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219722, 1037 lhusvados, modemizadores y desindlanizadores:«..)presencar una festa relglsa indlgena es presenciar un espectaculo repugna, Ilustrados, modernizadores y desindianizadores: «(...) presenciar una fiesta religiosa indigena es presenciar un espectaculo repugnante de embriaguez y supersticidn» El nuevo Puno: La ciudad letrada y el encumbramiento iz 68 ©@ ILUSTRADOS, MODERNIZADORES Y DESINDIANIZADORES: o(..) PRESENCIAR UNA FIESTA. RELIGIOSA INDIGENA ES PRESENCIAR UN ESPECTACULO REPUGNANTE DE EMBRIAGUEZ ‘Y SUPERSTICION» Mestiza del pueblo de Acora, gPor qué te ries de mi cuando bailo para Jestis, mi amo? Mestiza del pueblo de Acora, Por qué me escuchas cuando bailo para mi padre, el gobernador? Rosendo A. Huirse, Danzas indigenas, 1937 ‘A partir del siglo XVII, la egada de los postulados modernizadores y la llustracién a los Andes, planteé la necesidad de erradicar un conjunto de practicas populares, medida necesaria en la consolidacién de un proyecto de gobierno y de sociedad moderno, Esta tarea exigia las normalizaciones de diferentes expresiones festivas y de piedad popular fuertemente arraigadas en la tradicién cultural urbana e campesina Numerosos testimonios de la época dan fe de esta visién progresista y ascética que buscé regular los “excesos” propios de los sectores populares, tanto campesinos i ‘urbanos. En estos se hace evidente la fuerte critica que estos hombres de letras: viajeros, visitadores y autoridades locales, civiles y religiosas, tienen acerca de los «vicios» y el deshorde que se reproducen en la fiesta popular. Como ha seftalado Juan Carlos Estenssoro, desde las reformas presentadas por Antonio Barroeta, “primer arzobispo ilustrado” de Lima, en la década de 1750, se intent6 prohibir aquellas précticas religiosas que favorecfan el comportamiento festivo de los sectores populares: el lenguaje barroco en los sermones, la miisica excesivamente recargada en las iglesias y, por supuesto, los “abusos” en las representaciones musicales y coreogrificas que se desarrollaban en las procesiones: hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, histora_dels/12489397, Oissuu tosin ato 21922, 1037 tisrados, modemizadores ydesinlanizadores |.) presenciar una fest relgiosaIndlgona es presenciar Un espectscul repugna x(..) Barroeta lucharé por no permitir que, en ninguna ceremonia rel principalmente en procesiones y celebraciones de cofradias, se utilizara otra musica que no fuera el canto gregoriano, que era la tinica que solo podia identificarse con la iglesia como institucién. De esta manera se eliminaba la presencia de misica profana, teatral y también de composiciones que inclu‘an elementos populares que eran directamente “aires de la tierra"» (Estenssoro, 1997: 184) josa, pero Estas disposiciones eclesiésticas, si bien pudieron ser confrontadas por algunos miembros de la elite que defendieron el derecho de los sectores populares a la practica de sus *costumbres’, progresivamente, fueron ganando asidero en la ciudad letrada y entre las autoridades civiles, hecho que se evidencié en una serie de iniciativas que se opusieron a la continuidad de la fiesta colonial de corte barroco y, sobre todo, a determinadas manifestaciones festivas de la plebe urbana, indigena y afro descendiente13. Asimismo, el 4nimo de reforma ilustrada sobre la fiesta popular fortalecié la critica, tanto civil como aclesistica, a los abusos de los curas de parroquia quienes gozaban de amplia autonomia en el manejo de los recursos generados por los derechos parroquiales exigidos para la celebracién de las fiestasl4 En este sentido, hacia fines del siglo XVIII el visitador de correos Alonso Carri de la ‘Vandera, acompaftado de su escribano el cusquefio Calixto Bustamante, conocido por el apelativo de Concolorcorvo, describe en su libro de viajes El lazarillo de los ciegos caminantes [1942 (173)}, noticias