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Según el art.467 del Código Civil, “el usufructo da derecho a disfrutar los bienes
ajenos con la obligación de conservar su forma y sustancia a no ser que el título de
su constitución o la ley autoricen otra cosa”.
En cuanto a los sujetos, no hay regla especial que se refiera a la capacidad para
ser usufructuario. La titularidad del derecho puede ser ostentada por cualquiera con
capacidad de celebrar negocio jurídico inter vivos, o para adquirir mortis causa o por
usucapión. Para el nudo propietario, la constitución del usufructo es un acto de
gravamen, por lo que debe tener facultad de disponer.
El usufructo tiene como objeto una o varias cosas materiales, muebles o inmuebles,
siempre que sean apropiables, estén dentro del comercio y sean susceptibles de
utilización y disfrute.
En cuanto al contenido, según el art. 470 del Código Civil, “los derechos y
obligaciones del usufructuario serán los que determinen el título constitutivo del
usufructo; en su defecto o por insuficiencia de éste, se observarán las disposiciones
contenidas en las dos secciones siguientes”. Es decir, inicialmente, la fuente de
regulación del usufructo es la autonomía de la voluntad y, subsidiariamente, las
reglas dadas por el Código(derechos, arts. 471 al 490; y obligaciones, arts. 491 al
512).
Según el art. 513 del Código Civil, el usufructo se extingue por muerte del
usufructuario, expiración del plazo por el que se constituyó, cumplimiento de la
condición resolutoria (si la hubiere), reunión del usufructo y nuda propiedad en una
sola persona, renuncia del usufructuario, pérdida de la cosa, resolución del derecho
del constituyente, prescripción, o expropiación forzosa.
SERVIDUMBRE.
Según el art. 530 del Código Civil, la servidumbre es “un gravamen impuesto sobre
un impuesto perteneciente a distinto dueño”. Nuestro Código Civil contempla la
servidumbre en más de setenta artículos (530 a 604), con una regulación minuciosa,
la mayor parte dedicada a regular servidumbres concretas, aunque reconociendo
amplio poder de acción a la autonomía de la voluntad, encontrándose en el art.
594 de nuestro Código que “todo propietario de una finca puede establecer en ella
las servidumbres que tenga por conveniente, y en el modo y forma que bien le
pareciere, siempre que no contravenga a las leyes ni al orden público”.
La definición, no muy afortunada, del art. 530, ha sido precisada por varios autores:
La servidumbre recae sobre cosas ajenas. A pesar de que parece que el art.
541 fija una excepción, al decir que la existencia de un signo aparente de
servidumbre entre dos fincas del mismo propietario, se considerará en caso de
enajenación de una de ellas como título para que la servidumbre continúe,
realmente se trata de una impresición lingüística, pues realmente se crea una
nueva servidumbre.
En nuestro caso concreto, y dada la redacción del mismo, vamos a presumir que
tanto el usufructo de Antonio como la servidumbre de Santiago, han sido
válidamente constituidos, es decir, ambos tienen la capacidad para haber celebrado
esos negocios.
DERECHO REAL.
Un derecho real es un poder jurídico que ejerce una persona sobre una cosa; regula
la Propiedad, y los derechos y obligaciones concernientes a la propiedad. Este
poder puede ser directo e inmediato o indirecto y mediato, y puede suponer un
aprovechamiento total o parcial, siendo este derecho oponible a terceros.
PRENDA.
HIPOTECA
«Derecho real de hipoteca» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Derechos
reales.
DERECHOS DE OBLIGACIONES
En ese tenor de ideas el maestro Borja Soriano, en su obra titulada "Teoría General
de las Obligaciones" después de citar varias definiciones logradas por diversos
doctrinarios, termina concluyendo que para lograr una definición cabal sobre la
obligación, no debemos fijar nuestra atención de manera especial sobre alguno de
los elementos que constituyen la naturaleza de la obligación, a saber: los sujetos, el
objeto y la relación jurídica, sino que tenemos que comprenderlos a todos en una la
definición, ya que cada uno de ellos forma parte de su esencia. Por tanto, una
definición completa de la obligación sería aquella que dentro de su comprensión
lógica contenga los tres elementos necesarios de ésta.
