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Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 53

Orden Franciscana Seglar

Biografías actuales
sobre
san Francisco de Asís

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54 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Cronología...

1205 verano. Francisco parte para la Pulla, enrolado en el ejér-


cito. En Espoleto tiene el sueño que dará otro rumbo a su vida.
Comienza la fase inicial de su conversión.

Cautivo por la guerra y la enfermedad

Francisco ha pasado una mala temporada...


La guerra contra Perugia, una larga enfermedad... pero aún quedan en el
corazón los anhelos por ser un gran caballero.
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 55

A las Cruzadas... con boleto de ida y vuelta.

Texto tomado de: Larrañaga, Ignacio. El hermano de Asís. Bue-


nos Aires: Paulinas, 1984. Pag.30-34

La noche de la libertad

Francisco se despidió de sus padres. Aquella mañana la peque-


ña ciudad, con su ir y venir nervioso, se parecía a una colmena
hirviente. Abrazos, besos, lágrimas, adioses. Y en medio de una
conmoción general y de pañuelos, la pequeña y brillante expedi-
ción militar emprendió la marcha saliendo por el portón oriental
en dirección de Foligno, para tomar la Via Flaminia que los con-
duciría, pasando por Roma, al sur de Italia.
Al caer la tarde, la expedición llegó a Espoleto, ciudad que cierra
el incomparable valle espoletano. Pero estaba escrito que en Es-
poleto acababa todo y en Espoleto comenzaba todo.

***

Francisco se acostó en medio de los arreos de caballero: la gam-


besina, las calzas de malla, el yelmo, la espada y la lanza, el
escudo blasonado y una amplia túnica. y todo este esplendor es-
taba a su vez revestido por el resplandor dorado de sus sueños
de grandeza.
Todos los cronistas dicen que en aquella noche Francisco escu-
chó, en sueños, una voz que le preguntaba:
-¿Francisco, ¿a dónde vas?
-A la Apulia, a pelear por el Papa.
-Díme, ¿quién te puede compensar mejor, el Señor o el siervo?
-Naturalmente, el Señor.
-Entonces, ¿por qué sigues al siervo y no al Señor?
-¿Qué tengo que hacer?
-Vuelve a tu casa y entenderás todo.
y a la mañana siguiente Francisco regresó a su casa.

***
56 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Francisco tuvo aquella noche, lo que la Biblia llama una vi-


sitación de Dios. En mi opinión, en aquella noche Francisco
no escuchó voces ni tuvo sueños ni vio visiones sino que,
por primera vez, tuvo una fuerte, muy fuerte, experiencia in-
fusa de Dios. Es aquello que, en la vida espiritual, se llama
gratuidad infusa extraordinaria, que tiene características pe-
culiares.
Eso sí; tuvo también sin duda aquellas impresiones que los
biógrafos nos retransmitieron en forma de un sueño, de un
diálogo entre el Señor y Francisco. Es más que probable que
Francisco mismo, más tarde, refiriendo a algún confidente la
experiencia de aquella noche, lo hiciera en forma de un sue-
ño o quizás en forma de alegoría.
Es una constante en la historia de las almas: cuando un alma
ha tenido una vivencia espiritual fortísima, se siente incapaz
de transvasar el contenido a las palabras y, para expresarse,
acude instintivamente a las alegorías.

¿Qué pasó aquella noche? Por razones deductivas que lue-


go explicaré, debió pasar, tuvo que pasar, lo siguiente: de
una manera sorpresiva, desproporcionada, invasora y vivísi-
ma (estas son las características de una experiencia infusa)
se apoderó de Francisco la Presencia Plena, gratuitamente.
El hombre se siente como una playa inundada por una plea-
mar irremediable. Y queda mudo, anonadado, absolutamente
embriagado, con clarísima conciencia de su identidad pero al
mismo tiempo como si fuera hijo de la inmensidad, trascen-
diendo y al mismo tiempo poseyendo todo el tiempo y todo el
espacio, todo esto en Dios, algo así como si el hombre expe-
rimentara en un infinitésimo grado en qué consiste ser Dios
(¿participación de Dios?), un poco parecido en tono menor a
lo que será la Vida Eterna, y todo esto como gratuidad abso-
luta de la misericordia infinita del Señor, nadie sabe si en el
cuerpo o fuera del cuerpo...

