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'
Psicoterapia, ·subjetividad
y postmodernidad
Una aproximación desde Vigotsky _hacia .
una perspectiva histórico-cultural
N
noveduc
Biunos Aires • México
FERNANDO Lurs GONZÁLEZ REY es graduado en Psicología (Facultad de Psicolop;í.1 d«
la Universidad de la Habana, 1973). Ph. D. en Psicología (Instituto de Psicol11¡• 1,1
General y Pedagógica de Moscú, 1979). Doctor en ciencias (máxima titulación cirn 1fl1
ca de la antigua Unión Soviética en nivel de posdoctorado, Instituto de Psicolop;IJ tk l 1
Academia de Ciencias de la Unión Soviética, Moscú, 1987). Actualmcntt:: es prnl1·1111
titular del Centro Universitario de Brasilia en Brasil. Es profesor v~itante instiwctcu1.il .t. 1
doctorado de Psicología de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid y de l.1 ¡111
graduación en psicología de la Universidad de San Carlos en Guatemala. Ha c~rntu 1
libros. Cinco de ellos se han publicado en portugués y en español.::Ha escrito tamliirn 110
capítulos de libros y más de setenta artículos en revistas especializadas. Le fue concl.'.d1d11 '1
Premio Interamericano de Psicología en 1991. Ha sido conferencista invitado en 11111h1¡1h
congresos científicos internacionales entre los que se destacan: Congreso Inrcrnado11.d d
Psicología Aplicada (San Francisco, Estados Unidos, 1998); Congr<:SOS Intcramcril.\llc 1 • .¡,
Psicología en: Quito, Ecuador (1983); Caracas, Venezuela (1985),; San José, Co~t.t 1{11 1
(1991 ); Santiago, Chile (1993); Santiago, Chile, III Con¿jl'eso Internnc11w11/ 1/
Investigación socio-wltimil y de la actividad (2001 ); Amsterdam, Holanda (2 001 ).
Índice ·11--
PRÓLOGO . ........................................ ...... .. ...... .. ..... ....................... ................ 7
CAPÍTULO 1
l ..i psicoterapia en su evolución: significación creciente
de la cultura y de lo social en el campo terapéutico .. ............................ 21
CAPhULO 2
1\1 enfoque histórico-cultural: su impacto en la psicoterapia .. .......... .. ... . 63
CA l' l l'ULO3
Aportes y consecuenci<l¡S de una representación hostórico-cultural
,obre la subjetividad en la práctica terapéutica .................................... 109
( '.A 1•huLO 4
l ..1s corrientes postmodernas en la psicoterapia:
1endcncias y perspectivas ........... :............................. .. ......... ............ ...... 155
l1 11111oc; RAFÍA ...... .".. .. ........... . ...... .. ................ . ... ............ ... ........ .............. 199
·.
Prólogo 11--
la
J. Balbi 1 Prólogo 1
rntre lo simbólico y lo emocional, unidad donde uno epoca al otro de forma
n:cíproca, sin convertirse en su causa" (pág. 87) . Haciendo una salvedad
t•spccífica para su pi.:opio m arco conceptual de referencia, González Rey
senala que la subjetividad no se interioriza, sino que se construye. Los sen-
tidos subjetivos no son resultado directo del impacto de las experiencias
rn su carácter objetivo, sino que co~sisten en una producción sobre los
di.·cws colaterales d~ lo vivido. Esta producción es posible, únicamente,
p.11"1 icndo de Ja "corifiguración subjetiva" de la persona y del espacio social
{
rn rncstión.
l ~I au tor nos invita a replantear la manera en la cual las <:iencias socia-
b li.111 abordado la·;subjetividad, entendiéndola como una zona de sen-
tido wmpartida por una multiplicidad de ciencias, y a su vez, dentro de
l.1 p.~irnlogfa, por una multiplicidad de enfoques. Siguiendo esta línea,
nos rnfrenta con un recorrido crítico po r las diferentes transformaciones
q ut· lt,\ sufrido la noció n de zona de sentido de lo subjetivo en Ja histo-
11.11k l.1 psicología, desde sus inicios hasta el presente. Comenzando por
1I ¡1\i1 O<lll~lisi s, en la versión original de Freud y la de varios sucesores,
r11 p.1rtirnlar la obr; de Jung, pasando luego por la terapia familiar sisté-
11111.1 , el humanismo, el constructivisrno, la perspectiva posracionalista de
l ;uid.1110 y los enfoques orientados por el construccionisrno social,
t;rn1 1.,\lcz Rey se explaya en un análisis profundo de los aciertos y las limi-
t,1l·iones de las conÚpciones del sujeto (o su ausencia) elaboradas po r
1 .1d.1 pt:rspectiva . La rigidez con que ha sido tratada dicha zona de senti-
do, concluye, se debe fundamentalmente a la renuencia a otorgar a la
~ 1dijt:t ividad un estatus ontológico privilegiado. A grandes rasgos, hay
dus caminos posibh:s para malograr la categoría de subjetividad: uno es
otorgarle un status propio, sin deja·r de abordarla desde la perspectiva
epistemológica ade~uada para el estudio de los fenómenos fisicos o bio-
lc'lp,icos; el otro, simplemente, n~gar su existencia.
Como ejemplo de la primera forma, al psicoanálisis freudiano el autor
le reconoce el mérito de haber inaugurado revolucionarias zonas de sen-
tido en términos d.e representación del hombre, con consecuencias de
gran valor para el desarrollo de las ciencias humanas. Sin embargo, es crí-
t ir<l de sy. aspiración de ajustarse al ideal de ciencia encarnado por la
1111:dicina positivista . El psicoanálisis, se lamenta González Rey, desarro-
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
lló su método psicoterapéutico en torno a una visión de patología psí
quica, que lo embreta en una perspectiva objetivista y' racionalista de la
cura. Por otro lado, la reificación del inconsciente con,10 instancia em;r
gética de orden sexual reprimido (propia de una ontología fisicalista) cs
un obstáculo para comprender la sexualidad como un compone11te de l.1
subjetividad. En este sentido, la producción de Jung representaría u11.1
alternativa válida cuando, rompiendo con la idea de que la cura está aso
ciada a la eliminación de las causas primeras, afirma qué la psicoterapia C\
una producción subjetiva. Esta postura implica una defensa severa por
conservar a la psique, entendida como subj etividad, en el foco de obsn
vación clínico y un intento serio de evitar la tendencia a la "patologiz.1
ción" y "medicalización" de la psicoterapia, que se reafirma en el dcs.1
rrollo de diversas instituciones, no sólo psicoanalíticas:
El autor remite a un fenómeno intelectual hijo del posmodernismo: d
construccionismo social, como exponente máximo de una postura dl·
negación de la subjetividad. Debido a la dureza de sus premisas, c~ 1 .1
perspectiva es incapaz de permitirse el trato con entidades ontológit'.l\
que no refieran a producciones lingüísticas , de este modo, se ve impcd i
da de realizar el puente necesario entre el u niverso del lenguaje y el de l.1
subjetividad personal.
González Rey critica la inconsistencia de autores construccionis t.1~,
como Kenneth Gergen) en su pretensión de explicar los fenómenos pst
cológicos estudiándolos exclusivamente desde una perspectiva relacion.11,
que ignora aquellas cualidades del sujeto que no se manifiestan t:n l.1
comunicación. Aquellos no advierten que de ese modo recalan , a pes.ir
de su aparente complejidad conceptual, en una sorprendente coincidrn
cia epistemológica con el conductismo y otras perspectivas ambicntali s
tas. Debe señalarse co11 énfasis y sin resquemores el err<;> r mayor del cnfC ¡
que construccionista, a saber, "la negación de una condición ontológic.1
propia para el sistema subjetivo personaP'. El construccionismo se carne
teriza, precisamente, por su negación radical del sujeto~ Según este punto
0
l 10
J. Balbi 1Prólogo 1
genera) ni constrtt)'e; él es un momento de un espacio dialógico donde toda
producción es social)). El lector advertirá que aceptar estas premisas, o
pasarlas por alto como si carecieran de importancia, podría implicar con-
secuencias graves para el desarrollo de la psicología teórica y disciplinas
conexas. Por otro lado, cabe preguntarse: (cuál sería la función de la psi-
coterapia en un mundo donde hemos aceptado como válida la inexisten-
c.:ia de sistema pers6nal autónomo alguno?
La negación que~ hacen los constr.uccionistas se afianza en la crítica de
un concepto arcaico de subjetividad, señala González Rey. Esta actitud,
dice el autor, limit4 la potencialidad heurística de esta categoría una vez
dl'spegada del contexto histórico concreto en que fue teorizada. Les
i111p11ta a los autorts construccionistas el comprender las producciones
.111tcriores del conocimiento como entidades absolutas a ser juzgadas
rnrno verdaderas ci falsas. Por el contrario, concebirlas como sistemas
1111cligiblcs, situados histórica y socialmente, facilitaría Ja recuperación de
.1q11cllas conceptualizaciones amplias y útiles al adelanto del saber. De allí
q 11l', desde una pe1'Spectiva deconstructiva, propone su noción de "zonas
1k sentido" como espacios de inteligibilidad para el avance de una cien-
l ia, en el contexto de los cuales ciertas categoría.s, como Ja de "subjetivi-
11 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
ción, la sociedad ope;a de manera <limeta y lineal sobre el sistema subjc
tivo. Los sentidos subjetivos son fruto de una configW"ación personal qur
expresa una producción original concerniente a lo vivido, en la que ~t·
integran experiencias an teriores ocurridas en diversos contextos ~
momentos de la historia del sujeto.
Mejor se lleva el autor con los terapeutas cognitivos de orienraci<'>11
constructivista. H ace de todos modos una advertencia, crítica que corn
parto. Es cierto· que, sin diferenciarse claramente de los construccioni~
tas sociales, algunos constructivistas h~n sido demasiado influidos pol' 1:1
llamado "giro lingüístico" de la filosofia posmoderna, que en su vcr~ io11
extrema amenaza con erradicar la definición de psique. Sin embargo, ,1
aquellos que se diferenciaron más claramente les recoAoce el mérito di
ser gestores de un cambio radical y favorable. Con e5ta perspccti\',1, ti
terapeuta dejó de estar situado fuera de la relación y pasó él mismo a \l'I
parte esencial del propio sistema simbólico producido en el espacio tl·1.1
péutico. Siento que la posición sobre la subjetividad que defiendo, d1u·
González Rey, encuentra varios puntos de. contacto con los autores lOll'-
tructivistas en psicoterapia, y se aboca a marcar similitudes y difer<.:nl'i.11,,
de un modo que, como a todo lo largo del libro, se transforma en un g<Kc
intelectual para el lector.
Un compromiso particular encuentra Gonzálcz Rey con la posición d<.:
Leslic Greenberg y Juan Pascual-Leone, representantes del modelo cons
tructivista dialéctico. Las construcciones que generan cambio, scgíin
estos autores, son producidas en una combinación dialéctica de cmoci611
y reflexión. Por tanto, vale destacar que el significado ocurre como fonú
meno subjetivo que integra afecto y cognición en un proceso dinámico.
Se hace evidente la misma disposición epistemológica que subyace: la sín
tesis dinámica de Greenberg y Pascual-Leone es un constructo que otor
ga un estatus ontológico particular a la experiencia de sentido.
Acuerda el autor con los constructivistas críticos, como' Mahoncy )'
Guidano, cuando éstos dan relevancia a las hipótesis como instrumcn 1os
fundamentales de la construcción del proceso terapéutico. Estos, dice,
definen ontológicamente los problemas de los que se oqupan, con lo cual
les atribuyen, a diferencia de los construccionistas, una .cualidad difcrcn
l 12
J. Balbi f Prólogo 1
ciada de la naturaleza discursiva del saber que los expresa. Por eso le
parece plausible que se reconozca una identidad personal, representada
com o un self en desarrollo, que se organiza en torno de un proceso con-
tinuo de significación de la experiencia, especialmente emocional, por
parte del sujeto. Ve interesante el concepto de o rganización dinámica de
los trastornos psíqi.licos ofrecido por Guidano. Esta noción, según
González Rey, es una alternativa de hacer inteligibles esos fenómenos, de
una manera diferenciada, tanto de la psicopatología semiológica clásica
como del reduccionismo lingüísticoº discursivo .
Valora ~l concepto de "Organización de Significado Personal" de
Guidano como la apertura de un "campo heurístico, entendido como la
producción de nociones que tienen puntos convergentes en la forma de
representarse un fenómeno". En este caso, por ejemplo, le resulta inte-
resante a González Rey el énfasis que Guidano pone en la complejidad
de una organización, que puede manifestarse en diversas formas particu-
1.irt·s. De modo que la etiología de los desarrollos patológicos no estaría
r11 los contenidos, sino en la configuración misma.
13 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
cognitiva, en la cual él y sus colegas buscaban dar pt;imacía al carácter
constructivo de la mente, declara que la psicología ha ·de ser una ciencia
"que se ocupe esenciali:nente del significado". Lamentablemente, a pesar
de querer dejar atrás la connotación asociada al procesamiento de infor-
mación, el término significado continúa arrastrando tin tinte cognitivo
que parece no brindar lugar a factores experienciales ni emocionales.
La palabra inglesa "meaning'' ha permanecido comó centro del movi-
miento cognitivista, y su traducción, significado, ha Íl~vadido el mundo
cognitivo de habla hispana. Luego de décadas de usar el término "signi-
ficado" de manera indistinta, resulta un verdadero aporte el difundir la
noción de "sentido" para hacer referencia a un domiri\o de la experien-
cia persona] -en el cual las emociones tienen participación cardinal-, del
cual el significado es sólo un aspecto~ Para difundir estas nuevas distin-
ciones a la comunidad de habla inglesa, parecería que el término "sensc"
es apropiado para denotar lo que llamamos · "sentido". Consecuente
mente, se puede hablar de «siibjective sense», y "sense of o neself'; con
ceptos claves para el entendimiento y esclarecimiento en temas de psirn
patología y clínica.
La categoría de sentido ha sido estudiada exhaustivamente por Gonzfü•¡,
Rey en su públicación "O Social na Psicología e a Psicología Social. 1\
emergencia do sujeito" (2004), donde retoma una lectura de Vigotsky qul'
ha sido poco difundida en Occidente. La obra más conocida de Vigot ~ky
forma parte de lo que el autor llama su "segunda época", en el que las ft111
ciones psicológicas, en especial la conciencia, son descritas como un.1 inte
riorización dir.ecta de la actividad de la persona. Esta teoría prescn t•\ l lll
marcado sesgo materialista, a expensas de ignorar los procesos dialéctirn~
de experiencia, y parece ser superada en el primer y tercer período viµ,ot \
kiano, cuando sus esfuerzos se orientan hacia la formulaci ón de un.1 t~·o
ría de la personalidad (otra categoría fundamental para el avance de l.1
psicología). La superación del "giro objetivista" ocurre cuando Vigot~ky
reconoce el carácter sistémico de la personalidad e introduce el conrl'p
to de "sentido", palabra clave en la o bra presente y para la comprl'nsio11
profunda de la mente. El acierto de Vigotsky fue el de enfatizar la ~·x111r
sión del sentido en el significado, como una manifestación singul.11 q111·
l 14
J. Balbi 1Prólogo 1
no obedece las misinas leyes que éste, pero que siempre se presenta junto
.ª él. H aya sido coüsciente de ello o no, Vigotsky introdujo un término
clave que puede sentar las bases para la génesis de una alternativa onto-
lógica particularmente fiel a la naturaleza de la subjetividad hu mana.
González Rey, al retomar el concepto, lo profundiza y enriquece cuan-
do, siguiendo el pensamiento de Vigotsky, juzga que el sentido pertene-
ce a una dimensión, diferente a la del significado; ya que no implica, como
éste, una correspondencia entre el símbolo y aquello que el símbolo
representa, sino m~s bien un "agregado de todos Jos hechos psicológicos
que surgen en la conciencia con relación a un significado". Me atrevo a
sugerir representarnos el sentido como un fenómeno específico del
dominio de la conciencia personal,' que se manifiesta como experiencia
pura, asemántica. ·. El corolario final de lo expuesto es designar como
campo de estudio de la psicología a la subjetivid¡id, desde los múltiples
sentidos personales en los que opera.
La labor que nos ocupa es la de observar el fenómeno de la subjetivi-
dad con la lente que le corresponde, propone González Rey. De este
modo se fortalecen las bases de una clínica psicológica diferente, en la
que la relación terapéutica está orientada, funda1f1entalmente, a generar
.
opciones en la construcción de nuevos sentidos,personales del paciente .
Juan Balbi
IS 1
Introducción 11•-
l 1a
F. L. González Rey ! Introducción 1
ción postmoderna diferente de la postulada por el post estructuralismo
francés, con frecue~Kia identificado con lo "postmoderno" en filosofia.
Se presentan y discuten aquellas teorías que en psicoterapia han asumi-
do su plena identificación como postmodernas, como el construccionis-
mo social y algun~s de las formas de constructivismo, y se termina con
un balance de los .desafios, contradicciones y perspectivas de esas ten-
dencias en la psicoterapia.
El libro present~ a la psicoterapia como un campo atravesado por las
principales tenden~ias y contradicciones del desarrollo de la psicología y,
~obre todo, como un campo en desarrollo, enfrentado constantemente
rnn nuevas contradicciones y necesidades frente a las que no se pueden
cvii-ar nuevas construcciones teóricas. La psicoterapia ha sido una fuente
tl'Órica y epistemológica fundam.ental para el desarrollo de la psicología
q11c demanda, frerite a sus desafios actuales, discusiones que la integren
.1 los problemas ge.nerales que se debaten hoy en las ciencias antroposo-
cialcs de forma general.
De forma creciente, la subjetividad ha caracterizado las tramas esencia-
les que en estos tiempos dominan formas artísticas como el cine y la lite-
r.1tura. Basta mencionar autores como Sandor Maray, Philip Roth, M ilan
Kundera, Woody Allen y Walter Salles, como algunos de los maestros
que, en ambos géneros, han introducido, con su irreverencia y el cues-
tionamiento de la~ diferentes racionalidades establecidas, el tema de la
subjetividad en la literatura y el cine. El carácter no racional de muchos
de los procesos de la vida humana ha existido desde los tiempos más
rrniotos de la humanidad, siendo muchos rituales, mitos, representacio-
nes y luchas un testimonio fiel de eso. Sin embargo, el dominio del racio-
n.1lismo en el período moderno pasó por alto la especificidad y comple-
jidad de lo subjetivo, con la presentación de un orden instrumental y
r.1donal que dominó el espíritu científico y el sentido común y, con ellos,
l.1 organización de·'.las más diversas instituciones humanas.
Mi carácter irreverente hacía lo establecido como verdad absoluta fren-
ll' .1 los tintes siempre cambiantes de la vida quizás ha influido en mi voca-
l ión por el tema. l)ejo al lector su capacidad de juzgar si la subversión ha
l .11-.11:1crizado este trabajo, siendo su polémica airada conmigo, como
EN EL CAMPO TERAPEUTICO
21 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
ticas de salud y, por otra, el advenimiento de la ciencia moderna, la cu:i l
se convirtió, con particular fuerza en el siglo XIX y gran parte del siglo
XX, en sinónimo de conocimiento útil y comprobado: La ciencia en lm
siglos XIX y XX pasó a ser decisiva para lo que el propio sentido común
evaluaba como adecuado, convirtiéndose en: la fuente de nuevos dogma ,~
que venían a reemplazar los dogmas teológicos escolásticos que habían
regulado las prácticas y los sistemas valorativos humanós durante la Edad
Media.
Con los orígenes de la psicoterapia ocurre algo muy semejante a lo que:
ocurrió con el origen de la psicología. Este último atribuido a Wundr en
su laboratorio de Leipzig, pero, en realidad, esta atribución es una rc.:f~
rencia totalmente formal, pasada rápidamente por encima por la mayurí.1
de los manuales de psicología, lo que con frecuencia deja la sensació n d<:
que el único mérito de Wundt fue haber inaugurado el laboratorio. A
autores como Farr (1998) y Danziger (1990), entre otros, debemos t•I
rescate del valor de Wundt para la psicología y el análisis de los factorc~
implicados en los que ha sido tan ignorado. Uno de los aspectos esencia
les de ese hecho fue la hegemonía del m odelo empirista y experimentalis
ta de ciencia, qtie dominó a la psicología en la primera parte del siglo XX.
E n la historia de la psicoterapia, figuras como Mesmer y el Marques de
Puyzigur fueron también mencionadas de manera ptúamente formal en
las diferentes referencias sobre los orígenes de la psicoterapia, o mitién -
dose completamente lo que ellos significaron en términos históricos, teó-
ricos y epistemológicos (Neubern, 2005 ). Al igual q ueVVundt, ellos fue -
ron totalmente descalificados por la hegemonía del paradigma positivis-
ta, que se convirtió en sinónimo de ciencia, no sólo dentro de la institu-
ción científica, sino también para el sentido común.
Mesmer, con su teoría de los fluidos magnéticos, abríó el mundo de lo
humano para efectos y estados que se separaban de la racionalidad impli -
cada en la ciencia moderna, introduCiendo procedimientos que llevaban
a respuestas h umanas imprevistas e imposibles de ser acompañadas de
forma lineal y' controlable. De esa forma, el "mesmerismo" 'tuvo un
impacto sobre la comprensión del hombre en la época, abriendo un espa-
cio para fenómenos subjetivos descalificados por la . hegemonía de la
1
F. L. Gonzá/ez Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
visión dominante sobre la que se desarrolló la ciencia a Jo lar go del perí-
odo moderno.
La idea del fluido magnético genera un objeto de conocimiento y prác-
ticas que se separa de los atributos observables, susceptibles de control y
clasificación, que éaracterizaban el saber médico en la época. Las ideas de
Mesmer fueron d~valuadas como chamanismo y en ningún momento se
reparó en los elementos sobre los que se fundaba la eficiencia que sus
procedimientos tenían en muchos casos. Era mejor ignorar lo que no
cabía en los términos de la definición de ciencia moderna, que descubrir
y elaborar nuevos aspectos de un'a r ealidad inexistente para el saber
humano, que no había sido legitimada por los métodos dominantes, los
cuales, a su vez, no permitían llegar a ella. Esta paradoja caracterizó la
época liderada por el instrumentalismo positivista, donde el método y el
procedimiento era.n Ja vía para recon.ocer el carácter de un fenómeno o
proceso como peri:eneciente al mundo.
Mesmer füe médico, pero fue completamente rechazado por la propia
comunidad médica, en un proceso q ue se irá a repetir de la misma forma
en relación con todos aquellos que, dentro del campo de la p atología y
Ja normalidad (pues el término salud fue tempranamente ignorado por la
mediciné!'), intentáron integrar en sus prácticas aspectos subjetivos no
correspondientes al estándar de objetividad que·orientaba a la ciencia de
la época, como muy atinadamente indica Neubern (2006) en su análisis
sobre el proceso histórico y epistemológico que acompañó esta etapa del
saber con relación a las prácticas psicoterapéuticas.
«La fuerza institucional impidió que fueran levantadas discusiones con-
tundentes sobre el problema de la imaginación. Esto porque) siendo ella elec-
ta como la causa de tantosfenómenos) sería esperado que una discusión más
amplia se desarrollara para comprenderla con más pertinencia y coheren-
cia dentro de las prácticas de la ciencia dominante» (N eubern; 2006, 14).
23 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
la producción del mundo dentro del cual operamos, condición cscnci.11
para el desarrollo de un "mundo humano" culturalmente producido.
Posterior a Mesmer, la figura del ma'rques de Puyzigur, que en la lite
ratura brasileña sobre el tema parece ser tratado en profundidad sol.1
mente por Neubern (2005 ), introduce )a cuestión dtl sonambulisllln
com o un estado dentro del cual la pérsona puede hacer cosas realmcllll
inesperadas. Puysigur, según Ncubcrn, se concen traba ·más en un prcKe
so relacio nal donde los enfermos pasaban a tener un papel más activo. 1,.1
cuestión de la cura como fenómeno relacional y no de una naturalc.: za
interna, aislada en la individualidad, fue inu-oducida en.las acciones Lera
péuticas dirigidas a la psique.
El sonambulismo definido por Puyzig ur fue bautizad.o por el médico
escocés Braid como hipnosis en 1843, con lo cual la propia palabra oricn
taba más a la comprensión instrumental de la hipnosis q ue a su ejercicio
como forma de relación, tal y como fue practicada por Puyzigur. Coinci
dentemente, lo mismo ocurrió con e~ experimento, el cual en Wundt se
representaba como un espacio social de intercambio y comunicación y
que, en su u·ansición a lo puramente.instrumental, perdió su carácter de
práctica social, quedando sumido en el mutismo de Ja netmalidad.
C harcot trajo una gran contribución al asumir los temas desarrollados
antes por Mesmer y Puyzigur, y darles un status de cientificidad dentro
de la noseología clínica de la época, con el ró tulo de histeria y, a la vez,
hacer a la hipnosis objeto de trabajo científico (Neubern, 2005 ). Charcot
legitima los síntomas no asociados a causas orgánicas y los incluye den-
tro de la histeria como patología, apartándose de la consideración des-
pectiva de la histeria como simulación que dominaba °Ja época y que, a
pesar de los trabajos de C harcot y después de Freud, siguió monopoli-
zando las representaciones dominantes sobre este fenómeno. El trabajo
de Charcot fue decisivo para la evolución del pensamiento psicológico,
tanto por su impacto en Freud como en P. Janet.
Paradójicamente, integrar el estudio de la histeria y de la hipnosis a la
medicina, tornándolos con ello científicos - lo que representó un paso de
avance en la época-, inauguró también el proceso de la patologización de
la clínica psicológica moderna, por detrás de la cual se ocultaba el reco-
l 24
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
nocimiento del carácter singular y diferenciado de los procesos subjetivos
humanos. La patología, a partir de la definición de la histeria como enfer-
medad mental, pasó a ser definida por tipos de comportamientos no
reconocidos como ."normales", con toda la carga 'ideológica que ese tér-
mino soporta.
Tras la muerte de. Charcot, sin embargo, su continuador y alumno pre-
ferido, Babinsky, desmanteló el concepto de histeria y lo sustituyó por el
de "pitiatismo", el cual eliminaba la cuestión de las "causas sexuales" y
volvía a considerar a los histéricos como simulado1:es posibles de ser cura-
dos por sugestión (Rodinesco, 199..5 ).
Habinski se orientó hacia una neurología apoyada en evidencias orgá-
11ic 1s, donde los sfotomas siempre se definían por lesiones precisas. El
t\1mpo de la medicina crea una escisión, dejando nuevamente afüera la
ronsideración de los fenómen0s subjetivos asociados a trastornos somá-
ticos. Poco .tiempo después, este debate volverá al escenario de la medi-
' ina a través de los trabajos de Freud, en los que se reivindica la herencia
de Charcot, aunque se desconsidera la hipnosis, que es sustituida por la
.1sociación libre, lo 'que significó la recuperación del espacio del paciente
.1 través de la escucha .
25 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
con lo cual Freud buscaba causas "objetivas", sólo que no asociadas a la
lesión orgánica, sino a .experiencias "objetivamente" vividas.
Posteriormente, al desarrollar su teoría sobre las tendencias reprimidas
de naturaleza sexual, Freud trae la fantasía al espacio de la etiología, lo
cual era totalmente inaceptable para la medicina de la época. La objetivi-
dad que dominaba el modelo médico era fundamentada no solo en los
discursos y representaciones socialeS dominantes en los espacios de b
subjetividad social, sino también en el éxito de sus prácticas dentro de las
representaciones posibles sobre la enfermedad dominantes en la époc1.
Debemos recordar que la sustitución de una concepción contemplativa
y/o demostrativa de ciencia, por una concepción práctica, lo que füc u11
tema muy trabajado por los autores pragmáticos, creó un vínculo inse-
parable entre saber y práctica humana que resultó muy importante en fa
superación de Jos restos de metafisica todavía muy presentes en el imagi-
nario social de la época en que Freud,elaboró su teoría.
