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Cantares 1:13-14
Hoy seguimos con la alabanza de la mujer sulamita:
(Cantares 1:13-14) Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos. Racimo de flores de alheña en
las viñas de En-gadi es para mí mi amado.
c. Mirra
La mirra es una resina aromática producida por la madera de un árbol espinoso. Era usado como perfume. También era una
esencia muy cara. Las mujeres ricas iban a la cama con un saquito de mirra al cuello para mantener un olor fragante toda la
noche.
La mirra formaba parte de los ingredientes del aceite de unción sacerdotal (Exo. 30:22-38). También servía como ungüento
para preparar los cadáveres antes de un funeral, y así evitar el mal olor de la muerte.
A Jesús le regalaron mirra cuando nació (Mat. 2:11), y también cuando murió (Mar. 15:23).
(Juan 19:38-40) Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los
judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el
cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y
de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según
es costumbre sepultar entre los judíos.
El Salmo 45 menciona la mirra como parte de los ingredientes del perfume con el que Dios Padre ungirá a Jesús cuando
venga como Rey de toda la Tierra.
(Sal. 45:6-8) Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y
aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Mirra, áloe y
casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.
Hay otra forma en la que la mirra aplica en nuestra relación con el Señor. Cantares dice que la mujer se puso el manojito de
mirra para que “repose” entre sus pechos (Can. 1:13). “Reposar” es la traducción de la palabra hebrea “Lin”, que significa:
detenerse, pasar la noche, alojarse, quedarse, permanecer.
Así como Jesús tomó la mirra amarga, nosotros debemos hacerlo también. Durante la noche (en los momentos difíciles de
la vida), el recuerdo del sacrificio del Señor (la mirra) nos ayuda a soportar mejor la adversidad.
Cantares 1:13-14
Hoy seguimos con la alabanza de la mujer sulamita:
(Cantares 1:13-14) Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre
mis pechos. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi es para mí mi
amado.
c. Mirra
La mirra es una resina aromática producida por la madera de un árbol espinoso.
Era usado como perfume. También era una esencia muy cara. Las mujeres ricas
iban a la cama con un saquito de mirra al cuello para mantener un olor fragante
toda la noche.
La mirra formaba parte de los ingredientes del aceite de unción sacerdotal (Exo.
30:22-38). También servía como ungüento para preparar los cadáveres antes de
un funeral, y así evitar el mal olor de la muerte.
A Jesús le regalaron mirra cuando nació (Mat. 2:11), y también cuando murió
(Mar. 15:23).
(Juan 19:38-40) Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de
Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese
llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el
cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de
noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias
aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos.
El Salmo 45 menciona la mirra como parte de los ingredientes del perfume con el
que Dios Padre ungirá a Jesús cuando venga como Rey de toda la Tierra.
(Sal. 45:6-8) Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el
cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió
Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Mirra, áloe y
casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.
Hay otra forma en la que la mirra aplica en nuestra relación con el Señor. Cantares
dice que la mujer se puso el manojito de mirra para que “repose” entre sus pechos
(Can. 1:13). “Reposar” es la traducción de la palabra hebrea “Lin”, que significa:
detenerse, pasar la noche, alojarse, quedarse, permanecer.
Así como Jesús tomó la mirra amarga, nosotros debemos hacerlo también.
Durante la noche (en los momentos difíciles de la vida), el recuerdo del sacrificio
del Señor (la mirra) nos ayuda a soportar mejor la adversidad.
VERSO 12-14
Es para mí mi amado”
El “nardo” era el extracto de una planta que crece en el norte de la India, y que se
exportaba al Medio Oriente. Las mujeres de la antigüedad usaban esos extractos
aromáticos en maneras muy similares a las que se usan hoy los perfumes. Para la
Sulamita, el nardo representaba un gran lujo, y seguramente ella sólo se ungió con un
poco del extracto. Sin embargo, eso fue suficiente para emitir una fragancia muy
agradable.
El mejor ‘nardo’ es aquel que emana de una entrega total a Dios. Los holocaustos
eran ofrendas que representaban una consagración total al Señor (Lev 1). En esas
ofrendas, todo el animal era consumido; no quedaba nada. Describiendo el impacto de
esas ofrendas sobre el Señor, Moisés escribe: “holocausto es, ofrenda encendida de
olor grato para Jehová” (Lev 1:10). Si los judíos procuraban agradar a Dios con sus
ofrendas, cuánto más no lo debemos hacer nosotros, los creyentes en Cristo, quienes
hemos recibido mucho más que los judíos.
Un día, en la eternidad, estaremos con Cristo, en las Bodas del Cordero (Apo 19:9). En
ese día, nuestro ‘Salomón’ estará sentado a la mesa (ver Mateo 26:29), y junto con Él
Su Novia, la Iglesia. En ese momento, y por toda la eternidad, el perfume de la Novia
alegará el corazón del Señor.
En el v.13, la Sulamita describe a Salomón usando, por primera vez, las palabras, “Mi
amado”. Que emoción para ella, poder llamarle a Salomón, el rey de Israel (v.12),
“Mi amado”. Aún más emoción para la Iglesia, poder llamarle al Señor Jesús, el Rey
de reyes y el Señor de señores, ‘Mi Amado’, ‘Mi Esposo’. Con qué asombro escucharán
eso, los ángeles, quienes nunca se atreverían a llamarlo así.
