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1 UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO

2 ESCUELA DE POSGRADO
3 MAESTRÍA EN DERECHO ADMINISTRATIVO
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12 ARTÍCULO CIENTÍFICO

13 EL SENTIDO DE NACIONALIDAD, PATRIOTISMO Y GOBERNABILIDAD, A


14 PROPOSITO DE LA OBRA HISTORIA DE LA CORRUPCION DE WILLIAM QUIROZ

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16 PRESENTADO POR:

17 JAVIER CHATA HUANCA

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19 PUNO, PERÚ

20 2022

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24 EL SENTIDO DE NACIONALIDAD, PATRIOTISMO Y GOBERNABILIDAD, A PROPOSITO
25 DE LA OBRA HISTORIA DE LA CORRUPCION DE WILLIAM QUIROZ
26 THE SENSE OF NATIONALITY, PATRIOTISM And GOBERNABILIDAD, In Relation To THE
27 WORK, TELL THE STORY OF QUIROZ OF WILLIAM's CORRUPTION
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29 Edwin Arturo Chavez Chavez


30 e-mail: chavezedwinarturo@gmail.com
31 Universidad Nacional del Altiplano, Escuela de Posgrado, Maestría en Derecho Administrativo

32 RESUMEN
33 Este trabajo de investigación titulada “EL SENTIDO DE NACIONALIDAD, PATRIOTISMO Y
34 GOBERNABILIDAD, A PROPOSITO DE LA OBRA HISTORIA DE LA CORRUPCION DE
35 WILLIAM QUIROZ”. Cuyo objetivo fue entender cómo interpreta el autor William Quiroz los temas
36 referentes a nacionalidad, patriotismo, entre otros, y esto es una constante preocupación , La
37 investigación tuvo como diseño descriptivo, y para entender el tema se recogió información de diferentes
38 fuentes bibliográficas, “Patriotismo” corresponde a ese conjunto de palabras que se vinculan a la
39 pertenencia, ella se encuentra en el mismo rango de términos que “amistad”, “comunidad”,
40 “nacionalidad” o “ciudadanía”, puesto que sólo pueden pronunciarse cuando se es parte de aquello a lo
41 que refieren: una amistad, una comunidad, una nación, una ciudadanía o una patria. Además, todas ellas
42 suponen un valor, dado que una dimensión importante en tales relaciones es la expectativa de “lealtad”,
43 la cual se encuentra implícita en la práctica de la relación cuando se participa de ella de manera abier¬ta
44 y consciente, así como también cualquiera de esas membresías implica adhesión a la virtud de “lealtad”.

45 Palabras clave: Nacionalidad, Gobernabilidad, Patriotismo.


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47 ABSTRACT

48 This research work put a title to THE SENSE OF NATIONALITY, PATRIOTISM And
49 GOBERNABILIDAD, In Relation To THE WORK, TELL THE STORY OF QUIROZ OF WILLIAM's
50 CORRUPTION. It was to understand whose objective how the author William Quiroz interprets the
51 referent themes to nationality, patriotism, between other ones, and this it is a constant worry, The
52 investigation you had like descriptive design, and information of different bibliographic sources,
53 Patriotismo gathered the theme itself for understanding it corresponds to that set of words that are linked
54 to the possession, she you find yourself in the same range of terms than friendship, community, nationality
55 or ciu dadanía, since only they can pronounce oneself when he is a part of what they refer that: A
56 friendship, a community, a nation, a citizenship or a fatherland. Besides, all of them suppose a value,

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57 granted that an important dimension in such relations is the expectation of loyalty, which finds itself
58 implicit in the practice of the relation when abier informs about her of way itself ta and conscious, as well
59 as adhesion implicates anyone of those memberships to the virtue of loyalty.

60 Key words: Nationality, Gobernabilidad, Patriotism.

61 INTRODUCCIÓN
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63 Más que un libro, el trabajo de Quiroz constituye un verdadero testamento intelectual, la culminación de
64 una obra pletórica de incontables aportes para la historiografía latinoamericana, en la que se destacan
65 trabajos como Deudas olvidadas: instrumentos de crédito en la economía colonial peruana 1750-1820 y
66 La deuda defraudada: consolidación de 1850 y dominio económico en el Perú, investigaciones que han
67 servido de inspiración para la labor de académicos que aún consideran que la historia tiene un papel
68 primordial en el análisis del presente y la construcción de un porvenir más justo, y no como una
69 discipli¬na retórica de la contemplación pasiva de las bondades de un pasado repleto de artefactos y
70 lenguajes o discursos idílicos. Fiel a su legado y tradición, Alfonso Quiroz, poco antes de morir, nos ha
71 legado no solo un libro, sino la obligación moral de efectuar ejercicios similares en el conjunto de los
72 países latinoamericanos azotados por el flagelo de la inequidad, alimentada por la corrupción rampante.

73 Partiendo de la constatación propia del neoinstitucionalismo acerca de la importancia de los arreglos


74 institucionales inestables, como incentivo primordial para la emergencia de prácticas ilegales en el manejo
75 de los fondos públicos para el beneficio particular y para el aumento de los costos de transacción y que,
76 por lo tanto, desestimulan la inversión y generan el deterioro de las condiciones básicas para el desarrollo
77 económico, Quiroz organiza fuentes de carácter cuantitativo y cualitativo que le permiten medir el valor
78 monetario de los fondos desviados como expresión porcentual del pib en el largo plazo e ilustrar los
79 pormenores de los mecanismos de funcionamiento de las redes de corrupción, describiendo
80 detalladamente el papel del gobierno civil, los militares y el sector financiero en el manejo de los sobornos
81 en la construcción de obras públicas y de los mecanismos ilegales en el manejo de la deuda entre 1780 y
82 2000.

