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LECCIÓN 2

LOS RECURSOS ESPIRITUALES PARA EL ESTUDIO DE LA


BIBLIA
Hechos 8:26ss, nos relata la historia de un funcionario importante de Candace, que
había participado de una de las fiestas (tan memorables en ese entonces), y que
regresaba a su tierra natal con un recuerdo (seguramente adquirido), lo cual era un
pasaje del AT. Felipe guiado por el Espíritu Santo de repente se presenta en la
escena y cuando le ve ha ese funcionario, este estaba rodeado de preguntas, su
expresión en el rostro le decía a Felipe que por más que leía no entendía ni “papas”.
Y para remate Felipe le pregunta: ¿Entiendes lo que lees?

Muchos de nosotros nos sentimos familiarizados, con lo que sintió ese funcionario.
Por más que hacemos el intento muchas veces, al final siempre el resultado es lo
mismo. ¡NO ENTENDEMOS NADA!

Para entender la Palabra de Dios, el estudiante necesita ciertos recursos espirituales


sin las cuales le sería imposible entender lo que lee. Si Ud. usa estos recursos, poco
a poco entenderá lo que dice las Escrituras.

“(…) este Esdras (…) Era escriba diligente en la ley de Moisés, (…) Porque (…)
había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para
enseñar en Israel sus estatutos y decretos.” Esdras 7:6,10.

Habían pasado muchos años, desde que el pueblo de Dios, fue llevado cautivo a las
tierras de Babilonia. Los que habían viajado inicialmente llevado como prisioneros,
seguramente habían muerto. Sus hijos, nietos se habían habituado a la lengua y
escritura de los caldeos, tal es así, en el momento en que Dios (fiel a su promesa),
les ordena que regresen a Jerusalén, casi todos eran bilingües.

Esdras, fiel a su llamado era un “escriba diligente en la ley de Moisés”. Cuando llegó
a Jerusalén, él les hizo entender claramente lo que Dios tenía planificado con su
pueblo.

Pero, ¿Dónde, cuándo, cómo comenzó Esdras este ministerio? En 7:10, nos revela,
que Esdras “había preparado su corazón”, note el verbo “había”, esta en tiempo
pasado. Esto significa que Esdras residiendo en la cuna de la idolatria (Babilonia),
había determinado preparar su corazón, para estudiar la Palabra de Dios.

El primer recurso, que tienes para estudiar la Palabra de Dios, es: PREPARAR TU
CORAZÓN. En el hebreo las traducciones para el verbo “preparar”, son: disponer,
arreglar, acomodar, andar sobre aviso. Esto es grandioso. Tienes que arreglar tu
vida, acomodar tus prioridades, disponer tu tiempo, andar sobre aviso que tienes un
enemigo. ¿Entiendes?

Esdras primero preparó su corazón, luego recién comenzó a estudiar, a practicar y a


enseñar.

Nadie con un corazón sucio, puede comprender lo que Dios tiene para su vida.
Muchos lo han intentado, el autor de este módulo, también ha pasado por esto.
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“C o m o E s t u d i a r s u B i b l i a”
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Uno puede tener los grados académicos más altos, una posición social privilegiada,
una mente sin igual; pero si tu corazón esta sucio, ningún esfuerzo o mérito, te hará
entender la Palabra de Dios. Dios siempre nos ayude a limpiar nuestro corazón a
través, de su sangre preciosa.

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os


enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que o os he dicho.” Juan 14:26.

El segundo recurso espiritual, con el que puede contar el estudiante de la Palabra de


Dios, es: EL ESPÍRITU SANTO.

En la primera lección, hablamos un poquito con referencia a la actividad del Espíritu


Santo en la producción de la Palabra de Dios.

2 a Pedro 1:19-21, nos dice que: “Tenemos también la palabra profética más segura,
a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar
oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo.” En resumen, el Espíritu Santo, es el autor de la Biblia.

Si el Espíritu Santo es el autor de cada uno de los libros de la Biblia, sería bueno,
cuando estudiemos dependamos de él continuamente.

La Biblia nos dice que el Espíritu Santo tiene como funciones: enseñarnos las
verdades de Dios (Jn. 14:26); guiarnos a toda verdad (Jn. 16:13); capacitarnos
para discernir el error (1 Jn. 2:20, 26, 27); Iluminar nuestra mente para entender y
aceptar la verdad (1 Co. 2:12-14); fortalecernos para hacer su voluntad (Col. 1:29).

Se da cuenta de la necesidad del Espíritu Santo guiando su estudio de la Palabra de


Dios. Sin este recurso espiritual nuestras intenciones de estudiar la Biblia serían
inútiles, pues no estamos capacitados para comprender lo que Dios nos enseñara.

“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.”


Salmo 119:18.

Y por último, el tercer recurso espiritual para estudiar la Biblia, es: LA ORACIÓN.

El que escribió este salmo (algunos eruditos aseguran que fue Esdras), vez tras vez
se refirió a la Palabra de Dios con muchos sinónimos, como: Ley, palabra, dicho,
mandamiento, estatutos, juicio, precepto, testimonio, camino y senda. Muchos son
los beneficios de aquellos que estudian la Palabra de Dios, según este salmo. A la
vez, da a conocer que hay ciertos requisitos para el que se acerca a la Palabra de
Dios.

Uno de estos requisitos es la ORACIÓN, en la Nueva Versión Internacional, dice:


“Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.”; en la Biblia de Las
Américas, se traduce: “Abre mis ojos, para que ve las maravillas de tu ley.”

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“C o m o E s t u d i a r s u B i b l i a”
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Estas versiones nos declaran las diferentes traducciones, de este versículo. Sin
embargo, todos coinciden en la siguiente idea: “la necesidad de abrir los ojos para
comprender la Palabra de Dios”.

No podemos acercarnos a la Biblia, si primero no nos acercamos y dialogamos con


el autor de la Biblia. No podemos abrir la Biblia, si primero no cerramos nuestros
ojos para que se abran nuestros ojos espirituales.

No seamos como los saduceos, fariseos o los escribas en el tiempo de Jesús, que
eran “ciegos guiando a otros ciegos” (Mt. 23:16).

Recuerde siempre que el éxito de nuestro estudio, depende de utilizar los tres
recursos espirituales descritos: (1) Un corazón limpio, preparado, arreglado; (2) El
Espíritu Santo; y, (3) La oración.

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