Está en la página 1de 1

EN ESPAÑOL | ¿La nueva temporada de tormentas solares será tempestuosa o tranquila?

ALLÁ AFUERA

¿La nueva temporada de tormentas solares


será tempestuosa o tranquila?
Al comenzar otro ciclo de actividad solar de 11 años, los científicos
debaten cuán violento puede ser nuestro amigo estelar.

Solar flaring on the surface of the sun over 18 hours, July 30 to 31, 2012. A little more than a week earlier, a giant solar mass ejection nearly
caused technological calamity on Earth.

Por Dennis Overbye

Publicado 28 de mayo de 2021 Actualizado 9 de junio de 2021

Read in English

La gran noticia sobre el sol es que no hay grandes novedades. A los


astrónomos les gusta decir que es una bendición vivir junto a una
“estrella aburrida”.

Pero los habitantes (si los hay) de los planetas que orbitan
alrededor de la estrella vecina Próxima Centauri, a solo 4,2 años
luz de distancia, son menos afortunados. En abril, los astrónomos
anunciaron que una llamarada masiva había estallado desde su
superficie en 2019. Durante siete segundos, mientras una legión de
telescopios en la Tierra y en el espacio observaban, la pequeña
estrella aumentó sus emisiones de radiación ultravioleta unas
14.000 veces, protagonizando una de las llamaradas más violentas
jamás vistas en nuestra galaxia.

Se convirtió en un territorio grave para las quemaduras solares. “Si


un ser humano hubiese estado en ese planeta lo habría pasado
mal”, dijo Meredith MacGregor, profesora de astronomía en la
Universidad de Colorado que lideró el esfuerzo de observación
mundial.

El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en


ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox.

ADVERTISEMENT

En esa escala, el clima espacial podría esterilizar planetas


potencialmente habitables y augura malas noticias para la
búsqueda de vida más allá de este sistema solar. Incluso el clima
espacial templado puede ser perjudicial para las criaturas que ya
han evolucionado y se han asentado; las manchas solares y las
tormentas solares, que aumentan y disminuyen en un ciclo de 11
años, diseminan energía que puede poner en peligro las naves
espaciales, los astronautas y los sistemas de comunicación.

En cualquier momento comenzará un nuevo ciclo de tormentas, y


los astrofísicos están divididos sobre cuán activo o amenazador
será. El sol puede estar a punto de establecer récords de número
de manchas solares y tormentas violentas, o puede estar
deslizándose hacia un declive como el Mínimo de Maunder, que es
el nombre con el que se conoce al periodo de tiempo entre 1645 y
1715, cuando casi no aparecieron manchas solares. En Europa, ese
periodo es conocido como la Pequeña Edad de Hielo.

Thanks for reading The Times.


Subscribe to The Times

Pagar la hipoteca cósmica

Próxima Centauri, captada por el telescopio espacial Hubble en 2013. ESA/Hubble & NASA

“Vivimos en la atmósfera de una estrella”, suele decir Scott


McIntosh, físico solar del Centro Nacional de Investigación
Atmosférica en Boulder, Colorado. “Como civilización, damos por
sentada nuestra estrella”.

Aquí, a 149 millones de kilómetros de la estrella más cercana, a la


que conocemos como nuestro sol, existimos y prosperamos al
borde de una violencia y una complejidad casi incomprensibles.

ADVERTISEMENT

MIDATACRÉDITO
ANUNCIO

Conoce cómo te ven los bancos


Comprueba tu puntaje de crédito antes de solicitar un crédito

ABRIR

El sol es una estrella de tamaño mediano, una bola de gas ionizado


muy caliente de 1.390.000 kilómetros de diámetro. Su gran interior
gira más rápido que su exterior, y las capas exteriores giran más
rápido en el ecuador que en los polos. El resultado es un nido
enredado de campos magnéticos, que se manifiestan como
manchas solares y empeoran cuando rompen la superficie.

Cada segundo, las reacciones termonucleares en el centro del sol


queman 600 millones de toneladas de hidrógeno en 596 millones de
toneladas de helio. Los cuatro millones de toneladas que faltan,
convertidos en energía pura, constituyen el pago de la hipoteca de
toda la vida en la Tierra y quizás en otras partes del sistema solar.
A medida que la energía emerge del sol, se eleva a través de capas
de gas sucesivamente más frías y menos densas y, finalmente,
100.000 años después, llega a la fotosfera, o superficie, donde la
temperatura es de apenas unos 3100 grados Celsius.

El sol es asombrosamente consistente en su comportamiento. Hace


unos años, un experimento en Italia confirmó que nuestra estrella
no parece haber cambiado su producción de energía en al menos
los últimos 100.000 años, el tiempo que tarda esa energía en migrar
desde el núcleo del sol. Los investigadores lograron calcular cuánta
energía produce el sol en tiempo real, al medir partículas
subatómicas llamadas neutrinos que son producidas por
reacciones nucleares dentro del sol, escapan en segundos y llegan
a la Tierra en solo ocho minutos. Descubrieron que esta energía
coincidía con la producción que se generó hace 100.000 años y que
solo ahora es detectable.

