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Kant: representación, fenómeno,

noúmeno e idea a través de ejemplos


Sékioz de Niafre

24 de septiembre de 2020

1. Intro
Aunque la distinción entre fenómeno y noúmeno puede recordar a Platón, y su dupla
de mundo sensible y eidético, lo que realmente hace Kant es desdoblar lo sensible en los
susodichos. En particular, me parece natural añadir a la lista kantiana la noción de idea,
repensando a la representación como a un desdoblamiento suyo parejo, en un nuevo
giro copernicano. Los siguientes ejemplos, provenientes de la matemática, la biología y
la física, pretenden explorar esta premisa.

2. Esfera
2.1. Como representación
1. ∑3i=1 xi2 = R

2. Nube de puntos cumpliendo la propiedad anterior

3. Superficie de revolución del círculo

4. Superficie de curvatura media constante

5. Superficie cerrada, conexa y orientable de característica cero (por el teorema de


clasificación de superficies cerradas)

6. etc.1

1 Para más instancias, cf. Hilbert y Cohn-Vossen Geometry and the Imagination Ch. IV Sec. 32: Eleven Pro-
perties of the Sphere.

1
2.2. Como fenómeno
Cualquier fenómeno cuya percepción pueda describirse en los términos anteriores,
matizando que la representación:

1. es posterior al fenómeno, a pesar del fraseado

2. es posiblemente una idealización o deformación del mismo

Respecto a esto último, es ilustrativo notar que:

1. la esfera fenoménica más cercana a nuestra representación de esfera se dio con los
giroscopios de Gravity Probe B (2004), que eran perfectamente redondos con un
margen de error de cuarenta átomos.2

2. las primeras aproximaciones de pi, hace 4000 años, fueron π = 3 + 18 = 3,125


2
(Babilonia) y π = 4 · 89 = 3,1605... (Egipto), obteniendo los 2, 3 y 7 dígitos
significativos con Arquímedes (250 aC), Ptolomeo (150 dC) y Zu Chongzhi (480)
respectivamente.3

En este sentido, es interesante percatarse de que dos esferas:

1. imperfectas en el mismo grado (e.g., un 0.1 %) pueden presentarse fenoménica-


mente distintas (respecto a su esfereidad) si son de distinto tamaño (e.g., una 10
veces más grande que la otra), pues el error se vuelve más apreciable.

2. imperfectas en distinto grado (e.g., un 0.1 % vs 1 %), pero mismo tamaño, pueden
presentarse fenoménicamente idénticas a mi ojo desnudo, pero quizá no al de otra
persona con mayor agudeza visual bajo una inspección más cercana, o incluso
cuando yo mismo la percibo a través de otro sentido como es mi tacto.

Más importante aun, son realmente dichas experiencias (individuales) las que consti-
tuyen al objeto fenoménico,4 siendo las representaciones atajos para referirlas, pues me
2 El uso del tiempo pasado obedece a las impurezas, magulladuras nanométricas, etc. que hayan podido
sufrir en su manipulación. Para un ejemplo paradigmático de este tipo de contaminación, incluso en
los entornos más controlados, cf. Veritasium How We’re Redefining the kg 2017.
3 Cf. D. H. Bailey, J. M. Borwein, P. B. Borwein, S. Plouffe The quest for pi 1997.

A modo de referencia, aunque la NASA usa 15 dígitos (JPL How Many Decimals of Pi Do We
Really Need? 2016) y CODATA 32, para aplicaciones terrestres no tienen sentido más de 11 (error del
∼ 10−10 %), y diría que es raro usar más de 5 ó 6 (precisión float). De hecho, las pésimas aproximacio-
nes de Babilonia, Egipto o la China pre-Liu Hui obedecen precisamente a su obtención experimental,
y sólo yerran en un ~0.5 %, por lo que no es de extrañar que para sus necesidades las considerasen
suficientemente buenas.
A modo de curiosidad, los métodos de aproximación geométrica se superaron con Madhava (por
serie de Leibniz, 1400, 10 dígitos) y al-Kāshānı̄ (por método de Newton, 1424, 16 dígitos), si bien la
siguiente mejor aproximación volvió a recurrir a los primeros (obviamente, por el desconocimiento
europeo, y porque los citados debieron comprender que no tenía sentido calcular más) con Ludolph
van Ceulen (1615, 32 dígitos).
4 El paréntesis da más bien la lectura de Husserl, que acepta la imposibilidad de justificar la objetividad

del fenómeno (incluso aunque nuestras descripciones de éste coincidieran), pues sólo tenemos acceso