sobre las danzas populares en la ciudad de Lima, expresando un fuerte rechazo a la «deshonestidade reflejada en los bailes de negros, asi como una critica al descontrolado consumo de alcohol entre los diferentes grupos que conformaban la plebe urbana, comportamientos similares a los que el autor encuentra en los sectores populares de la peninsula («la gente vulgar de Espafta»). Contintia seftalandc la “seriedad” que reflejan las danzas de las cotradias de indigenas urbanos: «Sus danzas son muy serias y acompafiadas y solo tienen de ridiculo para nosotros la, multitud de cascabeles que se cuelgan por todo el cuerpo, hasta llegar a la planta de los pies que suenan acompasadamente» (Carri6, 1942: 326) En su paso por la ciudad del Cusco, el autor describe las fiestas de junio, el Corpus Christi, yla presencia de numerosas danzas de indios, 13, Segin Estenssoro, la defensa que ciertos miembros del bajo clero hicieron a las manifestaciones festivas populares frente a la normalizacién exigida por los reformistas, puede explicarse, en parte, por el origen indigena de algunos sacerdotes, mucho més cercanos a la “énimo carnavalesco” de la fiesta popular y campesina; ademas del hecho que la organizacién de la fiesta significaba un espacio de reafirmacién de su autoridad sobre la feligresia: «En el Ambito rural el conflicto entre representantes de la nueva administracién y los curas de doctrinas que afianzaban su poder de acuerdo a las convenciones festivas tradicionales, en que elementos de identidad cultural indigena jugaban en papel importante» (Estenssoro, 1997: 187). 14. Este tipo de «dlenuncia ilustrada» a los comportamientos corruptos de los curas de los pueblos de indios sera aspecialmente significativo en el caso de Puno, a partir de finales del siglo XIX. quienes «concurren de todas las parroquias y provincias inmediatas». El autor reflexiona acerca de los similes de estos divertimentos populares con la tarasca y los gigantones que se practican en la peninsula, los cuales «(..) estén aprobados con el uso comiin de las ciudades y villas més autorizadas de Espafta, porque contribuyen a la alegria del pueblo, en obsequio de la gran fiesta. Esta en hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_oiablos_danzantes, historia_dels/12489397 210 21922, 1037 tisrados, modemizadores ydesinlanizadores |.) presenciar una fest relgiosaIndlgona es presenciar Un espectscul epugna 1 Cuzco se repite por los indios en todas las parroquias, a cuya grandeza concurren todos, recfprocamente, y hasta los espafioles ven con complacencia en sus barrios estas fiestas que particularmente hacen los indios, con un regocijo sobrenatural» (Carri6, 1942: 353- 354). fin al espiritu moralizador de los ilustrados de la época, Carrié de la Vandera reclamaba mayor interés en los sacerdotes por vigilar las celebraciones populares, eliminando las licencias que la fiesta otorga al incumplimiento de la ley y al consumo desmedido de aguardiente y vino. {na entrada similar es la que nos ofrece José Domingo Choquehuanca, destacado intelectual punefio de inicios del siglo XIX. En su Ensayo de estadistica completa de los, ramos econémico politicos de la provincia de Azngaro (1833) se aprecia el deseo de lograr implantar valores ciudadanos en el pais, contraponiéndose a aquellas «pricticas anacrénicas» que debian ser desterradas de la poblacién con la mayor ilustracién que alcanzaba la sociedad tras el fin del virreinato. En su texto, sin embargo, se asume que asta ilustracién, que ya correspondia a los sectores “decentes” urbanos punefios, era atin ausente en el caso de la poblacién indigena, que seguia reproduciendo una vision oscurantista del mundo: «Desde que se ha difundido la ilustracién han perdido su crédito las novelas que trataban de diablos y condenados que se aparecfan en esta vida, y de las almas que penaban entre nosotros esperando sufragios. Han desaparecido las brujas, que