Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Utopiastravestidas
Utopiastravestidas
por
de campo que organiza una visión del prostíbulo travesti.1 Los travestis salen de su
cotidianidad sin desplazarse del mismo espacio en el que trabajan para convertirse en
objeto de la mirada, bailan para la cámara, se maquillan, y tal es su sujeción al trazo
de la dirección que temen equivocarse. Camiruaga dirige y observa, las Yeguas del
Apocalipsis protagonizan. El encuentro entre los artistas y las trabajadoras sexuales trans
constituye un cruce de representaciones, entre el documental y el espectáculo, que nos
permite observar cómo la periferia social y sexual se apropia del melodrama, la forma
dominante de las representaciones, para narrar su condición precaria en el contexto del
Chile de 1990. Esto no se reduce a afirmar que el cortometraje de Camiruaga sea en sí
un melodrama, sino que ofrece los elementos para concebir una forma melodramática
de estructurar la cultura, la economía, la identidad y los mismos valores sobre los que
se desenvuelve la prostitución travesti en Santigo de Chile.
El melodrama se nutre de la extrapolación moral que condena al victimario y
glorifica a la víctima, haciendo uso de la excesiva sentimentalización como estrategia.
Pero además, el melodrama es un recurso narrativo en el que se expresan maníqueamente
problemas de índole político y moral. En este sentido, coincido con Michael Hays y
Anastasia Nikolopulou cuando afirman:
[c]learly, the generic mutability of melodrama is a sign that it responds more to historical
than to aesthetic demands, no doubt because it occupied a space that, unlike tragedy
and comedy, had no canonical history or status to limit it. And because this space had
no yet been fully codified, it could be put to use either the imagine alternatives or to
enforce the cultural paradigms that dominate its thematic conflicts. (xiv)
1
En Chile travesti designa a un hombre vestido de mujer que ejerce la prostitución, para contrastarlo con
el performer, que se traviste para el espectáculo.
sistemática son los ejes de su querella. Así, en boca del travesti, el melodrama pasa de
ser un promotor y vigilante de la heteronormatividad para convertirse en una estategia
de incripción del cuerpo travestido como cuerpo víctima y por lo tanto como cuerpo
defendible, que entra al plano del discurso de los derechos humanos.
Casa particular borra la frontera entre evento etnográfico y performance. La
Yeguas del Apocalipsis y las travestis de San Camilo bailan para la cámara que las
capta desde un espejo; en otro momento, performers y travestis representan “Última
Cena de San Camilo”, ahora inscribiendo al personaje trans en el discurso católico;
y al final, la intervención de Francisco Casas mencionada, apropiándose del lamento
melodramático. Estos tres momentos de performance, que se articulan como actos
de representación teatralizada, hacen ingresar a los travestis de San Camilo en el
mundo simbólico del glamour, la conciencia sentimental y la eucaristía. Para “Casa
particular”, el mundo travesti pertenece al mundo de todos los demás: melodrama y
religión los iguala, comulgan con la cultura dominante. No obstante, en este apropiarse
de las directrices simbólicas dominantes se opera una paradoja que lo convierte en
sujeto marginado. Al no rechazar los símbolos estéticos y religiosos, al mantenerse
en el terreno de juego de los demás, más que ejercer una parodia crítica que los sitúe
en una posición radical, practican una herejía (Huizinga, Homo Ludens). Esto es, el
travesti juega las reglas del juego, pero las tergiversa, hace trampa, se disfraza, seduce,
recicla los símbolos y los hace funcionar como un recurso de enmascaramiento. El
enmascaramiento y performance de los travestis de San Camilo no es escenográfico,
y por ello mismo, plantea un problema que va más allá del performance como evento
escénico o plástico. De ahí que la herejía travesti debe entenderse como una falta
contra el orden de los posicionamientos: no ocupa el escenario del performer, sino el
espacio mismo de la vida cotidiana. El título “Casa particular” alude a los espacios
no teatralizados, no abiertos al público. No obstante, al abrirse a nuestra mirada en
forma de película, pero también al constituirse como espacio de comercio sexual, se
trata de un lugar abierto al público que se enmascara como espacio privado, la Casa
particular lleva en el mismo nombre los trazos de su herejía.
