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Lynn Hagen

2
Nate Valez es el ejecutor jefe de Rick. Es un hombre competente y
seguro de sí mismo, capaz de manejar cualquier cosa que le lancen en su
camino… a menos que sean Selene o Sasha.
Selene Lopez odia a Sasha. Está enamorada sólo de Nate, no de Sasha,
pero parece que cada vez que Nate anda cerca del alfa de los hombres
leopardo, éste pierde la maldita cabeza.
Sasha Monroe ama jugar, ronronear y puede desgarrar una garganta
en un parpadeo. Sabe que Nate se siente atraído por él. Sabe que Selene se
siente atraída por Nate. Pero lo que ninguno de los dos sabe es que Sasha se
siente atraído por los dos al mismo tiempo.
Simplemente le encanta jugar duro para conseguir lo que desea, pero
cuando las vidas de Nate y Selene son amenazadas, Sasha deberá escoger 3
entre proteger al elemento clave que posiblemente podría ganar la guerra o
a los lobos que están comenzando a significar tanto para él.
¿Sasha podrá manejar lo que ha descubierto, o dejará que el destino
decida si Nate y Selene viven o mueren?
Capítulo Uno
Enrique Marcelo sujetó la culata de su rifle cerca de su hombro. Se
agachó más, sus dedos agarraban el frío metal mientras sus ojos escaneaban
la zona. Las tropas se deslizaron por el área, y la llamada de auxilio llegó poco
después.
Rick no estaba seguro si esto era una trampa o no. Era difícil decir
quién era amigo y quien enemigo en esta guerra. Las personas en quienes
pensaba que podía confiar lo habían traicionado a diestra y siniestra. Las
personas a quienes consideraba enemigos luchaban por mantenerlo vivo.
Pero sólo había un puñado de personas a quienes Rick les confiaría su
vida. Nate y Selene estaban barriendo las habitaciones del segundo piso.
Benito y Miguel habían tomado el perímetro exterior. Además de esos
cuatro, estaba Dorian quien poseía la mayor parte de la confianza de Rick. Su
pareja caminaba silenciosamente a su lado y tenía su pistola asida con
firmeza en su mano, sus ojos escaneaban atentamente la habitación. 4
Rick había sufrido muchas traiciones que lo apuñalaron directo al
corazón, y todavía sangraba por ellas. No importa cuánto deseara erigir sus
defensas para que eso no pasara de nuevo, Rick sabía que era inevitable. Ese
era el por qué sólo confiaba en aquellos que eran más cercanos a él.
Cuando Rick no encontró a nadie en el oscuro primer piso, lenta y
silenciosamente ascendió por los peldaños de metal del almacén
abandonado, Dorian siguiéndolo de cerca. Los dedos de Rick se estaban
congelando, pero descubrió que no podía disparar con los guantes puestos.
Hacían que se sintiera asquerosamente incómodo, así que tenía que
arreglárselas con el gélido frío mientras se abría paso por el rellano para ir
mismo piso que estaban comprobando Nate y Selene.
Justo cuando Rick se dio la vuelta para mirar la puerta abierta en el
primer piso, captó un movimiento. Una sombra se deslizó entre unas cuantas
cajas olvidadas y luego desapareció de la vista. La postura de Dorian se volvió
rígida, diciéndole que su pareja también había captado el movimiento.
Rick siguió moviéndose por el rellano hasta que llegó a un pasillo que
los ocultaría y sacó su radio.
―Detecto movimiento en el interior, zona sur inferior. ―Su voz era un
tono bajo, sólo lo bastante alta para oírla los cambia formas.
―Copiado ―respondió Miguel de la misma manera tranquila, su voz
adquirió el tono de un ejecutor que se tomaba su trabajo en serio―. Nos
movemos.
Rick guardó la radio y entonces agarró su rifle, sujetándolo con firmeza
a un costado. Miguel y Benito ya llevaban dos meses siendo ejecutores, y
ambos se habían hecho cargo mejor de lo que podría haber esperado.
Todavía bromeaban, se divertían e irritaban profundamente a Sasha, el alfa
de los hombres leopardo, pero cuando era tiempo de bailar, bailaban tango
como profesionales.
No se arrepentía ni por un segundo de su decisión de darles su lugar en
la jerarquía de la manada. Rick no estaba seguro de cuántos miembros 5
quedaban de su manada. Desde que comenzó la guerra, miles de cambia
formas habían sido asesinados. Sin importar cuánto deseara salvarlos a
todos, estaba trabajando con lo que parecían probabilidades imposibles la
mayoría de los días.
El gobierno de los Estados Unidos había declarado la guerra contra su
especie. Los estaban matando apenas los veían. Todavía quedaba un centro
de detención sancionado por el gobierno, y estaba siendo vigilado con una
flota de tanques y tropas, algunos incluso reportaron haber visto
helicópteros sobrevolándolo.
No se habían molestado en reparar los daños de los otros dos centros.
De todas formas, Rick sabía que no estaban usándolos para retener cambia
formas. Estaban experimentando en su especie, torturándolos mientras
trataban de encontrar una cura para la licantropía.
Algunas de las cosas que había visto…
Rick se giró ligeramente, mirando hacia el piso de abajo. Podía ver la
silueta de un cuerpo escondida detrás del gran inventario de cajas tras las
cuales había desaparecido. Quien sea que fuere no se había movido. Dorian
tenía gafas de visión nocturna, pero Rick podía ver igual de bien.
Miguel se arrastró en el almacén, agachándose mientras miraba en la
dirección que Rick le había dado. El hombre lobo se quedó quieto, olfateó el
aire y luego miró a Rick con sus ojos bien abiertos.
Rick frunció sus cejas. Quería llamar a Miguel por radio y preguntarle
qué estaba mal, pero el ejecutor estaba demasiado cerca del objetivo. Quien
sea que fuera escucharía la voz de Rick crepitando en la radio de Miguel. No
podía arriesgarse.
Podía ser un inofensivo cambia formas o un humano, demasiado
asustado para revelarse. Pero por supuesto, podía ser alguien tratando de
acercarse a Rick y a sus hombres, listo para matarles. Rick era, después de
todo, el hombre más buscado en Estados Unidos. Había una generosa 6
recompensa por su cabeza y no confiaba en que alguien, aparte del grupo de
Rebeldes con los que estaba, no tratara de atraparlo y sacarle dinero.
Con una recompensa en la cima de la lista, Rick estaba medio tentado a
entregarse a cambio del dinero. De acuerdo, no. Pero era sorprendente
cuánto estaba dispuesto a pagar el gobierno sólo para poner sus manos en él.
Vivo o muerto.
Recientemente había sabido que el hombre que dirigía esta guerra, el
capitán O’Hanlon, era de hecho, su padre biológico. Hablando de quedar
pasmado. Rick siempre pensó que Estevez Marcelo era su padre. Pero los
archivos que habían robado declaraban lo contrario.
Rick palmeó el hombro de Dorian, diciéndole a su pareja que se pusiera
detrás de él mientras alzaba el rifle, avistó a la persona en el otro piso, y trató
de conseguir una mirada más de cerca. Sus sentidos estaban intensificados
gracias a sus genes licantrópicos, pero incluso con una visión mejor al
promedio, las sombras jugaban trucos mientras trataba de vislumbrar a la
figura escondida.
Todo lo que podía ver era un débil contorno.
Rick bajó el rifle, observando a Miguel moviéndose hacia la persona.
Algo no se sentía bien. Algo estaba mal. Rick nunca había tenido problemas
para ver en la oscuridad. Debería haber sido capaz de distinguir quien se
estaba escondiendo allá abajo, pero las sombras parecían tragarse a la
persona, manteniéndolo, a él o a ella, escondido.
Era como si… no, eso no podía ser cierto. No había forma de que las
sombras estuvieran escondiendo a la silenciosa figura. Eso era imposible.
Pero por supuesto, Rick había sido testigo de cómo sucedía mierda imposible
en los pasados seis meses.
Aun así, Rick no estaba listo para creer que las sombras tenían la
capacidad de proteger la identidad de una persona. Miró hacia atrás y vio
que Nate y Selene venían por el pasillo hacia él. Rick puso un dedo sobre sus
labios y señaló al piso de abajo.
La expresión de Nate se endureció mientras daba un paso frente a Rick 7
y miraba hacia abajo. Su mirada revoloteó por el lugar y volvió a mirar a Rick.
―¿Por qué no puedo ver quién es? ―moduló silenciosamente.
Rick sacudió la cabeza y se giró rápidamente cuando empezaron a
sonar disparos. Rick se colocó el rifle sobre el hombro y volvió a mirar por el
visor. La Sombra se estaba moviendo. Era… Rick se quedó mirando con
sorpresa por un breve segundo mientras la… Rick no estaba seguro de cómo
llamarlo. Pero lo que sea que fuese saltó en la pared y luego brincó hasta la
otra sección. La cosa estaba usando la pared como si fuera el piso, corriendo
sobre ella, su identidad seguía entre las sombras.
El ruido de la pistola de Dorian sonando con fuerza a su lado sacó a
Rick de su estupor. Empezó a dispararle a la Sombra mientras se movía. Su
rifle se movió junto con el progreso de la Sombra, y Rick no tuvo tiempo de
analizar cómo era capaz de dispararle a algo que corría por el techo.
El techo, por el amor de Dios.
Empujó el asombro de regreso a su mente mientras su dedo yacía en el
gatillo, se aferró a una determinación de hierro mientras trataba de derribar
a la Sombra.
Acertó. Lo sabía. Aun así Rick tuvo que rastrearlo con su arma. Observó
el brillo de la bala mientras ésta zumbaba por el aire y golpeaba a su objetivo,
pero la Sombra siguió moviéndose, ni una vez dio indicación de que había
sido herido. Nate se trasladó a terreno despejado y disparó repetidamente,
pero la Sombra desapareció con rapidez a través de un tragaluz roto y se
esfumó.
―¿Qué mierda fue eso? ―le gritó Nate mientras bajaba por las
escaleras de metal, sin esperar respuesta. Selene iba pisándole los talones,
Miguel salió corriendo antes que todos ellos. Benito todavía estaba afuera.
Rick sabía que Miguel mataría para proteger a su primo.
Mientras el frío aire de febrero comenzaba a secar el sudor de la cara
de Rick, miró hacia el muelle exterior, buscando no sólo a la Sombra, sino a 8
su grupo.
Nate apareció caminando por un costado del edificio, los otros tres le
seguían de cerca mientras sacudía su cabeza. ―Lo que sea que fuera, se fue.
―Lo herí ―dijo Rick con convicción―. Sé que le di. Vi cuando la bala
golpeó a la cosa.
―Yo también le acerté unos cuantos disparos a esa maldita cosa
―declaró Nate con seguridad―. Si recibió tantos disparos, ¿cómo diablos
podría seguir moviéndose? Ni siquiera olí la sangre. Es como si las balas
simplemente lo hubiesen atravesado, dejando a esa maldita cosa intacta.
Rick recordó la mirada asombrada de Miguel cuando olió el aire. Se
giró hacia el joven ejecutor. ―¿Qué oliste cuando entraste en el almacén?
Los ojos de Miguel se alzaron hasta que los dulces irises marrones
miraban a Rick directamente. ―Cuando era niño, mi padre1 solía llevarme a
visitar la tumba de mi abuela. Lo odiaba. El lugar siempre me daba pesadillas
unas cuantas noches después. ―La nariz de Miguel se arrugó―. De verdad

1
Las palabras en negrita y cursiva están en español en el original.
odiaba ir, pero especialmente cuando acababa de llover. Normalmente amo
el olor de la tierra húmeda, pero no en un cementerio. No en ese
cementerio.
Cuando Miguel se detuvo, como si pensara en el pasado en vez de
decirle a Rick lo que había olido en el almacén, éste lo animó a continuar.
Sabía que, lo que sea que Miguel hubiese recordado estaba asustando al
hombre porque estaba hablando en su idioma nativo en vez de en inglés.
Las cejas de Miguel se fruncieron más. ―Sé que no olemos a los
muertos. Tenemos narices afiladas, pero no son tan poderosas, no cuando la
gente está enterrada. ―Miguel alzó la mirada hacia Rick, sus ojos estaban
llenos de recuerdos lejanos que al parecer aun perseguían al joven―. Pero yo
podía. Olía la carne descompuesta, incluso aunque mi abuela había muerto
hacía años. Todavía puedo oler… ―Miguel tragó con fuerza―. Eso es lo que
olí cuando entré en el almacén. ―Miguel se estremeció―. Muerte.
Decadencia.
Todos se quedaron parados en un sorprendido silencio. Rick suponía
que la Sombra era un vampiro, ya que éstos llevaban el olor a tierra seca. 9
Algunos decían que era por el suelo en el cual el humano estuvo enterrado
cuando fue convertido. Decían que se quedaba pegado a los vampiros
muchos años después de su conversión, pero Rick nunca había olido muerte
y decadencia en ellos.
Había llegado a conocer a unos cuantos. Kraven, el maestro de los
vampiros del condado de Hamilton, tenía bien pasados los doscientos años y
el único olor que desprendía era el de las hojas muertas en otoño mientras
soplaba el aire frío y ruidoso.
―Esa es la historia más espeluznante que he oído ―dijo Dorian―.
Gracias. Ahora soñaré con cementerios esta noche.
―Bienvenido a mi mundo ―respondió Miguel mientras se dirigía hacia
el edificio.
―Ignóralo ―dijo Benito mientras caminaba al lado de Dorian―,
siempre se pone raro cuando habla de su abuela.
―¿Por qué? ―preguntó Dorian―. Además de la cosa del cementerio.
Dijo que odiaba ir a verla.
Benito alzó la mirada hacia Rick y luego volvió a mirar a Dorian. ―No
estaba bien de la cabeza. ―El hombre lobo cayó en el silencio, y Dorian no
presionó el tema. Rick había oído historias sobre Esmeralda. Decían que
estaba inmersa en cosas de las que es mejor no saber. Nunca le prestó
mucha atención a esos cuentos fantasmagóricos. Pero después de no sólo ver
a la Sombra moverse de formas que desafiaban las leyes de la gravedad, sino
ver la mirada perdida en los ojos de Miguel, Rick no estaba seguro qué
debería creer.
―¿No había nada en las habitaciones del segundo piso? ―preguntó
Rick a Nate, necesitando cambiar de tema.
―No encontramos nada. Hay una capa de polvo inalterado sobre todo,
así que sé que nadie ha estado allá arriba desde hace tiempo.
―¿Entonces quién diablos dejó esa llamada de auxilio? ―Rick no iba a
creer que la Sombra había hecho esa llamada. Eso era francamente bizarro y
algo en su mente no le permitía contemplar ese hecho.
―Ni idea. ―Nate encogió sus enormes hombros―. Ian dijo que era un 10
hombre. Eso es todo lo que sabemos.
―Entonces volvamos a la casa. ―Rick no quería quedarse aquí ni un
segundo más. Podía manejar a cambia formas mercenarios, Cazadores de
Especies humanos, e incluso al gobierno. La mierda sobrenatural no era lo
suyo. Ahora sabía que las balas no tenían efecto en la cosa, y no había
manera de que Rick fuera a usar sus dientes y garras. No sabía qué le pasaría
si hundía sus caninos en… ¿podría hundir sus caninos en esa sombría figura?
Rick no quería descubrirlo.
Lo que sea que fuera, Rick realmente esperaba que fuera la última vez
que la viera. Colocó su rifle en su hombro mientras se dirigía hacia la parte
delantera del almacén. No quería pensar en la Sombra, pero maldición, esa
cosa lo desconcertaba. La situación era tan espeluznante como cuando supo
que Cheveyo, un caminante de los sueños que se había ofrecido para ayudar
a Ian a luchar contra el vampiro que lo estaba atacando mientras dormía, era
un maldito fantasma.
El viejo Indio había lucido bastante real para Rick. Incluso sus sentidos
le habían dicho a Rick que el hombre era real. Su forma corporal había sido
sólida al tacto.
Ahora Rick se preguntaba si estaba lidiando con un tipo diferente de
fantasma, pero eso no tenía ningún sentido. Esta cosa se movía como si fuera
uno con la noche, como si no fuera nada más que una… sombra.
―Espeluznante, ¿eh? ―preguntó Dorian mientras metía su pistola en
su funda y se unía a Rick―. Y yo aquí pensando que sólo existían humanos,
cambia formas y vampiros en el mundo.
―Como yo ―admi?ó Rick―. Ahora, como que entiendo la forma en la
que te sentiste cuando descubriste que existían los no humanos.
Dorian caminó silenciosamente a su lado. Rick podía decir que el
hombre estaba sumergido profundamente en sus pensamientos. Rick dejó de
caminar cuando Dorian por fin habló. ―No creo que sea otro. Mi suposición
es que es un vampiro o un cambia formas, sólo que no es una raza o
categoría con la cual nos hayamos encontrado antes. 11
La mente de Rick se adhirió a la idea de que era una especie familiar.
No quería tener que pelear con algo que ni siquiera sabía que existía. Ya era
bastante malo que sus enemigos superaran a sus aliados. Rick no quería
añadir la Sombra a esa lista.
No estaba seguro si la cosa era amigo o enemigo, pero de nuevo,
esperaba no tener que volver a correr tras ella otra vez.
Dorian agarró sus hombros, acercando a Rick. Su pareja le dio un
calmante y profundo beso antes de echarse hacia atrás. ―Saldremos de esta.
Pero ahora tenemos que regresar a la casa.
Rick escaneó el vacío estacionamiento que probablemente solía estar
repleto de trabajadores. Ahora estaba ahí como un vacío recuerdo del precio
que esta guerra les había costado a todos. Empezó a moverse de nuevo
cuando la nieve comenzó a caer en forma de suaves copos.
Ahora que la adrenalina se había desvanecido, Rick podía sentir que el
frío comenzaba a asentarse.
Su búsqueda había sido en vano. Aquí no había nadie que necesitara
rescate. Pero la pregunta del millón de dólares era, ¿quién había hecho la
llamada telefónica?