La Sulamita ahora describe a Salomón, usando dos imágenes, tomadas del mundo
femenino:
1
1. “Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos”
(v.13).
1
Las palabras, “es para mí”, no están en el texto en hebreo. Sería mejor traducir, ‘Mi amado es (como) un
manojito de mirra…’.
2
Primero ella compara a Salomón con “un manojito de mirra ”. La mirra es una
savia que se escurría de la corteza de un árbol. Para extraer esa savia era
necesario cortar la corteza del árbol. La savia tenía un sabor amargo; pero,
mezclada con vino, tenía un efecto narcótico (Marcos 15:22-23). A pesar de
tener un sabor poco agradable, el aroma de la resina era fragante, y se usaba
como un ungüento. Esta fragancia se hacía aún más potente cuando se ponía la
mirra en el fuego.
Al igual que las mujeres hoy se echan un poco de perfume en diferentes partes
de su cuerpo, la Sulamita a veces colocaba un paquetito de mirra entre sus
pechos. Lo hacía para producir una fragancia agradable, para sí misma, o para
las personas que se acercaban a ella. El ser colocado entre sus pechos no tenía
connotaciones sexuales; era un lugar cómodo, que permitía que el calor de su
cuerpo impactara sobre la mirra, y soltara su fragancia. Además, estando entre
sus pechos, estaba cerca de su corazón.
Lo que es cierto de la Sulamita es aún más cierto de la Iglesia. Sin Cristo, ella
no es nada. La vida de la Iglesia, en su totalidad, se centra en el Señor Jesús.
Él llena su vida de una hermosa fragancia espiritual. Para la Iglesia, su mayor
gloria es contar con la presencia de Cristo en su vida. Como Pedro dice a los
creyentes del primer siglo, “Para vosotros, pues, los que creéis, Él es precioso”
(1 Ped 2:7). Pero para experimentar la dulzura de Cristo, y Su rica ‘fragancia’,
tenemos que tener a Cristo en lo más íntimo de nuestro ser; en nuestros
corazones. Y Él debe estar allí en forma permanente. Por eso Pablo ora por la
Iglesia en Éfeso, pidiendo a Dios el Padre que Él obre en tal manera que “habite
Cristo por la fe en vuestros corazones” (Efe 3:17). Si sólo acudimos a Cristo de
vez en cuando, en momentos de necesidad, podremos experimentar Su ayuda,
pero no disfrutaremos Su fragancia. Para realmente disfrutar de la presencia
de Cristo en nuestras vidas tenemos que tenerlo constantemente en nuestra
mente y en nuestro corazón.
2
Algunos toman la mirra como se fuese simbólico de los sufrimientos de Cristo, pero el contexto en el cual
habla la Sulamita hace que eso sea poco probable.
2. “Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi, es para mí3 mi amado” (v.14).
Notemos que la Sulamita no compara a Salomón con solo una flor, sino con todo un racimo de
flores. Eso se debe a que Salomón reunía tantas hermosas cualidades (para la Sulamita), que
compararlo con una sola flor sería inadecuado. Para ella, Salomón es todo un ‘racimo’ de cualidades
especiales, que ella admira.
La Sulamita compara a Salomón, no con un racimo de cualquier flor, sino específicamente con un
racimo de flores de “alheña”4. Esta flor era blanca, y crecía en un arbusto que abundaba en esa parte
de Judá. La Sulamita añade otro detalle. Las flores de alheña con las que compara a Salomó crecían
“en las viñas de En-gadi”. En-gadi era una región al oeste del Mar Muerto, en la región de Judá. Es
región era desértica (ver 1 Sam 24:1), pero había una parte que contaba con fuentes de agua, lo que
permitía la cultivación de plantas. El cuadro de unas bellas flores creciendo en medio de unas vides,
en un oasis en el desierto de Judá, es elocuente.
Como hemos observado, Salomón no era una sola ‘flor’, sino todo un “racimo” de flores. De igual
modo, en Cristo no hay sólo una o dos virtudes, sino una plenitud de cualidades dignas de adorar.
Como afirma Pablo, “Porque en Él habita…toda la plenitud de la deidad” (Col 2:9). A esto, el
apóstol añade, “y vosotros estáis completos en Él” (Col 2:10). Teniendo a Salomón, la Sulamita
estaba satisfecha; no le hacía falta ninguna otra ‘flor’. Con el “racimos de flores” que representaba
Salomón, ella estaba más que satisfecha. Es igual para el creyente. Si tenemos a Cristo, lo tenemos
todo. Estamos satisfechos en Él. No nos hace falta nada más.
(Mateo 2:7-11).
En la navidad del año 1998 escuché en la radio una prédica con respecto a los presentes que trajeron los visitantes de oriente a Jesús recién nacido. En la situación de
reflexionar sobre nuestro caminar en la vida de la fe. Y hoy la hago escrita con una ampliación de nuestro obrar en la vida de la fe. No eran pues simples regalos como
vemos, pues en toda la Biblia el Señor nos habla de estos tres elementos muy frecuentemente y de un significado espiritual para nuestra vida en la gracia.
3
Las palabras, “es para mí”, tampoco están en el texto en hebreo. Sería mejor traducir, ‘Racimo de flores…
es mi amado’.
4
La palabra en hebreo es ‘kofer’, que significa ‘rescate’ o ‘el precio que se paga para redimir’. Algunos
comentaristas toman esto para justificar toda una explicación de la obra de redención de Cristo. Sin embargo,
no nos parece una buena interpretación. Sería forzar el pasaje.