2
resultaría muy difícil describir a alguien cómo se ve o se siente una esfera si nunca la
ha vivido, lo mismo que explicar el mar o la nieve, y de ahí el fraseado invertido del
principio.5
Otra cuestión es que:
1. por consenso, decidamos que:
a) si una esfera a mi vista, no lo es a mi tacto, entonces no es en verdad una
esfera (en lugar de decir que sí lo es para ciertos propósitos)
b) deleguemos ese tacto a algún instrumento de medida de mayor precisión,
para evitar caer en el problema de la variabilidad de la sensibilidad de los
diferentes individuos, tratando de cercar así todo lo posible al noúmeno. Es-
pecificidad, fundamentada en la replicabilidad, que nos permite producir
luego predicciones más arriesgadas (y por ende, diría Popper, más avanza-
das).

2. abstraigamos (a nivel personal y colectivo) las propiedades que tienen en común


todos los objetos que se presentan fenoménicamente como iguales para conformar
nuestras representaciones del mundo, lo mismo que cuando en álgebra cocienta-
mos un conjunto (el mundo) por una relación de equivalencia (ser fenoménica-
mente iguales) para formar sus clases (el objeto fenoménico, cuyo singular facilita
la transición a la representación que pretende capturar al hipotético noúmeno).

3. nueva y similarmente por consenso y abstracción, lleguemos a una serie de repre-


sentaciones estándar que posibiliten la comunicación del fenómeno.
Sobre este punto final, insisto en que lo estoy pensando más en términos de Husserl que
de Kant (quién no sé si admitiría la existencia de representaciones privadas), y tanto en
forma como en contenido, como dejan constancia:
1. Los juegos del lenguaje natural y formal en los que se expresa, con sus convenios
notacionales y metáforas:6 números naturales, racionales, reales, imaginarios... el
a nuestra experiencia subjetiva del mismo, como enfatiza el problema de las otras mentes, teniendo
que conformarnos con alguna forma de pragmatismo.
Es más, aunque los observadores fueran idénticos (en el sentido de obtener el mismo output para
el mismo input), si estuvieran conectados a una realidad virtual común mediante configuraciones de
resolución distintas, entonces su realidad fenoménica diferiría, redoblando la necesidad de renunciar
a la objetividad del fenómeno. Todavía peor, si estuvieran en servidores separados, corriendo versio-
nes desiguales pero compatibles (bijectables), entonces también su realidad noúmenica sería distinta,
y cualquier intento de delimitarla estaría condicionado al sujeto. Por supuesto, las hipótesis de simu-
lación de Bostom son sólo eso, hipótesis, pero bastan para arrojar una sombra de duda, y reafirmarnos
en Husserl frente a Kant.
5 Sobre la inalcanzabilidad de la cognición del Otro (o su naturaleza no a priori o no intersubjetiva, en

contra de Kant), piénsese, e.g., en la ceguera congénita, los niños ferales o un humano criado en un
espacio fuertemente hiperbólico.
6 Probablemente Kant no estaría de acuerdo en que estos constituyan representaciones diferenciadas, a lo

que yo podría responder con: «The discovery of new results was often a consequence of the intimate
relation between content and form that a good notation frequently implies» Kleiner Rigor and Proof in
Mathematics: A Historical Perspective 1991.

3
«geometry [as the study of] magnitude at rest» de Proclo, el «Algebra as the Scien-
ce of Pure Time» de Hamilton... teoremas de blow-up, compleción...