12
Capítulo Dos
―¿Qué crees que era esa Sombra? ―preguntó Benito mientras
colocaba un brazo sobre el respaldo del asiento con una expresión pensativa.
Selene se encogió de hombros. Su mente no estaba en la Sombra en
este momento. ―No estoy segura, Benito. Pero no creo que estuviera allí
para lastimarnos.
Benito se giró ligeramente, dándole toda su atención. ―¿Por qué no?
―Se fue tan pronto como lo vimos. La cosa tampoco luchó cuando
vaciamos nuestras armas sobre él.
―¿Él? ―preguntó Benito―. ¿Cómo sabes que es un hombre?
―No lo sé, pero llamarlo él es mejor que llamarlo eso.
Benito se rio, pasando su mano sobre el hombro de Selene. ―Eso ni
siquiera tiene sentido.
Selene quitó la mano de Benito, regresando a sus pensamientos. 13
No era del tipo de persona tímida, pero la idea de regresar a la casa
segura, en donde ahora residía Sasha Monroe, le hacía querer salir del coche
y huir.
No es que le tuviera miedo, aunque era lo bastante inteligente como
para saber que era extremadamente letal. No, era ese coqueteo juguetón lo
que la irritaba. Sasha no era el tipo de hombre en el que estaba interesada.
Usaba su despampanante mirada como una ventaja cuando se trataba de
Nate, y eso molestaba a Selene.
No era lo bastante tonta como para negar que Nate era bisexual. Él
mismo lo había admitido. Selene no estaba segura de cómo sentirse ante
aquella revelación. No tenía nada en contra de los estilos de vida
alternativos. Su alfa era bisexual, su pareja era un hombre. Incluso algunos de
los miembros del grupo de Rebeldes eran abiertamente gay.
Lo que la confundía era cómo se sentía por Nate, sabiendo que él
deseaba a Sasha.
Dios, incluso pensar en el nombre del leopardo agitaba su
temperamento.
Y Nate…
Selene deslizó sus ojos disimuladamente hacia el hombre que había
estado a su lado constantemente desde hace ya seis meses. Su enorme
cuerpo ocupaba la mayor parte del asiento trasero. Miguel y Benito tenían
que sentarse en la parte de atrás de la camioneta porque sólo quedaba
espacio para que ella se sentara junto a Nate.
Estaba tratando de imaginar cómo sería besarlo, pero todo lo que
podía ver era a Nate besando… a Sasha.
Selene apretó sus dientes mientras Rick giraba en la esquina y
comenzaba a conducir hacia la casa. Si ese irritante felino le decía una
palabra equivocada, Selene iba a dispararle en el culo. Un rápido apretón
sobre el gatillo y su problema estaría resuelto.
Desafortunadamente, no estaba segura de cómo reaccionaría Nate si
mataba a su punto de fascinación. 14
Simplemente no entendía al ejecutor. ¿Qué era tan especial en el rubio
coqueto que encandilaba a Nate? Seguro, Selene no era ciega. Sabía que
Sasha era magnífico. Pero en su opinión, la personalidad no encajaba en el
paquete. El alfa era arrogante más allá del raciocinio y tenía un ego tan
grande que era sorprendente que alguien pudiera caber en la casa con la
maldita cosa.
Selene se inclinó a hablar con Rick, que conducía, y a propósito, su
cadera rozó contra uno de los muslos de Nate que eran gruesos como
troncos. El contacto hizo que se apretaran algunas cosas en su parte baja.
―¿Qué crees que era la Sombra? ―Sabía que el alfa no tenía ni idea, pero
Selene se había estado muriendo por tocar a Nate.
Tener al hombre junto a ella estaba haciendo que su interior se
anudara y su coño se apretara de necesidad. Había sido así desde que
empezó a sentirse atraída por él. No ser capaz de tocarlo era casi
enloquecedor. Estaba usando lo que podía para tentarlo, para recordarle que
estaba sentada a su lado, que lo deseaba.
Como en los pasado seis meses, el cuerpo de Selene fue atraído hacia
el musculoso hombre. Quería extender su mano y pasar la punta de sus
dedos por sus bíceps, arrastrase en su regazo y frotar su cuerpo sobre él,
dejando su aroma impregnado para que todos supieran que era suyo.
Pero Nate no era suyo.
Deseaba que lo fuera, pero desde que Rick expuso los asuntos de Nate,
contándole a Selene y Sasha que Nate se sentía caliente por ambos, Nate la
había mantenido a un brazo de distancia. Todavía trabajaban lado a lado sin
esfuerzo alguno, pero nunca conversaron sobre lo que Rick les había dicho.
Selene había quedado impactada cuando supo que Nate se sentía
atraído hacia ella. Sabía que le gustaba como persona, pero no sabía que se
sentía atraído por ella. El hombre la había ayudado mientras luchaba por
trepar a la cima. La había guiado, peleado a su lado, y era un dolor en el culo
cuando trataba de mantenerla a salvo.
Era todo lo que debería ser un amigo.
Constantemente discutían porque podía cuidarse sola. Y de verdad 15
podía. Ser una mujer dominante no era algo malo, especialmente en tiempos
de guerra. Pero saber que se preocupaba si vivía o moría tocó una parte de
ella e hizo que empezara a verlo bajo una luz completamente nueva. No
creyó que sus sentimientos eran mutuos.
Pero ahora que lo sabía, parecía hacer imposible que el hombre se
abriera a ella y confesara lo que sentía. Selene sabía que los hombres no se
abrían y hablaban de sus sentimientos como las mujeres. Pero maldición, una
pequeña pista, un reconocimiento de que de verdad le interesaba no mataría
al grandísimo idiota.
―No tengo ni idea ―respondió Rick, pero Selene sólo oía la mitad de
lo que estaba diciendo. Estaba demasiado ocupada inhalando el fuerte olor
almizclado que empezaba a llenar el interior de la camioneta. Casi sonrió
cuando olió la excitación de Nate―. Pero puedes volver a sentarte y dejar de
torturar a Nate.
Selene miró a Rick mientras se sentaba, metiendo sus brazos bajo sus
pequeños pechos. ¿Cómo sabía lo que estaba haciendo? Alzando la mirada,
Selene frunció el ceño profundamente cuando vio a Nate mirando por la
ventana, evitándola a propósito.
No podía comprender cómo estaba atraído por ella si evitaba todo tipo
de contacto íntimo. No es como si estuviera tratando de saltar a sus huesos.
Con suerte estaba tratando de hacer contacto visual para hacerle saber que
estaba más que abierta a la idea de que simplemente la besara.
Cuando Rick se detuvo en la entrada, Nate fue el primero en salir de la
camioneta, dirigiéndose hacia la puerta lateral de la casa.
Bueno, verlo huir hería bastante su ego.
Selene se quedó ahí sentada por un largo rato, observando la puerta
por la que Nate había escapado. Un suspiro se escapó de sus labios. Si no lo
conociera mejor podría pensar que Nate sólo quería que fueran amigos y
compañeros de armas. 16
Tal vez eso es lo que quiere. Tal vez estoy deseando algo que no está
ahí.
Pero Rick había dicho que Nate la quería. ¿Había estado mintiendo?
Estaba enojado en ese momento y había dicho un montón de cosas en medio
de su pequeña explosión. Quizá había mezclado las cosas y la incluyó en la
lista de las personas más deseadas por Nate por accidente. Tal vez Nate sólo
quería a Sasha.
Sintiéndose absolutamente rechazada, Selene se deslizó por el asiento
trasero y fue adentro. Se erizó cuando vio al rubio dolor en el culo en la
cocina, apoyando su cadera casualmente contra la encimera, hablando con
Rick tranquilamente.
Mientras el alfa ponía a Sasha al tanto de lo que había pasado en el
almacén, los ojos del felino cayeron sobre ella y la esquina de su labio se
curvó en una sonrisa juguetona. Selene lo miró y siguió caminando hacia el
dormitorio que había escogido. Solía pensar que Sasha estaba flirteando con
ella.
Ahora Selene sabía que esas tácticas juguetonas eran parte de su
verdadera naturaleza. El leopardo se estaba burlando, dejándole saber que el
hombre que más deseaba, que sería Nate, no estaba interesado en ella, sino
en Sasha.
¡Bah, ese leopardo era un arrogante hijo de puta!
Selene se detuvo por los pelos antes de cerrar la puerta de golpe. Era
un movimiento infantil. No iba a dejar que Sasha Monroe supiera que estaba
logrando su objetivo, no en un nivel tan inmaduro, al menos. No había forma
de que fuera a darle esa satisfacción.
Selene se dejó caer en la cama, acostándose de espaldas mirando al
manchado techo. Qué no daría porque Rick la enviara a otra misión con Nate.
Eso haría que se unieran, los dos solos, y Sasha no estaría ahí.
Su cabeza se giró hacia la puerta cuando escuchó que tocaban. ―Pase.
Cuando Nate entró se le atascó la respiración en sus pulmones. Era la 17
última persona que esperaba ver tan pronto después de su precipitada
partida. Miró a los más hermosos ojos verde jade que había visto jamás. Nate
era verdaderamente magnífico. Su cabello rubio arena sólo alcanzaba su
cuello debido al corte. Lucía tan sedoso que Selene daría cualquier cosa por
pasar sus manos a través de él.
―Rick quiere que bajemos. ―El hombre se fue antes de que pudiera
preguntar por qué.
Gruñendo de frustración, Selene se obligó a levantarse de la cama y
fue a reunirse con el alfa y el resto del grupo de Rebeldes en la pequeña sala
de estar. Siempre le estaría agradecida a las personas que les prestaban sus
casas al grupo. Era más de lo que cualquiera pudiera pedir. Estaba harta de
los moteles y amaba la satisfacción de una buena noche de sueño en una
cómoda habitación. Pero esta casa parecía demasiado pequeña para todos.
Algunos tenían que compartir habitaciones. Era sorprendente que Nate no se
ofreciera voluntario para compartir habitación con Sasha. Ahuyentó ese
pensamiento de su cabeza mientras se apoyaba en la pared, escondiendo sus
manos tras su espalda.
Su columna se tensó cuando Sasha se paró a su lado, pero Selene
mantuvo su boca cerrada, haciendo su mejor esfuerzo para ignorar su
presencia.
―Bien, ya que lo del almacén estuvo… ―Rick sacudió su cabeza y
luego continuó―. Necesitamos seguir trabajando en nuestro rescate. Ha
habido una llamada de auxilio proveniente de los hombres hiena de…
―Hombres hiena ―gruñó Selene mientras cortaba a Rick―. ¿No
hemos aprendido que no son de fiar?
Rick se sentó apoyando sus codos en sus muslos, dándole un
desaprobador ceño fruncido que hizo que Selene agachara la cabeza,
avergonzada por su salida de tono. Rick era conocido por ser justo, pero no
aguantaba la mierda de nadie, especialmente de sus ejecutores.
Recientemente se había vuelto más letal, y no podía culparlo por ello. Estaba
muriendo mucha gente, y no parecía como si fueran a ganar esta guerra.
―No permitas que Tyson te deje un mal sabor de boca. 18
Selene oyó un suave ronroneo de Sasha. El hombre era un puto cerdo.
―Sólo porque fuera un traidor no quiere decir que todas las hienas son
unos mentirosos. La verdad es que son cazadores muy inteligentes. Pero a
partir del reporte que recibimos, se han visto obligados a huir a las
montañas. Si se quedan atrapados ahí, serán separados y atrapados uno a
uno.
―¿Dijeron quién iba tras ellos? ―preguntó Nate con preocupación.
Dios, Selene amaba oír la voz de Nate. Podría escuchar esa ronca voz
de barítono por el resto de su vida y nunca se cansaría. Particularmente,
amaba cuando hablaba en un tono bajo. Sonaba más rico, resonante y
profundo.
―Cazadores de Especies ―respondió Rick con un ligero gruñido―. Al
parecer su número se incrementa mientras el de los cambia formas
disminuye.
Selene se inclinó aún más contra la pared, escuchando, preguntándose
si habría un final a la vista. Las cosas comenzaban a verse sombrías.
Necesitaban encontrar una forma de ganarles ventaja. Parecía que todo lo
que hacían era correr de un lugar a otro, ayudando a quienes lo necesitaban.
No había nada malo en ayudar a aquellos que no eran capaces de salir por sí
mismos de la situación en la cual se encontraban, pero eso no haría que
ganaran esta guerra. Algo tenía que ceder. Algo tenía que cambiar, o Selene
iba a continuar observando cómo moría su amada especie.
Pero estaba perpleja. No tenía ni idea de cómo dar vuelta a las tornas.
Entre más duro luchaban, más Cazadores de Especies y soldados aparecían.
Su número se estaba multiplicando en esta lucha. Y los cambia formas no.
Mientras Rick señalaba un mapa en la mesita de café, Selene se
preguntó cómo serían las cosas dentro de un año, demonios, dentro de diez
años. Las ciudades ya lucían como zonas de guerra diezmadas. Todo aquel
que no estaba luchando se estaba escondiendo, humanos y cambia formas
por igual. Era difícil encontrar negocios abiertos. Los únicos que continuaban 19
con normalidad eran las estaciones de noticias. Estaban constantemente en
el aire informando qué estaba pasando alrededor de la nación.
Los informes se volvían más desoladores. Los cámaras tomaban serios
riesgos, yendo al lugar de los hechos para poder filmar. Selene empezaba a
preguntarse si quedaba humanidad en el mundo. Si no fuera por el grupo de
Rebeldes en el que se encontraba, habría comenzado a pensar que el amor
se había desvanecido junto con la esperanza.
Pero viendo a Rick con Dorian o a Mason con Ian, Selene sabía que
quedaba una fibra de emoción en algún lugar en el mundo.
Si tan sólo pudiera robar un poco de ésta para sí misma. Miró a Nate
que estaba sentado junto a Rick, ayudando al alfa a trazar la mejor ruta
estratégica que tomar. Sintió en lo profundo de su interior un anhelo de ser
sostenida entre sus fuertes brazos, amada, acariciada y querida igual que las
otras parejas de su grupo.
Frunció el ceño internamente y supo que no se merecía una
oportunidad de ser feliz. No después de las muertes que había causado, las
vidas que había arrebatado. Cerró la tapa a esos pensamientos. Cuando miró
a su izquierda, notó que Sasha estaba mirándola de cerca, sus ojos verde
eran indescifrables.
Apartó la mirada, sintiendo como si el hombre pudiera leer sus
pensamientos sabiendo lo que pensaba. Sasha no era con quien soñaba
Selene. No era con quien jugaba en sus fantasías cuando cerraba sus ojos.
Era Nate.
Vio cuando agachó su cabeza, escudriñando algo en el mapa. Su grueso
cabello rubio arena una vez más hacía que sus dedos picaran por tocar esas
hebras de apariencia suave.
―Si no dejas de llorar por él, vas a ahogarme hasta la muerte con tu
olor ―dijo Sasha tan bajo que Selene casi no captó lo que había susurrado,
pero captó la sonrisa complaciente. 20
―Por favor, por mí, ahógate hasta la muerte. ―Le lanzó dagas con la
mirada antes de apartar la vista.
Apretó sus molares con fuerza cuando Sasha se acercó más, el calor de
su cuerpo abrasaba su piel. ―Me encanta cuando me hablas sucio ―bromeó
con un tono ligero y provocativo que sonaba completamente felino.
―Confía en mí, no hay nada sensual en lo que quiero hacer contigo. Si
los pensamientos de mí viéndote morir lenta y dolorosamente te excitan,
pues bien, ten una erección.
Selene mantuvo una pose relajada, pero le tomó cada onza de control.
No iba a dejar que el gato supiera que la alteraba. Eso sólo complacería al
hombre, y esa era la última cosa que quería hacer.
―Confía en mí, mi pequeña niña astuta ―ronroneó Sasha cerca de su
oído, tan cerca que sintió un montón de aire caliente soplando sobre su
cuello―, siempre tengo una erección cuando estoy cerca de ti.
―Quieres dejar de joder conmigo ―siseó irritada.
―Oh, no he jodido contigo, todavía ―exhaló la palabra sexual, la
implicación fue aparente, pero no bienvenida. Parecía realmente empeñado
en burlarse y frotarse en ella a pesar de que tenía el interés de Nate, no el
suyo.
Se giró, parándose derecha, lo cual no tuvo el efecto esperado
considerando que Sasha alcanzaba el metro noventa y Selene estaba en
desventaja con su metro setenta y cinco. Alzó la mirada, lo cual se robó parte
de la rudeza que estaba tratando de mostrar. ―No. Me. Gustas.
―Lo siento, pero ¿nuestros planes y estrategias están interrumpiendo
vuestra conversación?
Selene se giró para ver, no sólo a todos en la habitación mirándola,
sino la acalorada expresión de Nate dirigida a Sasha. No podía hacer esto. No
podía quedarse aquí parada y ver que el hombre al que quería abiertamente
deseaba al que quería mutilar.
Saliendo de la habitación, Selene se dirigió a la puerta lateral
paseándose maniáticamente por la entrada. Tal vez era tiempo de que se 21
uniera a otro grupo de Rebeldes. Sus intereses personales se estaban
interponiendo en su trabajo. Ya no podía permanecer completamente
enfocada. No cuando estaba tratando de acercarse a Nate.
Y cuando el leopardo andaba cerca, la mente de Selene no estaba en
su trabajo, sino en los pensamientos de estrangularlo hasta la muerte. Oyó
que se abría la puerta lateral, y entonces Rick se paró en medio de su
recorrido, deteniendo sus agitados pasos.
―¿Hay algo de lo que quieras hablar? ―preguntó mientras se
inclinaba contra el coche, cruzando sus brazos sobre su pecho.
―Creo que necesito ser reasignada. ―Aunque la última cosa que
quería hacer era abandonar a aquellas personas que tanto significaban para
ella, Selene sabía que no estaba en el juego y que, eventualmente, eso haría
que los asesinaran.
Rick lucía un poco impactado. ―¿Eso es lo que quieres?
No, pero no podía continuar torturándose con aquello que no podía
tener. Nate se excitaba cuando estaba cerca de ella, su denso aroma
almizclado hacía que su coño se apretara cada vez que lo olía. Pero el
hombre no la miraba con hambre, no como cuando Sasha estaba cerca.
Sabía que la única razón por la cual odiaba al alfa de los hombres
leopardo era a causa de Nate. Personalmente, no le había hecho nada malo,
excepto irritarla un montón. Sasha era el único hombre que conocía que
podía enfurecerla más rápido que cualquier otro.
Tal vez era hora de que diera un paso al lado y permitiera que
progresaran las cosas entre los dos hombres. Quizá si se marchaba, Nate
finalmente dejara que Sasha supiera cómo se sentía de verdad y podrían ser
una pareja felizmente apareada.
El pensamiento la desgarró, pero Selene no iba a seguir persiguiendo a
un hombre que obviamente no tenía ningún interés en ella. No iba a seguir
sufriendo por alguien que al parecer quería a otro. 22
Acerando sus nervios, Selene miró a su alfa. ―Sí, por favor haz el
cambio… ahora.
Capítulo Tres
Nate miró la puerta por la cual Selene acababa de salir enfurecida.
Debería decirle. Necesitaba decirle que la quería, pero cada vez que
abría su boca para decirle cómo se sentía, su cerebro hacía esta cosa
impresionante en donde se quedaba completamente callado y lo hacía ver
como un verdadero idiota.
Era realmente frustrante. Nate la deseaba tanto que su polla
permanecía en un perpetuo nivel de buena disposición siempre que la olía.
Trabajar lado a lado durante los pasados seis meses no le había ayudado ni
un poco. Nunca había estado tanto tiempo sin sexo, y estaba listo para
dispararle a algo.
Masturbarse ya no funcionaba. Por el contrario, le hacía sentirse más
frustrado.
Sasha se alejó de la pared, sus ojos tenían un calor sensual mientras
miraba a Nate. ―Me pregunto si está desnuda bajo su ropa. 23
Nate se puso de pie, pasando junto al leopardo mientras iba a
averiguar qué pasaba con Selene. Lucía… apagada. Normalmente Selene era
la encarnación de la fuerza y era increíblemente buena manteniendo sus
emociones bajo control. Trabajaba bien bajo presión y permanecía
inescrutable mientras se encargaba de lo que sea que fuera necesario hacer.
Pero le preocupaba lo que había visto en esos ojos de color verde
amarillento. Lucía… derrotada, resignada.
―Nate.
Nate se giró para ver a Sasha parado ahí, sus ojos se oscurecieron. El
hombre era tan malditamente glorioso que Nate quería estirarse y tocarlo. Si
sólo Sasha se lo permitiera. Rondaba a dos personas que realmente lo
confundían, y Nate no estaba seguro de qué hacer con ninguno. Tenía miedo
de decirle a Selene y que Sasha lo rechazara. A Nate no le gustaba tener
miedo. Era un sentimiento extraño para él. Era el ejecutor jefe y podía hacer
su trabajo y dormir por la noche. Pero estos dos… Nate suspiró internamente.
―Nunca te la ganarás con silencio.
El hombre casi había dado en el clavo. Había golpeado justo el nervio.
Nate se giró y fue hacia la puerta dando zancadas, incapaz de darle una
respuesta a Sasha. ¿Qué podría decir? El hombre tenía razón.
Cuando salió, Rick estaba ahí parado. Solo. Tenía una mano metida en
su bolsillo delantero, la otra sujetaba su móvil. Nate miró a su alrededor,
pero Selene no estaba a la vista. ―¿Dónde está Selene?
Rick giró su cabeza hacia Nate, una triste expresión en sus pálidos ojos
grises. Metió su móvil en su bolsillo trasero y sacudió la cabeza. ―Se fue.
Lo atravesó una corriente de miedo mientras su mente trabajaba horas
extra para comprender aquellas dos palabras. Acababa de estar dentro de la
casa. No había forma de que se hubiese ido. ¿Dónde? ―¿Qué quieres decir
con que se fue? ―Había un profundo gruñido en el tono de Nate. En los
pasados cuatro años había visto a Rick con nada más que admiración y
respeto, pero el hombre estaba hablando de Selene. La mujer por la cual
Nate se preocupaba tanto que era doloroso la mayoría de los días. 24
Hubo un fuerte retumbar de advertencia proveniente de Rick mientras
daba un paso hacia Nate, toda la simpatía se había desvanecido de su rostro.
―No uses ese tono conmigo a menos que vayas a desafiarme por mi posición
como alfa y líder del grupo de Rebeldes. ―Las palabras eran frías, tan
deliberadamente gélidas como Nate jamás había oído dirigirse hacia él―.
Solicitó ser reasignada.
―¿A dónde? ―preguntó Nate, sabiendo que pedía que su garganta
fuera abierta por sus garras cuando se paró en el camino de Rick mientras
éste regresaba a la casa. Pero no iba a dejar pasar esto. Podía sentir la
desesperación construyéndose en su interior―. ¿A dónde la enviaste?
La mirada asesina de Rick sería aterradora en cualquier otro momento,
pero estaban hablando de Selene. Cierto, ella podía pelear con la misma
habilidad que Nate, y defenderse mejor que cualquier otra mujer que jamás
se hubiese encontrado, pero eso no evitaba que se estuviera muriendo de
preocupación. Estaban en medio de una guerra. Había cambia formas
mercenarios y Cazadores de Especies por todos lados. No estaba a salvo.
Podría morir.
―Por favor, Rick. ―Nate suavizó su tono aun cuando quería gruñirle al
alfa por interponerse entre él y Selene. Mantuvo su temperamento bajo
control mientras esperaba.
Rick exhaló una larga respiración, colocando sus manos en sus caderas
mientras se daba la vuelta dando un paso atrás para quedar frente al coche.
Nate lo siguió.
―¿Por qué quería irse, Nate? ¿Por qué fue tan firme en que fuera
ahora mismo, en este segundo? ¿Le hiciste algo? ―El tono de Rick era
interrogativo, pero Nate podía oír la acusación subyacente.
―Nunca le las?maría ni un maldito pelo ―dijo llana y
amenazadoramente. Pensar que esa idea siquiera llegó a entrar en la mente
de Rick fue como un puñetazo en el corazón de Nate. Había pensado
insensatamente que su alfa le respetaba y confiaba en él. Pero la fría
acusación en los ojos de Rick le contaba una historia diferente.
Rick se inclinó contra el capó, sin lucir afectado por la agresividad de
Nate. ―Entonces dime, ¿por qué se fue tan pronto como terminé la llamada? 25
Nate arrastró sus manos por su cabello y luego tiró de las hebras con
frustración. ―No lo sé ―respondió en un tono alto y desesperado―. No he
hecho nada para que se asuste de mí.
Esa era otra razón por la cual Nate permanecía lejos. Su propio tamaño
lo aterraba cuando se trataba de Selene. Podría romperla. Era tan diminuta,
tan pequeña. Nate medía uno ochenta y ocho con unos buenos ciento
veintisiete kilos de puro músculo. No tenía un solo gramo de grasa. Venía de
una larga línea de hombres enormes. Incluso era más grande que su padre.
Se sentía como King Kong junto a su pequeño cuerpo.
Eso lo tenía cagado de miedo, pero no había evitado que la deseara.
―Tienes razón ―dijo Sasha mientras salía por la puerta, luciendo tan
glorioso como siempre. Nate todavía no estaba seguro de qué hacer en
cuanto al leopardo. Su deseo por el hombre no había cambiado, aun cuando
la mente de Nate le decía que Sasha era una causa perdida―. No has hecho
nada. Ese es el maldito problema.
Nate se giró para mirar a Sasha. ―¿Qué mierda significa eso?
Sasha lo miró directamente. ―Te quiere, ciego idiota. Pero no le has
dicho ni una sola palabra para dejarle saber que es mutuo. Me odia porque
piensa que sólo tienes ojos para mí. Para ella, soy la competencia. He hecho
mi mejor esfuerzo para cortejarla, pero cae en oídos sordos porque no soy a
quien quiere.
Nate se sorprendió. No sabía que Sasha estaba interesado en Selene. El
alfa había dejado muy claro que no tenía una buena opinión de los hombres
lobo. Los trataba como perros. Era un hecho que había detenido a Nate
cuando perseguía a Sasha, pero no podía controlar cómo se sentía.
Pero lo enceguecía el oír que el hombre quería a la mujer por quien se
sentía interesado. Se apartó de Sasha y sus bonitos ojos verdes. Nate ya
estaba lidiando con una situación jodida. No necesitaba meter al hombre
leopardo también. ―Rick, por favor, dime a dónde se fue. Esto es mi culpa y
necesito arreglarlo.
Rick cruzó sus brazos sobre el pecho, su mirada era penetrante. ―Si la
lastimas, te cortaré las putas bolas. Es como una hermana para mí.
De acuerdo, Nate tampoco sabía eso. ―No lo haré.
26
Mientras hablaba, Rick lucía como si le estuvieran doblando el brazo
detrás de su espalda de una forma muy dolorosa. ―Se fue a Dakota del Sur
para unirse al grupo de Clyde.
―¿El clan de hombres oso? ―preguntó Nate.
Rick asintió.
―Voy tras ella. ―Nate miró a su alrededor―. Mierda, no tengo coche.
―Selene se fue a pie ―añadió Rick.
Nate asintió. ―Voy a agarrar mi bolsa y me largo. Llevaré mi móvil por
si me necesitas.
―Yo voy ―declaró Sasha categóricamente mientras entraba en la
casa. No esperó a que Nate accediera. No preguntó. Sólo le dijo a Nate que
iría. Nate miró a Rick.
―Tengo la sensación de que está a punto de iniciarse nuestra propia
guerra.
―Y yo tengo la sensación de que Selene será la vencedora. Puede
arreglárselas sola, Nate. Tal vez necesite un tiempo lejos.
―Pura mierda. ―Nate no estaba de acuerdo. Era una mujer fuerte. Le
concedería eso a Selene, pero allá afuera había monstruos que no se
detendrían ante nada para matarla o para hacer que deseara la muerte. No
era invencible, no importa lo que creyera Selene.
Rick levantó sus manos. ―Al igual que no pude hacer que Selene se
quedara, no puedo forzarte a que mantengas tu culo aquí. Todo lo que estoy
diciendo es que tal vez no consigas lo que fuiste a buscar.
A Nate no le importaba eso. Incluso si Selene le decía que se fuera al
infierno, tenía que asegurarse de que llegara donde Clyde a salvo, y con
suerte, en el camino la convencería de que quería estar con ella.
27
Podía llegar a ser realmente obstinada. Nate había descubierto eso
durante el tiempo que trabajaron juntos. Era bien consciente de que había
luchado por llegar a la cima, y tratarla con algo menos que igualdad siempre
hacía que se pusiera agresiva.
A veces Nate no podía contenerse. Así es como era él. Proteger a los
más pequeños estaba en su naturaleza, pero por supuesto, todos eran más
pequeños que él.
Dejando a Rick parado fuera, Nate fue a buscar su bolsa. También
agarró la de Selene. Se había ido tan rápido que ni siquiera se había llevado la
bolsa que siempre cargaba. Ese pensamiento lo molestaba. ¿Por qué se había
ido así? Podría haberse acercado y decirle que se iba. ¿No eran amigos, al
menos?
Entre más pensaba en la forma en que se fue, más se molestaba. Se
había puesto en riesgo al irse sola. ¿No había penetrado en su testaruda
cabeza que tener a alguien vigilando su espalda en todo momento era mejor
que pelear sola? Era el protocolo estándar. La mujer nunca escuchaba. A
veces su fuerza de voluntad era demasiado.
Y esta vez podía hacer que la mataran.
―¿Listo? ―preguntó Sasha desde la entrada.
―Sí ―dijo Nate llanamente mientras pasaba junto al hombre y bajaba
por las escaleras. Antes de que todo esto empezara, Nate hubiese estado
extasiado de que él y Sasha trabajaran juntos.
Algo en él había cambiado, sin embargo. Todavía encontraba al
hombre increíblemente atractivo. ¿Quién no lo haría? Pero después de todo
lo que había pasado, y la forma en la que Sasha había actuado en Shelton,
Nate había puesto una barrera protectora alrededor de sus emociones en
todo lo relacionado al hombre leopardo. Ya no quería sentir esa punzada de
rechazo. Su corazón todavía se aceleraba cuando Sasha estaba cerca, pero
Nate había aprendido a ignorar esos cálidos y confusos sentimientos.
Se fueron en la dirección por la cual el aroma de Selene era más fuerte
usándola para rastrearla. Nate sabía que Sasha era el cambia formas más
rápido con el que se había cruzado, pero Selene era bastante rápida, 28
también. Cubrieron treinta kilómetros, su olor todavía colgaba en el frío aire
de invierno, pero todavía no la habían alcanzado.
―¿Cuán rápida es? ―preguntó finalmente Sasha después de
permanecer tranquilo todo el viaje.
―Es la segunda persona más rápida que conozco ―respondió Nate
con suavidad.
―¿Y la primera? ―preguntó Sasha.
Nate gruñó ante la necesidad de Sasha de hablar. No estaba de humor.
Sólo quería encontrar a Selene, decirle cómo se sentía, y asegurarse de que
llegara a salvo con Clyde, y conversar sobre su regreso al mismo tiempo.
―Miguel.
Sasha se rio. ―Men?roso.
Nate le frunció el ceño al hombre. ―No miento. Algunas veces puedo
decir la verdad de forma creativa, sin embargo.
―Ssoy la persona más rápida que conoces. Admítelo ―La diversión se
escapaba de la voz de Sasha. Nate podía decir que el hombre estaba
comenzando a irritarse.
―No te gusta ser el segundo en nada, ¿verdad? ―Nate había
descubierto eso sobre la personalidad de Sasha hacía mucho tiempo. El
hombre sobresalía en todo lo que hacía. También le gustaba hacer las cosas
bajo sus propios términos. El alfa, como cualquier alfa, odiaba que lo
mangonearan o que alguien le dijera lo que podía o no hacer. Pero Sasha era
más extremo que eso. El gato amaba jugar y ronronear, pero se volvía más
que letal cuando lo molestaban. También amaba los elogios.
―Ser el segundo es aburrido y puede hacer que te maten. Además, no
hay premios brillantes para el segundo lugar.
―Vaya. Creo que debería haber venido solo. Tu ego está
empujándome a un lado.
Sasha dejó de caminar y le dio una mirada que hizo que los pelos de 29
Nate se erizaran. Se puso en guardia inmediatamente y sus músculos se
contrajeron. No estaba seguro si el hombre iba a atacar o no. Todavía no
había olvidado cómo Sasha restringió la cabeza de Nate con sus dientes
cuando acorraló al hombre. Nate había estado siguiendo las órdenes de su
alfa. No fue su culpa que usara un tranquilizante para capturar al leopardo.
―Ser el mejor fue lo que me mantuvo vivo en un momento en el que
debería haber muerto. No tienes ni idea lo que… ―Sasha sacudió sus
manos―. ¿Por qué te estoy dando explicaciones? ―Empezó a caminar de
nuevo, dejando a Nate ahí parado preguntándose que había estado a punto
de decir.
Tal vez había más en el cambia formas que lo que se veía a simple
vista, pero eso no explicaba por qué flirteaba con Nate y luego lo alejaba.
Nate tenía sentimientos, también. Jodía su cabeza cuando Sasha pasaba de
caliente a frío de un momento a otro. Ese era el por qué Nate había
empezado a alejarlo. No estaba acostumbrado a ser tratado como un yo-yo
emocional. Tampoco le gustaba sentirse confundido.
Alcanzó a Sasha, y continuaron su trayecto en silencio, Nate olfateaba
el aire de vez en cuando asegurándose de que todavía estaban siguiendo el
rastro de Selene.
¿A quién quieres engañar? El bastardo todavía te gusta.
Sí, a Nate le gustaba. Pero eso no quería decir que cedería ante aquella
necesidad. Sasha podría juguetear y luego volverse frío con él, diciéndole a
Nate que eran un gato y un perro y que nunca habría un nosotros.
Aún podía recordar esas dolorosas palabras. Se sentía como si
hubiesen pasado años desde que había estado en esa camioneta, Sasha
dándole la prueba de que los tres cambia formas que habían sido asesinados
en la costa eran producto de un montaje.
Los tiempos seguían siendo ambivalentes desde entonces, pero Nate
aún mantenía la esperanza de que las cosas no llegaran así de lejos, que una
guerra no era inevitable. Había visto tantas cosas desde entonces, cosas que
preferiría olvidar. 30
No tenía problemas matando cuando era necesario. Nate había hecho
un juramento de sangre para proteger a su manada. Pero esto era diferente.
Tan malditamente diferente.
Los asesinatos sin sentido y los horrorosos experimentos iban dejando
cicatrices duraderas en su alma, lo que quedaba de ella, en realidad. Cuando
había ayudado en el rescate de los cambia formas en el centro de detención
de Nuevo México, Nate había visto de qué estaban hechas las pesadillas. No
estaba seguro de cómo había acabado tropezando con el pasillo en donde se
hallaban los laboratorios. Se suponía que iba a ir a las celdas y liberar a los
cambia formas.
Pero no fue así.
Y lo había visto.
―Te estás retrasando. ―El tono de censura de Sasha arrancó a Nate
de sus taciturnos recuerdos. Miró a Sasha, todavía sintiendo el frío que había
encerrado en una espeluznante celda mental dentro de esos laboratorios.
―Lo siento ―dijo sin pensar mientras apresuraba el paso.
Sasha se quedó ahí parado por un momento y lo estudió. Sus ojos
verdes se concentraron en Nate. ―Necesito que tengas la mente en el juego
o eso podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. ―Su tono no lo
reprendía como había hecho sólo unos segundos atrás, pero fue un
recordatorio de que Nate necesitaba permanecer alerta.
Mientras atravesaban el bosque, llegaron a un pequeño pueblo.
Parecía desierto. Nate nunca se acostumbraría a ver lugares como este. Eran
terribles. Era como si el pueblo se hubiese convertido en un eco de lo que fue
una vez. Parques infantiles carentes de vida y calles silenciosas. No oía perros
ladrando o los ruidos de las bocinas de los coches. Estaba absolutamente
tranquilo.
Mantuvo sus sentidos alerta, observando cualquier movimiento
mientras seguían el olor de Selene. Aquí era más fuerte, como si hubiese
pasado no hace mucho rato. 31
La estaban alcanzando.
O estaba ralentizando el paso.
Nate reacomodó las bolsas en su espalda mientras caminaba junto a
Sasha. El gato parecía tan híper consciente como Nate. Sasha sacó su pistola
de la funda alrededor de su hombro mientras caminaban por las
abandonadas calles.
―Ahí está ―dijo Nate cuando vio a Selene justo cuando se deslizó
rápidamente alrededor de una esquina. Nate estaba listo para correr hacia
ella cuando Sasha agarró su brazo y lo tiró detrás de un auto estacionado
junto a la curva.
―Qué mierda estás… ―Nate se quedó callado cuando un convoy de
vehículos militares empezó a cruzar el pueblo.
Los militares habían llegado.
Capítulo Cuatro
―¡Si la encuentran, van a matarla! ―le gruñó Nate tan bajo que sólo
los expertos oídos de Sasha fueron capaces de captar las palabras llenas de
pánico.
―Soy bien consciente de lo que harán con ella. ―Sasha se levantó tan
sólo un centímetro para mirar a través del cristal de la ventana del auto y
luego volvió a bajar―. También soy consciente de que es una mujer muy
inteligente y sabrá que están aquí antes de que la encuentren. Lo que
tenemos que hacer es salir de donde nos estamos escondiendo e ir donde se
está escondiendo. Por supuesto, eso será muchísimo más fácil decirlo que
hacerlo, mi chico valiente.
Sasha observó cuando la mandíbula de Nate se tensó. ―No soy tu
chico valiente.
El tono era de indignación, y Sasha le dio una sonrisa retorcida.
―Entonces que así sea. ―Si sólo Nate dejara de estar tan a la defensiva.
Había cambiado cuando estaban allá en su casa en Shelton, y Sasha no podía 32
comprender de donde había salido todo eso.
Sabía que a veces podía ser un verdadero imbécil, pero era un alfa y
estaba en su ADN ser mandón y demandante. Pero también era una criatura
muy táctil. Amaba ser acariciado y que jugaran con él. Si tan sólo pudiera
hacer que Nate jugara con él, tal vez no estaría tan preparado para saltar
sobre el hombre.
Además, amaba cuando las mejillas de Nate o Selene se coloreaban de
vergüenza. Si no dieran una mierda por Sasha, no se agitarían tan fácilmente.
Al menos, eso era lo que se decía a sí mismo.
Podría estar equivocado, pero Sasha no iba a analizar sus reacciones.
Tenía problemas más urgentes.
Como cruzar el centro de la pequeña ciudad mientras los rodeaba un
desfile de vehículos del ejército. Si los hombres dentro hubiesen sido cambia
formas, Sasha y Nate ya estarían muertos. Los dos ya habrían sido olidos,
encadenados y asesinados. Nunca pensó que estaría tan agradecido de que
tuvieran un sentido del olfato tan débil.
―Entonces, ¿cuál es el plan? ―preguntó Nate mientras presionaba su
espalda con más fuerza contra la puerta del auto. Sasha estaba un poco
sorprendido de que Nate estuviera preguntándoselo. No se veían a los ojos,
exactamente, y Nate tenía una personalidad muy dominante. Sasha pensó
que estarían discutiendo en vez de que Nate buscara su liderazgo.
La satisfacción de su gato no tenía fin.
―Primero, deja de empujar el auto antes de que lo derribes y reveles
nuestra ubicación. ―Sasha tenía que admitirlo, nunca había conocido un
hombre tan grande como Nate. Qué desayunaba el hombre, ¿vacas?―.
Segundo, necesitamos que avancen un poco más antes de usar varios autos
para cubrirnos.
La expresión de Nate casi hizo que Sasha sonriera. Lucía perplejo. Tenía
que admitirlo, para ser Nate, esa era una vista adorable. Pero por supuesto,
todo lo referente a Nate excitaba a Sasha. ―¿Este es tu brillante plan?
¿Saltar de un auto a otro? 33
Sasha le dio una exasperada mirada. ―A menos que quieras colocar
cubos de basura sobre nuestras cabezas y abrirnos camino por la plaza
lentamente.
Aparentemente Nate no encontró que Sasha fuera ni un poco
divertido. No si el profundo ceño fruncido en su rostro quería decir algo.
Sasha ignoró al hombre mientras echaba su cabello sobre su hombro y
empezaba a trenzarlo. Necesitaba quitárselo del camino si es que las cosas se
iban al infierno y tenía que pelear.
Lanzando la larga trenza sobre su hombro, se giró para ver a Nate
observándolo. Sasha contuvo la sonrisa de satisfacción. Sabía que Nate
estaba observándolo. Incluso cuando Sasha no estaba mirando podía sentir
los ojos del hombre sobre él. Si el hombre lobo tan sólo supiera cuanto
luchaba para evitar que el olor de su excitación llenara el aire cuando Nate o
Selene estaba cerca. Llevaba deseándolos un tiempo. Pero no iba a tomar a
uno sin el otro, y ahora mismo, Selene lo odiaba desde el fondo de su
corazón. Si Nate no le decía pronto cómo se sentía, Sasha iba a estrangular al
hombre.
No tenía ni una maldita oportunidad con ninguno de los dos mientras
Selene viera a Sasha como competencia. Mientras esa mujercita astuta
siguiera gruñéndole y apuntándole con su pistola en cada oportunidad que
podía, Sasha no haría nada.
No iba a conformarse con nada.
―Creo que podemos empezar a saltar ―dijo Nate mientras se giraba
ligeramente y miraba a través de la ventana.
La idea de jugar a saltar con Nate amenazaba con ponerlo duro. Obligó
a que esa idea saliera de su mente y echó una mirada a sí mismo. El último
vehículo había pasado junto a ellos. Esperó otro minuto y entonces, en una
posición agachada, se apresuró hacia el siguiente vehículo.
La mandíbula de Nate se mantuvo apretaba mientras se alejaba del
auto y se dirigía rápidamente hacia Sasha. Iban a tardar una eternidad, pero
Sasha no vio ninguna otra manera para llegar a donde estaba Selene, al otro
lado de la plaza. Los soldados se interponían entre ellos. Si los humanos 34
hubiesen esperado diez minutos más antes de invadir la zona, los tres ya se
estarían yendo juntos.
Sasha miró al siguiente auto y gruñó.
―¿Qué? ―preguntó Nate mientras se asomaba sobre su hombro para
ver al convoy de vehículos militares estacionados al azar en la calle principal.
Sasha asintió hacia el pequeño y retro VW. ―No eres lo bastante
pequeño para esconderte detrás de ese auto.
Nate miró al diminuto coche y encogió despreocupadamente sus
hombros. ―Te sorprendería ver cómo puedo hacer que mi cuerpo quepa en
lugares pequeños.
La excitación de Sasha aumentó ante las inocentes palabras de Nate.
Cuando anunció que acompañaría al ejecutor no tenía ni idea de lo tortuoso
que sería en realidad. Al parecer, todo lo que decía Nate tenía una
insinuación sexual escondida en la oración.
¿O sólo era que estaba buscando que Nate admitiera que quería a
Sasha? Podría ser, pero en realidad no creía que fuera el momento de
averiguar si Nate estaba jugando a las insinuaciones sexuales.
―Tú primero.
Nate parecía aturdido y entonces sus ojos se estrecharon hasta
convertirse en dos pequeños orbes llenos de sospecha. ―¿Por qué? ¿Estás
tendiéndome una trampa?
Sasha palmeó la camioneta y luego miró sobre ella. ―No, pero si te las
arreglas para encajar ahí, quiero asegurarme de que hay espacio para mí
también. Si no es así, tendrás que avanzar hasta el siguiente auto antes de
que pueda seguirte.
―Sigo pensando que hay una falla en tu plan.
Sasha se negó a mirar a Nate. Podía oír la presunción en el tono del
hombre y eso no le gustó. ―¿Cuál? 35
―Incluso si nos las arreglamos para pasar de auto en auto, ¿qué pasará
cuando lleguemos hasta donde están los humanos?
Bueno, Sasha no había pensado en eso. Fue lo mejor que se le ocurrió
en una situación que apareció sin dar una segunda advertencia. Mirando
detrás de él, Sasha señaló la tienda de abarrotes que se veía tan desierta
como el resto de la ciudad. ―Necesitamos entrar ahí y hacer un plan a partir
de ese punto.
―No eres mi alfa. ―El labio de Nate se curvó mientras hablaba―.
Apreciaría que lo preguntaras.
―Entonces quédate atrás ―dijo Sasha con un tono cortante mientras
miraba una vez más por encima del capó de la camioneta y luego se metió
por el costado del edificio, dirigiéndose a la entrada trasera. Esperaba que
Nate lo siguiera, pero no iba a quedarse acurrucado en la acera discutiendo
con el hombre.
Sasha removió la cerradura de la puerta hasta que ésta cedió y luego
se asomó lentamente dentro. Olfateó el aire asegurándose que no había
ocupantes inesperados. Sintió calor en su espalda y supo que Nate estaba
parado detrás.
Era eso o alguien estaba a punto de conseguir un letal conjunto de
garras en sus entrañas.
―¿Qué estás esperando?
Sasha disfrutaba la sensación de Nate tan cerca. No quería moverse y
lo sabía. Esa no era una acción muy inteligente considerando que un soldado
podría doblar la esquina en cualquier momento y atraparlos, pero Sasha
simplemente deseaba un segundo más sintiendo a ese gran hombre detrás.
―Compruebo el lugar ―declaró mientras se empapaba del calor del
hombre.
―Tenemos que entrar. 36
Sasha oyó la acalorada imposición en el tono de Nate, pero no era
irritación. El hombre estaba tan afectado por la cercanía como Sasha. Empujó
la puerta abriéndola completamente y entró. Nate se encargó de cerrarla.
A Sasha no le gustaba la gran ventana en la parte delantera de la
tienda. Le hacía sentir demasiado vulnerable y expuesto. La tienda no era tan
grande y no había demasiados lugares para esconderse. Nate era un hombre
grande, lo que significaba que tenía aún menos opciones.
―Ahí. ―Nate señaló una puerta detrás del mostrador―. Creo que eso
lleva al apartamento en el segundo piso.
Sasha miró a donde Nate señalaba y vio la frágil puerta. Eso no
resistiría a un niño, y menos a un hombre adulto. Pero sus opciones eran
extremadamente limitadas en este momento. La tienda no tenía ningún buen
lugar para permanecer escondidos, y tal vez arriba podrían vigilar a los
humanos sin ser vistos. Mirando por la gran ventana para asegurarse de que
no quedarían a la vista, Sasha se precipitó hacia la puerta, Nate lo siguió de
cerca. Al abrir la puerta, un fuerte crujido resonó por la habitación.
―Esta maldita cosa necesita aceite ―dijo Nate detrás de él.
Sasha se metió rápidamente en los apretados confines del hueco de la
escalera. Oyó a la puerta protestando al cerrarse, y entonces la zona quedó
bañada en la oscuridad. Pero Sasha podía ver muy bien. Sus felinos ojos se
ajustaron y comenzó a ascender por los escalones, olfateando el aire a
medida que avanzaba. No había nada en el aire que indicara que hubiese
alguien en el piso de arriba, así que Sasha apresuró el paso.
Cuando entró en el apartamento, lo encontró un poco más espacioso,
pero seguía siendo increíblemente pequeño. Sus hombros casi tocaban la
pared a ambos lados de su cuerpo mientras se dirigía hacia la puerta de
entrada. Al mirar sobre su hombro vio que Nate tenía que caminar
ligeramente de lado con el fin de mantener despejado el pasillo.
―Deberíamos ser capaces de ver lo que está pasando desde aquí
arriba ―dijo Sasha mientras se dirigía a una pequeña sala de estar. No estaba
seguro de por qué estaba tratando de charlar con Nate. Sasha nunca sintió la 37
necesidad de llenar el silencio con palabras innecesarias. Y aun así se
encontró tranquilizando a Nate mientras caminaba hacia las dos ventanas
situadas en el frente del apartamento―. Deberíamos quedarnos aquí hasta
el anochecer. Podemos cambiar y luego arreglárnosla en la ciudad con un
poco menos de esfuerzo.
―Este plan me gusta mucho más ―respondió Nate―. Pero tendrás
que llevar una de las bolsas. No puedo llevar ambas si voy en mi segunda
forma.
Sasha siempre se preguntó cómo es que los hombres lobo podían
convertirse en animales de cuatro patas u optar por transformarse en una
criatura que se paraba en dos piernas y podía hablar. Siempre sintió como si
lo hubiesen estafado. Pensaba que sería bastante genial poder hablar
mientras estaba en su forma de gato. El curso de esos pensamientos lo llevó
a otro. No le importaría ver a Nate en su forma de hombre lobo. El hombre
ya era enorme como humano, pero Sasha sabía que los hombres lobo casi
duplicaban su masa corporal al cambiar a su tercera forma.
Sería una vista muy interesante.
Sasha caminó hacia una de las ventanas y Nate se acercó a la otra,
asomándose para ver la calle.
―Parece que están creando alguna especie de base. ―Nate pasó la
mano por el rastrojo en su barbilla―. No creo que sólo estén de paso.
Sasha observó cómo descargaban los camiones. Los soldados llevaban
el equipo hacia lo que parecía ser el ayuntamiento. También había hombres
de guardia, sus ojos escaneaban la zona. Tenía la sensación de que iban a
efectuar una revisión por toda la ciudad.
Es lo que haría si fuera él.
Pero se le ocurrió otra cosa. Si los humanos iban a instalar un
campamento base en este lugar, entonces también comprobarían las áreas
circundantes. Estaban a más de treinta kilómetros de Rick y el grupo de
Rebeldes, pero Sasha no quería correr ningún riesgo. Tendría que llamar a
Rick y decirle que saliera de esa casa segura.
38
Esta zona ya no era segura.
―Van a encontrarla ―susurró Nate mientras miraba por la ventana.
Sasha podía oír la desolación en la voz de Nate. El hombre lo decía como si
fuera algo inevitable. No podía permitirse creer que la atraparían. Era una
chica muy ingeniosa y tenía que rezar para que evitara que la atraparan.
―Te dije que es demasiado inteligente como para que la descubran.
Por lo que sabemos, los vio en cuanto llegaron al pueblo y se fue. Selene
podría no estar aquí.
Nate lo miró, sus ojos verde jade llenos de esperanza.
Sasha había visto la ferocidad de Nate en muchas ocasiones. No estaba
acostumbrado a ver tal vulnerabilidad en el hombre. Apartó la mirada,
cerrando esa parte de él que quería tocar al hombre lobo. Ahora, Nate no
aceptaría ningún tipo de contacto proveniente de Sasha.
Ambas cabezas se alzaron de golpe cuando sonó un fuerte chirrido en
la escalera abajo.
Era la puerta que conducía al apartamento.
Sasha miró a su alrededor y señaló una puerta al otro lado de la
habitación. Él y Nate se dirigieron silenciosamente hacia ella. Cuando Sasha
miró dentro, descubrió que la puerta conducía a un armario.
Un armario muy pequeño.
Le hizo un gesto con la mano a Nate para que entrara primero y luego
entró, cerrando la puerta detrás de él. Con el tamaño de Nate, Sasha chocaba
entre el hombre y la puerta. Cada centímetro de la parte frontal de Nate
tocaba cada centímetro de Sasha.
No había ni un centímetro entre ellos. Podía sentir cada sólido músculo
del hombre presionándose contra él, mientras el cuerpo de Nate empapaba a
Sasha.
Nate miró a los ojos de Sasha y éste no sólo podía oír, sino sentir el
corazón de Nate palpitando un poco más rápido. La proximidad los estaba 39
afectando a ambos, ya que el aire en el armario parecía haberse vuelto tan
delgado que Sasha encontró que respirar se le hacía un poco más difícil.
Su ceja se elevó lentamente, y una sonrisa jugó en sus labios cuando
sintió la erección de Nate presionando contra su ingle. Sólo había unos dos
centímetros y medio de diferencia entre sus estaturas, por lo que Sasha
podía mirar a Nate directamente a los ojos.
El pequeño espacio empezó a llenarse con el denso olor almizclado de
la excitación de Nate. Sasha no podía hacer nada salvo respirarlo mientras
permanecían en el estrecho armario. Éste llenó sus pulmones e hizo que su
propia polla intentara endurecerse, pero Sasha luchó contra ello.
Si ambos se excitaban, no sabía qué haría el gato de Sasha. Sólo podía
contenerse una cierta cantidad de tiempo. Era verdad que había deseado a
Nate y Selene durante mucho tiempo, y planeaba tenerlos, pero la verdad se
deslizó en su mente, dando voz a algo que Sasha continuamente trataba de
ignorar.
Estás huyendo de unos hombres muy peligrosos. ¿De verdad quieres
bajar la guardia? Además, sabes que no funcionará. Ya eres un mestizo.
¿Cómo diablos lucirán tus hijos si te cruzas con lobos?
La fría verdad cayó sobre Sasha. Era cierto. Tenía algo tan valioso que
había hombres cazándolo y matando a cualquiera que se interpusiera en su
camino mientras lo buscaban. No sólo eso, si la manada de Sasha descubría
que era un mestizo, su hija podría acabar muerta. Le había dicho a Nate que
no estaba preocupado por su manada, pero en realidad, sí. Estaban
escondiéndose con su pequeña Sammy.
Sasha se sentía como si estuviera atrapado y no tuviese escapatoria.
Samantha sólo tenía siete años. No comprendía lo que era un mestizo.
Sasha se negaba a permitir que ese término fuera usado en su casa. Era vil,
degradante y anticuado. Nacían más y más mestizos, y las antiguas leyes
necesitaban adaptarse a la época. Qué importaba si era mitad leopardo y
mitad… Sasha se quedó quieto cuando oyó pasos. 40
Nate tragó con dificultad, pero la erección del maldito hombre no bajó.
¿Cómo demonios se mantenía excitado cuando, posiblemente, estaban a
punto de pelear para poder salir del armario?
Sasha le dirigió una pequeña sonrisa a sus pensamientos.
Las manos de Nate se levantaron, agarrando a Sasha justo cuando la
puerta se abrió.
Sasha empujó su cuerpo hacia el de Nate, así podría utilizar el impulso
para saltar sobre el intruso cuando notó que Selene estaba allí de pie,
sorprendida y tan molesta que sus ojos se tornaron de un resplandeciente
amarillo lobuno.
Capítulo Cinco
―Sabes, gatito, si sigues chupando mi polla tan fuerte, me la
arrancarás.
Dorian sonrió alrededor del eje de Rick y luego lamió un largo camino
de la base hasta la punta. Sus ojos estaban llenos de un calor que le decía que
sabía hasta dónde llegar antes de provocarle dolor a Rick. Rick no podía
discutir, porque Dorian no le estaba dando nada más que un placer
electrizante. Sus sedosos labios moldeaban la polla de Rick, deslizándose
hacia arriba y luego arreglándoselas para volver a bajar.
Rick observaba con fascinación, su cuerpo era recorrido con un fuego
que ardía más caliente que la lava fundida. La cabeza de Dorian estaba entre
sus piernas, dándole tanto placer que Rick tuvo que contener el aullido que
amenazaba con estallar de su pecho.
―Gatito... joder... mira lo que me haces. ―Rick agarró la cabeza de
Dorian, manteniéndola en su lugar mientras sus caderas comenzaban a
mecerse con poderosos empujes. Podía sentir sus ojos brillando, su bestia 41
emergiendo mientras jodía los suaves labios de Dorian, hundiéndose
profundamente en su boca caliente y húmeda.
Sus dedos apretaban el cuero cabelludo de su pareja, Rick apartó a
Dorian, respirando como si no pudiera coger aire. ―No será tan fácil. ―Sus
palabras eran desafiantes, su cuerpo se preparaba para la persecución. No
había duda de que Dorian iba a correr. Su pareja amaba la persecución tanto
como Rick.
Dorian saltó de la cama y la rodeó, sus ojos llenos de esa diversión que
Rick tanto amaba. Rick también saltó, pero Dorian esquivó sus manos y corrió
hacia el baño.
Una sonrisa curvó los labios de Rick mientras caminaba lentamente
hacia el hombre, sus garras emergieron mientras su corazón comenzaba a
latir más rápido. ―¿Adónde vas, gatito? No hay ningún lugar a donde puedas
correr.
Dorian estaba ahí parado, su pecho subía y bajaba con rapidez
mientras sus ojos revoloteaban por la habitación.
―¿Crees que puedes alejarte de mí? ―Su tono era sarcástico, burlón,
y lleno de tanto apetito sexual que Rick sabía que este juego no duraría
mucho tiempo. Su polla todavía estaba húmeda debido a la mamada de su
compañero, palpitando por enterrarse profundamente en el apretado culo
del hombre.
Palmeó su polla, dando unos cuantos tirones, observando como los
ojos de Dorian quedaban atrapados en lo que estaba haciendo la mano de
Rick, el cual pasó su otra mano sobre su pecho, pellizcando sus pezones y
gimiendo de placer.
Dorian lamió sus labios, pero no se acercó. Rick deslizó su pulgar sobre
la humedad escapando de la cabeza de su polla y luego lamió el dedo de una
forma lenta y sensual. ―Mmm, tan bueno.
―Juegas muy sucio ―lo acusó Dorian mientras se deslizaba unos
centímetros a su izquierda.
Rick le dio una sonrisa perversa mientras empezaba a acariciar su duro
eje unas cuantas veces más. Si no lograba meterse pronto en el interior de su 42
pareja, Rick iba a terminar con una simple masturbación. Estaba tan cerca.
Los ojos de Dorian nunca se apartaron de la mano de Rick, pero Rick
pudo verlo rodeando lentamente el lugar en donde se encontraba. Dejaría
que su pareja jugara un segundo más, y entonces Rick se lanzó.
―Juego... conmigo mismo. ―Rick palmeó sus bolas, dándoles un ligero
tirón, poniéndolas en exhibición para que Dorian lo viera―. ¿No quieres
sentir esta dura polla golpeando tu lindo culo?
Dorian corrió.
Rick fue más rápido. Agarró a Dorian por la cintura y giró, arrojando a
su pareja sobre la cama. Se movió a la velocidad de la luz, cubriendo a su
compañero y extendiendo las piernas de Dorian antes de que la primera
juguetona protesta pudiera salir de sus labios. Rick agarró las nalgas de
Dorian, separándolas y hundiéndose profundamente. Sus manos se
enterraron en la carne de Dorian, amasándola, girando los orbes gemelos
mientras su polla empujaba dura y profundamente. Dorian se echó atrás,
golpeando su culo contra la pelvis de Rick, gritando de placer mientras Rick lo
tomaba duro y rápido.
Rick empezó a atraer a Dorian hacia él, usando poderosos empujes
para reunirse con el culo de su pareja. El sonido de la piel al chocar
aumentaba aún más la excitación de Rick. Sus gruñidos sacudieron su pecho
cuando Dorian inclinó la cabeza hacia un lado, mendigando sin palabras que
Rick lo mordiera.
Rick se enterró profundamente antes de cubrir el cuerpo de Dorian con
el suyo y hundir sus caninos en la marca de apareamiento, fortaleciendo su
vínculo. Dorian bajó los hombros, lo cual hizo que su culo quedara en un
ángulo más elevado, permitiendo a Rick ir más profundo.
Su polla entraba y salía de la suave carne de Dorian, su hambre lo llenó
hasta tal punto que casi se sentía salvaje. Rick sumergió su polla más
profundo en su pareja, observando cómo el cuerpo de Dorian tomaba su eje
duro como el acero una y otra vez.
Sus bolas se tensaron, pero Rick estaba demasiado ocupado
ahogándose en Dorian como para preocuparse de cuán cerca estaba. Su 43
pecho se agitaba tan sólo ante la intimidad de tocar a su pareja. Dorian no
tenía ni idea de cuanto lo necesitaba, no sólo sexualmente, sino emocional y
mentalmente. Era la roca sólida de Rick, la base misma en la cual confiaba
cuando las cosas se volvían demasiado complicadas.
Pero no era sólo eso. Dorian se había convertido en una parte de Rick.
Sabía que no podría vivir sin su gatito.
Fue sacado de sus pensamientos cuando lo atravesó una corriente
eléctrica, su polla hundiéndose más profunda. El cuerpo de Rick brillaba por
el sudor. Se limpió el sudor de sus ojos con su hombro mientras extendía más
las piernas, acercándose a las caderas de Dorian. Las manos de Rick
agarraron las caderas de su pareja con más fuerza a medida que su polla
entraba y salía, más duro y fuerte, la cabeza tan sensible que Rick se
estremeció ante la sensación.
Dorian apretó los músculos, atrapando la polla de Rick en un agarre
sofocante. Estaba abrumado por el cálido agarre que rodeaba su duro eje y
por el sonido de puro éxtasis que provenía de su pareja. Dorian sabía cómo
llevar a Rick hasta el límite y lo que más le gustaba.
Sacó sus caninos, lamiendo un largo camino desde el hombro hasta su
oído, dejando que un gemido se escapara de sus labios. ―Eres tan
jodidamente sensual, gatito. Me encanta estar dentro de ti y sentir tu culo
apretando mi polla. Dorian fue el primero en gritar su liberación,
arqueándose bajo Rick, sus dedos enterrándose en la cama. Su caliente y
estrecho canal se contrajo alrededor de la polla de Rick con una intensidad
casi brutal.
A Rick le encantaba la forma como sonaba su compañero cuando
estaba en la agonía de la pasión. Acariciaba su ego y complacía a su lobo
saber que le estaba haciendo esto a su pareja, que era quien hacía que
Dorian perdiera el control de una manera que desbordaba pasión. El sonido
era erótico, haciendo que el lobo de Rick aullara ante el crudo placer de su
compañero.
Rick empujó con su dura polla, sintiendo los corrientes de fuego
subiendo por su columna vertebral antes de que también gritara mientras su
orgasmo explotaba, su semilla derramándose dentro del cuerpo de su pareja, 44
marcándolo como suyo una vez más. Su pene pulsaba al ritmo de su corazón
mientras su clímax lo destrozaba. Apoyando la frente contra el hombro de
Dorian, Rick cerró los ojos, dejando que lo recorrieran las olas de éxtasis.
Dios, amaba tanto a este hombre. Si sucediera algo que alejara a Dorian de
él, Rick moriría. Sabía en su corazón que no podría vivir sin su pareja.
―Peleas tan sucio ―dijo Dorian entre jadeos mientras giraba la
cabeza, besando la parte superior de la cabeza de Rick. El gesto era lo que
Rick ansiaba. El sexo entre ellos era fantástico, pero eran las cosas pequeñas
lo que más apreciaba Rick. Un beso en la cabeza, un suspiro escapando de los
labios de Dorian, o la forma en que su pareja pasaba una mano por el brazo
de Rick que le decía que toda esta lucha valía la pena. No quería perder estos
momentos, jamás.
Rick pasó la mano por el cuerpo empapado de sudor de Dorian,
sonriendo mientras se balanceaba lentamente adelante y atrás, prolongando
el placer. ―Sabes que lo disfrutaste tanto como yo.
―Cierto, pero si alguna vez vuelves a masturbarte delante de mí,
chuparé tu polla hasta que tus dedos se curven y grites que soy tu semental.
Rick rio entre dientes, golpeando el culo de Dorian mientras salía del
cuerpo de su pareja, y luego de la cama. Estaba a punto de dirigirse al baño
cuando sonó su teléfono. Agarrando su móvil de la cómoda, Rick reconoció el
número como el de Edward. Tendría que recordarle al hombre que buscara
otro teléfono. Mantener el mismo número durante un largo período de
tiempo no era prudente.
Presionando el botón para responder, Rick se sentó a un lado de la
cama. ―¿Pasa algo malo?
Edward e Isabelle habían desaparecido de la faz de la Tierra, incluso
para los grupos de Rebeldes, y Rick había estado enfermo de preocupación
pensando que les pudo haber pasado algo. Sabía que su cuñado sólo estaba
tratando de mantener a Isabelle a salvo, pero era extraña la forma en la que
los había hecho desaparecer. Nadie había oído hablar de la pareja. Eso sólo le
demostraba a Rick que Edward sabía lo que estaba haciendo cuando se
trataba de mantenerla a salvo. Lo aprobaba de todo corazón, pero no evitaba 45
que se preocupara.
―Una unidad empezó a perseguirme porque pirateé los archivos de
O'Hanlon. Tuvimos que irnos de la cabaña en la que nos escondíamos.
Rick estaba agradecido de que Edward no se hubiera referido a ese
hombre como su padre. El rey rata podría ser un cascarrabias algunas veces.
Rick no quería recordar quién era su padre biológico. Esa revelación todavía
jodía con su cabeza. Pensaba en quién era el hombre lo menos posible.
―¿Cómo está Isabelle? ―Su hermana estaba teniendo complicaciones
con su embarazo. Rick sabía que era peligroso trasladarla. También sabía que
Edward debía de haber odiado tener que tomar esa decisión.
―Estoy nervioso, Rick ―confesó Edward rápidamente―. Por eso
llamé. Está de parto. La mujer ciervo, la sanadora, huyó con nosotros y está
allí con ella ahora mismo. No puedo hacer esto. Sus gritos están
destrozándome. No puedo escuchar como grita mi pareja, Rick. Me siento
tan malditamente indefenso. Haría cualquier cosa por ella, cualquier cosa,
pero no puedo hacer nada cuando es el nacimiento de nuestro hijo, lo que le
está provocando tanto dolor.
Rick se levantó de la cama y empezó a pasearse. ―¿Pero la sanadora
piensa que todo saldrá bien?
―Dijo que es demasiado pronto para estar seguros. Si... ―Edward se
quedó en silencio mientras Rick escuchaba los gritos de su hermana en el
fondo. Todas las lobas aullaban cuando estaban a punto de dar a luz. El bebé
llegaría pronto.
―Maldita sea ―gruñó Edward―. No puedo soportar escucharla sufrir
tanto.
―Pero estoy dispuesto a apostar que sufrirás más si no estás con ella
allá adentro. Los hombres lobos siempre están presentes en el nacimiento de
sus hijos, Edward. ―Rick podía haber sido un imbécil y dejar que Edward lo
descubriera después cuando Isabelle estuviera haciéndole un nuevo culo,
pero conocía la alegría de ver a un niño venir al mundo y no quería que
Edward se perdiera eso. 46
―¿Quieres que entre? Con la sangre y... ―Edward sonaba como si
estuviera a punto de desmayarse.
―No quiero que entres, pero ?enes que hacerlo. Te necesita, Edward,
así que toma prestado un par de bolas y anda a ver cómo nace tu hijo.
―Realmente te odio a veces, Rick. ―Edward colgó.
Rick sonrió, aunque su estómago se anudaba a causa de la
preocupación. Rezó que su hermana y el bebé tuvieran un parto saludable.
Estaba contento de que Edward no le hubiera dicho dónde estaban. Rick
hubiese salido corriendo para ir a verlos.
Dorian salió del baño, frotándose una toalla sobre la cabeza. ―¿Pensé
que necesitábamos empezar a movernos para rescatar a los hombres hiena?
―Isabelle está de parto.
Dorian bajó la toalla mientras sus ojos se suavizaban. ―¿Cómo está?
A Rick le conmovía que su pareja se preocupara por Isabelle. En
realidad no habían tenido la oportunidad de conocerse muy bien. Rick sabía
que una vez que todo esto hubiera terminado, los dos formarían un vínculo
duradero, no sólo como manada, sino como familia. El poco tiempo que
habían pasado juntos, se habían llevado bien.
―Edward dijo que es demasiado pronto para estar seguros. ―Rick
arrojó su teléfono y tomó una ducha rápida, después se vistió mientras
pensaba en la pareja. Todo el tiempo se la pasó orando para que la madre y
el niño estuvieran bien.
Él y Dorian bajaron y vieron al resto del grupo sentado en la sala, con
sus expresiones serias. Rick ralentizó sus pasos, mirando a cada uno. ―¿Pasa
algo malo? ―Al parecer estaba haciendo esa pregunta demasiado hoy. Lo
golpeó la urgencia de agarrar a Dorian para volver arriba, desnudarse, y
olvidar que había un maldito mundo fuera del dormitorio donde sólo existían
los dos.
―Uno de los grupos de Rebeldes envió la noticia de que el ejército se
47
ha apoderado de un pequeño pueblo a unos treinta kilómetros de aquí
―respondió Howard, el padre de Dorian―. Los Rebeldes dijeron que iban a
realizar chequeos y necesitábamos irnos de aquí.
Ya tenían que irse antes de que se hubiesen enterado de esto. Rick no
podía entender por qué todos se veían tan preocupados. ―¿Por qué las caras
largas?
―Nate y Sasha fueron vistos ingresando al pueblo justo antes de que
los militares lo invadieran ―le informó Miguel.
Rick maldijo silenciosamente. Tenía que elegir. O ir a buscar a los
hombres hiena que habían pedido ayuda, o asegurarse de que Sasha y Nate
no estuvieran metidos en un montón de problemas. Aun cuando quería
asegurarse de que los hombres de su grupo estuvieran a salvo, tenían que
encargarse de las hienas primero.
Tenía que confiar en que Nate y Sasha pudieran cuidarse.
―Seguiremos adelante con el rescate como planeamos.
―Pero ¿qué pasa con Nate? ―preguntó Bryson.
―Si Nate no pudiera cuidarse, entonces no sería mi ejecutor jefe. Ha
estado en situaciones más difíciles que esta. ―Rick realmente esperaba estar
en lo correcto. Podía decir que al grupo no le gustaba la idea de dejar a Nate
y Sasha por cuenta propia, pero Rick tenía que pensar en los cambia formas
que realmente necesitaban su ayuda―. Nos reuniremos con Ross y su grupo.
Si queremos llegar nuestro punto de encuentro, tenemos que irnos. Junten
sus cosas y reúnanse conmigo afuera.
La madre de Dorian puso su mano en el brazo de Rick, dándole una
sonrisa gentil. Lillian había sido capturada un tiempo atrás, a pesar de ser
humana. La habían torturado y todavía podía oírla lloriquear algunas noches.
Eso hacía que Rick quisiera revivir a esos guardias del centro de detención
principal para poder matarlos de nuevo.
Solía ser una mujer dulce con una voluntad de hierro antes de que la
secuestrasen. Ahora era tranquila, reservada, y apenas hablaba. Howard
estaba a su lado, apoyando su mano en la parte baja de su espalda. A Rick se
le rompía el alma al ver que ahora era una sombra de lo que solía ser. 48
―Estás haciendo lo correcto.
Rick alzó su brazo y palmeó la frágil mano. ―Gracias.
―Vamos, Lillian ―dijo Howard mientras la alejaba―. Vamos a
asegurarnos de que los muchachos ya hayan empacado y están listos.
Lillian era aún más protectora que antes con sus hijos, especialmente
con Ian. A ella no le importaba que su hijo menor llevara un collar y estuviera
en una relación. Si estaba fuera de su vista durante demasiado tiempo, se
ponía extremadamente agitada.
Esto hacía que la relación de Mason con Ian fuera un poco más difícil,
pero el cambia formas jaguar se lo tomaba bastante bien. Al parecer era igual
de protector con la madre de su pareja que con su pareja. Era la única que
podía interactuar con Ian siempre que quisiera. Mason estaba ayudando a
Ian a reconstruir su autoconfianza y la visión que tenía de sí mismo después
de pasar cuatro años como un adicto a los colmillos y ser abusado en un club
de vampiros sádicos. No permitía que nadie interactuara con Ian a menos
que diera su explícito permiso.
Lillian era la excepción. Si Mason e Ian estaban fuera del dormitorio, el
jaguar no decía una palabra si la mujer metía a Ian en una conversación.
Parecía que esto los ayudaba a ambos. Ian solía pensar que su familia lo
odiaba. Al parecer, tener la aprobación de su familia fue como dar un gran
paso para el hombre.
Dorian y Ian seguían tratando de reconstruir su vínculo fraternal, pero
Rick sabía que iba a tomar tiempo. Dorian había recorrido un largo camino en
cuanto a la comprensión de que el BDSM no trataba de la necesidad de ser
golpeado. Su compañero había estado sentado durante largas horas
hablando con Mason sobre el estilo de vida y lo que éste conllevaba. Dorian
estaba adquiriendo conocimientos para entender a Ian y así poder estar
cerca de su hermano una vez más.
Su pareja estaba esforzándose, y por ello, Rick estaba muy orgulloso.
Cuando Dorian bajó las escaleras con sus maletas, Rick lo acompañó
hasta la camioneta, manteniendo la puerta abierta mientras Dorian pasaba, y
tomó una bocanada del familiar aroma del hombre.
Rick miró en la dirección que Nate y Sasha habían tomado tras Selene y
49
esperaba que los tres lograran salir de la ciudad antes de que los militares los
encontraran.
Capítulo Seis
Selene no estaba segura de ver bien las cosas. ¿Sasha y Nate realmente
estaban metidos en este pequeño armario, sosteniéndose el uno al otro? El
olor de la excitación en el aire era tan espeso que tosió y dio un paso atrás.
Había estado desesperada por alejarse de estos dos, y ahora estaba allí
parada viéndolos en una posición comprometedora.
¿Qué clase de broma cósmica era esta?
―Selene ―comenzó Nate.
―Guárdatelo ―respondió en un tono cortante mientras levantaba su
mano, apaciguando la decepción que trataba de apoderarse de ella y
alimentar su ira. Necesitaba afrontar el hecho de que estos dos se querían,
no ella―. ¿Por qué demonios están aquí? ―Ni siquiera iba a preguntar qué
estaban haciendo metidos en el armario.
No era asunto suyo.
Avanzando los pocos pasos que le quedaban, echó un vistazo por la 50
ventana para mirar el pueblo. Debía ser su suerte que terminara no sólo con
los dos hombres de los que estaba tratando de escapar, sino en un pueblo
lleno de militares que no querían nada más que matarlos a los tres.
―Salimos tras de ? cuando nos enteramos de que te fuiste sola.
―Nate sonaba preocupado y molesto, pero Selene lo atribuyó a su amistad,
no al hecho de que Nate la quisiera.
―Puedo cuidarme sola. Iba de camino fuera de la ciudad cuando capté
sus aromas. Ni siquiera estaría aquí si no me hubieran seguido. ―La
amargura inundaba su tono. Por mucho que tratara de ocultárselo a Nate, no
lo logró. En lo único que podía pensar era verlos envueltos juntos.
Le fastidiaba que no le molestara verlos juntos. No es que quisiera que
Nate estuviera con el arrogante gato, pero ver a Nate con otro hombre
debería hacer que se enojara.
Pero ese no era el caso.
Selene se negaba a ir allí. Estaba demasiado ocupada estando enojada.
―Parece que necesitas mucha ayuda. ―Sasha se acercó a ella, esos
ojos de gato color verde se hallaban llenos de sarcasmo.
Le apuntó a la cara con un dedo. ―Quédate fuera de esto, Sasha.
Cuando Sasha se inclinó hacia adelante y lamió su dedo, Selene gruñó.
―Vuelve a hacer eso y te cortaré la lengua. ―Apartó su mano justo antes de
que la lengua de Sasha volviera a aparecer. Hizo un gesto muy vulgar con su
lengua, moviéndola rápidamente de arriba a abajo antes de sonreír.
―Controla a tu novio antes de que lo las?me.
Nate se interpuso entre los dos, confirmando la acusación de Selene.
Eran amantes. No quería lidiar con esto, precisamente. Sacudió la cabeza
mientras salía de la habitación. ―Me iré apenas anochezca. Deberían
regresar con Rick. Soy muy capaz de satisfacerme sola.
―¿Puedo ver? ―ronroneó Sasha detrás de ella.
Curvó sus labios para no gritarle al estúpido gato y así evitar alertar a
los humanos que se hallaban abajo, lo ignoró y entró en la cocina del 51
apartamento tratando de poner tanto espacio entre ellos como fuera posible.
Si pudiera encontrar algo de café en esta pequeña cocina, podría asentar sus
nervios y enfrentarse a estos dos imbéciles.
―Selene. ―Nate pronunció su nombre en medio de un suave susurro.
Estaba justo detrás de ella. Selene tenía ganas de girarse y darle un
puñetazo. Quería provocarle tanto dolor como el que estaba sintiendo en
este momento. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Cómo podía haberse
enamorado de un hombre que no la quería?
Registrando la alacena, buscó un tarro de café. Ahora mismo se
conformaría con uno instantáneo. Sus movimientos eran silenciosos,
escuchando a cualquier persona que tratara de infiltrarse en el apartamento
mientras envolvía sus manos alrededor de un tarro pequeño de
descafeinado.
Esto tendría que valer.
―¿Podrías escucharme? Esto ya es bastante difícil para mí.
Estaba a punto de decirle que estaba enamorado de Sasha. Podía oírlo
en su voz. Se acercaba la despedida final. Sigamos siendo amigos. Nunca
quise hacerte daño. No puedo controlar de quien me enamoro. Todas las
excusas que temía que le dijera Nate corrieron por su mente mientras
enchufaba la cafetera individual.
No podía evitar de quién se había enamorado. Al final era la única que
salía perdiendo. Una enorme mano se posó sobre la suya, impidiéndole que
llenara la reserva de agua. Selene hizo una pausa, muriéndose por dentro
mientras se sumergía en el calor de la mano de Nate.
Parpadeó hacia él, haciendo todo lo posible para luchar contra las
lágrimas. ―Lo en?endo, Nate. Créeme. Estoy tratando de hacer mi mayor
esfuerzo para no armar un alboroto.
―¿Alejándote? ―preguntó con asombro.
―Sí.
―Selene.
52
Apartó la mano, que se enfrió al instante, pero fue a hacerse el café,
incluso si sentía como si le estuviesen arrancando las entrañas. ―Estamos
bien, Nate. Siempre seremos amigos. Trabajamos bien juntos.
―Y trabajaremos incluso mejor juntos tan pronto como me escuches.
Encendiendo la máquina, Selene giró hacia él. ―¿Qué más hay que
decir?
Nate se tornó de siete tonos de rojo. Un frío nudo se formó en su
vientre al ver lo avergonzado que se veía. ―Oh no. No quiero ningún detalle.
―Lo último que quería saber sobre Nate y Sasha era lo que sucedía entre
ellos.
Nate se acercó más, presionándola contra la encimera. Selene colocó
las manos detrás de ella, evitando que la dejara atrapada. ―Muévete, Nate.
Su pulso latía tan rápido que Selene oyó el torrente de sangre en sus
oídos. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué la atrapaba entre su enorme cuerpo
y el mostrador? ―Nate.
Nate agachó la cabeza, acariciando ligeramente su mandíbula mientras
la besaba. Selene permaneció allí en estado de shock. Le estaba dando
aquello con lo que había soñado durante tantas noches. Sus labios eran
suaves, contrastando con su gigantesco cuerpo musculoso. No podía creer lo
sedosos que se sentían sus labios. Los ojos de Selene se cerraron
brevemente, abriéndose a su lengua permitiéndole saborearla, y luego
regresó a la realidad.
Selene empujó el pecho de Nate hasta que éste dio un paso atrás.
Ambos respiraban entrecortadamente. ―¿A qué crees que estás jugando?
Nate parecía confundido. ―No estoy jugando con?go.
Colocando espacio entre ellos, Selene miró a la entrada de la cocina
para ver a Sasha allí de pie, sus ojos eran de un verde profundo, llenos de
deseo. Volviéndose a mirar a Nate y echó el brazo hacia atrás, dándole una
bofetada en la cara. ―¡Cómo te atreves a burlarte de lo que siento por ti!
¿Pensaste que podrías besarme así y luego decirme adiós?
―Dios, esto es caliente, acaba de sacar sus garras ―dijo Sasha con un 53
ronroneo emocionado.
―¡No estoy tratando de despedirme de ti, cabeza dura! ―le rugió
Nate―. Estoy tratando de decirte que estoy enamorado de ? y quiero estar
contigo.
Selene se quedó quieta y parpadeó. Su mente estaba tratando de
captar lo que estaba diciendo, pero sus palabras simplemente no tenían
sentido. Nate se quedó mirándola, haciendo que Selene tragara con
brusquedad. ―Estoy realmente confundida.
Sasha se acercó de tal manera que sólo podía ser visto como un
depredador cerniéndose sobre su presa, deslizándose detrás de ella y
haciendo que Selene se sin?era realmente nerviosa. ―Lo que está tratando
de decirte, mi pequeña niña astuta, es que ambos te queremos de la peor
manera.
―Sasha ―dijo Selene en advertencia.
En realidad, podía sentir su sonrisa satisfecha detrás de ella. ―¿Sí?
―Aléjate de mí ―le respondió con calma.
―No hasta que saques tu arma y me amenaces con ella.
Le dio un codazo en el estómago mientras se apartaba de ambos. ―No
estoy segura de qué clase de juego enfermizo están jugando, pero... ―Se
quedó callada cuando chirrió la puerta del primer piso. Los ojos de Selene
cayeron sobre la humeante jarra de café recién preparado.
Con la famosa rapidez que poseía Sasha, abrió la ventana de atrás y los
condujo por el pasillo hasta el armario. Selene miró el interior después de
que el leopardo abriera la puerta. ¿Cómo diablos iban a encajar los tres?
Nate entró primero y luego agarró y tiró de Selene. Sasha cerró la
puerta tras ellos. El interior era tan estrecho que Selene apenas podía
respirar. Nate se apretaba contra su frente, y Sasha contra su espalda.
Nunca pensó que se encontraría en tal situación. Descubrió que,
aunque Nate era tan ancho como dos hombres juntos, Sasha tampoco era un
hombre pequeño. Sus músculos eran más compactos, más cercanos a su
cuerpo.
―¿Hueles a café? 54
Selene contuvo la respiración cuando oyó la voz de un extraño en el
apartamento. Hubo un gruñido extremadamente suave procedente de su
espalda. Sasha le estaba demostrando su desaprobación. ¿Qué le importaba?
Lo odiaba. El hombre podía seguir gruñendo hasta el día en que los cerdos
volaran.
―Alguien estuvo aquí ―dijo otro hombre en voz alta―. La ventana
trasera está abierta. Creo que se fueron por la salida de emergencia.
Selene se mordió el labio inferior, rezando para que los humanos
cayeran en el truco de Sasha. Si los descubrían a los tres en el armario, iban a
tener una complicada batalla para poder salir del pueblo.
¿Por qué diablos había vuelto por esos dos? Debería haber seguido su
camino.
Una vez más, Nate estaba duro como una roca. Sólo que esta vez era el
suave cuerpo de Selene el que se presionaba contra él. Sólo tenía espacio
suficiente para insertar su mano detrás de su espalda, acercándola más, más
de lo que ya estaba.
Lo fulminó con la mirada, pero sabía que no podía decir nada ni pelear
con él. Los soldados estaban demasiado cerca. Estaba jugando sucio, pero
quería que viera cuánto la deseaba. Con la mano metida detrás de su
espalda, Nate también podía sentir lo cerca que estaba Sasha. Estaban
apretados como sardinas en lata, y se sentía tan bien.
―¿Deberíamos comprobar el lugar o perseguir a la persona?
―preguntó la primera voz.
La atención de Nate regresó a lo que estaba sucediendo en el
apartamento.
―Comprueba rápido. Voy a salir. Si la persona huyó, voy a atraparla y 55
ganar el mérito de ser el primero en matar a alguien. ―La segunda persona
con entusiasmo en su voz, estaba decidida a cazar al animal y matarlo. Esto
hizo que Nate quisiera desgarrar al bastardo. Era una persona viva que no
merecía ser perseguida como un animal rabioso. Ninguno se lo merecía.
Le molestaba escuchar cómo hablaban de su muerte con tanta
indiferencia. No era un maldito trofeo. Sasha y Selene comenzaron a
presionar a Nate. No se había dado cuenta de que estaba luchando por salir
del armario. Nate quería demostrarles a esos dos hombres lo que se sentía.
Sasha alargó la mano y le pellizcó la nariz.
Nate hizo una mueca. El alfa le miró airadamente, y el dolor en su nariz
fue suficiente para mantener la rabia de Nate bajo control. Oyó que el primer
hombre se marchaba. La puerta del primer piso chirrió. Eso dejaba al
segundo hombre dentro del apartamento.
Nate no estaba tan seguro que pudieran marcharse sin ser
descubiertos. El lugar tenía un número limitado de escondites. El humano iba
a asegurarse de revisarlos todos.
Las tablas crujieron cuando el soldado comenzó a registrar el
apartamento. Nate podía oír que se acercaba. En cuestión de minutos, tal vez
menos, iban a ser descubiertos.
Sasha levantó su mano, sus garras se alargaron lentamente desde las
yemas de los dedos cuando empezó a trepar sobre los dos. Se estaba
haciendo espacio. El armario no era grande, diametralmente hablando, pero
para Sasha la altura era suficiente para presionar su cuerpo en la pared que
se encontraba encima de ellos.
El hombre leopardo se quedó ahí, su expresión ominosa mientras
esperaban para ver si tendrían que matar al hombre de manera silenciosa y
luego pensar en otra salida antes de que descubrieran al muerto.
Nate contuvo el aliento cuando la manija de la puerta se sacudió. Podía
oír un gruñido muy bajo y letal que venía de encima de él. Sasha estaba
preparándose para atacar. La vista era tan caliente como peligrosa.
Cuando la puerta se abrió, Sasha saltó hacia la sala de estar y aterrizó
sobre el soldado. Éste tenía su arma preparada, pero Sasha fue demasiado 56
rápido, derribando al hombre antes de que supiera que había alguien en el
armario.
Sasha usó sus garras para cortar desde la garganta hasta la pelvis.
―Intenta matarme ahora, hijo de puta ―gruñó Sasha. Nate recogió el cuerpo
destripado y lo metió en el armario. Selene agarró la pequeña alfombra
central bajo la mesita de café y cubrió la sangre que había sido derramada.
Con suerte, si el soldado que había dejado el apartamento volvía,
pensaría que el muerto había registrado el lugar y se había ido.
―Tenemos que desaparecer de aquí ―dijo Sasha.
―¿Cómo? ―preguntó Selene―. Hay soldados por todas partes.
―Esa estúpida idea tuya está comenzando a verse mejor y mejor
―murmuró Nate mientras miraba por la ventana―. Están buscando en todos
los edificios. Cuando el muerto no se reporte, vendrán a buscarlo.
―Podríamos escaparnos por la escalera de incendios y escondernos en
el techo hasta que caiga la noche. No existe una verdadera forma de subir,
así que nadie va a pensar en buscar arriba ―sugirió Sasha.
―No podemos.
Los dos se giraron cuando Selene emitió esa temerosa protesta.
―¿Por qué no? ―preguntó Sasha―. Es un plan sólido. El techo del
edificio contiguo no es un salto tan grande para un cambia formas, y
podemos usar los tejados para escapar.
―Porque ―dijo Selene y Nate podía decir que estaba haciendo su
mejor esfuerzo para no contarles la verdadera razón. Pero no tenía elección.
En este momento, ese plan sonaba como su única opción. Los soldados
inundarían este lugar cuando encontraran el cadáver en el armario. No
tenían otro medio de escape.
―Estoy esperando ―dijo Sasha mientras giraba su mano para indicar
que quería que les contara.
―¡Me aterran las alturas, de acuerdo!
―¿Cómo? ―preguntó Nate―. Eres una cambia formas. Las alturas
deberían ser muy naturales para ti. 57
Cruzó los brazos sobre su pecho y se apartó de ambos. ―Me caí del
tejado del granero cuando era más joven. Desde entonces, he tenido miedo
de alejarme del suelo.
―Pero te has alejado del suelo ―le recordó Nate.
―Y casi me desmayé cuando lo hice. No lo entiendes. El miedo agobia.
Está malditamente cerca de inmovilizarme. La única razón por la que puedo
escalar es porque... ―Selene miró a sus pies―, me concentro en ti.
Nate estaba sorprendido. Nunca había olido el miedo cuando tenían
que trepar. Sus rasgos se endurecían por pura determinación. Dios, ¿qué más
no sabía de ella?
―Entonces te llevaré ―dijo Sasha llanamente.
―No en tu vida ―discu?ó Selene―. Es más probable que me dejes
caer sólo por despecho.
Sasha se detuvo frente a ella e hizo que se inclinara en un abrir y cerrar
de ojos. ―Puedo ser muchas cosas, niña, pero no soy un asesino. Preferiría
follar ese dulce coño que tienes antes que matarte.
Muy bien, entonces. Nate estaba bastante seguro de que Selene estaba
a punto de arrancarle las pelotas al leopardo. Sasha parecía enojado, pero
Selene también.
Antes de que los dos pudieran discutir, oyeron que la puerta de abajo
emitía su sonora protesta.
―El ?empo ha terminado ―anunció Sasha mientras los tres corrían
silenciosamente por el pasillo dirigiéndose hacia la ventana que Sasha había
abierto.

58
Capítulo Siete
Sasha agarró a Selene antes de que pudiera protestar, tirándola sobre
su espalda. Envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y sus piernas
alrededor de su cintura. Estuvo a punto de ahogarlo cuando se detuvo en el
borde de la negra barandilla de metal.
―No me sueltes ―le susurró al oído. Sonó más parecido a una oración
que una petición. Estaba poniendo su vida en sus manos y Sasha sabía lo
difícil que era para ella. Puede que le gustara jugar y ronronear, pero cuando
se trata de su seguridad, no bromeaba.
Sasha la agarró de las piernas e hizo que sujetara sus tobillos alrededor
de su cintura y luego saltó. Podía oír el pequeño gemido en su oído. Por
mucho que amenazara con dispararle, a Sasha no le gustaba oír el temor
puro procedente de ella. Se aseguró de mantener a Selene firmemente
agarrada mientras aterrizaba en la azotea. No había ni una maldita forma de
que fuera a dejarla caer.
No tenía ni idea de cuánto se preocupaba por ella. Era femeninamente 59
suave, pero su carácter era tan sólido como un muro de hormigón.
Y llevaba una pistola. Eso era caliente y peligroso al mismo tiempo.
Pero lo que le hacía sentirse violentamente protector era el suave
gemido que seguía resonando en su oído. Nunca la había visto vulnerable.
Selene siempre había sido valiente, atrevida y se le enfrentaba directamente.
Este lado más suave y susceptible le seducía de maneras que prefería
ignorar. No sólo tenía que pensar en su hija, sino que también lo estaban
persiguiendo hombres muy malos. Tener una relación con Nate y Selene era
algo imposible. Necesitaba dejar de engañarse. Sasha no sólo tenía que
pensar en la seguridad de Sammy, sino también en la de Nate y Selene.
Por supuesto, su polla seguía obligándole a decirles tonterías a estos
dos. No podría dejar de coquetear con ninguno aunque su vida dependiera
de ello y lo sabía. Tenía que haber una manera de alejar a su hija de su
manada. Si él sabía que estaba a salvo, iría tras estos dos con una
determinación implacable.
Tal vez necesitaba confiar en Rick y hacerle saber a qué se enfrentaba.
Realmente le molestaba tener que pedirle ayuda al hombre lobo. Sasha era
un alfa y debería ser capaz de manejar todos y cada uno de sus problemas.
Pero era su hija quien estaba en juego, su pequeña Sammy, y Sasha no iba a
arriesgarla. Además, Sasha planeaba hacer que Nate y Selene fueran suyos.
Dios, estaba confuso en cuanto a lo que debía hacer.
Quería que su Sammy estuviese a salvo, pero quería que las dos
personas que más le importaban supieran esto. Sasha tenía que encontrar
una manera de lograr ambos.
Pasando su mano por las piernas de Selene, Sasha les dio una pequeña
palmadita. ―Estamos en el techo, Selene.
―¿De verdad? ―preguntó, como si no lo creyera. Sasha inclinó la
cabeza y pudo ver que sus ojos estaban cerrados―. Por favor, no me
mientas.
―Nate ―dijo Sasha mientras se giraba―, dile dónde estamos. 60
Nate colocó sus manos en los costados de Selene y tiró de ella.
―Estamos en el techo, Selene. Puedes bajarte ahora.
Selene soltó un lento suspiro y abrió los ojos. Una vez vio que tenía una
superficie sólida bajo sus pies, soltó a Sasha rápidamente. No quería dejarla
ir. Un suave calor entibiaba su espalda, y Sasha casi gruñó cuando bajó.
Se quedó quieto cuando su larga trenza quedó atrapada en la hebilla
del cinturón de Selene. Intentó liberarlo. Sasha podría haberla sacado en
cuestión de segundos, pero disfrutaba que jugara con su cabello, aunque
fuera para desenredarlo.
―¿Alguna vez has pensado en cortarte esta cosa? ―preguntó Selene.
―Nunca ―admi?ó Sasha. Le miró el cabello. Era de color negro y
terminaba en un montón de alborotadas puntas lo cual la hacía lucir como un
duendecillo. Alzó la mirada, sus ojos color verde amarillento se enfocaron en
los suyos por un momento antes de que por fin lograra soltarle el pelo.
Tiró la trenza sobre su hombro para colocarla contra su pecho y luego
se sentó en el tejado. Apoyándose contra la pequeña chimenea de ladrillo,
miró hacia la ciudad. No podía ver lo que sucedía abajo, pero eso no era lo
que Sasha estaba mirando. Estaba mirando las frías nubes de febrero. ―Va a
nevar.
Selene y Nate se sentaron junto a él. ―Tenemos que encontrar un
lugar cálido para pasar la noche ―dijo Nate, mirando también las negras
nubes que se aproximaban.
―Pueden regresar ―sugirió Selene sin mirar a ninguno.
―A esta hora, Rick ya debe saber que hay soldados en las
inmediaciones. Tiene planeado ayudar a los hombres hiena. Ya deben estar
muy lejos, cariño ―respondió Sasha sin un indicio de su habitual alegría.
Los hombros de Selene se desplomaron.
Nadie dijo una palabra cuando los primeros copos empezaron a caer 61
del cielo. Eran ligeros y delgados, pero Sasha podía oler en el aire que se
estaba formando una tormenta. Al amanecer, todo el pueblo estaría cubierto
de nieve, y esta azotea estaría cubierta con una buena capa de dicho manto
blanco. Necesitaban empezar a moverse. El problema era que había soldados
a su alrededor. Hasta que estuvieran cubiertos por la noche, estaban
atascados en el techo. El viento arreció y sopló a través del área abierta,
enviando hebras de su cabello suelto alrededor de la cara de Sasha. Su plan
de saltar de azotea en azotea había desaparecido en cuanto supo del miedo
de Selene. Eso haría que el viaje fuera casi imposible. No estaba dispuesto a
hacer realidad su peor fobia, no cuando podían aguantar aquí durante unas
cuantas horas.
Selene empezó a temblar y fue entonces cuando Sasha notó el delgado
abrigo que llevaba. ―¿Por qué no llevas una chaqueta más gruesa?
―Porque es demasiado incómodo. ―Se giró y le dio la espalda a
Sasha. Acarició la concha de su oreja. Insuficiente para lastimarla, pero sí
para fastidiarla.
―¿Quieres dejar de jugar conmigo? ―preguntó Selene mientras se
giraba para mirarlo.
―Entonces reconoce la conversación que tuvimos hace un rato.
Los ojos de Nate se encontraron con los de Sasha, diciéndole que lo
dejara ir, pero Sasha no era de los que retrocedía. Su hija estaba en peligro,
pero eso no le impedía querer escuchar la confirmación de Selene
admitiendo que los había oído.
Selene envolvió sus brazos alrededor de su cintura, acurrucándose
para luchar contra el frío. Para Sasha, eso era algo estúpido. Él y Nate podían
calentarla en poco tiempo, pero sabía que Selene no se los permitiría. La
maldita mujer se mantendría obstinada mientras se moría de frío.
―Estás temblando ―dijo Nate mientras ponía a Selene a su lado.
Sasha deseaba que le permitiera tener esa misma facilidad. Lo había
convertido en el enemigo, y no sabía cómo solucionarlo.
Cuando la vio acurrucándose con Nate, el corazón de Sasha comenzó a
llenarse de emociones turbulentas que no estaba seguro de cómo manejar. 62
Nunca se había preocupado tanto por alguien, aparte de su hija.
Poniéndose de pie, Sasha caminó por el techo, asegurándose de que
no lo vieran, pero tratando de darles suficiente espacio para que tuvieran
privacidad. Sacó su móvil y llamó.
―Richard Carson.
Sasha sonrió. Sabía que Rick odiaba ese alias. Pero su sonrisa no duró
mucho. No cuando sabía de qué tenía que hablar con Rick. ―Necesito un
favor.
―¿Están en problemas? ―El alfa tenía un borde de acero en su voz.
―No, pero... ―Sasha volvió a mirar donde Selene y Nate estaban
acurrucados. Sin importar cuán grande fuera Nate, Sasha sabía que el
hombre debía tener frío. La temperatura caía a medida que anochecía.
―Tengo que salvar a mi hija.
Hubo un largo silencio. Sasha sabía que tener algún tipo de familia era
nuevo para Rick. Nunca hablaba de Sammy con nadie. Eso era porque
siempre había tratado de protegerla.
―¿Dónde está?
Sasha se pasó la mano por la frente, preguntándose si estaba haciendo
lo correcto... y preguntándose si tenía elección. ―A unos cincuenta
kilómetros al norte de Shelton con mi manada. Si descubren que soy mestizo,
la matarán.
Sasha nunca se había considerado un cobarde. Pero sabía que si se
acercaba ahora mismo, podría conducir a los hombres que lo perseguían
directo hasta Sammy.
Además, su manada tendría preguntas que no podría responder.
Astoria, un miembro de la manada que se había convertido en un dolor en el
culo de Sasha, ya estaba haciendo su movimiento para desafiar a Sasha por
su posición en la manada. El hombre había estado excavando en el pasado de
Sasha. Lo sabía. El cambia formas iba a averiguarlo tarde o temprano. 63
Astoria ni siquiera tendría que luchar contra Sasha por la posición. Si lo
supiera, lo único que tenía que hacer era decírselo al resto de los leopardos.
Eso sería todo. Cada macho adulto atacaría. La manada de leopardos no
estaba tan unida como la manada de Rick. Básicamente eran solitarios, y
realmente astutos. Vivían su vida respetando las antiguas leyes.
Matarían a su preciosa hija y luego irían tras él. Su manada se había
vuelto fría y perversa a lo largo de los años. Por mucho que Sasha trató de
evitar que se desmoronasen, al final, se habían convertido en unos gatos
amargados.
Podría ir y sacarla de ahí, pero no quería que los hombres malos
descubrieran a su niña.
―¿Qué edad tiene? ―preguntó Rick.
―Siete ―contestó Sasha.
―Puedo llamar a Brooke y Deluca y ver si pueden mantenerla a salvo
hasta que termine la guerra.
―Creo que su casa se está convirtiendo en un refugio de rescate para
niños. ―Sasha usó la ligereza para aliviar el dolor en su corazón. Temía por
Sammy.
Hubo una suave risa al otro lado de la línea. ―No va a importarles. Su
hogar es como una fortaleza. Si alguien se acerca, lo sabrán.
Sasha recordó al bebé Kell. Por lo que Rick le había dicho, el niño
pequeño era como un sistema de alarma. Sabía cuándo alguien estaba cerca.
También estaban los padres de Brooke. Ex militares. Sasha odiaba tener que
llevar a Sammy a un lugar desconocido, pero necesitaba alejarla de los gatos.
―¿Cómo de terrible es la situación? ―preguntó Rick.
―Uno de los miembros de mi manada ha estado hurgando en mi
pasado. Quería sacar a Sammy de allí antes de todo esto, pero se desató el
infierno y la manada tomó a mi hija y huyeron. Si aparezco para llevármela,
los otros leopardos van a saber por qué lo estoy haciendo. ―Y Sasha no
podía decirle a Rick sobre los hombres que muy probablemente lo seguirían,
llevándose a Sammy y usándola como moneda de cambio para conseguir lo 64
que Sasha tenía en su poder.
―Tengo dos agentes de operaciones encubiertas que pueden entrar y
sacarla.
―¿Jordison y Corrigan?
―Pueden sacarla, Sasha. No arriesgaría a tu hija si no pensara que
pueden manejar el trabajo.
―Pero mi manada los olerá antes de que lleguen a las afueras del
bosque.
―Deja que hagan su trabajo. ―Rick hizo una pausa―. ¿Salieron de la
ciudad antes de que aparecieran las tropas?
―Ahora mismo estamos atrapados en una azotea esperando hasta el
anochecer ―dijo Sasha mientras miraba por encima de su hombro. Selene y
Nate seguían acurrucados. Sasha sabía que tenía que sacarlos de aquí. El
viento arreciaba, y eso sólo hacía que disminuyera la sensación térmica.
―Os enviaré ayuda.
Sasha sabía que anochecería antes de que llegara algún tipo de ayuda.
Sólo empeoraría la situación si capturaban a más cambia formas. ―Centraos
en ayudar a los hombres hiena. Saldremos de aquí. ¿Quieres vayamos tras
vosotros?
―¿Selene ha cambiado de opinión?
Sasha rodó los ojos. Rick tendría que saber que no debería hacer esa
pregunta. Hablaban de Selene después de todo. ―Llámame si nos necesitas.
Rick se rio entre dientes. ―Es testaruda.
Dime algo que no sepa. Era la mujer más obstinada que había llegado a
conocer. Y eso fue decir mucho considerando que dirigía una manada de
leopardos donde las hembras eran increíblemente brutales. Pero ninguna
podía compararse con Selene. Tenía la sensación de que si estuvieran los dos
solos, Selene preferiría ser capturada que seguirlo.
Maldición si eso no hería su orgullo masculino.
La risa de Rick murió mientras hablaba. ―¿Tienes fotos de tu hija? 65
Sería una gran ayuda para que esos dos puedan encontrarla.
Sasha recordó las fotos que le tomó a Sammy en su último
cumpleaños. ―Tengo en mi teléfono. Te las enviaré.
―Te llamaré cuando la hayan sacado de ahí.
Sasha metió una mano en el bolsillo, no esperaba tanta cooperación
del hombre lobo alfa. No eran amigos, y Sasha no había sido muy amable con
el hombre. Ambos eran alfas protegiendo su propio territorio. Pero esto era
diferente y Rick no tenía por qué ayudarle. ―Gracias.
Había un leve tinte de diversión en la voz de Rick cuando habló.
―Nunca pensaste que me llamarías pidiendo ayuda, ¿verdad, gato?
―Ni en mis sueños ―admi?ó Sasha con sinceridad.
Sasha estaba sorprendido de que Rick no hubiera hecho la pregunta
más obvia. ¿Por qué Sasha nunca había dicho que tenía una hija? El hombre
le ofreció ayuda, sin hacer preguntas. Tal vez el lobo no era tan malo después
de todo.
―Me mantendré en contacto. ―Rick colgó.
Después de enviarle una foto de Sammy, Sasha metió el teléfono en el
bolsillo interior de su abrigo de invierno y revisó que la tarjeta de datos
siguiera allí. No estaba seguro de lo que contenía, pero era algo por lo cual
los hombres estaban dispuestos a matarlo para conseguirla de vuelta.
Cuando irrumpió en ese laboratorio hace meses, Sasha no tenía ni idea
de lo que buscaba. Sólo sabía que tenía que asegurarse de que no estuvieran
experimentando con cambia formas. Dexcom, el mayor banco de sangre de
Shelton, sólo cubría la mitad del trabajo de la corporación. Sasha descubrió
que tenían un laboratorio a unos veinticinco kilómetros de Shelton.
Después de todo lo que había estado sucediendo, Sasha no iba a
quedarse parado mientras existiera la posibilidad de que estuvieran
experimentando con cambia formas dentro del laboratorio.
Lo que encontró no fueron cambia formas, sino un laboratorio de
bioingeniería. El único científico que se encontraba en ese lugar agarró la
tarjeta de datos de su portátil y trató de tragársela, pero Sasha lo detuvo a 66
tiempo.
No tenía ni idea de lo que contenía, pero ahora estaba en su poder.
Poco después de que Sasha saliera del laboratorio, irrumpieron en su casa.
Gracias a Dios que Sammy no estaba allí. En el momento que apareció Nate,
Sasha había estado esperando información sobre Rick. Había planeado tomar
a Sammy y escapar, pero justo entonces le dispararon con un dardo
tranquilizante y lo pusieron en una jaula.
No guardaba resentimientos hacia Nate. El hombre no lo sabía. Pero
para cuando regresó, la manada ya había tomado a Sammy y huido.
Sasha había tenido mucho miedo de volver a buscarla. ¿Y si esos
hombres perseguían a su hija? Era una opción a la cual no quería exponerse.
Pero necesitaba sacarla de allí, y Sasha sólo pudo pensar en Rick, como el
único hombre capaz de llevar a cabo una misión de rescate sin lastimar a
Sammy.
Mientras estaba parado en el tejado, observando cómo la nieve caía
con más fuerza, Sasha rezó con todo su corazón, pidiendo que su hija
estuviera a salvo. Era todo lo que le quedaba.
Capítulo Ocho
A pesar de encontrarse tan calentita, Selene se apartó del calor que le
brindaba Nate. Se sentía tonta allí sentada, acurrucándose. Era un ejecutor.
Debería estar ayudando a evaluar la situación, no disfrutando de la sensación
del calor de Nate.
Estaba pasando frío por su propia culpa. Estaban a mediados de
febrero, y no se había vestido acorde al clima. Su única opción era lidiar con
ello porque no podían permanecer en este techo. Necesitaban un plan, y salir
de esta maldita ciudad. Su cuerpo se estaba enfriando demasiado rápido.
Selene se sentía tentada a hundirse de nuevo en el calor de Nate, pero sabía
que no podían quedarse en este tejado.
―Ya casi es de noche. Tenemos que empezar a movernos. ―Aunque la
idea de bajar del techo la tenía cagada de miedo. Era una gran caída.
―Podemos saltar sobre unos cuantos tejados hasta llegar al que está
más cerca del borde de la ciudad ―dijo Sasha mientras se giraba y se dirigía
hacia la orilla―. Simplemente no quería hacerte saltar a causa de tu miedo. 67
Nate la miró, sus ojos verdes estaban llenos de preocupación.
―Puedo manejar los saltos ―dijo a la defensiva mientras se acercaba a
Sasha. Nate estaba justo detrás de ella.
―No ?enes por qué callarme, Selene. Hemos trabajado codo a codo
durante meses.
Ignoró a Nate mientras retrocedía y luego salía corriendo, saltando al
aire. Cuando sus pies golpearon la sólida superficie, exhaló, respirando
controladamente. El truco era no mirar abajo y no hablar con Nate o Sasha
sobre lo que pasó en el apartamento. No sólo estaba terriblemente
confundida, Selene admitía que también estaba un poco asustada. Si lo que
dijo Sasha era cierto, entonces había dos cambia formas depredadores que
deseaban acostarse no sólo con ella, sino entre ellos.
La idea de estar con ambos al mismo tiempo era realmente
intimidante. Selene era una mujer dominante. El acto sexual en sí no le
resultaba desalentador. Le encantaba tener relaciones sexuales. Pero Nate y
Sasha no sólo desafiaban su dominio, lo superaban.
Sasha aterrizó con gracia junto a ella. Puede que ya no lo viera como
competencia, pero todavía le irritaba un montón. No sólo era un hombre
muy fuerte, seguro y confiado en todo lo que hacía, el hombre tenía que ir y
ser increíblemente guapo.
La necesidad de dispararle se hacía cada vez más fuerte.
Irse sólo logró que las cosas se volvieran más confusas, no más fáciles.
Había estado tan ensombrecida por el miedo de que Sasha le quitara a Nate
que no estaba segura de qué pensar ahora que sabía la verdad.
Mantenerlo a él, y a Nate, a cierta distancia hasta que aclarara las
cosas en su cabeza, parecía una buenísima idea.
Selene abrió mucho los ojos cuando Nate aterrizó en el techo. Miró
abajo y se preguntó cómo lo soportaba. Había pequeñas grietas
extendiéndose alrededor de sus botas. ―Otro salto así y vamos a terminar
dentro del edificio.
―Es un niño grande ―sonrió Sasha, sus ojos examinaron lascivamente
a Nate de la cabeza a los pies. Selene no se perdió la forma en que Sasha se 68
lo estaba comiendo con la mirada.
Dándose la vuelta, porque los cálidos sentimientos que se agitaban
dentro de Selene realmente la confundían, corrió y saltó de nuevo. A pesar
de que sus vidas estaban en juego, Selene no pudo contener la sonrisa que le
causaba la libertad de correr. Siempre le había gustado correr. El viento ya no
se sentía tan frío y sus mejillas ardían de emoción mientras se alejaba y
saltaba al siguiente techo. Siempre y cuando recordara que no debía mirar
abajo no habría ningún problema. Se agachó cuando escuchó la conmoción
que había abajo. Algo estaba sucediendo. ¿Habían descubierto el cadáver del
soldado? Cuando Nate y Sasha aterrizaron a su lado, Selene se esforzó por
retomar la conversación. Había demasiadas personas hablando a la vez. Sólo
pudo captar fragmentos de la conversación.
―¿En un armario?
―Debió ser un cambia formas.
―No sé por qué esos hombres están aquí.
―Dales plena cooperación.
¿Qué hombres? Sabía que los militares estaban allí, pero por lo que
podía captar de las aceleradas conversaciones, había otras personas. Otros
más importantes.
―¿De quién diablos están hablando? ―preguntó Nate.
―Tenemos que ponernos en marcha ―dijo Sasha con firmeza―.
Cuanto más tiempo estemos aquí, a mayor riesgo nos exponemos.
Estaba en lo cierto. Necesitaban alejarse lo más posible de esta ciudad.
El hecho de que estuvieran en los tejados no quería decir que no los iban a
ver tarde o temprano. Selene estaba un poco sorprendida de que nadie los
hubiese visto, o mejor aún, que no hubiesen puesto arriba vigías.
De cualquier manera, su tiempo se estaba acabando.
Nate rodeó a Selene, rozando su gran cuerpo contra ella mientras se
movía. El rudo calor masculino ardía a través de su delgado abrigo incitando
la voracidad sexual de su loba.
Selene se alejó rápidamente. 69
―Estoy bastante seguro que Nate está entrenado para no morder.
―Sasha le sonrió―. A menos que quieras. ―El hombre leopardo chasqueó
los dientes y luego dio una risa casi silenciosa.
Estaba muy contenta que le recordara por qué no le gustaba. Esto
ayudaba a eliminar parte de su confusión. ―Larguémonos de este puto
pueblo.
―Ese vocabulario.
Selene miró fugazmente a Sasha mientras se trasladaba hacia la parte
trasera del edificio. Estaba tan absorta en su enojo que casi miró por el
borde.
―No mires abajo.
―No necesito que me mimes, Nate. ―No estaba protestando porque
estaba confundida sobre qué hacer con la revelación en el apartamento.
Selene no podía soportar cuando la trataban como una damisela en apuros.
Había luchado hasta llegar a la cima y merecía ser tratada como un igual,
incluso si le aterrorizaban las alturas.
―Deja de gritarme ―dijo Nate con un gruñido―. No te he hecho nada
malo, así que deja de tratarme así.
Antes de que supiera qué estaba sucediendo, Sasha la agarró y arrojó
sobre su espalda. Selene se aferró con un agarre mortal y cerró los ojos con
fuerza mientras Sasha caminaba hasta el borde. ―Realmente vamos a tener
que trabajar en tus miedos.
De alguna manera, Selene no creía que Sasha estuviera hablando de su
acrofobia. ―Si no abro los ojos, no tengo nada que temer.
―No puedes pasarte la vida con los ojos cerrados, cariño. Tarde o
temprano tendrás que abrirlos para enfrentarte a los depredadores.
Si no tuviera tanto miedo de que la dejara caer, Selene lo ahogaría.
―Aún no me agradas.
―Oh, ma chérie2, heriste mis sentimientos.
―No eres francés, Sasha.
―Y tú no eres una cobarde. ―La declaración fue contundente, directa 70
al grano―. Dos hombres no deberían asustarte. Sólo somos Nate y yo. Ya nos
conoces.
Selene podía sentir cómo apretaba sus dientes. ―Ya basta.
―Por ahora. ―Golpeó sus piernas, y Selene abrió instantáneamente
sus ojos y saltó de su espalda. Nate estaba justo detrás. Los dos
permanecieron allí por un breve segundo. Sasha estaba frente a ella, sus ojos
de gato la miraban con nada más que pura lujuria. Nate estaba detrás, su
calor corporal bañaba su fría piel. Selene se movió entre los dos y miró a su
alrededor―. ¿Y ahora qué? ―susurró.

