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UNIDAD 4 DESPACHO Y CONSULTORÍA PROFESIONAL

4.1 SUSTENTO LEGAL PARA SU CONSTITUCIÓN

Constitución Legal

Procedimiento de formalización de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC)


en una colectividad de personas jurídicas de interés público, constituidas por
particulares, con personalidad jurídica y patrimonio propios, sin fines de lucro, con
base en los ordenamientos legales federales y estatales (en este caso de la
normatividad del Estado de México), mediante Acta Constitutiva Ante Notario
Público, de acuerdo a un objeto o fin determinado y que no realicen proselitismo
político o religioso, así como ejercer derechos y asumir obligaciones.

https://dgdp.edomex.gob.mx/constitucion_legal
4.1.1 NORMATIVIDAD PARA SU CONSTITUCIÓN
La supremacía constitucional es el principio básico de todo sistema jurídico. Existe
una jerarquía normativa indispensable, y el fundamento de validez de todo
ordenamiento se encuentra en las disposiciones de carácter constitucional.

La Constitución es la norma fundamental, es la ley suprema, la que señala las


atribuciones y los límites a la Federación y a los estados. Es la ley cúspide de todo
orden jurídico, la que contiene las normas primarias que deben regir para todos
dentro de un país, sean gobernantes o gobernados, la que integra el conjunto de
normas, según las cuales se van a crear y según las cuales se van a vivir todas
las demás disposiciones.

Su carácter constituyente determina la validez en la aplicación de las normas


constituidas y, al hacerlo, sienta las bases para lograr su propia validez normativa.
Así, la supremacía constitucional representa la unidad de un sistema jurídico. La
validez de una norma se encuentra en que fue creada de acuerdo con el proceso
determinado en otra norma de escaño superior, y ésta por su parte fue creada por
otra de jerarquía más alta hasta llegar a la disposición básica, la norma que es el
soporte y la razón última de validez de todo ese orden jurídico.

El principio de supremacía constitucional corresponde a la noción de democracia


organizada y supone las ideas de legalidad y estabilidad jurídica: la norma que no
esté de acuerdo con la Constitución es inexistente; los órganos gubernativos sólo
pueden actuar dentro del ámbito que la constitución les señale. Ninguna ley o acto
de autoridad pueden restringir las garantías o los derechos fundamentales
consagrados en la Constitución.

En todas las constituciones o leyes supremas que han regido la vida de México,
ha sido recogido el principio de supremacía constitucional. En el artículo 237 del
decreto de Apatzingán, en el artículo 24 del acta constitutiva de la Federación
mexicana, en el artículo 161-III de la Constitución de 1824, en el artículo 3° del
Acta de Reformas de 1847, en el artículo 126 de la Constitución de 1857 y en el
artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917,
reformado en 1934.

El texto original del artículo 133 tiene su antecedente inmediato en el artículo 126
de la Constitución de 1857 que, a su vez, se inspiró en el artículo 6°, inciso dos, de
la Constitución de los Estados Unidos de América. El proyecto que Carranza envió
al Constituyente de Querétaro omitió este precepto, pero la Segunda Comisión de
Constitución lo presentó al Congreso Constituyente en la 54ª sesión ordinaria,
celebrada el 25 de enero de 1917, fue aprobado por unanimidad el texto del
artículo 132 que en el cuerpo final de la Constitución mexicana quedó incorporado
como artículo 133.
En 1934, fue reformado el artículo 133, sin modificar en esencia su sentido ni su
alcance originales, se hicieron en su texto tres precisiones en relación con los
tratados internacionales: se cambió la terminología “hechos y que se hicieren” por
los vocablos “celebrados y que se celebren”; se adicionó el mandato “que estén de
acuerdo con la misma”; y por último, se sustituyó al Congreso de la Unión por el
Senado, en la importante responsabilidad de aprobarlos.

Pero, si en el sistema constitucional mexicano no existe supremacía del derecho


federal sobre el local, en el de Norteamérica el derecho federal sí priva sobre el
local. Es decir, mientras que la razón legal del artículo 6°, inciso dos, de la
Constitución de los Estados Unidos de América es de supremacía de la legislación
federal sobre la local, la razón legal del artículo 133 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos es de competencia.

En efecto, de una interpretación hermenéutica de nuestra propia ley fundamental,


se desprende que en México no existen las facultades concurrentes. La ley federal
ordinaria no priva sobre la local, entre ellas no existe una relación de jerarquía, se
trata tan sólo de un problema de competencia.

Como consecuencia, al transponer en sus términos el dispositivo norteamericano


a nuestra carta magna, se produjo la paradoja de dos textos gramaticalmente
iguales que tienen y deben ser interpretados en sentido opuesto. Provocando en la
práctica una serie de distorsiones y problemas jurídicos de interpretación que
nunca han quedado totalmente resueltos, ni por la jurisprudencia ni por la doctrina,
a pesar de la indiscutible relevancia de los mismos; y a decir del insigne
constitucionalista Felipe Tena Ramírez, con la redacción del artículo 133 se originó
“un precepto oscuro, incongruente y dislocador de nuestro sistema”, que
indudablemente exige ya del constituyente permanente una pronta y adecuada
reforma para dar solución pertinente a la disyuntiva que provoca la jerarquización
de las normas en el orden jurídico mexicano.

a) La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos única ley suprema de


toda la Unión

Una interpretación gramatical del actual primer párrafo del artículo 133 de nuestra
carta fundamental (“esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que
emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma,
celebrados y que se celebren por el presidente de la república, con aprobación del
Senado, serán la ley suprema de toda la Unión”) parece contradecir la supremacía
única de la Constitución. Pareciera que el propio artículo otorgara el carácter de
supremacía no sólo a la Constitución, sino también a las leyes dadas por el
Congreso federal que emanen de ella y a los tratados internacionales que celebre
el presidente de la República con aprobación del Senado.

En este punto no existe ninguna duda, el único poder soberano es el


Constituyente; y su obra, que es la Constitución, tiene que ser la única norma
suprema, la norma de normas. Las demás leyes deben emanar de la Constitución
y ser aprobadas por un órgano constituido, como es el Congreso de la Unión, los
tratados deben estar de acuerdo con la ley fundamental, indicando claramente que
sólo la Constitución es ley fundamental.

Sin duda que en la redacción actual del precepto existen incongruencia e


imprecisión en el uso de términos. Claro que las leyes federales y los tratados,
cuando son constitucionales por estar de acuerdo y no ser contrarios a la ley
suprema, prevalecen sobre las leyes inconstitucionales de los estados, pero esta
primacía no previene la desigualdad de las jurisdicciones, no se refiere a la
primacía de lo federal sobre lo local, sino de lo constitucional sobre lo
inconstitucional. Se trata en último análisis, de la supremacía única de la
Constitución frente a los actos que estén en desacuerdo con la misma.

Para confirmar la conclusión existen también diversos artículos de la carta magna


que se vinculan directamente con el principio de supremacía constitucional: el
artículo 4 que ordena que la forma de Estado y la forma de gobierno deberán estar
a los principios de la ley fundamental; el artículo 41 que prescribe que las
constituciones de los estados no podrán contravenir las estipulaciones del pacto
federal; el artículo 128 que dispone que todo funcionario público sin excepción
alguna prestará la protesta de guardar la constitución y las leyes que de ella
emanen antes de tomar posesión de su cargo; los artículos 103, 105, y 107 que
establecen los medios jurisdiccionales correctivos para restaurar el orden
constitucional cuando fuere violado; el artículo 116 que estatuye que las entidades
federativas están obligadas a organizarse de conformidad con lo allí estipulado, y
el artículo 135 que previene un procedimiento especial para reformar o adicionar a
la Carta Magna.

Como consecuencia, en primer término, en esta iniciativa se propone que en el


texto del artículo 133 se reconozca en forma literal, expresamente, la categoría
inobjetable tanto dentro de la doctrina como de la interpretación jurisprudencial,
que la Constitución es la única ley suprema de toda la Unión.

b) Leyes constitucionales y tratados internacionales se ubican jerárquicamente por


encima de las leyes ordinarias federales, Constituciones de los estados y demás
leyes locales, y es un segundo plano respecto de la Constitución federal

El artículo 133 tiene un contenido complejo, porque en él, además de la


supremacía de la constitución, también está establecido, en principio, el orden
jerárquico que las normas tienen en el Estado mexicano.

Un tema que por su trascendencia tiene que ser claro y preciso, con la expresión
“leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella” ha generado una serie de
problemas jurídicos de interpretación que nunca han quedado resueltos a plenitud
ni por la jurisprudencia ni por la doctrina. Pareciera que el sentido literal del
precepto subordinara todo el derecho local (incluso a las constituciones de las
entidades federativas) al derecho federal; deducción inadmisible pues acabaría
con el sistema federal y haría nugatoria la soberanía de los estados miembros que
garantizan los artículos 4 y 41 de la misma Constitución federal.

Para salvar este sentido gramatical del artículo 133, la Honorable Suprema Corte
de Justicia ha hecho verdaderos malabares interpretativos, y emitido
jurisprudencia en los más distintos sentidos: supremacía del derecho federal frente
al local; misma jerarquía de los dos, en sus variantes, lisa y llana y con la
existencia de leyes constitucionales; ley suprema la que sea calificada de
constitucional; leyes federales y tratados internacionales tienen la misma jerarquía
normativa; tratados internacionales jerárquicamente superiores a las leyes
federales.

En realidad, no existe tal supremacía del derecho federal sobre el local. Uno y otro
están subordinados a la Constitución, pero no se subordinan entre sí. Se trata de
dos esferas de validez independientes una de la otra, cuyas facultades limita
expresamente la carta magna en el artículo 124, de tal manera que ninguna de
esas dos jurisdicciones es superior a la otra, sino que ambas son coextensas,
porque cada una tiene su materia propia.

Una disposición armónica del contenido normativo de la Constitución Política de


los Estados Unidos Mexicanos en lo que respecta al orden jerárquico de las
normas, exige igualmente una nueva redacción del artículo 133. Reconocer la
existencia de leyes constitucionales (en la acepción que le dan maestros como
Mario de la Cueva y Jorge Carpizo) para aludir a las que se refiere el texto actual
como “leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella”, para estructurar a
partir de ahí una jerarquía normativa que ubique: en la cúspide de la pirámide a la
Constitución General de la República; en un segundo nivel a las leyes
constitucionales y a los tratados; y en un tercer nivel a las leyes ordinarias
federales y a las leyes locales, coexistiendo con distintas competencias, en virtud
de lo ordenado en el artículo 124.

Se arribaría así de manera natural a la deducción que han obtenido diversos


constitucionalistas extranjeros: existe el orden nacional y dos órdenes
subordinados a la Constitución, al Estado federal, a las normas que emanan de él
que son las leyes constitucionales. Leyes constitucionales que se encuentran en el
mismo nivel que los tratados internacionales que son normas que también afectan
la unidad del orden jurídico nacional, la unidad del Estado federal.

b.1 Primacía de las leyes constitucionales sobre las leyes ordinarias federales,
constituciones y demás leyes locales

Contra doctrinarios que sostienen que la supremacía de la Constitución general no


se apoya en el carácter material de sus normas, sino que lo que les otorga
supremacía es el procedimiento de su creación o reforma; o contra otros, que
afirman que todas aquellas disposiciones legislativas expedidas por el congreso
que cumplen con el requisito de validez exigido por la misma Constitución de
congruencia y armonía con su mismo texto, comparten la condición de “ley
suprema de toda la Unión”, constitucionalistas encabezados por Mario de la Cueva
y Jorge Carpizo han demostrado a plenitud que en nuestro sistema jurídico existen
dos tipos de leyes federales: las leyes constitucionales, que emanan material y
formalmente de la Constitución; y las leyes ordinarias, que sólo emanan
formalmente de la Carta Magna.

Las leyes constitucionales son parte de la Constitución, son la Constitución misma


que se amplía, que se ramifica, que crece. El derecho federal ordinario es el que
deriva de la Constitución, pero sin ser parte de ella, podría ser de competencia
local si así lo hubiera juzgado conveniente el legislador.

Las leyes constitucionales son normas que hacen explícito el sentido pleno de los
mismos textos constitucionales; esto es, son el cuerpo y el alma de la Constitución
que se expanden, determinando, precisando y diciendo con la mayor claridad en
todos sus detalles lo que son y lo que significan.

Estas leyes constitucionales son las leyes que en la nueva redacción del artículo
133 se sitúan en una jerarquía superior a las leyes ordinarias federales y a las
leyes locales, porque junto con los tratados internacionales son normas de la
unidad del estado federal y no de alguno de los dos órdenes que integran a ese
Estado federal (la Federación y las entidades federativas).

b.2 Primacía de los tratados sobre las leyes ordinarias federales, constituciones y
demás leyes locales

Para determinar la jerarquía de los tratados internacionales frente a las normas


jurídicas emergidas del orden jurídico interno de un país, las legislaciones del
mundo han adoptado alguna de las tres tesis que dominan la doctrina jurídica en
la materia: la dualista, la monista internacional o la monista nacionalista.

La teoría dualista sostiene la existencia de dos órdenes jurídicos distintos, el


internacional y el interno, para que cada uno rija en sus respectivos ámbitos. La
regla interna se aplica para el derecho interno y la norma jurídica internacional se
proyecta más allá de las fronteras.

Para la corriente monista internacional existe un solo orden jurídico. Las normas
jurídicas que la integran pueden ser internas o internacionales. En el supuesto de
oposición entre lo regulado por unas y otras, tendrá primacía la norma jurídica
internacional.