tanto ruido habfan hecho, pero todo lo referido, atin subsiste entre los indigenas» (Choquehuanca (1833: 67). Este afan normalizador de los comportamientos de la poblacién y la critica subsiguiente a la fiesta popular como escenario de desborde, subversién y excesos que debia ser reprimido, atraviesa todo el siglo XIX republicano y si bien logré consolidarse en la mirada que las elites politicas e intelectuales construyeron sobre el “pueblo” — reafirmando la tarea de tutelar y modificar sus comportamientos—, no logré erradicar el sentido carnavalesco que los sectores urbano populares y campesinos atribuyeron a la fiesta religiosa. En tal sent io, para el caso especifico de Puno, los curas de parroquia recibieron muchas sriticas, como el poco criterio que la autoridad eclesidstica establecia para su seleccién y al desinterés por asumir un rol activo en la transformacién del indigena en un sujeto moderno, acorde con las «apremiantes» necesidades del pats: «(..) los curas de almas propendan a difundir la luz de la civilizacién con su palabra y con su ejemplo exigiendo, ademas, que el clero sea provisto de hombres probos «(..) severos en no conferir drdenes, sino a aquellos individuos de antecedentes saneados y de ilustracién suficientemente comprobada...» (More, 1886: 23)15 Desde finales del siglo XIX y primeras décadas del XX un conjunto de autores punefios, influenciados por los proyectos modernizadores y los discursos progresistas que auguraban la regeneracién de la poblacién indigena, atacaron la continuidad de diversas pricticas retigiosas populares, entendiidas estas como perniciosas para el progreso de la poblacién altiplinicat6. Numerosos textos publicados en la prensa local y nacional tuvieron este argumento, Asimismo, autoridades locales, desde el gobierno municipal prefectura y subprefecturas, compartieron esta perspectiva critica con relacién a las fiestas y el rol pernicioso de la iglesia local, participe y promotora de estas "perversiones" hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, histora_dels/12489397 sito 21922, 1037 tisrados, modemizadores ydesinlanizadores |.) presenciar una fest relgiosaIndlgona es presenciar Un espectscul epugna El culto externo se ostenta generalmente con gran pompa, que obliga a los indigenas a hacer fuertes desembolsos y a invertir en estas solemnidades las ganancias de todo un aio, (..) Curas interés (si) sirven las doctrinas, no por supuesto con aquel interés de instruir a los feligreses en la ley del 15, Un comentario afin se encuentra en la memoria prefectural de 1900, con los pedidos alevados al obispo Justo Riquelme para la formacién de «sacerdotesilustrados, adornados de virtudes, que leven a los pueblos la misién redentora de civilizarlos y guiarlos con el ajemplo y la persuasién por el camino del bien». En: Memoria que el Prefecto de Puno presenta al ministerio de Gobierno y Policia. Lima: Imprenta del Estado, 1900, p. 32. 16. La aplicacién de medidas en contra de los bailes ocurre en diferentes ciudades del pais en el escenario de Reconstruccién Nacional de fines del siglo XIX, Vernos propuestas en la prensa e iniciativas municipales en Arequipa (contra las “ridiculas danzas de enmascarados”), en Huancayo (en contra de las “retrégradas y ridiculas” danzas) que terminan justificando la imposicién de pagos por el uso de disfraces en las fiestas religiosas (La Serna, 2016), situacién que se repite en la ciudad de Lima donde la municipalidad exigia pago de licencias a los danzantes en la fiesta del carnaval. Véase: “Licencias. Febrero 1893", Archivo Histérico de la Municipalidad de Lima, Fondo Patentes, 1889-1912. Evangelio, sino de sacar de ellos el lucro posible, porque ven precarios eben dejarlos mafiana» (Somocurcio, 1890; 11) us puestos y Una nota de prensa publicada en El Eco de Puno, fechada en setiembre de 1918, arguye asi el problema de la religiosidad popular: v(.) La religién