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& esa. El Pert en el siglo XVIII La Era Borbonica Scarlett O' Phelan Godoy (Compiladora) Colaboradores Susana Aldana Rivera Carlota Casalino Sen Carlos Contreras Jestis Cosamalén Aguilar Alejandro Diez Hurtado Grover Antonio Espinoza Ruiz Ramiro Flores José Francisco Galvez Miguel Jaramillo Cristina Mazzeo Victor Peralta Ruiz Gabriel Ramon ‘Claudia Rosas Lauro Ileana Vegas de Caceres Pontificia Universidad Catolica del Peni Instituto Riva-Agiiero EDUCANDO AL BELLO SEXO: LA MUJER EN EL DISCURSO ILUSTRADO Claudia Rosas Laura “La mujer tiene siemspre ta forma del suette que la contiene’, Juan José Arriola El discurso ilustrado imagina a la mujer, suefia como debe ser, Ja inventa desde una mirada masculina. Una mirada de hombres. de élite, de hombres de cultura que creen tener el poder de crear a la mujer a la imagen y semejanza de su ideal femenino. Médicos, fildsofos y demas hombres de ciencia y letras hablan de ella todo el tiempo, incansable y arcuamente. La mujer es centro de un encamizado debate en que se trata de dilucidar su naturaleza misteriosa y normar su rol er la sociedad. Ellos se dirigen, principalmente, asus esposas ya sus hijas. La mujer de os ilustrados petuanos noes unser abstracto, adquiere una forma particular, pues se concreta en el estereotipo de la mujer de élite, de la criolla Lmena. En este sentido, su discurso expresa el proceso de construccién de una identidad propia manifestada en un nacionalismo criollo consolidado en las postrimerias del periodo colonial, Se trataba, entonces, de una representacién criolla de la mujer. El articulo explora las diversas facetas que adopta la mujer enel discurso ilustrado, que hacede la prensael medio paraejercer su funcién pedagégica y docente.’ Los ilustrados peruanos realmente estaban educandoal bellasexoa través delos periddicos. A lo largo de sus paginas podemos percibir los elementos que ‘componen la imagen de mujer que se buseaba proyectar a la sociedad. Un primer aspecto de esta representaciénes la misteriosa y temible sexualidad femenina, que debia ser regulada mediante el honor y el recato. La belleza y la seduccién son vistas como © Agradezcoa Scarlett O’Phelan por sus comentarios iluminadores desde el ini cio de esta investigacién y su paciencia en la espera de este articula, el que dedice a dos mujeres, una grande y otra pequefia: Anna Maria, mi madre y Karen, mi prima formas de poder que se expresaban en usos y costumbres femeninas como la vestimenta y !a cosmética. Otro elemento central en la configuracién de la imagen femenina es el matrimonio, que nos permite incursionar en temas como el amor y la fidelidad conyugal. ‘Un tercer punto de andlisis es la maternidad, donde se enfocan las prescripciones médicas de higiene y salud durante el embarazo y el parto, asi como Ios consejos morales sobre la educacién de los nifos. Este aspecto se vincula con el siguiente, que trata sobre la mujer y su acceso ala cultura, Finalmente, terminaremos con una mirada fugaz a los espacios femeninos tanto publices como privados. La educacién y el discurso ilustrado El discurso ilustraclo otorga un protagonismo principal ala educacién, puesconsiclera que la felicidad de los hombres depende de ella y es el fin principal de la naturaleza humana, la cual es perfectibley se moldeaa través de laeducacién. Esaciegaconfianza ilustrada en la educacién como instrumento para perfeccionar y reformar la naturaleza del hombre, evidencia toda una dinamica secularizadora dela sociedad. Si bien la importancia dela educacion nunca habia sido subestimada, antes del siglo XVI se consideraba que tenia objetivos especificos y un campo cle accién limitado. Con Ja Tlustracién se empieza a vincular la educacién can el dominio publica, con la sociedad en su conjunto y con el ambito de decisiones de la autoridad politica. La educaci6n permitia, en la perspectiva de los ilustrados, el desarrollo de las potencialidades edificantes de la naturaleza y la constriccién de la exteriorizacién de las pasiones. Entonces, por medio de la educacién, el hombre logra ladomesticacian de las pasiones naturales y su trans formacién en virtudes sociales para el interés personal y la utilidad social? Enconsecuencia, el discurso ilustradorespondia ala voluntad propia del siglo XVIII de cambiar la sociedad segtin los presupuestos ilustrados, siendo la prensa periddica uno mas de los diversos medios empleados por el Estado y las élites para educar.Como senala Jean Sarrailh, el proyecto reformista borbanico- ? Maria Carmen Iglesias. “Educacidin y pensamiento ilustrado”. En Actas del Congreso Carlos ly la Hustracicin. T. III. Madrid: Ministerio. de Cultura, 1989, 370 pretendia modelar y controlar a la sociedad,’ de la cual Ja mujer formaba parte. Por ello el afan normativo y preceptivo también se extendié al Ambito femenino. Se trataba de delimitar claramente un rol para la mujer dentro de la construccién de una nueva sociedad. Este discurso se nutria de tradicionales supuestos sobre la inferioridad de las mujeres y la necesidad de controlarlas y subordinarlas, que se mezclaban con las nuevas ideas y el avance cientificodelaépoca. En este periodo fucimportante la produccién de discursos, imagenes y representaciones sobre la sociedad peruana, pues lo que empieza a delinearse en esta etapa se perfilaré claramente en la centuria siguiente. En este proceso, la mujer nose hallaba ausente, por el contrario, era una pieza central en las reformas propuestas.