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rectificación ni nada por el estilo.

Y si
bien reconocemos adecuaciones e in-
cluso virajes argumentativos en su obra
integral —en gran medida obligados
por el tránsito del campo del parentes-
co al del mito mediado por el del tote-
mismo—, la lectura de Todos somos
caníbales deja claro lo exagerado que
sería postular etapas (joven/adulto) en
la obra de Lévi-Strauss. De existir, éstas
serían resultado de un plan de trabajo y
no de un ejercicio de autocorrección o
cambio de perspectiva.
Por ello celebro la inclusión del
texto de 1952, “El suplicio de Papá
Noel”,1 pues gracias a la asimetría tem-
poral que introduce el lector, no sólo
comprobará la unidad del pensamiento
lévi-straussiano, sino además tendrá la
oportunidad de hacer una lectura para-
Claude Lévi-Strauss,
digmática del libro. A la manera de “La
Todos somos caníbales, estructura de los mitos” (publicado tres
México, Fondo de Cultura Econó-
años después del “Suplicio de Papá
mica (Popular, 723), 2014.
Noel”), en Todos somos caníbales las pre-
ocupaciones “profundas” de nuestro
Ameno y genial como siempre fue, autor son susceptibles de reducirse a
en Todos somos caníbales Claude Lévi- una suerte de mitemas, y por lo tanto
Strauss nos ofrece 17 breves ensayos de analizarse armónicamente.
donde hace gala del ojo etnográfico e Luego entonces, más que una serie
indomable pensamiento que lo caracte- de textos que se suceden temática y
rizaron durante su larga trayectoria temporalmente, lo que el lector encon-
académica y literaria. El libro se divide trará es un conjunto de variaciones so-
en dos mitades asimétricas: un único bre temas antropológicos recurrentes
ensayo que data del lejano año de 1952, como el cambio cultural, el papel de la
y 16 que fueron escritos entre 1989 y el historia, las limitaciones del funciona-
año 2000 para el diario italiano La Re­
pubblica. 1 “Le Père Noël Supplicié” fue antes tra-

La brecha de casi cinco décadas en- ducido al español por Gustavo Torres y pu-
tre el primero y el último artículo hace blicado con el título “Santa Claus en la ho-
patente la unidad del pensamiento lévi- guera”, en el Boletín de Antropología, nueva
época, núm. 65, enero-marzo de 2002. Al
straussiano, pues a pesar de la enorme
texto lo antecede una breve e interesante pre-
distancia temporal el lector no encon- sentación escrita por Jesús Jáuregui y Gusta-
trará rastros de evolución, desarrollo, vo Torres.

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lismo, el evolucionismo y el difusionis- Claus, de pronto nos veamos enfrenta-
mo, las tensiones entre el relativismo y dos con problemas de definición de lo
el racionalismo, el arte y el pensamien- humano. Una de las cosas que más dis-
to salvaje. Lo anterior explica por qué el fruté en el libro fue imaginar las posi-
análisis de la quema de Santa Claus en bles rutas y conclusiones que el autor
una hoguera durante el periodo de pos- construiría a partir de tan singulares
guerra francés (“El suplicio de Papá pretextos. Pretextos, o valga decir in­
Noel”) y aquel dedicado al rol desem- dicios locales, de problemas generales.
peñado por el conde Spencer después Es gracias a esta puesta en estructura
de la muerte de su hermana la princesa de los acontecimientos que las diferen-
Diana de Gales (“El retorno del tío ma- cias entre culturas (tanto en el tiempo
terno”) resultan análogos a pesar de como en el espacio) no dan pie a un re-
versar sobre temas y momentos histó­ lativismo ni a un racionalismo, sino que
ricos distantes. En igual relación se en- abren paso a una maquinaria de des-
cuentran, por ejemplo, “Variaciones plazamientos o transformaciones don-
sobre el tema de un cuadro de Poussin” de la unidad del hombre no se antepone
y “Corsi e ricorsi. Siguiendo los pasos de como principio de juicio o interés y
Vico”. por lo tanto, contrario al “Hombre soy.
Como podemos apreciar a partir Nada humano me es ajeno” de Publio
de los cuatro títulos hasta aquí mencio- Terencio, cabría imaginar a un Lévi-
nados, el conjunto de textos que con­ Strauss afirmando: “Francés soy. Todo
forman el libro tiene una naturaleza lo ajeno me es humano”.
heteróclita. Por ello, cuando pasamos de Pero para que las diferencias al­
uno al otro, o incluso cuando vamos cancen el estatuto epistemológico que
de un párrafo al siguiente, en realidad les permita hacer estructura, es preciso
viajamos de Japón a México y Perú, de arrancarlas del plano de la contingencia
Italia a África, e irremediablemente, y la pasión, lo mismo que del de la ne-
de la Amazonia a los Estados Unidos. Y cesidad y la función. Será precisamente
es en el transcurso de estos viajes que en sus creaciones estéticas por sobre
aprendemos la manera en que el etnó- cualesquiera otras esferas de la práctica
logo construye relaciones ahí donde en donde la Diferencia (sensible por de-
parecía no haber nada. A partir de as- finición) haga humanidad: “El tiempo
pectos de la vida en apariencia contin- no quita ni añade nada a los amores y a
gentes, Lévi-Strauss arma problemas los odios vivenciados por los hombres,
antropológicos destinados a trascender a sus compromisos, a sus luchas y a sus
el acotado universo de esta o aquella deseos: otrora y hoy, son siempre los
sociedad para intentar alcanzar el Espí- mismos. Suprimir al azar 10 o 20 si-
ritu humano. glos de historia no afectaría de manera
Por ello no extraña que de una gota sensible nuestro conocimiento de la na-
de leche o de una pequeña joya, de una turaleza humana. La única pérdida
hermosa pintura o una máscara; de irremplazable sería la de las obras de
una vaca loca, lo mismo que de Comte, arte que vieron el día en esos siglos.
de Vico, la princesa Diana o de Santa Porque los hombres no difieren, e inclu-