cristiana adulterada desde sus fundamentos, se ha convertido en una explotacién sobre todo refiriéndose a la masa indigena, los sacerdotes no hacen una propaganda racional de sus creencias, ellas les significan muy poco al lado de sus intereses econdmicos, aprovechan de la ignorancia de los indios, de su estado de servilismo y postracién, para verificar en ellos una corriente de fanatismo cuya consecuencia légica es el aumento de sus riquezas y el desprestigio de sus creencias. (..) presenciar una fiesta religiosa indigena, es presenciar un espectaculo repugnante de embriaguez y supersticién17. En este mismo sentido, una supuesta denuncia de los indigenas de Yunguyo es publicada en el diario local La Voz del Obrero, hacia 1914. En esta nota se hace una descripeién detallada de los costos y obligaciones que exige la realizacién de las fiestas en las poblaciones, costos que recaen, por exigencia de los parrocos y gobernadores, sobre las comunidades indigenas: Por cada fiesta de estas, se deben presentarse 4, 5 y hasta 8 alféreces, pagando por la misa cada uno de ellos 32 pesos, con el nombre de “voto” y, aparte, por segunda misa 12 pesos, teniendo también la obligacién de dar [una serie] viveres (.) Aeesto se debe agregar que estos seftores ministros obligan, mediante los mandones e ilacatas, alos indigenas de los ayllos, a presentarse como mayores llevando una comparsa de bailes, cuyo sustento durante la fiesta no baja de unos 200 pesos; pendndose con grandes multas y cércel caso de no hacerlo»18 . El contexto de tensién social que vivi6 Puno a inicios del siglo XX, producto de la expansién del latifundio, de levantamientos y denuncias indigenas, fortalecié las hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, histora_dels/12489397 4n0 21922, 1037 tisrados, modemizadores ydesinlanizadores |.) presenciar una fest relgiosaIndlgona es presenciar Un espectscul epugna propuestas modernizadoras y progresistas de los sectores medios urbanos, expresadas a través de la prensa. En tal sentido, el rol negativo de las autoridades religiosas fue comparado con la actitud violenta de gobernadores y hacendados 17. Anénimo, “Educacién indigena’, El Eco, 10 de setiembre de 1918, pp. 2-3. 18. Indigenas comunitarios de Yunguyo. “Clamor de los indigenas de Yunguyo”. La Voz del Obrero, 30 de agosto de 1915, p.4. Celebracién religiosa en el altiplano Grabado de Paul Marcoy, publicado en Tour du Monde, década de 1870. El grabado de este viajero francés, que recorrié el sur andino peruano en varias ocasiones, a mediados del siglo XIX, refleja de manera elocnente el xordenamiento» social dentro de la fiesta religiosa puneffa: la presencia de cusillos azotando» al piiblico, las coftadias que dirigen la procesién, llevando la imagen de la Virgen acompattada de insignias y pancartas asociadas a las agrupaciones religiosas, turbanas y, mas atrés, comparsas indigenas que acompafian a la imagen al son de la iisica campesina. ¥, desde los balcones, miembros de las familias «decentes» contemplan la fiesta del desborde religioso, entendiendo que, en esta ocasién, es la muchedumbre indigena y mestiza la que hace suyo el espacio urbano «Los gobernadores de Distrito imponiendo las obligaciones de los servicios gratuitos y sstableciendo costumbres onerosas; los ministros del altar instituyendo nuevas fiestas y exigiendo el cumplimiento de cargos ajenos al rito catélico y los hacendados poniendo en prictica el espfritu del latifundio, se han propuesto aniquilar enteramente a la raza indigena y lo estan consiguiendo con facilidad (..)»19 La propuesta modernizadora de las elites punefias de finales del XIX e inicios del XX cuestion6 la realizacién de los bailes indigenas asociados al desorden y los excesos que incitaban a la «indecencia»20 y ejecuts, através de las autoridades municipales, un conjunto de medidas para erradicarlas o reprimirlas. Medidas como, por ejemplo, el cobro