Por su parte, la teoría monista nacionalista afirma que frente a una situación de
antagonismo entre norma jurídica internacional y la norma interna, ha de
prevalecer la norma jurídica interna. el sistema referente a la jerarquización de
normas jurídicas internacionales frente a internas adoptado por la constitución de
los Estados Unidos de América, es ejemplo preclaro de la posición monista
nacionalista.
Inspirado en el párrafo segundo del artículo 6° de la Constitución de los Estados
Unidos de América, el artículo 133 Constitucional también asume en su redacción
original el monismo nacionalista. Las consecuencias de esta posición doctrinal son
evidentes: la tesis monista con primacía del derecho interno fractura la misma
noción del derecho internacional como sistema jurídico unitario con identidad
propia. Habría así no uno sino muchos derechos internacionales, en función de la
noción nacionalista que cada estado se hiciera del derecho internacional. En
última instancia esta posición conduce a la negación misma del derecho
internacional y determina la fragmentación de la comunidad internacional en
perjuicio de los estados más débiles.

Sostener a últimas consecuencias la igualdad de los tratados respecto a las


demás leyes nacionales llevaría al extremo de aplicar en nuestro sistema jurídico a
ese supuesto la regla de que la ley posterior deroga la anterior (lex posterior
derogat priori); y, por tanto, a considerar que, aunque el Estado mexicano se
hubiera obligado en el ámbito internacional, si entrara en vigor una ley posterior
contraria en todo en parte a la convención, el tratado respectivo quedaría
abrogado o derogado.

Un principio toral universal del derecho internacional que conviene reafirmar en


nuestra legislación es que todas las normas y obligaciones internacionales deben
de cumplirse de buena fe. Este principio de pacta sunt servanda (reconocido por la
jurisprudencia internacional, la corte de naciones unidas en su preámbulo, su
artículo 2.2, la convención de Viena en su artículo 26 y la declaración sobre
principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y
cooperación entre los estados) se complementa con la disposición del artículo 27
de la misma convención de Viena de 1969, que previene que un Estado no puede
invocar los preceptos de su derecho interno como justificación del incumplimiento
de un tratado, y vincula y obliga a su observancia al estado mexicano desde que
fue publicada su promulgación en el Diario Oficial de la Federación del 14 de
febrero de 1975.

En efecto, las convenciones internacionales suscritas por México tienen su origen


en la voluntad soberana del pueblo que está expresada en la Constitución y
precisamente en ella reside el fundamento del Estado para la adhesión a los
tratados internacionales. Y después, obviamente, no podría mediante una ley
posterior desconocer esas obligaciones libremente contraídas.

Con la nueva redacción que se proyecta en la iniciativa ya no quedará duda


alguna respecto a que los tratados internacionales se ubican jerárquicamente por
encima de las leyes ordinarias federales y las leyes locales. pero no basta con
reconocer expresamente la primacía del derecho internacional sobre el derecho
ordinario federal y el derecho local, y atemperar la posición de monismo
nacionalista: es preciso dar pasos adelante para acercar a nuestro ordenamiento
jurídico cada vez más a un sistema de recepción monista internacionalista.
En tal virtud se plantea agregar dos nuevos párrafos al texto constitucional. En el
que será el nuevo segundo párrafo del artículo 133 constitucional se concibe que
los tratados internacionales celebrados de acuerdo con la Constitución, una vez
publicados, formen parte del ordenamiento jurídico interno, y sus disposiciones
sólo puedan ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los
propios tratados o de acuerdo con las normas generales del derecho internacional.

Para que en un tercer párrafo se establezca que los tratados relativos a derechos
humanos, suscritos y ratificados por el estado mexicano, tengan jerarquía
constitucional y prevalezcan en el orden jurídico interno, en la medida en que no
contengan normas sobre su goce y ejercicio que alteren las garantías y derechos
establecidos por la propia constitución para el hombre y el ciudadano.

b.3 Los tratados internacionales forman parte del ordenamiento jurídico interno

Con el contenido del nuevo segundo párrafo se reafirma que los compromisos
internacionales son asumidos por el Estado mexicano en su conjunto y
comprometen a todas sus autoridades. Ello explica que el Constituyente haya
facultado al Presidente de la República a suscribir los tratados internacionales en
su calidad de jefe de estado y que el Senado intervenga como representante de la
voluntad de las entidades federativas: como consecuencia, una vez ratificados, los
tratados forman parte del derecho interno del país, obligan en el ámbito federal o
local, y sus disposiciones sólo pueden ser derogadas, modificadas o suspendidas
en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas
generales del derecho internacional.

Porque además por lo que se refiere a la materia de los tratados no existe


limitación competencial entre la federación y las entidades federativas; esto es, no
se toma en cuenta la competencia federal o local del contenido del tratado, sino
que por mandato expreso el Presidente de la República y el Senado pueden
obligar al Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de que para
otros efectos ésta sea competencia de las entidades federativas.

b.4 Los tratados internacionales relativos a derechos humanos tienen jerarquía


constitucional y prevalecen en todo el orden jurídico interno

Igualmente, en la iniciativa de reforma se estructura el mecanismo más eficaz para


ampliar la esfera de derechos de los gobernados al reconocer en el texto
fundamental que los tratados internacionales relativos a derechos humanos tienen
jerarquía constitucional y prevalecen en todo el orden interno. Es decir, incorporar
en nuestro sistema jurídico los tratados en materia de derechos humanos a nivel
de la constitución sin derogar normas de ésta y en carácter de complemento a
ellas.

Con la inclusión de este tercer párrafo si bien jerárquicamente los tratados en


materia de derechos humanos no son superiores a la constitución, sí se les sitúa
al mismo nivel que la Carta Magna y colmarán las lagunas que ésta pudiera tener
en la evolución mundial en materia de protección de los derechos humanos, sin
que hubiera necesidad de reformarla. Esta postura es congruente y complementa
la disposición del artículo 15 constitucional, que prohíbe la celebración de tratados
en los que se alteren las garantías y derechos establecidos por la Constitución
para el hombre y el ciudadano, y con el dispositivo de la Ley de Tratados de 1992
que establece un mecanismo de inserción de las sentencias internacionales.

En materia de derechos humanos es donde se observa una evolución más


profunda del derecho comparado hacia un sistema más amplio de recepción de
los tratados en favor del derecho internacional. Al respecto el estudioso argentino
G. Bidart campos ilustra esa relación con la constitución de los países bajos, en la
que “se confiere al derecho internacional un orden prelatorio superior al del todo el
derecho interno, incluida la propia constitución” (Teoría general de los derechos
humanos, edit. Astrea, B. Aires, 1991, p.353); concluyendo que esta fórmula es la
más eficaz para potenciar los derechos humanos.

La Constitución peruana de 1979 establecía que los preceptos contenidos en los


tratados relativos a los derechos humanos tenían jerarquía constitucional y no
podían ser modificados sino por el procedimiento que rige para la reforma de su
ley fundamental. Y siguen la misma tendencia, la Constitución del Paraguay de
junio de 1992 en sus artículos 131, 141 y 142 y la Constitución de Venezuela en
su artículo 23.

Como un freno a la amenaza de regreso de las dictaduras militares, también el


constituyente argentino de 1994 consideró necesario incorporar a su constitución,
en el artículo 75, inciso 22, once convenciones internacionales de derechos
humanos, a las que otorgó jerarquía constitucional. El tiempo transcurrido a
demostrado a plenitud la eficacia y pertinencia de la enmienda en la defensa de
los derechos humanos, hoy por hoy constituye el instrumento jurídico de los
tribunales argentinos para evitar los efectos de las nefastas leyes llamadas de
“punto final” y “obediencia debida”, que pretendieron la impunidad de autores de
delitos contra la humanidad.

Es por ello que en nuestro proyecto se pretende que los tratados en materia
derechos humanos, suscritos y ratificados por el Estado mexicano, tengan
jerarquía constitucional y prevalezcan en el orden interno, en la medida en que no
contengan normas sobre su goce y ejercicio que alteren las garantías y derechos
establecidos por la ley fundamental para el hombre y el ciudadano.

c) Control difuso de la constitucionalidad de normas generales

Por otra parte, y no obstante el criterio de distinguidos tratadistas de la talla del


doctor Ignacio Burgoa, que sostienen que el autocontrol de la Constitución que se
prevé en el artículo 133 ha obedecido a una inadvertencia, falta de reflexión o de
conocimiento, en que incurrieron los autores de las constituciones de 1857 y 1917,
al transplantar a ellas una preservación constitucional que opera en los estados
unidos y que no tiene razón de ser dentro del sistema de protección constitucional
mexicano, en la presente iniciativa se considera necesario mantener, en la última
parte del primer párrafo del precepto, el control constitucional de las leyes por vía
de excepción, también denominado control difuso de la constitucionalidad de
normas generales, para que los jueces locales estén facultados a conocer de la
constitucionalidad por vía de excepción y puedan dejar de aplicar una ley de su
entidad federativa por considerarla contraria a la Carta Magna.

La cuestión del autocontrol de la constitucionalidad está íntimamente ligada al


principio de la supremacía constitucional. Como ha sido señalado, la constitución
es la ley suprema, todas las demás leyes, sin excepción, deben ceñirse a sus
disposiciones y, como consecuencia, toda autoridad tiene la obligación de normar
sus actos por las disposiciones constitucionales, a pesar de dispositivos contrarios
contenidos en las normas secundarias.

Como lo sostuvo el jurista Antonio Martínez Báez, a decir del doctor Jorge
Carpizo, la esencia de la actividad jurisdiccional estriba en la función definitoria del
derecho aplicable al caso concreto, luego todo juez y en todo proceso aplicará la
norma que juzgue adecuada y en el lance de que ese precepto resulte
anticonstitucional no lo debe cumplir, pues debe dar preferencia, primacía y
prioridad a la ley fundamental.

Si se negara al juez local la facultad para realizar dicha valoración, se le estaría


negando algo que se encuentra implícito en la función misma de juzgar, se
desvirtuaría la labor de quienes forman parte de la voz viva del derecho.

Entonces, no se puede negar en los jueces locales la facultad de valorar las


normas para conocer si son constitucionales o no, de lo contrario se irrogaría en
favor del poder judicial de la federación un indebido monopolio de control de la
constitucionalidad, como ahora lo pretende la jurisprudencia.

En el entendido que con el reconocimiento del control difuso de la


constitucionalidad de normas generales, la unidad de interpretación constitucional
no se afecta, porque la exposición del juez local es susceptible de reclamarse ante
la justicia federal mediante el juicio de amparo.

En vista de las anteriores consideraciones, y con fundamento en lo dispuesto en el


artículo 71, fracción II de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos,
someto a la consideración de esta soberanía la siguiente:

Iniciativa de decreto que reforma y adiciona dos párrafos al artículo 133 de la


Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Unico: se reforma y adicionan dos párrafos al artículo 133 de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, para quedar como sigue:

Artículo 133. Esta Constitución será la Ley Suprema de toda la Unión. Las leyes
constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión que emanen de ella y
todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se
celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, tendrán
primacía sobre las leyes ordinarias federales, constituciones y demás leyes
locales. Los jueces de las entidades federativas se arreglarán a la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, leyes constitucionales y tratados, a
pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones o
leyes de los estados.

Los tratados internacionales celebrados de acuerdo con esta Constitución, una


vez publicados, formarán parte del ordenamiento jurídico interno. Sus
disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma
prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del
derecho internacional.

Los tratados relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por el Estado


mexicano, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden jurídico interno,
en la medida en que no contengan normas sobre su goce y ejercicio que alteren
las garantías y derechos establecidos por esta ley fundamental para el hombre y el
ciudadano.

http://www.diputados.gob.mx/sia/coord/refconst_lviii/html/070.htm
4.1.2 NORMATIVIDAD PARA SU OPERACIÓN

Son disposiciones normativas a las cuales se sujetan algunos programas y fondos


federales con el objeto de otorgar transparencia y asegurar la aplicación eficiente,
eficaz, oportuna y equitativa de los recursos públicos asignados a los mismos.

Programas

 2021
o S285 - Reglas de Operación del Programa de Microcréditos para el Bienestar
o U007 - Lineamientos de Operación del Programa de Apoyo Financiero a
Microempresas Familiares
 2020
o S151 – Programa para el Desarrollo de la Industria de Software (PROSOFT) y la
Innovación
o S220 – Programa para la Productividad y Competitividad Industrial
o S285 – Programa de Microcréditos para el Bienestar
o U007 – Lineamientos de Operación del Programa de Apoyo Financiero a
Microempresas Familiares
 2019
o S020 – Fondo Nacional Emprendedor
o S021 – Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (PRONAFIM)
o S151 – Programa para el Desarrollo de la Industria de Software (PROSOFT) y la
Innovación
o S220 – Programa para la Productividad y Competitividad Industrial
o U006 – Programa de Microcréditos para el Bienestar

Fideicomisos

 2020
o Fideicomiso Público de Administración y Pago denominado Fondo para el
Desarrollo de Zonas de Producción Minera
 2019
o Fideicomiso público para promover el desarrollo de proveedores y contratistas
nacionales de la industria energética
o Reglas de Operación del Fideicomiso denominado Fondo para el Desarrollo de
Zonas de Producción Minera
Consulta aquí el histórico de las Reglas y Lineamientos de Operación.
https://www.gob.mx/se/acciones-y-programas/reglas-y-lineamientos-de-operacion?
state=published

4.2 ENTORNO POLÍTICO Y SOCIOECONÓMICO DEL SERVICIO DE


CONSULTORÍA
El enfoque Estratégico-Relacional

4Bob Jessop, sobre la base de una elaboración constante del materialismo


histórico, ha desarrollado, desde hace tres décadas, un programa de investigación
(ver Lakatos y Musgrave 1970) sobre la economía política y el Estado conocido
como “enfoque estratégico-relacional” (EER) que, además, permite desentrañar
dinámicas y procesos decisivos de las sociedades contemporáneas.

