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Cronenberg, cineasta
"posmoderno"+
I Serge Grünberg
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no tiene nada que ver con el angelismo ro, apasionado por la ciencia ficción y por la
cristiano; en todo caso, estaría vinculado biología, concibe las ideas en cuestión como
con las especulaciones científicas sobre la un “cuerpo” enigmático; su método de acer
optimización de las capacidades físicas e in camiento a ellas será la disección’. Para de
telectuales. Esta búsqueda termina, invaria cir las cosas rápidamente, a pesar de un
blemente, en la muerte o el suicidio. dominio cada vez más afirmado de la pues
Algunos pretendieron que este guión-tipo ta en escena, del montaje y de la dirección
demostraba el pesimismo de Cronenberg, de actores, Cronenberg partió de una ambi
quizás incluso su odio a la ciencia y al pro ción “literaria” cuya ilustración más perfec
greso. Pero más allá de que la fe en un pro ta no habría sido sino, del algún modo como
greso rectilíneo de la ciencia no rige ni en los surrealistas, el cine.
siquiera en las revistas de vulgarización cien
tífica, el artista, cuando utiliza los elementos
tomados de la ciencia ficción, no puede ig “Siempre tuve medicina en la sangre...”
norar las contradicciones a menudo trágicas (W. Burroughs)
entre el poderoso crecimiento de las tecno
logías más sofisticadas y el estancamiento, in No hay que sorprenderse de que, para su
cluso la regresión política, económica y ética primer papel en la pantalla, David Cronen
que gobierna al planeta (las inquietantes berg haya elegido ser un cirujano enmas
multinacionales de ideología fascistoide de carado que, en una sala de operación, se
Scanners y de Fideodrome muestran elocuen prepara para liberar a un monstruo (The
temente que Cronenberg no es un apóstol Fly). En efecto, Cronenberg tiene una mi
del status quo). Sin embargo, el cineasta nun rada médica, quirúrgica sobre los fenóme
ca estuvo “comprometido” en el sentido de nos y los seres que pueblan sus filmes.
que sus filmes denunciarían un orden polí Desde el médico loco de Shivers hasta los
tico o socio económico cualquiera —lo que gemelos Mantle -e incluso el mítico Dr.
él llama “cine de propaganda”-; su interés Benway de Naked Lunch- los émulos de Es
por la sociología no es sino ocasional y, si es culapio son aquí legión. Hasta sus mismos
tá decidido a romper con una tradición nor personajes se contemplan con frialdad, co
teamericana de “psicología”, es en el campo mo desvinculados de su sufrimiento o de
mismo del cine, donde el “héroe”, en sus su anormalidad. ¿No es éste, además, el pro
aventuras y sus tribulaciones, encarna el ideal pósito mismo de su cine?; un diagnóstico
puritano de la elección y la predestinación. sobre la imagen, y también sobre su mons
Desde sus primeros largometrajes (Stereo y truosidad consustancial (l'ideodromc es el
Crimes of the Future), será más bien un cineas ejemplo más completo). El virus, la proli
ta de ideas, muy próximo, en sus técnicas na feración viral, es tanto el tema central de su
rrativas como en su temática, de su principal obra, como el descubrimiento de ese “in
influencia artística, William S. Burroughs. Pe vasor”, la técnica.
1 El cut-upde Burroughs.
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ro las cosas no son tan simples, y Cronenberg nos un accidente que un acto fallido. Cuan
no es un denunciante que satisface a la bue do sabemos que el inventor de ese programa
na conciencia de izquierda. Porque, por su es O’Blivion -incluso, su primera víctima-
puesto, aquel que va a ver un filme de horror comprendemos que esta imagen procede del
y a fortiori un filme de Cronenberg, desea con país de los muertos. Semejante imagen mor
ardor esa “dureza”, incluso si puede refugiar tífera estaría, entonces, en exacta frecuencia
se detrás de los trucos y de los efectos espe con el deseo de muerte del espectador.
ciales. Por otro lado, la palabra “duro" (tough) El cine, esa ilusión de movimiento a veinti
volverá en boca de Harlan (patronímico de cuatro imágenes por segundo, es la muerte
un famoso cineasta nazi), el asistente de Max, en obra. De modo parejo, en The Dead Zo
cuando le confiese haber sido un “topo” de ne cada secuencia profética se revela no só
la Spectacular Optical, cuya misión era expo lo como una imagen de muerte anunciada,
ner a Max a la señal-videodrome, con el ob sino también como la pérdida de energía vi
jetivo de facilitar la toma de control del tal del héroe, la promesa de su muerte pró
estudio de televisión (CivicTV). Incluso, aña xima. Como si, luego del túnel de cinco años
dirá que Occidente debe “endurecerse”, fren en el coma (zona muerta), el héroe poseyera
te a un tercer mundo cada vez más “duro”-, aún una reserva de imágenes estrictamente
viejo lugar común de la extrema derecha de medida cuyo gasto abusivo sería fatal. Como
los dos lados del Atlántico. en el Uhik de Philip K. Dick, así como en el
Orphée de Cocteau, las “voces” y las imáge
nes provienen del País de los muertos. [...]
