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Nate Valez es el ejecutor jefe de Rick. Es un hombre competente y
seguro de sí mismo, capaz de manejar cualquier cosa que le lancen en su
camino… a menos que sean Selene o Sasha.
Selene Lopez odia a Sasha. Está enamorada sólo de Nate, no de Sasha,
pero parece que cada vez que Nate anda cerca del alfa de los hombres
leopardo, éste pierde la maldita cabeza.
Sasha Monroe ama jugar, ronronear y puede desgarrar una garganta
en un parpadeo. Sabe que Nate se siente atraído por él. Sabe que Selene se
siente atraída por Nate. Pero lo que ninguno de los dos sabe es que Sasha se
siente atraído por los dos al mismo tiempo.
Simplemente le encanta jugar duro para conseguir lo que desea, pero
cuando las vidas de Nate y Selene son amenazadas, Sasha deberá escoger 3
entre proteger al elemento clave que posiblemente podría ganar la guerra o
a los lobos que están comenzando a significar tanto para él.
¿Sasha podrá manejar lo que ha descubierto, o dejará que el destino
decida si Nate y Selene viven o mueren?
Capítulo Uno
Enrique Marcelo sujetó la culata de su rifle cerca de su hombro. Se
agachó más, sus dedos agarraban el frío metal mientras sus ojos escaneaban
la zona. Las tropas se deslizaron por el área, y la llamada de auxilio llegó poco
después.
Rick no estaba seguro si esto era una trampa o no. Era difícil decir
quién era amigo y quien enemigo en esta guerra. Las personas en quienes
pensaba que podía confiar lo habían traicionado a diestra y siniestra. Las
personas a quienes consideraba enemigos luchaban por mantenerlo vivo.
Pero sólo había un puñado de personas a quienes Rick les confiaría su
vida. Nate y Selene estaban barriendo las habitaciones del segundo piso.
Benito y Miguel habían tomado el perímetro exterior. Además de esos
cuatro, estaba Dorian quien poseía la mayor parte de la confianza de Rick. Su
pareja caminaba silenciosamente a su lado y tenía su pistola asida con
firmeza en su mano, sus ojos escaneaban atentamente la habitación. 4
Rick había sufrido muchas traiciones que lo apuñalaron directo al
corazón, y todavía sangraba por ellas. No importa cuánto deseara erigir sus
defensas para que eso no pasara de nuevo, Rick sabía que era inevitable. Ese
era el por qué sólo confiaba en aquellos que eran más cercanos a él.
Cuando Rick no encontró a nadie en el oscuro primer piso, lenta y
silenciosamente ascendió por los peldaños de metal del almacén
abandonado, Dorian siguiéndolo de cerca. Los dedos de Rick se estaban
congelando, pero descubrió que no podía disparar con los guantes puestos.
Hacían que se sintiera asquerosamente incómodo, así que tenía que
arreglárselas con el gélido frío mientras se abría paso por el rellano para ir
mismo piso que estaban comprobando Nate y Selene.
Justo cuando Rick se dio la vuelta para mirar la puerta abierta en el
primer piso, captó un movimiento. Una sombra se deslizó entre unas cuantas
cajas olvidadas y luego desapareció de la vista. La postura de Dorian se volvió
rígida, diciéndole que su pareja también había captado el movimiento.
Rick siguió moviéndose por el rellano hasta que llegó a un pasillo que
los ocultaría y sacó su radio.
―Detecto movimiento en el interior, zona sur inferior. ―Su voz era un
tono bajo, sólo lo bastante alta para oírla los cambia formas.
―Copiado ―respondió Miguel de la misma manera tranquila, su voz
adquirió el tono de un ejecutor que se tomaba su trabajo en serio―. Nos
movemos.
Rick guardó la radio y entonces agarró su rifle, sujetándolo con firmeza
a un costado. Miguel y Benito ya llevaban dos meses siendo ejecutores, y
ambos se habían hecho cargo mejor de lo que podría haber esperado.
Todavía bromeaban, se divertían e irritaban profundamente a Sasha, el alfa
de los hombres leopardo, pero cuando era tiempo de bailar, bailaban tango
como profesionales.
No se arrepentía ni por un segundo de su decisión de darles su lugar en
la jerarquía de la manada. Rick no estaba seguro de cuántos miembros 5
quedaban de su manada. Desde que comenzó la guerra, miles de cambia
formas habían sido asesinados. Sin importar cuánto deseara salvarlos a
todos, estaba trabajando con lo que parecían probabilidades imposibles la
mayoría de los días.
El gobierno de los Estados Unidos había declarado la guerra contra su
especie. Los estaban matando apenas los veían. Todavía quedaba un centro
de detención sancionado por el gobierno, y estaba siendo vigilado con una
flota de tanques y tropas, algunos incluso reportaron haber visto
helicópteros sobrevolándolo.
No se habían molestado en reparar los daños de los otros dos centros.
De todas formas, Rick sabía que no estaban usándolos para retener cambia
formas. Estaban experimentando en su especie, torturándolos mientras
trataban de encontrar una cura para la licantropía.
Algunas de las cosas que había visto…
Rick se giró ligeramente, mirando hacia el piso de abajo. Podía ver la
silueta de un cuerpo escondida detrás del gran inventario de cajas tras las
cuales había desaparecido. Quien sea que fuere no se había movido. Dorian
tenía gafas de visión nocturna, pero Rick podía ver igual de bien.
Miguel se arrastró en el almacén, agachándose mientras miraba en la
dirección que Rick le había dado. El hombre lobo se quedó quieto, olfateó el
aire y luego miró a Rick con sus ojos bien abiertos.
Rick frunció sus cejas. Quería llamar a Miguel por radio y preguntarle
qué estaba mal, pero el ejecutor estaba demasiado cerca del objetivo. Quien
sea que fuera escucharía la voz de Rick crepitando en la radio de Miguel. No
podía arriesgarse.
Podía ser un inofensivo cambia formas o un humano, demasiado
asustado para revelarse. Pero por supuesto, podía ser alguien tratando de
acercarse a Rick y a sus hombres, listo para matarles. Rick era, después de
todo, el hombre más buscado en Estados Unidos. Había una generosa 6
recompensa por su cabeza y no confiaba en que alguien, aparte del grupo de
Rebeldes con los que estaba, no tratara de atraparlo y sacarle dinero.
Con una recompensa en la cima de la lista, Rick estaba medio tentado a
entregarse a cambio del dinero. De acuerdo, no. Pero era sorprendente
cuánto estaba dispuesto a pagar el gobierno sólo para poner sus manos en él.
Vivo o muerto.
Recientemente había sabido que el hombre que dirigía esta guerra, el
capitán O’Hanlon, era de hecho, su padre biológico. Hablando de quedar
pasmado. Rick siempre pensó que Estevez Marcelo era su padre. Pero los
archivos que habían robado declaraban lo contrario.
Rick palmeó el hombro de Dorian, diciéndole a su pareja que se pusiera
detrás de él mientras alzaba el rifle, avistó a la persona en el otro piso, y trató
de conseguir una mirada más de cerca. Sus sentidos estaban intensificados
gracias a sus genes licantrópicos, pero incluso con una visión mejor al
promedio, las sombras jugaban trucos mientras trataba de vislumbrar a la
figura escondida.
Todo lo que podía ver era un débil contorno.
Rick bajó el rifle, observando a Miguel moviéndose hacia la persona.
Algo no se sentía bien. Algo estaba mal. Rick nunca había tenido problemas
para ver en la oscuridad. Debería haber sido capaz de distinguir quien se
estaba escondiendo allá abajo, pero las sombras parecían tragarse a la
persona, manteniéndolo, a él o a ella, escondido.
Era como si… no, eso no podía ser cierto. No había forma de que las
sombras estuvieran escondiendo a la silenciosa figura. Eso era imposible.
Pero por supuesto, Rick había sido testigo de cómo sucedía mierda imposible
en los pasados seis meses.
Aun así, Rick no estaba listo para creer que las sombras tenían la
capacidad de proteger la identidad de una persona. Miró hacia atrás y vio
que Nate y Selene venían por el pasillo hacia él. Rick puso un dedo sobre sus
labios y señaló al piso de abajo.
La expresión de Nate se endureció mientras daba un paso frente a Rick 7
y miraba hacia abajo. Su mirada revoloteó por el lugar y volvió a mirar a Rick.
―¿Por qué no puedo ver quién es? ―moduló silenciosamente.
Rick sacudió la cabeza y se giró rápidamente cuando empezaron a
sonar disparos. Rick se colocó el rifle sobre el hombro y volvió a mirar por el
visor. La Sombra se estaba moviendo. Era… Rick se quedó mirando con
sorpresa por un breve segundo mientras la… Rick no estaba seguro de cómo
llamarlo. Pero lo que sea que fuese saltó en la pared y luego brincó hasta la
otra sección. La cosa estaba usando la pared como si fuera el piso, corriendo
sobre ella, su identidad seguía entre las sombras.
El ruido de la pistola de Dorian sonando con fuerza a su lado sacó a
Rick de su estupor. Empezó a dispararle a la Sombra mientras se movía. Su
rifle se movió junto con el progreso de la Sombra, y Rick no tuvo tiempo de
analizar cómo era capaz de dispararle a algo que corría por el techo.
El techo, por el amor de Dios.
Empujó el asombro de regreso a su mente mientras su dedo yacía en el
gatillo, se aferró a una determinación de hierro mientras trataba de derribar
a la Sombra.
Acertó. Lo sabía. Aun así Rick tuvo que rastrearlo con su arma. Observó
el brillo de la bala mientras ésta zumbaba por el aire y golpeaba a su objetivo,
pero la Sombra siguió moviéndose, ni una vez dio indicación de que había
sido herido. Nate se trasladó a terreno despejado y disparó repetidamente,
pero la Sombra desapareció con rapidez a través de un tragaluz roto y se
esfumó.
―¿Qué mierda fue eso? ―le gritó Nate mientras bajaba por las
escaleras de metal, sin esperar respuesta. Selene iba pisándole los talones,
Miguel salió corriendo antes que todos ellos. Benito todavía estaba afuera.
Rick sabía que Miguel mataría para proteger a su primo.
Mientras el frío aire de febrero comenzaba a secar el sudor de la cara
de Rick, miró hacia el muelle exterior, buscando no sólo a la Sombra, sino a 8
su grupo.
Nate apareció caminando por un costado del edificio, los otros tres le
seguían de cerca mientras sacudía su cabeza. ―Lo que sea que fuera, se fue.
―Lo herí ―dijo Rick con convicción―. Sé que le di. Vi cuando la bala
golpeó a la cosa.
―Yo también le acerté unos cuantos disparos a esa maldita cosa
―declaró Nate con seguridad―. Si recibió tantos disparos, ¿cómo diablos
podría seguir moviéndose? Ni siquiera olí la sangre. Es como si las balas
simplemente lo hubiesen atravesado, dejando a esa maldita cosa intacta.
Rick recordó la mirada asombrada de Miguel cuando olió el aire. Se
giró hacia el joven ejecutor. ―¿Qué oliste cuando entraste en el almacén?
Los ojos de Miguel se alzaron hasta que los dulces irises marrones
miraban a Rick directamente. ―Cuando era niño, mi padre1 solía llevarme a
visitar la tumba de mi abuela. Lo odiaba. El lugar siempre me daba pesadillas
unas cuantas noches después. ―La nariz de Miguel se arrugó―. De verdad
1
Las palabras en negrita y cursiva están en español en el original.
odiaba ir, pero especialmente cuando acababa de llover. Normalmente amo
el olor de la tierra húmeda, pero no en un cementerio. No en ese
cementerio.
Cuando Miguel se detuvo, como si pensara en el pasado en vez de
decirle a Rick lo que había olido en el almacén, éste lo animó a continuar.
Sabía que, lo que sea que Miguel hubiese recordado estaba asustando al
hombre porque estaba hablando en su idioma nativo en vez de en inglés.
Las cejas de Miguel se fruncieron más. ―Sé que no olemos a los
muertos. Tenemos narices afiladas, pero no son tan poderosas, no cuando la
gente está enterrada. ―Miguel alzó la mirada hacia Rick, sus ojos estaban
llenos de recuerdos lejanos que al parecer aun perseguían al joven―. Pero yo
podía. Olía la carne descompuesta, incluso aunque mi abuela había muerto
hacía años. Todavía puedo oler… ―Miguel tragó con fuerza―. Eso es lo que
olí cuando entré en el almacén. ―Miguel se estremeció―. Muerte.
Decadencia.
Todos se quedaron parados en un sorprendido silencio. Rick suponía
que la Sombra era un vampiro, ya que éstos llevaban el olor a tierra seca. 9
Algunos decían que era por el suelo en el cual el humano estuvo enterrado
cuando fue convertido. Decían que se quedaba pegado a los vampiros
muchos años después de su conversión, pero Rick nunca había olido muerte
y decadencia en ellos.
Había llegado a conocer a unos cuantos. Kraven, el maestro de los
vampiros del condado de Hamilton, tenía bien pasados los doscientos años y
el único olor que desprendía era el de las hojas muertas en otoño mientras
soplaba el aire frío y ruidoso.
―Esa es la historia más espeluznante que he oído ―dijo Dorian―.
Gracias. Ahora soñaré con cementerios esta noche.
―Bienvenido a mi mundo ―respondió Miguel mientras se dirigía hacia
el edificio.
―Ignóralo ―dijo Benito mientras caminaba al lado de Dorian―,
siempre se pone raro cuando habla de su abuela.
―¿Por qué? ―preguntó Dorian―. Además de la cosa del cementerio.
Dijo que odiaba ir a verla.
Benito alzó la mirada hacia Rick y luego volvió a mirar a Dorian. ―No
estaba bien de la cabeza. ―El hombre lobo cayó en el silencio, y Dorian no
presionó el tema. Rick había oído historias sobre Esmeralda. Decían que
estaba inmersa en cosas de las que es mejor no saber. Nunca le prestó
mucha atención a esos cuentos fantasmagóricos. Pero después de no sólo ver
a la Sombra moverse de formas que desafiaban las leyes de la gravedad, sino
ver la mirada perdida en los ojos de Miguel, Rick no estaba seguro qué
debería creer.
―¿No había nada en las habitaciones del segundo piso? ―preguntó
Rick a Nate, necesitando cambiar de tema.
―No encontramos nada. Hay una capa de polvo inalterado sobre todo,
así que sé que nadie ha estado allá arriba desde hace tiempo.
―¿Entonces quién diablos dejó esa llamada de auxilio? ―Rick no iba a
creer que la Sombra había hecho esa llamada. Eso era francamente bizarro y
algo en su mente no le permitía contemplar ese hecho.
―Ni idea. ―Nate encogió sus enormes hombros―. Ian dijo que era un 10
hombre. Eso es todo lo que sabemos.
―Entonces volvamos a la casa. ―Rick no quería quedarse aquí ni un
segundo más. Podía manejar a cambia formas mercenarios, Cazadores de
Especies humanos, e incluso al gobierno. La mierda sobrenatural no era lo
suyo. Ahora sabía que las balas no tenían efecto en la cosa, y no había
manera de que Rick fuera a usar sus dientes y garras. No sabía qué le pasaría
si hundía sus caninos en… ¿podría hundir sus caninos en esa sombría figura?
Rick no quería descubrirlo.
Lo que sea que fuera, Rick realmente esperaba que fuera la última vez
que la viera. Colocó su rifle en su hombro mientras se dirigía hacia la parte
delantera del almacén. No quería pensar en la Sombra, pero maldición, esa
cosa lo desconcertaba. La situación era tan espeluznante como cuando supo
que Cheveyo, un caminante de los sueños que se había ofrecido para ayudar
a Ian a luchar contra el vampiro que lo estaba atacando mientras dormía, era
un maldito fantasma.
El viejo Indio había lucido bastante real para Rick. Incluso sus sentidos
le habían dicho a Rick que el hombre era real. Su forma corporal había sido
sólida al tacto.
Ahora Rick se preguntaba si estaba lidiando con un tipo diferente de
fantasma, pero eso no tenía ningún sentido. Esta cosa se movía como si fuera
uno con la noche, como si no fuera nada más que una… sombra.
―Espeluznante, ¿eh? ―preguntó Dorian mientras metía su pistola en
su funda y se unía a Rick―. Y yo aquí pensando que sólo existían humanos,
cambia formas y vampiros en el mundo.
―Como yo ―admi?ó Rick―. Ahora, como que entiendo la forma en la
que te sentiste cuando descubriste que existían los no humanos.
Dorian caminó silenciosamente a su lado. Rick podía decir que el
hombre estaba sumergido profundamente en sus pensamientos. Rick dejó de
caminar cuando Dorian por fin habló. ―No creo que sea otro. Mi suposición
es que es un vampiro o un cambia formas, sólo que no es una raza o
categoría con la cual nos hayamos encontrado antes. 11
La mente de Rick se adhirió a la idea de que era una especie familiar.
No quería tener que pelear con algo que ni siquiera sabía que existía. Ya era
bastante malo que sus enemigos superaran a sus aliados. Rick no quería
añadir la Sombra a esa lista.
No estaba seguro si la cosa era amigo o enemigo, pero de nuevo,
esperaba no tener que volver a correr tras ella otra vez.
Dorian agarró sus hombros, acercando a Rick. Su pareja le dio un
calmante y profundo beso antes de echarse hacia atrás. ―Saldremos de esta.
Pero ahora tenemos que regresar a la casa.
Rick escaneó el vacío estacionamiento que probablemente solía estar
repleto de trabajadores. Ahora estaba ahí como un vacío recuerdo del precio
que esta guerra les había costado a todos. Empezó a moverse de nuevo
cuando la nieve comenzó a caer en forma de suaves copos.
Ahora que la adrenalina se había desvanecido, Rick podía sentir que el
frío comenzaba a asentarse.
Su búsqueda había sido en vano. Aquí no había nadie que necesitara
rescate. Pero la pregunta del millón de dólares era, ¿quién había hecho la
llamada telefónica?
12
Capítulo Dos
―¿Qué crees que era esa Sombra? ―preguntó Benito mientras
colocaba un brazo sobre el respaldo del asiento con una expresión pensativa.
Selene se encogió de hombros. Su mente no estaba en la Sombra en
este momento. ―No estoy segura, Benito. Pero no creo que estuviera allí
para lastimarnos.
Benito se giró ligeramente, dándole toda su atención. ―¿Por qué no?
―Se fue tan pronto como lo vimos. La cosa tampoco luchó cuando
vaciamos nuestras armas sobre él.
―¿Él? ―preguntó Benito―. ¿Cómo sabes que es un hombre?
―No lo sé, pero llamarlo él es mejor que llamarlo eso.
Benito se rio, pasando su mano sobre el hombro de Selene. ―Eso ni
siquiera tiene sentido.
Selene quitó la mano de Benito, regresando a sus pensamientos. 13
No era del tipo de persona tímida, pero la idea de regresar a la casa
segura, en donde ahora residía Sasha Monroe, le hacía querer salir del coche
y huir.
No es que le tuviera miedo, aunque era lo bastante inteligente como
para saber que era extremadamente letal. No, era ese coqueteo juguetón lo
que la irritaba. Sasha no era el tipo de hombre en el que estaba interesada.
Usaba su despampanante mirada como una ventaja cuando se trataba de
Nate, y eso molestaba a Selene.
No era lo bastante tonta como para negar que Nate era bisexual. Él
mismo lo había admitido. Selene no estaba segura de cómo sentirse ante
aquella revelación. No tenía nada en contra de los estilos de vida
alternativos. Su alfa era bisexual, su pareja era un hombre. Incluso algunos de
los miembros del grupo de Rebeldes eran abiertamente gay.
Lo que la confundía era cómo se sentía por Nate, sabiendo que él
deseaba a Sasha.
Dios, incluso pensar en el nombre del leopardo agitaba su
temperamento.
Y Nate…
Selene deslizó sus ojos disimuladamente hacia el hombre que había
estado a su lado constantemente desde hace ya seis meses. Su enorme
cuerpo ocupaba la mayor parte del asiento trasero. Miguel y Benito tenían
que sentarse en la parte de atrás de la camioneta porque sólo quedaba
espacio para que ella se sentara junto a Nate.
Estaba tratando de imaginar cómo sería besarlo, pero todo lo que
podía ver era a Nate besando… a Sasha.
Selene apretó sus dientes mientras Rick giraba en la esquina y
comenzaba a conducir hacia la casa. Si ese irritante felino le decía una
palabra equivocada, Selene iba a dispararle en el culo. Un rápido apretón
sobre el gatillo y su problema estaría resuelto.
Desafortunadamente, no estaba segura de cómo reaccionaría Nate si
mataba a su punto de fascinación. 14
Simplemente no entendía al ejecutor. ¿Qué era tan especial en el rubio
coqueto que encandilaba a Nate? Seguro, Selene no era ciega. Sabía que
Sasha era magnífico. Pero en su opinión, la personalidad no encajaba en el
paquete. El alfa era arrogante más allá del raciocinio y tenía un ego tan
grande que era sorprendente que alguien pudiera caber en la casa con la
maldita cosa.
Selene se inclinó a hablar con Rick, que conducía, y a propósito, su
cadera rozó contra uno de los muslos de Nate que eran gruesos como
troncos. El contacto hizo que se apretaran algunas cosas en su parte baja.
―¿Qué crees que era la Sombra? ―Sabía que el alfa no tenía ni idea, pero
Selene se había estado muriendo por tocar a Nate.
Tener al hombre junto a ella estaba haciendo que su interior se
anudara y su coño se apretara de necesidad. Había sido así desde que
empezó a sentirse atraída por él. No ser capaz de tocarlo era casi
enloquecedor. Estaba usando lo que podía para tentarlo, para recordarle que
estaba sentada a su lado, que lo deseaba.
Como en los pasado seis meses, el cuerpo de Selene fue atraído hacia
el musculoso hombre. Quería extender su mano y pasar la punta de sus
dedos por sus bíceps, arrastrase en su regazo y frotar su cuerpo sobre él,
dejando su aroma impregnado para que todos supieran que era suyo.
Pero Nate no era suyo.
Deseaba que lo fuera, pero desde que Rick expuso los asuntos de Nate,
contándole a Selene y Sasha que Nate se sentía caliente por ambos, Nate la
había mantenido a un brazo de distancia. Todavía trabajaban lado a lado sin
esfuerzo alguno, pero nunca conversaron sobre lo que Rick les había dicho.
Selene había quedado impactada cuando supo que Nate se sentía
atraído hacia ella. Sabía que le gustaba como persona, pero no sabía que se
sentía atraído por ella. El hombre la había ayudado mientras luchaba por
trepar a la cima. La había guiado, peleado a su lado, y era un dolor en el culo
cuando trataba de mantenerla a salvo.
Era todo lo que debería ser un amigo.
Constantemente discutían porque podía cuidarse sola. Y de verdad 15
podía. Ser una mujer dominante no era algo malo, especialmente en tiempos
de guerra. Pero saber que se preocupaba si vivía o moría tocó una parte de
ella e hizo que empezara a verlo bajo una luz completamente nueva. No
creyó que sus sentimientos eran mutuos.
Pero ahora que lo sabía, parecía hacer imposible que el hombre se
abriera a ella y confesara lo que sentía. Selene sabía que los hombres no se
abrían y hablaban de sus sentimientos como las mujeres. Pero maldición, una
pequeña pista, un reconocimiento de que de verdad le interesaba no mataría
al grandísimo idiota.
―No tengo ni idea ―respondió Rick, pero Selene sólo oía la mitad de
lo que estaba diciendo. Estaba demasiado ocupada inhalando el fuerte olor
almizclado que empezaba a llenar el interior de la camioneta. Casi sonrió
cuando olió la excitación de Nate―. Pero puedes volver a sentarte y dejar de
torturar a Nate.
Selene miró a Rick mientras se sentaba, metiendo sus brazos bajo sus
pequeños pechos. ¿Cómo sabía lo que estaba haciendo? Alzando la mirada,
Selene frunció el ceño profundamente cuando vio a Nate mirando por la
ventana, evitándola a propósito.
No podía comprender cómo estaba atraído por ella si evitaba todo tipo
de contacto íntimo. No es como si estuviera tratando de saltar a sus huesos.
Con suerte estaba tratando de hacer contacto visual para hacerle saber que
estaba más que abierta a la idea de que simplemente la besara.
Cuando Rick se detuvo en la entrada, Nate fue el primero en salir de la
camioneta, dirigiéndose hacia la puerta lateral de la casa.
Bueno, verlo huir hería bastante su ego.
Selene se quedó ahí sentada por un largo rato, observando la puerta
por la que Nate había escapado. Un suspiro se escapó de sus labios. Si no lo
conociera mejor podría pensar que Nate sólo quería que fueran amigos y
compañeros de armas. 16
Tal vez eso es lo que quiere. Tal vez estoy deseando algo que no está
ahí.
Pero Rick había dicho que Nate la quería. ¿Había estado mintiendo?
Estaba enojado en ese momento y había dicho un montón de cosas en medio
de su pequeña explosión. Quizá había mezclado las cosas y la incluyó en la
lista de las personas más deseadas por Nate por accidente. Tal vez Nate sólo
quería a Sasha.
Sintiéndose absolutamente rechazada, Selene se deslizó por el asiento
trasero y fue adentro. Se erizó cuando vio al rubio dolor en el culo en la
cocina, apoyando su cadera casualmente contra la encimera, hablando con
Rick tranquilamente.
Mientras el alfa ponía a Sasha al tanto de lo que había pasado en el
almacén, los ojos del felino cayeron sobre ella y la esquina de su labio se
curvó en una sonrisa juguetona. Selene lo miró y siguió caminando hacia el
dormitorio que había escogido. Solía pensar que Sasha estaba flirteando con
ella.
Ahora Selene sabía que esas tácticas juguetonas eran parte de su
verdadera naturaleza. El leopardo se estaba burlando, dejándole saber que el
hombre que más deseaba, que sería Nate, no estaba interesado en ella, sino
en Sasha.
¡Bah, ese leopardo era un arrogante hijo de puta!
Selene se detuvo por los pelos antes de cerrar la puerta de golpe. Era
un movimiento infantil. No iba a dejar que Sasha Monroe supiera que estaba
logrando su objetivo, no en un nivel tan inmaduro, al menos. No había forma
de que fuera a darle esa satisfacción.
Selene se dejó caer en la cama, acostándose de espaldas mirando al
manchado techo. Qué no daría porque Rick la enviara a otra misión con Nate.
Eso haría que se unieran, los dos solos, y Sasha no estaría ahí.
Su cabeza se giró hacia la puerta cuando escuchó que tocaban. ―Pase.
Cuando Nate entró se le atascó la respiración en sus pulmones. Era la 17
última persona que esperaba ver tan pronto después de su precipitada
partida. Miró a los más hermosos ojos verde jade que había visto jamás. Nate
era verdaderamente magnífico. Su cabello rubio arena sólo alcanzaba su
cuello debido al corte. Lucía tan sedoso que Selene daría cualquier cosa por
pasar sus manos a través de él.
―Rick quiere que bajemos. ―El hombre se fue antes de que pudiera
preguntar por qué.
Gruñendo de frustración, Selene se obligó a levantarse de la cama y
fue a reunirse con el alfa y el resto del grupo de Rebeldes en la pequeña sala
de estar. Siempre le estaría agradecida a las personas que les prestaban sus
casas al grupo. Era más de lo que cualquiera pudiera pedir. Estaba harta de
los moteles y amaba la satisfacción de una buena noche de sueño en una
cómoda habitación. Pero esta casa parecía demasiado pequeña para todos.
Algunos tenían que compartir habitaciones. Era sorprendente que Nate no se
ofreciera voluntario para compartir habitación con Sasha. Ahuyentó ese
pensamiento de su cabeza mientras se apoyaba en la pared, escondiendo sus
manos tras su espalda.
Su columna se tensó cuando Sasha se paró a su lado, pero Selene
mantuvo su boca cerrada, haciendo su mejor esfuerzo para ignorar su
presencia.
―Bien, ya que lo del almacén estuvo… ―Rick sacudió su cabeza y
luego continuó―. Necesitamos seguir trabajando en nuestro rescate. Ha
habido una llamada de auxilio proveniente de los hombres hiena de…
―Hombres hiena ―gruñó Selene mientras cortaba a Rick―. ¿No
hemos aprendido que no son de fiar?
Rick se sentó apoyando sus codos en sus muslos, dándole un
desaprobador ceño fruncido que hizo que Selene agachara la cabeza,
avergonzada por su salida de tono. Rick era conocido por ser justo, pero no
aguantaba la mierda de nadie, especialmente de sus ejecutores.
Recientemente se había vuelto más letal, y no podía culparlo por ello. Estaba
muriendo mucha gente, y no parecía como si fueran a ganar esta guerra.
―No permitas que Tyson te deje un mal sabor de boca. 18
Selene oyó un suave ronroneo de Sasha. El hombre era un puto cerdo.
―Sólo porque fuera un traidor no quiere decir que todas las hienas son
unos mentirosos. La verdad es que son cazadores muy inteligentes. Pero a
partir del reporte que recibimos, se han visto obligados a huir a las
montañas. Si se quedan atrapados ahí, serán separados y atrapados uno a
uno.
―¿Dijeron quién iba tras ellos? ―preguntó Nate con preocupación.
Dios, Selene amaba oír la voz de Nate. Podría escuchar esa ronca voz
de barítono por el resto de su vida y nunca se cansaría. Particularmente,
amaba cuando hablaba en un tono bajo. Sonaba más rico, resonante y
profundo.
―Cazadores de Especies ―respondió Rick con un ligero gruñido―. Al
parecer su número se incrementa mientras el de los cambia formas
disminuye.
Selene se inclinó aún más contra la pared, escuchando, preguntándose
si habría un final a la vista. Las cosas comenzaban a verse sombrías.
Necesitaban encontrar una forma de ganarles ventaja. Parecía que todo lo
que hacían era correr de un lugar a otro, ayudando a quienes lo necesitaban.
No había nada malo en ayudar a aquellos que no eran capaces de salir por sí
mismos de la situación en la cual se encontraban, pero eso no haría que
ganaran esta guerra. Algo tenía que ceder. Algo tenía que cambiar, o Selene
iba a continuar observando cómo moría su amada especie.
Pero estaba perpleja. No tenía ni idea de cómo dar vuelta a las tornas.
Entre más duro luchaban, más Cazadores de Especies y soldados aparecían.
Su número se estaba multiplicando en esta lucha. Y los cambia formas no.
Mientras Rick señalaba un mapa en la mesita de café, Selene se
preguntó cómo serían las cosas dentro de un año, demonios, dentro de diez
años. Las ciudades ya lucían como zonas de guerra diezmadas. Todo aquel
que no estaba luchando se estaba escondiendo, humanos y cambia formas
por igual. Era difícil encontrar negocios abiertos. Los únicos que continuaban 19
con normalidad eran las estaciones de noticias. Estaban constantemente en
el aire informando qué estaba pasando alrededor de la nación.
Los informes se volvían más desoladores. Los cámaras tomaban serios
riesgos, yendo al lugar de los hechos para poder filmar. Selene empezaba a
preguntarse si quedaba humanidad en el mundo. Si no fuera por el grupo de
Rebeldes en el que se encontraba, habría comenzado a pensar que el amor
se había desvanecido junto con la esperanza.
Pero viendo a Rick con Dorian o a Mason con Ian, Selene sabía que
quedaba una fibra de emoción en algún lugar en el mundo.
Si tan sólo pudiera robar un poco de ésta para sí misma. Miró a Nate
que estaba sentado junto a Rick, ayudando al alfa a trazar la mejor ruta
estratégica que tomar. Sintió en lo profundo de su interior un anhelo de ser
sostenida entre sus fuertes brazos, amada, acariciada y querida igual que las
otras parejas de su grupo.
Frunció el ceño internamente y supo que no se merecía una
oportunidad de ser feliz. No después de las muertes que había causado, las
vidas que había arrebatado. Cerró la tapa a esos pensamientos. Cuando miró
a su izquierda, notó que Sasha estaba mirándola de cerca, sus ojos verde
eran indescifrables.
Apartó la mirada, sintiendo como si el hombre pudiera leer sus
pensamientos sabiendo lo que pensaba. Sasha no era con quien soñaba
Selene. No era con quien jugaba en sus fantasías cuando cerraba sus ojos.
Era Nate.
Vio cuando agachó su cabeza, escudriñando algo en el mapa. Su grueso
cabello rubio arena una vez más hacía que sus dedos picaran por tocar esas
hebras de apariencia suave.
―Si no dejas de llorar por él, vas a ahogarme hasta la muerte con tu
olor ―dijo Sasha tan bajo que Selene casi no captó lo que había susurrado,
pero captó la sonrisa complaciente. 20
―Por favor, por mí, ahógate hasta la muerte. ―Le lanzó dagas con la
mirada antes de apartar la vista.
Apretó sus molares con fuerza cuando Sasha se acercó más, el calor de
su cuerpo abrasaba su piel. ―Me encanta cuando me hablas sucio ―bromeó
con un tono ligero y provocativo que sonaba completamente felino.
―Confía en mí, no hay nada sensual en lo que quiero hacer contigo. Si
los pensamientos de mí viéndote morir lenta y dolorosamente te excitan,
pues bien, ten una erección.
Selene mantuvo una pose relajada, pero le tomó cada onza de control.
No iba a dejar que el gato supiera que la alteraba. Eso sólo complacería al
hombre, y esa era la última cosa que quería hacer.
―Confía en mí, mi pequeña niña astuta ―ronroneó Sasha cerca de su
oído, tan cerca que sintió un montón de aire caliente soplando sobre su
cuello―, siempre tengo una erección cuando estoy cerca de ti.
―Quieres dejar de joder conmigo ―siseó irritada.
―Oh, no he jodido contigo, todavía ―exhaló la palabra sexual, la
implicación fue aparente, pero no bienvenida. Parecía realmente empeñado
en burlarse y frotarse en ella a pesar de que tenía el interés de Nate, no el
suyo.
Se giró, parándose derecha, lo cual no tuvo el efecto esperado
considerando que Sasha alcanzaba el metro noventa y Selene estaba en
desventaja con su metro setenta y cinco. Alzó la mirada, lo cual se robó parte
de la rudeza que estaba tratando de mostrar. ―No. Me. Gustas.
―Lo siento, pero ¿nuestros planes y estrategias están interrumpiendo
vuestra conversación?
Selene se giró para ver, no sólo a todos en la habitación mirándola,
sino la acalorada expresión de Nate dirigida a Sasha. No podía hacer esto. No
podía quedarse aquí parada y ver que el hombre al que quería abiertamente
deseaba al que quería mutilar.
Saliendo de la habitación, Selene se dirigió a la puerta lateral
paseándose maniáticamente por la entrada. Tal vez era tiempo de que se 21
uniera a otro grupo de Rebeldes. Sus intereses personales se estaban
interponiendo en su trabajo. Ya no podía permanecer completamente
enfocada. No cuando estaba tratando de acercarse a Nate.
Y cuando el leopardo andaba cerca, la mente de Selene no estaba en
su trabajo, sino en los pensamientos de estrangularlo hasta la muerte. Oyó
que se abría la puerta lateral, y entonces Rick se paró en medio de su
recorrido, deteniendo sus agitados pasos.
―¿Hay algo de lo que quieras hablar? ―preguntó mientras se
inclinaba contra el coche, cruzando sus brazos sobre su pecho.
―Creo que necesito ser reasignada. ―Aunque la última cosa que
quería hacer era abandonar a aquellas personas que tanto significaban para
ella, Selene sabía que no estaba en el juego y que, eventualmente, eso haría
que los asesinaran.
Rick lucía un poco impactado. ―¿Eso es lo que quieres?
No, pero no podía continuar torturándose con aquello que no podía
tener. Nate se excitaba cuando estaba cerca de ella, su denso aroma
almizclado hacía que su coño se apretara cada vez que lo olía. Pero el
hombre no la miraba con hambre, no como cuando Sasha estaba cerca.
Sabía que la única razón por la cual odiaba al alfa de los hombres
leopardo era a causa de Nate. Personalmente, no le había hecho nada malo,
excepto irritarla un montón. Sasha era el único hombre que conocía que
podía enfurecerla más rápido que cualquier otro.