83 Con base en lo anterior, Quiroz no solo logró describir las características de los mecanismos empleados
84 para el desarrollo de la corrupción, sino que pudo evaluar su impacto sobre el desarrollo del aparato estatal
85 y el bienestar colectivo en Perú. Para tal fin, el autor da cuenta de cuáles son las variables a analizar para
86 llevar a buen término su ambicioso plan, a saber: determinar la eficiencia del sistema legal para el control
87 de los fondos públicos, constatar los efectos de la corrupción en el diseño de la política económica,

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88 correlacionar el auge económico y las guerras con los ciclos de corrupción, estudiar a fondo las
89 instituciones involucradas, establecer el papel desempeñado por los inversores externos, comprender el
90 desenvolvimiento de las contiendas políticas y escudriñar el papel de los medios de comunicación.

91 El estudio a profundidad de cada una de estas variables permitió que Quiroz estableciera ciclos de
92 corrupción sistémica de carácter orgánico, vinculados con la evolución de las instituciones, el Estado, los
93 marcos legales, los recursos disponibles, los auges exportadores y las redes de corrupción adaptadas
94 (p.35). Además de esto, Quiroz estableció un ciclo de corrupción percibida, de carácter inestable y que se
95 encuentra determinado por la difusión de escándalos, como producto de los medios de comunicación o
96 gracias a las contiendas en un aparato político conflictivo. Así las cosas, a lo largo de la historia de Perú se
97 presentaron siete ciclos de corrupción sistémica, en el interior de los cuales se presentaron ciclos de
98 corrupción percibida.

99 El primero de los ciclos estudiados por Quiroz abarca el periodo colonial tardío, marcado por los malos
100 manejos de los funcionarios reales a favor de sus propios intereses, especialmente los relacionados con la
101 administración de las rentas reales provenientes de la actividad minera. Posterior a ello, se constata que
102 después de la independencia de la república recién fundada, esta heredó las prácticas propias del sistema
103 colonial, caracterizadas por el patrimonia-lismo, en el cual los militares cumplieron un papel
104 preponderante. Un nuevo ciclo de corrupción sería iniciado por la explosión del auge guanero, que se
105 materializaba en una engañosa prosperidad urbana, en donde los costos de la corrupción llegaron a 108
106 millones de soles en 1870, como producto del manejo malintencionado de la deuda pública, los contratos
107 de obras y de la concesión guanera. Entre 1884 y 1930 se presentaría un nuevo ciclo de corrupción,
108 iniciado con la recuperación de la posguerra del Pacífico, marcada por la implementación de medidas para
109 el freno de la corrupción, las cuales serían totalmente abandonadas y malogradas por las prácticas
110 corruptas fortalecidas durante el oncenio de Augusto B. Leguía.

111 La reconstrucción del orden institucional, después del oncenio de Leguía, llevaría a constantes choques
112 políticos que sirvieron de cortina de distracción para los tratos ilegales en las compras de armas y en el
113 manejo de la deuda externa. Entre 1963 y 1989 la corrupción de nuevo reinó. Un ejemplo de ellos se
114 encuentra en los militares y su clásico modelo de gobierno, a través de decretos ejecutivos en donde la
115 ineficiencia y la corrupción llevaron a constantes déficits, de nuevo financiados con sospechosos contratos
116 de deuda externa, costumbres que no fueron ajenas al gobierno populista de Alan García, que dejaría al
117 país sumido en una fuerte crisis económica.

118 El último ciclo analizado por Quiroz no podía ser otro que el registrado entre 1990 y 2000, comandado por
119 el binomio nefasto Fujimori-Montesinos, quienes a través de la cooptación de todas las ramas del poder

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120 público, tras el autogolpe de 1992, gozaron de plenas libertades para hacerse con los fondos públicos en
121 beneficio propio. El trabajo de Quiroz cierra con un interesante modelo para la realización de cálculos
122 estimados del costo histórico de la corrupción en el Perú, el cual es pieza de debate en la actualidad y que
123 fácilmente puede ser empleado para el estudio de otros contextos en América Latina, ya que permite medir
124 el valor monetario de los fondos desviados de los objetivos públicos y de desarrollo, así como intenta
125 discriminar el daño causado por la corrupción en las instituciones que facilitan la estabilidad y la
126 inversión.

127 Solo nos resta decir que para los hispanoamericanos esta obra tiene una gran importancia, ya que el
128 investigador comprometido encontrará en estas páginas un ejemplo a seguir para el desarrollo de estudios
129 similares aplicables a su contexto y el lector desprevenido hallará la historia de su país reflejada en la del
130 Perú, donde el cambio de algunos nombres, lugares y circunstancias hará de la historia narrada en el libro
131 un texto verídico y concordante con la historia propia de cada nación.

132 DESARROLLO

133 La lealtad a la patria como lealtad al hogar familiar con que nos encontramos entre los primeros romanos
134 asume distintos objetos a lo largo de los siglos. (Bravo, 1998) En la misma Roma, para los escritores
135 republicanos como Cicerón, la patria es la “Res-publica” (la cosa pública), mientras que, el Digesto y en
136 las Instituciones del Derecho Romano posterior, se refieren a las dos patrias que afectan a la calidad de los
137 ciudadanos: una, es la “patria sua" o “minor patria” la más local; la otra, la “communitas patria”, más
138 abstracta y pública, la misma Roma. El pensamiento imperial romano es utilizado por la secularización
139 territorial de los estados (inicialmente ciudades-Estado); es entonces cuando la Roma abstracta y legal, la
140 “communitaspatria” se convierte en movible, puede aplicarse igualmente a Venecia, Florencia, París o
141 Londres. En aquel momento, los objetos del patriotismo se expresan en los nuevos Estados territoriales
142 con príncipes paternales. Ser patriota significa ser leal a uno de ellos.