“La muerte es la separación final de la
imagen y del sonido” (W. Burroughs,
The Job) Filmar es aprender a morir
Si la imagen viral que transmite “Videodro- El virus en cuestión es de aquellos de los que
me” responde adecuadamente a los deseos del resulta imposible escapar. La obra no es, por
hombre de los media, ¿no es, simplemente, por cierto, de un sonso optimismo. Un estudio, fil
que esa imagen es deseada? Max constituye, me por filme, nos mostraría sin embargo que
quiérase o no, el telespectador tipo, el terreno la muerte tiene dos significaciones; una, ale
ideal para el desarrollo de ese virus mortal; su górica; otra, puramente cinematográfica (en el
sistema inmunológico ya ha sido devastado. cine, ¿la muerte no es sinónimo de final?). La
Es un devorador de imágenes, un toxicómano muerte del héroe (sin hablar, como los exper
de la televisión, siempre a la búsqueda de imá tos militares, de muertes colaterales), confron
genes más duras, como el heroinómano que tada a insuperables contradicciones, ¿no provee
busca una sensación cada vez más fuerte, al al espectador la satisfacción de una resolución?
punto de creer que la sobredosis es en él me Sin dudas, hay que ver allí la célebre catharsis
2 Hay que notar que las víctimas de la sala de torturas de "Videodrome" son todas asiáticas.
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que Cronenberg reivindica. Cronenberg nos imágenes sanas son muy raras, demasiado sos
ofrece siempre la muerte final del héroe co pechosas de haber sido ya contaminadas por
mo una liberación. Como si, de algún modo, sus contrapartidas virales, como para ofrecer
cuando el virus ha proliferado y contamina nos satisfacción, porque la saciedad, en este
do hasta la narración misma, fuera necesario caso, es la muerte. Cronenberg es ante todo
en un último esfuerzo de resolución (que no un artista de la melancolía, en el sentido que
es una denegación) sacrificar el organismo Starobinski da al término. Melancolía de un
portador para destruir al invasor amenazante. cuerpo ideal, corroído por el parásito de Edi-
En este sentido, Cronenberg, creador de po, del envejecimiento, de la enfermedad, de
monstruos, se convierte en el cirujano de sus la mutación hacia un más allá monstruoso que
'‘ensayos” teratológicos: amputa del organis se sustrae incesantemente y se presenta como
mo contaminado el órgano a la vez más viden una ilusión^. La salud no es, en consecuencia,
te}' más visible: la ilusión misma del cine. La la verdad; la obra de Cronenberg parece per
disección del “caso clínico”-la sustancia mis suadirnos de que nada es verdadero. Por otro
ma de su estilo, calificado de frío o de quirúrgi lado, sus héroes nunca expresan el deseo de
co-, una vez operada, le quita a nuestra visión volver sobre un statu quo ante, un estado “nor
o, si se quiere, a nuestro voyeurismo, la próte mal”, o algún paraíso perdido (torta de cre
sis que le permitía sobrevivir a las mutaciones, ma del puritanismo hollywoodense que el
metamorfosis y otras transformaciones, al apli happy ending traduce), ya que aprendieron, por
car metódicamente la célebre fórmula: “No es la experiencia límite que han vivido, el de
una imagen justa, es justo una imagen”. Pue samparo irremediable que es la existencia. Ca
de verse que no se trata de un simple “truco”, da filme de Cronenberg hace pasar al
un “efecto especial de retórica”, o de un ges espectador de la ilusión a la desilusión.
to de prestidigitador. La ilusión es la enferme
dad misma; el virus, por definición, un v En Grünberg, Serge, David Cronenberg, París, Ca-
predador que “avanza enmascarado”. [...] hiers du Cinéma, Col. “Auteurs”, 1992.
La vida es por cierto una enfermedad. Las Traducción: E.B.
3 En el
sentido en que Freud empleaba el término en El porvenir de una ilusión, que comenzaba con la ilusión religiosa.
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