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Costa Rica presentó la solicitud de opinión consultiva con el fin de que el Tribunal se
pronuncie sobre: a. “[L]a protección que brindan los artículos 11.2, 18 y 24 en relación con
el artículo 1 de la CADH al reconocimiento del cambio de nombre de las personas, de
acuerdo con la identidad de género de cada una”. b. “[L]a compatibilidad de la práctica que
consiste en aplicar el artículo 54 del Código Civil de la República de Costa Rica, Ley no 63
del 28 de setiembre de 1887, a las personas que deseen optar por un cambio de nombre a
partir de su identidad de género, con los artículos 11.2, 18 y 24, en relación con el artículo
1 de la Convención”. c. [L]a protección que brindan los artículos 11.2 y 24 en relación con
el artículo 1 de la CADH al reconocimiento de los derechos patrimoniales derivados de un
vínculo entre personas del mismo sexo”.
Costa Rica presentó a la Corte las siguientes preguntas específicas: 1. “Tomando en
cuenta que la identidad de género es una categoría protegida por los artículos 1 y 24 de la
CADH, además de lo establecido en los numerales 11.2 y 18 de la Convención ¿contempla
esa protección y la CADH que el Estado deba reconocer y facilitar el cambio de nombre de
las personas, de acuerdo con la identidad de género de cada una?”; 2. “En caso que la
respuesta a la anterior consulta fuera afirmativa, ¿se podría considerar contrario a la CADH
que la persona interesada en modificar su nombre de pila solamente pueda acudir a un
proceso jurisdiccional sin que exista un procedimiento para ello en vía administrativa?”; 3.
“¿Podría entenderse que el artículo 54 del Código Civil de Costa Rica, debe ser
interpretado, de acuerdo con la CADH, en el sentido de que las personas que deseen
cambiar su nombre de pila a partir de su identidad de género no están obligadas a
someterse al proceso jurisdiccional allí contemplado, sino que el Estado debe proveerles
un trámite administrativo gratuito, rápido y accesible para ejercer ese derecho humano?”;
El sexo, así como las identidades, las funciones y los atributos construidos socialmente que se
atribuye a las diferencias biológicas en torno al sexo asignado al nacer, lejos de constituirse en
componentes objetivos e inmutables del estado civil que individualiza a la persona, por ser un
hecho de la naturaleza física o biológica, terminan siendo rasgos que dependen de la
apreciación subjetiva de quien lo detenta y descansan en una construcción de la identidad
de género auto-percibida relacionada con el libre desarrollo de la personalidad, la
autodeterminación sexual y el derecho a la vida privada. Por ende, quien decide asumirla, es
titular de intereses jurídicamente protegidos, que bajo ningún punto de vista pueden ser objeto
de restricciones por el simple hecho de que el conglomerado social no comparte específicos y
singulares estilos de vida, a raíz de miedos, estereotipos, prejuicios sociales y morales carentes
de fundamentos razonables. Es así que, ante los factores que definen la identidad sexual y de
género de una persona, se presenta en la realidad una prelación del factor subjetivo sobre sus
caracteres físicos o morfológicos (factor objetivo)
Sobre el fallo:
El presente caso presenta una tensión extrema de valores y principios, que puede
sintetizarse provisoriamente de la siguiente manera: (a) se ha cometido un crimen de lesa
humanidad y se sigue cometiendo hasta la fecha dada su naturaleza permanente; (b) el
Estado tiene el deber de sancionarlo, pero al mismo tiempo no es ajeno a su comisión y a
la demora de tres décadas en penarlo y en quebrar su continuidad; (c) el paso del tiempo
ha producido efectos en todas las víctimas y la persecución a ultranza del crimen puede
acarrear lesiones al derecho de la presunta víctima secuestrada de carácter irreparable, y
(d) la no investigación del crimen puede lesionar el derecho legítimo a la verdad de las
otras víctimas, que son los familiares del secuestrado y deudos de sus padres.
Lo que se halla en juego conflictivo en la causa y en el punto que incumbe decidir,
es la autonomía de voluntad de la víctima presuntamente secuestrada y el derecho a
la verdad de los supuestos familiares biológicos
La garantía protegida en el caso de quien, siendo adulto, se niega a una extracción de
sangre, es la autonomía en la esfera de la individualidad personal protegida por el
artículo 19 de la Constitución Nacional.