Tal vez era hora de que diera un paso al lado y permitiera que
progresaran las cosas entre los dos hombres. Quizá si se marchaba, Nate
finalmente dejara que Sasha supiera cómo se sentía de verdad y podrían ser
una pareja felizmente apareada.
El pensamiento la desgarró, pero Selene no iba a seguir persiguiendo a
un hombre que obviamente no tenía ningún interés en ella. No iba a seguir
sufriendo por alguien que al parecer quería a otro. 22
Acerando sus nervios, Selene miró a su alfa. ―Sí, por favor haz el
cambio… ahora.
Capítulo Tres
Nate miró la puerta por la cual Selene acababa de salir enfurecida.
Debería decirle. Necesitaba decirle que la quería, pero cada vez que
abría su boca para decirle cómo se sentía, su cerebro hacía esta cosa
impresionante en donde se quedaba completamente callado y lo hacía ver
como un verdadero idiota.
Era realmente frustrante. Nate la deseaba tanto que su polla
permanecía en un perpetuo nivel de buena disposición siempre que la olía.
Trabajar lado a lado durante los pasados seis meses no le había ayudado ni
un poco. Nunca había estado tanto tiempo sin sexo, y estaba listo para
dispararle a algo.
Masturbarse ya no funcionaba. Por el contrario, le hacía sentirse más
frustrado.
Sasha se alejó de la pared, sus ojos tenían un calor sensual mientras
miraba a Nate. ―Me pregunto si está desnuda bajo su ropa. 23
Nate se puso de pie, pasando junto al leopardo mientras iba a
averiguar qué pasaba con Selene. Lucía… apagada. Normalmente Selene era
la encarnación de la fuerza y era increíblemente buena manteniendo sus
emociones bajo control. Trabajaba bien bajo presión y permanecía
inescrutable mientras se encargaba de lo que sea que fuera necesario hacer.
Pero le preocupaba lo que había visto en esos ojos de color verde
amarillento. Lucía… derrotada, resignada.
―Nate.
Nate se giró para ver a Sasha parado ahí, sus ojos se oscurecieron. El
hombre era tan malditamente glorioso que Nate quería estirarse y tocarlo. Si
sólo Sasha se lo permitiera. Rondaba a dos personas que realmente lo
confundían, y Nate no estaba seguro de qué hacer con ninguno. Tenía miedo
de decirle a Selene y que Sasha lo rechazara. A Nate no le gustaba tener
miedo. Era un sentimiento extraño para él. Era el ejecutor jefe y podía hacer
su trabajo y dormir por la noche. Pero estos dos… Nate suspiró internamente.
―Nunca te la ganarás con silencio.
El hombre casi había dado en el clavo. Había golpeado justo el nervio.
Nate se giró y fue hacia la puerta dando zancadas, incapaz de darle una
respuesta a Sasha. ¿Qué podría decir? El hombre tenía razón.
Cuando salió, Rick estaba ahí parado. Solo. Tenía una mano metida en
su bolsillo delantero, la otra sujetaba su móvil. Nate miró a su alrededor,
pero Selene no estaba a la vista. ―¿Dónde está Selene?
Rick giró su cabeza hacia Nate, una triste expresión en sus pálidos ojos
grises. Metió su móvil en su bolsillo trasero y sacudió la cabeza. ―Se fue.
Lo atravesó una corriente de miedo mientras su mente trabajaba horas
extra para comprender aquellas dos palabras. Acababa de estar dentro de la
casa. No había forma de que se hubiese ido. ¿Dónde? ―¿Qué quieres decir
con que se fue? ―Había un profundo gruñido en el tono de Nate. En los
pasados cuatro años había visto a Rick con nada más que admiración y
respeto, pero el hombre estaba hablando de Selene. La mujer por la cual
Nate se preocupaba tanto que era doloroso la mayoría de los días. 24
Hubo un fuerte retumbar de advertencia proveniente de Rick mientras
daba un paso hacia Nate, toda la simpatía se había desvanecido de su rostro.
―No uses ese tono conmigo a menos que vayas a desafiarme por mi posición
como alfa y líder del grupo de Rebeldes. ―Las palabras eran frías, tan
deliberadamente gélidas como Nate jamás había oído dirigirse hacia él―.
Solicitó ser reasignada.
―¿A dónde? ―preguntó Nate, sabiendo que pedía que su garganta
fuera abierta por sus garras cuando se paró en el camino de Rick mientras
éste regresaba a la casa. Pero no iba a dejar pasar esto. Podía sentir la
desesperación construyéndose en su interior―. ¿A dónde la enviaste?
La mirada asesina de Rick sería aterradora en cualquier otro momento,
pero estaban hablando de Selene. Cierto, ella podía pelear con la misma
habilidad que Nate, y defenderse mejor que cualquier otra mujer que jamás
se hubiese encontrado, pero eso no evitaba que se estuviera muriendo de
preocupación. Estaban en medio de una guerra. Había cambia formas
mercenarios y Cazadores de Especies por todos lados. No estaba a salvo.
Podría morir.
―Por favor, Rick. ―Nate suavizó su tono aun cuando quería gruñirle al
alfa por interponerse entre él y Selene. Mantuvo su temperamento bajo
control mientras esperaba.
Rick exhaló una larga respiración, colocando sus manos en sus caderas
mientras se daba la vuelta dando un paso atrás para quedar frente al coche.
Nate lo siguió.
―¿Por qué quería irse, Nate? ¿Por qué fue tan firme en que fuera
ahora mismo, en este segundo? ¿Le hiciste algo? ―El tono de Rick era
interrogativo, pero Nate podía oír la acusación subyacente.
―Nunca le las?maría ni un maldito pelo ―dijo llana y
amenazadoramente. Pensar que esa idea siquiera llegó a entrar en la mente
de Rick fue como un puñetazo en el corazón de Nate. Había pensado
insensatamente que su alfa le respetaba y confiaba en él. Pero la fría
acusación en los ojos de Rick le contaba una historia diferente.
Rick se inclinó contra el capó, sin lucir afectado por la agresividad de
Nate. ―Entonces dime, ¿por qué se fue tan pronto como terminé la llamada? 25
Nate arrastró sus manos por su cabello y luego tiró de las hebras con
frustración. ―No lo sé ―respondió en un tono alto y desesperado―. No he
hecho nada para que se asuste de mí.
Esa era otra razón por la cual Nate permanecía lejos. Su propio tamaño
lo aterraba cuando se trataba de Selene. Podría romperla. Era tan diminuta,
tan pequeña. Nate medía uno ochenta y ocho con unos buenos ciento
veintisiete kilos de puro músculo. No tenía un solo gramo de grasa. Venía de
una larga línea de hombres enormes. Incluso era más grande que su padre.
Se sentía como King Kong junto a su pequeño cuerpo.
Eso lo tenía cagado de miedo, pero no había evitado que la deseara.
―Tienes razón ―dijo Sasha mientras salía por la puerta, luciendo tan
glorioso como siempre. Nate todavía no estaba seguro de qué hacer en
cuanto al leopardo. Su deseo por el hombre no había cambiado, aun cuando
la mente de Nate le decía que Sasha era una causa perdida―. No has hecho
nada. Ese es el maldito problema.
Nate se giró para mirar a Sasha. ―¿Qué mierda significa eso?
Sasha lo miró directamente. ―Te quiere, ciego idiota. Pero no le has
dicho ni una sola palabra para dejarle saber que es mutuo. Me odia porque
piensa que sólo tienes ojos para mí. Para ella, soy la competencia. He hecho
mi mejor esfuerzo para cortejarla, pero cae en oídos sordos porque no soy a
quien quiere.
Nate se sorprendió. No sabía que Sasha estaba interesado en Selene. El
alfa había dejado muy claro que no tenía una buena opinión de los hombres
lobo. Los trataba como perros. Era un hecho que había detenido a Nate
cuando perseguía a Sasha, pero no podía controlar cómo se sentía.
Pero lo enceguecía el oír que el hombre quería a la mujer por quien se
sentía interesado. Se apartó de Sasha y sus bonitos ojos verdes. Nate ya
estaba lidiando con una situación jodida. No necesitaba meter al hombre
leopardo también. ―Rick, por favor, dime a dónde se fue. Esto es mi culpa y
necesito arreglarlo.
Rick cruzó sus brazos sobre el pecho, su mirada era penetrante. ―Si la
lastimas, te cortaré las putas bolas. Es como una hermana para mí.
De acuerdo, Nate tampoco sabía eso. ―No lo haré.
26
Mientras hablaba, Rick lucía como si le estuvieran doblando el brazo
detrás de su espalda de una forma muy dolorosa. ―Se fue a Dakota del Sur
para unirse al grupo de Clyde.
―¿El clan de hombres oso? ―preguntó Nate.
Rick asintió.
―Voy tras ella. ―Nate miró a su alrededor―. Mierda, no tengo coche.
―Selene se fue a pie ―añadió Rick.
Nate asintió. ―Voy a agarrar mi bolsa y me largo. Llevaré mi móvil por
si me necesitas.
―Yo voy ―declaró Sasha categóricamente mientras entraba en la
casa. No esperó a que Nate accediera. No preguntó. Sólo le dijo a Nate que
iría. Nate miró a Rick.
―Tengo la sensación de que está a punto de iniciarse nuestra propia
guerra.
―Y yo tengo la sensación de que Selene será la vencedora. Puede
arreglárselas sola, Nate. Tal vez necesite un tiempo lejos.
―Pura mierda. ―Nate no estaba de acuerdo. Era una mujer fuerte. Le
concedería eso a Selene, pero allá afuera había monstruos que no se
detendrían ante nada para matarla o para hacer que deseara la muerte. No
era invencible, no importa lo que creyera Selene.
Rick levantó sus manos. ―Al igual que no pude hacer que Selene se
quedara, no puedo forzarte a que mantengas tu culo aquí. Todo lo que estoy
diciendo es que tal vez no consigas lo que fuiste a buscar.
A Nate no le importaba eso. Incluso si Selene le decía que se fuera al
infierno, tenía que asegurarse de que llegara donde Clyde a salvo, y con
suerte, en el camino la convencería de que quería estar con ella.
27
Podía llegar a ser realmente obstinada. Nate había descubierto eso
durante el tiempo que trabajaron juntos. Era bien consciente de que había
luchado por llegar a la cima, y tratarla con algo menos que igualdad siempre
hacía que se pusiera agresiva.
A veces Nate no podía contenerse. Así es como era él. Proteger a los
más pequeños estaba en su naturaleza, pero por supuesto, todos eran más
pequeños que él.
Dejando a Rick parado fuera, Nate fue a buscar su bolsa. También
agarró la de Selene. Se había ido tan rápido que ni siquiera se había llevado la
bolsa que siempre cargaba. Ese pensamiento lo molestaba. ¿Por qué se había
ido así? Podría haberse acercado y decirle que se iba. ¿No eran amigos, al
menos?
Entre más pensaba en la forma en que se fue, más se molestaba. Se
había puesto en riesgo al irse sola. ¿No había penetrado en su testaruda
cabeza que tener a alguien vigilando su espalda en todo momento era mejor
que pelear sola? Era el protocolo estándar. La mujer nunca escuchaba. A
veces su fuerza de voluntad era demasiado.
Y esta vez podía hacer que la mataran.
―¿Listo? ―preguntó Sasha desde la entrada.
―Sí ―dijo Nate llanamente mientras pasaba junto al hombre y bajaba
por las escaleras. Antes de que todo esto empezara, Nate hubiese estado
extasiado de que él y Sasha trabajaran juntos.
Algo en él había cambiado, sin embargo. Todavía encontraba al
hombre increíblemente atractivo. ¿Quién no lo haría? Pero después de todo
lo que había pasado, y la forma en la que Sasha había actuado en Shelton,
Nate había puesto una barrera protectora alrededor de sus emociones en
todo lo relacionado al hombre leopardo. Ya no quería sentir esa punzada de
rechazo. Su corazón todavía se aceleraba cuando Sasha estaba cerca, pero
Nate había aprendido a ignorar esos cálidos y confusos sentimientos.
Se fueron en la dirección por la cual el aroma de Selene era más fuerte
usándola para rastrearla. Nate sabía que Sasha era el cambia formas más
rápido con el que se había cruzado, pero Selene era bastante rápida, 28
también. Cubrieron treinta kilómetros, su olor todavía colgaba en el frío aire
de invierno, pero todavía no la habían alcanzado.
―¿Cuán rápida es? ―preguntó finalmente Sasha después de
permanecer tranquilo todo el viaje.
―Es la segunda persona más rápida que conozco ―respondió Nate
con suavidad.
―¿Y la primera? ―preguntó Sasha.
Nate gruñó ante la necesidad de Sasha de hablar. No estaba de humor.
Sólo quería encontrar a Selene, decirle cómo se sentía, y asegurarse de que
llegara a salvo con Clyde, y conversar sobre su regreso al mismo tiempo.
―Miguel.
Sasha se rio. ―Men?roso.
Nate le frunció el ceño al hombre. ―No miento. Algunas veces puedo
decir la verdad de forma creativa, sin embargo.
―Ssoy la persona más rápida que conoces. Admítelo ―La diversión se
escapaba de la voz de Sasha. Nate podía decir que el hombre estaba
comenzando a irritarse.
―No te gusta ser el segundo en nada, ¿verdad? ―Nate había
descubierto eso sobre la personalidad de Sasha hacía mucho tiempo. El
hombre sobresalía en todo lo que hacía. También le gustaba hacer las cosas
bajo sus propios términos. El alfa, como cualquier alfa, odiaba que lo
mangonearan o que alguien le dijera lo que podía o no hacer. Pero Sasha era
más extremo que eso. El gato amaba jugar y ronronear, pero se volvía más
que letal cuando lo molestaban. También amaba los elogios.
―Ser el segundo es aburrido y puede hacer que te maten. Además, no
hay premios brillantes para el segundo lugar.
―Vaya. Creo que debería haber venido solo. Tu ego está
empujándome a un lado.
Sasha dejó de caminar y le dio una mirada que hizo que los pelos de 29
Nate se erizaran. Se puso en guardia inmediatamente y sus músculos se
contrajeron. No estaba seguro si el hombre iba a atacar o no. Todavía no
había olvidado cómo Sasha restringió la cabeza de Nate con sus dientes
cuando acorraló al hombre. Nate había estado siguiendo las órdenes de su
alfa. No fue su culpa que usara un tranquilizante para capturar al leopardo.
―Ser el mejor fue lo que me mantuvo vivo en un momento en el que
debería haber muerto. No tienes ni idea lo que… ―Sasha sacudió sus
manos―. ¿Por qué te estoy dando explicaciones? ―Empezó a caminar de
nuevo, dejando a Nate ahí parado preguntándose que había estado a punto
de decir.
Tal vez había más en el cambia formas que lo que se veía a simple
vista, pero eso no explicaba por qué flirteaba con Nate y luego lo alejaba.
Nate tenía sentimientos, también. Jodía su cabeza cuando Sasha pasaba de
caliente a frío de un momento a otro. Ese era el por qué Nate había
empezado a alejarlo. No estaba acostumbrado a ser tratado como un yo-yo
emocional. Tampoco le gustaba sentirse confundido.
Alcanzó a Sasha, y continuaron su trayecto en silencio, Nate olfateaba
el aire de vez en cuando asegurándose de que todavía estaban siguiendo el
rastro de Selene.
¿A quién quieres engañar? El bastardo todavía te gusta.
Sí, a Nate le gustaba. Pero eso no quería decir que cedería ante aquella
necesidad. Sasha podría juguetear y luego volverse frío con él, diciéndole a
Nate que eran un gato y un perro y que nunca habría un nosotros.
Aún podía recordar esas dolorosas palabras. Se sentía como si
hubiesen pasado años desde que había estado en esa camioneta, Sasha
dándole la prueba de que los tres cambia formas que habían sido asesinados
en la costa eran producto de un montaje.
Los tiempos seguían siendo ambivalentes desde entonces, pero Nate
aún mantenía la esperanza de que las cosas no llegaran así de lejos, que una
guerra no era inevitable. Había visto tantas cosas desde entonces, cosas que
preferiría olvidar. 30
No tenía problemas matando cuando era necesario. Nate había hecho
un juramento de sangre para proteger a su manada. Pero esto era diferente.
Tan malditamente diferente.
Los asesinatos sin sentido y los horrorosos experimentos iban dejando
cicatrices duraderas en su alma, lo que quedaba de ella, en realidad. Cuando
había ayudado en el rescate de los cambia formas en el centro de detención
de Nuevo México, Nate había visto de qué estaban hechas las pesadillas. No
estaba seguro de cómo había acabado tropezando con el pasillo en donde se
hallaban los laboratorios. Se suponía que iba a ir a las celdas y liberar a los
cambia formas.
Pero no fue así.
Y lo había visto.
―Te estás retrasando. ―El tono de censura de Sasha arrancó a Nate
de sus taciturnos recuerdos. Miró a Sasha, todavía sintiendo el frío que había
encerrado en una espeluznante celda mental dentro de esos laboratorios.
―Lo siento ―dijo sin pensar mientras apresuraba el paso.
Sasha se quedó ahí parado por un momento y lo estudió. Sus ojos
verdes se concentraron en Nate. ―Necesito que tengas la mente en el juego
o eso podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. ―Su tono no lo
reprendía como había hecho sólo unos segundos atrás, pero fue un
recordatorio de que Nate necesitaba permanecer alerta.
Mientras atravesaban el bosque, llegaron a un pequeño pueblo.
Parecía desierto. Nate nunca se acostumbraría a ver lugares como este. Eran
terribles. Era como si el pueblo se hubiese convertido en un eco de lo que fue
una vez. Parques infantiles carentes de vida y calles silenciosas. No oía perros
ladrando o los ruidos de las bocinas de los coches. Estaba absolutamente
tranquilo.
Mantuvo sus sentidos alerta, observando cualquier movimiento
mientras seguían el olor de Selene. Aquí era más fuerte, como si hubiese
pasado no hace mucho rato. 31
La estaban alcanzando.
O estaba ralentizando el paso.
Nate reacomodó las bolsas en su espalda mientras caminaba junto a
Sasha. El gato parecía tan híper consciente como Nate. Sasha sacó su pistola
de la funda alrededor de su hombro mientras caminaban por las
abandonadas calles.
―Ahí está ―dijo Nate cuando vio a Selene justo cuando se deslizó
rápidamente alrededor de una esquina. Nate estaba listo para correr hacia
ella cuando Sasha agarró su brazo y lo tiró detrás de un auto estacionado
junto a la curva.
―Qué mierda estás… ―Nate se quedó callado cuando un convoy de
vehículos militares empezó a cruzar el pueblo.
Los militares habían llegado.
Capítulo Cuatro
―¡Si la encuentran, van a matarla! ―le gruñó Nate tan bajo que sólo
los expertos oídos de Sasha fueron capaces de captar las palabras llenas de
pánico.
―Soy bien consciente de lo que harán con ella. ―Sasha se levantó tan
sólo un centímetro para mirar a través del cristal de la ventana del auto y
luego volvió a bajar―. También soy consciente de que es una mujer muy
inteligente y sabrá que están aquí antes de que la encuentren. Lo que
tenemos que hacer es salir de donde nos estamos escondiendo e ir donde se
está escondiendo. Por supuesto, eso será muchísimo más fácil decirlo que
hacerlo, mi chico valiente.
Sasha observó cuando la mandíbula de Nate se tensó. ―No soy tu
chico valiente.
El tono era de indignación, y Sasha le dio una sonrisa retorcida.
―Entonces que así sea. ―Si sólo Nate dejara de estar tan a la defensiva.
Había cambiado cuando estaban allá en su casa en Shelton, y Sasha no podía 32
comprender de donde había salido todo eso.
Sabía que a veces podía ser un verdadero imbécil, pero era un alfa y
estaba en su ADN ser mandón y demandante. Pero también era una criatura
muy táctil. Amaba ser acariciado y que jugaran con él. Si tan sólo pudiera
hacer que Nate jugara con él, tal vez no estaría tan preparado para saltar
sobre el hombre.
Además, amaba cuando las mejillas de Nate o Selene se coloreaban de
vergüenza. Si no dieran una mierda por Sasha, no se agitarían tan fácilmente.
Al menos, eso era lo que se decía a sí mismo.
Podría estar equivocado, pero Sasha no iba a analizar sus reacciones.
Tenía problemas más urgentes.
Como cruzar el centro de la pequeña ciudad mientras los rodeaba un
desfile de vehículos del ejército. Si los hombres dentro hubiesen sido cambia
formas, Sasha y Nate ya estarían muertos. Los dos ya habrían sido olidos,
encadenados y asesinados. Nunca pensó que estaría tan agradecido de que
tuvieran un sentido del olfato tan débil.
―Entonces, ¿cuál es el plan? ―preguntó Nate mientras presionaba su
espalda con más fuerza contra la puerta del auto. Sasha estaba un poco
sorprendido de que Nate estuviera preguntándoselo. No se veían a los ojos,
exactamente, y Nate tenía una personalidad muy dominante. Sasha pensó
que estarían discutiendo en vez de que Nate buscara su liderazgo.
La satisfacción de su gato no tenía fin.
―Primero, deja de empujar el auto antes de que lo derribes y reveles
nuestra ubicación. ―Sasha tenía que admitirlo, nunca había conocido un
hombre tan grande como Nate. Qué desayunaba el hombre, ¿vacas?―.
Segundo, necesitamos que avancen un poco más antes de usar varios autos
para cubrirnos.
La expresión de Nate casi hizo que Sasha sonriera. Lucía perplejo. Tenía
que admitirlo, para ser Nate, esa era una vista adorable. Pero por supuesto,
todo lo referente a Nate excitaba a Sasha. ―¿Este es tu brillante plan?
¿Saltar de un auto a otro? 33
Sasha le dio una exasperada mirada. ―A menos que quieras colocar
cubos de basura sobre nuestras cabezas y abrirnos camino por la plaza
lentamente.
Aparentemente Nate no encontró que Sasha fuera ni un poco
divertido. No si el profundo ceño fruncido en su rostro quería decir algo.
Sasha ignoró al hombre mientras echaba su cabello sobre su hombro y
empezaba a trenzarlo. Necesitaba quitárselo del camino si es que las cosas se
iban al infierno y tenía que pelear.
Lanzando la larga trenza sobre su hombro, se giró para ver a Nate
observándolo. Sasha contuvo la sonrisa de satisfacción. Sabía que Nate
estaba observándolo. Incluso cuando Sasha no estaba mirando podía sentir
los ojos del hombre sobre él. Si el hombre lobo tan sólo supiera cuanto
luchaba para evitar que el olor de su excitación llenara el aire cuando Nate o
Selene estaba cerca. Llevaba deseándolos un tiempo. Pero no iba a tomar a
uno sin el otro, y ahora mismo, Selene lo odiaba desde el fondo de su
corazón. Si Nate no le decía pronto cómo se sentía, Sasha iba a estrangular al
hombre.
No tenía ni una maldita oportunidad con ninguno de los dos mientras
Selene viera a Sasha como competencia. Mientras esa mujercita astuta
siguiera gruñéndole y apuntándole con su pistola en cada oportunidad que
podía, Sasha no haría nada.
No iba a conformarse con nada.
―Creo que podemos empezar a saltar ―dijo Nate mientras se giraba
ligeramente y miraba a través de la ventana.
La idea de jugar a saltar con Nate amenazaba con ponerlo duro. Obligó
a que esa idea saliera de su mente y echó una mirada a sí mismo. El último
vehículo había pasado junto a ellos. Esperó otro minuto y entonces, en una
posición agachada, se apresuró hacia el siguiente vehículo.
La mandíbula de Nate se mantuvo apretaba mientras se alejaba del
auto y se dirigía rápidamente hacia Sasha. Iban a tardar una eternidad, pero
Sasha no vio ninguna otra manera para llegar a donde estaba Selene, al otro
lado de la plaza. Los soldados se interponían entre ellos. Si los humanos 34
hubiesen esperado diez minutos más antes de invadir la zona, los tres ya se
estarían yendo juntos.
Sasha miró al siguiente auto y gruñó.
―¿Qué? ―preguntó Nate mientras se asomaba sobre su hombro para
ver al convoy de vehículos militares estacionados al azar en la calle principal.
Sasha asintió hacia el pequeño y retro VW. ―No eres lo bastante
pequeño para esconderte detrás de ese auto.
Nate miró al diminuto coche y encogió despreocupadamente sus
hombros. ―Te sorprendería ver cómo puedo hacer que mi cuerpo quepa en
lugares pequeños.
La excitación de Sasha aumentó ante las inocentes palabras de Nate.
Cuando anunció que acompañaría al ejecutor no tenía ni idea de lo tortuoso
que sería en realidad. Al parecer, todo lo que decía Nate tenía una
insinuación sexual escondida en la oración.
¿O sólo era que estaba buscando que Nate admitiera que quería a
Sasha? Podría ser, pero en realidad no creía que fuera el momento de
averiguar si Nate estaba jugando a las insinuaciones sexuales.
―Tú primero.
Nate parecía aturdido y entonces sus ojos se estrecharon hasta
convertirse en dos pequeños orbes llenos de sospecha. ―¿Por qué? ¿Estás
tendiéndome una trampa?
Sasha palmeó la camioneta y luego miró sobre ella. ―No, pero si te las
arreglas para encajar ahí, quiero asegurarme de que hay espacio para mí
también. Si no es así, tendrás que avanzar hasta el siguiente auto antes de
que pueda seguirte.
―Sigo pensando que hay una falla en tu plan.
Sasha se negó a mirar a Nate. Podía oír la presunción en el tono del
hombre y eso no le gustó. ―¿Cuál? 35
―Incluso si nos las arreglamos para pasar de auto en auto, ¿qué pasará
cuando lleguemos hasta donde están los humanos?
Bueno, Sasha no había pensado en eso. Fue lo mejor que se le ocurrió
en una situación que apareció sin dar una segunda advertencia. Mirando
detrás de él, Sasha señaló la tienda de abarrotes que se veía tan desierta
como el resto de la ciudad. ―Necesitamos entrar ahí y hacer un plan a partir
de ese punto.
―No eres mi alfa. ―El labio de Nate se curvó mientras hablaba―.
Apreciaría que lo preguntaras.
―Entonces quédate atrás ―dijo Sasha con un tono cortante mientras
miraba una vez más por encima del capó de la camioneta y luego se metió
por el costado del edificio, dirigiéndose a la entrada trasera. Esperaba que
Nate lo siguiera, pero no iba a quedarse acurrucado en la acera discutiendo
con el hombre.
Sasha removió la cerradura de la puerta hasta que ésta cedió y luego
se asomó lentamente dentro. Olfateó el aire asegurándose que no había
ocupantes inesperados. Sintió calor en su espalda y supo que Nate estaba
parado detrás.
Era eso o alguien estaba a punto de conseguir un letal conjunto de
garras en sus entrañas.
―¿Qué estás esperando?
Sasha disfrutaba la sensación de Nate tan cerca. No quería moverse y
lo sabía. Esa no era una acción muy inteligente considerando que un soldado
podría doblar la esquina en cualquier momento y atraparlos, pero Sasha
simplemente deseaba un segundo más sintiendo a ese gran hombre detrás.
―Compruebo el lugar ―declaró mientras se empapaba del calor del
hombre.
―Tenemos que entrar. 36
Sasha oyó la acalorada imposición en el tono de Nate, pero no era
irritación. El hombre estaba tan afectado por la cercanía como Sasha. Empujó
la puerta abriéndola completamente y entró. Nate se encargó de cerrarla.
A Sasha no le gustaba la gran ventana en la parte delantera de la
tienda. Le hacía sentir demasiado vulnerable y expuesto. La tienda no era tan
grande y no había demasiados lugares para esconderse. Nate era un hombre
grande, lo que significaba que tenía aún menos opciones.
―Ahí. ―Nate señaló una puerta detrás del mostrador―. Creo que eso
lleva al apartamento en el segundo piso.
Sasha miró a donde Nate señalaba y vio la frágil puerta. Eso no
resistiría a un niño, y menos a un hombre adulto. Pero sus opciones eran
extremadamente limitadas en este momento. La tienda no tenía ningún buen
lugar para permanecer escondidos, y tal vez arriba podrían vigilar a los
humanos sin ser vistos. Mirando por la gran ventana para asegurarse de que
no quedarían a la vista, Sasha se precipitó hacia la puerta, Nate lo siguió de
cerca. Al abrir la puerta, un fuerte crujido resonó por la habitación.
―Esta maldita cosa necesita aceite ―dijo Nate detrás de él.
Sasha se metió rápidamente en los apretados confines del hueco de la
escalera. Oyó a la puerta protestando al cerrarse, y entonces la zona quedó
bañada en la oscuridad. Pero Sasha podía ver muy bien. Sus felinos ojos se
ajustaron y comenzó a ascender por los escalones, olfateando el aire a
medida que avanzaba. No había nada en el aire que indicara que hubiese
alguien en el piso de arriba, así que Sasha apresuró el paso.
Cuando entró en el apartamento, lo encontró un poco más espacioso,
pero seguía siendo increíblemente pequeño. Sus hombros casi tocaban la
pared a ambos lados de su cuerpo mientras se dirigía hacia la puerta de
entrada. Al mirar sobre su hombro vio que Nate tenía que caminar
ligeramente de lado con el fin de mantener despejado el pasillo.
―Deberíamos ser capaces de ver lo que está pasando desde aquí
arriba ―dijo Sasha mientras se dirigía a una pequeña sala de estar. No estaba
seguro de por qué estaba tratando de charlar con Nate. Sasha nunca sintió la 37
necesidad de llenar el silencio con palabras innecesarias. Y aun así se
encontró tranquilizando a Nate mientras caminaba hacia las dos ventanas
situadas en el frente del apartamento―. Deberíamos quedarnos aquí hasta
el anochecer. Podemos cambiar y luego arreglárnosla en la ciudad con un
poco menos de esfuerzo.
―Este plan me gusta mucho más ―respondió Nate―. Pero tendrás
que llevar una de las bolsas. No puedo llevar ambas si voy en mi segunda
forma.
Sasha siempre se preguntó cómo es que los hombres lobo podían
convertirse en animales de cuatro patas u optar por transformarse en una
criatura que se paraba en dos piernas y podía hablar. Siempre sintió como si
lo hubiesen estafado. Pensaba que sería bastante genial poder hablar
mientras estaba en su forma de gato. El curso de esos pensamientos lo llevó
a otro. No le importaría ver a Nate en su forma de hombre lobo. El hombre
ya era enorme como humano, pero Sasha sabía que los hombres lobo casi
duplicaban su masa corporal al cambiar a su tercera forma.
Sería una vista muy interesante.
Sasha caminó hacia una de las ventanas y Nate se acercó a la otra,
asomándose para ver la calle.
―Parece que están creando alguna especie de base. ―Nate pasó la
mano por el rastrojo en su barbilla―. No creo que sólo estén de paso.
Sasha observó cómo descargaban los camiones. Los soldados llevaban
el equipo hacia lo que parecía ser el ayuntamiento. También había hombres
de guardia, sus ojos escaneaban la zona. Tenía la sensación de que iban a
efectuar una revisión por toda la ciudad.
Es lo que haría si fuera él.
Pero se le ocurrió otra cosa. Si los humanos iban a instalar un
campamento base en este lugar, entonces también comprobarían las áreas
circundantes. Estaban a más de treinta kilómetros de Rick y el grupo de
Rebeldes, pero Sasha no quería correr ningún riesgo. Tendría que llamar a
Rick y decirle que saliera de esa casa segura.
38
Esta zona ya no era segura.
―Van a encontrarla ―susurró Nate mientras miraba por la ventana.
Sasha podía oír la desolación en la voz de Nate. El hombre lo decía como si
fuera algo inevitable. No podía permitirse creer que la atraparían. Era una
chica muy ingeniosa y tenía que rezar para que evitara que la atraparan.
―Te dije que es demasiado inteligente como para que la descubran.
Por lo que sabemos, los vio en cuanto llegaron al pueblo y se fue. Selene
podría no estar aquí.
Nate lo miró, sus ojos verde jade llenos de esperanza.
Sasha había visto la ferocidad de Nate en muchas ocasiones. No estaba
acostumbrado a ver tal vulnerabilidad en el hombre. Apartó la mirada,
cerrando esa parte de él que quería tocar al hombre lobo. Ahora, Nate no
aceptaría ningún tipo de contacto proveniente de Sasha.
Ambas cabezas se alzaron de golpe cuando sonó un fuerte chirrido en
la escalera abajo.
Era la puerta que conducía al apartamento.
Sasha miró a su alrededor y señaló una puerta al otro lado de la
habitación. Él y Nate se dirigieron silenciosamente hacia ella. Cuando Sasha
miró dentro, descubrió que la puerta conducía a un armario.
Un armario muy pequeño.
Le hizo un gesto con la mano a Nate para que entrara primero y luego
entró, cerrando la puerta detrás de él. Con el tamaño de Nate, Sasha chocaba
entre el hombre y la puerta. Cada centímetro de la parte frontal de Nate
tocaba cada centímetro de Sasha.
No había ni un centímetro entre ellos. Podía sentir cada sólido músculo
del hombre presionándose contra él, mientras el cuerpo de Nate empapaba a
Sasha.
Nate miró a los ojos de Sasha y éste no sólo podía oír, sino sentir el
corazón de Nate palpitando un poco más rápido. La proximidad los estaba 39
afectando a ambos, ya que el aire en el armario parecía haberse vuelto tan
delgado que Sasha encontró que respirar se le hacía un poco más difícil.
Su ceja se elevó lentamente, y una sonrisa jugó en sus labios cuando
sintió la erección de Nate presionando contra su ingle. Sólo había unos dos
centímetros y medio de diferencia entre sus estaturas, por lo que Sasha
podía mirar a Nate directamente a los ojos.
El pequeño espacio empezó a llenarse con el denso olor almizclado de
la excitación de Nate. Sasha no podía hacer nada salvo respirarlo mientras
permanecían en el estrecho armario. Éste llenó sus pulmones e hizo que su
propia polla intentara endurecerse, pero Sasha luchó contra ello.
Si ambos se excitaban, no sabía qué haría el gato de Sasha. Sólo podía
contenerse una cierta cantidad de tiempo. Era verdad que había deseado a
Nate y Selene durante mucho tiempo, y planeaba tenerlos, pero la verdad se
deslizó en su mente, dando voz a algo que Sasha continuamente trataba de
ignorar.
Estás huyendo de unos hombres muy peligrosos. ¿De verdad quieres
bajar la guardia? Además, sabes que no funcionará. Ya eres un mestizo.
¿Cómo diablos lucirán tus hijos si te cruzas con lobos?
La fría verdad cayó sobre Sasha. Era cierto. Tenía algo tan valioso que
había hombres cazándolo y matando a cualquiera que se interpusiera en su
camino mientras lo buscaban. No sólo eso, si la manada de Sasha descubría
que era un mestizo, su hija podría acabar muerta. Le había dicho a Nate que
no estaba preocupado por su manada, pero en realidad, sí. Estaban
escondiéndose con su pequeña Sammy.
Sasha se sentía como si estuviera atrapado y no tuviese escapatoria.
Samantha sólo tenía siete años. No comprendía lo que era un mestizo.
Sasha se negaba a permitir que ese término fuera usado en su casa. Era vil,
degradante y anticuado. Nacían más y más mestizos, y las antiguas leyes
necesitaban adaptarse a la época. Qué importaba si era mitad leopardo y
mitad… Sasha se quedó quieto cuando oyó pasos. 40
Nate tragó con dificultad, pero la erección del maldito hombre no bajó.
¿Cómo demonios se mantenía excitado cuando, posiblemente, estaban a
punto de pelear para poder salir del armario?
Sasha le dirigió una pequeña sonrisa a sus pensamientos.
Las manos de Nate se levantaron, agarrando a Sasha justo cuando la
puerta se abrió.
Sasha empujó su cuerpo hacia el de Nate, así podría utilizar el impulso
para saltar sobre el intruso cuando notó que Selene estaba allí de pie,
sorprendida y tan molesta que sus ojos se tornaron de un resplandeciente
amarillo lobuno.
Capítulo Cinco
―Sabes, gatito, si sigues chupando mi polla tan fuerte, me la
arrancarás.