‘ Entonces, el proyecto ilustrado, un planteamiento verdaderamente optimista, utilizd este nuevo medio dedifusidn, que empezaba a crecer en imporlancia, sobretodo entre las mujeres. Por eso, a fines del siglo XVII los periédicos van a cumplir un rol fundamental en la construccién de la nueva sociedad. El deseo de modernizar los conocimientos y actualizar la cultura levanta su v desde les periddicos. Muchas veces son difusores de cosas sorprendentes y otras de experimentos singulares sin ordenarlos en un sistema, pero estan siempre al servicio de la ciencia extrauniversitaria, de las ciencias titiles y de la modernicad. Como sostiene Sanchez-Blanco, a falta cle una institucién educa ensefie los nuevos conocimientas, los periédicos se convierten en sucedaneos de la ensefianza superior ocupando un lugar intermedia entre especialistas y la mera divulgacién.® * JeanSarratth. La Espa ia ilustrada de la segunda mitnd del siglo X VII. México: FCE, 1992. Esl trabajo clasico sobre la ilustracidn en Espaiia juntocon el de Richard Heeer. Espaita y ln Revolucion det siglo XVII. Madrid: Aguilar, 1979 En un importante arliculo, Patricia Oliart analiza las imagenes femeninas configuradas a partir de los textos de conocidos escritores peruanos entre la segureda mitad del sigho XIX y las primeras décadas de este siglo. A través desu investigecidin se puede constatar que muchas ideas sobre la mujer guardan una continuidad con las imagenesde Is mujer producidas a fines del siglo XVIll en la prensa limefia, Patricia Oliart. “Poniendo a cada quien en su lugar: estereatipos raciales y sexuales en la Lima del siglo XIX", En A. Panfichi y F, Portacarrer: (Eds) Mites Interiores: Lima 1850-1950. Lima: Universidad del Pacifico, 1995. + Francisco Sénchez-Blanco. Ewropa y ef pensantiento espniiol det siglo XVIII. Ma- Grid: Alianza, 1991. p. 80. Laprensa seerige como una tribunademorallaicadifundiendo un discurso que, segiin el editor de un periédico de la época, “haga patentes a todos los defectos cle las costumbres publicas por medio dela critica... findesuavizar la aspereza delascostumbres publicas” (Prospecto, Semanario). Los agentes que tendrian un papel fundamental para lograr este finserianlas mujeres, puesseconsideraba que esa era su misién natural, tal como se expresa en otra de las publicaciones cuando se afirma que eran “nacidas para suavizar las costumbres del hombre...” (Gaceta N° 21, 11 jun. 1794). Dentro de esta orientacién pedagégica y docente es que el discurso ilustrado abordé el tema de la mujer para definir su rol dentro de la sociedad, como se evidencia en los cuatro periédicos editados en Lima durante esta época. Es importante sefialar que estos periddicos eran publicados por hombres, pues la prensa femenina y las mujeres periodistas, aparecerian reciénenlacenturia siguiente_Sin embargo, adiferencia de los que postulanlaaparician de una prensa orientada a un piiblico femenino a partir del siglo XIX, proponemos que el primer periédico destinado alas mujeres, esencialmente alas madresde la élite, surgié a fines del siglo XVIII. Este fue el SemanarioCritico que, editado por el sacerdote franciscana Juan Antonio de Olavarrieta, aparecia los domingos. En total fueron dieciséis ntimeros, los mismos que trataban, esencialmente, sobre la educacién de los hijos. En el prospecto el editor lo manifiesta claramente al afirmar que: “No sera pues ultilisima ocupacién hacer ver a las Sefioras mujeres sus comunes defectos en este rameo tan importante a la sociedad, desde el momento en que una agradable suerte las condecoré con el dulce titulo y renombre de Madres?" (Prospecto, Semanario). Enefecto, el puiblico lector estaba constituido por las madres. Acellas se dirigfan los consejos para la educacién de sus hijos y las orientaciones para llevar adelante una adecuada maternidad. En esta misma época circuls el Diariode Lina, queempezoa publicarse en octubre de 1790 y estuvo en vigencia durante dos aftos, bajo la direccién de Jaime Bausate y Mesa. Los temas que abordaba eran diversos. Principalmente se trataba de proposiciones morales mediante cartas que exponian casos supuestamente reales 0 a través de poemas y disertaciones. Ademas se anunciabancompras, ventas y alquileres, generalmente, de amas de leche, 372 Otro caracter tuvo la Gaceta de Lima, que surgié en 1793, con el objetivo de dar la version oficial sobre la Revolucién Francesa.* Su publicacién fue una de las medidas adoptadas por las autoridaces virreinales para evitar la posible difusién de ideas contrariasal sistema politico. Empezé a circular cuando ya habian desaparecido el Diario y el Semanario, pero aun se editaba cl Mercurto, Esta publicacién fuede gran relevancia porqueconstituyd el primer periédico peruano que traté sistematicamente un tema de caracter internacional, pues casi la totalidad de los ejermplares estaban dedicados a informar sobre el evento politico que estremecia al mundo.’ Se puede entreveren sus paginas la imagen de la mujer en un contexte revolucionario. Elmasexitosoy prestigioso de estos periddicos fue, sin lugar a dudas, el Mercurio Peruana. Editado por miembros de la élite organizados en la Sociedad de Amantes del Pais, circulé desde 1791 hasta 1795, contando con el favor de las altas autoridades coloniales.* Cabe resaltar que tres mujeres, de las cuales desconocemos su identidad, participaron en las primeras tertulias de la Sociedad pero luegono figurarondentrodeloscolaboradores. El Mercurio dedicé sus paginas integrarnente a temas orientados al conocimiento del pais. Por este hecho ha sido considerado por la historiografia como el paradigma de la Iustracién peruana de fines del siglo XVIII, llegando a eclipsar en el discurso histérico a Jas otras publicaciones periddicas de la época. Estos érganos de prensa, a medida que expresaban una concepcién moderna y profesional del periodismo, produjeron un destinatario al que amaron publico y con el cual mantuvieron una relacién activa porla frecuenciacon Ja que se editaban, Deesta manera, el periodismo supuso y a la vez fue constituyendo la opinién ptiblica. Segun Jurgen Habermas, esta transformacidn ‘osotres utilizaremos la edicién de José Durand -que recoge el prospecto, 35 nuimeros y 6 suplementos- que abarca desde setiembre de 1793 hasta junio de 1794. José Durand. La Gazeta de Lima. Lima: Cofide, 1983 7 Un andlisis de este periddico se encuentra en: Claudia Rosas. "La Imagen de Ja Revolucion Francesa en el Virreinato Peruano a fines del siglo XVIII" Tesis (Lic.) Pontificia Universidad Catélica del Pera. Lima, 1997. * Unestudio fundamental sobre esta publicacién periddiea la ofrece: Jean-Pierre Clément. Mercurio Peruano, 1790-1795, Vol. . Estudio. Frankfurt: Vervuert y Madrid: Iberoamericana, 1997 373 lewd al surgimiento de la moderna opinién piiblica que se gesté durante el siglo XVIII en Europa’ y que enel Pertise hizo palpable a fines de esta centuria. Estas publicaciones circulaban, principalmente, entre los miembros ce los estratos sociales mas altos. Sin embargo, las capas superioresdelos sectores popularesurbanos noestuvieronalmargen del impacto de la prensa en su vida diaria.!" Los periédicos eran leidos en los espacios de sociabilidad de la ciudad, donde lasnoticias eran comentadas dando origen a corrientes de opinién, acalorados debates y proliferacién de rumores. En las tertulias, los cafés, las fondas, las barberias y otros espacios de encuentro, tanto de la élite como del pueblo, se lefan y comentaban los articulos periodisticos. Muchas veces, un ejemplar era conocido por mas de una persona, pues la lectura en voz alta era una practica cotidiana, como lo ha explicado Roger Chartier en susestudios sobre la Europa moderna." Pero, na sélo era importante que el periédico llegara a manos de los habitantes y que lo leyeran, sino también considerar que el mismo contenido de un ejemplar podia tener muiltiples lecturas y disimiles interpretaciones segiin la persona que lo leyera.'? A continuacion apreciaremos cual eraelcontenidode estos periadicos que expresaban una visi6n dieciochesca ¢ ilustrada cle la mujer. La sexualidad femenina: lo prohibido y lo pecaminaso La mujerera definida en funcién de su sexo,desucapacidad para engencirar, entonces la medicina y Ja ciencia se empefiarian en hallar en su cuerpo la explicacién tiltima de su naturaleza. * Jurgen Habermas, Hisloriay entica dylrgpinidu priblicr, Barcelona: GustavoGilli, 1981 * Una renovarla discushin sobre la estrecha relacién entre cultura popular y de élite, que revisa Ia historiografia peruana sobre el tema, vease en Juan Carlos Estenssoro. “La plebe ilustrada: el pueblo en las fronteras de la razén". En C Walker (Comp,) Entre In retiriea y la insurgencia. Cusco: Centre Bartolomé de las Casas, 1996. ™ Roger Chartier. Libros, lecturasy lectores era Edad Moderna. Madrid: Alianza, 1993. ™ Chartier nos dice que debemos tomar en cuenta las cliversas estrategias de lectura, las caracteriticas de ta comunidad de lectores y la manera en que el textollega.a sus manos, dejando de ladola idea deque el contenido de lostextos era leido y entendido de la misma forma por toda el piiblico lector. Roger Chartier. El Mundo como Representactin. Barcelona: Gedisa, 1992 374 Identificadas con sus cuerpos, las mujeres terminaron por ser presas de ellos en el discurso filoséfico, religioso y médico. Desde la Edad Media la medicina aparece como embullida de un mismo discurso en el que el cuerpo de la mujer interesa como ente necesario para la reproduccién, Era comtin apelar al discurso médico para comprender la naturaleza femenina y en base a ello, justificar el rol de la mujer en la sociedad. Los fundamentos hist6ricos de este discurso se habian establecido mucho tienpo atras, a finales del siglo XIII, con el aristotelismo que reducia lo femenino a Io incomplete y el galenismo que