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Senado de la Nación

Secretaría Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones.

(S-0003/11)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,…

Prohibición de pulverizaciones aéreas y restricción de aplicaciones


terrestres de plaguicidas.

Artículo 1º: Se prohíbe, en todo el territorio nacional, la pulverización


con plaguicidas, cualquiera sea su composición y dosis, en aplicación
aérea dentro de un radio de 1.500 metros y en aplicación terrestre
dentro de un radio de 800 metros, en ambos casos a partir del límite
de las plantas urbanas.

Artículo 2o: Se exceptúan de las prohibiciones establecidas en el Art.


1° de ley, las pulverizaciones que se realicen con fines sanitarios,
siempre que se cuente con el consentimiento expreso de la autoridad
sanitaria competente, quien deberá tomar medidas específicas de
gestión de riesgo para reducir al mínimo su peligrosidad.
En el caso de la pulverización aérea, deberá ser la mejor alternativa y
la que mayores ventajas presente, en términos de impacto en la salud
humana y el medio ambiente, en comparación con la aplicación
terrestre, o cuando no haya ninguna alternativa viable, siempre que se
empleen las mejores técnicas disponibles para reducir la deriva.

Artículo 3o: A los fines de esta ley, se entiende por:

a) “Plaguicida”: Cualquier sustancia destinada a prevenir, destruir,


atraer, repeler o combatir cualquier plaga, incluyendo vectores de
enfermedades humanas o de los animales, las especies no deseadas
de plantas o animales que causan perjuicio o que interfieren de
cualquier otra forma en la producción, elaboración, almacenamiento,
transporte o comercialización de alimentos, productos agrícolas o
alimentos para animales o puedan administrarse a los animales para
combatir ectoparásitos.
b) “Pulverización aérea”: la aplicación de plaguicidas desde una
aeronave.

Artículo 4o: El incumplimiento de las prohibiciones previstas en la


presente ley será sancionado con las penas previstas en los artículos
200 y 203 del Código Penal.

Artículo 5º: La presente ley entrará en vigencia al día siguiente de su


publicación en el boletín oficial.
Artículo 6º: Comuníquese al Poder Ejecutivo. -

Daniel R. Pérsico. –

FUNDAMENTOS

Señor presidente.

En los últimos años, nuestro país ha experimentado una creciente


expansión de la frontera agrícola motivada por los altos precios
mundiales de las materias primas. Las nuevas prácticas de
explotación agro-productiva presentan una seria amenaza para el
medio ambiente y para la salud de los pobladores vecinos, ya que
requieren del uso intensivo de plaguicidas químicos. En Argentina, son
más de 12.000.000 las personas expuestas en forma permanente a la
fumigación aérea y terrestre de agrotóxicos.

Numerosas instituciones científicas y expertos organizados han


realizado estudios sobre los efectos de la fumigación con
agroquímicos. Se han llevado a cabo relevamientos del estado de las
aguas, del suelo y de las manifestaciones clínicas de quienes habitan
en estas zonas afectadas por las fumigaciones mencionadas. Entre
otros, los siguientes investigadores fueron citados por la justicia en el
caso “Barrio Urquiza” (al cual me referiré más adelante). Andrés
Carrasco (UBA - CONICET): estudia el caso de los agroquímicos
desde la embriología, detectando una malformación de los anfibios
sobre los que trabaja. Argelia Lenardón (Laboratorio de
Medioambiente del INTEC, UNL - CONICET): estudió la existencia de
organoclorados en leche materna en un grupo de mujeres de la ciudad
de Santa Fe, relacionado a la exposición a agroquímicos y la ingesta
de alimentos contaminados. Amalia Dellamea (UBA, Facultad de
Farmacia y Bioquímica): estudió los residuos de plaguicidas sobre
lácteos, demostrando que sólo el 10% de los productos no contenían
algún tipo de residuo. Alejandro Oliva (Unidad de Andrología, Hospital
Italiano, Rosario): estudia específicamente el efecto en el sistema
reproductivo, donde la exposición a la utilización de agroquímicos,
incrementa el riesgo de ver empobrecido el nivel de esperma.

Además, existen distintas ONGs que vienen realizando actividades de


concientización. Entre ellas, el Grupo de Reflexión Rural, que en su
trabajo de enero de 2009, sobre “Pueblos Fumigados”, recopila
testimonios directos de pobladores, detectando en distintas
localidades del interior del país, tasas mucho más elevadas al
promedio de enfermedades oncológicas, malformaciones congénitas,
cánceres, abortos espontáneos, lupus, artritis, púrpura, trastornos en
la fertilidad, asma, trastornos respiratorios, neurológicos, endocrinos y
hematológicos.
No existe certeza científica absoluta acerca de que estas sean
secuelas de la contaminación del medio ambiente producida por la
toxicidad de los plaguicidas, pero existen importantes indicios de que
lo sean.

El principio precautorio, consagrado en nuestra legislación en el


artículo 4to de la Ley General del Ambiente, establece que “cuando
haya peligro de daño grave o irreversible, la ausencia de información o
certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la
adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir
la degradación del medio ambiente”. Es decir que si, como en este
caso, existen evidencias de circunstancias susceptibles de causar
daños en un futuro cercano, debemos detectarlas y tomar las medidas
correspondientes para evitarlos o, al menos, atenuarlos.