2. La continua reformulación de las mismas según el framework de moda: «Every


generation reexamines the reals in the light of its values and mathematical objec-
tives.» Faltin et al. The real numbers as a wreath product 1975.

3. La selección de cual se toma como definición primigenia, y cuales como teoremas,


y con que importancia relativa unos con otros.

4. La aprobación de su validez (a la hora de representar el fenómeno): infinitesimales


de Leibniz vs Robinson, números naturales de Kronecker vs Dedekind...

5. etc.7

Por otra parte, merece la pena recordar que pueden existir propiedades del fenómeno
más allá de mis sentidos, intuiciones, categorías e imaginación, siendo por ende irrepre-
sentables. Como es obvio, por la naturaleza de las mismas, me es imposible dar ningún
ejemplo, pero ello no significa que no existan. No en balde, los humanos carecemos
de los sentidos de electrorrecepción y magnetorrecepción, tenemos un rango auditivo
y de luz visible limitado, etc. por lo que hay mundos fenoménicos enteros que se nos
escapan, y en términos de los cuales no pensamos.
Y si bien la metrología nos ha permitido ser conscientes de ellos mediante brújulas,
voltímetros, sonómetros, espectrómetros..., es difícil decir que ésta ha alterado la cogni-
ción de nuestro entorno, algo que sí parece estar consiguiendo la biomimetica, el body
hacking y la comunidad cyborg y transhumanista en general, con ejemplos como:

1. La brújula háptica, vía el cinturón feelSpace, que vibra continuamente en sentido


norte.8

2. La magnetorecpción, vía implantes magnéticos.9

3. La percepción auditiva del espectro electromagnético (incluyendo luz ultravioleta


e infrarroja), vía los eyeborgs de Neil Harbisson (2004).

4. Experiencias extrasensoriales vía BrainGate (Warwick 2002, como parte de su Pro-


ject Cyborg).

7 Para un análisis más en profundidad, cf. Sogol Thamaem De las demostraciones matemáticas 2020.
8 Cf. Köning et al. feelSpace. Report of a Study Project 2005. Línea de investigación aun activa en, e.g., König
et al. Learning New Sensorimotor Contingencies: Effects of Long-Term Use of Sensory Augmentation on the
Brain and Conscious Perception 2016. A través del muy recomendable artículo Sunny Bains Mixed Feelings
2007, inspira la tobillera North Paw (Sensebridge 2009, comercializada desde entonces; experiencia en:
Quinn Said Regarding the senses, and a Northpaw update). En forma de implante por Cyborg Nest (North
Sense 2017, comercializado desde entonces).
9 Primer procedimiento por Steve Haworth y Jesse Jarrell a Todd M. Huffman en 2004, cf. Shannon Larratt

The Gift of Magnetic Vision 2004 (precedente en Samppa Von Cyborg, finales de los 1990s). Explotado
como radar por Grindhouse Wetware con su Bottlenose desde 2011 (v0.1 2017).

4
5. Substitución sensorial de la función vestibular y la visión para programas de reha-
bilitación, con potencial para la augmentación sensorial, vía BrainPort (aproba-
ción de la FDA, y comercialización por Wicab, desde 2015), basado en una «Ton-
gue Display Unit».10

6. Augmentación sensorial de la función vestibular para pilotos mediante trajes.11

7. etc.12
Huelga decir que, dualmente, pueden haber representaciones que no se correspondan
a fenómenos, ora por ser innatas (de haberlas), ora por ser una combinación fantasiosa
de representaciones que sí provengan de fenómenos (como en el caso de los bestiarios
medievales).

