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Durante los ocho años en los que fue presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva
—un antiguo obrero metalúrgico y síndico, conocido como Lula— fue conocido
como uno de los políticos más populares del mundo. De acuerdo con una encuesta,
su índice de aprobación entre los brasileños cuando dejó el cargo en 2011 era del 87
por ciento. Lo sucedió su aliada en el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma
Rousseff, una economista que había sido encarcelada y torturada por la dictadura
militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985.
Al filo de la democracia, el nuevo documental mordaz y esclarecedor de Petra Costa,
cuenta la historia del triunfo político de la izquierda desde la perspectiva de sus
consecuencias. Rousseff fue destituida en 2017 y Lula está cumpliendo una
sentencia de encarcelamiento. Ambos estuvieron implicados en la complicada y
divisionista investigación de corrupción llamada operación Lava Jato (lavado de
autos). El actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, es devoto de la vieja
dictadura y forma parte de una tendencia global hacia el populismo autoritario y
antiliberal que prospera hoy en día en Filipinas, Hungría y muchos otros países.
¿Qué sucedió? Esta pregunta es una obsesión en el documental y probablemente
obsesionará a muchos de sus espectadores, dondequiera que lo vean. A pesar de ser
una escrupulosa y tenaz investigadora de hechos ocultos y una intérprete reflexiva
de los sucesos públicos, Costa no ha producido un trabajo de periodismo objetivo ni
de erudición histórica imparcial, sino más bien un ajuste de cuentas personal con el
pasado y el presente de su país. Al filo de la democracia está narrado en primera
persona, por la propia cineasta con una voz que por momentos se muestra
incrédula, indignada y se hace cuestionamientos personales. Es una crónica de
traición cívica y abuso del poder, pero también de desengaño.
Lo que ella ve —y lo que muestra— es una historia tanto épica como de intriga, una
narrativa de tejemanejes conspiratorios y de intereses personales que al mismo
tiempo son una epopeya de grandes fuerzas históricas y cambios de época en el
poder y en la ideología. Las acusaciones contra Rousseff y Lula se explican como
una consecuencia de traiciones de dimensiones casi shakespearianas, como un
golpe de Estado judicial y legislativo consumado mediante el uso aguerrido de leyes
e instituciones que debían ser neutrales.
Los villanos de Costa son los industriales adinerados y los miembros de los partidos
de centro y de centroderecha de Brasil. Pero sus héroes habían colaborado con esos
mismos partidos y el éxito de Lula a mediados y finales de la década de 2000 —un
periodo de crecimiento económico y de una ambiciosa reforma social— hasta cierto
punto fue posible gracias a su adaptación a los intereses empresariales y a la
cooperación interpartidista. Una de las inferencias de Al filo de la democracia es que
cuando Lula y el Partido de los Trabajadores perdieron contacto con el movimiento
de masas que los llevó al poder y controlaron las palancas del sistema político, se
volvieron vulnerables a la ira popular de la derecha. La corrupción y los acuerdos
secretos eran la norma tradicional de la gobernabilidad brasileña que el partido no
cuestionó mucho. Por ello, la frustración de la población hacia el gobierno en
general pudo tornarse contra Lula y Rousseff, cuyas imágenes, ataviadas con
camisas de presidio a rayas, fueron exhibidas en manifestaciones callejeras.
Las escenas de esos mítines y de las manifestaciones en contra del juicio político de
Rousseff y el arresto de Lula reflejan una sociedad encarnizadamente polarizada,
en la cual los términos esenciales de la identidad nacional, la historia colectiva y la
verdad en sí, están en controversia. “Orden y progreso”, el lema idealista que
aparece en la bandera de Brasil, es tan profundamente ridiculizado por esta
escenificación de caos y retroceso que Costa se pregunta si estas palabras siempre
han sido una broma.
Los hechos y argumentos que presenta deberían ser estudiados por cualquier
interesado en el destino de la democracia, en Brasil o en cualquier otro lugar.
Cualquiera que haya vivido la política de los últimos años como una serie de
sobresaltos y reveses que ponen en entredicho las suposiciones básicas sobre la
configuración de la realidad reconocerá la sensación que deja su filme.
Al filo de la democracia es una declaración de fe en el principio de la realidad, en la
idea de que es tan importante como posible entender lo que sucedió. Incluso si
ninguno de nosotros sabe lo que sucede después… o precisamente por eso.
Si hay algo que no podemos obviar en este documental, son los testimonios de
algunos de los senadores y diputados. Los mismos nos permiten ver que muchos de
ellos jamás habían aceptado la presidencia de Dilma, y no solo por ser parte del
Partido Trabajador o por haber sido encarcelada durante la dictadura. Lo que
aquellos hombre no podían perdonar era que su presidenta fuera una mujer.
Quizás aquí sí podemos afirmar lo injusto que es ver cómo de un lado de la disputa
el poder político tiene la capacidad de activar y desactivar las instituciones de
acuerdo a sus propios intereses.
Lamentablemente, la historia no termina ahí. Sino que la investigaciones de
corrupción llegan hasta el expresidente Lula da Silva, y entre idas y vueltas es
condenado por corrupción y blanqueo de dinero a doce años de prisión.
De esta forma, en plena campaña presidencial de 2018, en la que Lula era uno de los
candidatos más favorecidos, se observa cómo el juez Moro pide su excarcelación.
Y aquí nuevamente se puede destacar el material que consigue Petra Costa, ya que
capta esos momentos, e inclusive cuando Lula duerme en la sede del partido y tras
un discurso a sus militantes decide entregarse. No obstante, sus seguidores no acatan
con aceptación su decisión y no le permiten salir y entregarse. Se pueden observar
escenas muy movilizantes y emocionantes en esta parte de la historia. A pesar de
ello, no sería justo olvidar también aquellas escenas del otro sector de la sociedad
cuando reclamaban justicia con la misma intensidad y exigían la prisión para todos
los políticos corruptos del país.