lo encerraba en la especificidad del titero." E! puntodereferenciaeralaanatomiadel hombre y por eso la definicién de “titeros andantes” o “varones imperfectos”. Estos presupuestos frenaron el avance ginecolagico y sirvieron para explicar el rol de la mujer en la sociedad. Despucs del mito de la mujerincompleta se instaura el de la mujer utero a partirdel siglo XVI hasta el XIX. Entonces, el érgano que determina la identidad de la mujer es la cavidad uterina. Esto explica las caracteristicas de una fisiologia y psicologia muy vulnerables en el sexo femenino. La irascibilidad del érgano femenino sustituye al temperamento hrimedo, por la teoria de los temperamentos, para explicar la inferioridad natural dela mujer. Entonces, el sexo no define la naturaleza del hombre, pero silade la mujer. En el discuirso ilustrado el recurrir a la naturaleza permitio praducir una teorfa racional de lo femenino, en la cual el sexo legitimaba por naturaleza la inferioridad de la mujer. A este respecto, ¢s interesante una extensa disertacién en que se trataba sobre si una mujer se podia convertiren hombre. Acerca del particular'se establecieron diferencias fisicas de género, negandose esta transformacisn a partir de argumentos cientfficos. Asi, y coma parte de esta polémica, el Merciwrio Peruana publicaba en 1792: “Segtin nuestros mas clasicos autores en el hombre se hallan tres circunstancias, que lo distinguen esencialmente de la mujer, ¥ en esta solamente una: a saber, en el hombre, lo primero, la notoria diferencia que se halla en el pirineo respecto a la mujer: lo segundo el foramen del pene llamado uretra por donde sale la orina:1o tercero el escrote en donde se hallan los testiculos” (Mercurio, V, 9-12 ag. 1792). " Evelyn Berriot-Salvartore. “El discursa de In medicina y de la ciencia”, En G Duby y M, Perrot. Historia de las Mujeres. Tomo 6. Madrid: Taurus, 1993, 375 Lateoriade los temperamentosdiscutidaenlostextosantiguos ylos principios dela fisiologia galénica que explicaronel dimorfismo sexual durante toda la Edad Media, seguian vigentesen el siglo XVII y fueron reformuladas en el XVII Hasta que los médicos fildsofos empiezan a ver el cuerpo femenino como un cuerpo completo y singular. En el siglo XVIII, se llega a la conclusién de que el temperamento era incapaz de producir un cambio de lugar de los érganos y que las partes intimas del hombre no se parecian a las de la mujer. Entonces, el pensamiento ilustraco estaba convencido de que las historias de trasmutaciones sexuales eran meta fantasia.“ En unarticulodel Mercurighay alusionesa los hermafroditas,de quienes se decia que “tienen unos ciertos promiscuos cardcteres”, porque aparentemente participaban de uno y otro sexo. Sin embargo, los mercuristas sefalaban que con él tiempo y el prolijo examen de los peritos, secdlesvanecian perfectamentelasdudas que podian suscitarse entre los tedlogos y canonistas, para que bautizaran como hombre al que, inicialmente, insctibieron como mujer. Sélo se contemplan como naturales dos posibilidades, hombre o mujer, ninguna otra. Dentro de esta explicacién, los homosexuales ya fueran hombres o mujeres, no tenian cabida. Seguin el discurso médico, serian una atroz anomalia, un error de la naturaleza. La transexualidad cuando se la admite como biglégicamente posible es siempre considerada como una virilizacién. Esta visién se debia también a la dura critica que recibieron las mujeres en el pensamiento ilustrado. El gran problema lo constituia la sexualidad femenina, su naturaleza insaciable y lujuriosa. En una pieza literaria, cuyo sugerente titulo era “Definicién de Mujer”, se manifiesta la ambiguedad que existia en la actitud ante el sexo femenino. “Es la mujer del hombre lo mas bueno Es la mujer del hombre lo mas malo Es un Angel, y a veces una Harp’ Es la myer, al fin, como sangria, Que a veces da salud, y a veces mata” (Diario, 9 jun. 1791) Habia una actitud de desconfianza frente a la mujer. Siguiendo a Macera, podemos afirmar que la ascética cristiana * unidaa la tradicién clasica ofrecieron, en el siglo XVIII, los mejores bid. p. 119. 376 argumentos en favordela superioridad masculina y contra el peligro de los placeres sexuales.'* En este periodo, como en los anteriores, la mujer y la tentacién del sexoconstituian unaamenaza parael hombre porque eran contrarios al ejercicio de su razén y ala salvacion desu alma, ideales tancargsa lailustracién yalcatolicismo respectivamente, Esto explica el cuestionamiento severo que desarrolla la prensa con respecto a la posicién femenina en la sociedad y la propaganda impresa sobre los icleales de pudor y honor femenino. Honor y recato Lahonra femenina y el recatoeranprincipios que toda mujer debia proteger. Uno de los principales consejos dadosa lasmujeres consistia en que noconfiaran plenamente en subelleza, ni petdieran el honor con un hombre que después las abandonara. Un ejemplo de ello se encuentra en la “Glosa que muestra a la hermosura el evidente riesgo de despreciada después de poseida”, donde el autor advierte: “A ninguno tu beldad entregues, que es sin razén, que sirva tu perfeccian, de