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MELiSSA: del espacio a la huerta

El encuentro con un equipo de la Agencia Espacial Europea, también inspiró a la


empresa mientras investigaba el desarrollo de un servicio inteligente que ayudara a
los horticultores a mejorar la fertilización en la Tierra. El proyecto Sistema
Alternativo de Soporte Microecológico para la Vida -MELiSSA (Micro-Ecological Life
Support System Alternative) por sus siglas en inglés- desarrolla un sistema de soporte
vital ‘cerrado’, en el que todos los recursos se reutilizan y reciclan para satisfacer las
futuras necesidades de los humanos en largas misiones previstas, o no, a la Luna y
Marte. De este modo, por ejemplo, la totalidad de los residuos orgánicos y el dióxido
de carbono obtenido como subproducto debería convertirse en oxígeno, agua y
alimentos.

En los albores de la agricultura espacial


Así, la empresa construyó un sistema cerrado en el que las plantas de tomate y
pimiento recibirían dosis de 16 minerales y empezó a estudiar la correlación entre el
consumo de cada mineral y su crecimiento. A partir de estos experimentos y de los
resultados obtenidos al cultivar verduras en entornos cerrados y controlados como si
se tratara del espacio exterior, la empresa desarrolló un plan para horticultores
con el objetivo de maximizar el crecimiento y rendimiento mediante el uso
riguroso de fertilizantes.
Queda mucho por ver en el desarrollo de este campo, sin embargo, quizá más
pronto que tarde, es posible que seamos testigos del crecimiento de frutas y
hortalizas en ausencia de gravedad. Un paso sin duda indispensable si un día
queremos llegar a establecer una colonia en el planeta Rojo. El espacio para el
escepticismo es evidente, sin embargo, ya nos lo creímos una vez y pisamos la
Luna. Y del mismo modo que aquel viaje dio lugar a múltiples avances que nos
hicieron la vida más fácil, el desarrollo de la tecnología necesaria y el empeño
científico al efecto, como es el caso, sigue apuntando en la dirección adecuada.

MELiSSA: del espacio a la huerta


El encuentro con un equipo de la Agencia Espacial Europea, también inspiró a la
empresa mientras investigaba el desarrollo de un servicio inteligente que ayudara a
los horticultores a mejorar la fertilización en la Tierra. El proyecto Sistema
Alternativo de Soporte Microecológico para la Vida -MELiSSA (Micro-Ecological Life
Support System Alternative) por sus siglas en inglés- desarrolla un sistema de soporte
vital ‘cerrado’, en el que todos los recursos se reutilizan y reciclan para satisfacer las
futuras necesidades de los humanos en largas misiones previstas, o no, a la Luna y
Marte. De este modo, por ejemplo, la totalidad de los residuos orgánicos y el dióxido
de carbono obtenido como subproducto debería convertirse en oxígeno, agua y
alimentos.

En los albores de la agricultura espacial


Así, la empresa construyó un sistema cerrado en el que las plantas de tomate y
pimiento recibirían dosis de 16 minerales y empezó a estudiar la correlación entre el
consumo de cada mineral y su crecimiento. A partir de estos experimentos y de los
resultados obtenidos al cultivar verduras en entornos cerrados y controlados como si
se tratara del espacio exterior, la empresa desarrolló un plan para horticultores
con el objetivo de maximizar el crecimiento y rendimiento mediante el uso
riguroso de fertilizantes.
Queda mucho por ver en el desarrollo de este campo, sin embargo, quizá más
pronto que tarde, es posible que seamos testigos del crecimiento de frutas y
hortalizas en ausencia de gravedad. Un paso sin duda indispensable si un día
queremos llegar a establecer una colonia en el planeta Rojo. El espacio para el
escepticismo es evidente, sin embargo, ya nos lo creímos una vez y pisamos la
Luna. Y del mismo modo que aquel viaje dio lugar a múltiples avances que nos
hicieron la vida más fácil, el desarrollo de la tecnología necesaria y el empeño
científico al efecto, como es el caso, sigue apuntando en la dirección adecuada.

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