2.3. Como noúmeno


Presunta causa material que unifica las múltiples experiencias fenoménicas que pue-
do tener de una misma esfera (que puede presentarse perfecta a mi vista, pero no a la
de otro o a mi tacto), y que sólo conozco a través de las susodichas experiencias. Y dado
que éstas rara vez se dan de manera aislada, necesariamente se van a afectar unas a
otras, y de ahí los grupos de control en los experimentos científicos, o que las represen-
taciones sean idealizaciones, pues tratan de parchear dichas perturbaciones. A fin de
cuentas, algo tan básico como el medio físico a través del cual viaja la luz, el sonido...
afecta a su transmisión, a veces de forma dramática (e.g., deformando la imagen de los
objetos que se encuentran parcialmente sumergidos, por acción de la refracción de la
luz).
En este sentido, nuestras representaciones (y, más en general, las de la ciencia) inven-
tan una realidad noúmenica (exista realmente o no) para dar una imagen coherente de
los fenómenos. Por supuesto, podríamos tener la precaución de decir que la ciencia no
inventa noúmenos, sino sólo representaciones. Y en efecto, dada la pluralidad de teo-
rías que tratan de explicar un mismo cuerpo fenoménico, tanto en el espacio (diversidad
de escuelas de pensamiento) como en el tiempo (revoluciones científicas), es natural en-
tender a todas éstas como diferentes propuestas de representación, indiferentemente de
que su capacidad predictiva tienda a mejorar globalmente en el tiempo.13 No obstante,
10 Línea de investigación iniciada por Bach-y-Rita et al. en sus artículos de 1998 Form perception with a
49-point electrotactile stimulus array on the tongue y The tongue as a man-machine interface: A wireless com-
munication system, continuada en papers como Mitchell Tyler et al. Closing an open-loop control system:
vestibular substitution through the tongue 2003 y Arnoldussen et al. Brainport plasticity: balance and vision
applications. 2008.
11 Cf. Angus Rupert et al. Maintaining spatial orientation 1990. Línea de investigación activa en, e.g., Tom

Schnell et al. Multi-Sensory Methods to Aid Pilot Spatial Orientation and Upset Recovery in Real Flight 2006
o Angus Rupert et al. Tactile Situation Awareness System: Recent Developments for Aviation 2016.
12 Aunque el paralelismo pueda parecer forzado, dicha clase de extensiones también se dan en el reino

animal. Cf., e.g., Japyassú y Laland Extended spider cognition 2017.


13 Sesgo del superviviente aparte, no tengo tan claro que las últimas teorías sustituyan a las anteriores en

su totalidad, ni que la imagen de conjunto esté tan unificada como a veces se cree. Domain of Science
Quantum gravity 3. The main theories of physics 2020 parece concordar con esta sospecha.

5
creo que es ingenuo negar que la ciencia supone un noúmeno (o hace postulaciones me-
tafísicas), como cuando se predijeron las partículas del modelo estándar antes de tener
observaciones de las mismas, y se diseñaron experimentos como el CERN para confir-
marlas.14 Pues aunque no tengamos garantías de su existencia objetiva (como tampoco
la tenemos del fenómeno), es tentador, cómodo, natural y pragmático hacer como que
sí existe, y tratar entonces de limitar todo lo posible su subjetividad.

Más intrincado es el tema de las posibles propiedades nouménicas que no tengan


manifestación fenoménica, siendo el grue el primer ejemplo que se me viene a la cabe-
za, si bien alguien podría alegar que en realidad sí hay una manifestación, justo en el
momento de la transición, que sería el único instante en el que fenoménicamente se dis-
tinguiría del azul o del verde. A esto quizá Kant contraargumentaría con que, el tiempo
del que depende dicha propiedad, no es en verdad algo del mundo fenomenológico (en
donde sólo hay el azul y el verde [y, por supuesto, todo el espectro de luz visible inter-
medio que se pueda empíricamente discernir]), sino sólo una representación nuestra,
i.e., una forma en la que nuestra mente (y, más en general, la ciencia) trata de explicar
los fenómenos del mundo.
En este sentido, de hecho, no es necesario irse a experimentos mentales como el grue:
cualquier ley física que diga que un material dado, bajo ciertas condiciones, manifiesta
alguna propiedad particular (e.g., el efecto Faraday, el efecto fotoeléctrico, la fluores-
cencia) presupone la existencia de un noúmeno del que emanan distintos fenómenos
según sus circunstancias (i.e., según una ley de causalidad, que no deja de ser otra for-
ma de representación). Por tanto, en todos estos casos, insisto, tenemos un noúmeno en
el que permanecen dormidos unos fenómenos, que no se presentan en acto sino que se
conjeturan en potencia (o al menos así nos lo representamos).
Dichos ejemplos, sin embargo, siguen resultando insatisfactorios. Y lo continuaran
siendo hasta que no rompamos con la empírea, pues como advertía Kant, el noúmeno
vive en el reino de la metafísica, y su lenguaje es el de la razón especulativa. Así, e.g.,
el sustrato ontológico de la realidad puede ser el yo (solipsismo), un cerebro en una
cubeta (Putman), un ordenador (hipótesis de simulación de Bostrom), las cuerdas de la
teoría M,... y todos ellos pueden dar lugar a la misma realidad fenoménica a pesar de ser
nouménicamente distintos, pues son tesis que no pueden comprobarse empíricamente.
Apréciese además que la naturaleza nouménica-no-fenoménica de estos escenarios
puede suponerse análoga (aunque sin garantías) a la de los noúmenos fenoménicos
que las inspiran (el cerebro, el ordenador...), y que de hecho sería difícil dar un ejemplo
que se escapara a este esquema (sin acudir al innatismo), pues sólo puedo hablar sobre
lo que puedo representarme. Dios, según como se defina, podría ser un tal ejemplo.

