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por Javier Cárdenas
9 mayo, 2020
La nutrición en vegetales tiene similitudes con la de otros seres vivos. Es decir, toman nutrientes
del medio, los transforman y los usan para realizar todos sus procesos metabólicos.
Las plantas toman nutrientes a través de la raíz y de las hojas, los transforman mediante el
proceso de fotosíntesis y los distribuyen al resto de la planta por difusión, con ayuda de los
tejidos vasculares (xilema y floema). Los musgos son una excepción a esta generalidad, por
cuanto ellos no tienen raíz propiamente dicha (sino rizoide) y tampoco tienen tejidos vasculares.
La raíz presenta cuatro partes: Primero, el cuello o zona en la cual se une con el tallo. Segundo,
la zona suberificada ubicada bajo el cuello. Tiene paredes gruesas e impermeables por la
presencia de suberina. Tercero, la zona pilífera o de pelos absorbentes, formada por raíces
jóvenes donde las células epidérmicas se alargan formando estructuras capaces de captar el
agua y las sales minerales del suelo. Cuarto, la zona de crecimiento ubicada en el extremo de la
raíz principal, con células de tejido meristemático de gran actividad mitótica protegidas por la
cofia.
La raíz tiene una corteza formada por cuatro tejidos (epidermis, felógeno, parénquima cortical y
endodermis) y un cilindro central formado por cuatro tejidos mas (periciclo, cambium, tejidos
vasculares y parénquima medular).
Corteza
La epidermis está formada por una capa de células que a nivel de la zona pilífera emiten
prolongaciones llamadas pelos absorbentes que aumentan la superficie de contacto con el
medio facilitando la absorción de nutrientes. En las demás partes de la raíz, las células
epidérmicas almacenan una sustancia de protección llamada suberina.
El felógeno es un anillo de células ubicadas en la corteza, que al dividirse generan tejido
suberoso hacia fuera y parénquima cortical hacia dentro.
El parénquima cortical está formado por células de paredes delgadas que almacenan
nutrientes recién absorbidos.
La endodermis está constituida por una sola capa de células selladas por la banda de Gaspar,
cuya función es seleccionar el paso de nutrientes hacia el xilema.
Cilindro central
La hoja está formada en su parte externa por el peciolo que le permite unirse al tallo de la
planta y la lámina foliar que está limitada por el borde, el ápice, la superficie superior o haz y
la superficie inferior o envés. En la lámina foliar se observan cordones
llamados nervaduras formados por los tejidos vasculares.
La hoja está protegida por tejido epidérmico en las dos superficies (Epidermis superior y
epidermis inferior). Entre ellas está el mesófilo, formado por parénquima clorofílico y acuífero.
El parénquima clorofílico está formado por células alargadas dispuestas en “empalizada” cuya
función es realizar la fotosíntesis, para lo cual poseen abundantes cloroplastos. El parénquima
acuífero está formado por células amorfas de paredes delgadas, que almacenan básicamente
agua, minerales y gases disueltos, utilizados como materia prima de la fotosíntesis. En la
epidermis inferior o envés, se ubican estomas, constituidos por dos células oclusivas y un
orificio u ostiolo, que regula el ingreso de anhídrido carbónico (CO 2) y permite la salida de
oxígeno (O2) y vapor de agua. En plantas monocotiledóneas hay estomas en ambas superficies.
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Nutrientes como el agua y los minerales (savia bruta), llegan a la hoja a través del xilema y se
almacenan en el parénquima acuífero, junto con el anhídrido carbónico. Todas estas sustancias,
van al parénquima clorofílico para ser utilizadas en la fabricación de compuestos orgánicos
(savia elaborada), la cual sale de la hoja a través del floema.
Fotosíntesis
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