Los sabios de oriente no eran simples habitantes de estos pueblos sino unos estudiosos de
los astros, eran astrónomos que venían de tierras lejanas a adorar al Rey de Reyes que había
nacido en Belén.
Cuando nosotros llegamos al camino de Jesús, cuando le decimos “aquí estoy, perdóname,
te recibo en mi corazón” es cuando el Señor nos trae de tierras lejanas y nos limpia y
purifica de todas nuestras impurezas con agua limpia y nos da un corazón nuevo (Ezequiel
36:24 y ss) para adorarle, para vivir en su presencia no sólo un momento sino toda la
eternidad.
Estos sabios representan nuestro largo vagar por el desierto buscando quién nos conforte,
nos cobije, nos pastoree, nos redima, nos perdone, nos limpie, nos proteja, nos sane, nos
salve. Y es así que llegamos a Jesús y nos postramos delante de él para venerarle como
nuestro único Dios.
Y al llenarnos de su Espíritu nos llena del gozo que solo los hijos de Dios conocen el gozo
que hace superar cualquier adversidad, el gozo que nos fortalece.
Los sabios llevan a Jesús tres presentes y los sacan de sus tesoros no de cualquier lugar, no
los tenía nadie mas que ellos como tesoros celosamente guardados y son los siguientes:
EL ORO
Este metal es el más precioso del mundo, el más caro y el más codiciado. El Señor en la
Biblia nos habla mucho sobre él.
En Génesis 13:2 y Génesis 24:35 señalaba riqueza desde esos tiempos –y aún hoy lo es-. Se
usaba para fabricar utensilios para uso real (por los reyes), para un exclusivo como en el
Tabernáculo (Éxodo desde capítulo 25), pero muchas veces también se le dio un uso
profano como en Éxodo 32, cuando los israelitas después de ver cómo Dios los salvó de las
manos de los egipcios fabricaron un becerro de oro para adorarlo.
También se usaba para señalar autoridad como en Génesis 41:42 y en Lucas 15:22. En el
Salmo 21:3 el Señor pone en nuestra cabeza una corona de oro pues nos ve también en fe
como reyes pues reinaremos conjuntamente con Él. Nos manda obedecer sus mandamientos
más que oro muy puro (Salmo 119:127), es decir, que Dios quiere que nuestra obediencia a
sus mandamientos sea considerada más que oro muy puro.
Dios es el dueño del oro y de la plata (Hageo 2:8), es decir que solo Él puede otorgar estos
bienes, SOLO ÉL LOS DA, y por algo nos dice en Éxodo 31:13 que Él es Jehová, EL
UNICO, que nos santifica. Y como el oro solo puede ser purificado por el fuego, es el
fuego del Espíritu Santo (Mateo 23:17) que habita en nosotros (1ª Corintios 6:19) el que
quemará y al fin purificará estas ofrendas vivas, santas y agradables a Dios (Romanos
12:1). Y al purificarnos el fuego y la sangre de Cristo nos limpian de toda inmundicia, de
todo pecado, de toda maldición, de toda debilidad que pueda haber en nosotros. Jesús nos
da esa riqueza, ese oro espiritual acrisolado al fuego, esa santidad y pureza, esos vestidos
blancos que necesitamos con las cuales viste nuestra vergüenza y nuestra desnudez
(Apocalipsis 3:18).
Pero aún nos recomienda que nuestro vestido no sea lleno de lujos (1ª Pedro 3:3) sino que
nuestra preciosidad sea “en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y
serena: esto es precioso ante Dios”. Que nuestra belleza ante El no sea de joyas ni vestidos
caros sino que nuestra belleza sea la interior, la que está en el corazón.
EL INCIENSO
Usado también en perfumería, es una resina, una goma aromática obtenida del árbol de la
boswelia, que crece en el sur de la península arábiga y en Somalia. Se obtiene haciendo una
incisión en el tronco, del que fluye un líquido lechoso que se solidifica al contacto con el
aire. El incienso puro es costoso.
Dios mandó a Moisés en Éxodo 30 a construir dentro del Tabernáculo el altar de incienso.
“Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del
propiciatorio que está sobre el testimonio, DONDE ME ENCONTRARÉ CONTIGO. Y
Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana.” (Ex. 30:6-7). Solo los
sacerdotes podían ofrecerlo a Dios; el fuego se tomaba del altar del holocausto y se ponía
en el altar del incienso; después el incienso, que estaba en un vaso de oro, se derramaba
sobre el fuego. (Lucas 1:8-10).
LA MIRRA
El árbol de la mirra tiene un tronco largo y el producto se obtiene al golpearlo para que
expulse un fluido amarillo que se recoge en lágrimas. Desde Arabia y Somalia, la mirra se
exportaba para su uso en perfumería y para embalsamar a los muertos.
“Toma tú aromas escogidos: de mirra pura, quinientos siclos… Prepararás con ello el óleo
para la unción sagrada, perfume aromático como lo prepara el perfumista. Este será el óleo
para la unción sagrada.” (Éxodo 30:23, 25)
La mirra era uno de los ingredientes del aceite de la unción y esto es el perfume de Dios en
nosotros, el grato olor de Cristo:
“Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan…” (2ª Corintios 2:15-
16).
“Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros; Mirra,
áloe, y casia exhalan todos tus vestidos…” (Salmo 45:8-9)
Nosotros somos la novia de Cristo, aquella que se unirá en matrimonio eterno con el
Cordero de Dios el día de las bodas del Cordero. Y esta novia está ataviada con un vestido
blanco, con vestiduras blancas que además exhalan un olor grato, como sahumada de mirra.
Las vestiduras blancas en la iglesia son las buenas obras de los justos que están delante de
Dios, al obedecer sus mandamientos, nuestras obras, nuestra justicia es la justicia de Dios.
Jesús nos dijo “buscad primero el reino y su justicia…”, es decir, que obremos conforme a
su voluntad para ser atrayentes a Él, para que El se fije en nosotros:
“¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, sahumada de mirra y de
incienso y de todo polvo aromático?” (Cantares 3:6.)
De esta manera Dios nos muestra que la obediencia a su palabra en una ofrenda muy
importante en su presencia. La vida de obediencia producirá una vida de bendición como lo
observamos en Deuteronomio capítulo 38; teniendo en cuenta que hoy, en esta
dispensación de la Gracia, todo es por misericordia y que ninguna obra buena nuestra
moverá la mano de Dios a nuestro favor, sino que cada bendición que tengamos será por
misericordia, porque a Él le place hacerlo, porque es una etapa de Gracia la que nos ha
tocado vivir.
EL ACEITE DE LA SANTA UNCIÓN
La mención de la palabra unción es algo muy común entre nosotros los cristianos. Me
pregunto si entendemos plenamente lo que ello significa. Literalmente hablando, quiere
decir: cubrir, untar, ungir con algún aceite o ungüento el cuerpo o parte de este. También
de un objeto.
En las Escrituras vemos como los aceites para ungir eran usados con frecuencia por los
israelitas. El ungimiento era costumbre establecida entre ellos. En sus fiestas y regocijos
se untaban todo el cuerpo, a veces solo parte. Era símbolo de alegría [Salmo 195:7]. Por el
contrario, no lo hacían cuando estaban de luto [2 Samuel 14:2]. Era también una
manifestación de respeto a los huéspedes el ungirles con ungüentos aromáticos [perfumes]
la cabeza y los pies [Lucas 7: 37-38]. Se ungían las heridas [Lucas 10:34]. También a los
enfermos [Santiago 5:14]. Practicaban la unción de los cadáveres para preservarlos [Marcos
16: 1].
Se ungía además al que elegía Jehová Dios por rey.
Ejemplos: Saúl [1 Samuel 9: 16); David [1 Samuel 13: 16]; Salomón [1 Reyes 1:
39]. En ocasiones a los profetas. Ejemplo: Eliseo [1 Reyes 19:16].
A los sumos sacerdotes y a los sacerdotes también se les ungía. Ejemplo: Aarón y sus
hijos [Exodo 28:41].
En Exodo 30: 22-33 tenemos la descripción de un ungüento que Jehová
Dios le mandó a hacer a Moisés. Era elaceite de la santa unción [v. 25]. En
esta enseñanza estaremos viendo los ingredientes de ese óleo santo. Sobre
todo vamos a ver su significado para nuestras vidas. Propósito grande hay de
parte del Señor para su pueblo por medio de esta palabra.
¡Seamos bendecidos al participar de ella!
La Unción sobre la Piedra . . . Y las piedras
En Génesis 28:18 encontramos la primera ocasión en que se nos habla de la
unción. Como te mencioné, era costumbre entre los israelitas el uso de los
aceites. Por eso no debe extrañarnos el que Jacob [que vino a ser Israel]
tuviera aceite entre sus pertenencias cuando tuvo su encuentro con Dios en el
sueño que se describe desde el verso 11 al 15 de este capítulo 28 de
Génesis. No hablaremos del sueño. Solo nos fijaremos en la reacción de
Jacob. Reconoció que Dios estaba en aquel lugar. Y la piedra que había
puesto por cabecera para dormir la alzó por señal de ello
y derramóaceite encima de ella [v. 18].
En el capítulo 35 de Génesis vemos como Dios habla a Jacob y le envía
a Betel - que significa casa de Dios. Al mismo lugar donde había tenido el
sueño. Jacob vuelve y pone por señal la piedra y echa aceite sobre ella.
Sabemos lo que esa piedra significa. En numerosas ocasiones en la Escritura
se nos presenta a Cristo representado como la Piedra. Tomemos como
ejemplo los pasajes de Isaías 8:14 y 28:16;
1 Pedro 2: 6 -7; Ef.2: 20. Mirad a la piedra de donde fuisteis
cortados [Isaias 51:1].
En Deuteronomio capítulo 32, en lo que conocemos como el cántico de
Moisés, leemos en el verso 13: . . . e hizo que chupase miel de la peña y
aceite del duro pedernal. La miel en la Escritura es tipo de Cristo. [Ex.
16:31; Ez. 3:3; Ap. 10:9]. El aceite también lo es. Cristo es el Ungido de
Jehová. La Peña [Cristo] dando a su pueblo de sí mismo. Del Pedernal [de
Cristo] brota su unción para que tomemos de ella.
Es interesante notar que la
palabra "elegir" corresponde a un verbo hebreo que quiere decir: "ungir".
Es por eso que "ungido" significa lo mismo que "elegido".