Un cúmulo de palabras juntas podrían dar, en términos de ex-


presividad, una aproximación a lo que es una gratuidad infu-
sa extraordinaria: seguridad, certidumbre, luz, calor, alegría,
claridad, clarividencia, júbilo, paz, fuerza, dulzura, libertad...

***
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 57

Esta visitación de Dios tiene en la persona que la recibe las ca-


racterísticas de una revolución. Francisco tuvo una evidencia
vivísima y clarísima (que no se la podían dar los sueños ni las
locuciones) de que Dios (“conocido”, experimentado) es Todo
Bien, Sumo Bien, Pleno Bien, el Unico que vale la pena y que, en
su comparación, los títulos nobiliarios y los señores de la tierra
son humo.
Ahora bien, ¿por qué digo que tuvo que suceder algo de todo
eso en aquella noche? Porque de otra manera no se podría ex-
plicar lo sucedido. Y para entendernos, tenemos que meternos
en el contexto personal de Francisco.

Iba a la Apulia como un cruzado para defender al Papa.


Ayer se despidió de sus padres y del pueblo de Asís. En esta ex-
pedición militar Francisco estaba comprometido con la juventud
de Asís, con los nobles muchachos que iban con él, con el conde
Gentile a cuyas órdenes marchaba, con sus padres que cifraban
en esta expedición sus deseos de grandeza; estaba comprome-
tido con su honor, su palabra de caballero, su nombre...
Un simple sueño no es capaz de desarticular tan intrincada
cadena de ataduras. Si Francisco decide regresar a casa a la
mañana siguiente, tirando por la borda tantos compromisos, sig-
nifica que algo muy grave sucedió en aquella noche. Francisco
demostró en su vida ser hombre de gran tenacidad cuando algo
importante emprendía. No basta un simple sueño para explicar-
nos esta revolución nocturna. Sólo una fortísima y libertadora
experiencia de Dios explica esa formidable desinstalación.

***

En aquella noche volaron todas las ataduras. Francisco se sen-


tía libre. Ya no le importaba nada. Sólo su Señor. El futuro inme-
diato se le abría lleno de problemas y de interrogantes.
¿Qué explicación dar al conde Gentile? ¿Qué dirían sus compa-
ñeros de armas, ayer camaradas de fiesta, que a las pocas ho-
ras seguirían su viaje al sur? Hablarían de deserción, de locura
tal vez. Podían decir cualquier cosa. Ya no le importaba
nada.
Mañana mismo regresaría a Asís. ¿Qué diría la gente, la juven-
tud? ¿Qué dirían el violento Bernardone, la misma madonna
Pica, los vecinos, inclusive los prelados? ¿Qué explicación dar?
58 Orden Franciscana Seglar - Argentina

No podía dar explicaciones; nadie entendería nada.


Algunos, los más benignos, dirían que había perdido la cabe-
za.
Otros, más maliciosos, hablarían de deserción, tal vez de fri-
volidad.
La palabra más temible para un caballero era cobardia.
Esa palabra se la echarían en cara a él que era tan sensible
al honor. Soportar todo eso, que ayer hubiera sido imposible,
hoy ya no le importaba nada. Se sentía completamente libre.

Aquí abandonaba una vía segura y halagüeña. Y aquí mismo


se lanzaba a una ruta incierta, llena de enigmas e insegu-
ridades, y lo hacía solitariamente. Pero estaba dispuesto a
todo, con tal de seguir a su Señor que, ahora sí, lo “conocía”
personalmente.
A la mañana siguiente se despidió -yo no sé con qué palabras-
de sus compañeros de expedición y emprendió su regreso a
Asís. Una experiencia infusa, aunque normalmente dura po-
cos minutos, deja a la persona vibrando por largos tiempos, a
veces por toda una vida.
Al desandar el camino desde Espoleto hasta Asís, Francisco
iba sin duda bañado de aquella Presencia. Al pisar las prime-
ras calles de Asís, comenzó primeramente la incredulidad de
las gentes, luego la extrañeza, más tarde el rumor general
donde se mezclaban la ironía, la burla y hasta el sarcasmo.
A Francisco, todavía bajo los efectos de la visitación, no le im-
portaba nada lo que dijeran, y pudo presentarse en la ciudad
absolutamente sereno.
Había amanecido la libertad.
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 59

Actividades

¿Cómo presenta Larrañaga este proceso de dudas y opciones en Fran-


cisco?