La relación inseparable entre saber y práctica, que no dejó espacio para 1
valorar saberes que no tuvieran una expresión práctica inmediata, con -
dujo a un "practicismo" ateórico, que rio fue profesado por los propios 1
pioneros del -pragmatismo y que afectó los campos de todas las ciencias,
pero en especial el de las ciencias humanas, por el impacto tardío que ••
tuvo en éstas la revolución epistemológica generada por Ja mecánica
1
cuántica a principios del siglo XX.
Con el psicoanálisis se institucionaliza la psicoterapia\omo practica clí- 1
nica moderna. La visión psicoanalíti~a de psicoterapia penetró muy fuer·
temente no sólo en el desarrollo del campo de Ja psicoterapia en la psi- 1
quiatría y en la psicología, sino en el propio sentido c<)mún de los países
occidentales, lo que se evidencia muy nítidamente en la investigación de
Moscovici sobre la representación social del psico~nálisis en Francia
(1961). La fuerza y la forma con que Freud nos trae ·eJ problema de la
sexualidad como tema central en la representación de las dinámicas psí-
quicas, así como la unidad y lealtad de los diferentes grupos que a lo
largo de su vida le acompañaron en esta empresa, representó una sub- 1
versión muy fuerte de la representación de hombre apoyada en el racio-
nalismo, que dominaba las más diversas áreas de la actividad humana en
la época de advenimiento del psicoanálisis. Esto fue una de las causas de
l 26
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su .evolución ... 1
que el desarrollo del psicoanálisis no quedara restringido a las prácticas
médicas y que ingresara con mucha fuerza en otros dominios de la cul-
tura y del saber que fueron esenciales para su desarrollo.
El psicoanálisis freudiano, a pesar de lo anterior, tuvo en sus procedi-
mientos terapéuticos una fuerte influencia de las prácticas médicas de la
época, sobre todo por la representación objetiva, individual, determinis-
ta y racionalista qué desarrolló sobre la cura. Aquella sexualidad presen-
te en las más divers~s manifestaciones humanas, y que definía el lado sub-
jetivo y distorsionador del comportamiento racional humano, en la cura
era relegada a un espacio dócil y puntual, accesible a través de las pala-
bras dentro del vínculo transferencia!. En el proceso de psicoterapia, las ',
tendencias inconscientes pasaban a ser conscientes, perdiendo su carácter
patológico en ese proceso. ¡Qué simple y lineal se nos presentaba este
complejo proceso! La acción del ter~peuta es una acción guiada por su
conocimiento, capaz de "extirpar" el foco patológico a imagen y seme-
janza de la forma en que la medicina "extirpa" OtIOS elementos genera-
dores de enfermedad. El camino de la cura aparecía como el descubri-
miento de una verdad que estaba en la causa de los síntomas y más allá
de las posibilidades del sujeto que Jos padecía.
Sin embargo, en su riqueza, contradicciones, y en toda la turbulencia
de su desarrollo, serJa un error congelar las contribuciones del psicoaná-
lisis en sus categorías concretas y dejar de analizar las opciones que abrió
en términos de la representación del'hombre y de sus consecuencias para
d desarrollo de las cíencias humanas. Las categorías representan momen-
tos concretos de mi pensamiento que se expresa a través del lenguaje y
de las representaciones que dominan un determinado periodo histórico;
sin embargo, las construcciones que aparecen asociadas a esas categorías
y sus desdoblamientos posibles representan zonas de sentido (González
Rey, 1997) que orientan y producen inteligibilidad sobre nuevos aspec-
tos de un problema; o que crean un nuevo problema para la ciencia. Las
zonas de sentido (González Rey, 1997) son precisamente los espacios de
inteligibilidad que, para el desarrollo de una ciencia, traen los aspectos
111,)s perdurables de ·una teoría en el escenario científico. En el caso del..
psicoanálisis, la idea de inconsciente representó una zona de sentido que
abrió un nuevo campo de construcción para las ciencias humanas en
27 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
general, aunque las categorías concretas empleadas por Freud para pro-
ducir conocimiento sobre su representación del inconséiente representa-
ran solamente una de las múltiples aproximaciones posibles a tan com-
plejo problema.
El psicoanálisis representó una herida de muerte al cuerpo discursivo
dominante en la sociedad occidental en la época de su apari'ción, sólo que
su institucionalización atribuyó a éste la misma posici6:n sobre la que se
erigían otros saberes de la época, y terminó reificándolo y dogmatizándo-
lo en los términos de sus categorías concretas y de sus efectos determinis
tas, causalistas y universalistas, usándolo más como una nueva forma de
saber verdadero que como una forma de subversión orientada a la pro-
ducción de nuevos saberes y prácticas. ~
«( .. . ) la (lógica del inconsciente) pei·manece incompatible con lo que defi-
ne la identidad de lo ético, de lo politico y de lo jurídico en esos conceptos)
pero también en sus instituciones y) por tanto, en sus experiencias hitma-
nas. Si llevásemos en cuenta serianiente) efectivammtei prácticamente) el
psicoanálisis) sería un terremoto casi inimaginable. Indescriptible.
Incluso para los psicoanalistas» (Derrida, 2004, 2 1 ) . .
etc.). Desde este punto de vista) y no obstante las excepciones) el discurso ins-
titucional del psicoanálisis par6ce arcaico. A veces a punto de ser cómico»
(Derrida, 2004;' 215).
29 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
influencias) propias de una trama social compleja) sobre el problema de
la subjetividad, y preguntar cómo los psicoanalistas se posicionan frente a
esa situación» (M. Melo Meireles, 2004, 26).
1 30
.· F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
psicoanálisis podría traer su contribución sin agotarlo, lo que queda claro
¡ en su valoración de lo interdisciplinar como forma de avance sobre el
¡. tema.
Las reflexiones ánteriores subvierten el solipsismo de muchos psicoa-
nalistas, que piens.an que sólo ellos pueden dar cuenta de los procesos
complejos del inconsciente, reificando el inconsciente en una sola e indis-
cutida definición: la de ellos. E l gran error q ue en mi opinión han tenil
do los psicoanalist_as que piensan así es creer que el inconsciente como
problema del hombre está encerrado en los límites ahistóricos en los que
fue construido por, Freud, así como pensar que este tema es exclusivo del
psicoanálisis, cuando en realidad es consustancial a una teoría de la sub-
jetividad.
En una posición diametralmente op uesta a la sustentada por Melo
Meireles, otra de las grandes figuras del psicoanálisis latinoamericano, la
argentina S. Bleich.m ar, sustenta exactamente todo lo contrario y mues-
tra la reificación de la dimensión inconsciente asociada a la sexualidad,
cuando afirma (2005 )
«( ... ) cuando decimos Junción de las relaciones sociales en la producción
de mbJetividad>, ¿a qué nos referimos? Porque es indudable que no se
trata del conJunto de las relaciones sociales) sino, en el espacio teórico que
nos corresponde) de definir de qué modo ciertos aspectos de las relaciones
sociales mediatizan) vehiculizan, pautan) los modos primarios de consti-
tución de los inte.rcambios que hacen a la producción de. representaciones
en el interior de (a implantación y normativización de los intercambios
se>."Uales. No nos interesa -c1-testión que puede importar mucho a la socio-
logía o a la antropología, o que nos conmueve como sujetos sociales en
general- de qué modo las relaciones sociales pueden, en cierta época histó-
rica, incrementai~ el sometimiento de una muJer a itn hombre, sino lo que
de ello resulta: bajo qué mediaciones estos modos de sometimiento y despo-
jo inscriben cinúlaciones libidinales que, metabólicamente transforma-
das) operan en los sistemas representacionales que se articulan de modo
residual en el psiquismo infantil» (S. Bleichmar, 2005, 82-83 ).
31 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
ción y normativización de los intercambios sexuales. La sexualidad con
tinúa ocupando el centro de interés de la teoría, constituyendo así un sis
tema independiente de los procesos sociales e históricos vividos por l'I
hombre. Es precisamente esta forma de ver las cosas '!a que dificulrn el
desarrollo del tema de la subjetividad como nivel ontológico diferencia
do, que se configura histórica y socialmente en cada cultura y en cacb
persona; su fijación a Ja causalidad última asociada a Ja sexualidad y al psi
quismo infantil le impiden esta comprensión. Esa forma de pensar no
sólo aleja al psicoanálisis de posibles vínculos interdisciplinares, sino qm:
lo aleja de la comprensión de Ja propia subjetividad.
La subjetividad no es una copia ni un reflejo de lo real, pero tampoco
es una expresión universal asociada a invariantes de una naturaleza huma
na. Por eso la discusión ontológica es esencial para estudiar el curso y las
' alternativas actuales que se presentan en el campo de la psicoterapia. Al
hablar de la significación de la cultura para el desarrollo del tema de l<l
subjetividad, muchos autores no se pueden separar de una visión deter-
minista y objetivista y ven la cultura como los proceso.s que están fuera,
en el orden objetivo y que, al interiorizarse, definen lo "su bjerivo", con
lo cual terminan sustituyendo lo subjetivo por una realidad diferente,
aquella de las operaciones de comportamiento.
La cultura es significativa para la producción subjetiva~ pues los procesos
de subjetivación sólo ocurren dentro de espacios simbólicos culturalmente
constituidos. Así, la figura del padre, en una cultura donde, hipotética-
mente, los hombres fueran cazadores, pescadores y guerreros, actuando
como proveedores de mujeres y niños de la comunidad, con ausencias y
pérdidas constantes, podría aparecer en un mito en el que la concepción de
la mujer es un acto sagrado, viendo sólo en la relación sexual la concreción
del acto, pero sin reconocerle a un hom bre concreto la. naturaleza de ese
acto; la figura del padre, en una cultüra con esas características, implica-
ría un lugar totalmente diferente al de la figura paterna en los procesos
de subjetivación. º
Las posiciones cllferentes presentadas antes en las posiciones asumidas
por Melo y Bleichmar indican dos distintos caminos que va tomando el
psicoanálisis en su dimensión histórica; uno orientado al uso y desarrollo
del referencial psicoanalítico para avanzar en una comprensión compleja
ln
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
de lo subjetivo, inseparable de Jo social y de la cultura, y otro orientado
a Ja conservación de una visión de inconsciente inseparable de una sexua-
1idad infantil universal, como condición de partida para el estudio de los
procesos psíquicos, y que lleva a no considerar la vida social y sus even-
tos como generadores y fundantes de la subjetividad. -~·
1
l 34
.
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
A pesar de que .las ideas principales relacionadas con la cura no cam-
biaron esencialme"nte en el curso de la obra de Freud, el tránsito de la
teoría del trauma~ la trama psicodinámica, en la que el trauma se susti- '
tuía por la fantasía: de la paciente, implicó un giro de la teoría freudiana
hacia la subjetividad, sin que nunca Freud asumiera explícitamente este
concepto, esencialmente trabajado en la era postmoderna de las reflexio-
nes psicoanalíticas:
En el psicoanálisis se presentan posiciones ambivalentes hacia el tema
de la subjetividad, pues aunque su evolución marca una tendencia pro-
gresiva a liberarse del determinismo pulsional, dando pasos importantes
rn algunos de sus desdoblamientos a una comprensión histórica, social y
utltural de la psique, la fijación eri un inconsciente ~erritorializado de
11.nuraleza sexual es tan fuerte que, en muchos autores, como la propia
Hl eichmar citada antes, la definición del objeto del psicoanálisis como
estudio del inconseiente y la comprensión ontológica sexualizada de ese
Inconsciente no dejan espacio para el desarrollo de una discusión sobre
I;\ subjetividad .
El fetichismo del inconsciente, que lleva a considerarlo como principio
>' fin de t©da indagación dentro del psicoanálisis, lo convierte en una ins-
tancia ontológica, toda vez que el objeto es reificado en el estudio de las
formas reprimidas de sexualid<td que lo habitan. De esa forma, la sexua7
lidad no es comprendida como subjetividad, quedando su definición
omológica asociada a un fenómeno cnergético, propio de una ontología
fisicalista. Ante esta posición, lo subjetivo como definición ontológica
dife renciada no sería pertinente, manteniéndose la sexualidad sustancia-
li zada como carga energética de representaciones reprimidas que habitan
d inconsciente, lo que la convierte en fuente dinámica universal de todo
movimiento de la psique, transformándola, así, en el objeto universal,
.1hist6rico y único del psicoanálisis.
El psicoanálisis que sigue por ese camino pasa a representar teórica-
111c11Lc la antítesis de una comprensión de la subjetividad y considera sus
propios presupuestos como verdaderos y universales. Esa comprensión
td>rica es, de hecho, metafisica y queda unida a formas "interpretativas
l"<>t-rcctas" que se convierten en momentos continuos de reproducción
35 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
de un sistema invariable en relación co n sus principios fundadores. La
1
37 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 38
F. L. Gonzá/ez Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
exploraci6n procesal de las (singularidades) eventuales1 en fin todo lo que
contribuye para la creaci6n de tma relaci6n auténtica con el otro»
(Guattari, 1991,: 6).
nuevos problemas sociales, así como sus vínculos con otras teorías sociales.
41 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
EL PSICOANÁLISIS EN SU MOVIMIENTO DE INTEGRACIÓN
CON LO SOCIAL Y LA CULTURA
43 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
El análisis histórico de la obra de J ung tiene, para mí, una semejanza
grande con la institucionalización del pensamiento de Lacan fuera de Jas
instituciones tradicionales del psicoanálisis que, lejos de superar Jas prác·
ticas características de aquellas instituciones, terminó reproduciéndolas y
" fetichizando" el pensamiento lacaniano (Roudinesco, 1995 ). Lamenta-
blemente, Jung no contó con una historiadora de la talla de Roudinesco
para reconsti"uir su compleja historia, ni con un contexto tan favo rable.:
como el representado por el París de la posguerra para la realización de
esa reconstrucción.
Para finalizar con este importante desdoblamiento dé, la teoría de J ung,
q ue fue capaz de generar "zonas de sentido" nuevas '~n relación con el
pensamiento de Freud, me gustaría :destacar uno de los aspectos centra-
les de su contribución a la psicoterapia: su conciencia :d e que la psicote-
rapia es una producción subjetiva, lo que le permitió-su ruptura con Ja
idea de cura asociada a la eliminación de las "causas ptimeras".
Con relación a la ruptura con la visión objetiva orientada a ver la psi-
coterapia como un proceso capaz de llegar a las " causa.s finales" del tras-
torno, Jung escribe (1997):
«Freitd, siguiendo la tendencia retrospectiva hasta el fin, llegó a los des-
cubrimientos que todo el mundo conoce. Son hechos reales apenas en la
apariencia; porque en la realidad se trata principalmente de interpreta·
ciones. Freud tiene itn método especial de interpretar el material psíqui-
co, y él llega a conclitsiones típicamente suyas, no sólo porque el material
tiene itn aspecto sexual, sino, sobre todo, porque él lo ve'desde un determi·
nado ángulo» (Jung, 1997, 30).
-f.sta rdkxión de Jung, por la época ~n que fue hecha, tiene un valor
.--;pistemológJCo que no sólo impacta a la.comprensión de la psicoterapia,
si:10 a la propia base epistemológica de la psicología dominante de la
época. Esa reflexión se acompañó de reflexiones audaces sobre el queha-
ce:r terapéutico, como la· siguiente:
«En todos los casos dispenso el método dialéctico (el suyo), porque no veo
í'azón rtlguna en fomentar ima evolución individual encima de las nece-
sidc;des del paciente .. Si él encuentra el sentido de su vi.da y la cura de sus
• F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución .. . 1
inquietudes y desarmonía dentro ael cuadro de una de las formas de con-
fesiones existentes -inclusive un credo político-) entonces el terapeuta debe
aceptarlo. Al fin~!) la preocupación del médico debe ser el enfermo y no el
curado» (J ung, Í 997, 14).
l 46 1
i.
11
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
l)ara Winnicott, las situaciones facilitadoras de la aparición del odio y
la destructividad ocurren en la propia relación· terapéutica, lo que le
induce a usar la psicoterapia más como un proceso de génesis de nuevos
afectos, que como un proceso orientado al descubrimiento de las causas '
de Ja patología. La recreación de .lo anterior toma forma de producción
relacional.
'Tales fracasos tuv~eron un efecto destructivo en su época (se refiere a los
fracasos originales ~n las relaciones con la madre que llevaron al domi-
nio de las emociones destructivas), y un tratamiento del tipo que des-
cribo lleva1·á mucho tiempo para que el paciente .consiga encontrar un
ejemplo de fracaso ·original e irritarse con esto ( ... ) La manera por la
cual ese cambio ocurre, a partir de la experiencia de odiar, constituye un
ns1mto que me interesa de forma especial, toda vez que fue en ese punto
tf el trabajo que me sorprendí. El paciente pitede apo;1arse de los fallos del
nnalista)) (Winnicott, 1955, 298).
47 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
riencias emocionales asociadas a la patología. Un ejemplo muy ilustrati-
vo de una situación impredecible, que se sale de todos los cánones de lo
considerado como correcto en el espacio terapéutico, muy ilustrativa de
la visión de Winnicott sobre la psicoterapia, fue narrada por él de la
siguiente forma (1955): ,
«Hace muchos años vi un paciente masculino, de unos veinte años, que se
quejaba de una depresión que variaba de suave a moderada, con itna
ausencia de objetivos y una sensación de vacío. Él se había sometido a una
lwrlJa psicoterapia analítica que parecía estar basada fundamentalmen-
te en el nivel edípico del conocimiento. Eso parecía justificado, toda vez
que el paciente fue diagnosticado como neurótico y su trauma mayor
había ocurrido durante sit fase edípica, cuando su padre enfermó. La
terapia había sido útil, pero los síntomas con los cuales el paciente de pre-
sentó tendían a sin;gir después del primer tratamiento ( ... ) Un día, al
final de su primer año de análisis, estábamos teniendo lo que parecía una
sesión común. Yo había estado despierto hasta tarde el día anterior y
estaba evidenciando los primeros síntomas de una enfermedad viral. Me
adormecí y me dormí brevemente por algunos segundos, El paciente
había comenzado a conversar cuando yo estaba en estado de somnolen-
cia, pero después reunió el coraje para enfrentarme, y me preguntó si el
cambio en mi ritmo respiratorio no se debía a que me había quedado
dormido. Aunqite mi primera reacción fu e intentar defenderme y bus-
car una oportunidad para pensar una estrategia, pidiendo al paciente
que relacionara lo que estaba diciendo con lo que él sentía, decidí asu-
mir la situación y contarle que m'e había acostado tarde el día ºanterior,
así como la sensación de que me parecía estar entrando en una gripe.
Después de una cierta pausa, él comenzó a llorar. Cua_ndo consiguió con-
tenerse, me dijo que él había creído que yo no le contaría la verdad, y que
intentaría, tal como yo lo había pensado, protegerme. Él explicó sus
lágrimas como una señal de agradecimiento y de apfoximación conmi-
go. Y continuó estábleciendo relación con el comentaría de que sus padres
siempre habían encubierto sus faltas f rente a él de innitmerables formas
y que eso lo hacía sentir que para merecer su amor tenía que ser perfecto
( ... ) Su primer terapeuta no admitía errores') (Winnicott, tomado de
Grolníck, 1993, 121-122).
1
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
Este ejemplo es una evidencia de cómo la relación terapéutica sigue un
curso singular, don.de las posibilidades del terapeuta siempre están más
allá de las teorías concretas, exigiendo creatividad y autenticidad en sus
posiciones, de tal forma que éstas sean capaces de generar opciones de
subjetivación que, como en este caso, pueden remitir a focos psicológi-
cos que permanecen encubiertos y que llevan a una alternativa de recu-
peración del paciente en la psicoterapia.
La importancia que Winnicott y Bion atribuyeron a los procesos de
relación es importarite para la comprensión de los procesos de subjetiva-
ción como resultado de experiencias producidas en diferentes instancias
y procesos de la vida social. En este sentido, los trabajos de Guattari y
Elliot, a pesar de la..incompatibilidad asumida por el psicoanalista inglés
con relación al psi~oanálisis francés, tienen puntos de encuentro que
están dados por la comprensión de la génesis de fa subjetividad dentro de
la articulación de los diferentes procesos y escenarios de la vida social.
Guattari asume fo presencia simultánea de los más diversos espacios
humanos en el desarrollo de formas nuevas y diferentes de subjetivación
que conducen a la ·:mejoría del paciente. La subjetividad es un sistema
versátil y complejo;, con infinitos e imprevisibles desdoblamientos que
aparecen como resultado de la diversidad infinita de la experiencia, no
sólo de aquella directamente vivida, sino de sus consecuencias, y de otras
indirectamente vividas que pueden pasar a tener un peso central en un
proceso de subjetivación. A partir de esta posición, el propio Guattari
escribe:
«Et terapeuta se implica, asume riesgos, no duda en colocar en la balan-
zrt sus propios fantasmas)' en criar un clima paradoja/ de autenticidad
t'.vistcncial )'., en tanto, de libertad de juego" (Guattari, 7).
1 so
: F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
rrollo humano y, de hecho, han desconsiderado del campo de la psicote-
r;1pia temas como la salud, el modo de vida, la organización social y los
procesos institucion<1les que, entre o'tros, están estrechamente interrela-
cionados en b producción de la tensión "salud-enfermedad".
La psicoterapia individual de orientación infrapsíquica no considera
11111chos procesos y fenómenos de etiología socio-cultural, quedando ais-
1.ida de otros campos del saber social y de la propia psicología, lo que es
evidente en el análisis de su historia. La "medicación" de la psicoterapia
h.1 sido una tendencia de la que diferentes escuelas en psicología han que-
1ido escapar, en mi opinión, sin éxito. La búsqueda de una opción histó-
1 irn cultural en la comprensión de este proceso no es solo una búsqueda
1d1ric.1, sino una definición epistemológica que permite nuevas opciones
dr rnnocimiento y práctica en este campo.
FI psicoanálisis, con independencia de las importantes zonas de senti-
do que inauguró para la comprensión del hombre y de la psicoterapia,
drbr ser trascendido en sus categorías concretas para dar cuenta de fenó-
111r11os queº no pueden ser desarrollados dentro de sus límites tradiciona-
ll ' . Hn su evolución histórica, el psicoanálisis ha ido enriqueciendo su ·
.1proxi111ación al tema de la subjetividad con el desarrollo de nuevos
ll'1t1.1s y de categorías más apropiadas.para una representación de la sub-
Jl't ividad inseparable de la cultura y comprendida en su historicidad.
SI 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
búsqueda de nuevas unidades de la vida psíquica, eri lo que considero
que Allport y Rollo May fueron excepciones.
El humanismo está ligado al psicoanálisis hasta pdr la propia forma-
ción de algunas de sus figuras más significativas, con1o Rogers y Rollo
May; sin embargo, el humanismo norteamericano, en relación con el cual
Víctor Frankl (1960) se situó críticamente, también asume nna posición
existencial y fenomenológica, que yo realmente pienso que tiene, pero
que se expresa de una forma muy peculiar, unido a: otras influencias,
como las de Ja Gestalt europea, los trabajos de Laing y Cooper y el prag-
matismo de James, entre otros.
El humanismo, si bien no trajo contribuciones teól'icas contundentes
para una nueva representación de la psique, manteniéndose en este
( aspecto en una matriz teórica semejante al psicoanálisi~, destacó el carác-
; ter activo del sujeto y sus posibilidades de acción consciente, Jo que
implicó, a diferencia del psicoanálisis, la consideración.·del aspecto proce-
sual de la psique en su relación con la experiencia vivida. Sin embargo,
no supera el carácter esencialista del psicoanálisis en su visión de las ten-
dencias inherentes al potencial humano. Rogers, en su visión de la psi-
coterapia centrada en la persona, donde ha sido uno dé los autores huma-
nistas más reconocidos, mantuvo una visión determinista sobre la géne-
sis del sufrimiento al comprenderlo como expresión ~e la ruptura de la
congruencia entre las necesidades auténticas de la persona y sus procesos
de simbolización de la experiencia. De esa forma, el cbnflicto se mantu-
vo como expresión de una dinámica intrapsíquica originada en un
momento pasado de la vida de la persona, en lo cual también se aproxi-
ma mucho a la representación sobre el conflicto del psicoanálisis.
La psicoterapia de Rogers centrada en la persona, que representó el pri-
mer momento de su o bra, deposita en la posición activa del paciente,
posible gracias a la empaúa y la aceptación incondicional por parte del
· ter:ipeuta, el proceso de cura, el cual, en esencia, representa la toma de
(
(Onciencia sobre la ruptura entre sus necesidades auténticas y los proce-
\ sos de simbolización de su experiencia. Al igual que d psicoanálisis, el
/< cambio se produce por un proceso de toma de conciencia que permite el j
contacto con la causa del sufrimiento actual. .1
F. L. González Rey 1 La psicoterapia en su evolución ... 1
La psicoterapia ·humanista destaca la procesualidad del proceso psico- ·
terapéutico, pero sigue refiriéndola a un conflicto susceptible de ser con-
cirntizado por la persona mediante la reconstrucción de su experiencia
pnsonal.Y, al final de ese camino, los procesos de simbolización recupe-
1..111 su capacidad de expresar las necesidades aliténticas del sujeto. El
determinismo, el esencialismo y el racionalismo presentes en el psicoaná-
li\Í\ de Freud se mantienen en el h umanismo, aunque ellos desarrollan
dimensiones del hombre totalmente ausentes en el psicoanálisis, como la
1111rgr;ición del self con el comportamiento actual de la persona, relación
11111i1ida por el psicoanálisis.
l Jno de los aspectos más importantes del legado humanista para la psi-
11 lll't.1pia fue su representación de una persona activa, capaz de generar · \
1111¡·vos molivos de diferente orden de complejidad en el curso de su vida, ·"
111111 t•pción que d1vo su mejor expresión teórica en el concepto de
1\llpmt ( 1967) de autonomía funcional de los motivos. A partir de esa ..--
1rpn·~rn 1ación de !a motivación, esencialmente diferente a la propuesta
11111 Frt•ud, adquirieron importancia para la psicoterapia temas importan·
tn , 1·011 10 la filosofla de vida, las alternativas psicológicas múltiples que el
he 11nbn.: tenía al vivir una experiencia y los proyectos de vida. La acción
\' l .1~ formas actuales de organización de la psique aparecieron como rele-
\',ltllt'S al curso del desarrollo de la persona. Esa nueva re.p resentación
permilió la despatologización de los trastornos psíquicos, central para ...--
1111.1 comprensión diferente del proceso terapéutico.
1 54
. F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
el sistema que ponen en peligro su equilibrio. La familia se representa ·,
como un sistema orientado a la homeostasis, que se organiza alrededor
de un patrón estable que orienta las diferentes relaciones familiares.
Ese tipo de sistema que inspiró a la cibernética de orden primero esta-
ba orientado por normas que dificultaban el cambio. El síntoma dejó de
ser interpretado corno una organización individual y pasó a ser com-
prendido como una expresión del sistema, el cual, en su defensa ante las
presiones externas o las necesidades de cambio, genera una tensión que
se expresa en alguno de los miembros de la familia. EL síntoma tiene
7
como función preservar la homeostasis del sistema.
En Ja terapia sistémica de orden primero, el terapeuta actúa desde fuera
del sistema, y sobre la base de su observación sobre la modalidad orga-
nizativa del sistema se orienta a la definición de sus disfunciones y pato-
logías y define el tipo de intervención orientada a la superación de la dis_/
función. Como expresó M. Elkaim (1996 ): ·
«En nuestro carácter de terapeutas, examinábamos a la familia, estu-
diábamos los papel!fs de sus miembros, investigábamos las reglas del siste-
ma y nos preguntábamos: c¿Qué puedo hacer para ayudarlos a cambiar?), --·-
sin indagarnos sobre el papel que nosotros mismos teníamos en el sistema» · ·
(M. Elkaim, 1996;· 208 ).