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so no existen sino a través de sus obras” ral, de manera análoga al pensamiento
(p. 113). salvaje, deduce o infiere lógicas que en
Lejos de ser una negación de la his- el momento de su enunciación quizá no
toria —lectura común y errónea— la pueda comprobar, pero cuya pertinen-
cita anterior subraya la importancia cia se verá corroborada y robustecida
que las creaciones estéticas jugaron en con la incorporación de nuevas fuentes,
la inspiración y edificación del estruc- como puede ser un mito nuevo. No se
turalismo. Por ello, en Todos somos caní­ trata entonces de inventar estructuras,
bales el tema de la aprehensión sensible pues no se crean ni se destruyen, única-
y total del mundo emerge como deto- mente se deducen y transforman.
nante y guía para diferentes análisis; Es preciso hacer una pausa o de lo
entre ellos destaca “Augusto Comte e contrario cederé a la tentación de rese-
Italia” en el cual Lévi-Strauss decide ñar a detalle cada uno de los ensayos,
zanjar de una vez por todas la pretendi- pecado mayúsculo toda vez que mi lec-
da reversibilidad entre la estructura y tura —por lo demás parcial— privaría
la creación estética para, en la medida a los lectores del inigualable placer de
de lo posible, desvincularse de otros de­ la sorpresa. Al respecto agradezco el
sarrollos o aplicaciones “estructurales”: breve prólogo de Maurice Olender,
“Trátese de poesía, pin­tura, o sobre todo quien tuvo el cuidado y la delicadeza
de música, esa ilusión consiste en creer de no condicionar mi lectura aseguran-
que, puesto que toda obra capaz de sus- do así el pleno disfrute del libro. Siga-
citar emoción estética tiene una estruc- mos su ejemplo. Todos somos caníbales
tura, basta con inventar e implementar tiene, entre otras, la virtud de mostrar-
una estructura para que la emoción es- nos sencillos ejemplos de análisis es-
tética resulte de ella” (p. 146). tructurales en contextos “modernos” u
De forma similar, en otro de los en- “occidentales”. Gracias a este ir y venir
sayos responde a la reiterada crítica so- entre los “otros” y “nosotros” el autor
bre el abuso de la analogía, crítica que logra, si no convencernos de nuestro
nace, precisamente, de no atender al canibalismo, al menos sí del carácter
hecho de que las analogías (fundadas parroquial de nuestros prejuicios, lec-
en relaciones de contigüidad, semejan- ción siempre pertinente. Por si fuera
za, equivalencia o inversión) no son poco, al tratarse de textos de “difu-
creaciones espontáneas del estudioso, sión”, los análisis además de breves son
sino son deducidas atendiendo a una didácticos, pues hacen a un lado la jer-
hipotética lógica de lo sensible que, si ga antropológica y los detalles en la
bien tiene su mayor sustento en el tra- construcción del contexto etnográfico
bajo de campo, no pretende replicar llevándonos, en un hermoso abrir y ce-
una realidad empírica. De ahí que la rrar de ojos, del planteamiento del pro-
validez de una estructura descanse en blema a su posible conclusión.
su capacidad de incorporar una nueva En cierta medida Todos somos caní­
variante y no en su fidelidad término a bales guarda un fuerte aire de familia
término con los contextos etnográficos. con Mito y significado (1995), pequeño
En otras palabras, el análisis estructu- libro construido a partir de una serie de