5Conforme ha evolucionado, el EER no sólo ha centrado sus esfuerzos en el


estudio de la economía política y del Estado, sino que ha llegado a constituirse, al
lidiar con “problemas ontológicos básicos de la vida social” (Jessop 2007:16), en
una auténtica perspectiva heurística para la investigación de las relaciones
sociales en general, por lo que sus propuestas son acogidas y debatidas en un
vasto espectro de corrientes intelectuales (Jessop 2007).

6Como punto de partida, en su investigación de la economía política y el Estado,


el EER se desmarca de las perspectivas teóricas que han tendido a reificar y
naturalizar al Estado como si éste existiera por encima o fuera de la sociedad
(Ibid:5), optando en cambio por un estudio crítico del mismo como un
conglomerado de instituciones, aparatos y prácticas que están insertos
socialmente e interrelacionados con otros órdenes institucionales y prácticas
sociales.

7En tal perspectiva, la manifestación concreta del poder del Estado dependerá del
cambiante equilibrio de fuerzas involucradas en la acción política tanto dentro
como fuera del Estado. De este modo, el Estado es una “relación social” en
función de la cual las relaciones de poder son “condensadas” y “materializadas”
precisamente a través del conjunto de instituciones y centros de poder que lo
conforman (Ibid:52-53).
 1 El enfoque de Jessop es uno de los pocos en la reciente teoría social que
recupera y desarrolla, de (...)

8En síntesis, el Estado es un sistema dinámico en el que se despliega una


compleja dialéctica de estructuras y estrategias relacionadas entre sí (Hay
2002:63). La “selectividad estratégica” (Jessop 2007:35) del Estado confiere gran
importancia a las estrategias políticas en sociedades modernas caracterizadas por
un creciente poli centrismo, que resulta de la consolidación de muchos sistemas
funcionales operativamente autónomos con sus propios códigos y
programas1 (Ibid: 35), los cuales, sin embargo, se vuelven más interdependientes
materialmente. Como resultado de la incesante diferenciación funcional de dichos
sistemas sociales, la complejidad social no hace más que aumentar de forma
intensa en las sociedades modernas.

El intrincado cruce de estructuras y estrategias, en el que se incrusta el Estado, se


ve reflejado en el carácter intensamente “relacional” del EER, haciendo necesario
un “análisis de las relaciones entre diferentes relaciones que comprenden la
formación social” (Jessop 1982:252). Así, el enfoque estratégico-relacional
conduce la investigación científico-social del Estado hacia una teoría de la
sociedad en toda regla.

La Economía Política Cultural: una nueva propuesta teórica

18Resulta necesario puntualizar que la Economía Política Cultural de B. Jessop no


es la única propuesta seria existente, ya que, por ejemplo, Du Gay y Pryke (2002)
y Ray y Ayer (1999) también han hecho contribuciones importantes en esta área
del conocimiento, constatándose incluso sugerentes paralelismos temáticos con la
Economía Política Cultural estratégico-relacional. Sin embargo, la versión que se
elabora aquí resulta altamente llamativa, especialmente por sus firmes bases
teóricas, poder analítico e idoneidad para lidiar con problemáticas
latinoamericanas que serán expuestas más adelante.

19En tal perspectiva, se debe reiterar que importantes fenómenos económicos


conllevan sendos desafíos conceptuales y analíticos que han de ser encarados y
tratados desde nuevas aproximaciones teóricas (Jessop, Sum 2001; Jessop, Sum
2006). Es más, crecientemente se toma conciencia de los severos problemas de
índole teórica que enfrentan las propuestas disciplinarias convencionales (Ibid:
2006). Por lo mismo, en el campo de la economía política destacan distintos
esfuerzos teóricos por dar cuenta de dichas realidades, a saber, la globalización,
la transformación del Estado, la proliferación de escalas, la gobernanza, la
economía del conocimiento, la innovación, etc. Es precisamente en este
entramado de desafíos donde el enfoque estratégico-relacional brinda un soporte
teórico y heurístico a sofisticadas innovaciones para la economía política crítica
(Ibid), entrañando una inequívoca apertura transdisciplinaria que, como se ha
visto, considera, entre otros, el papel del Estado, la complejidad de los sistemas
autopoiéticos y de las diferentes escalas y la gobernanza.
 3 Para versiones de la Economía Política Cultural distintas a la expuesta aquí, ver
Best y Paterson 2 (...)

20Ahora bien, a partir de lo indicado se sentaron las bases para el desarrollo de


una versión estratégico-relacional de Economía Política Cultural (EPC)3 (Jessop
2008, 2009). En efecto, Bob Jessop, en activa colaboración con la politóloga Ngai.
L. Sum, asumió el “giro cultural”, otorgando la mayor importancia a los discursos,
la identidad, la reflexividad y la creación de significado (Jessop, Sum 2001;
Jessop, Sum 2006), enfatizando el papel que cumplen elementos tanto materiales
como discursivos en la constitución de estrategias económicas y modelos de
desarrollo, los cuales inciden en la conformación de los fenómenos económicos y
en cómo son comprendidos y teorizados. Así, la EPC se está convirtiendo en un
emergente enfoque crítico y auto-reflexivo de la economía política que subraya la
inevitable historicidad y contextualizado de sus planteamientos y conocimiento,
rechazando de plano las implicancias redificadoras y naturalizado ras de enfoques
convencionales sobre la economía y los mercados (Jessop, Sum 2001, 2006).

21Siguiendo a D. Harvey (2003: 17, 24-31), podemos entender el “giro cultural” a


la luz de dos características básicas. Por una parte, a contar de las décadas de
1960 y 1970 hubo una crítica intelectual heterogénea al insuficiente interés
prestado a la cultura en corrientes de pensamiento de la época, como, por
ejemplo, el marxismo estructuralista y la economía política convencional. No
obstante, en dichas décadas se consolidó la sociedad de consumo en el
capitalismo avanzado, al tiempo que la cultura comenzó a desempeñar un
protagonismo más central en la reproducción de la misma (Short 2006). Los más
variados ámbitos de la dimensión cultural, como, por ejemplo, la publicidad, el
diseño y las tecnologías de la información y la comunicación, asumieron un papel
directo en la economía, la educación, la socialización, el ocio, etc. Por
consiguiente, el “giro cultural” llamó a prestar la mayor atención en el plano
intelectual y político a la relevancia de la cultura para el conjunto de la sociedad.
De otra parte, en su modalidad postmodernista extrema, el “giro cultural”
estableció una dicotomía excluyente entre los temas emergentes de la identidad,
la etnicidad, el género, entre otros, y las categorías de análisis de clase y de la
economía política crítica, especialmente las de raigambre marxista.

De este modo, la Economía Política Cultural de Jessop debe entenderse como un


intento dialéctico de reconocimiento y apertura a la importancia de la cultura, que,
sin embargo, es articulada con la tradición de economía política crítica fundada por
Marx.

22Es posible indicar ciertos rasgos distintivos en la EPC estratégico-relacional que


la diferencian notoriamente de otras formulaciones (Jessop 2009:336-7). En primer
lugar, el “giro cultural”, de entrada, se relaciona íntimamente con la economía
política, en la perspectiva de la necesidad planteada por la reducción de la
complejidad. Dada la extrema complejidad de los entornos económicos, los
actores económicos requieren de información, relatos, analogías y metáforas
económicas que disminuyan la complejidad en cuestión, permitiéndoles orientarse
en escenarios inciertos para la toma de decisiones. Asimismo, la EPC enfatiza la
co-evolución e interdependencia de lo semiótico y lo extra-semiótico, prestando
importancia tanto a factores discursivos como materiales. Esto quiere decir que no
basta con explorar los significados subjetivos de los actores económicos, sino que
también es indispensable desentrañar los fenómenos y procesos materiales
concomitantes. Por otro lado, propone comprender las relaciones entre economía
y cultura descartando el reduccionismo explicativo del “economicismo” y del
“culturalismo”, y subrayando que ningún conjunto de relaciones sociales por si solo
abarca toda la sociedad. Por último, la EPC apunta, dado su origen en el
materialismo histórico, a la “desnaturalización” de los imaginarios económicos y
políticos, con lo cual se constituye en aporte a la crítica de la ideología y de
“formas específicas de dominación” (Ibid:337). A modo de ejemplo, la EPC aspira
a poner al descubierto la reificación que hace de los mercados la teoría económica
neoclásica, y que suele tener como consecuencia que no se exploren e impulsen
formas alternativas para organizar la economía y los mercados.

23Dada “la naturaleza fundacional del significado y de creación de significado en


las relaciones sociales” (Ibid), la EPC no aspira simplemente a sumar sin más la
cultura a la economía, o a la política, como si cada uno de estos ámbitos
constituyera una instancia separada de la vida social. Muy por el contrario, la EPC
pone el acento en “la naturaleza semiótica de todas las relaciones sociales”,
postulando que la semiosis, en tanto “producción intersubjetiva de significado”
(Ibid), opera, entre otras cosas, como mecanismo crucial para la reducción de
complejidad aludida.

24Así, el funcionamiento del imaginario económico presupone la existencia de


procesos y relaciones económicas sustantivas como componentes propios. En
palabras de Jessop (Ibid): “Los imaginarios económicos identifican, privilegian y
buscan estabilizar algunas actividades económicas de la totalidad de las
relaciones económicas y transformarlas en objetos de observación, cálculo y
gobernanza. De este modo le dan a la economía fronteras específicas,
condiciones de existencia, agentes económicos típicos, tendencias y contra-
tendencias y una dinámica global distintiva”.

25La EPC hace suya enfáticamente la idea de que la reducción de complejidad


entraña aspectos semióticos y estructurales. Por esta razón, por ende, sostiene
que lo “cultural” y lo “social” han de ser concebidos como “momentos
dialécticamente relacionados del mundo social” (Ibid). De esta manera, lo cultural
apunta preferentemente a la creación de significado y a las propiedades
resultantes de discursos y otras expresiones discursivas, al tiempo que lo social
cabe ser entendido como los “rasgos extra-semióticos de las prácticas sociales y
las propiedades resultantes de la interacción social” (Ibid). Lo anterior guardaría
relación, por ejemplo, con la cohesión social, la integración social, lógicas
institucionales, etc. Es menester, por tanto, estudiar tanto la articulación como la
disyunción entre el momento social y el momento cultural.
26Paralelamente, y dado el potencial de variación infinita de las interpretaciones
económicas, resulta relevante ahondar en cómo su selección y retención son
moldeadas no sólo por aspectos intrínsecamente semióticos, sino también por
“rasgos emergentes no semióticos de la estructura social” (Ibid), entre otros, por
ejemplo, la materialidad de las fuerzas productivas y la tecnología, despuntando el
papel central de la referencia externa. Esta, por cierto, pone de manifiesto las
constricciones del mundo natural y social, a la vez que enfatiza la importancia de
las prácticas materiales. Tales condiciones materiales, de hecho, hacen posible la
semiosis y su efectividad (Ibid).

27Las premisas teóricas expuestas contribuyen a superar las conocidas


formulaciones de estructuralismo y determinismo social que reducen al agente y a
las acciones a la condición de meros portadores de estructuras sociales que se
auto-reproducen y auto-transforman. Por otro lado, la EPC va más allá de las
limitaciones, muy en boga en los últimos años, de una suerte de “imperialismo
sociológico del constructivismo social radical”, conforme al cual la realidad social
se reduce a “los significados y comprensiones de los participantes acerca de su
mundo” (Ibid:340). En pocas palabras, la EPC ofrece una propuesta que subraya
la necesidad de investigar la dialéctica entre el ámbito extra-semiótico emergente
de las relaciones sociales y el papel constitutivo de la semiosis.

28Así entonces, la EPC afirma que al procederse al estudio de la economía esta


no debe ser diluida en vagas generalidades acerca de la vida social y cultural que
no dan cuenta de su especificidad (Jessop 2004:143), tal como suele suceder en
abordajes “culturalistas” de la economía. Sin embargo, la EPC crítica con firmeza
el “economicismo” presente, por ejemplo, en las teorías económicas neoclásicas,
que terminan reificando las acciones formales y calculadoras que ocurren en el
mercado, haciendo caso omiso de las condiciones extraeconómicas que son
indispensables para el funcionamiento del mismo (Block y Evans 2007).

29En un nítido contraste con las teorías económicas neoclásicas, la EPC insiste
en que la economía y los mercados siempre son construidos socialmente de
manera históricamente específica (Jessop 2004: 144). Asimismo, pone el acento
en el papel clave que cumplen los discursos y las prácticas discursivas en la
formación de los sujetos y de las subjetividades, comprendiendo las
interpretaciones y las decisiones de los actores económicos en los diferentes
mercados y en la actividad económica en un sentido amplio, incluida su dimensión
simbólica.

Repensando la economía solidaria/popular, la economía política urbana y los


bienes comunales en el marco de la ciudad y la urbanización

36En varios aspectos, los efectos de décadas de un movimiento de políticas


neoliberales en el mundo de forma general, y en América Latina en particular, han
visto la desigual activación de una suerte de contra movimiento de incrustación
social de los mercados, que se ajusta en gran medida al conocido análisis de Karl
Polanyi (1992). En lo medular, el pensador húngaro detalló cómo el movimiento
de laissez-faire en Inglaterra, en el siglo XIX, generó un complejo contra
movimiento de protección de la sociedad mediante leyes e instituciones sociales y
laborales, que, a la larga, conllevaron la incrustación social de los mercados,
mitigando significativamente sus efectos más nocivos y ampliando políticamente
las posibilidades para organizarlos y moldearlos de manera diferente. A juicio de
Polanyi (Ibid:183-4, 227), la defensa de la sociedad fue mucho más allá de la
resistencia clasista y asumió una gran variedad de expresiones, siendo
especialmente importantes las implicancias económicas de la corriente
cooperativista de R. Owen, dada su contribución a la lógica de protección social en
medio de una economía de mercado tensionada y cambiante.