de derechos a los conjuntos que arribaban a la ciudad de Puno por el uso de trajes y mascaras21. Estas obligaciones monetarias no se aplicaban solamente en las fiestas religiosas, sino que se trasladaban a otras fechas en las cuales la poblacién campesina se movilizaba a las ciudades, como en ferias, mercados o carnavales (La Serna, 2016). Estas medidas buscaron modernizar y,en el fondo, «desindianizar» a la ciudad de Puno. Un ejemplo es el argumento con el cual, en 1911, el alcalde provincial de Puno, J. Eli Barriga, justificaba estas disposiciones: 1.) desde hace diez y seis aftos que vin{e] a Puno [mle chocd esta costumbre, que es impropia de pueblo cultos; y que por lo mismo desde entonces [hle trabajado por su. supresidn y que crefa habia Negado el caso de prohibirlo enteramente por lo cual habia mandado redactar un bando de prohibicién, al cual mando dar lectura para que sea disentido por el H. Consejo»22 Este mismo tema fue discutido, nuevamente, en el afto 1921, ad portas de la fiesta dela Virgen de la Candelaria. Algunos miembros del Consejo 19, Andnimo, “Clamorosa situacién de los indios”. La Voz del Obrero, 15 de noviembre de 1916, p.1. 20. «En a tarde del dia de ayer y en una de las calles centrales se armé una sresca de indios e indias, que era de adivinarse, pues la lengua en que se injuriaban afortunadamente, no era el precioso idioma de Cervantes... Luego que se fueron a las cosas de hecho, entre quenaso y quenaso vienen Ilegé la policia y carg6 con los altivos beligerantes a un lugar seguro...». Anénimo, “El Ejemplo”. El Eco, 3 de febrero de 1910. 21, Se conoce la existencia de disposiciones municipales de la década de 1880 donde se hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, histora_dels/12489397 sito 219722, 1037 lhusvados, modemizadores y desindlanizadores: x...) presencar una festa religlsa indlgena es presenciar un espectaculo repugna, establece el cobro de licencias por el uso de disfraces durante la fiesta de la Candelaria en la ciudad de Puno. Ver: Oficio del alcalde provincial de Puno al subprefecto. Puno, 1 de febrero de 1888. Archivo Histérico Regional de Puno {tomado de Calsin, 2015]. 22. Actas de Acuerdos de la Municipalidad Provincial de Puno, 28 de enero de 1911. Archivo Histérico Regional de Puno [Tomado de La Serna, 2016: 98] Provincial plantearon la necesidad de sextirpar los danzantes en las fiestas religiosas» con obligaciones monetarias a cada uno de los danzantes de las comparsas. En opinidn de Eduardo Fournier «(..) no es posible mantener en Puno la costumbre de los danzantes en las fiestas religiosas, por estar opuestos a la cultura publica i ser origen de desordenes u atin crimenes causados por el estado alcohélico en que se presentan los danzantes»23 Finalmente, el Consejo emitié un bando donde se acordé que el Inspector de Policia asumiera la funcién de emir las licencias para las «danzas piblicas», consignando que las autoridades municipales quedaban facultadas a exigir a los danzantes, en cualquier momento, la presentacién de estas licencias. Alafio siguiente, el Consejo acordé volver a poner en vigencia dicho bando, a fin de combatir «la incultura que significan (las danzas] y hasta los crimenes a que dan lugar sas fiestas»24, Sin embargo, los acuerdos adoptados por el Consejo estuvieron lejos de lograr la adhesién unénime de sus miembros. Asi el alcalde provincial, Dr. Escoléstico Mélaga, cuestion6 la validez de esta norma y reconocié el profundo apego popular a la fiesta e, incluso, el peligro que significaba su aplicacién dado el contexto de tensiones sociales que vivia el departamento: (.. al dictar ese decreto he tenido en consideracién el estado dificil y peligroso por el que atraviesa el Departamento de Puno con respecto a la cuestién indigena, pues se habria contrariado el sentimiento religioso que se halla tan profundamente artaigado y cuyas costumbres no es posible extirpar de un