La corona del sol, visible durante un eclipse solar total sobre Madras, Oregón, en 2017 Aubrey
Gemignani/NASA

La acción no se detiene en la superficie del sol. Esa amigable


fotosfera de cara amarilla hierve como la avena y está salpicada de
oscuras tormentas magnéticas (las infames manchas solares) que
crepitan, giran y azotan el espacio con lluvias de partículas
eléctricas y radiación. La corona, compuesta por delgadas y
supercalientes serpentinas de gas electrificado, y que solo es
visible durante los eclipses solares, se extiende a millones de
kilómetros de la superficie brillante.

A veces las cosas salen mal, aunque hasta ahora en una escala muy
por debajo de los estallidos observados en Próxima Centauri. A
medida que los campos magnéticos generados por todo ese gas
electrificado y arremolinado emergen en la superficie del sol, se
retuercen y se enredan. Finalmente, se rompen y se vuelven a
conectar en bucles, liberando enormes cantidades de radiación y
partículas cargadas: una llamarada solar explosiva puede ser más
poderosa que millones de bombas de hidrógeno.

A veces, estos destellos lanzan trozos enteros de las capas


exteriores del sol al espacio, en eventos llamados eyecciones de
masa coronal. La madre de todas las tormentas solares registrada
hasta ahora ocurrió el 1 de septiembre de 1859, cuando un incidente
de ese tipo impactó a la Tierra. Salieron chispas de los sistemas de
telégrafos en Europa y Norteamérica, provocando incendios. Las
auroras de esa noche se extendieron al sur llegando hasta Hawái y
Cuba, y fueron tan brillantes que la gente era capaz de leer el
periódico con esa luz.

ADVERTISEMENT

En 2012, otra eyección de masa coronal apenas rozó la Tierra. Un


estudio previo de la Academia Nacional de Ciencias concluyó que el
impacto directo de una tormenta de este tipo podría causar unos
dos billones de dólares en daños, apagando la red eléctrica y
cegando a los satélites, al menos temporalmente. Olvídate de
internet o los cajeros automáticos; muchas personas ni siquiera
podrían usar sus inodoros sin la electricidad que se necesita para el
funcionamiento de las bombas de agua, señaló el informe. “Creo
que, como civilización, estaríamos jodidos”, dijo McIntosh.

Nublado con posibilidad de manchas solares

Manchas solares observadas en la zona denominada Región Activa 1520, por el astrónomo aficionado Alan
Friedman en julio de 2012. La gran mancha de la izquierda tiene unas 87.000 millas de diámetro, es decir,
aproximadamente 11 Tierras de ancho. Alan Friedman

Este tipo de tormentas es más probable que se produzcan durante


los momentos álgidos del misterioso ciclo de 11 años de actividad
de las manchas solares.

Últimamente, los ciclos de manchas solares se han vuelto cada vez


más débiles. Durante el último ciclo, se observaron 101 manchas en
el sol en 2014, el año de máxima actividad; eso fue muy inferior a la
media histórica de 160 a 240.

El año pasado, un comité de científicos de la NASA y de la Oficina


Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica predijo que el
próximo ciclo sería igualmente exangüe, con un pico en 2025 de
unas 115 manchas solares.

Pero McIntosh y sus colegas han elaborado un pronóstico


radicalmente diferente, de más de 200 manchas solares en su
punto máximo. El ciclo de 11 años de las manchas solares, dicen,
basado en un análisis de 140 años de mediciones solares,
contradice un ciclo Hale más fundamental de 22 años, llamado así
por su descubridor, George Ellery Hale. Durante ese período, el
campo magnético del sol invierte su polaridad y luego vuelve a
cambiar.

Cada ciclo termina o comienza cuando dos bandas de magnetismo,


que migran desde latitudes altas y opuestas del sol, se encuentran
en el ecuador y se aniquilan mutuamente. En promedio, cada fase
del ciclo dura 11 años, pero puede variar.

ADVERTISEMENT

McIntosh y su equipo descubrieron que cuanto más durase un


ciclo, más débil sería el siguiente, y viceversa. El ciclo actual, el
vigésimo cuarto desde que se iniciaron los registros, muestra todos
los indicios de que terminará después de algo más de diez años, un
periodo más corto que el promedio, lo que indica que el próximo
ciclo debería ser fuerte.

“El ciclo 25 de manchas solares podría tener una magnitud que


rivalice con los más intensos desde que se iniciaron los registros”,
dijo McIntosh a finales de abril. El jueves 28 de mayo, él y su
equipo seguían esperando el inicio de la “ignición”. “Está muy muy
cerca”, escribió en un correo electrónico. “Estamos observando
muy de cerca”.