Dorian sonrió alrededor del eje de Rick y luego lamió un largo camino
de la base hasta la punta. Sus ojos estaban llenos de un calor que le decía que
sabía hasta dónde llegar antes de provocarle dolor a Rick. Rick no podía
discutir, porque Dorian no le estaba dando nada más que un placer
electrizante. Sus sedosos labios moldeaban la polla de Rick, deslizándose
hacia arriba y luego arreglándoselas para volver a bajar.
Rick observaba con fascinación, su cuerpo era recorrido con un fuego
que ardía más caliente que la lava fundida. La cabeza de Dorian estaba entre
sus piernas, dándole tanto placer que Rick tuvo que contener el aullido que
amenazaba con estallar de su pecho.
―Gatito... joder... mira lo que me haces. ―Rick agarró la cabeza de
Dorian, manteniéndola en su lugar mientras sus caderas comenzaban a
mecerse con poderosos empujes. Podía sentir sus ojos brillando, su bestia 41
emergiendo mientras jodía los suaves labios de Dorian, hundiéndose
profundamente en su boca caliente y húmeda.
Sus dedos apretaban el cuero cabelludo de su pareja, Rick apartó a
Dorian, respirando como si no pudiera coger aire. ―No será tan fácil. ―Sus
palabras eran desafiantes, su cuerpo se preparaba para la persecución. No
había duda de que Dorian iba a correr. Su pareja amaba la persecución tanto
como Rick.
Dorian saltó de la cama y la rodeó, sus ojos llenos de esa diversión que
Rick tanto amaba. Rick también saltó, pero Dorian esquivó sus manos y corrió
hacia el baño.
Una sonrisa curvó los labios de Rick mientras caminaba lentamente
hacia el hombre, sus garras emergieron mientras su corazón comenzaba a
latir más rápido. ―¿Adónde vas, gatito? No hay ningún lugar a donde puedas
correr.
Dorian estaba ahí parado, su pecho subía y bajaba con rapidez
mientras sus ojos revoloteaban por la habitación.
―¿Crees que puedes alejarte de mí? ―Su tono era sarcástico, burlón,
y lleno de tanto apetito sexual que Rick sabía que este juego no duraría
mucho tiempo. Su polla todavía estaba húmeda debido a la mamada de su
compañero, palpitando por enterrarse profundamente en el apretado culo
del hombre.
Palmeó su polla, dando unos cuantos tirones, observando como los
ojos de Dorian quedaban atrapados en lo que estaba haciendo la mano de
Rick, el cual pasó su otra mano sobre su pecho, pellizcando sus pezones y
gimiendo de placer.
Dorian lamió sus labios, pero no se acercó. Rick deslizó su pulgar sobre
la humedad escapando de la cabeza de su polla y luego lamió el dedo de una
forma lenta y sensual. ―Mmm, tan bueno.
―Juegas muy sucio ―lo acusó Dorian mientras se deslizaba unos
centímetros a su izquierda.
Rick le dio una sonrisa perversa mientras empezaba a acariciar su duro
eje unas cuantas veces más. Si no lograba meterse pronto en el interior de su 42
pareja, Rick iba a terminar con una simple masturbación. Estaba tan cerca.
Los ojos de Dorian nunca se apartaron de la mano de Rick, pero Rick
pudo verlo rodeando lentamente el lugar en donde se encontraba. Dejaría
que su pareja jugara un segundo más, y entonces Rick se lanzó.
―Juego... conmigo mismo. ―Rick palmeó sus bolas, dándoles un ligero
tirón, poniéndolas en exhibición para que Dorian lo viera―. ¿No quieres
sentir esta dura polla golpeando tu lindo culo?
Dorian corrió.
Rick fue más rápido. Agarró a Dorian por la cintura y giró, arrojando a
su pareja sobre la cama. Se movió a la velocidad de la luz, cubriendo a su
compañero y extendiendo las piernas de Dorian antes de que la primera
juguetona protesta pudiera salir de sus labios. Rick agarró las nalgas de
Dorian, separándolas y hundiéndose profundamente. Sus manos se
enterraron en la carne de Dorian, amasándola, girando los orbes gemelos
mientras su polla empujaba dura y profundamente. Dorian se echó atrás,
golpeando su culo contra la pelvis de Rick, gritando de placer mientras Rick lo
tomaba duro y rápido.
Rick empezó a atraer a Dorian hacia él, usando poderosos empujes
para reunirse con el culo de su pareja. El sonido de la piel al chocar
aumentaba aún más la excitación de Rick. Sus gruñidos sacudieron su pecho
cuando Dorian inclinó la cabeza hacia un lado, mendigando sin palabras que
Rick lo mordiera.
Rick se enterró profundamente antes de cubrir el cuerpo de Dorian con
el suyo y hundir sus caninos en la marca de apareamiento, fortaleciendo su
vínculo. Dorian bajó los hombros, lo cual hizo que su culo quedara en un
ángulo más elevado, permitiendo a Rick ir más profundo.
Su polla entraba y salía de la suave carne de Dorian, su hambre lo llenó
hasta tal punto que casi se sentía salvaje. Rick sumergió su polla más
profundo en su pareja, observando cómo el cuerpo de Dorian tomaba su eje
duro como el acero una y otra vez.
Sus bolas se tensaron, pero Rick estaba demasiado ocupado
ahogándose en Dorian como para preocuparse de cuán cerca estaba. Su 43
pecho se agitaba tan sólo ante la intimidad de tocar a su pareja. Dorian no
tenía ni idea de cuanto lo necesitaba, no sólo sexualmente, sino emocional y
mentalmente. Era la roca sólida de Rick, la base misma en la cual confiaba
cuando las cosas se volvían demasiado complicadas.
Pero no era sólo eso. Dorian se había convertido en una parte de Rick.
Sabía que no podría vivir sin su gatito.
Fue sacado de sus pensamientos cuando lo atravesó una corriente
eléctrica, su polla hundiéndose más profunda. El cuerpo de Rick brillaba por
el sudor. Se limpió el sudor de sus ojos con su hombro mientras extendía más
las piernas, acercándose a las caderas de Dorian. Las manos de Rick
agarraron las caderas de su pareja con más fuerza a medida que su polla
entraba y salía, más duro y fuerte, la cabeza tan sensible que Rick se
estremeció ante la sensación.
Dorian apretó los músculos, atrapando la polla de Rick en un agarre
sofocante. Estaba abrumado por el cálido agarre que rodeaba su duro eje y
por el sonido de puro éxtasis que provenía de su pareja. Dorian sabía cómo
llevar a Rick hasta el límite y lo que más le gustaba.
Sacó sus caninos, lamiendo un largo camino desde el hombro hasta su
oído, dejando que un gemido se escapara de sus labios. ―Eres tan
jodidamente sensual, gatito. Me encanta estar dentro de ti y sentir tu culo
apretando mi polla. Dorian fue el primero en gritar su liberación,
arqueándose bajo Rick, sus dedos enterrándose en la cama. Su caliente y
estrecho canal se contrajo alrededor de la polla de Rick con una intensidad
casi brutal.
A Rick le encantaba la forma como sonaba su compañero cuando
estaba en la agonía de la pasión. Acariciaba su ego y complacía a su lobo
saber que le estaba haciendo esto a su pareja, que era quien hacía que
Dorian perdiera el control de una manera que desbordaba pasión. El sonido
era erótico, haciendo que el lobo de Rick aullara ante el crudo placer de su
compañero.
Rick empujó con su dura polla, sintiendo los corrientes de fuego
subiendo por su columna vertebral antes de que también gritara mientras su
orgasmo explotaba, su semilla derramándose dentro del cuerpo de su pareja, 44
marcándolo como suyo una vez más. Su pene pulsaba al ritmo de su corazón
mientras su clímax lo destrozaba. Apoyando la frente contra el hombro de
Dorian, Rick cerró los ojos, dejando que lo recorrieran las olas de éxtasis.
Dios, amaba tanto a este hombre. Si sucediera algo que alejara a Dorian de
él, Rick moriría. Sabía en su corazón que no podría vivir sin su pareja.
―Peleas tan sucio ―dijo Dorian entre jadeos mientras giraba la
cabeza, besando la parte superior de la cabeza de Rick. El gesto era lo que
Rick ansiaba. El sexo entre ellos era fantástico, pero eran las cosas pequeñas
lo que más apreciaba Rick. Un beso en la cabeza, un suspiro escapando de los
labios de Dorian, o la forma en que su pareja pasaba una mano por el brazo
de Rick que le decía que toda esta lucha valía la pena. No quería perder estos
momentos, jamás.
Rick pasó la mano por el cuerpo empapado de sudor de Dorian,
sonriendo mientras se balanceaba lentamente adelante y atrás, prolongando
el placer. ―Sabes que lo disfrutaste tanto como yo.
―Cierto, pero si alguna vez vuelves a masturbarte delante de mí,
chuparé tu polla hasta que tus dedos se curven y grites que soy tu semental.
Rick rio entre dientes, golpeando el culo de Dorian mientras salía del
cuerpo de su pareja, y luego de la cama. Estaba a punto de dirigirse al baño
cuando sonó su teléfono. Agarrando su móvil de la cómoda, Rick reconoció el
número como el de Edward. Tendría que recordarle al hombre que buscara
otro teléfono. Mantener el mismo número durante un largo período de
tiempo no era prudente.
Presionando el botón para responder, Rick se sentó a un lado de la
cama. ―¿Pasa algo malo?
Edward e Isabelle habían desaparecido de la faz de la Tierra, incluso
para los grupos de Rebeldes, y Rick había estado enfermo de preocupación
pensando que les pudo haber pasado algo. Sabía que su cuñado sólo estaba
tratando de mantener a Isabelle a salvo, pero era extraña la forma en la que
los había hecho desaparecer. Nadie había oído hablar de la pareja. Eso sólo le
demostraba a Rick que Edward sabía lo que estaba haciendo cuando se
trataba de mantenerla a salvo. Lo aprobaba de todo corazón, pero no evitaba 45
que se preocupara.
―Una unidad empezó a perseguirme porque pirateé los archivos de
O'Hanlon. Tuvimos que irnos de la cabaña en la que nos escondíamos.
Rick estaba agradecido de que Edward no se hubiera referido a ese
hombre como su padre. El rey rata podría ser un cascarrabias algunas veces.
Rick no quería recordar quién era su padre biológico. Esa revelación todavía
jodía con su cabeza. Pensaba en quién era el hombre lo menos posible.
―¿Cómo está Isabelle? ―Su hermana estaba teniendo complicaciones
con su embarazo. Rick sabía que era peligroso trasladarla. También sabía que
Edward debía de haber odiado tener que tomar esa decisión.
―Estoy nervioso, Rick ―confesó Edward rápidamente―. Por eso
llamé. Está de parto. La mujer ciervo, la sanadora, huyó con nosotros y está
allí con ella ahora mismo. No puedo hacer esto. Sus gritos están
destrozándome. No puedo escuchar como grita mi pareja, Rick. Me siento
tan malditamente indefenso. Haría cualquier cosa por ella, cualquier cosa,
pero no puedo hacer nada cuando es el nacimiento de nuestro hijo, lo que le
está provocando tanto dolor.
Rick se levantó de la cama y empezó a pasearse. ―¿Pero la sanadora
piensa que todo saldrá bien?
―Dijo que es demasiado pronto para estar seguros. Si... ―Edward se
quedó en silencio mientras Rick escuchaba los gritos de su hermana en el
fondo. Todas las lobas aullaban cuando estaban a punto de dar a luz. El bebé
llegaría pronto.
―Maldita sea ―gruñó Edward―. No puedo soportar escucharla sufrir
tanto.
―Pero estoy dispuesto a apostar que sufrirás más si no estás con ella
allá adentro. Los hombres lobos siempre están presentes en el nacimiento de
sus hijos, Edward. ―Rick podía haber sido un imbécil y dejar que Edward lo
descubriera después cuando Isabelle estuviera haciéndole un nuevo culo,
pero conocía la alegría de ver a un niño venir al mundo y no quería que
Edward se perdiera eso. 46
―¿Quieres que entre? Con la sangre y... ―Edward sonaba como si
estuviera a punto de desmayarse.
―No quiero que entres, pero ?enes que hacerlo. Te necesita, Edward,
así que toma prestado un par de bolas y anda a ver cómo nace tu hijo.
―Realmente te odio a veces, Rick. ―Edward colgó.
Rick sonrió, aunque su estómago se anudaba a causa de la
preocupación. Rezó que su hermana y el bebé tuvieran un parto saludable.
Estaba contento de que Edward no le hubiera dicho dónde estaban. Rick
hubiese salido corriendo para ir a verlos.
Dorian salió del baño, frotándose una toalla sobre la cabeza. ―¿Pensé
que necesitábamos empezar a movernos para rescatar a los hombres hiena?
―Isabelle está de parto.
Dorian bajó la toalla mientras sus ojos se suavizaban. ―¿Cómo está?
A Rick le conmovía que su pareja se preocupara por Isabelle. En
realidad no habían tenido la oportunidad de conocerse muy bien. Rick sabía
que una vez que todo esto hubiera terminado, los dos formarían un vínculo
duradero, no sólo como manada, sino como familia. El poco tiempo que
habían pasado juntos, se habían llevado bien.
―Edward dijo que es demasiado pronto para estar seguros. ―Rick
arrojó su teléfono y tomó una ducha rápida, después se vistió mientras
pensaba en la pareja. Todo el tiempo se la pasó orando para que la madre y
el niño estuvieran bien.
Él y Dorian bajaron y vieron al resto del grupo sentado en la sala, con
sus expresiones serias. Rick ralentizó sus pasos, mirando a cada uno. ―¿Pasa
algo malo? ―Al parecer estaba haciendo esa pregunta demasiado hoy. Lo
golpeó la urgencia de agarrar a Dorian para volver arriba, desnudarse, y
olvidar que había un maldito mundo fuera del dormitorio donde sólo existían
los dos.
―Uno de los grupos de Rebeldes envió la noticia de que el ejército se
47
ha apoderado de un pequeño pueblo a unos treinta kilómetros de aquí
―respondió Howard, el padre de Dorian―. Los Rebeldes dijeron que iban a
realizar chequeos y necesitábamos irnos de aquí.
Ya tenían que irse antes de que se hubiesen enterado de esto. Rick no
podía entender por qué todos se veían tan preocupados. ―¿Por qué las caras
largas?
―Nate y Sasha fueron vistos ingresando al pueblo justo antes de que
los militares lo invadieran ―le informó Miguel.
Rick maldijo silenciosamente. Tenía que elegir. O ir a buscar a los
hombres hiena que habían pedido ayuda, o asegurarse de que Sasha y Nate
no estuvieran metidos en un montón de problemas. Aun cuando quería
asegurarse de que los hombres de su grupo estuvieran a salvo, tenían que
encargarse de las hienas primero.
Tenía que confiar en que Nate y Sasha pudieran cuidarse.
―Seguiremos adelante con el rescate como planeamos.
―Pero ¿qué pasa con Nate? ―preguntó Bryson.
―Si Nate no pudiera cuidarse, entonces no sería mi ejecutor jefe. Ha
estado en situaciones más difíciles que esta. ―Rick realmente esperaba estar
en lo correcto. Podía decir que al grupo no le gustaba la idea de dejar a Nate
y Sasha por cuenta propia, pero Rick tenía que pensar en los cambia formas
que realmente necesitaban su ayuda―. Nos reuniremos con Ross y su grupo.
Si queremos llegar nuestro punto de encuentro, tenemos que irnos. Junten
sus cosas y reúnanse conmigo afuera.
La madre de Dorian puso su mano en el brazo de Rick, dándole una
sonrisa gentil. Lillian había sido capturada un tiempo atrás, a pesar de ser
humana. La habían torturado y todavía podía oírla lloriquear algunas noches.
Eso hacía que Rick quisiera revivir a esos guardias del centro de detención
principal para poder matarlos de nuevo.
Solía ser una mujer dulce con una voluntad de hierro antes de que la
secuestrasen. Ahora era tranquila, reservada, y apenas hablaba. Howard
estaba a su lado, apoyando su mano en la parte baja de su espalda. A Rick se
le rompía el alma al ver que ahora era una sombra de lo que solía ser. 48
―Estás haciendo lo correcto.
Rick alzó su brazo y palmeó la frágil mano. ―Gracias.
―Vamos, Lillian ―dijo Howard mientras la alejaba―. Vamos a
asegurarnos de que los muchachos ya hayan empacado y están listos.
Lillian era aún más protectora que antes con sus hijos, especialmente
con Ian. A ella no le importaba que su hijo menor llevara un collar y estuviera
en una relación. Si estaba fuera de su vista durante demasiado tiempo, se
ponía extremadamente agitada.
Esto hacía que la relación de Mason con Ian fuera un poco más difícil,
pero el cambia formas jaguar se lo tomaba bastante bien. Al parecer era igual
de protector con la madre de su pareja que con su pareja. Era la única que
podía interactuar con Ian siempre que quisiera. Mason estaba ayudando a
Ian a reconstruir su autoconfianza y la visión que tenía de sí mismo después
de pasar cuatro años como un adicto a los colmillos y ser abusado en un club
de vampiros sádicos. No permitía que nadie interactuara con Ian a menos
que diera su explícito permiso.
Lillian era la excepción. Si Mason e Ian estaban fuera del dormitorio, el
jaguar no decía una palabra si la mujer metía a Ian en una conversación.
Parecía que esto los ayudaba a ambos. Ian solía pensar que su familia lo
odiaba. Al parecer, tener la aprobación de su familia fue como dar un gran
paso para el hombre.
Dorian y Ian seguían tratando de reconstruir su vínculo fraternal, pero
Rick sabía que iba a tomar tiempo. Dorian había recorrido un largo camino en
cuanto a la comprensión de que el BDSM no trataba de la necesidad de ser
golpeado. Su compañero había estado sentado durante largas horas
hablando con Mason sobre el estilo de vida y lo que éste conllevaba. Dorian
estaba adquiriendo conocimientos para entender a Ian y así poder estar
cerca de su hermano una vez más.
Su pareja estaba esforzándose, y por ello, Rick estaba muy orgulloso.
Cuando Dorian bajó las escaleras con sus maletas, Rick lo acompañó
hasta la camioneta, manteniendo la puerta abierta mientras Dorian pasaba, y
tomó una bocanada del familiar aroma del hombre.
Rick miró en la dirección que Nate y Sasha habían tomado tras Selene y
49
esperaba que los tres lograran salir de la ciudad antes de que los militares los
encontraran.
Capítulo Seis
Selene no estaba segura de ver bien las cosas. ¿Sasha y Nate realmente
estaban metidos en este pequeño armario, sosteniéndose el uno al otro? El
olor de la excitación en el aire era tan espeso que tosió y dio un paso atrás.
Había estado desesperada por alejarse de estos dos, y ahora estaba allí
parada viéndolos en una posición comprometedora.
¿Qué clase de broma cósmica era esta?
―Selene ―comenzó Nate.
―Guárdatelo ―respondió en un tono cortante mientras levantaba su
mano, apaciguando la decepción que trataba de apoderarse de ella y
alimentar su ira. Necesitaba afrontar el hecho de que estos dos se querían,
no ella―. ¿Por qué demonios están aquí? ―Ni siquiera iba a preguntar qué
estaban haciendo metidos en el armario.
No era asunto suyo.
Avanzando los pocos pasos que le quedaban, echó un vistazo por la 50
ventana para mirar el pueblo. Debía ser su suerte que terminara no sólo con
los dos hombres de los que estaba tratando de escapar, sino en un pueblo
lleno de militares que no querían nada más que matarlos a los tres.
―Salimos tras de ? cuando nos enteramos de que te fuiste sola.
―Nate sonaba preocupado y molesto, pero Selene lo atribuyó a su amistad,
no al hecho de que Nate la quisiera.
―Puedo cuidarme sola. Iba de camino fuera de la ciudad cuando capté
sus aromas. Ni siquiera estaría aquí si no me hubieran seguido. ―La
amargura inundaba su tono. Por mucho que tratara de ocultárselo a Nate, no
lo logró. En lo único que podía pensar era verlos envueltos juntos.
Le fastidiaba que no le molestara verlos juntos. No es que quisiera que
Nate estuviera con el arrogante gato, pero ver a Nate con otro hombre
debería hacer que se enojara.
Pero ese no era el caso.
Selene se negaba a ir allí. Estaba demasiado ocupada estando enojada.
―Parece que necesitas mucha ayuda. ―Sasha se acercó a ella, esos
ojos de gato color verde se hallaban llenos de sarcasmo.
Le apuntó a la cara con un dedo. ―Quédate fuera de esto, Sasha.
Cuando Sasha se inclinó hacia adelante y lamió su dedo, Selene gruñó.
―Vuelve a hacer eso y te cortaré la lengua. ―Apartó su mano justo antes de
que la lengua de Sasha volviera a aparecer. Hizo un gesto muy vulgar con su
lengua, moviéndola rápidamente de arriba a abajo antes de sonreír.
―Controla a tu novio antes de que lo las?me.
Nate se interpuso entre los dos, confirmando la acusación de Selene.
Eran amantes. No quería lidiar con esto, precisamente. Sacudió la cabeza
mientras salía de la habitación. ―Me iré apenas anochezca. Deberían
regresar con Rick. Soy muy capaz de satisfacerme sola.
―¿Puedo ver? ―ronroneó Sasha detrás de ella.
Curvó sus labios para no gritarle al estúpido gato y así evitar alertar a
los humanos que se hallaban abajo, lo ignoró y entró en la cocina del 51
apartamento tratando de poner tanto espacio entre ellos como fuera posible.
Si pudiera encontrar algo de café en esta pequeña cocina, podría asentar sus
nervios y enfrentarse a estos dos imbéciles.
―Selene. ―Nate pronunció su nombre en medio de un suave susurro.
Estaba justo detrás de ella. Selene tenía ganas de girarse y darle un
puñetazo. Quería provocarle tanto dolor como el que estaba sintiendo en
este momento. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Cómo podía haberse
enamorado de un hombre que no la quería?
Registrando la alacena, buscó un tarro de café. Ahora mismo se
conformaría con uno instantáneo. Sus movimientos eran silenciosos,
escuchando a cualquier persona que tratara de infiltrarse en el apartamento
mientras envolvía sus manos alrededor de un tarro pequeño de
descafeinado.
Esto tendría que valer.
―¿Podrías escucharme? Esto ya es bastante difícil para mí.
Estaba a punto de decirle que estaba enamorado de Sasha. Podía oírlo
en su voz. Se acercaba la despedida final. Sigamos siendo amigos. Nunca
quise hacerte daño. No puedo controlar de quien me enamoro. Todas las
excusas que temía que le dijera Nate corrieron por su mente mientras
enchufaba la cafetera individual.
No podía evitar de quién se había enamorado. Al final era la única que
salía perdiendo. Una enorme mano se posó sobre la suya, impidiéndole que
llenara la reserva de agua. Selene hizo una pausa, muriéndose por dentro
mientras se sumergía en el calor de la mano de Nate.
Parpadeó hacia él, haciendo todo lo posible para luchar contra las
lágrimas. ―Lo en?endo, Nate. Créeme. Estoy tratando de hacer mi mayor
esfuerzo para no armar un alboroto.
―¿Alejándote? ―preguntó con asombro.
―Sí.
―Selene.
52
Apartó la mano, que se enfrió al instante, pero fue a hacerse el café,
incluso si sentía como si le estuviesen arrancando las entrañas. ―Estamos
bien, Nate. Siempre seremos amigos. Trabajamos bien juntos.
―Y trabajaremos incluso mejor juntos tan pronto como me escuches.
Encendiendo la máquina, Selene giró hacia él. ―¿Qué más hay que
decir?
Nate se tornó de siete tonos de rojo. Un frío nudo se formó en su
vientre al ver lo avergonzado que se veía. ―Oh no. No quiero ningún detalle.
―Lo último que quería saber sobre Nate y Sasha era lo que sucedía entre
ellos.
Nate se acercó más, presionándola contra la encimera. Selene colocó
las manos detrás de ella, evitando que la dejara atrapada. ―Muévete, Nate.
Su pulso latía tan rápido que Selene oyó el torrente de sangre en sus
oídos. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué la atrapaba entre su enorme cuerpo
y el mostrador? ―Nate.
Nate agachó la cabeza, acariciando ligeramente su mandíbula mientras
la besaba. Selene permaneció allí en estado de shock. Le estaba dando
aquello con lo que había soñado durante tantas noches. Sus labios eran
suaves, contrastando con su gigantesco cuerpo musculoso. No podía creer lo
sedosos que se sentían sus labios. Los ojos de Selene se cerraron
brevemente, abriéndose a su lengua permitiéndole saborearla, y luego
regresó a la realidad.
Selene empujó el pecho de Nate hasta que éste dio un paso atrás.
Ambos respiraban entrecortadamente. ―¿A qué crees que estás jugando?
Nate parecía confundido. ―No estoy jugando con?go.
Colocando espacio entre ellos, Selene miró a la entrada de la cocina
para ver a Sasha allí de pie, sus ojos eran de un verde profundo, llenos de
deseo. Volviéndose a mirar a Nate y echó el brazo hacia atrás, dándole una
bofetada en la cara. ―¡Cómo te atreves a burlarte de lo que siento por ti!
¿Pensaste que podrías besarme así y luego decirme adiós?
―Dios, esto es caliente, acaba de sacar sus garras ―dijo Sasha con un 53
ronroneo emocionado.
―¡No estoy tratando de despedirme de ti, cabeza dura! ―le rugió
Nate―. Estoy tratando de decirte que estoy enamorado de ? y quiero estar
contigo.
Selene se quedó quieta y parpadeó. Su mente estaba tratando de
captar lo que estaba diciendo, pero sus palabras simplemente no tenían
sentido. Nate se quedó mirándola, haciendo que Selene tragara con
brusquedad. ―Estoy realmente confundida.
Sasha se acercó de tal manera que sólo podía ser visto como un
depredador cerniéndose sobre su presa, deslizándose detrás de ella y
haciendo que Selene se sin?era realmente nerviosa. ―Lo que está tratando
de decirte, mi pequeña niña astuta, es que ambos te queremos de la peor
manera.
―Sasha ―dijo Selene en advertencia.
En realidad, podía sentir su sonrisa satisfecha detrás de ella. ―¿Sí?
―Aléjate de mí ―le respondió con calma.
―No hasta que saques tu arma y me amenaces con ella.
Le dio un codazo en el estómago mientras se apartaba de ambos. ―No
estoy segura de qué clase de juego enfermizo están jugando, pero... ―Se
quedó callada cuando chirrió la puerta del primer piso. Los ojos de Selene
cayeron sobre la humeante jarra de café recién preparado.
Con la famosa rapidez que poseía Sasha, abrió la ventana de atrás y los
condujo por el pasillo hasta el armario. Selene miró el interior después de
que el leopardo abriera la puerta. ¿Cómo diablos iban a encajar los tres?
Nate entró primero y luego agarró y tiró de Selene. Sasha cerró la
puerta tras ellos. El interior era tan estrecho que Selene apenas podía
respirar. Nate se apretaba contra su frente, y Sasha contra su espalda.
Nunca pensó que se encontraría en tal situación. Descubrió que,
aunque Nate era tan ancho como dos hombres juntos, Sasha tampoco era un
hombre pequeño. Sus músculos eran más compactos, más cercanos a su
cuerpo.
―¿Hueles a café? 54
Selene contuvo la respiración cuando oyó la voz de un extraño en el
apartamento. Hubo un gruñido extremadamente suave procedente de su
espalda. Sasha le estaba demostrando su desaprobación. ¿Qué le importaba?
Lo odiaba. El hombre podía seguir gruñendo hasta el día en que los cerdos
volaran.
―Alguien estuvo aquí ―dijo otro hombre en voz alta―. La ventana
trasera está abierta. Creo que se fueron por la salida de emergencia.
Selene se mordió el labio inferior, rezando para que los humanos
cayeran en el truco de Sasha. Si los descubrían a los tres en el armario, iban a
tener una complicada batalla para poder salir del pueblo.
¿Por qué diablos había vuelto por esos dos? Debería haber seguido su
camino.
Una vez más, Nate estaba duro como una roca. Sólo que esta vez era el
suave cuerpo de Selene el que se presionaba contra él. Sólo tenía espacio
suficiente para insertar su mano detrás de su espalda, acercándola más, más
de lo que ya estaba.
Lo fulminó con la mirada, pero sabía que no podía decir nada ni pelear
con él. Los soldados estaban demasiado cerca. Estaba jugando sucio, pero
quería que viera cuánto la deseaba. Con la mano metida detrás de su
espalda, Nate también podía sentir lo cerca que estaba Sasha. Estaban
apretados como sardinas en lata, y se sentía tan bien.
―¿Deberíamos comprobar el lugar o perseguir a la persona?
―preguntó la primera voz.
La atención de Nate regresó a lo que estaba sucediendo en el
apartamento.
―Comprueba rápido. Voy a salir. Si la persona huyó, voy a atraparla y 55
ganar el mérito de ser el primero en matar a alguien. ―La segunda persona
con entusiasmo en su voz, estaba decidida a cazar al animal y matarlo. Esto
hizo que Nate quisiera desgarrar al bastardo. Era una persona viva que no
merecía ser perseguida como un animal rabioso. Ninguno se lo merecía.
Le molestaba escuchar cómo hablaban de su muerte con tanta
indiferencia. No era un maldito trofeo. Sasha y Selene comenzaron a
presionar a Nate. No se había dado cuenta de que estaba luchando por salir
del armario. Nate quería demostrarles a esos dos hombres lo que se sentía.
Sasha alargó la mano y le pellizcó la nariz.
Nate hizo una mueca. El alfa le miró airadamente, y el dolor en su nariz
fue suficiente para mantener la rabia de Nate bajo control. Oyó que el primer
hombre se marchaba. La puerta del primer piso chirrió. Eso dejaba al
segundo hombre dentro del apartamento.
Nate no estaba tan seguro que pudieran marcharse sin ser
descubiertos. El lugar tenía un número limitado de escondites. El humano iba
a asegurarse de revisarlos todos.
Las tablas crujieron cuando el soldado comenzó a registrar el
apartamento. Nate podía oír que se acercaba. En cuestión de minutos, tal vez
menos, iban a ser descubiertos.
Sasha levantó su mano, sus garras se alargaron lentamente desde las
yemas de los dedos cuando empezó a trepar sobre los dos. Se estaba
haciendo espacio. El armario no era grande, diametralmente hablando, pero
para Sasha la altura era suficiente para presionar su cuerpo en la pared que
se encontraba encima de ellos.
El hombre leopardo se quedó ahí, su expresión ominosa mientras
esperaban para ver si tendrían que matar al hombre de manera silenciosa y
luego pensar en otra salida antes de que descubrieran al muerto.
Nate contuvo el aliento cuando la manija de la puerta se sacudió. Podía
oír un gruñido muy bajo y letal que venía de encima de él. Sasha estaba
preparándose para atacar. La vista era tan caliente como peligrosa.
Cuando la puerta se abrió, Sasha saltó hacia la sala de estar y aterrizó
sobre el soldado. Éste tenía su arma preparada, pero Sasha fue demasiado 56
rápido, derribando al hombre antes de que supiera que había alguien en el
armario.
Sasha usó sus garras para cortar desde la garganta hasta la pelvis.
―Intenta matarme ahora, hijo de puta ―gruñó Sasha. Nate recogió el cuerpo
destripado y lo metió en el armario. Selene agarró la pequeña alfombra
central bajo la mesita de café y cubrió la sangre que había sido derramada.
Con suerte, si el soldado que había dejado el apartamento volvía,
pensaría que el muerto había registrado el lugar y se había ido.
―Tenemos que desaparecer de aquí ―dijo Sasha.
―¿Cómo? ―preguntó Selene―. Hay soldados por todas partes.
―Esa estúpida idea tuya está comenzando a verse mejor y mejor
―murmuró Nate mientras miraba por la ventana―. Están buscando en todos
los edificios. Cuando el muerto no se reporte, vendrán a buscarlo.
―Podríamos escaparnos por la escalera de incendios y escondernos en
el techo hasta que caiga la noche. No existe una verdadera forma de subir,
así que nadie va a pensar en buscar arriba ―sugirió Sasha.
―No podemos.
Los dos se giraron cuando Selene emitió esa temerosa protesta.
―¿Por qué no? ―preguntó Sasha―. Es un plan sólido. El techo del
edificio contiguo no es un salto tan grande para un cambia formas, y
podemos usar los tejados para escapar.
―Porque ―dijo Selene y Nate podía decir que estaba haciendo su
mejor esfuerzo para no contarles la verdadera razón. Pero no tenía elección.
En este momento, ese plan sonaba como su única opción. Los soldados
inundarían este lugar cuando encontraran el cadáver en el armario. No
tenían otro medio de escape.
―Estoy esperando ―dijo Sasha mientras giraba su mano para indicar
que quería que les contara.
―¡Me aterran las alturas, de acuerdo!
―¿Cómo? ―preguntó Nate―. Eres una cambia formas. Las alturas
deberían ser muy naturales para ti. 57
Cruzó los brazos sobre su pecho y se apartó de ambos. ―Me caí del
tejado del granero cuando era más joven. Desde entonces, he tenido miedo
de alejarme del suelo.
―Pero te has alejado del suelo ―le recordó Nate.
―Y casi me desmayé cuando lo hice. No lo entiendes. El miedo agobia.
Está malditamente cerca de inmovilizarme. La única razón por la que puedo
escalar es porque... ―Selene miró a sus pies―, me concentro en ti.
Nate estaba sorprendido. Nunca había olido el miedo cuando tenían
que trepar. Sus rasgos se endurecían por pura determinación. Dios, ¿qué más
no sabía de ella?
―Entonces te llevaré ―dijo Sasha llanamente.
―No en tu vida ―discu?ó Selene―. Es más probable que me dejes
caer sólo por despecho.
Sasha se detuvo frente a ella e hizo que se inclinara en un abrir y cerrar
de ojos. ―Puedo ser muchas cosas, niña, pero no soy un asesino. Preferiría
follar ese dulce coño que tienes antes que matarte.
Muy bien, entonces. Nate estaba bastante seguro de que Selene estaba
a punto de arrancarle las pelotas al leopardo. Sasha parecía enojado, pero
Selene también.
Antes de que los dos pudieran discutir, oyeron que la puerta de abajo
emitía su sonora protesta.
―El ?empo ha terminado ―anunció Sasha mientras los tres corrían
silenciosamente por el pasillo dirigiéndose hacia la ventana que Sasha había
abierto.
58
Capítulo Siete
Sasha agarró a Selene antes de que pudiera protestar, tirándola sobre
su espalda. Envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y sus piernas
alrededor de su cintura. Estuvo a punto de ahogarlo cuando se detuvo en el
borde de la negra barandilla de metal.
―No me sueltes ―le susurró al oído. Sonó más parecido a una oración
que una petición. Estaba poniendo su vida en sus manos y Sasha sabía lo
difícil que era para ella. Puede que le gustara jugar y ronronear, pero cuando
se trata de su seguridad, no bromeaba.
Sasha la agarró de las piernas e hizo que sujetara sus tobillos alrededor
de su cintura y luego saltó. Podía oír el pequeño gemido en su oído. Por
mucho que amenazara con dispararle, a Sasha no le gustaba oír el temor
puro procedente de ella. Se aseguró de mantener a Selene firmemente
agarrada mientras aterrizaba en la azotea. No había ni una maldita forma de
que fuera a dejarla caer.
No tenía ni idea de cuánto se preocupaba por ella. Era femeninamente 59
suave, pero su carácter era tan sólido como un muro de hormigón.
Y llevaba una pistola. Eso era caliente y peligroso al mismo tiempo.
Pero lo que le hacía sentirse violentamente protector era el suave
gemido que seguía resonando en su oído. Nunca la había visto vulnerable.
Selene siempre había sido valiente, atrevida y se le enfrentaba directamente.
Este lado más suave y susceptible le seducía de maneras que prefería
ignorar. No sólo tenía que pensar en su hija, sino que también lo estaban
persiguiendo hombres muy malos. Tener una relación con Nate y Selene era
algo imposible. Necesitaba dejar de engañarse. Sasha no sólo tenía que
pensar en la seguridad de Sammy, sino también en la de Nate y Selene.
Por supuesto, su polla seguía obligándole a decirles tonterías a estos
dos. No podría dejar de coquetear con ninguno aunque su vida dependiera
de ello y lo sabía. Tenía que haber una manera de alejar a su hija de su
manada. Si él sabía que estaba a salvo, iría tras estos dos con una
determinación implacable.
