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El Oncenio de Leguía

Entre 1919 y 1930, el Perú estuvo gobernado por Augusto B. Leguía, quien instauró un régimen autoritario al que
llamó Patria Nueva. Su objetivo era alcanzar el progreso a través de la modernización material, el desarrollo de una
economía capitalista y la promoción de valores culturales anglosajones.

El establecimiento de un régimen autoritario

En febrero de 1919, Leguía regresó al Perú después de vivir varios años en el exilio, primero en Inglaterra y después
en Estados Unidos, países donde afianzó sus vínculos con el mundo financiero internacional. Una vez en Lima, lanzó
su candidatura para las elecciones generales en una campaña electoral en la que se mostró como un político moderno,
identificado con la clase media y con una gran preocupación social. Además, entabló buenas relaciones con los
estudiantes, ofreció cambios en la estructura del Estado y prometió la recuperación de Tacna y Arica.

Esta estrategia le aseguró a Leguía la victoria electoral. Sin embargo, como era difícil que lograra la mayoría
parlamentaria, alegó un complot civilista y, con el apoyo de la Guardia de Lima, dio un golpe de Estado el 4 de julio
de 1919 y derrocó a José Pardo. Luego convocó a una Asamblea Nacional para que redactara una nueva Constitución,
que fue aprobada en 1920.

Las reformas constitucionales y las reelecciones

La Constitución de 1920 aseguraba la vigencia de las libertades de reunión, de comercio y de prensa, pero el gobierno
de Leguía nunca respetó esos derechos. La Constitución también establecía la creación de congresos regionales, la
mejora de las condiciones laborales de mujeres y niños, y la educación primaria gratuita. Asimismo, que el mandato
presidencial fuera de cinco años, sin reelección inmediata. No obstante, Leguía logró que en 1923 el Congreso
modificara la Constitución y aprobara la reelección inmediata Doc. 6, lo que le permitió mantenerse en el poder.
Después, en 1927, arguyendo que su obra estaba inconclusa y que debía permanecer en el Gobierno, Leguía volvió a
modificar la Constitución para ser reelegido por tercera vez. Así, con un Congreso sumiso, y atropellando las leyes,
mantuvo el poder durante once años.

Las medidas políticas en el Oncenio

Durante la Patria Nueva se aplicaron las siguientes políticas económicas y sociales:

 La modernización del Estado mediante el aumento y la expansión nacional de la burocracia y la


recaudación estricta de los tributos.
 La inserción del Perú en el sistema económico internacional a través de empréstitos y la apertura a las
inversiones extranjeras. La gran cantidad de préstamos generó un aumento en la deuda externa. Debido a
que la mayoría de ellos provenía de Estados Unidos, este país asumió una mayor injerencia en la economía
nacional.
 La creación del Banco de Reserva, en 1922, para centralizar la emisión de billetes con el respaldo de las
reservas de oro y de divisas.
 El estímulo a las actividades económicas, como la industria y la construcción, a través de una fuerte
inversión pública en obras de irrigación, infraestructura, etc. Sin embargo, la minería y la agricultura
siguieron siendo la base de la economía del país.
 La aplicación de una legislación social que favoreció a las clases medias con leyes de protección a los
empleados públicos y la ampliación de la burocracia. Por otro lado, se desarrolló un discurso indigenista
oficial a través de medidas como el reconocimiento legal de las comunidades indígenas, la creación del
Patronato de la Raza Indígena y el establecimiento del 24 de junio como el Día del Indio.
 La reforma de la Policía, que permitió la creación de cuerpos especializados como la Policía de
Investigaciones y la Guardia Civil.
 El crecimiento de la población urbana. Lima, por ejemplo, que en 1890 tenía alrededor de 100 000
habitantes, pasó a tener 198 875 en 1920. En otras ciudades, como Arequipa, Cusco y Trujillo, también
hubo un incremento importante de la población.
 El desarrollo de la infraestructura urbana. Los sucesivos gobiernos, en especial el de Leguía,
invirtieron mucho en la construcción de edificios, avenidas, parques y urbanizaciones, así como en la
mejora de los servicios urbanos: electricidad, agua y desagüe.
 La mejora en la calidad de vida. Los pobladores urbanos empezaron a tener una vida cada vez más
confortable, en especial la clase alta y los nacientes sectores medios.

