Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
oculta» como parafrasea Soja a Berger (p. 262). La modernidad aespacial e historicista ha de
sustituirse por una posmodernidad entendida y ligada al espacio y a su potencial explicativo.
Es lo que Soja ha llamado «el giro espacial».
El actual volumen incide en esa idea pues este pensamiento es lo panóptico en Soja. La
causalidad espacial y la espacialidad, conceptos clave del universo Soja, se consideran «una
compleja y siempre presente dimensión de la vida social, que va más allá de entenderla en
forma de simple localización, de contenedor, y a manera de producción material»; tal como
sintetiza Adrián Hernández.
El libro es una introducción al complejo, y a veces oscuro, mundo de Soja. Somos llama-
dos a adentrarnos en un glosario de ideas y procedimientos novedosos, con extractos selec-
cionados que pese a la fragmentación en la forma están ensamblados con un hilo conductor
común. Este compendio se realiza a través del relato de la trayectoria vital y académica
de Soja combinado con una entrevista en profundidad (planteada como una conversación
informal donde sin corsés y relajadamente sacar el máximo jugo al biografiado) y una anto-
logía de textos que incluye cinco hitos del pensamiento de Soja y un texto inédito donde se
tratan las mesogeografías (una re-regionalización de la escala de análisis y la centralidad
de la ciudad como elemento generativo). Quizá lo que causa mayor impacto sean los cinco
escritos donde se desglosa la teoría y práctica de Soja. Como teoría explica la trialéctica y
sus posibilidades imaginativas (aplicadas en la estructura de Postmetropolis). La praxis, sin
embargo, es especialmente útil pues baja al terreno de la actuación urbana (Los Ángeles) las
embrolladoras ideas que componen su corpus.
En Los Ángeles –su laboratorio por excelencia– Soja hace un palimpsesto de la ciudad y
persigue neutralizar la muy acelerada temporalidad de la posmodernidad y su poca memoria
mediante la disección en capas de las diferentes ciudades y ritmos. Nos muestra los efectos
de la reestructuración urbana de los últimos años en una serie de 6 ciudades que son una sola.
En los tres primeros niveles de análisis se aproxima al fenómeno de la reestructuración.
Viajamos a través de la Exópolis, la ciudad que se desparrama hacia fuera, que se descentra-
liza en suburbanizaciones y concentricidades hacia el exterior dando lugar a determinadas
especializaciones productivas y sociales (p. 124). Las Flexcities incuban la reestructuración
industrial que va de la mano de la reestructuración espacial, con cambios en la división social
urbana del trabajo (p. 134). La Cosmópolis, por su parte, comprende la ciudad fruto de la
internacionalización, la glocalizacion y el control financiero global. Es el Aleph de Borges,
donde, en palabras de Perla Zusman, «la multiplicidad de espacios» ocupan el mismo punto,
sin superposición y sin transparencia (pp. 141-146).
Las restantes tres categorías son de un cariz indudablemente posmoderna. Es la Los
Ángeles realmente contemporánea y donde Soja rezuma mayor originalidad y fidelidad a sí
mismo.
En el laberinto astillado se da la creación de nuevas formas de modernidad urbana; se
trata de una estructura social y económica fluida, fragmentada, descentralizada (p. 147). En
los ojos sin fin habita la metrópolis policial, de infinitos ojos, con una tecnología disciplinaria
de seguridad. Se mencionan las ‘tácticas del hábitat’ (que tienen su origen en Foucault) que
rechazan la ciudad carcelaria, organizan resistencia social y conforman una nueva política
multicultural del espacio y el lugar (pp. 155-157). Finalmente el hijo pródigo, las Simcities,
es su aportación posmoderna práctica más clara. Aquí se intuye la ciudad de la reestructu-
ración cultural, ideológica, del orden del imaginario. Es el nivel de ciudad en el cual se da
el cambio en la manera de como relacionamos nuestras imágenes de lo real con la realidad
misma; es la interpretación práctica de la vida cotidiana, el cambio de consciencia individual
y colectiva que acaba cambiando a su vez los discursos de la realidad. Las simulaciones y la
hiperrealidad marcan y facilitan la transición a la posmodernidad. La reestructuración urbana
es la reestructuración de lo real, del significado mismo de la modernidad. Se crean nuevas
formas de modernidad a partir de reestructuración social (pp. 157-159). «El mundo contem-
poráneo se está volviendo cada vez más posmoderno» nos dice Soja (p. 160).
Finalmente, a través del apartado «Tres aportaciones de Edward W. Soja a la geografía
y a la teoría social» los autores nos guían mediante un lenguaje claro y sencillo hacia una
sinopsis del corolario de Soja. Su cometido es el de hacer llegar el mensaje a la mayor can-
tidad de capas sociales sin dejar de reseñar la visión que otros autores tienen del trabajo de
Soja.
Así, defienden que su pasión espacial es una de las mayores aportaciones, un elemento
característico de su idiosincrasia con el que él mismo se autodescribe: «intento ver el mundo
a través de todas esas finas lentes, pero el foco primordial es insistentemente espacial; condi-
cionado, motivado e inspirado por una perspectiva espacial crítica» (p. 279).
Esta machaconería o fijación espacial ha causado, reconocido por su propio impulsor, un
impacto muy fuerte en la academia. El ‘daño’ en la vía tradicional de abordar el estudio de la
sociedad y el espacio ya está hecho (p. 269). Como dice Warf, es «un texto fundacional del
pensamiento geográfico contemporáneo» (p. 263).
Incluso Harvey, enemigo declarado del pensamiento que coloca en el papel decisivo
y preeminente a las fuerzas de reestructuración espacial, admite empero, que pese a que
«los procesos son más fundamentales que las formas», éstas son siempre encorsetadas por
«las formas que producen, sustentan». «Las permanencias producidas (entre ellas la propia
ciudad) –sentencia– funcionan como bases sólidas e inamovibles de la existencia material
cotidiana». Este giro del pensamiento de Harvey roza las influencias de Lefebvre y puede dar
la apertura a espacios convergentes con Soja.
No obstante, Soja ha sido también foco de muchas críticas de disciplinas afines y ajenas.
Se le afea su capacidad de inventar nuevos vocablos, por ser un «mago de las palabras»
(p. 258) que a veces crea epistemologías innecesarias. Para Massey este tipo de creaciones
distan de la comunicación y se acercan más a la autorepresentación (p. 268), ya que escribe
desde arriba y alambicadamente, pomposamente, para la academia. Su relato, estéticamente
hablando, es parecido al de Mike Davis pero frente a éste adolece de falta de valentía y dina-
mismo y el texto resultante no es tan atractivo y sugerente.
El propio análisis heurístico de Los Ángeles tampoco contenta a todos pues hay quien
opina que no deja de ser «una lectura moderna de ese lugar posmoderno» (p. 264).
El no tratamiento del lenguaje y los problemas de representación, tan ontológicamente
posmodernos le acarrean asimismo duras críticas, «¿Por qué Soja abre la puerta del posmo-
dernismo y luego hay tan poco que enseñar en el interior? ¿Por qué anuncia la deconstruc-
ción y luego no hay Derrida por ninguna parte?» (p. 266).
La deriva de Soja a lo largo de su vida y textos, sus contradicciones y contraindicaciones
son también motivo por el que le afean algunos académicos. Así, se le achaca un marxismo
economicista predominante en su libro Postmodern Geographies (p. 264) o que a veces