solo golpe; y que ademds ha tenido en cuenta que posiblemente no se hubiera cumplido por la policia las disposiciones del Consejo, puesto que el sefior Prefecto no hubiera querido crearse dificultades por un asunto nimio; y en tal caso, el consejo hubiera quedado 23, Actas de Acuerdos de la Municipalidad Provincial de Puno, $.0. del 27 de enero de 1921. Archivo Histérico Regional de Puno {Tomado de La Serna, 2016: 99]. Eduardc Fournier, alcalde provincial de Puno y propietario de la imprenta Fournier fue también director del diario La Voz del Obrero (1914-918), en cuyas paginas se defendis los, derechos de las comunidades indigenas frente a los abusos de los hacendados e intermediarios comerciales. Critico con la iglesia y las “practicas malsanas” de la reli sirve de ejemplo para entender la mirada fuertemente anticlerical que marcé a los liberales e indigenistas punefios de inicios del XX. Posicién que, paradjicamente, fue muy cercana a los argumentos ofrecidos, en estas mismas fechas, por el obispo de Puno, Valentin Ampuero, al referirse a las celebraciones indigenas: «Todas las fiestas que los indios celebran son ocasién de las mas repugnantes orgias de alcoholismo y crépula (..) Los altares en las fiestas no hacen con otro objeto los altaneros de emborracharse, baylar, atin a horas de procesién con la mayor irreverencia a los Santos que se hallan en dichos altares». Ampuero, V. Informe que de la Visita Pastoral el Imo. Rdmo. Mons. Dr. D. V. Ampuero, Obispo de Puno, al Supremo Gobierno. Archivo del Obispado de Puno, 1912. 24 ‘Actas de Acuerdos del Consejo Provincial de Puno. $.0. del 28 de enero de 1922, quiz desairado y perdido el buen concepto de que goza, por estas razones cree que ha sido una medida de politica a la vez de prudencia, evitandose que hubiera tal vez hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_oiablos_danzantes, historia_dels/12489397 eo 21922, 1037 tisrados, modemizadores ydesinlanizadores |.) presenciar una fest relgiosaIndlgona es presenciar Un espectscul epugna quedado violada la autoridad del Consejo y termina opinando porque se derogue la ordenanza municipal que fue dictada el ato pasado»25. En el afio 1933, el Consejo volvié a discutir el tema del pago de licencias por el uso de disfraces en la fiesta de la Virgen de la Candelaria. Finalmente, se acordé la condonacién de] 50% del valor de la licencia, cobro que debia hacer efectivo la intendencia de policfa26. Para 1945 el subprefecto del Cercado solicité la etiminacién de las icencias a los sbailes tipicos". La respuesta del Consejo fue insistir en esta recaudacién, remitiendo al subprefecto un ejemplar impreso con las tarifas vigentes27. Sin embargo, en un contexto en el cual la danza indigena empezaba a ser apreciada como un patrimonio cultural y atractivo turistico, algunos autores denunciaron que la vigencia de esta obligacién. impedia el arribo de numerosas delegaciones artisticas indigenas del interior de la provincia: Ademas de estas comparsas de zampofias, existen otras que vienen a esta fiesta i son de variedad de clases e indumentaria, que desgraciadamente ya no vienen porque no lo permiten las autoridades politicas, quienes en forma drastica han prohibido i sino les cobran unas fuertes cantidades de dinero que se llaman “licencias” ahora bien, solo algunos pueden pagar, pero no la mayoria, yo recuerdo que antes no se cobraba nada. luego més 0 menos del afio 37, empezaron a cobrar en el Consejo la suma de s/ 1.00, después subieron a 5). .00, esto por cada persona, cosa que no aceptan los indios, por allos mismos lo manifiestan, diciendo que si ellos vienen es por la virgen, luego por distraer al pueblo, i que les cobren no es justo»28 Como respuesta a este proyecto moternizador que exigié la transformacién de las pricticas celebratorias populares indigenas, la ciudad de Puno vio surgir otras voces que, desde el mundo letrado, empezaron a reivindicar el valor de la tradicién cultural aymara y quechua. Estos autores, con los afios, habrian de incorporar una serie de elementos propios del mundo indigena en la construccion de un proyecto identitario 25, Libro de Actas de Acuerdos del Consejo Provincial de Puno, $.0. del 4 de febrero de 1922. 