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Por lo tanto, todas las acciones en las que hace presencia el hombre condicionan la
relación entre la humanidad y la biosfera, y también es demostrable que en cuanto
responsabilidad ambiental y ecológica queda mucho que desear y demasiado por hacer. De
hecho, en los siglos anteriores a toda la expansión técnico-científica y al crecimiento
demográfico se registraron en el ecosistema presentaba fluctuaciones variables, que dependían
de cambios ambientales ordinarios o factores ordinarios, pero ese equilibrio se vio afectado por
el afán desmesurado del hombre por obtener recursos para sus necesidades.
Es por tal motivo, que desde e criterio ambiental se deben tomar acciones concretas por
parte de los profesionales, como es el caso, desde nuestro campo como ingenieros ambientales,
y, desde el ser y el hacer debe ser prioridad que las intervenciones que hagamos estén
encaminadas a es conservar, proteger, velar, prevenirlos impactos negativos causados al medio
ambiente, mejorar la calidad ambiental, evitar al máximo, los daños del entorno natural, evitar
la pérdida de los recursos naturales como, la flora, la fauna, el agua, el aire, el suelo, encontrar
nuevas fuentes de energías amigables, entre otras. También desde la integridad ética debemos
orientar a las personas para crear conciencia del daño que estamos causando, y vean el daño
ocasionado, para que de esa forma se puedan concertar esfuerzos en la busqueda de
soluciones para mitigar los impactos negativos y paulatinamente recuperar el equilibrio
natural.
Como profesionales debemos tener claro unos valores, que son fundamentales para el
transcurso de la profesión, la responsabilidad, que debemos tener con el medioambiente para
poder actuar de forma coherente entre el pensar y el hacer, y con esto demostrar un
compromiso con el medio ambiente previniendo y corrigiendo los impactos que le pueden
causar daños, tolerancia hacia el entorno natural, creatividad para buscar mejoras a los
impactos negativos, ser serviciales con la biosfera, sensibilizarnos, ser sensibles y ver el daño
que podemos causar si actuamos de mala fe.
Por esta razón, el pensar el ambiente y nuestro ser y hacer desde la ética, debe, incluir
al ambiente dentro de las responsabilidades humanas, asumiendo la misma corresponsabilidad
del que hemos tenido entre nosotros mismos. No se trata de hablar de ecología, sino ante todo
actuar desde lo ético. La naturaleza y el hombre representan un valor que se relaciona entre si
y para ello no se puede pensar en un instinto de supervivencia, sino por el contrario en una
coexistencia donde todo puede ser aprovechable y pueda ser administrada con responsabilidad
y sentido ético. Esta capacidad de aprovechamiento y de pensamiento crítico es propia de la
humanidad y por ende es nuestro compromiso desarrollarla.