triunfo a su vanidad..sino seras desgraciada” (Diario, 4 en. 1791) Se insiste, entonces, en la preservacién del honor de la mujer (Diario, 2 en. 1791), el cual constituia un mecanismo de control dela sexualidad femenina. Se exponen casos edificantes para advertir a hombres y mujeres las graves consecuencias que podia acarreareste tipo de comportamiento. Una joven explicaba su caso diciendo que: ”“Apenas habia cumplido los 16 afios, y me hallabaen la flor de mi hermosura, cuando un vil y pérfido traidor vino a galantearme, y con promesa de casamiento me hizo la mas infeliz de todas las mujeres” (Diario, 24 feb, 1791). En la noticia se muestra a los seductores que facilmente podian ser presa de la venganza femenina o retados a duelo por algiin varén que quisiera limpiar la honra de una dama. La © Es muy importante para nuestra reflexién el trabajo pionero de Pablo Macera “Sexo y coloniaje”. En Trabajos de Historia. Vol. IT. Lima: INC, 1974. a? apelacién al duelo para defender el honor femenino es particularmente significativa, pues se convierte en una forma tradicional de control social, comtinmente aceptada, para evitar las relaciones firera del matrimonio. La prensa buscaba normar de esta manera el comportamiento sexual de hombres y mujeres, orientandolo hacia la vida conyugal. Ademias, hay que considerar queel honor masculine también se media en funcidn del honor femenino. Por ello, los hombres no estuvieron al margen de estas ensefanzas. En los periddicos se lanzaban constantes advertencias a los seductores de las jévenes, como la que sigue a continuacian: “Que el que trata con doncellas, logre divertirse con ellas, bien puede ser. Mas despues de diverticlo, deje de ser marico, no puede ser” (Diario, 2 en. 1791). Las advertencias a los donjuanes y libertinos continuaban diciendo que ”..a falsa maxima recibida de los libertinos, que aquella que fue liberal de sus ultimos favores con uno, puede franquearlos a mil” (Diario, 24 feb, 1791). Esta vocacién de normar los comportamientos femeninos y masculinos se extendia a toda la sociedad, como se evidencia en la publicacidn del Bando en el que se orcenaba la separacién de los baiies publicos de hombres y mujeres (Diario, 16 feb. 1791). Esta disposicién se debia a los cotidianos desérdenes que se generaban entre ambos sexos, y que se pretend{a evitar a través de la diferenciacidn de los espacios.En este sentido, son significativas las alusiones a las enfermedades wenéreas. En una disertacion se mencionaba que: "Del mal venereo en particular sabemos que se comunica, y tenemos demasiadas ejemplos de nifios, que desde su nacimiento han sida victimas de la vida licenciosa de sus Padres” (Mercurio, IX, 29 dic. 1793), Tanto: es asi que se publicé en el Mercurio una receta para enfermedades venéreas (Mercurio, X, 6 feb. 1794). Desde una esfera laica y ptiblica, el periédico intervenia en la vida privada, en la vida intima de hombres y mujeres, apelando a su racionalidad, a sus convicciones religiosas; pero también, a sus creencias morales, a sus temores, a su sensibilidad. 378 La sublimaci6n de Ja sexualidad en la imagen de la joven limefia iba de la mano con el deseo expreso de normar su recato a través del pudor o la verguenza. Esto ultimo no sélo protegia ala mujer de los asaltas de los hombres, sino también servia para contener los desbordes propios de la naturaleza femenina. En contraste con el recato de la limea criolla, la mujer negra estaba asociada a la sexualidad. Esto se debia a sus rasgos fisicos segtin laargumentacién tacista de la época. Por eso, en mas de un pasaje, se la presenta como objeto de deseo sexual.'* Esta imagen iba acompafiada siempre del cuestionamientoen tornoa su moralidad Ademés de la diferenciacidn socio-racial, esta visién se debia ala importancia que daba el pensamiento ilustrado al factor climatico y su influencia sobre el ser humano, que hacia mas recatadas a unas mujeres y mas liberales a otras. Losescritos sobreel cuidado que las mujeres debian tener de su honor no se refieren exclusivamente a las jovenes. Las viudas constituyen otro de los personajes a los que se dirigié una prensa con funcién dacente. Se enfatizé la posibilidad de que la viuda encuentre consuelo en diferentes hombres convirtiéndose en una mujer de mala reputacién. Frente a este problema los periédicos postularon diversas alternativas. Cuando se menciona que las negras eran intitiles para el servicio doméstico se propone que las vidas se desemperien coma amas de llaves o amas de leche, “por no quedar expuestas a la debilidad del sexo, y asegurar asi su reputacién y subsistencia” (Diario, 14 abr. 1791). Asimismo se comentaba que la madre viuda debia dedicarsea sus hijos “sin que la seduccién triunfase de su wirtud y la desviase de sus oficios” (Mercurio, X, 16 feb. 1794). Paraejemplificar la maxima expresign de estos principios de castidad y honra, se aludia a la imagen de las santas y monjas. En el Diariode Lint, es patente la figura de Santa Rosa que se pone de manifiesto.a través cle noticias sobresu canonizacién, los milagros La imagen de la mujer negra no varié