Puede que Nate la haya jodido por no decirle que la quería con
anterioridad, pero no iba a dejar que actuara como si no pasara nada.
Todavía temía hacerle daño con su tamaño, pero ahora mismo, todo en lo
que podía pensar era en ese beso que habían compartido.

2
Ma chérie: mi querida en francés.
―Estamos en las afueras de la ciudad ―respondió Nate―. Ya es de
noche y los humanos tienen más dificultad para ver. Yo digo que tenemos
que salir corriendo.
―Tenemos que cambiar ―señaló Sasha―. Nos mezclaremos más
fácilmente y podremos correr más rápido si es necesario.
Nate sacó las bolsas de su espalda y rápidamente comenzó a
desvestirse. Hacía tanto frío aquí que tenía miedo de que su polla fuera a
meterse dentro de su cuerpo. Hizo una pausa cuando vio que Sasha y Selene
lo miraban fijamente. ―¿Qué?
Los ojos de Selene se apartaron, sus mejillas se sonrosaron por otra
razón a parte del frío. Le sonrió y terminó de desnudarse.
Sasha empezó a desnudarse, sin decir una palabra. Nate se preguntó
qué había pensado el hombre cuando se quedó mirando fijamente a Nate,
pero no preguntó. No iba a ser rechazado de nuevo. El gato estaba haciendo
un gran esfuerzo tratando de seducir a Selene, pero no le había dicho ni una
palabra a Nate. 71
Eso hizo que quisiera gruñirle.
―Tienes que darte prisa ―le dijo Nate a Selene―. No podemos
arriesgarnos a permanecer aquí por mucho tiempo. ―Dobló su ropa y la
metió en la bolsa mientras Sasha hacía lo mismo con la suya.
Por los bruscos movimientos de Selene podía suponer que en realidad
no quería desnudarse frente a ellos. Fue tan rápida que Nate casi se perdió la
fina curva de su lindo culo antes de que se transformara.
―Me lo perdí. Hazlo de nuevo... más lento ―dijo Sasha justo antes de
cambiar. Selene chasqueó sus mandíbulas al leopardo. Nate se acercó a
Selene y agarró su ropa y la metió en su bolsa antes de colocarla frente a ella.
Cambió, agarró su bolsa con los dientes y luego los tres se fueron. Se
quedaron en las sombras mientras corrían hacia el borde del pueblo. El grupo
de militares estaba al otro lado, pero Nate no confiaba en que todos
estuvieran ocupados. Sólo esperaba que ninguno se hubiera desviado hasta
ahora.
Un disparo rozó la cabeza de Nate. Se agachó y siguió adelante. Sasha
tropezó, dejando caer su bolsa. El leopardo volvió corriendo para recogerla y
luego se apresuró a alcanzarlos. Era sólo una bolsa de ropa. ¿El hombre
estaba dispuesto a arriesgar su vida para recuperarla?
Aparentemente sí.
Nate percibió el olor de sangre mientras corrían al bosque. Cuando
miró atrás vio una mancha rojo brillante en la pata trasera de Sasha. El
leopardo no parecía desacelerar, pero la mancha en su pelaje se extendía.
El gato había recibido un disparo.
Nate quería detenerse y revisar la herida, pero todavía no estaban a
salvo. Escuchó los gritos de los hombres y el chirrido de los neumáticos de
una camioneta. Cuando Sasha desaceleró, Nate se puso detrás y utilizó su
cabeza para empujar a Sasha. El leopardo aceleró, como si se diera cuenta de
que se había ralentizado. Nate comprobó a Selene, que corría al lado de
Sasha, lo que indica que se estaba asegurando que éste no se tropezara.
Rodearon al gato, un lobo a cada lado mientras sus pies golpeaban la 72
tierra fría y dura. Habían llegado al límite exterior de los bosques. Pero tenían
que seguir adelante. Nate quería que estuvieran profundamente internados
en el matorral así sería imposible para los humanos usar sus vehículos.
Cuando Sasha tropezó de nuevo, Nate cambió y lanzó al leopardo
sobre su hombro. Cogió su bolsa y comenzó a correr, Selene corría a su lado.
Le dio la bienvenida al calor que lo recorría a causa del ejercicio. Nate sólo
esperaba que no se congelase su pene.
Mantuvo apretado al gato mientras corría hacia el barranco y subía por
él, corriendo hacia el otro lado. El ruido de los humanos sonaba cada vez más
lejano, pero Nate sabía que a pesar de que le habían ganado ventaja a sus
perseguidores, necesitaban encontrar un lugar para calentarse. No caía tanta
nieve en el bosque, pero aun así caía, al igual que la temperatura.
No tenía ni idea de dónde estaban, pero sabía que tenían que seguir
adelante. Corrieron hasta que los músculos de Nate comenzaron a
acalambrarse. No sería capaz de mantener este ritmo durante mucho más
tiempo. No sólo estaba corriendo desnudo en pleno invierno, sino que
llevaba un gato que era puro músculo sobre sólido hueso.
El bastardo era realmente pesado.
Selene soltó un gruñido que hizo que Nate levantara la vista. Vio una
casa en el claro. Tenía un granero y un corral. Nate se dirigió al granero. Si
había humanos viviendo aquí, no quería que advirtieran su presencia.
Rápidamente abrió la puerta del granero, esperó a que Selene entrara
corriendo, y cerró detrás de él. Mirando a su alrededor, Nate vio un desván.
―Tenemos que llegar allá arriba.
Selene cambió y se vistió rápidamente, agarrando la bolsa de Nate.
―Voy justo detrás de ti.
Como siempre.
Nate subió por la escalera de madera y se movió hasta que estaba en la
parte posterior, haciendo que fuese más difícil verlos si alguien miraba hacia
arriba. Con cuidado acomodó a Sasha y comenzó a examinar su herida. Iba a
tener que sacar la bala.
Selene le entregó a Nate un juego de ropa. 73
―Gracias. ―Se vistió con rapidez, sintiendo que su cuerpo comenzaba
a enfriarse ahora que no se hallaban corriendo por el bosque. Empezó a
temblar. Aunque los cambia formas eran más fuertes que los humanos, Nate
no estaba tan seguro de que no atraparía una neumonía después de
atravesar el gélido bosque.
Él y Selene trabajaron juntos silenciosamente, tratando de extraer la
bala. Sería bueno tener su maldito Yukón justo ahora, pero había renunciado
a él hacía unas dos semanas ya que era bastante difícil encontrar un taller
mecánico que estuviera abierto. Echaba de menos su camioneta. Por no
hablar de que siempre llevaba un kit médico en esa cosa.
Agarrando el cuchillo de su bolsa, Nate comenzó a excavar en la suave
carne de Sasha. El gato se despertó, gruñendo y chasqueando sus mandíbulas
contra Nate.
―Quédate quieto ―dijo Selene mientras trataba de evitar que los
dientes alcanzaran la mano de Nate. ―Tenemos que sacar la bala. Deja de
actuar como un cachorro.
Eso detuvo a Sasha. Emitió un suave ronroneo, y Nate reconoció el
ruido por lo que era. Sasha estaba siendo arrogante con ella.
―Me importa una mierda si quieres gritarme. Vas a comportarte
mientras te sacamos esta maldita cosa ―reprendió Selene.
Sasha bajó la cabeza, pero Nate pudo ver la pata trasera tensándose
por el dolor. Intentó ser lo más suave que pudo, pero la bala se había alojado
en la parte superior de la pata, donde se hallaba un músculo fuerte y un
tejido bien acolchado.
Esto iba a ser doloroso.
Nate finalmente vio el brillo plateado de la bala y maldijo. Estaba
acuñada bastante profundo. ―Sujétalo bien. Esto va a ser increíblemente
doloroso.
―¿Quieres que sostenga a un gatito de noventa kilos? ―preguntó
Selene con asombro.
Nate le dio una mirada. 74
―Bien, pero si me muerde, usaré tu cuchillo para cortarle las bolas.
Sasha dio un bajo aullido en señal de protesta.
―Entonces no me muerdas ―le advir?ó Selene mientras cubría la
mitad superior de Sasha con su cuerpo. Nate se puso a trabajar,
maniobrando el borde del cuchillo alrededor de la bala hasta que pudo
meterse debajo del brillante trozo de metal. Con un montón de cuidadosos
empujones y las protestas de Sasha en todo momento, Nate finalmente pudo
sacar la maldita cosa.
Lanzó el cuchillo a un lado y maldijo cuando la sangre comenzó a salir a
borbotones. Presionó su mano sobre la herida, pero la sangre fluyó
traspasando sus dedos.
Nate miró a Selene y tragó saliva. ―Creo que la bala cortó una arteria.
Capítulo Nueve
Una hoja seca voló sobre su reluciente zapato, mientras O'Hanlon
estaba de pie junto al lago, mirando por encima del agua congelada. Apretó
las manos enguantadas detrás de su espalda mientras el auto se detenía a su
lado.
El conductor salió y caminó hacia él. No se estrecharon las manos.
―¿Recuperaste la tarjeta de datos?
El hombre sacudió su cabeza. ―Sasha Monroe se ha unido a Enrique
Marcelo. Ha sido muy… difícil rastrearlos.
O'Hanlon se estaba cansando de oír ese nombre. Enrique no era más
que una gran espina en su costado. De un modo u otro, O'Hanlon iba a ver al
hombre muerto. ―Enrique ?ene dos ahijados. ¿Hay alguna manera de
usarlos contra él?
El hombre volvió a sacudir la cabeza. ―Están bajo estricta seguridad.
Dos de nuestros mejores hombres, los cuales han desertado, los mantienen 75
bajo su protección las veinticuatro horas del día. También hay dos Navy
SEALs retirados.
Si O'Hanlon no mantuviera este proyecto bajo un estricto silencio,
haría que los militares asaltaran la casa en NOLA3 y capturaran a todos los
que estaban en la casa. Pero tenía que seguir actuando con discreción.
―Sasha Monroe ?ene una hija de siete años. Encuéntrala. Es la
solución para derribar a su papi. Necesitamos la tarjeta de datos que robó
Sasha. No podemos tener una guerra bioquímica sin ella. La investigación en
esa tarjeta es invaluable. El Dr. Formente no guardó la información en su
ordenador y James Sellers ha desaparecido. No podemos duplicar lo que ha
logrado.
―Tenemos no?cias de que Sasha y otros dos fueron vistos justo dentro
de la frontera de Dakota del Sur. Tengo hombres buscándolo. Los militares
han establecido una base en una pequeña ciudad, pero están dando plena
cooperación a mis hombres.

3
NOLA: abreviatura de Nueva Orleans, Luisiana. El lugar en donde viven los padres de Broome.
O'Hanlon se giró, con una expresión severa. ―Encuentra a la hija.
Sasha renunciará a la tarjeta de datos si sabe que la tenemos.
―Hay una cosa más ―dijo el hombre―. Hemos descubierto que Sasha
es mestizo. Aparentemente ser mestizo es mal visto en la sociedad no
humana. También podríamos usar eso a nuestro favor.
―¿Cómo? ―preguntó O'Hanlon mientras inclinaba la cabeza hacia un
lado. Este era un interesante pedazo de información. Se preguntó cómo
podría usarlo.
―Samantha Monroe se está escondiendo con la gente de su padre. Si
supieran que su alfa es mestizo, estoy dispuesto a apostar que se encargarían
de nuestro problema por nosotros.
―Pero necesitamos la tarjeta de datos.
―Estoy bastante seguro que, por el precio justo, uno de sus miembros
se asegurará de que la tarjeta regrese a nuestras manos, sin daños.
―Entonces hazlo. Quiero que la fórmula para su destrucción esté lista 76
para el final de la próxima semana. Necesitamos ganar esta guerra y erradicar
a todos los no humanos. ―O'Hanlon miró al hombre directamente a los
ojos―. Eso incluye a los vampiros.
Si Kraven pensaba que podía engañar a O'Hanlon, el hombre no
muerto tendría que empezar a preocuparse por este tipo cosas.
Capítulo Diez
Rick se acercó a la ubicación donde los hombres hiena estaban,
supuestamente, bajo ataque. Habían dejado atrás los vehículos, Miguel
custodiaba a Howard, Lillian e Ian. La nieve dejaba gruesos mantos blancos a
su paso, y le seguía un viento gélido y violento.
Cuando Rick vio huellas de neumáticos, levantó la mano. Todos se
detuvieron, Mason lo miró y luego a los matorrales cortados y enterrados
profundamente en la nieve. ―¿Crees que llegamos tarde?
―¿O es una trampa? ―preguntó Bryson.
Al principio, cuando Bryson recién se había unido al grupo de Rebeldes,
Rick tenía sus dudas, pero estaba demostrando estar tan comprometido
como había jurado en ese callejón donde Rick lo conoció. El hombre lobo no
sólo era un buen enfermero, sino que estaba demostrando ser un increíble
luchador.
Rick señaló a Mason y Benito, diciéndoles que fueran a la derecha. 77
Rick, Dorian y Bryson fueron a la izquierda. Se dirigieron al borde de las
montañas. Rick pudo ver que esta era una zona de mucho tráfico. Había una
gran multitud de huellas de patas en dirección a los bosques circundantes.
Pero no vio rastros de más vehículos.
Se giró, sosteniendo su rifle cuando sintió que algo se movía detrás de
él. Mirando el paisaje, Rick escudriñó cada centímetro, pero no vio nada
excepto una bandada de pájaros despegando su vuelo hacia el cielo.
Inhalando profundamente, trató de captar algún olor.
Muerte.
Decadencia.
―Está aquí, ¿verdad? ―susurró Dorian―. Esa cosa, la Sombra.
Rick asintió mientras sus ojos recorrían el bosque. No estaba tan
seguro de querer llevar a su pareja a las montañas, donde podrían
encontrarse con una potencial trampa. Nadie sabía lo que era esa Sombra, y
quedarse atrapados con esa cosa persiguiéndolos no sería algo bueno.
Pero los hombres hiena dependían de que alguien los ayudara.
Para Rick fue una difícil decisión, pero al final se dirigió al bosque. Se
encontró con los demás unos pocos metros más allá.
―¿Nada? ―preguntó Mason.
―La Sombra ―susurró Dorian―. Está de vuelta y cazándonos.
Mason buscó la mirada de Rick, que confirmó la declaración de Dorian
con un asentimiento. El cambia formas jaguar parpadeó lentamente, como si
estuviera tratando de lograr que su mente creyera la existencia de algo
semejante a una figura hecha de sombras.
Rick sabía cómo se sentía el hombre. El lobo dentro de él estaba
gruñendo, tratando de liberarse y cazar a esa maldita cosa. Rick no podía
permitir eso. No cuando tenían que rescatar a unos cuantos cambia formas.
Avanzaron como una unidad. Rick continuó explorando el área,
buscando sombras que los observaran.
Escuchó un gemido proveniente de más adelante. Rick avanzó más 78
rápido, pero siguió olfateando para asegurarse que no había enemigos
preparándose para atacar.
Rick removió la densa capa de nieve para encontrar a una pequeña
hiena que yacía de lado. Era un cachorro. Cuando se acercó, Rick pudo ver
que el pobre bebé estaba en estado de shock. Dejó su rifle en la nieve y puso
la pequeña hiena en su regazo.
El olor del cachorro le dijo a Rick que estaba tratando con un macho.
Esperó, permitiendo que el cachorro se familiarizara con su olor. Se encogió
en el regazo de Rick y comenzó a temblar, su pequeño cuerpo se estremecía.
―¿Dónde están sus padres? ―preguntó Dorian mientras miraba a su
alrededor―. Estoy muy seguro de que no dejarían a su bebé aquí solo.
―No estoy seguro ―respondió Rick mientras pasaba su mano por la
columna del cachorro, brindándole la comodidad que necesitaba, esperaba
que la sensación de seguridad ayudara al pequeño cambia formas. Su piel se
sentía fría contra la mano de Rick, diciéndole que el cachorro ya llevaba
cierto ?empo solo en este lugar―, pero necesitamos que entre en calor.
Rick se puso de pie, metiendo al cambia formas bajo su abrigo y
cerrándolo. Quería dejar que el bebé se acostumbrase a su aroma, pero no
disponían del lujo del tiempo. Necesitaban ponerse en marcha. Cogió su rifle
y miró a los hombres que lo rodeaban. ―Veamos si podemos encontrar a
alguien más.
Rick podía sentir que el cachorro aún temblaba. Sabía que era por el
frío y el miedo. Pasó la mano sobre el bulto bajo su abrigo para consolarlo,
comenzando a buscar en el resto del bosque. Quería que Bryson revisara al
bebé, pero eso tendría que esperar hasta que regresaran a la camioneta.
Había una salpicadura de sangre que contrastaba contra la blancura
pura de la nieve, y Rick no tuvo un buen presentimiento sobre esto. El olor a
muerte y sangre inundaba el aire, y Rick supo que habían llegado demasiado
tarde. Sus hombres no estaban luchando contra el cambio forzado por oler
sangre fresca, lo cual significaba que los hombres hiena estaban muertos. Sus
bestias sabían la diferencia entre una presa viva y una muerta. La mano de
Rick acarició su abrigo, preguntándose qué iba a hacer con el cachorro. Una
guerra no era lugar para un pequeño cambia formas. Pensó en lo que le había
dicho Sasha. Al parecer, la casa de Brooke y Deluca se había convertido en
79
una guardería.
Iba a tener que contactar con ellos y hacerles saber que tenía otro niño
que añadir a su hogar, el cual se volvía cada vez más grande.
Finalmente hallaron los cuerpos esparcidos, la sangre cubría tanto
espacio que Rick supo de inmediato que esto era una carnicería. No sólo
habían disparado a los hombres hiena, sino que fueron despedazados. Esto
significaba que fue un mercenario asesino. Los humanos no podían rasgar
animales con sus manos y dientes romos. Rick asintió hacia uno de los
cuerpos. No quería acercarse y hacer que el cachorro accidentalmente sacara
la cabeza y viera la carnicería. ―Revisen si hay marcas de garras.
Bryson y Benito examinaron el cuerpo, y el médico asintió con firmeza.
Rick maldijo, sintiendo que la agresión bailaba sobre su cuerpo y
recorría su columna. El cachorro gimió y Rick supo que debía contener su ira.
―Volvamos a la camioneta ―con?nuó frotando la mano sobre el bulto,
tranquilizando al pequeño cambia formas mientras regresaban con el resto
de su grupo.
Quería cazar hasta el último cambia formas culpable de arrebatarle sus
padres a este cachorro y matarlos con sus manos desnudas. Fue una matanza
sin sentido en una guerra que nunca debería haber existido. La sangre
derramada pesaba en la mente de Rick cuando abrió la parte trasera de la
camioneta y sacó al cachorro.
―Necesito que lo revises ―le dijo a Bryson, que acababa de entrar en
la parte de atrás. El médico tomó suavemente al cachorro de las manos de
Rick y comenzó a examinarlo.
―¿Es un cambia formas? ―preguntó Lillian mientras observaba a
Bryson con atención.
Rick asintió. ―Sus padres fueron asesinados.
Pasó la mano por el suave pelaje, incapaz de dejar de otorgar toda la
comodidad que necesitaba el cachorro. Cuando Bryson terminó el chequeo,
Benito y Miguel tomaron al bebé y lo acariciaron, manteniéndolo cerca de
sus cuerpos. Sabían lo que necesitaba y se lo dieron.
―En el mundo humano ―comenzó Lillian― los niños huérfanos son 80
puestos en el sistema. ¿Qué hacen con los cambia formas huérfanos?
―Encontramos una manada de cualquier raza a la que pertenezca el
niño y les cedemos su cuidado y crianza.
Lillian parpadeó mirando a Rick y luego miró al pequeño cachorro, que
seguía temblando, pero no tanto como antes. ―¿Puedo cuidarlo?
―Lillian. ―Howard pronunció el nombre de su esposa suavemente―.
Esa es una gran responsabilidad. Es un cambia formas. No conocemos sus
necesidades. ―Howard giró hacia Rick―. ¿Tiene que ser criado con otros
hombres hiena?
―Sería lo mejor para él ―admi?ó Rick.
―No. ―Lillian sacudió la cabeza―. Estará bien si es criado en la
manada de Rick. Puede que no sea una cambia formas, pero soy madre y sé
cómo criar a un niño.
Rick estaba aturdido. Lillian acababa de declarar que era parte de la
manada. Aunque había estado con ellos durante varios meses, nunca había
indicado que fuera otra cosa más que la madre de Ian y Dorian.
―Entonces, ¿ahora tenemos un hermanito? ―preguntó Dorian desde
el asiento delantero.
Lillian asintió con fuerza, tenía la determinación grabada en las finas
líneas de su boca. ―Así es.
Rick no estaba muy seguro de que fuera una buena idea, pero Howard
lo estaba mirando con una suave súplica en sus ojos. Rick sabía que Lillian no
había sido la misma desde que se la llevaron al centro de detención. Tal vez
necesitaba esta conexión. El cachorro necesitaría a alguien que pudiera darle
tanto amor como fuera posible.
―Por ahora ―declaró Rick finalmente―. Necesitamos asegurarnos de
que el cachorro se ajuste. Si no lo hace… ―Rick le dio a Lillian una mirada
firme―, encontraremos a un clan de hombres hiena que lo acepte.
―¿Tiene nombre? ―preguntó. 81
―No lo sabremos hasta que cambie. Ahora mismo está demasiado
aterrorizado y no lo obligaré. El olor de Miguel y Benito se sumergirá en el
cachorro, haciéndole saber que está a salvo. Lo averiguaremos más tarde.
―Rick volvió a comprobar la zona buscando a la Sombra, que podía sentir
que los observaba―. Pero ahora mismo tenemos que alejarnos de aquí.
Cerró la puerta trasera y luego se deslizó en el asiento del conductor.
―Aparte de estar en una situación horrible, físicamente, está bien
―dijo Bryson a través de la ventana abierta y luego se dirigió hacia su auto.
―Al menos ese es un problema del que no tenemos que
preocuparnos. ―Rick se sin?ó mejor sabiendo que el cachorro no estaba
herido. Giró y retrocedió en el espacio donde estaba estacionada la
camioneta.
Ahora todo lo que tenían que hacer era lograr que cambiara y con
suerte, descubrirían quién era el niño y averiguarían si recordaba qué le
sucedió a su clan.
Mientras Rick se alejaba, su móvil sonó. Reconoció el número de
Edward. Su corazón empezó a golpear su pecho mientras contestaba.
―¿Cómo está?"
Podía oír la tensión en el tono de Edward. ―Ella y nuestro hijo están
bien.
Rick sonrió de oreja a oreja. ―Soy tío.
Dorian se giró y sonrió, apoyando las manos en el muslo de Rick,
dándole un apretón.
―¿Niño o niña? ―preguntó Benito emocionado.
―Niño.
―¿Cómo se llama? ―preguntó Rick, sintiendo que las emociones
negativas desaparecían ante la buena noticia. Gracias porque aún pasaran
cosas buenas en este mundo.
―Edward Estevez Costello ―Edward sonaba realmente orgulloso y
aliviado―. Él... uh… 82
Rick agarró el volante con más fuerza, inundándole la aprensión ante la
vacilación de Edward. ―¿Qué?
―Nació en su forma de cambia formas ―anunció Edward. A pesar de
que eran cambia formas, Rick sabía que los bebés nacían en su forma
humana.
―¿Cómo?
―Es una amalgama de genes. Estoy bastante seguro de que su cuerpo
se está adaptando a los diversos genes de cambia formas, pero me dijeron
que no es la primera vez que un bebé ha nacido en su forma de cambia
formas.
―¿Está sano? ―Eso es todo lo que Rick quería saber.
Edward se rio entre dientes. ―Sano y es un muchachito muy grande.
Pesó cuatro kilos seiscientos. Isabelle me amenazó con cortarme las bolas si
alguna vez la volvía a embarazar.
Rick rio entre dientes. ―No puedo esperar a verlo.
―Tomé algunas fotos. Voy a enviártelas a tu teléfono.
Rick estaba asombrado de que un niño pudiera ser un híbrido. Nunca
antes había oído hablar de semejante cosa. Mestizo, sí, pero más de dos
genes por especie, jamás. Desafiaba las leyes de la naturaleza, pero por
supuesto, todos los cambia formas lo hacían sólo por ser quienes eran. ―Dile
que la amo y los felicito a ambos.
―Gracias. ―Edward colgó. Un minuto más tarde llegaron las fotos.
Rick paró a un lado de la carretera y miró a su sobrino. Tenía el grueso
cabello negro de Edward, pero los rasgos faciales de Isabelle. Sus ojos eran
azules, pero Rick sabía que cambiarían. Se preguntaba si el bebé tendría los
ojos avellana como Isabelle o marrones como los de Edward. Maldita sea si el
orgullo no hinchaba su pecho mientras le entregaba el teléfono a Dorian,
quien, a su vez, se lo entregó a Mason. El teléfono se pasó por todas las
manos y todos felicitaron a Rick.
Un niño acababa de nacer y habían salvado a otro. 83
Tal vez realmente quedaba esperanza en medio de esta guerra.
Capítulo Once
Selene caminaba de un lado a otro, masticando la uña de su pulgar
mientras Nate trabajaba. ―Puede que no me guste, pero no quiero que
muera.
―Casi me engañas ―gruñó Nate mientras se esforzaba por reparar el
daño. No tenía muchos materiales, pero llevaba un pequeño kit médico en la
bolsa. Selene se sentía realmente agradecida por qué recordaran haber
traído su bolsa―. Cada vez que se acerca le metes una pistola en la cara.
Dejó de pasearse y apuntó a Nate con la mano. ―Tampoco es que a ?
te agrade mucho. ¿No fuiste quien me dijo que Sasha era tan frío como la
Antártida?
―Ahora no, Selene ―gruñó Nate, lo cual la sorprendió.
―Todavía estás enamorado de él, ¿verdad? ―No era una acusación,
sino una verdadera pregunta. ¿Cómo demonios se había metido en este lío?
No había manera de que pudiese competir con estos dos. A pesar de que 84
Sasha había confesado que ambos la querían, Selene se sentía fuera de lugar.
Nate miraba a Sasha como un cachorro enamorado.
Y Sasha ronroneaba y jugaba con Nate constantemente. Tenía razón al
querer alejarse de ellos. Selene se sentía como una tercera rueda mientras
observaba la determinación de Nate. Estaba trabajando fervorosamente para
detener el sangrado.
―¿Necesitas ayuda? ―preguntó una vez más.
Y una vez más negó. ―Casi lo tengo.
Selene caminó por el desván, no sólo porque estaba verdaderamente
preocupada, sino porque se estaba muriendo de frío. Podía ver su aliento,
pero al menos se habían alejado de los sonoros vientos y la nieve. Cuando
pasó junto a los dos hombres, Selene estudió el rostro de leopardo de Sasha.
Parecía tan inofensivo mientras dormía. Lástima que no fuera así cuando
estaba despierto. Pero tenía que admitir que el hombre era hermoso en su
forma de cambia formas. Nunca pensó que alguna vez admitiría que un gato
era exótico e impresionante, pero Sasha lo era.
Se frotó las manos por los brazos, Selene se arrodilló junto a Nate.
―¿Por qué estás enojado conmigo?
Las manos de Nate estaban ensangrentadas mientras trabajaba para
coser el corte. ―¿Quién dijo que estaba enojado contigo?
―Vaya, no lo sé. Tal vez porque estás siendo cortante y apenas me has
dirigido la palabra desde que Rick…
―Tengo que concentrarme. ―La mandíbula de Nate se endureció.
Selene sintió el duro látigo de sus palabras. Retrocedió, sintiendo como
si hubiera arena movediza bajo sus pies. Nate nunca había actuado así con
ella. Selene no sólo podía oler la preocupación de Nate, sino la confusión. No
estaba segura de por qué Nate estaba confundido, pero nunca iban a
resolver las cosas si no le contaba lo que estaba pasando.
Nate se limpió la frente con el dorso de la mano, y Selene pudo ver
como volvía a emerger el sudor. Extendió la mano y le secó la humedad con
el extremo de su manga. No la apartó.
85
―Lo logré ―dijo por fin.
Selene pudo ver que se reducía el flujo de sangre proveniente de
Sasha. Ahora que ya no corría el peligro de desangrarse, sanaría. Cuando casi
lloró de alivio, Selene se dio cuenta de lo preocupada que estaba por el
leopardo.
Y eso la desconcertó.
Puso su mano sobre la de Nate, sintiendo como temblaba, y le dio un
leve apretón. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo mientras lo miraba
fijamente. ―Estará bien.
Nate asintió mientras se echaba hacia atrás y luego se sentaba en el
fondo. Lo que sorprendió aún más a Selene fue que ni ella ni Nate estaban
tratando de cambiar. Era un instinto primario que habitaba en el interior de
todos obligándolos a transformarse y cazar aquello que sangraba. La única
vez que no lo hacían era cuando... mierda, ¿realmente se preocupaba por
Sasha? De verdad… no iba a investigar eso. Ahora no. Sus sentimientos
estaban demasiado expuestos, demasiado tensos ahora como para examinar
algo tan profundo.
Selene quería acercarse y consolar a Nate. Parecía tan molesto, pero
sabía que se estaba comportando de manera distante. Se puso de pie y
caminó hasta el borde del desván. Las cosas parecían tensas entre ella y Nate
desde el anuncio de Rick sobre cómo se sentía Nate. Deseaba poder
rebobinar el tiempo y evitar que su alfa le contara todo. Ese fue el momento
decisivo cuando Nate empezó a alejarse de ella. Extrañaba la forma en la que
interactuaban juntos. Extrañaba sus conversaciones.
Simplemente, extrañaba a Nate.
Selene pateó el heno que estaba esparcido por el suelo. No iba a
rogarle arrodillada a sus pies. Su orgullo no la dejaba. Estaba rechazándola.
Sasha le había dicho... ¿por qué parecía que todos los demás le decían cómo
se sentía Nate, excepto Nate? No podía entender eso. Sus acciones
contradecían lo que le decían los demás, pero cada vez que trataba de
preguntarle al respecto, la apartaba.
El musculoso lobo se sentó en silencio, estudiando a Sasha. Selene
sabía que Nate se concentraba en no hablar con ella, y eso era terriblemente
doloroso. Comenzó a enojarse, sabiendo que no había hecho nada malo para 86
merecer su frialdad.
―Voy a chequear el perímetro ―dijo Selene y empezó a bajar la
escalera antes de que Nate pudiera detenerla. Necesitaba aire.
Apretando el entrecejo con una furiosa mezcla de ira y dolor, Selene
salió del establo y examinó cuidadosamente el área. Necesitaban saber si los
soldados los habían encontrado antes de llegar al establo. No necesitaban
quedarse atrapados, sin salida. Selene se pasó las manos por el pelo mientras
caminaba alrededor del granero, preguntándose si ella y Nate arreglarían las
cosas algún día. Parecía que se iban alejando más y más. Incluso si sólo
seguían siendo amigos, eso era mejor que la situación en la que se
encontraban ahora.
El frío silencio se la estaba comiendo viva.
Cuando Selene rodeó todo el granero hasta llegar a la parte de atrás,
fue detenida por un hombre muy grande. Estaba allí, mirándola fijamente.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó―. ¿No deberías estar vigilando a
Sasha? ―Al parecer, no importaba cuánta distancia intentara poner entre
ella y los dos hombres, éstos seguían empeñados en quedarse cerca, no
podía tener un momento de paz.
―Tenían razón.
Selene cruzó los brazos sobre su pecho, un gesto defensivo mientras se
inclinaba hacia la pared de madera del granero. ―¿Sobre qué?
Nate dio un puntapié en la nieve la cual parecía estar acumulándose a
un rápido ritmo. Ésta se quedó pegada en la punta de su bota mientras
pateaba el maravilloso manto blanco una y otra vez. Era un gesto extraño
para un hombre tan grande e intimidante.
―¿Nate?
―Puedo matar a alguien sin pensármelo dos veces. Puedo cazar
personas a las cuales se les debe aplicar justicia. Incluso puedo trabajar bajo 87
tal presión que la mayoría de los hombres se desmoronaría. Pero cuando se
trata de hablar de… ―Nate se pasó las manos por la cabeza― sentimientos,
soy un asco. ―Espetó la palabra sentimientos como si fuera algo malo.
Selene no dijo una palabra. Sabía que esto era difícil para él y contuvo la
respiración, esperando que finalmente llegaran a la raíz del asunto entre
ellos.

En realidad, Nate no quería hacer esto. Los chicos no hablaban de sus


emociones. Las absorbían y hacían lo que tenían que hacer. Toda esa charla
de sentimientos era para las mujeres. Debía saber lo que sentía. Selene tenía
que saber que le importaba. ¿Por qué tenía que decírselo?
―Sólo dilo, Nate.
Era más fácil decirlo que hacerlo. Había tratado de decirlo muchas
veces durante los últimos meses. Cada vez que abría la boca para decirle que
la quería, su mente se reía de él y decidía cerrarse.
Como ahora.
Antes de que pudiera decir algo, su lobo se puso alerta, con los pelos
erizados. Selene también debía haberlo olido porque se volteó, agachándose
mientras giraba sobre sus talones. Tenía la pistola entre sus manos mientras
Nate miraba hacia el granero, preguntándose cómo iba a salvar a Sasha a
tiempo.
Cada instinto masculino que poseía quería jalar a Selene para salvarla,
pero sabía que era un ejecutor, no sólo era capaz de luchar, sino que podía
arreglárselas sola. Se enojaría si trataba de protegerla. El crujido de la nieve
resonó a su alrededor. Los pasos del intruso eran mesurados, de hecho,
sonaba como si estuviera haciendo una búsqueda lenta. Nate tocó
ligeramente el hombro de Selene, y ambos se apresuraron hacia la parte
frontal del granero.
Nate gruñó y agarró a Selene, empujándola detrás de él cuando se
encontraron cara a cara con un extraño. Recibió un puñetazo en la espalda,
pero Nate hizo caso omiso de su pelea mientras exponía su tamaño
completo, diciéndole al hombre que estaba junto a la puerta del granero que
no debía subestimarlo. Enseñó los dientes cuando vio movimiento dentro del
establo.
88
Necesitaba llegar a Sasha.
―¿Estás en mi tierra y te comportas así de agresivo conmigo?
―preguntó el hombre―. Eso es insultante.
Nate no le respondió. Respiró profundamente, inhalando. El hombre
era humano. Nate no estaba seguro de si era amigo o enemigo, por lo que el
mejor curso de acción era la precaución. ―No tenía la intención de insultarle.
―Tenía que mantener la calma. Su meta era lograr sacar de ahí a Selene y
Sasha sin un rasguño. Pero si el hombre se interponía en su camino, iba a
sentir las garras de Nate.
―Parece que están huyendo de alguien. ―El desconocido se rascó su
sombreada mandíbula―. ¿Podría ser de esos militares que están explorando
el bosque?
Maldición. Los soldados seguían buscándolos. ―¿Cómo sabes de ellos?
―Los vi cuando volvía a mi casa. Parecían estar buscando algo muy
importante. Estaban usando perros.
Oh, esto no era bueno. La única cosa positiva que tenían a su favor era
que no se les había quedado nada que pudiesen rastrear los perros. Si lo
hubieran hecho, habrían captado el olor de Nate y los otros dos. En este
momento, estaban buscando a ciegas. Nate cambió el peso a su otro pie
cuando vio que se movía la escopeta del hombre. El desconocido la reajustó,
apoyándola sobre su hombro. ―¿Por qué los persiguen?
―¿Quién dijo que me estaban persiguiendo?
La inteligencia brilló en los ojos del hombre mientras miraba de Nate a
Selene. ―Vivo demasiado lejos en el bosque como para tener visitantes y
vosotros parecéis estar a punto de atacar si me interpongo en su camino.
Nate podía desarmar al hombre, y él y Selene se habrían ido antes de
que el humano pudiese verlos, pero Sasha todavía se estaba recuperando en
el granero. El leopardo no estaba preparado para pelear en este momento. A
pesar de que Sasha era un cambia formas, capaz de sanar a un ritmo más
rápido que los humanos, cualquier herida devastadora tardaba tiempo en 89
sanar.
Nate soltó un gruñido bajo y salvaje cuando otro humano salió del
granero. ―Hay un gran gato depredador en el desván ―le dijo al humano
que estaba allí con la escopeta―. Parece herido.
Nate podía sentir que su lobo luchaba por liberarse, listo para proteger
a las dos personas que más le importaban. No iba a permitir que estos dos
lastimaran a Selene o a Sasha. Era su trabajo protegerlos, incluso si esos dos
obstinados cambia formas discreparan completamente de su opinión.
―Entonces, ¿vas a decirme por qué los están persiguiendo?
―preguntó el hombre―. Ya sé que no eres humano. Lo sé por el resplandor
de tus ojos. Eso debería ser razón suficiente para que los estén buscando.
Pero parecen demasiado enfocados. ¿Qué les hicisteis?
―Nada ―respondió Nate al instante. Eso era cierto. Bueno, excepto
por la parte en la que mataron a ese soldado, pero Nate no lamentaba lo que
había hecho Sasha. Los dos soldados habían estado hablando sobre matar
cambia formas como si fuera algo emocionante.
Había hecho que Nate pensara en los juveniles que habían sido
cazados por deporte por el detective humano y el juez en Shelton. Nadie iba
a cazarlo como un animal.
Nadie.
―Sólo evitábamos ser capturados ―dijo Selene detrás de él usando la
voz más dulce y femenina que le había escuchado―. Le dispararon a nuestro
amigo sólo porque somos cambia formas.
El hombre miró a Selene, su expresión pensativa. ―¿Te parezco tonto?
Oyó el gruñido de Selene. Nate nunca antes la había visto intentar usar
su femineidad como una herramienta, y le molestaba que lo hubiese
intentado. Qué iba a hacer si él... Nate gruñó.
Los ojos del hombre cayeron sobre Nate, su mano apretó la escopeta
que descansaba sobre su hombro. Selene palmeó su espalda. ―Ya basta.
Tenemos que salvar a Sasha. ―Las palabras fueron pronunciadas lo bastante 90
bajo para que sólo Nate captara lo que había dicho.
―En absoluto ―le dijo Selene al humano―. Pareces un hombre muy
inteligente. Matamos a uno de ellos porque estaban tratando de cazarnos
como salvajes. En realidad estaban hablando de ganar una apuesta sobre
quién podría matar primero.
Honestidad sin sentido.
El hombre parecía aceptar la verdad muchísimo mejor. Miró al joven
que estaba junto a él y luego hacia el desván. ―¿Le dispararon al gato?
Nate asintió.
El humano se apoyó en su otro pie mientras la nieve empezaba a caer
con más fuerza. Ahora que Nate no estaba aterrado de que Sasha fuera a
morir, sintió que el frío comenzaba a filtrarse en su piel, recordándole que
estaban en medio de quién sabe dónde y que necesitaban seguir andando si
el extraño había dicho la verdad sobre los militares en el bosque.
―¿Vas a dispararme o a dejarme ir a buscar a mi amigo e irnos?
―preguntó Nate. No iba a permitir que el hombre bajara la escopeta en un
intento de dispararle a alguna mierda, pero Nate estaba tratando de hacer
méritos con el hombre.
Y se estaba cansando de estar aquí charlando cuando había humanos
buscándolo.
―Depende ―respondió el hombre―. ¿Eres peligroso?
El hombre más joven a su lado se puso rígido, con los ojos clavados en
Nate y Selene. Nate sabía que el muchacho no tenía más de quince años.
Entonces quien estaba a su lado debía ser su padre.
No había nada más peligroso que un padre protegiendo a su cachorro.
Nate lo sabía, pero también estaba protegiendo a las dos personas que más
le importaban.
―Sólo somos peligrosos si se interponen en nuestro camino para 91
largarnos de aquí ―respondió Nate con honestidad. Inclinó la cabeza y
escuchó, maldiciendo entre dientes al oír que el grupo de búsqueda se
acercaba.
El hombre miró a Nate y luego asintió. ―Coge a tu amigo y tráelo
adentro. Tengo un lugar en donde pueden esconderse hasta que pasen los
soldados. ―El hombre miró a su hijo―. Cubre sus huellas.
Nate no esperaba esa respuesta. ―¿Por qué nos ayudas?
El hombre se giró, indicándoles que entraran en el granero. ―Ve por tu
amigo y llévalo dentro de la casa antes de que sea demasiado tarde."
―Respóndeme ―gruñó Nate.
―Porque... ―dijo el anciano mientras seguía caminando hacia la
escalera que conducía al desván. Miró a Nate y éste correspondió su
mirada―, puede que los cambia formas sean escasos ahora, pero tu gente no
ha sido olvidada.
Capítulo Doce
Sasha sintió que lo tomaban en brazos. Cuando su mente se despejó, el
olor del humano inundó sus pulmones. Sin previo aviso, saltó de los brazos
que lo sostenían y aterrizó sobre sus pies, gruñéndole sonoramente a los dos
humanos frente a él. Retrocedió, manteniendo a Nate y Selene detrás de él
mientras su mandíbula se abría ampliamente, emitiendo otra advertencia.
Sintió unas manos fuertes recorriendo su pelaje y supo, aún sin mirar,
que Nate estaba tocándolo. Ese sentimiento sólo sacó a relucir la agresividad
de Sasha. Dio un paso más cerca del humano más viejo, con el ruido en su
pecho resonando a su alrededor.
―Está bien, Sasha ―dijo Nate con dulzura mientras sus dedos se
curvaban en la nuca de Sasha.
Sasha retrocedió más, asegurándose de que también estaba sintiendo
a Selene. Ella agarró su pelo, dándole un tirón. ―Estamos bien, Sasha.
El desconocido no se movió, estudiando a Sasha de una manera que le 92
indicaba que en realidad no estaba asustado, pero sabía que debía ser muy
cauteloso.
―Tenemos que seguir andando ―dijo el desconocido mientras
mantenía los ojos fijos en Sasha―. Llegarán pronto.
Selene dio otro tirón. ―Vamos, ga?to.
Aunque oyó la urgencia en su voz, Sasha también escuchó el sarcasmo.
Su cabeza giró hacia un lado mientras le mordía los dedos suavemente.
Nunca le haría daño, pero le hizo saber que podía estar herido, pero no lo
suficiente para permitir que se saliera con la suya.
―Terco hasta el final ―dijo―. Los soldados nos están buscando.
Tenemos que entrar.
Eso llamó la atención de Sasha. Dio un paso a un lado, permitiendo que
todos entraran en la casa antes de que comenzara a moverse. Quería vigilar a
los humanos. Ni el hombre ni el gato confiaban en nadie cuando se hallaban
cerca dos de las personas más importantes en su vida.
Maldijo mentalmente mientras caminaba, Sasha odiaba el hecho de
estar cojeando. No se había curado por completo, pero necesitaba estar
alerta. Lo necesitaban. No tenía tiempo para acostarse y descansar. Se giró,
observando al humano más joven mientras se dirigía hacia la casa, borrando
sus huellas. Sasha lo observó con atención mientras el chico subía los
escalones.
―Oye, gato ―dijo el adolescente, sin mostrar signos de miedo. Sasha
debía de estar perdiendo su toque. Si no podía asustar a dos humanos
necesitaba afilar sus garras. Gruñó. No muy fuerte, pero suficiente para que
el humano supiera que no era una maldita mascota amistosa.
El chico se rio. ―Me gustas.
Mierda. Realmente estaba perdiendo su toque.
―Entra aquí, Boston.
―Será mejor que entremos ―dijo Boston mientras miraba por encima
de su hombro―. Están cerca.
93
Sasha olfateó el aire y estuvo de acuerdo. El viento le permitía oler a
los soldados. También olía perros, lo que hizo que su pelo se erizara. Eso no
era bueno. Estos eran hombres determinados. Sasha se apresuró a entrar
cuando Boston abrió la puerta.
Comprobando, Sasha se sintió aliviado al ver que su bolsa colgaba
sobre el hombro de Nate. Sasha se sacudió bruscamente cuando Boston pasó
los dedos sobre su pelaje. ¿El chico no tenía sentido de auto-conservación?
Sasha mordió sus dedos mientras se movía hacia donde estaban Nate y
Selene.
Los ojos de Nate se concentraron en la cojera de Sasha, pero el hombre
no dijo una palabra. Por lo menos, Nate tenía su maldito sentido de auto-
conservación. No iba a cuestionar su capacidad para protegerlos o no.
―Sígueme ―dijo el hombre mientras se dirigía hacia la cocina. Sasha
se alejó de Boston. El chico parecía estar pegado a su lado.
Qué humano más extraño.
El padre abrió la puerta de una despensa, caminó hasta el fondo de la
habitación del tamaño de un armario y abrió una puerta secreta. Sasha dejó
que sonara un bajo ronroneo en su pecho. Era imposible que confiara en este
hombre para que los encerrase en una habitación a él y a los otros dos. Hasta
donde sabía, esto era una trampa. El hombre podría meterlos en el pequeño
armario y luego esperar hasta que los soldados aparecieran antes de
entregarlos.
Sí, Sasha tenía problemas de confianza. Demándenlo.
―Está bien, gatito ―dijo Boston mientras le sonreía a Sasha―. La
puerta se cierra por dentro. Estarás a salvo y nadie podrá entrar a menos que
los dejes.
Si el humano no fuera tan joven, Sasha le mostraría qué tipo de gatito
era. ¿Acaso el muchacho tenía un tornillo suelto?
―Está diciendo la verdad ―dijo el padre―. Tienen el control completo
sobre quién entra en la sala de escondite.
Nate se acercó, su enorme tamaño empequeñecía al humano. ―Si esto 94
es una trampa, pagará por su traición.
El orgullo de Sasha se hinchó ante la ferocidad en la voz de Nate. Sabía
que el lobo era rudo, pero verlo en acción era realmente caliente. Sasha
quería frotarse sobre Nate, marcando al hombre con su olor de leopardo.
Quería hacer lo mismo con Selene. Aunque primero quería que todos
estuvieran desnudos.
―¿Hay otra salida de la habitación además de esta puerta? ―preguntó
Selene.
Chica lista.
―No. ―El hombre sacudió la cabeza―. Esto fue construido con prisa
cuando comenzó la guerra, pero es resistente.
A Sasha no le gustaba esto.
Todos se giraron cuando oyeron a un perro ladrando fuera.
―Ya llegaron ―dijo el humano―. Se acabó el tiempo.
Nate agarró a Selene y se metió rápidamente dentro del armario,
Sasha los siguió. Su pecho se tensó cuando sellaron el muro a sus espaldas.
Nate se acercó y deslizó las grandes cerraduras. Había tres a cada lado.
Parecían pesadas. Sasha oró para que fueran suficientes.
Sasha cambió y agarró su bolsa, vistiéndose rápidamente. ―No me
gusta esta mierda.
―A mí tampoco ―respondió Nate.
La pierna de Sasha todavía lo estaba matando de dolor. Su muslo
palpitaba, pero apretó los dientes soportando el dolor mientras terminaba de
vestirse, metiendo su camiseta blanca dentro de sus vaqueros azules. Se
agachó, atándose las botas de color marrón oscuro. Una vez que estuvieron
atadas, comprobó el interior de su abrigo, sintiendo que la tarjeta de datos
seguía en el bolsillo interior de éste.
Sasha se quedó de rodillas al oír a los soldados dentro de la casa.
Inclinó la cabeza, escuchando.
―Adelante ―dijo el hombre que los había ayudado―. Revisen el lugar. 95
Hubo fuertes pisadas. Los hombres estaban revisando toda la casa.
Sasha se levantó lentamente, agarrando el abrigo negro en su mano mientras
miraba alrededor de la pequeña habitación. No era más que un escondite. No
había muebles, ni lámparas, sólo un pequeño armario para evadir la
detección.
Nate y Selene estaban detrás de él, con los ojos fijos en el pedazo de
madera con un montón de candados. Sasha rebuscó en su abrigo
rápidamente cuando su móvil comenzó a vibrar, silenciándolo. Los tres se
detuvieron cuando comenzaron a oír ruidos dentro de la despensa.
Pensando con rapidez, Sasha se apoyó contra el tablón de madera. Si
uno de Los soldados golpeaba la pared, oirían un sonido hueco. Tenía que
evitar que la persona se diera cuenta de que había una habitación en la parte
trasera de la despensa. Su cuerpo debería brindarle a la pared la solidez
necesaria para evitar que hiciera eco. Estuvo en lo correcto. Un segundo
después hubo un ligero golpeteo. Selene se puso al otro lado, llenando el
espacio vacío. El golpeteo continuó por un segundo más y luego se detuvo.
Ninguno se movió.
Sasha miró a Nate. Estaba allí parado con sus brillantes ojos lobunos.
Podía ver que Nate tenía también sus garras fuera. El tipo estaba listo para
pelear si era necesario.
Maldición, el hombre era caliente.
El golpeteo volvió a sonar. De alguna manera Sasha supo que no
habían terminado de inspeccionar la pared. Por eso no se había movido.
Selene se puso tensa junto a él y Sasha levantó su mano, enrollándola
alrededor de la más pequeña, dándole la comodidad que sabía que
necesitaba desesperadamente, pero nunca pediría.
Era una mujer fuerte.
Por extraño que parezca, no se alejó. Había estado medio esperando
que lo hiciera. Pero mantuvo los ojos apartados. Sabía que mirar sus
hermosos ojos de color verde amarillento la pondría nerviosa y
definitivamente alejaría su mano.
96
Sasha no quería eso. Estaba disfrutando de la sensación de su pequeña
mano. Era cálida y se sentía demasiado bien encerrada en la suya. Pero se
arriesgó y pasó el pulgar por el dorso de su mano.
Aun así no se alejó.
Girando la cabeza, Sasha presionó su oreja contra la pared. No es que
lo necesitara. Siendo un cambia formas, tenía una audición experta, pero
mantenerse ocupado contenía esa necesidad casi irresistible de mirarla a los
ojos.
―Estos perros están altamente entrenados. Son capaces de detectar
cambia formas ―dijo alguien desde el otro lado de la pared―. Nos trajeron
hasta aquí. ¿Por qué lo harían si aquí no hay cambia formas?
Nate apartó a Sasha de la pared rápidamente, reemplazándolo. No
entendía qué diablos hacía el lobo, pero no podía discutir. Todo lo que Sasha
pudo hacer fue quedarse allí parado mirando a Nate. No le gustaba el hecho
de que ya no sostenía la mano de Selene. A Sasha no le gustaba quedarse
parado, sintiéndose excluido mientras los dos presionaban sus espaldas
contra la pared, de pie uno al lado del otro, como un equipo.
Sasha se puso rígido cuando oyó olfatear cerca de la pared.
Los perros.
Nate dio un gruñido muy bajo. Era apenas audible y duró casi un
minuto. El olfateo se detuvo y Sasha pudo oír garras golpeteando el suelo,
como si los perros se alejaran.
Ahora entendía lo que había hecho Nate. Él y Selene eran los
depredadores dominantes sobre los perros. Nate les decía eso con su
gruñido.
Sasha estaba impresionado. Si todavía estuviera allí, los perros habrían
olido a gato y probablemente se habrían vuelto locos.
―No tengo ni idea por qué sus perros están husmeando por aquí
―respondió el padre―. Aquí sólo vivimos mi hijo y yo. Confía en mí, si
hubiera no humanos aquí, lo sabría.
Hubo algunos sonidos de una pelea y luego se oyeron disparos desde el
otro lado de la pared. Sasha se movió para salir de la pequeña habitación, 97
pero Nate y Selene se interpusieron en su camino.
―Muévete ―ges?culó Sasha con enojo.
Nate sacudió la cabeza.
Las garras de Sasha se extendieron, un rumor bajo y amenazador
surgió de su pecho.
―Ahora, dime dónde están los cambia formas ―dijo el desconocido.
Era el mismo hombre que había interrogado a los dos humanos que habían
ayudado a Sasha, Nate y Selene.
―No he visto a ningún cambia formas. ―Era Boston y sonaba cagado
de miedo. Sasha trató de tirar de Nate, pero el hombre no se movió. Empujó
a Sasha, haciendo que diera un paso atrás.
―No ―ges?culó Nate―. Son demasiados como para meternos en una
pelea.
Sasha se paseó por el pequeño cuarto. El chico era un humano extraño
cuando se trataba de su falta de temor hacia los cambia formas
depredadores, pero Sasha no iba a quedarse ahí mientras los soldados lo
torturaban.
No podía. Su conciencia lo estaba destrozando.
―Vámonos, muchachos ―gritó el desconocido―. Todavía tienen que
estar cerca.
Sasha volvió a dirigirse hacia la pared, y esta vez fue Selene quien puso
sus manos en el pecho de Sasha. ―Espera ―gesticuló.
No quería esperar. Sasha quería asegurarse que los dos humanos que
los habían ayudado estaban ilesos. El disparo no era reconfortante. No
estaba seguro de si fue un disparo de advertencia, o si alguien yacía muerto
en la otra habitación.
Por favor, que no sea el padre. 98
Sasha rezó para que no fuera el padre. No era tan tonto como para
creer que no había muertos en la guerra, pero no sería capaz de soportar la
culpa si el padre hubiera muerto sólo por ocultarlos. Quería asegurarse de
que el chico también estuviera bien. El chico no había emitido otro ruido
desde que el soldado lo interrogó
―Ayuda. ―Fue un pequeño susurro, apenas pronunciado, pero Sasha
reconoció la voz de Boston.
―¡Quítense de mi camino! ―gruñó Sasha.
Nate y Selene se giraron, deslizando los pesados pernos de las ranuras
y luego Nate apartó la pared.
Sasha salió apresurado de la habitación oculta, el olor a sangre le
golpeó en el estómago. Tropezó ligeramente, luchando contra el cambio
mientras rebuscaba por la casa. El olor de los soldados se estaba
desvaneciendo, diciéndole a Sasha que se habían ido.
Pero el olor metálico de la sangre era fuerte en el aire. Caminando
hacia la sala de estar, Sasha se calmó, su pecho se tensó hasta tal punto que
apenas podía respirar. El padre yacía en el suelo en un charco de sangre.
Nate se arrodilló frente al anciano, sintiendo su pulso, y luego miró a
Sasha, con una expresión sombría mientras sacudía la cabeza.
―¿Dónde mierda está Boston? ―preguntó Sasha mientras se daba la
vuelta y continuaba buscando. Segundos después, encontró al chico en su
dormitorio. Era evidente que el chico había subido aquí después de que los
soldados se hubieron ido. Estaba acurrucado en un rincón, tan encorvado
que Sasha sólo podía ver su perfil.
―Está bien, Boston. Ya se han ido ―dijo Sasha lentamente, con
tranquilidad. Dio pequeños pasos, dejando que Boston advirtiera que no era
una amenaza. El chico tenía que estar en shock después de ver cómo su
padre moría frente a sus ojos.
Boston gimió, pero no se movió.
Sasha se acercó. ―No voy a hacerte daño, muchacho. Lo prometo. 99
Boston alzó la cabeza, sus grandes ojos grises estaban llenos de
lágrimas mientras desenrollaba su cuerpo, y fue entonces cuando Sasha vio
el gran cuchillo ensangrentado que sobresalía del estómago del joven.
Capítulo Trece
Selene se apresuró detrás de Sasha, subiendo las escaleras. Tenían que
encontrar al chico y salir de aquí. Esos soldados no sonaban como si fueran a
rendirse. Sabía que volverían.
Siguiendo el fuerte olor a sangre, Selene apretó los dientes, luchando
contra el cambio mientras escuchaba a Sasha hablando con suavidad dentro
de una de las habitaciones.
Sus garras se extendieron y sus ojos cambiaron cuando olió el aire. Olía
tan dulce, tanto así, que se le hacía agua la boca.
―¡Retrocede, maldita sea! ―le advir?ó Sasha, pero Selene no estaba
escuchando. Se quedó atrapada en la visión de su presa acurrucada en una
esquina. Lucía tan débil, tan malditamente delicioso. Sabía que esto no
estaba bien. Selene lo sabía e hizo su mejor esfuerzo para aclarar su mente
de las imágenes donde se lanzaba sobre Boston y lo devoraba.
Selene dio un paso atrás. ―No puedo estar aquí ―susurró―. No 100
puedo resistirme.
Sasha se giró, agachándose mientras sus ojos se convertían en los del
leopardo y sus garras cortaron el aire. Le gruñó, dándole una advertencia.
Selene dio otro paso atrás, su bestia reconocía al macho más fuerte.
Nate apareció detrás de ella. ―¡Mierda!
―Sácala de aquí o juro que voy a hacer cualquier cosa para proteger al
chico.
Selene pudo oírlo en la voz de Sasha. En verdad no quería lastimarla.
No estaba segura cómo Sasha podía oler ese dulce aroma y no verse
afectado.
―¿Cómo está? ―preguntó Nate mientras sus enormes manos
agarraban los brazos de Selene, reteniéndola.
―Lo apuñalaron en el estómago. ―Sasha miró sobre su hombro y
luego volvió a verlos―. La única forma de salvarlo es convertirlo.
Nate tensó el agarre que tenía en sus brazos. ―No tenemos ?empo
para su conversión, Sasha. Los soldados van a volver.
―¡Y su padre se sacrificó por nosotros! ―gritó Sasha―. ¿Crees que
pagaré esa deuda observando cómo muere su hijo?
Nate pasó sus manos sobre los brazos de Selene, y por alguna maldita
razón, el toque la calmó, permitiéndole pensar con más claridad. ―Entonces
todos vamos a vigilarlo mientras nos largamos de este maldito lugar.
―¿Estás diciendo que huyamos mientras atraviesa su conversión?
―preguntó Nate.
Selene posó sus ojos sobre Sasha. Solía pensar que era un imbécil
egoísta, pero estaba haciendo completamente lo opuesto. Estaba dispuesto a
arriesgar su vida para salvar al chico, así que no podía hacer menos. Tenía
razón. El padre había muerto protegiéndolos y tal vez el hijo acabaría de la
misma manera si no lo convertían. ―Sí.
―Entonces hazlo ―gruñó Nate―, pero que sea rápido. Tenemos que
irnos. 101
Sasha retrocedió hacia donde yacía el humano acurrucado en la
esquina. Selene observó cómo Sasha alzaba la cabeza del chico con gentileza
para que pudiera mirarle directamente. ―Voy a conver?rte para que puedas
vivir. Quiero que reconozcas lo que te estoy diciendo.
El chico empezó a temblar, su piel estaba perdiendo su brillo saludable.
Selene sabía que era una carrera contrarreloj. El chico estaba a punto de
morir.
―¿Qué seré? ―preguntó Boston, tragó con fuerza y un pequeño
gemido salió de sus labios.
―Un leopardo como yo, y mi responsabilidad ―respondió Sasha.
Oh, diablos. El hombre estaba adoptando a Boston. A pesar de que
Selene elogiaba el acto, no estaba segura de qué iban a hacer con un
adolescente. Esto era una guerra. Boston era humano. Incluso después de su
conversión, sus probabilidades de sobrevivir a los Cazadores de Especies y a
los soldados eran escasas.
Su especie estaba muriendo a una velocidad alarmante. Las razas más
débiles iban a empezar a extinguirse si no creaban un plan que girara esta
guerra a su favor.
Boston asintió. ―Lo en?endo.
Selene observó como Sasha acostaba al chico en el piso, usando una
gentileza que ni siquiera sabía que tenía. Sasha inclinó la cabeza de Boston a
un lado y le sonrió al chico. ―Tienes suerte de que vaya a conver?rte.
―Asintió hacia Selene y Nate―. O podrías haberte convertido en un hombre
lobo.
Boston le dio una débil sonrisa. ―Me gusta tu gato.
―A mí también, chico. ―Sasha se inclinó y mordió el hombro de
Boston. Selene podía oler la sangre de Sasha. Sabía que se había mordido el
labio inferior, mezclando su sangre con su saliva. Pronto el ADN de Sasha
recorrería el torrente sanguíneo de Boston, fusionándose con su propio ADN,
y transformando al humano en un hombre leopardo. 102
Pero eso no sería el final del asunto.
Boston estaba a punto de atravesar un proceso muy agonizante.
El chico se quedó quieto y Sasha sacó el cuchillo de su estómago,
lanzándolo al otro lado del dormitorio mientras agarraba el grueso edredón
de la cama y envolvía al jovencito. Sasha lo levantó entre sus brazos y
comenzó a dar grandes zancadas dirigiéndose hacia la puerta del dormitorio.
―Agarra su abrigo y un poco de ropa ―pidió a Selene. Normalmente
se habría erizado ante su tono de mando, pero hoy no. No cuando Sasha
había salvado la vida de un joven. Reunió sus cosas a toda prisa, metiéndolas
en una pequeña bolsa de lona. Una vez que hubo conseguido algunas de sus
pertenencias, Selene bajo corriendo las escaleras.
Nate tenía sus bolsas colgando de su hombro mientras la esperaba
junto a la puerta. Se detuvo junto al padre quien yacía prono sobre el piso. Se
arrodilló extendiendo una mano y cerrando sus ojos. ―Gracias ―susurró,
pero sentía que no era suficiente.
Nunca sería suficiente por lo que había hecho. No había forma de
pagar su deuda, pero podrían honrar su memoria asegurándose que Boston
sobreviviera. Selene se puso de pie mirando al hombre que había salvado sus
vidas. Su garganta se sentía apretada, las lágrimas amenazaban con liberarse
ante una pérdida tan trágica y sin sentido. Una vez más, Selene sentía que no
era digna de encontrar la felicidad. Las pérdidas a su alrededor eran
demasiado grandes. Había asesinado, y otros habían muerto por ella.
No merecía disfrutar el brillo de la felicidad cuando otros estaban
sufriendo. No era correcto. No parecía justo.
―Selene ―dijo Nate―. Tenemos que irnos.
Se giró sobre sus talones y se apresuró hacia Nate, rozándolo al pasar
junto a él y saliendo por la puerta. Necesitaba aire fresco. Sasha estaba
sujetando al joven cerca de su pecho, dirigiéndose ya en la dirección opuesta
a las grandes huellas en la nieve. El hombre todavía tenía una ligera cojera,
diciéndole a Selene que no había sanado por completo.
Sin importar cuanto deseara aliviarlo del peso de Boston, sabía que 103
Sasha no iba a dejar ir al chico. Dijo que el chico era su responsabilidad, y
para un cambia formas, esas palabras, cuando eran pronunciadas, quedaban
inscritas en piedra.
Incluso si Sasha tenía que arrastrarse, no entregaría a Boston a nadie.

