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¡TRAICIÓN, EL ARMA MÁS LETAL DE AMLO!

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La Otra Opinión

Especial

Primero el refranero popular: “Es tan corrupto el que roba, como el que traiciona”.

Y viene a cuento el tema porque “la cultura” de disponer de dinero público de manera
ilegal, igual que traicionar la palabra empeñada y las convicciones prometidas, son
“cualidades” que caracterizan a López Obrador.

En el primer caso –el uso del dinero público de manera ilegal–, fue uno de los “motores”
que hicieron posible mantener en movimiento durante décadas ese poderoso activismo
político que convirtió a AMLO en el líder social más renombrado.

Y el segundo caso –el de la traición–, es una característica que a lo largo de los años cultivó
López Obrador, hasta llevarla a niveles impensables de perfección.

Más aún, es tal el nivel y complejidad alcanzados por las estratagemas utilizadas por el
mandatario mexicano para traicionar, que la convirtió en una de sus armas más letales.
Y los mejores ejemplos los vimos apenas el pasado 5 de junio, cuando los gobernadores de
Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, exhibieron sin pudor la traición a sus partidos de origen
a cambio de no ser perseguidos por sus pillerías en el ejercicio del poder y de un premio de
consolación que, a querer o no, los convierte en lacayos del presidente.

Estamos hablando, como todos saben, de los gobernadores Omar Fayad, Alejandro Murat
y Carlos Joaquín González, de Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, respectivamente, quienes
abiertamente trabajaron a favor de los candidatos de Morena en sus entidades y, por
supuesto, en contra de sus partidos de origen.

Y la traición fue tal que horas después de la elección del domingo 5 de junio –y con un
cinismo sin límite–, el propio Obrador reconoció que algunos de los gobernadores que se
entregaron a Morena serán premiados con un lugar en el gabinete y/o con una embajada.

Peor aún, el martes 7 de junio del mismo 2022, López amenazó a los opositores con otra
expresión propia de un dictador: “Agárrense, porque vamos por más!”, gritó triunfalista en
su mañanera.

Curiosamente, el mismo lunes 6 de junio del 2022, entregó sus Cartas Credenciales como
embajador de México en España, el ex gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, quien llegó
al poder como militante del PRI y salió del poder de Sinaloa en medio del escándalo por
haber entregado la estafeta a un “narco-gobernador”, impuesto por AMLO.

Y es que la fórmula de “la zanahoria y/o el garrote” contra priístas y panistas también hizo
ganar a Morena en las elecciones estatales del 2021, en donde mandatarios como los de
Sinaloa, Sonora y Nayarit traicionaron a sus partidos y entregaron la plaza a Morena.

También en esos casos la traición fue recompensada con la impunidad a los mandatarios
salientes y con cargos en el servicio exterior.

Pero existen casos demenciales de traición y raterías, como el ex gobernador de Chiapas y


actual senador, Manuel Velasco –ex priísta y ex militante del PVEM–, y a quien
abiertamente solapa el presidente, a pesar de que se ha probado un saqueo monstruoso del
dinero público en Chiapas, a favor del partido Morena y de sus candidatos.

Incluso, la organización Mexicanos Contra la Corrupción dio a conocer que Manuel


Velasco y AMLO “mantienen una alianza de impunidad”.

Pero también existen casos en donde exgobernadores que ayudaron a Morena y a López
Obrador, no corrieron la misma suerte.

Uno de ellos es el aún priísta Javier Duarte, gobernador de Veracruz que sigue preso, a
pesar de que durante años financió al partido Morena en la entidad que gobernó.

En distintos momentos, Duarte reconoció de manera pública su amistad y su apoyo ilegal


–con dinero estatal–, a López Obrador quien, sin embargo, al final lo traicionó.

¿Qué pasó entre Javier Duarte y AMLO, como para que siga preso el veracruzano y que no
se atreva a denunciar los pactos inconfesables con el hoy presidente?

Otros políticos que fueron “tentados” por los afanes traicioneros de López son los ex jefes
nacionales del PAN; los impresentables, Manuel Espino y Germán Martínez, hoy
convertidos en “matraqueros” presidenciales a cambio de un vulgar “plato de lentejas”.
Lo cierto, al final del camino, es que la traición es uno de los emblemas que no sólo
pregona sino que presume el mandatario mexicano. Y la lista de traiciones de Obrador es
larga.

Por ejemplo, el hoy presidente traicionó desde el año 2000 a su padre político,
Cuauhtémoc Cárdenas; también traicionó a Rosario Robles, a quien debe su llegada a la
jefatura de gobierno del DF.

Aún así, Robles sigue presa, gracias a una estratagema vengativa de López, quien se niega
a que lleve en libertad el juicio en su contra, a pesar de que los propios ministros de la
Corte, amigos de AMLO, le han expuesto la monstruosidad cometida contra la ex jefa de
gobierno del antiguo DF.

De igual manera, Obrador traicionó a “Los Chuchos” y al PRD; partido al que vació de
militantes y recursos para la formación de Morena.

Una de las más recientes traiciones, exhibida de manera pública en una de sus mañaneras,
López Obrador la presumió cuando se lanzó contra la señora Carmen Aristegui, por haber
“cometido el pecado” de criticar al presidente en una entrevista.

Pero primero debemos recordar que para nadie es nuevo que la señora Aristegui se
convirtió en propagandista de López Obrador –antes que periodista–, y por décadas le
regaló groseras entrevistas a modo, sin rigor y sin un ápice crítico.

Hoy, sin embargo, ante la tragedia en que se ha convertido el gobierno de AMLO, la señora
Aristegui dedica tenues pinceladas de crítica a López, lo que en repetidas ocasiones desató
la furia del dictador

Pero, sobre todo, López Obrador traicionó a 30 millones de mexicanos; a los millones que
votaron por él y creyeron en sus promesas de que “primero los pobres”; a millones que
creyeron que su gobierno sería distinto, que la economía crecería 6%, que acabaría la
violencia, que no habría más pobres, que no habría más muertes por violencias, más
masacres, más feminicidios…

Lo cierto es que el presidente mexicano no sólo es el mandatario más mentiroso sino el


que más ha traicionado no sólo sus convicciones e ideales, sino a todos aquellos que
creyeron en su propuesta de gobierno.

Y es que, a querer o no, la traición es el arma más letal de López Obrador.

Al tiempo.

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