55 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
mismas, presentábamos una comprensión nueva e (inteligente; del proble-
ma o dábamos directrices 'inteligentes; para tratarlo)) (T. .A'.ndersen,
1996, 79).
1 56
F. L. González Rey f La psicoterapia en su evolución .. . 1
vistas, incluyó al observador como momento.de construcción de las rea-
lidades alternativas producidas en la comunicación. Éste fue el único
1.
ñ10mento en que el tema de la subjetividad pasó por el vocabulario de
estos amores.
El enfoque sistémico, al desplazar la unidad de interés de la psicotera-
pia del individuo al sistema, ignoró el carácter sistémico y complejo de
los sujetos que integran la familia, así como la pertenencia de la familia al
sistema social. Esto i levó a ignorar también las forrnas en que lo social,
en todos los registros y dimensiones· que lo caracterizan, participa de la
constitución de lo famifiar.
La ausencia del individuo ha sido un tema considerado por diversos
autores en la perspectiva de Ja terapia familiar sistémica (Maturana,
Palazzoli, Elkaim, Boscoso & Bcrtrando, entre otros) . Con relación a
esto, Boscolo & Bertrando escriben (2000):
«Para nosotros este concepto ha tenido ima importancia particular (se
refiere al de individuo como sistema autopoiético de Maturana), por
r 111111to nos ha disuadido de aferrarnos terapéuticamente al sistema
/i1111iliM; en especial en los casos en que un miembro (por ejemplo, el
111innbro psicótico), a diferencia de los otros, no experimentaba cambios,
y IJ11 Jacilitado la apertura y la r¡¡valorización del sistema individuo como )
1/1trwa autónoma'» (Boscolo & Bertrando, 2000, 41) .
57 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l ss
F. L. González Rey 1La psicoterapia en su evolución .. . 1
Lo anterior se observa incluso en uno de los autores más orientados
por una perspectiva compleja en su análisis de la relación individuo-fami-
lia, me refiero a G: Bateson (2006), quien escribió:
«Las pautas y secuencias de mis experiencias infantiles están insertas en
mí. Mi padre hizo tal y tal cosa; mi tía hizo tal y tal otra; y lo que ellos
hicieron estaba afitera de mi piel. Pero) haya aprendido yo lo que haya
aprendido) mi aprendizaje aconteció dentro de mi secuencia vivencia! de
lo que hicieron esos otros impor~antes -mi tía) mi padre-» (G. Bateson,
2006, 25 ).
59 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
Esa movilidad de lo social y lo histórico en lo subjetivo es lo que hace
de la subjetividad, en la perspectiva histórico-cultural, 1lna condición pri-
vilegiada para representarnos lo social y sus diferentes espacios, entre
ellos el familiar, en sus consecuencias para la persona, lo que considero
hoy corno la única forma viable para estudiar la significación de lo social
en el desarrollo de la subjetividad. La.sociedad en ninguna de sus formas
de organización actúa de manera lineal y directa sobre lo su bjetivo, lo
que, de hecho, va en una dirección ~ontraria al lugar·que el movimien-
to fami liar sistémico atribuyó a la familia en la génesis de los trastornos
individuales.
Por tanto, aunque no identificamos la familia como un espacio "privi-
legiado" para la génesis de los conflictos psíquicos, como hicieron los
autores sistémicos, sí consideramos que ella configura un espacio de sub-
jetividad social importante para el desarrollo subjetivo de quienes la inte-
gran. Considero los procesos de la familia, así como las relaciones entre
sus miembros y sus formas de organización, como inseparables de una
,./ subjetividad social que aparece por múltiples canale~ simbólicos y por
sentidos subjetivos diferentes en la dinámica actual de la vida familiar.
Los sujetos concretos, en sus múltiples expresiones subjetivas, represen -
tan un momento activo de la subjetividad social en la organización fami-
liar. Cada uno de Los miembros de la familia trae a ella el universo de los
_ procesos sociales que le afectan a través de sus configuraciones subjetivas.
La configuración subjetiva de las personas se convierte· así en un elemen-
to de la subjetividad social en los escenarios sociales en los que la perso-
na participa.
Comprender una organización farniliar dentro de la procesualidad de
las acciones de sus miembros y de los procesos de subjetivación de esas
\ acciones nos permi te entender que los procesos subjetivos que aparecen
) en la familia no son apenas una respuesta inmediata a ninguna secuencia
'-
1
o sistemaími relaciones visibles e identificables en el sis.tema familiar, sino
el resultt obde procesos que se dan en una red de efectos colaterales cuya
produc. y la está asociada a la configuraciones subjetivas de quienes viven
1 _,. esa exiacion/cia. Las formas subjetivas de un evento vivido lo hacen irre -
../ cono¿~ó poi sólo pueden relacionarse por el modelo interpretativo del
\ \ tera;us mier
l 60
. F. L. Go nzález Rey 1La psicoterapia en su evolución ... 1
Considero que la fa.¡nilia es un espacio ontológico definido por los sen-
tidos subjetivos y los:procesos simbólicos compartidos que le dan cohe- , ,
/
rencia y continuidad ~ sus prácticas y a sus sistemas de relaciones, lo cual
no pienso que se agote en la comunicación actual entre sus miembros,
porgue la historia de.las familias, sus configuraciones subjetivas y las de
sus miembros, son varte de su constitución subjetiva actual. Desde la
perspectiva que defiendo la familia existe como configuración subjetiva
para sus miembros, siendo que cada uno tendrá una configuración sub- .
jetiva diferente de su familia, lo que lleva a una familia percibida y senti- \
da en forma diferente por cada miembro.
La organización familiar aparece como sentido subjetivo no por los
procesos intrínsecos~ esa organizaciqn, sino por las configuraciones sub-
jetivas de los espacios de relación y de los miembros en el interior de esa
dinámica familiar (González Rey, 2002). La familia aparece para cada _
uno de sus miembro~ como configuración subjetiva diferente, organiza- ..
da sobre aspectos y consecuencias indirectas de su funcionamiento que se
muestran de forma 'singular para cada miembro. Así, por ejemplo, el
rechazo que uno de los hijos de un matrimonio con u·es hijos ofrece para
comer con la fami lia reunida puede expresar una configuración subjetiva
que se organiza por los celos y las rivalidades con uno de sus hermanos,
lo que le lleva a sentir esas reuniones familiares como momentos de reco-
nocimiento y acepta~ión de ese hen11ano, con inó,ependencia d e lo ade-
cuado o no de esa p~'oducción subjetiva con la realidad.
Como veremos más adelante, y en parte ya adelantamos en este tópico
dedicado al enfoque familiar sistémico, el problema de la psicoterapia, así
como de la teoría psicológica, no es abrir nuevos espacios que amplíen el
tipo de unidad estudiada, sino pensar en un tipo de categoría que nos
permita explicar cómo los diferentes espacios que configuran los proce-
sos e instituciones den tro de una cultura se integran en nuevas dimen-
~i ones constitutivas de la subjetividad social e individual.
61 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad·
NOTA
l. Este concepto, introdu cido inicialmente por M. Ponty (1991 ), representa una alter-
nativa excelente d e subversión a la definición objetivista de objeto del positivismo (ver
Gonzálcz Rey, 2005).
Capítulo 2 11 • -
EL ENFOQUE HISTÓRICO-CULTURAL:
SU IMPACTO EN LA PSICOTERAPIA
63 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
apareció una intelectualidad empeñada en desarrollar nuevas representa-
ciones teóricas en los diferentes campos de la cien¿ia, la que se apoyó
tanto en las nuevas prácticas sociales y en las transformaciones de la sub-
jetividad social provocada por los cambios, como en una relación pro-
funda y privilegiada con la teoría marxista en sus diferentes dimensiones.
La psicología no fue una excepción en esta tendÚicia general o rienta-
da al desarrollo de enfoques par ticulares que fueran compatibles con la
nueva visión del murido sobre la que se reconstruía la sociedad soviética.
Sin embargo, este no fue un camino fácil ni lineal. Fue un camino com-
plejo que transitó por diferentes momentos, buscando todo el tiempo la
base que permitiera una explicación n1aterialista de la psiqtte. Muy tem-
- i1 pranamente, la lucha entre idealismo y materialism o. adquirió un fuerte
carácter político e ideológico, por lo que el materialismo pasó a ser el
centro de· gravedad en las interpretaciones marxistas hegemónicas en el
círculo de poder político que se institucionalizaba después de la Revolu-
ció n de Octubre. '
Según M. Shuare (1990), en su interesante y también polémico libro
La psicología soviética tal como yo la veo, los primeros años que siguieron
a Ja Revolución de Octubre se caracterizaron por lo .siguiente:
«J) La defensa de la psicología tradicional (st-tbjetivista, empirista), en
especial en sit línea experimental) que tenía un desa1'rotlo considerable en
el país; 2) la prolongación de la tradición científtco"natitral de la fisio-
logía) que había logrado no pocos éxitos en el estudio .del cerebro y el siste-
ma nervioso en general y que pretendía convertirse en modelo para la psi-
cología e) incluso, reemplazarla; 3) los intentos ·de crear nuevas concep-
ciones sobre la base del marxismo,, (M. Shuare, 1990, 27).
65 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
67 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
69 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
dad de procesos afectivos y cognitivos en diferentes momentos. Esta
representación sobre la psique se expresa en toda su complejidad en
Psicología del Arte y en sus trabajos sobre defectología hasta 1925, así
como en el último momento de su obra.
Como expresamos anteriormente, la Teoría de la Actividad de A. N.
Leontiev pasó.a erigírse en la heredera oficial de la obra de Vigotsky y se
separó completamente de aquellos aspectos de su obra que podrían haber
servido para el desarrnllo del tema de la subjetividad en una perspectiva
histórico-cultural.
Después de que la Teoría de la Actividad se había convertido en el enfo-
que rector de la psicología soviética, Leontiev toma distancia de Vigotsky
y lo acusa de no haber tenido una comprensión marxista consistente de
los procesos psíquicos 1 algo de lo que también lo acusó al separarse de sus
posiciones al comienzo de la escisión del grupo de Ja'rkov. Aquí se expre-
sa algo que percibí con mucha claridad durante mis estudios de doctora-
;-- do en Moscú: la idea de que existíá una psicología marxista y ésa era la
Teoría de la Actividad, y todo lo que se separara de ella era una desvía -
ción en relación con la comprensión materialista de la psique. Como toda
teoría que se torna hegemónica, la Teoría de la Actividad se convirtió en
~un dogma y terminó limitando profundamente el desarrollo de la psico-
logía soviética.
En mi opinión, las limitaciones que la reificación de la categoría activi-
dad tuvo para la psicología soviética se expresa en los':siguientes aspectos:
• Representarse todos los procesos y fenómenos psíquicos a través de la
relación sujeto-objeto, toda vez que la comprensión de Leontiev sobre
la actividad humana era una comprensión "objeta!", donde los actos
del hombre se proqucían con relación a objetos del mundo. Los com-
,,,,- plejos procesos del funcionamiento y las producciories simbólicas de la
''\ sociedad fueron completamente ignorados, así c9mo la subjetividad
como nivd ontológico particular de la psique huniana.
-~--- • La categoría comunicación no existía en los marcos de la Teoría de la
Actividad. Las formas de comunicación eran reducidas al esquema
estructural que caracterizaba a las formas de actividad con objetos (ver
González Rey, 1983). M. I. Lizina, una de las psicólogas soviéticas que
l 10
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural ... 1
más trabajó la comunicación en niños de edades tempranas desde las
posiciones de la teoría de Ja actividad, escribió ( 1978):
«La comunicación, como cualquier actividad, es objeta!. El objeto de la
actividad de comunicación es otra persona, la contrapartida de su acti-
vidad conjunta. Como objeto concreto de la actividad de comunicación
sirven precisamente aquellas cualidades y propiedades del interlocutor
qttc se expresan durante la interacción. R eflejándose en la conciencia del
niño, ellas forma~ la imagen de otra persona y se convierten después en
el proditcto de la comunicación» (10.. l. Lizina, 1978, 237).
71 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
dencia de la percepción de este fenómenos por los psicólogos soviéti-
cos, V. E. Chudnovsky escribió (1976):
((No es la actividad por sí misma, ni la. interacción de los tipos de activi-
\r· dad, sino los cambios en la esfera motivacional del niño que ocurren en el
proceso de la actividad, los que condicionan el cambio a un nuevo nivel
de desarrollo psíquico» (V. E. Chudnovsky, 1976, 49).
ln
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
nante el V Congreso 'de la Sociedad de Psicólogos de la Unión Soviética,
celebrado en 1977, cuyo tema central fue "El problema de la actividad
~n la psicología soviética".
Tanto las críticas que la Teoría de Ja Actividad recibió antes de ese perí-
odo, como las recibidas en el mencionado simposio, estuvieron esencial-
mente dirigidas en dos direcciones: Ja simplificación de considerar todos
los procesos y formas de organización de la psique en términos de Ja acti-
vidad, lo que empobrecía la construcción teórica de la disciplina, y la '
orientación individualista y objeta! de la definición de actividad presenta- .--
da por Leontiev, lo que restringía el análisis psicológico de los procesos , '· •
1
sociales e institucionáles, así como los temas relacionados con el desarro- /
llo humano. El desarrollo del campo de la clínica dentro de la psicología
soviética estuvo tan fünitado que, con excepción de Miasichev, cuyas crí- ·
ticas datan de los años sesenta, práCticamente ninguna de las presenta-
ciones del referido congreso provenía de Ja clínica.
Con relación a la simplificación que la categoría.actividad imponía a la
psicología, fueron particularmente incisivas las críticas desarrolladas por
L. l. Bozhovich y su equipo a las limitaciones de la Teoría de la Actividad
para el estudio de los temas sobre la personalidad y la motivación huma- '· /
nición de, (motivo', pues resultaba imposible operar con este término que
siempre suponía un objeto de la realidad objetiva» (L. l. Bozhovich,
1977, 20).
73 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
,.... la dialéctica, la cual inclusive no fue suficientemente µsada ni interpre ta
da en el conjunto de sus consecuencias para el desarrollo del pensamicn
to científico, mucho menos en relación con el pensamiento político, el
cual operaba sobre principios totalmente dogmatizadós. Este hecho tuvo
una fuerte influencia en la falta de consideración de la·cuestión de la sub
jetividad por aquella psicología y, de hecho, la alusióú a la psique como
.. sistema complejo humano se hacía a nombre de la conciencia, que era un
término más aceptado en la representación política sobre las cuestiones
humanas.
Dos fuertes tendencias que expresaron esa búsqueda de objetividad en
aquella psicología fueron: en el aspecto teórico, la reducción de la psique
, . ' a los términos de la actividad, destacando su vínculo directo e inmediato
- · con el objeto de actividad, a la que se hizo referencia· en la cita anterior
/ de Bozhovich y, en términos epistemológicos, esa objetividad se expresó
-:'. .. en el uso indiscriminado de las categorías "ley" y "refl~jo", que aparecen
de forma permanente en el lenguaje de los psicólogos soviéticos y que
continúan apareciendo en el lenguaje de muchos psicólogos rusos hasta
hoy. Esta tendencia es responsable del positivismo metodológico que
caracterizó importantes campos éie investigación en aquella psicología,
en especial los relacionados con el estudio de los procesos psicofisiológi-
cos y cognitivos, que caracterizaron a la mayor parte d'e las publicaciones
de psicología en la Unión Soviética hasta los años setenta .
.Sobre este breve esbozo de la historia de la psicología soviética, me
gustaría enfatizar algunas ideas esenciales.
• El enfoque histórico-cultural expresa las posiciones generales domi-
nantes en una psicología que tuvo varias corrientes teóricas significati-
vas. La comprensión de la psique como una producción social y cultu-
ral, fue teóricamente compartida por todas ellas; sin.embargo, por las
<.. limitaciones que hemos analizado antes, tanto. la comprensión de cul-
tura, como de lo social, quedaron bastantes restringidas a una idea
objetivante de lo externo, sobre la que se desarrolló una representación
de psique esencialmente operacional. Lo que se identificó como la teo-
ría histórico-cultural de Vigotsky fue sólo un momento de su obra,
precisamente el más cercano a la representación dominante de psique
apoyada por el principio del reflejo.
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. . . 1
• La Teoría de la Actividad apareció en este contexto como la heredera
del pensamiento de Vigotsky, a pesar de que, como explicitamos en el
texto, la valoración de la obra de Vigotsky por Leontiev fue ambiva-
lente y se expresó de forma diferente en distintos momentos históricos.
Actualmente algunos autores, como Zinchenko (1997), establecen una
clara diferenciación entre ambas teorías.
• En mi opinión , Ja Teoría de la Actividad de Leontiev "cosificó" el '·
carácter materialisfa de la psique en el concepto de actividad y, por , /
tanto, toda psicolo.gía que no fuera explicada ei1 esos términos era con-
siderada como una psicología idealista.
• La hegemonía de la Teoría de la Actividad tuvo consecuencias tanto de
carácter epistemológico, como fue el retorno a una investigación expe-
rimental Jnspii·ada en el modelo hipotético-deductivo, como en la
organización de la propia psicología soviética, dentro de la cual la psi-
cología social y Ja psicología clínica quedaron bastante rezagadas, en -
particular esta última, que fue absorbida en casi todas sus funciones por "- \
una psiquiatría de orientación fisiologista.
• Vamos a analizar más adelante los desdoblamientos en el desarrollo de
la psicología soviética a partir de la década de los años setenta, cuando
nos centremos en su evolución hacia el desarrollo del tema de la sub-
jetividad que, en nuestra opinión, representa el momento crucial para
el desarrollo de la visión de psicoterapia a partir de este enfoque, que
es el objetivo esencial del presente libro.
75 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
En mi opinión, el desarrollo de la clínica se vio fuertemente afecrndo
por la crítica severa al psicoanálisis desde las instancias políticas y filos61i
cas de aquel tiempo, Jo que estigmatizó al psicoanális~s como "teoría bur
guesa" y, junto con eso, a la psicoterapia como una de las prácticas csen
' ciales que lo identificaban. El espacio de la psicoterapia pasó a ser regido
___ por la rdlexología desde el campo de la psiquiatría, toda vez que el imagi
nario materialista dominante se ar ticulaba de forma an{1ónica en este punto
con la hegemonía del modelo biomédico, q ue en la U11ión Soviética, dcbi
do al gran desarrollo histó rico que había tenido la fisi~logía, era muy fücr
te.3 Debido a lo delicado de trabajar en la clínica bajo las condiciones 1·có
ricas e ideológicas de la época, Zeigarnik definió su espacio teórico en l.1
, práctica clínica como patopsicología, cor¡. lo cual evitaba el nombre de psi
' cología clínica y, al mismo tiempo, se centraba en los aspectos psicológi
cos de la patología, siendo que las patologías esenciales a las que ella se
dedicó duran te bastante tiempo estaban asociadas a lesiones cerebrales,
- -· evitando la discusión de temas como el de la neurosis,° que en la época cr.1
estudiado a través de los reflejos condicionados.
Otro elemento q ue estimuló el poco desarrollo de l~ clínica fue la con-
sideración de que el desarrollo de m1a sociedad soci~lista sana llevaría a
la formación de un hombre sano y diferente, que no precisaría de aten-
ción a sus problemas psíquicos. El determinismo mecanicista, que fue otro
de los principios que se aplicó en nombre del marxis'm o en las ciencias
soviéticas, derivó, en el caso de la psicología, en Ja negación de la especi-
ficidad ontológica de la psique, lo que se expresó en la sustitución del
fenómeno psíquico ora por sus bases neurofisiológicas.; ora por su deter-
minación sociologizame, para la cual la psique aparecía como imagen y
semejanza de operacio nes o condiciones externas.
Lo anterior se expresa muy bien en el siguiente texto de Abuljánova
(1973):
«Pese a las encarnizadas polémicas de los adictos a la ·explicación sociop·
sicológica de lo psíquico y de los partidarios de la interpretación fisiológi -
ca o cibernética, la posición de ambosgrupos es idéntica en el orden meto-
dológico. El afán de <cosificar', de materializar lo psíquico o asignarle el
atributo de materialidad mediante su identificación con <algo' distinto,
revela el carácter antidialéctico de esa forma de conocimiento, la inca·
F. L. González Rey f El en.foque histórico-cultural ... 1
pacidad de aplicar la dialéctica al descubrimiento de la especificidad de
los propios fenómenos psíquicos. La imposibilidad de esclarecer la relación
de lo psíquico con lo <distinto> conduce a tm recurso elemental del pensa-
miento: el de reemplazar lo ·psíquico por algo <distinto>» (Abuljánova,
1973, 49).
77 1
"·
l 1a
11
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
«Pero el análisis posterior del movimiento de la actividad y de las formas "
de reflejo psíquico que ella engendra, hace necesario incorporar el concep- (,. (
1 to sujeto concreto de la personalidad como momento interno de la activi-
dad (A. N. Leontiev, 1978, 125).
J) ~·
81 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
En el V Congreso de Psicólogos de la Unión Soviética, al que nos referi-
mos antes, se produjo un giro de los conceptos de acción y actividad,
para los conceptos de sistema psíquico y de su naturaleza subjetiva.
La visión en la que la psique fue reducida a operaciones se apoyó en la
concepción de interiorización, mediaqte la cual una operación externa
pasaba a ser una operación interna, conservándose la identidad entre
ambas por su estructura: En el mismo sentido apuntado por Puschkin en
relación con el pensamiento, N. A. Menchinskaya, d~stacada investiga-
dora del campo de la psicología del aprendizaje y el desarrollo, expresó
en aquel simposio (1977):
«El niño recibe parte significativa de su conocimiento. (tanto en la ense-
ñanza organizada como en la no organizada) de la comunicación ver-
bal con las personas que lo rodean; para muchos conocimientos adquiri-
dos en la escuela no es necesario -y muchq.s veces es imposible- crear una
situación tal en la cual el niño realice acciones prácticas (materiales o
materializadas) qite posibiliten su asimilación del contenido del conoci-
miento» (N.A. Menchinskaya, 1977, 42). º
83 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
85 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmode~nidád
l s6
'
•
\.
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 'I
cr( ... ) las emociones entran en nuevas relaciones con otros elementos de la
vida psíquica, nuevos sistemas aparecen, nitevos conjuntos de fimciones
psicológicas; imidades de nivel superior emer,gen, gobernadas por leyes
especiales, dependencias mutuas y formas especiales de conexión y movi-
miento» (Vigostk.y, 1984, 328).
87 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
o espacio social en el momento de vivir una experiencia. La subjetividad
no se interioriza, se produce, y en esa producción las condiciones de vida,
la configuración subjetiva actual de las personas y los espacios dentro de
los que viven sus experiencia, así como el propio curso de sus acciones,
son momentos que se relacionan recursivamente eri la producción de
nuevas formas de subjetividad.
Una de las tareas más complejas que la psicología tiene por delante es
la revisión de su sistema de categorías, toda vez qu~ existen de forma
simultánea varios sistemas de categorías que se apóyan en principios
ontológicos diferentes y que, sin embargo, son usados indistintamente
sobre la base de marcos teóricos también diferentes. Así, vemos cómo se
usa indistintamente la categoría agresividad, en unos casos para indicar
un comportamiento, en otros, para indicar un rasgo general de la perso-
na, en otros casos como expresión de una dinámica intrapsíquica que es
universal, y así sucesivamente. La consideración de la agresividad como
1 un sentido subjetivo nos orienta al conocimiento dife~enciado de los ele-
<1 mentas psicológicos que aparecen en ella, y nos p~rmite definir, por
1 aa 1
F. L. Gonzó/ez Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
Ese legado al que se refiere Dewey sobre la fo'rma en que Jos modelos
teóricos dominantes de Ja filosofla influyeron la construcción del conoci-
miento caracteriza a la psicología hasta hoy. La contraposición entre aná-
lisis desintegrador y síntesis rígidas terminó por reducir todo nuevo cono-
cimiento a los términos de algunos de esos polos dicotómicos denuncia-
dos por Dewey. Lo singular se perdía en ambas opciones y por tanto lo . <'
teórico, pues la clasificación terminaba sustituyendo a la construcción. / '
Nuestro rescate del problema de la subjetividad pretende superar esa
dicotomía y dar lugar a formas diferentes de producción de conocimien-
to en psicología (Gbnzález Rey, 1997, 2000, 2002, 2004, 2005 ).
El sentido subjetivo permite apreciar un aspecto de las experiencias psí-
quicas del sujeto que en los referentes teóricos anteriores no tuvo visibi-
lic..lad . .Es precisamente esta categoría el fundamento ontológico del
replanteamiento de la cuestión de la subjetividad que vengo proponien-
do desde hace algunos años dentro del referente histórico-cultural. El
concepto de sentido subjetivo permite una representación sobre las u ni-
dades simbólico-emocionales en que se expresa la experiencia vivida, las
cuales no son una copia, ni un resultado de la experiencia, sino una ver-
dadera producción subjetiva sobre esa experiencia en la que participan,
de forma· inseparabl_e y no lineal, las posiciones asumidas por el sujeto en
el proceso de esa experiencia y las configuraciones subjetivas dominantes
en su subjetividad individual en cada momento de esa experiencia.
La subjetividad es un sistema vivo, susceptible de cambios en el curso
de las acciones asociadas a determinada experiencia; la acción es u na
fuente permanente de producción de sentidos subjetivos, y en este senti-
do es inseparable de la subjetividad como sistema. Desde esta defü~ición,_
Ja subjetividad ~o actúa como causa del comportamiento, sino que repre-
senta su dimensión de sentido subjetivo, lo que define la acción h umana2~.~ -
entre otras cosas, como momento cargado de subjetividad y, por tanto,
generador de sentidos subjetivos.
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad -
Sentido subjetivo, sujeto y subjetividad: las bases para el desarrollo
de la psicoterapia en una perspectiva histórico-ci-tltural
El hecho de que Jos a~tores soviéticos evitaran el uso del término sub-
jetividad por la connotación ideológica que le era au-ibuida por las repre-
sentaciones políticas dominantes en aquel país, llevó a que se empleara la
, - categoría conciencia para designar aquellos procesos c~lacionados con el
funcionamiento de la psique como sistema. La introducción de la cate-
goría sentido subjetivo no puede ser un hecho aislado, ella nos remite a
otra representación de subjetividad, en la que proceso, y organización se
integran definiendo a la subjetividad como sistema en desarrollo. El sen-
·-- tido subjetivo siempre está asociado a la acción, aparece como proceso de
subjetivación de un campo de acción del sujeto contextualmente situado,
/ en tanto las configuraciones subjetivas -que integran diferentes sentidos
'· subjetivos y otros procesos psíquicos que de forma estable caracterizan
;\ - las diferentes producciones psíquica-s de la persona+ representan una
fuente permanente de los sentidos subjetivos que aparecen en el curso de
una actividad. Configuraciones y sentidos subjetivos expresan la tensión
que caracteriza a la subjetividad como sistema en desarrollo.
La su bjetividad, en esta perspectiva, permite gene.·:ar inteligibilidad
sobre fenómenos que se apartan del imaginario objetivista comporta-
mental que sustenta que las influencias objetivas determinan el compor- _
tamiento humano, lo que desconoce que la producción subjetiva ante
esas experiencias es inseparable de su sentido subjetivo:para las personas.
Aquí no estamos hablando de mediación, sino de algo mucho más com-
plejo: de la producción de las propias experiencias subjetivas, las cuales
no son definidas linealmente por ni ngún tipo de influencia externa sobre
el sistema subjetivo, siendo una prodticción de ese sistema.
Las críticas al concepto de subjetividad provienen de_varias direcciones
en el pensamiento moderno, entre las cuales podemos destacar el positi-
vismo, el estructuralismo, el materialismo mecanicistá_y, de forma más
reciente, el post estructuralismo francés más relativista y radical. El giro
lingüístico de la filosofia llevó a una crítica a los megasistemas y a las enti-
dades que, en algunas de sus tendencias, facilitó una reificación del len-
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural... 1
guaje que influyó cqn fuerza en el campo de las ciencias sociales y de la
psicología en particular.