Tal vez necesitaba confiar en Rick y hacerle saber a qué se enfrentaba.
Realmente le molestaba tener que pedirle ayuda al hombre lobo. Sasha era
un alfa y debería ser capaz de manejar todos y cada uno de sus problemas.
Pero era su hija quien estaba en juego, su pequeña Sammy, y Sasha no iba a
arriesgarla. Además, Sasha planeaba hacer que Nate y Selene fueran suyos.
Dios, estaba confuso en cuanto a lo que debía hacer.
Quería que su Sammy estuviese a salvo, pero quería que las dos
personas que más le importaban supieran esto. Sasha tenía que encontrar
una manera de lograr ambos.
Pasando su mano por las piernas de Selene, Sasha les dio una pequeña
palmadita. ―Estamos en el techo, Selene.
―¿De verdad? ―preguntó, como si no lo creyera. Sasha inclinó la
cabeza y pudo ver que sus ojos estaban cerrados―. Por favor, no me
mientas.
―Nate ―dijo Sasha mientras se giraba―, dile dónde estamos. 60
Nate colocó sus manos en los costados de Selene y tiró de ella.
―Estamos en el techo, Selene. Puedes bajarte ahora.
Selene soltó un lento suspiro y abrió los ojos. Una vez vio que tenía una
superficie sólida bajo sus pies, soltó a Sasha rápidamente. No quería dejarla
ir. Un suave calor entibiaba su espalda, y Sasha casi gruñó cuando bajó.
Se quedó quieto cuando su larga trenza quedó atrapada en la hebilla
del cinturón de Selene. Intentó liberarlo. Sasha podría haberla sacado en
cuestión de segundos, pero disfrutaba que jugara con su cabello, aunque
fuera para desenredarlo.
―¿Alguna vez has pensado en cortarte esta cosa? ―preguntó Selene.
―Nunca ―admi?ó Sasha. Le miró el cabello. Era de color negro y
terminaba en un montón de alborotadas puntas lo cual la hacía lucir como un
duendecillo. Alzó la mirada, sus ojos color verde amarillento se enfocaron en
los suyos por un momento antes de que por fin lograra soltarle el pelo.
Tiró la trenza sobre su hombro para colocarla contra su pecho y luego
se sentó en el tejado. Apoyándose contra la pequeña chimenea de ladrillo,
miró hacia la ciudad. No podía ver lo que sucedía abajo, pero eso no era lo
que Sasha estaba mirando. Estaba mirando las frías nubes de febrero. ―Va a
nevar.
Selene y Nate se sentaron junto a él. ―Tenemos que encontrar un
lugar cálido para pasar la noche ―dijo Nate, mirando también las negras
nubes que se aproximaban.
―Pueden regresar ―sugirió Selene sin mirar a ninguno.
―A esta hora, Rick ya debe saber que hay soldados en las
inmediaciones. Tiene planeado ayudar a los hombres hiena. Ya deben estar
muy lejos, cariño ―respondió Sasha sin un indicio de su habitual alegría.
Los hombros de Selene se desplomaron.
Nadie dijo una palabra cuando los primeros copos empezaron a caer 61
del cielo. Eran ligeros y delgados, pero Sasha podía oler en el aire que se
estaba formando una tormenta. Al amanecer, todo el pueblo estaría cubierto
de nieve, y esta azotea estaría cubierta con una buena capa de dicho manto
blanco. Necesitaban empezar a moverse. El problema era que había soldados
a su alrededor. Hasta que estuvieran cubiertos por la noche, estaban
atascados en el techo. El viento arreció y sopló a través del área abierta,
enviando hebras de su cabello suelto alrededor de la cara de Sasha. Su plan
de saltar de azotea en azotea había desaparecido en cuanto supo del miedo
de Selene. Eso haría que el viaje fuera casi imposible. No estaba dispuesto a
hacer realidad su peor fobia, no cuando podían aguantar aquí durante unas
cuantas horas.
Selene empezó a temblar y fue entonces cuando Sasha notó el delgado
abrigo que llevaba. ―¿Por qué no llevas una chaqueta más gruesa?
―Porque es demasiado incómodo. ―Se giró y le dio la espalda a
Sasha. Acarició la concha de su oreja. Insuficiente para lastimarla, pero sí
para fastidiarla.
―¿Quieres dejar de jugar conmigo? ―preguntó Selene mientras se
giraba para mirarlo.
―Entonces reconoce la conversación que tuvimos hace un rato.
Los ojos de Nate se encontraron con los de Sasha, diciéndole que lo
dejara ir, pero Sasha no era de los que retrocedía. Su hija estaba en peligro,
pero eso no le impedía querer escuchar la confirmación de Selene
admitiendo que los había oído.
Selene envolvió sus brazos alrededor de su cintura, acurrucándose
para luchar contra el frío. Para Sasha, eso era algo estúpido. Él y Nate podían
calentarla en poco tiempo, pero sabía que Selene no se los permitiría. La
maldita mujer se mantendría obstinada mientras se moría de frío.
―Estás temblando ―dijo Nate mientras ponía a Selene a su lado.
Sasha deseaba que le permitiera tener esa misma facilidad. Lo había
convertido en el enemigo, y no sabía cómo solucionarlo.
Cuando la vio acurrucándose con Nate, el corazón de Sasha comenzó a
llenarse de emociones turbulentas que no estaba seguro de cómo manejar. 62
Nunca se había preocupado tanto por alguien, aparte de su hija.
Poniéndose de pie, Sasha caminó por el techo, asegurándose de que
no lo vieran, pero tratando de darles suficiente espacio para que tuvieran
privacidad. Sacó su móvil y llamó.
―Richard Carson.
Sasha sonrió. Sabía que Rick odiaba ese alias. Pero su sonrisa no duró
mucho. No cuando sabía de qué tenía que hablar con Rick. ―Necesito un
favor.
―¿Están en problemas? ―El alfa tenía un borde de acero en su voz.
―No, pero... ―Sasha volvió a mirar donde Selene y Nate estaban
acurrucados. Sin importar cuán grande fuera Nate, Sasha sabía que el
hombre debía tener frío. La temperatura caía a medida que anochecía.
―Tengo que salvar a mi hija.
Hubo un largo silencio. Sasha sabía que tener algún tipo de familia era
nuevo para Rick. Nunca hablaba de Sammy con nadie. Eso era porque
siempre había tratado de protegerla.
―¿Dónde está?
Sasha se pasó la mano por la frente, preguntándose si estaba haciendo
lo correcto... y preguntándose si tenía elección. ―A unos cincuenta
kilómetros al norte de Shelton con mi manada. Si descubren que soy mestizo,
la matarán.
Sasha nunca se había considerado un cobarde. Pero sabía que si se
acercaba ahora mismo, podría conducir a los hombres que lo perseguían
directo hasta Sammy.
Además, su manada tendría preguntas que no podría responder.
Astoria, un miembro de la manada que se había convertido en un dolor en el
culo de Sasha, ya estaba haciendo su movimiento para desafiar a Sasha por
su posición en la manada. El hombre había estado excavando en el pasado de
Sasha. Lo sabía. El cambia formas iba a averiguarlo tarde o temprano. 63
Astoria ni siquiera tendría que luchar contra Sasha por la posición. Si lo
supiera, lo único que tenía que hacer era decírselo al resto de los leopardos.
Eso sería todo. Cada macho adulto atacaría. La manada de leopardos no
estaba tan unida como la manada de Rick. Básicamente eran solitarios, y
realmente astutos. Vivían su vida respetando las antiguas leyes.
Matarían a su preciosa hija y luego irían tras él. Su manada se había
vuelto fría y perversa a lo largo de los años. Por mucho que Sasha trató de
evitar que se desmoronasen, al final, se habían convertido en unos gatos
amargados.
Podría ir y sacarla de ahí, pero no quería que los hombres malos
descubrieran a su niña.
―¿Qué edad tiene? ―preguntó Rick.
―Siete ―contestó Sasha.
―Puedo llamar a Brooke y Deluca y ver si pueden mantenerla a salvo
hasta que termine la guerra.
―Creo que su casa se está convirtiendo en un refugio de rescate para
niños. ―Sasha usó la ligereza para aliviar el dolor en su corazón. Temía por
Sammy.
Hubo una suave risa al otro lado de la línea. ―No va a importarles. Su
hogar es como una fortaleza. Si alguien se acerca, lo sabrán.
Sasha recordó al bebé Kell. Por lo que Rick le había dicho, el niño
pequeño era como un sistema de alarma. Sabía cuándo alguien estaba cerca.
También estaban los padres de Brooke. Ex militares. Sasha odiaba tener que
llevar a Sammy a un lugar desconocido, pero necesitaba alejarla de los gatos.
―¿Cómo de terrible es la situación? ―preguntó Rick.
―Uno de los miembros de mi manada ha estado hurgando en mi
pasado. Quería sacar a Sammy de allí antes de todo esto, pero se desató el
infierno y la manada tomó a mi hija y huyeron. Si aparezco para llevármela,
los otros leopardos van a saber por qué lo estoy haciendo. ―Y Sasha no
podía decirle a Rick sobre los hombres que muy probablemente lo seguirían,
llevándose a Sammy y usándola como moneda de cambio para conseguir lo 64
que Sasha tenía en su poder.
―Tengo dos agentes de operaciones encubiertas que pueden entrar y
sacarla.
―¿Jordison y Corrigan?
―Pueden sacarla, Sasha. No arriesgaría a tu hija si no pensara que
pueden manejar el trabajo.
―Pero mi manada los olerá antes de que lleguen a las afueras del
bosque.
―Deja que hagan su trabajo. ―Rick hizo una pausa―. ¿Salieron de la
ciudad antes de que aparecieran las tropas?
―Ahora mismo estamos atrapados en una azotea esperando hasta el
anochecer ―dijo Sasha mientras miraba por encima de su hombro. Selene y
Nate seguían acurrucados. Sasha sabía que tenía que sacarlos de aquí. El
viento arreciaba, y eso sólo hacía que disminuyera la sensación térmica.
―Os enviaré ayuda.
Sasha sabía que anochecería antes de que llegara algún tipo de ayuda.
Sólo empeoraría la situación si capturaban a más cambia formas. ―Centraos
en ayudar a los hombres hiena. Saldremos de aquí. ¿Quieres vayamos tras
vosotros?
―¿Selene ha cambiado de opinión?
Sasha rodó los ojos. Rick tendría que saber que no debería hacer esa
pregunta. Hablaban de Selene después de todo. ―Llámame si nos necesitas.
Rick se rio entre dientes. ―Es testaruda.
Dime algo que no sepa. Era la mujer más obstinada que había llegado a
conocer. Y eso fue decir mucho considerando que dirigía una manada de
leopardos donde las hembras eran increíblemente brutales. Pero ninguna
podía compararse con Selene. Tenía la sensación de que si estuvieran los dos
solos, Selene preferiría ser capturada que seguirlo.
Maldición si eso no hería su orgullo masculino.
La risa de Rick murió mientras hablaba. ―¿Tienes fotos de tu hija? 65
Sería una gran ayuda para que esos dos puedan encontrarla.
Sasha recordó las fotos que le tomó a Sammy en su último
cumpleaños. ―Tengo en mi teléfono. Te las enviaré.
―Te llamaré cuando la hayan sacado de ahí.
Sasha metió una mano en el bolsillo, no esperaba tanta cooperación
del hombre lobo alfa. No eran amigos, y Sasha no había sido muy amable con
el hombre. Ambos eran alfas protegiendo su propio territorio. Pero esto era
diferente y Rick no tenía por qué ayudarle. ―Gracias.
Había un leve tinte de diversión en la voz de Rick cuando habló.
―Nunca pensaste que me llamarías pidiendo ayuda, ¿verdad, gato?
―Ni en mis sueños ―admi?ó Sasha con sinceridad.
Sasha estaba sorprendido de que Rick no hubiera hecho la pregunta
más obvia. ¿Por qué Sasha nunca había dicho que tenía una hija? El hombre
le ofreció ayuda, sin hacer preguntas. Tal vez el lobo no era tan malo después
de todo.
―Me mantendré en contacto. ―Rick colgó.
Después de enviarle una foto de Sammy, Sasha metió el teléfono en el
bolsillo interior de su abrigo de invierno y revisó que la tarjeta de datos
siguiera allí. No estaba seguro de lo que contenía, pero era algo por lo cual
los hombres estaban dispuestos a matarlo para conseguirla de vuelta.
Cuando irrumpió en ese laboratorio hace meses, Sasha no tenía ni idea
de lo que buscaba. Sólo sabía que tenía que asegurarse de que no estuvieran
experimentando con cambia formas. Dexcom, el mayor banco de sangre de
Shelton, sólo cubría la mitad del trabajo de la corporación. Sasha descubrió
que tenían un laboratorio a unos veinticinco kilómetros de Shelton.
Después de todo lo que había estado sucediendo, Sasha no iba a
quedarse parado mientras existiera la posibilidad de que estuvieran
experimentando con cambia formas dentro del laboratorio.
Lo que encontró no fueron cambia formas, sino un laboratorio de
bioingeniería. El único científico que se encontraba en ese lugar agarró la
tarjeta de datos de su portátil y trató de tragársela, pero Sasha lo detuvo a 66
tiempo.
No tenía ni idea de lo que contenía, pero ahora estaba en su poder.
Poco después de que Sasha saliera del laboratorio, irrumpieron en su casa.
Gracias a Dios que Sammy no estaba allí. En el momento que apareció Nate,
Sasha había estado esperando información sobre Rick. Había planeado tomar
a Sammy y escapar, pero justo entonces le dispararon con un dardo
tranquilizante y lo pusieron en una jaula.
No guardaba resentimientos hacia Nate. El hombre no lo sabía. Pero
para cuando regresó, la manada ya había tomado a Sammy y huido.
Sasha había tenido mucho miedo de volver a buscarla. ¿Y si esos
hombres perseguían a su hija? Era una opción a la cual no quería exponerse.
Pero necesitaba sacarla de allí, y Sasha sólo pudo pensar en Rick, como el
único hombre capaz de llevar a cabo una misión de rescate sin lastimar a
Sammy.
Mientras estaba parado en el tejado, observando cómo la nieve caía
con más fuerza, Sasha rezó con todo su corazón, pidiendo que su hija
estuviera a salvo. Era todo lo que le quedaba.
Capítulo Ocho
A pesar de encontrarse tan calentita, Selene se apartó del calor que le
brindaba Nate. Se sentía tonta allí sentada, acurrucándose. Era un ejecutor.
Debería estar ayudando a evaluar la situación, no disfrutando de la sensación
del calor de Nate.
Estaba pasando frío por su propia culpa. Estaban a mediados de
febrero, y no se había vestido acorde al clima. Su única opción era lidiar con
ello porque no podían permanecer en este techo. Necesitaban un plan, y salir
de esta maldita ciudad. Su cuerpo se estaba enfriando demasiado rápido.
Selene se sentía tentada a hundirse de nuevo en el calor de Nate, pero sabía
que no podían quedarse en este tejado.
―Ya casi es de noche. Tenemos que empezar a movernos. ―Aunque la
idea de bajar del techo la tenía cagada de miedo. Era una gran caída.
―Podemos saltar sobre unos cuantos tejados hasta llegar al que está
más cerca del borde de la ciudad ―dijo Sasha mientras se giraba y se dirigía
hacia la orilla―. Simplemente no quería hacerte saltar a causa de tu miedo. 67
Nate la miró, sus ojos verdes estaban llenos de preocupación.
―Puedo manejar los saltos ―dijo a la defensiva mientras se acercaba a
Sasha. Nate estaba justo detrás de ella.
―No ?enes por qué callarme, Selene. Hemos trabajado codo a codo
durante meses.
Ignoró a Nate mientras retrocedía y luego salía corriendo, saltando al
aire. Cuando sus pies golpearon la sólida superficie, exhaló, respirando
controladamente. El truco era no mirar abajo y no hablar con Nate o Sasha
sobre lo que pasó en el apartamento. No sólo estaba terriblemente
confundida, Selene admitía que también estaba un poco asustada. Si lo que
dijo Sasha era cierto, entonces había dos cambia formas depredadores que
deseaban acostarse no sólo con ella, sino entre ellos.
La idea de estar con ambos al mismo tiempo era realmente
intimidante. Selene era una mujer dominante. El acto sexual en sí no le
resultaba desalentador. Le encantaba tener relaciones sexuales. Pero Nate y
Sasha no sólo desafiaban su dominio, lo superaban.
Sasha aterrizó con gracia junto a ella. Puede que ya no lo viera como
competencia, pero todavía le irritaba un montón. No sólo era un hombre
muy fuerte, seguro y confiado en todo lo que hacía, el hombre tenía que ir y
ser increíblemente guapo.
La necesidad de dispararle se hacía cada vez más fuerte.
Irse sólo logró que las cosas se volvieran más confusas, no más fáciles.
Había estado tan ensombrecida por el miedo de que Sasha le quitara a Nate
que no estaba segura de qué pensar ahora que sabía la verdad.
Mantenerlo a él, y a Nate, a cierta distancia hasta que aclarara las
cosas en su cabeza, parecía una buenísima idea.
Selene abrió mucho los ojos cuando Nate aterrizó en el techo. Miró
abajo y se preguntó cómo lo soportaba. Había pequeñas grietas
extendiéndose alrededor de sus botas. ―Otro salto así y vamos a terminar
dentro del edificio.
―Es un niño grande ―sonrió Sasha, sus ojos examinaron lascivamente
a Nate de la cabeza a los pies. Selene no se perdió la forma en que Sasha se 68
lo estaba comiendo con la mirada.
Dándose la vuelta, porque los cálidos sentimientos que se agitaban
dentro de Selene realmente la confundían, corrió y saltó de nuevo. A pesar
de que sus vidas estaban en juego, Selene no pudo contener la sonrisa que le
causaba la libertad de correr. Siempre le había gustado correr. El viento ya no
se sentía tan frío y sus mejillas ardían de emoción mientras se alejaba y
saltaba al siguiente techo. Siempre y cuando recordara que no debía mirar
abajo no habría ningún problema. Se agachó cuando escuchó la conmoción
que había abajo. Algo estaba sucediendo. ¿Habían descubierto el cadáver del
soldado? Cuando Nate y Sasha aterrizaron a su lado, Selene se esforzó por
retomar la conversación. Había demasiadas personas hablando a la vez. Sólo
pudo captar fragmentos de la conversación.
―¿En un armario?
―Debió ser un cambia formas.
―No sé por qué esos hombres están aquí.
―Dales plena cooperación.
¿Qué hombres? Sabía que los militares estaban allí, pero por lo que
podía captar de las aceleradas conversaciones, había otras personas. Otros
más importantes.
―¿De quién diablos están hablando? ―preguntó Nate.
―Tenemos que ponernos en marcha ―dijo Sasha con firmeza―.
Cuanto más tiempo estemos aquí, a mayor riesgo nos exponemos.
Estaba en lo cierto. Necesitaban alejarse lo más posible de esta ciudad.
El hecho de que estuvieran en los tejados no quería decir que no los iban a
ver tarde o temprano. Selene estaba un poco sorprendida de que nadie los
hubiese visto, o mejor aún, que no hubiesen puesto arriba vigías.
De cualquier manera, su tiempo se estaba acabando.
Nate rodeó a Selene, rozando su gran cuerpo contra ella mientras se
movía. El rudo calor masculino ardía a través de su delgado abrigo incitando
la voracidad sexual de su loba.
Selene se alejó rápidamente. 69
―Estoy bastante seguro que Nate está entrenado para no morder.
―Sasha le sonrió―. A menos que quieras. ―El hombre leopardo chasqueó
los dientes y luego dio una risa casi silenciosa.
Estaba muy contenta que le recordara por qué no le gustaba. Esto
ayudaba a eliminar parte de su confusión. ―Larguémonos de este puto
pueblo.
―Ese vocabulario.
Selene miró fugazmente a Sasha mientras se trasladaba hacia la parte
trasera del edificio. Estaba tan absorta en su enojo que casi miró por el
borde.
―No mires abajo.
―No necesito que me mimes, Nate. ―No estaba protestando porque
estaba confundida sobre qué hacer con la revelación en el apartamento.
Selene no podía soportar cuando la trataban como una damisela en apuros.
Había luchado hasta llegar a la cima y merecía ser tratada como un igual,
incluso si le aterrorizaban las alturas.
―Deja de gritarme ―dijo Nate con un gruñido―. No te he hecho nada
malo, así que deja de tratarme así.
Antes de que supiera qué estaba sucediendo, Sasha la agarró y arrojó
sobre su espalda. Selene se aferró con un agarre mortal y cerró los ojos con
fuerza mientras Sasha caminaba hasta el borde. ―Realmente vamos a tener
que trabajar en tus miedos.
De alguna manera, Selene no creía que Sasha estuviera hablando de su
acrofobia. ―Si no abro los ojos, no tengo nada que temer.
―No puedes pasarte la vida con los ojos cerrados, cariño. Tarde o
temprano tendrás que abrirlos para enfrentarte a los depredadores.
Si no tuviera tanto miedo de que la dejara caer, Selene lo ahogaría.
―Aún no me agradas.
―Oh, ma chérie2, heriste mis sentimientos.
―No eres francés, Sasha.
―Y tú no eres una cobarde. ―La declaración fue contundente, directa 70
al grano―. Dos hombres no deberían asustarte. Sólo somos Nate y yo. Ya nos
conoces.
Selene podía sentir cómo apretaba sus dientes. ―Ya basta.
―Por ahora. ―Golpeó sus piernas, y Selene abrió instantáneamente
sus ojos y saltó de su espalda. Nate estaba justo detrás. Los dos
permanecieron allí por un breve segundo. Sasha estaba frente a ella, sus ojos
de gato la miraban con nada más que pura lujuria. Nate estaba detrás, su
calor corporal bañaba su fría piel. Selene se movió entre los dos y miró a su
alrededor―. ¿Y ahora qué? ―susurró.
Puede que Nate la haya jodido por no decirle que la quería con
anterioridad, pero no iba a dejar que actuara como si no pasara nada.
Todavía temía hacerle daño con su tamaño, pero ahora mismo, todo en lo
que podía pensar era en ese beso que habían compartido.
2
Ma chérie: mi querida en francés.
―Estamos en las afueras de la ciudad ―respondió Nate―. Ya es de
noche y los humanos tienen más dificultad para ver. Yo digo que tenemos
que salir corriendo.
―Tenemos que cambiar ―señaló Sasha―. Nos mezclaremos más
fácilmente y podremos correr más rápido si es necesario.
Nate sacó las bolsas de su espalda y rápidamente comenzó a
desvestirse. Hacía tanto frío aquí que tenía miedo de que su polla fuera a
meterse dentro de su cuerpo. Hizo una pausa cuando vio que Sasha y Selene
lo miraban fijamente. ―¿Qué?
Los ojos de Selene se apartaron, sus mejillas se sonrosaron por otra
razón a parte del frío. Le sonrió y terminó de desnudarse.
Sasha empezó a desnudarse, sin decir una palabra. Nate se preguntó
qué había pensado el hombre cuando se quedó mirando fijamente a Nate,
pero no preguntó. No iba a ser rechazado de nuevo. El gato estaba haciendo
un gran esfuerzo tratando de seducir a Selene, pero no le había dicho ni una
palabra a Nate. 71
Eso hizo que quisiera gruñirle.
―Tienes que darte prisa ―le dijo Nate a Selene―. No podemos
arriesgarnos a permanecer aquí por mucho tiempo. ―Dobló su ropa y la
metió en la bolsa mientras Sasha hacía lo mismo con la suya.
Por los bruscos movimientos de Selene podía suponer que en realidad
no quería desnudarse frente a ellos. Fue tan rápida que Nate casi se perdió la
fina curva de su lindo culo antes de que se transformara.
―Me lo perdí. Hazlo de nuevo... más lento ―dijo Sasha justo antes de
cambiar. Selene chasqueó sus mandíbulas al leopardo. Nate se acercó a
Selene y agarró su ropa y la metió en su bolsa antes de colocarla frente a ella.
Cambió, agarró su bolsa con los dientes y luego los tres se fueron. Se
quedaron en las sombras mientras corrían hacia el borde del pueblo. El grupo
de militares estaba al otro lado, pero Nate no confiaba en que todos
estuvieran ocupados. Sólo esperaba que ninguno se hubiera desviado hasta
ahora.
Un disparo rozó la cabeza de Nate. Se agachó y siguió adelante. Sasha
tropezó, dejando caer su bolsa. El leopardo volvió corriendo para recogerla y
luego se apresuró a alcanzarlos. Era sólo una bolsa de ropa. ¿El hombre
estaba dispuesto a arriesgar su vida para recuperarla?
Aparentemente sí.
Nate percibió el olor de sangre mientras corrían al bosque. Cuando
miró atrás vio una mancha rojo brillante en la pata trasera de Sasha. El
leopardo no parecía desacelerar, pero la mancha en su pelaje se extendía.
El gato había recibido un disparo.
Nate quería detenerse y revisar la herida, pero todavía no estaban a
salvo. Escuchó los gritos de los hombres y el chirrido de los neumáticos de
una camioneta. Cuando Sasha desaceleró, Nate se puso detrás y utilizó su
cabeza para empujar a Sasha. El leopardo aceleró, como si se diera cuenta de
que se había ralentizado. Nate comprobó a Selene, que corría al lado de
Sasha, lo que indica que se estaba asegurando que éste no se tropezara.
Rodearon al gato, un lobo a cada lado mientras sus pies golpeaban la 72
tierra fría y dura. Habían llegado al límite exterior de los bosques. Pero tenían
que seguir adelante. Nate quería que estuvieran profundamente internados
en el matorral así sería imposible para los humanos usar sus vehículos.
Cuando Sasha tropezó de nuevo, Nate cambió y lanzó al leopardo
sobre su hombro. Cogió su bolsa y comenzó a correr, Selene corría a su lado.
Le dio la bienvenida al calor que lo recorría a causa del ejercicio. Nate sólo
esperaba que no se congelase su pene.
Mantuvo apretado al gato mientras corría hacia el barranco y subía por
él, corriendo hacia el otro lado. El ruido de los humanos sonaba cada vez más
lejano, pero Nate sabía que a pesar de que le habían ganado ventaja a sus
perseguidores, necesitaban encontrar un lugar para calentarse. No caía tanta
nieve en el bosque, pero aun así caía, al igual que la temperatura.
No tenía ni idea de dónde estaban, pero sabía que tenían que seguir
adelante. Corrieron hasta que los músculos de Nate comenzaron a
acalambrarse. No sería capaz de mantener este ritmo durante mucho más
tiempo. No sólo estaba corriendo desnudo en pleno invierno, sino que
llevaba un gato que era puro músculo sobre sólido hueso.
El bastardo era realmente pesado.
Selene soltó un gruñido que hizo que Nate levantara la vista. Vio una
casa en el claro. Tenía un granero y un corral. Nate se dirigió al granero. Si
había humanos viviendo aquí, no quería que advirtieran su presencia.
Rápidamente abrió la puerta del granero, esperó a que Selene entrara
corriendo, y cerró detrás de él. Mirando a su alrededor, Nate vio un desván.
―Tenemos que llegar allá arriba.
Selene cambió y se vistió rápidamente, agarrando la bolsa de Nate.
―Voy justo detrás de ti.
Como siempre.
Nate subió por la escalera de madera y se movió hasta que estaba en la
parte posterior, haciendo que fuese más difícil verlos si alguien miraba hacia
arriba. Con cuidado acomodó a Sasha y comenzó a examinar su herida. Iba a
tener que sacar la bala.
Selene le entregó a Nate un juego de ropa. 73
―Gracias. ―Se vistió con rapidez, sintiendo que su cuerpo comenzaba
a enfriarse ahora que no se hallaban corriendo por el bosque. Empezó a
temblar. Aunque los cambia formas eran más fuertes que los humanos, Nate
no estaba tan seguro de que no atraparía una neumonía después de
atravesar el gélido bosque.
Él y Selene trabajaron juntos silenciosamente, tratando de extraer la
bala. Sería bueno tener su maldito Yukón justo ahora, pero había renunciado
a él hacía unas dos semanas ya que era bastante difícil encontrar un taller
mecánico que estuviera abierto. Echaba de menos su camioneta. Por no
hablar de que siempre llevaba un kit médico en esa cosa.
Agarrando el cuchillo de su bolsa, Nate comenzó a excavar en la suave
carne de Sasha. El gato se despertó, gruñendo y chasqueando sus mandíbulas
contra Nate.
―Quédate quieto ―dijo Selene mientras trataba de evitar que los
dientes alcanzaran la mano de Nate. ―Tenemos que sacar la bala. Deja de
actuar como un cachorro.
Eso detuvo a Sasha. Emitió un suave ronroneo, y Nate reconoció el
ruido por lo que era. Sasha estaba siendo arrogante con ella.
―Me importa una mierda si quieres gritarme. Vas a comportarte
mientras te sacamos esta maldita cosa ―reprendió Selene.
Sasha bajó la cabeza, pero Nate pudo ver la pata trasera tensándose
por el dolor. Intentó ser lo más suave que pudo, pero la bala se había alojado
en la parte superior de la pata, donde se hallaba un músculo fuerte y un
tejido bien acolchado.
Esto iba a ser doloroso.
Nate finalmente vio el brillo plateado de la bala y maldijo. Estaba
acuñada bastante profundo. ―Sujétalo bien. Esto va a ser increíblemente
doloroso.
―¿Quieres que sostenga a un gatito de noventa kilos? ―preguntó
Selene con asombro.
Nate le dio una mirada. 74
―Bien, pero si me muerde, usaré tu cuchillo para cortarle las bolas.
Sasha dio un bajo aullido en señal de protesta.
―Entonces no me muerdas ―le advir?ó Selene mientras cubría la
mitad superior de Sasha con su cuerpo. Nate se puso a trabajar,
maniobrando el borde del cuchillo alrededor de la bala hasta que pudo
meterse debajo del brillante trozo de metal. Con un montón de cuidadosos
empujones y las protestas de Sasha en todo momento, Nate finalmente pudo
sacar la maldita cosa.
Lanzó el cuchillo a un lado y maldijo cuando la sangre comenzó a salir a
borbotones. Presionó su mano sobre la herida, pero la sangre fluyó
traspasando sus dedos.
Nate miró a Selene y tragó saliva. ―Creo que la bala cortó una arteria.
Capítulo Nueve
Una hoja seca voló sobre su reluciente zapato, mientras O'Hanlon
estaba de pie junto al lago, mirando por encima del agua congelada. Apretó
las manos enguantadas detrás de su espalda mientras el auto se detenía a su
lado.
El conductor salió y caminó hacia él. No se estrecharon las manos.
―¿Recuperaste la tarjeta de datos?
El hombre sacudió su cabeza. ―Sasha Monroe se ha unido a Enrique
Marcelo. Ha sido muy… difícil rastrearlos.
O'Hanlon se estaba cansando de oír ese nombre. Enrique no era más
que una gran espina en su costado. De un modo u otro, O'Hanlon iba a ver al
hombre muerto. ―Enrique ?ene dos ahijados. ¿Hay alguna manera de
usarlos contra él?
El hombre volvió a sacudir la cabeza. ―Están bajo estricta seguridad.
Dos de nuestros mejores hombres, los cuales han desertado, los mantienen 75
bajo su protección las veinticuatro horas del día. También hay dos Navy
SEALs retirados.
Si O'Hanlon no mantuviera este proyecto bajo un estricto silencio,
haría que los militares asaltaran la casa en NOLA3 y capturaran a todos los
que estaban en la casa. Pero tenía que seguir actuando con discreción.
―Sasha Monroe ?ene una hija de siete años. Encuéntrala. Es la
solución para derribar a su papi. Necesitamos la tarjeta de datos que robó
Sasha. No podemos tener una guerra bioquímica sin ella. La investigación en
esa tarjeta es invaluable. El Dr. Formente no guardó la información en su
ordenador y James Sellers ha desaparecido. No podemos duplicar lo que ha
logrado.
―Tenemos no?cias de que Sasha y otros dos fueron vistos justo dentro
de la frontera de Dakota del Sur. Tengo hombres buscándolo. Los militares
han establecido una base en una pequeña ciudad, pero están dando plena
cooperación a mis hombres.
3
NOLA: abreviatura de Nueva Orleans, Luisiana. El lugar en donde viven los padres de Broome.
O'Hanlon se giró, con una expresión severa. ―Encuentra a la hija.
Sasha renunciará a la tarjeta de datos si sabe que la tenemos.
―Hay una cosa más ―dijo el hombre―. Hemos descubierto que Sasha
es mestizo. Aparentemente ser mestizo es mal visto en la sociedad no
humana. También podríamos usar eso a nuestro favor.
―¿Cómo? ―preguntó O'Hanlon mientras inclinaba la cabeza hacia un
lado. Este era un interesante pedazo de información. Se preguntó cómo
podría usarlo.
―Samantha Monroe se está escondiendo con la gente de su padre. Si
supieran que su alfa es mestizo, estoy dispuesto a apostar que se encargarían
de nuestro problema por nosotros.
―Pero necesitamos la tarjeta de datos.
―Estoy bastante seguro que, por el precio justo, uno de sus miembros
se asegurará de que la tarjeta regrese a nuestras manos, sin daños.
―Entonces hazlo. Quiero que la fórmula para su destrucción esté lista 76
para el final de la próxima semana. Necesitamos ganar esta guerra y erradicar
a todos los no humanos. ―O'Hanlon miró al hombre directamente a los
ojos―. Eso incluye a los vampiros.
Si Kraven pensaba que podía engañar a O'Hanlon, el hombre no
muerto tendría que empezar a preocuparse por este tipo cosas.
Capítulo Diez
Rick se acercó a la ubicación donde los hombres hiena estaban,
supuestamente, bajo ataque. Habían dejado atrás los vehículos, Miguel
custodiaba a Howard, Lillian e Ian. La nieve dejaba gruesos mantos blancos a
su paso, y le seguía un viento gélido y violento.
Cuando Rick vio huellas de neumáticos, levantó la mano. Todos se
detuvieron, Mason lo miró y luego a los matorrales cortados y enterrados
profundamente en la nieve. ―¿Crees que llegamos tarde?
―¿O es una trampa? ―preguntó Bryson.
Al principio, cuando Bryson recién se había unido al grupo de Rebeldes,
Rick tenía sus dudas, pero estaba demostrando estar tan comprometido
como había jurado en ese callejón donde Rick lo conoció. El hombre lobo no
sólo era un buen enfermero, sino que estaba demostrando ser un increíble
luchador.
Rick señaló a Mason y Benito, diciéndoles que fueran a la derecha. 77
Rick, Dorian y Bryson fueron a la izquierda. Se dirigieron al borde de las
montañas. Rick pudo ver que esta era una zona de mucho tráfico. Había una
gran multitud de huellas de patas en dirección a los bosques circundantes.
Pero no vio rastros de más vehículos.
Se giró, sosteniendo su rifle cuando sintió que algo se movía detrás de
él. Mirando el paisaje, Rick escudriñó cada centímetro, pero no vio nada
excepto una bandada de pájaros despegando su vuelo hacia el cielo.
Inhalando profundamente, trató de captar algún olor.
Muerte.
Decadencia.
―Está aquí, ¿verdad? ―susurró Dorian―. Esa cosa, la Sombra.
Rick asintió mientras sus ojos recorrían el bosque. No estaba tan
seguro de querer llevar a su pareja a las montañas, donde podrían
encontrarse con una potencial trampa. Nadie sabía lo que era esa Sombra, y
quedarse atrapados con esa cosa persiguiéndolos no sería algo bueno.
Pero los hombres hiena dependían de que alguien los ayudara.
Para Rick fue una difícil decisión, pero al final se dirigió al bosque. Se
encontró con los demás unos pocos metros más allá.
―¿Nada? ―preguntó Mason.
―La Sombra ―susurró Dorian―. Está de vuelta y cazándonos.
Mason buscó la mirada de Rick, que confirmó la declaración de Dorian
con un asentimiento. El cambia formas jaguar parpadeó lentamente, como si
estuviera tratando de lograr que su mente creyera la existencia de algo
semejante a una figura hecha de sombras.