Es innegable que la primera víctima de una desaparición forzada es el propio
desaparecido. Este es un ser humano y todo ser humano es persona y, como tal, goza de
autonomía moral, decide en conciencia acerca de lo bueno y de lo malo, tiene capacidad
axiológica y su decisión debe ser respetada, por ser claramente legítima a la luz de los
dispositivos de la Constitución Nacional no modificados por la incorporación de los tratados
en el inciso 22 del artículo 75 y por el contenido de éstos mismos tratados, cuya síntesis
máxima es el artículo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos
Más allá de todas las normas que incuestionablemente, sea desde la ley nacional como de
la internacional, obligan a relevar su condición de sujetos pasivos del delito (los familiares
de las victimas), el más elemental sentido ético implícito en el principio republicano de
gobierno, impone al Estado el reconocimiento de esta condición y la satisfacción de su
reclamo
Conforme a lo expuesto el conflicto a resolver se suscita entre los derechos igualmente
legítimos de dos categorías de sujetos pasivos: los de la supuesta víctima secuestrada y
los de sus supuestos parientes biológicos.
El respeto al derecho a la verdad de la presunta familia biológica no requiere
necesariamente que la otra víctima (secuestrada) cargue con todas las consecuencias
emocionales y jurídicas del establecimiento de una nueva identidad formal o jurídica;
bastará con que la familia biológica sea informada de la identidad y de ese modo se ponga
fin a la búsqueda de décadas y termine la comisión del delito, pues en caso que la prueba
resultase indicadora del vínculo, la verdadera identidad se hallará materialmente
establecida y la supresión habrá cesado, sin que para ello tenga relevancia alguna que la
otra víctima la haga o no valer en derecho.
Satisfecho el derecho a la verdad de la presunta familia biológica, serían los sentimientos y
conciencia de todos los lesionados por el crimen contra la humanidad los que les
señalasen su camino futuro en la vida, sus encuentros y desencuentros personales, sin
interferencia coactiva alguna de la jurisdicción
COMENTARIOS
Mediante la Ley 26.549, se incorporó el artículo 218 bis al Código Procesal Penal de la Nación,
que faculta al juez a ordenar la obtención de ADN del imputado o de otra persona, cuando
ello fuere necesario para su identificación o para constatar circunstancias de importancia para la
investigación. Para tales fines, la norma permite mínimas extracciones de sangre, saliva, piel,
cabello u otras muestras biológicas, según las reglas del saber médico, y siempre no haya riesgo
para la integridad física de la persona
Cuando el ADN tiene que obtenerse de la presunta víctima del delito, la medida se debe practicar
teniendo en cuenta esa condición, para evitar su revictimización y resguardar sus derechos. A
tales fines, la norma prevé que si la víctima se opone a las extracciones, el juez puede ordenar
secuestrar objetos que contengan células ya desprendidas del cuerpo
CASO L., G. A
Desde antes de la sanción de la LIG, en la doctrina constitucional se hacía referencia al
“derecho a la identidad sexual” como derecho no enunciado, abarcado por el derecho a la
privacidad en su dimensión amplia. Al respecto, se definía a la “identidad sexual” como el
derecho a “ser el que sexualmente es”, en la propia mismidad de la personal.
Se planteaba que el derecho (objetivo) no podía dar la espalda a cuestiones vinculadas a
la identidad sexual, como las cirugías de cambio y adaptación de sexo, y la rectificación de
los registros de las personas. Y por otro lado, debía evaluar qué conductas realizadas en
ese ámbito pertenecen a la privacidad, y cuáles admiten la injerencia del Estado y de
terceros
Sobre el fallo:
Se queja el recurrente de que la juzgadora hubiere supeditado el cambio del prenombre
registral a la previa operación quirúrgica de reasignación genital y se agravia también de
que se hubiere ordenado poner nota marginal de la rectificación en la partida de nacimiento
en vez de que se enmiende el error y se expida una nueva partida de nacimiento.