El desarrollo del tema de la subjetividad en la perspectiva histórico-cul-
tural tiene en su base otro conjunto de teorías que también marcan una
trayectoria crítica en la filosofia occidental y que se articulan entre sí en
diferentes momentos históricos de lo que llamo "giro complejo" del pen-
samiento occidental, que ha permitido el desarrollo de una nueva relación
entre ciencia y filosofia y que, a su vez, ha contribuido en el desarrollo de
una visión diferente de ciencia asociada a una noción también diferente de
mundo. Las filosofias que más han contribuido en esta dirección y con
las que he venido dialogando de forma creciente en mi trabajo sobre la
subjetividad, han sido el marxismo, la fenomenología de Merleau Ponty, ·
la hermenéutica, la füosofia de la ciencia y la teoría de la complejidad.
Dentro de esta última incluyo científicos que han optado tratar temas
que separaron definitivamente la visión de ciencia de la atomización y las
relaciones directas el'itre lo teórico y lo empírico, entre los que incluyo a
M . Planck, Heisenberg y Prigogine entre otros.
A pesar de que el pragmatismo da una fuerte prioridad a la experien-
cia, a Jo empírico y a una noción inmediata de práctica, que ~o calificó
también como base"teórica del pensamiento behaviorista, nos presenta,
por otr~ parte, una maleabilidad en su comprensión de la teoría que per-
mite entenderla como proceso en cambio constante y apartarse de su uso
como dogma, tendencia muy extendida en el pensamiento psicológico.
El pragmatismo prioriza el proceso sobre la organización de formas de · -
realidad, las que de hecho relativiza, despreocupándose por las definicio-
nes ontológicas que diferencian cualitativamente los problemas asociados
a formas diferentes de conocimiento. En este sentido, me posiciono en
forma diferente de esa corriente, pero reconozco su contribución sobre
el saber como práctica, lo que ha in"fluido de distintos modos en las trans-
formaciones que observamos hoy con relación a la definición de ciencia.
Por ou·a parte, taiito Dewey como James enfatizan distinciones que
definen y reconocen el dominio de los fenómenos subjetivos, así como el
carácter complejo de la realidad, separando su visión de los procesos psí-
quicos del curso objttivo que toma la experiencia humana. En esta direc-
ción, Dewey expresa (1986):
91 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
((Hemos dicho ya que la experiencia humana se hace humana por la exis-
tencia de asociaciones y recuerdos que son filtrados por la red de fa ima-
ginación) de ·manera que respondan a las exigencias emotivas)) (Dewey,
1986, 125).
l 92
F. L. Gonzólez Rey 1El enfoque histórico-cultural ... 1
«( ... ) tos fenómenos que no se pued:n clasificar dentro del sistema (se
refiere a sistema del conocimiento) han de ser disparates paradójicos y
deben considerarse falsos ( ... ) Renovará su ciencia quien escudriñe seria-
mente en los fenómenos irregttlares. Y citando la ciencia se renueva, sus
nitevas fórmulas suelen sonar más a la música de las excepciones que a la
de lo que suponían las reglas» (James, 2005, 19-20).
93 1
1Psicoterapia, subje~ividad y posmodernidad
En nuestros trabajos hemos desarrollado la construcción teórica de l'm
modelo sobre la subjetividad humana paralelamente con una posición
epistemológica diferenciada que he llamado episternología cualitativa
( González Rey; 1997), la que tiene centre sus principios fundadores el
carácter constructivo-i~1terpretativo del conocimiento, lo que entra en
contradicción con el énfasis en la descripción y la inducción que, tanto
el positivismo como la fenomenología usada en las · ciencias sociales a
nombre de Husserl, defienden a través de construcciones y principios
diferentes. ·
Los desarrollos actua}es de teorías orientadas a la comprensión de for-
mas diferentes de la realidad a partir de los principios de la complejidad
dan apoyo a las posiciones que hemos desarrollado sobre la subjetividad,
tanto en lo teórico como en lo epistemológico. Este apoyo no lo asumi-
mos como criterio de veracidad de lo que hacemos, sino como un impor-
tante indicador de que el camino que hemos propuesto en la psicología
se corresponde con desafios que, desde una perspectiva teórica y episte-
mológica novedosa, se están enfrentando en otros campos de la ciencia.
El carácter procesual, sistémico, plurideterminado y no deterrflinista de
la subjetividad humana ha sido muy bien expresado por Morin cuando
afirma (1998):
«( ... ) los pensadores rrevolucionarios) son con frecuencia ignorados niien-
tras viven. Ciertamente, solo pudieron desarrollar . su pensamiento y
exprimirlo en ciertas condiciones socio-hist6rico-culturales. Pero en nin-
gún caso son 1iroducidos) por esas condiciones. No obedecen al determi-
nismo cultural, sino que surgen en las brechas abiertas o que abrieron en
1 ese determinismo ( ... ) Se trata, en efecto> de la conjunci6n de itna inde-
95 1
1Psicoterapia, subjetividad .y posmodernidad
expresa la capacidad humana para subvertir lo "dado", condición esen-
cial para el crecimiento de la humanidad. La creatividad repre~enta
siempre una posibilidad de producción de sentidos subjetivos diferentes
que permitan al sujeto desarrollar la compleja configuración subjetiva de
\ la acción creativa.
La categoría sentido subjetivo expresa la integración entre organización
y procesualidad que caracteriza el desarrollo de los sistemas complejos.
Los sentidos subjetivos representan la expresión de una unidad simbólico-
emocional que aparece con relación a espacios, procesos y fenómenos cul-
turalmente establecidos en el curso de la experiencia humana (o sea, los
1 sentidos subjetivos se organizan sobre espacios simbólicamente existentes
( y representan precisamente la posibilidad diferenciada de la acción huma-
\ na dentro de esos espacios). Esa unidad subjetiva en la que lo simbólico y
lo emocional se evocan de forma recíproca> sin que uno se convierta en
causa del otro (González Rey 2002), implica que la emergencia de cada
1 uno de ellos genere desdoblamientos infinitos, en que Jo emocional y lo
simbólico de forma recursiva se afectan recíprocamente dentro de una
unidad inseparable, la del sentido subjetivo. Esa procesualidad tiene innu-
merables alternativas, pero también tiene límites definidos por las confi-
guraciones subjetivas dominantes en el momento de emergencia de esos
sentidos. Sin embargo, el límite no es una barrera absoluta, es un estado
de tensión que puede tomar nuevas formas, pues las .propias configura-
ciones se modifican ante los nuevos sentidos subjetivos que emergen en el .
curso de la actividad del sujeto.
Las configuraciones subjetivas tienen un carácter generador que impli-
ca la aparición de procesos subjetivos que no se justifican por los aspee-
, tos objetivos de la experiencia vivida. Las configuraciones y los sentidos
subjetivos se atraviesan unos a otros, generando contradicciones y ten-
siones generadoras de cambios y de nuevos comportamientos, entendi-
do el comportamiento como el momento de concreción de una acción
'· de carácter subjetivo. Un sentido subjetivo puede transformarse en con-
figuración subjetiva al integrar un sistema de sentidos diferenciados en
torno de sí en un contexto particular de la acción del sujeto. Las confi-
guraciones· subjetivas no son formaciones intrapsíquicas que están sepa-
radas del campo de acción de un sujeto.
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
Una vez más, Prig6gine nos auxilia en las representaciones desarrolla-
das a partir del estudio de sistemas complejos en la química. Él escribe
(2004):
«Sin embargo; la estabilidad de un sistema puede peligrar de omi mane-
ra: por <mutaciones) que afecten determinadas unidades, o bien por otro
tipo de unidades introducidas en el sistema qite establezcan e impliquen
un nuevo tipo de relaciones entre los constituyentes. Se produce entonces
una verdadera conipetencia entre los distintos modos posibles de funcio -
11amiento del sistemq,: los mutantes o los intrusos, al principio poco nume-
rosos, serán eliminados y se conservará el fi.mcionamiento <ortodoxo ), a
menos que su presencia determine su inestabilidad. En tal caso, en vez de
ser destruidos, se midtiplicarán y todo el sistema adoptará un nuevo modo
1Ít' jimcionamiento a costa de la destrucci6n de los que ya no desempeñan
papel alguno» (Prigogine, 2004, 93).
97 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
99 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
El espacio de construcción teórica sobre la psique humana ha ~ido
extraordinariamente confuso y heterogéneo, sin embargo, éste no ha
sido un problema para una ciencia como la psicología, volcada hacia las
mediciones y verificaciones del momento empírico mucho más que hacia
la comprensión de las representaciones teóricas sobre lo que mide y veri-
fica; al ser reducidas las categorías usadas a eventos dd) comportamiento,
son separadas no sólo de su sentido subjetivo, sino del sujeto de ese com-
portamiento.
El sentido subjetivo lleva a la ruptura con el deterrll.inismo mecanicis-
ta causal y comprende las diferentes producciones humanas dentro de '
contextos en los que nuevos sentidos subjetivos emergen, cambiando el l'
valor subjetivo de la situación y, a su 'vez, cambiando :.los sentidos subje-
tivos iniciales que respondían a configuraciones.su bjetivas dominantes al ,
inicio de la acción, en un proceso que, al concretizarse en un comporta-
miento concreto, no se le puede atribuir un origen psicológico puntual-
mente situado. Los sentidos subjetivos se constituyen en configuraciones 11
.. cuando pasan a tener un carácter auto-generador de sentidos subjetivos
que pasan a ser dominantes con relación a otros de'ntro de un campo
. definido de actividad o relación humana. Por ejemplo, en un momento ·
concreto, un alumno puede senti~yergü~n.za en rel~ción con algo que
hizo en la escuela, y esa vergüenza se alimenta de orras emociones, sig-
nificaciones y creencias formadas en otras áreas de su vida, lo que permi-
te definirla como un sentido subjetivo, pues no es sólo el estado de ver-
güenza, es la expresión de- múltiples emociones y procesos simbólicos
que integran procesos habitualmente referidOs -a categorías separadas,
como identidad, a.uroestima, s:guridad, miedo, etcétera.
De lo dicho hasta aquí queda claro que la forma en que asumimos la
subjetividad se caracteriza por una definición ontológica diferenciada,
expresada por la categoría sentido subjetivo, que especifica la naturaleza
de lo que consideramos como subjetivo en relación con otros dominios
de la realidad, que se explican en las representaciones de otras ciencias.
La subjetividad, al quedar definida por la cualidad particular de un tipo
de fenómeno, deja de estar referida a atributos "cosifi_cados" ajenos a su
condición y que, en determinado momento, caractedzaron la aproxima-
l 100
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
ción de la psicología al tema, dentro de representaciones que reificaban
su carácter intrapsíqu.ico, individual y esencialista,
La subjetividad en la perspectiva histórico-cultural existe en su doble
condición de proceso y configuración y está relacionada con la configu-
ración de todos los sistemas humanos, desde el sujeto concreto hasta las
instituciones y espacios sociales que sirven como escenarios de las dife-
rentes actividades humanas. Toda producción humana es una producción
subjetiva, lo que no destaca su separación de la "realidad", sino .la emer-
gencia de un nuevo tipo de realidad. Este hecho, que ha sido fehacien:
temente comprendid9 dentro del campo de la ciencia, donde ha tenido
toda una elaboración relacionada con el desarrollo · de nuevas epistemo- ~- ,
logías que rec.onocen la integración del sujeto a todo conocimiento pro- ./
<lucido, y que critican el concepto de objetividad comprendido como
exclusión del sujeto, h a sido desconocido casi completamente en otras
áreas y prácticas humanas, como son la educación, la política y, paradóji-
camente, la propia psicología.
Creo que el desconocimiento de esta dimensión de la actividad huma-
na ha ocurrido también, en parte, como resultado de la ausencia de
opciones teóricas con relación a este problema, el cual ha sido monopo-
lizado por el psicoanálisis, por lo que otras visiones incompatibles con los
principios del psicoaú.álisis han optado por rechazar el tema. Considero
que, como cualquier tipo de problema, el tema de la subjetividad no
puede ser objeto de uúa sola lectura y que su apertura explícita dentro de
una perspectiva histórico-cultural puede abrir nuevas opciones teóricas
Jl·''°''su desarrollo, así como nuevas alternativas prácticas y de investiga-
ción - para la psicología y las ciencias humanas en general- que podrían
lOllducir a importantes rnodifi~eseÍ1 °las representaciones que hoy
¡..\llÍan el trabajo de las instituciones sociales.
10 1 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad .
El sujeto y la subjetividad social: dos conceptos centrales
en esta nueva concepción de subjetividad ·
.
Sin embargo, ya en 1985, al introducir dentro de mi propia forma de
comprender la personalidad la categoría de s~jeto, expresé mi reconoci-
1 '
i 102
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
impone. En primer. lugar, el sujeto en su acción es una fuente perma-
. · nente de procesualidad, de implicación del sujeto en el espacio social a
través de su producción subjetiva; toda acción es comportamental y sub-
jetiva, pues es portadora de sentido subjetivo. El sujeto está siempre en 7.
.
.'\ '
\
103 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
la "función" y en su "padronización", donde con frecuencia queda fuera
el momento singular del acto creativo .
Nuestra definición de sujeto en la psicología tiene una profunda afini-
dad con el trabajo del sociólogo francés A. Touraine_, quien ha expresa-
do (2002):
«ouando hablo del sujeto, lo hago desde el punto de vista total1nente
opuesto a la trascendencia. Rernrro a lo que resiste a la sociedad, es decir,
0
Este deseo de ser actor individual no es una cuestión que pueda ser
reducida a la subjetividad individual. La emergencia del sujeto en cual-
quier espacio social e;s un elemento constituyente de ·.ese espacio, un ele-
mento generador de nuevos sentidos subjetivos que son parte insepara-
ble de la producción subjetiva de ese espacio social.
El sujeto, en la multiplicidad de sus actos concretos, expresa una sub-
jetivación que implica a su subjetividad individual y ·a la social, integra-
ción única que a·parece en forma de sentidos subjetivos singulares, que se
desdoblan en trayectorias únicas dentro del espacio inás homogéneo de
la subjetividad social. Es imposible actuar como sujeto sin comprometer
la producción de sentidos subjetivos, la que toma ·siempre un camino
individual y otro social, pues implica de forma necesaria diferentes siste-
mas de relaciones de ese sujeto.
La emergencia del sujeto en una actividad siempre 'va a comportar una
posición reflexiva y creativa comprometida con la producción de sentidos
subjetivos, por eso es necesaria esta implicación en cualquier actividad
profesional del psicólogo, desde la investigación hasta la psicoterapia. A
partir de aquí, surge la importancia que hemos atribttido al diálogo en la
investigación cualitativa, así como en la psicoterapia, en Ja perspectiva
histórico-cultural que defendemos en este libro. La·'. psicoterapia es una
vía para que la persona se torne sujeto de una experiencia o sistema de
relación, sobre la cual ella ha perdido la capacidad de producir sentidm
subjetivos alternativos a aquellos comprometidos en la producción di.: s11
sufrimiento.
i 104
F. L. González Rey 1El enfoque histórico-cultural. .. 1
La categoría de sujeto, además de representar un .aspecto central para
la comprensión de la procesnalidad de la organización subjetiva indivi-
dual, es esencial para\·epresentarnos c6mo la ·subjetividad so.cial e indivi-
dual se integran y forf.nan un sistema con múltiples alternativas, que tiene
implicaciones simultáneas para la persona y sus espacios de relación.
El imaginario tan ftÍerte -que en las ciencias sociales se ha expresado en
la idea de lo social como algo externo o diferente del sujeto- ha sido uno
de los elementos que ha alimentado la historia de exclusión de ambas
categorías, al extremo de pensarse en la psicología clínica como una
opción de atención y conocimiento de la persona, mientras que la psico-
logía social aparece como una opción de prácticas y conocimientos socia-
les que puede desconsiderar al sujeto individual.
La idea de subjetividad social, qu~ ha sido otro de los conceptos cen-
trales en el desarrollo de esta opción sobre el tema, representa la orga-
nización subjetiva de los diversos espaeios sociales, los cuales forman un
sistema configurado por la multiplicidad de producciones que, dentro de
una determinada sociedad, integra, de forma diferenciada, en cada uno
de sus espacios sociales concretos, producciones subjetivas de otros espa-
cios coexistentes en ia sociedad, configurando una compleja red que
define la subjetividad dominante en una sociedad concreta. La diferen-
cia entre el concepto de subjetividad social y cualquiera de las categorí-
as particulares que definen procesos y fenómenos específicos dentro de
ese sistema es que la comprensión del sentido subjetivo de esos fenóme-
nos y procesos sólo puede ser realizada dentro del sistema y no de forma
.1islada.
Las representaciones sociales son una categoría importante para la
l·onstrucción del conocimieµto psicológico, no sólo por lo que especifi-
r.111 rnmo producción.social subjetiva, sino por la consecuencias que tie-
lll' ll sobre la producción de otros procesos de las subjetividades indivi-
105 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
sentidos subjetivos asociados a esa forma particular de grupalidad dentro
de la cual la representación circula, los cuales expresan otros espacios de
esa subjetividad social macro de la c~al cada espacio social concreto e~
parte. El estudio de las prácticas sociales no puede e~cluir el estudio tk
sus protagonistas, donde emerge la posibilidad de nuevas construccionc.'>
que no se Limitan a Las representaciones sociales, sino que abarcan el ft111
cionamiento de la subjetividad social como sistema, el cual de forma dile
renciada aparece en la configuración subjetiva de los sujetos concretos dt·
esas prácticas sociales ..
Un hecho social aparentemente irrelevante es expr~sión de una intrin
cada red de subjetividad social, la cual invariablemente se expresa en lo~
sistemas de acciones y relaciones entre individuos dentro de cada csp.1t io
social concreto. El arraigado individualismo que hegemonizó a la psirn
logía como ciencia tuvo, paradójica~nente, una extraordinaria fuerza \.'11
la omisión de la dimensión individual en el estudio de los procesos soci.1
les, precisamente por excluir al individuo del principal sistema que lo
constituye y que es inseparable de las consecuencias de su acción: ti
social. Comprender el sentido subjetivo de cualquier acto individual sig
nifica penetrar en una red de sentidos subjetivos que integra los efecto~
colaterales de todas las acciones y formas de vida social de las personas.
La psicología y Las ciencias humanas en general han intentado, por un
largo tiempo, acorralar en visiones simples de causa y efecto problemas
que tienen una naturaleza extraordinariamente compleja. Así por ejem-
plo, la violencia sobre la mujer se ha intentado comprender exclusiva-
mente en una perspectiva de género, la que sin duda está presente en ella,
pero al hacer' esto. se ha omitido cómo la violencia social, la desigualdad)
el poder y La impunidad, por sóló citar unos ejemplos, pueden ser ele-
mentos de sentido subjetivo presentes en esa violencia. La violencia con-
tra la mujer es expresión de una subjetividad social repleta de sentidos
subjetivos y procesos simbólicos diferenciados que toiann forma singular
en ese acto.
Esta forma de inteligibilidad que la categoría de subjetividad social nos
facilita rompe con determinismos ingenuos y, a vecé_s, hasta reacciona-
rios, que asocian determinado tipo de comportamienro social a una clase
l 106
1 I c.11111óln1 Any 11 1e111hn ¡11" hl5ttlt lrn rnltu1.1I. .. 1
o gr upo poblacional, definidos por una condición objetiva compartida,
como la pobreza. La pobreza no es condición suficiente para explicar un
comportamiento psíquico. Existen :familias muy pobres con niveles de
afectos y patrones éti~os que son envidiables para muchas familias de
clase med ia y alta, con?-o l o testimonian, en éstas últimas, los crímenes de
hijos sobre sus padres con el obj.etivo de robarles. Cualquier expresión
humana debe ser comprendida en las configuraciones de sentido subjeti-
vo únicas de la perso1.1,a y de los grupos e instituciones en que actúa, las
que constituyen un áiaterial excepcional para entender la subjetividad
social.
Esa relación inseparable de la sociedad y el sujeto ha sido expresada
magistralmente por A .· Touraine:
«No s6lo la sociedad no se torn6 un sistema omnip~tente, sino que ella es
impotente para producirse y reproducirse a sí misma: ella depende, de
hecho, de la capacidad del sujeto para superar la descompa,sición sociat»
(Touraine, 1998 , 23,l).
107 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmoderni.dad
NOTAS
l ..+•Entre éstos, son relevantes el grupo de Uznadze en Tbilisi, que representó una de las
escuelas füertes de la entonces llamada psicología soviética, así como el grupo de psi-
cólogos de Lcningrado, que tenía figuras como Ananiev y'.Miasichcv, entre otros.
Ou·o polo importante de investigación y producción teórica alternativa estaba en
_..- Moscú, representado esencialmente por los laboratorios de L. l. Bozhovich y N.A.
Menchinskaya, en el Instituto de Psicología General y Pedagógica de Moscú. Ya en
los años setenta aparece con mucha fuerza el Instituto de Psicología de la Academia
de Ciencias de Moscú, liderado por B. Lomov, formado en la:Escuela de Leningraclo,
y que integraban los seguidores y colaboradores más fuertes .de Rubinstein, entre los
que podemos señalar a L. l. Antsiferova, K. Abuljánova, A.V. Bruschlinsky. Esos gru-
pos están entre los más destacados por la independencia de sus posiciones con rela-
ción a la Teoría de la Actividad.
2. La fecha referida ~s de la edición en español, en ruso el text9 apareció a fines de los
años sesenta.
3. La clínica dentro de la Teoría de la Actividad se desarrolló esencialmen te a partir de
los trabajos de V Zeigarnik, quien fuera discípula de K. Lewin y que pasó a vivir en
la Unión Soviética cuando aquel grupo de Lcwin se desintegró debido al desarrollo
del fascismo en Alemania.
4. Me estoy refiriendo al trabajo "El problema de los procesós compensato rios en el
desarrollo del niño retrasado mental" (23 de mayo de 1931).
5. Me refiero a su artículo "Ecce Horno. Methodological problemas of thc activity
approach'', 1992 (ver bilbliogafia).
6. "Ecce Homo Methodological Proqlems of thc Activity - T~eorctical Approach, ob.
Citada.
7. Me refiero a Cuba entre los años setenta y noventa.
l 108
1
Capítulo 3 - --
APORTES Y CONSECUENCIAS
DE ·, UNA REPRESENTACIÓN
H1sTóR1 c o - cu LTu RA L
SOB.RE LA SUBJETIVIDAD EN
LA PRÁCTICA TERAPÉUTICA
109 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 110
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
amores que ha u·a!;>ajado en el desarrollo de la psicoterapia desde esta
perspectiva (2005 ):
((Como Vigotsky y Lut·ia fueron los fundadores de la Teoría Histórico-
Cultural, ellos se preocitparon sólo de forma indirecta del desarrollo de la
psicoterapia y la psicoterapia de adultos en el período soviético. Su foco
més amplio fue el desarrollo de una teoría unificada de la mente, que les
permitiera una fundación amplia para las psicologías edt·tcacional y
social y, tal vez, para la psicología clínica y otras disciplinas asociadas»
(Portesp 2005, 8 ).
111 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
heurístico, superando tanto las limitaciones de una posición reduccionis-
ta como el discurso del construccionismo social, siru:ado en el extremo
opuesto, que considera los trastornos psíquicos apenas como un discur-
so producido, sin reconocer otros registros que participan en la produc-
ción de tan complejo fenómeno. ·
Creo que el logro del reconocimiento del aspecto simbólico-discursivo
de lo patológico estuvo en reconocer una dimensión cultural y social en
fenómenos que históricamente habían permanecido o~ultos tras el meca-
nismo social de su naturalización. Sin embargo, ese reconocimiento llevó
a muchos autores a una reificación de lo discursivo que eliminó otros
registros que, como el de la subjetividad, traen nuev~'.s espacios de inte-
ligibilidad y nuevas consecuencias para el estudio del problema.
La naturalización llevó a ocultar, bajo el rótulo de l;;i "naturaleza real"
de un problema, una cortdición que define prácticas sociales despersona-
lizadas con relación al "problema", perdiendo de vista al sujeto que lo
expresa y al contexto cultural en que ese problema se ptoduce. Estas prác-
ticas, al universalizarse y ritualizarse, tan to en un nivel social como insti-
tucional, conducen al preconcepto y a la exclusión. Es precisamente sobre
esta base que se desarrolló la ideología manicomial responsable no sólo
por el manicomio como iristitución, sino por la persona como objeto,
objeto sin identidad que pasa a ser identificado por el concepto que lo cla-
sifica en una categoría universal portadora del estigma de la anormalidad.
Es muy ilustrativo el análisis de las memorias de Pierre Riviere que
Foucault nos presenta, donde, por detrás del criminal salvaje, responsa-
ble de la muerte de la madre, aparece la persona sensible con una histo-
.ria de sufrimientos y de vejaciones, no sólo asociados a él, sino a la figu-
ra de su querido padre,, generando los diferentes elem~ntos psicológicos
implicados en la configuración subjetiva de un acto humano, socialmente
abominable, pero individualmente posible, que sólo torna forma en el dis-
curso médico y jurídico en términos de locura o psicopatía. El relato de
Riviere nos devuelve a la persona que está por detrás del crimen, persona
de valores que sufre una historia de agravios, injusticias· y decepciones en
relación con sus padres. Una persona llena de marcas afectivas que fueron
integrándose y desarrollándose en una historia de vida·, hasta llegar a la
configuración subjetiva que, en determinadas circunstancias, estuvo en la
l 112
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
base del acto criminal . Foucault nos demuestra, a través de los alegatos
presentados, cómo se busca la enfermedad como criterio explicativo y
causal, en lugar de comprender la génesis de una forma posible de subje-
tividad. Se busca al anormal que permita explicar el carácter inhumano del
acto, y no la condición subjetiva de la persona que lo hace posible. Se
quiere descartar el acto humano a través de su patologización.
El ejemplo de Pierre Riviere, más allá de la intención de Foucault, posi-
blemente orientada a presentarnos cómo se constituye al anormal en el
conjunto de laudos que expresan la unión inseparable de los discursos
médico, jmídico y del sentido común, nos muestra, en mi opinión, cómo .'
emociones vivenciadas, memorias inolvidables y recurrentes, valores pro-
fanados, dolor e injusticia padecidos, no sólo para sí mismo, sino en rela-
ción con ou·o ser querido, en su integración y desarrollo, pueden llevar
a una configuración subjetiva capaz de generar sentidos subjetivos pre-
sentes en el acto criminal. Esto es dificil de ser aceptado por la visión de J
norma, históricamente separada del valor, que representa la dimensión de
sentido subjetivo de la norma, frecuentemente ignorada por un discurso
social centrado en ella.
El discurso, sin dudas, configura aquello que se nos presenta como
"realidad" y que ha sido construido por un lenguaje ideológicamente
encerrado, tanto en los límites de una visión de ciencia, como de una
visión de individuo .y sociedad. Sin embargo, reconocer este importante
hecho, por mucho tiempo ignorado por la psicología, no puede llevarnos
a ignorar otros registros que, de forma compleja, se integran en la con-
figuración subjetiva ·de un problema.
Pienso que el rec.onocimiento de la dimensión simbólica asociada al
lenguaje de la patología es un elemento constituyente del propio proble-
1m que estudiamos y al cual le atribuimos una realidad o.bjetiva. Sin
embargo, el hecho de Ri.viere haber asesinado a su madre y hermana, no
t'S sólo el resultado de un discurso que le otorgó un lugar desde el cual
f11c visto siempre por los otros, sino también el resultado de emociones
)' procesos simbólicos que se configuraron, y en un determinado contex-
to ,1,; expresaron en el crimen, más allá de sus posibilidades de control.) .
ht' hecho no puede ser analizado psicológicamente sin considerar la "\
n1 ~.rni1,ación subjetiva de una historia que lo constituye como persona.