143 Los cristianos rompen con el círculo de la patria local, la “patria sua", y proyectan la idea de patria al
144 mundo futuro, a la “patria celestial’; con tal complementario determinativo la voz asume un alcance
145 supralocal. Tal idea lleva a una triple innovación. Primera, el desbordamiento de los confines de una
146 ciudad o lugar de nacimiento, para asumir un espacio que deja de ser sensorialmente observable. Segunda,
147 el sintagma “patria celestial” hace referencia a un lugar final, al que se va o se ha llegado. Tercera, ese
148 lugar representa un testimonio de unidad. La patria puede ser una y común para todos los hombres . Esa
149 idea de unidad queda aun expresada a fines el siglo XV en la obra de Juan de Lucena, Tratado de Vita
150 Beata (1483), “una ley, una fe, una religión, un rey, una patria, un corral y un pastor es de todos” .

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151 Con el advenimiento del feudalismo, defender a la patria implica también defender las tierras de un señor
152 o de un príncipe local. En este sentido, las relaciones feudales y de vasallaje se convierten en parte integral
153 del argumento patriótico y, a partir del siglo XII, la noción de patria, a menudo se manifiesta en el
154 contexto de la defensa de un territorio. La defensa de la patria es una base clave para llegar a la noción de
155 “guerra justa”. Tal identificación entre guerra y patria se intensifica con la relectura de autores como
156 Cicerón y más tarde con el redescubrimiento de los escritos de Aristóteles.

157 En el siglo XIII, Sto. Tomás de Aquino, aborda el tema del patriotismo en la Cuestión 101 de la IIa, IIae,
158 de su Suma Teológica. Los comentaristas de esta obra toman como punto de referencia el

159 Artículo 3 de esa Cuestión, y reconocen que el Aquinate legitima los auténticos sentimientos patrióticos
160 como deber de bien nacidos. En el santo de Aquino el verdadero patriotismo sólo puede darse dentro de
161 los cauces racionales y afectivos, marcados por la ley natural, la justicia legal y el ideal del bien común,
162 puesto que este último exige, ante todo, el respeto a la vida y a los sentimientos más nobles de los
163 ciudadanos, la convivencia pacífica y el orden social en libertad. Sólo cuando esas exigencias se han
164 cumplido puede afirmarse con razón que la patria es como una segunda madre a la que hay que tributar
165 respeto y proporcionar sustento . Es entonces cuando la afirmación: “Y, por lo tanto, después de Dios, a
166 los padres y a la patria es a quienes más debemos”, alcanza su verdadera dimensión y plenitud .

167 En el Renacimiento, y especialmente en la obra de N. Ma- quiavelo, al prescindirse de los elementos


168 sobrenaturales, la patria se convierte en fundamento de la vida . El Florentino reconoce como el más
169 grande deber y misión del hombre al patriotismo, deber y misión que deja expresado en los Discursos en
170 estos términos: “puede más el amor a la patria que cualquier otro respeto” . Así, la patria pasa a ser el
171 único fin del obrar humano y el fundamento de toda moral .

172 Desde finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna reaparece el principio contenido en el
173 poema de Horacio: “Dulce et decorum est pro patria morí”, cuya secularización y asunción por parte del
174 Estado hace que la idea se contenga en la teoría del Estado por siglos. Con el advenimiento del Estado
175 moderno, aquella idea de los romanos de la “patria communis”, se convierte en sinónimo de Estado. En
176 los primeros tiempos de la modernidad, el Estado es, en cierto sentido, autoridad paterna y el príncipe
177 personifica la idea del Estado. El objeto de lealtad patriótico es al Estado y con él al príncipe, quien
178 personifica la esencia del Estado. Las huellas de esto todavía se pueden observar en escritos de mediados
179 del siglo XVIII en ciertas doctrinas políticas, como el patriarcalismo. Un modelo de tal tipo de
180 interpretación se encuentra en Idea of a Patriot King (1749) de H. St. John, Vizconde de Bolingbroke.

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181 La oposición a este patriarcalismo la llevan adelante los republicanos, quienes absorben el lenguaje
182 patriótico de sus oponentes con el objeto de afirmar que se encuentran luchando por los derechos y
183 libertades del pueblo de la patria, y en consecuencia, por el alma del Estado.

184 Ya a principios del siglo XIX, el lenguaje del patriotismo comienza, aunque a ritmo lento, a transformarse
185 en lenguaje del nacionalismo. Así, el “ismus" de la nación va acaparando y desplazando al “ismus" de la
186 patria.

187 En resumen, las cualidades de la familia local, la comunidad de lealtad, la patria sua y una lealtad jurídica,
188 abstracta e impersonal la patria communis, se mantienen hasta nuestros días como parte del vocabulario
189 del patriotismo. La identificación local comunal implica una lealtad más próxima, un apego y amor por lo
190 familiar. Esta es una de las razones por la cual algunos politólogos contemporáneos afirman que el
191 patriotismo es más una emoción que una idea inteligible. Sin embargo, al mismo tiempo, la lealtad a la
192 abstracción de la ley o del Estado, encarna otro aspecto, el formal, del legado del patriotismo.