26. Libro Actas de Acuerdos del Consejo Provincial de Puno. $.0. del 13 de enero de 1933, 27. Libro de Actas de Acuerdos del Consejo Provincial de Puno. S.0. del 25 de enero de 1945, 28. Murillo, Alipio, La Fiesta de la Candelaria en el Departamento de Puno. Archivo Historico Regional de Puno, Vol. Il, N°15,p. 14 local, en un contexto marcado, a su vez, por una serie de cambios politicos y sociales que terminaron por derruir las viejas estructuras seftoriales del altiplano peruano. LA SUPRESION DE LOS BAILES INDIGENAS EN LA FIESTA DE LA CANDELARIA DE PUNO Despache «De un oficio pasado por la Subprefectura, acusando recibo de otro que se le pasé en el que se manifestaba haber suprimido el baile de los indigenas con conocimiento del Honorable Consejo. Al archivox «Del bando que el Sr. Alcalde habia acordado para suprimir los bailes -a la orden del dia» «Puesto en cuestién el recurso presentado por varios indigenas pidiendo se les conceda licencia para salir disfrazados de bailes en la procesién de la virgen de la Candelaria, el seflor Alcalde manifiesta: que desde hace diez y seis aftos que vino a Puno le chocé esta hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, histora_dels/12489397 m0 21972,1037 —__thsirados, modemizadores y éesindianizadores: a.) presenclar una esta religosaindigena es presenciar un espectéculo epusna, costumbre, que es impropia de pueblos cultos; y que por lo mismo desde entonces ha trabajado por su supresién y que creia habia llegado el caso de prohibirlo enteramente por lo cual habfa mandado redactar un bando de prohibicién, al cual mands dar lectura para que sea disentido por el H. Consejo; despues de haberse dado lectura al bando, el sefior Castillo manifiesta: que realmente esta costumbre es inculta e impropia pero que en atencién a ser una costumbre inveterada, se les conceda licencia por iltima vez; el sefior Alcalde dice que por deferencia al Sefior Castillo podria concederse la licencia pero con el caricter de que sea por tiltima vez: el Sefior Chevarria dice que no cree que el consejo esté tmtorizado para suprimir las costumbres de los pueblos: que el no encueniza tan Nove story > retrégrado ni tan ridiculo los bailes de los indigenas, pues cada clase social se divierte a Su orsanes' manera, que hay muchas otras costumbres entre las clases elevadas, que tal vez son peores, pues, tienden a desmoralizacién y a la embriaguez, como los bailes de mascaras del carnaval y que a nadie se le ha ocurrido el prohibirlas: que ademés la afluencia de gente que trae los bailes favorecen las transacciones de comercio y que por lo mismo se declara en favor de la solicitud de los indigenas para que se les conceda la licencia, debiendo abonar la cantidad de cinco soles por partida y después de alegarse muchas otras Tazones por parte de los diferentes seftores se resolvié que se conceda licencia a los indigenas debiendo abonar cinco soles por partida», de las dan: indigenas ‘Tomado de: Actas de Acuerdos del Consejo Provincial de Puno. S.0. 28 ENE 1911 ®©O <6 Wore stories from this publisher: from Suri scars y ablos from Suri mascara yablos from Sur sears y ablos Zo Zo de las danzas ANDES Tiempo de carnaval indigenas This story is from: ' Sicuris, mascaras y diablos danzantes hitpsuissuu.comiminculdocs!siuris_m_scaras_y_diablos_danzantes, historia_dels/12489397 ano 219722, 1037 usados, modemizadores y desindianizadores: «( Wore stories on Issuu: from The Inernational Wedsing Tren Regor 2020 European Wedding Trends © company pour us Connecting content sing to people. sebnars Issuu Inc. 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