La resolución de los conflictos limítrofes

Desde su primer gobierno, Leguía buscó resolver los diferendos limítrofes que mantenía el Perú Doc. 7 planteando
las siguientes soluciones:

• La firma del Tratado Salomón-Lozano con Colombia (1922), por el cual el Perú cedió la región entre los ríos
Putumayo y Caquetá, así como la zona conocida como Trapecio amazónico, donde se ubicaba el poblado de Leticia.
A cambio, Colombia cedió el triángulo de Sucumbíos, una pequeña región en su frontera con Ecuador, y reconoció la
soberanía peruana en la margen derecha del Putumayo.

• La firma del Tratado de Lima con Chile (1929), por el cual Tacna se reincorporó al Perú, aunque Arica quedó bajo
soberanía chilena. Chile se comprometía, además, a construir en Arica un muelle, un edificio de aduana y una
estación de ferrocarril, los que serían de propiedad peruana.

El proceso de modernización

En las primeras décadas del siglo XX, la modernización económica y el desarrollo de la infraestructura transformaron
la vida en las ciudades y el campo.

La modernización urbana

Durante la República Aristocrática y el Oncenio, las ciudades peruanas empezaron a cambiar notoriamente y a atraer
a la población rural, lo cual produjo los siguientes procesos:

 El crecimiento de la población urbana. Lima, por ejemplo, que en 1890 tenía alrededor de 100 000
habitantes, pasó a tener 198 875 en 1920. En otras ciudades, como Arequipa, Cusco y Trujillo, también
hubo un incremento importante de la población.
 El desarrollo de la infraestructura urbana. Los sucesivos gobiernos, en especial el de Leguía, invirtieron
mucho en la construcción de edificios, avenidas, parques y urbanizaciones, así como en la mejora de los
servicios urbanos: electricidad, agua y desagüe.
 La mejora en la calidad de vida. Los pobladores urbanos empezaron a tener una vida cada vez más
confortable, en especial la clase alta y los nacientes sectores medios.

La modernización en el campo
En el campo, la modernización se manifestó a través de los enclaves, que eran asentamientos dedicados a la
producción agroindustrial o minera donde el Estado no tenía presencia efectiva y los trabajadores estaban
completamente subordinados a la empresa, usualmente de capital extranjero. Para abastecerse de mano de obra
barata, los patrones buscaban atraer campesinos indígenas a través del sistema de enganche: los indígenas eran
captados por un enganchador que les hacía firmar un contrato por el cual recibían un adelanto de dinero. De esta
manera, quedaban obligados a trabajar para pagar sus deudas.

En los enclaves, los trabajadores recibían su pago en “fichas”, que eran válidas solo en los almacenes que pertenecían
a la compañía. Como los productos se ofrecían a precios altos, los trabajadores se endeudaban constantemente. Así,
los patrones se aseguraban trabajadores permanentes que, a causa de sus deudas, no podían abandonar el enclave.

El desarrollo de las comunicaciones

Durante el Oncenio se construyeron 18 069 kilómetros de carreteras gracias a la inversión estatal y la mano de obra
indígena obtenida por la Ley de Conscripción Vial.

En ese tiempo también se inició la aviación en el país: en 1911, Juan Bielovucic realizó el primer vuelo de exhibición
en Sudamérica. En 1928 nació la primera línea aérea peruano-estadounidense, Panagra, y en 1930 se establecieron
nuevas líneas áereas comerciales, como The Huff Daland Dunsters Inc. y la compañía Faucett, para el servicio
interno nacional.

