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Biografía:
Según las leyendas indígenas, el cacique era fuerte y en cierta manera romántico.
Como rasgo curioso de su espíritu tenía verdadero amor por las gaviotas, por esto Naiguatá
pasaba horas y horas contemplando embelesado a dichas aves, hoy desaparecidas de la zona.
Se dice que le gustaba estar solo, y en todo caso acompañado de sus gaviotas que eran
su única compañía.
También se dice que en la época en que los españoles llegaron a su territorio, él los
recibió, pero uno de los españoles mató de un arcabuzazo a una de sus amadas gaviotas,
enfurecido por lo que consideraba un acto salvaje, Naiguatá le pidió al comandante de los
españoles le entregara el cabo que había matado al ave pero el comandante español se negó,
por lo que Naiguatá asaltó el fuerte de los españoles hasta dar con el autor de la muerte de su
gaviota y cuando lo iba a matar una ola de gaviotas cruzó el cielo. Naiguatá interpretó el
episodio como una señal de perdón que le otorgaban las gaviotas a ese hombre y lo dejó ir
libre. Naiguatá murió de vejez años después.
Geográficamente:
Para 1772 Naiguatá era considerado como un pueblo de indígenas, habitado para ese
entonces por 261 aborígenes dentro del poblado con antigua doctrina cristiana franciscana y
fuera de él vivían 474 españoles. También habían 240 esclavos y 84 bozales (esclavos negros)
para una población total de 1.059 habitantes. Francisco Javier Longa y José María España
serían dos de los más importantes dueños del territorio. La actividad económica desde la
época colonial se centraba en la Hacienda Longa España, la misma perteneció al Marqués Juan
del Coro y posteriormente al general Colmenares Pacheco. Sus cultivos principales eran el café
y la caña de azúcar.