Nate sacó el teléfono de su bolsillo y marcó el número de su alfa. No


podrían llegar donde Clyde. La nieve caía como un pesado manto blanco y
Sasha todavía estaba cojeando.
―Richard Carson.
―Necesitamos una extracción. Hay soldados pisándonos los talones y
un chico que está a punto de atravesar su conversión.
Rick maldijo. ―¿Dónde estás?
―No tengo ni puta idea. Olvidé dejar migajas de pan.
―Necesito algún tipo de coordenada, Nate.
―Corrimos al sur del pueblo del que se apoderaron lo militares. Ahora
mismo estamos atravesando el bosque que se está llenando de nieve
rápidamente.
―¿Puedes ver la carretera principal por algún lado? ―preguntó Rick.
Nate deseaba tener su maldito Yukon justo ahora. Extrañaba su bestia
roja. Mirando a través de la copiosa nieve, Nate vio lo que parecía ser una
carretera, pero no estaba seguro. ―Sasha ―le llamó y luego señaló. Sasha se
giró y se dirigió hacia donde iba Nate. Corrió a través del bosque, y entonces
suspiró de alivio.
―Sí. Hay un gran letrero. Estoy en la Ruta 15.
―Voy para allá así que encuentren un lugar para esconderse, pero
quédense cerca de la carretera. Si os paso, llámame.
Nate miró a su alrededor, pero no había ningún lugar donde
esconderse. Sólo había arboles cubiertos de nieve. ―Usaré los árboles para
refugiarme hasta que llegues.
104
―Espera ―dijo Selene mientras agarraba su bolsa del hombro de Nate
y sacaba una camiseta roja―. Dile que voy a colgar esta camiseta roja en el
letrero de la carretera. Si la ve sabrá donde estamos.
Nate transmitió el mensaje mientras Selene salía del bosque y se dirigía
hacia el letrero. Nate se tensó. Si los chicos malos pasaban por ahí justo
ahora, sería un objetivo fácil. Su estómago siguió hecho un nudo hasta que
regresó.
―Buscaré la camiseta roja ―dijo Rick―. Sólo cuélguenla por ahí.
Nate colgó y volvió a meter el teléfono en su bolsillo. Mirando
alrededor, se dirigió hacia la parte más espesa del bosque. ―Trae a Boston
aquí, Sasha. Deberíamos estar a salvo aquí hasta que Rick llegue.
Y rezó para que los perros no volvieran a olfatearlos. Tuvo suerte la
primera vez usando el truco de dominancia con los perros, pero eso no
evitaría que hiciesen su trabajo cuando se lo dijeran. La única cosa que Nate
sería capaz de hacer si los encontraban era evitar que los perros atacaran.
Los humanos eran otra historia.
Nate se agachó, usando su cuerpo como escudo para proteger a Sasha
y al chico de los vientos salvajes. Selene se hundió al lado de Nate,
añadiendo… no estaba seguro qué, porque era demasiado diminuta para usar
su cuerpo como escudo, pero estaba feliz de que estuviera junto a él.
Mantenerse quieto hacía que Nate sintiera más frío, pero sabía que
Sasha no podía seguir cargando a Boston. El chico iba a atravesar su cambio
pronto y… Boston se retorció violentamente en los brazos de Sasha, el
leopardo agarró al chico antes de que se cayera al suelo.
La conversión estaba comenzando.
Mierda.
Nate se acercó. Sasha iba a necesitar ayuda. Incluso cuando sabía que
Sasha era muy fuerte, la conversión reestructuraba los huesos, reorganizaba
los órganos y era tan increíblemente dolorosa que Sasha tendría suerte si
podía mantener sujeto al chico.
Había una cosa buena a su favor. Estaban expuestos al frío. Eso
ayudaría a Boston cuando su cuerpo empezara a calentarse debido a la 105
generación de nuevos tejidos. Nate sólo deseaba que pudiesen hacer algo
más. El joven ya había sufrido suficiente.
Boston arqueó su espalda y gritó con toda la fuerza de sus pulmones.
―Selene, comprueba el perímetro y asegúrate que no hayan sujetos
hostiles en el área. ―Eso era todo lo que podían hacer ahora mismo. Si los
soldados, los Cazadores de Especies o los cambia formas mercenarios oían los
gritos de Boston, estaban jodidos.
Selene asintió y se fue. Nate odiaba enviarla sola allá afuera, pero
sabía que Sasha iba a necesitar su ayuda muy pronto. El chico estaba
jadeando con fuerza y retorciéndose en los brazos de Sasha. Observarlo era
agonizante. Debía ser incluso peor para Boston.
―Es sólo un chiquillo ―masculló Sasha mientras apartaba el cabello
negro medianoche de su frente―. No debería tener que pasar por esto.
No debería, pero esto era una guerra. Era un pensamiento cruel, pero
Nate prefería que Boston sufriera la conversión antes que muerto con su
padre. ―Es un chico fuerte, Sasha. Logrará pasar por esto.
Sasha alzó sus ojos, mirándolo. ―Es un muchachito fuerte, ¿verdad?
El corazón de Nate se rompió cuando vio el brillo de las lágrimas en los
ojos de Sasha. Aun cuando Sasha acababa de conocer a Boston, era como si
este chico ya fuera suyo. Era como un vínculo instantáneo entre los dos.
―Sí, lo es. ―Nate es?ró la mano y ayudó a Sasha a evitar que Boston
se dañara mientras empezaba a retorcerse y patalear. Afortunadamente,
Nate y Sasha eran cambia formas. El chico estaba a punto de ganar una
fuerza con la que los humanos sólo podían soñar, y si los dos hubiesen sido
humanos, Boston podría haberlos herido sin querer.
Nate observó con asombro como comenzaban a emerger pelos claros
en el cuerpo de Boston. Tuvo que recordarse que el chico se estaba
transformando en un leopardo, no en un lobo. Boston aulló, luchando contra
el agarre que mantenían los dos hombres. Esto era una mierda. Boston
debería estar en un lugar en donde tuviera espacio para atravesar el cambio.
Sabía que no había forma de que Sasha fuera a dejar al chico sobre el
suelo cubierto de nieve. Nate nunca antes había visto que alguien se 106
transformara en el regazo de otra persona. No estaba seguro de cómo Sasha
estaba conteniendo al chico.
Sasha reclinó su cabeza y gritó, su voz se la llevó el viento. Nate vio
como las garras de Boston se enterraban en los costados de Sasha.
Estirándose, Nate las sacó con gentileza. La sangre golpeó el aire
instantáneamente, pero por muy extraño que fuera, como cuando Sasha
había sido disparado, Nate no reaccionó.
Eso le dijo más de lo que Nate estaba dispuesto a examinar ahora
mismo.
―Juro por dios que voy a castigarlo cuando todo esto haya terminado
―dijo Sasha a través de sus dientes apretados―. ¡Esto duele una barbaridad!
Nate sacudió su cabeza. ―¿Sabes siquiera cómo ser padre? Criar a un
niño puede ser difícil.
Sasha bajó la mirada hacia Boston. ―Sí, puedo manejarlo.
―Duele ―susurró Boston―, duele mucho.
Sasha empezó a acariciarlo. Boston no encajaba muy bien en el regazo
de Sasha, ya que Boston era un adolescente, después de todo. Pero a juzgar
por la forma en la que estaba actuando Sasha, Boston podría haber sido un
cachorro. Pasó su mano sobre la cabeza de Boston, emitiendo ruiditos
calmantes que brotaban desde el fondo de su garganta. Nate nunca antes
había visto a Sasha de esta manera.
―Vas a ser un padre realmente bueno ―dijo Nate, sin?endo el orgullo
en su interior ante la forma en la que Sasha estaba manejando esto. El
hombre no parecía del tipo que tomaba tales responsabilidades.
Sasha alzó la mirada hacia Nate, sus ojos verdes lucían ensombrecidos.
―Samantha parece pensar lo mismo.

107
Capítulo Catorce
―¿Tienes una hija? ―preguntó Nate en un aturdido desconcierto.
Sasha sabía que quedaría perplejo. No es que se sintiera avergonzado de su
hija. En lo más mínimo. No podía ser un padre más orgulloso. Pero Sasha
protegía a Sammy con fiereza. Si sus enemigos supieran de ella, la usarían
como carne de cañón.
Y Sasha mataría a cualquiera que osara lastimarla.
―Tengo sed ―jadeó Boston. Sasha maldijo. No podía hacer nada al
respecto. No tenía nada que pudiera darle de beber al pobre chico. Nate
recogió un puñado de nieve y la puso en los labios de Boston. El chico abrió la
boca, recibiendo lo que Nate le ofrecía. El muchacho estaba ardiendo, su
calor humedecía el abrigo y los vaqueros de Sasha.
Nate se acercó cuando Boston comenzó a temblar. Sasha envolvió su
brazo alrededor del delgado cuerpo del niño, sosteniéndolo.
―No me respondiste ―le recordó Nate a Sasha mientras el lobo metía 108
sus manos bajo la camiseta de Boston. Sasha sabía que Nate estaba usando
sus manos heladas para tratar de enfriar al joven. Vio como Boston apretaba
sus dientes tratando de soportar el dolor.
―Tiene siete ―susurró Sasha―, y es el centro de mi universo.
Nate sacó sus manos, presionándolas en la nieve, y luego colocó las
palmas sobre las mejillas sonrojadas de Boston. ―¿Dónde está?
―En algún lugar, a salvo ―respondió Sasha mientras sujetaba al chico
cuando Boston empezó a retorcerse de nuevo. Podía ver que los caninos
comenzaban a aparecer en la boca del chico. Era una visión asombrosa―. La
llevaron a mi manada cuando sólo era un cachorro. Sus padres habían sido
asesinados por cazadores furtivos. Nadie quería criarla.
―Pero cualquier manada, familia, clan o lo que sea estaría
emocionado de criar a una bebé ―dijo Nate―. No lo entiendo, ¿por qué
rehuirían de ella?
―Ahora estás empezando a ver contra qué me enfrentaba como alfa.
Los leopardos son criaturas solitarias, los cambia formas leopardo no son
muy diferentes. Pero mi manada se ha vuelto fría y distante. Nadie quería la
responsabilidad, así que la adopté y no me he arrepentido. ―A Sasha le
destrozaba el alma ver que los miembros de su manada se habían vuelto tan
centrados en sí mismos. Había hecho todo lo que se le ocurrió para hacer que
volvieran a actuar como un todo, pero quedaban demasiadas cicatrices que
no habían podido sanar―. Mi manada sufrió una gran pérdida hace cinco
años. Fuimos atacados, emboscados, y perdimos a la mayoría de nuestras
mujeres y cachorros. Desde entonces, los leopardos que quedaron se
encerraron en sí mismos. Las mujeres que sobrevivieron se volvieron más
brutales que los hombres. Somos criaturas solitarias por naturaleza. Hice algo
que un leopardo salvaje no podría hacer. Formé una manada, pero se está
cayendo a pedazos. Son amargados, vengativos y perversos.
―¿Dónde está tu hija? ―preguntó Nate de nuevo.
Sasha miró a Nate, deseando decirle todo, pero temiendo que podría 109
poner en peligro al hombre a quien comenzaba a querer tanto. ―Con mi
manada.
Nate maldijo. ―Tenemos que sacarla de ahí.
Le tocaba ver que el hombre se preocupaba tanto por alguien que ni
siquiera conocía. Ese simple hecho le demostraba el carácter de Nate. Había
pensado que el chico no era más que un asesino frío, pero estaba
aprendiendo que había más en el hombre que lo que se veía a simple vista.
―Ya llamé a Rick. Ha enviado a Jordison y Corrigan.
―¿Humanos? ―preguntó Nate, atónito―. ¿Ha enviado a unos
humanos a una manada de leopardos?
―Me dijo que eran los mejores ―respondió Sasha.
Su atención fue apartada de la conversación cuando Boston se arqueó,
gritó y luego se quedó en silencio. Sasha miró a Nate. ―Selene ha estado
demasiado tiempo fuera. Anda a verla.
Nate gruñó. ―Amigo, sé que estás preocupado por tu nuevo hijo, pero
eso no significa que puedes mangonearme. Pídelo amablemente, maldita
sea.
Sasha quería sonreír. Le gustaba el fuego que tenían Sasha y Selene.
Sabía que lo mantendrían de puntitas. Sasha esperaba que eso sucediera en
el futuro. Pero ahora mismo necesitaba asegurarse que todos estaban a
salvo. Sammy seguía con su manada, Boston estaba atravesando su
conversión, y Selene aún no regresaba. A Sasha no le gustaba no tener el
control sobre su círculo de personas más cercanas. ―Por favor. ―Sasha
cedió a la petición de Nate.
―De alguna forma, tengo el presen?miento que no es una palabra con
la que estés muy familiarizado ―refunfuñó Nate mientras se alejaba.
Eso era cierto. La única persona con la que Sasha usaba sus modales
era con Sammy. Tan pronto como Nate estuvo fuera de su vista, Boston se
apartó de los brazos de Sasha, rodando, y le enseñó los dientes.
Sasha se levantó lentamente. No es que estuviese asustado del nuevo 110
cambia formas, pero realmente no quería lastimar al juvenil. Despojándose
de su ropa, y congelándose sus bolas en el proceso, Sasha se transformó.
Gruñó, dejando que el juvenil supiera quien era el alfa, quien era el
macho dominante. Boston retrocedió, pero mantuvo sus ojos fijos en Sasha.
Y entonces Boston cayó al suelo, gritando mientras su forma de leopardo
salía de su piel. La conversión estaba completa. El neófito se tambaleó
mientras se ponía de pie, una vez más le enseñó los dientes. Sasha emitió un
bajo ronroneo de advertencia mientras se acercaba. Quería que Boston se
familiarizara con su olor. El leopardo iba a estar bajo su cuidado. El tono
debía quedar establecido desde el comienzo. Las leopardos hembra era
quienes solían criar a los cachorros, pero Sasha era diferente. Siempre había
sido diferente.
Quería una familia.
Boston bajó sus hombros hasta el piso, nació un profundo retumbar en
su pecho. Sasha se preparó, sabiendo exactamente lo que estaba haciendo el
juvenil. Mostró sus caninos, desafiando a Boston a que tomara un bocado.
El leopardo saltó, su mandíbula abierta mientras iba tras Sasha. Pero
Sasha estaba listo. Levantó su gran zarpa y tiró a Boston al suelo. El cambia
formas recién convertido sacudió su cabeza, aturdido.
Sasha gruñó, advirtiéndole a Boston que permaneciera en el suelo.
La pequeña mierda se preparó para atacar de nuevo.
Sasha tenía que darle crédito por su tenacidad, pero era fútil. El chico
no iba a ganar. Sasha era el macho dominante, y entre más pronto Boston
aprendiera este hecho, más pronto acabarían. Todos los juveniles probaban a
los mayores tarde o temprano, y todos terminaban lamiendo sus heridas.
Boston no era diferente. Puede que fuera un neófito, pero al parecer todos
los adolescentes eran iguales en ese aspecto. Todos pensaban que eran
invencibles hasta que se les demostraba lo contrario.
Sasha se agazapó mientras sonreía mentalmente con anticipación,
preparándose para enseñarle una lección a este pequeño chico rudo.
111

Nate siguió el olor de Selene. Sasha estaba en lo cierto. Selene ya se


había ido hacía mucho tiempo. No era una irresponsable, lo cual preocupaba
a Nate. Habían estado pasando muchas cosas entre ellos, y Nate quería gritar
pidiendo tiempo fuera.
Podía entender su renuencia. Él y Sasha estaban pidiéndole que se
embarcara en una relación de tres. Le estaban pidiendo que bajara la guardia
y se entregara a ellos. En su opinión, ese era un gran paso. Si ella necesitaba
tiempo, Nate se lo daría.
Sólo esperaba que no se tardara toda la eternidad.
Cuando los vientos comenzaron a incrementar su intensidad, percibió
un olor que hizo que Nate se quedara quieto olfateando los alrededores.
Nate sintió un susurro de horror danzando en el aire. Se dirigió hacia éste
lentamente, sus pasos silenciosos, fusionándose con los arboles de forma
experta. Su presencia no sería detectada por los humanos que se
encontraran en las cercanías.
La furia se apoderó de él en una oleada cegadora, y su corazón se
apretó cuando dio un paso rodeando un árbol para ver a tres soldados
sujetando a Selene contra el piso. Uno la había incapacitado con una taser.
Otro estaba sosteniendo una pistola en su cabeza, desafiándola a que
cambiara, así podría volarle la cabeza. El tercero… una neblina roja se
arremolinó y se retorció en la mente de Nate al ver la ropa rasgada y los
moretones que marcaban su piel perfecta.
Tenía que darle crédito, Selene no gritaba. No lloraba. La mujer no
había emitido ni un puto sonido cuando el hombre usó el taser sobre ella.
Nate avanzó con sigilo y se transformó a medio camino, su ropa
desintegrándose mientras se aproximaba. Al primero que agarró Nate fue al
que sostenía la pistola en su cabeza. Cogiendo la cabeza del hombre con su
enorme mano, Nate rugió en la cara del soldado y con la mano que tenía
desocupada le destrozó el rostro.
Desechó el cuerpo arrojándolo a un lado, su pecho se expandió y echó 112
sus brazos para atrás mientras dejaba que un grito similar a un animal salvaje
desgarrara su pecho. El humano que había atacado a Selene con el taser
trastabilló hacia atrás, sus ojos se llenaron de horror al mismo tiempo que
palidecía su piel. Nate dio un paso al frente, el aire empezó a salir en nubes
de frío desde su nariz mientras un gruñido gutural se escapaba de su hocico.
Agarró el taser de la mano del hombre y se lo metió en el ojo, penetrando su
cráneo.
El tercero trató de correr como si no supiera que ya estaba muerto.
Nate saltó, agarrando el árbol por un momento, lo usó para balancearse y
golpeó al humano arrojándolo a tres metros. Se cernió sobre él, pero no
atacó. Sabía que Selene necesitaba recuperar un poco del control que le
habían arrebatado. Se tambaleó al ponerse de pie, salía sangre de su nariz y
sus ojos poseían un brillo letal, mientras levantaba la cabeza y entonces gritó,
atacando al tercer hombre. Nate se paró junto a ella, asegurándose que
nadie más atacará mientras Selene se transformaba y clavaba sus mandíbulas
en el hombre, su cabeza se movía ida y vuelta con saña al mismo tiempo que
desgarraba al hombre con sus garras.
El angustioso gemido que provino de Selene hizo que Nate quisiera
cazar al resto de los soldados y eviscerarlos. Desgarró al humano tirándolo a
un lado pieza por pieza. Nate finalmente intervino, cambiando de forma y
envolviéndola con sus brazos, apartándola del soldado que acababa de
matar. ―Te tengo, bebé. Estás a salvo.
Selene echó su cabeza hacia atrás y aulló, cambiando entre los brazos
de Nate. Luchaba contra él con ojos salvajes. Nate la sujetó, manteniéndola
en la seguridad de sus brazos. ―Estás a salvo, Selene. Soy yo, Nate. Te tengo,
bebé. Te tengo.
La tomó en brazos cuidadosamente, cargándola de vuelta con Sasha.
Necesitaba sacar ropa de su bolsa. Estaban en medio de un congelador y
Nate sabía que una vez que el shock se disipara Selene se congelaría. Una vez
que hubo pasado los árboles y vio a Sasha, Nate también vio a Rick. El
hombre había llegado.
―¿Qué diablos le pasó? ―preguntó Sasha mientras corría hacia ellos. 113
Vio rabia en los ojos del leopardo.
―Fue atacada por soldados. Uno estaba usando un taser. ―El tono de
Nate estaba lleno de rabia, mientras Sasha sacaba un poco de ropa de la
bolsa de Selene y ayudaba a Nate a vestirla rápidamente. Una vez estuvo
vestida, Sasha la tomó para que Nate pudiera vestirse. Sus bolas se estaban
congelando.
―Pueden ir con Bryson ―dijo Rick―. Necesitamos salir de aquí, vi
vehículos militares más o menos a un kilómetro y medio de aquí.
―No ―dijo Selene mientras luchaba para salir de los brazos de
Sasha―, todavía voy a ir donde Clyde.
―Por supuesto que no ―espetó Nate antes de que pudiera contener
la rabia en su tono. Ella se giró y lo miró. Nate se encogió de hombros―.
Llámalo secuestro si quieres, pero no voy a permitir que salgas de mi vista.
―¿Quién mierda te crees? ¿Mi padre? ―le respondió. Nate no estaba
seguro si era su reacción a lo que acababa de pasar o su fiereza habitual.
―Soy el hombre que va a asegurarse que no te vuelva a pasar nada
como eso de nuevo. ―¿Selene hablaba en serio? ¿Era así de testaruda?
―Me atraparon con la guardia baja. No pasará de nuevo. ―Se dio la
vuelta y se alejó del grupo. Nate ya había tenido suficiente. La agarró por la
cintura mientras Selene luchaba, pero no iba a soltarla. Las imágenes de esos
hombres, lo que le habían hecho y habían tratado de hacerle, aún seguían
aferradas a la mente de Nate. De ninguna manera permitiría que tuvieran
éxito la próxima vez. Y si la dejaba irse sola, habría una próxima vez.
―¡Grandísimo babuino, bájame!
Sasha agarró sus bolsas, dándole una mirada a Nate que decía que
estaba de acuerdo de todo corazón con lo que estaba haciendo. Guardaron
las bolsas en el maletero. Boston se subió en el lado del pasajero mientras
Nate metía a Selene entre él y Sasha.
―Bien ―gruñó Selene y se quedó en silencio.
114
Rick se apoyó en la puerta y miró al asiento trasero. ―Nos dirigimos a
Luisiana. Necesito dejar a los padres de Dorian y a su nuevo cachorro.
―¿Su qué? ―preguntó Nate.
Rick sacudió su cabeza. ―Te lo explicaré después. ―El alfa regresó al
coche.
Sasha miró a Nate, preguntando con la mirada qué más le había
pasado a Selene. Sabía qué quería saber Sasha. Nate sacudió su cabeza.
―Casi ―dijo.
Casi la habían violado. Si Nate no hubiese llegado a tiempo, lo habrían
logrado. En opinión de Nate, los soldados habían muerto demasiado rápido.
Todavía podía sentir la rabia en su interior. Si fuera capaz de hacerlo todo de
nuevo, Nate se hubiese tomado su tiempo demostrándoles cómo se
ejecutaba una verdadera tortura.
Era algo que ya había hecho con anterioridad y sabía hacerlo muy bien.
Sasha le dio un sombrío asentimiento mientras Bryson se ponía en
marcha, siguiendo a Rick.
―Entonces, su conversión está completa ―dijo Nate para cambiar de
tema. Necesitaba calmarse. Selene ya estaba enfurecida. No necesitaban
tener a dos personas con deseos de venganza dentro del auto.
Se curvó un lado de la boca de Sasha. ―Así es.
―Te desafió, ¿cierto? ―preguntó Nate sabiendo que todos los
adolescentes lo hacían en algún punto de sus tontas vidas.
―Claro que sí ―dijo Sasha con una sonrisa sa?sfecha―, así que le
enseñé quien era el alfa.
Boston se dio la vuelta, sonriendo como un bobo. ―Me dio una paliza.
―Y entonces sus ojos grises se llenaron con algo que Nate no pudo
identificar, pero sabía que el chico se había cerrado mientras se giraba.
Acababa de perder a su padre. Boston estaba obligado a tener 115
momentos de silencio absoluto. Todo había pasado demasiado rápido para el
chico. Había sido lanzado a una vida que no sólo era peligrosa, sino que ahora
tenía que vivir sin el hombre que lo había criado.
Los soldados que habían montado una base en esa pequeña ciudad
habían causado mucha devastación en un periodo de tiempo muy corto. Nate
se preguntó si iban a llegar a ver el final de esta maldita guerra.
Capítulo Quince
Selene estaba tan increíblemente enojada en este momento. Esos
soldados la habían pillado con la guardia baja. No deberían de haber sido
capaces de hacer eso. Su mente había estado a mil kilómetros de distancia,
pensando en Nate y Sasha, sin prestar atención a sus alrededores.
Estúpida, estúpida, estúpida. Todo era culpa suya. Se había puesto en
esta situación. Dios, todo lo que había querido hacer era alejarse de los dos
hombres que ahora la acorralaban a ambos costados. Eso era todo. Pero al
parecer el destino tenía otros planes.
Aun así, eso no evitaba que estuviera ahí sentada sintiendo el metal
frío y duro de la pistola contra su cráneo, o la amenaza de que si se convertía
en un animal los hombres la matarían. No, esas imágenes seguían jugando
una y otra vez en su mente. Había estado cerca de la muerte. Tan cerca. Los
choques eléctricos todavía pulsaban a través de su cuerpo. Podía sentir un
retorcijón por ahí y un espasmo por allá. La habían inmovilizado con eficacia
para… para… para…
116
Selene miró la carretera frente a ellos, enroscando sus dedos hasta
que sus manos se convirtieron en puños sobre su regazo. Todavía podía
sentir como si esas bruscas manos estuvieran tirándola. Risas frías y
maliciosas se repetían en su cabeza como si todavía pudiera oírlos.
Quería que muriera hasta el último soldado.
Luchar en una guerra no era lo mismo que someter y degradar a una
mujer indefensa. Eso no era una guerra. Ese era un método cobarde para
sentir que tenía el control. Lo sabía. Su mente le decía que no habían tenido
éxito, que estaba a salvo.
Pero esas manos.
Esa risa cruel.
Selene se retorció cuando Sasha extendió una mano y le apretó la
nariz. Ahuyentó sus manos. ―¿Por qué mierda hiciste eso? ―Masajeó el
área ofendida.
―Atrajo tu atención, ¿no? ―dijo a su lado.
Selene le dio una palmada. ―No necesito que atraigas mi atención,
gato.
―Miau ―bromeó Sasha mientras agarraba sus muñecas y besaba cada
mano―. Sí, lo necesitabas.
―Suéltame, imbécil.
Sasha meneó sus cejas rubias, todavía sujetando sus muñecas. ―¿De
qué color es la ropa interior de Nate?
Se quedó quieta. ―¿Cuál4?
―Claro, porque no lleva nada. ―Sasha la soltó y volvió a sentarse.
Selene parpadeó preguntándose en qué clase de universo vivía el
hombre. ―¿De qué iba todo esto?
Sasha tiró uno de sus largos mechones de cabello sobre su hombro y le
guiñó un ojo. ―Te saqué de ese lugar oscuro y lúgubre en el que te estaban
hundiendo, ¿no es verdad?
117
Selene se sentó derecha, mirándolo. ―No necesito tu ayuda.
―Ira. Es bueno sen?r eso. Úsalo. Pero no te revuelques en lo que pudo
haber pasado. Enfócate en qué va a pasar.
Selene alzó su mirada para mirar a Nate. ―¿Cómo diablos puedes
excitarte por semejante imbécil?
―Es mi magne?smo animal ―respondió Sasha.
Nate le sonrió. ―Si dejaras de tratar de odiar al imbécil, lo verías.
―¿Eso era un cumplido o un insulto? ―preguntó Sasha mientras
deslizaba un brazo tras ella. Selene quitó su brazo, retorciendo sus dedos.
―Quítame tus patas de encima.

4
Chat, también puede ser traducido como “cual”. De ahí viene la broma. Se deja cual debido al desconcierto
de Selene.
―Es que amo cuando me hablas sucio. ―Liberó su mano con facilidad.
Eso sólo le recordó cuán fuerte era. Volvió a deslizar su brazo detrás de
ella―. Ahora deja de actuar como la reina del hielo y déjame darte el
consuelo que necesitas.
―¿Terapia forzada? ―arqueó una ceja.
Sasha se inclinó y Selene se echó para atrás, lo cual sólo hizo que se
presionara contra Nate. Los ojos verdes del hombre se convirtieron en lava
derretida justo frente a ella. No estaba segura si debía sentirse molesta o no.
―Confía en mí, mi pequeña chica astuta. Cuando vaya tras de ti, nada será
forzado. Tu misma te entregarás a mí.
Ella gruñó y le palmeó en el pecho, empujándolo. ―Eso nunca pasará.
―Recordáis a Boston, ¿cierto? ―preguntó Bryson desde el asiento
delantero―. Tal vez podrían bajar un poco el tono.
Sasha volvió a recostarse en su asiento, mirando por la ventana,
ignorándola. Selene no estaba segura de qué demonios le pasaba al hombre.
Un minuto era juguetón y al siguiente era este fiero leopardo listo para 118
morder. Tal vez era bipolar o algo.
Pero el truco había funcionado. Selene ya no estaba concentrada en los
eventos que habían sucedido. Estaba demasiado ocupada tratando de
averiguar que le pasaba al gato.
Sasha se giró, sus ojos se deslizaron sobre ella, y luego la irritación que
había visto en su expresión cambió. Un lado de sus labios se curvó en una
sonrisa. ―Te bañas desnuda, ¿cierto?
El cuerpo de Nate comenzó a zarandearse junto a ella y Selene se dio
cuenta de que se estaba riendo. ¡Estos dos eran imposibles! ―No, uso un
traje de buzo completo con aletas. ―Los dos podían jugar a este juego.
Sasha se acercó, bajando su voz para que sólo pudieran escucharlo las
personas en el asiento trasero. ―Yo uso mi traje de cumpleaños, lo completo
con un listón muy grande el cual eres libre de usar siempre que quieras.
Selene tragó. No estaba muy segura de por qué, pero la imagen de
Sasha bajo la cascada de agua, de su cuerpo húmedo y duro estaba
afectándola. Su coño se contraía mientras apretaba sus muslos, rezando para
poder detener el palpitar entre sus piernas.
―¿Nate? ―Sasha nunca se movió mientras lo miraba―. ¿Cómo te
duchas?
Por un momento se quedó en silencio, la respiración de Selene se hizo
trabajosa mientras esperaba para escuchar la respuesta de Nate. Las
imágenes del enorme lobo desnudo, duchándose con sus manos paseándose
sobre su cuerpo no la ayudaban a calmar la humedad que se acumulaba en
sus bragas.
Nate se inclinó, presionando sus labios contra el oído de Selene. ―Me
ducho con imágenes en las que tengo sexo con vosotros.
Selene gimió. Sasha inhaló bruscamente. Podía sentir la mano del gato
presionada en su muslo, el calor le daba fantasías vivas que no debería tener
en el asiento trasero del auto. Su mano se deslizó, alejándose un poco más, 119
sus uñas cavando ligeramente en sus vaqueros. ―Bueno, eso es algo que
quiero explorar en profundidad ―dijo.
Podía sentir el pecho de Nate subiendo y bajándose a un ritmo más
rápido. Nunca había actuado así cuando estaban solos. Nate siempre se
alejaba de ella cuando intentaba acercarse. Al parecer, estar los tres juntos
era algo que los afectaba a todos.
El walkie-talkie montado en el parasol de Bryson chisporroteó.
―Vamos a rentar una habitación para la noche ―dijo Rick a través del
aparato.
Los ojos de Selene cayeron sobre Sasha. Tenía una sonrisa muy
malvada en su rostro cuando se reclinó y acomodó en su asiento. Selene se
quedó presionada contra Nate por un momento más antes de enderezarse, y
se preguntó si detenerse por la noche era una buena idea. Tenía la sensación
de que estos dos no iban a dejar que durmiera.
Esa idea la aterrorizaba, y secretamente la emocionaba al mismo
tiempo porque en lo profundo de la mente de Selene, sabía que casi había
perdido todo.
Y quedarse sin saber cómo se sentiría al estar con estos dos
depredadores dominantes ya no era una opción.

