I. Eusebio de Cesarea es el padre de la historia eclesiástica y no de la historia de la
Iglesia. No en las connotaciones de la antigüedad sino refriéndose al relato de un acontecimiento o el acontecimiento mismo, no en el sentido de desarrollo orgánico. La historia no es entendida en sentido universal porque abarca el acontecer de la experiencia humana en su plenitud y totalidad, ya que, quiere dar a conocer del pasado eclesiástico -personas, obras y acontecimientos- que merecen ser salvados y salvaguardar para la posteridad. II. La historia eclesiástica tiene su gran merito por colocar al alcance y salvar la riqueza incalculable de su documentación que trata de material eclesiástico: obispos, sucesión, libros canónicos, escritores, mártires, herejes. Los datos aquí señalados no son un acumulamiento sin sentido sino al contrario cuentan con coherencia y unidad que logra Eusebio encuadrar cronológicamente y de aclarar hechos cronológicos, cuando se trata de fechas de escritos y escritores eclesiásticos III. La historia eclesiástica también se entiende como una historia de la literatura cristiana. Además, es de orientación apologética resaltando las desgracias sobre los judíos por su crimen contra Cristo cuando presenta los martirios como prueba de la verdad y de la fuerza cristiana o las sucesiones episcopales como garantía del triunfo de la verdad divina sobre la envidia del demonio. IV. La historia eclesiástica no escrita como historia de la Iglesia por su concepto de historia sino por el carácter supra-histórico, trascendente y escatológico; ya que la Iglesia no es sujeto de historia, son los hombres empezando por el hijo de Dios, sus instituciones, sus doctrinas eclesiásticas. V.