacer esto todo el
tiempo. — respondo. Amo a mi familia, y ha sido muy duro estar lejos
de ellos.
—O conseguir un lugar juntas.
Mi mente se fija en Miller y en mudarme con él. Sé que es
demasiado pronto, pero no puedo evitar mis pensamientos. Cookie me
agarra del brazo y me impide caminar. Asiente hacia el pequeño
restaurante de enfrente y miro con los ojos muy abiertos.
No hay duda de que es Miller, pero lo que me sorprende es la
mujer que a la que abraza. Cuando ella ahueca sus mejillas y se
inclina, me doy la vuelta, sin querer ver más.
—No saques conclusiones precipitadas. — dice Cookie.
Es en este momento que sé cuánto me importa Miller. En tan
poco tiempo he caído duro, porque esto me pica ahora mismo. Pienso
en lo mucho que podría caer y en cómo tiene el poder de destrozarme.
—Vámonos a casa. — sugiere Cookie, y todo lo que puedo hacer
es asentir. —Podemos hacer los pasteles nosotras mismas. Será
divertido.
No estoy segura de lo que está pasando aquí, pero sé que
necesito proteger mi corazón.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 14
MILLER

No quería dejar a Pumpkin esta mañana, y me costó todo lo que


tenía para arrastrarnos a ambos a la puerta y dejarla en la casa de
sus padres. Si no fuera por nuestro encuentro con nuestros padres,
nunca me habría ido de su lado. Pero Frost y yo necesitamos terminar
con esto.
—Pareces un gato que se comió al canario. — dice Frost cuando
salgo de su casa. Necesitaba conducir hoy para poder controlar
cuándo nos íbamos y cuánto tiempo nos quedamos.
—He tenido mi ración. — respondo en ruso, y se detiene a
mirarme por un momento.
— ¿Así que la amas?— Cuando asiento, sacude la cabeza. —Eres
un tonto.
—Estás celoso. — Alejo el coche de la acera mientras mira hacia
otro lado y por la ventana.
—Terminarás siendo un viejo miserable, y no seré parte de ello.
— maldice mientras baja la ventanilla y entra el aire frío.
Espero en silencio a que saque toda su ira y veo sus manos
apretadas en su regazo.
— ¿No juramos no casarnos nunca?
—Éramos niños. — le recuerdo, pero sacude la cabeza.
—No puedo darte mi bendición.
—Sí puedes, y lo harás.
—No lo haré. — Me mira entonces cuando llego a un semáforo.
—Sí que puedes. — Hago una pausa mientras intercambiamos
una mirada que no necesita palabras. —Y lo harás.

Sotelo, gracias K. Cross


Me pone los ojos en blanco y mira hacia otro lado, pero sé que
he ganado. Frost y yo somos de la misma opinión, y sabe que esta
decisión no fue tomada a la ligera.
—No hay ningún coño que valga la pena arriesgarse. —
murmura, y me río.
—Te equivocas. — Me sonrío a mí mismo cuando un recuerdo de
Pumpkin se extiende ante mi mente. Luego recuerdo los pequeños
gemidos que hace cuando mi polla se hunde profundamente, y estoy
duro. —Su coño lo vale todo. — Me encogí de hombros mientras me
ajustaba, y él hizo un sonido irritado. —Su corazón vale mucho más
que eso.
—Suenas como un chico enamorado.
—Lo soy. — Le sonrío con fuerza y puedo ver que intenta ocultar
su risa por mi idiotez.
—La próxima vez avísame cuando tengas una fiesta de pijamas.
Cerraré mis ventanas.
—Entonces deberías invertir en bares. Se está mudando. —
Cuando me mira con los ojos abiertos, me encojo de nuevo. —Tan
pronto como se lo diga.
—No necesito los detalles.
—Oh, y vendrás a Acción de Gracias mañana con su familia.
—Yo no estuve de acuerdo con esto. — me frunce el ceño y sonrío
más.
—No tienes elección.
No responde porque ambos sabemos que vendrá conmigo. No
nos gusta estar separados mucho tiempo, y pasar unas vacaciones
separados sería triste para ambos.
— ¿Por qué no nos centramos en terminar esta reunión?— Saca
su teléfono y envía unos cuantos mensajes rápidos. —Ella dijo que nos
encontráramos en el centro.
Suspiro porque es como si nuestra madre cambiara de lugar en
el último momento. Sin duda está enojada porque no vamos a estar

Sotelo, gracias K. Cross


presentes en su celebración de Acción de Gracias, así que usa esto
como un movimiento de poder.
— ¿De qué crees que quiere hablarnos?— Pregunto, y Frost se
encoge de hombros.
—Intento no pensar en ninguno de los dos si es posible.
Pone la dirección en el GPS, y hago el giro. Manejamos en silencio
por un rato hasta que veo que la dirección, es un restaurante. Al
menos tenerlo en un lugar público facilitará las cosas. Es menos
probable que llore y se vuelva demasiado emocional.
Estaciono el auto en la acera y le envío un mensaje rápido a
Pumpkin diciéndole que la extraño. Me envía uno de inmediato, y eso
hace que mi corazón se caliente. Necesito eso ahora mismo porque
siento que estoy entrando en una batalla con mi familia.
Cuando entramos en el restaurante, veo a nuestros padres en el
bar. Es mediodía, pero ambos están tomando cócteles como si fuera
un comportamiento normal. Me muerdo la lengua mientras nos sonríe
y nos acercamos a ellos.
Ninguno de nosotros se mueve para abrazarse mientras Frost y
yo permanecemos quietos con las manos en los bolsillos.
—Chicos. — dice nuestra madre mientras sostiene su vaso con
un movimiento de alegría antes de tomar un sorbo. — ¿Quieren un
trago antes de que vayamos a nuestra mesa?
Frost sacude la cabeza, y también me niego. Nuestro padre no
habla mientras sigue a su esposa al comedor.
Puedo sentir la tensión que se cierne sobre Frost desde atrás, y
me detengo para dejar espacio entre nosotros y ellos. Me doy la vuelta
y me acerco mientras susurro: —Creo que mi Pumpkin puede estar
embarazada después de anoche. ¿Y si son gemelos?
Por un breve momento me sonríe como si todas sus
preocupaciones se hubieran olvidado. Es exactamente lo que quería
hacer, darle solo un rayo de esperanza y algo en lo que concentrarse
en vez de lo horrible que nos hace sentir el estar con ellos.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Da?— pregunta, y asiento. Junta los labios y asiente para
seguir adelante, pero sé que incluso ese pequeño pensamiento es
suficiente para levantarle el ánimo.
Tomamos nuestros asientos, e inmediatamente el camarero se
acerca con los menús y toma nuestras bebidas. Nuestros padres piden
otra ronda, y por primera vez nuestro padre nos mira.
—Te ves bien. — Solo hay un indicio de insulto a sus palabras,
así que deben haber empezado.
Pumpkin me manda un mensaje de nuevo preguntando si voy a
venir para el día de acción de gracias y respondo de inmediato. Luego
me pregunta si somos exclusivos, y quiero preguntarle si la huella de
mi polla en su coño no fue lo suficientemente dura, pero me conformo
con decirle que mataré a cualquier hombre que respire el mismo aire
que ella.
El camarero vuelve con mi agua y tomo un sorbo para distraerme
de la idea de probar lo exclusivos que somos.
Pedimos, y escojo el especial sin siquiera preguntar qué es
porque no hay forma de que pueda comer. Habla de su próxima fiesta
de Acción de Gracias, pero ni Frost ni yo confirmamos si estaremos
allí. Nuestro padre se queda callado mientras nuestra madre parlotea
sobre sus amigos en la sociedad con dinero y conexiones. Se las han
arreglado para permanecer en estos pequeños círculos ocultando sus
sucios secretos. Es una de las muchas razones por las que no
podemos ser parte de sus vidas, porque estamos atrapados en sus
relaciones tóxicas.
— ¿Por qué necesitabas esta reunión?— Le pregunto a nuestra
madre una vez que las cortesías se han eliminado.
— ¿Tienes tanta prisa por irte?— gruñe, fingiendo estar molesta.
—Dije que necesitabas comportarte de la mejor manera posible.
—Y tú dijiste que te debíamos. — Frost interviene.
Se mira las manos, y sus mejillas se ponen al rojo vivo mientras
le tiemblan los labios. Tiene este acto perfectamente bajo. —Solo pensé
que podríamos ser una familia.

