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Arrancó luego que se conocieron los resultados de la elección del pasado 5 de junio, del
2022, en donde el partido oficial se alzó con una victoria de cuatro a dos.
Es decir, que el presidente y su partido, Morena, le arrebataron a los opositores del PRI,
PAN y PRD cuatro gobiernos estatales, de seis en disputa; todos mediante elecciones de
Estado y narco-elecciones.
Pero la verdadera noticia es que la madre de todas las batallas arrancó en todos los frentes
de manera simultánea; una batalla total que confirma que en los próximos 24 meses
veremos una carnicería épica.
En pocas palabras, a partir de hoy veremos a políticos en abierto choque con el gobierno y
con el presidente, en tanto que el gobierno de López se volcará en una feroz persecución de
opositores, a los que sacará no solo “trapos sucios” sino acusaciones falsas y dolosas para
desacreditarlos.
Pero, sobre todo, veremos el incremento de las amenazas de muerte a políticos y críticos,
en medio del alza exponencial de los crímenes políticos, no solo para callar sino para
desaparecer adversarios.
En realidad volveremos a los tiempos pre-civiles en donde las batallas políticas se libraban
mediante la plata y/o el plomo; con el peso del poder presidencial sometiendo a políticos,
medios y doblando a periodistas y, en especial, con los crímenes ejemplares.
Poca cosa, quiere decir que dirigentes y legisladores del PRI, PAN y PRD no aprobarán en
el Congreso de la Unión una sola de las iniciativas enviadas por el presidente, en especial
su destructiva Reforma Electoral, que pretende dar el tiro de gracia al INE.
El golpazo, como era de esperar, enfureció a López Obrador, quien acusó a los opositores
“de bloquear, no ayudar, estorbar y no proponer nada”; una victimización que desató la
furia de las redes sociales, ya que muchos malquerientes de López le respondieron con el
clásico: “el burro hablando de orejas”.
¿Por qué?
Porque no se necesita ser analista político y menos tener bola de cristal para entender que
el maestro del bloqueo, de la protesta callejera y de estorbar las acciones de gobierno, se
llama López Obrador.
¿Olvidó el presidente el bloqueo de Reforma; olvidó los éxodos de Tabasco al entonces DF;
olvidó las tomas al Zócalo? ¿Ya olvidó López la quema de pozos petroleros en Tabasco; ya
olvidó el no pago a la CFE?
Sí, el cinismo del presidente fue tal que hasta se aventó la puntada de recordar el refranero
popular. “mucho ayuda el que no estorba…”, dijo.
Pero la respuesta oficial vendrá de todos los frentes del Estado. Es decir, que pronto
veremos que se lanzará todo tipo de acusaciones contra los líderes del PRI, PAN y PRD y
contra sus gobernadores, legisladores y hasta contra grupos empresariales preocupados a
favor de la defensa de la democracia.
Sí, a la par que veremos escándalos reales de corrupción, también seremos testigos de
nuevas campañas presidenciales de difamación y calumnia.
Por lo pronto, el líder del PRI, Alejandro Moreno, ya es víctima de una campaña de
descrédito. Y sólo es eso, porque si existieran pruebas reales de corruptelas ya habría sido
enviado a la cárcel.
Por su parte, críticos del gobierno de AMLO, como la senadora Lily Téllez y la periodista
Anabel Hernández, denunciaron amenazas en su contra a través de plataformas digitales.
A su vez, poco después de asegurar que existe una alianza entre el presidente López
Obrador y el “Cártel de Sinaloa”, fue hackeada una cuenta de la red social de la periodista
Anabel Hernández, a quien también amenazaron de muerte. Por esa razón canceló su
cuenta del “pájaro azul”.
Pero el caso más sorprendente es el del periodista Joaquín López Dóriga, quien en sus
redes sociales dio a conocer que no entrevistará más a los jefes de los partidos que integran
la Alianza Va por México.
¿La razón?
Según el periodista, no entrevistará más a Marko Cortés, líder nacional del PAN y a
Alejandro Moreno, jefe del PRI, “¡porque le mintieron a los ciudadanos!”.
López Dóriga dijo que en una reunión editorial con Grupo Fórmula, se acordó no
entrevistar a los jefes de esos partidos, “por mentirosos”.
Sin duda una poderosa razón periodística que, sin embargo, no muestra el mismo rasero
con el presidente mexicano, a su vez el más mentiroso de la historia.
Y si ese fuera el criterio editorial para los medios, recomendado desde Palacio, el primero
al que nadie debía darle voz es a López Obrador; un presidente que en 43 meses de
gobierno ha formulado poco más de 60 mil mentiras a los mexicanos.
Lo cierto es que desde Palacio salió la orden para que sean callados en todos los medios,
tanto conductores de noticias, como opinantes y críticos, de radio, televisión y prensa
escrita.
En pocas palabras, en los próximos 24 meses seremos testigos de una de las mayores
persecuciones políticas y periodísticos de la historia; una campaña de exterminio de
críticos y disidentes, para dejar el camino libre al Maximato de López Obrador.
Al tiempo.