Si bien la gravedad del impacto del uso de productos químicos sobre


el medio ambiente y la salud de la población podrá evaluarse recién
con el paso de un período importante de tiempo, este principio
precautorio nos obliga, como legisladores, a tomar medidas en forma
inmediata para evitar que esas potenciales amenazas se tornen daños
irreversibles. Los pobladores de las zonas fumigadas no pueden
esperar a que la ciencia obtenga todas las comprobaciones deseadas
para recibir una protección adecuada a su salud.

El artículo 41 de nuestra Constitución Nacional, en su primera parte,


establece que "Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente
sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin
comprometer las de las generaciones futuras”.

Es con este espíritu que el proyecto prevé, en primer lugar, la


prohibición de la pulverización aérea de plaguicidas, cualquiera sea su
composición y dosis, dentro de un radio de 1.500 metros a partir del
límite de las plantas urbanas. El motivo de la prohibición es que, con
esta técnica, la deriva de agroquímicos resulta inevitable. La deriva es
aquella cantidad de agrotóxicos que no da en el cultivo blanco de la
fumigación y se volatiliza para ser arrastrada por el viento o lixiviarse.

Frecuentemente, sus efectos pueden percibirse a varios kilómetros del


lugar del objetivo de aplicación. Según algunos especialistas, la deriva
de plaguicidas puede variar entre un 5% y un 60% contaminando
cultivos, trabajadores y pobladores vecinos, fuentes hídricas y
ecosistemas locales y provocando severos daños.

Como antecedente internacional, la Directiva 2009/128/CE del


Parlamento Europeo y del Consejo del 21 de Octubre de 2009,
establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso
sostenible de los plaguicidas, prohibiendo su pulverización aérea. En
el apartado 14) establece que “La pulverización aérea de plaguicidas
puede causar efectos negativos significativos en la salud humana y el
medio ambiente, sobre todo por la deriva de la pulverización. Por
tanto, la pulverización aérea debe prohibirse en general, con posibles
excepciones en los casos en que presente claras ventajas en términos
de menor impacto en la salud humana y el medio ambiente en
comparación con otros métodos de pulverización o cuando no haya
ninguna alternativa viable, siempre que se empleen las mejores
técnicas disponibles para reducir la deriva.” En el capítulo IV se
enumeran las estrictas condiciones que deberán cumplirse en los
casos especiales en que se permita.

Asimismo, el proyecto prohíbe la fumigación terrestre dentro de un


radio de 800 metros a partir del límite de las plantas urbanas. Otro de
los fenómenos que se verifica con esta nueva modalidad productiva es
la extensión de las fronteras agropecuarias. Se han eliminado aquellos
cinturones verdes naturales protectores de las áreas urbanas y
suburbanas, y las producciones llegan hasta el límite mismo de los
pueblos, hallándose los pobladores completamente desprotegidos y
siendo prácticamente fumigados sus casas, patios, jardines y
escuelas.

El criterio de 800 metros se tomó de la sentencia de la sala segunda


de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe que
confirmó, en diciembre del 2009, la sentencia del Juez de Primera
Instancia de la ciudad de San Jorge, en los caratulados “Peralta,
Viviana v. Municipalidad De San Jorge y otros s/ amparo” (Expte. N.
198 - Año 2009) en la que se hizo lugar a un amparo contra la
fumigación de agrotóxicos y se resolvió “prohibir la fumigación en los
campos en esa campaña agrícola y para el futuro, a menos de 800
metros, para fumigaciones terrestres y 1.500 metros, para
fumigaciones aéreas ambos como mínimo, a contar del límite del ejido
urbano (Barrio Urquiza) con ningún tipo de agroquímicos”. Además, el
tribunal invirtió la carga de la prueba, dotando al gobierno Provincial y
a la Universidad del Litoral de 6 meses para que demuestren que los
agroquímicos utilizados no son tóxicos.

En el artículo 2do del proyecto, se exceptúan de la prohibición, las


pulverizaciones aéreas que se realicen con fines sanitarios. Pero se
establece como condiciones que deberán contar con la autorización
expresa de la autoridad sanitaria pertinente y que deberán ser la mejor
alternativa y la que mayores ventajas presente en términos de impacto
en la salud humana en comparación con la aplicación terrestre.
Asimismo, se determina la obligación de la autoridad pertinente de
tomar medidas específicas de gestión de riesgo para evitar o al menos
atenuar al máximo posible la peligrosidad de la exposición a la
fumigación aérea.
La definición elegida de “plaguicida” es la utilizada en el Codex
Alimentarius, que fue creada en 1963 por la FAO y la OMS para
desarrollar normas alimentarias, reglamentos y otros textos
relacionados, como códigos de prácticas, bajo el Programa Conjunto
FAO/OMS de Normas Alimentarias. Esta definición también es
receptada por el INTA en su página oficial.

Por último, en el artículo 4to se establece que por el incumplimiento de


esta ley se aplicarán las sanciones previstas en los artículos 200 y 203
del Código Penal. Estas son las penas del capítulo IV, del Título VII:
Delitos contra la salud pública: envenenar o adulterar aguas potables o
alimentos o medicinas.

Ante la grave amenaza de daño sobre el medio ambiente y la salud de


la población de los pueblos sometidos a fumigaciones de plaguicidas y
la necesidad de tomar urgentes medidas preventivas y protectoras, es
que solicito a mis pares que me acompañen en la presente iniciativa.

Daniel R. Pérsico

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