En ninguna de las secuencias de Casa particular son visibles los clientes del
servicio sexual. Pero esta ausencia los hace mayormente presentes. En los fragmentos
de entrevistas, los travestis aluden a estos clientes que han de ser seducidos y que
eventualmente terminarán violentándolos. Seducción y violencia se pueden identificar
como dos fases de un ciclo melodramático, la seducción propicia la desviación de
la ley que convertirá al seductor en víctima, el seducido restablece el orden moral
sacrificando al seductor. Esta relación se caracteriza por la victimización, la definición
maníquea de agentes negativos y positivos y la exacerbación del conflicto hasta los
hechos sangrientos. De esta manera, narrar la victimización del travesti, además de
ser un testimonio de la situación extrema del mundo marginal de San Camilo, es la
2
Para Gilles Deleuze, esta frialdad constituye el eje de la sexualización para el sádico y el masoquista:
“[t]he deeper the coldness of the desexualization, the more powerful and extensive the process of
perverse resexualization” (117).
3
De acuerdo con Otto Kernberg, “the difference between normal falling in love and a masochistic pattern
of falling in love is precisely that masochistic personalities may be irresistibly attracted to an object who
does not respond to their love” (21).
Transacciones comunitarias
de manera que las entrevistas que lo componen, alternadas con momentos de cabaret
travesti, cumplen con el objetivo de presentar argumentos en favor de una integración
a la ciudadanía de la diferencia sexual. Excepto por un agente de policía del barrio,
quien muestra preocupación porque el travestismo sea imitado por los niños, esto
es, se muestra alarmado por la posibilidad de que admitir a los travestis resulte en la
dislocación del sistema de género.
Josefina Bocourt Díaz, Fifí, una promotora comunitaria de la Güinera, admite
haber tenido dificultad para siquiera aceptar ver el espectáculo travesti, pero termina
por imaginar una educación donde los niños comprendan que el travestismo y la
homosexualidad son una posibilidad más de ser humano, con esto el “hombre nuevo se
va formado completamente, sin ningún tabú”. El discurso que exalta el heterosexismo de
la revolución cubana termina subvertido en la Güinera, en la medida que la comunidad
va encontrando argumentos para integrar la expresión de género que se presenta en el
cabaret travesti en el catálogo de las expresiones culturales legitimadas por la comunidad.
La renuencia del policía sugiere la predicación del hombre nuevo guevariano de los
años sesenta que entendía a los homosexuales como antisociales y los enviaba a corregirse
con trabajos forzados. Fifí propone una revisión de este concepto que fundamentó el
modelo de masculinidad revolucionaria, afirmando que el hombre nuevo concebido
por el Che Guevara no está completo si no se abre a la diversidad. El discurso de fondo
es la posibilidad de tramitar una entrada del travesti al imaginario nacional. Como en
Fresa y chocolate, esta película parece orientarse hacia la corrección de las doctrinas
del estado socialista en materia de género, o más, la integración y domesticación de la
diferencia sexual para mantener vigente la hegemonía heterosexual. Es significativo
que la agenda de reasignación de sexo sea mejor recibida como política pública de la
diversidad sexual, antes que los matrimonios homosexuales en Cuba. En una sociedad
donde la heterosexualidad es la norma, naturalizar la homosexualidad sólo legitimaría
su inferioridad y abyección, de acuerdo con las observaciones de Abel Sierra Madero
a la relación entre el estado cubano y la política transgénero (195). En su crítica del
discurso de la Mariela Castro, directoria de SENESEX, el instituto de eduación sexual del
estado cubano, señala un proceso de domesticación que coopta el potencial subversivo
de la transgénero. Este poder subversivo, según Sierra Madero, lo mantendría fuera
de la naturalización, lo que llevaría al lugar utópico donde no habría distinción entre
homosexualidad y heterosexualidad, o por lo menos desmontar la relación de jerarquí
entre una y la otra. El proyecto travesti de la Güinera sería, de acuerdo con esta crítica
de Sierra, una forma de disminuir el carácter subversivo del trans, convirtiéndolo en
mujer, heterosexualizando la homosexualidad.