193 Formas de patriotismo

194 Como ya hemos dicho unos párrafos más arriba, el redescubrimiento del patriotismo en el campo de la
195 Ciencia Política comienza en la década de los años 80 del siglo XX. Lo hace de la mano del
196 “comunitarismo” y dentro del renovado interés académico de esta corriente de pensamiento por el
197 nacionalismo, el multiculturalismo, la ciudadanía y otras cuestiones de ese tenor. El patriotismo figura
198 entre los retratos de ese conjunto. (Arlotti, 2016)

199 En la discusión contemporánea se expresan una serie de re¬presentaciones de patriotismo, entre las cuales
200 dos son las más importantes: el “patriotismo fuerte” y el “patriotismo moderado”. La versión del
201 patriotismo fuerte sostiene que la lealtad patriótica es la única fuente de cualquier reclamo moral. Su
202 contenido es particular o local. En tal contexto, las lealtades del patriota son a cualquier valor considerado
203 como dominante dentro de la su comunidad o Estado. La principal oposición a esta perspectiva proviene
204 de formas más universalistas. Por cierto, la mayor parte de los escritos recientes sobre el tema pueden ser
205 catalogados dentro de la categoría “patriotismo moderado”, que intenta mediar entre universalismo y
206 localismo.

207 Patriotismo robusto

208 Esta nominación aparece en la Stanford Encyclopedia of Philosophy, en la entrada Patriotism, firmada por
209 Igor Primoratz, en la cual reconoce como el principal exponente de este tipo de patriotismo al
210 representante del movimiento comunitarista Alas- dair Macintyre, sobre todo en las argumentaciones que

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211 desarrolla en su: Is Patriotism a Virtue? (1984). En el trabajo, uno de los reconocimientos iniciales es que
212 en la visión cristiana y en quienes admiten la ley natural tal como la entiende Sto. Tomás es posible ser
213 patriotas y, a la vez, críticos de algunos aspectos de la propia comunidad o cultura .

214 Este autor registra que el patriotismo es “la lealtad a una na¬ción en particular que sólo aquellos que
215 poseen esa nacionalidad pueden poseer” . La característica esencial de la lealtad patriótica es la
216 particularidad frente a la generalidad y la neutralidad ética que defiende la teoría y la filosofía de corte
217 liberal . Es propio del patriota valorar las características particulares de su país como un mérito, que debe
218 ser reconocido y garantizado.

219 El patriotismo, como forma específica de lealtad y virtud, requiere de una moral, una moralidad que se
220 aprende dentro de un modo particular de vida y en las relaciones que se trazan en una comunidad
221 determinada . Por otra parte, es una moralidad que guarda entre sus características la de ser acrítica
222 respecto de las estructuras fundamentales de la vida de la comunidad, es una moralidad que entre sus
223 reglas exige la lealtad incondicional a algunos aspectos de la vida comunitaria . Tal incondicionalidad
224 hace que, en esos aspectos, el patriota rechace el racionalismo crítico .

225 Esa concepción e interpretación de la moralidad es considerada como natural para los hombres, en cuanto
226 somos seres desti¬nados a vivir y desarrollarnos en comunidad.

227 La relación entre comunidad y reglas del orden moral es directa y estrecha. La correspondencia queda
228 establecida por Ma- cintyre en los términos siguientes: “Si me privaran de la vida en esa comunidad (mi
229 comunidad particular), no tendría razón alguna para ser moral.” Y, a punto seguido agrega: “Por lo
230 general, sólo en el seno de una comunidad los individuos se vuelven capaces de moralidad y se mantienen
231 en su moralidad y se constituyen en agentes morales gracias al modo como otras personas les consideran,
232 a lo que le deben y a lo que les debe, y gracias también al modo como se consideran a sí mismos” .

233 Por otro lado, el patriotismo puede ser interpretado como una virtud generadora de acción para las
234 personas o grupos que están integrados por sus relaciones, y tiene como exigencia que la comunidad
235 nacional “no repudiar su propia y verdadera historia o sustituir una historia mayoritariamente ficticia por
236 ella” .

237 El concepto de patria al que adhiere Macintyre tiene como principal característica la de ser un proyecto,
238 esto es, algo que se va construyendo en cierta dirección, que ha “nacido de alguna forma en el pasado y
239 continuado para que surja una comunidad distintivamente moral que personifique una exigencia de
240 autonomía po¬lítica en sus diversas formas organizadas e institucionalizadas” .

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241 Por último, ser patriota, ser parte del proyecto comunitario que significa la patria, no es guardar silencio
242 ante todo lo que políticamente se realiza en ella o tener una permanente actitud acrítica con aquello que
243 realizan los que mandan en ella, puesto que “el gobierno y las políticas de los que ejercen el poder nunca
244 pueden estar exentas de críticas” .

245 Las principales críticas a las que se ha sometido a esta ma¬nera de concebir el patriotismo es que en ella
246 subyace una forma de exclusión y la posibilidad de jingoísmo comunal, posturas asociadas, por lo general,
247 con el belicismo.

248 Patriotismo moderado

249 Las producciones más recientes del patriotismo moderado tienen cuatro variantes que muestran entre ellas
250 algunas diferencias sutiles.

251 Patriotismo republicano

252 El principal representante de esta versión del patriotismo es Maurizio Viroli, para quien el republicanismo
253 se esculpe y talla en base a tres conceptos que permiten a una sociedad estructurarse con un modo de vida
254 digno y libre. Ellos son: “virtud civil”, “caridad” y “patria”. Términos que reformula tomando como
255 fuente

256 distintos pensadores republicanos de la historia del pensamiento

257 político de Occidente.

