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D. CANÓNICO. COMUNIDAD POLÍTICA Y COMUNIDAD CULTURAL.

TEMA 1

EL MUNDO CLÁSICO.

1. - GRECIA: LA CIUDAD ESTADO

1.1. La comunidad política


1.2. la comunidad cultural
1.3. El individuo y la comunidad.

2. - ROMA: LA CIUDAD ECUMÉNICA.

2.1. La comunidad política


2.2. la comunidad cultural
2.3. El individuo y la comunidad
D. CANÓNICO. COMUNIDAD POLÍTICA Y COMUNIDAD CULTURAL. TEMA 1

EL MUNDO CLÁSICO.
1. -GRECIA: LA CIUDAD ESTADO.

1.1. LA COMUNIDAD POLÍTICA

La ciudad en la Grecia clásica, es la organización política perfecta. Aristóteles la define


como la comunidad de familias, aldeas en una vida perfecta y suficiente, y esta es la vida feliz y
buena; por tanto, el fin de la comunidad política son las buenas acciones y no la convivencia.

La ciudad no es un lugar, ni un recinto amurallado, ni tampoco una ley, en el pensamiento


aristotélico, la ciudad es una empresa común.

Lo que identifica a esta empresa común y la distingue de las demás es su suficiencia o


autarquía, lo que permite que el hombre pueda desarrollarse dentro de la comunidad de un modo
pleno.

Lo que dará forma a esa convivencia para convertirla en ciudad, en organización política
perfecta, es la politeia.

La politeia es el régimen; la Constitución, aquello que da forma a la comunidad y la


constituye. La constitución, por tanto, es lo que identifica a la ciudad.

La Constitución, además de ser el régimen formal de la comunidad, su organización de


poder, es también aquello en que se apoya la organización y que procede del pasado como un legado
de la tradición: creencias, costumbres, leyes, instituciones. En definitiva, la Constitución es la
comunidad cultural que se caracteriza por su perduración en el tiempo y su procedencia de
los antepasados.

Esta influencia de la tradición en la conformación de la comunidad cultural tiene una doble


proyección:

- La ciudad es una cosa sagrada, tras la cual los hombres e siente en manos de los dioses.
- El sustrato más profundo de la Constitución , la sustancia de la polis, no son las leyes
escritas, sino las leyes consuetudinarias. En los usos reside toda la fuerza de la
comunidad.

Por tanto, una forma de vida legada de los antepasados, garantiza la mejor constitución, que
no es la más se aproxima al ideal de organización política, sino la que más perdura en el tiempo,
porque se trata de una convivencia fundada en los usos que se forman e imperan por su
antigüedad.

Este substrato constitucional lo identifica JELLINEK, con la comunidad de cultura. La polis


descansa siempre en la unidad inquebrantable de lo que en el mundo moderno ha sido separado:
Estado e Iglesia.

Esta vinculación explica las exigencias del Estado helénico para con sus ciudadanos,
reflejadas en las doctrinas de los grandes pensadores griegos, para quienes “la educación del
ciudadano para la virtud es el fin último del Estado, y la conducta moral, el deber supremo del
ciudadano”.
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Estas exigencias son las consecuencias naturales de una concepción del Estado cuyas raíces
proceden de la antigua convicción del pueblo que ve en el Estado la obra de Dios.

1.2. LA COMUNIDAD CULTURAL.

La comunidad política, regida por una constitución, se asienta en la existencia de una


comunidad cultural.

La ciudad griega, tal como nos ha sido descrita, es una comunidad política autárquica, cuyo
fin son las buenas acciones y no la convivencia. Estas buenas acciones, constituyen el fin de la
política y se fundamentan en las creencias religiosas, los principios éticos y la educación.

La historia de la religión griega se vincula de manera indisoluble con la historia de la


ciudad.

El origen de la religión de la Grecia histórica, coincide con la aparición de la ciudad como


realidad política alrededor del Siglo VIII a.c.