En su prólogo a Queering Paradigms V: Queering Narratives of Modernity Manuela
Lavinas Picq y María Amelia Viteri alertan sobre la normalización del transgénero
al comentar la visita del activista trans Diane Rodríguez al presidente de Ecuador
Rafael Correa, en 2013: “colonial heteronormative state formations are adjusting to
contemporary sexual politics and are now engaged in the normalization of ‘trans’identities
and demands” (1). Si el éxito político del transgénero significa su normalización y la
integración al estado heteronormativo, se ha renunciado al imperativo de romper con
el sistema patriarcal, ¿estamos hablando entonces de que el transgenerismo no es la
ruta de liberación del género heterosexista que supone la crítica queer del patriarcado?
En su análisis del performance queer latino en Estados Unidos, José Esteban Muñoz
observa que los performers queer tratan de desidentificarse de las imágenes estereotipadas
propuestas por los aparatos hegemónicos de representación, como Hollywood o el
bolero, para el caso que nos ocupa (7). Para Muñoz, la desidentificación convierte en
deseable lo que dichos aparatos hegemónicos han articulado como rechazable. Así, la
desidentificación reorienta la exclusión estética hacia una rearticulación del sistema
de discriminación implementada en la cultura dominante. Así, contrario a la tendencia
de La Güinera de integrar al disidente sexual al sistema hegemónico del género, la
política queer que podemos desprender del análisis de Muñoz, consistiría en desarticular
la norma heterosexista . Tanto la exageración de Bejel como la desidentificación de
Muñoz son metodologías deconstructivas que conciben la lectura queer como una
forma de descubrir la política implicada en el escenario trans. Integración y liberación,
inclusión ciudadana y disidencia parecen ser los términos de un debate que ha estado
latente en la historia de la política LGBT, por lo menos desde los años setenta, cuando
el Frente de Liberación Homosexual en Argentina expone su noción de la política
sexual en el pensamiento revolucionario, donde se plantea como un acto revolucionario
indispensable la desarticulación de la estructura familiar, donde se reproduce el orden
heterosexual bajo la dominación del machismo, el principal generador de la opresión.
De esta manera la liberación sexual es en sí misma el principla factor de lucha contra
el capitalismo (Frente de Liberación Homosexual).
Los travestis de La Güinera están lejos de querer desarticular la estructura familiar.
El documental indaga en las relaciones filiales y las diversas formas de negociación
orientadas a la admisión del núcleo familiar como precondición para la integración
comunitaria. La noción reformista de incidir en la transformación paulatina de las
condiciones sociales se impone sobre el deseo utópico y radical de desarticular el
sistema heternormativo/machista. Muy continuamente se alude a la historicidad del
transgénero, su valor como agente de cambio y su protagonismo en la comunidad: todo
ello puede comprenderse como una invitación a integrarse a los proyectos colectivos
de la mayoría heterosexual, como una forma de reducir su peligrosidad.