Por consiguiente, una idea crucial de lo expuesto es que los mercados y las
instituciones económicas han de ser entendidos como profundamente incrustados
o insertos en concomitantes bases sociales (Evans 1995).

De forma altamente compatible con Polanyi, los debates latinoamericanos que


serán considerados a continuación pueden entenderse a la luz de una suerte de
contra movimiento de incrustación social de los mercados y de la economía.

37El marco teórico que ofrece la EPC para avanzar en dichos debates se centra,
entre otros aspectos, en las relaciones entre economía y cultura, en el desarrollo
analítico del concepto de incrustación social, al tiempo que sirve para prestar
atención a los desafíos al neoliberalismo en el subcontinente, y que toman cuerpo
en un contra movimiento de protección social en distintos lugares, tal como se
desprende de la obra de K. Polanyi.

La economía solidaria/popular

38Una característica central del actual dinamismo político y social de varios países
de América Latina obedece a un proceso de crítica y resistencia de amplios
sectores sociales a la hegemonía neoliberal desde la década de 1980 en adelante
bajo el “Consenso de Washington” (Santos 2005: 23-4). En otras palabras, tras el
movimiento de globalización neoliberal que impuso su hegemonía en el
subcontinente, se ha desatado un contra movimiento de protección de la sociedad
que se inserta en un marco mucho más amplio de lucha a favor de una
“globalización contra-hegemónica” (Ibid: 84), que subraya la necesidad de dar
impulso mundial a leyes, prácticas e instituciones económicas alternativas que
hagan posible la incrustación social de los mercados. Entre los ejemplos de
alternativas de producción, que suelen ser estudiados, se encuentra el reciente
resurgimiento del movimiento cooperativista de trabajadores, particularmente en la
provincia de Quebec, el cual ha forjado lazos asociativos con pequeñas y
medianas empresas, instancias estatales, instituciones financieras locales y
agentes de la sociedad civil (Block, Evans 2007: 330). Conforme a Block y Evans
(Ibid), el cooperativismo, dadas ciertas condiciones, puede ser entendido como
una forma alternativa relevante de organización de la producción, la economía y
los mercados. Dicha aseveración, como se ha visto, se ubica en la línea de
análisis de K. Polanyi.
39Ahora bien, y en relación al notable interés por “formas cooperativas de
producción”, “economías populares” y “desarrollo alternativo”, acompañado de la
búsqueda de “alternativas al desarrollo” (Santos, Rodríguez 2011:16-44), se
constata la aparición de nuevos enfoques conceptuales que, en definitiva, desde
los debates en torno al desarrollo y la economía en América Latina (Coraggio
2013; Elizalde 2013), son susceptibles de ser abordados desde la EPC. Propongo
específicamente reforzar el fundamento conceptual de dichos debates a partir del
enfoque estratégico-relacional y de su correspondiente economía política cultural.

40Por consiguiente, y en primer lugar, en sus actuales reformulaciones, el


cooperativismo exhibe una teoría social implícita que subraya “la defensa de una
economía de mercado con principios no capitalistas de cooperación y mutualidad”,
el realce de la sociedad civil y el cuestionamiento a la rigidez de la jerarquía y
centralismo del Estado (Ibid:23). Simultáneamente, se sostiene que las actividades
económicas concretas y prácticas deben dar cuenta de “valores de autonomía,
democracia participativa, igualdad, equidad y solidaridad” (Ibid).

41Asimismo, las cooperativas, pese a ser entendidas en marcos de significados


referidos a “alternativas emancipadoras de producción” (Ibid:25), son instituciones
económicas con potencial de adecuarse a las exigencias de competitividad de la
economía global posfordista. A este respecto, Santos y Rodríguez identifican
cuatro características sobresalientes (Ibid:25-6). En primer término, las
cooperativas siempre han operado con vistas a competir en los diversos mercados
aun cuando se hayan guiado conforme a valores y principios no capitalistas.
Asimismo, hay claros ejemplos de cooperativas que han resultado ser productivas
y eficientes, especialmente en las instancias organizativas donde los incentivos
económicos han sido compatibles con un elevado compromiso colectivo y ético.
Incluso hay experiencias altamente llamativas que han tenido lugar en entornos
locales de notable sofisticación tecnológica y productiva. Por otro lado, y
especialmente en América Latina, las cooperativas de trabajadores han sido
capaces de logros promisorios en rendimiento económico y disminución de la
desigualdad entre sus integrantes. Por último, la conexión entre estas
instituciones, sus prácticas solidarias y determinados mercados ha redundado en
que la democracia participativa se haga presente en la empresa y el principio de
ciudadanía en la gestión empresarial (ver, por ejemplo, Quijano 1998).

 4 En autores como Hettne (1982) y Galtung (1980) se encuentran algunas de las
primeras formulaciones (...)

42De otra parte, las propuestas de “desarrollo alternativo”4, que son formuladas a
contar de las décadas de 1980 y 1990, son extraordinariamente variadas y tienden
a reflejar el descontento con modelos de desarrollo que marcaron las estrategias
económicas seguidas por gran parte de los países en vías de desarrollo (Kiely
1995). Con todo, hay ciertas ideas centrales que caracterizan al “desarrollo
alternativo”. Dado lo anterior, se parte con una tajante crítica al reduccionismo
economicista y tecnocrático presente en los modelos dominantes de desarrollo
(Coraggio 1995). Así, “contra la idea de que la economía es una esfera
independiente de la vida social, cuyo funcionamiento requiere del sacrificio de
bienes y valores no económicos-sociales (igualdad), políticos (participación
democrática), culturales (diversidad étnica) y naturales (el ambiente)- el desarrollo
alternativo subraya la necesidad de tratar la economía como parte integrante y
dependiente de la sociedad y de subordinar los fines económicos a la protección
de estos bienes y valores” (Santos, Rodríguez 2011:34).

43Otra característica de este enfoque pone el acento en el rechazo a la


preferencia excluyente por el crecimiento económico por encima de otras
consideraciones (Max Neef et al. 1993). Por lo mismo, plantea que el crecimiento
económico debe reconocer la existencia de límites y que éste debe estar
supeditado a dimensiones sociales, culturales, ambientales, etc., reivindicando la
importancia de valores como la igualdad y la ciudadanía (Santos, Rodríguez
2011:34). Simultáneamente, y desde su apuesta por un enfoque de “abajo hacia
arriba”, se arguye a favor de la escala local y comunitaria como componente
central de las distintas propuestas de desarrollo. Finalmente, varias de estas
experiencias, particularmente en América Latina, propiciaron la creación de
“empresas y organizaciones económicas populares de propiedad y gestión
solidaria”, en clave de autogestión y poder comunitario, reñidas con la separación
entre capital y trabajo, así como con el Estado, dado su carácter jerárquico y
centralizador (Ibid:35).

44Finalmente, la tesis de “alternativas al desarrollo” (Ibid:45), sostiene que es la


idea de “desarrollo” en sí la que debe ser descartada, dada su carga eurocéntrica,
decantándose por un enfoque “pos desarrollista” (Viola et al, 2000). En tanto que
expresión del “giro cultural”, esta aproximación reivindica las expresiones
culturales e identitarias locales de diferentes comunidades que han sido ignoradas
o dominadas, imponiéndoseles patrones culturales uniformes y ajenos de
naturaleza opresiva (Escobar 1995). Conforme a esta perspectiva, hoy en día,
para mujeres, pueblos originarios, campesinos, etc., se debe abogar por la
“recuperación de formas de entender el mundo que fueron marginadas por el
modelo dominante, en las cuales las actividades económicas son solamente una
parte de un conjunto de prácticas culturales a las que están subordinadas”
(Santos, Rodríguez 2011:41). En suma, la opción para las comunidades en
cuestión pasa por la “reivindicación de la diversidad cultural y de la diversidad de
formas de producir y de entender la producción, que existen hoy por todo el
mundo, a pesar de la expansión de la economía capitalista y de la ciencia
moderna” (Ibid).

45En su notable análisis, Santos y Rodríguez (Ibid: 49-59) adelantan un conjunto


de alcances conceptuales que deberían hacer avanzar la investigación de las tres
corrientes expuestas arriba. En tal perspectiva, sostengo que algunos de éstos, a
lo que se hará mención, son claramente análogos y teóricamente compatibles con
la EPC y los principios estratégico-relacionales.

46En primer lugar, Santos y Rodríguez (Ibid: 49) arguyen que las “alternativas de
producción” no son únicamente económicas, y que su éxito pasa por una
integración con “procesos culturales, sociales y políticos”. En segundo lugar, se
argumenta que las “alternativas de producción” deben ser incrustadas y apoyadas
por “redes de colaboración y ayuda mutua” (Ibid: 51). Asimismo, se hace hincapié
en el dilema que supone el Estado, ya que abogan por impulsar las alternativas en
cuestión tanto dentro como fuera del mismo (Ibid: 52-3). Por último, Santos y
Rodríguez (Ibid: 53-4) destacan, más allá del localismo, que las reformas
planteadas han de ser capaces de operar en una amplia gama de escalas.

 5 Para una valiosa discusión acerca de estrategias económicas orientadas a la


superación del neo líber (...)

47En su conjunto, las ideas examinadas arriba se sitúan en una perspectiva que,
en términos de la EPC estratégico-relacional, cuestiona e impugna la ampliación
de la lógica de acumulación de capital a la sociedad en su conjunto (Jessop
2008:322), procurando apuntalar el “valor de uso social “y reinsertando el mercado
conforme a lógicas sociales (Ibid), con lo cual cuenta con potencial contra
hegemónico para contrarrestar la propagación neoliberal de la forma
mercancía.5 En otras palabras, la apropiación selectiva que hacen Santos y
Rodríguez (2011) de las tres corrientes que analizan, pese a sus diferencias, se
sitúan en el campo de prácticas sociales que regulan y moldean los mercados y la
actividad económica, limitando el dominio ecológico del sistema económico en el
conjunto de la sociedad. En los tres casos se identifican relaciones entre
economía y cultura en un contexto social más amplio, razón por la que se torna
imprescindible teorizar las características del mismo.

48En efecto, la EPC ofrece un marco teórico sólido ya que investiga las
configuraciones entre economía y cultura en un contexto mayor de sistemas
sociales autopoiéticos que se diferencian funcionalmente al interior de la formación
social. Esto quiere decir que en tales configuraciones inciden de manera decisiva
las instituciones y prácticas de los distintos sistemas sociales, como el político, el
judicial, el educacional, el religioso, etc. Asimismo, proporciona una base
conceptual desde la cual se explora seriamente el papel del Estado en el conjunto
de la formación social. Paralelamente, elabora y enriquece la teorización acerca
de la incrustación social de la economía, la producción y los mercados, lo cual
contribuye tanto a la comprensión de los límites del dominio ecológico neoliberal
en América Latina como a la búsqueda de formas económicas alternativas y más
democráticas. Finalmente, otra fortaleza de la EPC estratégico-relacional es el
conocimiento que brinda sobre la proliferación de escalas espaciales,
conectándolo con las discusiones relativas a la gobernanza y las redes.

https://journals.openedition.org/polis/10596
4.2.1 PROGRAMAS GUBERNAMENTALES Y DEL SECTOR
PRIVADO EN LA LOCALIDAD

I. Programas de transferencias sociales como mecanismo para lograr


objetivos de redistribución y reducción de la pobreza

¿De qué manera puede influir la política pública en las condiciones


socioeconómicas de la población? La idea dominante es que el gasto público, a
través de programas de trasferencias, 1 es una herramienta importante para reducir
la pobreza tanto en países desarrollados como en aquellos en desarrollo. Desde
una perspectiva teórica, autores como Van de Walle (1995) se refieren al esquema
de transferencias como un mecanismo para alcanzar objetivos de redistribución;
esta corriente parte de la idea de que la inequidad tiene efectos adversos sobre el
bienestar, (Rawls, 1971).

Los nuevos planteamientos teóricos abordan la relación inequidad-pobreza-


crecimiento y la presentan como un proceso en el que sus elementos son
interdependientes. Al respecto, Kakwani Khandker y Son (2004) basan su
argumentación en el hecho de que el crecimiento del ingreso está acompañado
por cambios en el nivel de inequidad de la población y dado que un incremento en
la inequidad reduce los efectos que pudiera tener el crecimiento para alcanzar los
objetivos de mitigación de la pobreza, entonces es necesario estimar los efectos
redistributivos del crecimiento. Para ello, proponen una serie de indicadores como
la poverty equivalent growth rate (PEGR), o tasa de crecimiento equivalente en
pobreza, mediante la cual un nivel determinado de crecimiento en el ingreso
puede clasificarse como un programa en favor de los pobres "si el cambio en la
inequidad que acompaña el crecimiento reduce el nivel de pobreza total"
(Kakwani, Khandker y Son, 2004, p. 10).
En este contexto, los programas de transferencias sociales, al contribuir al
crecimiento del ingreso de los hogares, producen un cambio en la distribución y
son susceptibles de evaluación a partir de la reducción en los niveles de pobreza
que generan de acuerdo con la definición previa. Una alternativa para la
estimación de los efectos del crecimiento en el ingreso en la reducción de la
pobreza es presentada por autores como Datt y Ravallion (1992), quienes
caracterizan este impacto con base en tres parámetros únicamente: la línea de
pobreza, el ingreso promedio de la distribución y la curva de Lorenz que
representa la estructura relativa de inequidad en el ingreso. A partir de estos
parámetros, los autores descomponen el cambio en el nivel de pobreza en tres
componentes: uno atribuible al crecimiento del ingreso, otro asociado a la
redistribución generada y un componente residual.