La religión griega revela el fraccionamiento político del mundo helénico, se presenta al


mismo tiempo como un fenómeno unitario y plural:

- El pluralismo se corresponde con la división política griega, de tal manera que


cada ciudad tiene su propio universo religioso. Esta identificación entre ciudad y
religión encuentra su más significativa expresión en la existencia de un dios
protector de la ciudad. (Atenas; Atenea)
- A la vez existen elementos comunes para toda Grecia, cuyos fundamentos se
encuentran contenidos en los mitos y leyendas elaborados por los poetas (La
Iliada, la Odisea...). Estos testimonios desvelan creencias populares, pero al
mismo tiempo, la gran difusión de estas obras literarias, permitió la consolidación
social de un cuerpo de creencias, cuyos creadores no son sacerdotes o teólogos,
sino poetas, y se elaboró así una religión que sintonizaba directamente con el
grupo social al que iba dirigido.

Lo más característico, sin embargo, de la religión griega es su dimensión política, su


carácter de institución política. La religión en la ciudad es un asunto de todos, y las cuestiones
religiosas son discutidas y aprobadas en asamblea popular o por el consejo de la ciudad.

Las creencias religiosas, tienen también un contenido moral, que sin formar un cuerpo
normativo sistemático, ha tenido la fuerza suficiente para imponer un orden moral en la ciudad.

1.3. - EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD.

La cultura que subyace en la comunidad política griega y que se expresa a través de


creencias, principios éticos, etc.., Constituye el soporte de la Constitución que regula la organización
de los poderes y de las instituciones. Se trata en definitiva, de un “sistema que tiene como meta
regular en el seno de una colectividad las relaciones que los individuos mantienen con los suyos,
con los hombres extranjeros, con la naturaleza, con lo imaginario, con lo simbólico, los dioses, las
esperanzas, la vida y la muerte”.
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Esta ideología o cosmovisión colectiva identifica a la ciudad y vincula a todos sus


miembros. Para Platón, el núcleo de esta concepción de la vida ciudadana se encuentra en la
religión, de tal modo que el pensamiento político se puede calificar como totalitarismo teocrático.
(Leyes de origen divino).

Este radicalismo religioso no constituye una excepción en el mundo griego. A pesar de las
corrientes individualistas, se puede afirmar que prevaleció la concepción comunitaria frente al
individualismo y la religión frente al ateismo.

La libertad individual queda absorbida por la dimensión comunitaria y la libertad de


creencias por la religión de la polis.

Esta falta de libertad constituye una autentica paradoja si se tiene en cuenta que
precisamente la libertad de la democracia ateniense se ha convertido en paradigma de la civilización
occidental.

La libertad griega supone la liberación de la sujeción a personas, grupos o derechos


particulares; pero al mismo tiempo implica plena sujeción a la ley.

Esta aparente contradicción ha llamado la atención d la doctrina, que ya en 1815, afrontaba la


cuestión distinguiendo entre dos géneros de libertad:

- La libertad de los antiguos.


- La libertad de los modernos.

· La libertad de los antiguos consistía en ejercer colectiva, pero directamente muchas partes
de la soberanía entera, pero al mismo tiempo admitían como compatible con esta libertad
colectiva la sujeción completa del individuo a la autoridad de la multitud reunida. El
individuo era soberano en los negocios públicos, pero esclavo en todas sus relaciones
privadas.

· Para los modernos, la libertad radica en la seguridad de sus goces privados. La


independencia individual es a primera necesidad de los modernos. El hombre moderno, no
ejerce su libertad política directamente, sino por representación; en cambio, disfruta de una
libertad individual desconocida para los antiguos.

La comunidad cultural es para los antiguos un patrimonio de la ciudad, cuyo disfrute


corresponde a los ciudadanos. (no de extranjeros, no esclavos)

El ciudadano debe obedecer a la ley; su libertad se hace realidad mediante su liberación de


cualquier otra sujeción, salvo la debida a la ley. Todos le deben obediencia, porque toda ley es una
invención y un don de los dioses, al mismo tiempo que una prescripción de hombre sabio, el
contrato de una ciudad al que todos deben adaptar su manera de vivir.