El documental etnográfico Muxes: auténticas, intrépidas buscadoras de peligro
(dirigida por Alejandra Islas Caro, 2006), como Mariposas en el andamio, versa sobre
la relación del muxe –sujeto transgénero de la cultura zapoteca, en México– con su
familia y su comunidad. El documental es parte de una amplia etnografía realizada
por la antropóloga Marinela Miano en el istmo de Tehuantepec, donde hay fama de
que los transgénero gozan de una amplia aceptación comunitaria, en contraste con
las poblaciones mestizas que reproducen una homofobia muchas veces letal. Esta
reputación parece abrir un espacio de excepción, donde la influencia de la intolerancia
católica parece no haber penetrado en el sistema de género, aparentemente tripartita
(hombre, mujer y muxe) que remite a la idea del tercer sexo planteado por estudiosos
de la sexualidad precolombina como Michael Horswell (2005) y Pete Sigal (2009). Es
esta idealización etnográfica la que el documental pone en entredicho al abordar las
dificultades que este sector de la comunidad zapoteca tiene que enfrentar. En el sistema
de género zapoteca, es cierto, el muxe ocupa su espacio, y cumple su responsabilidad
en la comunidad. Ser parte de esta estructura hace inconcebible que el muxe se presente
como un sujeto disidente, como lo sería en la sociedad binaria mestiza. Como en La
Güinera, parece que la aceptación del muxe en el seno familiar y comunitario, tiene
como condición este trabajo comunitario. Así, el muxe mantiene una posición de
liderazgo, cumpliendo el papel de guardián de la etnicidad. De ahí que hablar de los
muxes es sobre todo hablar de la cultura zapoteca. El discurso se desliza, entonces,
de las disputas sexogenéricas a la exaltación de una cultura ancestral. Buena parte de
las declaraciones de las personas entrevistadas se dirigen a remarcar la preeminencia
de la cultura zapoteca sobre la occidental. Así, la aceptación de los muxes indica
superioridad moral: “Aquí se acepta [a los muxes] porque se quiere al ser humano.” El
criterio de integración comunitaria no es sexogenérica sino está basado en el trabajo y
la colaboración: “también se trabaja, se coopera, se convive, es parte de la sociedad.”
La bandera de la identidad étnica y la moral del trabajo se conjugan en una utopía
decolonial. Sin embargo el orden tripartita de la estructura de género zapoteca no reserva
ningún lugar semejante para la homosexualidad femenina, ni tampoco codifica una
identidad específica para el mayate o mayuyo, que siendo la pareja sexual del muxe
queda entendido como un sujeto heterosexual que sólo temporalmente se involucra en
una relación homoerótica, muchas veces como fuente de ingreso.
El documental trata de distanciarse de la idea turística de queer paradise con que
se ha promovido Juchitán, el centro gravitacional de la presencia pública muxe. Sin
embargo, varios sectores se resisten a admitir a los muxes en sus reuniones. Queda
claro, a partir de la memoria colectiva desplegada en el documental, que el travestismo
es reciente, data de los años setenta, cuando en los centros turísticos como Acapulco
y la Cd. de México empiezan a abrirse centros nocturnos orientados a la comunidad
LGBT, donde el espectáculo de travestis empezó a tener auge (Osorno). Por otra parte,
el clasismo/racismo determina que un sector del pueblo de Juchitán prefiera hablar
español y otro, zapoteca; el sector mestizo tiene gays discretos y el sector zapoteca
muxes hipervisibilizados. La estratificación racial, sexual y de clase sobredetermina
el espacio, los oficios, las relaciones, las prácticas culturales y sexuales. De pronto el
paraíso queer termina por parecer el lugar de la vigilancia identitaria.
atención a la enfermedad. esto posibilita entrar al terreno de las demandas, las políticas
públicas y las conquistas igualitarias, abandonando las banderas liberacionistas de los
movimientos LGBT previos a la epidemia (De la Dehesa 154-155).
Utopías glamorosas
Dzi Croquettes (Raphael Alvarez y Tatiana Issa, Brasil, 2009) comienza con un
contrapunto entre materiales visuales de la represión de los años sesenta y el espectáculo
drag queen del grupo que da nombre al título del documental. Destaca en este recuento
histórico el tema de la censura a ultranza de la dictadura en Brasil como antesala al tema
de la censura del espectáculo Dzi Croquettes. La prohibición de lo que la autoridad no
puede comprender se convierte en el principal argumento expuesto en estos primeros
minutos del documental. Los rodajes del espectáculo en los colores envejecidos del
vintage, ahondan la incompresión de la censura. La comicidad absurda, ingeniosa,
surrealista y delirante, muy poco habría de amenazar al poder militar. Es precisamente
este aspecto el que convierte al espectáculo en una propuesta política utópica: el poder
destructor del texto vanguardista que rompe el orden del género, es amoral, y elusivo,
deshace el mismo sentido del orden que proclama el poder patriarcal/militar sin disparar
una bomba ni lanzar ninguna proclama.
