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A mi niña Carla, porque siempre estará con nosotros

Me enteré que llegabas a este mundo el 11 de octubre de 2020; vaya año…. en


medio de una pandemia mundial, y justo la noche antes de la primera comunión de tu
prima Carol. Recuerdo perfectamente cómo sucedió: llevaba días de retraso, y como
soy una paranoica, por la noche paseando a Nena decidí, sin consultar con papá,
comprarme un predictor (él siempre me decía que era una exagerada y que
seguramente la regla llegaría).

Llegué a casa, y entre nerviosismo e ilusión, y sin decirle nada a papá, entré en
el baño pensando que no saldrían las dos rayitas.

Hice pis en un vaso (cuando papá se enteró le dio asco el vaso y no quería usarlo
aunque lo hubiese fregado cuarenta mil veces). Y ahí estaban las dos rayitas. No podía
creerlo… ¡estaba embarazada! Madre mía no sabía qué hacer….

Escribí a la tata Inma que con anterioridad me había dicho que tenía síntomas y que
podía estarlo. Y le mandé la foto del predictor. Y me lo confirmó…. ¡estaba
embarazada!

Salí del baño y fui directa al salón. Allí estaba papá tumbado viendo la tele, tan
tranquilo. Le dije:

-Edu, mañana no voy a poder beber en la comunión de Carol.

A lo que respondió:

-¿Qué pasa? ¿Por qué?

Yo no respondí, directamente enseñé el predictor

-¡No me jodas! – me respondió entre sorpresa, miedo y confusión.

Me abrazó, nervioso, jamás olvidaré su cara Carla, igual que el resto de sus caras
durante tu pequeño proceso de vida, que describiré con el mayor detalle en este
escrito, que es para ti y para mí y para papá, si alguna vez lo lee. Para nuestra bonita
familia de amor que, a pesar de todo este dolor, ama haberte conocido.
Al día siguiente me levanté bastante temprano. Era la comunión de Carol y como su
madrina que soy, tenía que ir a la misa. Me arreglé y bajé pensando si alguien notaría
mi barriguita que, obviamente, aún no era incipiente.

Me moría de ganas por gritar al mundo que ya estabas dentro de mí, pero tenía que
esperar…. Era demasiado pronto.

Cuando llegamos a la celebración no pude aguantar más y llamé al tato Jose para que
saliese un momento fuera. Él tan intenso como siempre se asustó muchísimo, creía
que pasaba algo malo.

-¿Qué pasa? – dijo con su tono de nerviosismo.

-Nada, nada Jose, tranquilo. – insistió papá

Y sin titubear le dijimos:

-Jose estoy embarazada.

-¡Jolines! ¡Me creía que era algo malo! – y nos dio un abrazo diciéndonos lo contento
que estaba y advirtiéndonos de que era demasiado pronto para decirlo, que
tuviésemos precaución porque podía pasar cualquier cosa.

Poco imaginábamos que pasaría algo a las 36 semanas de gestación…. No es lo


habitual, Carla, no lo es.

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