En el terreno del análisis de política pública, esta línea teórica que vincula el
crecimiento, la inequidad y la pobreza ha sido retomada por autores como
Bourguignon y Spadaro (2006); la particularidad de su propuesta de análisis es
que se basa en la técnica de micro simulación como una herramienta de
evaluación, que utiliza micro datos provenientes, por ejemplo, de las encuestas
nacionales que incluyen características del ingreso y gasto de los hogares. Este
enfoque tiene un abordaje ex ante, es decir, permite observar los cambios
generados por una política de forma hipotética antes de que en efecto ocurran, lo
que resulta ventajoso desde el punto de vista de la selección de programas que
optimicen la aplicación de recursos públicos.

En México, este enfoque puede resultar útil ante la orientación de la política social
de los últimos años, inserta en un contexto macroeconómico en el que se busca la
estabilidad y el crecimiento, pero en el cual el diseño de programas de asistencia
ha sido cuestionado desde la perspectiva académica ante la inercia política que
aparentemente conllevan estas acciones.

En el ámbito empírico, los indicadores propuestos para descomponer los efectos


redistributivos y del crecimiento en el ingreso han sido implementados con datos
de países en desarrollo como Brasil e India. Datt y Ravallion (1992) encuentran
que durante los ochenta la reducción en la pobreza observada en India se asocia
en gran medida a un efecto redistributivo favorable, mientras que en el caso de
Brasil ocurrió lo opuesto debido a un deterioro en la distribución del ingreso.

Por parte de la metodología que evalúa el carácter en favor de los pobres de los
esfuerzos de política y el crecimiento económico, Kakwani, Khandker y Son (2003)
destacan que "The most important goal for the developmental effort has become
poverty reduction, which can be achieved by economic growth and/or by the
distribution of income" (Kakwani, Khandker y Son, 2003, p. 1).
Y usando datos de la década de los noventa en países del sureste asiático, como
Tailandia, Corea y Vietnam, encuentran que los dos últimos han avanzado en un
crecimiento basado en políticas en favor de los pobres, no así el caso de
Tailandia. En su análisis, las políticas públicas con programas sociales
implementados en el periodo posterior a la crisis asiática de esa década jugaron
un papel fundamental al establecer una red de seguridad social complementaria a
los mecanismos familiares tradicionales2 (Kakwani, Khandker y Son, 2003, p. 20).

En el caso de México, el trabajo de Scott (2005) constituye una primera


aproximación al entendimiento de los programas de transferencias que surgieron
al inicio del sexenio 2006-2012 -como fue el 70 y Más, creado en 2007 y con
antecedentes que se remontan a 2003 3 (Gobierno Federal, 2007, p. 35)- al
presentar un análisis del esquema de seguridad social en el contexto de
desigualdad y pobreza que pone énfasis en las consecuencias de éstas para los
adultos mayores. Con datos de la ENIGH 2002, dicho autor estima que las
transferencias por pensiones en México de hecho incrementan la desigualdad 4 y
propone una transición del esquema polarizado vigente a uno de carácter
universal.

Esfuerzos más recientes, como el de Huesca (2010), realizan el análisis de


Oportunidades en un contexto de debate entre focalización y universalismo de los
programas de trasferencias sociales en México. Mediante la metodología de
microsimulación, este autor encuentra que el efecto de este programa en la
disminución de la pobreza es marginal (Huesca, 2010, p. 195). Para su análisis, se
basa en los microdatos de la ENIGH publicados en 2008.

Una crítica fundamental a la metodología de esta vertiente de trabajos es


manifestada por autores como Rubalcava (2010), quien argumenta una limitada
referencia al plano territorial y a las implicaciones regionales de la aplicación de
los programas de transferencias. Al respecto, esta autora subraya: "La estrategia
sugerida consiste en explotar intensivamente la información disponible en las
fuentes oficiales y aprovechar para ello el amplio abanico de instrumentos y
técnicas de análisis estadístico y geográfico" (Rubalcava, 2010, p. 229).

En suma, pareciera haber un consenso teórico sobre los efectos redistributivos


positivos de la aplicación de programas de transferencias sociales, sin embargo,
en términos empíricos persiste la controversia, ya que el resultado respecto a los
objetivos de redistribución se asocia al carácter en favor de los pobres y a la
modalidad de aplicación de tales programas: de corte universal o focalizado. En
cualquier caso, la inclusión de una perspectiva territorial permitiría tener elementos
adicionales que contribuyan a un diseño eficiente de estos programas.

Adicionalmente, una ventaja de evaluar la efectividad de estos recursos a partir de


microdatos es que permite distinguir entre el carácter progresivo o regresivo de la
aplicación de estos recursos. En este sentido, México constituye un caso de
estudio de interés, dada la elevada inequidad en la distribución del ingreso 5 y
también debido a los esfuerzos que se han realizado por las recientes
administraciones para diseñar programas de transferencias sociales con objetivos
de reducción de la pobreza.

1. Comportamiento de los ingresos por transferencias en 2006 y 2010


En esta sección se hace una caracterización del comportamiento de los ingresos
por transferencias durante el periodo 2006-2010 en México, en particular aquellas
de las que se conoce su fuente y se pueden asociar con un programa institucional
específico.

Las transferencias se clasifican para efectos de este análisis en gubernamentales


y privadas; las primeras son el resultado de la aplicación de programas de política
pública con financiamiento federal, estatal o municipal. A su vez, las segundas
representan esfuerzos por parte de las propias familias u organismos privados
para mitigar las condiciones sociales adversas, como es el caso de las remesas o
el otorgamiento de becas particulares.

Los programas representativos en materia de transferencias sociales


gubernamentales de la pasada administración federal fueron Oportunidades,
Procampo, 70 y Más (que se inició en 2007, poco después de arrancado el
sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa), el Programa de Apoyo
Alimentario y, en menor medida, el Programa de Empleo Temporal. Los tres
últimos no se consignan hasta la edición 2010 de la ENIGH (INEGI, 2010 a).

De acuerdo con el objetivo 17 del eje 3 "Igualdad de Oportunidades" del Plan


Nacional de Desarrollo 2007-2012, los recursos otorgados por dichos programas
están orientados a disminuir la marginación y el rezago que enfrentan los grupos
sociales vulnerables6 (Diario Oficial de la Federación, 2007, p. 84). De este modo,
el análisis del impacto logrado puede abordarse mediante sus efectos sobre los
indicadores de inequidad y pobreza.

La gráfica 1 muestra los ingresos de los integrantes de los hogares por


transferencias según el programa y el tipo de recurso, ya sea gubernamental o

privado, con datos de 2010.

Se observa que los ingresos por transferencias son relativamente más elevados
en las zonas rurales que en las urbanas, pues en las primeras el ingreso promedio
por transferencias (privadas y gubernamentales) en 2010 fue de 63.3 dólares por
persona, lo que equivale a unos 3 217 7 pesos mensuales por hogar, mientras que
en el ámbito urbano (localidades con 2 500 o más habitantes) el monto promedio
fue de 47.8 dólares por persona, lo que implica una brecha
de 32.4%. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-
33802013000200004
4.2.2FACTORES CULTURALES EN LA OPERARACIÓN DEL
DESPACHO

Los conceptos de conservación, preservación y restauración digital

Después de haber hecho las reflexiones anteriores, lo último que falta para poner
en contexto el problema, es enumerar los posibles riesgos a los que se enfrenta la
documentación digital, mismos que trataremos de evitar precisamente a través de
la preservación digital. En términos generales, podemos agrupar los riesgos en
cinco grupos principales; éstos son:

• Obsolescencia tecnológica de componentes de hardware o software necesarios


para leerlos.

• Fallas de hardware, software o red en la escritura o transmisión de los


documentos que arruinen su integridad.

• Errores humanos que pudiesen arruinar el registro o almacenamiento de la


información.

• Desastres naturales, o ataques deliberados a la información.

• Fallas organizacionales o económicas, cuando el poseedor de la información no


puede o no desea conservarlos más.
En función de todo lo anterior, y tratando de obtener una resultante final de todo
ello, establezcamos una definición de los términos que nos intresan, en especial
para documentos y en su versión digital:

• Preservación Digital: Acciones específicas cuyo fin ulterior y a largo plazo es


asegurar la permanencia y el acceso al contenido de documentos digitales a lo
largo del tiempo y las tecnologías, independientemente de su soporte, formato o
sistema. Para ello, debemos mantenerlos, esto es, protegerlos y resguardarlos
anticipada y permanentemente; y en caso de deterioro o daño debemos tratar de
restaurarlos.

• Conservación Digital: Acciones tomadas para anticipar, prevenir, detener o


retardar el deterioro del soporte de obras digitales con objeto de tenerlas
permanentemente en condiciones de usabilidad, así como de cuidar la
estabilización tecnológica, la reconversión a nuevos soportes, sistemas y formatos
digitales para garantizar la trascendencia de los contenidos.

• Restauración Digital: Acciones para recuperar, reparar, renovar o volver a poner


un documento digital en el estado, estimación o accesibilidad que antes tenía.

Recientemente, el término "curaduría digital" -digital curation- está siendo cada


vez más utilizado como neologismo que pretende abarcar de manera integral los
temas acerca de las acciones necesarias para mantener materiales e información
digital durante todo su ciclo de vida, y más allá, para futuras generaciones. Este
concepto pretende separar definitivamente esa antigua idea de la preservación
relacionada con monumentos u objetos arqueológicos que como ya hemos
comentado, ha prevalecido por muchas décadas creando confusión en el mundo
documental. En museos, el término de "curaduría" conlleva desde hace ya mucho
tiempo un concepto ya muy conocido de "agregar valor" alrededor de una
colección temática congruente construida a partir de objetos sueltos. Bajo este
concepto, se pretende lograr que el todo sea mayor que la suma de las
partes.17 Una idea semejante se persigue en este concepto de curaduría
digital: buscar que el acervo así formado, registrado y mantenido tenga mayor
valor que los documentos sueltos simplemente almacenados. Desde este punto de
vista, podemos afirmar que la preservación digital integra así un "valor agregado"
a las colecciones. Dada la confusión que genera el intercambio de los diferentes
significados de los términos alrededor de la preservación por parte de distintos
grupos de especialistas: arquitectos, arqueólogos, bibliotecarios, archivistas,
documentalistas, expertos en cómputo, etcétera, se ha pretendido ir unificando
términos alrededor de los conceptos de preservación documental digital. El
resultado es este nuevo concepto de curaduría digital.

Este concepto es muy nuevo y junto con otros términos tales como "preservación
digital" y "archivo digital" está en proceso de evolución. Por lo mismo, no es
utilizado todavía ampliamente y habrá que estar atento a su evolución y en su
caso aceptación por las personas que trabajan estos temas dentro de las
instituciones de preservación documental.
Mientras eso llega y para fines de este trabajo, continuaremos utilizando la
terminología "tradicional" de conservación, preservación, restauración, etcétera.
Por tanto aclaramos que el objeto de estudio de este trabajo es el de analizar la
conservación digital como fin ulterior y a largo plazo; para ello, debemos aprender
acerca de la preservación digital; esto es, cómo crear, proteger y resguardar
anticipadamente los documentos digitales para lograr la permanencia de sus
contenidos. Y que en caso de deterioro o daño los debemos restaurar.

3. FACTORES ECONÓMICOS DE LA PRESERVACIÓN

Como ya hemos enunciado, otro de los factores de suma importancia en la


preservación digital tiene que ver con los aspectos económicos. Esto debería
explicase por sí sólo. Todos estos proyectos deben caer tarde o temprano en la
reflexión acerca de costos. Y digo "debería explicarse" porque en la realidad, no
siempre es así. Si observamos la cantidad de literatura al respecto, podemos notar
que la inmensa mayoría de los trabajos sobre el tema tratan acerca de los
aspectos tecnológicos, y reflejan la enorme preocupación existente al respecto.
Pareciera que el problema de la preservación digital fuera meramente un problema
de tecnología, y como ya hemos podido ver, no es así: abarca varios factores
entre los cuales el económico es crucial para el desarrollo de estos proyectos.

...los retos de la preservación digital de largo plazo no serán resueltos sólo con el
uso de mejores herramientas tecnológicas. Surgen hoy oportunidades para
investigar acerca de modelos económicos o de negocio en programas de
preservación digital que sean viables y sustentables a largo plazo. Se requiere
investigar también acerca de políticas e incentivos para preservación a largo plazo
así como los impedimentos económicos, sociales o legales al archivado digital".
[NSF Workshop, 2002].

De este entorno económico surgen las primeras preguntas: ¿cuánto cuesta


preservar cada acervo o documento? ¿qué costos intervienen en la preservación?
¿quién tiene la responsabilidad de costear la preservación de acervos
documentales? ¿pueden lograrse economías? Éstas son sólo algunas de las
preguntas que, -al margen de los aspectos tecnológicos-, debemos hacernos de
forma ineludible respecto del factor económico de la preservación digital.

Partiendo del hecho de que éstos no son nunca proyectos baratos ni de corto
plazo, deben establecerse minuciosamente los elementos económicos que se
verán involucrados en el desarrollo del mismo, así como su planeación a mediano
y largo plazo. La falta de esta previsión de costos -sobre todo a lo largo del
tiempo-, hace que muchos proyectos sean iniciados con mucho entusiasmo y
deban ser interrumpidos después de cierto tiempo por falta de esta previsión del
recurso. Muy importante: debe recordarse siempre también a la hora de costear,
que no preservar sale a la larga todavía más caro. Muchas veces los proyectos de
preservación son evitados o soslayados por motivos económicos. Otras veces son
realizados teniendo en mente casi como única premisa el economizar recursos.
Como ha podido comprobarse una y otra vez en el tiempo, estas prácticas no
planeadas o sesgadas a la larga se pagan caro. En palabras de Vernon Law: "la
experiencia es el maestro más severo; primero te aplica el examen y luego te da la
lección".