Sotelo, gracias K. Cross


No necesito mirar a Frost para saber lo que siente. Los dos
estamos molestos y aun así hay una pizca de culpa. La dejamos con
este hombre y estábamos muy ansiosos por alejarnos de ambos. Él es
tóxico, pero ella es igual de mala y luego nos culpa por no quedarnos.
— ¿Y cómo te gustaría lograr eso?— Pregunto, tratando de ser
diplomático.
—Ella tiene a alguien para ti. — mi padre ofrece, y Frost y yo lo
miramos, sorprendidos.
— ¿Qué mierda?— Frost dice en ruso.
Nuestra madre toma un gran trago de su cóctel y luego agita su
mano como si no fuera gran cosa. —Sé que ustedes dos comparten
todo, así que encontré una mujer que está dispuesta a casarse con
ustedes dos.
Antes de que pueda abrir la boca, Frost se aleja de la mesa. —
Hemos terminado aquí. — Arroja su servilleta sobre la mesa y se aleja.
Miro a mi padre y luego a mi madre y sacudo la cabeza. —Tiene
razón. No tenemos nada más que discutir.
Me levanto y mi madre golpea la mesa con la mano, haciendo
sonar los platos. —No tienes respeto.
Lo que me gustaría hacer es inclinarme sobre la mesa y decirle
exactamente lo que creo que se merece, pero luego pienso en Pumpkin
y en lo que ella haría. Mostraría compasión y paciencia, y eso es algo
que nunca he hecho.
—Tu sangre ya no te une a nosotros. — Saco mi cartera y saco
un montón de billetes. Los coloco cuidadosamente entre nosotros en
la mesa mientras ella mira hacia arriba con ojos llorosos. —Esto es
algo que hemos necesitado terminar durante mucho tiempo.
—Miller…— Mi padre trata de interrumpir, pero lo silencio con
una mirada.
— ¿Nos insultas y luego esperas que nos dobleguemos a tus
deseos?— Sacudo la cabeza. —No mereces nuestra presencia, y
mucho menos nuestro afecto.
—Desagradecido. — siseó mi madre, y le sonreí con tristeza.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tal vez. — Asiento mientras meto mi cartera en la chaqueta.
—Pero seguiré siendo desagradecido y no volveré a hablarte nunca
más.
Están en silencio mientras me aparto de la mesa y salgo del
restaurante justo cuando entregan la comida. Cuando salgo, veo que
Frost se ha ido y también mi coche. Suspiro, sabiendo que se ha ido
porque necesitaba salir de allí, pero al menos podría haber esperado.
— ¡Miller!— Escucho mi nombre y me doy la vuelta para ver a
Chel acercándose.
Antes de que pueda reaccionar, me abraza con sus brazos y me
sostiene la cara. Empiezo a poner distancia entre la joven y yo que
siempre ha sido demasiado susceptible para mi gusto.
—Chel. — digo y miro alrededor como si Frost fuera a aparecer
en cualquier momento.
—Tu madre me dijo que nos encontráramos aquí, pero no
imaginé que me esperarías afuera. Siento mucho llegar tarde. Lo pasé
muy mal buscando estacionamiento.
Me lleva un segundo ponerme al día, pero cuando lo hago, estoy
furioso. Chel es la hija de alguien del círculo de mis padres. Supongo
que es la mujer que mi madre quería que mi hermano y yo
compartiéramos. ¿Somos unos perros tan bajos que solo podemos
follarnos a una mujer? La idea me revuelve el estómago cuando pienso
en compartir a Pumpkin.
—Ella está adentro. — digo mientras saco mi teléfono y marco al
número de mi chofer. Wyatt responde y dice que está en camino sin
que diga una palabra, y estoy agradecido por él.
— ¿Vienes?— Se acerca e intenta poner su mano en mi pecho,
pero esquivo el contacto.

—Nyet. — Siseo, levantando mis manos y alejándome.


No puedo hacer esto. No puedo manejar a mis padres y esta
mierda encima. Voy a matar a Frost por dejarme aquí, pero todo eso
puede esperar. Lo que necesito ahora mismo más que nada es tener a
Pumpkin en mis brazos. Cuando ella está envuelta a mí alrededor,
todo está bien con el mundo.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 15
PUMPKIN

Cookie empuja el carrito por el pasillo del supermercado, e


intento no pensar en lo que vi antes. Confío en él, así que elijo esperar
hasta escuchar toda la historia.
Ahora que sé que Miller y su hermano van a venir, quiero
asegurarme de que tenemos suficiente comida. Mi corazón se agita al
pensar en él. Dijo que tiene cosas de familia con las que lidiar, y por
mucho que no quiera dejar su lado, sé que la familia es importante,
así que sonreí y le dije que lo vería más tarde.
No puedo evitar preguntarme si podría cambiar de opinión y
cenar con su familia en su lugar. Sé que soy egoísta al querer que
venga conmigo en Acción de Gracias, pero no hay forma de que pueda
evitar la mía.
En mi mente hay una pequeña voz que se pregunta por qué no
me pidió que viniera hoy. Es una tontería porque nos conocemos desde
hace poco tiempo, pero ya le he invitado a pasar el día con mi familia.
Nuestra conexión es tan profunda que parece que lo conozco de toda
la vida.
Mamá me dijo que estaba siendo tonta pero rápidamente cedió,
diciendo que si quería conseguir comida extra entonces debería
hacerlo para no preocuparme. Me conoce bien porque me habría
estresado por tener suficiente. Además me da algo que hacer para no
obsesionarme con el momento en que Miller podría llamar o enviar un
mensaje de texto.
Miro por encima del hombro y veo al mismo hombre que vi antes.
O estoy paranoica o alguien me está siguiendo. Me estoy volviendo
paranoica porque no hay razón para que alguien me esté siguiendo.
—Creo que tienes razón en lo de conseguir más comida. Tu
hombre es grande. — dice Cookie mientras mueve las cejas. — ¿Es

