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UNIVERSIDAD NACIONAL DE JULIACA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA PROFESIONAL DE GESTIÓN PÚBLICA Y DESARROLLO SOCIAL
PROCESOS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS

VENEZUELA:
¿Socialismo o Chavismo?

ELABORADO POR:
Lisbeth Sonia Aza Valencia

JULIACA - PERÚ

2017
VENEZUELA
Lisbeth Sonia Aza Valencia
Lisi3025@gmail.com

INTRODUCCIÓN.
Si bien, el “socialismo”, no es una creación reciente, sino que viene desde un
proceso histórico mucho antes del Presidente Chavez. Corresponde la precisa idea que
surge de las formaciones sociales, y los trabajos atribuibles, en justicia, a los
intelectuales para comprender los procesos por los que la Revolución Bolivariana se
dio. Desde toda concepción, incluso desde la perspectiva de los, como la izquierda
latinoamericana los apodó, “Los tres chiflados del Neoliberalismo”.

A Laclau lo usamos para comprender las concepciones de Populismo, y junto a


Chantal Mouffe para entender el proceso Hegemónico, los que llevan, de cierto modo a
la notable conquista del poder, al mando del comandante Chavez. Pero no podemos
dejar de lado el proceso socialista con el cual se encamina la Revolución Bolivariana, y
para entender ello nos anclamos en Juan Carlos Monedero que nos define la parte
socialista de aquel movimiento popular que lo encabeza Chavez.

Al exponer, someramente, el recorrido histórico de la revolución socialista,


conjuntamente con los elementos que dieron fuerza para que se diera la República
Bolivariana de Venezuela, buscamos ambientar y presentar un fondo al trabajo, para que
la Revolución Bolivariana, encabezada por Chavez se destaque y cobre más nítidos
contornos, de los cuales no nos son explicados, ni mucho menos, mostrados por el poder
mediático peruano; ganando por tanto, su estructura en relieve y en precisión de los
elementos estructurales que dieron lugar a una estructura popular que llegue al poder y
le quite los privilegios a la clase dominante.
I. Populismo y Estrategia Socialista en Latinoamérica.

Un primer paso para el análisis pasa por la recolección de elementos de


caracterización respecto del emergente populismo en Latinoamérica. Por ello es
necesario compartir los antecedentes históricos.

Cuando hablamos de populismo – en el siglo XX- nos referimos a los gobiernos


“nacionalistas” de corte burgués, que mayormente tuvieron importancia política en las
décadas del 30 al 60. Esto debido a una simultanea crisis económica del sistema
capitalista, llevando a una crisis hegemónica aguda del sistema, así como el impacto
europeo de la revolución Rusa.

Sin embargo, en el Siglo XXI, las cosas se han ido manteniendo, pues, la
combinación de todos estos elementos da lugar a la instalación de varios gobiernos
capitalistas, quienes se caracterizaron por tener en sus manos la toma de decisiones
importantes en el manejo económico.

Los grupos políticos de la izquierda en Latinoamérica han venido en cruzada en


los últimos años por el debate fundamental del surgimiento de los idiotas
iberoamericanos, que han ido gobernando los países con el artilugio del “populismo”.
(APUYELO MENDOZA, ALBERTO MONTANER, & VARGAS LLOSA, 1996)

Y, también tenemos que definir a lo que entendemos por una sociedad socialista,
por lo que recurrimos a Juan Carlos Monedero:

“Un sistema de organización social, política, normativa, económica y


cultural que busca la libertad y la justicia, armonizando para ello los recursos
materiales, institucionales e intelectuales de la sociedad, con el objeto de
conseguir la igualdad de capacidades personales, la libertad de individuos y
colectivos, la solidaridad entre los miembros de la comunidad, la defensa de
las diferencias, el respeto medioambiental, la paz entre las naciones e iguales
condiciones para todos los pueblos del mundo”. (MONEDERO, 2008)