Para comenzar este análisis debemos establecer primeramente que en la


preservación digital hay costos tangibles, pero beneficios tangibles e intangibles.
Esta situación no es nueva; proviene de la preservación de documentos en
soportes "tradicionales". Sólo que ahí ya llevamos camino andado y ha sido más
fácil asimilar el hecho de considerar ambos elementos.

¿Por qué decimos que los beneficios son tangibles e intangibles? Obviamente,
hay un costo y un beneficio. Los costos de crear una colección o biblioteca, así
como los costos de mantenerla, digitalizarla, preservarla, etcétera, son
absolutamente medibles; hasta el último centavo. Son por tanto tangibles. Los
beneficios, en cambio, son en su inmensa mayoría intangibles, con una mínima
proporción tangible.

Abundando en esta idea, en toda biblioteca, archivo, centro de documentación o


institución semejante, hay algunos ingresos económicos provenientes de
reproducción de material, multas, consultas, reproducción, etcétera; pero ni con
mucho llegan a subsanar los costos y la inversión de la biblioteca o archivo. Al
momento de costear denominaremos a este tipo de ingresos económicos
beneficios "tangibles"; pero existen otros beneficios a los que denominaremos
beneficios "intangibles".

Para poder establecer estos últimos conviene reflexionar en el hecho de que,


desde siempre, nadie ha fundado una biblioteca para hacer negocio; nadie le
asigna recursos anuales pensando en ganancias económicas; ni siquiera en un
autofinanciamiento. Una biblioteca es siempre un centro de costo para la
organización que la patrocina: gobierno federal, estatal, municipal; escuela,
instituto, etcétera. Y si no se hace por negocio, obviamente hay otro fin y otras
ganancias no económicas detrás de ello. Podemos hablar de ellas: cultura,
alfabetización, ayuda al estudio, -curricular o no-; esparcimiento, capacitación,
prestigio, etcétera... y, por supuesto, preservación del patrimonio documental.
Todas ellas son válidas; sin duda ganancias no económicas que una biblioteca
produce para la comunidad a la que sirve. Estos son los beneficios intangibles que
deben usarse entonces al momento de obtener una relación costo / beneficio. Sólo
que existe un problema: es fácil medir costos y beneficios tangibles; pero ¿cómo
se miden los beneficios intangibles?

En toda institución -entre ellas por supuesto las bibliotecas y archivos-, a la hora
de elaborar costos es necesario caer siempre en una relación costo / beneficio,
con el fin de obtener un cociente de retribución de la inversión en relación con el
beneficio obtenido. Reflexionemos un poco: cuando hay dos beneficios, el tangible
y el intangible ¿cómo se calcula esta relación? Por regla general el beneficio
tangible, es decir el económico, representa una parte muy pequeña en proporción
a los costos, y por lo mismo no nos sirve a la hora de establecer esta relación. Si
consideramos los costos -tangibles- divididos entre los beneficios económicos de
la biblioteca -tangibles también-, obtendríamos una relación absurda: invertimos
mucho más dinero del que recuperamos, y es por tanto un mal negocio.
Obviamente una relación costo / beneficio obtenida de esta forma no nos conduce
a nada y si a ella nos apegáramos no habría bibliotecas.

Es imperativo por tanto incluir en esta relación a los beneficios intangibles; esto
significa que debemos convertir de alguna forma lo intangible en tangible; ello
implica a su vez que seamos capaces de establecer unidades de medición de
estos beneficios precisamente para poder hacerlos tangibles. Existen varios
métodos para lograrlo; en términos generales, todos giran alrededor de dos
factores: el primero de ellos es tratar de asociar un valor "tangible" -esto es,
"medible"- a esos valores intangibles. Es decir, tratamos de medir de manera
indirecta una variable intangible asociándole un valor relacionado que pueda ser
medible con el fin de hacerla tangible. En una biblioteca "tradicional", estas
variables usualmente son: número de libros prestados, o de usuarios atendidos
por la biblioteca, o de alumnos de la escuela; artículos consultados, etcétera.
Todos estos son valores "medibles", los que asociados a los elementos intangibles
nos permiten tener algunas medidas de valor ya con una cierta escala. ¿El
segundo factor en estos métodos es el de ponderarlo?, elementos, esto es,
atribuirle un peso a cada uno de esos elementos del conjunto de variables con
objeto de encontrar un valor numérico final conformado por los "pesos específicos"
de cada una de las partes.

De esta forma hemos podido establecer durante muchas décadas esta relación
costo / beneficio en las bibliotecas y archivos, justificando su existencia e
inversión, incluyendo en estos beneficios, claro está, el de preservar las
colecciones para la posteridad.

La diferencia estriba en que, durante esas numerosas décadas, con materiales en


soportes "tradicionales", los costos de preservar materiales se encontraban en
elementos tales como: espacio de almacenamiento en el edificio de la biblioteca,
catalogación, encuadernación, restauración, etcétera. Los beneficios se podían
percibir más fácilmente -además de los ya enunciados-, tan sólo viendo cómo la
colección crecía y se mantenía en buenas condiciones en los estantes, lista para
ser consultada. De algún modo, el material así preservado es físicamente
apreciable y si la colección es de tamaño considerable, destaca mucho más. Hay
colecciones que por sí mismas, resaltan notablemente a la vista: libros,
fotografías, diapositivas, etcétera; todas se prestan a formar colecciones muy
conspicuas, en las que el dinero invertido en su creación y preservación se percibe
como "justificado" de inmediato. El volumen creciente de la colección es medible;
es más, es claramente visible, probablemente hasta obvio y ostentoso y por ello lo
hacemos tangible con cierta facilidad.
A diferencia, los costos de preservar material en soportes digitales se encuentran
en elementos tales como digitalización, espacio de almacenamiento en discos
magnéticos u opto-magnéticos; computadoras y redes para acceder a ellos;
software para operarlos, catalogación, reconversión u algún otro método para
mantener su usabilidad, etcétera. La dimensión y alcance de estas colecciones no
es percibida de golpe, de primera instancia, como sus equivalentes en soportes
tradicionales, lo cual vuelve más difícil de justificar el dinero empleado en su
creación y mantenimiento.

Además, como ya hemos mencionado en los factores culturales de la


preservación, para muchos existe la percepción, -errónea como hemos visto-, de
que la digitalización es un proceso muy económico, y que, una vez puesto un
registro en una computadora, el costo de mantenerlo es mínimo y por tanto
despreciable.

Una vez que se ha superado el factor cultural de la preservación y que estamos


conscientes de que es necesario invertir en la preservación digital, ¿cuáles son los
costos asociados a la misma? ¿cuál es la verdadera dimensión de estos costos?

Para poderlos analizar, he considerado conveniente dividirlos de la siguiente


forma:

• Costo de digitalizar

• Costo de editar

• Costo de registrar

• Costo de almacenar

• Costo de actualizar

Costo de Digitalizar

El primer costo a establecer durante estos procesos es el costo de digitalizar. Este


es el costo de convertir un documento que se encuentra en un soporte tradicional
a un documento en forma digital. En algunas bibliotecas se considera también
dentro de estos costos el costo de producir un material digital, que no
forzosamente proviene de un original "tradicional". Por ejemplo, algunas
bibliotecas que producen boletines digitales de alerta o de nuevas adquisiciones,
incluyen como costo de digitalización el costo de producir el "original" de este
documento. En realidad, este principio es válido, siempre y cuando estemos
conscientes a la hora de costear servicios, que estamos incluyendo aquí uno que
no es del todo igual al otro.
Al momento de digitalizar documentos la biblioteca tiene siempre dos caminos:
uno, hacer la digitalización intramuros, es decir, con su propio personal, equipo y
dentro de sus instalaciones. La segunda opción es contratar a un proveedor
especializado en estos servicios. La decisión debe hacerse siempre bajo el mejor
criterio económico que satisfaga un criterio de calidad preestablecida para esa
digitalización. Esto es muy importante: no debe decidirse un proyecto de
digitalización simplemente por el criterio de mayor economía; debe forzosamente
incluirse también un criterio de calidad. Ignorar este principio es la mejor forma de
conseguirse una colección de material digital de mala calidad, que muy
probablemente no sirva para lo planeado o que deba de ser digitalizada
nuevamente en un cierto plazo; eso sí, muy barata de adquirir.

Por tanto, al momento de querer establecer los costos de digitalizar es necesario


establecer previamente cuál es la calidad deseada del documento resultante. De
las definiciones previas que hemos hecho de documento y objeto digital podemos
observar que el documento digital de calidad —el objeto digital— debe cumplir con
ciertos parámetros de calidad: Selección, Calidad intrínseca, Permanencia,
Accesibilidad y Funcionalidad. De entre estos, al momento de digitalizar nos son
de interés los principios de selección, calidad intrínseca y accesibilidad.

Esto significa que la colección o colecciones documentales a digitalizar ya han


pasado por estos criterios de selección en los cuales no abundo más ya que han
sido tratados con detalle en la obra anterior Publicaciones y Bibliotecas
Digitales, capítulo 2.3. Una vez tamizado por los criterios de selección y habiendo
decidido que sí queremos digitalizar esa colección pasamos a establecer sus
parámetros de calidad intrínseca: recordemos que el principio de
la calidad intrínseca es directamente proporcional al grado en que el documento
digital emulará al documento original o representado, y le otorga por tanto un valor
de uso equivalente al de ese documento. Las características que conformarán esa
calidad intrínseca serán: la resolución, o grado de minuciosidad de los elementos
que conforman el documento; tono, color e inclusive textura —en el caso de
documentos impresos—; su escala —de preferencia uno a uno—, su secuencia
original, su integridad, y un identificador único.

En lo concerniente a accesibilidad nos interesa definir principalmente la


interoperabilidad; es decir, la capacidad del documento de ser accesible a lo largo
de varias plataformas y programas de computadora. Esto quiere decir que el
documento no debe estar atado a formatos específicos de un proveedor
de software, a una marca de computadora o de cámara fotográfica, etcétera. La
decisión importante a que esto lleva es a la de escoger el formato final en que se
entregarán los documentos ya digitalizados.

Para este punto es muy recomendable revisar los estándares y recomendaciones


que diversas bibliotecas u otros organismos han ido haciendo para cada tipo de
material. Dependiendo de si se trata de textos, y de entre ellos cuál variedad:
libros, periódicos, partituras, etcétera. Dependiendo de si se trata de música,
películas, fotografías, programas de computadora, mapas, bases de datos, planos,
etcétera, decidiremos cuál es el formato adecuado para nuestros documentos. A
guisa de ejemplo, y sin pretender ser una lista exhaustiva, puede consultarse
el Anexo 4 —Tablas de tipos de datos y formatos utilizados en proyectos de
digitalización— que se encuentra al final de la obra Bibliotecas y Publicaciones
Digitales. Ahí, pueden observarse una serie de recomendaciones de formatos que
diversas organizaciones proponen para diversos tipos de materiales. Actualizando
y precisando esa información para un material dado, pueden encontrarse en todo
momento las recomendaciones y estándares más adecuados —y vigentes—, para
cada tipo de material a digitalizar.

A continuación, debemos establecer las características de digitalización inherentes


al propio material documental de origen. Por ejemplo, en documentos impresos
¿se usarán escáneres o cámaras fotográficas?, ¿qué tipo de escáner se
necesita?, ¿de qué velocidad?

Para responder a estas preguntas es necesario establecer ciertas características


de los documentos originales, ya que esas características inciden en el equipo a
utilizar: ¿son hojas sueltas o están encuadernadas? si están encuadernadas
¿pueden desensamblarse las hojas?, ¿deseamos recuperar el original?, todas
estas preguntas inciden sobre el equipo a utilizarse; por ejemplo, si son hojas
sueltas o pueden desensamblarse, puede considerarse un escáner con
alimentación automática de hojas. Esto hará que la velocidad de digitalización
aumente considerablemente reduciendo costos. Este podría ser el caso, por
ejemplo, de una digitalización de tesis, o de diarios ya encuadernados -en buen
estado-. Es mucho más recomendable "guillotinarlos" y convertir así las páginas
en documentos sueltos, pasarlas por un escáner de alimentación automática
reduciendo costos y aumentando la calidad, ya que no existe el "doblez" que se
hace en una página cerca de la costura al abrir totalmente un volumen, en el cual
se hace una curvatura no deseada que deteriora la calidad de la imagen. Dado
que por lo general no nos interesa guardar el original de las tesis o de los diarios
una vez digitalizados, esta operación es recomendable.

Si por alguna causa quisiéramos recuperar el volumen impreso, el costo de


reencuadernar deberá ser agregado a estos costos.

Si fuese el caso de un libro valioso, digamos un libro antiguo, -más aún, un


incunable-, no podría considerarse en modo alguno la des encuadernación, y por
tanto el escáner no necesita alimentador automático: deberá procesarse página a
página manualmente, y en este caso, puede considerarse como alternativa una
cámara fotográfica digital de alta resolución, ya que no puede aceptarse el hecho
de abrir el libro 180 grados, como lo hacemos con un libro cualquiera, para ponerlo
en forma plana boca abajo en un escáner. Ello lastima la integridad física del
documento. En estos casos siempre, -lo subrayo, siempre-, debe utilizarse un
escáner cuyo elemento lector se encuentre por arriba de la cama del escáner en
forma aérea, o una cámara fotográfica montada por arriba en un bastidor, y
siempre abriendo el libro sólo 90 grados mirando hacia arriba digitalizando una
página a la vez y no dos. Estas alternativas pueden considerarse siempre que el
documento no deba ser desencuadernado.