¿Qué experiencias descritas aquí consideras que también siguen acon-


teciendo en nuestras vidas de cristianos que anhelamos seguir con fide-
lidad al Señor?
60 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Sociedad en crisis... hombre en crisis...


El texto que se presenta en esta sección está tomado de: An-
tonie, Louis. La experiencia franciscana. Chile: Cefepal, 1974.

LA EXPERIENCIA DE UNA CRISIS

El punto de una partida


La experiencia franciscana es la experiencia que un hombre,
Francisco, hace de Dios.
Experiencia de lo Invisible, de lo que no se puede ver ni tocar,
de lo que no se capta por los sentidos sin dejar de ser lo que
es. Pero seres privilegiados experimentaron su acción; ella
los agarro, se apoderó de ellos, cambió su ser, transformó su
existencia.
¿No se dice acaso, respecto de una prueba, de una experien-
cia: “Yo pasé por ella, sé lo que es”?
Aquí también, se trata de seres equilibrados, normales: un Pa-
blo de Tarso, un Benito, una Teresa de Avila, un Francisco de
Asís, que pasaron por la prueba de Dios. Mejor dicho, fue Dios
quien pasó por la vida de ellos y, en la mayoría de los casos,
la cambió por completo.
Quien quiere meterse por este “pasaje”, seguir huellas de
aquellos hombres, vivir, a su manera, la misma experien-
cia, trata, él también, de pasar donde pasaron ellos primero,
abriendo un paso nuevo, antes inusitado y desconocido. Su
experiencia, su “prueba” abren un camino. Se trata de partici-
par en este movimiento que hizo presa de Francisco y, con su
impulso, lo llevó cada vez más lejos.

Una palabra provoca el arranque, impulsa los primeros pasos


y la partida inicial, por la cual toda su vida permanecerá mar-
cada para siempre:

“¡Anda, repara mi casa que se derrumba!”

Tal fue el llamado que Cristo dirigió a Francisco, su vocación


(vacare = llamado); tales son las palabras (palabra = voz) que
oyó resonar en lo más íntimo de su corazón. Cristo no le pro-
pone ninguna verdad, ninguna fórmula, ninguna idea, nada de
intelectual o de teórico. Pero le da una orden, le encarga una
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 61
misión: ¡ Anda! imperativo de acción, envío. Ahora bien, sólo la
vida responde al envío, o sea, la ejecución inspirada en la fe y
la confianza en la Persona que envía.
Antes de ver cómo Francisco recibe la orden y entiende las
palabras, hemos de preguntarnos lo que significan éstas.

El punto de una “situación”

“¡ Anda, repara mi casa que se derrumba! “


La “casa” de Cristo es la Iglesia y la cristiandad de este mundo
occidental del siglo XII que se iba acabando. Están peligrando
de muerte, pues atraviesan por una “crisis”.
Pero, ¿Qué se debe entender por crisis, en el sentido implica-
do por el Evangelio, el único que aquí nos importa?

La Iglesia y el mundo corren peligro de demunbarse cuando


sus estructuras enfrentan nuevas formas de vida a las que se
encuentran incapaces de responder. Esta impotencia, al au-
mentar, llega finalmente a un punto crítico, en el que el Espíritu
parece retirarse de cuanto debía expresarlo, comunicar, ampa-
rar su vida. Denunciar ese doble divorcio, revelar la ambigüe-
dad de los valores del mundo y la caducidad de las estructuras
religiosas, eso es precisamente lo que Jesús declara: “He ve-
nido a este mundo para un juicio” (en griego, crisis: de dónde
viene nuestra crisis), literalmente un “discernimiento” (término
que contiene la misma raíz de crisis: “cer”). Discernimiento y
revelación que la misma existencia de Cristo, sus afirnaciones
y actitudes patentizanen el mundo histórico en que entraba. A
esta revelación objetiva corresponde la “decisión” (otro sentido
del término crisis), subjetiva ésta, de los hombres que encar-
nan aquellas estructuras muertas y se amurallan en ellas, ce-
rrando obstinadamente los ojos a la vida. Tal es el sentido de
las palabras de Jesús: “¡He venido para que los que ven (creen
ver) se vuelvan ciegos (pennanezcan sin remedio en su cegue-
ra) y que a los ciegos de su ceguera) se les abran los ojos! “

Los grupos humanos así impugnados y condenados por Jesús


en el siglo I, rebasan las contingencias de la historia y las insti-
tuciones que dirigen y encarnan. Rebasan el marco del tiempo.
Se encuentra siempre y en todas partes.