El "Ungido de Jehová" eventualmente llegó a ser el término
hebreo "Mashiah" o Mesías, que en griego es "Christos" o Cristo. Cuando el
Señor Jesucristo leyó a Isaías en la sinagoga [Lucas 54: 14-21], estaba
diciendo que El era el elegido del Padre: El Espíritu del Señor
está sobre mí, por cuanto me ha ungido. Por lo que entendemos que
esa unción que estaba sobre El, era el Espíritu Santo.
Jesucristo tenía el Espíritu, él era el mismo Dios encarnado. Pero el día de su
bautismo en las
aguas, descendió el Espíritu Santo sobre El en forma corporal
como paloma y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo
amado; en ti tengo complacencia [Lucas 3:22].
La acción de Jacob anunció la unción sobre la Piedra - Jesús el Cristo de
Dios. Esa unción que vino sobre Jesús fue para comenzar su ministerio
terrenal. Fue la unción para ministrar.
El Espíritu de Dios lo había ungido [elegido] para:
. Dar buenas nuevas a los pobres; [que son los necesitados, en toda
la extensión de la palabra]
. A sanar los quebrantados de corazón;
. A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos;
. A poner en libertad a los oprimidos;
. A predicar el año agradable del Señor [Lucas 4: 18-19].
Por la palabra entendemos que todos aquellos que hemos recibido al
Ungido - a Cristo, tenemos la unción - el Espíritu Santo
- en nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas
las cosas. Pero la unción que recibisteis de El permanece en vosotros . . .
[1 Juan 2: 20 y 27 ].
Necesitamos que esa unción también venga sobre nosotros al igual que
vino sobre Cristo. También es la unción para ministrar la que
viene sobre nosotros. Para caminar en aquello que el Espíritu de Dios nos ha
señalado. En lasbuenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas [Efesios 2:20]. Hemos de caminar de la misma
forma que el Señor caminó mientras estuvo aquí en la tierra. Porque
es el mismo Señor caminando en nosotros. Andad en el Espíritu [Gálatas
5: 16]. Andad en El [Colosenses 2:6].
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo [Hechos 1: 8]. Ese poder, que es el de Dios, es el que nos va a
capacitar para:
. Serle testigos a El.
. Ser instrumentos de la obra del Espíritu.
. Funcionar en los dones del Espíritu [1 Corintios cap. 12].
. Dar las las buenas nuevas a los pobres; y en Su nombre sanar a
los quebrantados de corazón.
. Pregonar libertad a los cautivos y oprimidos por el diablo y por
las circunstancias.
. Dar vista a los ciegos, que bastantes hay, aún dentro del pueblo de
Dios. Ciegos, que no pueden ver al Señor porque tienen los ojos velados por
el velo de la "carne".
. Predicar el año agradable del Señor. ¡Proclamar las virtudes y
las maravillas del Señor! Las que estamos conociendo, y las que aún se
han de manifestar. ¡Aleluya!
Cuando la Unción viene sobre nosotros, nos sumerge en ella,
nos bautiza en ella. Este es el bautismo que Juan el Bautista nos prometiera:
El que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más
poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego [Mt.3:
11]. Ahora ya no es solo el Espíritu en nosotros, sino nosotros en
[cubiertos] por el Espíritu.
Lo que sucedió en Pentecostés [Hechos caps.1-3], es lo que está
necesitando urgentemente gran parte de la iglesia del Señor.
¡Que esa unción del Santo se derrame sobre las piedras vivas!
Así como lo fue con la Piedra viva. Principal piedra del ángulo, escogida y
preciosa [1 Pedro 2: 5 y 6].
EL OLEO SANTO
Te había mencionado que íbamos a estar viendo el pasaje de Exodo 30: 22 al
33. Aquí tenemos lo que podemos llamar la receta para el óleo santo. Este
representa la unción sobre Cristo y su iglesia.
Le dijo Jehová Dios a Moisés que con ese ungüento que le mandaba a
preparar iba a ungir el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio y todos
los demás artefactos y utensilios usados en el ceremonial establecido.
Todo lo relacionado al tabernáculo representa de una forma u otra al Señor
y a su iglesia. No hemos de elaborar en esto pues sería una enseñanza
aparte. Te exhorto a que leas y estudies bajo la dirección del Espíritu los
capítulos 25 al 30 de Exodo. También los capítulos 9 y 10 de Hebreos. Allí
encontrarás explicación y revelación al respecto.
Veamos pues la receta:
LOS INGREDIENTES
. Mirra excelente - 500 ciclos
. Canela aromática - 250 ciclos
. Cálamo aromático - 250 ciclos
. Casia - 500 ciclos
. Aceite de olivas - 1 hin = 6.2 litros
Y harás de ello el aceite de la santa unción, superior ungüento, según el
arte del perfumador, será el aceite de la unción santa [Exodo 30: 22-25].
[El ciclo era una unidad de peso para metales. Un ciclo era equivalente a 11.4
gramos de plata. En aquel tiempo era plata sin forjar en moneda ].
Mirra
La mirra es una substancia gomosa producida por un árbol muy común
en Abisinia y Arabia. La hay de varias clases y calidades. Para la confección
del óleo santo se usó de la mejor.
Dios había dicho que esta debía ser mirra excelente [v.23]. La mirra tenía
diferentes usos. Entre ellos, para perfumes y ungüentos para embalsamar
cadáveres.