Dzi Croquettes no puede ser comprendido desde la lógica patriarcal, pero tampoco
desde las convenciones estéticas ni del binomio izquierda-derecha que domina el
panorama político de la guerra fría/guerra sucia. En su gran mayoría, las personas
entrevistadas, que fueron testigos, colaboradores, y críticos que presenciaron el trabajo de
Dzi Croquettes, coinciden en afirmar que el grupo era altamente creativo, impredecible
y sofisticado. Liza Minnelli, quien fue central para la internacionalización del grupo,
los describe como vanguardistas. Si entendemos el vanguardismo a grosso modo como
una ruptura con diversas regularidades y ordenamientos sistémicos, entre los cuales
el de género parece ser el más desestabilizador y el que, sin siquiera poder explicarlo,
desafía a la capacidad de comprensión de los censores. El régimen militar ejerce desde
la censura el control de las representaciones que han de poblar el espacio social. Sin
embargo, este estado que ejerce el control no necesariamente conoce las cualidades de
las obras que somete a prohibición, a lo sumo advierte en ellas signos amenazantes,
precisamente por incomprensibles. Esto nos remite al análisis de Theodor Adorno y Max
Horkheimer con respecto a la relación entre cultura y administración. Ellos encuentran
que la administración es extrínseca a lo administrado, al cual somete sin comprenderlo.
La burocracia ordena, contiene, clasifica, pero no realiza una comprensión del objeto
sometido a su administración (58). Esta imposición de la burocracia sobre los objetos
culturales acusa una política de silenciamiento que ante todo persigue la cancelación
del saber, tanto de parte del público como de parte del mismo agente administrador de
las representaciones, quien sólo encuentra en el saber la amenza de desorden.
[…] sorry people, we are not men, you’re in the wrong show, we are not men […]
não somos muleheres tamben […] if you are looking for a girly show and we are not
women either […] nous somos gente […] exactly we put it together, we become just
one thing: people, just like you.
importante de los años setenta en Brasil, y el ritmo bossa nova está estrechamente
asociada a la producción de este colectivo. Tras la censura, el grupo decidió probar
suerte en Europa y fue en París donde lograron tener éxito. El pastiche entre ropajes y
piezas musicales, entre atavíos que rompen y reinventan el cuerpo desde un collage, un
caleidoscopio en el que navega el sueño inagotable del drag queen. En este proyecto
estético se cifran algunos de los elementos que definiría según José Esteban Muñoz
la utopía queer: el mundo como un proyecto incabado, todavía por venir, el potencial
infinito de los cuerpos, el estado de potencialidad aún no presente, pero posible (1, 7).
No obstante, el documental da un vuelco hacia la narrativa del fracaso y la decadencia,
que coincide con la aparición de la epidema del SIDA, que cobra la vida de algunos de
los miembros. Este cierre no desdice, sin embargo, la posibilidad utópica del proyecto
estético en que se sustenta este trabajo.
El documental Mala Mala (dir. por Antonio Santini y Dan Sickles, 2014) persigue la
posibilidad utópica no en el escenario sino en la intervención corporal y la movilización
social como dos movientos que se sincronizan. Mientras que Dzi Croquettes desarrolla
su proyecto en el límite cifrado del espectáculo, en un ambiente plagado de censores
y amenazas de muerte, los transgéneros de Mala Mala, como los que hemos visto en
los casos de Cuba y México, logran desarrollar un activismo que incide en las políticas
públicas de sus comunidades. En contraste con Dzi Croquettes, donde el cuerpo
masculino se mantiene sin alteraciones y el trabajo de desestabilización del sentido de
género ocurre en el ropaje y el performance, en Mala Mala la transformación en mujer
pasa por las dietas, las cirujías y las prótesis en un continuo moldear el cuerpo con
los recursos tecnológicos al servicio de una construcción del yo. Se trata de encontrar
en el resultado de esa intervención orgánica al yo real, sustentado en la certeza de
que se vive en el cuerpo ajeno. En el caso de Soraya, una de las mujeres transgénero
entrevistadas, hay una conciencia de género que no es coherente con el cuerpo, lo que
médicamente se llama disforia de género. Su transformación transita de un polo a otro
del sistema de género binario, contrastando con la visión de Dzi Croquettes que trata
de fundir las identidades sexogenéricas. Soraya encuentra la autenticidad negándose
a la exageración, su meta es ser una mujer, por lo que el excedente que Bejel analiza
como factor de desestabilización, en Soraya reducido a los términos del performance
de lo natural, la mujer como tal, sin afeites ni extravagancias.