Rick sabía cómo se sentía el hombre. El lobo dentro de él estaba
gruñendo, tratando de liberarse y cazar a esa maldita cosa. Rick no podía
permitir eso. No cuando tenían que rescatar a unos cuantos cambia formas.
Avanzaron como una unidad. Rick continuó explorando el área,
buscando sombras que los observaran.
Escuchó un gemido proveniente de más adelante. Rick avanzó más 78
rápido, pero siguió olfateando para asegurarse que no había enemigos
preparándose para atacar.
Rick removió la densa capa de nieve para encontrar a una pequeña
hiena que yacía de lado. Era un cachorro. Cuando se acercó, Rick pudo ver
que el pobre bebé estaba en estado de shock. Dejó su rifle en la nieve y puso
la pequeña hiena en su regazo.
El olor del cachorro le dijo a Rick que estaba tratando con un macho.
Esperó, permitiendo que el cachorro se familiarizara con su olor. Se encogió
en el regazo de Rick y comenzó a temblar, su pequeño cuerpo se estremecía.
―¿Dónde están sus padres? ―preguntó Dorian mientras miraba a su
alrededor―. Estoy muy seguro de que no dejarían a su bebé aquí solo.
―No estoy seguro ―respondió Rick mientras pasaba su mano por la
columna del cachorro, brindándole la comodidad que necesitaba, esperaba
que la sensación de seguridad ayudara al pequeño cambia formas. Su piel se
sentía fría contra la mano de Rick, diciéndole que el cachorro ya llevaba
cierto ?empo solo en este lugar―, pero necesitamos que entre en calor.
Rick se puso de pie, metiendo al cambia formas bajo su abrigo y
cerrándolo. Quería dejar que el bebé se acostumbrase a su aroma, pero no
disponían del lujo del tiempo. Necesitaban ponerse en marcha. Cogió su rifle
y miró a los hombres que lo rodeaban. ―Veamos si podemos encontrar a
alguien más.
Rick podía sentir que el cachorro aún temblaba. Sabía que era por el
frío y el miedo. Pasó la mano sobre el bulto bajo su abrigo para consolarlo,
comenzando a buscar en el resto del bosque. Quería que Bryson revisara al
bebé, pero eso tendría que esperar hasta que regresaran a la camioneta.
Había una salpicadura de sangre que contrastaba contra la blancura
pura de la nieve, y Rick no tuvo un buen presentimiento sobre esto. El olor a
muerte y sangre inundaba el aire, y Rick supo que habían llegado demasiado
tarde. Sus hombres no estaban luchando contra el cambio forzado por oler
sangre fresca, lo cual significaba que los hombres hiena estaban muertos. Sus
bestias sabían la diferencia entre una presa viva y una muerta. La mano de
Rick acarició su abrigo, preguntándose qué iba a hacer con el cachorro. Una
guerra no era lugar para un pequeño cambia formas. Pensó en lo que le había
dicho Sasha. Al parecer, la casa de Brooke y Deluca se había convertido en
79
una guardería.
Iba a tener que contactar con ellos y hacerles saber que tenía otro niño
que añadir a su hogar, el cual se volvía cada vez más grande.
Finalmente hallaron los cuerpos esparcidos, la sangre cubría tanto
espacio que Rick supo de inmediato que esto era una carnicería. No sólo
habían disparado a los hombres hiena, sino que fueron despedazados. Esto
significaba que fue un mercenario asesino. Los humanos no podían rasgar
animales con sus manos y dientes romos. Rick asintió hacia uno de los
cuerpos. No quería acercarse y hacer que el cachorro accidentalmente sacara
la cabeza y viera la carnicería. ―Revisen si hay marcas de garras.
Bryson y Benito examinaron el cuerpo, y el médico asintió con firmeza.
Rick maldijo, sintiendo que la agresión bailaba sobre su cuerpo y
recorría su columna. El cachorro gimió y Rick supo que debía contener su ira.
―Volvamos a la camioneta ―con?nuó frotando la mano sobre el bulto,
tranquilizando al pequeño cambia formas mientras regresaban con el resto
de su grupo.
Quería cazar hasta el último cambia formas culpable de arrebatarle sus
padres a este cachorro y matarlos con sus manos desnudas. Fue una matanza
sin sentido en una guerra que nunca debería haber existido. La sangre
derramada pesaba en la mente de Rick cuando abrió la parte trasera de la
camioneta y sacó al cachorro.
―Necesito que lo revises ―le dijo a Bryson, que acababa de entrar en
la parte de atrás. El médico tomó suavemente al cachorro de las manos de
Rick y comenzó a examinarlo.
―¿Es un cambia formas? ―preguntó Lillian mientras observaba a
Bryson con atención.
Rick asintió. ―Sus padres fueron asesinados.
Pasó la mano por el suave pelaje, incapaz de dejar de otorgar toda la
comodidad que necesitaba el cachorro. Cuando Bryson terminó el chequeo,
Benito y Miguel tomaron al bebé y lo acariciaron, manteniéndolo cerca de
sus cuerpos. Sabían lo que necesitaba y se lo dieron.
―En el mundo humano ―comenzó Lillian― los niños huérfanos son 80
puestos en el sistema. ¿Qué hacen con los cambia formas huérfanos?
―Encontramos una manada de cualquier raza a la que pertenezca el
niño y les cedemos su cuidado y crianza.
Lillian parpadeó mirando a Rick y luego miró al pequeño cachorro, que
seguía temblando, pero no tanto como antes. ―¿Puedo cuidarlo?
―Lillian. ―Howard pronunció el nombre de su esposa suavemente―.
Esa es una gran responsabilidad. Es un cambia formas. No conocemos sus
necesidades. ―Howard giró hacia Rick―. ¿Tiene que ser criado con otros
hombres hiena?
―Sería lo mejor para él ―admi?ó Rick.
―No. ―Lillian sacudió la cabeza―. Estará bien si es criado en la
manada de Rick. Puede que no sea una cambia formas, pero soy madre y sé
cómo criar a un niño.
Rick estaba aturdido. Lillian acababa de declarar que era parte de la
manada. Aunque había estado con ellos durante varios meses, nunca había
indicado que fuera otra cosa más que la madre de Ian y Dorian.
―Entonces, ¿ahora tenemos un hermanito? ―preguntó Dorian desde
el asiento delantero.
Lillian asintió con fuerza, tenía la determinación grabada en las finas
líneas de su boca. ―Así es.
Rick no estaba muy seguro de que fuera una buena idea, pero Howard
lo estaba mirando con una suave súplica en sus ojos. Rick sabía que Lillian no
había sido la misma desde que se la llevaron al centro de detención. Tal vez
necesitaba esta conexión. El cachorro necesitaría a alguien que pudiera darle
tanto amor como fuera posible.
―Por ahora ―declaró Rick finalmente―. Necesitamos asegurarnos de
que el cachorro se ajuste. Si no lo hace… ―Rick le dio a Lillian una mirada
firme―, encontraremos a un clan de hombres hiena que lo acepte.
―¿Tiene nombre? ―preguntó. 81
―No lo sabremos hasta que cambie. Ahora mismo está demasiado
aterrorizado y no lo obligaré. El olor de Miguel y Benito se sumergirá en el
cachorro, haciéndole saber que está a salvo. Lo averiguaremos más tarde.
―Rick volvió a comprobar la zona buscando a la Sombra, que podía sentir
que los observaba―. Pero ahora mismo tenemos que alejarnos de aquí.
Cerró la puerta trasera y luego se deslizó en el asiento del conductor.
―Aparte de estar en una situación horrible, físicamente, está bien
―dijo Bryson a través de la ventana abierta y luego se dirigió hacia su auto.
―Al menos ese es un problema del que no tenemos que
preocuparnos. ―Rick se sin?ó mejor sabiendo que el cachorro no estaba
herido. Giró y retrocedió en el espacio donde estaba estacionada la
camioneta.
Ahora todo lo que tenían que hacer era lograr que cambiara y con
suerte, descubrirían quién era el niño y averiguarían si recordaba qué le
sucedió a su clan.
Mientras Rick se alejaba, su móvil sonó. Reconoció el número de
Edward. Su corazón empezó a golpear su pecho mientras contestaba.
―¿Cómo está?"
Podía oír la tensión en el tono de Edward. ―Ella y nuestro hijo están
bien.
Rick sonrió de oreja a oreja. ―Soy tío.
Dorian se giró y sonrió, apoyando las manos en el muslo de Rick,
dándole un apretón.
―¿Niño o niña? ―preguntó Benito emocionado.
―Niño.
―¿Cómo se llama? ―preguntó Rick, sintiendo que las emociones
negativas desaparecían ante la buena noticia. Gracias porque aún pasaran
cosas buenas en este mundo.
―Edward Estevez Costello ―Edward sonaba realmente orgulloso y
aliviado―. Él... uh… 82
Rick agarró el volante con más fuerza, inundándole la aprensión ante la
vacilación de Edward. ―¿Qué?
―Nació en su forma de cambia formas ―anunció Edward. A pesar de
que eran cambia formas, Rick sabía que los bebés nacían en su forma
humana.
―¿Cómo?
―Es una amalgama de genes. Estoy bastante seguro de que su cuerpo
se está adaptando a los diversos genes de cambia formas, pero me dijeron
que no es la primera vez que un bebé ha nacido en su forma de cambia
formas.
―¿Está sano? ―Eso es todo lo que Rick quería saber.
Edward se rio entre dientes. ―Sano y es un muchachito muy grande.
Pesó cuatro kilos seiscientos. Isabelle me amenazó con cortarme las bolas si
alguna vez la volvía a embarazar.
Rick rio entre dientes. ―No puedo esperar a verlo.
―Tomé algunas fotos. Voy a enviártelas a tu teléfono.
Rick estaba asombrado de que un niño pudiera ser un híbrido. Nunca
antes había oído hablar de semejante cosa. Mestizo, sí, pero más de dos
genes por especie, jamás. Desafiaba las leyes de la naturaleza, pero por
supuesto, todos los cambia formas lo hacían sólo por ser quienes eran. ―Dile
que la amo y los felicito a ambos.
―Gracias. ―Edward colgó. Un minuto más tarde llegaron las fotos.
Rick paró a un lado de la carretera y miró a su sobrino. Tenía el grueso
cabello negro de Edward, pero los rasgos faciales de Isabelle. Sus ojos eran
azules, pero Rick sabía que cambiarían. Se preguntaba si el bebé tendría los
ojos avellana como Isabelle o marrones como los de Edward. Maldita sea si el
orgullo no hinchaba su pecho mientras le entregaba el teléfono a Dorian,
quien, a su vez, se lo entregó a Mason. El teléfono se pasó por todas las
manos y todos felicitaron a Rick.
Un niño acababa de nacer y habían salvado a otro. 83
Tal vez realmente quedaba esperanza en medio de esta guerra.
Capítulo Once
Selene caminaba de un lado a otro, masticando la uña de su pulgar
mientras Nate trabajaba. ―Puede que no me guste, pero no quiero que
muera.
―Casi me engañas ―gruñó Nate mientras se esforzaba por reparar el
daño. No tenía muchos materiales, pero llevaba un pequeño kit médico en la
bolsa. Selene se sentía realmente agradecida por qué recordaran haber
traído su bolsa―. Cada vez que se acerca le metes una pistola en la cara.
Dejó de pasearse y apuntó a Nate con la mano. ―Tampoco es que a ?
te agrade mucho. ¿No fuiste quien me dijo que Sasha era tan frío como la
Antártida?
―Ahora no, Selene ―gruñó Nate, lo cual la sorprendió.
―Todavía estás enamorado de él, ¿verdad? ―No era una acusación,
sino una verdadera pregunta. ¿Cómo demonios se había metido en este lío?
No había manera de que pudiese competir con estos dos. A pesar de que 84
Sasha había confesado que ambos la querían, Selene se sentía fuera de lugar.
Nate miraba a Sasha como un cachorro enamorado.
Y Sasha ronroneaba y jugaba con Nate constantemente. Tenía razón al
querer alejarse de ellos. Selene se sentía como una tercera rueda mientras
observaba la determinación de Nate. Estaba trabajando fervorosamente para
detener el sangrado.
―¿Necesitas ayuda? ―preguntó una vez más.
Y una vez más negó. ―Casi lo tengo.
Selene caminó por el desván, no sólo porque estaba verdaderamente
preocupada, sino porque se estaba muriendo de frío. Podía ver su aliento,
pero al menos se habían alejado de los sonoros vientos y la nieve. Cuando
pasó junto a los dos hombres, Selene estudió el rostro de leopardo de Sasha.
Parecía tan inofensivo mientras dormía. Lástima que no fuera así cuando
estaba despierto. Pero tenía que admitir que el hombre era hermoso en su
forma de cambia formas. Nunca pensó que alguna vez admitiría que un gato
era exótico e impresionante, pero Sasha lo era.
Se frotó las manos por los brazos, Selene se arrodilló junto a Nate.
―¿Por qué estás enojado conmigo?
Las manos de Nate estaban ensangrentadas mientras trabajaba para
coser el corte. ―¿Quién dijo que estaba enojado contigo?
―Vaya, no lo sé. Tal vez porque estás siendo cortante y apenas me has
dirigido la palabra desde que Rick…
―Tengo que concentrarme. ―La mandíbula de Nate se endureció.
Selene sintió el duro látigo de sus palabras. Retrocedió, sintiendo como
si hubiera arena movediza bajo sus pies. Nate nunca había actuado así con
ella. Selene no sólo podía oler la preocupación de Nate, sino la confusión. No
estaba segura de por qué Nate estaba confundido, pero nunca iban a
resolver las cosas si no le contaba lo que estaba pasando.
Nate se limpió la frente con el dorso de la mano, y Selene pudo ver
como volvía a emerger el sudor. Extendió la mano y le secó la humedad con
el extremo de su manga. No la apartó.
85
―Lo logré ―dijo por fin.
Selene pudo ver que se reducía el flujo de sangre proveniente de
Sasha. Ahora que ya no corría el peligro de desangrarse, sanaría. Cuando casi
lloró de alivio, Selene se dio cuenta de lo preocupada que estaba por el
leopardo.
Y eso la desconcertó.
Puso su mano sobre la de Nate, sintiendo como temblaba, y le dio un
leve apretón. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo mientras lo miraba
fijamente. ―Estará bien.
Nate asintió mientras se echaba hacia atrás y luego se sentaba en el
fondo. Lo que sorprendió aún más a Selene fue que ni ella ni Nate estaban
tratando de cambiar. Era un instinto primario que habitaba en el interior de
todos obligándolos a transformarse y cazar aquello que sangraba. La única
vez que no lo hacían era cuando... mierda, ¿realmente se preocupaba por
Sasha? De verdad… no iba a investigar eso. Ahora no. Sus sentimientos
estaban demasiado expuestos, demasiado tensos ahora como para examinar
algo tan profundo.
Selene quería acercarse y consolar a Nate. Parecía tan molesto, pero
sabía que se estaba comportando de manera distante. Se puso de pie y
caminó hasta el borde del desván. Las cosas parecían tensas entre ella y Nate
desde el anuncio de Rick sobre cómo se sentía Nate. Deseaba poder
rebobinar el tiempo y evitar que su alfa le contara todo. Ese fue el momento
decisivo cuando Nate empezó a alejarse de ella. Extrañaba la forma en la que
interactuaban juntos. Extrañaba sus conversaciones.
Simplemente, extrañaba a Nate.
Selene pateó el heno que estaba esparcido por el suelo. No iba a
rogarle arrodillada a sus pies. Su orgullo no la dejaba. Estaba rechazándola.
Sasha le había dicho... ¿por qué parecía que todos los demás le decían cómo
se sentía Nate, excepto Nate? No podía entender eso. Sus acciones
contradecían lo que le decían los demás, pero cada vez que trataba de
preguntarle al respecto, la apartaba.
El musculoso lobo se sentó en silencio, estudiando a Sasha. Selene
sabía que Nate se concentraba en no hablar con ella, y eso era terriblemente
doloroso. Comenzó a enojarse, sabiendo que no había hecho nada malo para 86
merecer su frialdad.
―Voy a chequear el perímetro ―dijo Selene y empezó a bajar la
escalera antes de que Nate pudiera detenerla. Necesitaba aire.
Apretando el entrecejo con una furiosa mezcla de ira y dolor, Selene
salió del establo y examinó cuidadosamente el área. Necesitaban saber si los
soldados los habían encontrado antes de llegar al establo. No necesitaban
quedarse atrapados, sin salida. Selene se pasó las manos por el pelo mientras
caminaba alrededor del granero, preguntándose si ella y Nate arreglarían las
cosas algún día. Parecía que se iban alejando más y más. Incluso si sólo
seguían siendo amigos, eso era mejor que la situación en la que se
encontraban ahora.
El frío silencio se la estaba comiendo viva.
Cuando Selene rodeó todo el granero hasta llegar a la parte de atrás,
fue detenida por un hombre muy grande. Estaba allí, mirándola fijamente.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó―. ¿No deberías estar vigilando a
Sasha? ―Al parecer, no importaba cuánta distancia intentara poner entre
ella y los dos hombres, éstos seguían empeñados en quedarse cerca, no
podía tener un momento de paz.
―Tenían razón.
Selene cruzó los brazos sobre su pecho, un gesto defensivo mientras se
inclinaba hacia la pared de madera del granero. ―¿Sobre qué?
Nate dio un puntapié en la nieve la cual parecía estar acumulándose a
un rápido ritmo. Ésta se quedó pegada en la punta de su bota mientras
pateaba el maravilloso manto blanco una y otra vez. Era un gesto extraño
para un hombre tan grande e intimidante.
―¿Nate?
―Puedo matar a alguien sin pensármelo dos veces. Puedo cazar
personas a las cuales se les debe aplicar justicia. Incluso puedo trabajar bajo 87
tal presión que la mayoría de los hombres se desmoronaría. Pero cuando se
trata de hablar de… ―Nate se pasó las manos por la cabeza― sentimientos,
soy un asco. ―Espetó la palabra sentimientos como si fuera algo malo.
Selene no dijo una palabra. Sabía que esto era difícil para él y contuvo la
respiración, esperando que finalmente llegaran a la raíz del asunto entre
ellos.
107
Capítulo Catorce
―¿Tienes una hija? ―preguntó Nate en un aturdido desconcierto.
Sasha sabía que quedaría perplejo. No es que se sintiera avergonzado de su
hija. En lo más mínimo. No podía ser un padre más orgulloso. Pero Sasha
protegía a Sammy con fiereza. Si sus enemigos supieran de ella, la usarían
como carne de cañón.
Y Sasha mataría a cualquiera que osara lastimarla.
―Tengo sed ―jadeó Boston. Sasha maldijo. No podía hacer nada al
respecto. No tenía nada que pudiera darle de beber al pobre chico. Nate
recogió un puñado de nieve y la puso en los labios de Boston. El chico abrió la
boca, recibiendo lo que Nate le ofrecía. El muchacho estaba ardiendo, su
calor humedecía el abrigo y los vaqueros de Sasha.
Nate se acercó cuando Boston comenzó a temblar. Sasha envolvió su
brazo alrededor del delgado cuerpo del niño, sosteniéndolo.
―No me respondiste ―le recordó Nate a Sasha mientras el lobo metía 108
sus manos bajo la camiseta de Boston. Sasha sabía que Nate estaba usando
sus manos heladas para tratar de enfriar al joven. Vio como Boston apretaba
sus dientes tratando de soportar el dolor.
―Tiene siete ―susurró Sasha―, y es el centro de mi universo.
Nate sacó sus manos, presionándolas en la nieve, y luego colocó las
palmas sobre las mejillas sonrojadas de Boston. ―¿Dónde está?
―En algún lugar, a salvo ―respondió Sasha mientras sujetaba al chico
cuando Boston empezó a retorcerse de nuevo. Podía ver que los caninos
comenzaban a aparecer en la boca del chico. Era una visión asombrosa―. La
llevaron a mi manada cuando sólo era un cachorro. Sus padres habían sido
asesinados por cazadores furtivos. Nadie quería criarla.
―Pero cualquier manada, familia, clan o lo que sea estaría
emocionado de criar a una bebé ―dijo Nate―. No lo entiendo, ¿por qué
rehuirían de ella?
―Ahora estás empezando a ver contra qué me enfrentaba como alfa.
Los leopardos son criaturas solitarias, los cambia formas leopardo no son
muy diferentes. Pero mi manada se ha vuelto fría y distante. Nadie quería la
responsabilidad, así que la adopté y no me he arrepentido. ―A Sasha le
destrozaba el alma ver que los miembros de su manada se habían vuelto tan
centrados en sí mismos. Había hecho todo lo que se le ocurrió para hacer que
volvieran a actuar como un todo, pero quedaban demasiadas cicatrices que
no habían podido sanar―. Mi manada sufrió una gran pérdida hace cinco
años. Fuimos atacados, emboscados, y perdimos a la mayoría de nuestras
mujeres y cachorros. Desde entonces, los leopardos que quedaron se
encerraron en sí mismos. Las mujeres que sobrevivieron se volvieron más
brutales que los hombres. Somos criaturas solitarias por naturaleza. Hice algo
que un leopardo salvaje no podría hacer. Formé una manada, pero se está
cayendo a pedazos. Son amargados, vengativos y perversos.
―¿Dónde está tu hija? ―preguntó Nate de nuevo.
Sasha miró a Nate, deseando decirle todo, pero temiendo que podría 109
poner en peligro al hombre a quien comenzaba a querer tanto. ―Con mi
manada.
Nate maldijo. ―Tenemos que sacarla de ahí.
Le tocaba ver que el hombre se preocupaba tanto por alguien que ni
siquiera conocía. Ese simple hecho le demostraba el carácter de Nate. Había
pensado que el chico no era más que un asesino frío, pero estaba
aprendiendo que había más en el hombre que lo que se veía a simple vista.
―Ya llamé a Rick. Ha enviado a Jordison y Corrigan.
―¿Humanos? ―preguntó Nate, atónito―. ¿Ha enviado a unos
humanos a una manada de leopardos?
―Me dijo que eran los mejores ―respondió Sasha.
Su atención fue apartada de la conversación cuando Boston se arqueó,
gritó y luego se quedó en silencio. Sasha miró a Nate. ―Selene ha estado
demasiado tiempo fuera. Anda a verla.
Nate gruñó. ―Amigo, sé que estás preocupado por tu nuevo hijo, pero
eso no significa que puedes mangonearme. Pídelo amablemente, maldita
sea.
Sasha quería sonreír. Le gustaba el fuego que tenían Sasha y Selene.
Sabía que lo mantendrían de puntitas. Sasha esperaba que eso sucediera en
el futuro. Pero ahora mismo necesitaba asegurarse que todos estaban a
salvo. Sammy seguía con su manada, Boston estaba atravesando su
conversión, y Selene aún no regresaba. A Sasha no le gustaba no tener el
control sobre su círculo de personas más cercanas. ―Por favor. ―Sasha
cedió a la petición de Nate.
―De alguna forma, tengo el presen?miento que no es una palabra con
la que estés muy familiarizado ―refunfuñó Nate mientras se alejaba.
Eso era cierto. La única persona con la que Sasha usaba sus modales
era con Sammy. Tan pronto como Nate estuvo fuera de su vista, Boston se
apartó de los brazos de Sasha, rodando, y le enseñó los dientes.
Sasha se levantó lentamente. No es que estuviese asustado del nuevo 110
cambia formas, pero realmente no quería lastimar al juvenil. Despojándose
de su ropa, y congelándose sus bolas en el proceso, Sasha se transformó.
Gruñó, dejando que el juvenil supiera quien era el alfa, quien era el
macho dominante. Boston retrocedió, pero mantuvo sus ojos fijos en Sasha.
Y entonces Boston cayó al suelo, gritando mientras su forma de leopardo
salía de su piel. La conversión estaba completa. El neófito se tambaleó
mientras se ponía de pie, una vez más le enseñó los dientes. Sasha emitió un
bajo ronroneo de advertencia mientras se acercaba. Quería que Boston se
familiarizara con su olor. El leopardo iba a estar bajo su cuidado. El tono
debía quedar establecido desde el comienzo. Las leopardos hembra era
quienes solían criar a los cachorros, pero Sasha era diferente. Siempre había
sido diferente.
Quería una familia.
Boston bajó sus hombros hasta el piso, nació un profundo retumbar en
su pecho. Sasha se preparó, sabiendo exactamente lo que estaba haciendo el
juvenil. Mostró sus caninos, desafiando a Boston a que tomara un bocado.
El leopardo saltó, su mandíbula abierta mientras iba tras Sasha. Pero
Sasha estaba listo. Levantó su gran zarpa y tiró a Boston al suelo. El cambia
formas recién convertido sacudió su cabeza, aturdido.
Sasha gruñó, advirtiéndole a Boston que permaneciera en el suelo.
La pequeña mierda se preparó para atacar de nuevo.
Sasha tenía que darle crédito por su tenacidad, pero era fútil. El chico
no iba a ganar. Sasha era el macho dominante, y entre más pronto Boston
aprendiera este hecho, más pronto acabarían. Todos los juveniles probaban a
los mayores tarde o temprano, y todos terminaban lamiendo sus heridas.
Boston no era diferente. Puede que fuera un neófito, pero al parecer todos
los adolescentes eran iguales en ese aspecto. Todos pensaban que eran
invencibles hasta que se les demostraba lo contrario.
Sasha se agazapó mientras sonreía mentalmente con anticipación,
preparándose para enseñarle una lección a este pequeño chico rudo.
111
4
Chat, también puede ser traducido como “cual”. De ahí viene la broma. Se deja cual debido al desconcierto
de Selene.
―Es que amo cuando me hablas sucio. ―Liberó su mano con facilidad.
Eso sólo le recordó cuán fuerte era. Volvió a deslizar su brazo detrás de
ella―. Ahora deja de actuar como la reina del hielo y déjame darte el
consuelo que necesitas.
―¿Terapia forzada? ―arqueó una ceja.
Sasha se inclinó y Selene se echó para atrás, lo cual sólo hizo que se
presionara contra Nate. Los ojos verdes del hombre se convirtieron en lava
derretida justo frente a ella. No estaba segura si debía sentirse molesta o no.
―Confía en mí, mi pequeña chica astuta. Cuando vaya tras de ti, nada será
forzado. Tu misma te entregarás a mí.
Ella gruñó y le palmeó en el pecho, empujándolo. ―Eso nunca pasará.
―Recordáis a Boston, ¿cierto? ―preguntó Bryson desde el asiento
delantero―. Tal vez podrían bajar un poco el tono.
Sasha volvió a recostarse en su asiento, mirando por la ventana,
ignorándola. Selene no estaba segura de qué demonios le pasaba al hombre.
Un minuto era juguetón y al siguiente era este fiero leopardo listo para 118
morder. Tal vez era bipolar o algo.
Pero el truco había funcionado. Selene ya no estaba concentrada en los
eventos que habían sucedido. Estaba demasiado ocupada tratando de
averiguar que le pasaba al gato.
Sasha se giró, sus ojos se deslizaron sobre ella, y luego la irritación que
había visto en su expresión cambió. Un lado de sus labios se curvó en una
sonrisa. ―Te bañas desnuda, ¿cierto?
El cuerpo de Nate comenzó a zarandearse junto a ella y Selene se dio
cuenta de que se estaba riendo. ¡Estos dos eran imposibles! ―No, uso un
traje de buzo completo con aletas. ―Los dos podían jugar a este juego.
Sasha se acercó, bajando su voz para que sólo pudieran escucharlo las
personas en el asiento trasero. ―Yo uso mi traje de cumpleaños, lo completo
con un listón muy grande el cual eres libre de usar siempre que quieras.
Selene tragó. No estaba muy segura de por qué, pero la imagen de
Sasha bajo la cascada de agua, de su cuerpo húmedo y duro estaba
afectándola. Su coño se contraía mientras apretaba sus muslos, rezando para
poder detener el palpitar entre sus piernas.
―¿Nate? ―Sasha nunca se movió mientras lo miraba―. ¿Cómo te
duchas?
Por un momento se quedó en silencio, la respiración de Selene se hizo
trabajosa mientras esperaba para escuchar la respuesta de Nate. Las
imágenes del enorme lobo desnudo, duchándose con sus manos paseándose
sobre su cuerpo no la ayudaban a calmar la humedad que se acumulaba en
sus bragas.
Nate se inclinó, presionando sus labios contra el oído de Selene. ―Me
ducho con imágenes en las que tengo sexo con vosotros.
Selene gimió. Sasha inhaló bruscamente. Podía sentir la mano del gato
presionada en su muslo, el calor le daba fantasías vivas que no debería tener
en el asiento trasero del auto. Su mano se deslizó, alejándose un poco más, 119
sus uñas cavando ligeramente en sus vaqueros. ―Bueno, eso es algo que
quiero explorar en profundidad ―dijo.
Podía sentir el pecho de Nate subiendo y bajándose a un ritmo más
rápido. Nunca había actuado así cuando estaban solos. Nate siempre se
alejaba de ella cuando intentaba acercarse. Al parecer, estar los tres juntos
era algo que los afectaba a todos.
El walkie-talkie montado en el parasol de Bryson chisporroteó.
―Vamos a rentar una habitación para la noche ―dijo Rick a través del
aparato.
Los ojos de Selene cayeron sobre Sasha. Tenía una sonrisa muy
malvada en su rostro cuando se reclinó y acomodó en su asiento. Selene se
quedó presionada contra Nate por un momento más antes de enderezarse, y
se preguntó si detenerse por la noche era una buena idea. Tenía la sensación
de que estos dos no iban a dejar que durmiera.
Esa idea la aterrorizaba, y secretamente la emocionaba al mismo
tiempo porque en lo profundo de la mente de Selene, sabía que casi había
perdido todo.
Y quedarse sin saber cómo se sentiría al estar con estos dos
depredadores dominantes ya no era una opción.
Sasha caminó por el pequeño pasillo que recorría las afueras de las
habitaciones. No estaba listo para volver y enfrentar a Nate. El hombre no
tenía ni idea de cuánto había deseado poder contarle al ejecutor lo que
estaba pasando. Pero el hombre tampoco tenía ni idea de cuán aterrado se
sentía no sólo porque su hija pudiera pagar el precio por la tarjeta de datos,
sino que este grupo también. Sentía como si estuviese atado de manos, y
Sasha no tenía ni idea de cómo arreglar las cosas con Nate.
Sasha se había sentido atraído por ambos ejecutores incluso cuando
estaban en Shelton. Había pensado que estar con cualquiera de ellos era algo 144
imposible debido a su rivalidad y a su manada que no darían la bienvenida a
dos hombres lobo entre ellos.
Personalmente, a Sasha le importaba una mierda. Pero era Samantha
quien habría pagado el precio final por sus deseos. Frustrado, Sasha maldijo.
Al parecer las cosas no estaban destinadas a ser fáciles para él, incluso
durante su vida adulta. Su infancia ya había sido bastante jodida cuando la
manada de sus padres había descubierto que Sasha era un mestizo. Apenas
había logrado salir de ese lugar con vida.
Ingenuamente, Sasha pensó que mudándose a otro estado y
comenzando una nueva vida sería capaz de dejar todo eso atrás.
Había estado tan equivocado.
De hecho, esto era mucho peor. Ahora tenía que proteger a una niña.
Si hubiera estado solo, Sasha se habría alejado de todo eso. Debió de haberlo
hecho de todas formas. Hubiese podido cuidar a Sammy financieramente.
Eso no era un problema.
Pero los juveniles necesitaban ser criados entre su propia raza.
Necesitaban el amor y la comodidad de su manada, grupo, clan o de donde
sea que proviniesen. Pero la cosa era que sólo Sasha le había dado el amor y
el consuelo que todo niño necesitaba. Su manada, aun a pesar de que Sammy
era un leopardo, la había rechazado.
Dios, había sido tan ciego. Sasha quería que ella encajara, deseaba
tanto que pudiera pertenecer a la manada que, con el fin de darle una buena
vida, no había tomado en cuenta sus defectos. Hubiese sido mucho mejor si
sólo se la hubiese llevado y empezado una nueva vida en otro lugar. Había
dejado que su orgullo le impidiera huir, y ahora estaba en un lugar en donde
podrían matarla. La tenían los chicos malos, y Sasha tenía muchísimo miedo
de que pudieran lastimarla. Sin importar lo que Rick había dicho, Sasha iba a
recuperarla. Era su vida. La parte jodida en todo este asunto era que Sasha ni
siquiera sabía quién andaba tras él. Lo único que sabía era que el aroma que
había olido en el laboratorio era el mismo olor que percibía ocasionalmente
cada cierto tiempo. El científico le había advertido a Sasha que no existía
escondite alguno en donde no pudiesen encontrarlo.
145
Sólo que no sabía quiénes eran ellos.
―¿Dónde está Nate? ―preguntó Rick mientras caminaba por el
pasillo―. Debería estar despertando a todos para la reunión.
Sasha frunció el ceño hacia Rick. ―No he visto a Nate desde que se fue
enfurecido a nuestra habitación. ―Eso fue hace cuánto ¿media hora?
Rick miró a Sasha enigmáticamente. ―Lo envié a buscar a todos. ¿No
fue a buscarte?
Sasha tenía un muy mal presentimiento en la boca del estómago
mientras sacudía su cabeza. ―No.
Rick golpeó la puerta más cercana. Respondió Mason. ―¿Has visto a
Nate?
―No desde que nos registramos ―contestó Mason―. ¿Algo va mal?
Sasha se dirigió hacia la habitación que había estado compartiendo con
Nate y Selene. Oró para que los dos estuvieran ahí, pero sabía que Nate no
desobedecería una orden de su alfa. Cuando Rick pedía las cosas, era parte
de la naturaleza de Nate asegurarse de que se cumplieran. Era su trabajo.
Sasha tragó con fuerza cuando vio la habitación vacía. No sólo había
desaparecido Nate, Selene también. Una rabia profunda ardió en su interior.
Incluso si los dos hubiesen ido a buscarlo, ya deberían haber regresado.
―¿Está dentro? ―preguntó Rick desde unas cuantas puertas más allá.
Sasha giró su cabeza, mirando a Rick como si toda su vida se estuviera
derrumbando a su alrededor.
Y era así.
Tenía el presentimiento de que el mismo hombre que se había llevado
a Sammy tenía a Nate y a Selene. ¿Cómo se habían acercado a los
ejecutores? Nate habría… tranquilizantes. Sasha recordó cuando Nate usó
uno de esos en él cuando Rick había pensado que Sasha lo había traicionado 146
y ordenó a su ejecutor que le trajera a Sasha.
Esa era la única manera plausible en la que alguien podría llegar a
ponerle una mano encima al hombre.
Miró a Rick cuando su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo. Sasha
tenía el presentimiento de que sabía quién lo estaba llamando. Con una
temblorosa mano, extrajo su teléfono. Rick empezó a moverse hacia él
mientras Sasha respondía.
―Parece que ahora tengo tres monedas de cambio, gato ―dijo el
hombre con una sonrisa en su tono. ―Si quieres que los tres estén a salvo,
no sólo me entregarás la tarjeta, sino también a Enrique Marcelo.
Sasha quería amenazar al hombre, decirle qué pasaría si lastimaba un
pelo de sus cabezas, pero sabía que no estaba en posición de hacer
amenazas. El desconocido prácticamente tenía todas las cartas en este
momento. Todo lo que tenía Sasha era una maldita tarjeta de datos que ni
siquiera sabía qué contenía.
El labio superior de Rick se crispó. Sabía que el alfa podía oír la
conversación. Le dio un asentimiento. Sasha sabía que Rick estaba diciéndole
que buscara evasivas, que le dijera al extraño que estaba de acuerdo con el
trato.
―El convenio sigue siendo el mismo ―con?nuó el hombre―. Cuando
llegues a Luisiana, te contactaré.
Sasha apoyó la frente contra la fría pared de piedra del edificio,
sabiendo que no había forma de salir de esto. Las tres personas más
importantes en su vida estaban siendo retenidas por alguien empeñado en
conseguir de vuelta la tarjeta de datos.
―No pueden recuperar la tarjeta, Sasha.
La cabeza de Sasha se levantó de golpe, sus ojos cambiaron a los del
leopardo con la ferocidad de la rabia que se asió de él. ―¿Por qué no?
―Porque ―dijo Rick―, contiene la fórmula de un virus que erradicará
a toda la población de cambia formas.