258 a. Virtud civil: Viroli entiende a la virtu tal como lo hace Maquiavelo, descartando con ello el
259 sentido que el término asume en el pensamiento cristiano y escolástico . La concibe como un
260 conjunto de cualidades que permiten vencer a los obstáculos presentes y hacer frente a los tro-
261 piezos que pueda deparar el futuro. Ella es el fundamento o el espíritu del gobierno republicano, la
262 permite educar en el republicanismo .
263 Caridad: la concibe como amor a la patria. Es la “pasión revitalizadora que impele a los
264 ciudadanos a ejercer los deberes de la ciudadanía y que proporciona a los gobernantes la fuerza
265 precisa para acometer las demás tareas necesarias para la defensa, o la institución de la libertad .
266 b. Es una pasión empoderadora, que tiene la capacidad de transformar el alma de los individuos, a
267 llevarlos a ser capaces de compartir y tener sentimientos de unidad. Ella motiva a los individuos a
268 actuar, a realizar actos de ser¬vicio, de cuidado de las cosas, de las personas, lugares e
269 instituciones y de servicio al bien común .

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270 c. Patria: concepto que, según Viroli, debe ser entendido a partir de la afirmación de Rousseau “sólo
271 tiene patria quien vive en una nación libre”. Esta sentencia, en su in¬terpretación más palmaria,
272 dice que el patriotismo signi¬fica defensa de la libertad y de la ley, con las consecuen¬cias que de
273 tal defensa se devienen.

274 Otra frase de Rousseau a la que acude Viroli para decirnos qué es la patria, es la siguiente: “No son los
275 muros, ni los hombres que hacen a la patria. Son las leyes, los usos, las costumbres, el gobierno, la
276 Constitución y aquello que resulta de todo esto. La patria se forma en las relaciones entre el Estado y sus
277 miembros; cuando esas relaciones cambian o se disuelven, desaparece la patria” .

278 Concebida así, la patria no es un lugar natural, no es terrae patris, sino un espacio donde se realiza el bien
279 común en base a la obediencia a leyes.

280 El patriotismo republicano pone como carácter distintivo del patriotismo el amor a la libertad política.
281 Este no es un amor a una libertad particular, sino a una libertad genérica no exclusiva, a la que Viroli ve
282 como una fuerza universalizadora. Por su parte, una república es la expresión de un poderoso sentido de
283 solidari¬dad local contenida en una libertad universal bajo la ley, es decir, de espíritu cívico.

284 Ahora bien, aquí, cae de suyo la pregunta: ¿Cuáles son las condiciones sociales que sirven como puntos de
285 partida necesarios para la existencia de tal espíritu cívico?

286 Según el autor, son tres; a saber: 1. Se necesita que la desigualdad social no sea extrema y que sus
287 miembros sirvan al bien común practicando la ciudadanía. 2. Igualdad ante la ley, respeto total por los
288 derechos. . Participación política, como medio para crear responsabilidad política.

289 Estas son las precondiciones para que la patria se constituya en la madre común “femenina, cuidadosa y
290 protectora” ; pero, si la verdadera patria sólo se puede dar en países que reúnen esas condiciones y, por
291 ello se convierten en repúblicas libres, enton¬ces, cabe la pregunta: ¿Aquellos que viven en un país que
292 permite privilegios y discriminación, tienen o no tienen patria?

293 La respuesta de Viroli es la siguiente: En un país que per¬mite privilegios y discriminaciones, los
294 ciudadanos que son dis¬criminados, viven como extranjeros en su propio país y, si se vive como
295 extranjero, no se tiene patria .

296 En resumen, el patriotismo republicano que expone Viroli es una pasión política basada en la experiencia
297 de la ciudadanía y no en elementos prepolíticos -haber nacido en un mismo territorio, pertenecer a la
298 misma raza, hablar la misma lengua, etc.-, sino por la forma de vida libre: il vivere libero. Esto es
299 interpretado como postura antitética del nacionalismo, para cuyos seguidores el amor a la patria es una

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300 pasión natural, mientras que para los republi¬canos es una “pasión artificial” . “Es una pasión que crece
301 entre ciudadanos iguales y no el resultado del consentimiento racional otorgado a los principios políticos...
302 Puesto que es una pasión que se traduce en acción y de forma más precisa, en actos de servicio al bien
303 común (officium) y de cuidado (cultus) .

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305 Patriotismo liberal moderado.

306 Su más reconocido representante es Stephen Nathanson, una de cuyas más destacadas obras sobre el
307 tópico del patriotismo es: Patriotism, Morality, and Peace ; en las primeras páginas de esta obra tipifica el
308 contenido de “ser patriota”. Señala que todo patriota posee un complejo de cuatro actitudes: 1. Afecto
309 especial por el propio país. 2. Sentido de identificación personal con el propio país. 3. Preocupación
310 especial por el bienestar del país. 4. Voluntad de sacrificio para promover el bien del país . Ellas son las
311 únicas características necesarias para ser patriota, mientras que otras que suelen identificarse como propias
312 de esa condición, tal como la creencia de la superioridad de la propia nación, no son requeridas para
313 adquirir tal calificativo; pero, sólo si ellas están envueltas por la disposición a actuar por parte del patriota
314 tienen validez, pues, de lo contrario se vacían de contenido y carecen de significación.