Sandy, por el contrario, mientras se maquilla frente al espejo afirma: “We always
try to be more beautiful than women because you have to call attention for the guys.”
Llamar la atención de los hombres es parte del trabajo de servicio sexual, no una mera
invención de sí mismo. Los transgénero de Mala Mala son cuerpos que habitan un
espacio laboral, están moldeados, y en un sentido marxista, alienados, a las determinantes
económicas. Son cuerpos significados por el mercado y no por el capricho estético
al que correspoden las motivacios utópicas de Sarduy y Dzi Croquettes. Sandy se
pregunta: “Why men are looking to you? And answers: You don’t know how big is
the menu, you don’t know how big is the imagination of the client.” Ellas tienen que
prestarse a fantasías extremas. Sandy explica que cualquier acto que pida el cliente ella
se siente obligada a cumplirlo, incluso cuando le parezca repudiable. Con ello describe
la condición de la prostituta transgénero como el lugar del uso del cuerpo comercial
donde se suspende la subjetividad. El cuerpo prostituido es un cuerpo para otro, una
alienación forzada, en la medida que la falta de oportunidades laborales arrincona a las
transgéneros a un número reducido de oficios. En su Museo travesti del Perú (2013) el
artista y teórico del travestismo peruano Giuseppe Campuzano despliega una amplia
investigación sobre la visualidad travesti íntimamente ligada a los pocos oficios a que
tiene acceso. Como en la etonografía de los muxes, el cuerpo transgénero de Puerto Rico
se encuentra normado heterónomamente, es un cuerpo restringido por las instituciones
patriarcales, paradójimente por ejercer un acto de liberación con su cuerpo.
Se puede, entonces, argüir que los espacios donde hemos encontrado mayor
apertura frente a la población transgénero mantienen a la vez un recurso de contención
para mantener al orden heterosexista a salvo de su amenaza. Ante ello, podemos notar
diversas formas de adecuarse a estos límites. Los muxes de Oaxaca ganan el respeto
de la comunidad por su trabajo arduo y su liderazgo en asuntos comunitarios. Los
travestis de la Güinera logran, a partir de su trabajo en el espectáculo convertirse en
el centro de las actividades culturales en una zona marginada. En el mismo sentido es
que el proyecto estético de Dzi Croquettes logra imponerse como propuesta estética
vanguardista en los años álgidos de la dictadura. En los casos de los travestis referidos
por Campuzano y los que enconramos en Mala Mala, la disputa se da en el terreno
laboral. El sujeto travestido negocia su espacio a través de la economía y es ésta la que
determina el sentido de su transformación corporal. Es en este sentido que podemos
interpretar la resistencia de Soraya, en Mala Mala, a identificarse como transexual,
cuando dice ella: “yo no le permito a nadie aquí en Puerto Rico y donde sea que me
diga a mí que yo soy transexual, porque si yo tengo mis papeles que dicen que soy
sexo femenino por qué voy a decir que soy transexual.” Nada quiere que le recuerde
que alguna vez tuvo un cuerpo con sexo masculino; su transformación en mujer no se
admite como transformación sino como un rescate de su verdadero ser. Con esto, ella
afirma que no es trans, pues no está en tránsito, que se ha instalado en el género que le
corresponde, legítima y legalmente. Para Soraya, la discreción sobre su reasignación, al
punto de reducirla a un accidente, es indispensable para la construcción de su persona,
afirmada en la subjetividad femenina, con todos los límites y sistemas de opresión que
la constutuyen como mujer. El caso de las transgénero que han optado por el servicio
sexual, y más quienes se dedican a transformismo del espectáculo, construyen su cuerpo
en función de la fantasía, la del mundo utópico que despliega Dzi Croquettes, o la
fantasía como mercancía del comercio sexual. Mientras Soraya esencializa el sujeto
People labels, society labels everything, your sexuality. I am myself, you know? I am
stranger or whatever you wanna call me, but I am my own being and all me whatever
you wanna call me, a transgender person, or a transsexual or a gay man or somebody
who is confused, you know, I do not have problems with that. I know where I’m going
and the dream I would like to chase.