Bajo otros nombres, son los mismos que Francisco enfrenta,


rechaza para “reparar” la lglesia y el mundo, mediante una “re-
62 Orden Franciscana Seglar - Argentina

volución”, un retomo al evangelio vivido de nuevo, reinventado


en sus formas, reencontrado en su “lozanía” y su novedad que
siempre deben re-crearse.

Estos grupos palestinos y ejemplares, los conocemos de so-


bra por el Evangelio; son los fariseos, los doctores de la ley y
los malos ricos.
Los primeros encarnan la juridicidad y el formalismo, arque-
tipos de las estructuras superadas; los otros, la injusticia del
dinero; engendran respectivamente el orgullo autosuficiente y
el poder que esclaviza a los humildes. Basta con oir, una vez
más, las peroratas que les atribuye el Evangelio, para reco-
nocer de llano la imagen del hombre y la visión del universo
que ellos representan. Ahí están el fariseo y su oración (Lc 18,
11-13): “Dios mío, te doy gracias por no ser como los demás
hombres, que son rapaces, adúlteros, injustos, ni tampoco
como este publicano; yo ayuno dos veces a la semana, yo
doy el diezmo de todas mis ganancias.” Y ahora el rico (Lc
12, 17-20): “¿Qué haré? Pues no tengo dónde guardar mi co-
secha. He aquí lo que haré: voy a echar abajo mis graneros
y construiré unos más grandes; allí juntaré todos mis bienes
y diré a mi alma: Tienes cantidad de bienes en reserva para
muchos años; come, bebe, descansa, diviértete.”
¡Es el mismo rico que ni mira al pobre Lázaro que se muere de
hambre ante su puerta! (Lc 16, 19-31) Así hablan los hombres
seguros de su caudal espiritual o material, que habitan y en-
gendran un mundo de desprecio por el hombre, un mundo di-
vidido y sin amor. Los han creado la ley y su moral, el dinero y
su poder. Han borrado del alma toda moral y destruído lo más
auténticamente sagrado: la justicia y la verdadera santidad
que residen en el respeto y el servicio del hombre (Mt 23, 23).
Periódicamente la Iglesia y el mundo conocen tales puntos crí-
ticos en el curso de los siglos, a medida que la vida, desarro-
llándose y transformándose, engendra nuevas necesidades,
mientras que, paralelamente, leyes e instituciones, siguiendo
su propio desarrollo, proliferan en sistemas cerrados y termi-
nan por sustituir su propio beneficio y su propio fin al servicio
del hombre y de su vida...
Así pasó con la Iglesia de Jerusalén, un año después de la
muerte de Jesús. Afronta el aporte nuevo de los numerosos
paganos convertidos, no judíos; está entonces dividida entre
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 63

los judaizantes por una parte, apegados a las estructuras y a


los ritos de la Ley y del pasado, y por otra parte, Pablo, aboga-
do de la libertad evangélica y de los tiempos nuevos (Hch 15).

El punto de partida de Francisco

Una crisis análoga invade la Iglesia y la cristiandad en el mo-


mento en que Francisco oye el llamado de Cristo. Posterga-
mos el análisis de la figura y de la imágen que caracterizan
dicha crisis, para captar en primer lugar el modo en que Fran-
cisco responde al llamado. Pues es aquel modo el que da su
tono y colorido a la experiencia franciscana, otorgándole su
nota peculiar en el coro de las voces espirituales; es él quien
la abre y la marca para siempre con un rasgo tan esencial que
su sola pennanencia basta, a quien quiera compartirlo, para
asegurarle su fidelidad a través de los siglos; pero, en cambio,
su sola ausencia revela la inautenticidad de cualquier camino
que pretendiera valerse aún de Francisco de Asís y poseer su
espíritu.
Este rasgo original es la sencillez unida a un cierto literalismo.
Francisco, cuando recibe -no importa cómo- las palabras que
le dirige Jesús: “Repara mi casa..”, no se pregunta en absoluto
si hay en ellas un sentido figurado, si la tal casa es un símbolo
y de qué realidad -y eso en una época en que todos piensan y
hablan en figuras y símbolos- como tampoco razona o busca
explicaciones.
Cristo ha hablado. Aquí está precisamente una “casa” de Dios,
una iglesia de piedras que se está derrumbando. Con toda
sencillez Francisco cumplirá la orden. Se sabe cómo se puso
a buscar piedras y argamasa para reparar las grietas de la
capilla y afirmar los muros.
Poco después, esta vez mediante el Evangelio de la misa ce-
lebrada por algún sacerdote, oye las palabras de Jesús dirigi-
das a todos sus discípulos: “No tengan oro ni plata. No tomen
bolsa, ni alforja, ni bastón. No lleven calzado, ni dos túnicas.”
(Mt 10, 9...) Transportado de alegria, exclamó: “Eso es lo que
busco... lo que ardientemente ansío cumplir.” Y, acto seguido,
pasa a ejecutar lo que acaba de oír: “Desata sus zapatos y
deja su bastón.”
64 Orden Franciscana Seglar - Argentina