El Populismo, por otro lado, es, para Ernesto Laclau, en La Razón Populista:

“Es en esta contaminación entre la universalidad del populus y la


parcialidad de la plebs donde descansa la peculiaridad del ‘pueblo’ como
actor histórico. La lógica de su construcción es lo que hemos denominado
‘razón populista’. Podemos abordar su especificidad desde los dos ángulos: la
universalidad de lo parcial y la parcialidad de la universalidad… ( ). Es por
esto que la razón populista –que equivale, como hemos visto, a la razón
política tout court- rompe con dos formas de racionalidad que anuncian el fin
de la política: tanto con un evento revolucionario total que, al provocar la
reconciliación plena de la sociedad consigo misma volvería superfluo el
momento político, como con una mera práctica gradualista que reduzca la
política a la administración.” (LACLAU, 2005, págs. 278, 279)

Comúnmente, al hablar de Populismo nos referimos a un tipo de gobierno cuya


principal actividad es el asistencialismo, o, en todo caso a un partido político
demagógico. Sin embargo, Laclau ha hecho que veamos al fenómeno del “populismo”,
no como una forma degradada de la democracia, si no, por el contrario, como una forma
de gobierno que permita ampliar las bases de las sociedades democráticas. El populismo
–para Laclau- no tiene un contenido o una razón específica, sino es una forma de pensar
las distintas identidades sociales, que, de un modo articulador, permite una manera de
construir lo político.

II. Hugo Chávez y la Expansión de lo posible.

En su libro, El Final de América [The end of Amercian], (2007), Naomi Wolf


plantea la reciente preocupación por el creciente autoritarismo en los Estados Unidos y
su giro fascista. El fascismo llega al poder en Italia y Alemania legal e
incrementalmente y dentro de democracias funcionales, dice, pero muchos piensan que
sube violenta y repentinamente. Identificar el proceso ayuda a entenderlo. Para
nosotros, el acercamiento entre Latinoamérica y Estados Unidos hace que lo que aplica
a EEUU, también sea aplicado en Latinoamércia.

Cuando Chavez gana las elecciones presidenciales en Venezuela el 6 de


diciembre de 1998, personaje –hasta entonces- desconocido en el mejor de los casos
para las izquierdas latinoamericanas. Visto por su biografía militar, por el rol decisivo
de su carisma popular y por el enarbolar un discurso que no se movía en una gramática
“clasista” ni en los marcos tradicionales de la Izquierda.

Cuando el Neoliberalismo va tomando “giros” facistas sus políticas van


incrementando las desigualdades y, con ello, atacan todo proceso democrático. Esto
hace que se genere un descontento popular que conllevan, eventualmente, a acciones
colectivas y, en ocasiones, violentas. Es así que el gobierno Chavista abre un proceso
constituyente revolucionario, que redefinió el pacto social venezolano y emprendió una
verdadera guerra contra la miseria y por la inclusión social que literalmente amplió la
población en Venezuela.

Sin embargo, en el momento de su muerte América Latina -y no sólo Venezuela-


ya es otra. Prácticamente todos los jefes de Estado del subcontinente acudieron al
funeral de Chávez a mostrar sus respeto, mostrando que hay ya una esfera política
propia con criterios diferentes a los norteamericanos y europeos; los procesos de
integración regional avanzan, con tensiones y solapamientos pero en una dirección
convergente para construir un espacio geopolítico en un mundo multipolar; el escenario
político subcontinental, en fin, está marcado por una primacía relativa de una narrativa –
postneoliberal, soberanista, progresista, integracionista- que, con importantes
diferencias y acentos nacionales y destacadísimas excepciones, nutre los procesos
populares y el “giro a la izquierda” de los gobiernos regionales. (RAMONET, 2013)

III. Hegemonía y Discurso en Chavez.

El concepto de hegemonía podría resultar un poco menos rígido y más flexible


para poder entender las significancias fenomenológicas del proceso histórico, que deben
ser permanentemente negociadas de manera que no exista un límite infranqueable para
la utilización de conceptos ideológicos.