Nos hemos de limitar al uso que se le daba como narcótico para mitigar el
dolor. Se le daba muy en especial a las personas que estaban para ser
ejecutadas como fue el caso de nuestro Señor, a quien en la cruz se le dio vino
mezclado con mirra; mas El no lo tomó [Marcos 15:23].
Los sabios que vinieron del Oriente a adorar al niño Jesús, le
ofrecieron mirra [Mateo 2: 11]. Mirra lo que significa es: amargura. Esos
personajes estaban anunciando los padecimientos que le esperaban
al Ungido de Jehová de los cuales profetizó Isaías en el capítulo 53.
He podido ver que la "mirra" es el ingrediente de la santa
unción que nos capacita para identificarnos con los padecimientos
de Cristo.
Y para mitigar el dolor que esto nos pueda causar . . .
Te decía que Juan el Bautista nos anunció que Cristo mismo nos iba
a bautizar [sumergir] en su Espíritu. También se nos dice que el bautismo
sería en fuego [Mateo 3:11]. El fuego nos habla de ser probados. Seremos
sumergidos en el fuego de la prueba. Es allí que adquirimos firmeza, solidez,
en nuestro caminar en el Señor.
Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigas sus
pisadas [1 Pedro 2: 21]. Y para salvarnos El tuvo que
padecer aflicciones nos dice la Escritura en Hebreos 2: 10.
Dice el Espíritu de Dios: Amados no os sorprendáis del fuego de prueba
que os ha sobrevenido como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino
gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para
que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si
sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados,
porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros [1 Pedro 4:
12-14]. ¡Gracias Señor!
El apóstol Pablo nos dice en Colosenses 1:24 que él cumplía en su
carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia. ¿Estamos identificados con esta aflicción del Señor? ¿Podemos ver la
condición en que se encuentra gran parte del pueblo de Dios? Haciendo
cada cual lo suyo y siendo desobedientes a lo que El ha dicho en su
Palabra.
Pienso que aún el Señor Jesús llora sobre "Jerusalén", que es su iglesia, que
aún "mata" a los profetas y "apedrea" a los que son enviados de parte del
Señor para anunciarle la necesidad de arrepentimiento de haber estado
haciendo lo que no debiera [Lucas 13: 34; 19: 41-42]. ¡Misericordia Señor!
Canela
La canela es un árbol cuya corteza tiene un rico aroma. Esta
corteza se usa como especia para cocinar. También para perfumar el
ambiente. Su corteza además se destila para sacar
aceite que también se usa en la elaboración de perfumes [Pr. 7: 17;
Cnt. 4:14]. Aparentemente hay una canela que no es aromática pues el Señor
especificó que fuera aromática [Exodo 30:23].
Alabo al Señor por el significado de la palabra
canela: erigir, edificar hacia arriba. Pueblo de Dios que ha experimentado lo
que es la unción sobre ellos son los que el Señor está levantando
y despertando sus espíritus, al igual que en el tiempo de Esdras,
para subir a edificar la casa de Dios, que es su iglesia, y que en gran parte
está en ruinas [Esdras 1: 5; 9: 9]. Son tiempos de restauración estos, al igual
que aquellos. Tiempos en que el Señor está demandando que su casa, su
iglesia, su templo, que somos nosotros [1 Co. 3:16), se edifique hacia arriba.
Que pongamos nuestra mirada en las cosas de arriba que son las
pertenecientes a El y no en las cosas de abajo que pertenecen a la tierra [Col.
3: 2]. ¡Amén!
Es la "canela aromática" el ingrediente de la santa unción que nos hará ser
instrumentos de edificación a la iglesia del Dios vivo. Y mientras lo somos,
iremos manifestando el aroma de la "canela", el grato olor de Cristo [2 Co.
2: 15], que es quien edifica su iglesia [Mateo 16:18].
Cálamo
El cálamo es una especie de caña - como un junco - que crecía a las orillas de
los ríos en la Palestina. Al igual que con la canela, Dios le dijo a Moisés que
fuera aromática la caña. Esta caña tenía diversos usos.
Se utilizaba como vara para medir. Y para hacer bebidas embriagantes. Es
curioso notar que entre los significados de cálamo, que son varios, está el
mismo de la canela - erigir, edificar.
Pero cálamo tiene otro significado que me ha llamado mucho la
atención. Este es: balance. Esto quiere decir, entre otras
cosas: equilibrar, contrapesar, considerar, examinar. Me habla mucho esto.
Estas son acciones que debemos tomar en cuenta cuando hemos de formar
juicio sobre algo. El Señor mismo nos dice que no juzguéis según las
apariencias, sino juzgad con justo juicio [Juan 7:24].
Decíamos que esta caña era usada como una unidad de medida. Podemos
relacionar el uso de la medida con el balance. La Palabra nos dice que con el
juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os
será medido [Mateo 7:2].
Así que el "cálamo aromático" es el "ingrediente" de la
unción sobre nosotros que nos enseña y dirige
a juzgar y a medir correctamente. Con justo juicio, en la voluntad del
Señor. Sin olvidarnos de que en ello
estaremos manifestando el aroma del "cálamo" que también es el olor de
Cristo.
Pero aún hay algo más que hace el "cálamo" en nosotros. Acordémonos que
este también era usado para elaborar bebidas embriagantes.
El "cálamo" es el "ingrediente" que nos "embriaga". Si
has experimentado lo que es la embriaguez en el
Espíritu, sabes entonces porque en Pentecostés decían que los
discípulos estaban llenos de mosto, [borrachos] [Hechos 2: 14].