14 Técnicamente, lo que se predijo fueron ciertos fenómenos que se representaban como partículas en el
modelo, por lo que mi ejemplo es muy débil (incluso, supongo, aunque tomará la teoría M como ejem-
plo), si bien dudo que se pensara y comunicara en dichos términos. Un ejemplo más fuerte, quizá,
serían las distintas interpretaciones de la cuántica (Copenhague, onda piloto...) y el teorema de Bell (no
hay variables ocultas, o son no-locales), que podría argumentarse que dan la misma descripción feno-
ménica mediante una distinta descripción nouménica (aunque nuevamente nada me impide cambiar
«descripción nouménica» por «represetación»).

6
2.4. Como idea
En este caso eminentemente eidético (en tanto que matemático), podría pensarse co-
mo el compendio de todas nuestras representaciones (aunque nuevamente, aquí esta-
mos invirtiendo el fraseado natural, dado el ineludible sujeto-centrismo), pero entendi-
das:

1. en su sentido abstracto, pues la representación «superficie de curvatura media


constante» depende de un idioma, y la representación «∑3i=1 xi2 = R» de un con-
venio de notación. Pero ambas, en cualquier forma en la que se expresen, van a
querer señalar una misma entidad, que llamamos idea de esfera.

2. como a un todo, del que nuestras representaciones son sólo parte incompleta e
imprecisa (algunas pinceladas mal dadas de un retrato, pero no el retrato mismo).
No en balde,
a) algunas de nuestras representaciones actuales de esfera no las teníamos en
la Antigua Babilonia, por lo que nada impide que falten otras nuevas por
descubrir o inventar.
b) los nuevos framework redefinen continuamente los contenidos antiguos, co-
mo un teorema de Pitágoras que se reformula en espacios de Hilbert, con-
juntos Lebesgue-medibles, tensores métricos... o un Grothendieck que estre-
cha las relaciones entre disciplinas aparentemente alejadas, permitiéndonos
apreciar matices antes invisibles.

En este sentido, sería mejor (aunque más vago) conceptualizar a la idea de esfera co-
mo a la totalidad de las propiedades que la comprenden (y que quedarían recogidas
en el Libro del Supremo Fascista, rescatando la metáfora de Erdös); conocidas o no,
cognoscibles o no.
Pues, nuevamente, nada impide que haya características en la idea de esfera que sean
irrepresentable. No en balde, los teoremas de existencia no constructivos podrían inter-
pretarse como tal, y los tres problemas clásicos de la geometría pueden entenderse así
(en el sentido de que existe el tercio de un ángulo, pero no puede obtenerse dentro de
los límites de la regla y el compás, paradigma representacional de la matemática grie-
ga). Y lo mismo con los teoremas indemostrables (en el sentido de Gödel), que ponen de
manifiesto (reverse mathematics mediante) que las propiedades de una idea dada no
pueden entenderse de manera aislada, sino que son interdependientes del paradigma
tomado.
Por último, las representaciones sin fenómeno y noúmeno también son ejemplos de
ideas sin ellos, y del mismo modo que la representación es una idealización del fenó-
meno, la idea es una idealización de éstas (o del noúmeno que hipotetizan éstas).