Nuevas ideologías y corrientes intelectuales

En el Oncenio, el crecimiento de las nuevas clases sociales, así como la influencia de las corrientes ideológicas
europeas, estimularon la aparición de los primeros partidos de masas en el Perú.

Haya de la Torre y el surgimiento del aprismo

El origen del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) se encuentra ligado a la vida de su líder y
fundador, Víctor Raúl Haya de la Torre (18951979). Este político procedía de una familia trujillana de clase media.
En 1917 se trasladó a Lima y se convirtió en dirigente estudiantil. Desde esa posición se acercó a los sectores obreros
para formar un frente común contra el régimen leguiista. Después de las jornadas de protesta de 1923, salió al exilio.
En 1924, en México, fundó el APRA.

El APRA nació como un frente multiclasista continental contra el imperialismo norteamericano, destinado a agrupar
a la clase media –sector social que, además, debía liderar el frente–, a los intelectuales y a los obreros y artesanos
Doc. 8. El objetivo de este frente era construir una sociedad industrializada, autónoma y socialmente justa, lo que
solo se lograría a través de la nacionalización de la propiedad de tierras e industrias y el establecimiento de un
capitalismo de Estado.

Mariátegui y el socialismo peruano

El socialismo peruano fue fundado por José Carlos Mariátegui (1894-1930), uno de los más importantes pensadores
marxistas de la historia latinoamericana. Luego de dedicarse al periodismo, fue enviado por el gobierno de Leguía a
Europa, donde tomó contacto con el marxismo. Tras regresar al Perú, fundó en 1926 la revista Amauta, tribuna que
agrupaba a los críticos del régimen, entre los que figuraba el propio Haya de la Torre. Dos años después, en 1928,
fundó el Partido Socialista Peruano. Las ideas de Mariátegui se condensaron en su libro 7 ensayos de interpretación
de la realidad peruana, en el que propuso un análisis de la realidad peruana aplicando la teoría marxista. En su obra
planteaba la revaloración del legado histórico andino, especialmente el sentido colectivista que se dio en el
Tahuantinsuyo.

En 1929, los socialistas formaron la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), institución que agrupó
a las organizaciones sindicales del país. Sin embargo, la temprana muerte de Mariátegui afectó al Partido Socialista,
que en 1930 adoptó el nombre de Partido Comunista Peruano. Sus líderes desarrollaron un marxismo ortodoxo que
seguía fielmente las directrices del régimen soviético. Esto debilitó su influencia en las masas populares.

El debate ideológico

Si bien las propuestas de Haya y de Mariátegui estaban de acuerdo con la necesidad de una revolución social en el
Perú, sus programas políticos tenían fuertes discrepancias. Así, mientras Haya planteaba que la clase media debía
liderar la revolución, Mariátegui pensaba que esa tarea le correspondía a los obreros y campesinos. Además, frente a
la propuesta aprista de un Estado capitalista y antiimperialista, Mariátegui sostenía la idea de un socialismo moderno
sobre la base de la comunidad campesina.

Frente a ambas propuestas, también empezó a desarrollarse el pensamiento socialcristiano, cuyo principal gestor fue
Víctor Andrés Belaunde. Este intelectual propuso una ideología fundamentada en la doctrina social de la Iglesia.
Belaunde no veía antagonismos en la sociedad peruana. Para él, tanto la herencia indígena como la española se
reflejaban en la sociedad peruana, que era producto del mestizaje.

Las corrientes intelectuales

A inicios del siglo XX, surgieron nuevas generaciones de intelectuales que, a diferencia de los del siglo XIX,
plantearon una visión orgánica del país.

La caída de Leguía

En octubre de 1929, ocurrió un hecho que convulsionó la economía capitalista mundial: la caída de la Bolsa de Nueva
York, que ocasionó un pánico financiero que hundió a la economía norteamericana en una depresión y tuvo graves
repercusiones a nivel mundial. Bajo el régimen leguiista, la dependencia del Perú con la economía norteamericana se
había incrementado; por ello, los efectos de la crisis se manifestaron rápidamente:

• En el sector financiero, las inversiones extranjeras prácticamente desaparecieron y algunos bancos quebraron (como
el Banco del Perú y Londres). La ausencia de capitales afectó principalmente a las grandes empresas, que
funcionaban a través de créditos de inversión extranjera, y al Estado, cuya política de expansión burocrática y de
obras públicas se había basado en empréstitos externos.