En lo natural, el que se embriaga a veces le da por llorar, o
por reír, o cantar, o hablar y hablar . . . Así mismo es cuando nos
embriagamos, nos emborrachamos, bajo la unción del Espíritu de
Dios. Se llora, se gime, en el Espíritu [Ro. 8: 26]. Hay gozo en el Espíritu -
es parte de su fruto [Ga. 5: 22] Cantamos en el Espíritu y hablamosen y
con el Espíritu [1 Co. 14: 14 -15]. ¡Gloria a Dios!
¡Maravilloso es que abramos nuestras bocas y salga el lenguaje celestial que
habla directo al Dios vivo! Porque el que habla en lenguas no habla a los
hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla
misterios [1 Corintios 14: 2]. ¡Aleluya!
Casia
La casia es un árbol parecido al de la canela. Es nativo del Lejano
Oriente. Su corteza, al igual que la canela, es aromática y usada para especias,
perfumes y aceites. Sus hojas tienen propiedades medicinales.
El significado de la palabra casia me hace glorificar a mi Señor: Doblar el
cuello y el cuerpo en reverencia. Esto me habla de adoración, que significa
precisamente lo mismo - postrarse en reverencia.
Es pues la "casia" el ingrediente de la santa unción que nos hace ser
adoradores. ¿Qué clase de adoradores? Mas la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. Dios es el Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren [Juan 4: 23 y 24].
A Dios le adoramos porque El es nuestro Dios [Salmo 95: 6-
7]. Reconocemos que Jehová es Dios [Salmo 100:3].
. Adorar no es asistir y participar de un llamado servicio o culto de adoración
y decir que le adoramos porque cantamos unos cuantos cánticos.
. Adorar es vivir postrado delante de nuestro Dios, contemplando su
hermosura [Salmo 27: 4].
. Adorar es reconocerlo en todos nuestros caminos [Pr. 3: 6].
Adorar es exaltar su precioso nombre. El es nuestro Rey y merece, es digno
de toda alabanza y adoración de su pueblo [Salmo 145].
¡Sea el aroma de tu "casia" siendo impregnado y manifestado en tu
pueblo! ¡Amén! ¡Bendito seas Señor!
La casia es medicina. Sus hojas sanan. Representa al árbol de la vida que es
Cristo - las hojas de cuyo árbol son parasanidad de las naciones [Ap. 22:
2]. Bajo la santa unción somos instrumento de sanidad a las
naciones. Sanidad para toda condición que
aqueja al ser humano. Espiritual, emocional, y física. Es la santa unción
la que sana yliberta.
El yugo se pudrirá a causa de la unción [Isaías 10: 27].
Aceite de Olivas
El olivo era uno de los árboles más valiosos para los hebreos de la
antigüedad. De su fruto - la oliva, o la aceituna, se obtiene el mejor aceite
para elaborar comestibles. Servía también como combustible para lámparas
[Ex. 27: 20; Lv. 24: 2]. Se utilizaba como medicina para las heridas [Lucas
10: 34). También se untaba a los enfermos [Stg. 5: 14].
Al olivo se le conoce como el árbol del aceite. La palabra olivo
significa: brillante. Esto quizá porque sus hojas por la parte de abajo son de
color plateado. Por la parte de arriba son verdes, y así se mantienen todo el
año, siempre verdes.
El olivo nos habla de Cristo y de su iglesia. Cristo es el Arbol del Aceite y
Rey de los árboles, que somos nosotros [Jueces 9: 8; Isaías 61: 3].
Cristo es el Arbol que siempre está verde, porque El es la Vida y en
El tenemos la vida eterna [Juan 10:28]. O sea, en Cristo somos olivo verde.
"Olivo verde" llamó Dios a su pueblo (Jer, 11:16).
El aceite del "Olivo" es el "ingrediente" de la santa unción sobre nosotros
que nos hace manifestar la vida de Dios. De tal forma que cuando alguien
nos ve o nos escucha, ven y oyen al Señor y no a nosotros.
La unción sobre nosotros nos hace ser esas
águilas que dice el Señor se han de juntar allí donde estuviere elcuerpo
muerto [Mateo24:28]. Porque hay mortandad dentro de gran parte del cuerpo
de Cristo, que es su iglesia. Y el Señor está llenando con su Espíritu a los
santos "águilas" que están llevando vida en sus alas para impartirla al pueblo
que se destruye porque le ha faltado el conocimiento de su Dios [Oseas 4:
6].
Bajo la unción del Santo, nuestra "lámpara" [Pr. 20: 27 ], nuestro espíritu,
se enciende con el aceite del "Olivo" [Ex. 27: 20].
Jesucristo - el "Olivo" - es la Luz [Juan 1: 9; 9: 12]. Y en Cristo somos
verdadera luz. Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de
muerte [Lucas 1: 79]. Andad como hijos de luz [Ef. 5: 8].
Esa manifestación de la brillantez del Olivo sobre nosotros es la gloria de
Jehová que ya está llenando toda la tierra. Nosotros como
"tierra" estamos siendo llenos de esa gloria que lo llena todo para poder
manifestarla . . .
Levántate, resplandece, porque ha venido tu
luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que
tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones, mas
sobre ti amanecerá Jehová y sobre ti será vista su gloria.
