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DILUCIONES Y POTENCIAS J RICARDO MARTIN R

DILUCIONES Y POTENCIAS (DINAMIZACIONES)

Las diluciones se refieren, cuando con propiedad se habla, a substancias a las


que apreciamos por su sabor o su color.

A alguna solución de substancias amargas o saladas es posible despojarla de


su sabor en la medida en que se le agregue agua y eventualmente concluirá
por perderlo por completo, sin que importe cuánto pueda haber sido agitada.

Del mismo modo, toda solución de alguna sustancia colorante por el agregado
de más y más agua, se vuelve casi incolora y ninguna cantidad de sacudidas
podrá incrementar su coloración.

Estas son, en todos los casos, reales atenuaciones o diluciones, pero no son
dinamizaciones.

La Dinamización Homeopática es el proceso por el cual las propiedades


medicinales, latentes en las substancias naturales en tanto éstas permanezcan
en estado de materia prima, son activadas y capacitadas para actuar sobre
nuestra vitalidad, es decir, sobre nuestras fibras sensibles e irritables, de modo
casi espiritual.

Este desarrollo de las propiedades de las substancias naturales en estado


primario (dinamización) tiene lugar, como ya he enseñado, en el caso de
substancias áridas por medio de trituración en un mortero.

Y tratándose de substancias fluidas, por medio de sacudiones o


sucusiones, lo que también es trituración.

No es posible designar a estas preparaciones simplemente como diluciones


aunque toda preparación de esta índole, para que pueda ser elevada a alguna
potencia superior, es decir, para que las propiedades medicinales todavía

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latentes en su interior sean despertadas y se desarrollen, deba primero ser


sometida a progresivas atenuaciones a fin de que la trituración o sucusión
pueda ahondar más en la esencia misma de la sustancia medicinal y así
liberar y exponer lo más sutil de los poderes medicinales que en ella
subyacen profundamente, lo que no podría ser logrado por cualquier
cantidad de trituraciones o sucusiones de dichas substancias en su
forma concentrada.

Leemos con frecuencia en libros sobre Homeopatía que alguna elevada


dinamización (dilución) de cierta medicina resultó inoperante, pero que
alguna potencia inferior fue efectiva, en tanto que en otros casos mayor éxito
se ha derivado de potencias superiores.

Pero ante tales experiencias nadie ha investigado la causa de tan notable


diferencia de efectos.

¿Qué es lo que puede impedir a quien prepare los remedios (y


necesariamente debe ser éste el mismo médico homeópata, él
personalmente debe ser quien forje y aguce las armas que combatirán a
la enfermedad), qué puede impedirle cuando prepare alguna potencia,
darle diez, veinte, cincuenta o más sucusiones contra un cuerpo elástico,
algo resistente, a cada frasco que contenga una gota de la potencia
inferior, adicionada de noventa y nueve gotas de alcohol, de modo de
obtener así potencias superiores?

Esto sería muchísimo más efectivo que imprimir al frasco unas pocas
sucusiones sin energía que produzcan poco más que diluciones, práctica en
la que no se debe incurrir.

La perfección de nuestro incomparable arte de curar y el bienestar de los


pacientes requieren del médico que se tome la molestia imprescindible para
asegurar la máxima eficacia de sus medicamentos.

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Sabihondos modernos han ridiculizado la Potencia 30c y prefieren usar


sólo las preparaciones inferiores, las menos desarrolladas, las más
masivas y en grandes dosis, por lo cual no son capaces de alcanzar todo
lo que nuestro arte puede realizar.

No obstante, si cada potencia es dinamizada con la misma cantidad de


sucusiones obtendremos, hasta en la Potencia 50c (quincuagésima),
medicamentos dotados de la más penetrante eficacia de modo que todo
glóbulo diminuto humedecido con ella y luego de haber sido disuelto en
cierta cantidad de agua, puede y debe ser tomado en pequeñas
cantidades a fin de evitar acciones excesivamente violentas en pacientes
sensitivos.

Debiéndose recordar que tal preparación contiene casi todas las propiedades
que están latentes en la droga pero ahora plenamente desarrolladas,
puesto que sólo procediendo así es posible activarlas íntegramente.

París, 19 de diciembre de 1838.


(Prefacio al quinto volumen de Enfermedades Crónicas, S. Hahnemann, ed.
Porrua)

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