Sotelo, gracias K. Cross


grande en todas partes?— La golpeé con la barra de pan francés que
recogí. —Eso es un sí.
—Cállate. — Mi cara se calienta y me pongo a pensar en las cosas
que Miller le hace a mi cuerpo. Es el único amante que he tenido, pero
en mi corazón sé que el sexo no podría ser mejor con nadie más. Es la
conexión que sentimos, o al menos la que yo siento.
—Por lo roja que se te pone la cara, no necesitas responderme.
Pongo los ojos en blanco. Es grande en todas partes, y aún me
sorprende que quepa dentro de mí. Era como si nuestros cuerpos
estuvieran hechos el uno para el otro. Sé que es una locura, pero
empiezo a pensar que es mi alma gemela. Nunca creí en todo eso del
“amor a primera vista”, pero mi mente ha cambiado rápidamente
después de conocer a Miller.
—Creo que lo tenemos todo. — afirma Cookie. Escaneo el carrito
y asiento en señal de acuerdo. —Salgamos de aquí. Quiero hacer el
pastel de queso esta noche.
Se me hace agua la boca al pensar en su pastel de queso. Es la
única cosa que puede hacer, y juro que le pone magia. Nunca le dice
a nadie la receta, así que mis pasteles de queso nunca salen bien.
Ambas nos dirigimos a la caja y veo al mismo hombre otra vez.
¿Qué diablos está pasando? Lo miro fijamente mientras embolsamos
los comestibles. Quizá esté esperando el momento adecuado para ligar
con Cookie. Los hombres siempre la adulan, pero ella nunca le da una
oportunidad a nadie.
— ¿Lo conoces?— Cookie pregunta, viéndome mirar fijamente al
tipo. Sacudo la cabeza y lo veo salir de la tienda. —Es espeluznante.
—Sí, lo es.
Me encuentro revisando detrás de mí mientras conducimos a
casa para ver si alguien nos está siguiendo. No veo nada, así que tal
vez solo era un bicho raro al que le gustaba mirar.
— ¿Compraron toda la tienda?— mi mamá se ríe mientras
traemos todas las bolsas.

Sotelo, gracias K. Cross


—En realidad busqué algunas comidas populares de Rusia e iba
a probarlas. Pelmeni es como una especie de bollo de masa y quiero
probar a hacer un sharlotka. Es como un pastel de manzana.
—Está en el fondo. — le dice Cookie a mamá.
— ¿Qué? Quiero que se sientan bienvenidos, eso es todo. — Es
la verdad. De nuevo, sé que estoy loca, pero si esto es lo que creo que
es, entonces Miller va a estar por aquí para siempre. No es que esté
lista para decirle eso, porque probablemente correría por las colinas.
¿No le temen los hombres al compromiso?
¿Estoy mezclando el amor con lujuria? No importa. Por ahora no
creo que Miller vaya a ninguna parte. Podemos tomarnos las cosas con
calma si lo desea, pero no estoy segura de cuánto tiempo podemos ir
despacio si no usa protección.
—He decidido que voy a dejar mi trabajo. — digo de golpe, y tanto
mamá como Cookie se quedan ahí paradas con cara de sorpresa por
un minuto antes de que prácticamente estallen de felicidad. Ambas
me abrazan tan fuerte que casi no puedo respirar. —Estaban tan
emocionadas cuando acepté el trabajo. — digo, fingiendo estar
enojada.
—Quería que siguieras tus sueños. — dice mi madre y luego me
abraza de nuevo. Por supuesto que lo hizo.
—Gracias. — La beso en la mejilla.
—Me está empezando a gustar este tipo Miller si tiene a Pumpkin
viniendo a casa. — dice Cookie.
—He estado pensando en ello durante un tiempo. — admito.
— ¿Te acaba de dar el empujón final?— Cookie pregunta, y
asiento.
Nos ponemos a trabajar preparando la comida para mañana, y
un poco más tarde mi teléfono suena. Lo agarro tan rápido que Cookie
se ríe a carcajadas, pero la ignoro mientras paso a ver lo que envió.
Miller: Te he echado de menos. Ven a pasar la noche conmigo.
Me muerdo el labio, tentada de hacerlo, pero todavía hay mucho
que hacer.

Sotelo, gracias K. Cross


Miller: Hay cosas que tenemos que discutir.
Se me cae el estómago. —Eso nunca es una buena señal. — dice
Cookie a mi lado, y le doy un codazo a mi hermana por leer mis textos
sobre mi hombro.
Yo: ¿Podemos hablar de ellas mañana cuando vengas para Acción de Gracias?
—Oh, buena decisión. Si quisiera terminarlo, no vendría para
Acción de Gracias.
—Eso es lo que también estaba pensando. — admito mientras
espero que me devuelva el mensaje.

Miller: Estoy al frente.


Bueno, supongo que eso responde a esa pregunta. Me muerdo el
interior del labio, preocupada por lo que quiere hablar.
—Ve a hablar con él. — empuja Cookie.
Me lavo las manos y me quito el delantal antes de ir a la puerta.
Cuando la abro, veo un coche negro parqueado frente a la casa, y
Miller sale y me abre la puerta. Cuando me deslizo, veo que ya tiene
la separación levantada, así que el conductor no puede oírnos ni
vernos. Cuando entra después de mí, cierra la puerta tras él e
inmediatamente me pone en su regazo.
—Joder, te he echado de menos.
Con esas palabras sé que no está rompiendo nada, y me siento
aliviada. Condujo hasta aquí para tener unos momentos robados
conmigo porque me echaba mucho de menos. Su boca está sobre mí,
y luego siento que el coche se mueve. No pregunto a dónde vamos,
porque solo puedo pensar en la boca de Miller sobre mi cuerpo. En
segundos me quita los pantalones y me mueve a horcajadas en su
regazo. Me besa mientras libera su polla y luego me llena de un fuerte
empujón. Emite un fuerte gemido mientras me aprieto a su alrededor,
sin darse cuenta de lo mucho que necesitaba esta conexión.
—Siempre estás tan mojada para mí.
No se equivoca. En el momento en que lo vi, mi emoción comenzó
a extenderse. Y ahora mismo podría estar encima de él, pero Miller
tiene el control. Sus manos en mis caderas me levantan y me bajan en

Sotelo, gracias K. Cross


su grueso e hinchado cuerpo. Es imposiblemente más grande que
antes, y con cada empujón juro que está creciendo. Dice algo en ruso,
y aunque no lo entiendo, suena tan caliente que lo aprieto y lo aplasto.
—Juega con tu clítoris, Krasota. — Hago lo que me dice, ya tan
cerca de mi orgasmo. —Dame tu placer. — me ordena, y me deshago
en sus brazos.
Su cálida liberación se derrama dentro de mí, y estimula mi
orgasmo con más fuerza. Sentirlo correrse dentro de mí es tan caliente
que lo empujo para que no pueda escapar. Descanso mi cabeza en su
hombro, tratando de recuperar el aliento mientras su pulso hace que
las réplicas me atraviesen.
—Te extrañé. — le digo.
—Yo también te extrañé. — Juega con mi pelo. —Hueles a
dulces.
—Me he estado preparando para mañana. Es por eso que no
puedo quedarme contigo esta noche. — Por mucho que quiera, quiero
que mañana sea perfecto.
— ¿Pero, mañana por la noche?— La mano que tiene en mi pelo
se aprieta. —No me gusta compartir.
—Soy toda tuya.
—Ya eres toda mía. — dice contra mi garganta, y sonrío.
Cuando me acurruco en su pecho, me doy cuenta de que huele
diferente. Hay un ligero olor a perfume y no me gusta. Pienso en la
mujer con la que lo vi hoy temprano y estoy cerca de decir algo al
respecto. Pero cuando me recuesto y lo miro a los ojos, sé que no es
culpa lo que veo, sino tristeza y necesidad.
— ¿Cómo ha ido todo hoy?— He decidido confiar en Miller, y sé
que lo que sea que haya sido, no es lo que parecía, y dejaré que me lo
diga cuando esté listo.
—Vi a mi madre y a mi padre. Nunca cambiarán. — Su voz está
resignada, y supongo que por eso parecía triste.
—Lo siento. — No quiero pensar en no tener a mis padres, y me
duele el corazón por él.

