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Este documento resume una leyenda local de Paramonga sobre un misterioso pasadizo subterráneo descubierto debajo de la fortaleza. Según la leyenda, tres huaqueros encontraron esqueletos humanos y reliquias al cavar cerca de la fortaleza. Al explorar más lejos encontraron un largo pasadizo con caminos a los lados. Más tarde, cuando regresaron arqueólogos para investigar, solo uno regresó vivo pero desorientado, sin recordar su nombre o de dónde venía. Las autoridades luego
Este documento resume una leyenda local de Paramonga sobre un misterioso pasadizo subterráneo descubierto debajo de la fortaleza. Según la leyenda, tres huaqueros encontraron esqueletos humanos y reliquias al cavar cerca de la fortaleza. Al explorar más lejos encontraron un largo pasadizo con caminos a los lados. Más tarde, cuando regresaron arqueólogos para investigar, solo uno regresó vivo pero desorientado, sin recordar su nombre o de dónde venía. Las autoridades luego
Este documento resume una leyenda local de Paramonga sobre un misterioso pasadizo subterráneo descubierto debajo de la fortaleza. Según la leyenda, tres huaqueros encontraron esqueletos humanos y reliquias al cavar cerca de la fortaleza. Al explorar más lejos encontraron un largo pasadizo con caminos a los lados. Más tarde, cuando regresaron arqueólogos para investigar, solo uno regresó vivo pero desorientado, sin recordar su nombre o de dónde venía. Las autoridades luego
Cuentan los antiguos lugareños que en Paramonga hace cuatro décadas
vivía poca gente y algunos se dedicaban a huaquear todo el perímetro de la fortaleza que se encuentra situado al norte del pueblo. En el perímetro de la fortaleza hay un lugar que se le conoce como “Pampa callana”. Refieren que al sitio fueron tres personas a cavar, como a cuatro metros de profundidad encontraron una construcción que tenía la forma de pequeño cuarto. Hicieron un hoyo y al penetrar al mencionado cuarto encontraron esqueletos humanos, algunos tejidos (quipus), vasijas pequeñas, coca, maíz, huacos, vestimenta entre otras cosas. Al no encontrar en el recinto cosas más valiosas, siguieron buscando y se dieron con la sorpresa de que el lugar no era un pequeño cuarto como cuarto como habían pensado, sino era el inicio de un largo pasadizo, del que a su vez desprendían dos caminos, uno a cada lado. El guardián que se había quedado fuera del hoyo les dijo que estaba por amanecer y que tenían que dejar el trabajo para otra ocasión y así lo hicieron. Entonces se pusieron de acuerdo para volver a la noche siguiente. A la noche indicada penetraron nuevamente al hoyo, y como en la anterior noche uno de ellos se quedó vigilando mientras que los otros dos bajaron al interior y comenzaron a caminar por el corredor antes mencionado. Como había tres caminos tomaron uno de ellos, como a diez minutos encontraron otro pequeño cuarto, en el que había reliquias de oro, brazaletes, collares, aretes, etc. Sacaron lo que pudieron y salieron a dejarlo afuera, al cuidado del que estaba vigilando, a quien contaron los sitios por donde habían transitado y que según ellos se encontraba debajo de la fortaleza. Nuevamente ingresaron a seguir buscando. El vigilante al percatarse que estaba por amanecer, bajó al hoyo y llamó a sus amigos, pero éstos no respondían. Entonces se fue del lugar llevándose todo lo encontrado. Habiendo transcurrido varias horas, y al no aparecer las dos personas, dieron aviso a las autoridades para reforzar la búsqueda. Las autoridades de Lima enviaron arqueólogos para tal fin. Estos profesionales ingresaron al hoyo en grupos de cinco, dejando como señal una cuerda por
MITOS Y LEYENDAS DE PARAMONGA
donde pasaban, para no extraviarse.
De tres grupos de personas que penetraron al interior solamente salió uno, pero no por el sitio donde ingresaron, sino a la altura de la ciudad de Barranca, y el lugar específico “La Bandurria”. Este, uno de los arqueólogos, empezó a deambular por los parajes de Barranca. Hablaba incoherencias, no recordaba su nombre ni el lugar de origen. Decía que había encontrado un tesoro y los Incas se lo habían quitado. Enterados del rumor los paramonguinos se dirigieron a Barranca en búsqueda del personaje y lo reconocieron como el arqueólogo y al preguntarle acerca de sus compañeros, respondía solamente, que había encontrado un tesoro y los Incas se lo habían quitado. Llegaron a la conclusión de que el arqueólogo había perdido la razón. Frente a esta situación, cuentan los lugareños, que las autoridades de Paramonga, no permitieron en adelante el ingreso de nadie al hoyo, y ordenaron que se selle la entrada y salida de dicho lugar.