EL MUTUO
Joel Chirino explica los antecedentes del contrato mutuo, pues manifiesta que “el
contrato de mutuo se reguló en el derecho griego y en el derecho romano como un
préstamo de consumo. Originalmente fue considerado gratuito dado que sólo se
practicaba por lazos de amistad y sólo cuando se impuso una contraprestación al
contrato, éste se convirtió en un acto jurídico reglamentado por el derecho de
gentes. Su práctica común se inicia al fin de la república como consecuencia de la
escasez de dinero resentida por los romanos. Posteriormente el préstamo marítimo
propició la práctica comercial de este contrato. Aunado a la crisis económica el
interés subió en forma considerable. Ante este nuevo fenómeno se fue
acrecentando la necesidad de proteger al mutuario contra las acciones usureras de
quienes practicaban el préstamo y por primera vez fue fijada una tasa máxima legal
del 1% mensual. –En la época de Justiniano este porcentaje fue reducido al
cincuenta por ciento. Posteriormente, bajo el imperio bizantino y la influencia
cristina, el mutuum con interés fue prohibido totalmente al considerarse como un
pecado. La prohibición del interés en el mutuum subsistió desde la época de
Carlomagno hasta la revolución francesa.
EL COMODATO
Comodato
El comodato es un contrato real (recae sobre una cosa), unilateral (el acuerdo solo
puede establecerse hacia una parte), gratuito (el comodante no recibe nada a
cambio), y de mera tenencia, pues el comodatario es consciente de que no le
pertenece aquello que le han prestado.
La persona que recibe prestado un objeto intangible quedará sujeto a los siguientes
deberes:
Tendrá que satisfacer los gastos ordinarios necesarios para el uso y conservación
de la cosa prestada.
Será responsable de la pérdida de la cosa, aunque ésta fuera por caso fortuito, en
los casos enumerados a continuación:
No estará obligado a pagar los deterioros que aparezcan en la cosa por el mero uso
de la misma.
Podrá reclamar la cosa prestada, solo cuando se haya concluido el uso para el que
se prestó. Si necesitara utilizarla urgentemente, lo que podrá reclamar únicamente
es su restitución.
Tendrá que pagar los gastos extraordinarios que surgieran a raíz del uso de la cosa.
El comodante deberá avisar de los vicios del objeto prestado (si los tuviera), porque
de lo contrario, responderá de todos los daños que sucedieran por esas causas.
DEPOSITO Y PRENDA
LA FIDUCIA
Un fideicomiso o fidecomiso1 (del latín fideicommissum, a su vez de fides, "fe", y
commissus, "comisión") es un contrato en virtud del cual una o más personas
(fideicomitente/s o fiduciante/s) transmiten bienes, cantidades de dinero o derechos,
presentes o futuros, de su propiedad a otra persona (fiduciaria, que puede ser una
persona física o jurídica) para que esta administre o invierta los bienes en beneficio
propio o en beneficio de un tercero, llamado beneficiario, y se transmita su
propiedad, al cumplimiento de un plazo o condición, al fideicomisario, que puede ser
el fiduciante, el beneficiario u otra persona.
El fideicomiso es, por tanto, un contrato por el cual una persona llamada
fideicomitente destina ciertos bienes a un fin lícito determinado, encomendando la
realización de ese fin a una institución fiduciaria que en determinado tiempo o una
vez cumplida la condición impuesta por el otorgante del patrimonio, deberá entregar
al beneficiario o fideicomisario determinado los frutos o productos que haya
generado la actividad.
Los bienes afectados al fideicomiso no corren el riesgo comercial del fiduciante (el
que transmite la propiedad de los bienes) ni del fideicomisario (el propietario de los
bienes fideicomitidos luego del vencimiento del plazo del contrato), puesto que el
patrimonio que es objeto del fideicomiso no puede ser perseguido por los
acreedores de ninguno de ellos, ni afectado por la quiebra de ambos o de alguno
de ellos.
Tal clasificación atañe a negocios del ius civile vigentes en la época clásica. Fuera
de ella quedan el nexum –figura que en la historia de la obligatio ocupa una posición
especial, no bien conocida por los mismos juristas romanos–, así como los contratos
innominados –acogidos éstos a la sanción pretoria–. De otra parte, por litterarum
obligatio se entiende aquí el nomen transcripticium.
CONTRATOS CONSENSÚALES
En tanto el contrato es una categoría del acto jurídico, su validez y eficacia no solo
están supeditadas a las reglas que regulan tales aspectos del contrato, sino también
aquellas reglas relativas a los negocios jurídicos. Por tanto, toda causal de nulidad
o anulabilidad de un acto jurídico, lo es también de un contrato.
CONTRATOS INNOMINADOS
La casuística casi infinita de la vida real y cotidiana hace imposible que un código
contener todos los contratos posibles, así que la partes tienen la libertad para firmar
cualquier contrato y darle el nombre que quieran, siempre que el contrato no trata
sobre objetos ilícitos o que no violen una ley.
Este tipo de contrato se caracteriza por su atipicidad, al no poseer elementos que lo
regulan para su creación, sino que son las partes las que definen la regulación
propia del contrato a través de las cláusulas que se incluyan.
Otro ejemplo es un pacto de socios, que no figura en ninguna ley, al igual que un
contrato de representación o mánager, etc.