Sotelo, gracias K. Cross


—No lo lamentes. Los dejé ir hace mucho tiempo. Frost y yo
sentimos que les debíamos una reunión hoy, pero es la misma mierda.
—Siempre tendrás a Frost, y algún día podrás formar tu propia
familia.
Una sonrisa malvada cruza sus labios, y por lo que sé podría
estar embarazada ahora mismo. Ninguno de los dos lo dice en voz alta,
pero sé que los dos lo pensamos.
—Haré mi familia dentro de ti, Krasota, pero por esta noche te
dejaré ir.
Suelta su mano a mi alrededor y lentamente saca su polla. Me
quejo de la pérdida, pero me ayuda a arreglar mi ropa y me besa todo
el tiempo. Cuando abre la puerta del coche, veo que estamos de vuelta
en mi casa. Se inclina y me da un último beso mientras roza su nariz
con la mía.
—Esta será la última noche que duermo sin ti.
Lo miro fijamente en shock, sin saber qué decir. ¿Está diciendo
que me voy a mudar con él?
—Ve adentro. Tu madre y tu hermana te están mirando.
Me río mientras suelto su mano y entro. Cuando miro por encima
del hombro, le veo entrar en el coche y luego veo como el coche se
aleja. Dios, ¿de verdad acabamos de tener un polvo en el coche?
Cuando entro, me detengo cuando veo un sobre en el suelo frente
a la puerta. A alguien se le debe haber caído cuando trajo el correo. Lo
recojo, pero cuando lo doy vuelta solo dice mi nombre en él.
— ¿Qué es eso?— Cookie pregunta cuando me ve abrirlo.
—Alguien lo dejó en la puerta. — Miramos las fotos y es de una
hermosa mujer con las manos sobre Miller.
— ¿Es esa la mujer con la que lo vimos antes?— Cookie
pregunta, y asiento en silencio.
Detrás de la foto hay una invitación de compromiso y mientras
la leo, creo que voy a vomitar.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 16
MILLER

—Me dejaste. — le digo a Frost mientras entro a su casa y me


siento en el sofá frente a él.
—No tenía nada más que decir. — Se encoge de hombros
mientras toma otro trago de vodka en su vaso.
Un momento de silencio pasa entre nosotros y luego suspiro. —
Estamos cortando el contacto con ellos.
Asiente mientras coloca su vaso vacío en la mesa y lo llena de
nuevo. —Por esta noche deseo olvidar.
Esa fue la razón por la que fui a Pumpkin. Quería perderme en
ella y olvidar nuestro pasado. Quería perderme en su cuerpo, y ella
me había acogido. Se abrió a mi polla y a mi corazón mientras la usaba
como bálsamo para mis dolores. Incluso ahora, ni un momento
después de haberla dejado, la anhelo una vez más.
— ¿Te casarás con esta mujer?— Frost pregunta, leyendo mis
pensamientos.
—Da, a su tiempo. — Me siento y coloco mi brazo en la parte de
atrás del sofá. —Pero primero me gustaría que quedara embarazada.
— ¿Por qué?
—Un papel no es nada. — Agito una mano despectivamente. —
Le haré mis votos, pero mi hijo en su cuerpo es el lazo irrompible.
—No hay ninguna mujer a la que quiera estar atado. — Frost
inclina su vaso y le sonrío.
—Todavía.
—Nunca. — Sacude la cabeza. —No haré lo que nos hicieron.
— ¿Y crees que lo haré?— Me mira y aunque puedo leer sus
pensamientos, los dice en voz alta.

Sotelo, gracias K. Cross


—No, pero tú eres más fuerte que yo.
—Te equivocas.
Se queda en silencio para cerrar el tema, y lo permito. Frost es
tan frío como su nombre, y si realmente se calla, entonces no hay
vuelta atrás. Pero sentiría pena por él si cerrara su corazón a lo que
podría tener. A lo que siento por Pumpkin.
— ¿Quieres saber a quién pensó nuestra madre que debería ser
nuestra novia?— Pregunto, sacándole una sonrisa.
— ¿Te lo dijo?— Frost no puede evitar ser curioso.
—Ella apareció, tarde por supuesto. — Cuando él ladea la cabeza
a un lado expectante, decido decírselo. —Chel.
Ladra una risa tan fuerte que nos sorprende a los dos. —Estás
bromeando.

—Nyet. — Sacudo la cabeza.


Frost se calma después de un momento y luego me mira a los
ojos. —Tengo la sensación de que no ha terminado. — Asiento de
acuerdo. —Deberías vigilar de cerca a Pumpkin.
Aprieto la mandíbula porque no se equivoca. No hay muchas
cosas que nuestros padres no harían para conseguir lo que quieren.
Especialmente si alguien se interpone en el camino de eso. Pienso en
lo que podrían hacer, y ese pensamiento me revuelve el estómago.
Sacando mi teléfono, le envío un mensaje rápido a Pumpkin
diciéndole que la echo de menos, y quiero llamarla esta noche para
poder escuchar su voz. No me responde enseguida, pero asumo que
está ocupada, y trato de ser paciente.
Llaman a la puerta y Frost frunce el ceño cuando se levanta del
sofá. —Sabía que esto pasaría.
Ambos vamos a la puerta principal, y cuando la abre nuestra
madre está allí sola. Miro detrás de ella hacia la limusina, pero no hay
nadie más aparte del conductor.
—No está conmigo. — dice en voz baja, pero ni Frost ni yo nos
movemos.

Sotelo, gracias K. Cross


—No eres bienvenida aquí. — dice él.
—Tú siempre fuiste la cruel. — le sisea, y cuando él se acerca a
ella, bloqueo su camino.
— ¿Qué es lo que quieres? Sabías que venir aquí solo nos
molestaría.
—Solo vine a disculparme. Supongo que malinterpreté la
relación. — Se mueve entre nosotros como si fuéramos extraños para
ella. —Pero Chel está más que dispuesta a hacer excepciones. —
Nuestra madre sonríe mientras se encoge de hombros. —Pero parecía
tan ansiosa por tener ambas cosas.
— ¿Qué te pasa?— Quiero gritarle, pero su pequeño porte y sus
modales asustadizos me hacen mantener la calma. —Nos estás
vendiendo como ganado por el bien de tu estatus social.
—Los matrimonios arreglados son comunes en nuestra cultura.
— silba y luego nos mira por encima del hombro. —Ambos son
mimados.
Desearía que hubiera una forma de llegar a ella, pero sé que no
puede haberla. —Tú tomaste la decisión de quedarte con él. — La
nivelo con una mirada, y por una vez no responde. —Intentamos que
lo dejaras, pero te quedaste y nos culpaste. — Frost me agarra del
hombro para detenerme, pero hay que decirlo. —Fuiste una madre
terrible, y tuvimos éxito a pesar de ti.
—Miller…— comienza, pero la interrumpo.
—No te saldrás con la tuya en esto. No me importa lo que hagas,
no nos harás doblar.
Hay una larga pausa, y la sonrisa que veo en el borde de sus
labios me da escalofríos en la espalda.
—Ya veremos. — Con eso, sale del porche y entra en silencio en
la limusina que la espera.
Frost y yo la miramos fijamente durante mucho tiempo antes de
que cierre la puerta y me mire. — ¿Y ahora qué?