Sasha parpadeó y se preguntó si estaba soñando. Eso debía ser. Sería


imposible que en el mundo real Selene estuviera frente a él y el enorme
cuerpo de Nate chocara contra su espalda. Con el calor corporal combinado,
Sasha estaba sudando profusamente, pero no iba a protestar. La noche
anterior habían estado agotados y cayeron rendidos en el instante en que
entraron en su habitación.
Se quedó ahí acostado, disfrutando del calor por detrás y el delicado
cuerpo acomodado por delante. Miró fijamente a Selene mientras dormía.
Cuando no estaba enseñándole los dientes sus rasgos eran suaves, hermosos.
Algo dentro de Sasha se movió, y supo sin lugar a dudas que quería a esta
hermosa mujer como su pareja. Nate gruñó, se reacomodó, y Sasha disfrutó
de la sensación de tener a ese enorme hombre a su espalda. Nate también
iba a ser suyo. Sasha estaba decidido.
120
Deslizó la punta de sus dedos por su mejilla, adorando la posibilidad de
tocarla sin que la mujer amenazara con cortarle las bolas.
Su piel era satinada. Sasha se moría de ganas de averiguar si el resto
también lo era. Miró la forma en la que sus pechos subían y bajaban
levemente. Los dientes de Sasha dolían por una probadita. A partir de la
breve mirada que había alcanzado a robarle unas cuantas veces antes de que
se transformara, sabía que eran lo bastante grandes como para llenar sus
palmas. Pero parecían maduros, suculentos y perfectos para mordisquear.
Se necesitaban años de refinada paciencia para no tocar. Sus dedos
ardían por explorarla de una vez por todas. Selene estaba bellamente
construida, toda curvas suaves y gracia musculosa. Miró por encima del
hombro cuando el brazo de Nate se deslizó sobre la cintura de Sasha. Era
pesado, bien musculoso, y ser cubierto por él se sentía muy bien. Las
facciones de Nate también eran suaves cuando dormía. Sasha quiso besar
esos labios gruesos y pasar su mano a través de los mechones cortos de su
pelo rubio arenoso.
Sasha nunca había jugado al pasivo, pero sentir los fuertes músculos de
Nate detrás de él estaba haciendo que Sasha sintiera una necesidad que
nunca antes había tenido.
Ser follado.
Una sonrisa curvó sus labios cuando sintió la erección de Nate
presionándose contra su espalda. Tomó una pequeña bocanada de aire y
pudo oler la excitación del hombre.
Nate estaba despierto.
Sasha se movió, con cuidado para no despertar a Selene, hasta que
quedó frente al hombre lobo. Los ojos de Nate estaban cerrados, pero Sasha
no se dejó engañar. Puede que Nate fuera más grande que Sasha en cuanto a
masa corporal, pero Sasha era unos centímetros más alto. Era capaz de estar
acostado cara a cara con el hombre y aun así sentir su erección
presionándose contra él. Sólo que ahora se topaba con el creciente eje de
Sasha. Se inclinó hacia delante y lamió un largo sendero sobre el labio inferior 121
de Nate.
Oyó una rápida inhalación de aliento.
Sasha lo hizo de nuevo y luego probó los labios del hombre hasta que
Nate finalmente los abrió. El aroma de Nate era una caricia contra los
sentidos de Sasha. Su piel se extendía tensamente sobre su cuerpo mientras
la lengua de Sasha penetraba en la boca del hombre. Dios, el lobo sabía tan
picante. Sasha puso una pierna sobre la cintura del hombre, acercando sus
cuerpos. La mano de Nate se deslizó por la espalda de Sasha, acercándolo
más, sus lenguas batallando y bailando, realizando una danza de
apareamiento que hizo que los sentidos de Sasha se volvieran salvajes. Sasha
mordió el labio inferior de Nate, mostrando su dominio de la manera más
provocativa. Nate dio un gruñido bajo, contrarrestando con su propia
mordida.
Oh, iban a divertirse mucho luchando entre ellos para mostrar quién
era el depredador más fuerte. Sasha estaba deseando que llegara ese
momento.
Deslizó la mano por el cabello de Nate, dándole un tirón brusco,
jalando la cabeza del hombre hacia atrás para poder mordisquear la garganta
del depredador. Sasha ronroneó cuando Nate envolvió su mano alrededor de
la larga trenza y tiró. Las sensaciones recorrieron su cuero cabelludo,
enviando pequeñas ondas electrizantes a través de su cuerpo. Nate quería
dominar a Sasha.
El hombre iba a tener que merecerse la sumisión de Sasha. Era un alfa
y no se sometía a nadie. Si el lobo lo quería, iba a tener que luchar por ello.
Sasha esperaba que Nate lo sedujera. Deslizando su mano por el costado de
Nate, Sasha la metió entre ellos y rozó sus nudillos sobre la erección de Nate.
El lobo se arqueó, haciendo que Sasha sonriera con malicia mientras
continuaba saboreando la carne salada.
Sus dedos juguetearon hasta que Sasha no pudo aguantar más. Usó
dos dedos para desabrochar los vaqueros de Nate, y luego bajó lentamente la
cremallera, dándole tiempo al hombre para protestar si realmente no quería
esto. Sasha rezó que quisiera esto. Su cuerpo estaba preparado y listo para 122
ser liberado. Nate no lo detuvo. Su mano tiró más fuerte del cabello de
Sasha, con la cabeza inclinada hacia atrás mientras Sasha mordía y chupaba
el cuello del hombre. Liberando la polla de Nate, Sasha inhaló la llamarada de
deseo que parecía llenar el aire a su alrededor. Su mano agarró con más
fuerza el pene de Nate cuando olió una mezcla suave y femenina
enredándose con el olor picante de Nate.
Sasha sonrió contra el cuello de Nate.
Con la rapidez por la que era conocido, Sasha pasó una mano detrás de
él y agarró a Selene, tirando de ella sobre su cuerpo y acomodándola entre
los dos en un abrir y cerrar de ojos.
Ella gruñó e intentó darle una bofetada a Sasha, pero él agarró sus
pequeñas muñecas y las atrapó delante de su cuerpo. ―Protestas
demasiado, mi pequeña. Puedo oler tu necesidad.
Selene no negó la acusación de Sasha. En su lugar, Sasha pudo oler un
bajo nivel de aprensión. Su pequeña escurridiza tenía miedo de estar con dos
hombres.
Sasha le acarició la mandíbula, impidiéndole mirar hacia otro lado, y
luego bajó la cabeza, tomando el beso que había estado muriéndose por
saborear desde hace mucho tiempo. Selene se echó hacia atrás y se oyó un
fuerte gemido. Sasha supo que se había frotado contra la expuesta ingle de
Nate. Alzando las manos, Sasha se las entregó a Nate, quien alzó los brazos
por encima de sus cabezas.
―¿De verdad crees que voy a dejar que me folles? ―gruñó Selene en
la boca de Sasha.
Él mordió su labio. ―No, creo que vas a dejarme devorar ese dulce y
delicioso coño tuyo mientras Nate te folla.
―¿Quieres que te folle, Selene? ―preguntó Nate, su voz ronca, como
cuando era un hombre lobo.
Un segundo después, la excitación de Nate reflejó la de Sasha. Era
como si estuvieran trabajando en conjunto para seducir a esa pequeña
escurridiza. 123
―Nate. ―Selene emi?ó una suave súplica―. Nate.
Nate agachó la cabeza y besó la concha de su oreja mientras Sasha se
movía hacia abajo hasta que acabó mirando su cintura.
―Estoy aquí, Selene ―le dijo Nate―. Justo detrás de ti.
Sasha soltó su cinturón, desabrochó los pantalones, y luego lamió un
largo camino desde su ombligo hasta su pelvis, lugar donde terminaban sus
suaves bragas de encaje.
Sasha bajó sus vaqueros y esas bonitas bragas y luego se las quitó.
Dios, era tan increíblemente hermosa. El gato de Sasha ronroneó de acuerdo.
Sasha pudo ver la mano de Nate sobre su vientre, acercándola más
mientras se besaban. Permaneció allí un momento, observándolos. Sasha no
era tan tonto como para pensar que Selene se enamoraría de él después de
esto. Se estaban explorando de la manera más básica. Para ella era sexo,
nada más.
Pero para Sasha significaba más. Quería que ambos fueran sus parejas.
No podía negar la necesidad que se estaba construyendo en su interior. Los
gatos eran criaturas solitarias, preferían su soledad. Esa fue una de las
razones por las que su manada había sido tan distante entre sí. Pero Sasha
quería más. Quería una vida con estos dos, para criar una familia.
Estaba cansado de estar solo.
―Hueles a crema, pequeña. ―Sasha ronroneó las palabras, incluso
cuando lamió la piel salada en los muslos internos de Selene con un
movimiento perezoso y altamente provocativo. Palmeó cada muslo,
separándolos aún más, hundiendo su lengua en los pliegues de su húmedo
coño.
Nate agarró uno de los muslos de Selene y lo colocó sobre su cintura,
brindándole mucho más espacio para jugar. Sasha usó su lengua para girar
alrededor del hinchado clítoris, lamiendo y luego chupando el brote en su
boca.
Selene se estremeció, pero Sasha sostuvo sus muslos con sus manos, 124
impidiéndole alejarse. Su leopardo dio un maullido cuando Sasha sintió que
se estaba ahogando en el delicioso olor de la loba. Se sumergió aún más,
pasando su lengua alrededor de su entrada, burlándose de ella.
Vio el pene de Nate situado entre el pliegue del culo de Selene. La
maldad de Sasha lo atravesó como una tormenta de fuego. Palmeó la polla
de Nate y acercó el eje a la abertura de Selene, lamió la cabeza y el coño al
mismo tiempo antes de que Nate deslizara su polla en la boca de Sasha.
―Mierda, Sasha ―jadeó Nate.
Sasha sonrió. Le gustaba escuchar su nombre en los labios de su
amante. Quería oír a los dos gritando su nombre. Nate le agarró el pelo una
vez más, tratando de mantener a Sasha en su lugar mientras le follaba la
boca.
Sasha apartó la mano de Nate de su cabello. El hombre todavía no se
había ganado el derecho. Aún no. Todavía estaban experimentando. Hasta
que Nate se entregara completamente a Sasha, ahora mismo sólo era sexo.
Sexo caliente y apasionado, de esos que aceleraban el corazón.
Capítulo Dieciséis
Selene casi gritó cuando los gruesos dedos de Sasha entraron en su
húmedo coño. Jadeó para respirar cuando la lengua de Sasha se deslizó lenta
y eróticamente a través de su carne hinchada, haciéndole olvidar el miedo de
dos hombres tomándola.
No le estaban dando tiempo para pensar. La excitación que sentía era
como un agonizante e interminable fuego electrizante que recorría su
cuerpo, haciendo que su estómago se apretara y su clítoris pulsara tanto que
Selene estaba lista para pedirle a uno de ellos que la follara.
Era un tormento.
―Joder, sabes bien ―gimió Sasha mientras la lamía desde su clítoris
hasta su culo. Las caderas de Selene se arquearon, pero sus fuertes manos la
sujetaron contra Nate.
Los dientes de Nate le mordieron el cuello, sus dedos se filtraron bajo
la camisa, rodando sus pezones entre los dedos. Selene descubrió que se le 125
hacía difícil controlar su respiración. Giró su cabeza y Nate capturó sus labios.
Podía sentir su dura polla entre sus piernas, pero no entró en ella.
Un grito escapó de la boca de Selene cuando el calor de la boca de
Sasha cubrió su coño, chupando el clítoris, su lengua burlándose de la
pequeña protuberancia. Nate todavía sostenía sus manos sobre su cabeza,
impidiéndole que tirara del cabello de Sasha para incitarle a que le otorgara
la liberación por la cual rogaba su cuerpo.
―Fóllala, Nate.
Sí. Por favor, Nate, fóllame.
Pero no lo hizo. Sólo seguía balanceando su polla entre sus piernas
mientras Sasha la trataba como su juguete favorito. Separó sus empapados
pliegues, enviando corrientes de electricidad que afloraban sobre sus
terminaciones nerviosas.
―Nate, por favor ―imploró Selene contra esa boca exploradora―.
Fóllame.
Sasha la jodió con los dedos, chupando su coño hasta que Selene gritó
cuando su orgasmo la recorrió con el impacto de un relámpago que la dejó
lloriqueando.
―Maldita sea ―gruñó Sasha mientras usaba sus brazos para rodear
sus muslos temblorosos y tiró de ella, empujándola sobre la polla de Nate.
Selene gritó de nuevo por la pura ráfaga de placer que explotó entre
sus muslos.
―¡Maldita sea, Sasha! ―gritó Nate mientras se detenía. Selene podía
sen?r todo su cuerpo temblando―. Voy a hacerle daño.
―La única forma en la que vas a hacerle daño es si no te mueves
―replicó Sasha con un gruñido animal―. Ahora jódela.
―¿Estás bien? ―preguntó Nate con los dientes apretados. Selene echó
la cabeza hacia atrás, mordiéndose el labio y sus dedos tocaron su cara con
suavidad.
―Muévete, Nate. Por favor, muévete. ―Si no se movía pronto Selene 126
iba a perder la cabeza. Estaba colgando del borde. Selene no quería sentir la
quemadura. Quería sentir el placer mientras la follaba―. Mierda... muévete.
Nate soltó sus manos, rodó poniéndose de espaldas y arrastró a Selene
con él. Su espalda quedó a la altura de la cabeza de Nate, pero pronto Sasha
llenó su visión mientras se arrodillaba frente a ella. Las grandes manos de
Nate le agarraron las caderas cuando comenzó a empujar profundamente
dentro de su coño.
Sasha tomó su cara cuando Selene intentó cerrar los ojos, pero Sasha
mordió su labio. Abrió los ojos, contemplando la cálida profundidad de sus
ojos verdes.
―¿Cómo se siente? ―preguntó Sasha mientras le lamía el labio
inferior―. ¿Se siente tan bien como parece?
Selene tragó saliva y logró asentir. Extendiéndose, agarró los hombros
de Sasha sujetándose mientras Nate la jodía. Había soñado con el momento
en que tuviera sexo con Nate, pero la realidad era cien veces mejor. Nate por
fin estaba en su interior y el gato al frente.
Selene nunca había soñado que Sasha estuviera con ella, pero ahora
que estaba allí se dio cuenta de lo erótico que era en la cama. Sus ojos verdes
ardían mientras éste acariciaba su cara dándole una sonrisa muy malvada.
Sasha se echó atrás agarrando la camisa de Selene y quitándosela.
Desabrochó su sujetador, desechándolo también.
Un relámpago recorrió su cuerpo cuando Sasha tomó uno de sus
pezones en su boca. Su lengua raspó sobre el sensible capullo y luego tiró con
una succión profunda. Selene enroscó sus dedos en su cabello rubio, usando
las hebras de seda como un ancla mientras los dos hombres le brindaban
tanto placer que Selene podía sentirlo hasta el alma.
―No quiero estar solo ―murmuró Sasha contra sus senos. Ahuecó al
que había dejado de lado masajeándolo con sus callosas manos, la aspereza
le traía placer extra. Selene no estaba segura si Sasha estaba hablando con
ella, o incluso si se dio cuenta que había dicho eso en voz alta.
Las manos de Nate se deslizaron por sus costados. Selene soltó el 127
cabello de Sasha y puso las manos sobre las de Nate, haciéndole saber que
era plenamente consciente de quién la estaba follando. Sus dedos se
entrelazaron cuando Nate levantó las piernas y plantó los pies en el colchón.
―Nate ―gritó Selene―. Dios, Nate.
―Di mi nombre, bebé ―gruñó Nate―. Dilo.
―¡Nate!
Sasha se apartó, agarrando las manos de Selene y tirándola hacia él.
Nate casi salió de su interior, pero el lobo estaba justo detrás de ella cuando
cayó sobre sus manos y rodillas. Nate agarró sus caderas una vez más,
embistiéndola mientras Sasha golpeaba los labios de Selene con su polla.
―Chúpame, mi pequeña. Toma mi polla en tu caliente boca.
Su mirada se clavó en la de Sasha mientras sus labios se separaban.
Una perversa sonrisa inclinó un lado de su boca mientras la cabeza de su
polla atravesaba sus labios.
Ambos gimieron.
El sabor del hombre explotó en su boca, el calor y el olor almizclado
llenaba sus pulmones mientras se apoderaba lentamente de su eje. Selene
enterró sus uñas en esos poderosos muslos mientras Sasha empezaba a
moverse en ráfagas breves, follando su boca por medio de impulsos cortos.
Una amplia mano masculina le acarició la barbilla mientras la polla del
hombre entraba y salía de su boca. Selene miró hacia arriba y sus ojos se
abrieron cuando vio a Nate y Sasha besándose. Nunca antes había visto algo
tan erótico. Por un momento olvidó lo que estaba haciendo mientras veía a
los dos depredadores dominantes gruñir en la boca del otro, ambos
agarrando la cabeza del otro tratando de controlar el beso.
Mierda, eso es muy caliente.
Ya había visto a dos hombres besándose antes. Había homosexuales en
el grupo de Rebeldes. Pero nunca le había afectado verlos besándose.
Estos dos sí lo hacían.
Los empujones de Nate disminuyeron cuando Sasha agarró el cabello 128
de Nate, tirando mientras un bajo ronroneo vibraba a través de su pecho.
Selene se apartó, observando hipnotizada. Su coño se apretó con fuerza
cuando Nate apartó las manos de Sasha y luego envolvió las suyas alrededor
de los largos cabellos rubios de Sasha, forzando a que el hombre se acercara,
devorando al leopardo.
Sasha se soltó y luego bajó los ojos hasta encontrarse con la mirada de
Selene. Ella tragó saliva. Sus labios estaban hinchados por el beso, húmedos y
magullados.
―Chupa mi polla, pequeña.
Era una súplica desesperada. Podía ver el calor en sus ojos mientras le
acariciaba la cara, esta vez sus movimientos eran más lentos.
Nate, sin embargo, había comenzado a empujar más profundo y
rápido, mientras su polla extendía su coño en toda su anchura. Sentía su
polla sobre cada terminación nerviosa de su coño. Sus brazos comenzaron a
temblar mientras tomaba a Sasha hasta el fondo de su garganta.
―Creo que vernos besarnos la excita ―dijo Sasha con un ronroneo
provoca?vo en su voz―. Me pregunto qué haría si nos viera jodiendo, Nate.
Los dedos de Nate se deslizaron hasta su entrada trasera. Selene se
puso rígida por un segundo. Nunca había tenido sexo anal, pero sentir esos
dedos rodeando el contorno de su ano no era nada sino placentero. Las
imágenes comenzaron a llenar su cabeza. Eran imágenes que nunca antes
había tenido, pero no disminuyó la necesidad que crecía en su interior, de
que ambos estuvieran dentro de su cuerpo al mismo tiempo.
Selene cerró los ojos, dejando que el pensamiento se convirtiera en un
susurro mientras gemía alrededor del eje de Sasha, unos sedosos hilos de
deseo surcaron su cuerpo.
―Oh, Dios ―dijo Nate―. Está tan jodidamente mojada.
―Eso es porque está pensando en cosas sucias ―contestó Sasha―.
¿No es cierto, gatita?
Selene enterró las uñas con más fuerza en la sólida carne de Sasha
mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, chupando su pene hasta que su 129
cabeza daba vueltas, la fantasía todavía persistía aún con los ojos cerrados.
―Joder, Selene... joder ―gimió Sasha.
Nate le cubrió la espalda, pero Selene podía decir que estaba
manteniendo la mayor parte de su peso lejos de ella.
―No muerdas ―jadeó cuando sintió los caninos de Nate raspando su
sensible carne―. Sin morder.
―No te morderé ―le susurró Nate al oído―, pero voy a devorarte.
Selene gimió mientras éste se sumergía profundamente en su coño.
Una gran mano ahuecó su pequeño seno, masajeándolo, amasando la piel
mientras Nate aumentaba el ritmo hasta que gruñía junto a su oreja.
Sasha comenzó a moverse más rápido también. Sintió que la surcaban
las corrientes de calor blanco y cegador. Nate estaba cerca. Podía darse
cuenta debido a sus fuertes jadeos. Empezó a joderla como si fuera su único
foco, y luego se puso rígido detrás de ella, gritando su nombre cuando se
corrió en su interior.
Sasha se apartó rápidamente de su boca, y justo cuando Nate salió de
su interior, Sasha se posicionó detrás de ella deslizando su polla
profundamente. Pero Nate no había terminado. Ni de lejos. Se movió hasta
que estuvo acomodado debajo de ella, chupando su clítoris. Selene temblaba
tanto que no creía que pudiera aguantar mucho más.
―¿Quién está jodiendo este coño? ―gruñó Sasha―. Dime, mi
pequeña muchacha escurridiza. Di mi maldito nombre.
El hombre se había vuelto agresivo, sus dedos se hundieron en las
caderas de Selene, añadiendo dolor al placer. Selene jadeó, sin saber por qué
encontró la sensación extra tan placentera.
―¡Dímelo!
―¡Sasha! ―gritó mientras él empujaba su polla una y otra vez. Estaba
cayendo libre, todas sus inhibiciones desaparecieron cuando los dos hombres
la asaltaron con tanto placer que temió que ya no pudiera manejarlas.
―Eso es, pequeña. Recuerda esto la próxima vez que quieras
dispararme. Siente esta polla follando tu apretado coño. Siente cómo te jodo 130
por detrás. ¡Eres mía!
La mano de Nate se deslizó subiendo desde su vientre, acariciando su
pecho y jugando con el pezón. ―Nate.
Una palmada ardió en la parte trasera de su cuerpo enviando
electricidad corriendo por sus venas. ―No digas su nombre cuando te estoy
follando, señorita. ¿Me entiendes?
Selene metió su mano bajo su cuerpo, empujando sus dedos en la boca
de Nate mientras le chupaba más fuerte su duro clítoris. ―¡Jódete, Sasha!
Sasha empujó profundamente dentro de ella. ―No, mi pequeña niña
astuta. Yo soy el que te está jodiendo.
Selene gritó cuando un segundo orgasmo, mucho, mucho más grande
que el primero, explotó en su interior, robándole el aliento y haciendo que
agarrara las sábanas, tratando de escapar del placer abrumador que
amenazaba con dividirla a la mitad.
Nate y Sasha la agarraron, sosteniéndola. Selene comenzó a sollozar, la
sensación era demasiado.
―Sólo déjate ir, bebé ―canturreó Sasha―. Te tengo. Sólo déjate ir.
Nate volvió a cambiar de lugar moviéndose hasta que sus labios se
estrellaron contra los suyos. ―Déjate ir, Selene ―le susurró contra su
boca―. Te tengo. Sasha te ?ene.
Selene les hizo caso gritando su placer cuando un fuerte maullido
atravesó la habitación. Sasha se sacudió detrás de ella, los dedos en sus
caderas se relajaron, sus manos acariciaron su espalda. Sasha envolvió su
brazo alrededor de la cintura de Selene, tirando de ella mientras ambos
hombres la acorralaban entre ellos, acariciando su piel, besando su carne.
Selene estaba agotada. Su cuerpo estaba tan laxo que ni siquiera podía
levantar su brazo. Cerró los ojos, jadeando para respirar y rezando para ser
capaz de manejar a estos dos hombres fuertes porque sabía que no iban a
abandonarla.
131
Capítulo Diecisiete
Rick se sentó en los escalones que guiaban al segundo piso del motel,
una pierna descansaba en el peldaño de abajo, la otra estirada frente a él. No
podía dormir y no quería despertar a Dorian con su insomnio.
Había tantas cosas amontonándose en su mente que ya no dormía
muy seguido. No se lo había dicho a Dorian. No quería preocupar a su pareja,
pero Rick se las arreglaba para dormir de dos a tres horas la mayoría del
tiempo.
¿Cómo podría dormir? Su especie estaba muriendo. La guerra estaba
diezmando el número de no humanos. Sentía como si les estuviera fallando.
Tenía que haber una forma de tornar esta guerra a su favor, pero descubrir
cómo hacerlo se estaba convirtiendo en algo extremadamente difícil para
Rick.
Los Cazadores de Especies aumentaban en número. Los soldados se
estaban multiplicando. Los no humanos estaban disminuyendo.
Rick arrojó la pequeña piedra que había estado haciendo rodar en su
132
mano, preguntándose si el que los cambia formas lo hubiesen elegido como
líder de la Rebelión había sido una sabia elección. ¿Qué demonios había
logrado hasta ahora?
Era increíblemente irritante. Parecía que cada vez que se daba la
vuelta, alguien lo traicionaba. Loki, el alfa de los hombres tigre, eso lo había
pillado desprevenido. Rick se dio cuenta que a pesar de que había muchas
personas rodeándolo, estaba jodida y absolutamente solo.
―¿Una de esas noches? ―preguntó Sasha mientras salía de su
habitación y se inclinaba contra la barandilla.
Rick miró al alfa de los hombres leopardo. ―Es diver?do que haya
terminado confiando en mi enemigo cuando todo el mundo se fue a la
mierda.
―Nunca fuimos enemigos ―dijo Sasha mientras presionaba su cadera
contra la barandilla―, sólo socios competitivos. Usualmente mato a mis
enemigos e incinero los cuerpos.
Rick se rio entre dientes mientras volvía a mirar sus pies. ―¿Por qué
encuentro que esto es refrescante?
―Porque ―dijo Sasha―, soy familiar. Estaba ahí antes de que todo
esto empezara. Te recuerdo cómo eran las cosas antes de la guerra. La gente
tiende a añorar lo familiar.
Rick resopló. ―Confía en mí. No te añoro.
―¿Alguna palabra de Corrigan y Jordison? ―preguntó Sasha.
Rick podía oír la tensión en la voz del hombre. Realmente temía por su
hija. Si fuera él, Rick también lo haría. ―Nada todavía. Nos harán saber que
está pasando tan pronto como la saquen de ahí.
Rick se movió un poco cuando Sasha tomó asiento. Podía decir que el
hombre tenía algo en su mente. Rick no lo presionó. Al parecer era una
noche de pensamientos serios. En este momento daría cualquier cosa por
estar en casa frente al fuego crepitante.
―Hace un frío de mierda aquí afuera ―dijo Sasha. 133
―Ayuda a despejar la mente.
―También el sexo ―bromeó Sasha―. Si es bueno, normalmente
olvido mi nombre… o los suyos.
Rick sonrió. ―Por todo el alboroto que estaban haciendo, apuesto a
que fue bastante bueno.
Sasha se puso serio, la sonrisa desapareció de su rostro. Se dio la
vuelta quedándose en silencio. Rick no estaba seguro de qué se trataba, pero
ahora mismo no quería añadirle nada a su mente ya saturada.
―Estoy tratando de encontrar una manera de tornar esta guerra a
nuestro favor ―admi?ó Rick en el silencio que los rodeaba―. He
desenmarañado cada posibilidad en mi mente, pero sigo en blanco.
―A veces las cosas más pequeñas pueden cambiarlo todo ―dijo Sasha
tranquilamente. Antes de que Rick pudiera preguntarle al hombre a qué se
refería, el teléfono de Sasha vibró.
Sasha lo sacó del bolsillo interno de su abrigo y contestó. Rick estaba a
punto de levantarse y regresar a su habitación cuando la voz al otro lado de
la línea hizo que se detuviera. Su audición mejorada era demasiado buena
como para perderse lo que estaba diciendo.
―Tiene una linda niñita ―dijo el desconocido―. Sería una verdadera
vergüenza si le pasara algo.
Sasha se puso de pie tan rápido que casi hizo que Rick volviera a caer
sentado en el escalón. ―Si le pones un puto dedo encima no descansaré
hasta que estés muerto.
El hombre emitió una risa baja y maliciosa. ―No creo que estés en
posición de amenazarme, Sr. Monroe. Tienes algo que quiero. Tengo algo
que quieres. Creo que ambos podemos llegar a algún tipo de acuerdo.
Rick se preguntó qué podría tener Sasha para que alguien se arriesgara
a meterse en una manada de leopardos con el fin de secuestrar a una niña de
siete años. ¿En qué problema se había metido el leopardo? El hombre que
estaba llamando sonaba calmado, compuesto. Esa no era una buena señal. 134
Normalmente, eso significaba que la persona estaba más que confiada en
que conseguiría lo que quería.
Sasha agarró la barandilla, sus nudillos se pusieron blancos. ―No sé de
qué estás hablando.
Un brusco suspiro. ―Entonces supongo que no tenemos nada más que
discutir. Sólo la mataré y lo haré a mi manera.
―¡No, espera! ―Sasha alzó su mirada hacia Rick, el miedo era tan
denso en esos ojos verdes que Rick casi podía verlo encorvarse debido a su
peso―. ¿Cuándo y dónde?
―Cómo vas camino a Luisiana, te llamaré cuando llegues.
El hombre colgó.
―¿Qué está pasando, Sasha? ―preguntó Rick mientras el leopardo
pasaba su mano sobre su rostro, luciendo un poco pálido―. ¿Qué es lo que
tienes y cómo mierda sabe a dónde vamos?
Rick podía ver los engranajes girando en la cabeza de Sasha. El cambia
formas leopardo se giró mirando a Rick. ―Cuando te fuiste para liderar la
rebelión y me quedé en Shelton, irrumpí en un laboratorio. Pensé que tal vez
tendrían cambia formas ahí, experimentando con ellos. ―Sasha volvió a
meter el teléfono en su bolsillo y luego su mano salió con algo que se
asemejaba a una tarjeta de memoria de una cámara.
―No tenían cambia formas en ese lugar, pero el científico trató de
tragarse esto cuando entré en la habitación en la que estaba trabajando.
Rick tomó la tarjeta de las manos de Sasha, dándola vuelta. ―¿Qué
contiene?
Sasha se encogió de hombros. ―No tengo ni idea. Pero sé que ese era
un laboratorio de bioingeniería. Han aparecido hombres persiguiéndome
desde que tomé esa cosa. Lo que sea que esté en esa cosa debe ser
malditamente importante.
―¿Has tenido esto todo este tiempo? ―preguntó Rick mientras
enroscaba sus dedos alrededor de la tarjeta. Pudo ver que Sasha se paraba 135
derecho, su gato se movía detrás de sus ojos―. ¿Nos has puesto a todos en
riesgo y ni siquiera sabíamos que había hombres persiguiéndonos por culpa
de esta cosa? ―Levantó la tarjeta. Rabia, ni siquiera podía describir lo que
Rick estaba sintiendo ahora mismo. Sasha había tenido la tarjeta todo el
tiempo, sabiendo que había hombres tras él y no dijo ni una palabra―. Si voy
a morir, al menos quiero saber por qué.
―Devuélvemela ―dijo Sasha con los dientes apretados.
―Vete al diablo, Sasha.
―Tienen a mi hija. ¿Piensas por un maldito minuto que te dejaría ir
con mi moneda de cambio? ―gritó Sasha―. ¡Te mataré antes de dejar que la
maten a ella!
―¿Por qué diablos no me dijiste sobre esto? ―Rick igualó el tono de
Sasha.
Sasha se giró, golpeando su puño contra la puerta. Apareció una gran
muesca cuando se volvió a girar. ―No quería que ninguno estuviera en
peligro. Samantha ya corría peligro al estar con mi manada. No estaba seguro
de qué hacer con esa maldita cosa o siquiera lo que había en su interior. Pero
si esos hombres están pasando tantos problemas para tenerla de regreso,
vale la pena examinarlo. ―Las garras de Sasha se deslizaron de sus dedos―.
Pero ahora tienen a Sammy, no permitiré que la maten sólo porque estás
enojado conmigo.
―Whoa ―dijo Nate mientras salía de la habitación del motel―. ¿Qué
mierda está pasando?
―El Sr. Monroe ha estado ocultando secretos mortales ―dijo Rick
enfurecido―. Ha tenido una tarjeta de datos todo el ?empo que lleva con
nosotros y olvidó mencionar que había hombres cazándolo para llevarse esta
cosa de regreso.
Nate miró a Sasha y Rick podía ver el dolor nadando en los ojos verde 136
jade. ―¿Eso es cierto, Sasha?
―Dame la tarjeta, Rick ―dijo Sasha con un tono bajo en señal de
advertencia, su leopardo estaba cerca de la superficie.
―Maldito imbécil ―gruñó Nate mientras empujaba a Sasha―. Nos
pusiste a todos en peligro, ¿para qué?
Sasha golpeó el pecho de Nate con sus manos, sus caninos se
alargaron. ―Si vuelves a ponerme las manos encima cuando estés enojado,
voy a arrancarte la garganta más rápido de lo que puedes parpadear.
Rick saltó de la escalera cuando Nate sacó su pistola tan rápidamente
que Rick apenas tuvo tiempo para registrar lo que estaba pasando. Nate
había apuntado a la siente de Sasha, su rostro era una máscara de furia. ―Y
yo volaré tu cabeza, gato. Ahora dime por qué… ―Sasha arrancó la pistola de
la mano de Nate en menos de un parpadeo.
Pero Nate no se apaciguó. Saltó sobre Sasha, los dos cayeron, pero
ninguno golpeó al otro. Nate envolvió su brazo alrededor del cuello de Sasha,
inmovilizándolo. ―¿Por qué, Sasha?
Sasha dejó de moverse enroscando sus dedos alrededor del brazo de
Nate. ―Porque no quería que la gente que me importa saliera lastimada.
Nate liberó a Sasha, recuperó su pistola y luego volvió a su habitación,
golpeando la puerta tras él.
Rick se quedó ahí parado mientras Sasha se levantaba. Sabía que el
leopardo podía haberle arrancado la garganta a Nate. Nate era un hombre
muy grande, pero Sasha era el cambia formas más rápido que Rick conocía.
No había forma de que Nate hubiese sido capaz de abatir al leopardo.
―Puedo hacer que alguien extraiga la información de esta tarjeta.
Necesitamos descubrir qué tiene antes de entregarla. También necesitamos
descubrir dónde están Jordison y Corrigan.
Sasha empezó a alejarse. Se detuvo, pero no miró atrás. ―Déjame
saber cuándo vas a devolvérmela. ―Rick observó cómo Sasha desaparecía
por un lado del edificio. Comprendía los motivos de Sasha, pero el hombre
podía haber confiado en Rick. No eran los mismos hombres que solían ser
antes de la guerra. Ya no estaban en lados opuestos. 137
Rick fue a su habitación y sacó su portátil. Una vez lo hubo encendido
metió la tarjeta en la ranura que se hallaba a un costado. No era un experto
en ordenadores, pero Rick sabía cómo abrir el archivo. Sus ojos se deslizaron
por la pantalla, inseguro de lo que estaba leyendo. Parecían ser algún tipo de
notas químicas. Sabía cómo lucían los componentes químicos porque había
fallado miserablemente en química cuando estaba en la escuela.
Era algún tipo de fórmula, pero Rick no estaba seguro, leyó las notas al
pie de página, sintiendo cómo su vida estaba a punto de cambiar para peor.
Comprendía las notas a la perfección.
Esos laboratorios en los centros de detención no estaban tratando de
encontrar una cura para la licantropía. Estaban tratando de encontrar una
manera de erradicar a los cambia formas con un virus. Rick sintió como subía
la bilis hasta su garganta mientras continuaba leyendo. Al parecer
encontraron una forma de evitar que el virus saltase entre especies e
infectara a la población humana, pero las pruebas no fueron concluyentes.
Lo llamaban proyecto Génesis.
Rick se alejó de la mesa con su mano sobre su boca mientras miraba
alrededor de la habitación. ¡Mierda, mierda, mierda! No podía… no, no había
manera que pudiera permitir que Sasha entregara esto a los hombres que lo
estaban persiguiendo.
Oh, Dios. Iba a vomitar.
Rick se paseó frenético por la habitación, sacando su móvil. Necesitaba
hablar con Omar. El hombre era un genio. Comprendería este asunto mejor
que Rick. Marcó al teléfono de Freedman, esperando a que el humano
respondiera.
Joder. La cabeza de Rick estaba dando vueltas. Esto era una pesadilla.
Si creaban el virus, los cambia formas morirían sin que los humanos pelearan
contra ellos. No estaba seguro de cómo iban a esparcir el virus, pero pensar
que esa cosa fuera dispersada por la población de cambia formas lo aterraba
hasta lo profundo de su alma.
―Estoy un poco atado de manos ―dijo Freedman cuando contestó su
teléfono―. Hazlo rápido. 138
Rick salió de su bruma. ―Necesito hablar con Omar.
Hubo un largo silencio. ―No puedes.
Rick apretó su móvil con más fuerza, sintiendo como el pánico se
alojaba en su interior. No le gustaba sentir pánico. Era una emoción poco
habitual. ―¡Ponlo al puto teléfono!
―Lo haría, excepto que no está conmigo.
Rick dejó de pasearse. ―Se fue con?go. ¿Por qué no sigue contigo?
―Al parecer, la noche de Rick se iba volviendo peor a cada segundo. Tenía
que hablar con Omar. El hombre podía leer las notas y decirle cómo
planeaban usar el virus. Había echado una mirada a las notas, pero su
comprensión había sido limitada.
―Porque ―dijo Freedman―, fuimos emboscados y se llevaron a Omar
al centro de detención en Nevada. He estado tratando de encontrar una
manera de sacarlo de ahí.
Rick se tropezó, dejándose caer en la escalera una vez más. Aterrizó
con un ruido sordo mientras pasaba una mano por su cabeza. ―¿Cómo?
¿Cuándo? Entrar a ese lugar es más difícil que entrar al Fort Knox. Están
armados hasta los dientes.
―Sí, ya lo sé. Ahora ves dónde yace mi problema.
Rick podía oír la tosquedad en la voz de Freedman y supo que el
hombre estaba luchando por mantener el control. Rick alzó la mirada cuando
Nate volvió a salir de su habitación. Sentía como si estuviera en algún tipo de
pesadilla. Todo parecía moverse un poco más lento.
―No puedo ir a ayudarte ahora mismo ―dijo finalmente. Rick tenía
que encargarse de la situación del virus primero. Si no lo hacía, sería inútil
montar un rescate para Omar. Tenía que encontrar a alguien que supiera de
bioingeniería.
―Lo sé ―dijo Freedman―. Ya llamé a algunos viejos amigos para que
me ayudaran. Encárgate de lo que sea que tengas que hacer. Me encargaré
de sacar a Omar. ―Había una determinación de hierro en la voz de 139
Freedman. Rick sabía que el hombre moriría intentándolo.
―Yo… ―Rick no estaba seguro de qué decir. No quería hablar de la
tarjeta de datos por teléfono.
Nate apoyó una mano en el hombro de Rick. Sabía que el cambia
formas podía sentir su profundo horror. Rick quería organizar personalmente
un rescate y sacar a Omar de ese lugar. Pero no podía. No cuando sostenía en
su mano algo tan peligroso que por un momento Rick se sentía como el ángel
de la muerte. El futuro de su especie yacía bajo sus dedos. ―Mantenme
informado sobre la situación de Omar ―dijo Rick.
―Lo haré ―respondió Freedman antes de colgar.
Rick miró a Nate, tragando unas cuantas veces para pasar el bulto
alojado en su garganta antes de hablar. ―Estamos tan jodidos.
―¿Has asegurado a la niña?
―Todavía no, pero le hicimos creer al leopardo que la tenemos.
Enviaron a dos ex operaciones especiales tras ella, pero tengo a hombres
listos para interceptarlos apenas la extraigan.
―Mantenme al tanto. ―O’Hanlon colgó el teléfono. Necesitaban la
tarjeta de datos. Era la única forma, no sólo de matar a Enrique Marcelo, sino
de erradicar a la población de no humanos. Se maldijo por no hacer que el
Dr. Formente guardara una copia de los archivos. ¿Quién mierda no hacía
una copia de sus archivos? Si no necesitaran al hombre para finalizar el
proyecto Génesis, mataría al estúpido bastardo.
Enterró sus dedos en el escritorio, contemplando excusarse de su
reunión con el vicealmirante Harrington. El hombre quería una actualización
con respecto a la situación de Enrique Marcelo.
O’Hanlon estaba empezando a cansarse de que el idiota estuviera 140
respirando sobre su cuello. Tal vez era tiempo de cobrar unos cuantos
favores y hacer que el vicealmirante fuera silenciado permanentemente.
Capítulo Dieciocho
¿Cómo es posible que Sasha hubiese hecho algo así? Nate se sentía
como un soberano idiota por haber confiado en el leopardo. Al no decir ni
una palabra los había puesto a todos en peligro. Nate se sentía realmente
herido en este momento, pero puso su dolor a un lado cuando se sentó junto
a su alfa. ―¿En qué sentido?
Rick levantó su cabeza de golpe, y Nate pudo ver la rabia y la
resolución en los pálidos ojos grises del hombre. ―Necesito que despiertes a
todos. Has que se reúnan en mi habitación en diez minutos. Encuentra a ese
maldito leopardo tuyo. No me importa si está enfurruñado o lo que sea que
esté haciendo ahora. Necesitamos que estén todos.
Nate asintió mientras se ponía de pie, observando a Rick dando
grandes zancadas hacia su habitación. Nunca antes había olido tal cantidad
de miedo en una persona y se preguntó qué demonios estaba pasando.
Yendo a su habitación, Nate despertó suavemente a Selene, que se giró
abriendo sus ojos. Dioses, Nate no podía imaginar un día sin ella. Era tan
hermosa e impresionante. ―Rick quiere que nos reunamos con él, ahora.
141
Tenemos que encontrar a Sasha y decírselo.
Selene se levantó y vistió antes de que Nate llegara a la puerta.
Caminaba un poco extraño, lo cual hizo que Nate sonriera. Al parecer las
cosas iban fatal, pero no había nada como ver a la mujer a quien había jodido
con poderosas estocadas caminando como si… hubiese sido jodida con
poderosas estocadas.
―¿Por qué no está aquí? ―preguntó mientras se ponía su abrigo.
―Larga historia. Necesitamos encontrarlo y después avisar a todos que
debemos reunirnos en la habitación de Rick en diez minutos.
Ambos salieron de la habitación. Nate echó su cabeza hacia atrás y
olfateó el aire en busca del leopardo. Captó el olor de Sasha y comenzó a
seguirlo.
―Dime qué pasó ―dijo Selene mientras caminaba junto a él.
Nate le explicó lo que había ocurrido cerca de la escalera. Mientras
repetía la historia podía sentir que la rabia trataba de consumirlo una vez
más. Selene posó su mano sobre su brazo, deteniéndolo. ―¿Tiene una hija?
Nate podía ver el asombro en sus despampanantes ojos verdosos. ―Sí,
al parecer hay un montón de cosas que no sabemos sobre Sasha.
―¿Desde hace cuánto tiempo sabes que tiene una hija? ―preguntó.
Nate podía oír la rabia contenida que estaba tratando de mantener alejada
de su tono.
―No es posible que enfoques tu rabia en mí, Selene. ―Se veía molesta
y Nate no iba a ser el foco de esa ira. Con todo lo que había pasado,
simplemente se le olvidó decírselo. No es como si se lo hubiera ocultado a
propósito.
―Están amenazando la vida de su hija ¿y preguntas por qué hizo lo
que hizo? ―preguntó ella con desconcierto mientras se metían tras el motel.
Nate no podía creer lo que estaba escuchando. Hizo un sonido de
frustración mientras dejaba de caminar y la miraba boquiabierto. ―¿Desde 142
cuándo estás de su lado? Si recuerdo correctamente, quieres meterle una
bala por el culo cada vez que abre la boca.
―¿Qué pasaría si fuera tu hija, Nate? ¿Qué habrías hecho? Yo no le
hubiese dicho a nadie sobre la tarjeta de datos hasta que supiera qué hacer
con ella y cómo sacarla de la situación en la que se encuentra. Dejar que
alguien más lo supiera sería demasiado arriesgado.
―Pero nos min?ó.
Selene sacudió su cabeza levantando su barbilla con obstinación. ―No
mintió. Estaba protegiendo a su hija. Sólo te sientes herido porque piensas
que después de un episodio de sexo asombroso debería haber confesado la
historia de su vida.
¿Cómo hacía eso? ¿Cómo podía Selene hacer que reenfocara su
atención en otra cosa tan rápidamente? ―¿Crees que fue asombroso?
Lo golpeó en el brazo. ―Hombres. ―Sonaba irritada, pero la pequeña
curvatura de sus labios le dijo que no estaba tan molesta cómo pretendía.
Nate sonrió. Temía haberla lastimado, pero al parecer no había sentido
nada más que placer cuando él estaba en su interior. Es bueno saberlo. Tan
pronto como hubiesen terminado la reunión iba a mostrarle cuan asombroso
podía ser.
―No puedes estar enojado con él, Nate. No quería lastimarnos a
propósito. De alguna extraña manera, no sólo estaba protegiendo a su hija,
sino también a nosotros. Tú mismo lo dijiste.
―No necesito que me proteja. ―Nate movió su brazo debajo de la
delgada mano de Selene―. Puedo manejar cualquier cosa que se ponga en
nuestro camino. Debería haber confiado en este grupo, o al menos en Rick.
Debería haber confiado en Nate. ¿Selene tenía razón? ¿Nate sólo
estaba molesto porque sentía que Sasha debería habérselo dicho después de
una increíble sesión de sexo? Nate pensó en el agresivo beso que había
compartido con el leopardo. Sus labios todavía zumbaban ante el recuerdo.
Sasha había sido salvaje, controlador, y de alguna forma desafió a Nate para
que luchara por esos tiernos labios.
Había deseado tanto follar a Sasha que se había vuelto hostil. Ahora
143
podía ver que Sasha no iba a entregarse tan fácilmente. El hombre era un
macho alfa, y Nate iba a tener que probar su fuerza y valía para poder
obtener un regalo tan precioso como el culo del hombre.
Nate no tenía duda alguna de que podía mostrarle a Sasha que se
merecía la máxima confianza del hombre.
Pero esa confianza era en ambos sentidos.
―Dios, eres tan cabeza dura, Nate. Me entregué a ambos. ―Un
profundo rubor coloreó sus mejillas―. ¿Debería haber confesado todos los
eventos de mi vida?
―Te conozco, Selene ―dijo Nate―. Hemos trabajado juntos durante
muchísimo tiempo.
Selene se giró y empezó a caminar. ―No me conoces tan bien como
crees.
Nate comenzó a alcanzarla. ―¿Qué significa eso?
Selene se giró sobre sus talones y lo miró, sus ojos se ampliaron
mientras se desplomaba en el piso. Nate tuvo unos segundos para atraparla
antes de sentir un pinchazo en su cuello. Se arrancó un dardo de su piel y
luego lo miró como si nunca antes hubiese visto un dardo tranquilizante.
De alguna manera tenía el presentimiento de que él y Selene estaban
de mierda hasta el cuello.

Sasha caminó por el pequeño pasillo que recorría las afueras de las
habitaciones. No estaba listo para volver y enfrentar a Nate. El hombre no
tenía ni idea de cuánto había deseado poder contarle al ejecutor lo que
estaba pasando. Pero el hombre tampoco tenía ni idea de cuán aterrado se
sentía no sólo porque su hija pudiera pagar el precio por la tarjeta de datos,
sino que este grupo también. Sentía como si estuviese atado de manos, y
Sasha no tenía ni idea de cómo arreglar las cosas con Nate.
Sasha se había sentido atraído por ambos ejecutores incluso cuando
estaban en Shelton. Había pensado que estar con cualquiera de ellos era algo 144
imposible debido a su rivalidad y a su manada que no darían la bienvenida a
dos hombres lobo entre ellos.
Personalmente, a Sasha le importaba una mierda. Pero era Samantha
quien habría pagado el precio final por sus deseos. Frustrado, Sasha maldijo.
Al parecer las cosas no estaban destinadas a ser fáciles para él, incluso
durante su vida adulta. Su infancia ya había sido bastante jodida cuando la
manada de sus padres había descubierto que Sasha era un mestizo. Apenas
había logrado salir de ese lugar con vida.
Ingenuamente, Sasha pensó que mudándose a otro estado y
comenzando una nueva vida sería capaz de dejar todo eso atrás.
Había estado tan equivocado.
De hecho, esto era mucho peor. Ahora tenía que proteger a una niña.
Si hubiera estado solo, Sasha se habría alejado de todo eso. Debió de haberlo
hecho de todas formas. Hubiese podido cuidar a Sammy financieramente.
Eso no era un problema.
Pero los juveniles necesitaban ser criados entre su propia raza.
Necesitaban el amor y la comodidad de su manada, grupo, clan o de donde
sea que proviniesen. Pero la cosa era que sólo Sasha le había dado el amor y
el consuelo que todo niño necesitaba. Su manada, aun a pesar de que Sammy
era un leopardo, la había rechazado.
Dios, había sido tan ciego. Sasha quería que ella encajara, deseaba
tanto que pudiera pertenecer a la manada que, con el fin de darle una buena
vida, no había tomado en cuenta sus defectos. Hubiese sido mucho mejor si
sólo se la hubiese llevado y empezado una nueva vida en otro lugar. Había
dejado que su orgullo le impidiera huir, y ahora estaba en un lugar en donde
podrían matarla. La tenían los chicos malos, y Sasha tenía muchísimo miedo
de que pudieran lastimarla. Sin importar lo que Rick había dicho, Sasha iba a
recuperarla. Era su vida. La parte jodida en todo este asunto era que Sasha ni
siquiera sabía quién andaba tras él. Lo único que sabía era que el aroma que
había olido en el laboratorio era el mismo olor que percibía ocasionalmente
cada cierto tiempo. El científico le había advertido a Sasha que no existía
escondite alguno en donde no pudiesen encontrarlo.
145
Sólo que no sabía quiénes eran ellos.
―¿Dónde está Nate? ―preguntó Rick mientras caminaba por el
pasillo―. Debería estar despertando a todos para la reunión.
Sasha frunció el ceño hacia Rick. ―No he visto a Nate desde que se fue
enfurecido a nuestra habitación. ―Eso fue hace cuánto ¿media hora?
Rick miró a Sasha enigmáticamente. ―Lo envié a buscar a todos. ¿No
fue a buscarte?
Sasha tenía un muy mal presentimiento en la boca del estómago
mientras sacudía su cabeza. ―No.
Rick golpeó la puerta más cercana. Respondió Mason. ―¿Has visto a
Nate?
―No desde que nos registramos ―contestó Mason―. ¿Algo va mal?
Sasha se dirigió hacia la habitación que había estado compartiendo con
Nate y Selene. Oró para que los dos estuvieran ahí, pero sabía que Nate no
desobedecería una orden de su alfa. Cuando Rick pedía las cosas, era parte
de la naturaleza de Nate asegurarse de que se cumplieran. Era su trabajo.
Sasha tragó con fuerza cuando vio la habitación vacía. No sólo había
desaparecido Nate, Selene también. Una rabia profunda ardió en su interior.
Incluso si los dos hubiesen ido a buscarlo, ya deberían haber regresado.
―¿Está dentro? ―preguntó Rick desde unas cuantas puertas más allá.
Sasha giró su cabeza, mirando a Rick como si toda su vida se estuviera
derrumbando a su alrededor.
Y era así.
Tenía el presentimiento de que el mismo hombre que se había llevado
a Sammy tenía a Nate y a Selene. ¿Cómo se habían acercado a los
ejecutores? Nate habría… tranquilizantes. Sasha recordó cuando Nate usó
uno de esos en él cuando Rick había pensado que Sasha lo había traicionado 146
y ordenó a su ejecutor que le trajera a Sasha.
Esa era la única manera plausible en la que alguien podría llegar a
ponerle una mano encima al hombre.
Miró a Rick cuando su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo. Sasha
tenía el presentimiento de que sabía quién lo estaba llamando. Con una
temblorosa mano, extrajo su teléfono. Rick empezó a moverse hacia él
mientras Sasha respondía.
―Parece que ahora tengo tres monedas de cambio, gato ―dijo el
hombre con una sonrisa en su tono. ―Si quieres que los tres estén a salvo,
no sólo me entregarás la tarjeta, sino también a Enrique Marcelo.
Sasha quería amenazar al hombre, decirle qué pasaría si lastimaba un
pelo de sus cabezas, pero sabía que no estaba en posición de hacer
amenazas. El desconocido prácticamente tenía todas las cartas en este
momento. Todo lo que tenía Sasha era una maldita tarjeta de datos que ni
siquiera sabía qué contenía.
El labio superior de Rick se crispó. Sabía que el alfa podía oír la
conversación. Le dio un asentimiento. Sasha sabía que Rick estaba diciéndole
que buscara evasivas, que le dijera al extraño que estaba de acuerdo con el
trato.
―El convenio sigue siendo el mismo ―con?nuó el hombre―. Cuando
llegues a Luisiana, te contactaré.
Sasha apoyó la frente contra la fría pared de piedra del edificio,
sabiendo que no había forma de salir de esto. Las tres personas más
importantes en su vida estaban siendo retenidas por alguien empeñado en
conseguir de vuelta la tarjeta de datos.
―No pueden recuperar la tarjeta, Sasha.
La cabeza de Sasha se levantó de golpe, sus ojos cambiaron a los del
leopardo con la ferocidad de la rabia que se asió de él. ―¿Por qué no?
―Porque ―dijo Rick―, contiene la fórmula de un virus que erradicará
a toda la población de cambia formas.
147
Y aquí estaba Sasha pensando que las cosas no podían empeorar. Si
hubiese dejado que el maldito científico se tragara esa cosa… probablemente
los cambia formas ya estarían muertos. ―Tenemos que darle algo.
―Lo que tenemos que hacer es averiguar quién es y matar al hijo de
puta ―dijo Rick acaloradamente―. Pero ahora tenemos algo que podemos
usar.
Sasha frunció el ceño. ―¿Cómo? Es un virus que erradicará a los
cambia formas. ¿Cómo podemos usarlo contra los humanos?
―Sí, todavía no he averiguado esa parte. ―Rick se encogió de
hombros―. Pero tenemos unos cuantos días para discutir el plan a fondo.
Nuestro tiempo se acaba una vez que lleguemos a Nueva Orleans.
Sasha sabía que quien quiera que hubiera secuestrado a los que
quería, mantendría a Nate sedado. No permitirían que un hombre tan grande
estuviese consciente. Nate era una fuerza a tener en cuenta, y tan solo su
cuerpo debería ser suficiente para asustar a sus secuestradores.
A Sasha le desgarró tener que decir las siguientes palabras. ―No
podemos entregarle la tarjeta de datos, Rick.
―No, no podemos. Pero podemos elaborar un plan que hará que los
tres regresen.
A Sasha se le cruzó un pensamiento. ―¿Y Omar? Es increíblemente
inteligente. Tal vez pueda manipular la fórmula para que no puedan utilizarla
contra nosotros.
Los ojos de Rick se tornaron tormentosos. ―Esa es una buena idea,
pero Omar no puede ayudarnos. Lo llamé. Freedman me dijo que Omar ha
sido llevado al centro de detención en Nevada.
―¡Maldición! ―gritó Sasha―. Estoy realmente harto de toda esta
mierda.
―Como los demás ―respondió Rick a través de los apretados dientes
―. Todos estamos hartos y cansados de huir, de meramente sobrevivir de un
lugar a otro, rezando no ser atrapados y de pelear en una guerra que decidió
librar mi papi biológico con el fin de matarme. Pero no podemos perder el 148
enfoque, ni desmoronarnos, ahora no, no cuando Nate, Selene y Samantha
dependen de nosotros. ―Rick alzó la tarjeta―. Necesitamos encontrar una
manera de usar esto contra nuestros enemigos, de poner las malditas cartas
a nuestro favor y demostrarles que no seremos derrotados fácilmente.
Sasha golpeó su puño contra la pared, observando cómo las finas
partículas de polvo caían al suelo. ―Haz correr la voz. Descubriremos quien
es un genio de la bioingeniería dentro de la población de cambia formas.
―Ya lo hice ―respondió Rick―. Pero eso aún no nos ayuda a averiguar
cómo podemos utilizar la información contra los humanos.
―Tenemos unos cuantos días ―respondió Sasha, sintiendo que la
rabia montaba un pináculo en su interior―. Somos lo bastante inteligentes
para descubrir algo para el momento que lleguemos a los estados sureños.
Al menos tenía la esperanza de que lo fueran. Tres vidas dependían de
este grupo de Rebeldes. Sasha no iba a fallar. Iba a recuperar a su familia. Sí,
consideraba que Nate y Selene eran parte de su familia.
Sólo que no lo sabían todavía. Iban a descubrirlo, sin embargo. Porque
cuando Sasha los recuperara iba a reclamarlos a ambos como sus parejas.

149
Capítulo Diecinueve
Se sentía como si alguien hubiese estrellado su cabeza contra el
hormigón. Selene se quedó quieta, esperando que el lacerante dolor
disminuyera. Cuando el dolor hubo menguado lo suficiente, Selene abrió los
ojos.
Gran error.
Una oleada de nauseas se apoderó de ella, haciendo que rodara a un
lado y vomitara. Desafortunadamente, su estómago estaba vacío, lo que hizo
que el proceso de expulsar su contenido fuera aún más doloroso.
Trató de parpadear unas cuantas veces, pero había alguien golpeando
un yunque dentro de su cabeza. Dios, dolía. ¿Qué demonios había pasado? La
última cosa que recordaba, era discutir con Nate detrás del motel.
Si ese enorme bruto la había golpeado, Selene iba a cortarle las bolas.
Si Nate golpeaba así de fuerte, sentía pena por cualquiera en el cual
haya descargado su ira. 150
Pero eso no tenía ningún sentido. Tan mareada como estaba, sabía que
Nate jamás le levantaría una mano estando enojado. No era así. Era alguien a
quien debería temerle si fuera tras ella, pero como amigo, amante y
compañero ejecutor, no la lastimaría.
Entonces, ¿qué mierda la había dejado inconsciente?
Apoyando su cabeza entre sus brazos, Selene intentó abrir sus ojos una
vez más. Tal vez si se protegía de la luz, sería capaz de ver en donde estaba.
―Los efectos deberían desvanecerse pronto.
Selene no reconoció esa voz. Rodó, sus caninos se alargaron, se
sacudió y volvió a caer sobre su rostro.
―Yo descansaría hasta que el tranquilizante se diluya en tu sistema.
―No soy tú ―dijo contra el colchón. Quizá el tipo estaba en lo cierto.
No se sentía en peligro inmediato, pero por supuesto, no tenía ni idea de
quién era el hombre.
―Cierto, pero si luchas contra los efectos, sólo serán mucho peor.
Abrió la boca e hizo rodar su mandíbula. Dios, daría cualquier cosa por
beber algo ahora mismo. El sabor de su boca le daba la sensación de que
había estado chupando un tubo de escape. No es que supiera cuál era su
sabor. ―¿Dónde está Nate? ―Recostó su cabeza, pero todavía no podía
enfocar bien.
―Cerca.
―¿Qué quieres? ―preguntó, tenía una idea bastante clara, sobre todo
después de lo que Nate le dijo. Pero esta era una situación completamente
diferente, Selene no iba a divulgar nada concerniente a la tarjeta de datos.
―Todos los cambia formas van a morir.
De acuerdo, tal vez estaba en peligro inmediato. A partir de cómo
sonaba el hombre, iba a morir incluso si le entregaba la tarjeta de datos.
―Pero me conformaré con la cabeza de Enrique en un plato. No soy
muy quisquilloso, sin embargo. No me importaría si su cabeza está montada 151
en el capó de un auto, siempre y cuando esté muerto.
Selene se puso de rodillas, meciéndose adelante y atrás, tratando de
ponerse de pie a pesar de la neblina en la cual flotaba su mente. Se quedó
quieta cuando sintió algo alrededor de su tobillo. ¿Estaba encadenada a la
cama?
―Casi estoy dispuesto a apostar que Enrique ya sabe qué hay en esa
memoria. E igualmente casi estoy dispuesto a apostar que no va a negociar
su vida y la tarjeta de datos por ti y tu novio. No creo que seas tan valiosa
para él. Tal vez tendrías una oportunidad si hubieses follado con el hombre.
―dijo el hombre llana y calmadamente―. Pero por supuesto, mi bastardo
biológico no sólo es un animal, sino que tenía que superarse y ser gay.
Selene se quedó absolutamente quieta. Apenas estaba respirando. Su
corazón empezó a latir más rápido. Ahora sabía que no había manera de que
sobreviviera a esto.
No cuando el capitán O’Hanlon de Naval Special Warfare5 estaba en la
misma habitación que ella. El hombre ya había probado cuan monstruoso
era. ¿Cuál era su posibilidad de sobrevivir?
―¿Por qué? ―preguntó Selene mientras levantaba sus párpados
lentamente. La silueta del hombre se hallaba ensombrecida, pero podía
distinguirlo un poco. Bueno, santo dios, el hombre era la viva imagen de Rick.
Su constitución era mucho más pequeña y delgada, pero no había error en
que era el padre de Rick. Incluso tenían los mismos pálidos ojos grises. Selene
había pensado que con el apellido O’Hanlon, no tendría las facciones de sus
obvios ancestros españoles. Maldita sea, se había equivocado.
―Lo siento, pero no voy a sentarme aquí y confesarte mis planes,
niñita. ―Se paró junto a la puerta con sus manos metidas en los bolsillos
delanteros de su uniforme.
―Estoy muy lejos de ser una niñita. ―Le gruñó su protesta. Selene
había visto demasiado, había matado a tantos. Ser una niñita era algo que
había dejado atrás hace décadas. No había sido así de inocente desde que
tenía doce. 152
―Ah, sí. Debes referirte a la manada de leones que asesinaste.
Era aterrador que supiera de su pasado. Nadie sabía qué había hecho
hace tantos años. Nadie sabía cuanta sangre había derramado con sus
propias manos. Esa era una de las razones por las que le había pedido a Nate
que no la mordiera, haciéndola su pareja. No merecía ser amada, querida.
Nunca merecería ser feliz. No cuando había matado a tantas personas
con sus manos.
―Jódete ―masculló. No podía dejar que el hombre supiera que le
había tocado el nervio sensible.
―Según mi información, fue el rey de los leones quien te jodió.
Selene cerró sus ojos, luchando contra esos antiguos recuerdos. No
podía permitir que este humano lograra afectarla, debilitarla. Pero sin
importar cuanto intentara olvidarlo, los recuerdos se apoderaban de ella.

5
Es el componente naval de USA responsable de supervisar y coordinar las operaciones especiales de la
nación y sus misiones.
―Tenías doce en ese entonces, ¿correcto?
Selene mordió su labio inferior, usando el dolor para expulsar los
recuerdos de su mente. Su estómago se retorció reprimiendo un sollozo. La
muerte vendría a reclamarla antes de que llorara delante de este hombre.
―No importa ―dijo―. Nada de esto importa. Tú no importas. Lo único
que quiero es que ese animal muera y devuelva la tarjeta. ―O'Hanlon puso
un móvil sobre la mesa junto a la puerta. Selene no estaba segura de qué
estaba haciendo el hombre hasta que oyó voces en el otro extremo.
―Necesito que Howard y Lillian tomen al bebé y nos sigan. ―Hubo
una breve pausa―. Bryson, llévalos a la casa de Brooke y Deluca.
Era Rick. El hijo de puta escuchaba la conversación de Rick.
―Tengo mucha gente trabajando para mí, señorita López. Uno de ellos
fue lo suficientemente amable como para convertirme el teléfono de tu alfa
en un micrófono. Puedo escuchar todo lo que dicen, todo lo que planean.
Selene quería gritarle a Rick que se callara, decirle a su alfa que su 153
enemigo estaba escuchando, pero sabía que era inútil. Podían oír a Rick, pero
su alfa no podía oírlos. Ahora muchas cosas comenzaban a tener sentido. Eso
explicaba por qué iban perdiendo la guerra. El enemigo sabía lo que iban a
hacer antes de hacerlo.
―Enrique ?ene uno de nuestros teléfonos vía satélite. Hizo que
inmiscuirnos en su conversación fuera un juego de niños.
―Espero que estés consciente de que cuando te encuentre, mi alfa va
a destrozarte… un músculo a la vez.
O'Hanlon le sonrió burlonamente. ―Lo dudo mucho, niñita.
Apretó los dientes. El hombre la estaba llamando así a propósito.
Quería joderle la cabeza.
No iba a permitírselo.
O'Hanlon cogió el teléfono y lo guardó antes de salir de la habitación
cerrando la puerta detrás de él.
Selene rodó sobre su espalda, cubriéndose los ojos con su brazo
mientras luchaba para no ver el rostro de Alejandro. El hombre había sido un
monstruo que atacaba a las niñas. Pero después de haber arrancado
brutalmente su inocencia de su joven cuerpo, Selene se sumió en una rabia
enceguecida, matando a todos en la manada del hombre.
Los recuerdos tan sólo resurgieron varios años más tarde cuando se
encontró con una manada de leones. Todos los detalles sangrientos volvieron
a su mente. Selene había matado a tantos inocentes sumida en su furia.
―Mierda ―dijo mientras trataba de sentarse. El hombre sabía dónde
golpear con más fuerza. Había tomado el único recuerdo oscuro que poseía y
lo usó para golpearla en su núcleo. Pero Selene no iba a quedarse aquí
echada lloriqueando. Ya lo había hecho bastante cuando los recuerdos
volvieron como un puño de hierro, amenazando con sofocar su propia vida.
No, iba a encontrar una manera de sacarlos de aquí. O'Hanlon no iba a
usarlos como su herramienta para destruir a Rick.
Examinando la esposa de acero alrededor de su tobillo, Selene supo 154
que iba a encontrar grandes dificultades para liberarse. Era más fuerte que
los humanos, pero el brazalete era de acero reforzado atado a una cadena
más gruesa que su muñeca.
El bastardo había pensado por adelantado. Selene se juró que si alguna
vez tenía la oportunidad, desgarraría a O'Hanlon con sus propias manos.
Nadie la había afectado de esa manera en muchos años, desde que era una
juvenil. Había demostrado su valía en la manada de Rick y se había
convertido en una ejecutora. Era su manera de recuperar lo que Alejandro le
había robado. La perseguía la culpa de lo que había hecho después, pero el
recuerdo de ese león seguía visitando sus pesadillas.
Se había engañado pensando que ya había dejado esa devastación en
el pasado, pero sabía que el enojo que tenía en su interior era lo que la había
motivado durante todos estos años.
―Ahora no, muchacha. Tienes que enfocarte. ―Levantó la cadena,
sintiendo el frío metal en sus manos. La única forma en la que lograría
quitarse ese grillete era royendo su propio tobillo.
Eso no era una opción.
Así que se quedó allí sentada, preguntándose cómo demonios iba a
salir de aquí.

―Necesito que Howard y Lillian tomen al bebé y nos sigan ―dijo


Rick―. Bryson, llévalos a la casa de Brooke y Deluca. Boston irá armado con
la escopeta.
―Christmas ―dijo Lillian suavemente.
Rick hizo una pausa. ―¿Qué?
Lillian sostuvo al niño en sus brazos. Ya había vuelto a su forma
humana. Rick había supuesto que era un niño pequeño. Había tenido razón.
El niño no podía tener más de tres años. ―Me dijo que su nombre es
Christmas.
Rick sonrió. ―Quiero que cojan a Chris y salgan de aquí. ―Rick se
giró―. Mason, quiero que tú e Ian vayan con ellos para asegurarse de que
lleguen a salvo. Sigan derecho y manténganse alejados de las carreteras 155
principales.
La pareja de ancianos recogió sus cosas. Lillian miró a Dorian, y Rick
pudo decir que no quería dejarlo.
―Estaré bien, mamá. ―Dorian la abrazó, y Rick pudo ver las lágrimas
brillando en los ojos de Lillian. Quería asegurarle que todo estaría bien, que
ninguno saldría herido, pero Rick no iba a mentirle, así que no dijo nada
mientras la abrazaba.
Dorian miró a Mason. Cuando el jaguar asintió, Dorian abrazó a Ian.
―Cuida a mamá. Va a estar preocupada por mí.
Ian asintió. ―Lo haré.
Dorian abrazó a Ian más fuerte. ―Siempre te he querido, Ian. A pesar
de todo, siempre te he amado.
Rick podía ver la humedad en los ojos del hombre más pequeño. ―Lo
sé y estoy agradecido de tenerte como hermano mayor.
Benito y Miguel los acompañaron hasta el coche, con las armas listas,
escudriñando la zona. Tan pronto como el coche se alejó, Rick miró a los
hombres restantes. Se quedó con los dos ejecutores, Dorian y Sasha. Un
número menor funcionaría mejor para ellos. Todos se reunieron en la
habitación de Rick.
―Hay un mensaje para ? ―dijo Benito mientras señalaba al portátil
sobre la mesita junto a la ventana. Rick cruzó la habitación, bajando la mirada
para ver la bandeja de entrada de mensajes que habían establecido los
Rebeldes. Había un mensaje no leído bajo su solicitud de un bioingeniero.
Lo abrió para ver el mensaje de alguien que se refería a sí mismo como
Beastman.
Podemos encontrarnos donde quieras. Dime la hora y el lugar.
Rick anotó un lugar que había visitado una vez en Montgomery,
Alabama. Era un pequeño estacionamiento de camiones fuera de Bell Road.
Rick escribió la ubicación y la hora y luego cerró su portátil. ―En marcha.
Rick llevó las maletas a la camioneta, guardándolas en la parte trasera 156
cuando paró. Se quedó allí, inmóvil, sintiendo a alguien, o algo,
observándolo. ―Sé que estás ahí afuera.
Nada se movió, no hubo ningún ruido, pero Rick sabía que la Sombra
estaba allí, escondiéndose en algún lugar en la oscuridad. Hasta ahora no
había atacado. Era casi como si estuviera simplemente observándolos.
La sensación desapareció cuando Miguel y Benito salieron de la
habitación, arrojando sus bolsas a la parte trasera de la camioneta. Rick miró
alrededor, pero sabía que la cosa que había estado siguiéndolo desde el
almacén ya no estaba cerca.
Sasha estaba en silencio mientras subía a la parte de atrás. Rick no lo
culpaba. Si esto salía mal, el hombre lo perdería todo. A juzgar por el
profundo ceño en su rostro, Rick tenía la sensación de que sus dos ejecutores
iban a aparearse tan pronto como Sasha pusiera sus manos sobre ellos.
Rick se alejó del pequeño motel y se dirigió hacia Alabama. Iban a
tomar el camino de la rotonda, pero necesitaba encontrar una manera de
usar la tarjeta contra los humanos, no al revés.
Iban a tener que conducir sin descanso si deseaba llegar a Alabama
para reunirse con Beastman y luego viajar rápidamente a Luisiana. Sólo
esperaba que quienquiera que tuviera a Nate y a Selene no supiera que
estaban haciendo un pequeño viaje aparte.
La persona parecía saber más de lo que Rick hubiera querido. No
estaba seguro de cómo estaban descubriendo los movimientos de los
Rebeldes, pero sabía que tenía que tener cuidado o iban a morir dos
personas a quienes quería.
―Descubriremos qué hacer ―dijo Dorian mientras colocaba su mano
sobre la de Rick. Rick volteó la mano, entrelazando los dedos.
―Realmente espero que así sea, gatito.
Definitivamente esperaba que así fuera.

157
Capítulo Veinte
Selene luchó contra los dos hombres que la escoltaban por un pasillo.
Sus muñecas y tobillos estaban encadenados con pesadas cadenas de metal,
impidiéndole patearles las bolas. Ya había intentado cambiar para romper la
cadena del tobillo cuando estaba sola en la habitación, pero lo único que
logró fue que el metal se le enterrara en la piel.
Selene nunca supo que era posible mantener atado a un cambia
formas. Estaba fastidiándola. No le gustaba sentirse indefensa. El olor de la
diversión persistía alrededor de los dos humanos. Les divertía que luchara.
Bastardos.
Si se soltaba, les mostraría lo que era que les quitaran su libertad
cuando les desgarrara sus malditas gargantas.
Cuando un fuerte aullido resonó en el aire, Selene retrocedió, o trató
de retroceder. Los guardias no le permitieron detenerse.
―No te preocupes, muñeca, estoy bastante seguro que tu muerte será 158
rápida ―se mofó uno de los guardias.
El otro sonrió mientras desbloqueaba la cerradura de la puerta frente a
ellos y la abría.
Selene fue empujada violentamente a la habitación, la puerta se cerró
detrás de ella. No estaba segura de qué demonios estaba pasando, pero los
pelos de su nuca se le pusieron de punta. Antes de que pudiera ponerse de
pie, fue tirada al piso.
El aire salió de sus pulmones mientras Selene luchaba por sacarse el
inmenso peso cuando vio una boca llena de dientes muy afilados y letales.
―Oh, mierda. ―Selene empujó el peludo cuerpo, pero el hombre lobo
era demasiado grande y pesado para apartarlo de ella.
Esto no era para nada bueno. Su tobillo había sangrado cuando estaba
tratando de sacar el brazalete de metal. La sangre inundaba el aire. Este
cambia formas iba a tratar de comérsela.
―¡Retrocede! ―gritó en un inútil intento de alejarlo de ella.
La mano del hombre lobo, que era tres veces el tamaño de la suya, se
enroscaba en su cuello, estrangulándola mientras sus dientes se acercaban
peligrosamente. Selene luchó, pero la mano la clavaba contra el suelo.
Utilizó la cadena que conectaba sus muñecas como arma,
balanceándola para golpear en la cara de la bestia. Éste sacudió la cabeza y
luego la miró con intención asesina.
Verde jade.
¡Oh, mierda!
―Nate ―gimió Selene desde una garganta que estaba siendo
aplastada lentamente―. Nate, soy yo, Selene.
En ese segundo supo lo que estaba pasando. O'Hanlon de alguna
manera encerró a Nate en su forma de lobo, poniéndolo en su contra. Selene
sabía que si Nate la mataba, nunca se perdonaría. Tenía que hacerlo razonar.
―Nate ―gimió de nuevo―. Por favor.
Su labio superior se curvó de disgusto. Entonces supo que sus débiles 159
súplicas no ayudaban. En este momento la veía como presa nada más.
―¡Maldita sea, Nate! ―Trató de gritar, pero la mano que apretaba su
garganta hizo que fuera imposible. Se agachó, usando su rodilla para
golpearle el culo―. ¡Aléjate de mí, bastardo peludo!
Los ojos de Selene se aguaron y las lágrimas comenzaron a rodar por su
rostro cuando la levantó del suelo por el cuello, colgando sus pies en el aire.
Ni siquiera podía mover una pierna y usar el impulso para herirlo debido a las
restricciones en sus tobillos.
Joder, iba a morir.
Nate rechinó los dientes frente a su cara y luego la arrojó al otro lado
de la habitación. Chocó contra la pared y luego rodó, agachándose. ―No me
hagas hacerte daño.
La amenaza era casi risible. Nate era el hombre lobo más grande que
había visto. Tenía que medir como dos metros y diez centímetros de altura, si
no era más alto, y su masa corporal se había duplicado. El hombre ya era
bastante grande en forma humana. Esto era una locura.
Esto iba a ponerse feo.
Cuando la agarró de nuevo, Selene logró poner la cadena alrededor de
su cuello. Eso fue una hazaña en sí, considerando que su cuello era más
grueso que su cintura. No estaba tratando de matarlo, pero mientras estaba
en esta forma, Nate no aceptaría su debilidad.
Tenía que demostrarle que era una oponente digna.
―Tuve sexo con?go, bes?a irrazonable. Dime que recuerdas mi olor
―dijo con un siseo en su oído mientras subía por su espalda, apretando la
cadena alrededor de su cuello―. Dime que sabes que soy yo, Selene.
Nate rugió mientras luchaba por sacársela de su espalda. Ella esquivó
sus largas garras antes de que se hundieran en sus brazos. Él giró en un
círculo, azotando sus manos sobre su cabeza, tratando de extraerla.
―¡Maldita sea, Nate! Piensa más allá del hambre ―dijo
desesperada―. ¿Qué te hicieron?
Una voz incorpórea resonó en lo alto. ―Se le inyectó un cóctel que lo 160
mantendrá así durante unas horas, señorita López. Suficiente para matarla.
Estaban mirando. Esto era una especie de entretenimiento enfermo
para ellos. Selene se preguntó si otros cambia formas habían pasado por
esto. De alguna manera sabía que no era la primera en luchar por su vida
contra alguien a quien amaba.
Le dio asco.
Apretando los dientes, Selene estaba decidida a mantenerse con vida.
Si Nate lograba matarla, sabía que se volvería loco por la culpa y el dolor.
―No permi?ré que nos conviertan en enemigos ―gritó Selene.
―Parece que el señor Valez no piensa lo mismo.
Selene había permitido que la voz la distrajera. Nate alzó la mano y la
agarró antes de poder ver lo que estaba haciendo. La levantó con facilidad,
sus garras hundiéndose en sus brazos. Reprimió el grito de dolor, negándose
a parecer débil.
La atravesó un temblor de miedo cuando la levantó y lamió la herida
en su brazo. Estaba deleitándose en el sabor antes de hundir sus dientes.
Selene lo intentó de nuevo. ―Nate, mírame... ¡Nate!
No la estaba escuchando.
Va a enojarse conmigo por esto.
Selene pasó la cadena por encima de su cabeza y se acercó, usando sus
propios caninos para hundirlos en su cuello. Tenía que llamar su atención.
Tenía que quitárselo de encima. Aulló, arrojándola a un lado mientras se
agarraba al cuello. Podía oler la sangre.
La sangre de él.
Levantándose, Selene se agachó una vez más. ―¿Me quieres, bestia?
―se burló mientras se movía lentamente a su derecha―. Entonces ven a
buscarme.
Los instintos de Selene finalmente se habían apoderado de ella. No
sólo estaba luchando para sobrevivir, sino para impedir que Nate hiciera algo 161
de lo cual se lamentaría más tarde.
Qué bueno que había entrenado con él y ya conocía la mayoría de sus
movimientos. Esto le hizo un poco más fácil esquivar sus garras y dientes.
Pero todavía estaba en su forma humana. Aunque su densidad ósea era
mucho más gruesa que la de los humanos, aún podría romperse los huesos.
Selene sólo tenía que asegurarse de que no le pusiera las manos encima.
Sabía que estaba ofreciéndole entretenimiento a quien la estuviera
viendo, y tenía la sensación de que O'Hanlon participaba en esta forma de
diversión, pero tenía que centrarse en Nate. Mataría a todos los demás una
vez que estuviera libre.
Nate permaneció inmóvil, observándola, tratando de ver lo que iba a
hacer a continuación. Selene no estaba usando ninguno de los movimientos
que le había enseñado. No podía. Eso la convertiría en un blanco fácil.
Corrió hacia él, preparando su cuerpo para saltar... y luego se deslizó
entre sus piernas. Había logrado derribarlo. Nate sacudió los brazos para
agarrarla en pleno vuelo, pero estaba en el suelo, agarrando sus piernas para
tirarlo al piso.
Nate golpeó el suelo con fuerza.
Selene se arrojó sobre su espalda, sosteniéndose con toda su fuerza
mientras él se levantaba rápidamente del suelo.
―Te amo, Nate. Por favor, vuelve conmigo ―le susurró lo bastante
alto para que las palabras llegaran sólo a sus oídos.
Nate dudó, y luego aulló, golpeando su espalda contra la pared.
No podía acceder a su conciencia mientras ese cóctel recorriera su
sistema. Selene podía ver eso.
Maldita sea, iba a obligarle a hacerle daño.
Era mejor que la alternativa, es decir, que la matara.
Usando sus caninos, Selene lo mordió repetidamente a lo largo de su
hombro y la parte posterior de su grueso cuello. El dolor explotó en su
interior cuando Nate se lanzó contra la pared una vez más, tratando de
quitársela.
162
Sus garras se extendieron y hundió una mano en cada hombro. Era un
agarre mortal para ella, pero doloroso para él. No quería causarle ningún tipo
de dolor a Nate, nunca, pero no le quedaba otra opción. La voz había dicho
que permanecería así durante unas horas.
Selene no estaba segura de poder aguantar tanto tiempo.
Pero no tenía elección. Ambas vidas dependían de que lograra impedir
que el hombre lobo la matara.