315 Con esto Nathanson está diciendo que ser patriota es una forma de acción de acuerdo a actitudes
316 determinadas.

317 Por otra parte, esas actitudes son útiles para diferenciar al patriota del universalista extremo, puesto que el
318 universalista re¬conoce el igual valor de todos los seres humanos y de la actividad de todas las personas.
319 Además, los universalistas pueden sentirse identificados con la patria simplemente porque se trata del
320 lugar donde crecieron, pero no sienten una preocupación especial por el bienestar de ella, dado que
321 consideran que las fronteras nacionales y otras diferenciaciones entre personas son arbitrarias. Su
322 com¬promiso de actuar es en favor de todos y no primordialmente por las personas de su propia nación.
323 El universalista actúa en nombre de su propio país sólo ante la más grande necesidad o cuando se
324 encuentran en juego los derechos más fundamentales .

325 Frente al patriotismo actitudinal general y al universalismo, Nathanson postula el “patriotismo liberal
326 moderado”, el cual se expresa en las características siguientes:

327 1. Especial afección por su país.

328 2. El deseo que su país florezca y prospere.

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329 3. Especial, pero no exclusiva preocupación por el propio país.

330 4. Apoyo condicional a las políticas que se llevan adelante en su país.

331 De estas características, la central es la especial preocupación por el propio país, siendo que ella es la que
332 convierte a una persona en patriota. Entiende el autor que ella no colisiona con el respeto por personas o
333 grupos de otros países, lo que la convierte en una actitud moralmente aceptable .

334 Su concepción de la moralidad guarda aspectos universalistas, en ella, si bien las diferencias especiales
335 son permitidas no existe una auténtica jerarquía moral entre las personas. Ese uni¬versalismo moral queda
336 expresado, en general, en el hecho de que todas las personas tienen, por lo menos inicialmente, una igual
337 demanda en la búsqueda de una vida feliz y la posesión de unos derechos que no se limitan a miembros de
338 ningún grupo nacional particular, raza o religión. Ello queda expresado, por ejemplo, en la Declaración de
339 la Independencia de los Estados Unidos . Son derechos universales y el reconocimiento de que son
340 también de¬rechos de otros es una manera de demostrar un mínimo respeto por ellos como seres
341 humanos. Universalismo de la igualdad humana y de derechos básicos pertenecen a las personas
342 simplemente en virtud de su humanidad .

343 En la moralidad que propone Nathanson no hay un objetivo que sea obligatorio para todos, ella permite
344 tener objetivos pro¬pios y personales, con lo cual deja abierta la posibilidad de elegir; no tiene una
345 estructura prescriptiva que señale cómo se deben alcanzar los objetivos que cada uno pretende, deja
346 libertad para lograrlos, pero, al mismo tiempo, dice que hay ciertas cosas que no deben hacerse, límites
347 que no deben traspasarse, que son las “restricciones laterales” a nuestras acciones. Ellas prohíben infli¬gir
348 ciertos tipos de daño, como la muerte, el dolor o el sufrimiento a otras personas.

349 En esencia, es una moralidad de sentido común que consiste en un conjunto básico de reglas que prohíben
350 las acciones que van contra el derecho de los otros en cuanto personas humanas. Es una moralidad que
351 tiene una función negativa, no prescribe metas, pero proscribe ciertas acciones para alcanzarlas . Dentro
352 de los límites establecidos por esas restricciones una persona puede hacer lo que quiera.

353 A grandes rasgos, esta es la estructura de la moralidad que propone Nathanson, y es la que envuelve al
354 patriotismo liberal moderado, ya que dentro de ella y con ella se realiza ese tipo de patriotismo, cuyo
355 significado es amor al país, aunque se trata de un amor condicionado desde dos sentidos. Uno, que las
356 acciones políticas del gobierno deben ser dignas de apoyo, o al menos, no deben contener graves
357 violaciones a la moralidad en sus medios y metas. El otro, es que se debe reconocer la posibilidad de que
358 una nación pue¬da tener un apoyo indigno. El hecho de que “un país sea mi país” no significa que sea
359 digno de devoción patriótica . Bajo estas premi¬sas, no todo país es digno de lealtad patriótica, sólo lo son

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360 aquellos que desarrollan políticas acordes a la estructura de la moralidad. Así entendido, el patriotismo es
361 un ideal moralmente permitido, dado que no viola en sí mismo los valores morales fundamentales.

362 El sentido de patriotismo que Nathanson reconoce como valedero permite hacer compatible el patriotismo
363 con la moral universal. Con ello procura resolver el problema que se presenta entre exigencias morales,
364 caracterizadas por ser universales, y los reque¬rimientos del patriotismo, los cuales se dirigen a los
365 miembros de una sociedad particular . El valor de la lealtad y la preocupación especial por el país de
366 pertenencia no pierde de vista al ser humano común que se comparte con miembros de otras sociedades.

367 La posición de este autor contrasta con la mirada de Macin- tyre, y es un recordatorio a los republicanos,
368 en el sentido que el lenguaje universalista no siempre es necesariamente antipatrióti¬co. La postura
369 sostiene que demasiado patriotismo o demasiado universalismo liberal deben evitarse.

370 Patriotismo Constitucional

371 Los antecedentes del “patriotismo constitucional”, tal como luego es desarrollado por Jürgen Habermas,
372 pueden atribuirse al filósofo Karl Jaspers, en su producción inmediatamente posterior a la Segunda Guerra
373 Mundial. El patriotismo constitucional de ese entonces se asocia de manera directa con la “democracia
374 mili¬tante”, expresión que es definida por Karl Loewenstein, en 1938, tiempo en que algunos países
375 europeos son tomados por movi¬mientos autoritarios usando medios democráticos para derrocar la
376 democracia .

