JORNADA HISTÓRICA EN LAS CORTES Y EN LA CALLE: UN CLAMOR
pido el mensaje del noevo
a ADR1D. (Crónica desde las Cortes Españolas.) Cuando el presidente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, concluida la ceremonia de la jura, gritó: «¡Viva el Rey!», y la Cámara entera, puesta en pie, res- pondió con un «¡Viva!» clamoroso y enfervorizado, las lágrimas, incon- tenibles, brotaron en muchos rostros, lo misino de los hombres situados en el Banco Azul que de los que ocupaban los escaños o llenaban los palcos disponibles para los invitados. La multitud apiñada y estremecida (que seguía desde las calles las incidencias de la ceremonia a través de los altavoces), con- tagiada por el fervor, prorrumpió en una interminable ovación, sólo comparable a la que se produjo en el interior del palacio de las Cortes en una singular, en cierto Don Juan Garlos 1, a su llegada a la plaza de las Cortes, pasa revista a !a modo patética, y en cualquier caso gran- compañía de honores del Batallón de Infantería del Ministerio del Ejército. diosa, osmosis de emociones. ¡Cuántos años desde que no vibraban es- Recientes a la Cámara— ocuparon, sin serlo, tras de simpatía de que fue objeto el Rey tas paredes con idéntico grito! escaños de procuradores. Esto fue posible Hussein de Jordania, y oirás quisicosas de Para cuantos respondieron al «¡Viva!» del dado ¡o exiguo del recinto, por ¡os que deja- menor importancia, como el hecho de que presidente del Consejo de Regencia por aca- ron l i b r e s los representantes saharauis (a pesar de haberse advertido que no de- tar el mandato contenido en ese esiremecedor (inasistentes a ios últimos tres Plenos) y pot bían portarse condecoraciones) el único mi- documento postumo del Caudillo leído por estar situados los miembros del Consejo dei litar que no las llevara fuera el teniente ge- Arias Navarro ante las cámaras de la tele- Reino en lugar preferente, fuera de sus asien- neral Díaz Alegría. visión; para cuantos siempre consideraron tos habituales. Entre los no procuradores En ei palco preferente, la Infanta Pilar, que la gran reconciliación nacional no po- instalados en el hemiciclo recordamos a hermana de Don Juan Carlos, compartía la dría realizarse sino bajo el Poder moderador dos nietas del General Franco (una de ellas, primera fila con la marquesa de Villaverde, de la Corona; para cuantos intuían que la Mariola, con su esposo, señor Ardid, y Ma- la señora de Arias Navarro y la señora de injusticia cometida contra Franco por mu- ría del Mar), a don Juan Herrera, marqués de Valcárcel. chas naciones occidentales no sería pro- Viesca de la Sierra, al ex ministro señor rrogada contra e< Rey; para cuántos fuera En su proximidad, los Duques de Cádiz, de estas consideraciones se sentían atraídos Fernández de la Mora y a don Martin Gon- la Reina de Albania, el marqués de Villa- por la viril gallardía del nuevo Soberano y zález del Valle, barón de Grado. verde, el Duque de Cádiz, la Infanta Marga- por el indiscutible hechizo colectivo que Durante estos minutos de espera, los pro- rita, el Duque, de Badajoz y el doctor don ejerce Doña Sofía, la emoción producida por curadores comentaban entre si los matices Carlos Zorita. aquel «¡Viva el Rey!» (¡primero que se escu- que podían apreciarse en la colocación de En un palco próximo, Nelson Rockeíeller, chaba en este mismo recinto desde hace las diversas personalidades o los más míni- vicepresidente de los Estados Unidos, con- más de cuarenta y cuatro años!) fue inten- mos detalles relacionados con las mismas. versaba en voz baja con e¡ hermano dei sísimo y patente Así, la extraodinaria belleza y elegancia de Sha de Persía; diplomáticos de uniforme, la primera dama filipina, excelentísima se- adscritos al departamento de Protocolo, tra- LOS PRELIMINARES ñora tmelda de Marcos; la ovación de que ducían o informaban a los representantes de ios pasillos de las Cortes estaban abarro- fue objeto en la calle el general Pinochet, países extranjeros, y en un palco lateral, la tados desde mucho antes de iniciarse la presidente de Chile, por el «beau geste» de venerable y popular figura ds don José María ceremonia, y muchas personas —no perte- su presencia y sus declaraciones; las mues- Pemán esperaba con emoción contenida «se