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Paulina Rodríguez Goyeneche

Jerarquía de las normas mexicanas

A lo largo de la carrera y profesión de Derecho, encontraremos varias interpretaciones


del artículo 1º y 133 de nuestra Constitución Política sobre la jerarquía de las normas y
los tratados internacionales.

Varios doctrinarios han puesto a la Constitución en el mismo escalón o altura que los
tratados internacionales; no obstante, hay otros escritores que explican la supremacía
constitucional sobre cualquier otra ley, mismo que explica la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.

Para comenzar, hemos de estudiar la jerarquía de las normas según Hans Kelsen,
quien hace un amplio análisis de la superioridad de unas y otras. Según el filósofo
austriaco, el orden nacional jurídico se establece por una Constitución y por normas
secundarias que emanan de ella como los reglamentos, códigos y leyes federales,
bandos, entre otros. Kelsen nos explica también que la norma fundamente o la norma
básica es la que dará validez al resto por su naturaleza de superioridad. La norma
suprema se rige así misma y no por una autoridad pues de regirse por la autoridad
habría una ley que regule estas libertades para actuar haciendo que quede del lado la
jerarquía de ésta.

Kelsen, en otro sentido nos dice también que la Constitución es el comienzo de un


proceso mediante el cual surge el derecho al positivizarse como normas secundarias
que complementan el ordenamiento jurídico.

Es por lo anterior que podemos empezar a estudiar si verdaderamente los tratados


internacionales deben considerarse del mismo nivel jerárquico que la Constitución,
pues la doctrina de Hans Kelsen nos llevaría a reflexionar que una norma fundante
como lo son los tratados a nivel internacional, y las Constituciones de los Estados a
nivel nacional, tendrían el mismo valor jerárquico, lo que ocasiona confusión si de
ponderar ambos se tratara. El artículo 133 se podría, erróneamente, quizás interpretar
en este sentido toda vez que se lee “Esta Constitución, las leyes del Congreso de la
Unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma,
celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación del
Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión…”; incluso el artículo 1º nos menciona
que “… todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta
Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea
parte…”, lo que a simple vista podría entenderse como que sí, efectivamente los
tratados internacionales y la Constitución tienen el mismo nivel jerárquico; sin embargo,
para clarificar y descartar este supuesto hay que invocar ahora a la Convención de
Viena sobre el derecho de los tratados, de la que México es parte, la cual tiene como
fin regular la celebración de pactos entre Estados como sujetos internacionales típicos.

Teniendo en cuenta la Convención anterior, nos referiremos a ella para destacar su


reconocimiento implícito de que las normas nacionales (o al menos la norma suprema)
es superior a los tratados internacionales ya que reconoce la posibilidad de crear
reservas, es decir, limitarse a ciertas prerrogativas o disposiciones que contempla el
tratado siguiendo mecanismos de ratificación, aprobación, aceptación y adhesión de
rúbricas o borradores del tratado conforme al ordenamiento jurídico nacional, el cual
estipula que se puede o no hacer a través de sus actores internacionales, que en
México son el Presidente y el Senado.

En México, la Constitución está jerárquicamente por encima de los tratados


internacionales, destacando la soberanía nacional siguiendo los principios de
autolimitación y autodeterminación del país hacia el extranjero.

Por otra parte, hay que estudiar las posibilidades y alcances que tiene un tratado
internacional cuando de derechos humanos se habla. Para ello, hay que tener en
mente dos conceptos importantes: supraconstitucional e infraconstitucional. El primero
se refiere a que los tratados internacionales cubrirán lagunas existentes en la
legislación nacional, toda vez que un derecho se reconoce en la Constitución, pero no
se desarrolla. En otras palabras, la Constitución del Estado menciona un beneficio para
la persona, pero no profundiza, por lo que un tratado explica con mayor precisión éste.
Por otro lado, el segundo concepto al que se hace mención se refiere a que los
tratados por naturaleza son inferiores jerárquicamente que la Constitución, entrando a
juego un tercer concepto: supralegalidad; el cual quiere decir que los tratados están por
encima de otras leyes secundarias como lo son los códigos y leyes federales, los
reglamentos, entre otros.

En concreto, los artículos 1º y 133 de la Constitución pueden confundir a los mexicanos


sobre la jerarquía de las normas; no obstante, a través de un análisis e interpretación
podemos observar que la Constitución prevalece sobre los tratados internacionales y
éstos son un complemento para ésta que actúan además sobre las leyes secundarias
que emanan de la norma fundante.

Bibliografía

Araiza, A. (N/I). SCJN: La jerarquía de normas frente a los tratados internacionales en materia
de Derechos Humanos en el sistema jurídico mexicano. Recuperado de:
https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/transparencia/documentos/becarios/141carlos-
alberto-araiza-arreygue.pdf

Kelsen, H. (1960). Teoría pura del Derecho. (Traducida por la UNAM, 2ª Ed.) ISBN 968-58-0032-
4

Poder Constituyente. (1917). Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. (México,
artículos 1º y 133)

Estados parte de la Convención de Viena (1969). Convención de Viena sobre el Derecho de los
tratados. (Austria, artículos 2º, 15,16,17,19-23)

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