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Para entender un sentimiento, hay que experimentarlo.

En el caso del amor, muchos lo


definen como un estado de embriaguez donde todo cobra sentido, no todo a la vez. Sin
embargo, es difícil tratar de entenderlo por reglas generales o usar argumentos derivados de
conceptos que aparecen en un diccionario. Esto se debe a que las experiencias que involucran
el amor son puramente personales y subjetivas. Entonces, ¿es posible definir el amor para
todos?

Es difícil señalar un amor único. Si nos limitamos a las relaciones humanas, es un sentimiento
que tenemos por la familia, los amigos y las personas con las que tenemos contactos
apasionados o planes de futuro. En este artículo nos limitaremos al amor de pareja que nace
entre dos personas y ha sido retratado en diferentes medios.

Escritores de todas las épocas han tomado el amor como tema central de sus obras.
Desarrollado tanto en prosa como en poesía.

Como señaló el Papa Francisco, "La palabra amor es una palabra que se usa muchas veces, y
cuando se usa, no se sabe el significado exacto. ¿Qué es el amor? A veces pensamos en el
amor de telenovela. No, es no parece amor." El amor parece ser una pasión para una persona,
y luego... simplemente desaparece. ¿De dónde viene el verdadero amor? Todo el que ama es
creado por Dios, porque Dios es amor. Juan no dijo: todo amor es Dios, pero Dios es amor. El
apóstol Juan enfatizó cómo Dios nos amó primero, y hay muchos ejemplos de esto en los
evangelios, como la parábola de Jesús agregando pan o el hijo pródigo. Jesús estaba triste
cuando vio una gran multitud, no quiere decir que estuviera triste, porque tristeza y tristeza no
son lo mismo. Porque el amor de Jesús por los que le rodeaban le hizo sufrir con ellos y
participar en la vida de las personas

No tener conciencia sobre nuestras emociones deriva en conflictos, frustraciones,


impotencia y malestar. Ignorar cómo nos sentimos tiene consecuencias tanto para
nosotros como para las relaciones que mantenemos.

Si no sabemos qué nos genera tristeza o cuál es el origen de nuestro enfado, de algún
modo, somos como desconocidos ante nuestros ojos. No sabemos quiénes somos y
difícilmente pueden conocernos los demás. De hecho, es muy probable que desviemos
hacia ellos la responsabilidad sobre cómo nos sentimos.

Lo ideal es tomar consciencia de nuestras emociones, de cómo funcionamos a nivel


emocional; no solo para conocernos y aprender a gestionarlas, sino también para saber
cuáles son sus efectos en nuestro día a día y hacia dónde pueden llevarnos. De esta
forma, crearemos relaciones más constructivas.

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