Sotelo, gracias K. Cross


Mientras saco mi teléfono y envío otro mensaje a Pumpkin, el
terror me llena el estómago. Todavía no hay respuesta de ella, pero
tengo que confiar en que si hubiera un problema, me lo diría.
—Tratamos de pasar la noche.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 17
PUMPKIN

Veo mi teléfono encenderse, y zumba en mi mesita de noche. He


pasado de llorar a estar enojada, y ahora me pregunto si estuvo con
ella esta noche. ¿Saltó a la oportunidad de estar con ella después de
que le dije que no podía pasar la noche con él? No entiendo nada de
esto. Cuando me dejó ir, casi dijo que nos mudaríamos juntos.
Esto sucedió tan rápido que puede haber lados de Miller que no
conozco. ¿Soy la amante? Actuó como si quisiera casarse conmigo,
pero tal vez yo sea la aventura. La idea de que él esté con otra mujer
me hace mal al estómago. Demonios, me hace sentir mal cuando
pienso en mí misma estando con otro hombre. Supongo que el sexo es
diferente para él.
Cookie entra en mi habitación y se sienta al lado de la cama. —
Deberías hablar con él. — Agarra mi teléfono y lee su texto. —Te
extraña.
Maldita sea, ¿por qué se me llenan los ojos de lágrimas otra vez?
Estaba segura de que ya había pasado la etapa del llanto.
—Si no dices algo o respondes, va a aparecer aquí. — tiene razón.
— ¿Quieres que duerma contigo esta noche?— bromea.
De niñas siempre nos colábamos en las habitaciones de la otra
para susurrar hasta tarde en la noche. Siempre hemos estado unidas
y no hemos pasado por una fase en nuestra adolescencia en la que no
nos gustáramos.
—Le enviaré un mensaje de texto. — Le quito el teléfono de la
mano. —Si aparece aquí y me pone las manos encima, olvidaré por
qué estoy molesta. Ese hombre me ha hechizado o algo así.
—Creo que eso es amor, Pumpkin. Estás enamorada de él.
Tiene razón, y me duele el corazón. La forma en que me tocó y
las cosas dulces que dijo no tienen sentido cuando pienso en él

Sotelo, gracias K. Cross


estando con otra persona. No puedo entenderlo y empiezo a ver por
qué mi hermana se niega a tener citas. Me da un abrazo gigante y
luego me deja enviar mi texto.
Debato si debo llamar, pero me acobardo rápidamente y voy con
un texto. No puedo evitar releer todos los mensajes que nos hemos
enviado, lo que hace que lo eche más de menos.
Yo: Después de pensarlo mucho, creo que deberíamos terminar las cosas. No
estoy lista para una relación.
Cuando presiono enviar, veo que la marca de tiempo cambia
para mostrar que ha leído el mensaje. Miro fijamente la pantalla
esperando que diga algo, pero no lo hace. Después de cinco minutos,
dejo caer mi teléfono en la cama y cierro los ojos. ¿Qué demonios?
Ni siquiera preguntó por qué, lo que me molesta. Probablemente
no pueda responder porque está con la rubia de la foto. Era hermosa
y parecía una mujer que le quedaba perfectamente en el brazo.
Me levanto de la cama y bajo a hacer chocolate caliente. Todos
los demás ya están en la cama, así que busco malvaviscos en el
armario tan silenciosamente como puedo. Cuando me doy la vuelta,
una mano baja sobre mi boca y grito contra ella hasta que me doy
cuenta de que es Miller. Está parado sobre mí con el ceño fruncido, y
me pregunto cómo diablos llegó tan rápido... y entró en mi casa.
Lentamente deja caer su mano de mi boca. —No quiero despertar
a todo el mundo.
— ¿Cómo has entrado aquí?— Le siseo. — ¿Y por qué tienes que
ser tan guapo todo el tiempo?— Es mi turno de fruncir el ceño
mientras le doy con la bolsa de malvaviscos.
Quiero desesperadamente saltar a sus brazos y besarlo, pero no
puedo.
—Krasota, ¿crees que puedes romper conmigo por un mensaje de
texto?— Se ríe mucho, como si fuera una broma. —Apuesto a que
nuestro bebé ya está dentro de ti. No hay forma de escapar de mí.
Mi boca se abre cuando una mano protectora va hacia mi
estómago. No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que Miller
me levanta y me ruega que pare. Sollozo y entierro mi cara en su cuello

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mientras respiro su esencia. Esta vez no huelo a nadie más en él, y
me pregunto si sería horrible tener una última noche con él.
—Da un paseo conmigo. — Antes de que pueda responder, sale
por la puerta trasera de mi casa y me lleva con él.
—Sé lo que pasa cuando terminamos juntos en autos. — le digo,
mirándolo fijamente.
Sus cejas se arrugan mientras me mira. Se ve tan confundido
como yo cuando vi esas fotos y el anuncio de compromiso.
Me pone en su regazo, y sé que debería pelear con él, pero no lo
hago. Roza su boca contra la mía y le devuelvo el beso. Mi cuerpo es
un traidor mientras sus dedos se clavan en mi pelo y el beso se vuelve
posesivo.

—Nunca te dejaré ir, Krasota.


—No quiero que me dejes ir. — Pero sí quiero ser su única.
— ¿Entonces por qué me enviaste un mensaje de texto con esas
cosas?— Su acento es más marcado ahora, como cuando hacemos el
amor.
Descanso mi cabeza en su hombro, sintiéndome cansada. Su
mano se desliza en mis pantalones cortos de seda mientras su otra
mano serpentea para sostener mi pecho. Su pulgar juega con mi pezón
y mi cuerpo se derrite para él.
—Krasota, siempre estás mojada para mí.
No tengo vergüenza cuando se trata de él mientras me balanceo
contra sus dedos. Lo deseo tanto que cuando los desliza dentro de mí,
mis caderas se mecen hacia adelante. Su pulgar roza mi clítoris, y
desearía que fuera su polla.
—Miller. — Siento que el orgasmo viene cuando mi sexo se
abraza a su dedo. Con solo unos pocos golpes rápidos, me deshago en
sus brazos y muerdo su cuello al mismo tiempo. Es tan difícil que me
pregunto si inconscientemente lo estoy marcando.
Cuando termina, no me muevo y cierro los ojos. Escucho el
sonido de su corazón latiendo mientras lo inhalo, y saca sus dedos de

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mí. Instantáneamente quiero más porque soy codiciosa y sé que nunca
podré compartirlo.
—Te amo. — le digo. —Me has hecho enamorarme de ti. — Sale
como una acusación, y me abraza más fuerte.
—Yo también te amo, mi Krasota.
Sacudo la cabeza y me siento para mirarle a los ojos. —No encajo
en tu mundo, y nunca funcionará. Deberíamos terminar las cosas
antes de encariñarnos aún más.
—Nunca te dejaré ir. — gruñe. —No me importa lo que cueste,
pero me perteneces.
—Te vas a casar.

—Da. — dice, confirmando la invitación.


—Necesito entrar. Tengo que levantarme temprano. — Ahora
quiero salir de este coche.

—No te dejaré ir, Krasota.


— ¿Qué hiciste hoy?— Pregunto, la ira se enciende dentro de mí.
—Te lo dije. Me reuní con mis padres. — Me da una mirada
confusa.
— ¿Algo más?— Presiono por más.
—Fui a casa de mi hermano para ver cómo estaba. Nuestra
reunión con ellos no fue bien.
No me lo va a decir, así que me inclino y lo beso suavemente por
última vez. Me deslizo de su regazo y abro la puerta del coche
rápidamente antes de que me agarre de nuevo.
Dijo que me amaba, pero está claro que Miller puede mentir sin
dudarlo. También está claro que no solo me pertenece, así que tengo
que dejarlo ir.
Salto del coche y corro hacia la casa, pero solo doy unos pasos
antes de sentir las manos de Miller en mis caderas y luego soy arrojada
sobre su hombro.
—Aún no hemos terminado. — gruñe y vuelve al coche.

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Trato de alejarme de él, pero me pega fuerte en el trasero. —
Suéltame, imbécil infiel.
Me mete en el coche, y oigo que las cerraduras se activan cuando
el coche arranca. Ahora veo que Miller no estaba bromeando sobre no
dejarme ir.
La mirada en sus ojos me dice que no se detendrá hasta que sea
dueño de cada parte de mí.