• En el sector comercial, el valor de las exportaciones se redujo estrepitosamente –tanto en el precio como en el
volumen– por la drástica contracción de la demanda internacional. Así, el valor de exportación del cobre disminuyó a
un 69 % de su valor anterior, las lanas a un 50 %, el algodón a un 42 % y el azúcar a un 22 %.
El Gobierno enfrentó la crisis reemplazando la libra peruana –moneda oficial en aquel entonces– por el patrón oro en
el sistema monetario. Sin embargo, esta medida no evitó la devaluación de la moneda: mientras que en febrero de
1930 el dólar equivalía a 2,50 soles de oro, en agosto del mismo año se cotizaba a 10 soles. Además, la inflación y el
costo de vida se elevaron considerablemente.

La Misión Kemmerer

Para afrontar las dificultades de la crisis de 1929, el presidente del Banco de Reserva propuso al Congreso la
contratación del economista estadounidense Edwin Kemmerer, quien llegó al Perú en 1931 con propuestas para
modernizar el sistema financiero nacional. Sin embargo, la Junta Nacional de Gobierno, presidida por David
Samanez Ocampo, solo aplicó tres medidas: la Ley de Reforma Monetaria, la Ley de Creación del Banco Central de
Reserva y la Ley General de Bancos. El 3 septiembre de 1931 se inauguró el Banco Central de Reserva, al que se
asignó la función de superintendencia del sistema bancario nacional.

Las protestas sociales

La crisis económica tuvo grandes efectos sociales. La carencia de recursos afectó las inversiones del Estado, lo que
paralizó la inversión en obras públicas y originó desempleo. En el sector privado, tanto las empresas exportadoras
como las que producían para el consumo interno entraron en crisis. Estas últimas debido a la caída del nivel de
consumo de la población. Esta situación obligó a muchas empresas a reducir salarios e, incluso, a hacer despidos.
También hubo empresas que quebraron y dejaron desempleados a miles de trabajadores.

Ante la debacle económica, los sectores populares empezaron a realizar marchas y protestas que, en muchos casos, se
tornaron violentas. En Cerro de Pasco, por ejemplo, las movilizaciones de los mineros, alentadas por la CGTP y el
Partido Comunista, determinaron la intervención del ejército y la ilegalización de la CGTP.

La caída del régimen

Ante la situación de crisis económica y social, los grupos políticos de oposición y los nuevos movimientos sociales
cuestionaron la aparente prosperidad del régimen. La oposición se intensificó luego de la firma del Tratado de Lima
en 1929. La población no había olvidado que Leguía se comprometió a reintegrar Tacna y Arica al territorio nacional,
pero en lugar de ello se había perdido Arica definitivamente.

De ese modo, el largo gobierno de Leguía –que se caracterizó por el autoritarismo, el paternalismo, la corrupción, la
represión y el servilismo– empezó a mostrar desgaste Doc. 10. En esas circunstancias, el 22 agosto de 1930, el
comandante Luis Miguel Sánchez Cerro se sublevó en Arequipa contra el régimen leguiista. De inmediato, Leguía
presentó su renuncia ante una junta militar presidida por el general Manuel Ponce. Sin embargo, Sánchez Cerro
desconoció al nuevo Gobierno y el 27 de agosto entró a Lima para asumir el poder.

La dimisión de Leguía convulsionó a la capital. Su residencia fue saqueada y se produjeron saqueos y


enfrentamientos en las calles. El dictador trató de huir a Panamá, pero fue detenido. En 1932 murió en prisión. El
nuevo Gobierno formó una junta para investigar la corrupción durante el Oncenio.

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