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entrevistas que la radio canadiense hi- me veo obligado a pensarlo en función
ciera a Lévi-Strauss en 1977. Sin embar- de las relaciones que genera fuera de
go, a diferencia de éste, en Todos somos sus pastas. La publicación en español
caníbales no existe una preocupación de Todos somos caníbales es oportuna
por hacer explícitos los antecedentes ni porque el título, lo mismo que los te-
los pasos del análisis estructural, sino mas de los textos que lo integran, dialo-
al contrario, simplemente vemos a su gan con al menos otros dos libros que
creador arriesgando analogías a diestra en años recientes han dado mucho qué
y siniestra. No obstante esta diferencia, pensar a nuestro gremio antropológico,
en ambos priva una escritura relajada y instándonos a criticar los fundamentos
divertida que en ocasiones alcanza la epistemológicos y políticos del discur-
confesión, estilo ideal para introducir a so moderno y, por ende, a la antropolo-
las nuevas generaciones de antropólo- gía misma.
gos al pensamiento lévi-straussiano. El primero de ellos es autoría de
Por ello me atrevo a recomendar la lec- Bruno Latour y su título sin duda guar-
tura secuenciada de Mito y significado y da resonancias con el libro que ahora
Todos somos caníbales. reseño, pues si en realidad Nunca fui­
Pero no sólo a los estudiantes les mos modernos, la idea de que Todos so­mos
caería bien estudiar Todos somos ca­ní­ caníbales nos debiera resultar menos
bales, en realidad cualquier colega o escandalosa.2 En primera instancia pa-
curioso de las ciencias humanas apro- reciera que ambos libros se invierten y
vecharía de su lectura al margen de si que la afirmación del canibalismo (que
comulga o no con el estructuralismo. Si en realidad supone su negación como
se es antipático respecto a su pensa- realidad objetiva) es otra manera de ne-
miento, es la oportunidad de conocer a gar la modernidad, la cual, todo parece
un Lévi-Strauss divertido y sintético indicar, no ha sido más que un espejis-
que sin lugar a dudas despertará al me- mo con desastrosas consecuencias. Sin
nos una duda y más de una risa. Si por embargo, detrás de la afirmación del
el contrario se es cercano a él, el libro es canibalismo y la denuncia al etnocen-
ocasión para refrescar la memoria y, trismo “occidental”, descubrimos a un
por qué no, sacar ejemplos sumamente autor imbuido de pies a cabeza en una
didácticos del proceder estructuralista. modernidad que Bruno Latour critica y
Por último, y al margen de la posición niega de principio.
que se tenga frente a Lévi-Strauss y su Hombre de su época, Lévi-Strauss
obra, lo mismo en Todos somos caníbales admiraba y confiaba lo mismo en los
que en la serie de las Mitológicas, todo grandes progresos de la ciencia moder-
etnógrafo encontrará importantes vetas na que en las “especulaciones” de los
de inspiración, pues sin lugar a dudas pueblos sin escritura, por ello gustaba,
se trató de un antropólogo dotado de como podemos leer en Todos somos caní­
un gran ojo etnográfico.
¿Por qué el título? Está tomado del 2 Bruno Latour, Nunca fuimos modernos.

décimo ensayo del libro y como no de- Ensayos de antropología simétrica, Buenos Ai-
seo adelantar su contenido e intención, res, Siglo XXI, 2004.