Conclusión
deseo social desde el cual se interroga y desmonta el sistema de género patriarcal, tal
es su posibilidad, la futuridad que le es implícita.
Bibliografía
Alvarez Raphael, Tatiana Issa, directores. Dzi Croquettes. Cana Brasil, TRIA Productions,
2009.
Bejel, Emilio. Gay Cuban Nation. Chicago: U of Chicago P, 2001.
Bernaza, Luis Enrique, Margaret Gilpín, directores. Mariposas en el andamio. Kanguro
Productions, 1996.
Bratton, Jacky, Jim Cook, Christine Gledhill, eds. Melodrama. Stage Picture Screen.
Londres: British Film Istitute, 1994.
Camiruaga Gloria, directora. Casa particular. Feria del Disco, 1990.
De la Dehesa, Rafael. Queering the Public Sphere in Mexico and Brazil: Sexual Rights
Movements in Emerging Democracies. Durham: Duke UP, 2010.
Deleuze, Guilles. Coldmess and Crielty. Nueva York: Zone Books, 1991.
Frente de Liberación Homosexual. “Sexo y Revolución.” 1 junio 2011. <http://www.
taringa.net/comunidades/orgullolgbt/1588684/Frente-de-Liberacion-Homosexual-
Sexo-y-Revolucion.html>. 28 julio 2015.
Hays, Michael y Anastasia Nikolopulou. Introduction. Melodrama. The cultural
Emergence of a Genre. Nueva York: St. Martin’s Press, 1996.
Horswell, Michael J. Decolonizing the Sodomite: Queer Tropes of Sexuality in Colonial
Andean Culture. Austin: The U of Texas P, 2005.
Islas, Alejandra, directora. Muxes: auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro.
Instituto Mexicano de Cinematografía, 2005.
Kernberg, Otto F. “Clinical Dimensions of Masochism”. One Hundred Years of
Masochism. Michael C. Ficke y Carl Niekerk, eds. Amsterdam-Atlanta: Rodopi,
2000.
La Fountain-Stokes, Lawrence. Queer Rican. Cultures and Sexualities in the Diaspora.
Minneapolis: U of Minnesota P, 2009.
Lemebel, Pedro. La esquina es mi corazón. Crónica urbana. Santiago de Chile:
Cuarto Propio, 1995.
Miano Borruso, Marinella. Hombres, mujeres y muxe’ en el Istmo de Tehuantepec.
México: Conaculta/INAH-Plaza y Valdés, 2003.
Muñoz, José Esteban. Disidentifications: Queer of Color and the Performance of
Politics. Minneapolis: U of Minnesota P, 1999.
_____ Cruising Utopia. The Then and There of Queer Futurity. Nueva York: New
York UP, 2009.
Ochoa, Marcia. Queen for a Day. Trasformistas, Beauty Queens, and the Performance
of Femininity in Venezuela. Durham: Duke UP, 2014.
Osorno, Guillermo. Tengo que morir todas las noches. México: Debate, 2014.
Richards, Nelly. La insubordinación de los signos (cambio político, transformaciones
culturales y poéticas de la crisis). Santiago de Chile: Cuarto Propio, 1994.
Santini, Antonio y Dan Sickles, directores. Mala mala. El Peligro, Killers Films, 2014.
Sarduy, Severo. La simulación. Caracas: Monte Ávila, 1982.
Sierra Madero, Abel. Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la
nación cubana. La Habana: Casa de la Américas, 2006.
Sigal, Pete. “Queer Nahuatl: Sahagún’s Faggots and Sodomites, Lesbians and
Hermaphrodites.” Ethnohistory 54/1 (Winter 2007): 10-34.
Viteri, María Amelia y Manuela Lavinas Picq, eds. Queering Paradigms V. Queering
Narratives of Modernities. Oxford: Peter Lang, 2015.