El elefante y las estrellas

# 00:00 % 0:15 ! $ "

Images taken in 2019 of the sun’s surface, the highest resolution observations ever captured. Each of the
cell-like structures is about the size of Texas. NSO/NSF/AURA

[Video superior: Imágenes tomadas en 2019 de la superficie del sol; se trata de las
observaciones de mayor resolución jamás captadas. Cada una de las estructuras que
semejan células tiene el tamaño de Texas]

Lo que está en juego, además de la salud de nuestra


infraestructura planetaria, es el orgullo de los astrónomos que se
precian de sentir que comprenden los complicados y violentos
procesos que ocurren detrás de la cara relativamente tranquila del
sol.

“Creo que el problema con el sol es que estamos demasiado cerca


de él, y por eso hay demasiados datos sobre el sol”, dijo McIntosh.
Lo calificó de ruptura de modelos: “Tus modelos acabarán fallando.
Es parte de la razón por la que es tan difícil predecir el tiempo,
¿verdad? Porque nuestras observaciones son muy detalladas, pero
sabes que es difícil acertar del todo”.

Tony Phillips, un astrónomo que dirige el sitio web


Spaceweather.com, estuvo de acuerdo en un correo electrónico.
“En mi experiencia, cuando la gente entiende realmente algo,
puede explicarlo de forma sencilla”, dijo. “Me llama la atención que
casi nadie en el negocio de la predicción del ciclo solar pueda
explicar su modelo de dínamo favorito de manera que los legos
puedan ‘entenderlo’”.

La situación le recordaba a los proverbiales ciegos que intentan


elaborar una Teoría del Elefante, en el que uno de ellos se enfocaba
únicamente en palpar la trompa del animal.

ADVERTISEMENT

“Scott y Bob están de pie a un lado gritando: ‘Oye, estás ignorando


la mayor parte del elefante’”, dijo. “En otras palabras, hay más
cosas en el ciclo solar de lo que suelen suponer los modelos
convencionales. Y por eso, según Scott, están condenados a
equivocarse en el panorama general”.

Jay Pasachoff, astrónomo del Williams College que se ha pasado la


vida observando la corona durante los eclipses solares, dijo que no
daba mucha importancia a esas previsiones. En un correo
electrónico, relató una reunión durante el último ciclo que tuvo “un
divertido conjunto de conversaciones”.

La conversación, según recuerda, fue la siguiente: “El próximo


ciclo será más fuerte que el promedio, el próximo ciclo será más
débil que el promedio, el próximo ciclo será más fuerte que el
promedio o más débil que el promedio, el próximo ciclo no será ni
más fuerte ni más débil que el promedio”.

Y añadió: “Así que mi plan es esperar a ver”.

Dejando a un lado los peligros potenciales, entender cómo funciona


realmente el ciclo de las manchas solares es crucial “desde un
punto de vista puramente humano, si se quiere entender las
estrellas”, dijo McIntosh. “Y si se piensa en ello, el campo
magnético de la Tierra es en gran medida la probable razón por la
que tenemos vida en la Tierra”.

Marte, señaló, no tiene mucha atmósfera ni campo magnético. “Si


tu planeta no tiene un campo magnético, puedes tener toda la
atmósfera que quieras”, dijo, “pero la estrella local de tu amistoso
vecindario podría llevársela en un santiamén”.

De hecho, los astrofísicos sospechan que esa suerte corrió Marte,


que una vez fue más cálido y húmedo que ahora.

Próxima Centauri, una pequeña estrella conocida como enana M,


alberga al menos dos exoplanetas, uno de los cuales tiene el
tamaño de la Tierra y está lo suficientemente cerca de la estrella
como para ser habitable si no estuviera bañado por la radiación.
MacGregor ofreció un rayo de esperanza para la vida en
vecindarios así.

ADVERTISEMENT

“Trabajos recientes han demostrado que la luz ultravioleta podría


ser muy importante para catalizar la vida, al convertir moléculas
complejas en aminoácidos y, en última instancia, en organismos
unicelulares”, dijo. “Como las enanas M son tan pequeñas y frías,
en realidad no producen mucha radiación ultravioleta, excepto
cuando se encienden. Tal vez exista un punto óptimo en el que una
estrella estalla lo suficiente como para provocar la vida, ¡pero no
tanto como para destruirla de inmediato!”.

Dennis Overbye se incorporó al Times en 1998 y ha sido reportero desde 2001. Ha


escrito dos libros: Lonely Hearts of the Cosmos: The Story of the Scientific Search for the
Secret of the Universe y Einstein in Love: A Scientific Romance. @overbye

ADVERTISEMENT

© 2021 The New York Times Company

NYTCo Contact Us Accessibility Work with us Advertise T Brand Studio Your Ad Choices Privacy Policy Terms of Service Terms of Sale Site Map Help Subscriptions

Special offer. Subscribe for $2 $0.25 a week. EXPAND


:

También podría gustarte