sustancialmente en el siglo XIX, par el contrario, su figura siguid asociéndose al plano sexual y era percibida como mujerescandalosa. Patricia Oliart. “Temidosy despreciacdos: Raza y génerven larepresentacion de 1as clases populares limenias en la literatura celsigio XIX”, En Narda Henriquez y Maruja Bartig (Ed.) Otras Pieles. Género, Historia y Cultura. Lima: PUC, 1995, 379 que realiz6 y las fiestas Ilevadas a cabo en su honor. Es asicomoel periédico limefio expresaba que Santa Rosa era “una de las mas prodigiosas mujeres quehan visto los siglos pasados y verdn.acaso los venideros” (Diario, 12-15-20 abr. 1791), elevandola al papel de modeloejemplar de mujer. Ademds, los criollos encontrabanensu figura un elemento pata la construccién de una identidad propia En oposicién a esta imagen, aparece la mujer de mala vida que lleva al extreme la idea de que el sexo femeninoes|a fuente del pecado, instrumento de la lujuria y de los placeres de la carne. Su apariciénenel discurso periodistico es interesante porque permite apreciar cémo el mito de la mujer devoradora cobra realidad a través de la prostituta, en la que el pudor no habria podido poner freno a la insaciabilidad propia de su sexo, De acuerdo con la visién de la época: “En la sexualidad de la mujer, la naturaleza se permite desbordes. El sexo Iamado débil tiene deseos ilimitados, tiene una actividad devoradora que, endeterminadosclimas, se expande tan amenazadoramente que, para tranquilidad ¥ paz de todos, los hombres ... encierran a sus mujeres”. Es por ello que Ignacio de Lequanda, en el “Discurso sobre el destino que debia darse a la gente vaga en Lima”, afirmaba que “Nadie duda que la reclusicn de estas mujeres contribuye a conservar las buenas costumbres” (Mercurio, X, 23 feb. 1794). Este ilustrado sefialaba que cuando las mujeres se hallaban en una situacién econdmica lamentable se empleaban en “los oficios mas indecorosos” y hacian en la sociedad “el papel mas despreciable y criminal” (Mercurio, X, 16 feb. 1794). La prostitucién se daba entre las negras, indias, mestizas y mulatas, as{ como entre las espafiolas. Si bien el comtin denominador en todas ellas era ser mujeres de mala vida, se remarcan las diferencias por su extraccién social y racial. En el caso de las primeras son vistas como un “gremio menos honesto, que estando de ellas mas distantes las leyes del pudor, sonde genios més libres y desenvueltos”. Mientras que las espafiolas pasaban “de la vida inocente ala vida licenciosa: pero atin en ella vive la mayor parte con recato y sin escdndalo”. * Michele Crampe-Casnabet. “Las mujeres en las obras filosdficas del sigle aes En G. Duby y M. Perrot. Op. cit. p. 86. 380 A nivel de las prostitutas se mantenja la jerarquizacién socio— racial. Asimismo, aparece una clara separacién y discriminacién de estas mujeres en el conjunte social. En una noticia procedente de la Gaceta de Linta se relataba que se habia decretado en Francia que todas las mujeres pidieran cédula de civismo, las que lo merecieran llevarian la escarapela nacional, mientras que a las de mala vida no se les concederia el derecho de portar este distintivo (Gaceta, N° 13, 19 abr. 1794, p. 232). Como veiamos, el honor femenino constituia un fuerte valor que cohesionaba a la sociedad en su total aceptacién. Cuando se describia en la Gacete la violencia de los revolucionarios franceses, para desprestigiar ala revoluci6n, aparecia la mujer ofendida en su pudor. En la ciudad de Poperinque, por ejemplo, habian obligadoa todas las mujeres del lugar a despojarse de su ropa en medio de la calle, haciéndolas quitarse hasta el calzado y las medias (Gaceta, N° 22,14 jun. 1794). Peor atin, las noticias insistian en el ultraje perpe- trado a la Reina antes de su muerte, concluyendo el articulo que «no bastando a sus verdugos quitarle la vida, sino también la honra» (Gaceta, N° 11, 11 abr. 1794). Con el fin de acentuar la naturaleza cadtica y violenta de la revolucién, en el periédico se presentaba ala soberana ajusticiada, violada, ofendida en su pudor. De este modo, apreciarian los lectores cémo en un contexto revolucionario, donde se habia dado la inversion del orden, no se respetaba ni la vida nila honra de las mujeres. Esto a pesar de tratarse de principios tan caros a toda sociedad civilizada. Este entonces, era un argumento sélido para la propaganda contrarrevolucionaria. Belleza y seduccién En los periédicos encontramos el énfasis en el tratamiento del tema de la belleza, aspecto central en la configuracién de la imagen femenina. En este sentido, resulta significativa la generalizada denominacién de “bello sexo” utilizada en esta época y en la centuria siguiente para referirse al género femenino, lo que revela como el atributo de belleza era considerado propio de las mujeres. En efecto, un redactor del periddico expresaba que: La hermosura es la excelencia como privativa desu sexo, llamado por antonomasia el hermoso” (Mercurio, IV, 19 abr. 1792). 