En Hegemonía y Estrategia Socialista, Laclau y Mouffe, desarrollan:

El concepto de ‘hegemonía’, según veremos, aún en sus humildes


orígenes en la socialdemocracia rusa, donde estaba llamado a cubrir un área
limitada de efectos políticos, aludía ya a un tipo de intervención contingente
requerida por la crisis o el colapso de lo que hubiera sido un desarrollo
histórico ‘normal’. Más tarde, con el leninismo, será una pieza clave en la
nueva forma de cálculo político requerido por la contingencia de las
‘situaciones concretas’ en las que se verificaba la lucha de clases en la era
imperialista. Por último, con Gramsci, el término habrá de adquirir un nuevo
tipo de centralidad que trasciende sus usos tácticos o estratégicos:
‘hegemonía’ es ahora el concepto clave para la comprensión del tipo mismo
de unidad existente en toda formación social concreta. Pero cada una de estas
extensiones del término fue acompañada de una expansión de lo que,
provisoriamente podríamos llamar una ‘lógica de lo contingente’ –resultante,
a su vez, de la quiebra y retracción al horizonte explicativo de lo social de la
categoría de ‘necesidad histórica’-, que había constituido la piedra angular
del marxismo de la Segunda internacional. Las alternativas de esta crisis
progresiva y las distintas respuestas a la misma –de las que la teoría de la
hegemonía constituye tan sólo una- es lo que se trata, por tanto, de estudiar.
(LACLAU & MOUFFE, 1987, pág. 8)

La Hegemonía, al ser constituida por una determinada clase social que


constantemente se encuentra en una disputa contra otro bloque, debe apropiarse de
ideologías de clases subalternas para así convertirse en “hegemónico”. Hasta Hitler –
que comprendió esto-, cuyo centro fue la coerción y el terror más que el consenso, se
apropió de ciertas demandas populares (y no solo del pueblo, si no los empresarios y
burgueses), tradiciones populares y la reivindicación de la nación alemana –como raza-.
(RIUS, 1983). En Venezuela, la figura simbólica de Bolivar que en el pasado fue
asumida como institucionalidad estatal y precursor de la Venezuela republicana, hoy ha
sido reapropiada como instrumento simbólico e histórico de una revolución y lucha
antiimperialista, comandada por Chavez – hoy incluso él es parte del instrumento
histórico de la revolución-.

El hundimiento de la política neoliberal abrió el camino para la emergencia de


nuevas formaciones políticas y hegemónicas, con el Caracazo de 1989 y el descontento
popular que negó la regeneración del régimen de gobierno. Estas condiciones hicieron
posibles que el liderazgo militar, de características plebeyas, logre captar el apoyo
popular porque abraza demandas nacionales, antiimperialistas, agrarias e indigenistas en
una oposición polarizada al viejo sistema de partidos. (RAMONET, 2013). No existe
aquí, desvío alguno sobre la perspectiva socialista que guio al comandante Chavez,
porque en las circunstancias concretas no había otra opción que resulte disponible para
la recuperación de la hegemonía, pues, como mencionamos en un inicio el Socialismo
es: “Un sistema de organización social…()…con el objeto de conseguir la igualdad de
capacidades personales…()…, la paz entre las naciones e iguales condiciones para
todos los pueblos del mundo” Que se habían perdido hasta ese momento. Entonces
Chávez fue indiscutiblemente el motor de aquel proceso de cambios políticos y sociales,
que no hubieran tenido eco sin aquella construcción hegemónica del movimiento
popular dispuesto a encaminar la revolución, pero que difícilmente lo hubiera podido
hacer sin aquella dirección del comandante Chavez.
IV. El Legado de la Política de Chavez.