Sasha paseaba por la pequeña casa móvil mientras el cambia formas


conejo trabajaba rápidamente para descifrar la tarjeta de datos.
En serio, ¿un conejo? Sasha tenía que luchar para no darle un mordisco
al hombrecito. Sin embargo, tenía que darle su mérito al cambia formas.
Había depredadores rodeándolo por todos lados y ni siquiera se estremeció.
Aunque Benito y Miguel seguían olfateándolo.
―¡Esto es ingenioso! ―dijo por fin Beastman. Sasha se preguntó cómo
es que el hombre llegó a dar con ese nombre de usuario. Más bien debería
haber sido Biteable6―. Nunca antes he visto algo como esto. Se las
arreglaron para aislar las enzimas para…
―En inglés ―gruñó Rick.
¿Rick acababa de lamerse los labios?
Sasha se dio cuenta de que no era el único afectado por el hombrecito
peludo. Dorian debía haberlo notado porque se interpuso entre su pareja y el
cambia formas de delicioso olor.
El hombre se dio la vuelta, totalmente ignorante del aperitivo que
representaba, o ignorando ese hecho deliberadamente. ―Básicamente han
hecho un virus aéreo que al ser inhalado… ―El hombre hizo el sonido de una
explosión―, hace que exploten las enzimas de tu corazón.
―¿Cómo un ataque cardiaco? ―preguntó Rick.
―Exactamente. 163
Sasha se acercó un poco más, mirando la pantalla, pero todo lo que
podía ver eran cosas que no tenían sentido para él. No era un bioingeniero
después de todo.
―Pero están jodidos. Mira esto. ―El hombre señaló un dibujo
diver?do―. Piensan que aislaron este virus sólo para el ADN de los cambia
formas.
―Pero no lo hicieron ―supuso Sasha.
El hombre sacudió su cabeza. ―No, no lo hicieron. Los humanos
también se verán afectados. Los cálculos están errados por una fracción, pero
suficiente para que este virus afecte no sólo a la población de cambia formas.
―¿Cómo podemos usar esto en su contra? ―preguntó Rick.
El hombre miró a Rick boquiabierto. ―No puedes. Si me retuerces el
brazo y me obligas a crear este virus, todos morirán, incluyendo las mascotas.
Es imposible. Seríamos patos planificando nuestra propia cacería.

6
Beastman significa hombre bestia y biteable significa mordible.
Sasha lamió sus labios.
―Sin embargo, podría reordenar la fórmula para que no sea nada más
que una receta de sopa de pollo.
Sasha estaba empezando a tener mucha hambre. ¿El hombre no podía
dejar de usar referencias de no depredadores? Dios, ¿por qué estaba
tentando a Sasha?
―Hazlo ―dijo Rick―. Pero primero quiero una copia del original.
―¿Por qué? ―preguntó el hombre―. ¿Qué ganarías al tener esta
información?
―Quiero imprimir la parte del error. Sólo esa parte. De esa manera
puedo enviársela a los humanos para mostrarles que ahora tenemos la
fórmula para la destrucción de todo ser vivo.
El hombre sacudió su cabeza. ―No lo haré. No seré parte de un
genocidio.
Rick gruñó. ―Entonces dime, conejito, ¿cómo podemos usar esta 164
información a nuestro favor?
El hombre tragó. Sasha podía ver la lucecita encendiéndose en la
cabeza del hombre. Miró a cada uno, viendo que los ojos de los
depredadores lo miraban directamente.
―¿Pueden dejar de asustarlo? ―espetó Dorian―. No puede
ayudarnos si siguen asustándolo todo el tiempo.
Benito se inclinó hacia adelante, inhalando el aroma del hombre.
Dorian golpeó al ejecutor. ―Retrocede.
―Pero huele tan bien ―protestó Benito―. ¿Puedo darle sólo un
mordisquito?
―¿Uno pequeño? ―preguntó Miguel mientras sus ojos se clavaban en
el hombre conejo.
Dorian les gruñó mientras sacaba su pistola de la funda. ―Muérdelo y
te dispararé.
El hombre empezó a escribir en un movimiento fluido, sus dedos se
movían a la velocidad de la luz. Sasha dio un paso atrás, calmando a su
leopardo, diciéndole a la bestia que el hombre no era comida.
Su leopardo maulló en señal de protesta.
―He reestructurado el virus ―dijo el hombre rápidamente. Sasha
podía oler el miedo saliendo del hombre. Dios, Benito tenía razón. Olía tan
malditamente bien―. Si liberan este virus lo único que hará será darle gripe a
todo el mundo.
―¿Puedes hacer eso? ―preguntó Rick. Sasha podía ver que el alfa
estaba tratando de hacer su mejor esfuerzo para contener el aliento.
El hombre le dio a Rick una mirada mordaz y luego relajó su expresión
rápidamente. Pero la presunción no desapareció. ―Soy un genio, Sr.
Marcelo. Si quisiera podría hornear una bandeja de galletas que inhabilitaría
todos los músculos de su cuerpo… permanentemente.
De acuerdo, tal vez Sasha no se comería al hombre.
165
―Necesito llamar a Edward ―dijo Rick mientras deslizaba su mano en
su bolsillo―. Mierda, dejé mi teléfono en la camioneta.
―Yo no usaría tu teléfono ―dijo Beastman y luego se giró hacia Rick―.
Tengo un equipo que puede captar ligeras señales y tienes una estática
pulsante proveniente de tu camioneta.
―¿Lo cual significa? ―preguntó Rick.
―Tú, mi querido depredador, tienes a un invitado no deseado
escuchando tus conversaciones.
Capítulo Veintiuno
Nate yacía desnudo en el piso, su cuerpo se sentía como si hubiese
atravesado un molinillo de carne. Era un cambia formas, capaz de sanar, pero
se sentía como si alguien lo hubiese atravesado con mil cuchillas.
¿Qué demonios le había pasado?
Rodando, Nate abrió los ojos y se quedó quieto.
¡Dios, no, no, no, no!
Selene estaba tumbada en un rincón, inconsciente y ensangrentada.
Nate se arrastró hacia ella antes de que tuviera tiempo de pensar, viendo los
grilletes alrededor de sus muñecas y tobillos. La piel bajo el metal estaba
ensangrentada y parecía masticada. Pero fue la sangre que provenía de
varios cortes en todo su cuerpo lo que llamó su atención.
Alzando la mano, levantó su barbilla, examinando su rostro. Dios,
estaba realmente magullado. ¿Qué le había ocurrido? Tragando con fuerza,
Nate utilizó las puntas de sus dedos para sentir su pulso. Temía que no 166
estuviera viva. El pulso era débil, pero estaba viva.
Tenía que lograr que cambiara de forma para curar sus heridas.
―Selene ―dijo Nate en un tono bajo y desesperado―. Despierta,
bebé
Su núcleo primitivo le dijo que un cambia formas le había hecho esto.
Peor aún, fue él quien había infligido estas heridas en su delicada piel. Nate
no se permitió detenerse en ese pensamiento. Tenía que lograr que
cambiara. ―Selene, despierta. ―Pasando sus manos sobre su cabeza,
porque temía tocar cualquier otra parte por miedo a empeorar sus heridas, le
dio una leve sacudida.
La cabeza de Nate se levantó de golpe cuando una pantalla plana que
ni siquiera había notado cobró vida en la pared más alejada. Observando con
horror, Nate presenció la batalla entre él y Selene mientras ésta se
reproducía en la pantalla. ¿Por qué no podía recordar nada de eso? Su
corazón se congeló cuando vio a su bestia apartar el cuerpo humano de
Selene de su espalda y golpearla contra la pared.
Cerró los ojos brevemente, sintiendo como si acabara de presenciar el
crimen más horrible que podía cometer contra Selene. Fue quien la había
maltratado, su bestia. A pesar de que Nate no recordaba nada de esto,
todavía se sentía tan malditamente culpable que quería arrancarse la
garganta.
Cuando abrió los ojos pudo ver los labios de Selene moviéndose en la
televisión. Nate se esforzó por oír lo que decía. ―Te amo, Nate. Por favor,
vuelve conmigo.
Sentía como si su mundo se desmoronara a su alrededor. Nate gruñó,
levantándose de un salto y corriendo al otro lado de la habitación. Estrelló las
manos en la pantalla, deseando poder herir a la gente que los mantenía
cautivos en lugar de al monitor. No quería ver nada de esto. ¿Cómo diablos
podía atacar a la mujer que amaba? ¿Cómo su bestia no había reconocido su
olor?
Nate se arrastró hacia Selene, levantando su cabeza cuidadosamente y 167
acunándola en su regazo. Seguía inconsciente y eso le preocupaba. No estaba
seguro de qué tipo de daño le había hecho. Era de tamaño bolsillo y él en su
forma animal era como King Kong. ¿Cómo diablos había sobrevivido? Empezó
a pasar las manos sobre su suave pelo negro deseando que se despertara,
cuando sintió un bulto en la parte posterior de su cuero cabelludo.
Ahora sabía por qué no se despertaba. Tenía una conmoción.
―Ese fue un brillante espectáculo ―dijo una voz incorpórea―. Espero
verla otra vez.
Nate lo ignoró mientras examinaba su cuerpo. Su frente se frunció
mientras Nate miraba fijamente un moretón en su espalda con forma de
estrella. Su hombre lobo no habría podido hacer tal marca.
Selene gimió y Nate la detuvo. ―Cuidado, estás herida.
―Mis cos?llas ―jadeó Selene, respirando irregularmente―, creo que
están rotas.
La culpa trató de salir a la superficie, pero Nate la retuvo. Ahora mismo
necesitaba averiguar qué estaba mal con ella antes de comenzar el proceso
de autoflagelación por lo que le había hecho. ―¿Qué más te duele?
Selene parpadeó abriendo los ojos y el color verde amarillento se
enfocó en él. ―Todo. ―Podía decir que le dolía admitir eso. Su mandíbula
estaba tensa en su magullado rostro ―. Creo que mi tobillo también está
roto.
―Tienes que cambiar, Selene. No puedes sanar en tu forma humana.
―No puedo ―dijo con los dientes apretados. Nate temía que su
mandíbula estuviera rota. Estaba hablando entre dientes―, los grilletes no
me dejan.
Nate se agachó y levantó su brazo, examinando el metal. Era de acero
reforzado. Tan cuidadosamente como pudo, Nate puso la cabeza de Selene
en su regazo y utilizó ambas manos para agarrar la cadena. Con un fuerte
tirón, lo rompió.
―Estoy muy enojada con?go. 168
La culpa había vuelto. ―Lo siento mucho, Selene. No tenía ni idea de lo
que estaba haciendo.
―Por eso no ―dijo mientras entrecerraba los ojos―. No pude romper
las cadenas, pero tú las rompes sin ningún problema.
Nate le dio una temblorosa sonrisa, aunque no tenía ganas de reírse.
No cuando yacía allí con las heridas que él le había infligido. ―Te enseñaré
cómo.
―Lo dudo mucho ―dijo―. Creo que mi mandíbula también está rota.
Acababa de confirmar su miedo. ―Entonces deja de hablar. ―Nate
rodó el grillete en su mano y luego metió sus dedos entre la carne y el
metal―. Esto puede doler, pero si logro quitártelo, podrás cambiar.
―No creo que... ―exclamó Selene con los dientes apretados mientras
Nate forzaba las esposas. Bloqueó su mente, concentrándose sólo en esta
tarea, porque si se permitía oír sus enmudecidos gritos de dolor, se sentiría
impotente.
Una vez quitó las esposas de sus muñecas, Nate se enfocó en las de sus
tobillos. El último grillete resultó difícil, y Nate casi se detuvo cuando un
fuerte y penetrante grito inundó la habitación.
―Cambia ―dijo sin mirarla. No podía. No había manera de que Nate
pudiera verla a los ojos después de hacerla gritar pidiendo misericordia. Su
corazón se estaba rompiendo mientras ella cambiaba a su segunda forma.
Allí estaba, una loba indomable, y supo que se había sumergido en un sueño
inconsciente.
―Muy impresionante ―dijo la voz―. Tal vez te conserve en lugar de
destruirte.
Nate levantó la vista mientras sus manos recorrían la suave capa de
pelaje de Selene. ―¿Por qué no vienes aquí y peleas conmigo por el privilegio
de mantenerme como tu mascota?
Nate vio la diminuta cámara en la esquina. Puso a Selene suavemente
en el suelo, se acercó y la arrancó de la pared.
―Eso no fue muy inteligente, Sr. Valez. 169
―Púdrete ―gruñó Nate. Dejó la cámara a un lado y corrió hacia
Selene. Había ganado unos valiosos segundos. Como no podían controlarlo,
sabía que harían algo para noquearlo. Recogiendo a la loba del suelo, Nate se
movió rápidamente hacia la puerta. Estaba desnudo, pero no había mucho
que pudiera hacer al respecto.
Ahora lo único que tenía en mente era escapar.
Agarrando el pomo de la puerta, Nate aplastó el metal en su mano,
rompiendo la cerradura. Abrió la puerta rápidamente. Había hombres de
uniformes corriendo por el pasillo, con armas preparadas. Nate dejó que su
forma de lobo se apoderara de su cuerpo, sólo que esta vez era consciente
de lo que estaba haciendo. Corrió hacia el final del pasillo y saltó, su cuerpo
destrozó la ventana de cristal al caer tres pisos hasta el suelo.
Eso iba a doler cuando su adrenalina desapareciera. Cuando los
fragmentos de cristal cayeron a su alrededor, Nate salió corriendo por la
calle, alejándose del edificio en el cual los habían mantenido cautivos.
Mierda, estaba en una ciudad.
Las pocas personas en las calles se dispersaron alejándose de él
mientras Nate corría, el aire frío lo recorría. Tenía que llamar a Rick. Tenía
que decirle a su alfa dónde estaban para que pudieran venir a recogerlos.
Por desgracia, su teléfono había desaparecido.
Avistó una tienda más adelante y corrió hacia la parte de atrás. Pronto
las calles estarían inundadas con los hombres que venían a cazarlos. Nate
arrancó la puerta trasera y vio que estaba en una tienda de electrónica. Santa
mierda, era su día de suerte. Nate agarró el teléfono de la pared y escuchó el
tono de línea.
Tal vez saldrían de esta con vida. Acunó a Selene en un brazo mientras
marcaba con la otra mano. ―Vamos, responde.
La llamada pasó al buzón de voz. Nate intentó con el teléfono de
Benito.
―Hey ―dijo Benito cuando respondió.
―Soy Nate. 170
―¿Dónde diablos estás? ―preguntó Benito y luego oyó voces al fondo.
―¿Nate? ―Era Sasha―. ¿Dónde estás?
―Corriendo por una ciudad, desnudo, y Selene está herida. Espera.
―Nate bajó el teléfono y buscó frenéticamente alguna carta, folleto o
cualquier cosa que pudiera decirle dónde estaba. Vio una tarjeta de visita y la
cogió.
Nate levantó el teléfono. ―¿Sigues allí?
―Aquí estoy. Dime dónde están. ―Podía oír la desesperación en la
profunda voz de Sasha.
Nate aplastó la tarjeta en su mano mientras le daba la dirección a
Sasha. ―Pero no puedo quedarme aquí. Revisarán los edificios buscándonos.
―Dirigíos al sur. Pasaremos a recogerlos.
Nate no quería colgar. Sentía que si colgaba estaría rompiendo los
lazos con el grupo de Rebeldes. ―Me hicieron atacarla, Sasha ―susurró Nate
en el teléfono.
Hubo una pausa en donde Nate podía escuchar la respiración de Sasha.
―No te hagas eso. Necesito que te enfoques, Nate. Necesito que ambos
sobrevivan para poder reclamarlos.
Nate cerró los ojos, dejando que la fuerte voz de Sasha se hundiera
profundamente en sus fríos huesos.
―Nate ―dijo Sasha un poco más firme―. No dejes que ganen.
―De acuerdo. ―Nate colgó, porque sabía que si no lo hacía se
aferraría al teléfono para siempre. Recorrió la tienda y encontró una
habitación en la parte de atrás. No había nada que pudiera usar como ropa,
pero encontró una de esas mantas grises y desgastadas en el gabinete de
primeros auxilios.
Esto tendría que valer.
171
Colocó a Selene sobre la mesa, se envolvió la manta alrededor de la
cintura, y luego con el mayor cuidado posible, Nate la levantó y se dirigió a la
puerta de atrás. Una vez que se aseguró de que no había nadie en la zona,
Nate se apresuró a salir dirigiéndose hacia el sur. El alivio que había
encontrado dentro de la tienda se estaba filtrando lentamente de su piel, el
aire frío se asentó en su cuerpo.
Nate sabía que si el grupo de Rebeldes no lo encontraba pronto, él y
Selene iban a morir congelados.

―Está a veinte kilómetros al norte de nosotros ―dijo Sasha mientras


le devolvía el teléfono a Benito.
―¿Tan cerca? ―preguntó Rick.
Sasha también estaba aturdido, pero ahora estaba decidido a
entrarlos, y luego iría tras su hija. Haría pagar al hijo de puta que había osado
llevarse a las personas que más le importaban.
Sasha iba a asegurarse de eso.
―Deshazte del teléfono ―les recordó el cambia formas conejo―. La
próxima vez, mantén un ojo en las señales.
―¿Qué señales? ―preguntó Rick.
―Tu teléfono estará caliente al tacto, tendrá estática, y la batería se
agotará constantemente.
―Gracias ―dijo Rick mientras cogía la tarjeta de datos―. Te debo una.
El hombre se ruborizó al mirar a Benito. ―No hay problema.
¿Cómo demonios podía el conejo hacerle ojitos a Benito cuando el
hombre lobo quería comérselo? Sasha nunca entendería a los hombres no
depredadores. Benito era propenso a servírselo de cena en vez de tener sexo
con él.
El brillo en los ojos de Benito confirmó los pensamientos de Sasha.
―Vamos. ―Sasha giró al hombre lobo y lo empujó hacia la puerta―. No
folles con tu comida ―le recordó al ejecutor. 172
Benito se rio y le guiñó un ojo al hombre.
Beastman frunció el ceño justo antes de cerrar la puerta detrás de
ellos.
―Juro que voy a conseguir un bozal para cada uno de vosotros ―se
quejó Dorian mientras subía al coche.
Rick agarró su teléfono, deslizó la parte trasera y retiró la batería.
―Quiero que todos se deshagan de sus teléfonos.
―No podemos ―protestó Sasha―. Por lo menos no el de Benito. Es el
único número que tiene en este momento. ―No había manera de que Sasha
abandonara a Nate y Selene por ahí sin ninguna forma de ponerse en
contacto con ellos. Eso no era ni siquiera una posibilidad.
Rick miró a Benito mientras salía del estacionamiento. ―¿Tu teléfono
está caliente?
―No ―dijo Benito―. Tampoco está descargado.
―Guárdalo hasta que recojamos nuestro paquete y luego tíralo.
Sasha sacó su teléfono del bolsillo, listo para apagarlo cuando recordó
el mensaje que había recibido cuando él, Nate y Selene se habían escondido
en el armario. Comprobando sus mensajes, la respiración de Sasha abandonó
sus pulmones.
Conozco tu secreto, Sasha. ¿Cuánto tiempo crees que sobrevivirá tu
mocosa cuando los demás lo descubran?
Era de Astoria.
Pero Sasha sabía que Sammy no estaba con la manada. La tenían los
hombres que iban tras la tarjeta de datos. Eso no le hacía sentirse menos
preocupado, pero saber que no estaba cerca de ese leopardo malicioso hizo
que disminuyeran los nudos en su estómago.
Una vez que esto hubiese terminado, Sasha iba a matar a ese maldito
gato.
Se detuvieron en Troy Highway y se dirigieron hacia Nate y Selene. 173
Sasha se sentó en la parte de atrás, mirando por la ventana mientras el
paisaje pasaba. Sabía que tenían muy poco tiempo antes de que tuvieran que
estar en Nueva Orleans.
Si el hombre que tenía a su hija la dañaba de alguna manera, Sasha iba
a hacer explotar la maldita Casa Blanca personalmente. Era un poderoso alfa
por derecho propio, pero al parecer los humanos estaban tratando de
demostrar que era tan indefenso como un bebé.
Si él... Sasha frunció el ceño cuando su móvil sonó. No reconoció el
número. Con cautela, respondió. ―¿Hola?
―¿Papi?
Sasha se inclinó hacia delante, apoyando la frente en la palma de su
mano. ―¿Dónde estás, Sammy? ―¿Por qué los secuestradores le permitirían
llamar? Dios, por favor, que no estén tratando de transmitirme un ultimátum.
Sasha sabía que no soportaría escuchar los gritos de su niña.
―Espera ―dijo ella.
―¡Sammy, no! ―gritó Sasha al teléfono y esperó. Su pulso latía tan
fuerte que su corazón comenzó a doler―. ¿Sammy?
Rick se había detenido a un lado del camino, todos prestándole
atención. ―Sammy, ¿estás ahí?
―Extracción completa. ¿Dónde quieres que nos encontremos?
Un suspiro de alivio se escapó de los pulmones de Sasha, y podía
sentir las lágrimas cayendo de sus ojos. No le importaba. Estaban hablando
de su pequeña Sammy. ―¿Dónde estás, Corrigan?
―Lo creas o no, en Shelton.
Sasha miró a Rick. ―Escóndanse. Tenemos que recoger a Nate y a
Selene, e iremos para allá. ―Sasha hizo una pausa―. ¿Cómo la sacaron de
ahí? Recibí una llamada telefónica diciendo que estaba con algunos hombres
desagradables.
―Confía en mí, no fue fácil. Esos leopardos estuvieron a punto de
arrancarme la cabeza. Jordison salió con unas heridas muy graves, pero 174
sobrevivirá.
Entonces le habían mentido. Tenía la tarjeta de datos y la gente que
amaba. Los humanos no tenían nada. Pero no iba a celebrar todavía. No tenía
a las tres personas que más le importaban en el mundo. Sasha iba a contener
la respiración hasta que pudiera verlos cara a cara.
―Llámame cuando estén cerca. ―Corrigan colgó.
Sasha se aferró al teléfono un rato más, agradeciendo a quien
escuchaba que nadie había salido herido. Pensó en lo que Nate le había
dicho, pero Sasha sabía en lo profundo de su mente que Selene se curaría
cuando cambiara a su forma animal.
―Tenemos que encontrar alguna forma ―murmuró Rick.
―¿Para qué? ―preguntó Sasha.
―Para seguir usando esta tarjeta en su contra. Ahora no ?enen nada
con qué negociar.
―Sí, aún tienen algo ―dijo Dorian―, todavía tienen a toda la
población de cambia formas, y al parecer están haciendo un trabajo
magnífico matándolos. Además… ―Dorian miró a todos los que estaban en la
camioneta―, ?enen a Omar.

El capitán O'Hanlon esperó en el muelle junto al lago, con las manos


detrás de su espalda. Los vientos de febrero abrían su gabardina dándole
escalofríos. La abotonó y luego miró a los pocos pájaros que seguían volando.
El ruido de los neumáticos crujiendo sobre las piedrecillas le dijo que el
hombre a cargo de secuestrar a Samantha Monroe acababa de llegar. Oyó la
puerta del coche al cerrarse y al hombre acercándose.
―Capitán ―lo saludó el hombre.
―¿Has completado tu tarea? ―preguntó, cortando las bromas y
entrando en el tema que tenía entre manos. No tenía mucho tiempo.
O'Hanlon tenía que reunirse con el vicealmirante James en una hora. 175
Ese era otro problema que todavía estaba tratando de solucionar, pero
al parecer el vicealmirante era un poco más cauteloso de lo que O'Hanlon
había previsto.
―Se nos escaparon los dos hombres de operaciones especiales.
O'Hanlon se pasó la lengua por su labio inferior. ―¿Así que está de
vuelta con su padre?
Podía oír la vacilación en la voz del hombre. ―Lo siento, señor.
―Bueno ―comenzó mientras sus ojos observaban las capas blancas
sobre el agua. Alzó la mirada a los cielos, se avecinaba una tormenta―,
fueron entrenados por los mejores.
―Sí, señor.
O'Hanlon metió la mano en el bolsillo interior de su larga gabardina y
apretó el gatillo, el silenciador amortiguando el ruido del disparo.
Mientras el cuerpo caía al suelo, O'Hanlon se giró caminando hacia su
coche. ―Sin excusas ―murmuró en voz baja mientras subía a su auto y se
alejaba. Una vez que estuvo lejos de los muelles, O'Hanlon sacó su móvil.
―Señor ―respondió la persona al otro lado de la línea con un tono
seco y profesional.
―Procedan. ―O'Hanlon colgó. No había nada que hubiese amado más
que estar presente cuando la casa de Nueva Orleans volara por los aires, pero
sabía que eso era imposible. O'Hanlon tenía que mantenerse alejado de la
situación.
El teléfono de Enrique podía haber dejado de funcionar, pero no antes
de que O'Hanlon se enterara de a dónde se dirigían.
Sólo tenían que recuperar la tarjeta de datos de Sasha antes de que su
cuerpo fuera incinerado por la explosión.

176
Capítulo Veintidós
Los puños de Boston se apretaron en su regazo mientras miraba el
puesto de control en la carretera. Sabía que los cambia formas estaban
siendo cazados hasta el punto de la extinción, pero su padre le había
mantenido lejos de todas las cosas horrorosas que estaban sucediendo.
Incluso había llegado tan lejos como para darle tutorías en casa.
Esta era la primera vez que salía al mundo desde que comenzó la
guerra, pero sabía que el control en la carretera era algo muy malo.
—Mierda —maldijo Bryson por lo bajo—. No tengo sangre para ellos.
—Usa la nuestra —ofreció Howard rápidamente. Boston no tenía ni
idea de qué estaba pasando hasta que observó al doctor en acción. Se metió
a un lado de la carretera, lo bastante escondido para que los policías no
pudieran verlos, y luego agarró su bolsa del suelo, a los pies de Boston.
—¿Qué estás haciendo?
—Salvando nuestras vidas —dijo Bryson mientras trabajaba 177
rápidamente extrayendo la sangre de Howard. El olor golpeó a Boston con
fuerza, pero sintió una mano en su nuca, apretándolo. Era Mason.
—Respira con calma.
Boston cerró sus ojos, pero eso no estaba ayudando. El pequeño
pinchazo casi estaba haciendo que se alargarán sus colmillos. Trató de
sacudir su cabeza para aclararla, pero eso no estaba funcionando. Todo lo
que podía pensar era en lamer la sangre de Howard, y luego morderlo.
—Sácalo del auto —ordenó Bryson mientras trabajaba
frenéticamente—. Si se transforma estamos jodidos.
Mason sacó a Boston del asiento delantero, arrojó un pesado brazo
sobre su hombro, y caminó hacia el maletero. —Respira profundamente.
El aire frío estaba ayudando. El olor metálico de la sangre ya no
nublaba su mente. Boston podía pensar más allá de la niebla roja que había
estado zumbando en su cabeza. —¿Cómo lo haces? —preguntó Boston— ¿Es
porque soy un neófito?
—Joder, no —respondió Mason—. Todavía tengo problemas cuando
huelo sangre e intento no cambiar. No creo que ningún cambia formas pueda
manejarlo. Incluso Rick se siente afectado a veces.
—¿Qué pasa con Sasha? —preguntó Boston. No estaba seguro por
qué, pero en el momento en el que posó sus ojos en el gato quedó fascinado.
Tal vez, fue el hecho de que Sasha había estado en su forma animal. Boston
no estaba seguro. Pero en su mente sabía que sufría algún extraño tipo de
culto al héroe.
—Tampoco lo controla por completo.
Boston asintió mientras miraba sobre su hombro, viendo la carretera
frente a ellos. —¿Qué vamos a hacer? Mi padre me dijo que los policías
comprueban buscando sangre irregular.
—Nos haremos el test —respondió Mason. El hombre lo hacía sonar
tan simple, pero Boston sabía que no lo era. Estaban arriesgándose bastante.
—¿Por qué no podemos simplemente darnos la vuelta e ir por una ruta
diferente? 178
Mason cruzó sus brazos sobre el pecho, mirando detrás de él hacia la
carretera frente a ellos, y luego sacudió su cabeza. —Porque este es el
camino más rápido hacia Nueva Orleans. Incluso si nos las arreglamos para
darnos la vuelta, habrá otros bloqueos. Tenemos que pasar por ellos.
—¿Qué pasa si no funciona? —Boston verbalizó sus miedos—. ¿Qué
pasa si descubren que somos cambia formas? Puede que mi padre me haya
mantenido protegido, pero sé que los pueblos están desiertos y las ciudades
también. Nadie va a ayudarnos.
Mason ahuecó su rostro. —Tienes que mantenerte calmado, Boston. Si
entramos en pánico ahora, si cedemos ante nuestros miedos ganarán. La
única manera en la que vamos a lograr atravesar todo esto es si trabajamos
juntos. Siéntate atrás. Quiero que te sientes entre Howard y Lillian. Me
sentaré delante.
Boston asintió rápidamente. Quería salir, ver que estaba pasando en el
mundo, pero su padre no se lo permitió. Ahora que estaba aquí afuera,
Boston quería regresar a su casa.
Pero nunca podría volver a casa.
Todo lo que conocía se había desvanecido, y tenía que ir donde iba el
grupo de Rebeldes.

Nate se apartó rápidamente de la carretera cuando vio un vehículo en


la distancia. No estaba seguro de quién era. Si los pasaba el Suburban,
volvería a llamar al teléfono de Benito. Pero Nate iba permanecer escondido
hasta que estuviera seguro.
Trepó a un costado de la carretera, asegurándose de que él y Selene
estuviesen bien escondidos mientras los pasaba el vehículo. Sus ojos se
convirtieron en lo del lobo mientras Selene comenzaba a cambiar a humana.
Maldición. Ahora iba a estar desnuda y congelada. Al menos cuando
era una loba permanecía caliente con su pelaje. —¿Cómo te sientes, cariño?
—preguntó Nate mientras se quitaba la manta de su cintura y la usaba para
cubrirla. 179
—F-Frío —dijo Selene con sus dientes castañeando.
La acercó a él, frotando sus manos sobre su piel. Lucía completamente
curada, pero eso no quitaba que Nate se sintiera tan malditamente culpable
por lo que había pasado.
—No lo hagas —susurró Selene en el pecho de Nate.
—¿Qué no haga qué? —le preguntó.
—Sentirte culpable. —Selene reclinó su cabeza mirándolo con esos
hermosos ojos—. Además, ¿cómo crees que terminaste noqueado?
Nate estaba impresionado. —¿Me noqueaste? —Trató de imaginarse a
Selene pateando el trasero de su bestia, pero no podía. Era cierto que no
podía recordar que ocurrió, pero ¿la pequeña Selene pateó su culo? Dios,
rezaba para que nunca se lo contara a nadie, especialmente a Sasha. Nate
nunca volvería a vivir en paz.
—No luzcas tan malditamente sorprendido —masculló como si le
ofendiera que Nate no pudiera creer que había logrado dejarlo
inconsciente—. El tamaño no importa todo el tiempo.
Nate no pudo contener su sonrisa. —Créeme, sí importa.
Tembló uno de los extremos de su boca y Nate pudo ver que estaba
tratando de no sonreír. —Sabes lo que quiero decir.
Nate no quería preguntar, pero tenía que saber. Le estaba
carcomiendo vivo no poder recordar qué había pasado en ese laboratorio. Y
eso es lo que era, un laboratorio. Habían experimentado con él y Nate sentía
que lo habían violado de la peor manera. Le habían robado su libertad,
forzándolo a hacer algo que jamás habría hecho si no hubiera estado
drogado. —¿Qué pasó, Selene?
—No fue tu culpa, Nate. —Se acurrucó más cerca—. No me voy a
quedar aquí sentada entregándote crueldad innecesaria diciéndote lo que no
recuerdas. —Su tono era firme e inflexible, diciéndole a Nate que no iba a
ceder en este tema. Quería discutir, pero Nate había estado junto a Selene el 180
tiempo suficiente para saber que era terriblemente testaruda.
Ahuecó su rostro inclinándolo hacía atrás y miró sus bonitos ojos. —Lo
lamento.
Sus labios se separaron levemente mientras daba un pequeño
asentimiento. Estaban escondidos en una zanja a un lado de la carretera,
ambos desnudos y con los traseros congelados, y todo lo que Nate podía
pensar era en besarla. —Necesitamos generar calor corporal —ofreció poco
convincentemente.
Le sonrió, haciendo que el corazón de Nate se derritiera. —No
necesitas darme excusas, Nate. Todo lo que tienes que hacer es mirarme y
soy toda tuya.
—¿Mirarte cómo? —preguntó Nate.
—Como si fuera la única persona que te importa en el mundo. —
Selene rodó sus ojos—. Y al irritante gato, también.
Nate se rio suavemente. —No es tan terrible. —Cuando Selene le dio
esa dura mirada, Nate se encogió de hombros. —De acuerdo, no es tan
terrible cuando está dormido. Pero tienes que admitir que Sasha mataría una
roca por ti.
—¿Qué significa eso? —preguntó Selene y luego sacudió la cabeza—.
No importa. —Deslizó su mano hasta la nuca de Nate y lo acercó, su lengua
lamiendo su labio inferior. Nate gimió ante la vista. La reacomodó hasta que
quedó a horcajadas sobre su regazo y luego envolvió la delgada y maltrecha
manta alrededor de sus hombros. Sus manos subían y bajaban por su espalda
mientras hacía su mejor esfuerzo tratando de mantenerla caliente.
Daría cualquier cosa por poder llevarla a un lugar cálido ahora mismo.
Nate odiaba el hecho de que estuviera aquí afuera expuesta a los elementos
con nada más que una manta de primeros auxilios envuelta a su alrededor.
Selene se inclinó hacia adelante, mordisqueando su labio inferior. —Deja de
pensar tanto.
Su excitación femenina flotó hasta Nate, diciéndole que estaba tan
181
necesitada como él. No sólo necesitaban el consuelo después de la penosa
experiencia que acaban de atravesar, sino que también se necesitaban el uno
al otro. El lobo de Nate se estaba volviendo loco sabiendo que de alguna
manera le había causado dolor. Nate alzó a Selene, dejándola caer sobre su
polla y dejando escapar una larga exhalación mientras envolvía su femenino
calor a su alrededor.
—Eres tan increíblemente grande —gimió Selene—. Me encanta.
Dios, su coño estaba tan apretado, se sentía tan bien envuelta
alrededor de su polla. Nate olvidó donde estaban, qué estaban esperando,
pero no sus alrededores. Seguía manteniendo un oído atento sólo en caso de
que tuvieran invitados no deseados en las inmediaciones.
Mataría a cualquiera que le trajera más dolor a Selene. Tal vez fuera
capaz de defenderse sola, pero seguía siendo un hombre que sentía que
protegerla era su prioridad número uno. La dura tierra se enterró en la
espalda de Nate, pero no causó dolor suficiente para que se detuviera. No
cuando Selene lo miraba con tal desesperación.
Besó ambos lados de su boca mientras empezaba a subir y bajar por su
polla, su húmedo coño calentaba su cuerpo y le traía un gran placer a Nate.
—¿Alguna vez pensaste que estaríamos teniendo sexo al aire libre? —
bromeó ella.
—Nunca pensé que tendríamos sexo —admitió mientras sus manos se
deslizaban por sus costados y agarraban sus caderas.
—¿Por qué? —le preguntó.
En vez de responderle, Nate metió su lengua en lo profundo de su
boca, saboreando su dulzura mientras embestía con su polla más
profundamente, devorando los pequeños ruidos sexuales que emitía. Nate
podría escucharlos todo el día y nunca se cansaría de su dulce placer.
Nate la sostuvo mientras se sumergía más profundo en su interior,
observando con maravillado asombro como se derretía en sus brazos, su
coño convulsionando alrededor de su polla, ordeñándola mientras lo 182
montaba con más fuerza, su cabeza cayó hacia atrás mientras gritaba su
nombre.
Con unos cuantos empujes más Nate gruñó su liberación, sujetando a
Selene mientras envolvía sus brazos a su alrededor, apoyando su cabeza en
su hombro.
—Bueno, esa es una vista maravillosa.
Nate sonrió cuando oyó la voz de Sasha. —Teníamos que mantenernos
calientes.
—Sí, y meter tu polla en su coño derritió el frío en el aire de aquí a
unos quince kilómetros.
Nate giró su cabeza y le sonrió a Sasha. —Sólo te sientes ofendido
porque no la follaste.
Sasha le guiñó un ojo a Nate. —O tal vez estoy molesto porque no te
follé.
La polla de Nate se contrajo ante la idea. Nunca antes había jugado al
pasivo, pero la sonrisa que le estaba dando Sasha le recordaba por qué se
había enamorado del leopardo en primer lugar. Era pecaminosamente
retorcido. Deslizándose colina abajo, Sasha les arrojó algo de ropa.
—Se acabó la hora de juego, niños y niñas. Vimos una caravana militar
hace un kilómetro. Necesitamos seguir moviéndonos.
Selene se puso de pie, agarrando la ropa de la mano de Nate. Pero
antes de que pudiera vestirse Sasha la agarró por detrás y pasó sus manos
sobre su estómago plano. —¿Vas a ser igual de generosa conmigo, pequeña?
Sonrió y palmeó su mejilla. —Sólo si me dejas dispararte primero.
Sasha emitió un gruñido gutural en su oído. —Siempre sabes qué decir
para ponerme caliente. —Le dio un pellizco a sus pezones antes de que se
vistiera. Sasha la observó mientras se ponía sus pantalones, pero Nate podía
ver que el hombre le dirigía miradas furtivas. Nate sintió que se sonrojaba
ante la aparente aprobación de Sasha. Le guiñó un ojo a Nate antes de
girarse y volver a subir por la colina. 183
—Dios, es un coqueto —se quejó Selene, pero Nate podía decir que no
había tensión en sus palabras. Sí, le estaba comenzando a gustar sus
comportamientos seductores. Una vez que se hubieron vestido, Nate salió de
la zanja detrás de Selene y luego se subió al Suburban.
—¿Están bien, chicos? —preguntó Rick, pero Nate vio que un lado de la
boca del hombre estaba temblando.
—Estamos bien —respondió, pero podía oír las risas provenientes del
asiento trasero de la camioneta. Disparó una mirada reprobadora a Benito y
Miguel, pero eso sólo hizo que se rieran a carcajadas. Sasha se sentó junto a
los dos ejecutores, riéndose con ellos.
—Aligera. —Selene empujó su hombro contra el suyo.
Nate ignoró al resto—. ¿Descubriste algo sobre…?
—No en la camioneta. —Rick cortó a Nate y luego volvió a entrar en la
carretera—. Sasha necesita encargarse de algo antes de que podamos hablar.
Nate miró hacia atrás y vio a Sasha sujetando su móvil y luego colocó
un dedo sobre sus labios. Nate estaba realmente confundido, pero asintió.
—Tenemos que hablar —articuló Selene hacia Rick—. Ya sé lo que está
pasando.
Nate deseaba que así fuera. Estaba ahí sentado sin idea de nada. Su
pulso se aceleró cuando Sasha se inclinó hacia adelante, sus labios tocaron la
concha de la oreja de Nate. —No luzcas tan confundido, mi pequeño botón
de oro7. Te explicaré todo después de joderte esta noche hasta dejarte en
estado de coma. —El hombre mordisqueó la oreja de Nate antes de echarse
para atrás.
—Vuelve a llamarme botón de oro y la única cosa que harás es tratar
de levantarte del piso —dijo Nate con un gruñido.
Sasha se rio. No era una de sus risas seductoras, sino una risa genuina y
muy natural. La expresión hizo que sus ojos gatunos brillaran con diversión.
Maldición, Sasha se veía bien. No estaba siendo coqueto, o un alfa, estaba
siendo él mismo y Nate amaba verlo así. —Veo que Selene ha estado 184
dándote lecciones durante la charla de almohada.
No parecía haber manera de insultar al chico, al menos no por Nate ni
Selene. Nate estaba bastante seguro de que cualquier otra persona estaría
lidiando con un leopardo enojado si hablaban a Sasha de esa manera.
—Puedo dispararle por ti —añadió Benito.
Sasha gruñó mientras Nate se reía entre dientes.
—No gracias, dulzura —respondió Selene por Nate—. Sin importar
cuán irritante sea el hombre, tiene sus usos.
Nate miró a Selene boquiabierto. ¿Era la misma mujer que había
jurado que le daría de comer sus propias bolas a Sasha? No estaba seguro de
qué se le había metido, pero le gustaba.

7
Buttercup: Ranúnculo o botón de oro es un tipo de planta.
Capítulo Veintitrés
Rick se abstuvo de la reunión con el secuestrador de Samantha. El
hombre no tenía nada y Rick tenía la tarjeta de datos. Jordison y Corrigan
iban a reunirse con Rick y el grupo en la casa de Deluca y Brooke. Todos
acordaron que sería mejor entregar a Samantha en la seguridad de la casa de
Nueva Orleans. No sólo iba a ver a sus ahijados, Edward había llamado y dijo
que él e Isabelle también iban a reunirse con Rick.
Rick no podía esperar para conocer a su sobrino. Edward le había
agradecido a Rick por rescatar a su primo Phillip del centro de detención y el
rey rata sonaba mejor que nunca antes. Remus también iba a venir con ellos.
Frisk, uno de los miembros de la manada de Edward, había ido a
ayudar a otro grupo de Rebeldes.
—¿Qué crees que vayan a hacer cuando no aparezcamos en la
reunión? —preguntó Dorian tranquilamente junto a él—. No creo que vayan
a inclinarse por la gratitud.
Rick tampoco lo creía. Aun cuando Beastman había alterado el virus,
185
Rick estaba aterrado de que la tarjeta de datos cayera en las manos
equivocadas. ¿Qué pasa si averiguaban lo que había hecho el conejito y lo
revertían? Rick no estaba dispuesto a arriesgarse.
Pero algo le decía que no destruyera la tarjeta de datos. Su instinto le
decía que la guardara. —No estoy seguro, gatito. Pero si aparecemos, sólo
estamos pidiendo ser asesinados.
—Todos sabemos que es una trampa, pero no tengo un buen
presentimiento sobre esto. —Dorian se acomodó en su asiento, mirando por
la ventana a su derecha. Rick extendió su mano y agarró la mano de su
pareja, colocándola en su muslo mientras conducía. Tampoco tenía un buen
presentimiento. Rick no estaba seguro de qué se trataba ese presentimiento,
pero el peso se asentó en su estómago como el plomo.
Podía oír a los otros cambia formas charlando suavemente en la parte
trasera, pero la mente de Rick estaba trabajando horas extra.
No había forma de que la persona o personas que habían estado tras la
tarjeta de datos todo este tiempo se rindiesen así sin más cuando Rick y su
grupo no aparecieran. La información en la tarjeta era demasiado
importante.
¿Entonces qué iban a hacer? ¿Qué iban a hacer cuando Rick no
apareciera? Tal vez necesitaba ponerse en contacto con otros grupos de
Rebeldes en esta área y montar un plan estratégico sólo en caso de que las
cosas salieran mal. Rick se metió en un pequeño centro comercial. Toda la
zona parecía estar desierta, pero había una RadioShack8 al fondo.
—¿Alguien tiene efectivo?
Sasha sacó su billetera. —¿Cuánto necesitas?
—Lo que sea que nos cueste adquirir móviles.
Sasha volvió a guardar su billetera en su bolsillo. —No tengo tanto
efectivo. ¿Por qué no haces como hizo Mason y escribes un IOU9? 186
Las cejas de Rick se alzaron. —¿Mason escribió un IOU?
—Y luego metió la lista de lo que cogió bajo la registradora —sonrió
Sasha—. Será bastante interesante que dejes una nota de deuda. Asegúrate
de firmar con tu nombre falso, así el dueño tiene un pedacito de historia
cuando todo esto haya terminado.
Rick se rio entre dientes mientras salía de la camioneta. —Me
aseguraré de dejarle una copia autografiada de uno de los carteles de se
busca.
Dorian salió de la camioneta, pistola en mano. —Sabes que esos
teléfonos tienen que estar activados.
—Estoy bastante seguro que Edward puede encargarse de eso. —Pero
también necesitaba usar el teléfono de la tienda. Sólo esperaba que
funcionara. Nada le aseguraba que había electricidad en esta zona.

8
Es una cadena de tiendas estadounidense que vende artículos electrónicos.
9
Un documento firmado que reconoce una deuda.
Rick trató de abrir la puerta, aun cuando sabía bastante bien que
estaba cerrada, y luego miró a su alrededor. El estacionamiento estaba
desierto, pero estar tan cerca de Nueva Orleans lo hacía ser extra precavido.
Los hombres que los perseguían también se hallaban cerca.
Maniobró la cerradura hasta que la puerta por fin cedió y luego entró
sigilosamente. Dorian se quedó parado en la puerta, vigilando. Rick reunió los
móviles rápidamente, y luego anotó lo que había tomado en una libreta junto
a la registradora. Una vez que tuvo los teléfonos en la bolsa, Rick probó el
teléfono de la tienda, estaba aliviado de escuchar el tono de llamada.
Marcando rápidamente, Rick se apoyó contra la pared, sus ojos
revolotearon por cada centímetro de la tienda, atento a cualquier ruido
mientras sonaba el teléfono.
—¿Hola?
—Necesito que descubras cuál es el grupo local de Rebeldes —dijo Rick
rápidamente.
—¿Dónde estás? 187
—Cerca de Nueva Orleans. Estoy en Luisiana.
—Esos deberían ser los hombres lobo. Apunta este número.
Rick lo hizo.
—El nombre del alfa es Fury. Es un imbécil, pero según la información
que recibí, está tan dedicado a esta guerra como nosotros. Ayudará.
—Gracias, Clyde.
—Sólo mantente a salvo. He estado oyendo rumores de que las fuerzas
armadas se están reuniendo aquí. No sé si es porque se corrió la voz de que
los más buscados se están reuniendo en la ciudad, o si viene algo más. Justo
ahora mi grupo está ayudando a Freedman a montar un plan de ataque para
desmontar el último centro de detención. Ese soldado está empecinado en
sacar a su amigo.
Un estremecimiento recorrió la columna de Rick. Sabía que el lugar
estaba fieramente guardado. No iban a arriesgarse. Rick no estaba seguro de
qué iban a hacer ahora que tenían el virus o que él tenía el virus. ¿Seguían
experimentando con cambia formas? —Me mantendré bajo el radar.
—Eso espero. Los grupos de Rebeldes a lo largo de la nación están
listos para moverse en cuanto des la señal. Sólo di una palabra y estaremos
reunidos dentro de una semana.
—¿Recuerdas nuestra conversación cuando nos reunimos por primera
vez? —preguntó Rick.
—Sí, y todavía creo que eres el hombre adecuado para el trabajo. No
dejes que la duda empiece a disuadirte de lo que tienes que hacer, Rick.
Necesitamos comenzar a dirigirnos hacia Washington. Ha estado demasiado
quieto por allá. No estoy muy seguro de qué están planeando, pero
necesitamos voltear el tablero.
Rick mordisqueó su labio inferior por un momento y luego habló. — 188
Tengo algo en mi poder, pero no estoy seguro de que hacer al respecto. —
Rick le explicó crípticamente a Clyde sobre la tarjeta de datos y cómo
Beastman había jodido la fórmula.
El hombre oso emitió un grave silbido. —Creo que sé qué puedes hacer
con ella.
Bien, porque Rick no tenía ni idea. Había sido desarrollado para dañar a
los cambia formas. No sabía qué podía hacer para asustar a los humanos con
la tarjeta. —Cuéntame.
—Necesitamos encontrarnos cara a cara. Encárgate de lo que sea que
tengas que hacer en Nueva Orleans y luego reúnete conmigo en las Dakotas.
Si no he muerto ayudando a Feedman, entonces hablaremos. —Clyde hizo
una pausa—. Sin importar lo que hagas, no pierdas la tarjeta.
—Te llamaré cuando estemos cerca de ti. —Rick colgó y luego marcó el
número que le había dado Clyde. Cuando respondió el alfa de los hombres
lobo, Rick le explicó quién era rápidamente.
—El famoso Enrique Marcelo. ¿A qué debo tal honor?
—Estoy en Luisiana. Tengo el presentimiento de que me darán la
bienvenida cuando me encuentre con algunos amigos en Nueva Orleans.
—Señala la hora y el lugar y me aseguraré de que tengas ojos en lo alto
de los árboles.
Rick le dio el lugar y la hora y luego colgó. Agarró la bolsa con los
teléfonos y cargadores que estaban sobre el mostrador y salió rápidamente
de la tienda. Sabiendo que tendría ojos en la casa de Brooke, se sentía
ligeramente mejor sobre lo que estaba pasando.
Ni siquiera estaba seguro de que alguien supiera acerca de la casa en
Nueva Orleans, pero era mejor errar por precaución considerando que todos
aquellos por quiénes se preocupaba iban a reunirse en esa única ubicación.

189
Capítulo Veinticuatro
Sasha se quedó parado en la sala de estar cuando llegaron a la casa de
Nueva Orleans. Observó cómo Rick jugaba con sus ahijados y todos se
paraban a su alrededor para que les prestara atención. Samantha debía de
llegar mañana, junto con la hermana de Rick y su familia.
A pesar de que la casa estaba muy fortificada, Sasha sabía que tenían
que trasladar a todos a otra ubicación, algún lugar desconocido y bien
escondido. Está casa era demasiado vulnerable, estaba demasiado expuesta.
Si alguno de sus enemigos se enteraba de la reunión de mañana, este sería el
punto más caliente de los Estados Unidos.
Sus enemigos no sólo correrían hasta aquí, sino que la recompensa de
la mayoría de las cabezas de los hombres de esta habitación era astronómica.
Podrían fundar un pequeño pueblo si reclamaban la recompensa de cada
cabeza, incluida la de Sasha. Había otros que ni pestañearían al volverse en
su contra.
Sasha estaba agradecido por los Rebeldes que se habían ofrecido como 190
voluntarios para mantener un ojo en el lugar, pero no confiaba en ellos.
Diablos, no los conocía. Esta reunión de los Rebeldes más buscados era una
tentación demasiado grande incluso para la mayoría de los bien
intencionados.
—Aterrador, ¿verdad? —preguntó Selene cuando se trasladó junto a
Sasha. Metió sus manos en sus bolsillos traseros, mirando a la gente que los
rodeaba. —Tantos amigos, tantos hombres buscados.
—Somos cambia formas. Somos gente perseguida sólo por nuestro
ADN licantrópico.
Ella le dio una mirada cortante. —Sabes lo que quiero decir.
Lo sabía. —Creo que deberíamos sacarlos a todos. Está casa no es el
lugar más seguro. —Sasha no podía ahuyentar la sensación de que iba a
pasar algo cuando llegaran todos.
—Desafortunadamente, eso no es nuestra decisión. —Selene cruzó la
habitación, los ojos de Sasha pegados en el meneo de sus caderas. ¿Esa
pequeña zorra estaba seduciéndolo? El leopardo en su interior descubrió sus
dientes, deseando darle un mordisco.
Contuvo al leopardo… por ahora. La bestia quería lanzar a Selene sobre
el piso y montarla, morder su cuello reclamándola. Siguió a la loba, sus ojos
nunca abandonaron sus curvas mientras Selene entraba en el dormitorio que
les habían dado para esta noche.
Sonrió para sí cuando vio a Nate sentado en la cama, observando las
noticias. Silenciosamente, cerró y le puso el seguro a la puerta. Tenía planes
muy retorcidos que incluían joder a ese gran hombre.
Por supuesto, Sasha no esperaba que Nate cediera fácilmente, pero
Sasha esperaba con ansias la pelea por la sumisión tanto como el sexo en sí.
Su polla se tensó ante las imágenes de Nate luchando desnudo.
Selene tomó asiento en una silla de apariencia cómoda junto a la cama, 191
sus ojos fijos en la televisión. Iba a darle un show que no olvidaría pronto, y
luego iba a asegurarse de que se les uniera.
La imagen de tenerlos a ambos era realmente erótica.
Además, quería fastidiarlos por permitir que les hicieran daño. Los
protectores y posesivos pensamientos nublaron su mente, acercándolo a la
cama. Sasha se extendió acostándose sobre su estómago mientras escuchaba
la transmisión.
Hoy cientos están marchando en las calles de Washington como señal
de protesta en contra de la guerra. Muchos creen que el descubrimiento de los
no humanos no es más que una maldición en la sociedad, mientras otros creen
que toda vida es valiosa.
El número de infectados ha aumentado vertiginosamente, y las fuentes
militares creen que las medidas primarias de defensa contra las especies
deben estar basadas en la munición de plata y ultravioleta. Si llegarán a
aparecer no humanos tendrían una sensibilidad fatal ante aquellas medidas.
Los Test de Anomalías Sanguíneas han probado ser defectuosos, pero el
gobierno asegura a la gente de los Estados Unidos que aquellos presuntos
infectados serán detenidos para realizarles pruebas más exhaustivas.
En otras noticias, la bolsa de Wall Street se ha desplomado al nivel más
bajo de todos los tiempos…
Sasha desconectó de las noticias. Sabía muy bien que aquellos
presuntos infectados no eran detenidos para hacerles exámenes más
exhaustivos. Sacó las noticias de su mente, regresando al interés inicial
cuando entró en la habitación. Manteniendo su cabeza fija en la televisión,
Sasha se estiró y pasó las puntas de sus dedos sobre la piel expuesta justo
sobre la pretina de Nate.
El grueso pulgar de Nate presionó el control remoto, pero Sasha podía
oler la creciente excitación del hombre flotando en el aire. Inundando sus
pulmones la dulce fragancia, Sasha se inclinó y lamió un sendero a través de
la suave piel de Nate. Podía sentir un fino temblor recorriendo el cuerpo de
Nate, pero el hombre no se movió. Era como si estuviera esperando para ver
cuál sería el próximo movimiento de Sasha. 192
Sasha no se dejó engañar. Este poderoso hombre no iba a permitir que
Sasha lograra su cometido. Nate lo estaba sintiendo, sólo permitiéndole ir tan
lejos.
La lujuria clamaba dentro del cerebro de Sasha mientras la necesidad
de tener a Nate transportó afiladas agujas de sensación sobre cada
terminación nerviosa y directo a su polla. Sasha sabía, oh, cómo sabía que
Nate no iba a retorcerse debajo de él, pero sabía que esta noche efectuaría
un reclamo.
Dos de hecho.
Alisando su mano contra la piel de Nate, la subió por los fuertes
músculos de la espalda de Nate, sintiendo las ondulaciones de deseo
provenientes del hombre lobo. Sasha enterró su lengua aún más abajo,
siguiendo la costura de la pretina y luego la punta de su lengua lamió el lugar
donde comenzaba el pliegue de Nate.
Nate siseó.
La polla de Sasha era un pedazo de acero puro, estrangulada en sus
vaqueros mientras se arrodillaba. Con ambas manos, Sasha se quitó la camisa
lanzándola a un lado. Pensó que Nate lucharía cuando agarró el dobladillo de
la camisa del hombre, pero Nate levantó sus brazos y permitió que Sasha se
la quitara por la cabeza.
Presionó su pecho contra la acalorada espalda de Nate. El contacto piel
con piel era impresionante. Con malicia, su hambre se alzó al frente de sus
sentidos. La única cosa que Sasha podía pensar era en tener a Nate, poseerlo,
convertirlo en su pareja.
Cuando Nate agarró a Sasha y lo tiró sobre sus musculosos muslos,
Sasha ni siquiera intentó moverse. Le interesaba mucho ver a donde iba esto.
Dio un bajo ronroneo mientras Nate agarraba su cabello y tiraba de él. —
¿Qué planeas hacer, Nate? —bromeó Sasha.
En vez de responderle, Nate agarró con fuerza el cabello de Sasha, el
gruñido gutural que abandonó los labios del hombre lobo fue la única
advertencia que tuvo Sasha antes de que sus bocas colisionaran. La lengua de
Nate frotó la suya, en ese beso se hallaba la lucha por la dominación. 193
Sasha podía sentir el alborotado placer alzándose dentro de Nate antes
de colocar las palmas de sus manos en el amplio pecho y empujar,
tumbándolos en el otro extremo del colchón. —Sométete —gruñó Sasha.
Nate volvió a tirar de su pelo, sus ojos verde jade empezaron a llenarse
con pequeños destellos de color amarillo. —Ya quisieras.
Sus caderas corcovearon, moliendo su polla en la tela de los vaqueros
de Nate. —Sabes que quieres tener mi polla enterrada en tu apretado
trasero, Nate. Admítelo.
Sasha podía oler la dulce excitación femenina llenando el aire y sabía
que Selene estaba sentada en la silla con las piernas cruzadas bajo su cuerpo,
observándolos. Sasha extendió la mano y desabrochó los vaqueros de Nate,
bajando el cierre lentamente mientras tomaba los suaves labios de Nate en
otro abrasador beso. El beso no estaba destinado a ser suave, ni gentil. Era
una poderosa batalla que tenía intención de ganar.
Gruñendo en la boca de Nate, Sasha dijo: —Selene, quítale los
pantalones.
Cuando titubeó, Sasha apartó su cabeza, efectivamente removiendo el
agarre que Nate tenía sobre él. Con sus veloces reflejos, Sasha apresó las
muñecas de Nate a ambos lados de la gloriosa cabeza del hombre. —
Quítaselos, Selene.
—¿Estás forzándome? —preguntó Nate entre pequeños jadeos.
Sasha lamió el labio inferior del hombre. —Créeme, para cuando haya
terminado de jugar contigo, estarás rogando. —El húmedo calor de la lengua
de Nate, la satinada suavidad de los labios del hombre lobo debajo de los
suyos, eran como un narcótico del cual no podía desprenderse.
Sasha quería consumir al hombre.
Levantando sus caderas, Sasha continuó atacando la boca de Nate
mientras Selene le quitaba los pantalones. Cuando Nate luchó contra sus
muñecas apresadas, Sasha le dio un gruñido de advertencia. Era bajo y vibró
en su pecho.
—¿Crees que tomarme será así de fácil? —preguntó Nate.
194
—Realmente espero que no —respondió Sasha con honestidad justo
antes de que Nate invirtiera su posición, fijando a Sasha contra el colchón. Un
bajo gemido abandonó sus labios cuando vio que Selene había tenido éxito
deshaciéndose de los pantalones del hombre. Giró su cabeza para verla
parada junto a la cama, sosteniendo los vaqueros de Nate en sus brazos y
mirándolos con los labios ligeramente separados. Sus ojos, de ese color verde
amarillento, estaban abiertos ampliamente debido a su agitada excitación.
—¿Qué tal si en vez de eso follo tu culo? —Nate gruñó el desafío—.
¿Te gustaría sentir mi gruesa polla estirando tu culo?
Una afilada respiración fue exhalada de los pulmones de Sasha, no sólo
por la sensación de la piel repentinamente ruborizada contra la de Nate, sino
por la sugestiva amenaza.
Sasha lamió un largo sendero cruzando la clavícula de Nate y emitió un
bajo y provocativo ronroneo. —Si crees que puedes hacerlo, entonces hazlo.
—Con fuerza bruta, Sasha salió de debajo de Nate y se posicionó arriba,
presionando el pecho del hombre contra el colchón—. Pero no creo que seas
lo bastante rápido, botón de oro. —Meció sus caderas, frotando su miembro
cubierto por el vaquero en el culo del hombre—. Te gusta eso, ¿verdad? —
Apretó sus manos en las muñecas del hombre.
—Te lo advertí —gruñó Nate.
Sasha se inclinó colocando un suave beso en la oreja del hombre. —
¿Qué? ¿Vas a dispararme?
Cuando unos suaves dedos empezaron a desabrochar los pantalones
de Sasha, este ronroneó su aprobación. Selene se los quitó rápidamente.
Maldición, era una joya. Tan pronto como su polla estuviera enterrada en el
diminuto agujero del hombre, iba a tener que asegurarse de que fuera bien
recompensada.
Y reclamada.
Ninguno iba a salir de esta habitación hasta que Sasha los hubiese
hecho suyo. Sasha ladeó su cabeza. —Ven aquí, mi pequeña zorra. —Selene
se acercó y Sasha mordió su labio inferior—. Hueles tan malditamente dulce.
Tu coño está húmedo, ¿verdad? —Mientras Sasha hablaba, dejó que su
liberada polla recorriera arriba y abajo la ranura de Nate. 195
Selene asintió.
—Dame un minuto para convencer a este glorioso hombre que me
permita joderlo, y jugaremos contigo con el mismo afán, bebé.
Sasha tenía sus caninos sujetos en el hombro de Nate, sin romper la
piel y gruñía contra la carne. —Sométete.
—Jódete —respondió Nate acaloradamente.
—Oh, planeo hacerlo. —Sasha liberó el hombro del hombre y frotó su
mejilla a lo largo de la suave piel—. Dime, Nate. ¿Te gusta el ángulo de mi
triángulo10 contra tu culo?
Nate giró su cabeza, sus cejas estaban fruncidas. —¿Tú qué?
Sasha se sumergió rápidamente en la boca de Nate, en el cálido poder
de esos sedosos labios antes de estirarse y pasar la punta de un solitario
dedo a lo largo de la entrada del hombre.

