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SÉPTIMO DÍA?
SOSTENIENDO LA CONVICCIÓN PROTESTANTE DE ‘SOLA
SCRIPTURA’ «SÓLO LA BIBLIA», ESTAS 28 CREENCIAS
FUNDAMENTALES DESCRIBEN CÓMO LOS ADVENTISTAS DEL
SÉPTIMO DÍA INTERPRETAN LAS ESCRITURAS PARA SU
APLICACIÓN DIARIA.
Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y
sostienen que ciertas creencias fundamentales son la enseñanza de las Sagradas
Escrituras. Estas creencias, tal como se establecen aquí, constituyen la
comprensión y expresión de la iglesia de la enseñanza de las Escrituras.
DIOS
Nuestro Dios Creador es amor, poder y esplendor. Él es tres en uno, misterioso e
infinito, y sin embargo desea una conexión íntima con la humanidad. Nos dio la
Biblia como su Santa Palabra para que pudiéramos aprender más sobre Él y
construir una relación con Él.
2. LA DEIDAD
Hay un solo Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas
coeternales.
Dios, que es amor, es por siempre digno de adoración y servicio por parte de
toda la creación.
(Gen. 1:26; Deut. 6:4; Isa. 6:8; Mat. 28:19; Juan 3:16 2 Cor. 1:21, 22; 13:14;
Ef. 4:4-6; 1 Pedro 1:2.)
3. DIOS PADRE
(Gen. 1:1; Deut. 4:35; Sal. 110:1, 4; Juan 3:16; 14:9; 1 Cor. 15:28; 1 Tim. 1:17; 1
Juan 4:8; Apoc. 4:11.)
Dios Hijo encarnó en Jesucristo. A través de Él todas las cosas fueron creadas, el
carácter de Dios es revelado, la salvación de la humanidad es alcanzada, y el
mundo es enjuiciado.
Por medio de sus milagros manifestó el poder de Dios y fue atestiguado como el
Mesías prometido de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz en lugar
nuestro a causa de nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y subió al
cielo para ministrar en el santuario celestial en nuestro favor.
(Isa. 53:4-6; Dan. 9:25-27; Lucas. 1:35; Jn. 1:1-3, 14; 5:22; 10:30; 14:1-3, 9, 13;
Rom. 6:23; 1 Cor. 15:3, 4; 2 Cor. 3:18; 5:17-19; Fil. 2:5-11; Col. 1:15-19; Heb. 2:9-
18; 8:1, 2.)
Él es tan persona como lo son el Padre y el Hijo. Él inspiró a los autores de las
Escrituras. Llenó la vida de Cristo con poder. Él atrae y convence a los seres
humanos; y a aquellos que responden, Él los renueva y transforma a la imagen
de Dios.
El Espíritu Santo fue enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con sus
hijos, extiende los dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio
de Cristo, y en armonía con las Escrituras la conduce a toda la verdad.
(Gen. 1:1, 2; 2 Sam. 23:2; Sal. 51:11; Isa. 61:1; Lucas 1:35; 4:18; Juan 14:16-18,
26; 15:26; 16:7-13; Hechos 1:8; 5:3; 10:38; Rom. 5:5; 1 Cor. 12:7-11; 2 Cor. 3:18;
2 Pedro 1:21).
HUMANIDAD
Amorosamente diseñados como seres perfectos, Dios creó a los humanos a su
propia imagen con libre albedrío y dominio sobre la tierra. Pero el pecado se
coló a través de la tentación por parte de Satanás, el Diablo. Ahora la perfección
de la humanidad está manchada, nuestros cuerpos y mentes corrompidos.
Nuestro mundo, que una vez fue perfecto, hoy está en una constante lucha entre
el bien y el mal.
6. CREACIÓN
SALVACIÓN
Incluso antes de la creación de la tierra, hubo una guerra entre el bien y el mal.
Lucifer, un ser que una vez fue perfecto y muy apreciado, se puso celoso de Dios
y deseaba una posición más alta. Cuando Dios no le dio lo que quería, se
convirtió en Satanás. Acusó a Dios de ser injusto.
Satanás entonces descarrió a un tercio de los ángeles del cielo, y Dios tuvo que
expulsarlos. Para vengarse de Dios, Satanás comenzó a atacar a su preciosa
nueva creación: la Tierra. Sabiendo que los humanos fueron creados con libre
albedrío, los tentó para que se rebelaran contra la amorosa guía de Dios.
Pero Dios sabía que esto no tenía por qué ser el final de la historia de la
humanidad. Demostró cuánto nos ama enviando a su propio Hijo, Jesucristo, a
morir en lugar de la humanidad, para soportar el castigo final que el pecado trae
(Romanos 6:23, Juan 3:16).
Sin embargo, todavía se trata de una elección. Dios nunca quiso una lealtad
forzada. La opción es nuestra. Podemos sucumbir al pecado y elegir vivir para
nosotros mismos, o podemos elegir aceptar el sacrificio de Jesús, seguirlo y
conocerlo. Y si lo elegimos, Él promete guiarnos con su Espíritu Santo y nunca
nos abandonará.
8. LA GRAN CONTROVERSIA