[Isaías 60: 1-2]. ¡Aleluya!
Es bueno que recordemos que la iglesia neotestamentaria usaba el aceite para
ungir a los enfermos [Stg. 5: 14]. En la iglesia del tiempo presente también
lo hacemos, en el nombre del Señor Jesús. No porque creamos que el aceite
en sí tenga algún poder sanador. Es por lo que éste representa. Al hacerlo,
sabemos que es Cristo el que obra la sanidad.
El es el que sana todas tus dolencias [Salmo 103: 3].
Para aquellos que hemos sido llamados por el Señor a preparar
"comida" para su pueblo, tengamos bien claro que el"aceite de olivas" es
ingrediente indispensable en la preparación de ella. Bajo ninguna
circunstancia debemos usar alguna imitación de este. Es comida ungida por el
"Olivo" la que Dios demanda que elaboremos y sirvamos a su pueblo. Para
ello es necesario que la unción santa esté sobre nosotros. De lo contrario
podríamos estar dando solo conocimiento en lo natural, no en el Espíritu.
Ungirás también a Aarón y a sus hijos y los consagrarás para que sean
mis sacerdotes [Exodo 30: 30]. Aarón es un tipo de Cristo como sumo
sacerdote. Sus hijos lo son de los hijos de Dios llamados a ser
sacerdotes. Esto es, a ministrar delante de la presencia de Dios. Ellos ofrecían
sacrificios con animales. Estos son tipos del verdadero sacrificio por los
pecados - el del Cordero de Dios - Cristo, que fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos [Hebreos 9:28].
En nosotros representa el sacrificio vivo de nuestra entrega al
Señor [Romanos 12: 1].
Cristo nos ha hecho sacerdotes para Dios su Padre [Ap. 1: 6;
5:10]. ¿Qué significa esto? El sacerdote, como ya sabemos, ofrecía
sacrificios, ofrendas, ante el altar de Dios. Así también estamos llamados a
hacer. ¿Qué otro sacrificio además de ofrecer nuestra vida, como leímos en
Romanos 12: 1, estamos llamados a ofrecer?:
Así que ofrezcamos siempre a Dios por medio de él, sacrificio de
alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre [Hebreos13:15].
Este es el ministerio sacerdotal de cada creyente en Cristo. El presentarnos
delante del Señor a ministrarle alabanza. A ¡rendirle honor y gloria! A
¡exaltar a nuestro Rey! - porque El es digno de suprema alabanza [Salmo 145:
1-3].
Conocí lo que es el llamado al sacerdocio cuando experimenté la investidura
del Espíritu Santo sobre mí. Desde entonces no he podido dejar de alabar a mi
Señor en todo tiempo y circunstancia.
¡Pienso en tanto pueblo de Dios que vive cautivo pues no saben lo que es
alabar y glorificar a su
Señor! La Palabra dice: Saca mi alma de la cárcel para que alabe tu
nombre [Salmo 142: 7].
¡Cuanta bendición se están perdiendo! Pues dice el Espíritu que
es bienaventurado el pueblo que sabe aclamar, alabara su Dios. Este andará a
la luz de su rostro, y en su nombre se alegrará todo el
día. Y en su justicia será enaltecido [Salmo 89: 15, 16].
Tan solo tenemos que ir a Apocalipsis cap. 19: 1-7. Allí podemos ver que en
el estado de gloria alabaremos al Señor por siempre.
¿Por qué no gozar de esa gloria desde ahora? Alabad a nuestro Dios todos
sus siervos, y los que le teméis. ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios
todo poderoso reina [Ap. 19: 5, 6]. ¡Amén!
En Exodo 30: 31-33 el Señor dice que este aceite de la santa unción sería
para todas las generaciones de su pueblo. No era para los extraños.
La promesa es para cada uno de los que han recibido al Ungido.
Para cuantos el Señor nuestro Dios llamare [Hechos 2: 38-39].
Les advirtió Jehová Dios que no podrían hacer otro ungüento semejante en su
composición. Este era el óleo santo - apartado para Dios.
Para nosotros esto significa que no intentemos imitar la santa unción. Es
santa - le pertenece a Dios. Muchos han tratado y continúan tratando de
funcionar en la iglesia dirigidos por su mente carnal. En su decir, en su hacer
no está presente la santa unción. Se esfuerzan por imitar a otros que sí la
tienen. Pero no podrán, porque ya el Señor ha dichosobre carne de hombre
no será derramado [Exodo 30: 32]. No es sobre la "carne" que vamos a ser
ungidos. ¡Es sobre nuestro espíritu que viene la unción del Espíritu Santo, para
que desde allí se manifieste!
Son cinco los ingredientes de la santa unción. En la Escritura el cinco es el
número que representa la divina gracia. Que significa
un don, favor, regalo, beneficio otorgado por Dios sin nosotros merecerlo. La
santa unción nos es dada no por méritos sino porque así El lo quiere.
Pero tenemos que anhelarla, buscarla, pedirla.
Y yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá. Porque todo aquel que pide recibe; y el que busca halla; y al
que llama, se le abrirá [Lucas 11: 9-10].
Ciertamente nuestro Padre celestial dará su Espíritu a los que se lo pidan
- El lo ha prometido [Lucas 11: 11-13.
Y esta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa
conforme a su voluntad El nos oye [1 Juan 5:14]. ¡Amén!
Nidia Nadina Seda
a 17 de junio de 1995