En resumen, quiere cumplir al “pie de la letra”, “pura y llana-


mente” según sus propias palabras. Expresión también de su
personalidad, tal como la define la Leyenda de los Tres Com-
pañeros: “Era hombre sencillo y cándido; lejos de recurrir a la
sabiduría humana, en todo actuaba con sencillez.”
Son esos dos rasgos los que harán de él, como lo fue Jesús,
una contestación viva frente a la crisis de su tiempo y, en ver-
dad, de todos los tiempos, ya que es así como se realiza la “re-
volución” o la renovación del Evangelio en sus dos estructuras
esenciales que revelan y condenan, ponen en tela de juicio -en
“crisis”- el pecado del mundo: la sencillez, contraria al orgullo
de una sabiduría razonable, viene a rebatir el pecado propio
de la riqueza espiritual - aquél de los fariseos de siempre; la
pobreza contra la idolatría del dinero, en cualquier sociedad
de producción y de consumo, sea cual fuere su índole, rural o
industrial y urbano, tanto en los tiempos de los profetas como
en los de Jesús, tanto ayer como hoy, aquella sociedad que
condena a muerte a todos los Lázaros, sean ellos individuos
o pueblos.
Pero ¿tendremos nosotros el espíritu y el corazón suficiente-
mente sencillos y limpios, bastante pobres como para acoger
esta revelación a través de Francisco y para emprender su
camino? “Bienaventurados los pobres de espíritu... Bienaven-
turados los corazones limpios...” (Mt 5,3-8)
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 65

EL NUDO DE AMBAS CRISIS

El hombre de anhelos

Si Francisco inscribe su experiencia de Dios en el seno de


la crisis del mundo, es porque ha compartido ésta última en
su propio corazón, la ha vivido en su propia existencia En la
misma, crisis interna y crisis externa se juntar! y se resuelven,
como sucede en la mayoría de los santos. Ellos pueden dar
respuesta a la pregunta hecha por la humanidad en que viven,
sólo porque han vivido en la propia persona la pregunta y la
respuesta a la vez.
¿Qué encontramos en el nudo donde ambas crisis se juntan
para allí desatarse?
“He aquí lo que ardientemente ansío cumplir”, exclamó Fran-
cisco al oír el evangelio de la pobreza. Ahí está, en el fuego del
anhelo que devora su corazón, donde el encuentra la fuerza
para realizar cabalmente las tres figuras del hombre que le
presenta contrapuestas su época como imágenes concretas
de la triple tentación de la que triunfó Jesús de un modo ejem-
plar en el desierto.
Pues el hombre es deseo antes de ser razón; el hombre es
aspiración, porque es fundamentalmente “deficiente”; tiene
conciencia de ser “incompleto” en todos los niveles de su ser y
trata constantemente de complementarse. Mediante tal anhelo
Dios se acerca al corazón humano; responde a este “hueco”, a
este vacío que existe en nosotros, dejado por las huellas de su
imagen, y que origina nuestra ansia. Por eso, en el Evangelio,
Jesús interroga a los que encuentra acerca del objeto de su
búsqueda. Al joven rico: “¿Qué pides?” (Mt 19, 16) A los dis-
cípulos: “¿Qué buscáis? “ (Jn 1, 38) Y se presenta a la mujer
de Samaria como Aquél que puede satisfacer su deseo más
allá de lo que pide: “Yo sí que te daré agua viva. ..” (Jn 4, 10)
Más próxima a nosotros, una Teresa de Lisieux, habiendo de
escoger entre los dones de Dios, exclama en la inmensidad de
su deseo: “! Yo tomo todo!” Francisco, él también, es hombre
de anhelos.
66 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Los tres anhelos