113 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
En relatos de personas portadoras de "patologías" sexuales, no en
situación de prisión, lo ·que podría generar una expresión intencional
"defensiva", sino en situación de psicoterapia, donde".· la persona ha ido
de forma espontánea buscando ayuda, se nos revela _el profundo sufri-
miento vivenciado por esa persona que, una vez que ha "descargado" el
impulso urgente y obsesivo asociado al acto, retorna a las condiciones
habituales de su actividad y es sensible a las configuraciones subjetivas
que distinguen su personalidad fuera de la situación de sentido subjetivo
definida por el impulso que orienta el acto consideradó perverso.
Siento que existe una diferencia entre la naturaleza ·del acto cometido
cuando el sujeto se reconoce en él por una historia vivida y que, en el
fondo, no se arrepiente, como puede haber sido el caso de Riviere por su
exhaustiva memoria del hecho, que cuando el sujeto no se reconoce en
ese acto cometido y, una vez realizado, entra en w1a.profunda crisis de
identidad que le trae enorme sufrimiento. En el primer caso, el acto es la
expresión de una configuración subjetiva que pasa a ser el centro de la
persona, el sentido de su vida; la persona lo construye, lo justifica y se
asume en él en una construcción de valores que le hace sentir legitimi-
dad en relación con ese acto. El trastorno psicológico estaría dado, en ese
caso, si la justificación fuera un delirio atribuido a fuérzas externas. Sin
embargo, el acto compulsivo e inevitable, asociado a la culpa y la depre-
sión , representa otro tipo de proceso.
El límite entre la salud y la "patología" estaría, para; mí, en la imposi-
bilidad del sujeto producir nuevos sentidos subjetivos ánte una condición
e que le afecta. Por ejen1plo, el paranoi~e genera miedos, preocupaciones
/ y engaños que son creados desde sus.propias configuraciones subjetivas
·' y que le impiden vÍvenciar las diferencias de las personas que lo rodean.
_ Esa incapacidad de producir nuevos sentidos subjetivos podría estar defi -
nida por la hegemonía de configuraciones subjetivas dominantes, que se
han separado de la procesualidad generadora de sentidos subjetivos que
caracteriza al sujeto. '
Por eso, la "patología-" representa un estado en el q~1e el sujeto pierde
su capacidad generadora y no tiene opciones frente al impulso ·prove-
niente de su configuración subjetiva. Perder esta dimensión del análisis
no nos permitiría comprender en su éomplejidad la ac~ión humana.
l 114
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias... 1
Algo que me distancia del término parología es su carácter universal y
est.rndarizado. Creo que las diferentes "patologías" expresan configura-
t'it>nes subjetivas diferenciadas, tanto las somáticas como las psicológicas,
lo cual no impide la ·presencia de elementos comunes; sin embargo, las
p.llologías no se producen por la suma de elementos comunes, sino por
1 0 11figuraciones cualitativas diferenciadas de carácter sistémico. Esto es
115 1
1Psicote rapia, subjetividad ~ posm~dernidad
to es más una función de senido subjetivo que un~ función cognitiva.
.. ' ~No existe pensamiento sin embción; el sujeto sólo piensa en cuestiones
significativas para él, P.o r tanto, el pensamiento sólo aparece como expre-
sión de sentidos subjetivos, de ahí su significación para la definición de
. , sujeto. El pensamiento e~ una función esencial en la expresión del suje-
to, es su principal instrumento de acción y de relaci.ón ; el instrumento
centra] de su intencionalidad diferenciada. Esto tiene repercusiones esen-
ciales para el desarrollo de la psicoterapia.
l 11 6
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
rapia es un proceso de producción de nuevos sistemas de subjetivación.
El terapeuta facilita la emergencia de nuevos sentidos subjetivos, pero
no tiene control ~obre la forma que éstos van a tomar, ni sobre los des-
doblamientos que aparecerán en ese proceso, cuyo curso es una fuente
permanente de nuevos procesos d'e subjetivación que pueden favorecer
o no el cambio. Un aspecto esencial del cambio terapéutico lo asocia-
mos a la transformación de la persona; de victima del conflicto a sujeto
del conflicto, lo que representa una alternativa generadora de nuevos
sentidos subjetivos 'y de una nueva identidad en relación con el proble-
ma que le afecta. El trastorno psicológico es resultado de la paralización )
d<.: la persona frente al conflicto que experimenta. _
En nuestra visión; semejante a la que sostienen los autores constructi-
vistas y construccionistas, los proqlemas no se resuelven, sino que apare-
cen nuevas producciones ante las cuales aquellos dejan de existir como
problemas. La difúencia de nuestra interpretaci6!1 con esas teorías está ,
<.:n lo que cada una entiende como nueva producción. Mientras que para
el construccionismo esa producción será la emergencia de nuevas prácti-
cas discursivas que modifican el lugar simbólico desde el cual se produce
el sufrimiento, y pa'ra los autores constructivistas esos cambios están en
las estructuras y los procesos de significación, para nosotros estarían aso-
ciados a la producción de nuevos sentidos subjetivos y configuraciones. ·
Las diferencias y seinejanzas entre estas posiciones las analizaremos en
detalle en el próxim'o capítulo.
Et énfasis en el sufeto
117 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
El sujeto a qtie nos referimos es un sujeto dialógico, sin embargo, a
diferencia de algunos autores que comprenden la dialogicidad como
espacio soberano, no creemos que ningún espacio humano sea soberano
o pueda ser reificado de forma unilateral. La dialogicidad, aunque repre-
senta un espacio generador de sentidos subjetivos, tiene límites que no
representan una imposibilidad absoluta, sino tensiones que dificultan lo
nuevo como resultado de la propia constitución subjetiva de los partici-
pantes en el diálogo, asr como de la constitución de lo.s espacios de sub-
jetividad social dentro de los cuales se produce el diálogo.
El sujeto emerge como posibilidad_ de producción de sentidos subje-
tivos nuevos comprometidos en sus acciones y que definen un campo de
subjetivación singular dentro de un espacio de subjetividad social. Ese
espacio es también característico del diálogo, sólo que en el diálogo ese
espacio de subjetivación es compartido por los participantes, lo que no
quiere decir que la producción subjetiva de los participantes sea idénti-
ca. Lo que caracteriza el diálogo es precisamente que la producción sub-
jetiva responsable por un tejido social no es simplemente la suma de las
subjetividades de los participantes y va a tener un impacto en cada uno
de ellos.
El desarrollo del diálogo no ocurre desde una posición asimétrica que,
·, · de hecho, considere al terapeuta en un lugar superior. Eso ha sido carac-
terístico en la historia de la psicoterapia, cuando se le h~ reservad~ altera-
peuta un espacio diferenciado de poder -que puede estar en la escucha,
en el silencio, en la interpretación, o en la sugerencia directa de un tipo
de intervención- , ~l cual se convierte en función inherente a su figura,
con independencia del sentido subjetivo de esa relación para el otro. En
esto asumo una posición muy semejante a los autores·. construccionistas
(Anderson, Goolishian y otros), al reconocer al otro la posibilidad de
,.. · preguntar, de asumir un lugar interpretativo, etcétera. Le reconozco al
\ otro el derecho de preguntarme, de querer conocer cosas de mi propia
. \ vida, procesos éstos esenciales a todo diálogo. No existe diálogo sin la
,,..,, emergencia del sujeto. El sujeto sólo aparece en una reflexividad autén-
,, rica, espontánea y activa. El lugar que Winnicott atribuyó a la falla del
terapeuta representó un paso muy importante en el reconocimiento del
valor de la autenticidad del terapeuta.
l 11 a
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
LA SIGNIFICACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD SOCIAL
119 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
El análisis de las implicaciones subjetivas de esos procesos sociales nos
permite entender sus consecuencias para la salud humana y para el pro-
pio funcionamiento social, lo que se dificulta cuando reducimos este aná-
lisis sólo al estudio de las prácticas discursivas. El énfasis del pensamien -
to postmoderno en el proceso, y su rechazo a las megateorías y a las defi-
niciones ontológicas referidas a la naturaleza de los procesos y sistemas
de la realidad humana, 110 permite aprehender estos complejos procesos
en sus relaciones constitutivas, llevando a recortes que con frecuencia
pecan por su simplificación.
Los sentidos y las configuraciones su bjetivas de la subjetividad social
están presentes en las configuraciones de los trastornos individuales, por
lo que la acción en el nivel individual debe acompañarse con construc-
ciones y posibles intervenciones en el nivel social. La. práctica de la psi-
coterapia no está limitada al consultorio, como forma privilegiada que
tomó la psicoterapia moderna en la subjetividad social, la que fue el resul-
tado de la concurrencia de un conjunto muy diverso de factores (deseo
resaltar el contrato de comercialización de la psicoterapia, con el conse-
cuente símbolo de prosperidad y reconocimiento social que implican el
lugar y el espacio del consultorio, con sus correspondientes cuadros,
diplomas, etc.).
Sin duda que los diferen tes espacios grupales constiniidos como forma
de la subjetividad social son importantes para el trabajo en psicoterapia.
De hecho, muchos de los grandes psicoterapcutas dieron un gran énfasis
a la psicoterapia grupal, que se convirtió en uno de los tipos más reco-
nocidos de psicoterapia. Sin embargo, considero que atender esa dimen-
sión en el trabajo terapéutico, que constituye una opción diferenciada de
generación de sentidos a partir de conversaciones que ocurren en un
espacio social, no debe. a priori reducirse al grupo, a l.a familia o a cual-
quier otro tipo de unidad social asumida como condición de tipos espe-
cíficos de psicoterapia definitorios de la identidad profesional del tera-
,;·, peuta, sino que debe ser el resultado de la necesidad que aparece ante un
determinado problema y que, como instrumento de acción terapéutica,
puede estar presentes de diferentes formas en ·este proceso.
o
La psicoterapia debe extenderse en un orden institucional que no está
cosificado en un tipo particular de institución, ni en un tipo concreto de
l 120
F. L. Gonzólez Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
problema, como ha .defendido el movimiento de la psicoterapia institu-
cional orientado al trabajo con la psicosis (Oury, J., 1976; Guattari, F.,
- 1972). Como indic~ Barus-Michel, J. (2004),
«La psicoterapia instititcional no es una intervención ni se dirige a las
instituciones. Es la':.instititción la que es el instrumento de .una terapia
que se dfrige a los Nicóticos)) (Barus-Michel, J., 2004, 45).
121 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
i 122
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
rl'sos cconom1cos un lugar central; sin embargo, la imposibilidad de
.1t·cctkr al aspecto subjetivo de estos complejos procesos no les permite
(omprcndcr los procesos sociales. Una expresión de esto es la forma en
que muchos altos funcionarios brasileros relacionados con la seguridad
p11 blica culparon a líl tecnología y a los teléfonos celulares por las pro-
fi111das turbulencias sociales ocurridas en San Pablo en 1996.
Debemos pensar la psicoterapia asociada a espacios subjetivos de acción
social, corno pueden ser la sala de aula, el hospital, los tribunales, las ins-
1i111ciones laborales, la comunidad, los grupos sociales de diferente natu-
1.1lt·1..1, la familia etcétera. Un intento de los autores construccionistas
p.1r.1 resolver la tendencia fuertemente institucionalizada en el ejercicio
dr 1.1 psicoterapia, dirigida de forma absoluta a un tipo particular de espa-
l ll> social, fue sustituír a la familia, como escenario de trabajo, por lo que
123 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 124
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
jado a través del estilo de vida de la persona, para lo cual pueden ser rea-
lizadas diferentes acciones terapéuticas.
La categoría de subjetividad social nos permite analizar en sus relacio-
nes muchos problemas que actualmente son atendi_dos fragmentadamen-
te por campos diferentes del saber. Así, procesos como la mediación de
conflictos, ya sean en el ámbito jurídico o institucional, que actualmente
son trabajados a través de acciones técnicas concretas, en realidad repre-
sentan escenarios sociales terapéuticos que deberían estar orientados más
a la producción de nuevos espacios de subjetivación que a la solución de
un conflicto concreto, toda vez que un conflicto no está referido ú nica-
mente a la posición coyuntural de las partes, sino que tiene raíces mucho
más profundas en el sistema dentro del que se engendró.
Muchos de los conflictos que son asumidos de fonpa parcial y, en cier-
to sen tido arbitraria, por instituciones empresariales y jurídicas, repre-
sentan escenarios esenciales para el desarrollo de la psicoterapia en nue-
vos contextos sociales. Como ejemplo de esto podemos destacar los con-
flictos asociados a la guardia y custodia de hijos, al retiro de la patria
potestad de los hijos a padres con determinados problemas sociales y/o
psicológicos, la violencia contra los ancianos, mujeres y niños, etcétera.
Muchos de estos problemas son enfrentados sólo desde una perspectiva
jurídica, con Jo cual el. énfasis se pone únicamente en una solución que
conduzca a nuevos comportamientos, ignorando la reconstitución del
tejido social entre las partes del conflicto, lo cual, tarde o temprano,
implicará nuevas formas de expresión del problema.
La categoría de subjetividad social nos abre un aspecto del trabajo psi-
coterapéutico que no está directamente asociado al diálogo con los otros,
que es el análisis del funcionamiento de las instituciones como forma de
intervenir en procesos .generadores de la subjetividad social de esos espa-
cios. Esta sería, en mi opinión, una cuestión esencial para la psicoterapia
institucional y comunitaria. Esas formas de psicoterapia no pueden estar
orientadas sólo al cambio de las personas individuales que participan en
un tipo de grupalidad, sino a la modificación de la subjetividad social
hegemónica en esos espacios.
125 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
LA PSICOTERAPIA EN ACCIÓN: PRESENTACIÓN DE UN CASO
l 126
•
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias... 1
l r,1do en la categoría personalidad, a pesar de lo cual, y debido a mí for-
mación en una psicología histórico-cultural, atribuí una particular impor-
tancia a las categorías .m odo y estilo de vida como una vía para estudiar a
l:1S personas en el contexto de sus acciones sociales. Ese fue un momen-
to tan importante, que a partir de ahí comencé mis trabajos en psicolo-
gía social.
La categoría de roo.do de vida la tomamos de la sociología de orienta-
ción marxista soviética, donde el modo de vida se percibía como el con-
junto de formas de a:ctividad de una comunidad, comprendido en una
relación inseparable con las condiciones en que esa actividad se ejecuta
(Rutkevich, 1989). Ese concepto, sin embargo, deja fuera algo que en
n11estra opinión es esencial al considerar esa categoría: los procesos y sen-
1idos subjetivos de la-. subjetividad social que están en la base del modo
de vida. El modo de vida es una producción esencial de la subjetividad
social y cada activida<;l. concreta en que se expresa está asociada a múlti-
ples sentidos subjetivos que expresan los efectos colaterales de una sub-
jetividad social.
Por ejemplo, la forrúa en que una población se posiciona ante la cues-
tión del transporte público, que es una actividad esencial del modo de
vida, no expresa solamente una reflexión y emociones definidas directa-
mente por la calidad del transporte, sino valores y sentidos subjetivos que
están relacionados co~ la subjetividad social en un sentido más general.
Así, por ejemplo, en Brasilia, que es la ciudad donde vivo actualmente,
para la mayor parte d~ la clase medí" y alta tomar un ómnibus público es
una situación embarazosa, pero esto no es sólo porque el transporte es
malo, sino porque el auto es un signo de prosperidad social que confie-
re status, aceptación y reconocimiento. Esto quizás no sería así si un
gobierno menos elitista creara un transporte público digno, donde la
población se sintiera rfspetada y reconocida, lo que llevaría a muchas más
personas a usar ese tránsporte, implicando formas de subjetivación dife-
rentes con relación a esta actividad. El uso más extendido del transporte
público, a su vez, permite actividades de relación entre sectores diferen-
tes de la población qi:te pueden conducir al desarrollo de visiones dife-
rentes de unos grupos sociales con relación a otros. Nada en el tejido
social es inerte, todo hecho social favorece nuevas relaciones que, en su
127 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 120
F. L. González Rey 1Apor:es y consecuencias ... 1
Lros servicios a partir de la recomendación del cardiólogo. Este fue un
momento muy importante para el proceso ulterior, pues él describió las
formas en que pensaba.que sus principales problemas y tensiones le habí-
an afectado, y nos expresó su convicción sobre el papel de los aspectos
psíquicos en su infarto_.
Esa primera conversación tenía do,s objetivos inmediatos: en primer
lugar, explicar a la persona la importancia de una consulta de psicología,
tratándose de una enfermedad que en el sentido común es considerada
como somática. El hecho de que estos pacientes fueran remitidos para
nuestro equipo por el cardiólogo nos obligaba a hacer esta explicación,
p;1ra que él no pensara ·que su remisión a nuestra consulta estaba defini-
da por alguna sospecha de "locura", t>érmino todavía muy significativo en
las representaciones sociales de la población en relación con el trata-
miento del psicólogo. En segundo lugar, con la conversación pretendía-
mos crear un clima favorable para que' el paciente asumiera el lugar de
sujeto desde el inicio del proceso del proceso terapéutico. Su opinión era
central y él era coloca<;lo dentro de un tejido de conversación que per-
mitía y necesitaba su participación. Sól.o después de esa conversación le
preguntamos sobre su interés en tenei.- este acompañamiento psicológi-
co, al cual no le llamamos psicoterapia.
La participación en psicoterapia siempre debe ser voluntaria y apoyar-
se en el interés y compromiso de la persona atendida, lo cual es así la
mayoría de las veces, pues con frecuencia es la persona quien general-
mente busca el tratamiento, pero no fue así en este caso. Al presentarle
l'I ac9mpañamiento psicológico, también le expresamos que ese acompa-
irnmiento tenía una p~rte referida a una investigación, cuyos objetivos
explicábamos dentro de esa amplia conversación inicial, estimulando
también, en relación con e~te tema, sus preguntas y curiosidad. A este
proceso en la investigación cualitativa le hemos llamado "escenario social
d<.: la investigación" (Gbnzález Rey, 2005).
En nuestra primera conversación le pedimos que nos hablara de su vida
de forma general, nuevamente buscando que asumiera una posición,
d.:ida en este caso por e_l lugar desde el cual organizaba su relato. Su rela-
to se centró en las relaciones dificiles que tuvo con su padre durante la
111fancia y en la delicada situación de su matrimonio actual, dentro del
129 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
o
dueño, habfa sido ocupado por la suegra, quien no dejaba espacio para
que el matrimonio pudiera ver los programas que le interesaban. Este
había sido un motivo tan fuerte de disputa que él relata haber destruido
un televisor contra el piso en uno de sus arranques emocionales. Esta
impulsividad le había granjeado una mala reputación entre los vecinos,
que oían los altercados y siempre tomaban posición a favor de la suegra
quien, según él, tenía una extraordinaria capacidad para "hacerse la victi-
ma". Cuando analicé el curso de las conversaciones, comencé a construir
indicadores -elementos de expresión que permiten hipótesis sobre aspec-
tos subjetivos que no aparecen de forma directa ni explícita- (González
Rey, ·2000) sobre posibles sentidos subjetivos que podrían integrar la con-
figuración subjetiva de su conflicto actual.
l 130
F. L. ~onzález Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
n,tl· es un momento esencial de la psicoterapia en esta perspectiva. Al
,1,1111111 una definición ontológica de la subjetividad, el conflicto no exis-
h' \nlo rn la organización del lenguaje, ni en las pautas sobre las que se
t11µ.rni1..1 una relaci.ón, sino que existen registros subjetivos que lo defi-
11 1, y que no se pi.teden modificar desde fuera, siendo susceptibles sólo
,1 1.1 propia producción subjetiva de la persona en el curso del proceso
tl·1.1prntico: Sin la aparición de emociones nuevas capaces de inaugurar
11Ul'\',1s cadenas de desdoblamientos simbólico-emocionales, que se orga-
llll'l'll rn nuevos se~tidos subjetivos, !1º se producirá cambio terapéutico.
13 1 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 132
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
Es muy interesante que ya en las siete primeras frases del instrumento
expresa la intensidad de su angustia~ pues recuerda muchos de los aspec-
tos que destacó en la primera conversación. Su sufrimiento aparece de
forma directa, es el. centro de sus vivencias actuales; es ésta una de las
características de la 'c. onfiguración subjetiva de un conflicto "neurótico",
el sujeto "reverbera;, sus emociones negativas y, a la vez, se encierra en
"un relato" de su áperiencia que sólo produce sufrimiento. Es un cír-
culo vicioso donde las emociones le causan sufrimiento y sus representa-
ciones mantienen stis estados emocionales dominantes, no permitiéndo-
le opciones subjetivas. Su narrativa personal está presa en la configura-
ción subjetiva dominante, permitiéndole sólo la recreación de los senti-
dos subjetivos asociados al conflicto y al sufrimiento.
La frase sobre la escuela representa un elemento que podría significar
problemas en la infancia, pues ser nervioso y desordenado puede expre-
sar una situación de vida, que implica otras cuestiones no solamente rela-
cionadas con el ámb~to escolar. La forma en que la infancia es recordada,
desde cualquiera de los espacios en que fue vivida, con frecuencia expre-
sa aspectos relacionados de forma general a la familia. Este elemento, al
asociarlo aLvínculo dificil con su padre que revela en las conversaciones,
se convierte en un indicador de problemas emocionales en su infancia. La
forma en que el pasado aparece no representa una memoria concreta y
puntual de lo que ocurrió, sino · un momento de producción subjetiva
sobre lo . recordado. Es por esa razón que una frase aparentemente tan
ingenua inducida por la escuela aparece con mucha frecuencia como
indicador de sentido subjetivo de una etapa de vida.
Él es crítico con relación a sí mismo, lo que se evidencia en las siguien-
tes frases:
Fracasé: por mi forma inmadura de actuar.
.-
Yo: no soy como quiero ser.
.
Mi problema principal: es cómo lograr ser pausado, tranquilo, mesurado .
133 1
1 Psicoterapia, ·subje~ividad y posmodernidad
l 134
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
En esas frases perCibimos un indicador más asociado a la hipótesis que
comenzamos en el bloque anterior de frases en relación con la escuela; el
pasado le produjo daño, lo que sin dudas ·está muy asociado a la figura
de su padre y a las formas como los sentidos subjetivos asociados a esa
figura se extendieron en sus diferentes sistemas de relaciones sociales. Sus
dificultades afectivas con el padre parecen haber tenido un impacto en
sus relaciones sociales, lo que está presente en las dificultades para tener
amigos e integrarse a un grupo. Esa integración social, a su vez, la busca
en su familia, que eS el afecto más íntimo que tiene; sin embargo, en la
intolerancia a las frustraciones aparecen sus miedos asociados a frustra-
ciones anteri9res en sus relaciones más íntimas. Ese cuadro psicológico
genera una configuración subjetiva en la que inseguridad, miedo, suspi-
cacia, celos, rencor, agresividad, soledad y necesidad profunda de afecto,
coexisten en sus diferentes estados emocionales y comportamientos
actuales, generando, en su imaginación y fantasía, suspicacias y represen-
taciones que le generan fuerte agresividad.
En la conversación que desarrollamos a partir del completamiento de
frases nos relató sobre su salida temprana de la casa, sobre su experiencia
en el ejército y la forma en que se abrió camino en el mundo, en todo lo
cual el rechazo a su padre fue decisivo. Como consecuencia de eso se
.1Icjó también de su madre, quien fue muy importante para él, lo cual
puede ser un elemento importante en su marcada sensibilidad a la culpa.
[ndicadores que permiten afirmar esto son:
- Una madre: es un tesoro de bondad y desinterés ( ... ) Siento: no
haber hecho más por ella.
Él se transformó en sujeto de su vida y, sin embargo, las marcas que los
conflictos y la vida le dejaron en su subjetividad aparecen hoy en nuevas
configuraciones subjetivas frente a nuevos conflictos, ante los cuales es
incapaz de generar alternativas de subjetívación. Está "preso" ante un con-
flicto profundo entre su necesidad de afecto, de cariño y de apoyo, y el
miedo a perder lo que tiene en su vida familiar, único reducto afectivo en
l'I que realmente se apoya, pero que al mismo tiempo rechaza y agrede.
J. A. se definió como sujeto con refación a sus padres y a la vida en una
determinada edad y en cierto contexto, emprendiendo caminos propios
135 1
1Psicoterapia, ·subjetividad y posmodernidad
desde muy joven; sin embargo, no consigue actuar coino sujeto ante sus
conflictos actuales, en otra edad y en nuevos contextos, lo que le impide
superar el conflicto. El conflicto es el centro de sus p·(ocesos actuales de
subjetivación y, a través de ellos, se hace cada vez más fuerte, lo que
demanda alternativas que le permitan rupturas con relación a la configu-
ración subjetiva dominante en el momento actual de su vida.
Lo anterior nos evidencia que ser sujeto no es una cualidad que se
adquiere de por vida, sino una condición que se conquista de form a per-
manente en el proceso de acción y de relaciones que acompañan las dife-
rentes experiencias de vida. La imposibilidad de prqducir opciones de
desarrollo en el momento actual de su vida, hace qué J. A. se fije en un
foco de subjetivación asociado a estados emocionales invariables que se
profundizan y perpetúan de forma constante. Es a esta compleja confi-
guración en desarrollo a lo que llamamos trastorno psíquico.
Quizás por el hecho de que su matrimonio represerÚa el único espacio
constituido de su vida afectiva actual, él no consigue tomar una defini-
ción que le permita nuevas alternativas en su relación. Una configuración
subjetiva que actúa en la configuración actual de su matrimonio es la aso-
ciada a su hija, fuente central de afecto .para él. Sin embargo, la crisis de
su matrimonio, la que él no se representa atribuyendo todos los proble-
mas a su suegra, se evidenció de muchas formas diferentes a lo largo del
proceso terapéutico. Algunos indicadores del completamiento de frases
sobre esa crisis y los sentidos subjetivos que se expresan en ella, son:
Mi mayor problema es: mi hija menor y mi familia actual.
Algunas JJeces-. necesito compañía, amistad.
El matrimonio: no he sido feliz jamás.
Mi principal ambici6n: conocer mi felicidad y ver crecer a mi hija.
Cuando tengo dudas-. no tengo con quién aclararlas~
l 136
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
ninguna de las setenta frases del completamiento y, a la vez, existen sufi-
l ic.:ntes indicadores, tanto directos como indirectos, sobre el sentido sub-
jc1 ivo de su esposa, como, por ejemplo, la infelicidad en relación' con el
11\;llrimonio, su necesidad de compañía y de amistad y su expresión de
que no hay nadie con quien pueda aclarar sus dudas, frases que, en su
1Tlación, representan un indicador del vacío de su matrimonio.
En la conversación, esos sentidos subjetivos también aparecen cuando
.\firma: " Mi esposa desafortunadamente es débil y no tiene una forma-
ción que le permita razonar y tomar posición", con lo que queda claro
q m: no es su compañera para compartir reflexiones y situaciones. Esa
l'.1lt.1 de formación y debilidad que refiere son aspectos totalmente opues-
tos .1 lo que él valora en la vida y, por eso, representan un indicador más
de• su frustración con la esposa.
El matrimonio ha representado el único espacio que él siente como
propio, de ahí la intensidad del conflicto matrimonial, dada no por lo que
\ \ 1 esposa representa, sino por el valor de ese espacio de relación para él,
137 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
en cambio constante, tanto en sus formas de organización, como en los
comportamientos y expresiones en que se expresa.
El conflicto no se puede reducir a ningún patrón general, pues es caó-
tico, se alimenta permanentemente de nuevos procesos y estados del suje-
to, se expresa como una éonfiguración con múltiples cambios, pero sin
que cambien los sentidos subjetivos hegemónicos, principales indicadores
de la presencia de un conflicto. Ese núcleo expresa una compleja configu-
ración subjetiva sobre la cual es necesario trabajar en la psicoterapia.