381 Por ello, el tema de la belleza femenina fue materia de atencién de parte del diseurso ilustrado. En el periodismo de la época aparecen numerosos comentarios sobre este tépico. Un articulo estaba dedicado a presentar las “Ideas que tienen los diferentes pueblos sobre la hermosura", dondese ponia de relieve el aspecto cultural de las diversas concepciones de belleza (Diario, 9 en. 1791). De acuerdo con el texto, las groenlandesas gustaban llevar el cabello largo, las mujeres de las Islas Marianas lo blanqueaban y las judias le echaban polvo de oro. Las mujeres de Florida se pintaban los ojos mientras que las griegas y romanas se bruftiancomolasturcas. Las chinas tratabande mantener pequefios sus ojos y sus pies como sefial de belleza. Almargen deestas reflexiones sobre la naturaleza de la belleza fernenina, esta era percibida como una forma de poder y en ese sentido era reverenciada al mismo tiempo que temida. En principio, la belleza daba a su poseedora un poder inusitado y tremenda sobre elhombre, lo cuales resaltado enel discursoilustradoa cadainstante. Entonces, se considera que “El principal patrimonio que constituye el esplendor y la opulencia de la mujer, estriba en el dominio que disfruta comunmente sobre el varén” y su hermosura la que “forma los grillosconqueaprisiona y sujetaladignidaddel varén” (Merctirio, X, 1794). Pero, esta no era la tinica dimensién del misterioso poder quedabaa las mujeressubelleza. En una “Carta dirigida a una mujer hermosa” se le reprueba por comportarse como una tirana que perdia de vista lo justo y lo honesto, pues no iba a Ja Iglesia para adorar a quien le habia dado la belleza, sino para usurparie las adoraciones. Se les tilda a estas mujeres de “heresiarcas que merecen Jos rayosdela venganza divina” (Dieric, 13jun. 1791). De acuerdo con Veronique Nahowm-Grappe, el poder de la belleza funciona en el breve lapso de la percepcion estética y se convierte en el centro de atencién que atrae las miradas. Es por ello que la mujer bella rivaliza con las instancias de poder como el trono y el altar. En este sentido, la belleza corporal amenaza la jerarquia, pero es una advertencia puramente formal que seesfumacon la desaparicién del objeto. Sin embargo, formal y momentanea, la belleza femenina seguia siendo una advertencia a otras formas de poder. "Veronique Nahowm-Grappe. “La estdtica gmascara tctica, estrategiaoidentidad icada?”. En G. Duby y M. Perrot. Op. elt. p. 123. 382 Este temor a la belleza femenina no era nuevo, pero se mezelé conotras tradiciones culturales. En efecto, durante la Edad Media se manifesta un temor a la hermosura femenina y el poder que ésta daba a las mujeres sobre los hombres, Mientras que, enel Renacimiento, la belleza femenina era concebida como signo exterior de una bondad interior e invisible. En consecuencia, la fealdad era asociada con la inferioridad social y el vicio.'” El Siglo de la Ilustraci6n va a ser heredero de estas dos tradiciones, exaltando el ideal de belleza femenina y criticando la fealdad de las mujeres a través de la burla y diatriba. Un ejemplo muy claro es el de la “Carta de la Sociedad de los Feos”, en la cual el editor comenta que los asociados han tenido siempre en tanta estimacién al otro sexo, que estan prontos a admitira las damas, peroninguna se ha acercado aunque “en el dia abundan més las fealdades y defectos en las mujeres queen los hombres” (Diario, 22 feb. 1791). Laexaltaciondel ideal de belleza femeninoerael de lajoven. Por ello, la mujer anciana era mal vista porque habia dejado atras su belleza y su juventud. Se advertia a la muchacha que iba a perder su hermosura cuando envejeciera (Diario, 14 jun. 1791) y que si quedaba soltera iba a ser mas cuestionada, pues la anciana soltera era totalmente marginada (Diario, 3 en. 1791). En general, existia una imagen negativa de la vejez, pero en particular, de la vejez femenina. Enlaprensa ilustracla, destacaen especial la belleza atribuida a la mujer limena, llegandose a afirmar que las jovenes de Lima eran de una hermosura igual 0 superior a aquella de las mujeres pertenecientes a otras culturas y razas (Mercurio, I, 6 marz. 1791) Habia una intenci6n de propagandizar la belleza limefa, considerada prototipo de la peruana, seguramente con el objetivo de realzar la imagen de la mujer criolla sobre todo frente a la europea. Asimismo, se trataba de difundir en la prensa una imagen criolladela mujer, donde la limena reflejaria unestereotipo centralista frente al de las provincias. Se destaca, entonces, la imagen de la excepcional belleza de la limefia con su coqueteria caracteristica, orientada ala consecucién de un esposo. En efecto, el eje central de la vida de esta mujer seria la busqueda de un Sara F. Matthews. ” El cuerpo, apariencia y sexualidad”. En G. Duby y M. Perrot. Op. cit, p. 78. 