El tamaño del documento también cuenta en la elección del escáner o elemento


digitalizador. No es lo mismo procesar folios —carta, oficio, legal, etcétera— los
cuales caben en un escáner "típico", que procesar diarios, mapas, planos, libros
de coro, etcétera, los cuales requieren un escáner del tamaño adecuado al
documento. El proceso de unir documentos grandes a partir de pequeñas
porciones es un proceso muy penoso que consume muchos recursos humanos y
tiempo, y por lo mismo debe evitarse en lo posible. Por lo general estos escáneres
de gran formato cuentan con el elemento lector viajando por arriba de la cama del
escáner desplazándose en forma vertical y horizontal. Por ello se les conoce
también como escáneres "planetarios".

En el caso de que los documentos a digitalizar no sean impresos, digamos por


ejemplo grabaciones de sonido, debemos utilizar algo equivalente a un escáner o
cámara, pero especial para sonido: requeriremos de una tarjeta digitalizadora de
sonido, adosada a una computadora, con su correspondiente software editor.
Requeriremos también de algún reproductor adecuado al documento original; por
ejemplo, discos de acetato de 78 r.p.m., discos de vinilo de 33 1/3 r.p.m., casetes
de 1/4 de pulgada; cintas de carrete abierto de 1/2 o de 3/4 de pulgada. Todos
ellos forzosamente con un canal de salida que nos permita enviar la señal -
amplificada o no-, hacia la computadora para estar en capacidad de procesarla
digitalmente. En el caso de películas o videos a digitalizar, requeriremos de forma
semejante una tarjeta procesadora de video en el computador con
su software editor. Requeriremos también del aparato reproductor de los formatos
a procesar, tales como película de 8, su-per-8,16 o 35 nm; casetes de video en
beta, vhs, etcétera. Todos ellos tam-132            bien con su salida a la
computadora.

Debe tenerse en cuenta que a veces, dada la magnitud del proyecto, se requieren
varios digitalizadores y reproductores a la vez para lograrlo en tiempo. Una vez
que se han escrito las especificaciones deseadas para los documentos a
digitalizar y los accesorios necesarios para hacerlo debemos cuantificar el
volumen de documentos a convertir. Este dato, asociado a un tiempo que
medimos y establecemos para realizar cada digitalización en forma unitaria, nos
indicará cuál es el tiempo total que consumiríamos para digitalizar todos los
documentos si usáramos una sola estación digitalizadora. Dependiendo del tiempo
que nosotros deseemos dejar preestablecido para la consecución total del
proyecto, es obvio que deberemos multiplicar el número de "estaciones
digitalizadoras". Por ejemplo, si obtuviésemos el resultado de que con una
estación digitalizadora nos llevaría cuatro años para digitalizar una colección dada,
es lógico pensar que dos estaciones digitalizadoras lo harían en dos años, cuatro
estaciones en un año, ocho en seis meses, etcétera. Obviamente, el costo se
multiplica en la misma proporción en equipo y mano de obra para realizar este
proceso.
Una vez determinado el costo de digitalizar de acuerdo con el tipo y número de
equipos que requerimos: reproductores, escáneres, computadoras, etcétera, así
como el número de operarios de los equipos que se requerirán, medidos por
horas, jornadas, etcétera. Asociados a un periodo razonable de ejecución del
proyecto y establecidos los tipos y cantidades de equipos y recursos humanos
implicados, podemos cotizar estos recursos para obtener el total de lo que costaría
hacerlo si adquiriéramos esos equipos y pagáramos ese personal. La segunda
alternativa es, como ya mencionamos, cotizar las mismas especificaciones de
calidad en la entrega de los documentos digitales y los mismos plazos con un
proveedor y analizar el costo de hacerlo con él. La decisión final entre hacerlo
nosotros en la biblioteca o tercerizarlo depende de aquella que, a igualdad de
calidad, nos ofrezca el menor costo, o en su caso, lo lleve a tiempos atractivos
para nuestra biblioteca.

3.2 Costo de Editar

Una vez que hemos determinado el costo de digitalizar, debemos continuar con el
segundo costo involucrado: el costo de editar. Este costo se establece en función
de dejar los documentos como un objeto digital útil, de acuerdo a nuestras
especificaciones. ¿Qué significa esto de "útil"? Por lo general, el documento, tal
como sale del escáner, cámara, grabadora o cualquier aditamento que hayamos
utilizado para digitalizar, no es útil en esa forma. Es decir, digitalizar y "salvar" el
archivo casi nunca es suficiente. Es necesario ir convirtiendo, afinando, puliendo el
documento digitalizado para hacerlo útil a nuestros propósitos, dándole la calidad
intrínseca que hemos establecido previamente.

Los procesos de "edición", como su nombre lo implica de origen, tenderán a ir


formando un objeto digital de calidad, como siempre se ha hecho al momento de
editar un documento. Son muchas las tareas de edición que se le pueden hacer al
mismo, y la necesidad de hacer una u otra dependerá del proceso en sí, del
estado de los originales y de nuestras especificaciones. Pero en términos
generales podemos mencionar las siguientes:

• Ajuste de elementos inherentes a un documento: formado de éste, espacios,


márgenes, recortes, etcétera. Ajuste de colores, brillo, contraste, nitidez, etcétera.

• Limpieza o restauración de partes del documento que estaban manchadas,


dañadas, poco legibles, etcétera.

• Proceso de interpretación del documento: en el caso de textos, es frecuente que


no se desee guardar simplemente la imagen del texto, ya que en esta forma no
sería buscable e interpretable. En estos casos entra el proceso denominado
"OCR" -Optical Character Recognition-o Reconocimiento Óptico de
Caracteres, mediante el cual ciertos programas para el computador creados al
efecto "leen" la imagen de los caracteres y los interpretan para tener un texto
ASCII, generalmente en formato txt, el cual permita, además de ver el texto en su
forma original como imagen, poder hacer búsquedas e interpretaciones sobre todo
el texto al encontrarse en forma real de caracteres.

Si bien éstas no son todas las tareas de edición, nos dan una idea muy
aproximada de lo que es posible requerirse para perfeccionar un documento. En
este proceso es necesario estimar un tiempo promedio de edición de cada
documento para poderlo costear, y de esta forma hacer una proyección del costo
de editar todo el acervo después de digitalizarlo. Esencialmente, el proceso de
editar un documento es un proceso humano cuyo costo principal es el de la mano
de obra para hacer la edición -por lo general calificada-. Será necesario, además,
en su caso, agregar el costo de las licencias de programas necesarios para editar:
procesadores de palabra, editores de imagen o de sonido, sistemas OCR,
etcétera. Por supuesto se pueden hacer cálculos paralelos para obtener los costos
de editar fotografías, sonido, video, etcétera. Al igual que en el caso de los costos
de digitalización, deben compararse los costos entre la alternativa de hacerlo
nosotros en la biblioteca con los de enviarlo a un proveedor externo.

3.3 Costo de Registrar

Una vez que hemos determinado el costo de editar, es necesario pasar a


establecer el costo de registrar; es decir, el costo de elaborar un registro de tipo
formal, calcográficamente hablando, para cada documento.

Obviamente no tendría ningún caso estar creando nuestra colección digital -


grande e importante como pudiera ser-, si ésta no puede ser localizada cuando se
requiriese o si debiese invertir mucho tiempo en decantar información no relevante
para nuestro propósito. La información para el estudio, la investigación, el trabajo
o la capacitación debe estar a unos cuantos golpes de tecla cuando la requiramos.
También debe ser veraz, oportuna, pertinente y suficiente. De hecho, y como ya
hemos reflexionado, ésa es la diferencia esencial entre una verdadera colección y
una masa amorfa de información como las que a menudo vemos en la Web. Como
puede reflejarse de lo anterior, en esencia, el principio de orden y de registro
sistemático de los materiales que tenemos en toda biblioteca tradicional persiste.
Tan importante como la creación y desarrollo de colecciones digitales es el
desarrollo de mecanismos que permitan su recuperación y distribución.
Obviamente, entre más rica y abundante sea una colección, será más valiosa
como herramienta para atender las necesidades de mayor número de
comunidades; pero también, entre más numerosa sea esa colección, crecerá
proporcionalmente el problema de recuperar esa información de manera adecuada
y eficiente. Las bibliotecas han contendido con el problema a nivel mundial desde
hace muchos años y por lo mismo han desarrollado sistemas muy refinados de
registro para recuperar la información. Para mayor abundancia en estas
reflexiones puede acudirse a las secciones 3.1 y 3.2 de la obra Bibliotecas y
Publicaciones Digitales.
Es necesario establecer un mecanismo de registro para cada colección. Por
supuesto que podemos "auto heredarnos" los que ya existiesen previamente,
fueran éstos fichas calcográficas, bibliográficas, etcétera. Podemos establecer
nuevos métodos de registro, de acuerdo con el tipo de material y el tipo de
explotación por parte de los usuarios de la red. Puede usarse cualquiera: desde
simples registros "Dublín Core" hasta elaborados registros "XML", pasando por
todos los intermedios que se deseen: MARC, HTML, MODS, METS, PROMIS,
etcétera. No es el caso discutir en este punto cuál es el mejor mecanismo para
agregar metadatos al momento de crear un registro para una colección. Para ello
existen muchas obras al respecto. Lo que me interesa recalcar es que resulta
indispensable agregarle algún tipo de registro o metadato electrónico a todo
documento de una colección digital. De otra forma no sería colección, sino una
masa amorfa de información.

Una vez que definimos qué tipo de registro vamos a agregarle a nuestros
documentos digitalizados, es necesario estimar el costo promedio por documento
para obtener ese registro, con el fin de poder extrapolar y proyectar el costo de
registrar toda la colección. Este costo por documento puede ser muy variable,
desde un costo mínimo cuando "reutilizamos" registros que ya se encontraban en
nuestro poder provenientes del catálogo del acervo tradicional, hasta costos altos
cuando optamos por agregar muchos descriptores detallados y finos como es el
caso de esquemas XML sofisticados. Es un hecho ineludible que, a mayor riqueza
y detalle de registro, mejor recuperación por parte del usuario, pero ello conlleva
también mayor costo, siempre en proporción a la complejidad del registro. Aquí no
hay una receta mágica que permita hacer una recomendación acerca de cuál tipo
de metadatos deban usarse. Lo mejor es hacer varios escenarios y comparar los
resultados entre uno y otro con objeto de encontrar el mejor método de registro
posible a un costo que esté dentro de nuestro presupuesto y viabilidad. Reitero
nuevamente que nunca deben crearse colecciones digitales sin contemplar un
mecanismo de registro adecuado, el mejor posible de acuerdo con las
posibilidades técnicas, humanas y, por supuesto, de costos.

3.4 Costo de Almacenar

El siguiente costo a determinar para la colección que se digitalizará es el


de almacenar. Como su nombre lo indica, se trata de establecer cuánto nos
costará tener guardada la colección en soportes tecnológicos, una vez que esté
digitalizada.

Para ello es necesario reflexionar primero en el hecho de que existen dos


mecanismos principales de almacenamiento, y que inciden directamente en el
precio: almacenamiento en-línea y almacenamiento fuera de línea.

El almacenamiento en-línea significa que la información reside en soportes


tecnológicos tales que ésta se encuentra disponible en todo momento para los
usuarios a través de alguna red. Estos soportes tecnológicos por lo general son
"discos duros" para almacenamiento, obviamente conectados a un computador y a
un servicio de red, de tal forma que los documentos siempre están disponibles
para los usuarios de esa red. Este es un mecanismo ideal desde el punto de vista
de los usuarios, precisamente por esa alta disponibilidad; pero, como pudiera
esperarse, es el método más caro de almacenamiento. Si bien hoy en día el costo
de los discos duros es muy económico en lo que concierne a costo / beneficio -en
este momento cuesta aproximadamente setecientos dólares almacenar un
terabyte-, el costo total puede dispararse dado lo grande que pueden llegar a ser
los archivos digitalizados, sobre todo de imágenes o videos, más el costo de la
red.

Si aunamos a lo anterior el hecho de que en proyectos de preservación no


debemos escatimar calidad al momento de digitalizar, y por lo general
escogeremos resoluciones altas, paletas ricas de colores, compresión moderada,
etcétera, sabemos de antemano que el tamaño de los archivos resultantes puede
llegar a ser realmente grande al momento de tener colecciones de documentos
numerosos. Esto puede llevarnos a cantidades realmente considerables de
almacenamiento, algunas de las cuales con frecuencia alcanzarían los terabytes,
inclusive petabytes y en un futuro no lejano, a los exabytes. En estos casos los
discos duros no funcionan ya en forma aislada y se requieren arreglos o "clusters"
de discos, o de asistentes robóticos para el manejo de discos, los que
incrementarían sensiblemente el costo de almacenamiento.

En otros casos, y con motivo de abatir costos, la colección estaría almacenada


"fuera de línea". Esto significa que el acervo está grabado en soportes tales como
CD's, DVD's, cintas o cartuchos digitales, o algún otro dispositivo semejante. Se
llama fuera de línea porque estos soportes no están conectados a la computadora;
la información ahí grabada está guardada en un cajón de un mueble cualquiera, y
sólo se recupera a petición de un usuario y se envía en esas circunstancias. Por
supuesto, el catálogo para encontrarla y recuperarla sí está en línea, pero
obviamente, los catálogos ocupan un espacio infinitamente menor que los
documentos relacionados. Este método implica por tanto que debe haber un
intermediario por parte de la biblioteca, al cual dirigirle las solicitudes, y que existe
un tiempo de demora en el que este intermediario recibe la solicitud, localiza el
material y se lo envía al usuario. Naturalmente este método no es tan deseable
desde el punto de vista del usuario, pero su atractivo radica en que reduce
sensiblemente los costos de almacenamiento, dado que los soportes no están
asociados directamente a un computador y a una red, y que el costo de este tipo
de soportes es hoy en día realmente mínimo. Un DVD económico de hoy en día
almacena cuatro gigabytes por algo así como sesenta centavos de dólar. Un DVD
de alta calidad que cuesta poco más de un dólar almacena diez gigabytes. Un
cartucho con una cinta digital almacena trescientos gigabytes por unos diez
dólares y una cinta óptica almacena un terabyte por menos de doscientos dólares.
Y por el momento, los ya aparentemente obsoletos CD de datos aún sirven, ya
que nos almacenan 720 megabytes de datos por unos veinticinco centavos de
dólar.
Con este método de almacenamiento pueden almacenarse en cualquiera de estos
soportes cantidades enormes de archivos que ocuparían mucho espacio, pero con
un costo mínimo desde el punto de vista del costo de este almacenamiento: el
catálogo se encuentra en-línea y cuando un usuario requiere un documento se
pone en contacto con el administrador; éste recupera el documento del disco o
cinta que se encuentra fuera de línea, y a vuelta de correo electrónico se lo envía
al solicitante. Este procedimiento, si bien no es el ideal desde el punto de vista del
usuario, es suficientemente satisfactorio y le abate costos a la biblioteca de
manera sensible.