Pero esta aspiración del hombre permanece desordenada


mientras no se orienta hacia un ordenamiento con arreglo a
Dios. Mientras la imagen en el corazón del hombre no se haya
vuelto hacia su fuente y la realidad de la cual es reflejo, se
deja seducir por un triple espejismo que corresponde a los tres
niveles de nuestro ser. Este triple anhelo es sed del tener, del
poder y del valer. Qué poderío da al hombre esta triple hambre
y sed, lo vió claramente Teilhard al escribir en sus Cuadernos
intimos, citados por Bruno de Solages:
“Las tres fuerzas, dinero, amor y autonomía... Extraer de ellas
el dinamismo y eliminar de las mismas el deleite y el egoísmo.”

Por otra parte, siendo siempre las mismas, arraigadas en no-


sotros, estas fuerzas se encarnan en la historia humana, en
fIguras diversas según las culturas que el hombre desarrolla, y
suscitan en formas distintas y con consecuencias cambiantes,
las tres tentaciones del hombre que aspira a hacerse Dios en
Adán, tentaciones de las que triunfó el Dios-Hombre, Jesucris-
to, en el desierto.

Las tres figuras de la tentación y del deseo

Francisco entra en un mundo occidental negado al punto críti-


co de una civilización y del cual la Iglesia es solidaria: se está
terminando la feudalidad, una sociedad de tipo jerárquico, ver-
tical y rural; surgen las comunas, con la consecuente irrup-
ción de un orden social nuevo, urbano y horizontal, pese a que
entraña también un nuevo feudalismo fundado en el dinero,
feudalismo naciente de los mercaderes, de los burgueses, el
reino de un capitalismo joven, todavía en pañales.

Esta nueva clase viene a destruir el antiguo equilibrio de una


sociedad repartida entre hombres de oración -monjes sobre
todo-, hombres ligios y siervos. Famosa por las ganancias y
por la usura que practica, está desconsiderada, como lo atesti-
gua el refrán conocido: “Dios crió a los nobles, pero el demonio
crió a los burgueses y a los usureros.” Su mentalidad invade
incluso a clero y a los religiosos: así por ejemplo. Guillermo
Longchamp, canciller y obispo de Ely, quien expolia a cléri-
gos y laicos, o el abad simoníaco de Vézelay, señalado en la
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 67

correspondencia, del Papa Inocencio III; también los monjes


fustigados por el abad de Cluny, Pedro el Venerable, quien los
acusa de “codiciar tanto el poder, como las riquezas, sin tener
que hacer el mínimo esfuerzo para adquirirlos.”

La figura del mercader.

Se sabe que fue en ese ambiente, en esta clase de hombres


nuevos donde nació y creció Francisco. Adolescente, en la tien-
da del mercader de paños, Bernardone, su padre, “se entrega
por completo al afán de lucro y a atender el comercio”, confor-
me lo nota la Leyenda de los Tres Compañeros. El “tener”, la
posesión material todo está ahí. Lo mismo tentaba el demonio
a Jesús: “¡Manda a estas piedras que se conviertan en panes!
“ (Lc 4, 3)

La figura del burgués

Pero aun el espíritu anhela poseer. ¿Acaso el dinero no puede


dar también el poder? “Te daré los reinos del mundo” fue la
segunda tentación de Satanás (Lc 4, 6).

Y, precisamente, sacudiendo el yugo de los señores, los mer-


caderes coligados marchan al asalto de la fortaleza de La Roc-
ca; Francisco se lanza a la contienda. Hecho prisionero, se le
va de las manos el poder, pero el dinero lo libera.

La figura del caballero

Felizmente, la antigua orden del valor no ha desaparecido aún.


En la frontera de ambos mundos, Francisco, más que al poder,
aspira a la gloria concretada en la caballería. Se enrola bajo
la bandera de Gualterio de Brienne, a quien el Papa apoya en
contra del emperador, en aquella Europa “bicéfala”. “Francisco
ardientemente anhela ponerse en camino. Entonces lo detiene
un sueño, en el cual le habla una voz que lo interroga y lo indu-
ce a examinarse y poner en tela de juicio su elección:
“¿Quien puede más, el servidor o el amo?” “¿Por qué servir al
servidor?” Así pues, el caballero de la gloria no es más que ser-
vidor; está al servicio de otro servidor también. ¿Quién será?
En vez de servir al Señor. ¿Cuál señor? Así, misteriosamente
llega a comprender que esas figuras, esos bienes, esos valores
68 Orden Franciscana Seglar - Argentina

que anhela: poder, tener y valer, son slervos y esclavizan al


hombre, lo enajenan y lo despojan de su verdadera grandeza.
Pero ¿dónde está la tal grandeza?