La ley es divina, pero, ¿Todas las leyes son divinas?. En este campo, se ha distinguido
entre:

 Los tesmoi. Que son antiguas reglas de derecho público, de naturaleza esencialmente
religiosa, tan antiguas, que fácilmente se las creería divinas y eternas.
 Los nomoi, fruto de la legislación humana y que llevaba fecha y a menudo firma.
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Esta distinción planteaba la cuestión si se debía extender la obediencia debida a las leyes
divinas también a las leyes humanas.

En resumen, podemos afirmar que en el mundo griego no existe una libertad individual tal
como la conocemos en la actualidad, por eso el ciudadano carece de libertad de creencias y esta
obligado a asumir las creencias y el culto propio de la ciudad.

2. - ROMA: LA CIUDAD ECUMÉNICA.

2.1. LA COMUNIDAD POLÍTICA.

Para la cultura occidental, Atenas era el arquetipo de la polis griega, representando el modelo
clásico de la democracia política. Pero este modelo político, fue transitorio, precedido y sustituido
por otros regímenes: monárquicos, tiránicos y oligárquicos.

Esta variedad de sistemas políticos, no desvirtúa, sin embargo, el significado de la


democracia ateniense, que constituye el legado por excelencia de la cultura política griega.

Una situación similar se puede advertir en la influencia cultural que a lo largo de la historia
ha ejercido Roma.

Pero la trascendencia de Roma y su proyección a la posteridad no se encuentra, en su


organización política democrática, sino en la propia evolución de la ciudad, que rompiendo sus
limites naturales se proyecta hacia fuera con autentica vocación universal.

Frente a la ciudad griega, (organización política perfecta, autárquica y con limites precisos),
la ciudad de Roma rompe esos moldes clásicos y, sin dejar de ser una ciudad, (urbe), se hace
ecuménica, universal (orbe).

Esta aspiración universalista se basa, en una ideología imperialista.

En el siglo II, esta ideología ecuménica está ampliamente difundida. Roma ha hecho realidad
el viejo adagio, según el cual la tierra es la madre y la patria común de todos los hombres.

Esta dimensión ecuménica será subrayada por Adriano, quien afirmó que el ideal
helenístico de la ciudad del mundo profesado por Zenón, estaba por fin realizado en el imperio
romano por el paso de la polis a la cosmópolis.

2.2. LA COMUNIDAD CULTURAL.

Las creencias del pueblo romano son las transmitidas por anteriores generaciones, apoyadas
en la fuerza de la tradición.

En Roma se conoce con el nombre de mores maiorum, a la costumbre de los antepasados,


costumbres que rigen la conducta de los ciudadanos entre sí y con los dioses. En los mores maiorum,
aparecen confundidos inicialmente los ritos religiosos, los preceptos éticos y las normas jurídicas.

La interpretación de estas costumbres ( mores maiorum) y la sanción por su inobservancia


corresponde al colegio de los pontífices (colegio sacerdotal), cuya misión principal es la supervisión
de la religión pública en cualquiera de sus manifestaciones, prerrogativa esta que desborda
ampliamente el ámbito meramente religioso y los convierte en dirigentes de la comunidad.
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Entre los pontífices se elegía uno que gozaba de una posición superior: el pontifex
maximus. Durante la Republica se le considera el heredero religioso del monarca y además de
relevantes funciones sacerdotales desempeña importantes funciones políticas propias de los
magistrados.

El proceso de secularización (laicismo), que se inicia a fines del siglo IV y principios de S.


III a.c., permite proceder paulatinamente al deslinde de la religión, el derecho y la moral.