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Capítulo 18
MILLER

— ¿Imbécil infiel?— Ladro cuando Pumpkin se aleja de mí y


cruza sus brazos sobre su pecho.
—Lo sé todo sobre ella. — Olfatea, pero todavía no me mira a los
ojos.
Dejo escapar un torrente de maldiciones en ruso porque no
consigo que mi boca se ponga al día con mi traducción. —Explica. —
es todo lo que puedo decir con calma mientras me acerco a ella.
—La mujer con la que te vi. — Cuando finalmente vuelve los ojos
hacia mí, están llenos de ira y lágrimas. —Alguien tuvo la amabilidad
de enviar el anuncio de compromiso.
—Es una mentira. — siseo, rechinando los dientes. Voy a
quemar la casa de mi madre hasta los cimientos por haber molestado
a Pumpkin de esta manera.
— ¿Cómo puedo saberlo?— Su grito termina en un quejido
mientras se desploma en el asiento.
Cuando la tiro hacia mí, comienza a llorar más fuerte, y le ruego
que se detenga.
—No, no puedes llorar. — La sujeto con más fuerza y le entierro
la cara en el cuello. —Me estás rompiendo el corazón.
—Dios, Miller, ¿cómo está pasando esto?— Me mira y me
suplica: —Ni siquiera te conozco todavía, pero fue amor a primera
vista. Creí que era esto y que tú eras el indicado.
—Lo soy. — Me paso una mano frustrada por el pelo. — ¿Quién
estaba en el anuncio?
Parpadea unas cuantas veces y se pone sobria como si lo
pensara. —Alguien llamado Chel.

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Vuelvo a maldecir en ruso y sacudo la cabeza. —No es real, es
una mentira.
— ¿Qué?— Sus cejas se juntan mientras se inclina un poco hacia
atrás.
—Es mi madre, Krasota. — Entierro mi cara en mis manos y siento
que me toca la espalda. —Siento mucho que te haya hecho esto. —
Respiro profundamente y trato de pensar en la mejor manera de
explicar esto. —Es una mujer malvada y egoísta. No se detendría ante
nada para tener lo que quiere. Y eso ciertamente incluye interponerse
en el camino de la mujer que amo.
Agarro su rostro entre mis manos y acaricio su labio con el
pulgar.
—Tenías razón, fue amor a primera vista. Eres mi alma gemela,
Pumpkin. No sabía que te estaba buscando, pero aquí estás.
— ¿Por qué una madre haría eso?
—Creo que está rota por dentro. Es una víctima de abuso, pero
no puede dejar a nuestro padre. Intentamos muchas veces ayudarla a
irse, pero ha elegido quedarse. — Me encogí de hombros en derrota.
—Ha intentado todo para manipularnos, incluso hoy.
—Te vi con una joven rubia hoy. — mira a su regazo, y la obligo
a que se encuentre con mi mirada.
—Mi madre llevó a Chel allí como parte de un matrimonio
arreglado con Frost y conmigo.
Eso la hace detenerse e inclina la cabeza hacia un lado. — ¿Con
los dos?
—Da. — Pongo los ojos en blanco porque me da vergüenza
admitirlo. —Chel me rodeó con sus brazos antes de que pudiera
alejarme. Me tomó por sorpresa, pero su tacto me repugnó. — Me
inclino hacia la mano de Pumpkin y cierro los ojos. —Solo hay una
mujer que me tocará mientras viva.
— ¿Así que todo esto fue solo un malentendido?
Abro los ojos para ver que se muerde el labio inferior. —Con el
tiempo aprenderemos a hablar con el corazón abierto para que no

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haya nada que no se diga. — Le doy un suave beso en los labios y
luego la miro a los ojos una vez más. —Pero tenemos toda nuestra vida
para hacer eso. Hasta entonces, podemos tropezar, pero siempre
juntos. ¿Da?

—Da. — está de acuerdo y sonríe mientras me rodea con sus


brazos.
—Sabes lo difícil que me resulta cuando me hablas en ruso.
Se inclina cerca de mi oreja y lame antes de susurrar. —Ty mne
nuzhen.
Mi cuerpo se endurece y mis manos van a su culo mientras la
aplasto en mi polla. — ¿Me necesitas?
—Da. — dice otra vez, y tengo que cerrar los ojos y pedirle a Dios
control.
—No quiero volver a follarte en un coche. Déjame ir a tu cama
esta noche.
— ¿En la casa de mis padres?— Sus ojos se abren de par en par,
pero veo curiosidad allí.
—Sé que tienes mucho que hacer por la mañana. Permíteme
despertarte con la lengua entre tus labios. — Ahueco su coño con mi
mano y lo aprieto.
Gime y se mece en él.
—Bien. — susurra, sus párpados se vuelven pesados.
Llamo al conductor y nos volvemos hacia su casa. Rápidamente
salimos del coche y nos colamos en su casa a través de la cocina y
subimos las escaleras. La casa es modesta, pero parece que hay amor
en cada rincón. Los libros apilados junto a una silla, las mantas en el
sofá, y los juegos de mesa cercanos que parecen viejos y gastados.
Esta casa era un lugar para que los niños se sintieran seguros y
rieran. Ese es el hogar que quiero tener con Pumpkin.
—Aquí dentro. — susurra mientras entramos en su habitación y
cierra la puerta tras nosotros. Empuja el pequeño candado, pero la
veo mirándolo por un segundo antes de agarrar la silla de madera

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cercana y colocarla debajo. —Lo siento, mi hermana es una
entrometida.
Le sonrío, y luego Pumpkin salta a mis brazos, y caigo de
espaldas sobre la cama. Los resortes gimen y crujen en protesta, y
pone una mano sobre mi boca para sofocar una risa.
—Shh, despertarás a mis padres. — susurra.
—Entonces te tomaré en el suelo. — La beso, y cuando se abre
para mí, toco su lengua con la mía.
Me levanto de la cama y la pongo de pie cuando empiezo a tirar
de su pijama. Sus manos empujan mi traje, y luego alcanza mi
cinturón mientras nos desvestimos apresuradamente.
—Después de que te tenga la primera vez, hablaremos. — Espero
hasta que asiente. —Nunca habrá secretos entre nosotros, Krasota.
¿Da?

—Da. — repite, palmeando mi polla y apretándola con ambas


manos.
Maldigo mientras me arrodillo frente a ella y la acerco a mi cara.
Lamo entre sus piernas y ella me las abre para que pueda darme un
festín con su coño. Está húmedo y cálido, y mi polla gotea para estar
dentro de ella. Intenta estar tranquila, pero sus pequeños gemidos me
complacen, y sigo burlándome de ella.
Cuando está justo en el borde, me tumbo en el suelo y extiendo
mis manos para ayudarla a sentarse a horcajadas sobre mí.
Lentamente pone sus pies a cada lado de mi cintura y se baja sobre
mi polla en espera. Está erguida, por lo que se desliza hacia abajo con
facilidad y aprieto sus caderas. La aplasto sobre mí donde sé que su
clítoris lo necesita más, y se inclina sobre mí.
—Entierra tu cara en mi pecho. — susurro, y lo hace. —Te daré
lo que necesitas.
Planto mis pies y empujo dentro de ella desde abajo mientras su
coño me aprieta. Siento sus dientes en mi pecho, y acojo el dolor
mientras me marca como suyo. Mis manos se aprietan en su trasero
mientras me empujo más rápido y más fuerte. El suelo gime debajo de
nosotros, pero estoy demasiado lejos para detenerme ahora.