147
Y aquí estaba Sasha pensando que las cosas no podían empeorar. Si
hubiese dejado que el maldito científico se tragara esa cosa… probablemente
los cambia formas ya estarían muertos. ―Tenemos que darle algo.
―Lo que tenemos que hacer es averiguar quién es y matar al hijo de
puta ―dijo Rick acaloradamente―. Pero ahora tenemos algo que podemos
usar.
Sasha frunció el ceño. ―¿Cómo? Es un virus que erradicará a los
cambia formas. ¿Cómo podemos usarlo contra los humanos?
―Sí, todavía no he averiguado esa parte. ―Rick se encogió de
hombros―. Pero tenemos unos cuantos días para discutir el plan a fondo.
Nuestro tiempo se acaba una vez que lleguemos a Nueva Orleans.
Sasha sabía que quien quiera que hubiera secuestrado a los que
quería, mantendría a Nate sedado. No permitirían que un hombre tan grande
estuviese consciente. Nate era una fuerza a tener en cuenta, y tan solo su
cuerpo debería ser suficiente para asustar a sus secuestradores.
A Sasha le desgarró tener que decir las siguientes palabras. ―No
podemos entregarle la tarjeta de datos, Rick.
―No, no podemos. Pero podemos elaborar un plan que hará que los
tres regresen.
A Sasha se le cruzó un pensamiento. ―¿Y Omar? Es increíblemente
inteligente. Tal vez pueda manipular la fórmula para que no puedan utilizarla
contra nosotros.
Los ojos de Rick se tornaron tormentosos. ―Esa es una buena idea,
pero Omar no puede ayudarnos. Lo llamé. Freedman me dijo que Omar ha
sido llevado al centro de detención en Nevada.
―¡Maldición! ―gritó Sasha―. Estoy realmente harto de toda esta
mierda.
―Como los demás ―respondió Rick a través de los apretados dientes
―. Todos estamos hartos y cansados de huir, de meramente sobrevivir de un
lugar a otro, rezando no ser atrapados y de pelear en una guerra que decidió
librar mi papi biológico con el fin de matarme. Pero no podemos perder el 148
enfoque, ni desmoronarnos, ahora no, no cuando Nate, Selene y Samantha
dependen de nosotros. ―Rick alzó la tarjeta―. Necesitamos encontrar una
manera de usar esto contra nuestros enemigos, de poner las malditas cartas
a nuestro favor y demostrarles que no seremos derrotados fácilmente.
Sasha golpeó su puño contra la pared, observando cómo las finas
partículas de polvo caían al suelo. ―Haz correr la voz. Descubriremos quien
es un genio de la bioingeniería dentro de la población de cambia formas.
―Ya lo hice ―respondió Rick―. Pero eso aún no nos ayuda a averiguar
cómo podemos utilizar la información contra los humanos.
―Tenemos unos cuantos días ―respondió Sasha, sintiendo que la
rabia montaba un pináculo en su interior―. Somos lo bastante inteligentes
para descubrir algo para el momento que lleguemos a los estados sureños.
Al menos tenía la esperanza de que lo fueran. Tres vidas dependían de
este grupo de Rebeldes. Sasha no iba a fallar. Iba a recuperar a su familia. Sí,
consideraba que Nate y Selene eran parte de su familia.
Sólo que no lo sabían todavía. Iban a descubrirlo, sin embargo. Porque
cuando Sasha los recuperara iba a reclamarlos a ambos como sus parejas.
149
Capítulo Diecinueve
Se sentía como si alguien hubiese estrellado su cabeza contra el
hormigón. Selene se quedó quieta, esperando que el lacerante dolor
disminuyera. Cuando el dolor hubo menguado lo suficiente, Selene abrió los
ojos.
Gran error.
Una oleada de nauseas se apoderó de ella, haciendo que rodara a un
lado y vomitara. Desafortunadamente, su estómago estaba vacío, lo que hizo
que el proceso de expulsar su contenido fuera aún más doloroso.
Trató de parpadear unas cuantas veces, pero había alguien golpeando
un yunque dentro de su cabeza. Dios, dolía. ¿Qué demonios había pasado? La
última cosa que recordaba, era discutir con Nate detrás del motel.
Si ese enorme bruto la había golpeado, Selene iba a cortarle las bolas.
Si Nate golpeaba así de fuerte, sentía pena por cualquiera en el cual
haya descargado su ira. 150
Pero eso no tenía ningún sentido. Tan mareada como estaba, sabía que
Nate jamás le levantaría una mano estando enojado. No era así. Era alguien a
quien debería temerle si fuera tras ella, pero como amigo, amante y
compañero ejecutor, no la lastimaría.
Entonces, ¿qué mierda la había dejado inconsciente?
Apoyando su cabeza entre sus brazos, Selene intentó abrir sus ojos una
vez más. Tal vez si se protegía de la luz, sería capaz de ver en donde estaba.
―Los efectos deberían desvanecerse pronto.
Selene no reconoció esa voz. Rodó, sus caninos se alargaron, se
sacudió y volvió a caer sobre su rostro.
―Yo descansaría hasta que el tranquilizante se diluya en tu sistema.
―No soy tú ―dijo contra el colchón. Quizá el tipo estaba en lo cierto.
No se sentía en peligro inmediato, pero por supuesto, no tenía ni idea de
quién era el hombre.
―Cierto, pero si luchas contra los efectos, sólo serán mucho peor.
Abrió la boca e hizo rodar su mandíbula. Dios, daría cualquier cosa por
beber algo ahora mismo. El sabor de su boca le daba la sensación de que
había estado chupando un tubo de escape. No es que supiera cuál era su
sabor. ―¿Dónde está Nate? ―Recostó su cabeza, pero todavía no podía
enfocar bien.
―Cerca.
―¿Qué quieres? ―preguntó, tenía una idea bastante clara, sobre todo
después de lo que Nate le dijo. Pero esta era una situación completamente
diferente, Selene no iba a divulgar nada concerniente a la tarjeta de datos.
―Todos los cambia formas van a morir.
De acuerdo, tal vez estaba en peligro inmediato. A partir de cómo
sonaba el hombre, iba a morir incluso si le entregaba la tarjeta de datos.
―Pero me conformaré con la cabeza de Enrique en un plato. No soy
muy quisquilloso, sin embargo. No me importaría si su cabeza está montada 151
en el capó de un auto, siempre y cuando esté muerto.
Selene se puso de rodillas, meciéndose adelante y atrás, tratando de
ponerse de pie a pesar de la neblina en la cual flotaba su mente. Se quedó
quieta cuando sintió algo alrededor de su tobillo. ¿Estaba encadenada a la
cama?
―Casi estoy dispuesto a apostar que Enrique ya sabe qué hay en esa
memoria. E igualmente casi estoy dispuesto a apostar que no va a negociar
su vida y la tarjeta de datos por ti y tu novio. No creo que seas tan valiosa
para él. Tal vez tendrías una oportunidad si hubieses follado con el hombre.
―dijo el hombre llana y calmadamente―. Pero por supuesto, mi bastardo
biológico no sólo es un animal, sino que tenía que superarse y ser gay.
Selene se quedó absolutamente quieta. Apenas estaba respirando. Su
corazón empezó a latir más rápido. Ahora sabía que no había manera de que
sobreviviera a esto.
No cuando el capitán O’Hanlon de Naval Special Warfare5 estaba en la
misma habitación que ella. El hombre ya había probado cuan monstruoso
era. ¿Cuál era su posibilidad de sobrevivir?
―¿Por qué? ―preguntó Selene mientras levantaba sus párpados
lentamente. La silueta del hombre se hallaba ensombrecida, pero podía
distinguirlo un poco. Bueno, santo dios, el hombre era la viva imagen de Rick.
Su constitución era mucho más pequeña y delgada, pero no había error en
que era el padre de Rick. Incluso tenían los mismos pálidos ojos grises. Selene
había pensado que con el apellido O’Hanlon, no tendría las facciones de sus
obvios ancestros españoles. Maldita sea, se había equivocado.
―Lo siento, pero no voy a sentarme aquí y confesarte mis planes,
niñita. ―Se paró junto a la puerta con sus manos metidas en los bolsillos
delanteros de su uniforme.
―Estoy muy lejos de ser una niñita. ―Le gruñó su protesta. Selene
había visto demasiado, había matado a tantos. Ser una niñita era algo que
había dejado atrás hace décadas. No había sido así de inocente desde que
tenía doce. 152
―Ah, sí. Debes referirte a la manada de leones que asesinaste.
Era aterrador que supiera de su pasado. Nadie sabía qué había hecho
hace tantos años. Nadie sabía cuanta sangre había derramado con sus
propias manos. Esa era una de las razones por las que le había pedido a Nate
que no la mordiera, haciéndola su pareja. No merecía ser amada, querida.
Nunca merecería ser feliz. No cuando había matado a tantas personas
con sus manos.
―Jódete ―masculló. No podía dejar que el hombre supiera que le
había tocado el nervio sensible.
―Según mi información, fue el rey de los leones quien te jodió.
Selene cerró sus ojos, luchando contra esos antiguos recuerdos. No
podía permitir que este humano lograra afectarla, debilitarla. Pero sin
importar cuanto intentara olvidarlo, los recuerdos se apoderaban de ella.
5
Es el componente naval de USA responsable de supervisar y coordinar las operaciones especiales de la
nación y sus misiones.
―Tenías doce en ese entonces, ¿correcto?
Selene mordió su labio inferior, usando el dolor para expulsar los
recuerdos de su mente. Su estómago se retorció reprimiendo un sollozo. La
muerte vendría a reclamarla antes de que llorara delante de este hombre.
―No importa ―dijo―. Nada de esto importa. Tú no importas. Lo único
que quiero es que ese animal muera y devuelva la tarjeta. ―O'Hanlon puso
un móvil sobre la mesa junto a la puerta. Selene no estaba segura de qué
estaba haciendo el hombre hasta que oyó voces en el otro extremo.
―Necesito que Howard y Lillian tomen al bebé y nos sigan. ―Hubo
una breve pausa―. Bryson, llévalos a la casa de Brooke y Deluca.
Era Rick. El hijo de puta escuchaba la conversación de Rick.
―Tengo mucha gente trabajando para mí, señorita López. Uno de ellos
fue lo suficientemente amable como para convertirme el teléfono de tu alfa
en un micrófono. Puedo escuchar todo lo que dicen, todo lo que planean.
Selene quería gritarle a Rick que se callara, decirle a su alfa que su 153
enemigo estaba escuchando, pero sabía que era inútil. Podían oír a Rick, pero
su alfa no podía oírlos. Ahora muchas cosas comenzaban a tener sentido. Eso
explicaba por qué iban perdiendo la guerra. El enemigo sabía lo que iban a
hacer antes de hacerlo.
―Enrique ?ene uno de nuestros teléfonos vía satélite. Hizo que
inmiscuirnos en su conversación fuera un juego de niños.
―Espero que estés consciente de que cuando te encuentre, mi alfa va
a destrozarte… un músculo a la vez.
O'Hanlon le sonrió burlonamente. ―Lo dudo mucho, niñita.
Apretó los dientes. El hombre la estaba llamando así a propósito.
Quería joderle la cabeza.
No iba a permitírselo.
O'Hanlon cogió el teléfono y lo guardó antes de salir de la habitación
cerrando la puerta detrás de él.
Selene rodó sobre su espalda, cubriéndose los ojos con su brazo
mientras luchaba para no ver el rostro de Alejandro. El hombre había sido un
monstruo que atacaba a las niñas. Pero después de haber arrancado
brutalmente su inocencia de su joven cuerpo, Selene se sumió en una rabia
enceguecida, matando a todos en la manada del hombre.
Los recuerdos tan sólo resurgieron varios años más tarde cuando se
encontró con una manada de leones. Todos los detalles sangrientos volvieron
a su mente. Selene había matado a tantos inocentes sumida en su furia.
―Mierda ―dijo mientras trataba de sentarse. El hombre sabía dónde
golpear con más fuerza. Había tomado el único recuerdo oscuro que poseía y
lo usó para golpearla en su núcleo. Pero Selene no iba a quedarse aquí
echada lloriqueando. Ya lo había hecho bastante cuando los recuerdos
volvieron como un puño de hierro, amenazando con sofocar su propia vida.
No, iba a encontrar una manera de sacarlos de aquí. O'Hanlon no iba a
usarlos como su herramienta para destruir a Rick.
Examinando la esposa de acero alrededor de su tobillo, Selene supo 154
que iba a encontrar grandes dificultades para liberarse. Era más fuerte que
los humanos, pero el brazalete era de acero reforzado atado a una cadena
más gruesa que su muñeca.
El bastardo había pensado por adelantado. Selene se juró que si alguna
vez tenía la oportunidad, desgarraría a O'Hanlon con sus propias manos.
Nadie la había afectado de esa manera en muchos años, desde que era una
juvenil. Había demostrado su valía en la manada de Rick y se había
convertido en una ejecutora. Era su manera de recuperar lo que Alejandro le
había robado. La perseguía la culpa de lo que había hecho después, pero el
recuerdo de ese león seguía visitando sus pesadillas.
Se había engañado pensando que ya había dejado esa devastación en
el pasado, pero sabía que el enojo que tenía en su interior era lo que la había
motivado durante todos estos años.
―Ahora no, muchacha. Tienes que enfocarte. ―Levantó la cadena,
sintiendo el frío metal en sus manos. La única forma en la que lograría
quitarse ese grillete era royendo su propio tobillo.
Eso no era una opción.
Así que se quedó allí sentada, preguntándose cómo demonios iba a
salir de aquí.
157
Capítulo Veinte
Selene luchó contra los dos hombres que la escoltaban por un pasillo.
Sus muñecas y tobillos estaban encadenados con pesadas cadenas de metal,
impidiéndole patearles las bolas. Ya había intentado cambiar para romper la
cadena del tobillo cuando estaba sola en la habitación, pero lo único que
logró fue que el metal se le enterrara en la piel.
Selene nunca supo que era posible mantener atado a un cambia
formas. Estaba fastidiándola. No le gustaba sentirse indefensa. El olor de la
diversión persistía alrededor de los dos humanos. Les divertía que luchara.
Bastardos.
Si se soltaba, les mostraría lo que era que les quitaran su libertad
cuando les desgarrara sus malditas gargantas.
Cuando un fuerte aullido resonó en el aire, Selene retrocedió, o trató
de retroceder. Los guardias no le permitieron detenerse.
―No te preocupes, muñeca, estoy bastante seguro que tu muerte será 158
rápida ―se mofó uno de los guardias.
El otro sonrió mientras desbloqueaba la cerradura de la puerta frente a
ellos y la abría.
Selene fue empujada violentamente a la habitación, la puerta se cerró
detrás de ella. No estaba segura de qué demonios estaba pasando, pero los
pelos de su nuca se le pusieron de punta. Antes de que pudiera ponerse de
pie, fue tirada al piso.
El aire salió de sus pulmones mientras Selene luchaba por sacarse el
inmenso peso cuando vio una boca llena de dientes muy afilados y letales.
―Oh, mierda. ―Selene empujó el peludo cuerpo, pero el hombre lobo
era demasiado grande y pesado para apartarlo de ella.
Esto no era para nada bueno. Su tobillo había sangrado cuando estaba
tratando de sacar el brazalete de metal. La sangre inundaba el aire. Este
cambia formas iba a tratar de comérsela.
―¡Retrocede! ―gritó en un inútil intento de alejarlo de ella.
La mano del hombre lobo, que era tres veces el tamaño de la suya, se
enroscaba en su cuello, estrangulándola mientras sus dientes se acercaban
peligrosamente. Selene luchó, pero la mano la clavaba contra el suelo.
Utilizó la cadena que conectaba sus muñecas como arma,
balanceándola para golpear en la cara de la bestia. Éste sacudió la cabeza y
luego la miró con intención asesina.
Verde jade.
¡Oh, mierda!
―Nate ―gimió Selene desde una garganta que estaba siendo
aplastada lentamente―. Nate, soy yo, Selene.
En ese segundo supo lo que estaba pasando. O'Hanlon de alguna
manera encerró a Nate en su forma de lobo, poniéndolo en su contra. Selene
sabía que si Nate la mataba, nunca se perdonaría. Tenía que hacerlo razonar.
―Nate ―gimió de nuevo―. Por favor.
Su labio superior se curvó de disgusto. Entonces supo que sus débiles 159
súplicas no ayudaban. En este momento la veía como presa nada más.
―¡Maldita sea, Nate! ―Trató de gritar, pero la mano que apretaba su
garganta hizo que fuera imposible. Se agachó, usando su rodilla para
golpearle el culo―. ¡Aléjate de mí, bastardo peludo!
Los ojos de Selene se aguaron y las lágrimas comenzaron a rodar por su
rostro cuando la levantó del suelo por el cuello, colgando sus pies en el aire.
Ni siquiera podía mover una pierna y usar el impulso para herirlo debido a las
restricciones en sus tobillos.
Joder, iba a morir.
Nate rechinó los dientes frente a su cara y luego la arrojó al otro lado
de la habitación. Chocó contra la pared y luego rodó, agachándose. ―No me
hagas hacerte daño.
La amenaza era casi risible. Nate era el hombre lobo más grande que
había visto. Tenía que medir como dos metros y diez centímetros de altura, si
no era más alto, y su masa corporal se había duplicado. El hombre ya era
bastante grande en forma humana. Esto era una locura.
Esto iba a ponerse feo.
Cuando la agarró de nuevo, Selene logró poner la cadena alrededor de
su cuello. Eso fue una hazaña en sí, considerando que su cuello era más
grueso que su cintura. No estaba tratando de matarlo, pero mientras estaba
en esta forma, Nate no aceptaría su debilidad.
Tenía que demostrarle que era una oponente digna.
―Tuve sexo con?go, bes?a irrazonable. Dime que recuerdas mi olor
―dijo con un siseo en su oído mientras subía por su espalda, apretando la
cadena alrededor de su cuello―. Dime que sabes que soy yo, Selene.
Nate rugió mientras luchaba por sacársela de su espalda. Ella esquivó
sus largas garras antes de que se hundieran en sus brazos. Él giró en un
círculo, azotando sus manos sobre su cabeza, tratando de extraerla.
―¡Maldita sea, Nate! Piensa más allá del hambre ―dijo
desesperada―. ¿Qué te hicieron?
Una voz incorpórea resonó en lo alto. ―Se le inyectó un cóctel que lo 160
mantendrá así durante unas horas, señorita López. Suficiente para matarla.
Estaban mirando. Esto era una especie de entretenimiento enfermo
para ellos. Selene se preguntó si otros cambia formas habían pasado por
esto. De alguna manera sabía que no era la primera en luchar por su vida
contra alguien a quien amaba.
Le dio asco.
Apretando los dientes, Selene estaba decidida a mantenerse con vida.
Si Nate lograba matarla, sabía que se volvería loco por la culpa y el dolor.
―No permi?ré que nos conviertan en enemigos ―gritó Selene.
―Parece que el señor Valez no piensa lo mismo.
Selene había permitido que la voz la distrajera. Nate alzó la mano y la
agarró antes de poder ver lo que estaba haciendo. La levantó con facilidad,
sus garras hundiéndose en sus brazos. Reprimió el grito de dolor, negándose
a parecer débil.
La atravesó un temblor de miedo cuando la levantó y lamió la herida
en su brazo. Estaba deleitándose en el sabor antes de hundir sus dientes.
Selene lo intentó de nuevo. ―Nate, mírame... ¡Nate!
No la estaba escuchando.
Va a enojarse conmigo por esto.
Selene pasó la cadena por encima de su cabeza y se acercó, usando sus
propios caninos para hundirlos en su cuello. Tenía que llamar su atención.
Tenía que quitárselo de encima. Aulló, arrojándola a un lado mientras se
agarraba al cuello. Podía oler la sangre.
La sangre de él.
Levantándose, Selene se agachó una vez más. ―¿Me quieres, bestia?
―se burló mientras se movía lentamente a su derecha―. Entonces ven a
buscarme.
Los instintos de Selene finalmente se habían apoderado de ella. No
sólo estaba luchando para sobrevivir, sino para impedir que Nate hiciera algo 161
de lo cual se lamentaría más tarde.
Qué bueno que había entrenado con él y ya conocía la mayoría de sus
movimientos. Esto le hizo un poco más fácil esquivar sus garras y dientes.
Pero todavía estaba en su forma humana. Aunque su densidad ósea era
mucho más gruesa que la de los humanos, aún podría romperse los huesos.
Selene sólo tenía que asegurarse de que no le pusiera las manos encima.
Sabía que estaba ofreciéndole entretenimiento a quien la estuviera
viendo, y tenía la sensación de que O'Hanlon participaba en esta forma de
diversión, pero tenía que centrarse en Nate. Mataría a todos los demás una
vez que estuviera libre.
Nate permaneció inmóvil, observándola, tratando de ver lo que iba a
hacer a continuación. Selene no estaba usando ninguno de los movimientos
que le había enseñado. No podía. Eso la convertiría en un blanco fácil.
Corrió hacia él, preparando su cuerpo para saltar... y luego se deslizó
entre sus piernas. Había logrado derribarlo. Nate sacudió los brazos para
agarrarla en pleno vuelo, pero estaba en el suelo, agarrando sus piernas para
tirarlo al piso.
Nate golpeó el suelo con fuerza.
Selene se arrojó sobre su espalda, sosteniéndose con toda su fuerza
mientras él se levantaba rápidamente del suelo.
―Te amo, Nate. Por favor, vuelve conmigo ―le susurró lo bastante
alto para que las palabras llegaran sólo a sus oídos.
Nate dudó, y luego aulló, golpeando su espalda contra la pared.
No podía acceder a su conciencia mientras ese cóctel recorriera su
sistema. Selene podía ver eso.
Maldita sea, iba a obligarle a hacerle daño.
Era mejor que la alternativa, es decir, que la matara.
Usando sus caninos, Selene lo mordió repetidamente a lo largo de su
hombro y la parte posterior de su grueso cuello. El dolor explotó en su
interior cuando Nate se lanzó contra la pared una vez más, tratando de
quitársela.
162
Sus garras se extendieron y hundió una mano en cada hombro. Era un
agarre mortal para ella, pero doloroso para él. No quería causarle ningún tipo
de dolor a Nate, nunca, pero no le quedaba otra opción. La voz había dicho
que permanecería así durante unas horas.
Selene no estaba segura de poder aguantar tanto tiempo.
Pero no tenía elección. Ambas vidas dependían de que lograra impedir
que el hombre lobo la matara.
6
Beastman significa hombre bestia y biteable significa mordible.
Sasha lamió sus labios.
―Sin embargo, podría reordenar la fórmula para que no sea nada más
que una receta de sopa de pollo.
Sasha estaba empezando a tener mucha hambre. ¿El hombre no podía
dejar de usar referencias de no depredadores? Dios, ¿por qué estaba
tentando a Sasha?
―Hazlo ―dijo Rick―. Pero primero quiero una copia del original.
―¿Por qué? ―preguntó el hombre―. ¿Qué ganarías al tener esta
información?
―Quiero imprimir la parte del error. Sólo esa parte. De esa manera
puedo enviársela a los humanos para mostrarles que ahora tenemos la
fórmula para la destrucción de todo ser vivo.
El hombre sacudió su cabeza. ―No lo haré. No seré parte de un
genocidio.
Rick gruñó. ―Entonces dime, conejito, ¿cómo podemos usar esta 164
información a nuestro favor?
El hombre tragó. Sasha podía ver la lucecita encendiéndose en la
cabeza del hombre. Miró a cada uno, viendo que los ojos de los
depredadores lo miraban directamente.
―¿Pueden dejar de asustarlo? ―espetó Dorian―. No puede
ayudarnos si siguen asustándolo todo el tiempo.
Benito se inclinó hacia adelante, inhalando el aroma del hombre.
Dorian golpeó al ejecutor. ―Retrocede.
―Pero huele tan bien ―protestó Benito―. ¿Puedo darle sólo un
mordisquito?
―¿Uno pequeño? ―preguntó Miguel mientras sus ojos se clavaban en
el hombre conejo.
Dorian les gruñó mientras sacaba su pistola de la funda. ―Muérdelo y
te dispararé.
El hombre empezó a escribir en un movimiento fluido, sus dedos se
movían a la velocidad de la luz. Sasha dio un paso atrás, calmando a su
leopardo, diciéndole a la bestia que el hombre no era comida.
Su leopardo maulló en señal de protesta.
―He reestructurado el virus ―dijo el hombre rápidamente. Sasha
podía oler el miedo saliendo del hombre. Dios, Benito tenía razón. Olía tan
malditamente bien―. Si liberan este virus lo único que hará será darle gripe a
todo el mundo.
―¿Puedes hacer eso? ―preguntó Rick. Sasha podía ver que el alfa
estaba tratando de hacer su mejor esfuerzo para contener el aliento.
El hombre le dio a Rick una mirada mordaz y luego relajó su expresión
rápidamente. Pero la presunción no desapareció. ―Soy un genio, Sr.
Marcelo. Si quisiera podría hornear una bandeja de galletas que inhabilitaría
todos los músculos de su cuerpo… permanentemente.
De acuerdo, tal vez Sasha no se comería al hombre.
165
―Necesito llamar a Edward ―dijo Rick mientras deslizaba su mano en
su bolsillo―. Mierda, dejé mi teléfono en la camioneta.
―Yo no usaría tu teléfono ―dijo Beastman y luego se giró hacia Rick―.
Tengo un equipo que puede captar ligeras señales y tienes una estática
pulsante proveniente de tu camioneta.
―¿Lo cual significa? ―preguntó Rick.
―Tú, mi querido depredador, tienes a un invitado no deseado
escuchando tus conversaciones.
Capítulo Veintiuno
Nate yacía desnudo en el piso, su cuerpo se sentía como si hubiese
atravesado un molinillo de carne. Era un cambia formas, capaz de sanar, pero
se sentía como si alguien lo hubiese atravesado con mil cuchillas.
¿Qué demonios le había pasado?
Rodando, Nate abrió los ojos y se quedó quieto.
¡Dios, no, no, no, no!
Selene estaba tumbada en un rincón, inconsciente y ensangrentada.
Nate se arrastró hacia ella antes de que tuviera tiempo de pensar, viendo los
grilletes alrededor de sus muñecas y tobillos. La piel bajo el metal estaba
ensangrentada y parecía masticada. Pero fue la sangre que provenía de
varios cortes en todo su cuerpo lo que llamó su atención.
Alzando la mano, levantó su barbilla, examinando su rostro. Dios,
estaba realmente magullado. ¿Qué le había ocurrido? Tragando con fuerza,
Nate utilizó las puntas de sus dedos para sentir su pulso. Temía que no 166
estuviera viva. El pulso era débil, pero estaba viva.
Tenía que lograr que cambiara de forma para curar sus heridas.
―Selene ―dijo Nate en un tono bajo y desesperado―. Despierta,
bebé
Su núcleo primitivo le dijo que un cambia formas le había hecho esto.
Peor aún, fue él quien había infligido estas heridas en su delicada piel. Nate
no se permitió detenerse en ese pensamiento. Tenía que lograr que
cambiara. ―Selene, despierta. ―Pasando sus manos sobre su cabeza,
porque temía tocar cualquier otra parte por miedo a empeorar sus heridas, le
dio una leve sacudida.
La cabeza de Nate se levantó de golpe cuando una pantalla plana que
ni siquiera había notado cobró vida en la pared más alejada. Observando con
horror, Nate presenció la batalla entre él y Selene mientras ésta se
reproducía en la pantalla. ¿Por qué no podía recordar nada de eso? Su
corazón se congeló cuando vio a su bestia apartar el cuerpo humano de
Selene de su espalda y golpearla contra la pared.
Cerró los ojos brevemente, sintiendo como si acabara de presenciar el
crimen más horrible que podía cometer contra Selene. Fue quien la había
maltratado, su bestia. A pesar de que Nate no recordaba nada de esto,
todavía se sentía tan malditamente culpable que quería arrancarse la
garganta.
Cuando abrió los ojos pudo ver los labios de Selene moviéndose en la
televisión. Nate se esforzó por oír lo que decía. ―Te amo, Nate. Por favor,
vuelve conmigo.
Sentía como si su mundo se desmoronara a su alrededor. Nate gruñó,
levantándose de un salto y corriendo al otro lado de la habitación. Estrelló las
manos en la pantalla, deseando poder herir a la gente que los mantenía
cautivos en lugar de al monitor. No quería ver nada de esto. ¿Cómo diablos
podía atacar a la mujer que amaba? ¿Cómo su bestia no había reconocido su
olor?
Nate se arrastró hacia Selene, levantando su cabeza cuidadosamente y 167
acunándola en su regazo. Seguía inconsciente y eso le preocupaba. No estaba
seguro de qué tipo de daño le había hecho. Era de tamaño bolsillo y él en su
forma animal era como King Kong. ¿Cómo diablos había sobrevivido? Empezó
a pasar las manos sobre su suave pelo negro deseando que se despertara,
cuando sintió un bulto en la parte posterior de su cuero cabelludo.
Ahora sabía por qué no se despertaba. Tenía una conmoción.
―Ese fue un brillante espectáculo ―dijo una voz incorpórea―. Espero
verla otra vez.
Nate lo ignoró mientras examinaba su cuerpo. Su frente se frunció
mientras Nate miraba fijamente un moretón en su espalda con forma de
estrella. Su hombre lobo no habría podido hacer tal marca.
Selene gimió y Nate la detuvo. ―Cuidado, estás herida.
―Mis cos?llas ―jadeó Selene, respirando irregularmente―, creo que
están rotas.
La culpa trató de salir a la superficie, pero Nate la retuvo. Ahora mismo
necesitaba averiguar qué estaba mal con ella antes de comenzar el proceso
de autoflagelación por lo que le había hecho. ―¿Qué más te duele?
Selene parpadeó abriendo los ojos y el color verde amarillento se
enfocó en él. ―Todo. ―Podía decir que le dolía admitir eso. Su mandíbula
estaba tensa en su magullado rostro ―. Creo que mi tobillo también está
roto.
―Tienes que cambiar, Selene. No puedes sanar en tu forma humana.
―No puedo ―dijo con los dientes apretados. Nate temía que su
mandíbula estuviera rota. Estaba hablando entre dientes―, los grilletes no
me dejan.
Nate se agachó y levantó su brazo, examinando el metal. Era de acero
reforzado. Tan cuidadosamente como pudo, Nate puso la cabeza de Selene
en su regazo y utilizó ambas manos para agarrar la cadena. Con un fuerte
tirón, lo rompió.
―Estoy muy enojada con?go. 168
La culpa había vuelto. ―Lo siento mucho, Selene. No tenía ni idea de lo
que estaba haciendo.
―Por eso no ―dijo mientras entrecerraba los ojos―. No pude romper
las cadenas, pero tú las rompes sin ningún problema.
Nate le dio una temblorosa sonrisa, aunque no tenía ganas de reírse.
No cuando yacía allí con las heridas que él le había infligido. ―Te enseñaré
cómo.
―Lo dudo mucho ―dijo―. Creo que mi mandíbula también está rota.
Acababa de confirmar su miedo. ―Entonces deja de hablar. ―Nate
rodó el grillete en su mano y luego metió sus dedos entre la carne y el
metal―. Esto puede doler, pero si logro quitártelo, podrás cambiar.
―No creo que... ―exclamó Selene con los dientes apretados mientras
Nate forzaba las esposas. Bloqueó su mente, concentrándose sólo en esta
tarea, porque si se permitía oír sus enmudecidos gritos de dolor, se sentiría
impotente.
Una vez quitó las esposas de sus muñecas, Nate se enfocó en las de sus
tobillos. El último grillete resultó difícil, y Nate casi se detuvo cuando un
fuerte y penetrante grito inundó la habitación.
―Cambia ―dijo sin mirarla. No podía. No había manera de que Nate
pudiera verla a los ojos después de hacerla gritar pidiendo misericordia. Su
corazón se estaba rompiendo mientras ella cambiaba a su segunda forma.
Allí estaba, una loba indomable, y supo que se había sumergido en un sueño
inconsciente.
―Muy impresionante ―dijo la voz―. Tal vez te conserve en lugar de
destruirte.
Nate levantó la vista mientras sus manos recorrían la suave capa de
pelaje de Selene. ―¿Por qué no vienes aquí y peleas conmigo por el privilegio
de mantenerme como tu mascota?
Nate vio la diminuta cámara en la esquina. Puso a Selene suavemente
en el suelo, se acercó y la arrancó de la pared.
―Eso no fue muy inteligente, Sr. Valez. 169
―Púdrete ―gruñó Nate. Dejó la cámara a un lado y corrió hacia
Selene. Había ganado unos valiosos segundos. Como no podían controlarlo,
sabía que harían algo para noquearlo. Recogiendo a la loba del suelo, Nate se
movió rápidamente hacia la puerta. Estaba desnudo, pero no había mucho
que pudiera hacer al respecto.
Ahora lo único que tenía en mente era escapar.
Agarrando el pomo de la puerta, Nate aplastó el metal en su mano,
rompiendo la cerradura. Abrió la puerta rápidamente. Había hombres de
uniformes corriendo por el pasillo, con armas preparadas. Nate dejó que su
forma de lobo se apoderara de su cuerpo, sólo que esta vez era consciente
de lo que estaba haciendo. Corrió hacia el final del pasillo y saltó, su cuerpo
destrozó la ventana de cristal al caer tres pisos hasta el suelo.
Eso iba a doler cuando su adrenalina desapareciera. Cuando los
fragmentos de cristal cayeron a su alrededor, Nate salió corriendo por la
calle, alejándose del edificio en el cual los habían mantenido cautivos.
Mierda, estaba en una ciudad.
Las pocas personas en las calles se dispersaron alejándose de él
mientras Nate corría, el aire frío lo recorría. Tenía que llamar a Rick. Tenía
que decirle a su alfa dónde estaban para que pudieran venir a recogerlos.
Por desgracia, su teléfono había desaparecido.
Avistó una tienda más adelante y corrió hacia la parte de atrás. Pronto
las calles estarían inundadas con los hombres que venían a cazarlos. Nate
arrancó la puerta trasera y vio que estaba en una tienda de electrónica. Santa
mierda, era su día de suerte. Nate agarró el teléfono de la pared y escuchó el
tono de línea.
Tal vez saldrían de esta con vida. Acunó a Selene en un brazo mientras
marcaba con la otra mano. ―Vamos, responde.
La llamada pasó al buzón de voz. Nate intentó con el teléfono de
Benito.
―Hey ―dijo Benito cuando respondió.
―Soy Nate. 170
―¿Dónde diablos estás? ―preguntó Benito y luego oyó voces al fondo.
―¿Nate? ―Era Sasha―. ¿Dónde estás?
―Corriendo por una ciudad, desnudo, y Selene está herida. Espera.
―Nate bajó el teléfono y buscó frenéticamente alguna carta, folleto o
cualquier cosa que pudiera decirle dónde estaba. Vio una tarjeta de visita y la
cogió.
Nate levantó el teléfono. ―¿Sigues allí?
―Aquí estoy. Dime dónde están. ―Podía oír la desesperación en la
profunda voz de Sasha.
Nate aplastó la tarjeta en su mano mientras le daba la dirección a
Sasha. ―Pero no puedo quedarme aquí. Revisarán los edificios buscándonos.
―Dirigíos al sur. Pasaremos a recogerlos.
Nate no quería colgar. Sentía que si colgaba estaría rompiendo los
lazos con el grupo de Rebeldes. ―Me hicieron atacarla, Sasha ―susurró Nate
en el teléfono.
Hubo una pausa en donde Nate podía escuchar la respiración de Sasha.
―No te hagas eso. Necesito que te enfoques, Nate. Necesito que ambos
sobrevivan para poder reclamarlos.
Nate cerró los ojos, dejando que la fuerte voz de Sasha se hundiera
profundamente en sus fríos huesos.
―Nate ―dijo Sasha un poco más firme―. No dejes que ganen.
―De acuerdo. ―Nate colgó, porque sabía que si no lo hacía se
aferraría al teléfono para siempre. Recorrió la tienda y encontró una
habitación en la parte de atrás. No había nada que pudiera usar como ropa,
pero encontró una de esas mantas grises y desgastadas en el gabinete de
primeros auxilios.
Esto tendría que valer.