En muchos proyectos de preservación es común observar el almacenamiento


simultáneo de las dos formas antes mencionadas. Por un lado se tiene una copia
de los documentos para preservación de alta calidad, almacenados en soportes
fuera de línea. Por el otro, se obtiene adicionalmente una copia de los documentos
de una calidad bastante menor, pero adecuada para los fines de distribución
documental. Esta copia de menor calidad del acervo documental es la que se
encuentra en-línea al alcance del usuario. Ello abate sensiblemente los costos de
tener la información en-línea y le permite a su vez a la biblioteca seguir
manteniendo en su poder una copia de alta calidad con fines de preservación a
largo plazo. Muchas bibliotecas aprovechan además esta doble calidad de imagen
para distribuir la colección entre sus usuarios, entregando de forma gratuita la
versión de baja resolución, y obteniendo ingresos por proporcionar la imagen de
alta resolución. Esquema perfectamente válido para recuperar algo de los costos
de digitalización.

3.5 Costo de Actualizar

El último de los costos a considerar es el de actualización. Si bien este costo no


está presente nunca al momento de crear una colección digital nueva, es
inevitable que aparecerá de cuando en cuando en nuestros costos de
preservación, y afectará nuestro presupuesto anual de tiempo en tiempo, y por
tanto debemos tenerlo en mente para incluirlo en años futuros cuando sea
pertinente.

La obsolescencia tecnológica representa una amenaza mucho mayor para la


información electrónica que la inherente fragilidad física de sus soportes. No
habiendo hoy en día una solución universal contra este problema, se ha
establecido el consenso de utilizar cuatro técnicas que tienden a optimizar la
preservación digital, y resolver tanto el deterioro de los soportes como la
obsolescencia tecnológica. Pero ninguna solución es total, cada una resuelve una
parte del problema; no obstante, usadas en conjunto han probado ser una solución
suficientemente buena por el momento. Las cuatro técnicas mencionadas, en
resumen, son: Réplica, Recopia, Migración y Emulación. Dependiendo de la
estrategia seleccionada, el bibliotecario deberá cuantificar de tiempo en tiempo el
costo de aplicarle esa estrategia a sus colecciones, incluyendo ese presupuesto
en su planeación anual de preservación, con el fin de contar con esos recursos
oportunamente en el ejercicio presupuestal que corresponda. Esto es de vital
importancia: no debemos llevarles "sorpresas" a los directivos administradores de
estas bibliotecas apareciendo de repente con erogaciones no planeadas. Por lo
general es muy difícil conseguir recursos presentados fuera de una planeación.

Además, como ya hemos mencionado en los factores culturales de la


preservación, existe la percepción, -errónea como hemos visto-, de que la
digitalización es un proceso muy económico, y que, una vez puesto un registro en
una computadora, el costo de mantenerlo es mínimo y por tanto despreciable. No
debemos dejar que esta percepción permee hacia capas superiores o inferiores de
nuestra responsabilidad en la biblioteca, antes bien debemos ir haciendo
conciencia acerca de su periodicidad, valor y costo reales.

Como se ha hecho notorio, el factor económico es de suma importancia en todo


proyecto de preservación digital. Es necesario que el bibliotecario se vaya
familiarizando con los diversos costos relativos a este aspecto económico para
que pueda estar en capacidad de calcular, interpretar y presentar de manera
adecuada estos costos en el plan de sus bibliotecas, en especial en los proyectos
de preservación. Es vital poder establecer una correcta relación costo / beneficio
de la función de preservación para que ésta pueda ser correctamente percibida
por los directivos de la institución y, en su caso, los posibles patrocinadores. Sólo
de esta forma podemos hacer proyectos que, siendo técnicamente posibles,
puedan convertirse también en proyectos económicamente viables. Esto requiere
hacer un delicado balance que todo bibliotecario que se dedique a la preservación
digital debe ir desarrollando con el tiempo y la experiencia. Si basamos nuestros
proyectos sólo en el enfoque de factores tecnológicos podemos construir algo muy
válido técnicamente hablando, pero que corre el riesgo de quedarse sin recursos
después de un tiempo. Tampoco podemos enfocarnos sólo en el aspecto
económico y optar siempre por decisiones que nos lleven a un proyecto muy
barato, donde los aspectos tecnológicos pasen a segundo plano, pues esto puede
llevarnos a proyectos cuyos acervos resulten de calidad muy dudosa, y que a la
larga sea necesario tirar y repetir, causando con ello pérdidas económicas
deplorables, y que pueden incluso poner en riesgo futuro al material que se quiere
preservar.

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-358X201100030000

4.3 CONTRATO Y CONVENIO DEL SERVICIO


Un contrato es un arreglo bilateral que establece una relación jurídica entre las
partes involucradas. Un convenio es un acuerdo voluntario que no se encuentra
sujeto a la ley.
Siempre puede existir un convenio sin haber contrato, pero para que se lleve a
cabo un contrato siempre debe haber un convenio.

A diferencia del convenio, el contrato busca crear obligaciones que puedan


modificarse, transferirse o extinguirse legalmente.

¿Qué es un contrato?

El contrato es un acuerdo con validez legal donde las partes involucradas


establecen los derechos y deben cumplir con ciertas obligaciones.

Para que se pueda llevar a cabo un contrato no basta con que el acuerdo sea
verbal, debe presentarse por escrito con la firma de los involucrados y enmarcarse
dentro de la ley para su cumplimiento.

Por esta razón de legalidad, se dice que todos los contratos son convenios, pero
no todos los convenios son contratos.

Cuando una persona le hace una oferta a otra y ésta lo acepta, debe expresarse
por escrito y registrarse como un compromiso legal para que pueda existir el
contrato.

Tipos de contratos

En líneas generales se podrían clasificar los contratos dentro de los siguientes


grupos:

 Explícitos: describen detalladamente cada uno de los términos utilizados.


 Implícitos: se dejan a libre interpretación los términos porque son conocidos por
las partes involucradas.
 Bilaterales: establecen las obligaciones y derechos del ofertante y el ofertado.
 Unilaterales: solo establecen las obligaciones de una las partes.

¿Qué es un convenio?

Un convenio es un pacto o acuerdo de voluntades entre dos o más partes


respecto a determinado tema. Se puede llegar a este acuerdo de manera verbal o
escrita sin ser requerido un marco legal.

Cuando una persona le hace una propuesta a otra y ésta la acepta


voluntariamente, se puede decir que se ha llegado a un convenio entre las partes.
Los convenios no están determinados por ninguna ley, lo que quiere decir que las
condiciones y contexto de este acuerdo es establecido enteramente por las partes
que participan en él.

Igualmente, el cumplimiento del convenio dependerá directamente de la


disposición de las personas involucradas.

Los convenios se pueden dar en todo tipo de ámbitos porque no requiere del
cumplimiento de condiciones específicas para llevarse a cabo. Por esto, cualquier
acuerdo que no esté sujeto a la ley puede ser considerado un convenio.

Tipos de convenio

Dependiendo de la cantidad de personas que participan en el convenio, este


puede ser:

 Bilateral: aquellos en los que participan solo dos partes interesadas.


 Plurilateral: donde participan tres o más partes.

En el ámbito educativo se suelen llevar a cabo los siguientes tipos de convenio:

 Convenio marco: cuando las instituciones involucradas se comprometen a


cooperar en determinadas áreas, como la investigación conjunta, el intercambio de
material educativo o el intercambio de docentes y estudiantes.
 Convenio específico: las instituciones llegan a un acuerdo para fortalecer áreas
complementarias llevando a cabo actividades específicas previamente detalladas
que pueden ser académicas, científicas o administrativas.

https://www.diferenciador.com/contrato-y-convenio/

4.3.1 ESTRUCTURA Y TÉRMINOS DEL DOCUMENTO


antes de que puedas comenzar a agregar contenido a tu documento, hay
una estructura básica que necesitas implementar en tu archivo. Esta estructura no
solo es requerida para que tu documento se ajuste al estándar, sino que también
te permitirá brindar información útil acerca de tu documento. La estructura básica
de cualquier documento HTML se compone de las siguientes secciones o
elementos:

 La DTD (declaración !DOCTYPE).
 El contenedor principal (elemento html).
 La sección del encabezado (elemento head).
 La sección del cuerpo (elemento body).
 Todo documento HTML debe comenzar con una declaración que identifica
su tipo. Esta es una medida muy útil que informa de antemano a los
navegadores, qué tipo de documento están a punto de procesar,
permitiéndoles ajustar sus mecanismos de procesamiento en consecuencia.
 La declaración DTD es insertada mediante una etiqueta especial (!
DOCTYPE) que toma una forma particular para cada tipo de documento.
Esta declaración sólo puede estar presente al comienzo del documento. El
siguiente ejemplo muestra la DTD para un documento HTML5:

Después de haber colocado la DTD justo en la cima de tu documento, es tiempo


de crear el contenedor principal: un espacio donde caerá todo el documento (con
la excepción de la DTD). Este contenedor es insertado con el elemento html, y
además de actuar como contenedor, brinda una buena oportuna de definir el
lenguaje utilizado por defecto en el documento, a través del atributo global lang.

Declarar el lenguaje utilizado en el documento es de particular importancia para


usuarios que dependen de sintetizadores de voz, ya que brinda información
clave para la determinación de la pronunciación correcta.

El siguiente ejemplo muestra la estructura del contenedor principal


(incluido el lenguaje utilizado en el documento) e indica dónde deben ser ubicados
los elementos del documento.

La sección del encabezado (head) es un contenedor para metadatos


acerca del documento. Estos metadatos pueden ser clasificados en cinco
categorías de acuerdo al elemento que utilizan.

 El título del documento: describe brevemente el tema tratado en el


documento. Éste item es requerido y se inserta con el elemento title.
 Declaraciones de estilo: agrupa declaraciones de estilo usadas para
establecer atributos presentaciones para los elementos del documento. Se
inserta con el elemento style.
 Scripts del lado cliente: inserta programas que proveen funcionalidades e
interactividad. Se declara con el elemento script.
 Declaraciones meta: definen atributos y valores personalizados. Se
insertan con el elemento meta.
 Información relacional: indica recursos que, de alguna manera, están
relacionados con el documento. Es insertada con el elemento link.

El siguiente ejemplo muestra la declaración del bloque de encabezado


(head) de un documento con algunos de los elementos descriptos previamente.

https://www.htmlquick.com/es/tutorials/document-structure.html
4.3.2 NORMATIVIDAD QUE APLICA

Proyectos de normatividad

El Departamento Nacional de Planeación, en cumplimiento de lo previsto en el


artículo 2.1.2.1.20 del Decreto 1081 de 2015, publica el proyecto de Agenda
Regulatoria con la lista de los proyectos específicos de regulación que
previsiblemente deben expedirse en el sector durante el año 2023, con el fin de
que los interesados participen enviando sus comentarios hasta el 30 de noviembre
de 2022 al siguiente correo electrónico: comentarios@dnp.gov.co.
Adicionalmente, se informa que el proyecto de agenda se encuentra también
publicado para recepción de comentarios en el Sistema Único de Consulta Pública
– SUCOP, por el mismo término antes señalado, disponible a través del SUCOP.
Proyecto de Agenda Regulatoria 2023
El Departamento Nacional de Planeación, en cumplimiento de lo establecido en el
numeral 8 del artículo 8 de la Ley 1437 de 2011, el artículo 2.1.2.1.14. del Decreto
1081 de 2015 modificado por el artículo 2 del Decreto 1273 de 2020 y la
Resolución 1022 del 2017, publica el proyecto de Decreto "Por el cual se sustituye
el Título 6 de la Parte 2 del Libro 2 del Decreto 1082 de 2015, Único
Reglamentario del Sector Administrativo de Planeación Nacional, con el fin de
reglamentar el Sistema Unificado de Inversión Pública (SUIP)", para conocimiento
de los interesados, quienes podrán enviar sus comentarios del 5 al 20 de agosto
de 2022 al correo electrónico: comentarios@dnp.gov.co.
Adicionalmente, se informa que esta iniciativa se encuentra también publicada
para recepción de comentarios en el Sistema Único de Consulta Pública –
SUCOP, por el mismo término antes señalado, disponible a través del siguiente
enlace: SUCOP.

reglas esenciales para la gestión de proyectos


 Escucha a tu equipo. ...
 Permanece disponible. ...
 No pidas algo que tú mismo no harías. ...
 Sé flexible. ...
 Supervisa sin hacer micromanagement. ...
 No cotillees ni critiques. ...
 Predica con el ejemplo. ...
 Asume la responsabilidad.

¿Cuáles son los proyectos productivos?


El programa de Proyectos Productivos consiste en impulsar el establecimiento de
pequeñas unidades de producción en las zonas populares y rurales, con el objeto
de apoyar a personas o grupos con iniciativa emprendedora que no tengan acceso
a crédito.

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