Ya en la interpretación de los mores maiorum, se distingue entre:

- Aquellas cuestiones que hacen relación a los ciudadanos. (Ius civiles). Su


interpretación será realizada por los iuris prudentes.
- Aquellas cuestiones que contienen prescripciones pertinentes a los ritos
religiosos. (ius divinum.). Su interpretación seguirá siendo realizada por los
pontífices.

También se realiza la distinción entre:

- Ius, lo licito civil


- Fas, o licito religioso.

Esta laicización del derecho y la creación del ius civile coincidirá con un proceso de
secularización que provocará el alejamiento progresivo de la sociedad romana de las creencias de los
mayores, y el decaimiento de la antigua fe nacional va a intensificar el fortalecimiento político de la
religión y su consideración como institución política.

La influencia helenística, con su concepción antropomórfica de los dioses y su escepticismo


religioso, van a influir decisivamente en a renovación de la religión romana. Esta influencia se
observará también en el campo de la moral, donde las tendencias casuísticas del estoicismo y sus
métodos racionales causaron una grata impresión a los romanos.

El momento culminante de la filosofía del Pórtico la sitúa MOMMSEN, en la


incorporación a la misma de estos dos personajes:

- Esquilón, a quien atribuye la condición de fundador de la filosofía romana.


- M. Quinto Escévola, fundador de la Jurisprudencia.

Estas incorporaciones producen la fusión de la filosofía estoica la religión de los romanos,


originando así una filosofía y una religión de Estado.

Este carácter de institución política de la religión romana se va a redefinir en dos


nuevas dimensión:

- El ecumenismo. La vocación ecuménica de Roma se va a manifestar también en


el campo religioso, mediante la institución de la evocatio. ( Incorporación de los
dioses de los territorios conquistados, al elenco propio de dioses). Por tanto, la
romanización de los extranjeros producirá un significativo sincretismo religioso.

- El culto imperial. A este sincretismo religioso se le añadirá una nueva


dimensión, con la creación del culto al emperador. Augusto convierte el culto
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imperial en “una nueva ideología, que coloca al emperador en la cúspide de la


jerarquía y lo convierte en el garante innegable de la unidad romana”. Augusto
supone el punto de referencia de una vinculación entre emperador y religión, lo
que supone una nueva concepción de aquella tradicional entre el pueblo y los
mores maiorum. Esta relación se convierte en el pilar de la nueva ideología
romana. El culto imperial no es tan solo un deber del ciudadano, sino que se
convierte en un acto de fe.

En estas circunstancias, resultan sorprendentes los acontecimientos que se van a producir en


el siglo IV, cuando la religión tradicional, pagana, politeísta e imperial es sustituida, en su
condición de religión oficial, por la religión cristiana.

Fueron suficientes 60 años, para que una religión pasara de ser ilegal perseguida y
menospreciada, a convertirse en la religión oficial del Imperio romano.

¿Qué había ocurrido en Roma para que pudiera producirse este singular cambio?.

La evolución de las creencias de la sociedad romana puede explicar parcialmente este


cambio. El paso del politeísmo al monoteísmo se produjo de una manera paulatina como
consecuencia de la propia evolución interna dela religión pagana.

En este proceso tuvieron una notable influencia las doctrinas filosóficas, especialmente el
estoicismo, el platonismo y el hermetismo, ya que todas estas doctrinas coinciden en la existencia de
un Dios único y supremo.

Esta evolución hacia el monoteísmo se intensifica con el relieve social y político adquirido
por la teología solar. Este culto solar, ha podido servir de puente entre el paganismo y el
cristianismo.

Esta explicación deja in respuesta, otras dos cuestiones:

- La renuncia a la religión tradicional, en un sistema político que pretende basar su


legitimidad precisamente en el arraigo tradicional.
- Este cambio político pone en una situación difícil el carácter divino y religioso
del emperador y, por tanto la vinculación entre política y religión, que había
encontrado su máxima expresión en su unión en la persona del emperador.