171
Colocó a Selene sobre la mesa, se envolvió la manta alrededor de la
cintura, y luego con el mayor cuidado posible, Nate la levantó y se dirigió a la
puerta de atrás. Una vez que se aseguró de que no había nadie en la zona,
Nate se apresuró a salir dirigiéndose hacia el sur. El alivio que había
encontrado dentro de la tienda se estaba filtrando lentamente de su piel, el
aire frío se asentó en su cuerpo.
Nate sabía que si el grupo de Rebeldes no lo encontraba pronto, él y
Selene iban a morir congelados.
176
Capítulo Veintidós
Los puños de Boston se apretaron en su regazo mientras miraba el
puesto de control en la carretera. Sabía que los cambia formas estaban
siendo cazados hasta el punto de la extinción, pero su padre le había
mantenido lejos de todas las cosas horrorosas que estaban sucediendo.
Incluso había llegado tan lejos como para darle tutorías en casa.
Esta era la primera vez que salía al mundo desde que comenzó la
guerra, pero sabía que el control en la carretera era algo muy malo.
—Mierda —maldijo Bryson por lo bajo—. No tengo sangre para ellos.
—Usa la nuestra —ofreció Howard rápidamente. Boston no tenía ni
idea de qué estaba pasando hasta que observó al doctor en acción. Se metió
a un lado de la carretera, lo bastante escondido para que los policías no
pudieran verlos, y luego agarró su bolsa del suelo, a los pies de Boston.
—¿Qué estás haciendo?
—Salvando nuestras vidas —dijo Bryson mientras trabajaba 177
rápidamente extrayendo la sangre de Howard. El olor golpeó a Boston con
fuerza, pero sintió una mano en su nuca, apretándolo. Era Mason.
—Respira con calma.
Boston cerró sus ojos, pero eso no estaba ayudando. El pequeño
pinchazo casi estaba haciendo que se alargarán sus colmillos. Trató de
sacudir su cabeza para aclararla, pero eso no estaba funcionando. Todo lo
que podía pensar era en lamer la sangre de Howard, y luego morderlo.
—Sácalo del auto —ordenó Bryson mientras trabajaba
frenéticamente—. Si se transforma estamos jodidos.
Mason sacó a Boston del asiento delantero, arrojó un pesado brazo
sobre su hombro, y caminó hacia el maletero. —Respira profundamente.
El aire frío estaba ayudando. El olor metálico de la sangre ya no
nublaba su mente. Boston podía pensar más allá de la niebla roja que había
estado zumbando en su cabeza. —¿Cómo lo haces? —preguntó Boston— ¿Es
porque soy un neófito?
—Joder, no —respondió Mason—. Todavía tengo problemas cuando
huelo sangre e intento no cambiar. No creo que ningún cambia formas pueda
manejarlo. Incluso Rick se siente afectado a veces.
—¿Qué pasa con Sasha? —preguntó Boston. No estaba seguro por
qué, pero en el momento en el que posó sus ojos en el gato quedó fascinado.
Tal vez, fue el hecho de que Sasha había estado en su forma animal. Boston
no estaba seguro. Pero en su mente sabía que sufría algún extraño tipo de
culto al héroe.
—Tampoco lo controla por completo.
Boston asintió mientras miraba sobre su hombro, viendo la carretera
frente a ellos. —¿Qué vamos a hacer? Mi padre me dijo que los policías
comprueban buscando sangre irregular.
—Nos haremos el test —respondió Mason. El hombre lo hacía sonar
tan simple, pero Boston sabía que no lo era. Estaban arriesgándose bastante.
—¿Por qué no podemos simplemente darnos la vuelta e ir por una ruta
diferente? 178
Mason cruzó sus brazos sobre el pecho, mirando detrás de él hacia la
carretera frente a ellos, y luego sacudió su cabeza. —Porque este es el
camino más rápido hacia Nueva Orleans. Incluso si nos las arreglamos para
darnos la vuelta, habrá otros bloqueos. Tenemos que pasar por ellos.
—¿Qué pasa si no funciona? —Boston verbalizó sus miedos—. ¿Qué
pasa si descubren que somos cambia formas? Puede que mi padre me haya
mantenido protegido, pero sé que los pueblos están desiertos y las ciudades
también. Nadie va a ayudarnos.
Mason ahuecó su rostro. —Tienes que mantenerte calmado, Boston. Si
entramos en pánico ahora, si cedemos ante nuestros miedos ganarán. La
única manera en la que vamos a lograr atravesar todo esto es si trabajamos
juntos. Siéntate atrás. Quiero que te sientes entre Howard y Lillian. Me
sentaré delante.
Boston asintió rápidamente. Quería salir, ver que estaba pasando en el
mundo, pero su padre no se lo permitió. Ahora que estaba aquí afuera,
Boston quería regresar a su casa.
Pero nunca podría volver a casa.
Todo lo que conocía se había desvanecido, y tenía que ir donde iba el
grupo de Rebeldes.
7
Buttercup: Ranúnculo o botón de oro es un tipo de planta.
Capítulo Veintitrés
Rick se abstuvo de la reunión con el secuestrador de Samantha. El
hombre no tenía nada y Rick tenía la tarjeta de datos. Jordison y Corrigan
iban a reunirse con Rick y el grupo en la casa de Deluca y Brooke. Todos
acordaron que sería mejor entregar a Samantha en la seguridad de la casa de
Nueva Orleans. No sólo iba a ver a sus ahijados, Edward había llamado y dijo
que él e Isabelle también iban a reunirse con Rick.
Rick no podía esperar para conocer a su sobrino. Edward le había
agradecido a Rick por rescatar a su primo Phillip del centro de detención y el
rey rata sonaba mejor que nunca antes. Remus también iba a venir con ellos.
Frisk, uno de los miembros de la manada de Edward, había ido a
ayudar a otro grupo de Rebeldes.
—¿Qué crees que vayan a hacer cuando no aparezcamos en la
reunión? —preguntó Dorian tranquilamente junto a él—. No creo que vayan
a inclinarse por la gratitud.
Rick tampoco lo creía. Aun cuando Beastman había alterado el virus,
185
Rick estaba aterrado de que la tarjeta de datos cayera en las manos
equivocadas. ¿Qué pasa si averiguaban lo que había hecho el conejito y lo
revertían? Rick no estaba dispuesto a arriesgarse.
Pero algo le decía que no destruyera la tarjeta de datos. Su instinto le
decía que la guardara. —No estoy seguro, gatito. Pero si aparecemos, sólo
estamos pidiendo ser asesinados.
—Todos sabemos que es una trampa, pero no tengo un buen
presentimiento sobre esto. —Dorian se acomodó en su asiento, mirando por
la ventana a su derecha. Rick extendió su mano y agarró la mano de su
pareja, colocándola en su muslo mientras conducía. Tampoco tenía un buen
presentimiento. Rick no estaba seguro de qué se trataba ese presentimiento,
pero el peso se asentó en su estómago como el plomo.
Podía oír a los otros cambia formas charlando suavemente en la parte
trasera, pero la mente de Rick estaba trabajando horas extra.
No había forma de que la persona o personas que habían estado tras la
tarjeta de datos todo este tiempo se rindiesen así sin más cuando Rick y su
grupo no aparecieran. La información en la tarjeta era demasiado
importante.
¿Entonces qué iban a hacer? ¿Qué iban a hacer cuando Rick no
apareciera? Tal vez necesitaba ponerse en contacto con otros grupos de
Rebeldes en esta área y montar un plan estratégico sólo en caso de que las
cosas salieran mal. Rick se metió en un pequeño centro comercial. Toda la
zona parecía estar desierta, pero había una RadioShack8 al fondo.
—¿Alguien tiene efectivo?
Sasha sacó su billetera. —¿Cuánto necesitas?
—Lo que sea que nos cueste adquirir móviles.
Sasha volvió a guardar su billetera en su bolsillo. —No tengo tanto
efectivo. ¿Por qué no haces como hizo Mason y escribes un IOU9? 186
Las cejas de Rick se alzaron. —¿Mason escribió un IOU?
—Y luego metió la lista de lo que cogió bajo la registradora —sonrió
Sasha—. Será bastante interesante que dejes una nota de deuda. Asegúrate
de firmar con tu nombre falso, así el dueño tiene un pedacito de historia
cuando todo esto haya terminado.
Rick se rio entre dientes mientras salía de la camioneta. —Me
aseguraré de dejarle una copia autografiada de uno de los carteles de se
busca.
Dorian salió de la camioneta, pistola en mano. —Sabes que esos
teléfonos tienen que estar activados.
—Estoy bastante seguro que Edward puede encargarse de eso. —Pero
también necesitaba usar el teléfono de la tienda. Sólo esperaba que
funcionara. Nada le aseguraba que había electricidad en esta zona.
8
Es una cadena de tiendas estadounidense que vende artículos electrónicos.
9
Un documento firmado que reconoce una deuda.
Rick trató de abrir la puerta, aun cuando sabía bastante bien que
estaba cerrada, y luego miró a su alrededor. El estacionamiento estaba
desierto, pero estar tan cerca de Nueva Orleans lo hacía ser extra precavido.
Los hombres que los perseguían también se hallaban cerca.
Maniobró la cerradura hasta que la puerta por fin cedió y luego entró
sigilosamente. Dorian se quedó parado en la puerta, vigilando. Rick reunió los
móviles rápidamente, y luego anotó lo que había tomado en una libreta junto
a la registradora. Una vez que tuvo los teléfonos en la bolsa, Rick probó el
teléfono de la tienda, estaba aliviado de escuchar el tono de llamada.
Marcando rápidamente, Rick se apoyó contra la pared, sus ojos
revolotearon por cada centímetro de la tienda, atento a cualquier ruido
mientras sonaba el teléfono.
—¿Hola?
—Necesito que descubras cuál es el grupo local de Rebeldes —dijo Rick
rápidamente.
—¿Dónde estás? 187
—Cerca de Nueva Orleans. Estoy en Luisiana.
—Esos deberían ser los hombres lobo. Apunta este número.
Rick lo hizo.
—El nombre del alfa es Fury. Es un imbécil, pero según la información
que recibí, está tan dedicado a esta guerra como nosotros. Ayudará.
—Gracias, Clyde.
—Sólo mantente a salvo. He estado oyendo rumores de que las fuerzas
armadas se están reuniendo aquí. No sé si es porque se corrió la voz de que
los más buscados se están reuniendo en la ciudad, o si viene algo más. Justo
ahora mi grupo está ayudando a Freedman a montar un plan de ataque para
desmontar el último centro de detención. Ese soldado está empecinado en
sacar a su amigo.
Un estremecimiento recorrió la columna de Rick. Sabía que el lugar
estaba fieramente guardado. No iban a arriesgarse. Rick no estaba seguro de
qué iban a hacer ahora que tenían el virus o que él tenía el virus. ¿Seguían
experimentando con cambia formas? —Me mantendré bajo el radar.
—Eso espero. Los grupos de Rebeldes a lo largo de la nación están
listos para moverse en cuanto des la señal. Sólo di una palabra y estaremos
reunidos dentro de una semana.
—¿Recuerdas nuestra conversación cuando nos reunimos por primera
vez? —preguntó Rick.
—Sí, y todavía creo que eres el hombre adecuado para el trabajo. No
dejes que la duda empiece a disuadirte de lo que tienes que hacer, Rick.
Necesitamos comenzar a dirigirnos hacia Washington. Ha estado demasiado
quieto por allá. No estoy muy seguro de qué están planeando, pero
necesitamos voltear el tablero.
Rick mordisqueó su labio inferior por un momento y luego habló. — 188
Tengo algo en mi poder, pero no estoy seguro de que hacer al respecto. —
Rick le explicó crípticamente a Clyde sobre la tarjeta de datos y cómo
Beastman había jodido la fórmula.
El hombre oso emitió un grave silbido. —Creo que sé qué puedes hacer
con ella.
Bien, porque Rick no tenía ni idea. Había sido desarrollado para dañar a
los cambia formas. No sabía qué podía hacer para asustar a los humanos con
la tarjeta. —Cuéntame.
—Necesitamos encontrarnos cara a cara. Encárgate de lo que sea que
tengas que hacer en Nueva Orleans y luego reúnete conmigo en las Dakotas.
Si no he muerto ayudando a Feedman, entonces hablaremos. —Clyde hizo
una pausa—. Sin importar lo que hagas, no pierdas la tarjeta.
—Te llamaré cuando estemos cerca de ti. —Rick colgó y luego marcó el
número que le había dado Clyde. Cuando respondió el alfa de los hombres
lobo, Rick le explicó quién era rápidamente.
—El famoso Enrique Marcelo. ¿A qué debo tal honor?
—Estoy en Luisiana. Tengo el presentimiento de que me darán la
bienvenida cuando me encuentre con algunos amigos en Nueva Orleans.
—Señala la hora y el lugar y me aseguraré de que tengas ojos en lo alto
de los árboles.
Rick le dio el lugar y la hora y luego colgó. Agarró la bolsa con los
teléfonos y cargadores que estaban sobre el mostrador y salió rápidamente
de la tienda. Sabiendo que tendría ojos en la casa de Brooke, se sentía
ligeramente mejor sobre lo que estaba pasando.
Ni siquiera estaba seguro de que alguien supiera acerca de la casa en
Nueva Orleans, pero era mejor errar por precaución considerando que todos
aquellos por quiénes se preocupaba iban a reunirse en esa única ubicación.
189
Capítulo Veinticuatro
Sasha se quedó parado en la sala de estar cuando llegaron a la casa de
Nueva Orleans. Observó cómo Rick jugaba con sus ahijados y todos se
paraban a su alrededor para que les prestara atención. Samantha debía de
llegar mañana, junto con la hermana de Rick y su familia.
A pesar de que la casa estaba muy fortificada, Sasha sabía que tenían
que trasladar a todos a otra ubicación, algún lugar desconocido y bien
escondido. Está casa era demasiado vulnerable, estaba demasiado expuesta.
Si alguno de sus enemigos se enteraba de la reunión de mañana, este sería el
punto más caliente de los Estados Unidos.
Sus enemigos no sólo correrían hasta aquí, sino que la recompensa de
la mayoría de las cabezas de los hombres de esta habitación era astronómica.
Podrían fundar un pequeño pueblo si reclamaban la recompensa de cada
cabeza, incluida la de Sasha. Había otros que ni pestañearían al volverse en
su contra.
Sasha estaba agradecido por los Rebeldes que se habían ofrecido como 190
voluntarios para mantener un ojo en el lugar, pero no confiaba en ellos.
Diablos, no los conocía. Esta reunión de los Rebeldes más buscados era una
tentación demasiado grande incluso para la mayoría de los bien
intencionados.
—Aterrador, ¿verdad? —preguntó Selene cuando se trasladó junto a
Sasha. Metió sus manos en sus bolsillos traseros, mirando a la gente que los
rodeaba. —Tantos amigos, tantos hombres buscados.
—Somos cambia formas. Somos gente perseguida sólo por nuestro
ADN licantrópico.
Ella le dio una mirada cortante. —Sabes lo que quiero decir.
Lo sabía. —Creo que deberíamos sacarlos a todos. Está casa no es el
lugar más seguro. —Sasha no podía ahuyentar la sensación de que iba a
pasar algo cuando llegaran todos.
—Desafortunadamente, eso no es nuestra decisión. —Selene cruzó la
habitación, los ojos de Sasha pegados en el meneo de sus caderas. ¿Esa
pequeña zorra estaba seduciéndolo? El leopardo en su interior descubrió sus
dientes, deseando darle un mordisco.
Contuvo al leopardo… por ahora. La bestia quería lanzar a Selene sobre
el piso y montarla, morder su cuello reclamándola. Siguió a la loba, sus ojos
nunca abandonaron sus curvas mientras Selene entraba en el dormitorio que
les habían dado para esta noche.
Sonrió para sí cuando vio a Nate sentado en la cama, observando las
noticias. Silenciosamente, cerró y le puso el seguro a la puerta. Tenía planes
muy retorcidos que incluían joder a ese gran hombre.
Por supuesto, Sasha no esperaba que Nate cediera fácilmente, pero
Sasha esperaba con ansias la pelea por la sumisión tanto como el sexo en sí.
Su polla se tensó ante las imágenes de Nate luchando desnudo.
Selene tomó asiento en una silla de apariencia cómoda junto a la cama, 191
sus ojos fijos en la televisión. Iba a darle un show que no olvidaría pronto, y
luego iba a asegurarse de que se les uniera.
La imagen de tenerlos a ambos era realmente erótica.
Además, quería fastidiarlos por permitir que les hicieran daño. Los
protectores y posesivos pensamientos nublaron su mente, acercándolo a la
cama. Sasha se extendió acostándose sobre su estómago mientras escuchaba
la transmisión.
Hoy cientos están marchando en las calles de Washington como señal
de protesta en contra de la guerra. Muchos creen que el descubrimiento de los
no humanos no es más que una maldición en la sociedad, mientras otros creen
que toda vida es valiosa.
El número de infectados ha aumentado vertiginosamente, y las fuentes
militares creen que las medidas primarias de defensa contra las especies
deben estar basadas en la munición de plata y ultravioleta. Si llegarán a
aparecer no humanos tendrían una sensibilidad fatal ante aquellas medidas.
Los Test de Anomalías Sanguíneas han probado ser defectuosos, pero el
gobierno asegura a la gente de los Estados Unidos que aquellos presuntos
infectados serán detenidos para realizarles pruebas más exhaustivas.
En otras noticias, la bolsa de Wall Street se ha desplomado al nivel más
bajo de todos los tiempos…
Sasha desconectó de las noticias. Sabía muy bien que aquellos
presuntos infectados no eran detenidos para hacerles exámenes más
exhaustivos. Sacó las noticias de su mente, regresando al interés inicial
cuando entró en la habitación. Manteniendo su cabeza fija en la televisión,
Sasha se estiró y pasó las puntas de sus dedos sobre la piel expuesta justo
sobre la pretina de Nate.
El grueso pulgar de Nate presionó el control remoto, pero Sasha podía
oler la creciente excitación del hombre flotando en el aire. Inundando sus
pulmones la dulce fragancia, Sasha se inclinó y lamió un sendero a través de
la suave piel de Nate. Podía sentir un fino temblor recorriendo el cuerpo de
Nate, pero el hombre no se movió. Era como si estuviera esperando para ver
cuál sería el próximo movimiento de Sasha. 192
Sasha no se dejó engañar. Este poderoso hombre no iba a permitir que
Sasha lograra su cometido. Nate lo estaba sintiendo, sólo permitiéndole ir tan
lejos.
La lujuria clamaba dentro del cerebro de Sasha mientras la necesidad
de tener a Nate transportó afiladas agujas de sensación sobre cada
terminación nerviosa y directo a su polla. Sasha sabía, oh, cómo sabía que
Nate no iba a retorcerse debajo de él, pero sabía que esta noche efectuaría
un reclamo.
Dos de hecho.
Alisando su mano contra la piel de Nate, la subió por los fuertes
músculos de la espalda de Nate, sintiendo las ondulaciones de deseo
provenientes del hombre lobo. Sasha enterró su lengua aún más abajo,
siguiendo la costura de la pretina y luego la punta de su lengua lamió el lugar
donde comenzaba el pliegue de Nate.
Nate siseó.
La polla de Sasha era un pedazo de acero puro, estrangulada en sus
vaqueros mientras se arrodillaba. Con ambas manos, Sasha se quitó la camisa
lanzándola a un lado. Pensó que Nate lucharía cuando agarró el dobladillo de
la camisa del hombre, pero Nate levantó sus brazos y permitió que Sasha se
la quitara por la cabeza.
Presionó su pecho contra la acalorada espalda de Nate. El contacto piel
con piel era impresionante. Con malicia, su hambre se alzó al frente de sus
sentidos. La única cosa que Sasha podía pensar era en tener a Nate, poseerlo,
convertirlo en su pareja.
Cuando Nate agarró a Sasha y lo tiró sobre sus musculosos muslos,
Sasha ni siquiera intentó moverse. Le interesaba mucho ver a donde iba esto.
Dio un bajo ronroneo mientras Nate agarraba su cabello y tiraba de él. —
¿Qué planeas hacer, Nate? —bromeó Sasha.
En vez de responderle, Nate agarró con fuerza el cabello de Sasha, el
gruñido gutural que abandonó los labios del hombre lobo fue la única
advertencia que tuvo Sasha antes de que sus bocas colisionaran. La lengua de
Nate frotó la suya, en ese beso se hallaba la lucha por la dominación. 193
Sasha podía sentir el alborotado placer alzándose dentro de Nate antes
de colocar las palmas de sus manos en el amplio pecho y empujar,
tumbándolos en el otro extremo del colchón. —Sométete —gruñó Sasha.
Nate volvió a tirar de su pelo, sus ojos verde jade empezaron a llenarse
con pequeños destellos de color amarillo. —Ya quisieras.
Sus caderas corcovearon, moliendo su polla en la tela de los vaqueros
de Nate. —Sabes que quieres tener mi polla enterrada en tu apretado
trasero, Nate. Admítelo.
Sasha podía oler la dulce excitación femenina llenando el aire y sabía
que Selene estaba sentada en la silla con las piernas cruzadas bajo su cuerpo,
observándolos. Sasha extendió la mano y desabrochó los vaqueros de Nate,
bajando el cierre lentamente mientras tomaba los suaves labios de Nate en
otro abrasador beso. El beso no estaba destinado a ser suave, ni gentil. Era
una poderosa batalla que tenía intención de ganar.
Gruñendo en la boca de Nate, Sasha dijo: —Selene, quítale los
pantalones.
Cuando titubeó, Sasha apartó su cabeza, efectivamente removiendo el
agarre que Nate tenía sobre él. Con sus veloces reflejos, Sasha apresó las
muñecas de Nate a ambos lados de la gloriosa cabeza del hombre. —
Quítaselos, Selene.
—¿Estás forzándome? —preguntó Nate entre pequeños jadeos.
Sasha lamió el labio inferior del hombre. —Créeme, para cuando haya
terminado de jugar contigo, estarás rogando. —El húmedo calor de la lengua
de Nate, la satinada suavidad de los labios del hombre lobo debajo de los
suyos, eran como un narcótico del cual no podía desprenderse.
Sasha quería consumir al hombre.
Levantando sus caderas, Sasha continuó atacando la boca de Nate
mientras Selene le quitaba los pantalones. Cuando Nate luchó contra sus
muñecas apresadas, Sasha le dio un gruñido de advertencia. Era bajo y vibró
en su pecho.
—¿Crees que tomarme será así de fácil? —preguntó Nate.
194
—Realmente espero que no —respondió Sasha con honestidad justo
antes de que Nate invirtiera su posición, fijando a Sasha contra el colchón. Un
bajo gemido abandonó sus labios cuando vio que Selene había tenido éxito
deshaciéndose de los pantalones del hombre. Giró su cabeza para verla
parada junto a la cama, sosteniendo los vaqueros de Nate en sus brazos y
mirándolos con los labios ligeramente separados. Sus ojos, de ese color verde
amarillento, estaban abiertos ampliamente debido a su agitada excitación.
—¿Qué tal si en vez de eso follo tu culo? —Nate gruñó el desafío—.
¿Te gustaría sentir mi gruesa polla estirando tu culo?
Una afilada respiración fue exhalada de los pulmones de Sasha, no sólo
por la sensación de la piel repentinamente ruborizada contra la de Nate, sino
por la sugestiva amenaza.
Sasha lamió un largo sendero cruzando la clavícula de Nate y emitió un
bajo y provocativo ronroneo. —Si crees que puedes hacerlo, entonces hazlo.
—Con fuerza bruta, Sasha salió de debajo de Nate y se posicionó arriba,
presionando el pecho del hombre contra el colchón—. Pero no creo que seas
lo bastante rápido, botón de oro. —Meció sus caderas, frotando su miembro
cubierto por el vaquero en el culo del hombre—. Te gusta eso, ¿verdad? —
Apretó sus manos en las muñecas del hombre.
—Te lo advertí —gruñó Nate.
Sasha se inclinó colocando un suave beso en la oreja del hombre. —
¿Qué? ¿Vas a dispararme?
Cuando unos suaves dedos empezaron a desabrochar los pantalones
de Sasha, este ronroneó su aprobación. Selene se los quitó rápidamente.
Maldición, era una joya. Tan pronto como su polla estuviera enterrada en el
diminuto agujero del hombre, iba a tener que asegurarse de que fuera bien
recompensada.
Y reclamada.
Ninguno iba a salir de esta habitación hasta que Sasha los hubiese
hecho suyo. Sasha ladeó su cabeza. —Ven aquí, mi pequeña zorra. —Selene
se acercó y Sasha mordió su labio inferior—. Hueles tan malditamente dulce.
Tu coño está húmedo, ¿verdad? —Mientras Sasha hablaba, dejó que su
liberada polla recorriera arriba y abajo la ranura de Nate. 195
Selene asintió.
—Dame un minuto para convencer a este glorioso hombre que me
permita joderlo, y jugaremos contigo con el mismo afán, bebé.
Sasha tenía sus caninos sujetos en el hombro de Nate, sin romper la
piel y gruñía contra la carne. —Sométete.
—Jódete —respondió Nate acaloradamente.
—Oh, planeo hacerlo. —Sasha liberó el hombro del hombre y frotó su
mejilla a lo largo de la suave piel—. Dime, Nate. ¿Te gusta el ángulo de mi
triángulo10 contra tu culo?
Nate giró su cabeza, sus cejas estaban fruncidas. —¿Tú qué?
Sasha se sumergió rápidamente en la boca de Nate, en el cálido poder
de esos sedosos labios antes de estirarse y pasar la punta de un solitario
dedo a lo largo de la entrada del hombre.
10
El juego de palabras se pierde un poco al traducirse al español.
Nate se estremeció.
—Puedo hacer que realmente disfrutes de esto, cariño —susurró en el
oído de Nate—. Puedo hacer que te deshagas, dándote tanto placer que tu
mente explotará. Confía en mí, Nate. Dame lo que quiero.
Sasha se deslizó por el cuerpo del hombre y separó las apretadas
nalgas del bonito y respingón culo del hombre. Su lengua revoloteó mientras
probaba el culo de Nate por primera vez. El aroma almizclado atravesó los
sentidos de Sasha mientras era engullido por las llamas del deseo.
Nate se arqueó, presionando su culo más cerca de los labios de Sasha.
Sasha deslizó una mano por debajo de Nate ahuecando sus bolas y
masajeándolas en su mano. Usó su mano libre para asir el brazo de Selene y
luego la tiró hacia ellos.
Sin que le dijeran qué hacer, Selene se deslizó bajo Nate y tomó la polla
del hombre lobo en su boca. Sus labios se extendieron, sus mejillas se
ahuecaron. Sasha ronroneó antes de volver a lamer el culo del hombre.
Nate gruñó, su culo se levantó más mientras permanecía sobre sus 196
manos y rodillas. Sasha estiró su brazo y comenzó a jugar con el coño de
Selene usando su pulgar para circundar su hinchado clítoris. Nate y Selene se
retorcían de placer, sus aromas combinados inundaban la habitación con su
abrumadora excitación.
Usando nada más que su saliva, Sasha deslizó la punta de su dedo en el
apretado culo del hombre. Dios, los músculos se aferraron a su dedo como
una abrazadera. Sasha iba a asegurarse de que el hombre estuviera bien
relajado y estirado antes de tomarlo.
Nate se quedó quieto.
Sasha mordió una nalga mientras deslizaba lentamente un dedo en su
interior.
—Sasha. —La voz de Nate sonó grave y deliciosamente rasposa.
Sasha podía sentir los músculos internos, flexionándose, ordeñando al
dígito invasor. Sasha deslizó su dedo hasta el fondo, y luego lo retiró,
repitiendo esto una y otra vez hasta que Nate empezó a relajarse.
—Jode a Selene, Nate —le instruyó Sasha, apenas podía mantener el
control. Selene se movió hasta quedar debajo de Nate por completo y luego
envolvió sus piernas alrededor de la gruesa cintura del hombre. Con su dedo
aún enterrado profundamente en el culo de Nate, Sasha observó cómo los
delgados dedos de Selene agarraban la polla del hombre y la colocaba en la
entrada de su coño.
Gemidos desesperados empezaron a llenar los oídos de Sasha mientras
Nate se adentraba centímetro a centímetro, conduciéndolos a un mundo de
hambre sensual, calor y anhelo que sólo aumentaba más y más. La polla de
Sasha pulsó mientras alcanzaba bajo Nate, sintiendo que la polla del hombre
se asentada en las profundidades de coño de Selene.
Sasha volvió a lamer el culo de Nate, lenta, oh tan lentamente,
insertando otro dedo y estremeciéndose ante la ajustada sensación. Su polla
se contrajo, palpitando, enviando a Sasha casi hasta el punto del orgasmo
deleitándose en las imágenes que plagaban su mente, imágenes eróticas de
él enterrado profundamente en el interior de Nate.
Cuando Nate empezó a moverse dentro de Selene, Sasha jodió el culo 197
del hombre con sus dos dedos, abriéndolos como tijeras, estirando los
músculos. Los gemidos de Nate se volvieron más sonoros, sus poderosos
muslos temblaban.
Sasha se inclinó presionando sus labios en los de Selene mientras sus
dedos continuaban preparando el cuerpo de Nate para su invasión. Ella gimió
contra su boca, sus uñas raspando sus hombros.
Para su sorpresa, Nate se unió al beso. Fue un poco mojado, sus labios
y lenguas chocaban una contra las otras, pero era tan malditamente sensual
que Sasha casi olvidó que necesitaba tomarse su tiempo con Nate.
Deseaba al hombre, desesperadamente.
—Lubricante —gimió Nate—. Usa lubricante.
Indudablemente, Sasha sonrió triunfante. Sabía que al final el hombre
terminaría rogando. Sasha se bajó de la cama e hizo una carrera contrarreloj
hacia su bolsa. Cogió el lubricante de su interior y regresó con Nate antes de
que el hombre pudiera recuperar el aliento o cambiar de opinión.
Qué bien que Mason le dijo que llevara una botella completa. Puede
que tal vez la necesitara ahora que estaba con ambos lobos.
Con sus dedos bien cubiertos volvió a deslizarlos en el culo del hombre.
Sólo ahora Sasha añadió un tercer dedo.
Nate gruñó.
No había nada más sexy, nada que estuviera tan lleno de lujuria y
excitación sexual como estos debajo de él. Sasha luchó contra la creciente
necesidad que le incitaba a tomar a Nate ahora. Su eje estaba tan lleno que
era casi doloroso.
—Dios, jódelo —suplicó Selene—. Por favor, jódelo.
Sasha se quedó mirando sus ojos nublados por la excitación. —
¿Quieres ver?
Ella se lamió los labios secos y dio un ligero asentimiento.
Sasha quitó sus dedos, lubricó su polla, y con una temblorosa mano
presionó la cabeza roma de su pene en la estrecha entrada de Nate. 198
Nate no detuvo a Selene cuando se retorció bajo él, liberándose y
después se arrodilló junto a los dos. Sasha agarró su mano, envolviendo sus
delicados dedos alrededor de su eje mientras empezaba a entrar en Nate
lentamente.
La respiración de Selene se volvió dificultosa mientras sus ojos se
mantenían fijos en la polla de Sasha. —Se ve jodidamente impresionante,
¿verdad?
—Dios, sí —susurró ella.
—La próxima vez voy a joder tu coño mientras Nate jode tu culo —
ronroneó en su oído. Se adentró un poco más—. Vamos a llenarte, mi
pequeña zorra.
Selene movió su mano, pero sus dedos seguían posados en la polla de
Sasha cuando por fin se asentó dentro del caliente y apretado culo de Nate.
Sus piernas empezaron a temblar mientras luchaba intentando no empujar
contra la tierna carne del hombre. Sasha esperó a que Nate se relajara, para
que su cuerpo aceptara la invasión de su polla.
—Muévete —gruñó Nate.
—Muévete —repitió Selene en un susurro.
Sasha agarró los hombros del hombre y empezó a moverse
lentamente. Él y Selene, observaron cómo su pene entraba y salía del culo de
Nate. Cuando Nate no protestó, Sasha comenzó a moverse con mayor
rapidez.
Los ojos de Selene los observaron acaloradamente, resplandecientes y
necesitados. Sasha liberó una mano del hombro de Nate y metió sus dedos
en las profundidades de su húmedo coño. Selene sujetó uno de sus hombros,
dejando caer su cabeza mientras Sasha la jodía con su mano.
Pero no era suficiente.
Sasha quería más.
Salió del culo de Nate y palmeó su muslo. —Ponte de espaldas.
Nuestra chica quiere cabalgar.
Nate se movió hasta quedar de espaldas. Sasha enganchó sus manos 199
por debajo de las rodillas de Nate y lo acercó de un tirón, volviendo a
empujar dentro del calor abrasador de su cuerpo. Se quedó quieto mientras
Selene deslizaba una pierna sobre las caderas de Nate y se inclinaba hacia
adelante. Sasha agarró la polla de Nate y la sostuvo en su lugar mientras ella
se deslizaba lentamente.
Qué vista más increíble.
Cuando Selene comenzó a moverse, Sasha también lo hizo. —¿Te gusta
el placer doble? —le preguntó Nate.
—Oh, demonios —gimió Nate—. Joder, sí.
Sasha sonrió mientras se movía más rápido, embistiendo más
profundo. Los músculos se aferraban a su pene con tanta fuerza que Sasha ya
estaba tambaleándose en el borde. Se enfocó en la delgada espalda de
Selene, viendo cómo el sudor brillaba en su piel. Se inclinó y lamió un largo
sendero que subía por su espalda y luego mordisqueó su hombro. —Voy a
reclamarte, mi pequeña.
Sin decir ni una palabra, Selene se echó hacía atrás, apoyando su
cabeza en el pecho de Sasha. Besó su mandíbula mientras embestía el culo
de Nate con más fuerza. Cuando bajo la mirada para ver a Nate, el hombre
estaba observándolos intensamente, sus ojos estaban tan vidriosos como los
de Selene.
Sasha le guiñó un ojo mientras estrellaba su polla contra el cuerpo de
Nate. Los ojos del hombre rodaron hacia la parte posterior de su cabeza
mientras Selene montaba a Nate con más entusiasmo.
—Oh, dios… Nate… cerca —empezó a murmurar Selene.
Nate agarró sus caderas embistiendo hacia arriba mientras Sasha
empujaba hacia adelante. Su ritmo era una cosa hermosa, al mismo tiempo
que Selene arqueaba su espalda y gritaba su clímax. Sasha lamió su hombro y
luego mordió su suave piel con mucha fuerza. Nate la reacomodó,
mordiendo su otro lado.
Selene gritó de nuevo cuando la reclamaron.
Cuando empezó el declive, ambos hombres liberaron sus dientes de su 200
carne y la bajaron lentamente para apoyarla contra el pecho de Nate.
Los caninos de Nate estaban relucientes, haciéndolo lucir tan
jodidamente bien que Sasha redobló sus esfuerzos y se movió a la velocidad
de la luz, arremetiendo contra el cuerpo del hombre. —Ven aquí para que
pueda reclamarte —gruñó Sasha.
Nate colocó gentilmente a Selene junto a él en la cama y luego posó su
mano tras el cuello de Sasha, jalándolo hacia abajo. Al mismo tiempo, ambos
hundieron sus caninos en el otro. Gruñó con fuerza cuando su polla explotó
dentro del ardiente canal de Nate.
Selene se movió hasta quedar justo al lado de ellos y luego hundió sus
dientes en el otro lado del hombro de Nate. Nate gritó, su semilla hizo
erupción en su pecho mientras Selene removía sus dientes y mordía a Sasha.
Otra ola de poderosas erupciones atravesaron a Sasha de golpe cuando
se corrió de nuevo. Ambos estaban reclamándolo, ambos querían que fuera
suyo. La revelación lanzó a Sasha sobre el borde. Selene no tenía por qué
reclamarlo. Nate no tenía que corresponder la mordida.
Pero lo hicieron.
Jadeó con fuerza, su boca se secó cuando Sasha liberó su hombro y
apoyó su frente en su sudoroso pecho.
Ahora había sido reclamado.
Sasha le pertenecía a Nate y Selene.
Ya no iba a sentirse como el ser más solitario en este mundo.
Tenía una hija, pero tener una pareja, dos parejas, llenaba el profundo
vacío interior que Sasha llevaba cargando durante años.
—Míos —gruñó con suavidad—. Ambos son míos.