7
3. Gato
3.1. Como representación
En el caso de la esfera (epítome de la homogeneidad) no me pareció necesario, ob-
viándolo por simplicidad, pero en cada una de estas subsecciones sería bueno distin-
guir entre gato como especie y gato como individuo, aunque podríamos preguntarnos
si toda representación de uno no es ya, en cierto modo, también del otro. E.g., la imagen
mental que tenemos de él, su taxonomía, un dibujo, un peluche...

3.2. Como fenómeno


Su fragmentaria percepción: si describo (mi representación de) mi gato, voy a asumir
una uniformidad (i.e., una identidad en la que voy colapsar toda su vida y su estado
presente) que no está en los fenómenos, sino en mi representación de ellos. Y ya no
sólo por distinguir mi gato de otros gatos, sino también por distinguirlo de otros se-
res u objetos, o mejor dicho, de fenómenos que mis representaciones atribuyen a otras
entidades.
Mi gato fenomenológico es, pues, pelaje nudoso, negrura, uñas cortantes, molestia...
piezas de percepción revueltas del posible puzzle del mundo nouménico, o quizá sólo
building-blocks con los que yo construyo e invento distintos puzzles a los que deno-
mino realidad, y que conforman una suerte de cuadro fauvista en el que no se delimi-
tan las partes o fenómenos, presentándose como a una miríada de fogonazos de luz o
percepción en la noche oscura.
Y si hablamos de gatos en general, el problema es aun peor, pues es nuevamente
nuestra mente quien agrupa por su parecido toda una serie de fenómenos, asignándoles
una misma etiqueta, la de gato.

3.3. Como noúmeno


El gato homogéneo al que yo me refiero como si realmente existiese y tuviese de él
perfecto conocimiento, el gato como realmente es si es que es, el gato del que emanan
toda una serie de propiedades y fenómenos si es que no son incausados, el gato perfec-
tamente representado si es que todas sus propiedades son representables. Hasta donde
sabemos, pura ficción, pues podrían solamente existir las susodichas impresiones de
gato sin tener tras suyo un gato (solipsismo, hipótesis de simulación, etc.).
Y aquí quiero insistir y explicitar en lo ya sugerido en la subsección anterior: el gato
como noúmeno y como representación no tienen porque coincidir, pues podría ocurrir
que:

1. estuviera mezclando fenómenos de distintos orígenes nouménicos en una misma


etiqueta o representación (la de gato), como cuando distintos proyectores se unen
para formar una sola imagen (e.g., en la técnica de animación por capas), en cuyo
caso no habría un gato nouménico, sino que éste aparecería como a una propiedad
emergente de otras realidades nouménicas.

8
2. mi representación de gato fuera en realidad una parte concreta de un noúmeno
mayor que a su vez fuese fuente de otras de mis representaciones claras y dis-
tintas (en una suerte de Uno de Plotino), o que hubiese un gato nouménico cuya
existencia se extendiese más allá de los límites impuestos por mi representación,
siendo origen de otras de mis representaciones diferenciadas.