De las hipótesis anteriores no se concluye ninguna intervención dirigi-
da del terapeuta; por el contrario, estoy consciente de .que sólo la posibi-
lidad del otro para asumirse como sujeto del conflicto le permitirá una
producción subjetiva alternativa y eso sólo va a ocurrir a través del diálo-
go. No existe ningún cambio posible a ser definido p9r la acción directa
del terapeuta; la acción terapéutica exitosa es aquella gue facilita el inicio
de un proceso de subjetivación en que emergen nuevos sentidos subjeti-
vos que llevan a nuevas posiciones en la persona que, ¡i. su vez, represen-
tan nuevos momentos en el desarrollo de los sentidos que las permitie-
ron. Las hipótesis del terapeuta le facilitan posiciones que pueden ayudar
en el curso de este proceso ..
J. A., como afirmamos antes, es una persona con intereses culturales y
de superación, es una persona reflexiva que valora una buena conversa-
ción que le obligue a pensar. Éste fue'uno de los elementos importantes
en el establecimiento de nuestro vínculo. Conversamos siempre de forma
franca y abierta, adentrándonos en reflexiones sobre su problema, como
sobre la vida en general, a partir de las cuales él pens~ba sobre sí mismo
y sobre el momento actual de su vida. Esa posibilid~i:I de pensar en un
espacio de diálogo y aceptación representó algo precioso para él.
Sus reflexiones, sus construcciones.dentro del diálqgo terapéutico, lo
llevaron a construir nuevas opciones y representaciones sobre las que se
comenzaban a organizar nuevos caminos de subjetivación. La significa-
ción del proceso terapéutico apareció también en el completamiento de
frases cuando expresa:
-Este lugar: será el punto de partida en mi éxito.
l 138
F. L. González Rey .1Aportes y consecuencias ... 1
C11ando leí el completamiento de frases y formé mis hipótesis a partir
de los indicadores que elaboré sobre esa información, muchos de los cua-
les he ido describiendo en este análisis, le devolví el completamiento de
frases a J. A, y le pedí que lo leyera con calma, expresándole que me gus-
1;\rÍ:l conversar con él sobre lo que había escrito. Este fue un momento
11111y interesante, pues nos permitió desdoblar el instrumento escrito en
1111<1 sesión de conversación, donde la emergencia de sentidos subjetivos
Ese proceso reflexivo se facilitó por los sentidos subjetivos, las emocio-
11cs y las memorias que aparecieron en la escritura y que, a su vez, fueron
1:1cilitados por el diálogo mantenido hasta aquel momento. Cada uno de
los momentos críticos de desarrollo de la persona en el espacio de psico-
terapia es expresión 9-e un proceso en desarrollo que va implicando nue-
vas formas de subjetivación. Esta es una de las características que colocan
el proceso terapéutico más allá de cualquier reduccionismo racionalista o
metafísico.
Un núcleo importante en las configuraciones subjetivas de J. A., inte-
rrelacionadas en su estado emocional actual, y que es particularmente
dañino a su salud, es' su valor "homb~ía", que históricamente ha sido un
valor importante ali~entado en la cultura machista de la sociedad cuba-
na e integrado como:forma de subjetividad social a una historia de heroi-
cidad y lucha donde· el culto a la hombría apareció de muchas formas
diferentes.
Para J. A., como para muchos hombres en Cuba, la hombría está aso-
ciada al respeto, a l-' capacidad de enfrentar problemas, de no dejarse
manipular ni dominar por nadie, etcétera. J. A, expresó un fuerte núcleo
de valores alrededor ·de ese concepto que de forma constante aparecía en
nuestras conversaciones y que, desafortunadamente en su caso, era uno
139 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
de los sentidos subjetivos asociados a sus reacciones violentas, en parti-
cular con relación a la suegra. A partir de mis hipótesis sobre la configu-
ración subjetiva de su conflicto y ante la incidencia de este valor en sus
comportamientos más agresivos, los cuales eran un elemento constitu-
yente de su hipertensión y, sin dudas, uno de los sentidos subjetivos que
/ configuraban las emociones asociadas a su infarto, deeidí una acción tera-
,. péutica de confrontación que nos permitiera abrir un "espacio de senti-
do subjetivo" en la conversación, espacio este que se iba a caracterizar
por la elevación de la tensión y la confrontación, aspectos muy necesa-
,, rios, dentro de 'relaciones dominadas por el afecto y el respeto, para pro-
' ducir nuevas alternativas de desarrollo.
Así, en una de las sesiones que se llevaron a cabo después de nuestra
conversación sobre el completamiento de frases, la cual fue excelente, él
entró en el tema de sus valores, destacando que nunca permitió que
nadie lo vejara, lo humillara o le violara sus derechos. Alrededor de ese
tema destacaba su hombría y expresaba su orgullo de que nunca había
permitido que su suegt:a lo manipulara. Ese punto me facilitó hacerle una
reflexión que sabía que iba a tener un impacto fuerte para él, y le dije :
( "J. A., ¿puedo decirle algo que pienso, que sé que va a generar una reac-
( ción fuerte en usted, pero que por el respeto que le tengo y el tipo de
relación que hemos construido no puedo dejar de decirle?", ante lo cual
él, de la forma efusiva que le caracterizaba, me respondió de inmediato:
j "Claro que puede, es precisamente la honestidad con. que hablamos uno
\ de los puntos más importantes para mí de esta relación". E ntonces le
dije: "Cuando me explica las posiciones de su hombÚa, me da la impre-
sión de que, en lugar de tan hombre como se ve a s{ mismo, en ocasio-
'- nes usted es extremadamente débil". Ante mis pala,bras, reaccionó de
forma airada y me dijo: "Profesor, ¡nunca Je aguanté a nadie una expre-
sión como ésa!, pero voy a oír lo que usted tiene pari decirme". Ahí ini-
ciamos un trecho excelente de reflexión y discusión, que tuvo entre sus
aspectos principales los siguientes: el hecho de que su suegra lo manipu-
lará a su antojo y que él reaccionara como ella quería, perjudicando su
salud al extremo de haber tenido un infarto; su incapacidad de respetar
decisiones de su esposa y de tomar él las propias; su falta de fuerza para
abrir un diálogo respetuoso con su esposa y tener capacidad de oírla, y el
l 140
F. L. Gonzólez Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
hn:ho de no haber hecho nada para cambiar su forma de vida después del
i11f.u10, entre otros . .
(
<:nmo resultado d_e esa conversación profundizamos durante varias ·-
~1·,io11cs en muchas áreas de su vida implicadas con sentidos subjetivos/
oll'lllalcs, lo que facilitó identificar elementos que debían ser comprendí- .
dos en sus configura~iones, en las complejas redes simbólico-emociona-
ks que estaban en su base. Ese proceso sólo podía aparecer a través de
.icciones personales implicadas con' esas configurac,iones ·subjetivas que
iban apareciendo en el curso de la conversación; el relato de diferentes (
.1spcctos de su vida le permitió Ja ~mergencia de imágenes y memorias /
que, portadoras de tina fuerte carga emocional, convirtieron sus refle-
xiones con el terapeuta en un proceso generador de nuevos sentidos sub-
jetivos. En el curso de una de esas conversaciones llegó a expresar: "la
hombría, de la cual no me puedo separar, aunque la interprete mal, fue
siempre una forma de mostrar a mi padre mi valor, de imponerme en lo
que me proponía, y ~e hacer ver a todos la imposibilidad de destruirme
o desmoralizarme".
Ese trecho de la conversación nos evidencia aspectos del sentido sub-
jl't ivo de la hombría,';asumida de forma intencional como un valor rec-
tor. La hombría era una forma de visualizar su valor y de encontrar su
identidad en un espacio en que se sentía amenazado; amenaza que, sin
dudas, se configuró esencialmente en el tipo de relación que tuvo con su
padre, relación cargada de agresión, miedo, desconfianza y tensión y que
pasó a ser constituyente de otras relaciones importantes de su vida. La,-,
relación con su pacire· se incorporó, en forma de sentido subjetivo, en las ·.
diferentes configuraciones subjetivas de sus relaciones más intimas, faci-
litando Ja emergencia de ciertos tipos de emociones, sobre todo de ira e
irritabilidad y desconfianza.
Las conversacione{ desarrolladas en torno al valor hombría fueron pro-
vocando emociones y reflexiones que permitían la expresión de muchos
elementos asociados ¡t su sufrimiento actual, que ·expresaban relaciones y
experiencias muy complejas de su vida, que incluían al padre, a su madre,
su infancia, las formas dominantes de su socialización, Ja soledad, la inse-
guridad y la falta de afecto y reconocimiento, elementos de sentido sub-
jetivo que aparecieron con frecuencia en nuestras conversaciones y en el
141 1
1Psicoterapia, ~ubjetividad y posmodernidad
complemento de frases. Estos diferentes estados son inseparables entre sí
dentro de configuraciones diferentes, que no representan la suma de
todos ellos, sino núcleos simbólico emocionales parti(ulares con capaci-
dad generadora de nuevas emociones y procesos simbólicos que se arti-
culan entre sí formando nuevos sentidos subjetivos.
) Como he escrito antes, cuando una configuración subjetiva dificulta o
/ bloquea la aparición de sentidos subjetivos frente a :nuevas situaciones
' vividas podemos hablar de la producción de emociones "patogénicas",
término que usamos para definir las emociones asociadas a procesos de
subjetivación perjudiciales a la persona, tanto en su aspecto psíquico
como en los procesos biosomáticos de su organismo.
(' En el curso de las conversaciones sostenidas con J. A. aparecieron emo-
f ciones, significaciones y reflexiones que llevaron al desarrollo de nuevos
,' sentidos subjetivos que se articulaban en nuevas fori11as de comporta-
' _miento. El impacto de la provocación que realicé sobre el valor hombría
marcó un giro en nuestras conversaciones, y esto le facilitó profundizar
en temas einocionalmente sensibles. En ese proceso éi fue tomando nue-
( vas decisiones, resignificando cuestiones sobre las que no había pensado
. y emprendiendo nuevos caminos que le hicieron sentirse mejor. Esa
¡ mejoría nada tiene que ver con el carácter cierto o equivocado de las
decisiones tomadas, o con la mayor veracidad objetiva de sus conclusio-
;, nes; ellas fueron ante todo el resultado subjetivo de nuevas alternativas y
1·
..> posiciones emprendidas que facilitaroü nuevos procesos de subjetivación.
Otra acción terapéutica que ayudó mucho en las conversaciones y que
facilitó la emergencia de un material cargado de sentido subjetivo fue
que, apoyado en su facilidad de expresión y en su placer y compromiso
econ la reflexión, le pedí que llevara un diario de reflexiones sobre los pro-
\ ( blemas de su día tras día y que, cuando se sintiera irritado, en lugar de
actuar sobre otra persona, escribiera todo lo que viniera a su mente, con-
\.~ virtiendo su cuaderno en una verdadero interlocutor. Esa acción facilitó
no sólo una expresión auténtica que estimuló reflexiones de gran valor
_ para nuestras conversaciones, sino que le permitió reaccionar de forma
más tranquila frente a los eventos que enfrentaba.
Las diferentes configuraciones subjetivas que se organizaban en sus
núcleos esenciales de conflicto fueron cambiando y, a pesar de que los
l 142
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias... 1
conflictos se mantenían, él consiguió 'alternativas eficientes frente ellos.
Aproveché las nuevas producciones subjetivas que se fueron generando
cn nuestros diálogos para sugerirle nuevas formas de actividad que favo-
recerían el desarrollo de las opciones de subjetivación que comenzaban a
aparecer en nuestro espacio terapéutico. J. A. comenzó a caminar, mejo-
ró su alimentación, comenzó a conversar con su esposa sobre una rela-
ción basada en el resp.eto, donde las imposibilidades de uno no podrían
limitar al otro y, a partir de ahí, cuando la esposa no quería salir por
acompañar a la mamá, él salía y se distraía, unas veces con su hija, otras
veces solo, lo que le permitió una independencia saludable ton relación
.1 su casa. En ese proceso terminó cambiando muchas de las rutinas y Jos
tipos de comportamiei1to que históricamente lo habían caracterizado y
que estaban asociados,a la configuración subjetiva c;ie su conflicto actual.
El cambio de forma~ de vida apoyado en la reflexión crítica que facili-
ta la psicoterapia es un aspecto esencial para la modificación de emocio-
n<.:s dominantes, lo qué a su vez facilita la integración y desarrollo de esos
nuevos estados emocionales en nuevas alternativas de vida, pudiendo
conducir a cambios ps.icológicos significativos. La ~eparación del mundo
intrapsíquico de la acción y de los contextos de relación actual de las per-
rnnas ha impedido trabajar sobre tipos particulares de actividades y su
organización como parte esencial del proceso terapéutico. La acción
humana es fuente de estados emocioiiales que no pasan por el lenguaje.
J. A. se fue sintiendo mejor, sus reacciones agresivas disminuyeron
mucho, pero en este proceso tomó c~nciencia· de que su matrimonio no
tenía solución y de que no podía mantenerlo sólo por su hija ni por sus
propias necesidades de afecto y estabilidad. Trabajó su decisión, conver-
só con su esposa, y terminó separándose. Seguí a J. A. durante cuatro
años después de terminar su acompañamiento terapéutico y su salud
había mejorado, mantenía excelente relación con su esposa e hija, con
q11ienes salia ºde forma frecuente. El concepto de "casado" no lo obliga-
ba más a vivir donde no se sentía bien, ni al mantenimiento de rutinas que
tl'rminaron alejándolo de la propia relación. En la convivencia con su
tsposa e hija posterior ·al divorcio, la relación encontró un nuevo sentido
y, lejos de romperse., se desarrolló sobre nuevas condiciones, lo que fue
m11y sano para ambos.
143 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
Los nuevos sentidos subjetivos que se desarrollaro9 en su nueva forma
de convivencia fueron .decisivos en los nuevos rumbos que tomó su rela-
ción de pareja. La resignificación no es una producción intelectual del
sujeto, es una producción de sentidos subjetivos posible sólo en un espa-
cio de relación y que se expresa a través de emociones que no responden
ni a la intención ni a las representaciones del sujeto.
Una acción terapéutica importante, como dije ante$, es el trabajo sobre
el modo y la calidad de vida de las personas. Los nuevos procesos de sen-
tido subjetivo que aparecen en el espacio dialógico de la psicoterapia
deben ayudar a una forma de vida diferente, la que a su vez ayudará al
desarrollo de esos nuevos procesos subjetivos, facilitando nuevas opcio-
nes de vida. Eriu-e los aspectos del modo de vida que deben ser. trabaja-
dos en la psicoterapia están los siguientes: el régimen alimentario, la acti-
vidad fisica, los hábitos de higiene, el uso del tiempo, el sueño, el uso de
sustancias tóxicas, etc., todos ellos asociados a procesos de subjetivación
que, de una forma u otra, están preséntes en los diferentes estados y reac-
ciones de las personas. Vivimos en una enmarañada red de actividades y
relaciones que aparecen configuradas subjetivamente en formas diferen-
tes y que son un aspecto cenu-al de la calidad de vida.
El énfasis que ponemos en actividades que no son propiamente dialó-
gicas, pero que sólo pueden ser modificadas dentro <:le un espacio dialó-
gico generador de nuevos sentidos subjetivos, representa una condición
important~ para el cambio terapéutico al facilitar cambios en las configu -
raciones subjetivas asociadas al sufrimiento psíquico. Las configuraciones
subjetivas existen dentro de un sistema dinámico que: es la subjetividad y
que toma formas diferenciadas en los diferentes c(Jntextos en que el
hombre vive. Frente a determinadas condiciones, como ocurrió con J.
A., aparece una configuración que perpetúa determ1nados estados psí-
quicos que definen el sufrimiento. Cuando eso ocurre, la persona pierde
la capacidad de producir nuevas opciones frente a las experiencias vívidas,
enu·ando en la perpetuación de estados emocionales que definen los tras-
tornos psicológicos.
En el caso de J. A., la relación dialógica funcionó muy bien, sin embar-
go, la acción terapéutica de confrontar su valor hombría fue muy impor-
tante al permitirle una producción alternativa de se11tido subjetivo con
l 144
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias... 1
1d.1ci611 a aquella qué caracterizaba el conflicto. Ese tipo de acciones en
d proceso terapéutico representan un momento del proceso de comuni-
cación en desarrollo y"n o pueden analizarse como buenas o malas en abs-
11-;tcto, füera del siste1)rn singular formado en cada relación terapéutica.
145 1
1Psicoterapia, sub¡etividad y posmodernidad
un recurso pa.ra sus posiciones en el proceso terapéutíco, a lo largo del
cual asume un conjtrnto de acciones, orientadas al desarrollo, en el otro,
de posiciones activas, a las que denoQ'.linamos acciones terapéuticas . El
proceso de significación y reflexión del terapeuta es sÜ1gular, y sus con-
secuencias y efectos son únicos en cada relación terapéutica.
La psicoterapia, en la perspectiva que Ciefendemos en este libro, no se
legitima por un tipo particular de práctica. No existen ·modelos de prác-
ticas privativos de una teoría, pero sí una diferenciación de lo que una
misma práctica significa en un abordaje u otro y la forma en que una
acción es trabajada en sistemas de prácticas diferentes que encuentran su
unidad en una representación teórica. Así, por ejemplo, la acción tera-
péutica de sugerir una hora del día para hacer cosas de~eadas, sin culpas
que limiten experimentar el placer en ese tiempo y que usamos con fre-
cuencia en personas para las que el sentido subjetivo del tiempo es cons-
tituyente de sus conflictos "patogénicos'', actuales, esfa dirigida por el
objetivo de que esas personas, durante la hora empleada, sean capaces de
producir reflexiones, emociones y fantasías que estimulen el desarrollo de
nuevos sentidos subjetivos con relación a la distribución y relevancia de
sus actividades, lo que actuará de forma directa en el sentido subjetivo
del tiempo.
Una acción terapéutica es siempre congruente con t~na hipótesis sus-
tentada en determinada representación teórica. La representación teóri-
ca que nos permitió establecer la diferencia entre tiempo personal e ins-
titucional, según el sentido subjetivo que ese tiernpo tiene para la perso-
na, es imposible fuera del. marco que hemos presentado para la com-
prensión de de la subjetividad. Ese mismo fundamento teórico es el que
nos permitió la acción dirigida al uso de una hora libre:cada día, la que
estaría orientada al desarrollo de procesos de subjetivatión alternativos
en relación con el uso del tiempo. El tiempo, en su dimensión subjetiva,
está presente en muchas configuraciones asociadas a diferentes tipos de
trastornos.
La psicoterapia, en esta perspectiva histórico-cultural, actúa sobre las
formas en que las producciones sociales en el interior de una cultura son
subjetivadas y se transforman en sentidos subjetivos, constituyentes de
cualquier trastorno de la salud humana. Una de las consecuencias de una
l 146
1
F. L. González Rey 1Aportes y cons~cuencias ... 1
visión estrecha de Clínica, centrada apenas en las "patologías" reconoci-
das en las clasificaciones psicopatológicas, fue haber dejado a un lado la
acción psicoterapéÚ.tica con pacientes afectados por diferentes trastornos
somáticos. No reco'nocer a la psique un status diferenciado, asociado a su
producción simbólica dentro de la cultura, es ignorar la forma en que el
registro subjetivo se constituye en los diferentes procesos y prácticas
humanas, lo que eri términos del conocimiento es una mutilación sim-
plificadora.
Algo característico de esta aproximación a la psicoterapia es el recono-
cimiento de que las actividades y relaciones del sujeto siempre encuen-
tran formas de subjetivación que las perpetúan, lo que lleva a la naturali-
zación de esas actividades y relaciones, frente a lo cual la única opción de
salud es la capacidad generadora de alternativas del sujeto frente a esas
prácticas. La capacidad generadora del sujeto es inseparable de la pro-
ducción de nuevos sentidos subjetivos, los que son un aspecto constitu-
yente de esas propias prácticas. Este proceso es esencial en la definición
de la psicoterapia y general a todos los campos de prácticas .humanas.
La naturalización significa investir con el status de realidad representa-
ciones y prácticas socialmente producidas; es precisamente generar un
sentido subjetivo que cierra alternativas frente a esas representaciones y
prácticas. Como he presentado en publicación reciente (González Rey
2006), uno de los procesos de subjetivación asociados a la acción de las
representaciones sociales dominantes en nuestra cultura es la naturaliza-
ción del tiempo y de nuestras prácticas dominantes, lo que fue evidente
en el estudio que hicimos de LM, mujer hipertensa de cuarenta y cinco
años, quien expresó en una de las conversaciones: "Lo que me hace sen-
tir estresada es trabajar tanto y al final no tener un centavo. Yo voy a con-
tinuar trabajando duro, pero nunca voy a cubrir mis necesidades con mi
salario. ¿Qué puedo hacer para cambiar eso? Eso no puede cambiar" ( ... )
"De todas las cosas que el cardiólogo me recomendó hacer, yo sólo puedo
hacer el ejercicio fisico, pero no me .gusta hacerlo . .. Y tampoco tengo
tiempo para hacerlo . En el poco tiempo que me queda libre todos los días,
yo prefiero descansar, leer un buen libro o ver televisión, y ése es el único
tiempo que tendría para hacer ejercicio, por lo tanto; hacer ejercicio impli-
caría sacrificar el único tiempo placentero de mi vida cotidiana".
147 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 148
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias... 1
po maravilloso. Yo extraño mucho ese tiempo en el hospital, allí i1o reci-
bía llamadas telefóniCas y tampoco tenía visitas, salvo mis hijas. No tenía
11.Hl.l que hacer, sólo.hacer mi cama y conversar con otras personas en el
linspit;il" ( ... ) "Dorá1ía muy bien después del almuerzo. Realmente ese
11t·mpo fue como unas vacaciones''.
l~n ese trecho observamos nuevamente el efecto subjetivo de la natu-
1.ll1iación: ella fue muy feliz por no recibir llamadas de teléfono ni visitas
q11c no deseaba, sin embargo, tiene un celular que, en su caso, no es una
lll'tcsidad de trabajo, pues tiene trabajo fijo. Tampoco usa su celular para
ll.11n.1das estrictamente personales, sino que recibe muchas llamadas no
l'Sl'.Hfas. Pero el celular es fuente de status, aunque le cueste dinero y
li1nwstar, es algo esencial dentro de su representación actual de cotidia-
1111. Todas las cosas que le permitieron disfrutar la condición hospitalaria,
w11 excepción del tiempo libre de que disponía, son posibles en su vida
di.1ri.1, pero necesita de una reorganización de las configuraciones subje-
1iv.1s para transformar ese cotidiano que aparece naturalizado. Estas son
1 osas tan habituales y simples que pasaron desapercibidas para la mayor
149 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
perspectiva histórico-cultural, enfatiza los siguientes aspectos como esen-
ciales al proceso terapéiltico:
1. La psicoterapia es un práctica profesional de carácter relacional, dialó-
gico, orientada a la producción de espacios alternativos de subjetiva-
ción en el momento actual de la vida de una persona, grupo o wlidad
social de cualquier tipo.
2. La acción terapéutica, al estar centrada en la producción de sentidos
subjetivos es, de hecho, inseparable del contexto actual de prácticas y
relaciones de la persona, pues el sentido subjetivo.es expresión de los
efectos directos y colaterales que lo vivido tiene sobre la organización
subjetiva actual de la persona. El sentido subjetivo representa un ins-
trumento teórico para conocer las consecuencias. del sistema social
sobre la vida de la persona.
3. La acción terapéutica se orienta de forma simultánea a acn1ar sobre las
dimensiones social e individual de la subjetividad. La manera,de actuar
sobre ambos tejidos es facilitando formas nuevas de actividad y comu-
nicación que propicien nuevas emociones y desdoblamientos simbóli-
cos que lleven a nuevas alternativas de subjetivaci6n. Esta psicoterapia
·tiene como objetivo que Ja persona se convierta en sujeto de sus prác-
ticas sociales y de vida, Jo que implica Ja capacidad.para la producción
de nuevos sentidos subjetivos y de nuevas acciones personales. Esta
perspectiva compromete tanto el desarrollo de nuevas opciones de
subjetivación de la persona, como la producción de nuevos tejidos de
subjetivación en los espacios sociales significativos para ella.
4. Otro principio importante para esta orientación del trabajo terapéuti-
co es que no existe cambio posible a partir de Ja información y el
conocimiento; sin producción de sentido subjetivo no existe cambio.
La información es sólo, y frente a ciertas situaciones, una condición
necesaria para reflexiones y acciones que pueden ser relevantes a par-
tir de las emociones que generan en el desarrollo ·~e nuevos sentidos
subjetivos.
5. El campo de la psicoterapia en una perspectiva ltist<?rico-cultural no es
neutro, se posiciona.política e ideológicamente, pues estas son dimen-
siones que aparecen directa o indirectamente implicadas con los sen-
l 1so
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
tidos subjetivos asociados a los trastornos y sufrimientos humanos.
Todo cambio personal tiene consecuencias políticas si consideramos
como política toda acción que confronta el status actual de institucio-
nalización hegemónica o que la perpetúa. Muchos de los sufrimientos
de la sociedad aétual son consecuencia de los procesos despersonali-
zados de institucionalización.
6. La psicoterapia én esta perspectiva es particularmente sensible a las
consecuencias de_la cultura y de los procesos sociales sobre el desa-
rrollo subjetivo. En este sentido,'se relaciona de forma estrecha con
procesos que históricamente se han asociado al campo de la preven-
ción y promoción de salud y con las políticas públicas en esa área. Esto
trae consecuenci~s ideológicas en su práctica, como es trascender la
visión de psicoterapia asociada de_ forma universal al consultorio.
7. La psicoterapia es una práctica inseparable de cualquier proceso de
rehabilitación o recuperación. Es una función profesional que, como
hemos expresado en momentos anteriores de' este libro, no puede
estar institucionalizada solamente en los organismos que representan
las políticas y prácticas de salud, sino en todas las instituciones socia-
les, en especial las jurídicas y educativas.
Estos principios se han expresado muy bien no sólo en los casos de psi-
coterapia que hemos,.trabajado, sin~ también en la forma en que otros
miembros de nuest~o grupo han desarrollado sus casos concretos.
Mercedes Cupolillo .C:.integrante de nuestro grupo de investigación "El
estudio de Ja subjetiv!dad en Ja salud y la educación"-, quien se ha desa-
rrollado en el campo ·de la psicología educativa y del desarrollo, presen-
tó un interesante esttrdio de Gabriela, niña de siete años con dificultades
para alfabetizarse. El caso ha sido desarrollado en el libro en preparación:
Los rizos de Gabriela: el abordaje hist6rico-cu/tu.ra/ en la psicoterapia
infantil.
Mercedes acompañó este caso no sólo en el consultorio, sino también
en la sala de aula y en la casa, lo que le permitió interesantes construc-
cicmes sobre los sentidos subjetivos que configuraban sus problemas
.1nuales, ya que el problema de su alfabetización fue la forma en que sus
151 1
;
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
conflictos se tornaron socialmente visibles. Pero la dimensión subjetiva
de ese conflicto, que permanecía oculta, fue a la que Mercedes fue lle-
gando en un proceso terapéutico muy interesante.
La autora usa diferentes acciones terapéuticas que le permiten desarro-
llar indicadores sobre sentidos subjetivos que están en la base de la emo-
cionalidad de Gabriela, la cual, si fuera analizada dentro de una lógica
tradicional, séría clasificada como una niña agresiva o con dificultades de
socialización. La autora usa el diseño, el juego, la conversación y la lec-
tura en un flujo espontáneo de acciones que acompañan su trabajo con
Gabriela, y va desarrollando hipótesis, en el curso de esa relación, que
orientan sus acciones y posiciones terapéuticas. Un ex.celente ejemplo de
la forma en que la autora va construyendo esos indicadores se evidencia
cuando Gabriela, jugando con una casa de muñecas, estaba muy preocu-
pada con organizar bien las cosas de la casita, y en tanto hacía esto expre-
saba de forma repetida: "yo siempre cometo errores". Esa frase repetida
fue un importante indicador destacado por Mercedes, ya que, después,
se repite cuando, intentando dibujar una serie de pecécitos, ella le pide a
la terapeuta la goma, pero al recordar que había hecho un trato con la
terapeuta de que no la usaría, borra con los dedos, pc:ir atribuir una con-
notación negativa a su dibujo.