América Latina, principalmente el país del petróleo –Venezuela-, atraviesa una


crisis estructural que es, en primer lugar y aunque no lo digan, una crisis contra-
hegemónica. Un bloqueo de las posibilidades de imaginar el país socialista con el que
soñó Chavez –y hasta tal vez Bolivar-, que pudiera organizar una convivencia en donde
el estrechamiento de los ricos y los pobres no existan, en donde las posibilidades para
todos estén presentes. Y, es esta acción colectiva, de lo representable, de las opciones y
la confianza social que crearon la construcción hegemónica de la revolución
bolivariana, que son las que triunfan.

Sin embargo, el mismo Chávez, en las conversaciones con Ignacio Ramonet,


denuncia que las, todavía existentes, élites tradicionales “santificaron a Bolivar” para,
astutamente, “despolitizarlo”. Hoy, en una paradoja histórica, la figura del “Presidente
Chavez” atraviesa una tensión similar. Esta elevación de la figura del Comandante por
encima de cualquier disputa política, puede convertirlo en una figura “ideológica”, que
es abiertamente rechazado por la clase que perdió privilegios y que aún sueña con
volver, pacíficamente o no, al modelo anterior, de la irrupción en el estado. Y, es porque
cuando el poder mediático acusa a la revolución bolivariana de ser “chavismo” y ésta de
una polarización, la están acusando de politizar la pobreza y la exclusión, la están
acusando de sacarla del contexto socialista con la que el Presidente Chavez dijo
encaminar a la República Bolivariana de Venezuela, esto es: que se volvieron un asunto
público, discutible y, en todo caso, solucionable, en lugar de aquel dolor sordo y de
“unos cuantos”.
CONCLUSIONES

Las conclusiones que siguen son puntualizaciones de algunos temas desenvueltos y,


cuyas caracterizaciones son las que se quieren mostrar como elemento que contrapone a
lo estructuralmente informado por los medios de comunicación:

Primera: El Populismo, no es una actividad precisamente de los gobiernos populares, si


no que históricamente son la base estructural de todo gobierno debilitado que pretende
continuar en el poder.

Segunda: El socialismo, busca, no solo el bienestar común, si no las libertades


individuales, así como fortaleces las capacidades personales.

Tercera: Chavez y la revolución bolivariana hicieron que la historia no acabe en


América Latina. Sino que se den nuevas esperanzas de gobiernos en los que las
redistribuciones de la riqueza sean más equitativas. Desenmascarando la dirección
fascista de los gobiernos capitalistas.

Cuarta: La construcción de un movimiento popular hegemónico, fueron claves para el


triunfo de la revolución, al mando del Presidente Chavez.

Quinto: Los grupos sociales dominantes que pierden “privilegios” son los que se
enfadan con nuevas formas de gobierno en las que las políticas están dirigidas para los
sectores menos escuchados, poniendo en agenda la política diaria de los más
marginados, relegando a las élites tradicionales que aún gobiernan algunos países de
Latinoamérica.
Bibliografía

APUYELO MENDOZA, P., ALBERTO MONTANER, C., & VARGAS LLOSA, Á.


(1996). Manual del perfecto idiota Iberoamericano. España: Plaza & Janés.
LACLAU, E. (2005). La Razón Populista. Córdoba: Fondo de Cultura Económica.
LACLAU, E., & MOUFFE, C. (1987). Hegemonía y Estrategia Socialista. Madrid:
Siglo XXI.
MONEDERO, J. C. (2008). Hacia una Filosofía del Socialismo del siglo XXI. Notas
desde el caso venezolano. Cuadernos CENDES, 71-106.
RAMONET, I. (2013). HUGO CHÁVEZ. Mi Primera Vida. Caracas: Titivillis, digital.
RIUS, E. (1983). Hitler para Masoquistas. Argentina: DEBOLSILLO.
Wolf, N. (2007). The end of America: Letter of Wardning to a Young Patriot. Canada:
Chelsea Green Publishing Company.

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