El corazón abierto

Para descubrir este señor y esta grandeza verdaderos, Fran-


cisco, en sus anhelos, está felizmente dotado de otra tenden-
cia que quita a los mismos el veneno que entrañan: Francisco
es generoso, es compasivo. Su corazón se prodiga a costa de
su padre y de su bolsa. Se hace coser “vestidos más ricos que
los de su condición”, en una época en que los ricos visten de
escarlata, de terciopelo, de oro y de brocado. El mismo, jefe
de su pandilla de jóvenes, llamada “la compañía del bastón”,
costea los banquetes.
El tener no lo encierra en sí mismo.
Además, era compasivo: gustaba de repartir limosnas. Se
nota, sin embargo, que ni su generosidad ni su compasión es-
tán exentas del deseo de “valer”.
No obstante, esta doble tendencia salvaguarda su anhelo y le
impide atascarse en el egoísmo cerrado. Una vez purificada,
será ella la brecha por donde penetre el espíritu de Jesús; le
abre para que pueda Francisco oir su palabra. Ella orienta su
hambre y su sed hacia el Maestro, librándolo de las enajenan-
tes servidumbres de las tres fuerzas anidadas en el fondo de
nuestro corazón -en sus tortuosos repliegues- presa de esos
complejos que sólo puede desatar el largo esfuerzo de la sen-
cillez, al triunfar por fin de tal complejidad.

Siempre que exista en nosotros como en Francisco, la adaraja


de la generosidad, fuente de la abertura del corazón.
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 69

Actividades

A) ¿Estas de acuerdo con el análisis que propone Antonie respecto a las


crisis sociales y cómo participan las personas en ellas? ¿Concuerdas
con el paralelo que propone entre el siglo I, en los tiempos de Jesús, y el
siglo XII en tiempos de Francisco?

B) ¿Valen también para hoy las crisis descritas? ¿Y los tres anhelos?
¿En qué sentido?
70 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Actividad personal

Sobre la línea que encuentras a continuación realiza un gráfico donde se pongan de re


la vida de Francisco en los años recorridos hasta aquí...

1182
nacimiento de
Francisco

En la línea siguiente, realiza un gráfico similar a la anterior pero incluyendo los momen

tu nacimiento
Biografías actuales sobre san Francisco de Asís 71

elieve los aconteciminetos más importantes en el proceso de conversión ocurridos en

ntos más significativos en TU PROPIA experiencia de fe y de conversión...


72 Orden Franciscana Seglar - Argentina

Oración:

SALMO 139

Señor, tú me examinas y conoces,


sabes si me siento o me levanto,
tú conoces de lejos lo que pienso.

Ya esté caminando o en la cama me escudriñas,


eres testigo de todos mis pasos.
Aún no está en mi lengua la palabra
cuando ya tú, Señor, la conoces entera.

Me aprietas por detrás y por delante


y colocas tu mano sobre mí.
Me supera ese prodigio de saber,
son alturas que no puedo alcanzar.

¿A dónde iré lejos de tu espíritu,


a dónde huiré lejos de tu rostro?
Si escalo los cielos, tú allí estás,
si me acuesto entre los muertos,
allí también estás.

Si le pido las alas a la aurora


para irme a la otra orilla del mar,
también allá tu mano me conduce
y me tiene tomado tu derecha.

Si digo entonces:
«¡Que me oculten, al menos, las tinieblas
y la luz se haga noche sobre mí!»
Mas para ti no son oscuras las tinieblas
y la noche es luminosa como el día.
Pues eres tú quien formó mis riñones,
quien me tejió en el seno de mi madre.

Te doy gracias por tantas maravillas, Tus ojos veían todos mis días,
admirables son tus obras todos ya estaban escritos en tu libro
y mi alma bien lo sabe. y contados antes que existiera uno de ellos.
Mis huesos no te estaban ocultos ¡Tus pensamientos, Dios, cuanto me superan,
cuando yo era formado en el secreto, qué impresionante es su conjunto!
o bordado en lo profundo de la tierra. ¿Pormenorizarlos? Son más que las arenas,
nunca terminaré de estar contigo.

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