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—Mía. — gruño mientras la necesidad posesiva se apodera de
mí.
—Tuya. — responde mientras se tensa y luego cae en éxtasis.
—Te amo. — digo a través de los dientes apretados, y su orgasmo
estimula el mío. Me corro dentro de ella mientras las paredes de su
coño me ordeñan. Mis ojos se cierran con fuerza, y me mantengo
dentro de ella, dejando que la naturaleza se haga cargo y dándole todo
lo que tengo.
Después de eso, pasan largos momentos en los que nos
quedamos exactamente en esta posición. Beso su cuello y su hombro
y todos los lugares a los que puedo llegar sin moverme de aquí. No
estoy listo para perder su calor, y ella tampoco tiene prisa por liberarse
de mí.
—Antes, cuando estaba disgustada...— empieza y se inclina para
mirarme.

— ¿Da?— Pregunto, esperando su significado.


—Dije que te ibas a casar y dijiste que sí. ¿Por qué dijiste que sí
si no era verdad?
Una sonrisa se extiende por mi cara mientras la beso
suavemente. —Porque eres mi novia, Krasota.
—Oh. — Eso es todo lo que dice antes de acurrucarse y tararear
felizmente.

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Capítulo 19
PUMPKIN

Solté un pequeño gemido, y la mano de Miller me cubrió la boca


para silenciarme. La usaba para jugar con mis pezones, y odio la
pérdida de eso. Pero con su mano en mi boca, hay un borde de
excitación que podrían atraparnos. Estoy en la cama de mi infancia
con un gran ruso detrás de mí que está haciendo cosas sucias a mi
cuerpo.
Mis piernas están entrelazadas con las suyas mientras empuja
profundamente. Está usando su otra mano para jugar con mi clítoris,
y aunque estoy tratando de evitar el orgasmo, es inútil. Mi sexo se
abraza alrededor de su polla, y siento su cálido semen pulsando dentro
de mí. Esa sensación me excita, y los dos nos corremos juntos.
Nunca debí haber dudado de Miller. La forma en que me trata y
se preocupa por mí es verdadera, y no cometeré ese error de nuevo. La
próxima vez iré directamente a él y le preguntaré, porque confío en
que siempre será honesto conmigo.
—Eres una bruja con tu coño, Krasota. No puedo controlar mi
polla cuando tu coño se aprieta a mí alrededor. — Me besa el cuello
mientras mueve su mano de mi boca, y me doy la vuelta para poder
enfrentarlo.
—Quiero despertarme así el resto de mi vida.
—Lo harás. — dice, y es una promesa.
Sus dedos juegan con mi cabello por unos momentos, pero luego
se mueve de la cama. Por un segundo creo que se va a vestir, pero
luego se arrodilla al lado de la cama y me abre las piernas.
—Te dije que así es como te despertaría, pero no pude evitarlo.
— Voy a decirle que no importa, pero me entierra la cara en el coño
antes de que pueda decir una palabra.

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Cuando siento dos dedos grandes empujando dentro, me aprieto
a su alrededor. Luego, cuando lo hace de nuevo, creo que trata de
asegurarse de que cada gota de su semen se quede dentro de donde lo
puso. Con ese pensamiento y él chupando mi clítoris en su boca, estoy
acabada. Puse mi propia mano sobre mi boca esta vez mientras llegaba
al clímax. Es caliente y rápido, y después me quedo tirada sin aliento.
Miller besa el interior de cada uno de mis muslos antes de ponerse de
pie completamente desnudo con su larga y gruesa polla dura como el
acero. Se me hace agua la boca cuando veo que su necesidad gotea
desde el final, y justo cuando me levanto para cogerlo en mis manos,
oigo un ruido.
— ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué está cerrada la puerta?— Mis
ojos se abren de par en par y salto de la cama mientras Miller sonríe
como el diablo.
—Vístete. — le siseo, pero ya está buscando su ropa y se pone
los calzoncillos perezosamente.
—Me estoy vistiendo. — grito, fingiendo no estar todavía en la
dicha orgásmica.
— ¿En serio?— Puedo oírla poner los ojos en blanco mientras
vuelve a girar la perilla.
—Métete en el armario. — le susurro a Miller, empujándolo hacia
ahí.
— ¿Crees que me voy a esconder en un armario?— se ríe.
— ¿Por mí?— Le suplico, y su cara se suaviza.
—Por ti. — acepta, besándome la punta de la nariz, y luego va y
se esconde. Aprieto mi bata a mí alrededor y le abro la puerta a mi
hermana.
—Bajaré en un segundo. — digo, y estrecha sus ojos hacia mí.
—Papá lo va a matar. — susurra. —Tu habitación huele a sexo.
— Quiero preguntarle cómo sabe a qué huele el sexo, pero luego
recuerdo que encontró a su novio infiel en el acto.
—Entretenlos por mí. — le ruego en voz baja. Vacila por un
momento pero luego cede.

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—Bien, pero tú vas a lavar los platos. — dice, luego se da la
vuelta y baja las escaleras.
Corro al armario y abro las puertas. — ¿Y ahora qué?— Miller
me da una sonrisa juguetona.
—Sales por la ventana. — Me levanta las cejas. —Lo hacen en
las películas. — señalo.
—Bien, Krasota. Tengo que ir a buscar a Frost. Voy a tener que
arrastrarlo hasta aquí. — Me besa por última vez antes de que me
acerque a mi ventana y la abra. Se abre paso y salta fácilmente como
si no fuera nada.
—Te amo. — le digo, y no puedo evitar sonreír porque me
recuerda a un libro de romance o a una película Hallmark.
Cierro la ventana y me recompongo rápidamente antes de bajar
corriendo al trabajo. Afortunadamente mis padres no parecen notar
que algo anda mal esta mañana, y Cookie lo mantiene en secreto.
El tiempo pasa volando mientras cocinamos y reímos, así que
cuando oigo el timbre, corro hacia la puerta.
Anoche nos quedamos hasta tarde hablando, y me contó más
sobre sus padres. Después de todo eso, sabía que hoy sería perfecto.
Quiero que vean de qué se trata el Día de Acción de Gracias y le den
la bienvenida a él y a Frost a nuestra familia. Con toda esta charla
sobre el matrimonio, esta será su familia también, y es importante
para nosotros compartir esto.
Abro la puerta y lo primero que veo es a Frost aburrido. Pero mi
hombre me sonríe mientras se inclina para besarme, y no puedo creer
cuánto lo extrañé en tan poco tiempo.
Mi padre se aclara la garganta, y rápidamente me alejo de Miller.
Les presento a todos, pero papá está mirando fijamente a Miller.
— ¿Por qué no le traes un trago a Frost? Miller y yo vamos a
tener una rápida charla en el porche. — dice mi padre, y rápidamente
me estoy de acuerdo.
—Está bien. — No estoy preocupada en lo más mínimo porque
Miller luchará por mantenerme y solo eso hará que mi padre vea lo
que significo para él.

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Llevo a Frost a la sala de estar, y suspira mientras cae en el sofá.
Si fuera Navidad, lo llamaría el Grinch.
— ¿Puedo ofrecerte algo de beber?— Pregunto.
—Vodka.
—Bieeeeen. — digo lentamente. —Podríamos tomar eso. — Me
dirijo a la cocina y encuentro una botella en la nevera. —Para Frost.
— digo antes de que mamá o Cookie puedan preguntar. — ¿Puedes
llevársela, Cookie? Necesito revisar el pan.
Es lo único que se me ocurre para que salga y se encuentre con
él a solas.
—Lo que sea. — pone los ojos en blanco y ve a través de mi
mierda.
Cuando sale de la cocina, mi padre y Miller entran. Los dos están
sonriendo, y estoy tan feliz que me apresuro a ir hacia Miller y poner
mis brazos alrededor de su cintura. Saluda a mi madre, y charlan un
poco mientras siento que me besa la cabeza.
— ¿Huelo a Pelmeni?— pregunta, y me inclino hacia atrás para
mirarlo.
—Espero haberlo hecho bien.

