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3.

1 Tener un hijo es una de las experiencias vitales más


gratificantes que puede sentir una pareja, cuando se vive con
responsabilidad, cuando forma parte de un proyecto, cuando se
espera con ilusión, cuando la pareja es estable. Los adolescentes
no tienen adquiridas las habilidades, la responsabilidad y
autonomía suficientes para tener, educar y cuidar a un niño
adecuadamente. No ha terminado su formación académica, no
tienen trabajo, dependen de sus padres, en definitiva, no están
preparados para enfrentarse a una responsabilidad tan grande y
por lo tanto se produce una situación de crisis, de temor y
preocupación y sobre todo de rechazo ante el embarazo de la
joven que en muchos casos termina en un proceso de aborto.
Los padres tienen que mantener una actitud y predisposición
positiva para valorar de manera serena todas las alternativas de
solución ante el embarazo no deseado y todas pasan por tener
en cuenta lo que aporte su hija. Esto le ayudará posteriormente
a implicarse en la solución adoptada. Apoyo en todo el proceso
de toma de decisiones sin culpabilizar.
Es muy importante no dejarse llevar por la novedad y ansiedad
de los primeros momentos y valorar los pros y los contras de
cada una de las alternativas que pueden generar para tomar una
decisión correcta acorde con los valores y estilo de la propia
familia y la adolescente. Habitualmente se contemplan distintas
posibilidades:
 Tener al bebé sin implicar al padre adolescente y con un
apoyo familiar.
 Tener al bebé implicando al padre adolescente y a ambas
familias para apoyarles.
 Tener al bebé y darle en adopción.
 No tener al bebé. Abortar.
3.2 Por otra parte, la adolescente soltera embarazada es muchas
veces rechazada, tanto por su grupo familiar, el progenitor y por
la sociedad, acentuando la inestabilidad psicológica y
aumentando los sentimientos de culpa e inseguridad propias de
su edad. La madre adolescente es propensa a experimentar
sentimientos de culpa y autodesprecio.
Por todo lo anterior, el embarazo adolescente crea un estrés
severo ya que se produce ansiedad a raíz del conflicto entre la
necesidad de independencia de la adolescente y su dependencia
obligada del mundo adulto.
Cada familia reacciona a su propia manera ante la noticia del
embarazo de una hija adolescente. Sin embargo, generalmente
habría un período de rabia, dolor o confusión, que luego sería
reemplazado por el apoyo.
Algunas familias logran aceptar esta situación con mayor
facilidad, en cambio otras se desorganizan totalmente. Sin
embargo, en la mayoría de los casos, el embarazo adolescente es
vivido como una situación crítica y aguda, que altera el ciclo vital
normal de la familia.
La aceptación del embarazo de la hija adolescente provoca un
desajuste en el grupo familiar. Por la incorporación de un nuevo
miembro que aumenta los problemas económicos ya existentes.
Por otro lado, ocasiona un traspaso de roles, siendo
generalmente la abuela la cuidadora primaria del niño, lo cual
disminuye la posibilidad de la adolescente de crecer en una
relación maternal con su hijo.

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