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Fácilmente se puede pensar que “la ética no importa… es solamente un curso de relleno

que se estudia en la universidad”, sin embargo, de acuerdo a nuestras propias


experiencias y reafirmando nuestros conocimientos con el avance del curso de Filosofía
podemos concluir que esta afirmación es falsa o equivocada, pues la ética es parte de la
vida del ser humano. La vamos aprendiendo desde el hogar donde nuestros padres nos
enseñan desde muy pequeños a diferenciar el bien del mal y nos dan las primeras
lecciones de la ética cotidiana, de aquella que se enseña con el ejemplo y se muestra en
el comportamiento de cada día y que es una muestra clara de cuánto nos hemos ajustado
a lo que la sociedad espera de nosotros.

La enseñanza sobre la ética en la universidad no es solamente por cumplir, sino por la


importancia que necesariamente tiene para el profesional, tanto en las tareas que le
competen en su especialidad como en la conducta que muestra. Es ético el profesional
quien cumple plenamente con las exigencias de su carrera, que respeta a las personas
con las que se relaciona profesionalmente brindándoles siempre un trabajo de mejor
calidad.

Tiene un comportamiento ético el profesional que ofrece el servicio adecuado,


cumpliendo con los plazos establecidos con el cliente y dándole las garantías
indispensables. Aquí no tiene sentido la criollada de hacer las cosas a medias o a
destiempo, porque al fin y al cabo esto repercute en la propia persona que actúa mal.
Recordemos aquel antiguo refrán: “No escupas al cielo porque puede caerte en la cara”.
Es muy cierto en este sentido que cuando alguien pierde la credibilidad en su
comunidad, será casi imposible que la recupere.

Pero no es solamente que la ética se aplique en el trabajo sino que forme parte del
comportamiento diario. Respetándose a sí mismo y a los demás en cada uno de sus actos
la persona es más humana.

En una sociedad en crisis, la ética y los valores suelen estar notoriamente afectados. De
esto dan fe los múltiples testimonios, denuncias, evidencias y acontecimientos que
vienen sucediendo con nuestras autoridades y personajes públicos del mas alto nivel,
quienes evidentemente vienen actuando en contra de los principios morales del ser
humano y de la sociedad, cayendo en el atroz mundo de la corrupción.

En el intento de encontrar a los culpables de estos hechos y sancionarlos le cabe


intervenir a la justicia. Sin embargo, lo más importante es el aporte que puede dar cada
uno de nosotros para mejorar la situación, reforzando los valores que contribuyen a la
mejor convivencia con quienes nos rodean, para empezar en nuestra vida personal.

De nada vale ser un profesional exitoso, admirado por muchos y a la vez tener un
comportamiento desagradable, desconsiderado con los suyos, a quienes debería darles
antes que a nadie el máximo respeto y amor. De nada vale la riqueza si se acumula en
base a la deshonestidad. Si cada uno de nosotros en su pequeño mundo diario actuara
respetando los principios éticos, seríamos respetados por nuestra comunidad pero
también estaríamos contribuyendo decididamente a construir un mejor país, sin duda
alguna.  

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