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TRABAJO EN EQUIPO DE LA FAMILIA PASTORAL

Salmos 127:3-5 Josué 24:15


Trabajar en la labor pastoral de una iglesia constituye uno de los más altos privilegios. Es una labor
honorable y es una preciosa manera de invertir la vida para Dios y tendrá una elevada recompensa en el
reino de los cielos. Y porque no decir también aquí en la tierra.

El pastor suele ser una persona reconocida, querida y respetada. Sin embargo, el llamado pastoral puede ser
observado desde distintas perspectivas, algunos nos miran como sus “Padres espirituales” y otros nos miran
como “Jefes” Las exigencias a los que está sometido el pastor generan unas presiones tanto personales
como familiares que si no son bien gestionadas puede ocasionar serias dificultades tanto en la vida del
pastor como en la de su familia.

En las cartas de Pablo a Tito y a Timoteo encontramos algunos pasajes que son ordenanzas de parte de
Dios para que un hombre tenga un fuerte compromiso familiar
 «Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe
gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1 Ti. 3:4-5); «El que fuere irreprensible,
marido de una sola mujer y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni rebeldía» (Tit. 1:6).

La esposa del pastor siempre será un referente para el resto de las mujeres de la congregación. Y esto, en
un sentido es una gran bendición, pues Dios permite que sus vidas sean usadas para moldear a otras
mujeres; este es un privilegio por el cual vale la pena pagar el precio.

Sé la ayuda idónea de tu esposo


Eres la ayuda idónea de tu esposo, así que enfócate en orar por él y ayúdale a cumplir los requisitos
establecidos en tito 2:1-7

No te quejes del tiempo que él invierte en el ministerio y más bien muéstrale a tus hijos que Dios ha llamado
a su papá a una misión muy especial y que como familia están para apoyarle.

Que tu relación con Dios no sea una preocupación para tu esposo. Ciertamente él debe pastorearte con
cuidado, pero al mismo tiempo, tú debes enfocarte en tu devoción personal diaria. Como la mujer de
proverbios 31, en ella está confiado su marido, y esto es por la íntima relación que ella tiene con Dios.

Ama a la iglesia
En ocasiones, las personas esperan del pastor y su familia la perfección absoluta y ciertamente es doloroso
escuchar cuando murmuran de él, más aún cuando estas críticas no son verdaderas, pues como familia
somos testigos directos del esfuerzo y el amor que el esposo dedica al ministerio.

Amar a la iglesia es tu arma en contra de la crítica, recuerda que el amor cubre multitud de pecados (1Ped
4:8). Con amor puedes soportarlo todo (1 Cor 13:7) y vas a querer servir de mejor manera. Tu mente no
meditará en los malos comentarios sino que siempre preferirás glorificar al Señor.
Ve al Señor y pídele que te ejercite en el amor, finalmente serás tú la que puedes animar o desalentar a tu
esposo en tiempos de decepción y crisis.

Ora incansablemente.
Tú eres parte esencial en el ministerio de tu esposo. Tal vez no puedas hacer algunas cosas porque tienes
hijos pequeños en casa, no tienes el don para estar en alabanza o en algunas otras tareas de la congrega-
ción; sin embargo, algo que puedes hacer sin límites, es orar por tu esposo. Ora por su ministerio de
consejería, por su predicación, por los miembros de la iglesia, por sabiduría, por fuerza y salud física para él.

Nuestros hijos son saetas en una aljaba


Nuestros hijos son la clave para nuestro ministerio, porque mientras otros te abandonan y ahí estarán tus
hijos, tu familia junto a ti para ayudarte en esta gran labor, por eso instrúyelos, amales, invierte en ellos, ora
con ellos, juega con ellos, y poco a poco dales responsabilidades en la iglesia.

Eli no hizo nada para que sus hijos siguieran con su legado, los dejo a su voluntad y estos se pervirtieron,
fueron un mal testimonio para su ministerio, hizo mucho por el pueblo y nada por sus hijos.
Preparado por el Pastor Javier Asitimbay

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