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bales, de las analogías entre estos cam- plica por qué los análisis únicamente
pos y el del arte. Se trataba para él de tocan temáticas parciales y no cuerpos
dos lógicas de pensamiento cuya dife- sociales totales), sino sobre todo, diría
rencia no es susceptible de entenderse Latour, hace falta reconocer que el
sobre una línea temporal (evolucionis- mundo moderno es y siempre ha sido
mo ramplón), ya que entre ellas preva- “salvaje” o “caníbal”, y si no se ha que-
lece una relación de preeminencia y no rido reconocer como tal, esto se debe a
de exclusión. Por esto en Todos somos que su edificio depende menos de la
caníbales somos testigos de los esfuer- reivindicación del espíritu humano que
zos del autor por mostrarnos que ahí de la negación de todo el universo de
donde nosotros o cualquier sociedad seres no-humanos.
reconoce barbarie, no hay otra cosa que En este sentido, a pesar de que am-
un desplazamiento, es decir, una varia- bos autores reconocen que los pueblos
ción. premodernos se distinguen por incor-
Incluso en el plano del rendimien- porar a los no humanos a sus redes de
to —ámbito donde los modernos rei­ reciprocidad humana, al tiempo que los
vindican su supremacía— nuestro autor modernos lo hacen negando a los pro-
decide tomar el toro por los cuernos ductos que obtienen de la explotación
para intentar demostrar que, contrario de la naturaleza un estatuto ontológico
al juicio apresurado, muchos pueblos per se; el énfasis lévi-straussiano en el
decidieron no adoptar formas más redi- espíritu humano es a todas luces con-
tuables de producción, como la agricul- trario a la reivindicación que Latour
tura, porque ello simplemente no les hace de los no humanos, y por lo tanto
convenía. Comprometido con alcanzar sus tentativas de simetría no sólo dejan
y comprender el espíritu humano, en de ser compatibles, sino se tornan anta-
Todos somos caníbales encontramos a un gónicas. De lo anterior se desprende
Lévi-Strauss preocupado por salvar los que, contrario a lo que en primera ins-
prejuicios y asimetrías que las relaciones tancia pudiera pensarse, los títulos de
desiguales entre el mundo moderno y los libros en cuestión no son paráfrasis
el resto de los pueblos han generado uno del otro, pues la negación de nues-
como consecuencia del colonialismo y tra modernidad supone también la idea
de la hegemonía tecnológica ejercida de que alguna vez todos hayamos sido
por Occidente. caníbales.
Y es precisamente en este punto El otro libro con el cual Todos somos
donde Latour pone el dedo en la llaga, caníbales guarda relaciones de complici-
pues la reivindicación del canibalismo, dad tiene por título Metafísicas caníbales.
es decir, el encomiable intento lévi- Líneas de antropología posestructural, y el
straussiano por alcanzar una simetría autor es Eduardo Viveiros de Castro.3
entre los pueblos más allá del relativis- Como podemos apreciar, la oposición
mo resulta infructuoso, pues no basta
con reconocer vestigios, emergencias o 3 Eduardo Viveiros de Castro, Metafísi­

ámbitos de pensamiento salvaje en las cas caníbales. Líneas de antropología posestruc­


sociedades modernas (ejercicio que ex- tural, Madrid, Katz, 2010.

Reseñas 191
explícita ya no se da entre un universo No obstante, lejos de ser autores
moderno y otro caníbal, sino que, de que cancelen o renieguen de su he­ren­
manera sumamente elegante y valga cia estructuralista, los descubrimos re­-
decir que radical, el autor da por senta- le­
yendo cuidadosamente la obra lévi-
da la simetría y en lugar de intentar de- straussiana; de ahí que el mismo Vivei-
terminar la preeminencia de un tipo ros de Castro afirme que el fundador
de pensamiento sobre el otro —elección del posestructuralismo haya sido el mis­
que tarde o temprano vuelve de “gra- mo Lévi-Strauss, genio que desde la
do” a las diferencias— potencia la dife- mo­ dernidad más alta vislumbró los
rencia llevándola al plano del ser, pero caminos que la antropología tendría
no el humano, sino del ser en sus posi- que tomar para intentar salir de su ensi-
bilidades relacionales respecto a ese mismamiento. Como podemos apreciar,
otro mundo no humano. Todos somos caníbales no se agota en la
Armónico con Latour, Viveiros no innegable riqueza contenida en sus pá-
tiene interés en reconocer o iluminar los ginas (de la cual no he querido dar
vestigios, emergencias o ámbitos del cuenta); pues a la manera de las másca-
pensamiento salvaje en las sociedades ras, su potencial original y profundo
occidentales como hace Lévi-Strauss en yace fuera de él, en otros libros que
Todos somos caníbales. Al contrario, su lo suponen, lo niegan, lo invierten, lo
intención es “llevar a serio” la diferen- trans­forman.
cia, pues no se trata ya de malos enten- Valgan estos breves comentarios
didos respecto a un mismo trasfondo para fomentar su lectura, recomenda-
natural (representaciones), sino que en ción hasta cierto punto irrelevante pues
realidad estamos frente a universos al- cualquiera que se precie de ser antropó-
ternos y autónomos. Por esta simple logo social tendría que sentirse atraído
razón, con Viveiros el término “caní- por el último libro de ese gran etnólo-
bal” deja de ser abarcativo (se trata de go, filósofo y escritor que fue Claude
una metafísica de la predación que in- Lévi-Strauss.
vierte la nuestra): ya no es necesario
que Occidente se reconozca caníbal en Leopoldo Trejo Barrientos
algún grado; al contrario, la meta últi- Subdirección de Etnografía, Museo
ma es acostumbrarnos a la idea de que Nacional de Antropología-inah
los caníbales, lo mismo que nosotros,
tienen su propia metafísica, su propia
teoría del ser.

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