DE CICLISMO DE RUTA RECORDEMOS SUS INICIOS... Un día de agosto de 2003, en los que Richard Carapaz estaba dedicado a las labores agrarias, como ordeñar vacas o cuidar del ganado, su papá Antonio Carapaz llegó con un cargamento de chatarra que traía de la ciudad de Lago Agrio (provincia de Sucumbíos) a la casa, ubicada en la parroquia El Playón de San Francisco (provincia del Carchi). En ese momento junto con sus hermanas, Marcela y Cristina, Richard fue a ver qué encontraba entre los metales retorcidos. De repente los ojos se le iluminaron al ver una bicicleta modelo BMX, oxidada, sin asiento y con las ruedas desinfladas. Entonces le preguntó a su progenitor si podía conservarla. Don Antonio se sorprendió y le dijo que no servía para nada. Pero Richard se puso manos a la obra y la dejó en perfectas condiciones. Como en la carga había otras bicicletas, tomó partes de ellas para armar a la inseparable compañera de su niñez. Una vez puesta a punto, comenzó a usarla todo el día. Iba pedaleando a la escuela México, donde estudió la primaria; al barrio de El Playón, que quedaba unos metros más allá, o también a realizar las actividades del campo. Era su complemento. Por cerca de cinco años la utilizó, hasta que el ahora fallecido Juan Carlos Rosero lo invitó a formar parte de la escuela que había creado una vez retirado del ciclismo. Ahí fue donde “Richie” conoció las bicicletas de carreras y con las que escribiría su propia historia. Richard ha dicho que jamás se desprenderá de ella porque la armó con sus propias manos. La “bici” siempre ha permanecido en la casa donde los Carapaz Montenegro miran día a día la participación del “pequeño” en las pruebas ciclísticas más importantes del planeta.
Nunca se les ha extraviado ni alguien intentó
llevársela sin avisar. Cada vez que regresa a Ecuador, la busca para darle mantenimiento, limpiarla y “mimarla” para luego mostrar una sonrisa al contemplarla.
Aunque por el momento deberá esperar para
tenerla en sus brazos, en un rincón especial de la casa ella espera a su dueño para que la abrace y la acaricie cuando vuelva. Richard quiere conservarla para que sus hijos conozcan la historia y, si lo desean, practiquen el deporte que tantas alegrías le dio a su padre. La situación económica de sus progenitores no daba para que le compraran una bicicleta de paquete. Richard nunca reprochó eso. El vehículo que surgió de la chatarra lo invitó a soñar.
“Los sueños no están hechos sólo para verlos
reflejados como en un espejo, los sueños se hicieron para cumplirse”, explica Richard Carapaz. En su juventud, con ocasión de una grave enfermedad de su madre, fue el mismo Richard quien tuvo que cuidar las vacas. “La leche era el sustento principal de la familia”, ha explicado. “Las cuidaba, les daba de comer y las muñía. Por fortuna mamá se recuperó por completo”. “El campo te enseña a ser fuerte y a ser disciplinado”, explica la madre de Richard. “Mis amigos, todos tenían bicicletas con ruedas, y yo una sin ruedas” (sin neumáticos).
Cuando el deporte le abrió una ventana, Carapaz encontró su futuro. Con
mucho sacrificio y con total dedicación. Y cuando vio que por ahí, por el
ciclismo, podía volar, no dudó un instante.
“Me dije, voy a darle hasta que se desgaste el pavimento” recuerda Richard. Fuentes (Telégrafo, 2019) (La Vanguardia, 2019). Consigna: Desarrollar un tema de investigación, 1 problema central de
investigación, 2 preguntas complementarias, 1 hipótesis o supuesto a