2.3. EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD.

La ciudad en Roma, igual que en Grecia, no es un territorio o un recinto, sino una asociación
de hombres unidos por unas creencias, unas instituciones y unas leyes. Los ciudadanos disfrutan de
los derechos y deberes, tanto políticos como civiles.

La condición de ciudadano no se adquiere por residir en el territorio, sino por nacer libre
dentro de una familia romana o por concesión.

La extensión de la ciudadanía a todos los súbditos del Imperio se va a producir en 212 con la
promulgación de la Constitución Antoniana.
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La libertad política propia de la democracia ateniense tampoco es aplicable directamente a


Roma. El carácter mixto de la Constitución de Roma, produce un reparto de las funciones
políticas entre:

- Senado. Aristocrático y titular de la auctoritas política.


- Populus, titular de la majestas y que actúa a través de los comicios.
- Magistrados. Colegiados, elegibles y temporales

Esta organización política parece bastante alejada del sistema de participación política
directa que se ejercía en la democracia griega a través de las asambleas populares.

En lo que se refiere al ámbito religioso, la política romana fue generalmente tolerante en


esa materia permitiendo la difusión y el culto de religiones extranjeras, pero en ocasiones, ese clima
de tolerancia se transformó en rígida intolerancia.

Esta intolerancia romana alcanza su actitud más extrema en su confrontación con los
judíos y los cristianos, ya que el carácter monoteísta de estas religiones chocaba frontalmente con
una sociedad politeísta. Además estas confrontaciones se hacían mucho más tensas cuando las
discrepancias alcanzaban los postulados políticos del imperio. (Judíos se negaban a pagar impuestos
y los cristianos negaban el culto al emperador.)

La actitud del Imperio respecto a los judíos y cristianos, no fue ni constante ni


uniforme. Ambos fueron considerados ateos por su negativa a reconocer a los dioses paganos, pero
los romanos excusaron a los judíos, porque al practicar la religión de sus padres no hacían otra cosa
que cumplir con el deber e los hombres, cosa que no ocurría con los cristianos, que eran
considerados herejes por los propios judíos.

Durante los primeros años del cristianismo, la actitud de los poderes públicos romanos fue
mas bien indiferente hacia el cristianismo. Hasta la persecución de Nerón (año 64) y posteriormente
de Dominico, los cristianos vivieron en el clima de tolerancia religiosa que caracterizó al imperio
romano.

En esta época, las persecuciones tienen el carácter de episódicas, se dirigen contra cristianos
singulares y no contra la religión cristiana, y el procedimiento jurídico es el común de las causas
criminales, pero sin precisar la causa jurídica.

A partir de Trajano, ( de la correspondencia que este mantiene con Plinio el Joven) el


delito se tipifica con el nombre, ser cristiano, y no se persigue una conducta detestable, sino el hecho
de ser cristiano. Por tanto, el que confiese ser cristiano debe ser condenado y el que lo niegue debe
ser absuelto.

Esta resolución de Trajano supone un cambio importante en la política religiosa romana, ya


que nunca se había contemplado el delito de pertenecer a una religión. (delito por el nombre, no por
el hecho)

Otro cambio importante en la política religiosa imperial se va a iniciar con Septimio Severo,
cuando la persecución se dirige no solo a los cristianos, sino también a la organización eclesiástica.

Estos ataques se harán más intensos con Valeriano, Diocleciano y Galerio.


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Con Constantino se inicia el periodo de mayor libertad para los cristianos y para los demás
cultos con la promulgación de Edicto de Milán (313).

Cuando en el año 380 el cristianismo se convierte en religión oficial del Imperio concluye
esta época de libertad religiosa y se prohibirá la practica de los demás cultos. Esta decisión imperial,
provoca una grave convulsión dentro de la comunidad cristiana, desde donde habían salido voces
clamando por la libertad religiosa.

Si antes veíamos las dificultades que, desde el punto de vista del Imperio, entrañaba la
conversión del cristianismo en su religión oficial, no cabe la menor duda que estas dificultades no
han sido menores desde el punto de vista del cristianismo.

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