—Eres demasiado buena para mí, Krasota.


Empezamos a poner los platos en la mesa, y Frost entra. Sus
ojos se estrechan sobre Cookie mientras observa todo lo que hace. Ella
finge que no está ahí, lo que creo que puede estar volviéndolo loco.
Cuando le decimos a todos que la cena está lista, Frost se asegura de
sentarse al lado de mi hermana.
—Sé lo que haces, Krasota. — me susurra Miller al oído antes de
besarme la mejilla. Me encogí de hombros, pensando que mi plan está
funcionando.
Todos nos sentamos y estamos a punto de empezar a servir la
cena cuando Miller se levanta de la mesa. Lo miro, insegura de lo que
está haciendo mientras cae sobre una rodilla. Mis ojos se llenan de
lágrimas cuando me doy cuenta de que esto es todo.

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—Eres lo más grande que me ha pasado, Pumpkin. Te casarás
conmigo.
Una risa burbujea dentro de mí a su demanda, pero ese es mi
Miller. Parte de la razón por la que estoy tan enamorada de él es
porque va por lo que quiere, y me quiere a mí. Saco mi mano mientras
él me pone el anillo. El día de Acción de Gracias no podría ser más
perfecto ya que digo que sí a la pregunta que no hizo y luego beso al
amor de mi vida.
Más tarde, mientras miro a Cookie y Frost, creo que la Navidad
podría ser igual de perfecta.

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Epílogo
MILLER

Dieciséis años después...


—Deja de mirar por la ventana. — dice Pumpkin mientras se
acerca por detrás de mí y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.
—Solo estoy comprobando las rosas. — Dejo caer la cortina y
frunzo el ceño mientras ella se ríe.
—Mentiroso.
Me doy la vuelta para poder mirarla y tomo su barbilla en mi
mano. — ¿Qué esperas? Nuestra hija está con un chico, y no me gusta.
—Está con un amigo. — Me mira con suavidad, pero sé que me
oculta la verdad.
Tal vez es mejor que no lo sepa, y Pumpkin debe saberlo. Porque
si nuestra niña Natalie tiene un novio, le rompería las piernas.
El sonido de un motor me hace dar la vuelta, y veo un coche que
se acerca por delante. La madre y el padre del niño están en el coche,
y miro mientras el niño sale y mantiene la puerta abierta para Natalie.
—Tiene buenos modales. — dice Pumpkin, y solo resoplo.
—Es pequeño.
—Tiene dieciséis años. —Pumpkin me da un codazo en la
espalda, y gruño.
—Debería salir y hablar con sus padres. — Me acerco a la puerta,
y me agarra del brazo.
—Miller, ya hablé con ellos antes, está bien. Deja que el niño se
despida de Natalie. — Ella me está suplicando mientras sus manos se
mueven a través de mi pecho. No está jugando limpio.
—Está bien. — Me rindo aunque no quiero y me quedo ahí
esperando a que Natalie entre.

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Después de un largo momento al otro lado de la puerta, entra, y
sus mejillas son de color rojo brillante.
— ¿Qué estabas haciendo?— Ladro, pero Pumpkin se pone
delante de mí.
— ¿Cómo estuvo la película, nena? ¿La pasaron bien?
— ¡Sí! Fue muy divertida, y Drake me compró bocadillos y
palomitas de maíz.
— ¿De dónde sacaste el lápiz labial?— Frunzo el ceño ante el
rosa de sus labios.
Natalie se encoge de hombros mientras pasa con su madre. —
De la tía Cookie.
—Cookie. — Digo su nombre como una maldición mientras
Pumpkin va con Natalie a la cocina.
Salgo por la puerta lateral donde se conectan nuestras casas, y
veo a Cookie en el patio lavando a su perro.
— ¿Le diste maquillaje a mi hija?— Grito, y Cookie deja de hacer
lo que está haciendo para mirarme.
—Sí. ¡Es la venganza por cuando le diste condones a Mikel!— me
grita.
— ¡Es un chico, es diferente!— Grito de vuelta y luego trago
fuerte mientras cierro la puerta y vuelvo a entrar. El sonido de Cookie
riéndose detrás de mí me hace enojar.
La traeré de vuelta para esto, probablemente cuando venga a
cenar más tarde. Tendré que acordarme de hacerlo cuando Frost no
esté cerca.
—Hey. — dice Pumpkin cuando vuelve a la sala de estar. —
¿Todavía estás de mal humor?
—Sí. — Sé que estoy haciendo pucheros como un niño, pero
Natalie es nuestra niña, y esto es demasiado. Quiero que vuelva a
tener cuatro años y que rebote en la rodilla de su padre. Pronto nos
dejará, y eso me romperá el corazón.

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—Deberíamos haber tenido más hijos. — dice y me toca la
mejilla.

—Nyet. — Sacudo la cabeza.


Casi pierdo a Pumpkin durante el parto, y los médicos tuvieron
que quitarle el útero después. Fue una decisión que nunca quise
tomar, pero lo hice para salvar su vida. Tuvimos suerte de que nuestra
hija estuviera perfecta y sana y Pumpkin lo logró. No necesito nada
más allá de eso.
— ¿Dónde está Natalie ahora?— Miro por encima de la cabeza
de Pumpkin en la cocina.
—Fue a buscar más maquillaje. — Miro a Pumpkin, y me guiña
el ojo.
—Te burlas de mí, mujer.
—Da. — asiente, y le agarro el culo.
—Haces esto para que te castigue.

—Da. — asiente de nuevo.


—Ya sabes lo que pasa cuando hablas ruso. — La levanto, y
envuelve sus piernas alrededor de mi cintura.

—Oh, mucho, Da.


Grita cuando le doy una nalgada y la llevo al dormitorio.
—Lo haces para distraerme de mi ira. Pero lo permitiré porque
termina con mi cara en tu coño.
—Qué suerte. — dice, moviendo las cejas.
—Entonces acuéstate y abre las piernas. Quiero empezar como
pretendo terminar.
Se levanta el vestido y me subo a la cama con ella. Cuando tiro
sus bragas a un lado, froto mi nariz entre sus pliegues e inhalo su
aroma antes de lamer el mismo camino y chupar su clítoris. Está
caliente y húmeda y tan necesitada. Pone su mano en la parte de atrás
de mi cabeza y me sostiene allí mientras saboreo su coño.

Sotelo, gracias K. Cross


Cuanto más tiempo estamos juntos, más demanda su
satisfacción, y la anhelo. Cuando me dice que quiere mi polla, estoy
atento y esperando para complacerla. Cuando me dice que necesita
mi boca, caigo de rodillas. Es mi reina y mi luz, y no hay nada que no
haría para hacerla feliz.
—Dentro de mí. — dice, alejándome de su coño.
Me introduzco en ella con un largo y duro golpe, y ambos
gemimos por la conexión. Dieciséis años más tarde y sigue siendo
perfecta cada vez que nos unimos.
—Te amo. — respira, acercándome.
—Y te amo, Krasota. — le digo mientras cubro su cuerpo con el
mío y hacemos el amor.
Más tarde, cuando la abrazo, cerraré los ojos y diré una oración
de agradecimiento por haber encontrado a mi alma gemela. Mi vida no
había comenzado hasta el día en que la conocí.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross

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