10
El juego de palabras se pierde un poco al traducirse al español.
Nate se estremeció.
—Puedo hacer que realmente disfrutes de esto, cariño —susurró en el
oído de Nate—. Puedo hacer que te deshagas, dándote tanto placer que tu
mente explotará. Confía en mí, Nate. Dame lo que quiero.
Sasha se deslizó por el cuerpo del hombre y separó las apretadas
nalgas del bonito y respingón culo del hombre. Su lengua revoloteó mientras
probaba el culo de Nate por primera vez. El aroma almizclado atravesó los
sentidos de Sasha mientras era engullido por las llamas del deseo.
Nate se arqueó, presionando su culo más cerca de los labios de Sasha.
Sasha deslizó una mano por debajo de Nate ahuecando sus bolas y
masajeándolas en su mano. Usó su mano libre para asir el brazo de Selene y
luego la tiró hacia ellos.
Sin que le dijeran qué hacer, Selene se deslizó bajo Nate y tomó la polla
del hombre lobo en su boca. Sus labios se extendieron, sus mejillas se
ahuecaron. Sasha ronroneó antes de volver a lamer el culo del hombre.
Nate gruñó, su culo se levantó más mientras permanecía sobre sus 196
manos y rodillas. Sasha estiró su brazo y comenzó a jugar con el coño de
Selene usando su pulgar para circundar su hinchado clítoris. Nate y Selene se
retorcían de placer, sus aromas combinados inundaban la habitación con su
abrumadora excitación.
Usando nada más que su saliva, Sasha deslizó la punta de su dedo en el
apretado culo del hombre. Dios, los músculos se aferraron a su dedo como
una abrazadera. Sasha iba a asegurarse de que el hombre estuviera bien
relajado y estirado antes de tomarlo.
Nate se quedó quieto.
Sasha mordió una nalga mientras deslizaba lentamente un dedo en su
interior.
—Sasha. —La voz de Nate sonó grave y deliciosamente rasposa.
Sasha podía sentir los músculos internos, flexionándose, ordeñando al
dígito invasor. Sasha deslizó su dedo hasta el fondo, y luego lo retiró,
repitiendo esto una y otra vez hasta que Nate empezó a relajarse.
—Jode a Selene, Nate —le instruyó Sasha, apenas podía mantener el
control. Selene se movió hasta quedar debajo de Nate por completo y luego
envolvió sus piernas alrededor de la gruesa cintura del hombre. Con su dedo
aún enterrado profundamente en el culo de Nate, Sasha observó cómo los
delgados dedos de Selene agarraban la polla del hombre y la colocaba en la
entrada de su coño.
Gemidos desesperados empezaron a llenar los oídos de Sasha mientras
Nate se adentraba centímetro a centímetro, conduciéndolos a un mundo de
hambre sensual, calor y anhelo que sólo aumentaba más y más. La polla de
Sasha pulsó mientras alcanzaba bajo Nate, sintiendo que la polla del hombre
se asentada en las profundidades de coño de Selene.
Sasha volvió a lamer el culo de Nate, lenta, oh tan lentamente,
insertando otro dedo y estremeciéndose ante la ajustada sensación. Su polla
se contrajo, palpitando, enviando a Sasha casi hasta el punto del orgasmo
deleitándose en las imágenes que plagaban su mente, imágenes eróticas de
él enterrado profundamente en el interior de Nate.
Cuando Nate empezó a moverse dentro de Selene, Sasha jodió el culo 197
del hombre con sus dos dedos, abriéndolos como tijeras, estirando los
músculos. Los gemidos de Nate se volvieron más sonoros, sus poderosos
muslos temblaban.
Sasha se inclinó presionando sus labios en los de Selene mientras sus
dedos continuaban preparando el cuerpo de Nate para su invasión. Ella gimió
contra su boca, sus uñas raspando sus hombros.
Para su sorpresa, Nate se unió al beso. Fue un poco mojado, sus labios
y lenguas chocaban una contra las otras, pero era tan malditamente sensual
que Sasha casi olvidó que necesitaba tomarse su tiempo con Nate.
Deseaba al hombre, desesperadamente.
—Lubricante —gimió Nate—. Usa lubricante.
Indudablemente, Sasha sonrió triunfante. Sabía que al final el hombre
terminaría rogando. Sasha se bajó de la cama e hizo una carrera contrarreloj
hacia su bolsa. Cogió el lubricante de su interior y regresó con Nate antes de
que el hombre pudiera recuperar el aliento o cambiar de opinión.
Qué bien que Mason le dijo que llevara una botella completa. Puede
que tal vez la necesitara ahora que estaba con ambos lobos.
Con sus dedos bien cubiertos volvió a deslizarlos en el culo del hombre.
Sólo ahora Sasha añadió un tercer dedo.
Nate gruñó.
No había nada más sexy, nada que estuviera tan lleno de lujuria y
excitación sexual como estos debajo de él. Sasha luchó contra la creciente
necesidad que le incitaba a tomar a Nate ahora. Su eje estaba tan lleno que
era casi doloroso.
—Dios, jódelo —suplicó Selene—. Por favor, jódelo.
Sasha se quedó mirando sus ojos nublados por la excitación. —
¿Quieres ver?
Ella se lamió los labios secos y dio un ligero asentimiento.
Sasha quitó sus dedos, lubricó su polla, y con una temblorosa mano
presionó la cabeza roma de su pene en la estrecha entrada de Nate. 198
Nate no detuvo a Selene cuando se retorció bajo él, liberándose y
después se arrodilló junto a los dos. Sasha agarró su mano, envolviendo sus
delicados dedos alrededor de su eje mientras empezaba a entrar en Nate
lentamente.
La respiración de Selene se volvió dificultosa mientras sus ojos se
mantenían fijos en la polla de Sasha. —Se ve jodidamente impresionante,
¿verdad?
—Dios, sí —susurró ella.
—La próxima vez voy a joder tu coño mientras Nate jode tu culo —
ronroneó en su oído. Se adentró un poco más—. Vamos a llenarte, mi
pequeña zorra.
Selene movió su mano, pero sus dedos seguían posados en la polla de
Sasha cuando por fin se asentó dentro del caliente y apretado culo de Nate.
Sus piernas empezaron a temblar mientras luchaba intentando no empujar
contra la tierna carne del hombre. Sasha esperó a que Nate se relajara, para
que su cuerpo aceptara la invasión de su polla.
—Muévete —gruñó Nate.
—Muévete —repitió Selene en un susurro.
Sasha agarró los hombros del hombre y empezó a moverse
lentamente. Él y Selene, observaron cómo su pene entraba y salía del culo de
Nate. Cuando Nate no protestó, Sasha comenzó a moverse con mayor
rapidez.
Los ojos de Selene los observaron acaloradamente, resplandecientes y
necesitados. Sasha liberó una mano del hombro de Nate y metió sus dedos
en las profundidades de su húmedo coño. Selene sujetó uno de sus hombros,
dejando caer su cabeza mientras Sasha la jodía con su mano.
Pero no era suficiente.
Sasha quería más.
Salió del culo de Nate y palmeó su muslo. —Ponte de espaldas.
Nuestra chica quiere cabalgar.
Nate se movió hasta quedar de espaldas. Sasha enganchó sus manos 199
por debajo de las rodillas de Nate y lo acercó de un tirón, volviendo a
empujar dentro del calor abrasador de su cuerpo. Se quedó quieto mientras
Selene deslizaba una pierna sobre las caderas de Nate y se inclinaba hacia
adelante. Sasha agarró la polla de Nate y la sostuvo en su lugar mientras ella
se deslizaba lentamente.
Qué vista más increíble.
Cuando Selene comenzó a moverse, Sasha también lo hizo. —¿Te gusta
el placer doble? —le preguntó Nate.
—Oh, demonios —gimió Nate—. Joder, sí.
Sasha sonrió mientras se movía más rápido, embistiendo más
profundo. Los músculos se aferraban a su pene con tanta fuerza que Sasha ya
estaba tambaleándose en el borde. Se enfocó en la delgada espalda de
Selene, viendo cómo el sudor brillaba en su piel. Se inclinó y lamió un largo
sendero que subía por su espalda y luego mordisqueó su hombro. —Voy a
reclamarte, mi pequeña.
Sin decir ni una palabra, Selene se echó hacía atrás, apoyando su
cabeza en el pecho de Sasha. Besó su mandíbula mientras embestía el culo
de Nate con más fuerza. Cuando bajo la mirada para ver a Nate, el hombre
estaba observándolos intensamente, sus ojos estaban tan vidriosos como los
de Selene.
Sasha le guiñó un ojo mientras estrellaba su polla contra el cuerpo de
Nate. Los ojos del hombre rodaron hacia la parte posterior de su cabeza
mientras Selene montaba a Nate con más entusiasmo.
—Oh, dios… Nate… cerca —empezó a murmurar Selene.
Nate agarró sus caderas embistiendo hacia arriba mientras Sasha
empujaba hacia adelante. Su ritmo era una cosa hermosa, al mismo tiempo
que Selene arqueaba su espalda y gritaba su clímax. Sasha lamió su hombro y
luego mordió su suave piel con mucha fuerza. Nate la reacomodó,
mordiendo su otro lado.
Selene gritó de nuevo cuando la reclamaron.
Cuando empezó el declive, ambos hombres liberaron sus dientes de su 200
carne y la bajaron lentamente para apoyarla contra el pecho de Nate.
Los caninos de Nate estaban relucientes, haciéndolo lucir tan
jodidamente bien que Sasha redobló sus esfuerzos y se movió a la velocidad
de la luz, arremetiendo contra el cuerpo del hombre. —Ven aquí para que
pueda reclamarte —gruñó Sasha.
Nate colocó gentilmente a Selene junto a él en la cama y luego posó su
mano tras el cuello de Sasha, jalándolo hacia abajo. Al mismo tiempo, ambos
hundieron sus caninos en el otro. Gruñó con fuerza cuando su polla explotó
dentro del ardiente canal de Nate.
Selene se movió hasta quedar justo al lado de ellos y luego hundió sus
dientes en el otro lado del hombro de Nate. Nate gritó, su semilla hizo
erupción en su pecho mientras Selene removía sus dientes y mordía a Sasha.
Otra ola de poderosas erupciones atravesaron a Sasha de golpe cuando
se corrió de nuevo. Ambos estaban reclamándolo, ambos querían que fuera
suyo. La revelación lanzó a Sasha sobre el borde. Selene no tenía por qué
reclamarlo. Nate no tenía que corresponder la mordida.
Pero lo hicieron.
Jadeó con fuerza, su boca se secó cuando Sasha liberó su hombro y
apoyó su frente en su sudoroso pecho.
Ahora había sido reclamado.
Sasha le pertenecía a Nate y Selene.
Ya no iba a sentirse como el ser más solitario en este mundo.
Tenía una hija, pero tener una pareja, dos parejas, llenaba el profundo
vacío interior que Sasha llevaba cargando durante años.
—Míos —gruñó con suavidad—. Ambos son míos.
—Supongo que eso significa que no puedo dispararte —bromeó Semen
acostándose de espaldas en la cama.
Sasha salió del cuerpo de Nate, sintiéndose saciado y exhausto. —Oh,
estoy seguro que lo intentará, mi pequeña.
—Definitivamente lo hará —concordó Nate—. Definitivamente lo hará.
201
Capítulo Veinticinco
Selene se despertó por el olor a tocino y el sonido de voces. Por un
momento se quedó ahí acostada escuchando y luego rodó a un lado de la
cama. Nate y Sasha no estaba en la habitación.
Dirigiéndose hacia el baño, Selene tomó una ducha rápida y después se
vistió. Salió de la habitación, siguiendo las voces. Para su sorpresa, el enorme
cuerpo de Nate estaba en el piso jugando con el pequeño Kell y algún otro
niño pequeño. Los dos estaban escalando sobre Nate como si fuera una
montaña. El sonido de la risa del hombre hizo que Selene sonriera.
—¿Quién es tu otro amigo? —preguntó.
—Su nombre es Christian, pero todos lo llaman Chris —respondió
Nate—. Es el hijo adoptivo de Lillian y Howard.
Selene miró al niñito y supo que efectivamente era un cambia formas.
Interesante. A medida que se adentraba en la habitación, vislumbró a Sasha
sentado en el sofá con Peanut, la sobrina de Willow, y una niña de unos siete 202
años con el cabello negro largo y brillante y ojos gris azulado.
Esta debe ser Samantha.
Selene apoyó su hombro en el marco de la puerta mientras observaba
a Sasha acariciar su cabeza, sonriéndole mientras le hablaba suavemente. Un
dolor desconocido comenzó a nacer en su pecho mientras veía interactuar a
padre e hija. Samantha sonrió, sus ojos resplandecían, y entonces se rio.
Sasha también se rio.
Se sentía como una intrusa en algo muy personal. Ambos hombres
eran poderosos cambia formas, pero viendo a Nate rodando en el piso con
los dos niños, y a Sasha secreteándose entre susurros con las niñas, Selene
no estaba segura de qué hacer.
Justo entonces Sasha giró su cabeza y le sonrió. —Sammy, esta es
Selene, mi pareja.
Selene no era tímida. Había peleado hasta conseguir la posición que
tenía como uno de los ejecutores de Rick, pero cuando Sammy se giró hacia
Selene con sus conocedores ojos, quería encogerse y esconderse.
Sintió como si no estuviera a la altura del escrutinio de la niña
pequeña. Después de todo, ahora estaba apareada con el papi de la niña. La
niñita lanzó su cabello sobre su hombro y le sonrió a Selene. Buen señor, era
la misma sonrisa que Sasha usaba la mayoría del tiempo cuando actuaba
juguetón. Al parecer Sasha era una gran influencia en la vida de esta niña.
—Es un placer conocerte.
Selene estaba realmente nerviosa mientras entraba en la sala de estar
y se sentaba en el otro extremo del sofá. Podía oír a los otros hablando en
alguna parte del vestíbulo, pero sentía los ojos de Sammy evaluándola.
—Compórtate, Sammy —le advirtió Sasha con un tono paternal—. No
es de nuestra manada.
Esa declaración realmente le dolió hasta que Sasha se giró hacia
Selene, sonriéndole y guiñándole un ojo. —Selene es más agradable que las
mujeres leopardo.
203
Selene estaba a punto de responder cuando se le pusieron los pelos de
punta. Miró a su alrededor y se levantó. Sasha también se levantó, mirando
por toda la habitación al mismo tiempo.
—Corre —susurró Peanut desde el sofá—, están aquí.
Papi, uno de los padres de Brooke, entró en la sala de estar, mirando a
todos con los ojos amplios. —¡Bajen al búnker, ahora!
Selene no titubeó. Agarró a Peanut mientras Sasha recogía a Sammy.
Nate se levantó del piso y agarró a ambos niños en segundos. Corrieron hacia
las escaleras que conducían al sótano, el resto de los habitantes de la casa los
seguían de cerca cuando sonó la primera explosión, estremeciendo los
cimientos de la casa.
Rick, quien ya había bajado las escaleras, ayudaba a la mujer y a los
niños. Selene sostenía con fuerza a Peanut entre sus brazos mientras se
dirigía a la gran puerta que había al fondo. Se agachó cuando sonó otra
explosión, cayendo polvo desde las vigas del techo.
Cuando Selene entró en la habitación, vio los monitores en una de las
paredes, mostrando no sólo el interior de la casa, sino los terrenos
exteriores. Su mandíbula cayó cuando vio las unidades militares rodeando la
casa. —Santa mierda —susurró.
—Santa mierda —repitió Peanut.
Selene miró a la niña pequeña, pero Peanut sólo se encogió de
hombros. —Lo dijiste primero.
—No puedes repetir lo que digo — dijo Selene mientras se adentraban
más en la habitación con sólidas paredes de metal.
—¿Entonces por qué lo dijiste? —preguntó Peanut.
Selene no podía pensar en una explicación que sonara lo bastante
buena. —Sólo no lo repitas. —Miró a la pared de monitores para ver a uno de
los cambia formas lobo tirado en el piso frente a la casa. Estaba acostado en
una piscina de sangre, y Selene supo que los humanos habían encontrado al
grupo de Rebeldes que había estado escondiéndose encima de los árboles.
204
Esto no era bueno.
El sonido del llanto de un recién nacido llamó su atención. Selene miró
sobre su hombro para ver a Isabelle sosteniendo a su hijo, Edward, a su lado.
Escaneando la habitación, vio los rostros de tantos jóvenes, tantos niños
inocentes. Trisha estaba parada cerca de Willow. Nate todavía sostenía a Kell
y Chris. Sasha tenía a Sammy acurrucada entre sus brazos mientras Boston
estaba parado cerca del leopardo. Rick tenía a uno de sus ahijados en brazos
y Dorian sostenía al otro.
Después estaban Bryson, Remus, Phillip, Benito, Miguel, Ian, Mason,
Brooke, Deluca, Papi, Papá, Laura, Howard y Lillian.
Era tan irreal.
Las personas que peleaban al lado de Rick, o lo ayudaban de una u otra
manera estaban ahí parados mientras observaban el monitor con miradas de
horror en sus rostros. Selene supo en ese momento que no podía permitir
que nada les pasara a estas personas. Todos habían tocado la vida de cada
uno de los otros de alguna manera, y significaban todo para el otro.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó con determinación plasmada en
su voz.
Papi golpeó unos cuantos botones y se deslizó uno de los paneles.
Había una puerta. —Agarramos las armas y pateamos algunos traseros.
Selene asintió mientras entregaba a Peanut a Edward y luego siguió a
Papi a la otra habitación. Sus ojos se ampliaron ante el almacén de armas
montado en una pared. Esta habitación podría hacer que cualquier dueño de
una tienda de armas se sintiera celoso. No tenía ni idea de qué eran la
mayoría, pero maldita sea, le picaban las manos por descubrirlo.
Rick, Sasha, Nate, Benito, Miguel, Brooke, Deluca, y Mason entraron
tras ella, todos tenían la misma mirada fiera en sus rostros. Selene agarró dos
pistolas de nueve milímetros, un rifle M16, y algo que lucía como si pudiera
hacer estallar medio edificio. También agarró algunos cuchillos,
asegurándolos con correas en sus muslos. —Recuérdame no fastidiarte —le
dijo a Papi. 205
Le guiñó un ojo. —Tú, querida, jamás tendrás que preocuparte por eso.
Todos agarraron armas a su elección, preparándolas. Papi levantó un
pequeño panel y golpeó unos cuantos botones, que abrió una puerta. —Este
túnel conduce al siguiente bloque. Papá y los otros hombres se quedarán con
las mujeres y los niños para asegurarse de que están a salvo.
Una de las cejas de Selene se alzó. —¿Paranoico?
—Preparado —respondió Papi.
Selene caminó detrás del hombre, los otros venían tras ella mientras se
apresuraban por el túnel. Todavía podía oír el ataque que tenía lugar sobre la
casa y sabía que tenían un tiempo precioso antes de que toda la estructura
colapsara.
Miró sobre su hombro cuando alguien sujetó su brazo.
—Ten cuidado —le advirtió Sasha con un gruñido. Selene se liberó de
su agarre.
—Tal vez ahora sí te dispare —dijo Nate—. A Selene no le gusta ser
mimada.
Selene le sonrió a Nate. —Qué bien que por fin te das cuenta de eso.
Nate emitió una risa baja mientras descendían por el túnel. —Siempre
lo supe. Pero eso no quiere decir que dejaré de preocuparme por ti.
Eso la enterneció. —Ídem.
—¿Y qué soy yo, hígado picado? —preguntó Sasha—. Si recuerdo
correctamente, fui quien los reclamó primero.
Selene palmeó a Sasha en la mejilla. —No te preocupes, protegeré tu
lindo trasero.
Sasha gruñó.
Nate se rio.
Llegaron al final del túnel. Selene dejó salir una profunda respiración
cuando Papi empujó la pesada puerta, abriéndola. Parecía que estaban en 206
algún tipo de sótano.
—Esta casa también es mía.
—¿Por qué no dejamos que los otros vinieran aquí? —le preguntó.
—Porque —dijo Papi—, están más seguros en donde se encuentran
ahora. Esas paredes no podrán penetrarlas con nada que tenga una fuerza
menor a una bomba nuclear.
Sabiendo que los otros estaban a salvo, Selene se apresuró a la
escalera del sótano y salió por la puerta trasera. La nublaba mañana estaba
llena de sonidos de disparos, explosiones y hombres gritando.
Selene salió, Nate y Sasha la seguían de cerca. Los otros corrían en
diferentes direcciones usando las casas sureñas como cubierta mientras se
encaminaban hacia la batalla. Selene sintió que su corazón se aceleraba
cuando vio algunos de los hombres lobo corriendo hacia ella.
—Perdimos a muchos hombres —decía uno de ellos—, pero seguimos
siendo muchos.
—Bien —respondió—. ¿Tenéis armas?
Le dio una obvia mirada. —Por supuesto.
Le frunció el ceño al cambia formas. —Estamos del mismo lado, por si
lo habías olvidado.
—Mujer, quédate detrás de mí. —Fue una declaración repleta de
testosterona.
Selene pasó junto a él, no tenía tiempo para demostrarle al bastardo
quién tenía las bolas más grandes. Puede que fuera una mujer, pero estaba
bastante segura de que podía vencer a este arrogante hombre. Chicos como
este siempre la subestimaban y normalmente, Selene estaba más que feliz de
probar que no era una mera nimiedad, pero hoy no era uno de esos días.
Lo ignoró cortésmente mientras se dirigía a los hombres que estaban
tratando de derribar la casa de Brooke. Una vez que la línea de visión quedó
despejada, Selene se congeló. El número de hombres la dejó atónita. Verlos
en el monitor presentaba una vasta diferencia que verlos de cerca.
207
Repentinamente Selene sintió que la adrenalina atravesaba la bruma
de sorprendida incredulidad. De repente se sintió viva, peligrosa, y sabía que
esta pelea les costaría mucho. Era un precio que todos los Rebeldes estaban
dispuestos a pagar con el fin de mantener su libertad.

Nate le sonrió al hombre lobo que pensaba que Selene debería


quedarse tras él. —Estás pidiendo que te disparen en las bolas.
El hombre analizó el tamaño de Nate mientras arrastraba la mirada por
su cuerpo. —¿Te inclinas ante ella?
Sacudió su cabeza. —Tienes mucho que aprender sobre mujeres.—
Nate miró a Selene.
—Odio a los imbéciles arrogantes. —Selene se detuvo a treinta
centímetros con el ceño fruncido en su rostro. Lucía increíblemente sexi,
equipada con todas esas armas. Nate no estaba seguro de por qué, pero
siempre lo ponía caliente cuando se comportaba rudamente.
—Entonces patea su culo cuando todo esto haya terminado.
El extremo de su labio se curvó en una sonrisa. —Creo que lo haré.
—Hasta entonces —dijo Nate mientras empezaba a avanzar mirando al
gran ejército fuera de la casa de Brooke—, concentrémonos en aniquilar a
esos bastardos.
Nate acomodó el lanzacohetes sobre su hombro, apuntando al
humano que sostenía el suyo, y disparó. La calma fría y mortal había
comenzado a asentarse en su interior. El pensamiento cruzó su mente,
cuando estaba en modo ejecutor, Nate era una fuerza a tener en cuenta.
Pero cuando estaba alrededor de Selene o Sasha, era un desastre nervioso.
Qué extraño.
No podía comprender por qué actuaba de esa manera cuando estaban
cerca, pero tal vez este no era el momento correcto para examinar esos
pensamientos. Después de todo, tenía un ejército frente a él.
Nate se giró, colocando sus manos en el pecho de Selene, tirándola al 208
suelo mientras él y Sasha se estrellaban contra el hormigón. Un cohete pasó
sobre sus cabezas, explotando en algún lugar detrás de ellos.
Se puso de pie en cuestión de segundos.
Oh, no, claro que no, nadie disparaba a Nate. Estaba molesto. Selene o
a Sasha podían haber sido heridos. Dejó caer el lanzacohetes y agarró su rifle,
dejando que estallara una ronda de disparos automáticos mientras corría a
buscar refugio en una casa cercana.
Quería que dejaran de enfocarse en la casa de Brooke, pero maldita
sea, ahora todo el enfoque estaba sobre él. Nate rezó para no morir cuando
arrasaran la casa tras la cual se hallaba escondido.
—¡Objetivo equivocado! —gritó alguien—. ¡Objetivo equivocado!
Nate no podía permitir que se reenfocaran en la casa de Brooke.
—Si haces que te maten, realmente voy a estar enojado contigo —dijo
Sasha mientras se le unía—. Podría patear tu culo.
—No planeo que suceda, pero lo mantendré en mente. —Nate podía
oír al leopardo en la voz de Sasha y sabía que el hombre quiso decir lo que
dijo. A Nate lo perturbaba que Sasha pensara que no podía cuidarse, pero
también lo enternecía. Llevaba bastante tiempo locamente enamorado del
hombre, pero descubrir que Sasha se preocupaba por él también, era un
sentimiento bienvenido.
—¿Dónde mierda está Selene? —gruñó Sasha—. Juro que voy a atarla
y amordazarla.
—Bonita imagen —dijo Nate mientras giraba rápidamente a un lado de
la casa y descargaba su arsenal. Había hecho que el enfoque de sus enemigos
se dividiera, pero Nate quería que estuvieran completamente enfocados en
él. Papi había dicho que el búnker era impenetrable. No quería descubrir si
era verdad o no. Había gente inocente que dependía de que los Rebeldes
siguieran con vida.
—Me pregunto si se ducha desnuda —dijo Sasha mientras pasaba
junto a Nate y descargaba sus propias municiones antes de retroceder.
—Estoy bastante seguro de que sí. —Nate colocó munición fresca en la
209
cámara y luego la vacío en la unidad de soldados—. Pero ya hemos tenido
esta conversación en el asiento trasero del auto cuando convertiste a Boston.
—No creo que estemos haciendo mella en ellos —remarcó Sasha—.
Necesitamos pensar en otra táctica además del salto de rana. Y sí, lo sé, ya
hicimos toda esa cosa del salto de rana también.
Nate ignoró la imagen en su mente en donde hacía el salto de rana con
Sasha. Sólo que en su versión estaban desnudos y gruñían. Nunca pensó que
disfrutaría que alguien lo jodiera, pero Sasha había probado que estaba
equivocado. Nate había pensado que iba a estallar cuando sintió al hombre
en lo profundo de su interior.
Santo dios, necesitaba enfocarse.
—O te excita estar en una situación de vida o muerte —dijo Sasha con
un provocativo ronroneo—, o estabas pensando en lo de anoche.
—Ahora no, Sasha. —Nate juzgó la situación. El hombre estaba en lo
cierto. No estaban haciendo mella en la unidad. Habían matado a unos
cuantos, pero había demasiados. Los soldados superaban a los Rebeldes en
número.
—Tengo unas cuantas granadas —dijo Sasha mientras escarbaba en los
bolsillos de sus pantalones—. ¿Quieres lanzarlas, o nos acercamos y lo
volvemos un poco más personal?
—No vi granadas en la pared.
Sasha colocó una en la mano de Nate. Era más pesada de lo que
parecía. Nunca antes había manejado una granada, y por alguna extraña
razón, Nate sentía que, si la sujetaba muy fuerte, explotaría.
—Papi me entregó estas cuando iba saliendo del búnker subterráneo
—El corazón de Nate dio un salto cuando Sasha lanzó la suya unos cuantos
centímetros en el aire y luego la atrapó como si estuviera jugando con una
pelota de béisbol. 210
—¡No hagas eso!
—No va a pasar nada a menos que le quite el seguro. —Sasha apuntó a
Nate con un dedo—. Si estás demasiado asustado como para usarla,
entonces dámela.
—Vamos a iniciar esta fiesta. —Nate se asomó por un costado de la
casa y luego retrocedió con rapidez cuando comenzaron a llover balas en su
dirección—. Mierda, necesitamos encontrar otro camino.
—¿Cómo sigues terminando en este tipo de situación? —preguntó
Sasha mientras colocaba un nuevo lote de municiones en su rifle—. La última
vez estábamos evitando a los militares entre coches.
Nate parpadeó y luego le sonrió a Sasha. —Así parece.
—Dios, te ves glorioso cuando sacas al lobo rudo que llevas dentro. —
Sasha lanzó su trenza sobre su hombro. La larga trenza se balanceó en su
espalda. Nate se sentía tentado a darle un fuerte tirón.
—Deja de pensar en sexo, Nate —le advirtió.
—Deja de ser tan sexy —contraatacó Nate, sus labios se curvaron—.
Hablando de sexy, ¿dónde está Selene?
—Justo aquí —dijo Selene mientras cruzaba el patio trasero y se reunía
con ellos—. Conozco una forma de acercarnos.
—Inteligente y sexy —la aduló Sasha con una mirada apreciativa—.
Recuérdame que tengo que reclamarte.
Selene rodó sus ojos. —Ya lo hiciste, gato. Andando.
—¿A ti también te pone caliente que nos ande mangoneando? —
preguntó Sasha mientras la seguía.
Nate posó sus ojos sobre Sasha, los rodó, y sacudió su cabeza. —Creo
que te excitarías aunque te encadenará y azotara.
—Mmm, bonita idea. 211
—¿Pueden parar de una vez? —Selene les frunció el ceño—. Presten
atención.
Nate estaba prestando atención… a su culo. Sus nalgas podrían encajar
en la palma de sus manos. Nate ahuyentó esos pensamientos cuando vio a
donde los estaba conduciendo. Era una idea bastante brillante.
Ahora estaban escondidos detrás de una fila de Hummers militares.
Podrían hacer un montón de daño si hacían explotar estos vehículos.
También distraería a los humanos que atacaban la casa. Nate y Sasha
lograron arrojar una granada en cada vehículo, cerca de los depósitos de
gasolina, y entonces Sasha pasó un delgado alambre por cada seguro. Una
vez todos estuvieron conectados, llevó el alambre hacia donde se hallaban
escondidos tras un enorme camión estacionado en la curva.
—Agáchense —advirtió Sasha cuando tiró del alambre con todas sus
fuerzas. Las explosiones fueron simultáneas. Las calles se estremecieron con
los estallidos, los escombros volaron por todas partes. Tan pronto como Nate
vio que estaba despejado, se puso de pie y disparó su rifle sobre el capó de la
camioneta.
El caos los rodeaba por completo. Nate incluso vio a los otros hombres
de su grupo de Rebeldes derribando a sus enemigos. Los hombres lobo se les
unieron, zambulléndose en una pelea mano a mano con los soldados.
Nate dejó escapar un sonoro aullido mientras se apresuraban a unirse
a la batalla.

212
Capítulo Veintiséis
Sasha bajó su arma y miró la carnicería que lo rodeaba con una
sensación de absoluta incredulidad. La batalla había sido una lucha dura y
difícil de ganar. Hubo pérdidas en ambos bandos, pérdidas horribles. El
número de muertos y heridos era astronómico.
Sasha no podía evitar preguntarse si todo había valido la pena. Estaban
peleando por su libertad y su derecho de vivir, ¿pero a qué costo? ¿Cuántas
personas habían muerto en ambos bandos con el fin de que uno de su
especie fuese capaz de caminar por la calle sin ser acosado?
¿Cuándo se volvía suficiente?
E incluso más que eso, ¿cuándo se acabaría? Parecía que el final no
estaba a la vista. Era una maldita batalla tras otra. Apenas podía respirar
sabiendo que una de sus parejas podría morir en cualquier segundo.
No estaban ganando la guerra.
Sólo estaban muriendo. 213
—Oye, necesitamos que nos ayudes a comprobar a los heridos y
ponerlos a salvo.
Sasha se giró y miró a Rick. —¿Eso es todo? ¿Sólo comprobar a los
heridos y avanzar a la siguiente maldita batalla? —La voz de Sasha estaba
bañada en desesperación y una sensación de desesperanza que no había
sentido desde que habían hecho la amenaza contra Sammy. Era debilitante.
La expresión de Rick era una mezcla de comprensión y una simple
advertencia. Sasha sabía qué era esa advertencia. Había usado esa expresión
con anterioridad. No jodas conmigo. —Los heridos necesitan ser atendidos,
Sasha, y necesitamos hacer planes para trasladarlos a todos lejos de aquí
antes de que aparezcan más soldados. Es obvio que ahora saben dónde está
la casa de Brooke. Este lugar ya no es seguro.
—¿E ir a donde, Rick? —Sasha ondeó una mano hacia la carnicería que
los rodeaba—. ¿A dónde podemos ir para que no nos sigan, descubran,
cacen, sacrifiquen, o todo a la vez? ¿Dónde estaremos a salvo? Estados
Unidos no es tan malditamente grande. Se nos van a agotar los escondites
bastante pronto.
—Sasha…
—No podemos seguir haciendo esto, Rick. Seguro, hemos ganado
algunas batallas, pero seguimos perdiendo la guerra. ¿Cuál es el punto de
pelear por algo si no hay nadie que lo disfrute cuando el polvo se asiente?
Los ojos de Rick se entrecerraron hasta volverse pequeñas rendijas. Su
mandíbula se tensó. Sasha sabía que estaba haciéndolo enojar. Sólo que no
le importaba. Todo lo que habían hecho parecía ser tan jodidamente inútil. A
Sasha le aterraba que cuando finalmente decidieran descender las manos del
destino, no lo hicieran sobre el lado de los no humanos.
—Lo averiguaremos, Sasha.
—¿Ah, sí? —Sasha sentía mucha desesperanza y un dolor en el corazón
muy en lo profundo de su interior que casi le destrozaba por su peso—.
¿Realmente lo haremos?
214
—Sí.
Sasha parpadeó y se giró para ver al hombre lobo de nuevo. Había
tanta convicción en la voz del hombre que Sasha no podía evitar preguntarse
qué sabía Rick que él desconocía. Porque sin ninguna duda no se sentía tan
confiado cómo sonaba Rick.
—Tenemos que hacerlo, Sasha. —Rick miró a Dorian y luego volvió a
mirar a Sasha—. No tenemos otra opción.
Sasha supo que Rick tenía razón cuando oyó la discusión de sus propias
parejas. Nate estaba reclamando sobre algo que dijo Selene, y esa pequeña
zorra apuntaba al rostro de Nate con un dedo, sus ojos entrecerrados. Sasha
supo en ese momento que seguiría luchando hasta su último aliento para
mantenerlos a salvo.
Inhaló profunda y temblorosamente porque frotar sus manos sobre su
cara no parecía hacerlo sentir mejor. Las imágenes de todos los muertos y
heridos destacaban en su cerebro. —De acuerdo, entonces ¿cómo haremos
esto? —A la mierda todo.
Los labios de Rick se curvaron. —Sí, esperaba que tuvieras un plan.
Jodidamente perfecto.
El chico a cargo no tenía ni idea.
—Se supone que nos dirigimos al norte para reunirnos con Clyde,
¿verdad?
Rick asintió, pero tenía un curioso arco en su ceja como si estuviera
tratando de ver a donde iba Sasha con esa línea de preguntas. —Ese es el
plan.
—¿Clyde no está en algún lugar de Dakota del Sur?
—En algún lugar. Pero creo que tengo una idea.
Sasha giró su mirada a los heridos y a los que estaban atendiéndolos.
También había gente allá en la casa esperando a que regresaran. Sasha
quería comprobar a Sammy, dejarle saber que estaba bien, pero primero
necesitaban encargarse del desastre en la calle. También necesitaban tramar
una estrategia que aseguraría la seguridad de todos. Ganar está pelea no 215
tendría utilidad sólo para que ocurriera otra en poco tiempo. Tenían que salir
de aquí, pronto.
—¿Y cuál sería? —preguntó Sasha.
—Necesitamos que todos empaquen y se pongan en marcha. Nos
dirigimos a Dakota del Sur.
Sasha frunció el ceño. —Hay que transferir a un montón de gente al
mismo tiempo, Rick. No hay forma de que podamos pasar desapercibidos con
tantos vehículos. Nos atraparan en la primera carretera bloqueada.
Rick tenía un brillo en sus ojos que le decían a Sasha que el líder de la
Rebelión tenía una idea brillante. Realmente esperaba que fuera así. —Te
sorprendería saber cuan fácil será atravesar los bloqueos cuando nuestra
caravana tenga una escolta militar.
—¿Has perdido la puta cabeza? —Las cejas de Sasha se alzaron en
completo shock—. ¿Cómo se supone que haremos eso? ¿Pedimos
cortésmente a los humanos que nos entreguen algunos de sus soldados y
esperemos que no nos maten en donde estamos parados?
—No, pero no somos los únicos que sufrimos bajas en esta pelea.
¿Cuántos uniformes militares crees que podemos salvar de este desastre?
Por no mencionar los vehículos militares, armas y suministros.
—¿Crees que funcionaría? —Los ojos de Sasha se trasladaron a los
cuerpos que yacían en el piso. Habían perdido a unos hombres lobo en la
pelea. Sasha no los conocía personalmente, pero sentía la pérdida de igual
manera. Es más que probable que los cambia formas que habían sacrificado
sus vidas tuvieran familia, seres queridos e incluso parejas. Le entristecía ver
la devastación que había forjado esta batalla. Sasha había visto muertos con
anterioridad. Había matado. Pero esto era diferente. Tan diferente. Cuando
Sasha tomaba una vida era por una razón.
Esta batalla no tenía ni ton ni son. Para él era una matanza sin sentido.
No estaban peleando por una disputa de tierras o desafíos de manadas.
Estaban peleando porque un hombre quería matar a su hijo y no le
importaba si erradicaba a toda una especie para lograr su objetivo.
Los cambia formas deberían odiar a Enrique Marcelo por este hecho.
Pero ese no era el caso. No era culpa de Rick que el capitán O’Hanlon fuera 216
un bastardo frío y manipulador que tenía miedo de que el mundo
descubriera que había engendrado a un cambia formas.
—Sólo hay una forma de averiguarlo —declaró Rick, sacando a Sasha
de sus pensamientos.
Rick comenzó a ladrar órdenes antes de que Sasha tuviera tiempo para
decir algo. Sasha no estaba realmente seguro de quién hizo qué después de
eso. Hubo un borrón de actividad como si todos supieran que tenían un
tiempo limitado y que necesitaban moverse rápido.
Los soldados muertos fueron despojados de sus uniformes y sus
cuerpos colocados dentro de un edificio vacío. No evitaría que los militares
descubrieran los cuerpos, pero no los descubrirían hasta mucho después de
que el grupo de Rebeldes se hubiera ido.
Mason y Nate empezaron a trabajar en un par de vehículos militares
dañados, tratando de hacerlos arrancar. Los agujeros de balas y el daño por
las explosiones estaban bien, pero un vehículo que no encendía no tenía
ningún uso.
Reunieron a los heridos y los subieron a los camiones de carga.
Afortunadamente, ninguno parecía tener lesiones que amenazaran sus vidas.
La mayoría de los no humanos ya se había transformado y estaban sanando
lentamente. Eso dejaba sólo a los humanos.
Los padres de Brooke fueron los que asombraron a Sasha. Una vez que
Rick les explicó la situación y su plan, se movieron a toda velocidad,
empacando sus pertenencias y metiéndolas en los camiones. Sasha sabía que
dejó caer su mandíbula cuando Papi salió del garaje conduciendo un tanque
funcional y completamente equipado.
¿Quién diablos era dueño de un puto tanque? Eso hizo que sonriera a
los padres de Brooke. Le agradaban. Eran hombres rudos que sabían qué
hacer y no se derrumbaban bajo presión. Necesitaban más hombres como
esos dos en sus dispersos grupos de Rebeldes. No quedaban aturdidos
fácilmente, y Sasha podía ver el brillo de determinación en sus ojos.
Dos horas después, ya habían empacado y estaban listos para irse.
Aquellos que podían pelear estaban vestidos con uniformes militares. Los
que no, fueron puestos en la parte trasera de los vehículos de transporte 217
como prisioneros de guerra.
Con el tanque liderando el camino, emprendieron el viaje.

Rick definitivamente esperaba que este plan funcionara. Fingir ser


soldados humanos era una locura, pero esa locura tal vez podría funcionar.
Nadie esperaría un movimiento tan audaz. Demonios, ya estaba listo para
decir a los otros grupos de Rebeldes hicieran lo mismo. Pero esperaría para
ver si lograban pasar antes de implementar este plan.
Aunque tenía que admitirlo, era jodidamente brillante.
La única cosa que lo tenía cagado de miedo era la idea de que si eran
descubiertos, había mujeres y niños inocentes con ellos. Rick no podía dejar
que les pasara nada. Esto tenía que funcionar.
—Eres un hijo de puta demente —dijo Dorian con una amplia sonrisa—
. Nunca se me habría ocurrido.
—Si esto funciona, gatito, creo que todos los grupos de Rebeldes
deberían implementar este plan. Podría ser lo que torne la guerra a nuestro
favor. Si podemos evadir los bloqueos y usar sus propias armas en su contra,
puede que tengamos una oportunidad de ganar. —Rick miró por el espejo
lateral para ver el convoy de camiones militares que lo seguían. Era una vista
sobria, considerando que eran cambia formas quiénes los conducían.
—Te lo dije —dijo Dorian mientras se inclinaba y besaba a Rick en la
mejilla.
—¿Me dijiste qué?
—Que eras el hombre correcto para liderar esta guerra. Sé que has
sido ambivalente desde que esto comenzó, pero siempre he confiado en ti,
Rick. De acuerdo, tal vez no al principio —admitió Dorian con una sonrisa—,
pero ahora creo que eres el hombre más sexy cuando tomas el mando y
pateas traseros.
Rick se rio entre dientes. —¿Ah, sí?
—Diablos, sí. 218
—Repite esas palabras cuando estés a mi merced, mi valiente amante.
—No sé qué acabas de decir. —Dorian se inclinó más cerca, meciendo
sus cejas—. Pero sonó realmente sexy.
—¿Eso crees? —Rick no estaba seguro si sería capaz de aguantar fuera
de una habitación si su pareja seguía así. La única cosa que evitaba que
liberara su polla e hiciera que Dorian agachara su cabeza era el hecho de que
había gente en el asiento trasero. Sin embargo, no había nada que pudiera
hacer con la lujuria que lo recorría con fuerza y producía un aroma espeso y
picante.
—¿Deberíamos cambiarnos de vehículo? —preguntó Benito mientras
miraba entre los dos—. Porque si están a punto de tener sexo, prefiero no
estar aquí sentado para verlos.
Miguel bajó la ventanilla. —Sin ofender, alfa, pero se está volviendo
difícil respirar aquí.
—Rick —le recordó Rick al ejecutor—, ahora tienes estatus. Llámame
Rick.
—Todavía no estoy acostumbrado a llamarte por tu nombre —admitió
Miguel y luego añadió—, Rick.
—Cabezas arriba —dijo Benito desde el asiento detrás de Rick—. Aquí
está nuestro primer test.
Rick avistó el bloqueo delante y sintió que su estómago se contraía. No
estaba seguro de qué diría si eran detenidos. La mayoría de los uniformes
tenían hileras de sangre. Podía decir que estuvieron en una batalla, pero Rick
prefería no hablarle a ninguno de los soldados. Prefería… espera, oh, mierda,
les estaban indicando que pasaran directamente.
Funcionó.
El maldito plan funcionó.
Rick exhaló una pesada respiración y dejó caer su cabeza contra el
respaldo mientras conducía atravesando el bloqueo sin ninguna 219
perturbación. En el fondo, había tenido sus dudas, sin embargo, Rick no se lo
había dicho a nadie. Se sentía aterrado de que no funcionará y que todos
aquellos por quiénes se preocupaba fueran asesinados.
Y aun así el plan había funcionado.
Habían atravesado el bloqueo establecido por los militares y no sólo les
habían dejado pasar, sino que los soldados que vigilaban el bloqueo ni
siquiera los habían mirado dos veces. ¿Y por qué deberían hacerlo? Todos
eran una gran familia feliz de militares sedientos de sangre… con armas
automáticas y odio hacia todo lo que no podían comprender.
Aun así, la facilidad con la que pasaron por el punto de control de los
militares le dio una idea. No quería decirle nada a nadie hasta que tuviera la
oportunidad de reflexionarlo un poco en su cabeza. Había aprendido
temprano en esta guerra que fallar a la hora de ver las cosas en todos los
ángulos podía hacer que murieran las personas.
—Estás pensado desagradablemente duro, chico grande —dijo Dorian
mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y se acercaba, inclinando su
cuerpo contra el de Rick. —¿Qué está pasando en esa cabecita tuya? Puedo
oler el humo.
Rick sonrió y enroscó su brazo alrededor de Dorian, acercando a su
pareja. Aunque todavía no quería compartir su plan con nadie más, Dorian no
contaba. Compartía todo con su pareja.
—¿Qué tan difícil crees que sería poner nuestras manos en algunos
uniformes y vehículos militares?
—Uh… —Dorian lucía desconcertado cuando miró a Rick—. ¿No sería
mejor preguntarle a Freeman que a mí?
—¿Quieres una mejor conjetura?
—Claro que sí.
Rick asintió. 220
—Bueno, dependiendo de adónde y con quién vayamos, y
considerando que eres el más buscado de Estados Unidos, probablemente no
sería muy difícil. Pero en realidad no puedo decir que esté a favor de usar un
uniforme que estaba en un hombre muerto. —La pequeña nariz respingona
de Dorian se retorció por el disgusto—. Es un poco grotesco, Rick.
—Tal vez sea grotesco, gatito, pero también es muy efectivo. Esos
soldados ni siquiera parpadearon cuando nos dejaron pasar por el bloqueo. Y
creo que, si podemos poner nuestras manos en más uniformes y
equipamiento militar, quizá tengamos una oportunidad de ganar esta maldita
cosa
—¿Cómo? —La voz de Dorian estaba llena de tanta confusión que Rick
no pudo contener la risa.
—Necesitamos ser capaces de movernos con más libertad y menos
posibilidad de ser atrapados o atacados. También necesitamos cubrir áreas
en donde retienen a los no humanos. Si lucimos como militares, podríamos
entrar a lugares que ahora ni siquiera podemos imaginar, lugares que nos
darían más información de los movimientos de los militares y dónde retienen
a nuestra gente o incluso qué están planeando. Podría darnos una ventaja en
esta guerra, Dorian.
—Buen dios, suenas como un niñito con un cachorro nuevo.
Rick entrecerró sus ojos juguetonamente. —Sin referencias a
cachorros, gatito. Ya tuve suficiente de eso con Sasha.
Puede que bromeara con Dorian en este momento, pero Rick seguía
siendo un manojo de nervios. Habían pasado el bloqueo… esta vez. ¿Qué
pasaba si los detenían en el siguiente? Sabía que debería estar
concentrándose en el plan que estaba formando en su cabeza, pero como
líder, no sólo de este grupo Rebelde, sino líder de todos, la preocupación era
una parte de asegurarse que su especie sobreviviera.
—De acuerdo, no más referencias a cachorros —respondió Dorian con
una leve sonrisa socarrona en su atractivo rostro—, pero me gusta que
finalmente te excitaras con algo.
Rick se inclinó y besó la frente de Dorian. —Ha sido difícil ser positivo 221
cuando nos hundíamos hasta el fondo.
—¿Vas a contactar con Freedman? —preguntó Benito desde el asiento
trasero, recordándole a Rick que no estaban solos en la camioneta.
—Lo llamaré —respondió Rick—. Pero después de que nos hayamos
encargado de esta tarjeta de datos, necesitamos seguir nuestro camino e
idear un plan para sacar a Omar del centro de detención.
Los pasajeros cayeron en el silencio ante la mención de la situación de
Omar. Quería correr a Nevada y liberar al hombre lobo, pero Rick sabía que
su primera prioridad era encontrar una forma de usar la tarjeta. Era una dura
verdad, pero una verdad, no obstante.
Capítulo Veintisiete
Benito frunció el ceño cuando sonó el teléfono de Miguel. El hombre
lobo contestó, y luego se lo entregó con una conocedora y satisfecha sonrisa
en su rostro. ¿Quién diablos lo estaba llamando? —¿Hola?
—¿Benito?
Oh, mierda. Benito miró a su primo, que sonreía como el gato que se
comió al canario. —¿Beastman? —La imagen del pequeño conejo vino
instantáneamente a su mente mientras sostenía el teléfono en su oreja. Su
polla trató de levantarse, pero Benito se negó a excitarse por la voz del
hombre.
Sasha estaba en lo cierto. No follaba con su comida.
—Llamé porque le eché una mirada más profunda a la fórmula de la
tarjeta de datos y quería que supieran que cometí un grave error.
—Pensé que habías destruido la fórmula original. —Benito no estaba
feliz de que el conejito hubiese guardado esa receta para el desastre. El 222
hombre parecía bastante inofensivo, pero tener tanto poder en sus manos
podía hacer que hasta la persona más bien intencionada se convirtiera en un
monstruo.
—Q-quería estudiarla con tiempo —respondió el conejo—. Juro que no
voy a hacer nada con ella.
—Puede que no quieras hacer nada con ella, pero ¿qué pasa si alguien
pone sus manos en la fórmula, Beastman? Tienes que deshacerte de ella,
ahora.
Hubo un momento de pausa donde Benito oyó los rápidos jadeos del
otro lado. No estaba seguro de qué estaba cruzando la mente del conejo,
pero podía decir que fuera lo que fuera, ponía al hombre nervioso.
—La destruiré, lo prometo. —Una voz sumisa. Dios, el hombre hacía
que le fuera difícil concentrarse. Imágenes de él jodiendo al pequeño conejo
corrían atravesando su mente, pero también había imágenes en donde se
comía al hombre. Ambas imágenes hacían que su corazón se acelerara por
igual. Tenía la cabeza jodida.
—¿Qué encontraste?
—Las enzimas no explotarán en el corazón…
Benito tenía un mal presentimiento sobre esto. No estaba seguro si
quería animar al hombre a que continuara o detenerlo aquí mismo. Sabía que
no tenía elección. —Continúa.
—¿Va–van a pasar por aquí cerca? —Una descarada invitación.
—Beastman —suspiró Benito, sabiendo que no había esperanza de que
sucediera algo entre ellos. Era un hombre lobo. Beastman era un pequeño
cambia formas conejo. Benito no era muy grande, pero estaba empezando a
ganar musculatura. Sabía que en unos pocos años tendría un montón de
ellos. Pero el conejo siempre sería la pequeña presa que era ahora.
—Wilbert.
—¿Eh?
—Mi–mi nombre es Wilbert.
223
—¿Por qué me estás diciendo esto? —preguntó Benito.
—No lo sé —respondió Wilbert con suavidad.
—El error, Wilbert. —Benito le recordó al hombre antes de entrar en
un territorio peligroso con el conejo. Hubo un suave suspiro en el otro
extremo de la línea. Tan difícil como era luchar contra ello, Benito formó una
pequeña sonrisa. Ahora sabía que Beastman le dio su nombre porque quería
oír a Benito decirlo.
Ahora su polla estaba completamente dura.
Maldición.
—Reconstruí el virus basado en lo que pensaba que contenía el virus
original. No había leído todo lo que contenía la tarjeta. Debería haberlo
sabido mejor, pero con todos esos depredadores rodeándome, estaba
nervioso. Así que rápidamente reformulé lo que pensaba que era
básicamente un virus que atacaba al corazón. —Wilbert disparó sus palabras
con la velocidad de una bala.
Benito estaba empezando a ver que al hombre se le hacía difícil
concentrarse. Estaba disperso. —Wilbert —dijo Benito sabiendo lo que le
haría al conejo. Estaba tentando al destino. Demándenlo. —Dime que
encontraste.
—¿De verdad me comerías? —preguntó Wilbert.
Dios, tratar de tener una conversación de una sola vía con el cambia
formas conejo era una prueba imposible. Drenaba su paciencia. —Es más que
probable. —No iba a mentir. Pero omitió el hecho de que era más que
probable que primero jodiera al hombre hasta dejarlo en estado de coma—.
Ahora dime qué encontraste, conejito.
Quiso que el apodo sonara casi como un insulto. Eso le recordaría a
Wilbert la diferencia entre sus razas, pero Benito supo que la había jodido
cuando el maldito conejo suspiró de nuevo. O el conejo estaba realmente
mal de la cabeza, o le gustaba lidiar con hombres peligrosos.
Benito estaba más inclinado por creer que estaba mal de la cabeza.
—Estas confundiéndome, Benito. —Santo y jodido dios. El hombre 224
había dicho su nombre tan soñadoramente que Benito estaba listo para irse a
algún lugar privado y masturbarse con la voz del hombre. ¡Esto era una
locura!
Miguel golpeó el brazo de Benito con el dorso de su mano y luego la
agitó delante de su cara. Le estaba diciendo a Benito que la lujuria en la
camioneta era sofocante.
Joder, no podía evitarlo. Wilbert provocaba cosas en Benito que ningún
otro le había provocado antes. —¿Cómo? —No debería estar animando esta
conversación. En serio, realmente no debería, pero maldición, no podía evitar
preguntar.
—Dijiste que probablemente me comerías, pero puedo oír otro tipo de
hambre en tu voz.
—¿Podemos averiguar que está mal con la fórmula antes de que
empiecen a tener sexo inter especie por el teléfono? —espetó Rick.
—Se oye molesto —susurró Wilbert.
—Dime qué encontraste. —Benito evitó decir Wilbert, o peor, conejito.
Necesitaba dejar de hacerle pensar al hombre que podría haber algo entre
ellos.
—Cierto —dijo Wilbert—. Negocios, por supuesto. —Sonaba herido,
ofendido—. Después de estudiar cuidadosamente las notas de la tarjeta,
descubrí unos cuantos errores. Al parecer, quien sea que haya desarrollado
está fórmula tenía su propia agenda. Comenzó como mencioné, un virus que
causaba un fallo en el corazón, pero una vez que terminé con las notas, lo
entendí todo.
Benito podía decir que el hombre no estaba acostumbrado a hablar en
términos laicos. Estaba corriendo en círculos con su parloteo, conduciendo a
Benito a la locura. Pero sabía que si le decía a Wilbert que fuera directo al
grano, el hombre empezaría a hablar con jergas técnicas que no entendería.
Así que, se quedó ahí sentado esperando a que apareciera la gran revelación.
Secretamente, estaba disfrutando oyendo la aturdida voz de Wilbert.
—Quien sea que estuviera trabajando en esto, no estaba tratando de
matar a los cambia formas, sin embargo, realmente parecía que ese era el 225
caso. El científico craqueó nuestro código genético y desarrolló un virus que
erradicaría nuestros genes licantrópicos.
—¿Encontraron una cura? —preguntó Benito con asombrada
incredulidad.
—Si quieres llamarlo así —dijo Wilbert indignado—. Me gusta como
soy. No soy una maldita enfermedad.
—No, no lo eres —admitió Benito.
—Pero puso un troyano en la fórmula.
—Wilbert —dijo Benito, exasperado—. Por favor dímelo todo de una
vez.
Hubo una pausa silenciosa. —Si lo hiciera, te apresurarías en cortar la
llamada —confesó Wilbert quedamente.
Benito suspiró y frotó su mano por su cara. Realmente no quería tener
esta conversación en la camioneta con todos escuchando.
—No puede haber un nosotros, Wilbert. Soy un depredador y tú una
presa. Confía en mí, al final, terminaría comiéndote. —Cruda y dura realidad.
—Bien —espetó Wilbert, pero Benito oyó el rechazo en la voz del
hombre—. El troyano que plantó esterilizaría a nuestra especie. Sin embargo,
estaba en lo correcto en que no sólo sería con nuestra especie. Si este virus
golpea a la población humana, no sólo los esterilizaría, sino que les causaría
cáncer. En el caso de los vampiros… nada. Al parecer el virus no tiene efecto
en los muertos.
—¿Y la fórmula que nos diste? —Benito necesitaba preguntar
rápidamente antes de que Wilbert le cortara. El hombre sonaba bastante
molesto. No estaba seguro de por qué le importaba, pero no había tenido la
intención de herir sus sentimientos.
—No soy un idiota, Benito. —Esta vez Wilbert dijo su nombre con
desdén—. Todavía hará que todos tengan un resfriado.
—Jódete, Wilbert. —Benito colgó. Estaba molesto de que Wilbert 226
estuviera enojado. Sabía que era mejor hacer que el hombre lo odiase que lo
desease. Nunca funcionaría. El conejo necesitaba superarlo porque Benito
sabía cómo terminaría, incluso si era respaldado por buenas intenciones,
Wilbert terminaría convirtiéndose en nada más que comida para el hombre
lobo.
Capítulo Veintiocho
Selene se paseó por la desconocida habitación. El convoy había
encontrado un pequeño y desolado pueblo para descansar durante la noche.
Rick había asignado turnos para que los cambia formas vigilaran el pueblo
mientras los otros dormían.
El grupo se había separado y tomado varias casas para dormir. Nate,
Sasha y Selene tenían está casa para ellos solos. Pero después de lo que Rick
les dijo sobre el cambia formas conejo y su revelación, Selene descubrió que
no podía descansar. Fue unánime que se encontraban en una locación segura
para esconder a los otros antes de que el grupo de Rebeldes se encontrara
con Clyde y se dirigieran a ayudar a Freedman con Omar. Afortunadamente,
Edward estaba ayudando a craquear los ordenadores del conejo para poder
limpiar el virus. Incluso Corrigan y Jordison estaban ayudando a Edward en
este mismo momento.
Todos estaban de acuerdo en que no podían dejar la fórmula con el
chico. Era demasiado peligrosa para todos. Puede que los humanos hayan
declarado la guerra contra los no humanos, pero había humanos allá afuera
227
que estaban peleando de su lado.
Además, ninguno podría desatar conscientemente, un virus que los
afectara a todos. ¿En qué mierda estaba pensando el científico? Selene se
estremeció ante las posibilidades que podrían venir si se desataba ese virus.
—Estás pensando demasiado —dijo Sasha mientras cruzaba la
habitación. Selene casi gimió cuando el hombre leopardo se deslizó tras ella y
colocó sus fuertes manos en sus caderas. El calor de sus manos atravesó sus
vaqueros llegando hasta su piel.
Selene nunca había pensado que se enamoraría de Sasha Monroe.
Podía sentir sus manos vagando por sus caderas, sus nalgas, trayéndole una
sensación de calor y abrumador placer. —Estás tan tensa —ronroneó Sasha
en su oído.
Inhaló bruscamente cuando una de sus manos ahuecó su pecho. Era
grande, cubriendo todo el montículo mientras sus dedos se frotaban sobre su
pezón. Se reacomodó y pasó su mano detrás de Sasha, tirando su larga trenza
sobre su hombro. —Desátala para mí.
Sasha mordisqueó su cuello y luego hizo lo que le pidió, soltando las
largas y rubias hebras de seda para que ella jugara. —¿Te gusta mi pelo? —
preguntó. Selene podía ver la vacilación en sus ojos. A pesar de que Sasha la
seducía tan juguetonamente, podía ver la incertidumbre destellando en esos
ojos verdes, como si fuera un niño y necesitara su aprobación.
Se había entregado a él, dejó que Sasha la reclamara, pero al estar aquí
de pie, mirándolo a la cara, viendo la necesidad de aprobación, algo dentro
de ella cambió. Se dio la vuelta entre sus brazos, acariciando su cara. —Me
encanta, Sasha.
Su sonrisa era genuina. No estaba tratando de jugar, ni de complacerla,
sólo le sonrió con la mirada de un hombre que estaba verdaderamente feliz
de que lo hubieran felicitado. ¿Cómo es que nunca antes había visto esa
vulnerabilidad? ¿Había hecho tal esfuerzo tratando de alejarlo que no había
visto lo mucho que Sasha deseaba que ella lo quisiera?
Selene gimió cuando sus labios descendieron lentamente sobre los
suyos. Se estaba desesperada por su tacto, anhelándolo mientras el sensual
beso se profundizaba. Sus manos tiraron del dobladillo de su camisa 228
levantando la tela hasta que pudo acariciar sus pechos. Casi gritó en señal de
protesta cuando separó sus labios y sacó su camisa por encima de su cabeza,
revelando el sostén de encaje púrpura que llevaba puesto. —Tan linda.
Sus labios y manos comenzaron a explorarla, acariciándola, llenando
sus sentidos con el oscuro sabor de la pasión y la necesidad ardiente que
crecía en su interior. Sus muslos se cerraron cuando soltó el cierre delantero
en su sujetador y bajó los tirantes por sus brazos. —Demasiado bonita.
El calor entre sus piernas aumentó, dejándola tan mojada que estaba
lista para rogarle a Sasha que la tomara. —Y tu calor huele tan bien. —Sasha
levantó su cabeza, mirándola fijamente—. Tu coño está húmedo por mí,
¿verdad, mi pequeña zorra?
Una pulsación atravesó su vientre e hizo que se acumularan sus jugos
entre sus piernas. —Sí.
Sus ojos verdes se inundaron de calor mientras se formaba una sonrisa
retorcida en sus labios. —Voy a lamer tu coño como un tazón de crema, mi
pequeña zorra.
—Oh, Dios —gimió Selene. Podía sentir su longitud dura como una
roca presionándose contra ella. El hinchado clítoris de Selene estaba gritando
por alivio, queriendo sentir su lengua y su polla en su interior.
Sasha inclinó la cabeza hacia adelante, su mano empujando un pecho
más cerca de su boca mientras lamía un pezón duro como un diamante. El
placer era tan fuerte y feroz que no podía hacer otra cosa que gritar en
respuesta.
Sus labios estaban devorándola, enviando sus sentidos sobre el borde,
su pulso se aceleró mientras la envolvía sensualmente
Selene oyó un masculino y prolongado gemido y supo que el sonido
provenía de Nate. Ni siquiera lo había oído entrar en la habitación, pero
sintió el calor de sus ojos sobre ellos mientras observaba. Selene se arqueó
hacia la boca de Sasha mientras éste tomaba el pezón con los dientes.
Y luego sintió otra boca en su otro pezón. La dual sensación la puso en
llamas mientras Nate mordía el otro hinchado pezón, haciéndola gritar
mientras la sensación la recorría. No era un dolor agónico, sino un dolor 229
ardiente que tornaba el placer más cálido, más dulce.
—Maldición, bebé —susurró Nate contra su sensible pezón—. Hueles
tan increíblemente caliente.
Una de sus manos, no estaba segura de a quien pertenecía, empezó a
bajarle los vaqueros.
—Dios, me encantan estos pequeños senos —dijo Sasha mientras
succionaba la punta en su boca, arremolinando su lengua alrededor de la
hinchada carne y luego la chupaba hasta que liberó el pezón—. Me encanta
saborearlos, mi pequeña zorra. Me encanta sentir las pequeñas esferas
palpitantes en mi lengua.
Selene jadeó cuando Nate bajó sus vaqueros hasta sus tobillos y luego
levantó cada pierna hasta liberarla. Se sentía extraño estar ahí de pie
llevando sólo su sujetador y bragas mientras ellos seguían completamente
vestidos. Era un sentimiento de vulnerabilidad que la hacía retroceder.
—Tranquila, nena —susurró Nate mientras le quitaba las bragas—.
Tranquila. —Sus grandes manos acariciaron su trasero, deslizándose
alrededor hacia los lados hasta que ambas manos estaban ahuecando su
coño, el índice y el pulgar jugaban con los pliegues, acariciando su clítoris.
Su cabeza cayó hacia atrás, sus labios se separaron mientras Sasha
lamía un sendero hasta su cuello. Se puso de puntillas mientras las
sensaciones explotaban a través de su cuerpo. Sus rodillas se tambalearon,
pero ambos hombres evitaron que colapsara. Un grito escapó de sus labios
mientras un torrente de lujuria inundaba su cuerpo.
Selene tiró del pelo de Sasha cuando sintió a Nate posicionarse detrás
de ella y su lengua comenzó a lamer la grieta de su culo. Las sensaciones que
corrían a través de su cuerpo eran violentas mientras las manos la tocaban y
los calientes gemidos masculinos hacían que sus sentidos dieran vueltas, el
erotismo casi demasiado abrumador.
—Nate… Sasha —se lamentó. 230
—Aquí estamos —respondió Nate antes de que su lengua probara su
entrada trasera y entonces entró, salió y lamió el apretado músculo. Selene
se perdió cuando su dedo tocó su ano y luego lentamente se deslizó dentro.
Sintió como se abría, introduciendo su dedo mientras Sasha la acercaba a su
duro y ancho pecho, haciendo que Selene gimiera de necesidad.
—Estás tan apretada, tan caliente —susurró Nate detrás de ella. Selene
no podía pensar, sus súplicas eran incoherentes mientras suaves gritos salían
de sus labios. Estaba desesperada por los dos, por sentir a uno o ambos
hombres fuertes en su interior.
El pensamiento envió una corriente de excitación directamente a su
coño. ¿Qué se sentiría al tenerlos dentro al mismo tiempo? Quería
averiguarlo, estaba desesperada por averiguarlo. —Por favor... fóllame.
Sasha emitió un gruñido gutural, acariciando su nuca y haciendo que lo
mirase a los ojos. —¿Cuál de nosotros, Selene?
Tragó sonoramente mientras miraba la lujuria acumulada no sólo en
sus ojos, sino también en el tono de su piel. —Ambos. —Selene gritó de
placer y frustración cuando Nate sacó el dedo de su culo.
—Aguanta, mi pequeña. —Sasha la levantó, llevándola a la cama,
acostándola suavemente antes de arrastrarse entre sus entreabiertas
piernas. Sus jugos eran espesos mientras Sasha pasaba sus dedos por ellos y
entonces, para su sorpresa, cubrió sus labios como si los estuviera
pintando—. Lámelos.
Un rubor coloreó su cuerpo. Podía ver a Nate desnudándose antes de
unirse a ellos en la cama.
—Lame tus labios, bebé —le animó Nate. Los dos hombres la miraban
atentamente. Dudó. Esta vez Sasha hundió los dedos en su coño, haciendo
que Selene gimiera de placer. Sacó sus dedos y los pasó sobre sus labios una
vez más.
—Abre.
Selene separó sus labios lentamente y chupó los dedos de Sasha. 231
—Oh, demonios —gimió Nate—. Eso es tan jodidamente sexy.
Selene nunca se había saboreado, pero por las miradas en sus caras,
sabía que haría cualquier cosa por ellos, cualquier cosa que hiciera que la
miraran con pura lujuria líquida. Sasha sumergió su mano en los pliegues de
su coño de nuevo, sólo que esta vez, cuando se apartó, Selene comenzó a
jadear cuando Sasha le dio a Nate sus jugos.
La mirada de puro placer en el rostro de Nate casi hizo que llegara al
orgasmo.
—Sabes tan gloriosa —canturreó Nate.
Selene todavía no podía creer que le perteneciera a estos dos fuertes y
poderosos hombres. A pesar de que era un ejecutor, capaz de cuidarse, la
hacían sentir segura y protegida mientras yacía entre sus musculosos
cuerpos. —Por favor —suplicó.
Sasha se acomodó entre sus piernas, una corriente de aire caliente
sopló a través de su hinchado clítoris. —No hay necesidad de mendigar, mi
pequeña zorra. Si deseas a uno o ambos, somos tuyos.
Selene gritó cuando la boca de Sasha cubrió su clítoris, tomando el
brote hinchado entre sus labios, y entonces comenzó a chupar la pequeña
protuberancia como si la estuviera devorando. Nate se arrodilló a su lado,
observando, sus ojos bebiendo en lo que Sasha le estaba haciendo.
—Nate.
Sasha levantó la cabeza y mordió su muslo. —Qué te dije sobre decir el
nombre de otro hombre cuando te traigo placer. —Sus palabras eran ligeras
y burlonas, pero Selene podía ver la sinceridad en las profundidades de sus
ojos verdes.
—Confía en mí, gato —bromeó con sensualidad—. En mi mente no hay
ninguna confusión sobre quién me hace sentir que mi cuerpo se está
rompiendo en mil pedazos. —Tomó su mandíbula, el pulgar frotaba sus
hinchados labios. El pecho de Selene se tensó al ver el remolino de 232
emociones cruzando la cara del hombre—. Te amo. —Las palabras salieron
de su boca antes de saber que iba a decirlas. Alzó su mirada hacia Nate, sus
ojos verde jade se oscurecieron por la intensidad—. También te amo.
Gritó cuando Sasha enterró su cara entre sus piernas y chupó la
entrada de su coño como si fuera un hombre moribundo. El hambre en los
ojos de Nate no era menos intensa. Selene agarró la base de su polla y lo
acercó de un tirón, lamiendo sus labios y diciéndole sin palabras lo que
quería.
Los ojos de Nate contenían tal ternura que le robó el aliento. La miraba
con tal amor que tuvo que parpadear unas cuantas veces. Nate se acercó, la
cresta de su polla en sus labios, el espeso pre-semen relucía mientras abría
sus labios.
—¡Maldita sea! —gritó Nate mientras succionaba su polla en las
profundidades de su boca. Nate parecía como si se fuera a derretir justo
delante de sus ojos... y entonces Selene sintió que su cuerpo explotaba
cuando Sasha insertó un dedo en su coño y su ano. Gritó alrededor de la
polla de Nate, su cuerpo arqueándose en la cama.
Sasha envolvió un brazo alrededor de su cintura, sujetándola mientras
Nate la agarraba de la cabeza, acercándola a su polla. —Chúpala, cariño.
Chupa mi polla. Más rápido. Más fuerte.
La oscura tormenta en sus ojos aumentó junto con el hambre mientras
hacía girar su lengua alrededor de la larga longitud de su polla. El sabor
picante se derramó en su lengua, el pre-semen deslizándose hasta la parte
posterior de su garganta. Nate tomó su mandíbula, su pulgar se burlaba
rodeando sus labios. —Eso es, cariño, saboréame, tómame.
Su culo ardía mientras era estirado un poco más, y Selene sabía que
Sasha había insertado otro dedo, usando sus jugos para cubrir los dígitos
mientras relajaban su interior.
—Voy a joder este apretado coño mientras Sasha te toma por detrás —
dijo Nate mientras su mandíbula se cerraba, la pasión en sus ojos
creciendo—. ¿Nos quieres, al mismo tiempo?
Asintió mientras sus dedos se aferraban con fuerza a su polla.
Un destello brilló en los ojos de Nate. —Y luego voy a joder a Sasha. 233
¿Quieres ver eso?
Oh, dios. Selene estuvo a punto de llegar al clímax de nuevo ante la
imagen que había provocado las palabras de Nate.
—Eso quieres, ¿verdad? —dijo Sasha mientras levantaba su cabeza,
lamiéndose su crema de los labios. Selene rodó los ojos por el placer
mientras sus dedos extendían su ano, enviando una mezcla de fuego y placer
que recorría su culo.
—Sí —dijo Nate mientras asentía firmemente, con los ojos clavados en
Sasha. Para su sorpresa, Sasha no discutió, pero otro dedo se deslizó dentro
de su culo. Selene levantó su trasero, tratando de llevar su culo sobre esos
gruesos e invasores dedos. Dios, se sentía tan jodidamente bien. Nunca antes
había considerado el sexo anal, pero con estos dos, sabía que esta no sería la
última vez.
Los dos hombres se miraron por un momento antes de que Sasha
asintiera. Selene intentó mantener la polla de Nate en su boca, pero se
liberó, alejando su necesidad de hacerle entrar en su boca.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Nate le sonrió y Selene supo en ese instante que estos hombres
estaban a punto de consumirla. Nate la levantó mientras Sasha salía de la
cama, desnudándose. Verlos desnudos era como ver abrirse las puertas del
cielo. Era impresionante. Eran tan musculosos, tan tonificados que no podía
hacer otra cosa más que mirarlos.
Nate se dejó caer de espaldas y tiró a Selene sobre él. —Móntame,
bebé.
Pasando una pierna sobre su cintura, Selene se acomodó. Nate agarró
la base de su polla mientras ella descendía lentamente sobre su eje. Su coño
ardía mientras la piel se extendía, su pene la invadía lentamente, estirando
sus músculos, haciendo que sus gritos de placer llenaran la habitación.
Y entonces sintió a Sasha en su espalda, una fría humedad jugando en
su ano.
—Mírame —dijo Nate—. Concéntrate en mi rostro, Selene.
234
Selene lo miró fijamente mientras descansaba las palmas de sus manos
en su ancho pecho. El hombre era tan malditamente monolítico. Selene
estaba sorprendida de que pudiera tomarlo en su cuerpo de esta manera.
Estaba tan llena que se sentía como si fuera a romper sus costuras. Nate la
atrajo mientras se sentaba en su polla, tomando sus labios en un hambriento
beso. Gimió en su boca cuando Sasha comenzó a jugar con su clítoris. Sabía
que era Sasha. Las manos de Nate la estaban sujetando, así que era Sasha
quien circulaba su dedo alrededor de la sensible protuberancia.
Y entonces su pene presionó contra su entrada trasera. Selene se puso
rígida.
—Tranquila, bebé —susurró Nate en sus labios—. Iremos tan despacio
como necesites.
La mano de Sasha acarició su espalda y luego le dio un beso en la parte
superior de su columna. —Lento y suave —dijo a su espalda—. Tan lento
como necesites.
Sus dedos se clavaron en el pecho de Nate, perforando su piel mientras
Sasha se presionaba en la más diminuta fracción. Ardía. Oh dios, cómo ardía.
Selene comenzó a jadear contra los labios de Nate mientras sus ojos se
cerraban.
—Mírame, cariño.
Selene abrió sus ojos y miró fijamente a esos ojos verde jade.
—Te amo —dijo Nate mientras sus dedos masajeaban sus mejillas.
Selene sintió que las lágrimas le ardían en el rabillo de sus ojos. Había
amado a Nate durante tanto tiempo que oírle decir que la amaba casi era
demasiado.
—¿Está lastimándote? —preguntó Nate, su expresión seria.
Sasha se quedó quieto. —¿Estoy lastimándote, pequeña?
—Arde —respondió honestamente mientras Nate envolvía sus brazos a 235
su alrededor.
—Pasará. —Había una promesa en las palabras de Sasha—. ¿Quieres
que me detenga?
¡Dios no! Desde que se habían apareado, Selene había fantaseado con
que los dos la tomaran al mismo tiempo. —No.
—Buena chica —susurró Nate mientras la besaba. Selene enterró los
dedos con más fuerza en el pecho de Nate, sabiendo que podía aguantar
mientras Sasha empezaba a moverse de nuevo. Entre la polla de Nate
enterrada en su coño y Sasha allanando su culo, Selene sentía como si fuera a
perder la cabeza ante el aluvión de sensaciones que la inundaban.
—Tan llena —gimió.
Sasha y Nate se agacharon y comenzaron a aliviar algo de la presión
con sus dedos mientras su clítoris era masajeado, tirado y apretado. Selene
gritó, su cabeza se tambaleaba de un lado a otro mientras las sensaciones
empezaban a acumularse como un volcán listo para entrar en erupción.
Cuando su cabeza cayó hacia atrás, un grito escapó de su garganta y
Sasha empujó profundamente en su interior. Pero no fue dolor lo que sintió
Selene cuando su orgasmo amenazó con volverla loca. Era un placer tan
intenso, tan volátil que la fracturó por la mitad, provocando una fisura en su
columna y haciendo que se retorciera en sus brazos.
—Mierda —gruñó Sasha detrás de ella—. Hazlo de nuevo.
—¿Hacer qué? —preguntó Selene mientras desesperadamente
intentaba llenar sus pulmones de aire.
—Vuelve a ordeñar mi polla de esa manera. —Pasó su mano sobre la
marca de apareamiento que le había dado, y un escalofrío disparó a través de
su cuerpo.
—¿Lista? —preguntó Sasha.
Selene miró a Nate, viendo la necesidad en la profundidad de sus ojos.
—Sí. 236
Cuando ambos comenzaron a moverse, Selene estaba abrumada con
sensaciones que ni siquiera sabía que existían. Nate empujaba hacia adelante
mientras Sasha retrocedía. Nate retrocedía mientras Sasha avanzaba. Selene
estaba atrapada entre los dos, y todo lo que podía hacer era aferrarse a su
vida. La follaron duro y profundo, Selene sintió cada centímetro de ambas
pollas mientras se alternaban llenando su coño y culo.
—No puedo hacer esto —gritó, las eróticas sensaciones culminando en
una cegadora locura.
—Déjalo ir, bebé, te tenemos.
—Dame tu orgasmo, pequeña. Está bien, deja que se sienta bien.
Déjalo ir.
Selene sabía que estaba luchando contra la voracidad de lo que
estaban haciendo con su cuerpo, su mente y su corazón. Se sentía como si
estuviera en un mar tempestuoso luchando por mantenerse a flote.
—Maldita sea, pequeña, deja de luchar contra esto —gruñó Sasha en
su oído.
Las lágrimas cayeron de sus ojos mientras sacudía la cabeza. —No
puedo. Me ahogaré.
—Te atraparemos, nena —susurró Nate en la concha de su oído justo
antes de que los dos la mordieran a ambos lados de su hombro,
reclamándola, encendiendo una tormenta de fuego que la quemaba viva,
haciéndola gritar hasta que su garganta estaba cruda, enviándola de
inmediato sobre el borde mientras su orgasmo desgarraba su cuerpo,
arrastrándola a la oscuridad.