3.4. Como idea


Me resulta difícil separar idea y representación, especialmente teniendo en cuenta los
problemas ya notados con la noción de idea platónica y perfecta de cualquier cosa en
Thamaem De la matemática en Platón, y aun más particularmente si pongo en entredicho
al noúmeno. Aun así, creo poderlo entender siguiendo el segundo bloque de 2.3:
Supongamos de momento que existe una realidad objetiva-nouménica-física. Es claro
que los taxones biológicos (y la descripción técnica asociada) no forman parte de dicha
realidad, pues son una macrodescripción de muchos noúmenos a lo largo del tiempo
(al menos en la tradición filogenética). Es cierto que ésta es nuestra representación del
asunto, y que en realidad puede que no haya dicha multiplicidad de noúmenos, o sea
distinta de la percibida, pero en cualquier caso este hipotético nos vale para imaginar
que puede existir cierta cosa, representacional-eidética, fuera del noúmeno.
Por otra parte, platónicamente, podemos imaginar que la clasificación filogenética
siempre estuvo ahí, incluso antes de que alguien la planteara (como representación), y
que los posibles errores (respecto a dicho ideal) que se hayan dado en nuestras repre-
sentaciones a lo largo de la historia (revoluciones científicas mediante, etc.) son puntos
intermedios de una sucesión que converge a dicha idea platónica; i.e., podemos imagi-
nar que las ideas también viven fuera de nuestras representaciones.

Por supuesto, y como en el caso del noúmeno, puede ser que la «idea de gato» sea un
concepto vacío, irrelevante o inexistente, una ficción metafórica de la ciencia para au-
toexplicarse la historia de sus representaciones del gato fenoménico (entendidas como
los modelos que comprenden todo lo común a los gatos, así como una clasificación de
sus diferencias —ya sean genéticas, epigenéticas, patológicas...—, además de una des-
cripción de su relación sinérgica con el resto de la realidad), creyendo que las mejoras
de nuestra capacidad predictiva y manipulativa (e.g., en la cura de enfermedades), por
refinamiento de nuestras teorías, se deben a que nos estamos acercando a un represen-
tación definitiva de la realidad fenoménica, cuando podría ser que:

1. existan muchas representaciones diferentes, e igualmente validas y prácticas, que


dieran cuenta de ella (e.g., el análisis real estándar y no-estándar)

2. la realidad misma cambiara, y lo hicieran con ella nuestras representaciones, ape-


lando al problema de la inducción y la hipótesis de simulación

De hecho, aquí estamos separando representación de idea en base a su validez, pero


en este último caso ésta variaría en el tiempo. Más aún, también podríamos conce-
bir que existen universos que se hayan iniciado con constantes físicas fundamentales

9
diferentes, en cuyo caso su validez también dependería del espacio; y lo mismo po-
demos decir de universos mentales, literarios, cinematográficos... Incluso podríamos
decir que depende del contexto, pues los infinitesimales a la Leibniz tienen una validez
pedagógico-heurística más allá de su posible validez formal. Etc., etc.
Pero en el momento en que empezamos a extender así el dominio de lo que constitu-
ye una idea en contraste con una representación, acabamos rompiendo dicha diferencia,
pues terminaríamos también admitiendo que hay una idea para cada una de las repre-
sentaciones intermedias (que antes hemos tildado de erróneas) de la idea, haciendo
patente que el símil de la convergencia es sólo eso: una representación de la historia de
las representaciones.
En suma, el giro copernicano ha hecho al sujeto origen del mundo eidético.15 Y en
particular, la clasificación filogenética, en sus posibles múltiples versiones, no es el des-
cubrimiento de una «idea de clasificación filogenética», cuya descripción vamos refi-
nando, sino una sucesión de invenciones o representaciones, que vamos actualizando
conforme interactúan con otras de nuestras representaciones, conformando un puzzle
global, que inventamos y reinventamos sobre la marcha de manera continua.

4. Átomo
4.1. Como representación
Las dadas por el modelo de Dalton (1803), Thomson (1904), Rutherford (1911), Bohr
(1913), Schrödinger (1926), estándar (1975), cuerdas (1995),...

4.2. Como fenómeno


Lo detectado en el LHC y demás experimentos que han ido dando lugar a los distin-
tos modelos.

4.3. Como noúmeno


El átomo tal cual es y cómo realmente es, si es que es.

4.4. Como idea


La descripción abstracta de dicho noúmeno, que no tiene porque limitarse al noú-
meno en sí. E.g., si bien puede que la gravedad esté contenida en el noúmeno (e.g., en
forma de graviton), no así la ley gravitatoria.

15 Aunque supongo que sería mejor atribuir este giro a Locke y los empiristas en general.

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