377 Habermas, el exponente más destacado del “patriotismo constitucional”, avanza sobre tal concepto, por
378 primera vez, durante la llamada “disputa de los historiadores” de 1986. En el nivel historiográfico, esa
379 polémica gira en torno a la singularidad del nacionalsocialismo y el Holocausto comparado con el
380 estalinismo y el Gulag.

381 En el plano político, participantes y observadores de la disputa, sienten que lo que realmente está en juego
382 es la “identidad colectiva” alemana. Habermas, afirma que hay un cierto número de historiadores
383 conservadores que intentan normalizar la identidad alemana y facilitar el retorno de una forma
384 convencional de orgullo nacional. A su juicio, esta nueva conciencia nacional busca apuntalar la
385 estabilidad del sistema político alemán e, indirectamente, el de la Alianza Occidental en su conjunto. Él se
386 opone a esta forma de nuevo orgullo nacional y defiende el patriotismo constitucional como la forma más
387 apta de identificación política de los alemanes occidentales.

388 Habermas retrata al patriotismo constitucional como una afirmación consciente de los principios políticos,
389 pero poniendo reparos al retorno a un patriotismo prenacional y premoderno. Su teoría es que, el

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390 desencanto del mundo moderno y su división en diferentes esferas de valor (política, economía, estética,
391 etc.) llevan a la imposibilidad de dar una política de corte aristotélico, puesto que las entidades
392 individuales o colectivas ya no se forman con la internalización acrítica de imperativos religiosos o
393 nacio¬nales, dado que los objetos cuasi sagrados, incluida la patria, ya no tienen un espacio disponible en
394 un mundo desencantado y dividido en esferas.

395 En ese mundo, los individuos desarrollan identidades postcon-vencionales , con las que aprenden a
396 adoptar un punto de vista imparcial y a retroceder ante sus propios deseos y expectativas sociales
397 convencionales con las que se enfrentan la sociedad y sus institucio¬nes. Con ello, la “identidad” se
398 vuelve descentrada a medida que los individuos relativizan lo que quieren y lo que los demás esperan a la
399 luz de las consideraciones morales.

400 Ante este panorama, el ejercicio de la coacción sobre los ciudadanos por parte del Estado ya no puede
401 justificarse tomando como referencia fuentes sagradas o cuasi sagradas, con lo cual la soberanía popular,
402 fundamento de la democracia, se convierte en la única fuente de legitimidad. A su vez, la democracia
403 necesita de derechos y libertades que, por su propia naturaleza, contienen un núcleo universalista . Sin
404 embargo, su realización requiere de una política particular, que sólo puede darse en el Estado-nación,
405 único marco político en el que la democracia a gran escala ha apa¬recido en el mundo moderno.

406 Derechos universales y democracia hacen surgir la sociedad postradicional, lo cual no implica que la
407 religión, la tradición, los valores familiares y otras formas de “moralidad convencional”, sean
408 reemplazadas, sino que son reinterpretadas a la luz de las perspectivas y reivindicaciones universalistas
409 que encuentran ex¬presión en los derechos civiles y las normas constitucionales más generales.

410 En la sociedad postradicional, las entidades colectivas deben ser renegociadas, para lo cual se necesita de
411 una delicada red de procesos comunicativos a nivel colectivo. Tal comunicación es condición previa para
412 la “racionalización de entidades colectivas” y hace surgir la esfera pública política .

413 Es en esa esfera donde ve la luz el “patriotismo constitucional”, cuyo propósito es la purificación
414 normativa del argumento público. Para el patriotismo constitucional lo primario es la cuestión de la
415 calidad democrática de la cultura y no la perpetua defensa de la democracia amenazada por potenciales
416 antidemócratas, o por aquellos propensos a descuidar el bien público. Patriotismo que, por cierto, tiene
417 mayores posibilidades de surgir allí donde las tradiciones nacionales han sido puestas en tela de juicio.

418 El problema de la identidad postnacional, como la interpreta Habermas, es saber si esa identidad puede
419 estabilizar sobre los principios del Estado democrático los valores universales de igual libertad,
420 publicidad, autonomía, corresponsabilidad, etc.; saber si los principios de este tipo pueden constituir un

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421 campo para anclar una pertenencia concreta. La apuesta de Habermas es que la voluntad de vivir juntos
422 como agentes políticos pueda ser suficiente para asegurar una forma de integración. Según él, la sociedad
423 democrática expresa, como tal, una forma original de sociabilidad, puesto que en ella se bosqueja una
424 verdadera integración social de grado superior, que se realiza en el elemento político, y no tanto en los
425 valores heredados o en una memoria común. Tal es, a grandes rasgos, el sentido de lo que llama
426 “patriotismo constitucional” .

427 De este modo, patriotismo es el producto de una actividad de autocomprensión que se pone frente a frente
428 con las tradiciones propias e invita a concentrarse sobre los contenidos universalistas de esas tradiciones.
429 Por la relación singular que mantiene, por una parte, con la historia y la cultura, y por otra, con los
430 principios jurídicos abstractos, el patriotismo constitucional se distingue de otros tipos de patriotismo.

431 La lealtad de los ciudadanos nutrida de principios constitu¬cionales no conoce fronteras, al menos en el
432 marco de Europa, que desciende de tradiciones convergentes. Este es el desafío demo¬crático:
433 reinterpretar las tradiciones nacionales tomando en cuenta los principios universalistas, y a la vez, adecuar
434 el contenido uni¬versalista a los contextos de vida histórica propia y anclado en las propias formas de vida
435 cultural.