Aduce ahora haber solicitado en su demanda no sólo la autorización para intervenirse
quirúrgicamente para su reasignación genital, sino también el cambio registral del
prenombre en modo concomitante y no accesorio ni dependiente de aquélla, y aclara que
si bien tiene intención de practicarse la reasignación sexual, a los fines de la intervención
desea esperar debido a motivos personales que se vinculan con su autonomía como
paciente
El sexo es una conjunción de todos esos elementos, en tanto el ser humano es cuerpo y
mente, psiquis y soma, y si bien es cierto que en la mayoría de los casos son claros, hay
muchos en los que la naturaleza no es indubitable y se presenta una discordancia entre el
sexo biológico y el de género dando lugar a lo que se ha llamado transexualismo
Y tal lo que acontece en el caso, en que resulta que las facultades mentales de H. L.
G., encuadran dentro de la normalidad psicojuridica, revistiendo la forma clínica de
transexualismo genuino, según emana del dictamen del Cuerpo Médico Forense
La carencia de una normativa expresa referida a la reasignación de género, no significa un
obstáculo sino un vacío del ordenamiento jurídico que debe ser atendido según los
principios generales del derecho y las circunstancias del caso (art. 16 del Código Civil).
No se desconoce que la rectificación del acta de nacimiento del sujeto transexual
producirá efectos posteriores relativos tanto al derecho privado, (como ser en orden al
matrimonio, adopción, posible inseminación artificial, etc.) como al derecho público, sea en
el ámbito penal, (alojamiento en penal de mujeres, reincidencia de eventuales delitos
cometidos con su sexo de origen para la cual en el pedido de antecedentes policiales
habrá de hacerse constar el sexo y nombre de origen como así también la nueva identidad,
etc.), como en el ámbito laboral (previsiones de la ley 20.744 como ser el derecho a una
jornada especial de trabajo (art. 174 ), a no ser sometida a tareas penosas, peligrosas o
insalubres y también en el ámbito previsional
A los fines de resguardar el orden público y no vulnerar derechos de terceros, la
modalidad que se adopte en sede judicial para inscribir la reasignación de sexo, no
debe alterar sustancialmente el sistema registral, ni debe ocultar la verdad histórica.
No procede la nulidad del asiento registral porque no se dan las causales que
determinarían su invalidez como en los supuestos de vicios estaciónales del
instrumento, toda vez que no ha existido error en la inscripción original, siendo la
rectificación aquí reconocida consecuencia posterior a la reasignación sexual, que,
aunque cree una apariencia de pertenencia a un sexo distinto del genético, no lo
borró ni lo hizo desaparecer para el pasado.
La solución que se vislumbra como la más viable es la de mencionar la evolución en el
status de la persona, debido a los cambios producidos en su sexo aparente, lo que
denominamos identidad de género, y no obstante, darle la posibilidad de conseguir
documentos que no revelen indiscriminadamente su anterior situación
Se inmoviliza así la original, debiendo el oficial público levantar en el libro de nacimientos
ordinarios, una nueva Partida de Nacimiento, como si se tratase de una inscripción tardía,
señalando la fecha real del nacimiento, lugar de ocurrencia, la filiación paterna y materna,
el actual nombre y el nuevo sexo
En resguardo del principio del valor seguridad jurídica, la adopción de este sistema atiende
no sólo al interés público, sino que además refleja la situación real de la persona, y
preserva el derecho a la intimidad del transexual.
Se resuelve: Modificar el decisorio apelado sólo en lo que se refiere a la forma de
registración de la partida de nacimiento, la que deberá ajustarse a lo dispuesto en el
considerando que antecede y confirmarlo en lo demás que decide.
COMENTARIOS
La Ley de Identidad de Género 26.743 no exige la reasignación sexual que los pronunciamientos
judiciales previos exigieron como requisito para la rectificación de los documentos. En efecto, la
Ley adscribe al paradigma que relaciona la identidad de género con la autopercepción y no con la
genitalidad. Y en segundo lugar, la norma vigente no exige la intervención judicial sino que es
suficiente con un trámite administrativo ante el Registro correspondiente, con la sola solicitud de
la persona mayor de 18 años. En cuanto a los menores, la norma se condice con el principio de
capacidad progresiva del Código Civil y Comercial, por lo que la solicitud debe ser efectuada a
través de sus representantes legales, y con expresa conformidad del menor, teniendo en cuenta
dicho principio y el interés superior del niño/a. Asimismo, la persona menor de edad debe contar
con la asistencia del abogado del niño, y si alguno/a de sus representantes legales se negare a
dar el consentimiento, o fuere imposible obtenerlo, se puede al juez/a para que resuelva, teniendo
en cuenta los principios enunciados