—Supongo que eso significa que no puedo dispararte —bromeó Semen
acostándose de espaldas en la cama.
Sasha salió del cuerpo de Nate, sintiéndose saciado y exhausto. —Oh,
estoy seguro que lo intentará, mi pequeña.
—Definitivamente lo hará —concordó Nate—. Definitivamente lo hará.
201
Capítulo Veinticinco
Selene se despertó por el olor a tocino y el sonido de voces. Por un
momento se quedó ahí acostada escuchando y luego rodó a un lado de la
cama. Nate y Sasha no estaba en la habitación.
Dirigiéndose hacia el baño, Selene tomó una ducha rápida y después se
vistió. Salió de la habitación, siguiendo las voces. Para su sorpresa, el enorme
cuerpo de Nate estaba en el piso jugando con el pequeño Kell y algún otro
niño pequeño. Los dos estaban escalando sobre Nate como si fuera una
montaña. El sonido de la risa del hombre hizo que Selene sonriera.
—¿Quién es tu otro amigo? —preguntó.
—Su nombre es Christian, pero todos lo llaman Chris —respondió
Nate—. Es el hijo adoptivo de Lillian y Howard.
Selene miró al niñito y supo que efectivamente era un cambia formas.
Interesante. A medida que se adentraba en la habitación, vislumbró a Sasha
sentado en el sofá con Peanut, la sobrina de Willow, y una niña de unos siete 202
años con el cabello negro largo y brillante y ojos gris azulado.
Esta debe ser Samantha.
Selene apoyó su hombro en el marco de la puerta mientras observaba
a Sasha acariciar su cabeza, sonriéndole mientras le hablaba suavemente. Un
dolor desconocido comenzó a nacer en su pecho mientras veía interactuar a
padre e hija. Samantha sonrió, sus ojos resplandecían, y entonces se rio.
Sasha también se rio.
Se sentía como una intrusa en algo muy personal. Ambos hombres
eran poderosos cambia formas, pero viendo a Nate rodando en el piso con
los dos niños, y a Sasha secreteándose entre susurros con las niñas, Selene
no estaba segura de qué hacer.
Justo entonces Sasha giró su cabeza y le sonrió. —Sammy, esta es
Selene, mi pareja.
Selene no era tímida. Había peleado hasta conseguir la posición que
tenía como uno de los ejecutores de Rick, pero cuando Sammy se giró hacia
Selene con sus conocedores ojos, quería encogerse y esconderse.
Sintió como si no estuviera a la altura del escrutinio de la niña
pequeña. Después de todo, ahora estaba apareada con el papi de la niña. La
niñita lanzó su cabello sobre su hombro y le sonrió a Selene. Buen señor, era
la misma sonrisa que Sasha usaba la mayoría del tiempo cuando actuaba
juguetón. Al parecer Sasha era una gran influencia en la vida de esta niña.
—Es un placer conocerte.
Selene estaba realmente nerviosa mientras entraba en la sala de estar
y se sentaba en el otro extremo del sofá. Podía oír a los otros hablando en
alguna parte del vestíbulo, pero sentía los ojos de Sammy evaluándola.
—Compórtate, Sammy —le advirtió Sasha con un tono paternal—. No
es de nuestra manada.
Esa declaración realmente le dolió hasta que Sasha se giró hacia
Selene, sonriéndole y guiñándole un ojo. —Selene es más agradable que las
mujeres leopardo.
203
Selene estaba a punto de responder cuando se le pusieron los pelos de
punta. Miró a su alrededor y se levantó. Sasha también se levantó, mirando
por toda la habitación al mismo tiempo.
—Corre —susurró Peanut desde el sofá—, están aquí.
Papi, uno de los padres de Brooke, entró en la sala de estar, mirando a
todos con los ojos amplios. —¡Bajen al búnker, ahora!
Selene no titubeó. Agarró a Peanut mientras Sasha recogía a Sammy.
Nate se levantó del piso y agarró a ambos niños en segundos. Corrieron hacia
las escaleras que conducían al sótano, el resto de los habitantes de la casa los
seguían de cerca cuando sonó la primera explosión, estremeciendo los
cimientos de la casa.
Rick, quien ya había bajado las escaleras, ayudaba a la mujer y a los
niños. Selene sostenía con fuerza a Peanut entre sus brazos mientras se
dirigía a la gran puerta que había al fondo. Se agachó cuando sonó otra
explosión, cayendo polvo desde las vigas del techo.
Cuando Selene entró en la habitación, vio los monitores en una de las
paredes, mostrando no sólo el interior de la casa, sino los terrenos
exteriores. Su mandíbula cayó cuando vio las unidades militares rodeando la
casa. —Santa mierda —susurró.
—Santa mierda —repitió Peanut.
Selene miró a la niña pequeña, pero Peanut sólo se encogió de
hombros. —Lo dijiste primero.
—No puedes repetir lo que digo — dijo Selene mientras se adentraban
más en la habitación con sólidas paredes de metal.
—¿Entonces por qué lo dijiste? —preguntó Peanut.
Selene no podía pensar en una explicación que sonara lo bastante
buena. —Sólo no lo repitas. —Miró a la pared de monitores para ver a uno de
los cambia formas lobo tirado en el piso frente a la casa. Estaba acostado en
una piscina de sangre, y Selene supo que los humanos habían encontrado al
grupo de Rebeldes que había estado escondiéndose encima de los árboles.
204
Esto no era bueno.
El sonido del llanto de un recién nacido llamó su atención. Selene miró
sobre su hombro para ver a Isabelle sosteniendo a su hijo, Edward, a su lado.
Escaneando la habitación, vio los rostros de tantos jóvenes, tantos niños
inocentes. Trisha estaba parada cerca de Willow. Nate todavía sostenía a Kell
y Chris. Sasha tenía a Sammy acurrucada entre sus brazos mientras Boston
estaba parado cerca del leopardo. Rick tenía a uno de sus ahijados en brazos
y Dorian sostenía al otro.
Después estaban Bryson, Remus, Phillip, Benito, Miguel, Ian, Mason,
Brooke, Deluca, Papi, Papá, Laura, Howard y Lillian.
Era tan irreal.
Las personas que peleaban al lado de Rick, o lo ayudaban de una u otra
manera estaban ahí parados mientras observaban el monitor con miradas de
horror en sus rostros. Selene supo en ese momento que no podía permitir
que nada les pasara a estas personas. Todos habían tocado la vida de cada
uno de los otros de alguna manera, y significaban todo para el otro.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó con determinación plasmada en
su voz.
Papi golpeó unos cuantos botones y se deslizó uno de los paneles.
Había una puerta. —Agarramos las armas y pateamos algunos traseros.
Selene asintió mientras entregaba a Peanut a Edward y luego siguió a
Papi a la otra habitación. Sus ojos se ampliaron ante el almacén de armas
montado en una pared. Esta habitación podría hacer que cualquier dueño de
una tienda de armas se sintiera celoso. No tenía ni idea de qué eran la
mayoría, pero maldita sea, le picaban las manos por descubrirlo.
Rick, Sasha, Nate, Benito, Miguel, Brooke, Deluca, y Mason entraron
tras ella, todos tenían la misma mirada fiera en sus rostros. Selene agarró dos
pistolas de nueve milímetros, un rifle M16, y algo que lucía como si pudiera
hacer estallar medio edificio. También agarró algunos cuchillos,
asegurándolos con correas en sus muslos. —Recuérdame no fastidiarte —le
dijo a Papi. 205
Le guiñó un ojo. —Tú, querida, jamás tendrás que preocuparte por eso.
Todos agarraron armas a su elección, preparándolas. Papi levantó un
pequeño panel y golpeó unos cuantos botones, que abrió una puerta. —Este
túnel conduce al siguiente bloque. Papá y los otros hombres se quedarán con
las mujeres y los niños para asegurarse de que están a salvo.
Una de las cejas de Selene se alzó. —¿Paranoico?
—Preparado —respondió Papi.
Selene caminó detrás del hombre, los otros venían tras ella mientras se
apresuraban por el túnel. Todavía podía oír el ataque que tenía lugar sobre la
casa y sabía que tenían un tiempo precioso antes de que toda la estructura
colapsara.
Miró sobre su hombro cuando alguien sujetó su brazo.
—Ten cuidado —le advirtió Sasha con un gruñido. Selene se liberó de
su agarre.
—Tal vez ahora sí te dispare —dijo Nate—. A Selene no le gusta ser
mimada.
Selene le sonrió a Nate. —Qué bien que por fin te das cuenta de eso.
Nate emitió una risa baja mientras descendían por el túnel. —Siempre
lo supe. Pero eso no quiere decir que dejaré de preocuparme por ti.
Eso la enterneció. —Ídem.
—¿Y qué soy yo, hígado picado? —preguntó Sasha—. Si recuerdo
correctamente, fui quien los reclamó primero.
Selene palmeó a Sasha en la mejilla. —No te preocupes, protegeré tu
lindo trasero.
Sasha gruñó.
Nate se rio.
Llegaron al final del túnel. Selene dejó salir una profunda respiración
cuando Papi empujó la pesada puerta, abriéndola. Parecía que estaban en 206
algún tipo de sótano.
—Esta casa también es mía.
—¿Por qué no dejamos que los otros vinieran aquí? —le preguntó.
—Porque —dijo Papi—, están más seguros en donde se encuentran
ahora. Esas paredes no podrán penetrarlas con nada que tenga una fuerza
menor a una bomba nuclear.
Sabiendo que los otros estaban a salvo, Selene se apresuró a la
escalera del sótano y salió por la puerta trasera. La nublaba mañana estaba
llena de sonidos de disparos, explosiones y hombres gritando.
Selene salió, Nate y Sasha la seguían de cerca. Los otros corrían en
diferentes direcciones usando las casas sureñas como cubierta mientras se
encaminaban hacia la batalla. Selene sintió que su corazón se aceleraba
cuando vio algunos de los hombres lobo corriendo hacia ella.
—Perdimos a muchos hombres —decía uno de ellos—, pero seguimos
siendo muchos.
—Bien —respondió—. ¿Tenéis armas?
Le dio una obvia mirada. —Por supuesto.
Le frunció el ceño al cambia formas. —Estamos del mismo lado, por si
lo habías olvidado.
—Mujer, quédate detrás de mí. —Fue una declaración repleta de
testosterona.
Selene pasó junto a él, no tenía tiempo para demostrarle al bastardo
quién tenía las bolas más grandes. Puede que fuera una mujer, pero estaba
bastante segura de que podía vencer a este arrogante hombre. Chicos como
este siempre la subestimaban y normalmente, Selene estaba más que feliz de
probar que no era una mera nimiedad, pero hoy no era uno de esos días.
Lo ignoró cortésmente mientras se dirigía a los hombres que estaban
tratando de derribar la casa de Brooke. Una vez que la línea de visión quedó
despejada, Selene se congeló. El número de hombres la dejó atónita. Verlos
en el monitor presentaba una vasta diferencia que verlos de cerca.
207
Repentinamente Selene sintió que la adrenalina atravesaba la bruma
de sorprendida incredulidad. De repente se sintió viva, peligrosa, y sabía que
esta pelea les costaría mucho. Era un precio que todos los Rebeldes estaban
dispuestos a pagar con el fin de mantener su libertad.
212
Capítulo Veintiséis
Sasha bajó su arma y miró la carnicería que lo rodeaba con una
sensación de absoluta incredulidad. La batalla había sido una lucha dura y
difícil de ganar. Hubo pérdidas en ambos bandos, pérdidas horribles. El
número de muertos y heridos era astronómico.
Sasha no podía evitar preguntarse si todo había valido la pena. Estaban
peleando por su libertad y su derecho de vivir, ¿pero a qué costo? ¿Cuántas
personas habían muerto en ambos bandos con el fin de que uno de su
especie fuese capaz de caminar por la calle sin ser acosado?
¿Cuándo se volvía suficiente?
E incluso más que eso, ¿cuándo se acabaría? Parecía que el final no
estaba a la vista. Era una maldita batalla tras otra. Apenas podía respirar
sabiendo que una de sus parejas podría morir en cualquier segundo.
No estaban ganando la guerra.
Sólo estaban muriendo. 213
—Oye, necesitamos que nos ayudes a comprobar a los heridos y
ponerlos a salvo.
Sasha se giró y miró a Rick. —¿Eso es todo? ¿Sólo comprobar a los
heridos y avanzar a la siguiente maldita batalla? —La voz de Sasha estaba
bañada en desesperación y una sensación de desesperanza que no había
sentido desde que habían hecho la amenaza contra Sammy. Era debilitante.
La expresión de Rick era una mezcla de comprensión y una simple
advertencia. Sasha sabía qué era esa advertencia. Había usado esa expresión
con anterioridad. No jodas conmigo. —Los heridos necesitan ser atendidos,
Sasha, y necesitamos hacer planes para trasladarlos a todos lejos de aquí
antes de que aparezcan más soldados. Es obvio que ahora saben dónde está
la casa de Brooke. Este lugar ya no es seguro.
—¿E ir a donde, Rick? —Sasha ondeó una mano hacia la carnicería que
los rodeaba—. ¿A dónde podemos ir para que no nos sigan, descubran,
cacen, sacrifiquen, o todo a la vez? ¿Dónde estaremos a salvo? Estados
Unidos no es tan malditamente grande. Se nos van a agotar los escondites
bastante pronto.
—Sasha…
—No podemos seguir haciendo esto, Rick. Seguro, hemos ganado
algunas batallas, pero seguimos perdiendo la guerra. ¿Cuál es el punto de
pelear por algo si no hay nadie que lo disfrute cuando el polvo se asiente?
Los ojos de Rick se entrecerraron hasta volverse pequeñas rendijas. Su
mandíbula se tensó. Sasha sabía que estaba haciéndolo enojar. Sólo que no
le importaba. Todo lo que habían hecho parecía ser tan jodidamente inútil. A
Sasha le aterraba que cuando finalmente decidieran descender las manos del
destino, no lo hicieran sobre el lado de los no humanos.
—Lo averiguaremos, Sasha.
—¿Ah, sí? —Sasha sentía mucha desesperanza y un dolor en el corazón
muy en lo profundo de su interior que casi le destrozaba por su peso—.
¿Realmente lo haremos?
214
—Sí.
Sasha parpadeó y se giró para ver al hombre lobo de nuevo. Había
tanta convicción en la voz del hombre que Sasha no podía evitar preguntarse
qué sabía Rick que él desconocía. Porque sin ninguna duda no se sentía tan
confiado cómo sonaba Rick.
—Tenemos que hacerlo, Sasha. —Rick miró a Dorian y luego volvió a
mirar a Sasha—. No tenemos otra opción.
Sasha supo que Rick tenía razón cuando oyó la discusión de sus propias
parejas. Nate estaba reclamando sobre algo que dijo Selene, y esa pequeña
zorra apuntaba al rostro de Nate con un dedo, sus ojos entrecerrados. Sasha
supo en ese momento que seguiría luchando hasta su último aliento para
mantenerlos a salvo.
Inhaló profunda y temblorosamente porque frotar sus manos sobre su
cara no parecía hacerlo sentir mejor. Las imágenes de todos los muertos y
heridos destacaban en su cerebro. —De acuerdo, entonces ¿cómo haremos
esto? —A la mierda todo.
Los labios de Rick se curvaron. —Sí, esperaba que tuvieras un plan.
Jodidamente perfecto.
El chico a cargo no tenía ni idea.
—Se supone que nos dirigimos al norte para reunirnos con Clyde,
¿verdad?
Rick asintió, pero tenía un curioso arco en su ceja como si estuviera
tratando de ver a donde iba Sasha con esa línea de preguntas. —Ese es el
plan.
—¿Clyde no está en algún lugar de Dakota del Sur?
—En algún lugar. Pero creo que tengo una idea.
Sasha giró su mirada a los heridos y a los que estaban atendiéndolos.
También había gente allá en la casa esperando a que regresaran. Sasha
quería comprobar a Sammy, dejarle saber que estaba bien, pero primero
necesitaban encargarse del desastre en la calle. También necesitaban tramar
una estrategia que aseguraría la seguridad de todos. Ganar está pelea no 215
tendría utilidad sólo para que ocurriera otra en poco tiempo. Tenían que salir
de aquí, pronto.
—¿Y cuál sería? —preguntó Sasha.
—Necesitamos que todos empaquen y se pongan en marcha. Nos
dirigimos a Dakota del Sur.
Sasha frunció el ceño. —Hay que transferir a un montón de gente al
mismo tiempo, Rick. No hay forma de que podamos pasar desapercibidos con
tantos vehículos. Nos atraparan en la primera carretera bloqueada.
Rick tenía un brillo en sus ojos que le decían a Sasha que el líder de la
Rebelión tenía una idea brillante. Realmente esperaba que fuera así. —Te
sorprendería saber cuan fácil será atravesar los bloqueos cuando nuestra
caravana tenga una escolta militar.
—¿Has perdido la puta cabeza? —Las cejas de Sasha se alzaron en
completo shock—. ¿Cómo se supone que haremos eso? ¿Pedimos
cortésmente a los humanos que nos entreguen algunos de sus soldados y
esperemos que no nos maten en donde estamos parados?
—No, pero no somos los únicos que sufrimos bajas en esta pelea.
¿Cuántos uniformes militares crees que podemos salvar de este desastre?
Por no mencionar los vehículos militares, armas y suministros.
—¿Crees que funcionaría? —Los ojos de Sasha se trasladaron a los
cuerpos que yacían en el piso. Habían perdido a unos hombres lobo en la
pelea. Sasha no los conocía personalmente, pero sentía la pérdida de igual
manera. Es más que probable que los cambia formas que habían sacrificado
sus vidas tuvieran familia, seres queridos e incluso parejas. Le entristecía ver
la devastación que había forjado esta batalla. Sasha había visto muertos con
anterioridad. Había matado. Pero esto era diferente. Tan diferente. Cuando
Sasha tomaba una vida era por una razón.
Esta batalla no tenía ni ton ni son. Para él era una matanza sin sentido.
No estaban peleando por una disputa de tierras o desafíos de manadas.
Estaban peleando porque un hombre quería matar a su hijo y no le
importaba si erradicaba a toda una especie para lograr su objetivo.
Los cambia formas deberían odiar a Enrique Marcelo por este hecho.
Pero ese no era el caso. No era culpa de Rick que el capitán O’Hanlon fuera 216
un bastardo frío y manipulador que tenía miedo de que el mundo
descubriera que había engendrado a un cambia formas.
—Sólo hay una forma de averiguarlo —declaró Rick, sacando a Sasha
de sus pensamientos.
Rick comenzó a ladrar órdenes antes de que Sasha tuviera tiempo para
decir algo. Sasha no estaba realmente seguro de quién hizo qué después de
eso. Hubo un borrón de actividad como si todos supieran que tenían un
tiempo limitado y que necesitaban moverse rápido.
Los soldados muertos fueron despojados de sus uniformes y sus
cuerpos colocados dentro de un edificio vacío. No evitaría que los militares
descubrieran los cuerpos, pero no los descubrirían hasta mucho después de
que el grupo de Rebeldes se hubiera ido.
Mason y Nate empezaron a trabajar en un par de vehículos militares
dañados, tratando de hacerlos arrancar. Los agujeros de balas y el daño por
las explosiones estaban bien, pero un vehículo que no encendía no tenía
ningún uso.
Reunieron a los heridos y los subieron a los camiones de carga.
Afortunadamente, ninguno parecía tener lesiones que amenazaran sus vidas.
La mayoría de los no humanos ya se había transformado y estaban sanando
lentamente. Eso dejaba sólo a los humanos.
Los padres de Brooke fueron los que asombraron a Sasha. Una vez que
Rick les explicó la situación y su plan, se movieron a toda velocidad,
empacando sus pertenencias y metiéndolas en los camiones. Sasha sabía que
dejó caer su mandíbula cuando Papi salió del garaje conduciendo un tanque
funcional y completamente equipado.
¿Quién diablos era dueño de un puto tanque? Eso hizo que sonriera a
los padres de Brooke. Le agradaban. Eran hombres rudos que sabían qué
hacer y no se derrumbaban bajo presión. Necesitaban más hombres como
esos dos en sus dispersos grupos de Rebeldes. No quedaban aturdidos
fácilmente, y Sasha podía ver el brillo de determinación en sus ojos.
Dos horas después, ya habían empacado y estaban listos para irse.
Aquellos que podían pelear estaban vestidos con uniformes militares. Los
que no, fueron puestos en la parte trasera de los vehículos de transporte 217
como prisioneros de guerra.
Con el tanque liderando el camino, emprendieron el viaje.
252
Capítulo Treinta
Rick fue el primero en oír el suave susurro de unas pisadas
aproximándose al pequeño pueblo, donde se habían detenido para descansar
la última noche. Las frías ráfagas de febrero trataban de encubrir las
distantes pisadas, el crujido de las ramitas bajo los vientos del oeste, y las
ráfagas que quitaban la visibilidad casi hasta dejarla en cero.
Pero los agudos sentidos de Rick captaron el peligro inminente. Alguien
se acercaba. Más de una persona. Empezaban a prender fuego las ascuas del
miedo en el estómago de Rick mientras salía de debajo de Dorian y se vestía
rápidamente.
La única zona verde ahora estaba cubierta por treinta y cinco
centímetros de nieve. La tormenta se había trasladado durante la noche,
dejando caer nieve fresca por todo el pueblo. La diezmada ciudad aullaba con
los vientos que soplaban a través de las calles vacías y alrededor de los
edificios.
Rick dejó a Dorian durmiendo en la caliente cama. El grupo de 253
Rebeldes había explorado el pueblo y encontraron un puñado de
generadores. Los usaron para preparar espacios cálidos y encender las
estufas eléctricas.
Con cuidado para no hacer ruido, Rick cerró la puerta de la casa
silenciosamente y salió al porche. Por un momento, Rick se encontró con la
mirada de Sasha, quien salía al porche de la casa que compartía con sus
parejas. Ambos se quedaron ahí parados, inmóviles, escuchando, olfateando
el aire. Estaban allá afuera, en los árboles, caminando hacia el pueblo. Rick
se dio la vuelta, corriendo hacia la casa en donde la mayoría de su grupo
había decidido acampar por la noche. Necesitaba advertirles. Los hombres
cuyos cuerpos estuvieran en buenas condiciones necesitaban agarrar sus
armas y ayudarles a pelear con quién sea que se aproximara a toda
velocidad. Al mismo tiempo, Sasha entró corriendo a la casa en donde
estaban durmiendo Nate y Selene. Rick sabía que necesitaba regresar con
Dorian. Su pareja estaba dormida e ignorante de lo que estaba pasando. No
había forma de que Rick fuera a dejar vulnerable a su pareja durante un
ataque.
Pero primero tenía que despertar a los otros.
Antes de que pudiera abrir su boca para gritar una advertencia, Mason
bajaba corriendo las escaleras, Brooke y Deluca lo seguían de cerca.
—¿Qué pasa? —preguntó Deluca—. Mason nos despertó, pero no
dijo…
—Alguien viene —dijo Rick rápidamente—. Más de uno. Prepárense
para pelear. —Rick se dio la vuelta y salió corriendo hacia la casa que
compartía con Dorian. Se detuvo a medio camino. Vio a alguien escondido en
la casa en donde dormía Dorian, desprevenido.
Rick atravesó la densa nieve, caminando hacia la casa a la velocidad de
la luz cuando lo derribaron. Aterrizó de espaldas en la nieve mientras un
hombre saltaba sobre él, tratando de golpear el rostro de Rick con sus puños.
Rick se arqueó, quitándose al hombre de encima con facilidad, y
entonces rodó levantándose. Ahí fue cuando notó que el pueblo estaba 254
inundado de extraños. Había al menos treinta, tal vez más, convergiendo a su
alrededor. El cambia formas olfateó el aire, diciéndole a Rick que estaba
lidiando con su propia especie, pero de muchas razas diferentes.
¿Eran mercenarios? No había visto la banda roja alrededor de la
muñeca del hombre, pero por supuesto, el chico estaba envuelto en un
cálido abrigo, cubriendo sus brazos hasta sus dedos.
—Déjame ver tus muñecas —gruñó Rick.
—Déjame ver las tuyas —contratacó el hombre.
Lentamente, Rick levantó los puños de su abrigo, instantáneamente el
frío le robó el poco calor que tenía mientras le mostraba sus brazos
descubiertos.
El extraño hizo lo mismo. No estaba usando la cinta roja para indicar
que era un mercenario. Pero eso no evitó que Rick se pusiera en posición
defensiva mientras miraba fijamente al desconocido. —¿Quién eres?
— Alguien que juró erradicar de este mundo hasta el último soldado —
espetó el hombre.
Rick estaba anonadado. Estos Rebeldes, y eso es lo único que se le
ocurría que podían ser, pensaban que eran soldados. Era cierto que usaban
uniformes ensangrentados, los camiones militares y un tanque enmarcaban
las calles, y el grupo de Rick estaba parado a su derecha con sus rifles
apuntando como soldados entrenados.
Sabía que actuaban como soldados humanos, pero enfrentar a un
grupo de Rebeldes que, por error, creían que tenían que pelear con ellos sólo
solidificó la creencia de Rick de que podían efectuar este plan. Si había
engañado a sus propios rebeldes, entonces sabía sin duda alguna que podían
engañar a los humanos.
Rick extendió su mano. —Enrique Marcelo.
Los ojos marrones del hombre se ampliaron mientras miraba a Rick, y
la incredulidad llenaba sus orbes. —Si eres nuestro líder, ¿por qué están 255
vestidos con uniformes militares? —cuestionó con suspicacia.
—Funcionó, ¿no es así? —preguntó Rick—. He engañado a mi propia
especie. ¿Qué pasa si fuéramos soldados en vez de Rebeldes? ¿Crees que
alguno nos hubiera interrogado?
Rick pudo ver cuándo la comprensión de su plan penetró en la mente
del hombre. Ahora entendía lo que Dorian quiso decir cuando mencionó que
parecía un niñito con un cachorro nuevo. La emoción en los ojos del cambia
formas era casi tangible. —¿Tienes más de esos uniformes?
Antes de que Rick pudiera responder, oyó el distintivo sonido de una
pistola disparando.
Dorian.
Se apresuró hacia la casa, Rick abrió la puerta de golpe y subió las
escaleras, rezando todo el camino para que su pareja no fuese al que
dispararon. Rick se detuvo en el marco de la puerta cuando vio a Dorian
sosteniendo la pistola, apuntando al intruso. —Gatito, ¿estás herido?
—No, pero este imbécil lo estará por entrar a nuestra habitación.
Dorian apuntó la pistola un poco más abajo, sus intenciones claras.
—Dispárame en las bolas y juro que te mataré —gruñó el hombre
monolítico.
—Amenaza a mi pareja una vez más y te dispararé —contraatacó Rick.
—Eh… Josh —dijo el extraño que había entrado en la casa con Rick—.
Este es Enrique Marcelo.
El enorme hombre giró su cabeza, sus ojos se arrastraron sobre Rick. —
Estás bromeando.
El hombre detrás de Rick le dio una amplia sonrisa. —No, y estás
amenazando a su pareja.
—¿Dorian Campbell?
—Agh, soy famoso —dijo Dorian con irritación—. Eso no explica por
256
qué entraste aquí.
—Pensaron que éramos soldados humanos —suministró Rick.
Dorian finalmente apartó sus ojos de Josh. —¿Funcionó?
Rick sonrió mientras asentía. —Sí, engañamos a unos cambia formas
que pensaron que matarnos estaba en su agenda.
—No puedes culparnos —dijo Josh excusándose—. Ni siquiera pudimos
oler que erais cambia formas. Todo lo que pudimos oler fue la sangre. —Josh
ondeó la mano hacia el uniforme ensangrentado de Rick—. Estaría realmente
interesado en saber cómo consiguieron quitárselos a los últimos soldados
que usaron esos.
—No —dijo Rick mientras sacudía su cabeza, los recuerdos de lo que
había sucedido tan sólo ayer en la mañana, resurgiendo—. No querrías
saberlo.
—Puede que sea un enorme viejo idiota del Carolina del Sur, pero sé lo
qué tuvisteis que pasar para conseguir esos uniformes —dijo el hombre
detrás de Rick—. Me llamo Paul.
Rick estrechó la mano de Paul.
—Y tengo que decir que es un honor conocerte —añadió Paul—.
Estaba empezando a pensar que el famoso Enrique Marcelo era sólo un mito.
—¿Puedes decirle a tu pareja que baje su pistola? —preguntó Josh.
Rick se giró hacia Dorian y colocó su mano sobre la de su pareja. Dorian
les frunció el ceño a los dos hombres, pero guardó su arma en sus
pantalones. —No puedes culparme por estar molesto, Rick. También lo
estarías si un desconocido se escabullera en tu habitación cuando estás
durmiendo.
Estaría más que molesto si eso le pasaba. Probablemente Josh estaría
respirando por el agujero que Rick le habría hecho en su pecho.
—Llevemos esto abajo. —Rick tiró de Dorian a su lado mientras 257
caminaban hasta que llegaron afuera. Dorian había agarrado un abrigo antes
de salir por la puerta principal. Ahora estaban de pie hablando con los
hombres que los rodeaban.
—Conozco a Clyde —le dijo Paul a Rick—. Nos dirigimos a Dakota del
Sur a reunirnos con él.
Rick se dio la vuelta cuando Boston llegó junto a ellos. — Sasha quiere
hablar contigo.
Al principio, cuando Boston fue convertido, Rick había estado
preocupado de que el adolescente no fuera capaz de manejar esta vida. Por
lo que había oído, el chico había sido protegido desde que la guerra había
comenzado. Pero para la sorpresa de Rick, Boston lo había hecho bien y era
un gran activo para su grupo. —¿Dijo qué quería?
Boston sacudió su cabeza, sus ojos recorriendo a los extraños que
habían invadido el pueblo. —No.
—Discúlpenme —dijo Rick a Paul y a los hombres que estaban más
cerca. Caminó hacia Sasha dando grandes zancadas, éste estaba hablando
con Papi y Papá. Sasha se giró, dándole a Rick una de sus sonrisas habituales.
—Es bueno ver que no se te está subiendo a la cabeza tener tantos
admiradores —bromeó Sasha.
Rick no lo encontró divertido. En realidad, no le gustaba el hecho de
que esos hombres lo vieran con reverencia. Sólo era un hombre con la misión
de salvar a su especie. Nada más ni nada menos. —¿Qué quieres?
La diversión se deslizó de la expresión de Sasha. —Hace tiempo
hablaste con Ross sobre salir al aire.
Rick recordó la conversación. —Y Ross dijo que era una mala idea.
—Lo era —dijo Papi—, cuando todo esto comenzó. Nadie sabía quién
eras o qué estaba pasando. El público te habría visto como el hombre loco
que el gobierno quería que fueras.
—¿Pero ahora? 258
—Creo que la mayoría de nosotros está listo para que esta guerra
termine. Pensamos que, si sales al aire ahora, diciendo al mundo lo que hay
en esa tarjeta de datos y lo que el gobierno planea hacer con ella, puede que
veas un cambio en el futuro próximo —respondió Papa—. Ya te has hecho un
nombre entre los cambia formas, y la nación está dividida en dos y no saben
en quien creer.
—Confía en nosotros, hijo —dijo Papi—. Todos están escondidos,
pegados a la televisión o a sus radios. Tu discurso será escuchado.
Rick se paseó detrás del gran edificio de ladrillo que alojaba una
pequeña estación de televisión que había sido abandonada. Había hombres
trabajando diligentemente para conseguir algo de corriente para el lugar así
Rick podría dar su discurso. No estaba seguro de qué iba a decir, pero se
había quitado su uniforme militar. No tenía sentido dejar que el público lo
viera con la indumentaria militar y ahuyentaran sus planes.
—Lo harás bien —dijo Dorian mientras se inclinaba contra el edificio—.
Sólo apégate a los hechos, Rick. Nadie puede discutir los hechos.
Rick se detuvo y asintió. —Tienes razón, pero pueden llamarme
mentiroso. No hay manera de que pueda mostrarles la fórmula. Van a estar
sobre mí apenas abra la boca.
—Pero Nate tiene la otra prueba —señaló Dorian—. Tiene los
documentos contradictorios de la corte de Shelton cuando fuimos acusados
de matar a los tres cambia formas. También tiene el documento de
Farmacéuticas Sellers. Tenemos el archivo probando que Farmacéuticas
Dyson está financiando a los Cazadores de Especies. Tenemos la carta
declarando que el capitán O'Hanlon es tu padre biológico. Y la lista sigue y
sigue.
—Y todo eso puede ser refutado, gatito. Cualquiera puede escribir
cartas falsas.
Dorian se apartó de la pared y fue donde Rick. Su pareja colocó su fría
mano en la mejilla de Rick. —¿No lo ves? No tenemos que probar que esos 259
papeles son reales. Todo lo que tenemos que hacer es plantar la semilla de la
duda en la mente de todos. No puedes decirme que se le revelaron todas las
razones de esta guerra a cada soldado o por qué están erradicando a toda
una especie. No todos van a continuar peleando después de que hagas tu
discurso.
—¿Eso crees? —preguntó Rick mientras acariciaba la mano de Dorian.
Incluso a pesar de que Rick era un alfa, seguía necesitando el consuelo que
anhelaban todos los cambia formas. Su grupo de Rebeldes ya era un objetivo
bastante grande. Una vez que Rick le anunciara al mundo la verdadera razón
por la cual había comenzado la guerra, y lo que el gobierno había planeado
hacer a los cambia formas, los militares irían tras ellos con puño de hierro.
Los esfuerzos de los humanos empeñados en erradicar a Rick y su
grupo se duplicarían.
—Eres un hombre muy inteligente, sexy y valiente, Sr. Marcelo. No
tengo duda de que funcionará.
La cabeza de Rick se levantó de golpe cuando oyó un susurro en el
viento. Era diferente a los ruidos que hacían los hombres tratando de
conseguir corriente para el estudio. Este sonido era suave, el raspado de una
tela sobre él. Echando su cabeza hacia atrás, Rick vio a la Sombra en el techo,
mirándolo.
La Sombra no desapareció. Se quedó dónde estaba, el rojo
incandescente de los ojos del hombre le dijeron a Rick en un instante que
estaba mirando a un vampiro, pero no cualquier vampiro. Este hombre tenía
siglos de conocimiento nadando en las brillantes profundidades. —¿Por qué
estás aquí? —le dijo.
La Sombra inclinó su cabeza, estudiando a Rick por un largo momento
y luego abrió su boca. Dos larguísimos colmillos de apariencia afilada
resplandecieron bajo la iluminación de la luz de la luna. —Está viniendo.
Un aire gélido recorrió la columna de Rick. Las dos palabras fueron
pronunciadas con un espeso acento brasileño, pero Rick las comprendió 260
perfectamente. —¿Quién está viniendo?
Los ojos de la Sombra se volvieron un poco más brillantes y luego
retrocedió hasta volver a ser de un suave rojo brillante. —Está viniendo —
repitió la Sombra una vez más antes de desaparecer del techo.
—Sí, eso no fue nada espeluznante —dijo Dorian mientras tragaba con
fuerza—. ¿De quién crees que está hablando?
—No tengo ni idea, gatito. —Pero Rick tenía el presentimiento de que
pronto lo descubrirían. La Sombra había estado siguiéndolos desde el
almacén. Era como si la Sombra simplemente hubiese estado observándolos.
Para qué, Rick no estaba seguro.
—¿Por qué tengo el presentimiento de que encontrar una cruz tal vez
sea una decisión que nos salve la vida? —preguntó Dorian mientras
finalmente se giraba a mirar a Rick.
—Porque tal vez así sea —respondió.
—Estamos listos —les dijo Nate desde la puerta—. Es hora de que el
mundo sepa lo que de verdad está pasando.
Rick oyó un suspiro de Dorian mientras caminaba hacia la puerta. Se
quedó ahí parado por un momento, mirando al techo y preguntándose si
Dorian había notado la sed de sangre en los ojos de la Sombra.
261
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable.
También ama a un héroe que puede ver más allá de todas las asperezas, para
encontrar el brillante diamante de un corazón hermoso.
La puedes encontrar, cualquier día, acurrucada con su portátil y una
taza de café caliente, dejando que el siguiente conjunto de personajes,
cuenten su historia.
262
Créditos
Phoenix
Milaber
Clau
Dark Fae
Morgana Celtic
263