El comportamiento anterior se repite al mirarse al espejo y exclamar
que no le gusta su pelo. y, ante eso, la terapeuta le pregunta sobre lo que
gustaba de sí misma, a lo que Gabriela respondió que nada. Estos indi-
cadores sobre su malestar, agresividad, subestimación. e inseguridad apa-
recen también frente a la realización de las tareas escolares. La presencia
de la investigadora en la sala de aula representó un elemento de sentido
subjetivo muy importante para la niña.
Los elementos de sentido subjetivo van apareciendo en las cliferentes
actividades, tanto en las terapéuticas como en las que se realizan fuera de
ese espacio. Se evidencia que el trastorno de aprendizaje está relaciona-
do con una producción de sentidos subjetivos paraliiante, sobre la cual
la escuela no tiene la más mínima actuación al desconocer esa dimensión
del problema. El proceso de cambio de Gabriela, detalladamente presen-
tado por la autora, evidencia cómo se van desarrollando nuevos sentidos
subjetivos en la niña durante el proceso terapéutico. La visión teórica que
l 1s2
F. L. González Rey 1Aportes y consecuencias ... 1
.ILompaña esta forma de acción permite visualizar, junto a los sentidos
~nbjctivos configurados en la niña, aquellos aspectos de la subjetividad
social que participan d~ la creación de la "niña problemas". Sobre esto la
.1111ora escribe:
"/ 111t:ntar explicar las dificultades de Gabriela a partir de la imposición
1fr 1111 modelo de vida.familiar sería restringir más todavía las posibili-
1/u dn rf e concebirla co~no una niña capaz de desarrollarse. Infelizmente1
.11r1111 parte del conocimiento psicológico producido hasta hace muy poco
fJt'lllf!o, facilitó la ap~opiación por profesores y educadores en general de
1111r1 perspectiva determinista» (M. Cupolillo, 25 ).
,.
l .1 l'lla anterior es el resultado de la forma en que la profesora valora el
¡1111hkma de la niña, atribuyéndolo al hecho de que su padre pasa poco
11¡·1npo en casa, aunque el padr~ representa la principal figura afectiva para
l.1 11i11.1. Esa valoración _parte de prejuicios sociales sobre una forma correc-
1,1 1· 1111ica de organización de la familia, lo que, al ser convertido en causa
di 1¡irnblcma, impide trabajar sobre otros muchos aspectos presentes en
l.1, difü:ulrades que la niña presenta. Desafortunadamente, los profesores,
111111ti la sociedad en general, no tienen representaciones que les permitan
11.1h.1j,1r con la dimensión subjetiva de los problemas humanos.
Fi 1 su relación con la escuela, la investigadora hace una serie de reco-
nw11daciones para facilitar la producción de sentidos subjetivos y la emer-
v.1·111.:ia de Gabriela como sujeto del aprendizaje. Considero muy impor-
t .llltl'S esas sugerencias, las que creo deben o~·ientar la posición con relación
.il 1·scolar den¡ro de la sala de aula y·por" esta razón las cito textualmente.
"1. La valorización de la producción de la niña en lugar de la deprecia-
ri6n que se venía haciendo cuando ella rechazaba ha.cer las tareas
2. Otras alternativas para la enseñanza de la lectura, la cual era reali-
zada de fonna mecánica. Buscar formas de relacionar la lectura con
intereses de la niña.
3. Implicarla en actividades qite atiendan sus intereses1 como poi' ejem-
plo, lectura con otros alumnos.
4. Generar en ella la necesidad de expresión de sus sentimientos e ideas1
apoyándola en sus confrontaciones con los demás» (M. Cupolillo, 23 ).
153 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernic;lad
La autora intenta facilitar la emergencia de sentidos subjetivos diferen-
tes a través de nuevas emociones y acciones comprori.1etidas con el espa-
cio escolar. La psicoterapia, como observamos también en J. A., se
extiende a todas las áreas de vida, pues los sentidos subjetivos no res-
ponden de forma parcial-a actividades diferentes; ellos representan una
producción subjetiva comprometida con la vida de la persona, que emer-
ge de forma diferenciada en cada una de sus actividades concretas.
La psicoterapia salió del consultorio, se unió a Ja vida de diferentes for-
mas y actuó sobre los diferentes sistemas de actividades y comunicación
más significativos para 'la niña.
Los principios destacados más arriba caracterizan la psicoterapia histó-
rico-cultural, conduciendo a una práctica diferente que permite actuar
sobre aspectos de la persona y, al mismo tiempo, sobre sus actividades y
procesos de relación. Estas opciones se legitiman en el desarrollo de una
nueva representación teórica de la subjetividad.
NOTAS
1. Yo, Pieri·e Riviere, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano
(2006), Barcelona, Tusquers.
2. González Rey, F. (2007), Investigación walitativa y subjetividad: los procesos de cons-
trncción de la info1'mación, México, McGraw Hill.
l 1s4
LAS CORRIENTES POSTMODERNAS
EN LA PSICOTERAPIA:
TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS
155 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
ta polémica la distinción entre postmodernismo y postestructuralismo.
Para muchos autores, entre quienes me encuentro, el postestructuralis-
mo debe ser tratado como una expresión del postmodernismo en la
filosofia. •
El postestructuralismo es un movimiento que; comienza en Francia en
el inicio de los afios sesenta del siglo pasado, orientado a rebasar las limi-
taciones del cstructuralisino y que tuvo como import~ntes fuentes de ins-
piración a Nietzsche y Heidegger, mientras que el pÓstmodernismo está
más bien referido a una evolución del modernismo estético, que llevó al
abandono de la preocupación estética como movimiento que se origina
en el arte. La asimilación del postestructuralismo y. la post.modernidad
fue muy influida por el trabajo de LY.otard La condición postmoderna,
donde el autor destaca, como elemento definitorio de lo postmoderno
en filosofia, la incredulidad en relación con los meta:rrelatos.
La posición de Lyotard coloca su énfasis en la negación de las teorías
sistémicas y abarcadoras, las que define como las grándes narrativas que
las culturas cuentan sobre sus propias prácticas y cre_encias con la finali -
dad de legitimarlas; el problema es que en esta crítica él integra de forma
indiferenciada las grandes narrativas religiosas o institucionales junto a
teorías que, en la filosofia, han tenido una pretensión sistémica, como las
filosofias kantianas y hegeliana y el marxismo.
Autores como T. Eagleton (1998) y P. Anderson (1994) consideran
que el rechazo a la consideración de la totalidad referida en la crítica a los
metarrelatos, también tiene raíces y consecuencias políticas importantes,
pues deja fuera a la sociedad y, con ello, al propio capitalismo.
«Pero el escepticismo con relación a las totalidades de izquierda o de dere-
cha acostumbra a ser un tanto espurio. El, en genera,l, acaba significan-
do una desconfianza a ciertos tipos de totalidad y aceptando de forma
entusiasta otras. Algimos tipos de totalidad -prisiones, patriarcado, el
cuerpo, las ordenes políticas absolutiftas- se constituyéron en tópicos acep-
tables de discusión, 1n,ientras que otros -modos de producción, formacio-
nes sociales, sistemas doctrinarios- sufrían ima censura velada»
(Eagleton, 1998, 20).
1 156
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
Una marca esencial en el pensamiento postmoderno filosófico, que se
identifica erl' el postestructuralismo francés, desde donde Lyotard nos
habla en la Condición Postmoderna, fue colocar las prácticas discursivas
y construcción discur5iva de la realidad como el problema central de la
filosofía e ignorar otras dimensiones de la realidad y del propio conoci-
miento, lo que llevó a esos autores a una abierta negación de la ontolo-
gía y la epistemología (de Souza Santos, B.; D errida, J. y Lyotard , F.,
entre otros). Estos autores terminan asimilando la epistemología a su
definición positivista y negando el estudio de formas diferentes de cono-
cimiento capaces de generar inteligibilidad sobre realidades diferentes a
las discursivas. B. de Souza Santos (1989) contrapone epistemología a
hermenéutica, asociando la primera a las ciencias naturales y la segunda
;) las sociales, generando así una dicotomía a la que no le veo mucho
provecho.
Ermarth, reflexionando sobre el postmodernismo en las ciencias huma-
n:1s, escribe:
«Et postmodernismo puede ser reconocido por dos presupuestos centrales.
Primeramente, el presupuesto de que no existe cualquier denominador
común -la <naturale7>a' o la <verdad' o <Dios' o el Juturo'-quegaranti-
ce que el mundo sea .Uno o la posibilidad de un pátsamiento natural u
objetivo. En segundo lugar, el presupuesto de q1~e todos los sistemas huma-
nos funcionan de la misma forma que el lenguaje, que son sistemas atito-
reflexivos y no sistemas referenciales-sistemas diferenciales, que son poten-
tes, pero finitos, sistemas de los cuales depende la construcción y conserva-
ción del significado ydel valor» (Ermarth, 1998, 587).
157 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
conceptos "universales dados" fueron superados, lo que llevó a la ruptu-
ra de una representación unitaria y finalista del mundo. El mundo dejó
de ser algo que estaba "dado" y listo para ser aprehendido, para pasar a
ser considerado como mundo en movimiento, donde los acontecimien-
tos actuales son parte de su curso posterior.
En la psicología, el impacto de este pensamiento ha sido grande, toda
vez que Foucault, cuyos trabajos fueron fundadores d.e esa línea de pen-
samiento, se centró en .la construcción social de los términos de la psico-
patología tradicional, mostrando la naturaleza discursiva y social de Jos
"trastornos mentales" que aparecían naturalizados y objetivados en el
discurso biomédico, fuertemente presente en la clínica psicológica.
Como consecuencia de la desnaturalización del mundo, las prácticas
humanas, en esencial las prácticas de conocimiento, que antes se dirigían
a conocer el mundo como "era", pasaron a ser comprendidas como cons-
tituyentes del propio mundo conocido. En las versiones más relativistas
y radicales de ese pensamiento, las prácticas discursivas se legitimaban por
un proceso de consenso social, no teniendo nada que ver con regisu·os
procedentes de· otros espacios no discursivos. El discurso se convertía
para las versiones relativistas radicales del post estructuralismo en un fin
en sí mismo, y todos los fenómenos sociales podían ;ser reducidos a su
naturaleza discursiva.
El reduccionismo lingüístico y simbólico asociado a las formas más
radicales del pensamiento posmoderno no es compatible con el propio
Foucault quien, en diferentes momentos de su trabajo., en especial en los
primeros y últimos, toma posición ante ºla existencia de registros ontoló-
gicos responsables por la diferenciación de diferentes dominios del saber.
Así en su libro Enfermedad mental y psicología, escrib~ (2000):
«sean sus designaciones primeras psicológicas u orgánicas, la enfermedad
cercenaría de cualquier modo a la situación global del individuo en el
mundo; en lugar de ser ima esencia psicológica ofisiológica, es ima reac-
ción general del individuo tomado en St1' totalidad piicológica y fisiológi-
ca. En todas estas formas recientes de análisis médico, se puede, entonces,
leer una significación única: citanto más se encara como im todo la rea-
lidad del ser humano, más se disipa la realidad de ima enfermedad como
i 1sa
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
ttnidad específica; y-también más se impone, para sustituir el análisis de
las formas naturales. de la enfermedad, la descripción del individuo reac-
cionando a su. situación de modo patológico') (Foucault, 2000, 16 ).
159 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodern idad
formaciones fueron esenciales para pensar la ciencia y la epistemología
desde perspectivas nuevas, lo que ha sido poco considerado en algunos
de los filósofos postestructuralistas y postmodernos, al negar la episte-
mología y el valor heurístico de la propia ciencia.
Unido al "giro lingüístico" que marcó el tránsito de la filo~ofia de la
conciencia hacia la filosofia del lenguaje, es posible hablar de otro tránsi-
to, el que se produjo en las ciencias naturales e impactó profündamcnte
a la filosofia de las ciencias. Me refiero al "giro complexo" que comien-
za con las rupturas de la mecánica cuántica y se alimenta de los cambios
que progresivamente se füeron dando en todas las ciencias naturales, y
que llevaron a las teorías del caos, de los fractales y oÚas, dando lugar a
una ciencia que no se reconocía más en la imagen determinista de un
mundo estable a cuyas ·regularidades ella debía acceder como resultado
final. Se pasó a una ciencia de los sistemas complejos que llevó a una pro-
funda revolución epistemológica; desde e$a nueva perspectiva, el conoci-
miento no se consideró más como una representación del mundo, sino
como una construcción capaz de generar inteligibilidad sobre otros sis-
temas diferentes a nuestro propio lenguaje, y capaz .de generar nuevas
prácticas que influyen y modifican el mismo problen~á estudiado, prácti-
cas que no son sólo simbólicas -la desintegración del ·átomo, las cirugías
con rayos láser, la posibilidad de explorar el universo;. etc.-.
Ese cambio en la representación del mundo y de la ciencia aparece con
particular claridad en trabajos de científicos naturales que, ante los desafi-
os del conocimiento en sus campos, no pudieron dejar de actuar en la filo-
sofia de la ciencia, como M. Planck, Bohr, Bohm, Heisenbcrg, Prigogine,
por sólo mencionar algunos. Prigogine de forma relativamente reciente
escribió:
«sin embar;go, los contemporáneos, y con mayor moti:Vo la generación de
físicos posterior a Einstein, entendieron u.na lección .muy distinta en el
éxito de la relatividad. Para ellos, la relatividad enseñaba que es imposi-
ble describir la naturaleza desde el exterior: la físicff- está hecha por el
hombre, para el hombre» (Prigogine, 2004, 140).
l 160
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
científico, en los que la representación sobre una ciencia neu tra, objetiva
y causalista estaba superada, la traducción de aquellas conquistas a otros
rampas de la ciencia fue _dificil y demorada por el propio estado de aque-
ll,1s en la construcción d~ sus problemas. De esa forma, aquel momento
histórico inaugurado por la cuántica en las ciencias. naturales, al que
siguió el desarrollo de un fecundo pensamiento crítico con relación a las
t:iencias, con repercusiones no sólo en las ciencias naturales, sino también
l'll las sociales, pasó completamente inadvertido para la psicología.
i:.~
interesante que Prigogine use una metáfora del campo de la socie-
dul para representarse el mundo que emerge como resultado del desa-
rwllo de las ciencias de'. la naturaleza. Considero que esto no es casual,
ucs l.1aproximación compleja de la sociedad tuvo mucho que ver con el
udl"lo dialéctico de Marx y el modelo comprensivo de Weber. Con
Marx1 por primera vez)as dimensiones política, ec~nómica y social se
16 1 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
articularon en una nueva inteligibilidad sobre los procesos sociales, mien-
tras que Weber relacionó de forma muy original los procesos subjetivos
con el desarrollo de los procesos económicos del capitalismo productivo.
Esas teorías de la sociología moderna fueron precursoras de la epistemo-
logía de la complejidad.
Edgar Morin ha escrito:
ªA pesar de que los marxismos oficiales fuesen exclusivos y excluidores, mi
marxismo fue y permaneció integrador, y no me sepai'ó de ninguna escue-
la del pensamiento (mi libt·o VHomme et la morte, escrito en 1949-1950,
es ejemplo de eso>> (Edgar Morin, 1995, 26).
l 162
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
alimentaron de la dialéctica marxista y que pretendieron comprender al
hombre como resultado de su compleja realidad social, sin tener para ello
que desmembrar la unidad de lo social y lo individual, unidad que lleva
a una nueva definición ontológica sobre los problemas humanos ; lo
social y lo individual se integran en la cualidad de un nuevo sistema que,
ante Ja emergencia de.la cultura, aparece como exclusivo de las personas
)' sus diferentes prácticas: la subjetividad. El análisis histórico de nuestra
posición -orientada al desarrollo de uria teoría de la subjetividad de base
histórico-cultural- ha sido muy bien desarrollado por A. Mitjans.'
Considero ese "giro:complejo" de las ciencias como un momento esen-
cial para el desarrollo de nuevos modelos de pensamiento que, en la cien-
cia, pueden ser definidos como un momento posmoderno de transforma-
ción ontológica y epistemológica. En lugar de la negación de ambas cues-
tiones, las vemos definidas a través de nuevos significados; consideramos
como ontología la apar¡ción diferenciada de formas de realidad en nuestras
producciones teóricas. Lo ontológico nunca nos remite al "ser de una rea-
lidad en sí", como ocurrió en el pensamiento metafisico, sin embargo, sí
expresa "realidades diferentes" frente a formas diferéntes de conocimien-
to. En esta definición, la ontología está estrechamente ligada a las prácticas
de saber )' a la inteligibilidad diferenciada sobre un "real" que se instiu1ye
en esas prácticas. Por ótra pnrte, la epistemología responde a los procesos
diferentes que esas realidades diferenciadas exigen para la producción de
inteligibilidad en cada uno de los campos de acción de la ciencia.
Curiosamente, las posiciones postmodernas asociadas al "giro lingüís-
tico" de Ja filosoña han tenido en la psicoterapia un punto fuerte de
expresión, quizás por ser ésta un área donde las limitaciones del pensa-
miento moderno aparecieron con fuerza particular, afectando no sólo la
psicoterapia, sino todo un modelo educativo y de funcionamiento insti-
tucional particularmente autoritario y orientado a la exclusión.
El modelo histórico-rnltural que presentamos en este libro nos permi-
te un diálogo con otras teorías postmodernas que irá a destacar semejan-
zas y diferencias con ellas. Si algo alimenta un desarrollo diferente a aquel
que caracterizó a la psicología del período moderno, es la consideración
de sus tendencias teóricas como procesos en desarrollo, en permanente
trnsión con la producción de nuevos conocimientos.
163 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
Las posiciones desarrolladas en este libro sobre la subjetividad respon-
den más al "giro complejo" producido en el campo de las ciencias, cuyos
antecedentes están también en las ciencias sociales, que al "giro lingüís-
tico" que marcó una preferencia por el tema del lenguaje sobre otros
tipos de fenómenos sociales. Sin embargo, la subjetiV:idad, como la pre-
sentamos, es totalmente congruente con la crítica a ·1a naturalización y
con la consideración de comprender los procesos y fenómenos de que
nos ocupamos como construcciones sociales. El fuerte-énfasis en la géne-
sis cultural de la subjetividad me llevó a considerarla, como producción
social, y a romper con los vestigios de metafisica e ~ndividualismo que
han caracterizado el desarrollo del tema en la psicología.
l 164
F. L. González Rey f Las corrientes postmodernas ... 1
En ese niomento, que analizo críticamente en mi libro Epistemología
Cualitativa (1997), cil constructivismo está muy influido, como todas las
teorías que en psicología se adhirieron al prefijo post (post-psicoanalistas,
post-racionalistas, etc.), por el impacto del lenguaje en la producción de
la realidad psicológica, lo que de hecho fue muy influido por el llamado
"giro lingüístico" de la filosofia que, desde muy temprano, comenzó a
amenazar con un relÚivismo lingüístico que terminaría por erradicar la
definición de psique. Ese peligro ya se advierte claramente en la posición
de Neimeyer.
Otra característica general de aquel momento inicial de la psicoterapia
constructivista apoyada en el lenguaje fue su indiferenciación con la
orientación construccionista, la cual también comenzaba a definir su
identidad en aquel momento, la que transitaba entre las terapias discmsi-
vas, narrativas y .centradas en la deconstrucción de textos. Sin embargo,
como veremos más adelante, estos movimientos, que formaron una ver-
dadera "simbiosis conceptual" en un determinado momento, se füeron
diferenciando cada vez más entre sí.
El constructivismo, que aparece hoy dividido en muchas tendencias
tt:óricas y prácticas diferentes, entre las que se destacan en la psicoterapia
sus versiones crítica y radical, tiene, sin embargo, algunos puntos en
común entre sus autores, uno de los cuales es explicitado por Neimeyer
( 1997).
«De ese modo, bajo una perspectiva constritctivista, es negado a los seres
hztmanos &ualquier a'cceso directo a una realidad inmediata, que esté
más allá del lenguaJe, definida en términos generales como el repertorio
total de las expresiones y acciones simbólicas propiciadas por nuestra cul-
titra » (Neimeyer, 1997, 17).
165 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
directo e inmediato a lo real, pero, en realidad, éste no es un reconoci-
miento postmoderno, sino que, como·pudimos apreciar en la cita ante-
rior de Prigogine, es un reconocimiento que comienza con la fisica
moderna, a la cual algunos autores, como el propio Gergen (2006 ), le
siguen atribuyendo rasgos epistemológicos de la epistemología positivis-
ta moderna. En ese sentido, en una generalización errónea, Gergen afir-
ma (2006):
('(La era moderna de.las ciencias ha querido establecer, en primer lugar,
exposiciones objetivas, experimentales, de lo que existe. Ya se trMe de fa
naturaleza de los átomos, de los genes o de las sinapsis en las ciencias
naturales, o del desarrollo de tas organizaciones en las ciencias sociales, el
principal afán ha sido et de la constitución de cuerpos sistemáticos y obje-
tivos del saber» (Gergen, 2006, 119).
l 166
:. F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
qur repercuten ·en las ciencias sociales. Quizás sea ese desconoci-
1.1111l·s,
miento el que lleva a Gergen a hacer críticas a un pensamiento científico
que, aunque todavía es dominante en psicología, ya fue profundamente
ni1icado, no sólo por los científicos de aquella generación de la mecáni-
la cufotica en fisica, sü1o por los propios filósofos (ver concepto de fic-
ci6n idealizante en M. Ponty) y, de forma muy particular, por los filóso-
fos de la ciencia (Kuhn, Popper, Lakatos, entre otros).
Sin embargo, a diferencia de los constructivistas radicales, que están más
próximos al relativismo absoluto propuesto por los construccionistas
~oda les más radicales, los constructivistas críticos (Mahoney, Guidano,
Nt·imcyer), así como los dialécticos, en especial Pascual Leone, nos pre-
~l'ntan otras (ormas de ver esa relación entre realidad y conocimiento.
167 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
reconocen una significación emocional, y se la representan organizada en
un self en desarrollo (modelo cognitivo procesual sistemático del self).
Los constructivistas críticos definen ontológicamente los problemas de
que se ocupan, en el sentido de atribuirles una cualidad diferenciada con
relación a la naturaleza qiscursiva del saber que los e?".presa. El concepto
de organización dinámica de los trastornos psíqukos, presentado por
Guidano, es interesante al ofrecer una posibilidad alternativa de inteligi-
bilidad sobre esos trastornos, diferenciándose tanto 9e la psicopatología
semiológica tradicional, como del reduccionismo lin:_güístico discursivo,
típico del constructivismo radical y del construccionÍsmo social.
Al presentar la categoría de "orgq.nización del significado personal'',
Guidano escribe (1994):
«una Org.S.P. no debe interpretarse como una entidad definida por un
contenido específico del conocimiento · (por ejemplo) una creencia)) sino
como un proceso ordenador unitario) en el que se bus.can la contintúdad
y la coherencia interna en la especificidad de las ptopiedades formales)
estructurales) de su procesamiento del conocimiento (es decir, en la flexi-
bilidad) la generatividad y el nivel de abstracción), más que en las pro-
piedades semánticas definidas de los productos de ese conocimiento))
(Guidano, 1994, 54).
l 168
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
11 lll l.1 t.1xunomía de~criptiva de contenidos universales sobre la que se
lt.111 ;1poyado las más diversas teorías psicológicas. Sin embargo, cuando
d <tutor generaliza la:s Org.P.S de ciertos trastornos psicológicos, no va
en la dirección del carácter singular que atribuimos a las configuraciones
subjetivas de cualquier evento o patología. En nuestro análisis, esa forma
diferenciada y singuh1r tendría que ser construida de forma simultánea en
el sujeto y en los espacios de subjetividad social en que están constitui-
d,1s sus prácticas sociales, incluyendo la terapéutica.
La teoría de la sul?jetividad propone una comprensión sistémica dife-
rente a las propuestas por el construccionismo social y el constructivis-
mo. Esa construccic)n sistémica diferente se apoya en una propuesta
ontológica diferente a la de ambas teorías; el sentido subjetivo. Pero la
idea de sistema, movilidad y heterogeneidad en la génesis de los fenó-
menos es similar entre es'tas teorías. Se rompe con la patologización de
ciertos contenidos y formas de comportamiento.
Los autores constructivistas críticos enfatizan el lugar de las emocio-
nes, desconocido tanto por los constructivistas radicales como por los
construccionistas, quienes excluyen las emociones del funcionamiento
complejo del organi'smo humano y de sus formas subjetivas de organi-
zación, para representárselas apenas como un artefacto relacional. A
pesar de la influencia activa y actuante del racionalismo y el cognitivis-
mo - inherentes a las diferentes formas de la psicología cognitiva que
están en la base del pensamiento constructivista y que, en mi opinión,
aparecen de forma subrepticia en algunas de sus construcciones, como
por ejemplo, la dellugar central que otorgan a la categoría significado
personal-, su preocupación por fa integración de lo emocional es paten-
te, aunque no creo que sea algo resuelto en su momento actual. Cuando
me refiero a resuelto no pienso en términos temporales, como solución
definitiva, sino como posibilidad de opciones conceptual~s y en desa-
rrollo frente al tema.
En su definición de significado per'~onal, Guidano (1994) expresa:
((( ... ) el significado personal representa un procesamiento proactivo; un
ordenamiento activo de redes de acontecimientos significativos relaciona-
dos; que genera una percepción del mundo capaz de desencadenar patro-
169 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
nes reciirsivos de moditlación emocional (yo 1) 1 específicamente reconoci-
bles como el propio sí mismo «mí1), unificado y continuo en el tiempo»
(Guidano, 1994, 53).
l 170
fl 1 C.onzólez Rey j Las corrientes postmodernas ... 1
qu Cluld.11w y Pascual Le~me son los autores más sensibles a
ontr.1dkdón entre los autores constructivistas ·trabajados por mí,
11unq11t' no M.:an conscientes de ella. Así, Guidano (1997) escribe:
"li11 los seres humanos, como en todos los mamíferos (especialmente en
I orfos los primates)1 el sistema afectivo emocional corresponde y depende de
percepciones inmediatas e irrefutables del mundo. Donde, desde un p1.mto
rfe vista pi~ramente ·ontológico, los -sentimientos nunca pueden estar
cr¡ttivocados. Es a través de ellos que experimentamos nuestra manera de
.icr en el mundo. En otras palabras, somos siempre como nos sentimos
(Olafson, 1988). En .el nivel de experiencia inmediata, no es posible
distinguir entre percepción e ilusión (Maturantt, 1996)» (Guidano,
1997. Los destacados son míos).
171 1
1Psicot erapia, subjetividad y posmodernidad
proceso del cambio terapéutico, sin embargo, eso n o significa que el
cambio esté regido por un proceso de ordenación dirigido por la resig-
nificación; la resignificación es un proceso más de producción de sentido
subjetivo, que -se integra dentro de ptros desdoblal'nientos de sentidos
que no están en la dirección de los reordenamientos significados de la
experiencia.
Creo que al aumentar la comprensión del paciente de sus "reglas para
la ordenación de su realidad" no necesariamente · conduce a un grado
apreciable de modulación emocional. La cognición, en la perspectiva que
defiendo en este libro, representa un proceso de subjetivación de natu-
raleza constructiva. Es'esta una de las razones por las que el cambio en
psicoterapia no representa el acceso a una realidad ~esconocida, sino la
construcción de 1ma nueva realidad.
El "efecto facilitador de la asimilación" al que se refiere el autor lo
vemos más como la producción de nuevos sentidos subjetivos que como
reencuadre de las experiencias existentes. Los conceptos asimilación y
reencuadre tienen un cuño piagetiano que inducen a 'pensar que la expe-
riencia es la misma, sólo que va a entrar en una nueva estructura, cuando
en realidad la experiencia es diferente y queda defin.ida por su sentido
subjetivo: ella no existe en ninguna dimensión objetiya fuera del sentido
subjetivo que tiene para la persona.