436 El concepto de “patriotismo constitucional” está destinado principalmente a abrir una forma de lealtad
437 política postnacional, unida a una identidad postradicional y postconvencional. Esta es, en esencia, la
438 propuesta de Habermas para la creación de una ciu¬dadanía europea .

439 Patriotismo y Nacionalismo

440 Se han dado diversos argumentos, tanto positivos como ne¬gativos, para separar como para fusionar
441 nacionalismo y patriotismo. (Arlotti, 2016)

442 1. Fusionalistas

443 La posición a favor de la fusión está contenida en aquellas miradas que se centran en la identidad de la
444 comunidad. Para ellas ambos conceptos priorizan la moral de la comunidad.

445 a. Entre los fusionalistas, la visión positiva pone énfasis en la asimilación normativa del
446 nacionalismo y del patriotismo al comunitarismo. Esta postura puede denominarse “modelo
447 positivo de asimilación”. Macintyre articula este punto de vista; y en él, patriotismo y
448 nacionalismo se vuelven indistinguibles.
449 b. La postura negativa de los fusionalistas ve al patriotismo y al nacionalismo como manchas
450 sobre el discurso político y mo¬ral. Esta posición puede denominarse “modelo mutuamente

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451 repulsivo”, que presenta al patriotismo como sinécdoque de nacionalismo, lo cual se hace para
452 evitar las connotaciones peyorativas del nacionalismo. Sin embargo, ambos son, bási-camente,
453 lo mismo. El uso separado de la expresión patriotis¬mo es, por lo tanto, una máscara que
454 oculta al nacionalismo. Cuando, por ejemplo, se dice “soy un patriota”, en realidad se está
455 diciendo “soy un nacionalista”.

456 El patriotismo tiene la misma identidad que el nacionalismo. Por lo tanto, el patriotismo debe compartir
457 todo el oprobio acumulado por el nacionalismo. El “modelo mutuamente repulsivo” es formulado por
458 León Tolstoi, quien encuentra a ambas ideas como repelentes . Su interpretación es que, a pesar de los
459 esfuerzos realizados por los Estados por fomentar la doctrina del patriotismo, esta es lo mismo que la
460 doctrina del nacionalismo. Ambas doctrinas implican la renuncia de toda dignidad humana, de todo
461 sentido común y de toda conciencia moral.

462 Separatistas

463 La tesis opuesta a la anterior es la separación del patriotismo del nacionalismo, que también presenta una
464 dimensión positiva y otra negativa.

465 a. La lectura positiva de la separación tiene sus defensores en los escritos más recientes
466 de quienes se enrolan en la corriente republicana. Ellos entienden que el verdadero
467 patriotismo debe mantenerse separado del nacionalismo. Para esto, algunos
468 republicanos, como por ejemplo Mau- rizio Viroli, el lenguaje del patriotismo invoca
469 un amor específico por las instituciones políticas y las leyes que encarnan un concepto
470 de libertad; por lo tanto, patriotismo significa mantener un modo de vida particular en
471 una república. Por su parte, el nacionalismo es concebido como un proceso altamente
472 exclusivo, prepolítico, culturalmente orientado y antagonista de la libertad; por ello,
473 es pernicioso confundir patriotismo y nacionalismo, ya que el patriotismo es el
474 antídoto teórico y práctico para el nacionalismo.
475 b. La interpretación negativa de la separación sugiere que el patriotismo y el
476 nacionalismo deben mantenerse como conceptos diferenciados y apartados por
477 motivos negativos.

478 Ambos conceptos son históricamente diferentes y cada uno de ellos tiene su propia trayectoria. El
479 patriotismo, por su parte, tiene una terminología conectada íntimamente con el Estado y con el lenguaje
480 religioso; mientras que, el nacionalismo tiene conexiones cercanas con la modernidad y la laicidad.

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481 Los autores que adhieren a esta corriente reconocen también que, tanto patriotismo como nacionalismo,
482 son expresiones igualmente objetables por estrechas, exclusivistas, tribales y deletéreas de la dignidad
483 humana.

484 CONCLUSIONES

485 El breve repaso que hemos realizado aquí de la literatura reciente sobre el patriotismo, de algún modo nos
486 presenta una panorámica del desarrollo del tema, y nos dice que, el mismo no ha perdido vigencia en los
487 círculos académicos de Europa y los Estados Unidos donde recibe constante atención, se escriben
488 artículos, se editan libros, se producen tesis doctorales, y tiene un espacio en los cursos de grado y
489 postgrado. Por cierto, no ocurre lo mismo en estas latitudes, donde el tema, en los últimos años, ha sido
490 tratado muy cortamente, cuando no ignorado.

491 Por otra parte, el debate que se desenvuelve en torno al patriotismo, no sólo tiende a precisar qué se
492 entiende por patriotismo, sino a unirlo o separarlo del nacionalismo. En esta última vertiente es donde se
493 enrola la mayor cantidad de autores y el mayor número de producción.

494 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Alfonso W. Quiroz, (2013) historia de la corrupción en el Perú (Lima: Pontificia Universidad Católica del
497 Perú, 2013).

498 Arlotti, R. (2016). Patria, Patriotimo y Nacionalismo.


499 https://www.ancmyp.org.ar/user/files/Arlotti.I.16.pdf
500 Alfonso W. Quiroz, (1993) Deudas olvidadas: instrumentos de crédito en la economía colonial peruana
501 1750-1820 (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993).

502 Alfonso W. Quiroz, (1997) La deuda defraudada: consolidación de 1850 y dominio económico en el Perú
503 (Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1987).

504 Bravo, G. (1998). Historia de la Roma Antigua. Madrid: Alianza Editorial.

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