383 marido, lo que la Weva a desplegar todas sus habilidades para seducir al hombre, pero sin perder el honor.” Este discurso reivindicatorio de la belleza femenina local es comprensible en funcién del nacionalismo criallo presente en el discurso ilustrado peruano, que buscaba hacer frente a las severas criticas de la realidad americana esgrimidas por los autores europeos. El deseo de resaltar su hermosura iba de la mano con la propaganda que se hacia de su habilidad para seducir. La mujer era objetodeenfoques ambiguos dentrodel pensamiento ilustrado.Una vez destacada su belleza, su encanto, ese irresistible atractivo que ejerce sobre el otro, los textos insisten sobre su pusilanimidad, su debilidad y su coqueteria, todas ellas cualidades que en lo fisico y lo moral seconfunden.” Deesta manera, la prensa ofrecia descripciones detalladas de cémo esta mujer se paseaba coquetamente en los lugares ptiblicos como la Alameda (Mercurio, I, 13 en. 1791). La limefia era una mujer que gustaba mantenerse bella, bien vestida y con una agitada vida social que incluia desde los toros, rodeos y fiestas hasta las festividades religiosas. Era una mujer que ejercia su dominio sobre el hombre. Sin embargo, dependia de él, pues existia un consenso de que la mayoria de mujeres vivian bajo el asilo y la proteccién de sus padres, maricos o parientes (Mercurio, X, 16 feb. 1794). Lajoven casadera resalta en los periddicos limeftos porsu gran belleza y su destreza para coquetear y seducir al hombre, quien de esta manera vive bajo una constante amenaza. A ello se debe que encontremos en los periédicos la recurrencia del tema de la capacidad de seduccién de las mujeres. En efecto, se enfatiza como a través del arte de Ja seduccién las jovenes limeias enamoraban a los hombres y se convertian em duefias de su voluntad. Es mds, se menciona el hecho de que seducian haciendo “abuso de su belleza” (Diario, 14 jun. 1791). Existia por tanto la opinién de que las limefas ejercian su poder sobre el hombre por medio de sus atributos fisicos, que realzaban a través del vestido y el maquillaje * La imagen dela criolla limena de los periddicos de fines del XVI se asemeja, en Io fundamental, al estereotipo de limeita caracterizado por Patricia Oliart, “Poniendo a cada quien en su lugar...” Op. ctl. ™ Michele Crampe-Casnabet. “Las mujeres en las obras filosdficas del siglo XVII". En G. Duby y M. Perrot. Op. cit. p-85. 384 Vestimenta y maquillaje Al lado del ideal de belleza, clro tépico recurrente en la caracterizacién de la mujer era la vestimenta. Se evidencia una dara diferenciacién en el atuendo femeninoy el masculino, siendo este campo dominio privilegizdo de la mujer, quien buscaba indumentarias para verse bella y femenina. Por eso, losintentosde las mujeres por llevar pantalones eran mal vistos porque iban contra el orden natural y, en consecuencia, contra la jerarquia social. Ese era el caso de las revelucionarias francesas que vestian pantalones o calzones largos a semejanza de los sans-cullottes (Gaceta, N° 22, 11 jun. 1794, p.298). El hecho de que las mujeres vistieran prendas masculinas era otra de las evidencias de Ja total inversién del orden natural y social que habia provocado la Revolucion Francesa. Hay un gran interés por la vestimenta que se pone de manifiesto a través de los articulos que hablan, en general, del gusto y la moda en el vestir de las mujeres (Semanario, N° 3,4, 12,13). Asimismo, encontramos noticias dedicadas a describir las piezas del atuendo femenino como el puchera de flores, cuya especificacién es ofrecida por los mercuristas a raiz del pedido ce un lector interesado en el tema. “El fondo principal de pucherode flores es unamanzanita al tamafio de la nuez, un palillo, uno o dos capulies, igual numero de cerezas, y el azahar de naranja agria: puesto todo sobre una hoja de platano... salpicadas encima las flores de manzanilla, del aleli amarillo, de las violetas, la aroma, la margarita, sobre lo cual se pone una rama pequeiia de albahaca... otra del choclo, que trae una flor entre morada y blanca, tal vez una vara de jacinto, una rama de junco, cuyas flores son amarillas entre hojas blancas, y una frutilla pequefia ... todo lo que es roseado con una agua de olor..” (Mercurio, IIL, 18 set. 1791) Otra de las piezas mas importantes del atuendo utilizado por las limefas fue el faldellin, que es mencionado en varias oportunidades. 385 "Un faldellin de los ricos Vale siempre en Bodegones Incluyendo guarniciones Y los diez pesos de hechura; Y a pesar de su estructura Que parece teatral, Su salero lo hace tal, Que realza la hermosura™ (Mercurio, 1, 6 marz. 1791) Del mismo modo se mencionan los grandes aros portados por las mujeres de la capital (Diario, 8 feb. 1791). Estas referencias aparecen muchas veces en forma de poemas dedicados a ensalzar Jas piezas del vestuario femenino y se enfatiza que son prendas de factura local, especificamente limenas, locual estaria reflejando la construccién de una identidad criolla a través del vestuario. Los mencionados articulos periodisticos cumplian también con el objetivo de propagandizarel uso de estas prendas entre el publico fomenino. Noen vanose hacia menciénde donde eran adquiridas, el precio al que ascendian los modelos que se podian comprar ¥ la forma en que debian ser llevados. Este interés pordifundir la vestimenta femeninasedebia,entre otras cosas, a que durante el siglo XVIIfel papel de las mujeres como consumidoras se ve consolidado. Los Borbones dan un nuevo

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