El constructivismo crítico tiene un interés definido por lo afectivo,
pero su imaginario lógico-cognitivo, definido por sus antecedentes en
Piaget y Kelly, le dificulta construir una unidad teórica que permita una
articulación recursiva y dialéctica entre lo simbólico .Y lo emocional. De
hecho, el papel que atribuyen a los significados personales; con indepen-
dencia de su .apertura en la definición de esta categoría, los limita en el
reconocimiento del carácter generador del afecto en .la vida psíquica.
Aunque en la práctica terapéutica estos autores nó pretenden llegar a
la correspondencia entre los criterios de significación empleados para
valorar la experiencia y la "realidad" de esa experierrda, ellos esperan que
el cambio en los criterios de significación permita al.'.paciente compren-
der cuáles fueron sus patrones de clasificación del vínculo afectivo que
fueron consistentes con el estilo de apego, lo cual considero imposible,
l 1n
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas... 1
pues los patrones d.e clasificación no son procesos cognitivos, sino pro-
cesos de sentido subjetivo cuya configuración es inaccesible a los signifi-
cados del sujeto, simplemente porque representan procesos de orden
diferentes. De forma indirecta pare:ce que Guidano intenta, en ocasiones,
una defensa a una c.orrespondencia lineal entre conocimiento y realidad.
La reflexión del sµjeto es un proceso esencial de producción de senti-
do subjetivo, pero no por acceder de forma direéta, a través de sus repre-
sentaciones, a los procesos implicados en esa producción subjetiva, sino
porque permite alternativas imaginarias y de acción que se van organi-
zando dentro de una producción simbólico-emocional diferenciada.
Coincido con estos autores en la importancia que atribuyen a la cohe-
rencia en la identidad de la persona, sólo que e5a coherencia no es cog-
nitiva, es un proceso de subjetiva&:ión más relacionado con la capacidad
de producir sentidos subjetivos que con una representacíón cognitiva. La
dificultad en superar los vestigios racionales-cognitivos del constructivis-
mo está en el no reconocimiento de la subjetividad como un sistema dife-
rente de la cognición, cuyas producciones no son ni dirigidas, ni contro-
ladas, ni acompañadas puntualmente por la cognición: la cognición es
una vía de subjetivación.
Con lo anterior.no devalúo el papel de lo racional en la acción huma-
na, sólo que lo coloco en otro plano; la racionalidad no es un supravalor
desde el cual se puede controlar la subjetividad; ella es una producción
subjetiva que crea un referente de valor a los procesos de subjetivación
mediante su objeti~ación en procesos reguladores de la cultura que, a su
vez, tienen una naturaleza subjetiva. La racionalidad está investida de
sentido subjetivo y es objetivada y legitimada por la cultura, solo que
ésta, en su conjunto, representa un sistema subjetivo. La forma en que
cada persona produce sentido subjetivo sobre esa racionalidad dominan-
te en cada cultura qependerá de su propia configuración subjetiva y de su
inserción en el contexto de esa cultura.
Los procesos de $ignificación y construcción de la persona sólo tienen
valor para la regulación del comportamiento cuando se constituyen en
producciones de sé'ntido subjetivo. Las construcciones de la persona se
expresan en lenguajes que, sin dudas, son un aspecto constitutivo impor-
173 1
1Psicoterapia, subjetividad 'Y posmodernidad
tante de esos sentidos subjetivos, pero no un referente absoluto o privi-
legiado de esa producción subjetiva. Bl significado es importante porque
contiene una carga afectiva que no está definida por su contenido explí-
cito, sino por el juego de configuraciones subjetivas en las que un signi-
ficado se apoya.
Otra categoría de fuerte significación cognitiva en la forma en que es
asumida por estos autores es el self. G. Ncimeyer escribe ( 1997):
«Para la mayoría de los autores constructivistas, el self constititye una
unidad m;ganizada de significados, y los eventos que indican profundos
cambios en aquel sistema son amenazadores» (Neimeyer, 1997, 99).
l 174
F. L. González Rey ( Las corrientes postmodernas ... 1
1 ,1 visión dialéctica de estos autores, que me resultó particularmente
.111.11 1iv.1 desde mis primeras lecturas de Pascual Leone, con quien com-
p.1rt í reflexiones que sjn duda contrfüuyeron mucho al curso de mis reíle-
\ Iones actuales, ·se diferencia en dos aspectos del resto de los autores
w11structivistas; primero, los nuevos s¡gnificados se basan «en la simboli-
:-.11ci6n de una síntesis' dinámica verdaderamente nueva de la conciencia».
O sc:l, los significado~ son, de hecho, una producción realizada a partir
de una unidad gue i~tegra de forma dialéctica la cognición y el afecto,
l 1111 lo cual los autor~s toman partido por una integración procesual de
175 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
relacional. Sin embargo, a diferencia de los autores constructivistas, no
considero que sea el terapeuta quien explicite y elabore los eventos car-
gados de afreto al sujeto en terapia, pues esa carga afectiva es ininteli-
gible para el terapeuta en su configuración subjetiva. Me oriento más
a estimular nuevas producciones del sujeto sobre diferentes aspectos
que emergen en el proceso terapéutico; es en estas construcciones que
los nuevos sentidos subjetivos emergen.
• Concuerdo en el uso de instrumentos durante el proceso terapéutico.
Los autores constructivistas, como hemos visto en varios momentos
del libro, han sido muy creativos en la elaboración de herramientas que
estimulen el vínculo activo del sujeto en el proceso terapéutico.
• Dar al sujeto un status constructivo sobre su experiencia es otro punto
en común con esos autores; sin embargo, a diferencia de ellos, y qui-
zás por la significación que atribuyo al concepto de subjetividad social,
enfatizo la creación de espacios sociales de subjetivación que no son
parte del repertorio de los autores constructivistas. También enfatizo
más el carácter generador del propio diálogo en eL proceso terapéuti-
co, el cual va permitiendo abrir nuevos espacios de sentido en la comu-
nicación que propician la emergencia de nuevos sentidos subjetivos.
l 176
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas... 1
tcstructuralismo fraÓcés y del neopragmatismo norteamericano. Estos
;Httores, la mayoría de los cuales viene de la psicoterapia familiar y de la
p~icología social, se fueron apropiando de esos principios en la marcha de
sus reflexiones críticas.
El tránsito hacia eL construccionismo social fue un proceso que, como
.1flrmé antes, tuvo diferentes momentos, donde en ocasiones Jos princi-
pios de ambas teoría~ se presentaban indistintamente por muchos auto-
res. La propia L. Hoffman escribe ( 1998):
«A pesar de que mu'chas personas, induyéndome a mí misma, hayan con-
jimdido frecuentemente esta teoría con el constructivismo, las dos posicio-
nes son bastante diferentes» (L. Hoffman, 1998, 14).
177 1
1Psicoterapia, sub jetividad y posmodernidad
tica, orientada sobre nuevas bases filosóficas, se representó la formación
de la psique en las condiciones de la cultura y, consecuentemente, desa-
rrolló nuevas prácticas en este campo, lo que se evidencia con claridad en
el trabajo de Vigotsky con los niños portadores de diferentes tipos de
deficiencia. Sin embargo, la crítica postmoderna trajo un repertorio de
nuevos términos que, sin dudas, aportaron nuevas opciones y posibilida-
des para las ciencias sociales, como fueron la centralidad de Jos temas del
poder y del discurso, comprendido este último como. sistema de prácti -
cas simbólicas.
En esa misma dirección se destacan los trabajos de Castoriadis al enfa-
tizar la naturaleza imaginaria de la organización social y de Moscovici
sobre representaciones sociales; conceptos corno discurso, imaginario
social y representación social, destacan una producción simbólica que es
inseparable del concepto de sociedad y de la significación de las prácticas
sociales naturalizadas en el cotidiano .de cada sociedad concreta.
El construccionismo social tuvo fuerte influencia del rechazo postes-
tructuralista de las grandes narrativas, lo que tuvo un impacto sensacio-
nalista que generó una explosión de posiciones extremistas, todas ellas
centradas en la negación, que iban desde la muerte d~_l sujeto hasta el fin
de la historia. Esa tendencia generó un rechazo a toda definición onto-
lógica, con lo cual la psique y el conocimiento científico pasaron a ser
meros discursos legitimados por consenso en las prácticas sociales. En
este punto, pienso que Jos autores construccionistas perdieron su posibi-
lidad de generar nuevos espacios de inteligibilidad e1i sus prácticas y, en
consecuencia, reprodujeron muchos de los problemas que criticaron.
El construccionismo genera una comunidad comunicativa sin autor. El
sujeto no piensa, ni genera, ni construye; él es un momento de un espa-
cio dialógico donde toda producción es social. Gergen (2006) afirma:
«Aquello que consideramos como verdadero y no falso, como objetivo y no
subjetivo, como científico y no irracional, como moral y no inmoral, ha
nacido de grupos de individuos que tienen una situación concreta en la
historia y la cultura ( ... ) El saber, la razón, la emoción y la moralidad
no residen en la mente del indiJJiduo, sino en las relaciones» (Gergen,
2006, 48-49).
l 178
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
1 1 llll .1p.1cidad para. reconocer el carácter complejo de las relaciones
r.1111 t' individuo y sociedad lleva al autor a negar cualquier status ontoló-
~Íl.°ll p;wticular a la psiq_ue: d escenario de cualquier producción humana
n rd.1cional. O sea, la teoría de la relatividad fue un evento relacional y
110 la obra creativa de ·una persona que, inmersa en múltiples relaciones
y formas de saber, fue capaz, dentro de ellas, de construir algo nuevo que
.1bri6 una nueva forma de ver el mundo e infinitas nuevas prácticas que
c1mbiaron para siempre ese mundo .
La crítica al carácter individualista y naturalizado de la psicología, muy
bien hecha por los autores construccionistas, no lleva. de fo rma necesaria
.1 las afirmaciones categóricas realizadas a partir de esas críticas. En oca-
siones parece que una nueva forma de reduccionismo sociologista, rela-
cional y discursivo fuera la única opción frente a los problemas que ellos
critican, lo cual es falso.
A pesar de la negación radical, por la mayoría de esos autores, del indi-
viduo y de la singularidad, una de las autoras más relevantes de esta teo-
ría en el campo de la psicoterapia, H . Anderson expresa (1999 ):
«Notamos que, en lugar de aprender el lenguaje de una familia, apren-
día1nos los lenguajes particulares de cada miembro. La familia no tenia
un lenguaje; sus miembros individuales lo tenían, y cada lenguaje era
distinto. Cada miembro tenía su propia descripci6n del problema y de su
solución, así como m propia descripci6n de la familia y de la terapia. Nos
fascinaron esas diferencias entre las experiencias, las explicaciones y los
significados atribuidos a un mismo hecho, a una misma familia, a un
mismo individuo,, (H. Anderson, 1999, 99).
179 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
matices emocionales diferentes. Sin embargo, la reificación de lo relacio-
nal, asumido con la misma rigidez que un dogma, no les permite a esos
autores plantearse una forma alternativa de entender 1a organización y los
p rocesos de la psique humana como instancia diferenciada de otras, den-
tro del propio contexto ~e las prácticas sociales.
La posición sustentada por ellos tiene en su base una fijación crítica en
u n concepto obsoleto de subjetividad, eliminando todas las posibilidades
heurísticas de ese tema dentro de sistemas de significado diferentes al de
las teorías psicológicas y filosóficas modernas. Otro aspecto que influye en
ese rechazo es la subvaloración, de origen pragmático, ;.de los aspectos teó-
ricos no relacionados de forma inmediata con la práctica. Tal parece que
los autores construccionistas, en lugar de comprender las producciones
anteriores del conocimiento como sistemas de inteligibilidad situados his-
tórica y socialmente, los comprendieran como entidades absolutas a ser
juzgadas como ciertas o falsas. Eso les lleva a declarar la obsolescencia de
aquellos conocimientos, en lugar de una reconstrucción de ellos.
El concepto de zona de sentido desarrollado por mí (González Rey,
1997) está orientado a una lectura deconstructiva del saber, pues separa
las posibilidades de inteligibilidad de un saber, de las. categorías concre-
tas por las cuales esa inteligibilidad fue posible en determinado contexto
histórico y cultural. Las categorías representan momentos históricos de
representaciones más abarcadoras, que facilitan nuevas opciones de desa-
rrollo para marcos teóricos diferentes.
Un ejemplo interesante de la forma rígida y superficial en que Gergen
critica la subjetividad se observa en lo siguiente:
ccNo me voy a extender mucho sobre los problemas que plantea la subje-
tividad. Dos de ellos merecen una "atención especial. El primero es de
orden conceptual, el segundo es de orden ideológico. En el plano concep-
tual, es preciso reconocer que nadie ha llegado aún a dar cuenta de una
manera defendible del modo en que las palabras de una persona dan
acceso a su mundo interior. A partir de las expresio1Íes de los de1nás, no
hay modo alguno de saber qué es lo que nos muestran del estado subjeti-
vo de quien las expone ( ... ) La segunda forma en qtÚ se pone en tela de
Juicio el postulado subJetivista se hace eco del último debate sobre la
1 180.
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
apuesta política del saber. Algunos autores están de acuerdo en decir qite
al asignar esta importancia a la .subjetividad individ-ual reforza11ios la
ideología individualista que atenta contra nuestro porvenir cultural»
(Gergen, 2006,"62-63).
181 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 1s2
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
valor de la familia! Es un párrafo eompletamente paradoja!, pero que no
deja de abrir una reflexión interesant:t.
Las categorías no son modernas o postmodernas en abstracto; lo que
resul ta significativo en· una categoría es la forma en que ella es usada en
1111 sistema teórico. Toda nueva producción de conocimiento genera for-
mas de inteligibilidad sobre determinada cuestión, susceptibles de inte-
grarse a otras que, sin ir en la misma dirección, son capaces de presen-
t.1rnos un problema viejo en una nueva perspectiva teórica capaz de apor-
t.1r inteligibilidad a esa nueva producción, sin negar lo que aquella repre-
~eni.1 como modelo teórico.
Uno de los espacios importantes que el tema de la subjetividad trajo a
l.1 psicología consiste en que los eventos de la experiencia, más que "rea-
li1Lldcs objetivas externas", son producciones subjetivas capaces de expre-
~.1r hechos objetivos a: través de sus efectos sobre el sistema subjetivo
implicado en ellos, produciendo resultados que no son explicables de
forma directa por la información empírica accesible de forma inmediata
'obre aquellos hechos;·es esta especificidad ontológica definida en la cate-
~orfa sentido subjetivo· la que abre la posibilidad de representarse regis-
tros subjetivos que deben ser construidos de forma indirecta de conjun-
tos diversos de información empírica.
Continuando su crítica al concepto de familia en la forma en que este
lite tratado por la psicoterapia familiar sistémica, Anderson continúa
( 1999):
'rLos problemas viven ·y respiran en el lenguaje. El lengiiaje, el comuni-
mrse sobre un problema, configiwa un sistema social; problemas producen
.ristcmas ( .. . ) Conceptualizamos el si'stema del problema como un sistema
de acción social, organizado por el lenguajear sobre los temas vitales que
!rt gente define como problemas. Los siJtemas de problemas, igual que los
problemas, existen en el lenguaje. Los miembros de un sistema terapéuti-
co se aglutinan en tor;io a un problema» (H. Anderson, 1999, 124).
183 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
registros diferentes al lenguaje que hagan parte del problema. O sea, que
el hecho de que en una pareja ninguno de ellos tenga empleo y se ali-
mentan mal, sóio se "organiza por el• lenguajear". El construccionismo
no dispone de categorí~s para significar los impactos y desdoblamientos
de una realidad vivida sobre la persona, sólo reconoce el lenguaje como
sistema auto producido en los espacios de prácticas sociales de carácter
simbólico.
Una vez definido el problema por el lenguaje, es que se crea el siste-
ma, el cual va a implica.r a las personas que, de una forma explícita, apa-
recen como protagonistas del conflicto, lo que la autora enfatiza cuando
agrega a lo anterior lo siguiente:
«Por ejemplo, incluirá (se refiere a la tei'apia) a un miembro individual
de la familia, a partes de ima familia, a toda la familia, a personas aje-
nas a la familia, a individuos que se 'conozcan íntimamente o que se conoz-
can muy poco. Incluirá a cualquier combinación de personas que tengan
opiniones acerca del problema y traten de resolverlo') (H. Anderson,
1999, 125).
l 1a4
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
El concepto de sistema de problemas fija el análisis del problema en sus
protagonistas relacionales actuales, en un nivel micro, con lo cual los sis-
temas de problemas aparecen fragmentados en diversos espacios e insti-
tuciones sociales como problemas locales, lo que impide estudiar y tra-
h.ljar sus vínculos con otras cuestiones que, provenientes de otros espa-
l ios sociales, se configuran en la organización del problema; analizar la
~it uación sólo a través de los protagonistas de los marcos relacionales eli-
mina la posibilidad de ~omprender cómo otras proí-fucciones de la cultu-
1,1 y la sociedad participan en las relaciones actuales de las personas.
Desde esa perspectiva, ningún elemento macrosocial, en sus consecuen-
11.is para las personas y/o las comunidades, podría ser estudiado.
En la definición del ?'sistema del problema", todo problema se presen-
1;l como local y contextual y existe sólo en y por e\ lenguaje. Sin dudas,
el estudio de los problemas humanos.dentro del contexto de factores que
los afectan necesita de ·categorías y teorías abiertas a la mayor diversidad
de registros posibles 1:elacionados con las trayectorias de las personas,
~rupos e instituciones en su vida social.'Es precisamente ante este dilema
q11c la categoría subjetividad adquiere importancia para el estudio de
pmblemas humanos concretos, no sólo para estudiar la dimensión indi-
vidual, intrapsíquica de estas cuestiones, sino para estudiar la configura-
l iún de esos problemas en términos de la subjetividad social, dimensión
11rp,.1nización simbólico-·emocional.
1"1 problema en todad'sus i~plicaciones no aparece en ninguno de los
p.1dos sociales aislados y concretos que se pretenden usar como expli-
i\oún de su génesis. Los problemas sólo aparecen en la configuración
185 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
subjetiva que expresa la convergencia de registros sociales diferentes, que
toman forma subjetiva única en las configuraciones subjetivas de las per-
sonas en determinados espacios sociales e institucionales en los que esa
relación ocurre. Subjetividad social e individual son dos momentos inse-
parables de la configuración subjetiva de un problema.
Quizás fue por esa razón que A. Touraine (2002) definió:
«si dispusiera todavía de algunos años para dedicarme a la investiga-
ción, concedería prioridad a un nuevo conJunto de intervenciones socio-
lógicas que se centrarían más en los individuos, tal vez intentando esta- .
blecer relaciones inte1personales con ellos, pero que, de cualquier modo,
haría que los grupos reflexionaran sobre sus experiencias individuales, y
se esforzaran por hacer que cada cual extrajera et sentido.de sus propias
preornpaciones personales. Las personas son mucho más importantes que
sus actos y sus palabras» (A. Touraine, 2002, 118).
i 1s6
1 1 Gonzáfez Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
ll 11111* 11v.1 si 11gular de cada mujer estudiada. En esos estudios de
o, ,, l.1 ,·c1, se evidencian sentidos subjetivos asociados al género, la
111.11ri 1ml.1d, el trabajo, la clase social y otros, que resultaron muy útiles
p.11\1 .1lgunas reflexiones sobre Ja subjetividad social del Brasil hoy.
Si hubiéramos usado la estrategia de sistema de problema que A.nderson
~11gicrc, quizás no habríamos tenido acceso a todo lo que fue construido
1·11 la mencionada in~estigación,
, pues nos habríamos limitado al análisis
1k los protagonistas del problema en sus conversaciones, las que no ago-
1.1b,rn Ja naturaleza subjetivo-compleja de esos problemas. Las hipótesis
q11c se fueron desar~ollando en el curso de la investigación facilitaron
ddtnir aspectos de la· subjetividad implicados en las diferentes configura-
doncs subjetivas individuales asociadas a la depresión en cada una de las
mujeres estudiadas .
La representación de Ja subjetividad que defiendo en este libro remite
,1 una noción de subjetividad individual que no es individualista, pues
1rprcscnta Ja configiiración subjetiva del sistema de consecuencias de la
,·11 l.1 social sobre el sujeto, al cual seda imposible acceder de otra forma.
l '. 11 lugar de la absolútización de fo relacional enfatizado por el construc-
li1111ismo social, vemos lo relacional como un espacio dialógico insepara-
ble de la subjetivida.d. La subjetividad se concretiza y se produce de
fiinna permanente en los espacios dialógicos del sujeto, lo que no signi-
lh'.1 que, a diferencia de lo que piensan los autores construccionistas, el
~uj cto se diluya en esos espacios. Por el contrario, la concepción qe sub-
il't ividad que defendemos reconoce tanto el carácter generador del suje-
to, como de sus espacios de relación; la tensión permanente entre el suje-
to y sus espacios sociales de relación representa una importante füente de
producción subjetiva. '
A pesar de los elementos incompatibles con los autores construccio-
11istas, considero posible describir elementos que podrían configurar un
i:.1mpo heurístico común entre las diferentes aproximaciones postmoder-
1us a la psicoterapia.
187 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
EL CAMPO HEU RÍSTICO QUE DEFINE LA ESPECIFICIDAD
POSMODERNA EN PSICOTERAPIA
l 1ss
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
t 11/o. Su naturaleza transformacional se apoya en la naturaleza dialógi-
rn rf e la conversación y en stt capacidad de re-contar los sucesos de nues-
tra vida en el contexto de un sentido nttevo y diferente» (H. Anderson,
1999, 155).
189 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 190
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas... 1
«( ... ) la hermenéutica filosófica contemporánea y el construccionismo
social ven a los sistetiias humanos como entidades complejas integradas
por individitos que piensan) interpretan y comprenden" (H. Anderson,
1999, 72). .
191 1
1 Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
l 1n
f' 1 6011111111x Rry l l íl S corrientes postmodernas ... 1
llll'H 111111 111 dl'I t .11nbio en psicoterapia. Las tres teorías que
11111 1111111l1.1d11 t 01110 formadoras de un nuevo campo heurístico en psi-
•• •l t 1.1 p1.1 coinciden en ver el cambio como un proceso de diálogo que se
produce en la comunicación. La definición del cambio como operación
1k conocimiento, sea del terapeuta o del p aciente, queda así superada.
de ese modo, el paciente está mejor preparado para resistir a las deman-
rlns de tal problema en su 1'ida y cejecuta,r 1ma historia alternativa>,
impregnada con un mayor sentido de participación y realización»
( Ncimeyer, 1997, 25):
193 1
1Psicoterapia, su_bjetividad y posmodernidad
necesaria. La puntualización a la qtie se refiere Neimeyer sobre los efec-
tos reales del problema en la vida del paciente, representa, de hecho, un
referente que se presenta desde una ló.gica "objetivada", pues los efectos
de cualquier experiencia aparecen como sentidos subjetivos y no como
consecuencias posibles de generalizar desde una observación externa. La
reflexión sobre el distanciamiento del paciente y las posibilidades que
abre para que construya una historia alternativa es, en realidad, una alter-
nativa entre comillas, pues parte de la representación definida por el tera-
peuta. Pienso que la historia alternativa se debe ir "tejiendo" conjunta-
mente entre el terapeuta y el sujeto en el mismo diálogo terapéutico, sin
tener que estar orientada por la representación inicial ofrecida por el
terapeuta.
En la forma en que Neimeyer presenta la cuesti_Ón, parecería que la
narrativa es, de hecho, la responsable por el cambio;_con lo cual el autor
queda muy próximo al construccionismo narrativo, el que representa una
tendencia de su desarrollo actualmente criticada por Gergen (2006).
El cambio no se produce por una nueva narrativa, ·pues el problema no
existe sólo en el nivel narrativo. La narrativa puede ser un recurso que
incentive reflexiones, construcciones, memorias y emociones, capaces de
organizarse en una nueva configuración subjetiva que lleve al cambio. El
cambio nunca está asociado a " un camino", y menos cuando ese camino
sólo aparece en el lenguaje.
Creo que mudar el término "creendas erróneas" por el de narrativas
no lleva a una diferencia esencial en la comprensión del cambio terapéu-
tico. Otros autores constructivistas (Mahoney. Guidano, Greenberg y
Pascual Leone, entre otros), sin embargo, no separan la producción de
nuevas narrativas del momento emocional.
El propio Feixas, en un intento pür separar la intencionalidad partici-
pativa del terapeuta de la idea de control en la terapia, escribe (1997):
('A partir de la perspectiva de la terapia de los constructos personales (él
usa la terminología de Kelly)) tiene sentido hablar de estrategia e
intencionalidad. De hecho, citalquier acci6n humana puede ser vista
como intencional, una vez que ella es investida d'e anticipaciones. En
tanto, hablo aquí de formular estrategias con respecto al proceso, en
l 194 1
1
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
lugar de la connotación usual de la palabra. Su uso en este último sen-
tido puede llevar al control de la dirección de la vida del paciente"
. (Feixas, 1997, 275),
195 1
1Psicoterapia, subjetividad y posmodernidad
que han caracterizado la historia del sujeto no es expresión lineal de nin -
guna de ellas, sino una producción simbólico- emocional sobre ellas a
partir de la configuración subjetiva actual del sujeto en el proceso de vivir
esas experiencias. Los sentidos subjetivos representan una alternativa teó-
rica para la construcdón de los aspeqos señalados por Gergen .en la cita
anterior, pues a los efectos de su génesis y desarrollo subjetivos nada es
intrascendente; ellos se constituyen en cadenas y desdoblamientos de
hechos intrascendentes para cualquier observador.
Sin embargo, la solución presentada por Gergcn para enfrentar ese pro-
blema se queda en la superficie de la cuestión, quizás por su miedo a los
esencialismos.
«Si nos ceñimos al punto de vista que se expone en estas páginas, la rela-
ción prima sobre el sí mismo individual, ese sí mismo) ese yo, es el fruto
exclusivo del proceso relacional; exponer de forma diferente su propia his-
toria deslizándose de una relación a otra no es ni hipocresía ni interés en
el sentido tradicional del término, bien al contrario. Estos deslizamientos
muest1'an el respeto que tenemos por los diversos modelos relacionales en los
cuales estamos inmersos. Las formas de relaciones múltiples y variadas que
constituyen una vida son consideradas en serio. Existir es ser en la rela-
ción y no fuera de ella;; ( Gergen, 2006, 132).
l 196 1
F. L. González Rey 1Las corrientes postmodernas ... 1
La condición subjetiva del sujeto se extiende y desarrolla en el espacio
de diálogo y, a su vez, es parte inseparable de ese espacio . Las acciones
generadoras del sujeto son esenciales al desarrollo del diálogo, y en ese
sentido, como defiende Feixas en la cita anterior, la posición intencional
del terapeuta es esen~ial para la propia cualidad del proceso. Intentando
evitar convertir el diálogo en entidad, lo cual es importante, Gcrgen des-
conoce al sujeto en diálogo.
Ante esta situación asu mo plename nte el siguiente pensamiento de A.
Touraine (2002) que. es totalmente congru ente con nuestras posiciones
con relación a la subjetividad y lo que ellas implic,111 con re l.H:i(>n a una
rrítica al sociologism9.
rrsi la 01-;ganizacián social no se orienta fundarncntal111l'JJ/t' lmtill 111111 11
otra forma de suJeto) el orden social se convierte en ¡111.m riomim1tÍ!Jn.
Rechazo la concepción que podría·mos denominar positiva o econónúcn,
1ttilitarista) de la sociedad. Más aún) rechazo la idea) cara a la sociología
clásica, de que la sociedad es en sí misma creadora de normas, la idea de
que el bien es lo socialmente útil y el mal lo que es malo para la sociedad»
(A. Touraine, 2002~ 134).
197 1
1Psicoterapia, sub.jetividad y posmodernidad
NOTA
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Nuevo Offset, V id 1444,
Ciudad de Buenos Aires,
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en el mes de septiembre de 2009.
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