Nate la tumbó en la cama gentilmente, Sasha ayudándolo. Nunca antes


había hecho que alguien se desmayara sólo follándolo. Por un segundo
estuvo preocupado hasta que vio cómo subía y bajaba su pecho.
—Estará bien —le aseguró Sasha—. Pero maldita sea, eso fue intenso. 237
Nate metió las mantas a su alrededor y luego giró su cabeza
lentamente, mirando a Sasha con un profundo hambre. —Eres el siguiente.
—Sus palabras estaban llenas de un gruñido gutural.
Una ceja gruesa y rubia se alzó una fracción. —¿Ah, sí?
Nate se movió a la velocidad de la luz, fijando a Sasha a la cama. Sabía
que el alfa no iba a ceder por las buenas. Nate iba a tener que tomarlo. Iba a
tener que probar que podía estar arriba del leopardo alfa. Sasha no iba a
aceptar nada menos.
El leopardo empujó a Nate con fuerza, desequilibrándolo, pero se
aferró al hombre, manteniéndolo sujeto. —Sí, así es.
—¿Qué te hace pensar que puedes hacerlo? —preguntó Sasha con un
inequívoco desafío en su tono.
Nate envolvió los mechones sueltos de Sasha alrededor de su mano y
entonces empuñó su cabello, tirando de la cabeza de Sasha hacia un lado.
—Porque sabes que quieres sentir mi pene enterrado en tu culo.
El sexo entre cambia formas era brutal. Habían ido lento con Selene ya
que era la primera vez que tenía dos hombres en su interior. Pero Nate sabía
que Sasha quería sexo duro, salvaje, casi brutal, sexo que rompería los
huesos de un humano.
Nate aplastó su boca contra la de Sasha, tomando lo que quería, sin
preguntar, jamás preguntando. Sasha no quería cortesía. Quería ser
reclamado, ser devorado. Podía sentir los caninos del leopardo deslizándose
de sus vainas y sabía que estaba pasando un momento increíble. Sasha clavó
sus manos en el pelo corto y rubio de Nate, tirando de él, gruñendo y
ronroneando sucesivamente. Su pene palpitaba tan fuerte, la necesidad de
hacer que Sasha se sometiera era tan abrumadora que Nate pensó que iba a
perder la cabeza. Podía ver que Sasha estaba igual de duro, y desesperado.
Nate se estiró y jugó con el culo de Sasha.
El leopardo ahuyentó su mano. 238
Nate gruñó ferozmente en la boca de Sasha. —¿No quieres que te
prepare? —Supo que cometió un grave error cuando Sasha luchó para
liberarse. El hombre no quería que le preguntaran nada. Quería que Nate
supiera lo que necesitaba. Tenía que usar cada gramo de la fuerza que poseía
para mantener preso a Sasha—. Eso es, pelea conmigo, gato.
Sasha chasqueó sus dientes cerca del rostro de Nate. —¿Crees que
puedes tomarme?
Un desafío.
Los jugos de Selene todavía cubrían la polla de Nate. Le preocupaba
hacer daño a su compañero, pero por el fuego en los ojos verdes de Sasha,
Nate sabía que el hombre quería dolor con su placer.
Que así sea.
Moviéndose rápidamente, Nate empujó las poderosas piernas de
Sasha hacia atrás y traspasó su culo con su gruesa polla, sin parar hasta que la
empuñadura estaba incrustada en el cuerpo del hombre.
Sasha gruñó, se agachó, y luego para sorpresa de Nate, envolvió sus
piernas alrededor de la cintura de Nate, acercándolo más.
—Eso es, gatito, sabes quién está a cargo.
Sasha volvió a chasquear los dientes, pero no discutió la afirmación de
Nate. Sus dedos se enroscaron en el pelo de Nate, tirando de él bruscamente
mientras sus labios colisionaban. El calor del culo de Sasha envuelto
alrededor de la polla de Nate era tan abrumador que Nate ya se estaba
tambaleando en el borde.
Se echó hacia atrás y se enterró profundamente en el culo de Sasha,
sus dedos agarraron con fuerza las piernas del hombre mientras se hundía
profundo y rápido.
—Nate. —Sasha dijo su nombre mientras sus dedos agarraban el
cabello de Nate con más fuerza.
El culo del hombre estaba tan apretado que parecía un puño de hierro 239
alrededor de la polla de Nate. —Dime que no has sido de nadie antes —dijo
Nate en un gruñido—. Dime que soy el primero.
Sasha soltó el pelo de Nate y envolvió sus dedos alrededor de su
garganta, pero no aplicó ninguna presión, sólo los apoyó sobre su piel. —Y el
último —respondió Sasha.
La confesión de que nadie había tomado a Sasha así hizo que una
oleada de protección quemara a través de Nate. Puede que el hombre fuera
un alfa, que fuera fuerte y poderoso, pero le pertenecía a Nate. Todo suyo, y
Nate mataría a cualquiera que tratara de quitarle al hombre. —¡Mío!
Las piernas de Sasha se apretaron alrededor de Nate, sus ojos cada vez
más oscuros. —Fóllame más fuerte, Nate. —Las palabras fueron
pronunciadas con un tono demandante, áspero y ronco.
Nate se salió, agarró a Sasha con determinación y volteó al hombre
poniéndolo en sus manos y rodillas, de espaldas a él. Envolvió el pelo de
Sasha en un puño y embistió al hombre con golpes profundos y constantes.
—¿Así? —No estaba preguntando, sino burlándose.
Sasha se inclinó contra él, su culo estrellándose con la polla de Nate,
enviando sensaciones de placenteras a través de su cuerpo. Nate quería
consumir al leopardo, devorarlo con su polla, sus labios, su tacto. Se
esforzaba por no correrse, para que esto no terminara tan rápido, pero la
apretada sensación de Sasha lo conducía más cerca del límite. Su cuerpo se
esforzaba tratando de no llegar al clímax.
—Nate... maldita sea, Nate... fóllame... hazme rogar.
Las palabras de Sasha lo sorprendieron, pero Nate le dio lo que estaba
pidiendo. Agarró las caderas de Sasha y se movió tan rápido que el sonido de
la piel chocando resonó en la habitación. —Juega contigo—exigió Nate—.
Juega con tu polla.
Sasha gimió y metió su mano bajo su cuerpo, su mano moviéndose
rápidamente mientras se masturbaba.
—Hijo de puta —jadeó Nate—. Eso es, córrete, bebé.
240
—Sigue hablándome sucio —rogó Sasha—. Haz que me corra, Nate.
Este era un lado de Sasha que Nate jamás había visto. Sus defensas
habían ido bajando lentamente, permitiendo que Nate tuviera un vistazo del
hombre, no del alfa. Sasha quería ser amado, complacido, y necesitado.
Podía oírlo en las desesperadas palabras que había pronunciado el hombre.
—Chupa mi polla, Sasha. Quiero sentir tus labios envueltos alrededor
de la cabeza, chupándome como si fueras a tragarme.
El cuerpo de Sasha se retorció mientras su mano aceleraba la
velocidad. —¿Vas a forzarme a chuparte la polla?
Nate palmeó el culo de Sasha, observando como aparecía la impresión
de su mano con un lindo contorno rojo. —No, vas a rogarme que te deje
chupar mi polla. Vas a caer de rodillas y te darás placer mientras me ruegas.
Sasha se arqueó, su culo pulsaba alrededor del pene de Nate. El
hombre estaba cerca. Nate encontró que las palabras calientes y explícitas
eran tan eróticas como lo que hacía Sasha.
—¿Y si no lo hago? —preguntó Sasha.
Nate sujetó las caderas de Sasha con más fuerza, imprimiendo más
fuerza en cada empuje, viendo cómo desaparecía su pene en el agujero rojo
e hinchado de Sasha. —Entonces voy a sujetarte y meter mi polla tan
profunda en tu culo, tan fuerte que me rogarás que te deje correrte, pero no
te dejaré. Te joderé toda la noche, negándote tu liberación.
Era un juego de poder. Sasha era demasiado alfa para ceder ante Nate,
así que estaba haciendo que Nate le dijera qué iba a hacer. Sasha quería que
le arrebatara la posibilidad de elegir. Nate sabía que a los alfas no les gustaba
verse débiles, y eso era algo de lo que Sasha iba a tener que desprenderse, al
menos en su dormitorio. No había títulos ni posiciones cuando estaban a
solas intimando. Eran iguales.
—Este es mi culo —gruñó Nate mientras jodía a Sasha con más fuerza y
entonces se quedó quieto. Pasó su mano por la espalda de Sasha y luego
azotó la otra nalga—. No eres un alfa cuando estás en mi cama, Sasha. Eres 241
mi amante, mi pareja. Cuando quiera que te sometas, harás lo que te ordeno.
El brazo de Sasha se quedó quieto, y Nate podía oír la entrecortada
respiración proveniente del hombre. —¿Hablas en serio?
Nate se inclinó, besando el hombro de Sasha con gentileza. —¿Crees
que te miraría como algo menos de lo que eres dentro de la privacidad del
dormitorio? Claro que no, Sasha. No te vería con nada menos que respeto,
sabiendo que mi pareja, mi amante, confía en mí lo suficiente como para
mostrarme tus anhelados placeres.
—No todo el tiempo —comenzó Sasha—, pero quiero que me
domines, que me muestres que te preocupas por mí. —El hombre sonaba tan
perdido, tan jodidamente solo que a Nate se le partió el corazón.
Nate se agachó y agarró la barbilla de Sasha hasta que el hombre lo
miró. —Sería un honor mostrarte lo que realmente implica someterse a
alguien. Deja de luchar conmigo, Sasha. Déjame amarte.
Sasha todavía guardaba incertidumbre en sus ojos, pero le dio a Nate
un firme asentimiento. Sacó su polla del culo de Sasha y luego volteó al
hombre, pasando su mano por el amplio pecho de Sasha. —Mírate. Eres tan
magnífico. —Nate tenía la sensación de que nadie había sido tierno con este
hombre. Sasha tuvo que luchar a lo largo de su vida, y Nate podía decir que
eso le estaba cobrando peaje.
Nate se inclinó y le dio a Sasha un cálido y abrasador beso mientras
deslizaba su polla hacia el cuerpo del hombre. —Ahora juega contigo para
que pueda verte. Dale placer a tu cuerpo y muéstrame lo que quieres que te
haga, bebé.
Sasha vaciló y luego envolvió sus dedos alrededor de su polla,
sumergiendo sus dedos alrededor de la cabeza y luego tirando fuertemente.
—¿Te gusta el dolor junto con tu placer?
—Sí. Nada brutal, pero suficiente para hacer que me corra.
242
—Joderte sin preparación fue bastante brutal —dijo Nate mientras
observaba los dedos de Sasha. El pulgar se deslizó sobre la cabeza, recogió el
pre-semen, y luego utilizó el líquido transparente como lubricante, mientras
se acariciaba lentamente.
—Y algo que no harás de nuevo —sonrió Sasha y el corazón de Nate se
derritió—. Esa mierda duele.
Nate se rio. —Eso imagino. —Tiró a Sasha en sus brazos, sujetando al
hombre mientras apaciguaba sus empujes, mostrándole a Sasha que lento y
tranquilo era tan sensual como duro y rápido. Sasha usó sus brazos para
rodear el cuello de Nate y comenzó a besarlo con una lenta y ardiente pasión.
—Sabes que te amo, ¿verdad? —preguntó Nate.
—Ahora lo sé —dijo Sasha mientras lamía los labios de Nate, dándole
besos adictivos que hacían girar la cabeza de Nate—. Puede que nunca lo
diga lo suficiente, Nate, pero te amo.
Nate podía oír la vulnerabilidad en el tono de Sasha y sabía que no le
había dicho eso a nadie excepto a él y a Selene. Era un regalo precioso que
Nate siempre atesoraría y nunca daría por sentado. —Lo sé. El grande y malo
Sasha no puede parecer débil.
Sasha sacudió la cabeza mientras Nate se movía dentro, disfrutando
del calor que rodeaba su polla. —No, no es eso. No estoy acostumbrado a
mostrar un lado más suave, excepto cuando se trata de Sammy.
—Y es una niña así que no tienes que preocuparte porque te rechace
—supuso Nate.
—Algo así —admitió Sasha.
Nate ahuecó la cara de Sasha. —Eres mi pareja, Sasha. Nunca te
rechazaría o me burlaría de lo que digas, o lo que quieres que te haga. Si
quisieras que Selene usara un consolador y te jodiera, me encantaría. Nunca
tengas miedo de pedir lo que deseas.
243
Sasha frunció el ceño. —¿Un consolador?
Nate se rio entre dientes. —Oh, gato, tengo muchos planes para
nosotros, y los juguetes estarán incluidos.
—Ojalá lo hubiera sabido cuando Mason entró en el maldito sex shop.
Nate abrazó a Sasha con más fuerza mientras empujaba en su interior,
moviéndose más rápido, sintiendo su orgasmo hormigueando y
envolviéndose alrededor de su columna. —Te voy a llenar con mi semilla,
gatito. Quiero que lleves mi olor.
Sasha gimió cuando plantó los pies firmemente en la cama y comenzó
a joder a Nate con intensidad. Su culo rebotaba en el eje de Nate mientras el
hombre tomaba su placer. Cuando las sensaciones se volvieron demasiado
intensas, Nate mordió el hombro de Sasha, enviándolos por el borde y al
abismo del placer. Nate observó a Sasha en medio de la pasión y supo que
mataría para proteger a sus parejas.
Nunca había amado tanto a alguien como amaba a Sasha y Selene, y
Nate rezaba para que esta guerra no se los arrebatara.
—Tienes que decírmelo, Sasha —dijo Nate mientras Sasha empezaba a
relajarse lentamente, su clímax se acababa—. ¿Con qué estás mezclado?
Sasha le dio una mirada asesina. —Si le dices a alguien, te castraré.
Nate se rio. —¿Qué pasó con esa mirada post-orgásmica que tenías?
Sasha pellizcó el pecho de Nate. —No te rías.
Nate se puso serio y asintió. —Nunca me reiría de ti.
Sasha sacudió su cabeza, cubriendo sus ojos con sus manos y habló, su
voz sonaba tan avergonzada. —Una gacela.
Nate se quedó ahí sorprendido, mientras se imaginaba a una pobre e
indefensa gacela que no dañaría ni a una mosca. —Oh, demonios. —Nate no
pudo contener la risa mientras se dejaba caer llevándose a Sasha con él. 244
Sasha golpeó a Nate en el pecho. —Lo prometiste.
Nate agarró las manos de Sasha, besando cada palma. —Lo siento,
bebé.
Sasha lo miró fijamente, y luego las comisuras de su boca se elevaron,
convirtiéndose en una sonrisa. —No me preguntes en qué diablos estaba
pensando mi padre, pero si le cuentas a alguien… ya verás.
Capítulo Veintinueve
Rick sostuvo a su sobrino en sus brazos por primera vez. El orgullo lo
llenaba por dentro mientras miraba esos ojos color avellana. Su sobrino
seguía en su forma animal. Tenía la apariencia de un cachorro de lobo, pero
su pelaje era corto y moteado como un cachorro de puma. Su cola era un
poco más larga, revelando su raza de rata. —Es un diablillo muy guapo.
—Gracias —dijo Edward—. Sigue temblando cuando se pone de pie y
sus ojos se abrieron hace tan solo unas semanas.
Rick podía oír el orgullo en la voz de su cuñado. Edward miró a su hijo
con admiración mientras Rick frotaba la pancita del bebé. EJ, como Edward e
Isabelle llamaban a Edward Jr., estaba siseando y tratando de alcanzar la
mano de Rick. Sabía que era normal que un cachorro de puma siseara, gritara
y gruñera. Eran sonidos que hacían a tal temprana edad. EJ no sería capaz de
rugir hasta que fuera adulto.
Pero maldición, el muchacho era adorable. Rick alzó al bebé,
sujetándolo sobre sus piernas mientras miraba fijamente a los ojos color 245
avellana de EJ. —Soy tu tío Rick y tú, mi pequeño sobrino, vas a ser
consentido a más no poder.
—¿Y yo? —preguntó Hunter, uno de los ahijados de Rick—. ¿Van a
consentirme?
Dorian agarró a Hunter alrededor de su cintura, lo arrojó gentilmente
en el piso, y empezó a hacerle cosquillas. —Sí, claro que sí —le dijo Dorian
mientras Samuel, el hermano menor de Hunter por tan sólo un año, trataba
de trepar por la espalda de Dorian.
Rick se rio entre dientes ante la forma en la que Dorian estaba jugando
con sus ahijados. El hombre se levantó y corrió, Hunter y Samuel salieron
persiguiéndolo. Rick vio a Sammy y Boston sentados en una mesa jugando a
las cartas. Boston cada vez estaba actuando un poco más como el hermano
mayor mientras Sammy lo vencía una vez más al Go Fish.
—Hace que quieras matar a quien los amenace —dijo Edward.
Rick asintió mientras acariciaba el suave pelaje de EJ.
—Tienes razón. —Los niños parecían haberse olvidado de lo qué
estaba pasando mientras Peanut entraba corriendo a la sala de estar,
gritando de emoción mientras Dorian patinaba en la esquina y trataba de
atraparla. Peanut se arrastró hasta el regazo de Edward y se escondió detrás
de él—. Sálvame —le susurró.
—¿Dónde está Peanut? —preguntó Dorian, pretendiendo que no la
veía. Kell entró gateando a la habitación, miró a Peanut, y luego se sentó
sobre su trasero. A continuación, Hunter y Samuel corrieron, señalando a
Edward.
—Ahí está.
Pronto Trisha también se les unió y entonces se sentó en la mesa con
Boston y Sammy, preguntando si podía jugar. Rick miró toda la inocencia que
lo rodeaba, y su pecho se apretó ante la idea de que alguno saliera lastimado
en esta guerra. Sabía que Boston y Trisha estaban bien conscientes de lo que 246
estaba pasando, pero eso no evitaba que Rick deseara protegerlos de las
crueldades del exterior.
—De acuerdo, vamos todos, hora de ir a la cama —anunció Willow
cuando entró en la habitación. Los niños gimieron, protestaron, pero hicieron
lo que les pidió. Rick y Dorian tomaron la casa vecina, Nate, Sasha y Selene
agarraron algo de privacidad, al estar recién apareados y todo eso, en la casa
al otro lado de esta.
Rick sabía que los niños estaban bien protegidos con todos los otros
que se alojaban aquí. Benito y Miguel estaban patrullando, manteniendo un
ojo en las cosas mientras Mason y Bryson exploraban el perímetro externo.
No iban a arriesgarse.
—Esa es mi señal para irme a la cama. —Edward se levantó, poniendo
a Peanut de pie mientras tomaba a EJ. Rick, a regañadientes, le entregó a su
sobrino, dándole un beso en la nariz antes de que su padre se lo llevara.
Dorian agarró la mano de Rick y lo jaló hacia la puerta. —Y esa es mi
señal para llevarte a la cama.
Rick emitió un gruñido bajo mientras se inclinaba y besaba a Dorian
antes de agarrar su abrigo. —Será un placer.
Caminando a la siguiente puerta, Rick vislumbró a Benito en la
distancia. Sabía que el ejecutor estaba realmente confundido en cuanto a
Wilbert, y probablemente lo desgarraba haber hecho que el conejo lo odiara.
Pero Rick dejó el asunto a Benito. Era un adulto. Lo respetaba por
reconocer sus límites, pero aun así apestaba ver esa mirada lejana en su
rostro. Apartando el pensamiento, Rick entró en la casa con Dorian. Hacía un
poco de frío adentro. Dorian había preparado un espacio más cálido en el
dormitorio, así que sabía que arriba estaba cálido y cómodo. Registraron la
ciudad en busca de generadores y la mayoría de los calefactores que
encontraron fueron a parar a la casa de al lado para mantener a los niños
calientes, pero Rick se había quedado uno para él y Dorian. 247
Aunque estaba bastante seguro que iban a generar el calor corporal
suficiente por su propia cuenta. Rick se rio entre dientes cuando vio a Dorian
corriendo por las escaleras. El hombre estaba tan caliente como Rick. Sin
desperdiciar el tiempo, corrió por las escaleras tras su pareja. Dorian ya
estaba en la habitación, desvistiéndose, y mirando a Rick con tal calor en sus
ojos que Rick sintió que su polla se endurecía y comenzaba a palpitar.
—Alguien quiere ser jodido —bromeó Rick mientras lanzaba su abrigo
a un lado y se quitaba las botas.
—Jodido, chupado, lamido y lo que sea que tengas en mente. —Dorian
se quitó sus vaqueros y ropa interior, mostrándole a Rick una impresionante
erección. Su boca se aguó ante la vista.
—Chuparte, ¿eh? —preguntó mientras se quitaba la camisa y los
vaqueros. Su polla estaba tan tirante como la de su pareja, si no más.
Dorian agarró la base de su pene, meneando el hinchado eje hacía
Rick. —Ven a chupármela, Rick.
El calor en su voz, la necesidad en sus ojos y el deseo sexual en la
palma de su mano. Rick se acercó, pero Dorian le dio una sonrisa retorcida
antes de correr hacia la cama fuera de su alcance.
—¿Jugando a hacerte el difícil, gatito? —preguntó Rick—. Sabes lo que
le pasa a mi bestia cuando corres.
Dorian deslizó su dedo sobre la cabeza de su polla, y luego lo lamió
limpiándolo. Las aletas de la nariz de Rick se agitaron ante la erótica visión. —
Oh, espero que se desahogue conmigo.
Acechándolo alrededor de la cama, su polla balanceándose frente a él,
Rick se acercó a Dorian, acorralando a su pareja. La persecución envió una
emoción ondulante a través de Rick, haciendo que su cuerpo pulsara con
necesidad. —Ven aquí, gatito. Sabes que quieres sentir mis labios alrededor
de tu pene.
Los labios de Dorian se abrieron mientras miraba a Rick. Podía ver el
pulso en el cuello de Dorian acelerándose mientras Rick se acercaba más.
—No es justo —susurró Dorian. 248
Rick dio otro paso y luego alcanzó a su pareja, pero Dorian salió de su
niebla llena de lujuria antes de que Rick pudiera agarrarlo. Su pareja se rio
mientras saltaba a la cama y brincaba hacia el otro lado.
¡El hombre lo estaba volviendo loco!
—Tienes que atraparme primero —bromeó Dorian.
Rick colocó sus manos en sus caderas. —¿Tengo que atraparte con el
fin de darte una mamada?
Dorian se giró, extendiendo sus nalgas con su mano, mostrándole a
Rick el dulce agujero en el que iba a hundir su polla. La visión estuvo a punto
de hacer que se corra. —Si quieres esto, lo harás.
—¿Ahora quien no está jugando justo? —preguntó Rick. Saltó sobre la
cama, corrió tras su pareja y atrapó el brazo de Dorian, tirando a su pareja
contra su pecho—. Te tengo.
Dorian sonrió mientras frotaba su cuerpo desnudo sobre el de Rick
como un maldito gato en celo. —¿Ahora qué vas a hacer conmigo?
Rick estaba demasiado exaltado y caliente para esperar. Empujó a
Dorian, que aterrizó en la cama mientras Rick se arrastraba hacía él. —Voy a
comerte vivo.
—Oh, mierda —susurró Dorian—. Tus ojos se volvieron como los de tu
lobo sólo por mí.
Rick sintió que sus ojos cambiaban, pero estaba demasiado ocupado
concentrándose en la bonita polla de Dorian para prestar atención.
Moviéndose entre las piernas de su pareja, Rick engulló el eje hasta la parte
posterior de su garganta. Dorian cayó hacía atrás, sus gritos llenaron la
habitación mientras Rick se enfocaba en la polla de su pareja hasta que vio
que las bolas de Dorian se acercaban a su cuerpo. Lamió, chupó, acarició y
devoró el eje del hombre. También se enfocó en el agujero de Dorian,
estirándolo, preparándolo para lo que Rick más anhelaba. 249
Dorian extendió sus piernas, arqueando sus caderas mientras jodía la
boca de Rick. El picante pre-semen de su pareja era ambrosía en su lengua
mientras Rick lamía la diminuta rendija de la cabeza de la polla de su pareja.
—Maldición… sólo… maldición —masculló Dorian mientras Rick tenía
tres dedos enterrados en el culo de su pareja no sólo para estirarlo, sino para
joder el culo del hombre, también. Creando una succión, Rick volvió a tomar
a Dorian en su garganta y luego sintió el culo de Dorian ordeñando sus dedos
mientras gritaba su orgasmo y entonces los chorros de semen golpearon la
parte posterior de la garganta de Rick. Bebió lo que le ofrecía Dorian,
sacando hasta la última gota de semilla de su pareja antes de alejarse.
Rick cogió el lubricante de su bolsa, mirando a Dorian que yacía
desmadejado sobre la cama. Su garganta se apretó mientras sentía el vínculo
entre ellos. En los pasados diez meses, no sólo se había vuelto más fuerte,
sino más profundo. No había nada que no hiciera por él. Lo amaba hasta el
punto del dolor.
Rick se unió a Dorian en la cama, acomodando a su pareja a su lado
mientras lubricaba su polla y luego gruñó cuando la cabeza traspasó el anillo.
Sus dedos se enterraron en los costados de Dorian mientras su pareja pasaba
una pierna sobre la de Rick.
—¿Sabes cuánto te amo, gatito? —preguntó mientras esparcía besos a
lo largo del suave hombro de Dorian.
Dorian alzó su brazo y deslizó su mano por la mandíbula de Rick, quien
presionó un beso en la palma. —Tan profundamente como te amo, Rick.
Su pareja lucía aturdida cuando Rick empujó más profundo, el calor
líquido engulléndolo. Retrocediendo, empezó a joder el apretado culo de
Dorian mientras miraba a su pareja. Era intenso, diciéndole a Rick que Dorian
lo amaba muchísimo. No parecía posible contener dentro de sí tanta emoción
por una persona, pero lo hacía. Amaba a Dorian más que a su propia vida.
Era extraño cómo se sentía hacia el hombre considerando cómo
empezaron, pero Rick no cambiaría a Dorian por nada en el mundo. 250
Las emociones extremas, los alocados sentimientos, y la sensación de
su pareja alrededor de polla hicieron que los muslos de Rick se contrajeran
mientras sus bolas se acercaban a su cuerpo. Besó un camino por el brazo de
Dorian, sonriendo cuando la piel de gallina se formaba a lo largo del brazo de
su pareja, antes de retornar al hombro de Dorian.
—Muérdeme, Rick.
Mientras empujaba más profundo dentro del culo de Dorian, Rick
mordió la marca de apareamiento, llevando su vínculo a un nivel incluso más
profundo mientras Dorian gritaba, su agujero palpitó alrededor de la polla de
Rick mientras su pareja se corría.
Rick giró a Dorian sobre su estómago y lo jodió rápido y duro. Su
necesidad de correrse dentro de su pareja era abrumadora. Quería marcar al
hombre con su aroma una vez más, dejar que todos supieran que Dorian le
pertenecía y que mataría a quien amenazara a su pareja.
Su polla desaparecía entre las nalgas de Dorian, entrando y saliendo
del culo del hombre, conduciéndolo a la locura mientras daba una última
embestida, derramando su semilla en el cuerpo de Dorian.
Rick se quedó ahí arrodillado, acariciando el culo de Dorian, cerró sus
ojos cuando oyó un suspiro de su pareja.
Nunca se cansaría de ese sonido. Nunca se arrepentiría de emparejarse
con Dorian, y nunca permitiría que le pasara algo a este hombre. Podía ver un
mañana en donde estarían sentados frente a la chimenea en la casa de Rick,
acurrucados después de hacer el amor, y no tendrían que preocuparse de
que alguien estuviera persiguiéndolos.
Soñaba con que llegara ese día y estaba determinado a que sucediera.

Sasha abrochó su abrigo y caminó a la puerta contigua para comprobar


a Sammy y a Boston. En realidad, no había pasado mucho tiempo con
ninguno desde que Sammy se unió a ellos y Boston había sido convertido. 251
Parecía que todo estaba pasando demasiado rápido. Ahora estaba
emparejado con dos de las personas más maravillosas que podía imaginar y
también tenía dos niños a su cuidado. Sasha no podía esperar a que esta
guerra terminara y pudiera llevarlos bajo el mismo techo, una familia, y
pasaran sus vidas juntos.
Abrió la puerta de la habitación de Sammy para encontrarla sentada en
su cama, su cabello negro azabache caía por su espalda. Boston estaba
sentado en la silla junto a la ventana, charlando suavemente.
Entrando, Sasha cerró la puerta tras él y luego se arrastró sobre la
cama, tirando de Sammy más cerca mientras miraba a Boston.
—¿Sobre qué estaban hablando mis niños en vez de dormir?
Boston sonrió, y Sasha podía ver la humedad de las lágrimas
contenidas en los ojos del adolescente. El chico lucía perdido y confundido.
Sasha no estaba seguro de si era demasiado mayor o no se había aclimatado
lo suficiente como para darle el consuelo que necesitaba un cambia formas,
pero de todas formas ondeó su mano hacia Boston.
El adolescente se levantó, acercándose a Sasha y subiéndose a la cama
junto a él y Sammy. Sasha pasó su mano sobre la de Boston, dándole la
seguridad y consuelo que podía ver que el chico necesitaba tan
desesperadamente. —Ahora, ¿sobre qué estaban hablando estos
alborotadores? —le preguntó Sasha a Boston.
—De nuestra familia.

252
Capítulo Treinta
Rick fue el primero en oír el suave susurro de unas pisadas
aproximándose al pequeño pueblo, donde se habían detenido para descansar
la última noche. Las frías ráfagas de febrero trataban de encubrir las
distantes pisadas, el crujido de las ramitas bajo los vientos del oeste, y las
ráfagas que quitaban la visibilidad casi hasta dejarla en cero.
Pero los agudos sentidos de Rick captaron el peligro inminente. Alguien
se acercaba. Más de una persona. Empezaban a prender fuego las ascuas del
miedo en el estómago de Rick mientras salía de debajo de Dorian y se vestía
rápidamente.
La única zona verde ahora estaba cubierta por treinta y cinco
centímetros de nieve. La tormenta se había trasladado durante la noche,
dejando caer nieve fresca por todo el pueblo. La diezmada ciudad aullaba con
los vientos que soplaban a través de las calles vacías y alrededor de los
edificios.
Rick dejó a Dorian durmiendo en la caliente cama. El grupo de 253
Rebeldes había explorado el pueblo y encontraron un puñado de
generadores. Los usaron para preparar espacios cálidos y encender las
estufas eléctricas.
Con cuidado para no hacer ruido, Rick cerró la puerta de la casa
silenciosamente y salió al porche. Por un momento, Rick se encontró con la
mirada de Sasha, quien salía al porche de la casa que compartía con sus
parejas. Ambos se quedaron ahí parados, inmóviles, escuchando, olfateando
el aire. Estaban allá afuera, en los árboles, caminando hacia el pueblo. Rick
se dio la vuelta, corriendo hacia la casa en donde la mayoría de su grupo
había decidido acampar por la noche. Necesitaba advertirles. Los hombres
cuyos cuerpos estuvieran en buenas condiciones necesitaban agarrar sus
armas y ayudarles a pelear con quién sea que se aproximara a toda
velocidad. Al mismo tiempo, Sasha entró corriendo a la casa en donde
estaban durmiendo Nate y Selene. Rick sabía que necesitaba regresar con
Dorian. Su pareja estaba dormida e ignorante de lo que estaba pasando. No
había forma de que Rick fuera a dejar vulnerable a su pareja durante un
ataque.
Pero primero tenía que despertar a los otros.
Antes de que pudiera abrir su boca para gritar una advertencia, Mason
bajaba corriendo las escaleras, Brooke y Deluca lo seguían de cerca.
—¿Qué pasa? —preguntó Deluca—. Mason nos despertó, pero no
dijo…
—Alguien viene —dijo Rick rápidamente—. Más de uno. Prepárense
para pelear. —Rick se dio la vuelta y salió corriendo hacia la casa que
compartía con Dorian. Se detuvo a medio camino. Vio a alguien escondido en
la casa en donde dormía Dorian, desprevenido.
Rick atravesó la densa nieve, caminando hacia la casa a la velocidad de
la luz cuando lo derribaron. Aterrizó de espaldas en la nieve mientras un
hombre saltaba sobre él, tratando de golpear el rostro de Rick con sus puños.
Rick se arqueó, quitándose al hombre de encima con facilidad, y
entonces rodó levantándose. Ahí fue cuando notó que el pueblo estaba 254
inundado de extraños. Había al menos treinta, tal vez más, convergiendo a su
alrededor. El cambia formas olfateó el aire, diciéndole a Rick que estaba
lidiando con su propia especie, pero de muchas razas diferentes.
¿Eran mercenarios? No había visto la banda roja alrededor de la
muñeca del hombre, pero por supuesto, el chico estaba envuelto en un
cálido abrigo, cubriendo sus brazos hasta sus dedos.
—Déjame ver tus muñecas —gruñó Rick.
—Déjame ver las tuyas —contratacó el hombre.
Lentamente, Rick levantó los puños de su abrigo, instantáneamente el
frío le robó el poco calor que tenía mientras le mostraba sus brazos
descubiertos.
El extraño hizo lo mismo. No estaba usando la cinta roja para indicar
que era un mercenario. Pero eso no evitó que Rick se pusiera en posición
defensiva mientras miraba fijamente al desconocido. —¿Quién eres?
— Alguien que juró erradicar de este mundo hasta el último soldado —
espetó el hombre.
Rick estaba anonadado. Estos Rebeldes, y eso es lo único que se le
ocurría que podían ser, pensaban que eran soldados. Era cierto que usaban
uniformes ensangrentados, los camiones militares y un tanque enmarcaban
las calles, y el grupo de Rick estaba parado a su derecha con sus rifles
apuntando como soldados entrenados.
Sabía que actuaban como soldados humanos, pero enfrentar a un
grupo de Rebeldes que, por error, creían que tenían que pelear con ellos sólo
solidificó la creencia de Rick de que podían efectuar este plan. Si había
engañado a sus propios rebeldes, entonces sabía sin duda alguna que podían
engañar a los humanos.
Rick extendió su mano. —Enrique Marcelo.
Los ojos marrones del hombre se ampliaron mientras miraba a Rick, y
la incredulidad llenaba sus orbes. —Si eres nuestro líder, ¿por qué están 255
vestidos con uniformes militares? —cuestionó con suspicacia.
—Funcionó, ¿no es así? —preguntó Rick—. He engañado a mi propia
especie. ¿Qué pasa si fuéramos soldados en vez de Rebeldes? ¿Crees que
alguno nos hubiera interrogado?
Rick pudo ver cuándo la comprensión de su plan penetró en la mente
del hombre. Ahora entendía lo que Dorian quiso decir cuando mencionó que
parecía un niñito con un cachorro nuevo. La emoción en los ojos del cambia
formas era casi tangible. —¿Tienes más de esos uniformes?
Antes de que Rick pudiera responder, oyó el distintivo sonido de una
pistola disparando.
Dorian.
Se apresuró hacia la casa, Rick abrió la puerta de golpe y subió las
escaleras, rezando todo el camino para que su pareja no fuese al que
dispararon. Rick se detuvo en el marco de la puerta cuando vio a Dorian
sosteniendo la pistola, apuntando al intruso. —Gatito, ¿estás herido?
—No, pero este imbécil lo estará por entrar a nuestra habitación.
Dorian apuntó la pistola un poco más abajo, sus intenciones claras.
—Dispárame en las bolas y juro que te mataré —gruñó el hombre
monolítico.
—Amenaza a mi pareja una vez más y te dispararé —contraatacó Rick.
—Eh… Josh —dijo el extraño que había entrado en la casa con Rick—.
Este es Enrique Marcelo.
El enorme hombre giró su cabeza, sus ojos se arrastraron sobre Rick. —
Estás bromeando.
El hombre detrás de Rick le dio una amplia sonrisa. —No, y estás
amenazando a su pareja.
—¿Dorian Campbell?
—Agh, soy famoso —dijo Dorian con irritación—. Eso no explica por
256
qué entraste aquí.
—Pensaron que éramos soldados humanos —suministró Rick.
Dorian finalmente apartó sus ojos de Josh. —¿Funcionó?
Rick sonrió mientras asentía. —Sí, engañamos a unos cambia formas
que pensaron que matarnos estaba en su agenda.
—No puedes culparnos —dijo Josh excusándose—. Ni siquiera pudimos
oler que erais cambia formas. Todo lo que pudimos oler fue la sangre. —Josh
ondeó la mano hacia el uniforme ensangrentado de Rick—. Estaría realmente
interesado en saber cómo consiguieron quitárselos a los últimos soldados
que usaron esos.
—No —dijo Rick mientras sacudía su cabeza, los recuerdos de lo que
había sucedido tan sólo ayer en la mañana, resurgiendo—. No querrías
saberlo.
—Puede que sea un enorme viejo idiota del Carolina del Sur, pero sé lo
qué tuvisteis que pasar para conseguir esos uniformes —dijo el hombre
detrás de Rick—. Me llamo Paul.
Rick estrechó la mano de Paul.
—Y tengo que decir que es un honor conocerte —añadió Paul—.
Estaba empezando a pensar que el famoso Enrique Marcelo era sólo un mito.
—¿Puedes decirle a tu pareja que baje su pistola? —preguntó Josh.
Rick se giró hacia Dorian y colocó su mano sobre la de su pareja. Dorian
les frunció el ceño a los dos hombres, pero guardó su arma en sus
pantalones. —No puedes culparme por estar molesto, Rick. También lo
estarías si un desconocido se escabullera en tu habitación cuando estás
durmiendo.
Estaría más que molesto si eso le pasaba. Probablemente Josh estaría
respirando por el agujero que Rick le habría hecho en su pecho.
—Llevemos esto abajo. —Rick tiró de Dorian a su lado mientras 257
caminaban hasta que llegaron afuera. Dorian había agarrado un abrigo antes
de salir por la puerta principal. Ahora estaban de pie hablando con los
hombres que los rodeaban.
—Conozco a Clyde —le dijo Paul a Rick—. Nos dirigimos a Dakota del
Sur a reunirnos con él.
Rick se dio la vuelta cuando Boston llegó junto a ellos. — Sasha quiere
hablar contigo.
Al principio, cuando Boston fue convertido, Rick había estado
preocupado de que el adolescente no fuera capaz de manejar esta vida. Por
lo que había oído, el chico había sido protegido desde que la guerra había
comenzado. Pero para la sorpresa de Rick, Boston lo había hecho bien y era
un gran activo para su grupo. —¿Dijo qué quería?
Boston sacudió su cabeza, sus ojos recorriendo a los extraños que
habían invadido el pueblo. —No.
—Discúlpenme —dijo Rick a Paul y a los hombres que estaban más
cerca. Caminó hacia Sasha dando grandes zancadas, éste estaba hablando
con Papi y Papá. Sasha se giró, dándole a Rick una de sus sonrisas habituales.
—Es bueno ver que no se te está subiendo a la cabeza tener tantos
admiradores —bromeó Sasha.
Rick no lo encontró divertido. En realidad, no le gustaba el hecho de
que esos hombres lo vieran con reverencia. Sólo era un hombre con la misión
de salvar a su especie. Nada más ni nada menos. —¿Qué quieres?
La diversión se deslizó de la expresión de Sasha. —Hace tiempo
hablaste con Ross sobre salir al aire.
Rick recordó la conversación. —Y Ross dijo que era una mala idea.
—Lo era —dijo Papi—, cuando todo esto comenzó. Nadie sabía quién
eras o qué estaba pasando. El público te habría visto como el hombre loco
que el gobierno quería que fueras.
—¿Pero ahora? 258
—Creo que la mayoría de nosotros está listo para que esta guerra
termine. Pensamos que, si sales al aire ahora, diciendo al mundo lo que hay
en esa tarjeta de datos y lo que el gobierno planea hacer con ella, puede que
veas un cambio en el futuro próximo —respondió Papa—. Ya te has hecho un
nombre entre los cambia formas, y la nación está dividida en dos y no saben
en quien creer.
—Confía en nosotros, hijo —dijo Papi—. Todos están escondidos,
pegados a la televisión o a sus radios. Tu discurso será escuchado.

Rick se paseó detrás del gran edificio de ladrillo que alojaba una
pequeña estación de televisión que había sido abandonada. Había hombres
trabajando diligentemente para conseguir algo de corriente para el lugar así
Rick podría dar su discurso. No estaba seguro de qué iba a decir, pero se
había quitado su uniforme militar. No tenía sentido dejar que el público lo
viera con la indumentaria militar y ahuyentaran sus planes.
—Lo harás bien —dijo Dorian mientras se inclinaba contra el edificio—.
Sólo apégate a los hechos, Rick. Nadie puede discutir los hechos.
Rick se detuvo y asintió. —Tienes razón, pero pueden llamarme
mentiroso. No hay manera de que pueda mostrarles la fórmula. Van a estar
sobre mí apenas abra la boca.
—Pero Nate tiene la otra prueba —señaló Dorian—. Tiene los
documentos contradictorios de la corte de Shelton cuando fuimos acusados
de matar a los tres cambia formas. También tiene el documento de
Farmacéuticas Sellers. Tenemos el archivo probando que Farmacéuticas
Dyson está financiando a los Cazadores de Especies. Tenemos la carta
declarando que el capitán O'Hanlon es tu padre biológico. Y la lista sigue y
sigue.
—Y todo eso puede ser refutado, gatito. Cualquiera puede escribir
cartas falsas.
Dorian se apartó de la pared y fue donde Rick. Su pareja colocó su fría
mano en la mejilla de Rick. —¿No lo ves? No tenemos que probar que esos 259
papeles son reales. Todo lo que tenemos que hacer es plantar la semilla de la
duda en la mente de todos. No puedes decirme que se le revelaron todas las
razones de esta guerra a cada soldado o por qué están erradicando a toda
una especie. No todos van a continuar peleando después de que hagas tu
discurso.
—¿Eso crees? —preguntó Rick mientras acariciaba la mano de Dorian.
Incluso a pesar de que Rick era un alfa, seguía necesitando el consuelo que
anhelaban todos los cambia formas. Su grupo de Rebeldes ya era un objetivo
bastante grande. Una vez que Rick le anunciara al mundo la verdadera razón
por la cual había comenzado la guerra, y lo que el gobierno había planeado
hacer a los cambia formas, los militares irían tras ellos con puño de hierro.
Los esfuerzos de los humanos empeñados en erradicar a Rick y su
grupo se duplicarían.
—Eres un hombre muy inteligente, sexy y valiente, Sr. Marcelo. No
tengo duda de que funcionará.
La cabeza de Rick se levantó de golpe cuando oyó un susurro en el
viento. Era diferente a los ruidos que hacían los hombres tratando de
conseguir corriente para el estudio. Este sonido era suave, el raspado de una
tela sobre él. Echando su cabeza hacia atrás, Rick vio a la Sombra en el techo,
mirándolo.
La Sombra no desapareció. Se quedó dónde estaba, el rojo
incandescente de los ojos del hombre le dijeron a Rick en un instante que
estaba mirando a un vampiro, pero no cualquier vampiro. Este hombre tenía
siglos de conocimiento nadando en las brillantes profundidades. —¿Por qué
estás aquí? —le dijo.
La Sombra inclinó su cabeza, estudiando a Rick por un largo momento
y luego abrió su boca. Dos larguísimos colmillos de apariencia afilada
resplandecieron bajo la iluminación de la luz de la luna. —Está viniendo.
Un aire gélido recorrió la columna de Rick. Las dos palabras fueron
pronunciadas con un espeso acento brasileño, pero Rick las comprendió 260
perfectamente. —¿Quién está viniendo?
Los ojos de la Sombra se volvieron un poco más brillantes y luego
retrocedió hasta volver a ser de un suave rojo brillante. —Está viniendo —
repitió la Sombra una vez más antes de desaparecer del techo.
—Sí, eso no fue nada espeluznante —dijo Dorian mientras tragaba con
fuerza—. ¿De quién crees que está hablando?
—No tengo ni idea, gatito. —Pero Rick tenía el presentimiento de que
pronto lo descubrirían. La Sombra había estado siguiéndolos desde el
almacén. Era como si la Sombra simplemente hubiese estado observándolos.
Para qué, Rick no estaba seguro.
—¿Por qué tengo el presentimiento de que encontrar una cruz tal vez
sea una decisión que nos salve la vida? —preguntó Dorian mientras
finalmente se giraba a mirar a Rick.
—Porque tal vez así sea —respondió.
—Estamos listos —les dijo Nate desde la puerta—. Es hora de que el
mundo sepa lo que de verdad está pasando.
Rick oyó un suspiro de Dorian mientras caminaba hacia la puerta. Se
quedó ahí parado por un momento, mirando al techo y preguntándose si
Dorian había notado la sed de sangre en los ojos de la Sombra.

261
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable.
También ama a un héroe que puede ver más allá de todas las asperezas, para
encontrar el brillante diamante de un corazón hermoso.
La puedes encontrar, cualquier día, acurrucada con su portátil y una
taza de café caliente, dejando que el siguiente conjunto de personajes,
cuenten su historia.

262
Créditos
Phoenix
Milaber
Clau
Dark Fae
Morgana Celtic

263

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